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El comunicador comunitario y sus implicancias políticas: apuntes para la construcción de una identidad

“Tal vez lo que nos mantiene vivos, lo que nos hace fuertes es la
continuidad de la pregunta por nuestra identidad profesional de
comunicadores, abierta como una dulce herida que no podremos cerrar
nunca.”

Prieto Castillo, Daniel “Comunicación, Universidad y Desarrollo”,


Capítulo 1 “Una mirada y una práctica comunicacional en constante
construcción”

Introducción1
El cuerpo conceptual que compone el desarrollo teórico de la Comunicación Comunitaria es
diverso, ya que contiene aportes de diferentes corrientes de pensamientos y disciplinas que
fueron dando lugar a su constitución como campo específico dentro de la Comunicación Social;
está claramente conformado por variadas dimensiones: la que proviene de la reflexión sobre la
práctica- a partir de la sistematización de las experiencias de intervención- y la que establece
categorías conceptuales a partir de la contribución de ejes teóricos de otras disciplinas- un
ejemplo de esto, es el concepto de intervención social y el de rol, tomados del Trabajo Social-.
Otras ciencias sociales han contribuido a través de numerosos conceptos que les son propios y
que se han transformado en categorías claves dentro de la visión comunitaria de la
comunicación. Entonces, las nociones de diálogo, encuentro, participación (entre otras) que
maneja la Educación Popular se utilizan en el campo de la Comunicación Comunitaria.
Asimismo, desde el campo de la sociología, los estudios de comunicación y cultura y hasta de
la ciencia política o la economía, pueden utilizarse categorías que aportan en el análisis de
algunos fenómenos dentro del ámbito de la comunicación comunitaria.

Por otro lado, la producción teórica específica de la Comunicación Comunitaria es tan joven
como el desarrollo de su campo y tiene como característica la mutación – evolución que ha
impulsado el proceso de institucionalización de la Comunicación Comunitaria para convertirse
en un campo disciplinar, orientación dentro de las carreras de Comunicación o campo
profesional. Es decir, la historia de la Comunicación Comunitaria- abonada por desarrollos
teóricos diversos, como ya hemos dicho, y encarnada en numerosas experiencias- desde la
década del cincuenta en adelante ha recorrido un camino que tuvo, al menos, un gran hito: la
creación de la carrera de Comunicación Social en la Universidad de Buenos Aires y la inclusión
en su currícula de una orientación en Comunicación Comunitaria. Este hecho, no solo le da un
marco institucional a numerosas experiencias, que desde distintos ámbitos se desarrollaban,
sino que impone la tarea de pensar y repensar el campo mismo de la Comunicación
Comunitaria y, derivado de esto, el perfil profesional del comunicador. Este campo disciplinar,
además de contar con los aportes mencionados viene atado o signado por una serie de
características. La identidad de la comunicación comunitaria está asociada, al menos, con tres
cuestiones: una fuerte crítica al sistema de medios tradicionales y masivos, la homologación
con la comunicación popular y por último este mismo fenómeno (de homologación) se daba
con la comunicación alternativa.

1
El presente texto es una edición del trabajo de tesis de grado de la autora, que aborda el tema de la identidad del
comunicador comunitario. Hemos elegido, como apunte de cátedra, parte de la introducción que explicita algunas
cuestiones globales de esta reflexión y el Capítulo I que emprende la tarea de aportar una conceptualización acerca
del sentido histórico del rol en la etapa de conformación del campo, ligado a la militancia política que caracterizo
dicha etapa.

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El comunicador comunitario y sus implicancias políticas: apuntes para la construcción de una identidad

Encontramos entonces, dentro del cuerpo teórico de la Comunicación Comunitaria, categorías


que provienen de la Comunicación Popular y la Comunicación alternativa, que en la actualidad
pueden identificarse como campos diferentes, aunque articulados. Lo popular, lo alternativo y
lo comunitario han formado parte del desarrollo histórico de la Comunicación Comunitaria en
su formación como disciplina, han sido elementos fundantes y constitutivos de lo que hoy
conocemos como Comunicación Comunitaria. Sin embargo, este campo ha contenido a
aquellas y ha ampliado sus áreas de intervención, sus alcances y en consecuencia, podemos
afirmar, necesita profundizar, complejizar y diversificar su desarrollo teórico.

Las reflexiones sobre el rol del Comunicador Comunitario, por tanto, están vinculadas a las
limitaciones que implica un campo de reciente formación, en permanente movimiento que
demanda, en cuanto a producción teórica, la necesidad de renovarse, y reflexionar sobre
cuestiones aparentemente instaladas y aseguradas. Este ejercicio de renovación e incremento
del cuerpo conceptual es posible solo en articulación con las numerosas y potencialmente
ricas experiencias de intervención social desde una perspectiva de comunicación comunitaria.
La sistematización de estas prácticas constituye la clave para generar la profundización,
complejidad y diversificación que necesita el desarrollo teórico del área en general, y la
producción conceptual y específica en cuanto al rol del comunicador comunitario, en
particular.

El trabajo de intervención de los comunicadores comunitarios en diferentes ámbitos-


Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC), Estado, comunidades, grupos, etc.-ofrece
elementos para analizar, reflexionar y producir conocimiento en distintas dimensiones: la
vinculada con lo político, otra relacionada con lo metodológico, y por último, la que tiene que
ver con el componente aptitudinal/actitudinal en el desempeño profesional. En primer
término, la dimensión política, se plantea como el conjunto de elementos que desde la
perspectiva de la comunicación comunitaria busca posicionar a quién ejerce el rol del
comunicador como sujeto capaz de intervenir en pos de la transformación. Transformación de
la realidad de una comunidad, de una institución. Un conjunto de acciones que intentan
modificar la situación de los actores sociales intervinientes con el objetivo de generar
participación, democratizar la palabra, favorecer el posicionamiento de los sujetos y las
comunidades como protagonistas de su propia historia y de esta transformación. Dentro de lo
político, se consideran todos aquellos vínculos, todas las articulaciones que debe construir,
favorecer, fortalecer el comunicador en su intervención en campo. Es en esta dimensión
política dónde aparecen las mayores resistencias, se visibilizan las diferentes posiciones de
poder y las distintas formas de construirlo, a la vez que se producen tensiones propias que
surgen como consecuencia de diversas maneras de entender participación. Es en este punto
dónde puede aparecer la pregunta ¿Qué implica hoy la transformación social? Y ¿qué se
entiende (o entendemos) por transformación?

En complemento con la cuestión política en el desempeño del rol tenemos la dimensión


metodológica, el conjunto de técnicas y/o herramientas que, en el marco de la comunicación
comunitaria y vinculándose con el objetivo político del proyecto de intervención, apuntan a
generar espacios de participación, a la construcción conjunta, la distribución equitativa de
responsabilidades y beneficios, etc.

Sumada a lo político y metodológico existe otra dimensión de análisis en el trabajo de


intervención del comunicador comunitario que se relaciona con lo que llamamos componente
aptitudinal/actitudinal. Delineamos aquí un conjunto de saberes del comunicador comunitario-
diagnosticar, planificar, capacitar, evaluar, etc.- en articulación con la actitud que debe asumir
el comunicador en el desarrollo de dichas habilidades. Pensamos entonces en la escucha como
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actitud básica y determinante de muchas acciones, en el diálogo como facilitador en los


procesos de intervención, y así en la mediación, la propuesta, el humor, el dinamismo, el
compromiso como algunas cuestiones que son necesarias poner en práctica cuando
participamos en experiencias comunitarias como comunicadores.

Todas estas dimensiones constituyen al comunicador comunitario, y componen su accionar


articuladas entre sí. Sin embargo, los diferentes contextos, las características particulares de
cada comunidad, las tensiones de poder y políticas de los grupos, y las subjetividades que
interactúan en los ámbitos de intervención, inciden o ponen de manifiesto alguna de estas
dimensiones más que otras. Es posible, incluso, en intervenciones complejas pensar en la
escisión de los distintos espacios de construcción del comunicador comunitario. Es decir, se
opera una suerte de ruptura entre el hacer político en la intervención y el hacer en cuanto a la
puesta en práctica de metodologías, aptitudes y actitudes que se vinculan a la Comunicación
Comunitaria.

La dimensión política del comunicador comunitario está atravesada por numerosos factores
que configuran la posibilidad de alcanzar los objetivos planteados en una intervención. Debido
a que nos abocaremos al análisis sobre las implicancias políticas en la construcción de la
identidad de un comunicador a lo largo de la historia del campo de la Comunicación
Comunitaria, conviene realizar alguna aclaración sobre la concepción política que asumimos en
la realización de una intervención en campo, cuando desarrollamos un proyecto de
Comunicación Comunitaria. Decimos entonces que un proceso enmarcado en los fundamentos
de este campo disciplinar propone, desde su dimensión política, la idea de transformación
social que deriva de una posición ideológica acuñada en la etapa fundante del campo de la
Comunicación Comunitaria. Es decir, que tenemos como horizonte, en una intervención, la
comunicación para la transformación, aunque luego, en su desarrollo, en la elaboración de una
planificación, la formulación de objetivos esté ceñida a un plano más concreto de la realidad.
Es decir, los objetivos de un trabajo de comunicación comunitaria en una organización apuntan
a la modificación de la realidad de esa organización y los sujetos que la integran, tiene como
fin la transformación en lo microsocial pero el ideario que nos anima como comunicadores
comunitarios nos convoca a trabajar en la incidencia, a su vez, en el contexto macrosocial y
pretende construir, junto a otras experiencias y a numerosos actores la transformación de
nuestra sociedad.

Es decir, nos referimos a la necesidad de atender lo que definimos cómo la cuestión social: las
problemáticas que aparecen hoy dentro de nuestro sistema social producto de su devenir en el
sistema capitalista. La fragmentación, la exclusión cómo en otras etapas fue la explotación son
las cuestiones sociales que demandan ser superadas a través del trabajo por la integración
social, la democratización política y la participación 2.

Realizada esta aclaración, avanzamos en la reflexión planteando que es en la dimensión


política dónde el comunicador comunitario dirime una tensión relevante para el desarrollo de
la intervención y su desempeño profesional: la que se genera internamente por contener en
un sujeto lo que se constituye desde tres ámbitos distintos y cómo tres formas diferentes de
asumir el rol. Estas configuraciones en la identidad del comunicador comunitario pueden
convivir en una o desmembrarse. ¿Pueden?

2
Autores como Alfredo Carballeda en “La intervención social” o Sergio de Piero en “Organizaciones de la Sociedad
Civil” abordan el tema de la cuestión social (fragmentación, exclusión) que hoy impregna nuestro sistema social y
proponen tanto la intervención- en el caso de Carballeda- como el rol de las Organizaciones de la Sociedad Civil- en
De Piero- como formas de atenderla y construir en dirección a lo que denominan “integración social”.

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Hacemos referencia a la tensión que podría emerger en múltiples situaciones y contextos de


intervención que reactivan diferentes dimensiones: la de trabajador de la comunicación, la de
carácter intelectual, y la de una actitud militante – que como producto del desarrollo histórico
de la disciplina, aparecen como componentes ineludibles de todo aquel que realice un trabajo
en el ámbito social-. Planteamos entonces que, en lo cotidiano, en cada proyecto, cada vez
que se asume el rol con el perfil de comunicador comunitario se ponen en juego una posición
laboral que se debe construir y conservar- de aquí pensamos al comunicador como un
trabajador de la comunicación- un desarrollo profesional producto de esta inserción laboral en
los diversos escenarios afines a la comunicación comunitaria. Esto se vincula con la reflexión
que el profesional realiza sobre la práctica y cómo la concibe en articulación con su formación
académica- aquí presentamos al comunicador desde la dimensión intelectual-, pensamos en el
desarrollo conceptual, en la producción teórica que el comunicador desarrolla en el marco de
cada experiencia en la que participa. Por último, delineamos en el devenir
profesional/intelectual de un comunicador comunitario una actitud que mayormente está
determinada por el peso que la historia de la conformación de esta disciplina. Decimos, la
comunicación comunitaria se fue constituyendo con experiencias de resistencia y de apelación
al cambio, sus concepciones se apoyan en desarrollos teóricos que se generaron en contextos
histórico- políticos que favorecían la reflexión y la acción que apuntaba a construir otra
sociedad, a transformar la sociedad capitalista. Este factor es un dato relevante a la hora de
interpretar algunas intervenciones, a la hora de observar el desempeño de un comunicador
que naturalmente trabaja y reflexiona desde una matriz ideológica cercana a estas cuestiones.
Esto no implica que en cada proyecto de comunicación comunitaria el comunicador milite, en
el sentido literal de la palabra, sino que en muchas situaciones emergen, en ellos, rasgos
vinculados a una actitud militante. Esta cuestión será abordada como punto relevante en la
construcción de sentido, en cuanto al rol de comunicador comunitario, vinculado a la
militancia para delinear la existencia de una significación histórica en la identidad y el perfil del
comunicador.

O sea, que junto con el cuerpo conceptual y el desarrollo de técnicas que pone en práctica el
profesional de la comunicación comunitaria hay implícito, en muchos casos, un sentido del
compromiso, la solidaridad, la compresión del otro que está teñido por los valores que
mencionábamos anteriormente.

En principio, el eje estructurador de este trabajo se vinculará al proceso de construcción de


sentido acerca de “ser” comunicador comunitario, centrando su atención en el ejercicio del rol
previa institucionalización. Que significaciones pueden construirse acerca de nuestro
desempeño como comunicadores y sus implicancias políticas y qué elementos juegan en el
proceso de construcción de estas significaciones atendiendo el peso de su construcción
histórica y su vínculo con la militancia.

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El sentido histórico acerca del rol del comunicador comunitario. El perfil del
comunicador en la conformación del campo y el fenómeno de la militancia.

“Hemos caminado mucho por el país, por nuestra tierra.

Hemos estado en las ollas populares. Hemos visto el grado de humillación

y vejación que significan. Nuestra palabra no podía transmitir todos esos dramas(…).

Gracias a estos artistas es posible que más trabajadores en todo el país

conozcan lo que pasa en la Argentina…

Ellos tienen los tanques, las ametralladoras, tienen perros.

Nosotros tenemos hoy este pedacito de lienzo y esta casa modesta

y nos basta mostrar estas imágenes para que tengan miedo,

porque saben que no podrán contra el despertar de las conciencias

que nosotros convocamos para liberarnos”

Giunta, Andrea “Vanguardia, internacionalismo y política- Arte argentino en los años sesenta” Capítulo VIII
‘El arte como acción colectiva y violenta’, ED. Paidós, 2001. Discurso de Raimundo Ongaro, secretario general de
la CGTA, en la apertura de la muestra de “Tucumán Arde” realizada en el espacio de la Federación Gráfica
Bonaerense.

“La experiencia en el semanario CGT, y por extensión con CGTA,

ocupan un lugar no menor en la trayectoria de Rodolfo Walsh.

A partir de allí…(sic)…desplaza sus proyectos literarios

en pos de una dedicación plena a proyectos políticos revolucionarios,

muchas veces, como en este caso, protagonizando

experiencias periodísticas o comunicacionales.”

Mestman, Mariano “Semanario CGT. Rodolfo Walsh: periodismo y clase obrera” en Causas y Azares Nº 6,
1997.

La elección de citar trabajos que refieren a la experiencia de Tucumán Arde3, en primer


término, y el Semanario CGT4 para iniciar nuestro recorrido tiene como intención mostrar

3
El movimiento artístico nucleado en “Tucumán Arde” constituyó una propuesta de vanguardia artístico política que
realizó un trabajo de intervención comunicacional, con el fin de denunciar la situación de crisis imperante en la
provincia de Tucumán a partir de la política del gobierno de Onganía que apuntaba a favorecer a los monopolios en la
producción azucarera, provocando cierre de ingenios pequeños y medianos y el aumento del desempleo. Esta
denuncia apuntaba a desarmar el discurso oficial y la propaganda cómplice de los medios de comunicación masiva, a
través de la realización de una muestra artística que, sostenida por el relevamiento de datos y material en la provincia
de Tucumán, articuló en su espacio la exposición de datos estadísticos, fotografías, montaje de artículos periodísticos,
filmaciones, diapositivas y entrevistas grabadas reproducidas en altoparlantes. A esto se sumó la intención de hacer
partícipe al público realizando entrevistas para relevar opiniones que eran reproducidas allí para generar un circuito
de retroalimentación. Cabe destacar, por último, que el proyecto se vinculó con la CGTA para la implementación de
acciones y realización de las exposiciones. Esta vinculación remite a la necesidad de politizar la iniciativa y
posicionarse claramente vinculados con la realidad política de la Argentina. Según el planteo de Giunta, Andrea en
su trabajo “Vanguardia, internacionalismo y política- Arte argentino en los años sesenta” Capítulo VIII ‘El arte
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El comunicador comunitario y sus implicancias políticas: apuntes para la construcción de una identidad

cómo, desde la militancia política, se conformaban proyectos que, aunque en su esencia eran
proyectos artísticos de vanguardia- cómo el caso del citado Tucumán Arde- o proyectos
gremiales – cómo el caso del Semanario CGT-, poseían en su desarrollos elementos
comunicacionales que pretendían representar una alternativa de cambio social y que se
generaban en diversos ámbitos y con multiplicidad de actores. Ambas experiencias, si bien
están enmarcadas y referidas concretamente a la práctica artística y periodística,
respectivamente, tienen componentes vinculados a lo comunicacional desde una perspectiva
comunitaria: el carácter transformador, la vinculación de lo micro y lo macro, el
posicionamiento político, la articulación entre organizaciones o grupos diversos, el
componente participativo y finalmente, aquello que animará nuestra reflexión. Nos referimos
a la cuestión militante como integradora de las experiencias de comunicación comunitaria.

Es decir, junto a las experiencias de radios alternativas y populares que comúnmente tomamos
como referencia fundacional para trabajar la conformación del campo de la comunicación
comunitaria , existieron en aquella etapa numerosas prácticas culturales y comunicacionales
que, si bien no respondían estrictamente a los supuestos que hoy, cómo disciplina, contiene la
Comunicación Comunitaria, aportaron cómo experiencias alternativas en la conformación de
su campo y contribuyen a delinear quiénes eran los sujetos que, desde diversos ámbitos,
ejercían la práctica de comunicadores. Reflexionar sobre estos sujetos y su labor
comunicacional, como aportes para la construcción de la identidad y el rol del comunicador
comunitario será el objeto de este texto.

Referencias

Como puntualizamos anteriormente, el campo de las experiencias que conformaron las


referencias fundacionales de lo que hoy denominamos Comunicación Comunitaria, estaba
formado por numerosos proyectos de Comunicación Popular y Alternativa, radios en su
mayoría. Muchos de ellos, vinculados a movimientos sociales y políticos de resistencia o de
construcción alternativa al sistema social vigente. Pero en cuanto a referencias, también
debemos considerar algunas experiencias que constituían proyectos alternativos no
específicamente comunicacionales pero que desde otros ámbitos poseían características o
elementos que nos permiten inferir que desde estos espacios dónde se desarrollaban- el arte,
el sector gremial, el cine- se constituían en propuestas que difundían ideas de un movimiento,
disparaban el debate entre determinados actores sociales o pretendían mostrar un orden
social injusto para manifestarse en pos de la transformación. Entonces, desarrollaban acciones
en comunicación que tanto por su objetivo político como su metodología participativa o, al

como acción colectiva y violenta’, ED. Paidós, 2001. “Su propósito era crear un circuito sobreinformacional y
contrainformacional orientado a desenmascarar la campaña de ocultamiento montada por la prensa oficial, y a ‘crear
una cultura paralela subversiva’ que desgastara ‘el aparato oficial de la cultura’”. Estas últimas nociones
entrecomilladas fueron extraídas del primer documento del grupo de artistas del Tucumán Arde.
4
La referencia a la publicación de la CGTA como reflejo de una práctica periodística dentro del ámbito sindical que
nos aporta algunas cuestiones a la reflexión sobre el campo de la Comunicación Comunitaria y el rol del
comunicador. En principio, la participación de Rodolfo Walsh como director de la publicación y la definición de su
compromiso militante. Seguido a esto, la propuesta de participación de los obreros como corresponsales en la
experiencia de la publicación, que si bien tuvo sus limitaciones y condicionantes, llegó a concretarse en algunos
números. En último término, pensar el proyecto de este periódico como una propuesta alternativa y crítica, no solo al
gobierno de Onganía sino a la institución oficial, la CGT que respondía al vandorismo. El periódico Semanario CGT
sufrió numerosas presiones y tuvo que editar sus últimos números en la clandestinidad, debido a la persecución
política perpetrada contra sus integrantes.

