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Atención integral urgente ante politraumatismos
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PRÓLOGO
UNIDAD DIDÁCTICA I.
PARTES BLANDAS
I. Biología y reparación de las heridas .................................................... 17
II. Heridas por arma blanca y armas de fuego .......................................... 33
III. Lesiones musculares, tendinosas, ligamentosas,
vasculares y nerviosas ......................................................................... 43
IV. Síndrome compartimental ................................................................... 57
V. Síndrome de aplastamiento .................................................................. 63
VI. Contusiones y hematomas ................................................................... 69
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UNIDAD DIDÁCTICA V.
MIEMBRO SUPERIOR
XVIII. Lesiones traumáticas de la cintura escapular, húmero,
codo, antebrazo, muñeca, mano y dedos ............................. 235
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UNIDAD DIDÁCTICA VIII.
ABDOMEN
XXXIX. Traumatismos y lesiones de víscera sólida o maciza ........ 501
XXXX. Lesiones traumáticas vasculares abdominales .................. 523
XXXXI. Rotura diafragmática y evisceración................................. 533
XXXXII. Contusión y rotura vesical ................................................ 537
UNIDAD DIDÁCTICA X.
MISCELÁNEA Y ESPECIALES
IL. Biomecánica de los accidentes de tráfico. Técnicas
de movilización e inmovilización de pacientes
con enfermedad traumática ............................................... 663
L. Analgesia, sedación y relajación del traumatizado
en urgencias ...................................................................... 673
LI. Técnicas de estricage, descarcelación, evacuación
y actuación con víctimas múltiples ................................... 687
LII. Asistencia prehospitalaria al politraumatizado ................. 701
LIII. Transporte asistencial, equipamiento, utilización
y mantenimiento del material de inmovilización,
transporte y asistencia ....................................................... 715
LIV. Síndrome de embolia grasa tras fráctura ósea.....................741
LV. Muerte cerebral tras traumatismo craneoencefálico...........747
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Autores y Centros
Coordinadores:
RAYA MOLES, José Alberto Doctor en Medicina Interna. Médico de
Emergencias Extrahospitalarias.
Granada.
Colaboradores:
Atención Integral Urgente
Autores ante Politraumatismos
y Centros
Autores y Centros
MARÍNACOSTA,
LORENTE PARRA, Antonio
Manuel Médico.
Servicio Jaén.
de Pediatría. Unidad de
Cuidados Intensivos Pediátricos.
MARTÍN CASTRO, Mª Carmen Médico
Hospitalde Emergencias Almería.
Torrecárdenas.
Extrahospitalarias. Granada.
MARÍN PARRA, Antonio Médico. Jaén.
MATA RAMOS, Agustín Auxiliar de Enfermería. Granada.
MARTÍN CASTRO, Mª Carmen Médico de Emergencias
MORILLO, Javier Médico.
Extrahospitalarias. Granada.
MUÑOZ
MATA HOYOS,
RAMOS, Antonio
Agustín Profesor Titular
Auxiliar de de Pediatría.
Enfermería. Servicio
Granada.
de Pediatría. Hospital Universitario.
MORILLO, Javier Granada.
Médico.
MUÑOZHOYOS,
MUÑOZ PARRA,Antonio
Fabiola Doctora
Profesor en Medicina.
Titular Especialista
de Pediatría. en
Servicio
Medicina Familiar
de Pediatría. y Comunitaria.
Hospital Universitario.
Residente
Granada. en Radiodiagnóstico.
Granada.
MUÑOZ PARRA, Fabiola Doctora en Medicina. Especialista en
PEÑA-TORO
OSTABALGIRELA, Joaquín
ARTIGAS, Isabel Médico
Médicodel
Medicina Servicioy Comunitaria.
intensivista.
Familiar de Urgencias del
Hospital General
Hospital Miguel
Residente Servet. de Motril.
Básico
en Radiodiagnóstico.
Granada.
Zaragoza.
Granada.
PÉREZ ARAGÓN,
PEÑA-TORO AnaJoaquín
GIRELA, Josefa Doctora en Servicio
Médico del Medicina.deGranada.
Urgencias del
Hospital General Básico de Motril.
PLAZA MORENO, Félix Médico de Emergencias
Granada.
Extrahospitalarias. Granada.
PÉREZ ARAGÓN, Ana Josefa Doctora en Medicina. Granada.
