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Nuevos procesos de politización en México y España

 Viernes, 15 Agosto 2014


 Ariadna Acevedo Rodrigo

Graciela Martínez González

El pasado jueves 26 de junio tuvo lugar el foro Repensar la política


en tiempos de crisis en la facultad de Filosofía y Letras de la UNAM,
donde se discutieron los recientes procesos de politización en
México y España. Participaron Amaranta Cornejo (becaria
postdoctoral del CEIICH-UNAM, ex-integrante de #YoSoy132
Asamblea Posgrado), Pietro Ameglio Patella (Profesor de la
Universidad La Salle, Cuernavaca y Activista del Servicio Paz y
Justicia), José Enrique Ema López (Profesor de la Universidad de
Castilla la Mancha y miembro de Podemos, España) y Amador
Fernández-Savater (Investigador independiente, editor de Acuarela
Libros e integrante del 15M en España). Moderó Silvia L. Gil (becaria
postdoctoral en la Facultad de Filosofía y Letras).

En 2011, fuertes movilizaciones sociales llamaron la atención en México y España. En


México, país de múltiples manifestaciones, se trató de una expresión de preocupación y protesta
por la violencia creada por el narcotráfico y lo ineficiente, e incluso contraproducente, de la
estrategia del gobierno. La acción más concertada y visible fue probablemente el Movimiento por la
Paz con Justicia y Dignidad encabezado por el poeta Javier Sicilia tras la muerte de su hijo a
manos de la delincuencia organizada, pero ella ocurrió al mismo tiempo que una diversidad de
inciativas tales como el Basta Ya o No más sangre. En 2012 la emergencia del movimiento
#YoSoy132 fue mucho más puntual e incidental. Surgió como resultado de una pequeña protesta
de estudiantes de la Universidad Iberoamericana, una institución privada no particularmente
notable por su movilización política, ante la visita del candidato del PRI a la presidencia de la
república, Enrique Peña Nieto. Cuando el PRI buscó deslegitimar la protesta acusando a sus
agentes de no ser estudiantes sino jóvenes a sueldo, la indignación de los universitarios no se hizo
esperar. Respondieron con un video en que 131 estudiantes expresaban que la crítica a las
políticas de Peña Nieto como gobernador del Estado de México, era propia (no una manipulación
ajena) y mostraban sus credenciales para comprobar su estatus de estudiantes y no de
mercenarios a sueldo de grupos políticos anti-príistas. La difusión del mensaje en Youtube fue muy
exitosa y el fuerte apoyo social que recibieron se manifestó en el nombre dado al movimiento:
#YoSoy132. Se trataba, entonces, de una movilización surgida de la profunda incapacidad de la
clase política, que se autodenomina democrática, de reconocer a los miembros críticos de una
sociedad como interlocutores válidos. El dinosaurio priísta no había podido reconocer la autonomía
de una crítica dirigida contra él ni siquiera viniendo ésta de estudiantes universitarios de clase
media y alta. Con su torpe reacción generaron una oposición que tendió puentes con otros
sectores al expresar su “No a EPN”, “No al PRI”, así como al demandar una democratización de los
medios de comunicación.

España, un país aparentemente menos politizado que México en términos de la visibilidad de sus
movilizaciones sociales, para algunos “fuertemente despolitizado”, dio una verdadera sorpresa
cuando una diversidad de colectivos ya muy activos como resultado de la fuerte crisis económica
de 2008 (que ha llevado a cifras tan alarmantes como la de un 50% de desempleo entre los
jóvenes), que buscaban expresar su indignación ante las políticas de desmantelamiento del estado
de bienestar y la corrupción de la clase política, convocaron a una manifestación que culminaría en
la puerta de Sol, en Madrid, el 15 de mayo de 2011. Consiguieron no solo una movilización
inusitada sino, de acuerdo con las encuestas, la simpatía de un aplastante 80% de la población
española. Probablemente lo más llamativo del movimiento de los indignados o 15M fue su
capacidad para politizar a la gente común; los veteranos y jóvenes acostumbrados a la militancia
política pasaron de sentirse parte del pasado o de una aislada y pequeña minoría a ser parte del
despertar político de una sociedad que estaba buscando no solo expresar una protesta contra el
sistema político, sino de inventar nuevas formas de hacer política.