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menos, vinculada a lo comunitario, podemos considerarlas experiencias cercanas a lo que hoy


consideramos Comunicación Comunitaria. Asumiendo que la comunicación (y la
Comunicación Comunitaria), desde nuestra forma de entenderla y conceptualizarla, atraviesa y
constituye todo lo social, podemos tomar estas experiencias cómo aportes que contribuyeron
al campo de la comunicación o que sentaron precedentes en el desarrollo del rol de
comunicadores para el cambio social5.

De dónde venimos…

A partir del desarrollo que venimos haciendo podemos plantear que la Comunicación
Comunitaria posee una historia previa a su institucionalización dentro de la Carrera de
Comunicación Social de la UBA, como una de sus orientaciones (junto con Periodismo,
Políticas y Planificación de la Comunicación, Opinión Pública y Publicidad y Comunicación y
Procesos Educativos) está vinculada a lo que denominamos Comunicación Popular y
Comunicación Alternativa.

La conformación del campo de la Comunicación Comunitaria y así también la de aquellos que


llevaron adelante esta disciplina, reflexionando, dándole vida a través de experiencias, que
describe a los comunicadores, alternativos, populares o comunitarios, nos indica que podemos
mirar más atrás que la institucionalización del campo de la Comunicación Comunitaria para
analizar el perfil de un comunicador de esta disciplina. Decimos que las experiencias de radios
alternativas de fines de los cuarenta y principios de los cincuenta, que los proyectos de los
movimientos vinculados a la iglesia progresista- tercer mundista, las prácticas relacionadas al
campo de la Educación Popular, la comunicación gráfica y audiovisual que difundía las ideas
sindicales, de organizaciones políticas y sociales e incluso de los movimientos organizados para
la lucha revolucionaria en los 70, fueron llevadas adelante por sujetos que tal vez no estaban
formados en la academia o si así era, esta formación no correspondía exactamente con lo que
hoy es Comunicación Social y mucho menos en Comunicación Comunitaria, sin embargo
ejecutaban la tarea de comunicadores 6.

Planteamos entonces que así como podemos explicar el desarrollo de esta disciplina desde los
aportes de diversos campos teóricos y prácticos que describen su conformación 7, podemos

5
Los proyectos radiales que tomamos como experiencias fundantes son los ya mencionados y descriptos en el
abordaje de la conformación del campo de la Comunicación Comunitaria. Radio Sutatenza, Radios Mineras, Radio
Rebelde y otras que podemos encontrar desarrolladas en Gumucio Dagrón, Alfonso “Haciendo Olas- Historias de
comunicación participativa para el cambio social” 2001, Informe para la Fundación Rockefeller, tales como
Radio Quillabamba en Perú o Radio Huayacocotla en México.
6
MAGAROLA, Oscar: “Aproximaciones al fenómeno de la Comunicación Comunitaria”. Apunte de cátedra
2005. “…no es posible comprender la conformación del campo haciendo un repaso solo de las teorías y corrientes
contrahegemónicas que surgieron entre los ‘50 y los ’80, es necesario redimensionar el valor de las experiencias de
todos aquellos que impulsados por una mística revolucionaria y un compromiso militante animaron prácticas en el
campo de la cultura, la educación y la comunicación”.

7
MAGAROLA, Oscar: “Aproximaciones al fenómeno de la Comunicación Comunitaria”. Apunte de cátedra
2005. “Marxismo, Escuela de Frankfurt y teoría crítica, estudios culturales, teoría de la dependencia, educación
popular, educación liberadora, teología de la liberación son, entonces, las corrientes de pensamiento que
consideramos como aportes teóricos…” El texto trabaja los aportes puntuales que cada una de estas vertientes
teóricas ofrecen a la Comunicación Comunitaria. Este trabajo realiza un abordaje sobre la conformación del Campo
de la Comunicación Comunitaria vinculando las nociones básicas de cada una estas teorías con los contextos
históricos dónde tuvieron su anclaje.

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delinear al comunicador o los comunicadores cómo sujetos que también provenían de


distintos campos: intelectuales de distintas extracciones (sociólogos, economistas, educadores,
sacerdotes, cineastas), profesionales de otras áreas relativamente vinculadas a la
comunicación popular o alternativa (periodistas, educadores populares) y, además, sujetos
movilizados por diversos intereses (militantes barriales, sindicales o políticos). Estas distintas
extracciones que los caracterizaban se fundían también en un mismo sujeto. Tal vez, la
informalidad del campo y del rol, la no existencia de un marco institucional (en cuanto a la
disciplina que desarrollaban, en cuanto a la tarea de comunicadores) proveía a estos
comunicadores de variadas características: el ejercicio de este rol tenía que ver con la
alineación a un proyecto político o social en el que militaban, eran parte de colectivos que
desarrollaban proyectos de comunicación popular, el desempeño como comunicadores como
labor en pos de un proyecto colectivo que seguramente no implicaba un desempeño en
términos de trabajo rentado 8.

Enfatizamos la idea de pensar a quiénes participaban en los proyectos mencionados y


descriptos como comunicadores comunitarios no profesionalizados. Militantes del campo
popular que sostenían esta tarea- que actualmente podemos caracterizar como comunicación
comunitaria- a partir de su compromiso político y su vinculación a un movimiento de
transformación. En estos sujetos se encarna lo fundacional en cuanto a la configuración del rol,
ejerciendo el “oficio” de comunicadores comunitarios para sentar las bases de algunas
cuestiones que hoy dibujan un perfil profesional dentro de un campo disciplinar específico.

El sentido histórico

La cuestión del perfil del comunicador en esta etapa fundacional- de las primeras experiencias
vinculadas a otras nuevas formas de comunicación, en el sentido de nuevos actores y nuevas
relaciones de poder-, esta ineludiblemente vinculada a la idea de sujetos que estaban
involucrados en estas experiencias de comunicación popular y alternativa inspiradas en los
aportes teóricos del marxismo, la escuela de Frankfurt- y su visión crítica del sistema capitalista
y el sistema de medios que este contenía-, la escuela de Birmingham- y su revalorización del
receptor como sujeto activo y creador de nuevos significados-, la teoría de la Dependencia-
con su apuesta a las culturas latinoamericanas y su crítica a la penetración cultural de los
países dominantes-. Sujetos que protagonizaron el proceso de nuevas experiencias educativas
alternativas al sistema escolar tradicional, que implicaba una idea distinta en el proceso
comunicacional. Sujetos que participaron de prácticas enmarcadas en la corriente liberadora y
progresista de la Iglesia católica, que dio forma a la teología de la liberación, llamando a

8
Gumucio Dagrón, Alfonso “Haciendo Olas- Historias de comunicación participativa para el cambio social”
2001, Informe para la Fundación Rockefeller

Capítulo Radio Sutatenza: “Salcedo tuvo éxito en demostrar que una educación crítica es el medio adecuado para
que los campesinos y pobladores rurales participen en condiciones de igualdad en el desarrollo y en el mantenimiento
de los valores sociales de justicia, equidad y democracia”

Capítulo Radios Mineras: “En tiempos de paz y democracia- que no eran los más frecuentes- las radios mineras se
integraban en la vida cotidiana de las comunidades. Fungían eficientemente como alternativas de teléfono y correo.
La gente de los centros mineros recibía su correspondencia a través de la radio y enviaba mensajes de toda suerte, que
eran leídos varias veces al día: convocatorias a asambleas del Comité de Amas de Casa, mensajes de los dirigentes
sindicales…(sic)…actividades deportivas, entierros, nacimientos y festividades locales:”

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comprometerse con un orden distinto a aquel- el capitalista- que generaba tantas


desigualdades, injusticias y padecimientos, incluyendo en este llamado la propuesta de utilizar,
en las comunidades, medios alternativos de comunicación. Para ser más claros, cuándo
afirmamos que estos sujetos “encarnaron” lo que se definía desde el campo teórico, que eran
sujetos de la praxis de las diferentes reflexiones que provenían del campo intelectual,
afirmamos también que eran parte de un fenómeno que se desarrollaba sin una coherencia y
articulación planificada entre lo que se producía en este campo teórico- intelectual y el espacio
de sus prácticas, deteniéndose deliberadamente y sistemáticamente a reflexionar sobre sus
condiciones, su desarrollo y sus consecuencias. Es decir, en muchos casos esta articulación se
dio desde una mirada retrospectiva que, con el paso del tiempo, ofreció la posibilidad de
visualizar los hechos, los contextos y las reflexiones efectuadas sobre estos, tiempo después
puede configurarse un análisis más integral de aquellos fenómenos. Todavía más, al “poner el
cuerpo” empezaban a otorgarle sentido a la práctica del comunicador comunitario,
empezaban a escribir la historia de la Comunicación Comunitaria 9 siendo ellos parte del
fenómeno e instituyendo sentido a su tarea de comunicadores en el acto mismo de realización
de aquella práctica.

La insistencia en abordar la reflexión sobre el perfil de estos “comunicadores” tiene su


fundamento en tratar de imaginar que más allá de la carencia de un marco profesional y un
estatuto académico que los ampare, incluso de una reflexión intelectual sobre “ese otro tipo
de comunicación” que trataban de construir en las radios, en las experiencias de
alfabetización, en las comunidades eclesiales de base, en la prensa sindical, las estrategias
comunicacionales de las organizaciones políticas, el movimiento de cine militante, existía un
factor integrador, aglutinante, transversal: la idea de transformación social. ¿Qué implicaba
entonces la transformación social? En este contexto… ¿cada proyecto pensaba en transformar
su propia realidad, la de su comunidad? ¿O, se pensaban, se creían integrados a un proyecto
macro de transformación del orden capitalista al orden socialista? A partir de esta idea de
transformación ¿Qué tipo de noción de participación se puede identificar? ¿Cuál es la
concepción sobre el poder? El presente trabajo es atravesado por estos interrogantes.

Sin embargo, aunque se realizarán referencias que permitan formarnos una idea sobre cómo
se planteaban estas cuestiones, no pretende abordar puntual y extensamente cada uno de
ellas, asumiendo que generan debates profundos que requieren nuevas preguntas y
actualizaciones que se referencien con los contextos en los cuáles se formulan y las
condiciones que estos ofrecen. Entonces, las concepciones sobre el poder, la participación, la
transformación estarán determinadas por las condiciones políticas de la etapa histórica que
analizamos.

9
Revista Causas y Azares, “Ciencias de la Comunicación en la UBA: entre la formación y la crisis de
mercado”, 1995 Ante la pregunta ¿qué relaciones encuentra entre la historia del campo de la comunicación y la
cultura y el surgimiento y desarrollo de la Carrera de Comunicación de la UBA? Aníbal Ford- Director electo de la
Carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA entre 1989 y 1990 contestó “…lo que podemos denominar
comunicación y cultura, estudios culturales o como se quiera llamar, se constituye en esos años y no como disciplina
académica sino como discusión en el campo intelectual que en nuestro caso no se constituye exactamente como lo
definiera, por ejemplo, Bourdieau. Sobre todo porque muchas de estas discusiones se daban en relación con la
práctica política y productiva muy diferentes. De ahí también el gran peso que tiene en ese momento de la discusión
del campo, el estudio y la interpretación de la historia social del país y de América Latina. O la historia del
movimiento obrero, o las corrientes afiliadas a Althusser o a Gramsci, o las teorías de la dependencia.”

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El comunicador comunitario y sus implicancias políticas: apuntes para la construcción de una identidad

Esta idea del comunicador (que podemos denominar “no institucionalizado” “no
profesional” “de hecho”…) comprometido con un proyecto político de transformación social
constituye el sentido histórico del comunicador comunitario, el que vincula al comunicador
con la práctica militante, y es relevante pensar este perfil como “la prehistoria” del
profesional de la comunicación comunitaria porque este sentido histórico tendrá mucho
peso en el proceso de formación del campo profesional, en el debate por la construcción del
perfil académico, en la práctica del comunicador. La actitud militante determinó la tarea del
comunicador en la conformación del campo, y esa determinación acompaña hasta la
actualidad el desempeño profesional10.

Profundizando este planteo podemos decir que el peso de este sentido histórico es parte
determinante en la constitución de la identidad del comunicador. ¿Por qué?

El fenómeno de la militancia y el sentido pre institucional

Entonces, volviendo a los sujetos de esta praxis revolucionaria, los hombres y mujeres que
desde distintas agrupaciones, alineados al trabajo sindical, ligados al ámbito de la educación,
los obreros agrupados en los distintos gremios, los sacerdotes vinculados a la teología de la
liberación, los movimientos culturales, todos ellos militaban- motorizando diversas
experiencias en el campo social con una perspectiva política de transformación- y creaban
estrategias de comunicación: medios (básicamente gráficos y radiales), prácticas culturales que
los vinculaban con su comunidad, encuentros de reflexión política o sobre las distintas
problemáticas sociales, difusión de las ideas, los debates, los planteos teóricos y las
experiencias que se llevaban a cabo en este contexto. En ellos se encarnaban los
comunicadores populares o alternativos, en esos hombres y mujeres. Sujetos que militaban a
favor de la transformación social, porque dicha transformación, era un objetivo posible para
todos ellos producto de las condiciones sociales, políticas y culturales de la etapa sobre la que
estamos realizando esta reflexión.

Sujetos que se asumen, en principio, como actores de un proyecto político de cambio social y
que perciben su acción como comunicadores, en el acto mismo, en el desarrollo de la tarea.
Y conciben la comunicación como instrumento para alcanzar las finalidades de su acción
política. Este acto de asunción, percepción y concepción del rol tiene una particularidad, lo
planteamos cómo un acto que en su realización va otorgando sentido, va llenando de
significación al hecho de “ser comunicador popular, alternativo, comunitario” sin una
racionalidad previa que lo determina, sino que es el hecho de integrar distintos movimientos
políticos que apostaban al cambio social, lo que va dibujando su identidad, configurando
sentido, en síntesis: lo que determina su práctica.

Por eso afirmamos, que la militancia por la transformación social era el factor integrador de
estos sujetos, y que quiénes oficiaban el rol de comunicador dentro de estos proyectos

10
Revista Causas y Azares, “Ciencias de la Comunicación en la UBA: entre la formación y la crisis de
mercado”, 1995 A propósito de cómo se concibe los lineamientos de la carrera de Comunicación que abarca un
campo que contiene discusiones que se han dado en otros contextos y con otra realidad en lo político el artículo
afirma “…la nueva situación política (inédita) de continuidad institucional democrático- formal por más de doce
años los instala en el problema de definir los objetivos estratégicos de carreras impulsadas por aquellos que pensaron
la política como la construcción de contrahegemonías y ahora deben administrar consensos institucionales.”

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El comunicador comunitario y sus implicancias políticas: apuntes para la construcción de una identidad

sociales y políticos estaban participando en un fenómeno común- con sus condiciones y


valores- que otorgaba sentido a sus prácticas.

Si realizáramos un trabajo arqueológico para descubrir cuál era la intención, el sentido que
pretendía asignársele a la reflexión sobre el campo de la comunicación popular y alternativa
posiblemente todas las referencias- sostenidas por las corrientes teóricas que mencionamos
más arriba- nos lleven a la acción política y no se encuentre una clara definición sobre la
intención de sistematizar, producir un conocimiento, un cuerpo teórico que se corresponda
estrictamente con lo que hoy es la comunicación comunitaria.

Por esto planteamos que las condiciones para la delinear la identidad de un comunicador
popular en esta etapa, estaban dadas por el fenómeno de la acción política para la
transformación y se asentaba sobre un hecho: el carácter instrumental de la comunicación
para construir otra sociedad. Entonces el comunicador popular percibía su trabajo como tal, a
partir de la existencia de condiciones de trabajo en este sentido. Derivado de esto su
periódico, sus panfletos, su programa de radio, su obra de teatro, su pintada en la vía pública
pueden ser consideradas herramientas. Herramientas para poner en marcha la discusión
política acerca de un tema, para visibilizar una situación determinada, para otorgar un servicio
a una comunidad, para hacer escuchar distintas voces, o para disparar un tiro certero al
corazón de la cultura hegemónica11.

A esta condición instrumental en el campo de la comunicación para la transformación, se le


sumaban valores que son inherentes a la concepción de un modelo social sin desigualdades,
con acceso a la comunicación para todos, sin vulneración de los derechos humanos y con una
democracia que apunte más a la participación que a la delegación. Estos valores son la
solidaridad como construcción colectiva, el compromiso, la concepción de la política como
inherente a la vida cotidiana, la condición participativa en las experiencias comunitarias, etc.

Es importante detenerse para una reflexión. No intentamos con nuestras afirmaciones,


idealizar el campo de la comunicación popular ni mostrarlo como un espacio sin fisuras,
contradicciones o, incluso, limitaciones. Hemos elegido una línea de trabajo que resalte un
factor concluyente en la dimensión política del comunicador comunitario: la condición
militante que caracterizó esta etapa. Pretendemos mostrar cómo esta cuestión actúo como
aglutinante, como factor integrador y como rasgo fundacional de un campo, de un sentido
histórico que, creemos, sigue operando en las prácticas actuales.

Por eso, planteamos en nuestra reflexión la relación entre la construcción de una significación
para el comunicador comunitario determinada por el fenómeno de la militancia en la etapa
de la conformación del campo. En el seno mismo del desarrollo de esta condición, se
otorgaba sentido a la experiencia cómo comunicador comunitario, se instituía una
significación que sostiene la construcción identitaria- previa a la institucionalización- cómo
un primer estrato natural12. Nos referimos a dicha significado como una condición

11
Festa, Regina “Movimiento sociales, comunicación popular y alternativa” Primera Parte. “A nuestro
entender, a comienzos de los años setenta, o mejor, de 1970 a 1978 los procesos de comunicación popular estaban
vinculados, efectivamente, a la educación y la cultura populares, a través de manifestaciones políticas que
instrumentalizaban adecuadamente la comunicación. Fue entonces una fase de surgimiento de posibles canales o
medios de comunicación.”

12
Castoriadis Cornelius “La institución histórico-social: legein y teukhein” en La institución imaginaria de la
sociedad, Vol. II. Cap. V. Cuando el autor define lo que implica el primer estrato natural en el proceso de
institución de sentido plantea que este ofrece una serie de condiciones, incitaciones, puntos de apoyo e incluso
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El comunicador comunitario y sus implicancias políticas: apuntes para la construcción de una identidad

preexistente a la formalización de la identidad del comunicador comunitario en el sentido


profesional e intelectual. La cristalización de esa significación como sentido pre institucional,
hoy conserva un peso relevante en la construcción de la identidad del comunicador, porque
también gravita en las prácticas y en algunos casos las condiciona.

Por ahora, afirmamos que este carácter fundante- este alumbramiento bajo el calor de las
militancias- aparece como si este sentido histórico irrumpiera con todos sus valores en el
medio de la intervención de un comunicador, para interpelarlo acerca de diversas cuestiones
en cuanto a sus prácticas actuales. Cómo si esta identidad de los comunicadores de aquel
contexto, inevitablemente unidas a lo político nos tironearan para que nos preguntemos
acerca del verdadero sentido de nuestro trabajo en comunicación, acerca de la participación,
acerca de la democratización y la transformación, y en parte nos juzgará. Este sentido pre
institucional opera cuál fantasma/fantasía13 en medio de nuestras intervenciones en campo,
nuestro trabajo profesional e incluso en nuestras reflexiones teóricas.