PLAZA MORENO, Félix Médico de Emergencias
Extrahospitalarias. Granada.
MUÑOZ PARRA, Fabiola Doctora en Medicina. Especialista en
Medicina Familiar y Comunitaria.
Residente en Radiodiagnóstico.
Granada.
UNIDAD DIDÁCTICA I
Partes blandas
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Biología y reparación de las heridas
CAPÍTULO I
BIOLOGÍA Y REPARACIÓN DE LAS HERIDAS
Mª Lourdes Callejas Herrera y Agustín Callejas Herrera
INTRODUCCIÓN
La curación y tratamiento de heridas, más aún en situación urgente, es un
capítulo importante del quehacer de los profesionales de la salud.
Los conocimientos necesarios para tratarlas, de forma óptima, avanzan y
cambian constantemente, porque se van conociendo, con mayor profundidad, los
mecanismos íntimos que intervienen en la reparación de las heridas y se va mejo-
rando la utilización de determinados medios terapéuticos.
ANATOMÍA DE LA PIEL
La piel está constituida por dos capas principales que son, de fuera adentro:
Epidermis, o epitelio superficial y dermis o corion, que es la capa de tejido con-
juntivo subyacente. Por debajo de la dermis hay un estrato de tejido conjuntivo, la
fascia superficial o hipodermis que, en muchas partes, está transformada en tejido
adiposo subcutáneo.
La piel forma una cubierta celular ininterrumpida por toda la superficie
externa del cuerpo y se especializa para formar ciertos apéndices o anejos cutá-
neos: pelo, uñas y glándulas.
Epidermis.
Tiene un grosor entre 0,07 y 0,12 mm. Está formada, de dentro afuera, por:
- Estrato basal: Capa de células que reposan sobre la lámina basal y la
dermis subyacente y que se llaman queratinocitos. Se dividen constan-
temente y van ascendiendo a niveles superiores de la piel a medida que
producen queratina. Esta capa es la responsable de la renovación de la
epidermis, lo que hace cada cuatro semanas aproximadamente.
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Biología y reparación de las heridas
Clínica.
Los síntomas característicos y constantes de toda herida tienen un carácter
local y se expresan por la triada de dolor, hemorragia y separación de los bordes.
a. Dolor: a consecuencia de la irritación ejercida sobre las terminaciones
nerviosas sensitivas. Consiste en una sensación de opresión brusca que
posteriormente se torna en quemazón muchas veces pulsátil y sincrónico
con los latidos cardíacos. Este dolor suele persistir hasta que la herida se
aísla del exterior por la aproximación de sus bordes. La intensidad del
dolor depende de la localización, siendo más intenso cuando la herida se
produce en áreas con mayor inervación sensitiva. También hay que decir
que son más dolorosas las heridas contusas que las incisas. Y las circuns-
tancias personales hacen que el umbral del estímulo nervioso capaz de pro-
ducir dolor varía con cada persona.
b. Hemorragia: es consecuencia de la rotura de los vasos implicados en el
área de la herida. Tendremos hemorragia arterial cuando la sangre es roja
rutilante y se expulsa intermitentemente en forma de chorro sincronizado
con los latidos cardíacos. Hablaremos de hemorragia venosa cuando la
sangre es de color oscuro, se emite sin presión y babeando constantemente
a través de la herida venosa. Si la sangre procede de los vasos capilares
tiene un color rojo, se extiende sin presión por toda la superficie lesio-
nada, adoptando un aspecto difuso, hablaremos entonces de hemorragia en
sabana.
Si la hemorragia aparece inmediatamente después de la acción traumática
recibe el nombre de primaria. Pero en ocasiones los trombos de oclusión
vascular sufren un proceso de lisis o se desprende dando origen a una
nueva hemorragia que se denomina secundaria.
c. Separación de los bordes de la herida: va a aparecer en los tejidos super-
ficiales y en los profundos. Su distancia es variable según la violencia
mecánica. Inicialmente se produce una separación temporal que depen-
derá de la dirección con la que actúa el agente etimológico. La separación
dependerá también de la tensión así como de la posición temporal del
paciente.
Cuando el agente traumático deja de actuar persiste inevitablemente un
cierto grado de separación entre los bordes tisulares es la denominada
separación permanente. Dicha separación varía sustancialmente con la
elasticidad específica de cada tejido.