Graciela Martínez González

En México la violencia, y en España la crisis económica, habían conseguido unir a personas no


solo de generaciones y orígenes sociales distintos, sino de puntos distintos y a veces opuestos del
espectro político. Ambos países están pasando, de formas variables y con distinta intensidad, por
crisis de representación de sus sistemas políticos y sufren, en distintas medidas, la impunidad de
una clase política corrupta. La escala de la movilización y la importancia del momento político
español ha sido de una fuerza que no se ha conseguido en México, un país de inicio mucho más
fragmentado y mucho más desigual socio-económicamente. Pero más allá de las obvias
diferencias ¿qué diálogos comunes podemos desarrollar?

La primera parte de la discusión del foro giró en torno a las presentaciones de los cuatro
participantes y las intervenciones del público. Pietro Ameglio Patella observó lo grave de la
situación mexicana, llamando la atención sobre el hecho de que se calculan alrededor de 80,000
muertos hoy en México por la violencia derivada del narcotráfico, mientras que en todo el periodo
de la dictadura argentina hubo 30,000. Puso énfasis en las limitaciones de algunas de las
estrategias de respuesta a la situación del país. El 15M español y el Basta Ya mexicano
consiguieron sacar mucha gente a protestar, pusieron “muchos cuerpos en la calle”, con lo cual se
consigue mostrar una importante fuerza moral pero las acciones de protesta resultan de muy baja
intensidad respecto de la gravedad del problema que se denuncia. También resulta muy limitada la
estrategia de llevar las quejas a distintas instancias de gobierno puesto que la respuesta es tan
escasa y completamente ineficiente. Para Pietro, si bien es admirable la capacidad de lucha y la
tenacidad de quienes una y otra vez demandan la investigación de desapariciones y muertes, la
estrategia tiene muy poco impacto puesto que se está pidiendo la solución al mismo actor que
genera el problema. En ese sentido, Pietro señaló que la estrategia zapatista de no cooperación
con instancias del Estado y de construcción de una sociedad alternativa tiene mucho más sentido.
Para Pietro la no cooperación y la desobediencia civil es la estrategia que deberíase llevar a cabo
como respuesta a la grave situación de violencia en el país.

A pesar de las diferencias entre ambos países, algunos elementos de las reflexiones de Amaranta
Cornejo sobre #YoSoy132 y Amador Fernández-Savater sobre el 15M tuvieron importantes puntos
en común. Amaranta habló del #YoSoy132 como una “irrupción” más que un movimiento,
partiendo, como los indignados en España, desde la “sensación de hartazgo”. Tanto el movimiento
mexicano como el español, en los relatos de Amaranta y Amador, respectivamente, buscaron en
un inicio hacer una política completamente nueva. Partiendo de la premisa de rechazar a Enrique
Peña Nieto y al PRI, Amaranta nos dice que en el #YoSoy132 no querían ver al pasado y que, por
lo tanto, no reconocían a las guerrillas, los movimientos estudiantiles de 1968, 1998 y 1999, el
zapatismo, ni las más cercanas movilizaciones contra los fraudes electorales de 1988 y 2006. Aún
así, para Amaranta, #YoSoy132 poco a poco se dio cuenta de que había que reconocer esas
luchas, que no empezaban como página en blanco.

En el relato de Amador, el 15M aparece como algo realmente nuevo, incluso con más énfasis que
en el análisis que hace Amaranta del #YoSoy132. El 15M es nuevo en la medida en que “no es
movimiento social y ni siquiera un movimiento de movimientos (como fueron los
antiglobalización)”, sino en todo caso “un movimiento de la sociedad misma”. Se ha entendido
como algo muy nuevo también porque se partía de “vacíos de referencia” que, para Amador,
pueden ser una limitación pero también una potencia: como no hay un modelo que imitar, es
necesario crear.