Sin embargo, esa construcción discursiva ligada al fenómeno de la militancia hoy ha sido
resignificada, desbordada por la explosión de diversos ámbitos de intervención para el
comunicador comunitario, superada por nuevos problemas que afectan a la sociedad civil y
obligan a preguntarse por aquellos objetivos, a reflotarlos, a acotarlos o a superarlos y
permitirse olvidarlos. Realizamos esta afirmación para disparar la reflexión sobre el desarrollo
del perfil del comunicador comunitario, para animarnos a realizar un análisis sobre cómo se
articula este sentido histórico que planteamos con los nuevos desafíos en el campo de la
comunicación. No es nuestra intención instaurar una valoración positiva de aquel sentido pre-
institucional para realizar una crítica de la intervención en las experiencias actuales, ni plantear
una suerte de mirada nostálgica sobre aquello en detrimento de lo que hoy sucede en el
campo. Tampoco pretendemos instalarlo como una cuestión de “sentido común”, como un
elemento que hace sentido lineal y uniformemente en todos aquellos que ejercen esta
profesión.

Nuestro camino será el de tomarlo como, una condición que impregna el campo pero que le
ofrece posibilidades, de resignificación; que constituye la identidad del comunicador
comunitario pero que no la habita absolutamente como única posibilidad de ser. Que nos
resulta como disparador de un análisis para articular este sentido con otros que se han
generado a partir de otras condiciones.

Es interesante resaltar que está visión acerca de la configuración identitaria del comunicador
comunitario implica una mirada sobre los objetivos del campo disciplinar y el sujeto
protagonista de este proceso que no puede desvincularse de lo histórico para construir sus
condiciones de existencia y su desarrollo. Es decir, las significaciones en general y el sentido de
la identidad del comunicador comunitario en particular, está durante esta etapa histórica y
estará siempre, en diálogo con el contexto histórico14.

limitaciones y obstáculos para configurar lo que él llama “la institución imaginaria de lo social”, aunque no lo
determina ni lo refleja absolutamente.

13
Realizamos esta afirmación en el marco de ciertos conceptos teóricos que guían nuestra reflexión. Dentro de este
encuadre teórico la categoría de fantasma/fantasía proveniente de la imaginación, tiene vínculo con la configuración
del imaginario de un sujeto, de sus representaciones, de una construcción social.

14
Castoriadis Cornelius “Autonomía y alienación” en La institución imaginaria de la sociedad, Vol. I. Cap.II,
Pág. 185. Ed.Tusquet. “Lo social histórico, es lo colectivo anónimo, lo humano- impersonal que llena toda
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El comunicador comunitario y sus implicancias políticas: apuntes para la construcción de una identidad

Como elemento particular de la etapa de conformación del campo, afirmamos que esta
construcción identitaria para el comunicador comunitario asentada en el carácter militante
será una condición relevante a la hora de pensar nuestra identidad en distintos contextos. Es
por esto que creemos que estuvo presente a la hora de diseñar el perfil en el momento de
institucionalización de la Carrera de Ciencias de la Comunicación, específicamente en el diseño
de la Orientación de Comunicación Comunitaria. Así también, creemos que aparece hoy
cuándo cada uno de nosotros trabaja en el ámbito de las organizaciones, en el estatal, e
incluso al definirse por trabajar en el ámbito privado. Aparece cuándo elaboramos una
reflexión teórica dentro de nuestro campo disciplinar. Y finalmente, aparece cuándo más allá
de nuestras condiciones laborales y nuestro rol intelectual buscamos, obstinadamente muchas
veces, que más vecinos participen en una actividad, que se instale una debate para tomar
decisiones en conjunto, que se conozcan los derechos de los sujetos que son parte de una
comunidad, que ellos mismos asuman esos derechos, cuándo nos hacemos parte de esa
comunidad para promover el cambio.

Para finalizar planteamos que este brevísimo aporte sobre el sentido pre institucional del rol es
hoy, desde nuestra perspectiva, el punto de partida para pensar nuestra identidad y un
componente ineludible a la hora de pensar nuestras intervenciones en campo.

El sentido militante puede tener mayor o menor incidencia en nuestro desempeño


profesional pero opera, y cuándo opera estamos definiendo las implicancias políticas de
nuestro rol de comunicadores comunitarios. Estamos definiendo desde dónde posicionamos
nuestra práctica profesional.

formación social dada, pero que también la engloba, que ciñe cada sociedad entre las demás y las inscribe a todas en
una continuidad en la que de alguna manera están presentes los que ya no son, los que quedan fuera e incluso los que
están por nacer. Es, por un lado, unas estructuras dadas, unas instituciones y unas obras ‘materializadas’ sean
materiales o no; y, por otro lado, lo que estructura, instituye, materializa. En una palabra, es la unión y la tensión de la
sociedad instituyente y de la sociedad instituida, de la historia hecha y de la historia que se hace.”14

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El comunicador comunitario y sus implicancias políticas: apuntes para la construcción de una identidad

Creación de la Carrera de Comunicación. La orientación en Comunicación


Comunitaria. La tarea de institucionalizar.

“El pasado del campo académico de la comunicación

es tan relativamente breve,

que casi se confunde con el presente”

Fuentes Navarro, Raúl


“Campo académico de la comunicación. Desafíos para la construcción del futuro.”
En Signo y Pensamiento Nº 31, 1997

En la creación de la Carrera de Comunicación y con la configuración de cinco orientaciones- y la


que nos interesa especialmente, la de Comunicación Comunitaria- se refuerza la idea de
agotamiento acerca de la discusión restringida sobre comunicación social implica solo medios
masivos de comunicación15. Es más, se abona también al planteo dado en las primeras
discusiones teóricas en el campo de la Comunicación Comunitaria sobre que esta se definía
cómo oposición a los medios masivos de comunicación. Aquel planteo consideraba el campo
de la comunicación comunitaria/popular/alternativa a todo aquello que implicaba
experiencias de medios de comunicación comunitaria/popular/alternativa, y delineaba una
identidad para esta área de la comunicación restringida a la homologación con lo mediático sin
contemplar todo aquello que la constituía por fuera del fenómeno tecnológico. Se soslaya así
el desarrollo comunicacional en otras prácticas de comunicación que se daban en
comunidades, barrios, organizaciones, etc 16.
Podemos plantear que la creación de la Carrera de Comunicación toma una demanda que
plantea concebir el fenómeno de la comunicación más allá de los medios y propone valorar
todas las experiencias que venían desarrollándose en el campo de la Comunicación, y qué
tenían que ver con la Comunicación Popular, alternativa, lo que comenzará a diseñarse cómo
Comunicación Comunitaria. Es decir, se refleja en este documento que expresa los
fundamentos sobre la creación de la Carrera y por transición de la orientación, el peso de las

15
La edición original de la tesis incluye como inicio de este capítulo, la resolución de Creación de la Carrera. Así
algunas referencias realizadas en estos parráfos tienen su anclaje en el contenido de dicho documento.

16
Magarola, Oscar “Una aproximación al fenómeno de la Comunicación Comunitaria” Apunte de cátedra
Insistimos, es interesante observar que, en esta etapa de confrontación, el significante: comunicación, sigue
vinculado, atado, al significado medios. Seguramente que en dicha fase de confrontación frente al dispositivo mass
mediático, la radio comunitaria, barrial, popular aparecía como la ALTERNATIVA contrahegemónica,
contramonopólica con mayores posibilidades.También es cierto que este desarrollo y promoción de experiencias se
debilita y decrece hacia los ’90.Este escenario dará lugar a una nueva etapa de reflexión acerca de la conformación
del campo y de lo que llamamos Comunicación Comunitaria. Es decir, si la Comunicación Comunitaria se ciñe a las
experiencias en medios alternativos de comunicación (mediocentrismo): radio, prensa y televisión, desaparecidas
estas experiencias, desaparecería la Comunicación Comunitaria. Y otra vez volvemos a señalar que quiénes
pensamos en comunicación no homologamos comunicación a medios. Los medios, sean masivos o alternativos, son
parte del complejo proceso social, cultural de la comunicación.”

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El comunicador comunitario y sus implicancias políticas: apuntes para la construcción de una identidad

experiencias previas que hemos descripto en la etapa anterior cuándo nos referíamos a la
conformación del campo17.
En síntesis, y cómo también se ve planteado en la resolución, todos los debates teóricos, las
investigaciones, las prácticas que implican un análisis que tiene como objeto la comunicación y
la cultura, su evolución, su articulación con otros campos y disciplinas de la organización social,
la incidencia de lo comunicacional en el desarrollo político- económico y cultural de nuestra
sociedad confluyen en la necesidad de generar un profesional de la comunicación formado
para actuar y desempeñarse más allá del desarrollo de medios y tecnologías y que sea capaz
de implicarse en otros procesos comunicacionales que atañan a lo grupal, lo organizacional, lo
comunitario, lo institucional (esto solo haciendo referencia al objeto del presente trabajo que
se interesa por el perfil del comunicador comunitario).

¿Quiénes somos?

Ahora bien, así como todo el desarrollo previo en materia de comunicación contribuye a
configurar un campo específico de Comunicación Comunitaria y su correspondiente perfil del
comunicador, este nuevo proceso que conlleva la institucionalización del campo – como todo
proceso que implica una configuración identitaria, la delimitación de un objeto y un campo de
intervención y desempeño laboral- propone contradicciones, limitaciones u objeciones, no
solo en términos de ideario sino en el diseño de la currícula y otras cuestiones que deben
atenderse al momento de generación de una propuesta académica universitaria.
Queremos decir, que debemos dejar de lado una mirada ingenua que plantee que el diseño del
perfil del comunicador comunitario no presento tensiones al momento de definir su tarea, su
campo de acción, su desempeño profesional y sobre todo, creemos, que el proceso de
planificación curricular, diseño conceptual y discusiones sobre el perfil pudo haber puesto de
manifiesto las contradicciones que implica todo proceso que conlleva institucionalizar, plasmar
en un programa el diseño de una disciplina que, además, presentaba numerosas y
controvertidas implicancias políticas.
Más allá, configurar la identidad del comunicador comunitario implica instituir determinados
sentidos acerca de este campo disciplinar. En dicha institución confluyen todas las
significaciones que vienen construyéndose en las reflexiones sobre la comunicación
comunitaria y sus prácticas18. Cómo hemos planteado en el capítulo anterior, la instauración
de un determinado sentido para el rol del comunicador está inserta en una dialéctica
permanente con los distintos procesos históricos que enmarcan su análisis, y de allí resulta, su
resignificación. Observamos entonces que algunas cuestiones predominantes en determinada
etapa pueden pasar a un segundo plano para dar lugar a otros significados más relevantes para
el contexto analizado19. Es decir, el fenómeno de la comunicación comunitaria y el carácter

17
Prieto Castillo, Daniel “Comunicación, Universidad y Desarrollo”, Capítulo 1 “Una mirada y una práctica
comunicacional en constante construcción” “Lo comunicacional no se constituye porque la universidad lo piense,
está en las relaciones y en las interacciones sociales, en esto que llamamos cultura. Pero la profesionalización, la
emergencia y legitimación entre otras profesiones, le corresponde de lleno a la universidad.”

18
FUENTES NAVARRO, RAÚL “Pensar la comunicación desde la cultura” “La investigación y la formación
universitaria en comunicación se han caracterizado en América Latina, prácticamente desde sus orígenes, por la
inconsistencia, por una permanente tensión entre modelos importados de los países industrializados y desafíos
urgentes de prácticas sociales y culturales contradictorias y fuertemente marcadas políticamente.”
19
Fuentes Navarro, Raúl “Campo académico de la comunicación. Desafíos para la construcción del futuro.”
En Signo y Pensamiento Nº 31, 1997. “El campo finalmente, es un espacio de tensiones y de luchas por la
‘realización del capital cultural’ puesto en juego, aunque también de inercias y de acumulaciones, abierto a las
afectaciones ‘externas’ provenientes de la dinámica sociocultural (histórica) más amplia en que se inscribe.”
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El comunicador comunitario y sus implicancias políticas: apuntes para la construcción de una identidad

fenomenológico de la tarea del comunicador se constituyen como modos de hacer que


cristalizarán en una construcción imaginaria social, una representación acerca de lo que debe
ser el comunicador comunitario20.
La institución de una significación social que, en este contexto, precise que es la comunicación
comunitaria y qué es ser comunicador comunitario no implica el agotamiento de múltiples
interpretaciones y diversas miradas. Tampoco anula la posibilidad de resignificación vinculada
a la modificación de ciertas condiciones que fueron determinando uno u otro sentido. Es decir,
en el momento de la creación de la carrera se aborda la construcción de un campo disciplinar y
un perfil profesional influenciado por condiciones históricas y por condiciones del contexto
social, pero dicho campo y perfil estarán definitivamente vinculados a las mutaciones que
surjan del contexto y contendrán, también definitivamente, las significaciones que fueron
construyendo en la historia de su desarrollo.
Tal vez, debemos plantear que la institución de una significación para la identidad del rol del
comunicador comunitario siempre tendrá a su alrededor otras significaciones que aunque
aparezcan cómo excluidas de este sentido ya instituido, de alguna manera lo constituyen o
pueden incluirse en otro contexto 21.
Cómo venimos planteando, el sentido histórico del comunicador comunitario se concibe atado
a la comunicación popular y alternativa. Esta vinculación implica que contiene una identidad
que encuentra su significación en la militancia política de las experiencias de los años 60/70.
A partir de aquí, ¿Por qué nos atrevemos a pensar que este proceso de institucionalización
pudo haber contenido numerosas tensiones y contradicciones?
Porque si retomamos los planteos realizados en el apartado anterior, creemos que el sentido
pre institucional sobre la identidad del comunicador comunitario se asentaba sobre el
fenómeno de la militancia por la transformación social. Al afirmar esto, describimos algunas
condiciones contextuales que nos permitían pensar que aquella transformación de la sociedad
capitalista hacia un orden socialista era posible. Más todavía, planteamos que todas aquellas
prácticas- de las cuáles ofrecimos alguna descripción- que se daban en lo microsocial estaban
ineludiblemente vinculadas a un relato que operaba en el contexto macrosocial, relacionadas a
un objetivo político de transformación, no solo de una comunidad en particular sino de la
sociedad en general.

Entre la recomposición democrática y la recomposición del paradigma neoliberal

El contexto de la creación de la carrera de Comunicación- años ’80- era muy diferente.

20
Tomamos aquí el planteo que hace Castoriadis en cuánto a la construcción de significaciones imaginarias sociales
que articula varios conceptos: el orden del legein (decir/representar social), el del teukhein (hacer social), sostenidos
por el primer estrato natural definido por el autor cómo el lugar de apoyo para la construcción de sentido y por
último, el orden de lo magmático que plantea una noción de “desborde” de significaciones que quedan por fuera de lo
instituído, aunque lo constituyen. Todos estos conceptos se desarrollan en profundidad en el marco teórico.

21
Castoriadis Cornelius “Las significaciones imaginarias sociales” en La institución imaginaria de la sociedad,
Vol. II. Cap. VII, Pág. 288. Ed.Tusquet. “Un magma es aquello de lo cual se puede extraer (o, en el cuál se puede
construir) organizaciones conjuntistas en cantidad indefinida, pero que jamás puede ser reconstituido (idealmente)
por composición conjuntista (finita ni infinita) de esas organizaciones.” Este modo de ser de las significaciones
imaginarias no implica la negación de la determinación, en el hacer social (teukhein) el sujeto obra en el mundo y
allí, tanto como en sus representaciones (legein), esta determinando. Pero hay otra dimensión del Ser que es potencia
y no esta ligado a lo existente sino a su posibilidad de ser.

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El comunicador comunitario y sus implicancias políticas: apuntes para la construcción de una identidad

Esta etapa histórica fue la bisagra entre otras etapas en la historia mundial, regional y nacional
que expresaban dos maneras de concebir el mundo absolutamente contrapuestas, y decimos
entonces, que el período de la transición democrática en Argentina- que incluyó entre sus
hechos relevantes la creación de la Carrera de Comunicación en la UBA- fue la expresión de las
fuertes tensiones entre los fundamentos ideológico- políticos de la etapa previa al ‘76 que
contenía un relato de transformación social y el anuncio de lo que se avecinaba a fines de la
década del ’80 en el mundo, la instauración del paradigma neoliberal.
La tensión entre el entusiasmo por la recuperación democrática, la necesidad de restaurar el
rol del Estado como un estado presente en la configuración de políticas públicas, el imperativo
de reconstruir un tejido social fragmentado por la grave desmovilización consecuente con la
brutal represión de los años dictatoriales y, por otro lado, la recomposición neoliberal
expresada en políticas que retiraban el rol estatal para favorecer la regulación del mercado en
el sistema social, la globalización, el fin de las ideologías y la implantación del pensamiento
único.
Si realizáramos un ejercicio de abstracción e intentáramos pensar cómo iba mutando aquella
matriz ideológica que sostenía la transformación social cómo posibilidad, nos encontraríamos
con otra matriz que se iba definiendo y si tuviéramos que expresarla de manera determinante
no podríamos eludir el hecho que en aquel contexto se estaba en vías de declarar el fin de las
ideologías, caminábamos hacia la caída del Muro de Berlín. El nacimiento de la Comunicación
como ciencia- y por carácter transitivo el carácter científico e institucional que adquiere la
Comunicación Comunitaria- se da en este marco. No olvidemos que la muerte de las ideologías
reclama como condición la neutralidad de la ciencia.
Es interesante pensar cómo las ciencias de la comunicación buscan su estatuto científico en el
marco de un contexto histórico que proclama el fin de las ideologías. Esa pretensión científica
está vinculada a un contexto que pregona la necesidad de las producciones teóricas y
empíricas sean absolutamente objetivas, neutrales, que se borre de ellas las marcas del sujeto
o los sujetos que las elaboran, que desaparezcan las huellas del marco ideológico-político en el
que se inscriben, que se escindan las propuestas científicas y teóricas de su inserción en un
proceso histórico. Por otro lado, en el campo disciplinar de la comunicación comunitaria
parece imposible enterrar la marca ideológico-política que le imponen las corrientes teóricas
y las prácticas que han constituido dicho campo. También resultará difícil eliminarla de los
fundamentos, las concepciones y los debates que la constituyen en la etapa fundacional y los
que actualmente dinamizan y le dan vida a su existencia y desarrollo.

Es ineludible, en este contexto, plantear que aún a pesar de este escenario planteado por las
condiciones histórico/políticas, en Argentina existió en el marco de la primavera democrática-
para ser más rigurosos unos años avanzado el proceso de restauración del gobierno de
Alfonsín-, el mayor auge y desarrollo de experiencias de radios populares y alternativas. Todo
aquel movimiento de medios con estas características iniciado en América Latina, a fines de los
’40, se consolida en nuestro país hacia fines de los ’8022. No podemos afirmar que no haya
existido ninguna experiencia de medios alternativos y populares en los años previos, pero no
hay abundante registro de esta existencia y podemos inferir que se han realizado experiencias
aisladas. En cambio, cuando nos referimos a las radios alternativas y populares de los años ’80,
estamos hablando de un movimiento sólido que ponía en tensión el contexto que se iba
22
Enzetti, Daniel “Radios Comunitarias: otra comunicación”, en Medios y Dictadura editado por FM La
Tribu. “Tal vez las radios, y la gente que trabajaba en ellas en aquella época, necesito un período de acomodamiento
a la nueva realidad del país. (…) Las radios esperaron, decía, entre tres y cuatro años para surgir masivamente. El año
clave es aquel 1987, cuando se produce en el dial una verdadera revolución de comunicación. De una docena de
radios que venían trabajando llegaron a ser dos mil doscientas que se distribuyeron en todo el país.”