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Biología y reparación de las heridas
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Biología y reparación de las heridas
encima de la lámina basal o bien, si esta ha sido destruida, por encima de una
lámina temporal.
Esta lámina temporal es producida por los propios queratinocitos del
estrato basal.
- Mitosis de las células del estrato basal.
Cuando se pierde el contacto con las células que van migrando por la
superficie de la herida, se producen nuevas mitosis en las capas de células del
estrato basal que tienden a cubrir el hueco dejado por las células anteriores, hasta
que consiguen unirse unas a otras sin solución de continuidad.
- Maduración de las nuevas células epiteliales.
Cuando las células del estrato basal se han unido, empiezan a madurar y
van ascendiendo por los diferentes estratos de la epidermis, regenerando ésta.
Aquí los desmosomas son los encargados de fijar unas células a otras firmemente
de nuevo.
TIPOS DE CICATRIZACIÓN
El desarrollo de un tejido de granulación sumado a la regeneración epite-
lial y a la contracción de la herida son los procesos responsables de la correcta
reparación de la misma.
Su curación quedará determinada por el cierre de la dehiscencia tisular, y
en el momento en que esta se produce se distinguen dos modalidades clínicas:
- Cicatrización por primera intención o primaria:
Es aquella en la que se produce un cierre precoz de la herida, uniendo sus
bordes de una manera estable y definitiva. Sucede cuando no existe ningún factor
que retarde o dificulte su unión permanente. Normalmente se da en heridas lim-
pias, con escasa pérdida de sustancia, de bordes limpios y poco evolucionada en
el tiempo. La cicatrización ocurre en un breve periodo de tiempo, normalmente
días, y el resultado estético y funcional suele ser bueno.
- Cicatrización por segunda intención o secundaria:
Es aquella en la que se produce un cierre tardío de la herida, permane-
ciendo esta abierta o con sus bordes separados hasta que alcance el final del pro-
ceso reparador. Este tipo de cicatrización es debido a que la herida está infectada,
es compleja o ha tenido una evolución larga en tiempo.
Dejan cicatriz de mayor tamaño con recubrimiento epitelial más frágil y
sensible.
Hay que tener en cuenta que dentro de la cicatrización por segunda inten-
ción puede ocurrir la denominada curación subscostrácea. Ocurre cuando las
actividades reparadoras de la herida, incluida la epitelización, tienen lugar debajo
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de una costra formada por el coágulo de fibrina y los exudados. De tal manera que
cuando la costra se elimina espontáneamente aparece un espacio muerto entre
costra y tejido, donde se acumulan los exudados o proliferan los gérmenes, no
obteniéndose una curación definitiva.
FACTORES QUE INFLUYEN EN EL PROCESO DE CICATRIZACIÓN
Factores locales.
a. Riego sanguíneo local, resulta decisivo, porque permite el suminis-
tro estable de las necesidades de oxígeno que se encuentran aumentadas
durante la reparación tisular. Es por eso que cualquier circunstancia de
isquemia local que ocasione una disminución en la tensión parcial del oxí-
geno a nivel tisular impide o dificulta la curación normal de la herida. Es
por ello que su evolución en zonas muy vascularizadas es muy favorable.
b. La infección, es el factor que con mayor frecuencia y gravedad origina
retrasos en la curación de heridas, porque inhibe la formación de tejido
conjuntivo nuevo y prolonga la fase catabólica de reparación. Su aparición
muchas veces es favorecida por otros factores locales nocivos.
c. La tensión y reposo sobre la herida; las tensiones mecánicas y presio-
nes sobre la herida provoca en las paredes de los vasos su colapso. De tal
manera que esta isquemia local resulta negativa para la curación. Deben
evitarse por esto suturas a tensión, apósitos demasiado compresivos y es
aconsejable el reposo en los primeros días del proceso reparador.
d. El tamaño de la herida; extensas pérdidas de sustancia ofrecen una
importante superficie cruenta, que cicatrizando muchas veces por segunda
intención, tardará más tiempo en alcanzar su normalidad biológica.
e. Cuerpos extraños, acúmulos líquidos, espacios muertos y restos necró-
ticos; son obstáculos físicos que dificultan el proceso de reparación. Estos
elementos además prolongan la fase catabólica y favorecen la infección al
exigir para ellos la actividad fagocítica.
f. Tipo de cura; las curas mal realizadas, ya sean por falta de asepsia o por
utilización incorrecta de fármacos o antisépticos, entorpecen la cicatriza-
ción, ya que dañan el nuevo tejido de granulación. Así como todos los pro-
ductos antibacterianos disminuyen la multiplicación celular fibroblástica y
epitelial, cuando se aplican localmente en la herida con lo que dificultan la
curación.