Se busca claramente una ruptura, pero también se vivió una ruptura del orden de cosas. Hasta
ahora esta ruptura se ha dado sobre todo a nivel del “orden simbólico” porque se ha conseguido
romper con lo que se ha llamado la “Cultura de la Transición” (CT), en referencia a la transición a la
democracia tras la muerte de Franco. Para Amador la CT hace tres cosas: 1) prescribe qué es de
lo que se puede hablar y no se puede hablar; 2) prescribe qué posiciones se pueden adoptar para
hablar de la sociedad y consiste principalmente en ver el mundo a través de dos colores: piensas y
actúas según si estás a favor de uno u otro de los dos grandes partidos políticos: el PP o el PSOE
y 3) prescribe quién puede hablar, se trata de intelectuales y expertos que hablan en nombre de la
sociedad. Amador recalca que esta CT se está resquebrajando de una manera que a sus propios
críticos les sorprende.
Graciela Martínez González

Tanto el #YoSoy132 como el 15M han experimentado con la discusión en asambleas y han
buscado nuevas formas de hacer política. De acuerdo con Amaranta, además de las experiencias
de asambleas locales tanto estudiantiles como ciudadanas, #YoSoy132 experimentó con algo
quizá más novedoso: el organizarse en mesas de trabajo que cubrían temas específicos: medios,
mujeres, ciencia, educación. Fue un intento por hacer propuestas más concretas y aterrizadas:
algunas de ellas a nivel de legislación, otras a un nivel de organización más bajo. Hubo también un
proceso de aprendizaje, no solo al reconocer que no se podían ignorar por completo las luchas
previas, sino también en la organización por #YoSoy132 de un espacio alternativo para el debate
de candidatos a la presidencia (al que se presentaron todos los candidatos exceptuando a Peña
Nieto). El debate permitió al movimiento darse cuenta de que la “democratización de los medios”
no era lo mismo que “tener la propiedad de los medios”. Además, en los medios afines, el debate
fue reconocido muy positivamente por su formato y organización claramente flexibles y abiertos a
una amplia participación, en contraste con la rigidez del formato del debate oficial.

Para Amador el 15M trajo nuevas formas de politización “que parecen estar al alcance de
cualquiera”, sin experiencia de militancia o politización previa. Amador hizo una útil síntesis de los
qués y comos del 15M, donde también se puede apreciar la novedad del movimiento, si bien
algunos de las cuestiones que defienden tienen una larga historia. Entre los qués del 15M están:
La defensa de lo público y lo común; la crítica a la democracia realmente existente (evidente en el
eslogan “lo llaman democracia y no lo es”) y el reconocimiento de que la crisis económica y
acciones como los rescates bancarios con dinero público, unidos a fuertes recortes a los
presupuestos que sostienen el estado de bienestar, no son asuntos técnicos, como reclaman sus
ejecutores, sino políticos (“no es crisis, es estafa” o “vuestra crisis no la pagamos”). Los cómos del
15M son al menos tan importantes como los qués puesto que su innovación viene sobre todo de la
manera de hacer política. Los cómos del 15M los resume Amador en cinco valores: 1) la
cooperación entre diferentes y desconocidos (no importa de dónde viene cada quién, qué lee, qué
vota o si nunca vota, lo importante es lo que podemos hacer juntos; 2) la igualdad: por no saber
quién es quién hubo una experiencia muy fuerte de igualdad, de partir todos de una tabula rasa; 3)
el no delegar: nos descubrimos capaces de hacer cosas que no sabíamos que podíamos hacer; 4)
una nueva experiencia de “lujo” y de la “buena vida”, por ejemplo, descubrimos que sí hay tiempo,
que podíamos darnos tiempo para escucharnos y 5) la intensificación de lo público y lo político: la
democracia que queremos y que pedimos ya nos la estamos dando nosotros mismos, no solo la
estamos reclamando.