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El comunicador comunitario y sus implicancias políticas: apuntes para la construcción de una identidad

construyendo hacia una matriz social de pensamiento ultraliberal. Pero, volviendo a la


explosión de radios de baja potencia a partir del año 1987, el movimiento de comunicación
alternativa significó reformular la dinámica de las comunidades donde se emplazaban estos
emprendimientos y pudieron constituirse como verdaderos puentes entre los diferentes
actores sociales que habitaban esas comunidades. Su grado de relevancia e incidencia en la
vida local motorizó una importante campaña que se realizó para desprestigiarlas e incluso
hacerlas desaparecer.

Retomando lo señalado acerca del contexto, parece imposible pensar en un comunicador para
la transformación en el marco del fin de las ideologías. El comunicador comunitario sería,
entonces, un profesional con un perfil discordante dentro de los profesionales en
comunicación que surjan de la academia. Insistimos, un perfil atado “genéticamente” a
experiencias y contextos de profundo contenido político, de prácticas movilizadoras y
transformadoras en un sentido amplio y profundo de movilización y transformación 23.

En este nuevo contexto, las prácticas, los sujetos, los discursos, las instituciones, las
organizaciones sociales y políticas están atravesados por nuevas demandas, por nuevos
elementos y están llamados a repensar aquellos niveles de movilización y transformación para
conjugarlos con el contexto en el que transitan y en el que se producen las nuevas prácticas,
se crean nuevas disciplinas y se instituyen nuevos sentidos24.

Sin embargo, no estamos afirmando que aquellos ideales de transformación se habían


abandonado, pero sí, que el panorama mundial, regional y nacional ofrecía otras condiciones.
Entonces, para pensar al menos en algún ejemplo de las consecuencias que estaba
imponiendo el cambio de época (y aquí debemos considerar el período de las dictaduras cómo
germen), los actores sociales involucrados en aquél período (años 60/70) habían transitado el
proceso dictatorial más nefasto de la historia argentina, que implico la implementación de
políticas neoliberales en el ámbito económico y como matriz cultural, así como el montaje de
un aparato represivo dominado por el Estado que implanto el terror en la población mediante
el secuestro, la tortura y la desaparición de personas. Las secuelas de este período se
extienden hasta la actualidad en nuestro tejido social. Por lo tanto, estamos en condiciones de
afirmar que en el año 1985, todas estas condiciones pueden haber operado de manera
relevante en el pensamiento de aquellos que participaron en el proceso de generación de la
Carrera de Comunicación25.

23
Prieto Castillo, Daniel “Comunicación, Universidad y Desarrollo”, Capítulo 1 “Una mirada y una práctica
comunicacional en constante construcción” “Si algo he aprendido en estos más de treinta años es a respetar nuestra
mirada y nuestra práctica, la cual ha sido vivida siempre con una inconformidad radical y con una voluntad de
conocimiento y de transformación maravillosas. Nos hemos equivocado tanto como cualquier ser humano, hemos
hecho descubrimientos preciosos, hemos buscado en direcciones inimaginables allá por los 60. Y, sobre todo, hemos
conformado en el territorio latinoamericano un vasto movimiento, basado en la diversidad y en las incansables
preguntas, que no está llamado a agotarse en los próximos años.”

24
Prieto Castillo, Daniel “Comunicación, Universidad y Desarrollo”, Capítulo 1 “Una mirada y una práctica
comunicacional en constante construcción” “Hoy nuestras puertas y nuestros muros son sacudidos por las
tecnologías de la información y de la comunicación y por las necesidades de visibilidad y de riqueza comunicacional
de buena parte de las organizaciones sociales”

25
Revista Causas y Azares, “Comunicación y capitalismo”, Editorial Nº 3, 1995 . “La formulación de la
necesidad de intervenir en estos procesos, de formular políticas comunicacionales y culturales asentadas en nuevas
perspectivas políticas, eriza hoy la piel no sólo de las corporaciones sino también a no pocos académicos- que han
creado su propio mercado-. Por eso, es imprescindible convocar a un debate sobre el alternativismo, las políticas de
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El comunicador comunitario y sus implicancias políticas: apuntes para la construcción de una identidad

Aquí debemos pensar que en la etapa de conformación del campo de la comunicación


comunitaria recorrida en el capítulo anterior, imaginábamos (y las experiencias descriptas dan
cuento de ello) un sujeto que ejercía la tarea de comunicador comunitario involucrado en la
militancia dentro de un proyecto político de transformación. Este proyecto político estaba
representado por numerosas fuerzas y organizaciones militantes de distintos partidos
políticos, algunos con la opción por la lucha armada para lograr aquellos objetivos de
transformación. Como parte de estas organizaciones, o al margen de ellas, también debemos
pensar la existencia de los grupos intelectuales que pensaron la comunicación popular o
alternativa, que reflexionaron sobre comunicación y cultura, que a la luz de los desarrollos de
los frankfurtianos, los teóricos de la escuela de Birmingham y de la teoría de la dependencia,
analizaban y generaban reflexiones sobre estos campos en la realidad argentina.
Los militantes y los intelectuales, como parte de aquella generación, padecieron las
consecuencias de la implantación de dictaduras en toda Latinoamérica y en particular en la
Argentina. Unos y otros fueron víctimas de la represión de la dictadura genocida y conforman
la nómina extensísima de muertos y desaparecidos entre el 76 y el 83. Unos y otros son
sobrevivientes de aquello y son los actores que intervienen en el 85, en la creación de la
Carrera de Comunicación y en la discusión sobre las distintas orientaciones, y la que nos
interesa: la comunicación comunitaria.
Queremos hacer énfasis en este punto y plantearlo cómo uno de los factores que han operado,
junto a otros de manera compleja, ya que se constituyeron en la vía para implantar un modelo
social que empezará a cobrar vida, a corporizarse en esta etapa. Es decir, de alguna manera las
prácticas vinculadas a lo que hoy se configuraba cómo orientación en comunicación
comunitaria, los referentes de esas prácticas, los discursos intelectuales que circularon sobre la
comunicación popular y alternativa, se relacionaban directamente con imágenes de los ’70:
comunicación clandestina, organizaciones armadas, comunicador militante, entre otros. La
posibilidad de la continuidad o el regreso a escenarios de estas características pueden haber
provocado sensaciones encontradas, contradicciones, tensiones en el imaginario de quiénes
estaban involucrados en este proceso de institucionalización.
Imaginamos que pensar en comunicación comunitaria remitía inevitablemente a las
condiciones materiales, a los actores sociales, a las circunstancias políticas que primaron en la
década del setenta y, dictadura mediante, podían existir ciertos temores que estaban
instalados a nivel subjetivo- a través de quiénes transitaron por el horror de la censura, la
persecución, la tortura, etc- y a nivel colectivo- a partir de la implantación de un modelo que
había tenido éxito en cuanto a la desmovilización y la desarticulación social-26.

comunicación, los estudios culturales y aquellos problemas claves atravesados por la escurridiza cuestión del poder,
en el doble sentido de confrontación y posibilidad- Poder/poder-.”

26
Korol, Claudia, en Medios y Dictadura “La subjetividad herida, la comunicación y la resistencia cultural”
editado por FM La Tribu. “El alfonsinismo consagró, en el plano ideológico la teoría de los dos demonios. Al abrir
paso a la impunidad, obturó la posibilidad de realización de duelo por las ausencias y la impotencia ante la
consagración de las injusticias. La propaganda alfonsinista fue la prédica de la resignación, y promovió activamente,
sobre la base de las heridas abiertas en los cuerpos de los sobrevivientes, y el terror introyectado en toda la sociedad,
el deterioro de la voluntad de resistencia, de transformación, y el aplastamiento del deseo. La cooptación de los
intelectuales, incluso de muchos provenientes de las experiencias combativas anteriores, fue un recurso fundamental
en la batalla por establecer, como discurso hegemónico, la imposibilidad de crear alternativas al orden establecido,
esto es, al capitalismo.”

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El comunicador comunitario y sus implicancias políticas: apuntes para la construcción de una identidad

Como afirmamos anteriormente, el escenario se presentaba complejo y era la expresión de


múltiples cuestiones que tensionaban la definición por una orientación con fundamentos
cercanos a la comunicación popular y alternativa27, que se vinculaba a la militancia de las
diferentes organizaciones políticas que participaron de la lucha por la transformación social en
los 70.

La demanda…

En esta etapa, todas estas percepciones y sensaciones rodeaban la reflexión e inevitablemente


confluirían en las decisiones que afectaban la profesionalización de las ciencias de la
comunicación. Lo que surgía de lo antedicho, eran experiencias que decantaban saberes,
habilidades que iban a legitimarse, institucionalizarse a través de esta profesionalización.
Entonces, a partir de dar estatuto científico a la comunicación, se estaba dando estatuto
científico a los campos disciplinares concernientes a las orientaciones que se estaban
diseñando. A partir de este hecho, se abren interrogantes del tipo ¿es lo mismo un profesional
de los medios, en otras palabras un periodista, que un comunicador para medios de baja
potencia? ¿Puede compararse la necesidad de un estatuto profesional para quiénes diseñan
estrategias publicitarias para comercializar un producto con quiénes generan estrategias para
que más personas participen en un proyecto barrial? ¿Es homologable el diseño de una política
de comunicación del Estado que el diseño de una política de comunicación para una o más
organizaciones de la sociedad civil?
Queremos decir, que otro eje que estaba en discusión es dónde se generaba la demanda para
la formación de comunicadores que ejerzan el periodismo, la publicidad o incluso el diseño de
políticas estatales de comunicación. Y en este sentido, la demanda aparecía desde el sector
privado- los grandes medios o las empresas en el caso del periodismo y la publicidad- y desde
el sector estatal y mediático- en el caso de la formación de comunicadores para el diseño de
políticas comunicacionales de estado o de la vinculación entre la comunicación con la
institución educativa28.
Entonces, siguiendo este razonamiento, ¿cuál era el sector que permitía identificar una
demanda de un comunicador con el perfil de un comunicador comunitario? Situándonos en el
contexto de la creación de la carrera, podemos decir existía un incipiente y creciente
desarrollo de medios de baja potencia en ese período- medios alternativos, populares o
simplemente medios regionales-, así también, existían organizaciones sociales populares-
sociedades de fomento, organizaciones políticas, clubes, organizaciones barriales, centros
culturales, otros- y no debemos soslayar que en este período empiezan a surgir otro tipo de
organizaciones de la sociedad civil que se vinculan al trabajo sobre las consecuencias de las

27
Revista Causas y Azares, Rodriguez Esperón, Carlos y Lamas, Ernesto “Comunicación alternativa:
encuentros y desencuentros”, Nº 3, 1995. “Uno de los problemas que continúa abierto… (sic)… es el de analizar las
distintas experiencias en función de un supuesto “grado” de alternatividad. De aceptar esa posibilidad los parámetros
que definirán ese grado estarían en relación directa con la etapa política, social y cultural de una sociedad
determinada. Faltaría entonces definir en qué etapa se encuentra nuestro país (¿derrota, repliegue, acumulación,
transición, acción?), al momento de caracterizar una experiencia como alternativa o no.”

28
Hacemos referencia a otra de las orientaciones: la de Comunicación y Educación que junto a Periodismo, Opinión
Pública y Publicidad, Políticas y Planificación de la Comunicación y Comunicación Comunitaria configuran la oferta
de trayectos orientadores de nuestra carrera.

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El comunicador comunitario y sus implicancias políticas: apuntes para la construcción de una identidad

políticas de represión estatal de la dictadura como las organizaciones de DD HH o a la situación


de repliegue estatal producto del avance de políticas neoliberales- las ONG’s, cómo se las
denominaba para diferenciarlas de las organizaciones que provenían de la estructura
gubernamental29.
Dentro de esta diversidad de organizaciones el problema de la comunicación tal vez no era
relevado como tema, no solo eso, tal vez era dificultoso identificar cómo se financiaría un
profesional que diseñe una política de comunicación para determinados fines, que trabaje en
la planificación de políticas de comunicación interna y externa de una organización 30.
Más allá de estas especulaciones, debemos pensar la dimensión política de esta cuestión: los
medios deben tener cuadros profesionales formados en la academia así cómo las empresas
para sus estrategias comerciales y publicitarias. El Estado debe tener cuadros técnicos que
diseñen la difusión de sus políticas públicas. Pero la sociedad civil ¿debe tener profesionales
para organizar sus estrategias de comunicación?
Si unimos aquí, bajo una respuesta afirmativa a este interrogante, la idea sobre que el perfil de
este comunicador- que no es otro que el que transite por la orientación de Comunicación
Comunitaria- está ligado a significaciones históricas ancladas en los procesos de
transformación social que se dieron en etapas previas, estaríamos, por carácter transitivo,
pensando que el comunicador que se involucre en los procesos actuales que se dan en la
sociedad civil, en la comunidad, en las organizaciones, tendría como marco los valores que
impulsan la transformación de la sociedad. Sintéticamente, formar un comunicador
comunitario implica formar un comunicador para la transformación y esto, a su vez, implica
legitimar la demanda de las organizaciones de la sociedad civil y devolverles una propuesta
que supone una sobredimensionada relevancia para un sector que políticamente constituía
una contradicción, pensando en el momento político ya mencionado- nos referimos a esta
corriente que afirmaba el fin de la ideología, la globalización, la reforma del Estado que no es
otra cosa que su desarticulación definitiva-31. Es decir, podemos visualizar el campo de las
organizaciones como un campo contradictorio porque por un lado, se depositarían allí

29
De Piero, Sergio en Cap. V de “Organizaciones de la Sociedad Civil”, Paidos Tramas Sociales, Buenos Aires.
En este apartado el autor historiza y caracteriza a las organizaciones sociales, su relación con el Estado, su modelo de
participación, su financiamiento de acuerdo a los distintos modelos económicos y políticos que atravesaron nuestra
historia. Así define tres modelos (además de introducir algunos rasgos de la etapa colonial), el primero agro-
exportador oligárquico, el segundo industrialista de participación ampliada y el tercero al que nos referimos aquí,
neoliberal excluyente. “… si la ayuda a quienes estaban fuera del sistema caracterizó al primer modelo, si la
generación de identidades sociales y políticas fue la marca del segundo, en este tercer modelo parece tener particular
fuerza la tendencia a crear OSC con intervención en la cuestión social, en áreas que nuevamente el Estado no logra
cubrir y, por otra parte, orientadas a expresar las diversas configuraciones sociales y culturales que posee la sociedad.
Por ello, la diversidad pasa a ser una característica importante del sector.”

30
Señalamos aquí que esta tarea, en general, se llevaba a cabo con el trabajo de los miembros de la organización que
podían ser militantes de aquella o voluntarios convocados para realizarla. Aquí aparece otra arista del perfil del
comunicador comunitario, la de voluntario. En nuestro planteo, si bien no nos adentramos en la reflexión o
caracterización del voluntariado como figura si debemos distinguirlo de la definición que hacemos del perfil
militante.

31
De Piero, Sergio en Prologo de “Organizaciones de la Sociedad Civil”, Paidos Tramas Sociales, Buenos
Aires. “…en economía, la visión ortodoxa de la teoría neoclásica se implantó con una suerte de pretensión imperial
sobre el conjunto de las ciencias sociales y de dictadura sobre la sociedad, donde no podía cuestionarse nada de lo
que se presentaba como una ciencia neutral, exacta y libre de valores. Ausente en esta versión de la economía la
dimensión ética, el rumbo correcto, era considerado como un problema exclusivo de un coto de expertos y como un
conjunto de reglas inflexibles a las cuales la sociedad no podía sino adaptarse.”

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acciones y representaciones que el Estado neoliberal pretendía abandonar- y existirá un


conjunto de fundamentaciones para este movimiento32- pero el reconocimiento por parte del
ámbito estatal al sector de las organizaciones de la sociedad civil como actor social, sobre la
ejecución de acciones que recortaba en su propio accionar y hasta erigirlo como
representante de la ciudadanía, no implicaba la intención de construir un actor que pueda
disputarle poder ni a sí mismo ni al ámbito del mercado. Sin embargo, aunque no es nuestro
objeto analizar este punto, es inevitable que el sector de las organizaciones de la sociedad civil
tenga su propia dinámica motorizada, además, por la diversidad de organizaciones que la
constituyen, las múltiples perspectivas de intervención que se ponen en juego y el ineludible, y
también diverso, objetivo político que las anima33.
Por tanto, relevando todas estas cuestiones, creemos que el campo desde dónde proviene la
demanda propone numerosas tensiones que, a su vez plantearan resistencias y desafíos para
la configuración de un perfil profesional.

La definición terminológica de Comunicación Comunitaria

A partir de los planteos que venimos realizando, es interesante pensar las posibles cuestiones
que rodearon la definición de la orientación en Comunicación Comunitaria bajo esa
enunciación terminológica. Es decir, creemos que el diseño de esta orientación apuntó a
generar un marco académico y producción de conocimiento en el área de lo que venía definido
como comunicación popular y alternativa. Existían experiencias previas en este campo y en los
años de creación de la carrera comenzaba el desarrollo y la proliferación de experiencias de
radios alternativas y, en el devenir de la transición democrática pensándola cómo propuesta
de reconstrucción del tejido social gravemente dañado por la dictadura, también existían
prácticas culturales y comunitarias en el ámbito de las organizaciones sociales- las
sobrevivientes de la etapa previa a la dictadura y las nuevas provenientes de las nuevas
demandas que exigía el contexto histórico-. Entonces, planteamos que este campo era el
campo de intervención, y de posible acción profesional, para un comunicador orientado a los
procesos de comunicación popular y alternativa.

Abordamos la cuestión terminológica para resaltar las significaciones que disparaban los
significantes “popular”, “alternativo”- asociados a la etapa pre- institucional- y “comunitario”
en el marco de la institucionalización del campo disciplinar que supone la creación de la
orientación en comunicación comunitaria. Intuimos que podríamos agrupar por un lado como
conflictivos los términos “comunicación alternativa” y “comunicación popular” y por otro, una
terminología que sonaba políticamente correcta como la de “comunicación comunitaria”. Es

32
De Piero, Sergio en Cap. III de “Organizaciones de la Sociedad Civil” Paidos, Tramas Sociales. “ Así la
planificación, el financiamiento, la ejecución y el control del conjunto de las políticas públicas se hallaban en manos
del Estado nacional, en un período que, como vimos, se caracterizaba por su centralidad en todos los órdenes. Ahora
bien, incluso antes de la reforma constitucional que otorgó algunos espacios nuevos a las OSC (refiere a la reforma
constitucional de 1994), comenzó a instalarse un discurso que les otorgaba a éstas una cantidad importante de
virtudes y supuestos respecto de las políticas públicas, de algunas de las cuáles el Estado estaría careciendo. Esta
discusión y argumentación general podría agruparse en cinco puntos centrales: 1) la transparencia (…) 2) la cercanía
con los beneficiarios (…) 3) la operatividad (…) 4) su mayor flexibilidad (…) 5 ) la baja de costos. (…)”
33
De Piero, Sergio en Cap. I de “Organizaciones de la Sociedad Civil” Paidos, Tramas Sociales. El autor plantea
en este capítulo, luego de recorrer algunas definiciones sobre la sociedad civil y definir cuáles son las organizaciones
que la conforman, que el objetivo de las OSC es siempre político ya que apuntan a la modificación de la construcción
del espacio público. Diferenciando distintas perspectivas y metodologías para cumplir este objetivo.