Factores generales.
a. Alteraciones nutricionales.
Todos los estados de malnutrición retrasan la curación de las heridas, pero
aquellas carencias en que el retraso es aún mayor son:
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BIBLIOGRAFÍA
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Heridas por alma blanca y armas de fuego
CAPÍTULO II
HERIDAS POR ARMA BLANCA Y ARMAS DE FUEGO
Mª Socorro Sánchez Muñoz, Félix J. Hoyo Rodríguez, Rafael Sánchez Muñoz
y Paula de Rus Mendoza
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dos. Dependiendo del grosor de la punta la herida será más limpia o por el con-
trario mostrará más desgarros.
Las heridas producidas por este tipo de objetos mostrarán un orificio de
entrada proporcionados al objeto, un trayecto más o menos largo y un orificio de
salida si traspasa por completo una zona del cuerpo.
El orificio de entrada en los instrumentos finos que no sobrepasan la capa-
cidad elástica de la piel queda reducido a un punto rojizo o rosáceo que desapa-
rece a los pocos días. La levedad del orificio no orienta hacia el pronóstico de la
herida, ya que pueden verse afectados órganos importantes. Las complicaciones
infecciosas pueden agravar el pronóstico.
Las heridas producidas por instrumentos más gruesos que en su acción
sobrepasan la capacidad elástica de los tejidos, originan orificios de entrada con
forma de ojal con la longitud mayor condicionada por la dirección de las fibras
elásticas de la dermis cutánea. Esta dirección y forma cumple las leyes de Filhos
y de Langer.
- Leyes de Fillhos:
1. La lesión producida por un arma cilindrocónica simula la producida por
un arma plana de dos filos.
2. En una región determinada, las lesiones producidas por este tipo de arma
tienen siempre la misma dirección, mientras que las producidas por armas
cortopunzantes pueden presentar diferentes direcciones.
- Ley de Langer:
Cuando un instrumento punzante lesiona un punto en el cual convergen
diversos sistemas de fibras de dirección divergente, la herida toma una
forma triangular o en punta de flecha.
El conocimiento de estas leyes tiene un notable interés médico-legal para
la identificación del objeto responsable de la lesión.
El trayecto de las heridas punzantes forma un canal que atraviesa los dis-
tintos tejidos. La forma del canal vendrá determinada por las diferentes elastici-
dades, cumpliendo así las mismas condiciones que el orificio de entrada.
El orificio de salida es más irregular pues la piel sufre un estallido produ-
ciendo fisuras y roturas atípicas. En instrumentos cilindrocónicos el orificio de
salida en menor que el de entrada.
El pronóstico de este tipo de heridas vendrá condicionado por dos factores
fundamentales: La infección y/o la afectación de órganos vitales.
Heridas por armas cortantes.
Los instrumentos cortantes son aquellos que presentan una hoja de poco
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Heridas por alma blanca y armas de fuego
grosor y sección triangular con uno de los ángulos muy agudo formando el filo.
Como ejemplos de instrumentos cortantes tenemos los cuchillos, navajas, bistu-
rís, trozos de vidrio, etc.
Mecanismo de acción y características.
Estos instrumentos actúan por el filo que penetra en los tejidos a modo de
cuña y los divide produciendo soluciones de continuidad. El corte se facilita con
la oblicuidad de objeto y por el deslizamiento asociado.
Las heridas producidas por armas blancas cortantes se pueden clasificar en
cuatro tipos básicos:
1. Heridas lineales. Son las que se producen al penetrar el instrumento de
forma perpendicular a la piel produciendo una solución de continuidad. La
herida tiene forma de óvalo alargado. Los bordes son regulares y limpios
presentando una separación proporcional a la retracción de los tejidos que
dependerá a su vez de la dirección de las fibras elásticas. Mas retracción en
las heridas cortantes perpendiculares a la dirección de las fibras elásticas.