Ante la intervención de Mariflor, profesora del Facultad de Filosofía y Letras, quien


cuestionó la idea de que se partiera de un “vacío de referencias” y señaló que “pensar la política
sin aprendizaje me parece una locura”, Amador respondió que, efectivamente, hubo cristalización
de procesos previos al 15M, de politizaciones de los años anteriores que ahora pueden parecer
“raras y anómalas” porque eran minoritarias pero que existían. Sin embargo, recalcó Amador,
también hay algo nuevo: hay cristalización pero también apertura. Además sí hubo aprendizaje en
las asambleas de Sol. Éstas fueron caóticas y algunos se preocuparon por su falta de eficacia pero
otros dijeron “estamos aprendiendo”, “estamos haciendo algo que nunca habíamos hecho”, “nos
estamos conociendo”. Por último, concluyó Amador, si él insiste en el vacío de referencias es
porque tendemos a pensar que memoria es forzosamente mejor que olvido y tener tradición es
mejor que no tener nada. No se trata de fugarnos de nosotros mismos y quizá no existe lo
radicalmente nuevo, “se trata de hacer lo que ya hacías pero en otro contexto”, dándole un nuevo
sentido porque estás trabajando con otros. La experiencia del 15M no fue tanto una experiencia
“radical” como una “inyección de sentido”; una “resituación” más que una “utopía radical”.

En línea con las dificultades que experiementan los poltizaciones de nuevo cuño, Amaranta
mencionó las críticas al #YoSoy132 por su falta de “estructuración” y de “estrategia política”.
Acusaciones que también han sido dirigidas al 15M, el cual, en palabras de Amador, no es una
estructura organizativa sino “una forma de acción fluida que aparece y desaparece con y sin la
etiqueta 15M”, a través de diversos movimientos, por ejemplo, las llamadas “mareas” que han ido
surgiendo contra los recortes presupuestales en sanidad y educación, a favor de una nueva
manera de pensar la democracia con mayor participación ciudadana, en defensa de los derechos
ciudadanos de los emigrantes españoles, entre otras. Más allá de las críticas a la falta de
estructuración y estrategia, Silvia, la moderadora, nos invitó a preguntarnos qué es lo que hacen
estos movimientos. Es cierto que no destruyen a la “bestia” que origina el malestar, la protesta y el
hartazgo, pero entonces ¿qué es lo que cambian? Amaranta y Amador dieron algunas pistas
adicionales de estos cambios, al hablar de los aspectos más subjetivos y emocionales de la
experiencia de los movimientos.

Para el caso del #YoSoy132, Amaranta habló de una “política emocionada”, del “gozo por
participar políticamente”, mientras que Amador sintetizó la experiencia española como una “alegría
teñida de angustia”, alegría porque “estamos viviendo lo imposible”: tres años de pasión y
experimentación política “sin precedentes para la gente de mi generación” (nacida en la década de
1970) y angustia por la “destrucción social” muy fuerte, derivada de la política económica:
desempleo, desahucios, etc.

Amaranta continuó hablando de las emociones suscitadas planteando que pueden ser una ruptura
importante con un pasado en el que se ha entendido a la militancia forzosamente como “sacrificio”:
dar mi vida, mi tiempo, mi esfuerzo. Pequeñas acciones cotidianas pueden romper con esa forma
de ver las cosas, en particular, Amaranta destacó la importancia que para ellos tuvo reconocer que
no era solamente necesario pasar largas jornadas de trabajo y discusión, sino también “cuidarse”,
por ejemplo, hacer una parada para poder comer bien. Hay, entonces, una auto-reflexividad sobre
las emociones que se experimentan y la forma de canalizarlas que no había tenido cabida en los
tiempos de una militancia “racional” y “racionalista”. En esta línea, Miguel, del público, llamó la
atención sobre el hecho de que las críticas a la democracia liberal habitualmente han apelado a
una solidaridad muy racional y, por otra parte, se había asociado emociones con totalitarismo por
lo que la actual apelación a las emociones, desde el interés de hacer una política distinta a la de la
democracia liberal, resulta novedosa. Señaló asimismo que una de las virtudes de la política es
que vincula emocionalidad y racionalidad y que probablemente sería útil pensar estas experiencias
desde la política de las “emociones alegres”, apropiándonos de las ideas de Spinoza.