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El comunicador comunitario y sus implicancias políticas: apuntes para la construcción de una identidad

decir, planteamos que la elección del nombre para la orientación puede haber tenido cómo
objeto alivianar el sentido político que portaban los primeros dos términos. Venimos
exponiendo las condiciones contextuales que ponían en tensión la definición de una
orientación en comunicación comunitaria y su vinculación con otro contexto histórico.
Entonces creemos pertinente reflexionar acerca de la denominación de dicha orientación
como una elección que ubica a esta rama de la comunicación en lugar menos confrontativo,
menos vinculado a lo militante y más cercano al perfil institucional adecuado a una carrera
universitaria. Aunque debemos señalar también que la apelación al significante “comunitaria”
pudo haber operado a partir de la necesidad del contexto, es decir, ante la fragmentación
social lo comunitario remitía a la recomposición de lo social, de lo participativo.

Cuando referíamos a las tensiones que pueden haber rodeado la institucionalización pensamos
en un diseño curricular para una orientación que entraba en una disputa política dentro del
campo de la comunicación social en general, y con otras orientaciones en particular. Dicha
disputa se expresa en la demarcación de un área de intervención y de un objeto de estudio, se
manifestaba en la configuración de un profesional con un objetivo específico. La vinculación
histórica con la comunicación popular y alternativa ponía de manifiesto la generación de un
área profesional con un objetivo político claro: la transformación social, fundamento al que
venían atadas las prácticas del campo. Pensamos entonces en cómo se resolvería la
contradicción que planteaba estar delineando esta orientación y este perfil académico desde
una institución educativa pública. Es decir, desde el estado capitalista- que dirimía la tensión
entre el restablecimiento de su rol y su desmantelamiento- se estaba planteando e
institucionalizando un perfil cuestionador y transformador de sus condiciones estructurales.

Vale aclarar, que creemos que esta elección terminológica- la denominación de comunicación
comunitaria para la orientación- debe tener un correlato en cuanto a la definición de
contenidos que resultaba difícil sostener ya que lo que se define en aquel momento y en la
actualidad como comunicación comunitaria está, a nuestro entender, fuertemente marcada en
su devenir histórico por corrientes teóricas y experiencias de anclaje político a favor de la
transformación.

Podemos decir, para agregar a estos planteos, que la institucionalización del campo de la
comunicación comunitaria implica el establecimiento de límites, los que impone el estatuto
académico. En la operación de estos límites se ponen en cuestión y tensión las incumbencias,
la construcción de conocimiento, los ámbitos de intervención y por supuesto las implicancias
políticas del desarrollo del rol pero resulta muy difícil sino imposible despojar al desempeño de
esta orientación dentro de la comunicación, de su sentido político. Insistimos, este sentido
político opera por ser parte un sentido histórico que constituye la comunicación comunitaria o
porque se decida, explícitamente, dejar de lado o alivianar los fundamentos de la dimensión
política de nuestro campo. Es decir, el sentido político opera por su fuerte presencia, por ser
inherente a los principios de la comunicación comunitaria o por ausencia.

Para contrapesar este planteo, podemos reflexionar sobre el carácter integrador que ofrecía el
término comunicación comunitaria, en cuánto incluía la comunicación popular y alternativa e
intentaba abarcar otras experiencias en organizaciones y comunidades que no estaban
claramente enmarcadas por las características de lo popular y lo alternativo. Para muchos el
significante “comunitaria” remite a la integración de variadas acepciones que aporta distintos
matices de acuerdo al contexto particular de utilización de esta denominación. Queremos
decir, que la forma de denominar adjetivando a este otro tipo de comunicación, la que se

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El comunicador comunitario y sus implicancias políticas: apuntes para la construcción de una identidad

distingue de la comunicación de los medios masivos, ha tomado distinta forma en distintas


realidades34.

Debemos decir entonces, que junto a las experiencias fundantes del campo de la comunicación
popular y alternativo, al desarrollo de prácticas culturales y comunicacionales que surgieron en
la primavera democrática- destacamos aquí el auge de las radios alternativas- resurgían otras
referencias existentes y sin duda incorporadas al debate de la institucionalización y de
definición de la orientación. Son las vinculadas a comunicación y desarrollo.

Un tiempo antes de la creación de la Carrera de Comunicación en la Universidad de Buenos


Aires que data del año 1985, se mencionaba a la Comunicación Comunitaria- con esta
denominación exacta- en un documento publicado por la UNESCO cuya autoría era de Frances
Berrigan, quién tituló su trabajo “La comunicación Comunitaria- cometidos de los medios de
comunicación comunitaria en el desarrollo”, material editado en 1981. En este trabajo, la
denominación “comunicación comunitaria” está vinculada, aún, a los medios de comunicación
de carácter comunitario. Además, el material plantea las fortalezas y las limitaciones de la
producción de medios de comunicación comunitaria y sus implicancias en cuánto al concepto
de desarrollo35. El documento propone un estudio de los medios de comunicación con carácter
comunitario y ofrece recorridos y definiciones en cuanto a las nociones de acceso y
participación, implicación política de estos conceptos, así como de los de “desarrollo” y
“comunicación comunitaria”36.

34
Revista Causas y Azares, Editorial “Las Radios de Nuevo Tipo: ‘La estética sin la ética no sirve para nada’”
Encuentro con José Ignacio Lopez Vigil, Nº 5 Otoño 1997 “La palabra ‘comunitaria’ en el caso de la Asociación
Mundial de Radios Comunitarias (AMARC) viene de Canadá, sin embargo, ya era empleada en las radios argentinas
y otros lugares. Es una palabra ambigua.(…) Luego de repasar distintas significaciones de lo comunitario, en el
contexto de las radios canadienses o ligadas a la comunidad en un sentido religioso en algunos caso o trayendo de
Bolivia la comunidad campesina o la comunidad barrial. Luego afirma “El concepto comunitario tiene igual que el
de ‘popular’ sus pro y sus contra. Es un concepto ligado al de sociedad civil y a ciudadanía. (…) En el Cono Sur el
concepto de comunitario tiene influencias más europeas donde se trabajaron varios conceptos: el concepto
comunitario, el asociativo, se trabaja ahora por el concepto casi cooperativo de propiedad, el concepto de radios
libres.” Jose Ignacio Lopez Vigil diferencia el concepto de radios libres en Europa (dónde ante el control estatal las
radios “piratas” eran instrumento para liberar voces de la sociedad civil), en Brasil asociado a la dictadura y la
posibilidad de expresión y señala que en otros contextos autoritarios como en Centroamérica se opto por la
denominación de radios participativas.
35
BERRIGAN, Frances, “La comunicación Comunitaria- cometidos de los medios de comunicación
comunitaria en el desarrollo”, material editado en 1981 por la UNESCO. “Más allá del desarrollo como
concepto económico y principalmente cuantitativo, está el reconocimiento de su vertiente cualitativa. Últimamente,
se ha hecho más hincapié en la calidadde la vida al formular las definiciones del desarrollo. La pobreza económica
determina ciertamente un estilo de vida en el cual queda muy poco margen o tiempo libre para el ocio, el descanso y
las actividades recreativas, y no permite que la gente participe en las actividades culturales, aunque existan. Al mismo
tiempo, los progresos económicos no son suficientes por sí solos, y tampoco constituyen un fin en sí mismos. El
desarrollo debe entrañar el fomento del perfeccionamiento personal, una mayor libertad de expresión, la
disponibilidad de medios de esparcimiento, oportunidades de estudio y un ambiente cultural y social más amplio.”

36
Op. Cit “El punto de partida para una comunicación puede ser la comunidad, que estudia los problemas de
desarrollo y sus soluciones posibles. Esta comunicación queda modificada o ampliada debido
a otros debates o a las reacciones de otros grupos. Uno de los grupos que aportan “elementos” puede ser el sector
público responsable de la !ocalidad o el programa de desarrollo examinado.
Hay un intercambio constante de ideas y pareceres y de información gracias a la comunicación. Si es posible aplicar
semejante método de comunicación al servicio del desarrollo, habrá tal desarrollo, ya que la participación en este
proceso es ya de por sí un aspecto del mismo.”

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El comunicador comunitario y sus implicancias políticas: apuntes para la construcción de una identidad

Vemos entonces, que la irrupción de “comunicación comunitaria” cómo término está


vinculada a la idea de desarrollo, y agregamos a este planteo: una idea de desarrollo que nos
impone el interrogante de cuán cerca se encuentra de la idea de transformación social, al
menos si la vinculamos con el ámbito institucional que se va conformando dentro de la
academia y al lugar mismo desde dónde se enuncia esta definición de comunicación
comunitaria. Es decir, encontramos en este texto, que es tomado como referencia en cuanto al
campo disciplinar en términos de institucionalización, la necesidad de ubicar el campo en un
lugar con sentido político algo más liviano y más reformista que revolucionario. Si indagamos
las fundamentaciones y formas de presentar las características de la orientación de
comunicación comunitaria, tanto en su creación cómo años después, encontramos algunas
referencias al desarrollo y a la participación, y mucho menos a la transformación social37.
Insistimos, los términos y las denominaciones configuran distintas significaciones en distintos
contextos y en el marco de diferentes prácticas. Aquí nos referimos a pensar la comunicación
comunitaria asociada a la comunicación y el desarrollo, como puede pensarse en este marco
institucional- la carrera de Ciencias de la comunicación de la UBA-. Esta misma terminología, la
de comunicación y desarrollo, en la misma etapa histórica puede asumir un sentido más
vinculado al cambio social. Es decir, en las experiencias de radios alternativas que comienzan a
fines de los ochenta hay un concepto de desarrollo vinculado a la comunicación, que es
significativamente diferente al citado anteriormente 38.

Sobre la incidencia del sentido pre institucional

Sintetizando, hemos abordado hasta aquí, las condiciones contextuales en la etapa de creación
de la carrera, algunas características de los actores intervinientes en los debates, la demanda
de aquel contexto para pensar en la orientación de comunicación comunitaria y por lo tanto, el
campo de intervención de esta, y por último la elección en cuanto a la denominación de la
orientación como forma que presenta algunas contradicciones con el contenido de la misma.

Nos debemos una conclusión para estos ejes que integre la tensión entre la significación
histórica (o pre institucional) para el rol del comunicador comunitario y una significación
institucional que configure la nueva identidad del comunicador comunitario como perfil
profesional. En esta operación dónde se cristaliza la institución de sentido para la identidad del
comunicador que se forme en la orientación comunitaria, se realiza una suerte de selección
37
Revista Causas y Azares, “Ciencias de la Comunicación en la UBA: entre la formación y la crisis de
mercado”, 1995. Orientaciones terminales- Notas para una discusión (Producción: Silvia Mendez, Marcelo Vargas,
Cora Gamarnik, Alicia Mendez y Evangelina Margiolakis) “Esta orientación procuraba- más allá de los fenómenos
de massmediatización contemporáneos, aunque sin descuidar sus impactos sobre ciertas problemáticas sociales-
conducir una reflexión sobre la relación entre comunicación y participación en ámbitos micro: barrios, comunidades,
instituciones educativas, medios alternativos.”

38
Revista Causas y Azares, Editorial “Las Radios de Nuevo Tipo: ‘La estética sin la ética no sirve para nada’”
Encuentro con José Ignacio Lopez Vigil, Nº 5 Otoño 1997. “Hacemos radio básicamente para ayudar al desarrollo
de nuestros pueblos. Hacemos radio para ayudar a transformar la sociedad, para poner un grano de arena- o mejor de
silicona- en la construcción de una mejor ciudadanía, de una democracia más amplia. Esa es nuestra utopía: la
democratización de las comunicaciones para así contribuir al desarrollo equitativo y sustentable de nuestros pueblos.
Hay un matrimonio indisoluble entre la comunicación y el desarrollo. Tan indisoluble es, que si llegaran a divorciarse
no nos interesaría la radio comunitaria. Algunas experiencias son, tal vez, radiofónicamente lindas, bonitas. Pero para
nosotros, la estética sin la ética no sirve para nada. Y la mejor programación no nos sirve si no está puesta al servicio
del desarrollo”

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El comunicador comunitario y sus implicancias políticas: apuntes para la construcción de una identidad

entre ciertas características de aquel sentido pre institucional y las expectativas que provocan
la configuración de un perfil académico que deberá integrar una dimensión intelectual y otra
profesional.

En la dimensión intelectual se tomarán como referencia las corrientes teóricas que


constituyeron el campo de la comunicación comunitaria y a partir de esto, es insoslayable que
el eje vertebrador de esas corrientes es la tradición marxista, articulada en distintos casos con
otras matrices conceptuales, que representa de forma ineludible la idea de cuestionamiento y
transformación del sistema capitalista. Sumado a esto, existe un anclaje empírico en las
experiencias fundantes del campo que de una manera u otra se articulan con estas matrices
conceptuales que señalamos.

En cuanto al diseño del perfil profesional y la intervención en el ámbito de las organizaciones y


las comunidades, a partir de esta concepciones teóricas y el marco de las experiencias
latinoamericanas y nacionales en el ámbito de las experiencias de radios alternativas, en
principio, pero extendiéndonos a toda clase de prácticas comunitarias que ya hemos descripto
en el capítulo anterior, el comunicador comunitario deberá poner en juego como adicional al
desempeño de saberes y capacidades inherentes a su formación profesional, un conjunto de
valores y actitudes que devienen de aquel sentido militante. Entonces pensamos en el ejercicio
del rol cómo una práctica transformadora, con carácter participativo y con una visión crítica de
la realidad dónde se interviene.

¿Entonces el sentido histórico, pre institucional o militante aparece/desaparece de la nueva


significación institucional que diseña la identidad del comunicador comunitario como
profesional formado en el ámbito universitario?

Creemos que esta significación opera en un plano simbólico, a partir de la


institucionalización, y se recrea como una condición mística que irrumpe en las prácticas de
acuerdo al ámbito de intervención, a las posibilidades de transformación que se dan en
determinados contextos y a las subjetividades propias de quiénes intervengan en la
experiencia que se desarrolle.

La tensión instituido- instituyente queda plasmada en las significaciones que rodean la


configuración identitaria del rol del comunicador comunitario y las referencias que vinculan
esta identidad al sentido militante siempre quedarán atadas a un doble sentido: la
recreación de este cómo una condición mística que provienen de la genética, que lo vinculan
a las prácticas en la etapa de la conformación del campo, que podemos definir como un
sentido positivo y la visión que- desde la institucionalización de la comunicación comunitaria
como orientación de la Carrera de Ciencias de la Comunicación- toma este sentido como un
obstaculizador de la práctica y por lo tanto puede definirse en un sentido crítico hacia
aquella significación militante.

Pero, ineludiblemente, el sentido histórico, pre institucional, militante quedará latente en las
prácticas, como en el ámbito de desarrollo académico. Y este se retomará, para interrogarnos
acerca de nuestro perfil de comunicadores comunitarios, acerca de las posibilidades de
transformación de la sociedad.

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El comunicador comunitario y sus implicancias políticas: apuntes para la construcción de una identidad

Diez años después…

La etapa de la institucionalización contiene otro momento interesante que incluiremos cómo


parte de este análisis, cómo el momento de cierre de esta etapa: los diez años de la carrera de
comunicación.

Es en el décimo aniversario dónde se realiza un balance profundo y un debate exhaustivo


sobre todos los puntos que venimos desarrollando: contenido curricular, revisión de las ideas
matrices, redefinición del contexto e inserción laboral de profesional con una primera
promoción de egresados de la carrera.

Una vez más debemos resaltar la incidencia determinante del contexto: en la creación de la
carrera transitábamos la primavera democrática, diez años después estábamos en pleno auge
de las políticas neoliberales con una matriz económica, política, cultural e ideológica que hoy
todavía permite visualizar marcas profundas en el panorama social.

Las consecuencias que se visualizan en las comunidades, las organizaciones y los individuos si
afectan directamente al campo de acción de la Comunicación Comunitaria e incluso a la
identidad del comunicador. Estas consecuencias plantean un campo de trabajo atravesado por
el daño que el neoliberalismo produce en el tejido social, proponen al comunicador
comunitario un desafío en la resistencia a ese daño y en la construcción de sentido distinto
para la comunicación. El panorama es otro, el campo de las organizaciones es heterogéneo
(como en otras épocas) pero profundiza muchísimo sus contradicciones. Los efectos de la
desmovilización política, de la influencia de las políticas neoliberales en el ámbito económico
(el desempleo), social (la desarticulación), cultural (el consumo), ofrecen otras condiciones
para el trabajo de un comunicador.
En este contexto, aparecen las críticas hacia las incumbencias de la comunicación comunitaria
e incluso las articulaciones con otra orientación: la de políticas y planificación de la
comunicación. Orientación que tiene como objeto-en su matriz fundacional- el diseño de
políticas de comunicación en el ámbito estatal. Inferimos que a diez años de la creación de la
Carrera de Comunicación y en pleno auge neoliberal- con el consabido desmantelamiento del
Estado y la explosión de las organizaciones sociales como actores que vienen a cubrir la
ausencia estatal- esta orientación empieza a reubicarse y a redefinir sus ámbitos de
intervención39. Inevitablemente esto lleva a estas dos orientaciones- Comunicación
Comunitaria y Políticas y Planificación de la Comunicación- a compartir el área de las

39
Revista Causas y Azares, “Ciencias de la Comunicación en la UBA: entre la formación y la crisis de
mercado”, 1995. Orientaciones terminales- Notas para una discusión (Producción: Silvia Mendez, Marcelo Vargas,
Cora Gamarnik, Alicia Mendez y Evangelina Margiolakis) “ La reorganización de la orientación en Políticas y
Planificación de la Comunicación expresa, de alguna manera, un reacomodamiento frente a los cambios antes
mencionados, entre los cuales la irrupción de un discurso antiestatista y la privatización del sistema de medios no son
datos menores. Sin abandonar su dirección político- cultural que obliga a pensar las grandes políticas de medios a
nivel nacional, la orientación va poco a poco ampliando su espacio e incorpora, a través de las materias optativas y
seminarios, un conjunto de temas que exceden los límites de una planificación originalmente destinada al ámbito
estatal: instituciones intermedias, municipios, organizaciones barriales, e inclusive entidades del campo privado
donde el interés por la problemática de la comunicación se hace cada vez más evidente (diseño de imagen
institucional e imagen corporativa, etcetera)

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El comunicador comunitario y sus implicancias políticas: apuntes para la construcción de una identidad

organizaciones sociales cómo campo de trabajo40. Entre los debates, producto del balance por
los diez años de la Carrera de Comunicación, se encontraba la propuesta que planteaba la
fusión de estas orientaciones en una41. Si bien, aquella fusión no llegó a concretarse, otra
tensión que permanece latente es delimitar las incumbencias de las prácticas de una y otra
orientación.

El avance neoliberal también pone en discusión la formación de los comunicadores, el


crecimiento de la ideología del mercado hace aparecer cómo innecesarias la formación
académica para estos dos ámbitos mencionados. Volviendo puntualmente al análisis sobre la
orientación de comunicación comunitaria resurge la crítica sobre el perfil de las materias
incorporadas a este trayecto y su asociación con las matrices ideológicas de los años setenta42.

La orientación de comunicación comunitaria encuentra en el ámbito de las organizaciones de


la sociedad civil, su campo de intervención definido fundacionalmente43. Por este motivo,
aparece poco justificada la idea de cerrar esta orientación, ya que el desmantelamiento estatal
y la privatización del sistema de medios afecta su objeto en tanto lo expande. Es decir, el
campo se redefine y se amplia, presenta nuevas problemáticas y agudiza la cuestión social

40
Revista Causas y Azares, “Ciencias de la Comunicación en la UBA: entre la formación y la crisis de
mercado”, 1995. Orientaciones terminales- Notas para una discusión (Producción: Silvia Mendez, Marcelo Vargas,
Cora Gamarnik, Alicia Mendez y Evangelina Margiolakis) “ Es difícil ignorar el impacto que, en los últimos diez
años, las transformaciones del mercado capitalista en general y el mercado mediático en particular, han tenido sobre
la organización de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA: incorporación de nuevas prácticas y
saberes, abandono de ciertas discusiones que años atrás caracterizaron el debate académico, renovada oferta de
seminarios dedicados a las temáticas más actuales y diversas, etcétera. La fusión de la orientación en Comunicación
Comunitaria con Políticas y Planificación, entre cuyas causas no debemos descontar el escaso número de alumnos
inscriptos y la reorganización que en los últimos tiempos ha experimentado la segunda, puede ser leída en ese
marco.”
41
Es interesante señalar que el número 3 de la Revista Causas y Azares en su nota “Orientaciones terminales: notas
para una discusión” da por sentado la fusión de las orientaciones en 1994. Testimonios de profesores y estudiantes de
aquellos años confirman que esa fusión nunca se concretó.