Los extremos, también llamados colas, suelen ser más superficiales, siendo
generalmente la más larga la última producida en el corte. La profundidad
de la herida nos determinará el tamaño de las paredes que confluyen en un
vértice inferior. Suelen ser lisas y regulares, pero si el corte ha interesado
distintos tejidos, con distintas elasticidades, la pared podrá presentarse de
forma desigual. La piel y el músculo se separan mucho, el tejido fibroso,
cartilaginoso, hepático y esplénico se separan poco.
2. Heridas en colgajo. Son las producidas por armas que penetran oblícua-
mente quedando unos de los bordes cortado en bisel obtuso y el otro for-
mando una lámina o colgajo de sección triangular con el borde muy fino.
3. Heridas mutilantes. Se producen cuando el instrumento corta una parte
saliente del cuerpo dando lugar a la separación completa.
4. Heridas incisas atípicas. En este grupo se incluirán todas las heridas
que producidas por instrumentos cortantes presenta una morfología que no
se ajusta a los anteriores tipos. Destacaremos las rozaduras, irregulares en
caso de falta de filo en el arma, etc.
El pronóstico es muy variable y dependerá del instrumento, de la fuerza
aplicada y de la región que afecta. La complicación más frecuente es la
hemorragia, pues la limpieza de los bordes hace que no aparezca retracción
en los vasos, lo que facilita el sangrado. Como complicación tardía desta-
cará la infección.
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Lesiones musculares, tendinosas, ligamentosas, vasculares y nerviosas
CAPÍTULO III
LESIONES MUSCULARES, TENDINOSAS,
LIGAMENTOSAS, VASCULARES Y NERVIOSAS
Antonio Marín Parra, Mª Socorro Sánchez Muñoz, Félix J. Hoyo Rodríguez
y Rafael Sánchez Muñoz
LESIONES MUSCULARES
Los traumatismos musculares se producen generalmente en el ambiente
deportivo. Las lesiones pueden producirse en la parte muscular, propiamente
dicha, o en la tendinosa.
El tejido muscular puede lesionarse por tres tipos de fuerzas mecánicas:
- De compresión: Los tejidos blandos son capaces de soportar y absorber
las fuerzas de compresión; sin embargo, cuando estas sobrepasan una
cierta energía y la fuerza es excesiva, pueden aplastar a estos tejidos. Si
este exceso de fuerza se produce de forma aguda da lugar a la contusión.
Si la fuerza de compresión a nivel submáximo se mantiene durante cierto
tiempo comienza a producir el deterioro de una zona determinada.
- De tensión: Son las que distienden y alargan los tejidos. Si estos sufren
un estiramiento más allá de su capacidad pueden sufrir un desgarro o
rotura. Es la causa de rotura muscular más frecuente en el deporte. Los
músculos que más se afectan son los de las extremidades inferiores, sobre
todo el cuádriceps, tríceps sural, aductores y los isquiotibiales.
- De cizallamiento: Son fuerzas que actúan en dirección perpendicular a la
organización de las fibras del tejido conectivo. Igualmente que en las otras
fuerzas, cuando se supera la resistencia intrínseca del tejido, se produce la
lesión.
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Lesiones musculares, tendinosas, ligamentosas, vasculares y nerviosas
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Miositis osificante: Sobre un músculo que pegue al hueso y que sufra una
inflamación crónica, se producen a veces depósitos rápidos de mineral semejante
al hueso, son calcificaciones ectópicas que remiten en 9-12 meses si no se repiten
las lesiones, o que calcifican por completo, necesitando entonces de la extirpa-
ción quirúrgica, no habiendo peligro de recidiva. Las dos localizaciones más fre-
cuentes son en el muslo (músculo cuádriceps) y en el brazo (músculo braquial).
También pueden producirse calcificaciones en los tendones, es lo que se llama
tendinitis osificante.
Atrofia: Es la pérdida de tejido muscular por inactividad, inmovilización o
pérdida de estimulación nerviosa.
Contractura muscular: Es el acortamiento anormal de un músculo acom-
pañado de una gran resistencia al estiramiento.