Amaranta añadió que no se estaba “instrumentalizando un discurso emocional” en el #YoSoy132,


sino que lo emocional era una mandera de actuar en y habitar este mundo; que su apuesta era
politizar las emociones que sentían, como la ira ante la candidatura de Peña Nieto y ante el estado
de terror y de angustia del que habló Pietro. Amaranta señaló que se trata también de cuestionar
una dinámica sistémica que nos hace creer “que somos individuos y que la responsabilidad es
individual. Como es individual nos genera angustias y una dinámica de competencia para la
sobrevivencia”.

Ante la pregunta sobre subjetividad y emociones, Pietro externo que le “huye” a la subjetividad
porque “puede uno caer muy fácil” en la lógica de enfrentarse al “adversario”. Para él es mejor
pensar esto como formas de experimentación. Para el caso de México, continúa Pietro, no
sabemos cómo detener la mano que asesina sino con más violencia, ya sea del Estado o de las
autodefensas, inclusive el zapatismo no puede abandonar por completo las armas. Insistió en que
tenemos poca experimentación social como sociedad, exceptuando ciertas experiencias locales
pero todas ellas, a excepción del zapatismo, tienen siempre “un pie en el Estado”; para él la clave
sería desarrollar opciones verdaderamente autónomas como la del zapatismo, pero que además
pudiesen articularse más allá de lo local.

Por último, en el diálogo entre YoSoy132 y 15M contrastan el diagnóstico de Amaranta donde
“quedarse en un nivel simbólico” fue una limitante porque “evidentemente no frenó la llegada del
PRI y nos desmoronamos”, frente al entusiasmo de Amador, donde se percibe que la ruptura
simbólica con la llamada Cultura de la Transición, y con los modos de hablar del sistema político
actual, ha tenido un impacto social mucho más fuerte que el del #YoSoy132, pues ha conseguido
redefinir la realidad a muchos niveles y en la percepción de un número significativo, y
potencialmente creciente, de personas.

Como última intervención de la primera parte del foro José Enrique Ema López habló del
movimiento político Podemos en España, convertido en partido para presentarse en las elecciones
europeas del pasado 25 de mayo, y que obtuvo, para sorpresa de ajenos y propios, 1,245,948
votos que se tradujeron en 5 escaños en el parlamento europeo. Indica que con el 15M dejó de
sentirse “el raro de los raros” por militar en movimientos que buscaban funcionar por fuera del
Estado y sintió que formaba parte de algo. Con Podemos, añadió, “tengo la sensación de que ya
no es solo una fraternidad sino que ya tenemos un plan”. Podemos busca canalizar la
impresionante politización que ocurrió con el 15M. Quiere ser una “herramienta” para construir una
voluntad política que tenga expresión electoral. Sin embargo, Podemos busca diferenciarse de los
partidos tradicionales, de hecho algunos se niegan a ver a Podemos como un “partido”, puesto que
no busca simplemente pedir al Estado o vivir del Estado. Implica pensar la política más allá del
Estado aunque también busque participar electoralmente. Tampoco se trata de crear un nueve
frente de izquierdas; busca nuevas formas de representación. Para presentarse a las eleciones
europeas, la organización previa consistió en la formación de círculos, a iniciativa de cualquiera
que estuviera de acuerdo con el programa de Podemos, y la misma reescritura colectiva del propio
programa. Hubo además una elecciones primarias abiertas a través de internet donde cualquier
ciudadano o extranjero residente en España podía votar.