42
Revista Mapa Nocturno, 1992 Entrevista a Heriberto Muraro. El planteo de Muraro expresa lo siguiente:
“Creo que la carrera requiere una fuerte redefinición de sus objetivos, métodos, sobre todo, de su organización interna
porque sencillamente se está desprestigiando a pasos agigantados. Una buena manera de evaluar ese proceso de
deterioro es observar lo que opinan sus egresados acerca de la enseñanza recibida. En este caso no se trata de la queja
convencional del egresado, va más allá.(…)La carrera está armada de tal manera que se pretende que el alumno haga
por sí mismo la síntesis de todo aquello que se le ha enseñado. Además, muchas materias dictadas son anticuadas,
responden a la mentalidad de la década del 70 y ahora no tienen razón de ser. También se discrimina a los estudiantes
que hacen publicidad argumentando que éste es un trabajo mercantil”.

“(…) son numerosas las áreas de sumo interés político que son despreciadas. Al debate acerca de la legislación sobre
las telecomunicaciones no se le da el espacio que debería tener. Existen áreas de punta que es imprescindible atender:
áreas que además pueden ser fuentes de trabajo para los estudiantes. Temas como el mismo marketing político: la
identidad corporativa-empresaria telecomunicaciones no se le da el espacio que debería tener.”

43
Revista Causas y Azares, “Ciencias de la Comunicación en la UBA: entre la formación y la crisis de
mercado”, 1995. Orientaciones terminales- Notas para una discusión (Producción: Silvia Mendez, Marcelo Vargas,
Cora Gamarnik, Alicia Mendez y Evangelina Margiolakis) “El comunicador comunitario, explica Jaime Correa, ex
coordinador de la orientación, debe ser capaz de organizar, por ejemplo, una campaña de prevención de la salud en
cualquier ámbito: en una obra social, un municipio, un sindicato; debe saber dirigir la elaboración de materiales
específicos adecuados a las características socioculturales de la comunidad a la que está destinada.”

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El comunicador comunitario y sus implicancias políticas: apuntes para la construcción de una identidad

derivada del contexto, pero todo esto representa mayor riqueza, diversidad y expansión para
el campo de intervención de la comunicación comunitaria.

En este punto, vale la aclaración sobre el objeto de estos señalamientos. No se trata de


establecer una competencia entre dos orientaciones, ni de negar la posibilidad de articulación
o de compartir ámbitos de desarrollo. Se trata de establecer una conexión con los planteos
que venimos realizando.

En primer término, cuándo nos referimos a la demanda que disparaba el diseño curricular de
cada orientación, planteamos claramente que la necesidad, la problemática que delineaba el
campo de acción profesional del comunicador comunitario era, dentro del amplio espectro de
la sociedad civil, sobretodo, el sector de las organizaciones de la sociedad civil: las
instituciones, las comunidades, el barrio, los organismos locales o regionales, las
organizaciones de base.

De aquí se desprende, y enfatizamos en este punto, que el campo de acción de la


comunicación comunitaria, en el marco de los años ’90, no solo no se recorta sino que se
expande. Pero hay otro orden o dimensión que debemos atender y analizar y es la dimensión
política de esta cuestión.

En primer término, cuándo planteamos las tensiones fundacionales dentro de la orientación de


comunicación comunitaria, expusimos un eje que refería a la cuestión de forma y contenido y
describía la tensión entre la denominación de comunicación comunitaria- incluso
mencionamos su vinculación con la comunicación y el desarrollo- y los fundamentos políticos
que vinculaban nuestro campo disciplinar a la idea de comunicación alternativa y popular, es
decir, comunicación para la transformación social. Retomamos también de aquel planteo, el
interrogante que surgía sobre formar en el ámbito de una institución educativa universitaria
pública- en el seno del estado capitalista- un perfil académico cuyo objetivo político es la
transformación del sistema capitalista. De todas formas, vale aclarar que las líneas que
expresan la fundamentación de la orientación en la Carrera de la UBA, no explicitan
abiertamente esto sino, como ya hemos visto, están alineadas con una matriz que señala la
comunicación comunitaria como “comunicación participativa” 44.

Vale aquí la vinculación con aquella demandada neutralidad que señalamos con respecto a los
campos científicos. Decimos, que las condiciones en las que producimos las significaciones nos
llevan, aún inconscientemente a cumplir con ciertas consignas ideológicas que circulan en el
contexto ya que estas nos aseguran un espacio dentro del sistema. Aunque debemos plantear

44
Revista Causas y Azares, “Ciencias de la Comunicación en la UBA: entre la formación y la crisis de
mercado”, 1995. Orientaciones terminales- Notas para una discusión (Producción: Silvia Mendez, Marcelo Vargas,
Cora Gamarnik, Alicia Mendez y Evangelina Margiolakis) “ las restantes orientaciones- Políticas y Planificación de
la Comunicación, Comunicación y Procesos Educativos y Comunicación Comunitaria- sugieren más que una acabada
especialización, una apertura a ciertas áreas temáticas: las relaciones comunicación/educación, las relaciones
comunicación/participación en ámbitos comunitarios y los procesos de planificación desde niveles de intervención
macro (políticas nacionales, planificación estatal) hasta experiencias institucionales, barriales, y aún en ámbitos
privados. En cierto modo, cada una de las orientaciones procura delinear, sin excluir su complementariedad y cruces
con las otras, una zona propia de trabajo sobre lo comunicacional.”

Sintésis de contenidos de la orientación en el sitio web de la Carrera. Comunitaria: “Está dirigida a la formación de
mediadores sociales que puedan incorporarse a actividades comunicacionales, institucionales o no institucionales.
Promueve formas de participación y estrategias de medios acorde con las actividades socio-culturales de los diversos
grupos sociales.”

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El comunicador comunitario y sus implicancias políticas: apuntes para la construcción de una identidad

también, que en cuanto a la comunicación comunitaria, hemos consignado que su matriz


ideológico- política no otorgaba margen para borrar las marcas que la vinculan a la idea de
transformación social. Señalamos entonces, insistiendo con lo mencionado en cuánto a
definición terminológica de comunicación comunitaria, que la adjetivación relacionada a lo
participativo solo modera las implicancias políticas de nuestro campo disciplinar.

La articulación de significaciones y algunos aportes para nuestra identidad

Al pensar en esta variable, nos encontramos con la tensión que se provoca en el seno mismo
de la comunicación comunitaria y que se dirime abriendo la reflexión a una doble dimensión.
En una de ellas, la comunicación comunitaria dentro de la Carrera de Ciencias de la
Comunicación, configurando una de sus orientaciones y por tanto, institucionalizando su
campo disciplinar. En la otra, el campo mismo de las prácticas y las significaciones que circulan
fuera del ámbito académico y en todo caso, como se vinculan estas vinculaciones con la vida
universitaria.

En este sentido, en cuánto al posicionamiento de la comunicación comunitaria dentro del


marco institucional-académico- universitario se juega la búsqueda de un espacio como parte
de la dinámica de una institución universitaria dónde se configuran lugares de poder y
significaciones ligadas a la producción de conocimiento, las articulaciones entre teoría y
práctica y los ámbitos de intervención. Y la lógica universitaria, aún en el ámbito de la Facultad
de Ciencias Sociales donde se generaban los análisis más críticos hacia el orden capitalista y el
liberalismo como ideología, no respondía a una lógica democrática y participativa dónde todos
los actores tienen un peso equitativo en las decisiones y acciones de la vida institucional 45. Y
aquí vale nuevamente el ejemplo desarrollado anteriormente sobre la fusión de orientaciones
y la reformulación de los campos de intervención para Políticas y Planificación y Comunicación
Comunitaria46.

En este marco la orientación de comunicación comunitaria esta llamada a varias definiciones, y


nos atrevemos a decir, a elaborar fundamentaciones que aseguren la subsistencia como
trayecto curricular en la Carrera. Aquí es donde aparecen las tensiones internas porque en la
trama institucional la comunicación comunitaria aparece con una significación instituyente,

45
Revista Causas y Azares, Editorial “Las ciencias sociales ante el ajuste universitario”, Nº 4 Invierno 1996
“…lejos está el campo de las ciencias sociales universitarias de reflejar algo de la democracia que toma como objeto
de sus reflexiones académicas o en todo caso se acerca cada vez más al concepto de democracia liberal y de clase que
es la noción que hegemonizó el análisis político, social y cultural de estos años.”
46
Revista Causas y Azares, “Ciencias de la Comunicación en la UBA: entre la formación y la crisis de
mercado”, Nº 3 Primavera 1995 Dentro del mismo artículo: Orientaciones terminales- Notas para una discusión
(Producción: Silvia Mendez, Marcelo Vargas, Cora Gamarnik, Alicia Mendez y Evangelina Margiolakis) Testimonio
de Jaime Correa: “Yo creo que la dificultad básica de la carrera está en su organización: no está estructurada en forma
de equipos o de redes, no existe una conducción colegiada, no se abren debates, no se convoca a los docentes; las
decisiones se toman en un núcleo muy reducido (entre ellas la decisión de cerrar mi orientación). Si los coordinadores
de cada orientación se reunieran una vez al mes para pasar revista al trabajo realizado, se habría logrado un nivel de
interacción. Creo que necesitamos de alguna instancia que nos obligue a dar cuenta delo que cada uno hace y nos de
derecho a saber lo que hace el otro. Por otro lado, la carrera está inundada por lo mediático masivo y lo teórico puro;
este problema no se puede solucionar por pequeños grupos, hay que dar un debate muy amplio y profundo. Yo
cerraría la Facultad por un cuatrimestre y la pondría en estado de discusión y debate.”

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El comunicador comunitario y sus implicancias políticas: apuntes para la construcción de una identidad

ligada a un plano político y ideológico de transformación, pero tal vez subordinada a una
concepción dominante dentro de las Ciencias de la Comunicación en esta etapa, cuya
significación instituida y su dimensión político- ideológica está absolutamente vinculada al
desarrollo teórico- académico y la formación de comunicadores para el mercado mediático.
Aún en el reconocimiento de esa desigualdad, el debate que se presenta dentro de la
orientación es como defender esa posición institucional. Es decir, existe una resistencia al
orden dominante pero también la necesidad de proteger el lugar institucional alcanzado y
seguir buscando alternativas de construcción y posicionamiento desde allí 47. En términos
dramáticos, en la elaboración de los fundamentos de la comunicación comunitaria como
orientación de la Carrera se jugaba su vida y su muerte 48.

A partir de este planteo, opera la necesidad de establecer un posicionamiento con respecto a


esta cuestión- que aparece como amenazante- y creemos que en este posicionamiento se
realiza un movimiento vinculado al estatuto del campo disciplinar que, sin duda, repercute
sobre el perfil del rol del comunicador comunitario.

Entonces, la identidad institucional que elabora la orientación de comunicación comunitaria


para posicionarse en aquel contexto es una conjunción entre el paradigma de la
comunicación para el desarrollo, la perspectiva de intervención participativa y
transformadora propia de la comunicación popular y alternativa y el relato histórico de la
transformación social proveniente de la conformación del campo49.

Abundando en esta definición, referida a la categoría de identidad institucional que tomamos


de Lidia Fernández, queremos decir que la orientación de Comunicación Comunitaria puede
analizarse cómo una sintésis entre un modelo formal, la comunicación para el desarrollo (de

47
Fernandez, Lidia, Instituciones Educativas- Dinámicas institucionales en situaciones críticas. Paidos,
Grupos e instituciones, México, 1994. En Capítulo I, Introducción- Las instituciones, protección y sufrimiento.
“(…) el nivel de significación proveniente de la ubicación de sujetos y grupos en la trama relacional de los sistemas
de poder (lo político). (…) el nivel de significación derivado de la lucha entre las tendencias a encubrir y develar los
contenidos que han sido objeto de represión psicoafectiva- sociopolítica y expresado centralmente a través de
explicaciones, racionalizaciones, anticipaciones, concepciones, representaciones (lo ideológico). En general, estos
niveles de significación tienden a ligarse en diferentes tipos de configuración, potenciando unas y otras la
peligrosidad real o fantaseada de su emergencia. De hecho, la peligrosidad cierta de la revelación se vincula a la
operación de prohibiciones y sanciones relacionadas con la protección de estilos sociales instituidos y con el riesgo
que encierra la emergencia de fuerzas instituyentes.”

48
En su trabajo “Análisis psicoanalítico de las instituciones”, Fernando Ulloa hace referencia al interjuego de
integración-dispersión dónde el proceso de institucionalización integra diferentes núcleos pre-institucionales
integrados en un objetivo común. En esta fusión, explica Ulloa, tienden a no explicitarse las diferencias a favor de
dicha integración a lo institucional. El autor vincula esta tendencia integradora al instinto de vida. Pero la no
explicitación de las diferencias conlleva también la generación de fuerzas antagónicas a la integración, es decir la
dispersión, la ruptura, el quiebre, la muerte de la institución en un caso extremo .

49
Fernandez, Lidia, Instituciones Educativas- Dinámicas institucionales en situaciones críticas. Paidos, Grupos
e instituciones, México, 1994. En Capítulo II, Componentes constitutivos de las instituciones educativas. “ La
identidad institucional constituye una definición consensuada de lo que el establecimiento es, a la que concurren a) la
definición de su función tal cómo esta expresada en el proyecto y el modelo institucional; b) la definición de lo que
ha sido, tal como lo testimonia la novela institucional, y c) la definición de lo que va siendo según queda visto en las
recurrencias de la acción que conforman su estilo. En última instancia, puede ser vista como el núcleo protector de la
idiosincrasia y el reducto más profundo de la defensa contra la irrupción de estímulos que atentan contra el statu
quo.”

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El comunicador comunitario y sus implicancias políticas: apuntes para la construcción de una identidad

allí proviene la referencia, en muchos casos, al documento de la UNESCO que hace aparecer
formalmente el término “comunicación comunitaria”), un estilo institucional o modo
recurrente que aparece en las prácticas de intervención- en línea con los fundamentos y
valores de la comunicación popular y alternativa- y por último, recrea una trama que posee
momentos épicos, personajes y héroes míticos que se encadenan con un contexto histórico
permanentemente referido al cambio social, pues ese es el anclaje de la historia de la
conformación del campo- lo que Fernandez en su definición de identidad denomina “novela
institucional”. Vale la aclaración en este último punto acerca de la condición de novela
institucional que verdaderamente presenta este relato. Creemos, que los hechos y sujetos que
intervienen en la historia fundante de la comunicación comunitaria no se ficcionalizan en él,
cómo aparece claramente en las “novelas” de las instituciones, pero si las condiciones de
aquella etapa reunidas en esta trama recrean cierta mística sobre la transformación social.

Creemos entonces, que al pensar la configuración identitaria de esta manera se empieza a


construir una articulación que condensa el sentido pre institucional (histórico, militante) con
la significación institucional.

Aclaramos, además, que esta articulación que conceptualizamos deviene del análisis que
realizamos actualmente de aquellas circunstancias histórico- políticas. De ninguna manera
afirmamos que se correspondan absoluta y unívocamente con las intenciones de los actores
que protagonizaron aquel proceso. Es decir, la dinámica del propio proceso, en algún caso,
puede conllevar a la falta de sistematización de sus fundamentaciones. Hoy, desde categorías
más establecidas y elaboradas en nuestro campo realizamos este análisis y aportamos nuestra
mirada.

La otra dimensión que proponemos analizar es la de las prácticas en comunicación


comunitaria, que en el contexto de una matriz socioeconómica y cultural vinculada al
neoliberalismo aparecen como experiencias vinculadas a las concepciones de comunicación
alternativa y popular. Es decir, están ubicadas en un lugar de resistencia que hacen resurgir
más explícitamente las significaciones ligadas a aquel sentido militante. Además, debemos
consignar que la tarea de comunicadores en los colectivos sociales vinculados a estas
experiencias de resistencia es llevada adelante por sujetos con perfiles diversos: militantes de
esas agrupaciones, estudiantes de la carrera de comunicación (con orientación en
comunicación comunitaria u otras), profesionales de comunicación (también de la carrera y la
orientación en la UBA u otras), etc. Y aquí también empieza a darse otra particularidad: esa
tarea es realizada en algunos casos desde una lógica puramente militante, desde una lógica
voluntarista, desde la lógica de la práctica pre- profesional, y hasta desde la lógica del trabajo
profesional y rentado. Estas características se extienden, quizá hasta nuestros días. Podemos
decir, que la articulación configurada en el ámbito académico entre las significaciones pre
institucional e institucional también comienza a operar en el ámbito de las prácticas de
comunicación popular y alternativa. Pues, de manera más o menos informal empieza a haber
un flujo de circulación entre estas prácticas y la universidad.

Entonces debemos interrogarnos acerca de la vinculación de aquellas experiencias con la vida


académica, en cuánto incidieron para la sistematización y la producción de conocimiento y en
cuanto se vieron asistidas o contenidas por los nuevos profesionales que iban formándose o
por políticas universitarias que apuntarán a construir una articulación 50. Aquí, tal vez,

50
Revista Causas y Azares, Editorial “Democracia, medios y sociedad: ‘nuevas’ incertidumbres para América
Latina”, Nº 5 Otoño 1997 “Parece haber llegado, entonces, el momento de aprovechar estas nuevas incertidumbres y
algunas permanentes certezas para articular no sólo un pensamiento crítico que resurge en América Latina sino
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El comunicador comunitario y sus implicancias políticas: apuntes para la construcción de una identidad

corresponda preguntarnos si la profesionalización no empezó a operar para realizar una


escisión con la significación militante que muchas veces se pone en juego en las prácticas de
comunicación comunitaria. Hasta dónde se renovaba la creencia en la posibilidad de
transformación, hasta dónde estos ámbitos de intervención eran meros objetos de estudio.

Estas preguntas nos conducen a otra más relevante y abarcativa y tiene que ver con las
implicancias políticas de la comunicación comunitaria y su incidencia en estas prácticas. Una
pregunta que integra las reflexiones previas y nos interpela acerca de nuestra identidad como
comunicadores comunitarios.

¿Hasta dónde estábamos dispuestos a asumir aquel sentido militante como algo inherente al
perfil del comunicador comunitario, que lo distinguía de la formación en otros trayectos y que
podía configurar una construcción articulada entre varias dimensiones (la profesional, la
intelectual y la militante) y servirnos de él para ser actores de la transformación? 51

también los esfuerzos políticos culturales que puedan constituirse en canales del mismo. Un pensamiento que
reestablezca en la tarea del cientista social una jerarquía de prácticas y de objetos, que expulse el relativismo
axiológico que en muchos casos padecen los estudios culturales y que coloque al propio cientista social en las
disyuntivas productivas de advertirse como un sujeto dispuesto a una intervención compleja. Un pensamiento que se
asuma solidario con las clases populares y la democracia social y económica, sin la ilusión de una división de la tarea
intelectual que hoy separa hasta lo irreconciliable la reflexión teórica, la intervención institucional y la participación
política de carácter transformador.”
51
Revista Causas y Azares, Nº 4 Invierno 1996 Entrevista con Armanda Mattelart “Intelectuales,
comunicación y cultura: entre la gerencia global y la recuperación de la crítica.” “Quisiera agregar algo que
nunca se dice, pero hay que poner las cosas en claro y no tener miedo de remontarse en busca de las huellas de la
propia trayectoria. En aquel momento, cuando comenzamos a contraatacar estas concepciones que venían de los
Estados Unidos, las concepciones del funcionalismo americano, nos importaban bastante poco las disciplinas, la
ciencia. Lo que nos importaba antes que nada era tratar de explicar hacia dónde iban nuestras sociedades, esto era la
inteligencia política del mundo. (…) pero yo no defendía escuelas sino que me servía de ellas para ir más lejos.
Finalmente, en un campo que arrancó bajo el signo del deslumbramiento de la inteligencia política, con miras a
cambiar la vida y el mundo, se encuentran hoy cada vez más investigadores de las ciencias sociales que se ven
reducidos a defender un campo disciplinario. Ese es el problema, cómo evitar caer en discusiones de capilla y
conservar esa transversalidad que es una de las características más importante de la verdadera inteligencia política.”

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El comunicador comunitario y sus implicancias políticas: apuntes para la construcción de una identidad

Algo sobre la orientación en la actualidad. La propuesta del TAO de Comunicación


Comunitaria y el rol del comunicador comunitario.

El Taller Anual de la Orientación en Comunicación Comunitaria es la materia que vertebra la


orientación y se constituye como un espacio no solo de reflexión teórica sobre el campo de la
Comunicación Comunitaria sino como uno de los ámbitos de práctica más importante y
relevante para la formación de los estudiantes, que a un paso de convertirse en
comunicadores, eligen esta orientación. Dicha importancia está dada en el orden cuantitativo,
por el tiempo que se invierte en la intervención comunicacional así como el acompañamiento
conceptual que se va realizando a esta experiencia con numerosos temas que no se abordan
en otros trayectos curriculares de la Carrera y, en el orden cualitativo, se ve fortalecida tanto
por la diversidad y riqueza que se abre en la articulación de los estudiantes y la cátedra con las
organizaciones como por el recorrido teórico dónde se expresa la constitución histórica del
campo (y las influencias de las escuelas europeas, las escuelas latinoamericanas, las
experiencias de la región y las producciones intelectuales nacionales como también las
prácticas), el escenario actual de las organizaciones de la sociedad civil y el estado como
ámbito de intervención, las premisas conceptuales de la intervención en lo social, el rol del
comunicador comunitario y sus articulaciones con el rol del trabajador social, herramientas
metodológicas para el trabajo de campo, el panorama en cuanto a medios comunitarios,
populares y alternativos, los aportes de la psicología social en cuanto a la dinámica grupal y el
análisis institucional como matriz de reflexión en la dinámica de las organizaciones.

A partir de estos contenidos y la evaluación permanente que la cátedra realiza sobre los
trabajos de campo de los estudiantes, el posicionamiento que realizan como profesionales de
la comunicación comunitaria y la dinámica de las organizaciones sociales, así como de la
articulación de estos ejes con los diferentes contextos que se han transitado desde la creación
de la Carrera en 1985 hasta la actualidad, el equipo de cátedra del TAO de Comunicación
Comunitaria ha trazado un diseño de perfil del Comunicador Comunitario que contiene los
siguientes lineamientos:

“El licenciado en Ciencias de la Comunicación con orientación en Comunicación Comunitaria


es un profesional capacitado para desempeñarse en diversos roles específicos como:

Articulador: entre los diversos actores sociales, las organizaciones de la sociedad civil, grupos,
instituciones, movimientos, medios comunitarios, vecinos de la comunidad, programas de
organismos no gubernamentales y gubernamentales.

Capacitador- Educador: en áreas específicas de la comunicación comunitaria- organizacional-


institucional (ámbitos interno y externo). Características de los lenguajes de medios gráficos,
radiales, televisivos y medios no convencionales. Producción, diseño, técnicas de educación
popular- Planificación y gestión de proyectos comunicacionales y culturales. Promover la
apropiación de la comunidad de nuevas capacidades y competencias comunicacionales.

Promotor- Animador: de procesos participativos en la comunidad, de la conformación de


redes sociales, del derecho a la comunicación, a la libre expresión y al acceso a la información.

Sensibilizador- Concientizador: acerca del factor clave que juega la comunicación en la vida de
las organizaciones y la comunidad.

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El comunicador comunitario y sus implicancias políticas: apuntes para la construcción de una identidad

Planificador: desde la perspectiva de la planificación participativa de proyectos de


intervención en comunicación.

Diseñador- productor: de recursos didácticos, estrategias técnicas, juegos para favorecer el


aprendizaje, la participación y la comunicación grupal.

Difusor: de proyectos y políticas comunicacionales y culturales de las organizaciones para la


comunidad.

Además, el comunicador comunitario está capacitado para poner en juego saberes y


habilidades relacionadas con diferentes momentos de un proyecto social y comunicacional:

Diagnosticar: (diagnóstico participativo) conocer el contexto de la intervención, historia,


identidad territorial, lingüística, cultural, religiosa, características de la población, recursos,
demandas, comunicación interna y externa.

Planificar: (planificación participativa) fundamentar, elaborar objetivos generales y específicos,


definir población destinataria, diseñar actividades- estrategias, elaborar cronogramas, preveer
recursos, costos, evaluación.

Conducir- coordinar: la ejecución del proyecto planificado

Sistematizar: las experiencias de intervención en comunicación comunitaria

Reflexionar y producir: conocimientos a partir de las prácticas pre- profesionales en el ámbito


específico de desempeño.

Participar- Conducir: proyectos de investigación y/o intervención interdisciplinarios.

Por último, planteamos que la diversidad de roles así como los saberes desplegados en las
distintas etapas de una propuesta son acompañados por el componente actitudinal en el rol
del comunicador comunitario

En el ejercicio nuestro rol planteamos un conjunto de actitudes que sumadas a las


habilidades y capacidades enumeradas, aportan al desarrollo integral de nuestras prácticas de
comunicación en desde una perspectiva comunitaria: Predisposición a la escucha, Capacidad
de observación, Apertura cognitiva e interpretativa (evitando dogmatismos, academicismo,
reduccionismos), Predisposición a nuevos aprendizajes, Capacidad de sorpresa, Flexibilidad de
criterios, Sensibilidad, Capacidad para establecer relaciones empáticas, Confianza en los otros,
Capacidad para estimular, incentivar, valorar los logros en proceso, Honestidad ideológica,
axiológica, intelectual (explicitar su posicionamiento sin simular o impostar), Compromiso-
responsabilidad, Pasión (lo motivacional, el deseo).”52

Señalamos brevemente, como lo hicimos en la introducción de nuestro trabajo que estas


últimas características actitudinales de un sujeto que ejerce su rol de comunicador
comunitario representan, en muchos casos, valores que se desprenden de su marco
ideológico- político. No afirmamos con esto que los comunicadores comunitarios amparados
en el marco político de la transformación social sean sujetos libres de contradicciones, libres
de actitudes que podamos valorar como negativas ni seres celestiales dignos de la redención
divina. Tampoco que todos los comunicadores comunitarios poseen estas características de

52
Perfil del Comunicador Comunitario elaborado por el Prof. Oscar Magarola y equipo de cátedra.

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El comunicador comunitario y sus implicancias políticas: apuntes para la construcción de una identidad

personalidad, simplemente que los fundamentos políticos a los que adhieren, en algunos
casos, disparan la configuración valores distintos en cuanto a la percepción del otro, la visión
de la vida comunitaria, la jerarquización de saberes, el compromiso con la tarea, en resumen,
los enumerados anteriormente.

Con respecto a las diversos roles y la puesta en juego de saberes y habilidades, creemos que si
están más vinculados con la formación académica y profesional que van adquiriendo en el
marco de la Carrera, de las materias de la orientación y del TAO en particular.

Un aporte relevante para la construcción del perfil específico del comunicador comunitario es
su vinculación con la concepción del rol del trabajador social. Trabajamos aquí, la noción de
posición elaborada por Rodolfo Nuñez. Esta categoría establece características dinámicas para
el ejercicio de nuestro lugar de comunicadores comunitarios, contraponiéndola a una noción
de rol estático, prefigurado y determinado exclusivamente por los saberes y competencias
adquiridos por el profesional en el ámbito académico, que acompañan esta definición con una
idea de distancia con respecto al objeto de estudio, a la configuración de matrices
preestablecidas según criterios externos al ámbito de intervención. En tanto, cuándo Nuñez
refiere a posición plantea varias premisas distintas a la definición de rol. Dinamismo,
acompañamiento e implicación en el desarrollo de nuestra tarea. Además, el autor propone la
posición del trabajador social- y nosotros la tomamos para el comunicador comunitario- cómo
un trabajo que contiene el compromiso con el devenir histórico de la organización, que lo
despoja de la obligación de mantener una falsa neutralidad en el proceso de intervención y
que lo interpela a cooperar y abordar integralmente las problemáticas sociales y el
fortalecimiento en el ámbito de las organizaciones de la sociedad civil53. Resulta interesante
que este texto delinea una idea de construcción en cuanto al proceso de intervención que lo
aleja de la noción tradicionalmente asistencialista con qué se pensaba el rol del trabajador
social.

Sumado a la configuración de este perfil del comunicador comunitario, la cátedra propone un


trabajo de intervención pre-profesional en el marco de organizaciones de la sociedad civil- en
la que incluimos el ámbito estatal como lugar de intervención- bajo una perspectiva teórica en
particular y un modo de intervención que proviene de la adscripción a ciertos paradigmas
conceptuales.

Esta idea o marco teórico que sustenta proviene de la confluencia de varios elementos.
Diferentes aportes de diversas corrientes europeas y latinoamericanas vinculadas con la
comunicación y la cultura, como así también algunas líneas basadas en la Educación Popular y
la Teología de la Liberación y sobre todo, las experiencias que en los años 60/70 se vincularon
a estas matrices de pensamiento. Cabe consignar que la columna vertebral de estas corrientes
teóricas ha sido su raíz marxista, dónde se asientan de una forma u otra sus desarrollos.
Sumado a esto, y como producción teórica de quién conduce el taller, el Profesor Magarola, se
ha planteado que idea de comunicación deviene de todos estos aportes y lleva adelante la
cátedra cómo propuesta teórico- práctica. Nos referimos a pensar la comunicación en un
sentido antropológico, inherente al desarrollo humano y conformando parte de todo lo social y

53
En estos párrafos sintetizamos algunos ejes estructurales del texto de Rodolfo Nuñez “Del rol estático a la
posición dinámica en el desarrollo de las prácticas del trabajador social- Aportes de las prácticas de
intervención en redes sociales.”

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El comunicador comunitario y sus implicancias políticas: apuntes para la construcción de una identidad

lo cultural54. Esta concepción pretende contener la idea de comunicación vinculada a lo


mediático, lo tecnológico y a otros ámbitos de la vida: lo interpersonal, lo grupal, las
organizaciones, las instituciones, todo lo social. A partir de esta noción de comunicación, se
elabora también un concepto de comunidad como un espacio conformado por múltiples
aspectos constitutivos (identidad, historia, territorio, población, conflictos y otros). Un espacio
que lejos de ser simple y estático se presenta como complejo y marcado por una trama de
tensiones e intereses diversos55. Otro elemento que contribuye al posicionamiento ideológico-
político del TAO de Comunicación Comunitaria es su mirada acerca de la sociedad civil y las
perspectivas de intervención en lo social. Se concibe a la sociedad civil como un espacio de
agrupamiento de comunidades de intereses y objetivos comunes que construyen una
identidad en la interacción de los sujetos que la componen y su relación con otras
comunidades y el contexto. La idea de comunicación dentro de la comunidad y entre
comunidades atraviesa esta concepción. En articulación con esta categorización, se piensa la
sociedad civil como un espacio de realización de la transformación del sistema capitalista
asentándose en el concepto gramsciano de construcción contra- hegemónica. Es decir, en la
conjunción de una mirada de la sociedad civil desde una perspectiva comunitarista abierta
(comunicativa) y radical abierta (contra- hegemónica) se puede sintetizar la concepción de la
cátedra56. Además, se toma como modo de intervención la perspectiva comunitarista que
implica una noción de construcción colectiva para transformar no solo la realidad de los
sujetos de distintas comunidades sino las condiciones estructurales del sistema. En esta
construcción, se aloja una concepción de la solidaridad como principio colectivo, que fortalece

54
MAGAROLA, Oscar: “Aproximaciones al fenómeno de la Comunicación Comunitaria”. Apunte de cátedra
2005. “Somos humanos, somos seres sociales, porque somos seres comunicantes. La comunicación es el fenómeno
que hace posible lo social. La comunicación es una capacidad intrínseca al hecho vital. Hace posible el vínculo
humano y por tanto, en el hecho comunicacional se sustenta lo social y la cultura.”

55
MAGAROLA, Oscar: “Aproximaciones al fenómeno de la Comunicación Comunitaria”. Apunte de cátedra
2005.La comunidad es un escenario complejo, heterogéneo, cambiante, de múltiples intereses no siempre
compartidos, un entramado de tensiones propio de la experiencia de la interacción y la convivencia humana.

Es imposible pensar la relación humana y por lo tanto la comunidad sin la presencia del conflicto. Todo grupo social
está desafiado a interactuar y entre las múltiples posibilidades que ofrece la interacción, se encuentra la posibilidad
de la irrupción de intereses contrapuestos, del establecimiento de relaciones de poder, de diversas y divergentes
perspectivas acerca del origen de las demandas y los problemas, de las posibles soluciones a esas demandas y
problemas.

La comunidad es diversidad de necesidades y necesidades comunes, múltiples identidades e identidad compartida,


solidaridades y prácticas individualistas, armonías y rupturas, rituales, festividades, vínculos, afectos y parentescos,
comunicación como encuentro y desencuentro.

56
De Piero, Sergio en Cap. I de “Organizaciones de la Sociedad Civil”, Paidos Tramas Sociales, Buenos Aires.
Perspectiva comunitaria abierta: “…se trata de establecer lazos de pertenencia entre los miembros de la comunidad a
partir del fortalecimiento del momento dialógico, de la construcción de un nosotros no preocupado por la exclusión
de los distintos, sino por la integración (…) La sociedad civil se presenta como un espacio autónomo que a su vez
expresa un entramado de múltiples actores sociales, capaces de generar y de actuar políticamente, ya que la sociedad
no se sostiene de manera exclusiva en la relación de mando y obediencia. (…) como el espacio de integración a
través de los mecanismos de la solidaridad. (…) donde las subjetividades adquieren un espacio relevante.”
Perspectiva radical abierta: “la sociedad civil como espacio donde generar la transformación social. (…) aplicamos el
concepto de modelo abierto a la conformación de la sociedad civil como la búsqueda de una nueva hegemonía o
contrahegemonía dominante.”

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El comunicador comunitario y sus implicancias políticas: apuntes para la construcción de una identidad

al sujeto como protagonista de su propia historia y de la comunidad de pertenencia y que


apunta a la transformación mediante la consolidación ciudadana y la participación política57.

Por último, las cuestiones metodológicas que acompañan el proceso de intervención-


diagnóstico, planificación, sistematización, evaluación- son concebidas como fases que
implican el desarrollo de un conjunto de herramientas alineadas a las concepciones que
enumeramos y desarrollamos anteriormente. Esto deviene en pensar que todas estas fases
están atravesadas por la caracterización de lo participativo para su realización.

Estos ejes que configuran el enfoque que se otorga desde el Taller Anual de la Orientación en
Comunicación Comunitaria, constituyen el aporte de la formación académico- profesional y
por lo tanto, además de formar parte del perfil que pondrán en práctica en su ámbito de
desarrollo profesional, delinean su dimensión intelectual.

57
De Piero, Sergio en Cap. III de “Organizaciones de la Sociedad Civil”, Paidos Tramas Sociales, Buenos
Aires. “En los diversos discursos y prácticas que transitan en este espacio, se puede observar la defensa de la
autonomía de lo social frente a la institución estatal y al mercado. La autonomía se erige como un principio básico,
aunque ello no significa el rechazo a la articulación con los otros actores; se trata de que las propias comunidades y
los grupos puedan participar activamente en su destino colectivo, concibiendo a la democracia no sólo como un
procedimiento que se reduce a la faz representativa.”

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El comunicador comunitario y sus implicancias políticas: apuntes para la construcción de una identidad

Reflexiones y preguntas a modo de conclusión

“ (…) Porque el socialismo no se instala en fecha fija, sino que es un cambio continuo, un desarrollo infinito en
régimen de libertad organizada y controlada por la mayoría de los ciudadanos, o sea, por el proletariado.”

Gramsci, Antonio en Antología (Selección, traducción y notas de Manuel Sacristán), Biblioteca del
Pensamiento Socialista, Siglo XXI editores, Bs. As. 2009.

Abordar el último trayecto de este trabajo nos lleva a diseñarlo como un espacio dónde
formularemos algunas afirmaciones que funcionarán como un modo de realizar conclusiones,
sobre las reflexiones que venimos generando. Así también plantearemos interrogantes que
dejarán instalados debates disparadores de nuevas reflexiones acerca de nuestra identidad
como comunicadores comunitarios.

Nuestra pretensión es contribuir a la construcción de nuestro campo como expresión de


múltiples miradas y como un espacio abierto a la crítica y a la contención de nuevas formas de
abordar las implicancias políticas de la comunicación comunitaria. Asumimos dicho campo
disciplinar, tal cómo queda expresado en estas páginas, como un lugar de tensiones y
articulaciones que establece un diálogo permanente con las condiciones contextuales
históricas y con las huellas que le imprimimos los sujetos que vamos delineando un ámbito
profesional, académico- conceptual articulado con la construcción de nuestra historia y
nuestras propias condiciones político- sociales.

En esa búsqueda, establecimos dos grandes bloques históricos que tomaron como bisagra la
Creación de la Carrera de Comunicación en la UBA. A partir de aquí hablamos de lo pre
institucional y lo institucional, de la cuestión militante cómo integradora de un sentido y de la
profesionalización como hecho que condensa diversas significaciones y que puede aparecer
critica a aquel sentido pre institucional.

La idea de transformación social que atraviesa el marco político de la comunicación


comunitaria revistió distintos caracteres en las dos etapas. En la primera, vinculada al sentido
militante para el comunicador comunitario, era una concepción inherente al desarrollo de las
prácticas, a la reflexión del campo intelectual, se representaba como un objeto tangible
producto de las condiciones históricas imperantes. En la segunda, vinculada a la
institucionalización, aparecía como una idea que expresaba tensiones, que disparaba criticas,
que sufrió adaptaciones dentro de las prácticas del campo, que fue vinculada más al ámbito de
lo micro social porque el contexto reinante no ofrecía características que permitieran pensarla
como posible, es decir, se representaba cómo un objeto inasible.

Intentar un abordaje sobre las significaciones sociales de la actualidad implica un trabajo de


delimitación de un área específica de desarrollo del rol o la necesidad de indagar en todos los
ámbitos de inserción de un comunicador comunitario para establecer comparaciones, relevar
la riqueza y la diversidad de nuestro campo profesional. Esto demandaría, en sí mismo, la
elaboración de un trabajo de investigación que no está planteado cómo objetivo del presente
ensayo. Además, asumiría un carácter más complejo si pretendemos vincular nuestro análisis
a precisar cómo opera la dimensión militante en el trabajo de un comunicador comunitario en
la actualidad.

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El comunicador comunitario y sus implicancias políticas: apuntes para la construcción de una identidad

El período histórico que estamos atravesando presenta muchos desafíos y complejidades para
instalar la inquietud que realice esta investigación, ese podría ser nuestro compromiso futuro.
Si abordamos la realidad nacional nos encontramos con un panorama que, a muy grandes
rasgos, y remitiéndonos a los planteos que hemos realizado en este trabajo, contiene una
situación motivadora y contradictoria. Existe hoy un relato que restituye el valor de lo político
y apunta a transformar culturalmente nuestra sociedad, a la vez que, plantea estas
transformaciones en el marco del desarrollo del capitalismo.