Graciela Martínez González

Sin duda, añade José Enrique, hay una nueva mirada sobre la representación. Podemos no quiere
reforzar la delegación y la desigualdad sino ser un canal para la igualdad de oportunidades.
Además “hay una tensión irresoluble pero es un reto que hay que intentar, el combinar el plano
vertical de la intervención electoral y el plano horizontal de la politización”.

En la discusión con el público tras la intervención de José Enrique resurgieron los temas del
Estado y la representación. Pietro indicó que el movimiento zapatista es el único que en México
puede hablar de ser autónomo frente al Estado, destacó que con las juntas de buen gobierno el
zapatismo está experimentando la posibilidad de que cada persona se represente a sí misma
durante el tiempo que le toque estar en la junta. Se trata de una experiencia que está a “años luz”
de lo que ocurre a nivel macro. Desafortunadamente, para Pietro, esto ocurre en un territorio muy
acotado pero es el tipo de experiencia que nos gustaría ver. Se trata de experiencias con puntos
de convergencia con el 15M español donde, en la interpretación de Amador, hay estrategias en
parte inspiradas en el zapatismo entre otros movimientos. Como Pietro, Amador señala que
tenemos que dejar de pensar la política tan solo en torno al Estado. Amador se refiere a Foucault
para ayudarnos a romper con la idea de Estado en el que hay una “sala de mandos que podemos
asaltar y tomar el poder” y destaca que sigue siendo muy importante la idea de los zapatistas de
que no se trata de tomar el poder sino de forjar un mundo nuevo. Para Amador también aquí yace
uno de los problemas con Podemos: al plantearse Podemos que su lucha es contra una “casta”,
como se llama a la elite económica y política, pareciera que el mundo puede dividirse en “buenos y
malos” y que todo el problema “es quitar a los malos y ya está”.

Ante inquietudes del público, jóvenes del #YoSoy132, preguntando por las posibilidades de
conseguir amplias movilizaciones y politizaciones, Amador y José Enrique dieron sus respuestas.
Amador resaltó que los “significantes amplios” han sido muy importantes en el 15M, por ejemplo,
“indignados” y “personas” son potentes porque todos cabemos. José Enrique respondió con una
“receta” en versión breve para conseguir “que haya algo común”: Reiterando la idea de los
significantes amplios de Amador, dijo que hacía falta 1) un nombre común suficientemente vacío,
como el de indignados; 2) un antagonismo movilizador como lo concibe Ernesto Laclau, a pesar de
los peligros que señala Amador de terminar creyendo que solo hay “buenos y malos” y 3) una tarea
común.

Con estas discusiones sobre politización y representación se dio pie a la segunda parte del foro,
que partió de las intervenciones de Amador y José Enrique, quienes se preguntaron qué aporta la
filosofía para pensar el presente de los nuevos procesos de politización.

Aún con las muchas novedades del 15M, Amador habló en esta segunda parte del bagaje
que ya se tiene, sobre todo entre quienes, como él, han tenido experiencias previas de politización
y una reflexión sobre ellas. Se preguntó, entonces, por el papel de la filosofía. Así, Amador habló
de su propia experiencia en las asambleas del 15M, él, y amigos como él, buscaban ayudar pero
no obturar la lógica que iba surgiendo en asambleas con muchos participantes que no tenían
experiencia política previa. Intentaron no plantear las preguntas, sino aportar a las preguntas que
hacía la gente, es decir “aportar sin obturar ni dirigir”. El peligro que buscaban evadir era el de
presuponer lo que está pasando en lugar de escuchar. En ese sentido, no dejaban de vivir un
dilema, cada quién veía materializadas en las prácticas del 15M, las ideas del autor de su
preferencia: aca están los de Negri, acá los de Badiou, por allá Agamben, acá Rancière. El
problema, entonces, es que se corría “el peligro de pensar con esquemas ya dados”. “Si decíamos
que lo que pasaba era nuevo ¿por qué lo interprétabamos con lo ya leido?”