Así nos encontramos ubicados en un contexto histórico que intenta recomponer un Estado
presente en las políticas públicas- incluyendo una que nos atañe especialmente como es la Ley
de Servicios de Comunicación Audiovisual-, que procura restablecer una matriz productiva
para el desarrollo económico, que busca reparar el tejido socio- cultural dañado en otras
etapas y que a partir de estas condiciones ha reforzado la reconstrucción política conteniendo
experiencias de resistencia que venían desarrollándose en el ámbito de lo popular, dialogando
con otras y confrontando con aquellos que pretenden defender los valores, los intereses y las
condiciones del neoliberalismo que ha comenzado a visualizar una gran crisis, hecho que no
implica su declinación.

La diversificación de ámbitos, el trabajo interdisciplinario y la influencia de las nuevas


tecnologías de la información en el trabajo comunitario son temas importantes que muestran
gran relevancia dentro del desempeño profesional, hoy más consolidado que en la etapa
fundacional y los años que siguieron a ella.

La proliferación y la incidencia de las organizaciones sociales, la vuelta a una mayor presencia


estatal y hasta la implicación del sector privado en el ámbito de lo comunitario, viene
dibujando un panorama rico, complejo y completamente diferente a las etapas que
describimos anteriormente. Existe hoy un campo disciplinar más sólido que ha logrado
especificar ciertos límites aún transitando, cómo en otras épocas, diversas controversias.

Creemos que lo más relevante de estos puntos expuestos es que la materialización de los
mismos conlleva la revalorización de lo político en la construcción de acciones de la vida
cotidiana. Esto no representa un dato menor para nuestro objeto de análisis: el rol del
comunicador comunitario y sus implicancias políticas.

Lo profesional, lo intelectual, lo militante

Cómo habíamos planteado en el inicio de este trabajo, dentro de la dimensión política del rol
del comunicador comunitario, se plantea un campo de tensiones entre otras tres dimensiones
que lo constituyen: la dimensión profesional, la dimensión intelectual y la dimensión militante.

Planteamos entonces, que en el desempeño del rol articulamos estas tres dimensiones y
procesamos tensiones y controversias originadas en las implicancias de cada una de ellas.
Aparecen así las cuestiones relacionadas con nuestro lugar de profesionales/trabajadores, con
la obtención/conservación de un espacio para desarrollar nuestras competencias- y el marco
general de este desarrollo, aún con la diversidad de ámbitos de inserción laboral, es el sistema
capitalista en cuanto a definir un mercado laboral-. Asimismo, en el devenir de nuestro trabajo
como profesionales de la comunicación implementamos diversos proyectos, tareas y ponemos
en juego las herramientas de nuestra formación. Estas herramientas, como enunciamos más
arriba, encuentran su caracterización en los fundamentos teóricos que especificamos y que
proclaman la participación, la transformación y la democratización entre otras concepciones
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El comunicador comunitario y sus implicancias políticas: apuntes para la construcción de una identidad

ya enumeradas. Pensamos entonces, que de acuerdo al área de desarrollo de nuestra tarea,


las características de los actores intervinientes, la demanda que motoriza nuestra intervención
y los objetivos del proyecto, inevitablemente, pueden entrar en tensión con aquellos
conceptos que forman parte de nuestra dimensión intelectual. Es decir, ciertos marcos de
pensamiento aparecen cómo muy ambiciosos teniendo en cuenta algunas variables que
operan en la realización del proyecto. Aparece entonces, la necesidad de flexibilizar nuestras
concepciones teóricas y someterlas a la adaptación que la realidad le impone, al dinamismo de
la vida comunitaria y organizacional. Necesitamos recurrir, en muchos casos, a
categorizaciones que no nos impongan objetivos tan inalcanzables y más aprehensibles. ¿Pero
hasta dónde?

Efectuamos esta pregunta para introducir la reflexión de la dimensión militante, que en este
punto, visualizamos como una cuestión que atraviesa la realización de nuestra dimensión
profesional y nuestra dimensión intelectual. Afirmamos esto, porque el marco ideológico-
político que porta esta dimensión ligada a la militancia- y que tiene su raigambre en aquel
sentido pre institucional que nos remite a la conformación del campo- tiene un fuerte anclaje
en la idea de la transformación social. Situados en este punto y retomando la pregunta que
concluyo el capítulo sobre la institucionalización acerca de hasta qué punto podemos valernos
de nuestro rol para ser actores de esa transformación, se disparan múltiples preguntas.

¿En este contexto, y en el ámbito de lo microsocial, estamos obligados a redefinir nuestra


concepción del cambio social?

Este interrogante nos lleva a reflexionar sobre las condiciones políticas en las que vivimos. Es
decir, en un panorama de cambio social concreto cómo el que se plantea en América Latina y
Argentina, ¿debemos resignarnos a que no tendremos más que modificación de matrices
culturales, sociales, recuperación de valores perdidos en la etapa neoliberal pero siempre
dentro del sistema capitalista?

Para quienes pensamos la transformación social desde la matriz de cambio radical del sistema
capitalista, este debería ser un momento de transición hacia la concreción de un verdadero y
profundo cambio en cuanto al sistema social, económico, político y cultural. Conscientes
acerca de la crisis de los relatos tradicionales que abordan una propuesta alternativa sobre la
configuración de un sistema social que apunta a diseñar otra matriz distributiva, otra
estructura en términos de clase, a pensar la realización plena de la democracia y otras
cuestiones que los diferencia del sistema capitalista, surge la reflexión sobre cuáles son las
posibilidades de una revolución en el sentido que históricamente se planteo desde el
marxismo. Tal vez, desde este punto de vista, es todavía vigente la idea de un proceso de
construcción de una contrahegemonía, un proceso alternativo que asuma el desafío de edificar
una opción acorde a nuestras identidades58, dónde realmente haya un sujeto de ese proceso
que proviene del aporte a la cimentación de sujetos autónomos dentro de las comunidades,

58
Williams, Raymond, “Marxismo y Literatura” Editorial Península, Barcelona, febrero 2000. En el inicio del
capítulo 6 sobre la hegemonía el autor retoma el concepto gramsciano y plantea la distinción que el teórico italiano
realiza acerca de “dominio” y “hegemonía”. “El ‘dominio’ se expresa en formas directamente políticas y en tiempos
de crisis por medio de una coerción directa o efectiva. Sin embargo, la situación más habitual es un complejo
entrelazamiento de fuerzas políticas , sociales y culturales; y la ‘hegemonía’, según las diferentes interpretaciones, es
esto o las fuerzas activas sociales y culturales que constituyen sus elementos necesarios.(…) es un concepto que, a la
vez, incluye- y va más allá de- los dos poderosos conceptos anteriores: el de ‘cultura’ como ‘proceso social total’ en
que los hombres definen y configuran sus vidas, y el de ‘ideología’ en cualquiera de sus sentidos marxistas, en la que
un sistema de significados y valores constituye la expresión o proyección de un particular interés de clase.”

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El comunicador comunitario y sus implicancias políticas: apuntes para la construcción de una identidad

que tome en cuenta las producciones culturales y que co-construya una matriz ideológico-
política que se vuelca en un nuevo modelo de sociedad.

¿Es la posibilidad de la transformación de las subjetividades y del entorno un aporte a la


construcción de esa transformación social?

Es innegable que aún trabajando en el plano de lo colectivo, cuando ejercemos nuestro rol
como comunicadores comunitarios y concebimos la participación de los sujetos miembros de
las distintas comunidades en las que intervenimos, estamos trabajando en un plano subjetivo.
Estamos construyendo una subjetividad ligada a la noción de autonomía, y esta idea de sujeto
autónomo conlleva la inherencia de la condición política ligada a la acción del sujeto. Es decir,
trabajamos para generar ciertas condiciones que piensan a las personas como sujetos que
crean un discurso propio, que recrean junto a otros intercambiando discursos, y no pensamos
en sujetos hablados por discursos de otros o pasibles de ser operados por nuestros discursos.
Esto constituye un cambio relevante con respecto a la intervención social y política de los
comunicadores y de los sujetos que participan en las comunidades, porque cómo planteamos
más arriba la idea de autonomía va ligada a la construcción de una alternativa a lo
hegemónico, al paradigma dominante. Señalamos aquí, aunque sin intención de desarrollarlo
por la rigurosidad y la exhaustividad que demanda, que estamos trazando una concepción que
da cuenta de nuestra posición en cuanto a la forma de lograr la transformación de la sociedad,
y por tanto, esbozamos una sustancial diferencia entre el planteo del sujeto conducido hacia la
toma del poder que concrete una revolución y aquel que perfila un sujeto actor de ese proceso
revolucionario, que transforma su entorno a partir de la construcción de su propia
autonomía59.

¿Es la acción de instalar capacidades comunicacionales en el desarrollo comunitario lo que


representa hoy la realización del cambio?

Cuando hablamos de capacidad instalada 60 debemos profundizar el concepto para vincularlo


con las posibilidades de lo que puede y debe generar dicha capacidad instalada. Poder

59
Vale aquí la referencia tanto a la idea de autonomía en Castoriadis- de orden filosófico- ontológico- y la autonomía
que se desprende de la noción de transformación subjetiva en la matriz de pensamiento de Gramsci- más
eminentemente político. Castoriadis Cornelius “Autonomía y alienación” en La institución imaginaria de la
sociedad, Vol. I. Cap.II, Pág. 178. Ed.Tusquet. “La autonomía no es, pues, elucidación sin residuo y eliminación
total del discurso del Otro no sabido como tal. Es instauración de otra relación entre el discurso del Otro y el
discurso del sujeto.”

Gramsci, Antonio en Antología (Selección, traducción y notas de Manuel Sacristán), Biblioteca del
Pensamiento Socialista, Siglo XXI editores, Bs. As. 2009. En textos de los Cuadernos posteriores a 1931,
Relaciones entre ciencia- religión- sentido común. “Pero cuando el ‘subalterno’ se hace dirigente y responsable de la
actividad económica de masa, el economicismo se revela, en cierto momento, como un peligro inminente, y se
produce una revisión de todo el modo de pensar, porque ha ocurrido un cambio del modo social de ser. (…) Porque,
en el fondo, mientras que ayer el subalterno era una cosa, hoy no es ya un cosa, sino un persona histórica, un
protagonista, y mientras que ayer era irresponsable por ser solo ‘resistente’ a una voluntad ajena hoy siente que es
responsable porque ya no es resistente, sino agente por necesidad activo y emprendedor.”

60
Nos referimos a una noción recurrente en el marco del TAO de Comunicación Comunitaria que remite a las
cuestiones aprehendidas por una organización dónde se ha realizado un proceso de trabajo de campo, y se han puesto
en juego los saberes y las actitudes delineadas en el perfil que la cátedra propone para el comunicador comunitario.

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El comunicador comunitario y sus implicancias políticas: apuntes para la construcción de una identidad

construir junto a otros una herramienta consistente para operar en la realidad de una
organización o una comunidad es un trabajo interesante pero incompleto. El desafío, en
términos de generar una transformación que trascienda la utilización de una herramienta, es
poder visualizar las implicancias políticas de la utilización de esa herramienta. Es decir, no solo
lo que podemos lograr, sino cómo incide en lo social, como multiplico ese logro compartiendo
esa herramienta entre pares para generar un movimiento que se haga visible, sustancioso, que
aporte una nueva mirada, un nuevo relato, que tenga dinamismo- y no una matriz
metodológica estática que solo sirve a los fines de una organización en un momento
determinado sin explotar sus potencialidades.

En síntesis, creemos que la verdadera capacidad instalada es una herramienta que


conscientemente sirve a los fines de todos los demás puntos que venimos exponiendo:
autonomía, nuevas significaciones, transformación de nuestro entorno y construcción de un
nuevo relato para una nueva sociedad 61.

Estas son solo algunas preguntas, que apuntan a generar reflexiones por ahora incompletas e
inacabadas. La construcción de una alternativa de cambio es pensada cómo una cuestión
compleja que reviste múltiples posibilidades y diversos obstáculos. Si pudiéramos sintetizar en
algunos ejes algunas cuestiones que devienen de todo lo reflexionado y, en particular, de estas
últimas conclusiones inconclusas, plantearíamos que es necesario, al ejercer nuestro rol de
comunicadores comunitarios trabajar en el plano material y simbólico, colectivo y subjetivo.

En el plano material, con acciones concretas que planteen una intervención participativa, con
herramientas de diagnóstico exhaustivas para generar líneas de acción eficaces que apunten a
materializar los logros que se propone una organización. Y a partir de allí, su incidencia en el
ámbito de lo público, de la sociedad civil.

En el plano simbólico, reflexionando sobre la incidencia política de las realizaciones,


mostrando como la cristalización de ciertos logros implican un aporte a la construcción
democrática, a la visibilidad, a la posibilidad de ser actores de nuestra propia historia y
ejecutores de los cambios que influyen en la realidad de nuestra comunidad y de nuestra
sociedad.

En el plano colectivo, reconstruyendo el principio de solidaridad, retejiendo los vínculos


perdidos, rearmando el relato que vincula la noción de pueblo con la persecución de un
destino común con miras a la transformación social.

61
Gramsci, Antonio en Antología (Selección, traducción y notas de Manuel Sacristán), Biblioteca del
Pensamiento Socialista, Siglo XXI editores, Bs. As. 2009. En Democracia obrera, “La acción concreta de
construcción no nacerá sino de un trabajo común y solidario de clarificación, de persuasión, y de educación recíproca.
El Estado socialista existe ya potencialmente en las instituciones de la vida social características de la clase obrera
explotada. Relacionar esos institutos entre ellos, coordinarlos y subordinarlos en una jerarquía de competencias y de
poderes, concentrarlos intensamente, aún respetando las necesarias autonomías y articulaciones, significa crear ya
desde ahora una verdadera y propia democracia obrera en contraposición eficiente y activa al Estado burgués en todas
sus funciones esenciales de gestión y de dominio del patrimonio nacional. (…) El comité de barrio debería ser
emanación de toda la clase obrera que viva en el barrio, emanación legítima y con autoridad, capaz de hacer respetar
una disciplina, investida con el poder, espontáneamente delegado, de ordenar el cese inmediato e integral de todo el
trabajo en el barrio entero. (…) Este sistema de democracia obrera (completado por organizaciones equivalentes de
campesinos) daría forma y disciplina permanentes a las masas, sería una magnifica escuela de experiencia política y
administrativa, encuadraría a las masas hasta el último hombre, acostumbrándolas a la tenacidad y a la perseverancia,
acostumbrándolas a considerarse como un ejercito en el campo de batalla, el cual necesita una cohesión firme si no
quiere ser destruido y reducido a la esclavitud.”

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El comunicador comunitario y sus implicancias políticas: apuntes para la construcción de una identidad

En el plano subjetivo, aportando a la construcción de sujetos autónomos que participen en la


cimentación de lo social cómo producto de un juego de intersubjetividad, donde el discurso
propio articula con el discurso del otro en el reconocimiento de esa articulación y de sus
diferencias. Asumiendo que lo social y lo histórico se construye en esa dinámica de
identificación de la heteronomía62 para edificar la autonomía.

El transcurso de este ensayo sistematizando algunas cuestiones vinculadas a lo histórico


dentro de nuestro campo disciplinar, pretende dejar instalados algunos conceptos que
funcionen como marcos de análisis para nuestro desempeño actual como comunicadores y
que en una dinámica de interpelación hacia nuestra tarea recree nuevas significaciones.

Resurgen entonces, dos concepciones ya planteadas, la interpelación de la significación


histórica- cristalizada en el sentido militante/pre institucional- y el carácter instituyente que
muchas veces conlleva el ejercicio del rol del comunicador. Más todavía, este carácter
instituyente, lo pensamos constituido por cuestiones vinculadas a lo fenomenológico y a lo
mágmatico/poietico.

La interpelación que opera a través de estas situaciones que hemos descripto y estas
preguntas que hemos formulado, nos lleva en muchos casos a construir nuevas significaciones
en el desarrollo de nuestro rol profesional e intelectual, aparecen sentidos que estamos
instituyendo en el momento mismo que “ponemos el cuerpo” en nuestro trabajo, nuestra
intervención, nuestro proyecto. En esta institución aparece lo fenomenológico nuevamente, y
decimos nuevamente porque habíamos referido a esta forma ligada a lo fenomenológico
cuando describíamos la tarea de los sujetos, que en la conformación del campo ejercían el rol
de comunicadores. Allí hacíamos referencia a la asignación de sentido a la práctica sin una
racionalidad previa determinante. La diferencia, al pensar nuestro rol en la actualidad, es que
como sujetos formados en el ámbito universitario con una orientación específica- la
comunicación comunitaria- para actuar en estos contextos, estamos impregnados de ciertas
racionalizaciones que trabajamos en el ámbito de formación para nuestra profesionalización.
Estas formas racionales son interpeladas en la praxis, opera en la situación concreta de la
realización de la experiencia una percepción en acto, una sensibilidad que dispara la
configuración de un nuevo sentido posible.

Así también, apuntamos a la aparición de lo mágmatico/poietico porque en este mismo


movimiento podemos poner en juego significaciones que han estado rodeando las
significaciones instituidas, que han quedado por fuera de ese sentido instituido en otro
contexto- de allí lo magmático- y a la vez constituyen, en esa síntesis que realizamos en la
operación de institución significativa, un creación nueva donde aparece la potencialidad de lo
instituyente para hacer circular otras significaciones más acordes al contexto que transitamos-
de allí lo poietico-. Recuperando esa afirmación realizada en el párrafo anterior, acerca de
estar impregnados por las racionalizaciones, que vienen a ubicarse en el lugar de lo instituido,
también se hace necesario recuperar aquí la concepción de autonomía, ya que como sujetos
inmersos en la práctica solo podemos crear nuevos sentidos reconociendo las significaciones-
a través de las condiciones históricas, del vinculo con el otro y de nuestro propio discurso- que

62
Castoriadis Cornelius “Autonomía y alienación ” en La institución imaginaria de la sociedad, Vol. I. Cap. II,
Pág. 175. Ed.Tusquet. “Lo esencial de la heteronomía- o de la alienación, en el sentido general del término- en el
nivel individual es el dominio por un imaginario autonomizado que se arrogó la función de definir para el sujeto tanto
la realidad como su deseo”

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nos atraviesan para poder efectuar una suerte de discriminación entre lo dado y lo que
generamos como nueva significación.

Resulta interesante, para agregar a estas ideas que venimos planteando, que la interpelación
de la dimensión militante releva cierta forma no racional en la configuración del rol. Es decir,
las implicaciones del desarrollo profesional e intelectual contenidas en la dimensión política
del rol provienen, en todo caso, de racionalizaciones que se elaboran en el mundo académico y
en los ámbitos de intervención. Estas racionalizaciones conforman lo instituido.

Cuando esta significación instituida es interpelada, en este movimiento que recupera lo


fenomenólogico, lo mágmatico y lo poietico, aparecen valores, percepciones, emociones,
actitudes que no pueden ser fácilmente encuadradas dentro de esa racionalidad. Y todo esto,
irrumpe como fuerza instituyente que nos obliga a la redefinición, a la recreación de sentidos,
a la incertidumbre.

Por todo esto, nuestro campo disciplinar se mueve en un escenario de tensiones que lejos de
otorgarle un carácter informal, de presentarlo como un campo falto de madurez y desarrollo,
le brinda un signo de solidez, lo consolida cómo un campo diverso y rico en concepciones
teóricas, le aporta un sesgo innovador en tanto es un campo que asume las tensiones como
parte constitutiva, como forma de dinamizar su devenir, como una manera de construir un
posicionamiento político que lo aleje de matrices deterministas, de verdades absolutas y lo
acerque a lugares de creación en el plano subjetivo y en el plano colectivo para construir una
nueva sociedad.

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