Amador añadió que la potencia de un movimiento está en la invención de nombres y


lenguajes para pensarse a sí mismo y que éstos pueden venir de la filosofoía pero no solamente.
También pueden venir, por ejemplo, del “mandar obedeciendo” del Ejército Zapatista. En suma,
para Amador, en el 15M la “plaza ya estaba pensando” por sí misma y se trataba de un
“pensamiento primero que podía doblarse con un pensamiento segundo: pensar lo que piensas y
darle nombres”.

Por su parte, José Enrique centró su intervención en el problema de la representación. En España,


comenzó, partimos de una crisis política porque se considera que el sistema no es legítimo y
apunta a un problema de representación: uno de los lemas del 15M fue “no nos representan”,
similar al argentino “que se vayan todos”. A continuación, José Enrique partió de la premisa de que
la representación es ineludible, “la representación no es nunca representación fiel”, la
“representación es un necesario imposible”.

Propuso dos finguras para entender la representación: la mediación y el catalizador. La política


como mediación recupera el protagonismo democrático al mismo tiempo que reconoce que no
puede “no haber representación”. La opción de la “democracia directa”, eliminando por completo la
representación, es una trampa puesto que ni siquiera uno mismo puede representarse a sí mismo.
Por ejemplo, en una asamblea, cada quien habla por sí pero, en mi experiencia, yo no tengo muy
claro lo que pienso, ahora bien, si hablo y escucho a los demás, a veces empiezo a saber lo que
pienso, “a elaborar lo que pienso en forma de representación”. Es difícil evadir la sensación,
cuando hablo, de que lo digo “traiciona” lo que tengo escrito en el papel, lo cual a su vez “traiciona”
lo que yo tenía en mente antes de empezar a escribir. Por ello, el protagonismo democrático
siempre va a ser indirecto: el elemento definitorio de la democracia no es el ágora donde todos
pueden hablar sino por la posibilidad de que las posiciones políticas se puedan construir en el
diálogo.

La idea de catalizador hace referencia al hecho de que una persona o líder no debe de ser
forzosamente alguien en quien delegar sino más bien un catalizador, activador o movilizador. Un
líder no es la única forma de identificación pero sí puede ser una figura de representación que
ayude a que mucha gente esté participando políticamente como ocurre en la actualidad en
Podemos. Concluyó añadiendo que “la voluntad política es irrepresentable” pero que si aceptamos
puntos de imposibilidad de la representación, ésta puede usarse para activar la voluntad política.

El público inquirió sobre el papel de la participación en dos sentidos, como participación


que interpela y exige al representante que se cumpla el mandar obedeciendo y como participación
que vigila a los representates. Se habló también de la “escucha participante”. José Enrique
respondió que efectivamente era indispensable pensar la participación junto con la representación.

Centrándose en el ejemplo de Podemos, Amador externó que su actual líder, Pablo


Iglesias, cabeza de lista de las elecciones europeas, no lo “representa” porque le parece que sigue
los contenidos del 15M pero no sus formas, le falta el humor y la poesía del 15M. Le parece,
además, que su discurso es muy elaborado, no como los mejores discursos en las asambleas 15M
que eran los afectados por la situación y entusiasmados. A ello, Silvia respondió que a ella no le
preocupaba demasiado el estilo que tengan Pablo Iglesias u otros puesto que no es necesario
pensar la representación como identificación total, se trata, más bien, de pensar la representación
posible. Pero, además, Pablo Iglesias no es Podemos, el movimiento, o los círculos que lo forman,
son mucho más que Podemos. Agotados, pero entusiasmados y cargados de ideas, los
participantes cerraron el foro pensando en la posibilidad de futuros diálogos.

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