LESIONES TENDINOSAS
La resistencia de los tendones es el doble de la del músculo correspon-
diente. La rotura se produce al sobrepasar el límite fisiológico, generalmente al
aumentar su longitud entre un 6 y un 8%. Los lugares más comunes de rotura
músculotendinosa suelen ser en el vientre muscular, en la unión músculotendi-
nosa o en la inserción ósea. Al aumentar la elongación por una tensión anormal y
constante se produce una infiltración de tejido conectivo. Durante las fases preco-
ces de la preparación física y durante la inmovilización de una parte del cuerpo se
produce una resorción del tejido conectivo con debilitamiento del tendón, que se
vuelve más susceptible a las lesiones, de ahí la necesidad de un programa gradual
de entrenamiento y una movilización precoz durante la rehabilitación.
La roturas totales se producen más en adultos (deportistas veteranos). La
más frecuente es la rotura del bíceps braquial, que se da sobre todo en individuos
entre 50 y 65 años y con antecedentes de patología articular degenerativa (periar-
tritis escápulohumeral). Presenta el signo de la bola caída, hay una tumoración
blanda e indolora que se retrae hacia el codo al efectuar una flexión activa con-
trarresistencia. Ocurre con mínimos esfuerzos y puede pasar desapercibida.
Otra rotura frecuente es la del tendón del cuádriceps, con desinserción
completa del tendón del polo superior de la rótula. Se observa una depresión
suprarrotuliana y se hace imposible la extensión activa de la rodilla.
La rotura subcutánea del tendón de Aquiles se produce por una contrac-
ción brusca contrarresistencia de los músculos de la pantorrilla. Sobre todo se da
en individuos de más de 40 años que practican deportes ocasionales sin entrena-
miento. Suele asentar la rotura en la unión músculotendinosa. Es típico el signo
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Lesiones musculares, tendinosas, ligamentosas, vasculares y nerviosas
del hachazo, que consiste en que se palpa un surco transversal con desaparición
del relieve del tendón. El paciente refiere un dolor vivo en la cara posterior del
tobillo, como una pedrada. Hay imposibilidad de ponerse de puntillas.
LESIONES LIGAMENTOSAS
Por formar parte de las articulaciones sinoviales las trataremos juntamente
con los demás elementos de estas articulaciones, es decir, la cápsula articular,
membrana sinovial y líquido sinovial y el cartílago articular.
Los tejidos capsular y ligamentoso se encargan de mantener la integridad
anatómica y el alineamiento estructural de las articulaciones sinoviales. Su com-
posición es similar a la de los tendones.
El cartílago articular tiene tres funciones básicas: Control del movimiento
articular, contribuir a la estabilidad articular y transmisión de cargas de una forma
suave y uniforme.
Mecanismos de lesión.
Igualmente que en los músculos y los tendones, las lesiones se producen
cuando los traumatismos, agudos o crónicos, superan la respuesta protectora
normal de las articulaciones sinoviales. Las tres fuerzas mecánicas principales
implicadas son: Tensión, cizallamiento y compresión. Dentro de las fuerzas de
tensión se incluyen las de torsión.
La compresión o tensión constantes dan lugar a un deterioro de los liga-
mentos y tejido capsular, mientras que la compresión y tensión intermitentes
aumentan con el tiempo su resistencia global, especialmente en los puntos de
inserción ósea. El cartílago articular se puede dañar cuando no transmite adecua-
damente las cargas aplicadas, predisponiendo a la articulación a cambios degene-
rativos.
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Lesiones musculares, tendinosas, ligamentosas, vasculares y nerviosas
Artritis traumática.
Se deben generalmente a microtraumatismos. El traumatismo repetido de
las superficies articulares da lugar a un engrosamiento del hueso y sinovial con
dolor, espasmo muscular y crepitación articular con el movimiento. Los depor-
tistas con una lesión inmovilizada incorrectamente, o aquellos que vuelven al
deporte antes de que se haya producido una reparación completa, pueden desa-
rrollar con el tiempo una artritis.
LESIONES VASCULARES
Frecuencia.
A lo largo de la historia, las guerras y los actos de terrorismo han sido, prin-
cipalmente, los acontecimientos donde se producen con más frecuencia los trau-
matismos vasculares. Fuera de estos casos, en la práctica civil, son los accidentes
laborales, accidentes domésticos, accidentes de tráfico, aumento de la delincuen-
cia y violencia urbanas y los intentos de suicidio los causantes de este tipo de
lesiones. También hay un porcentaje bajo de lesiones vasculares yatrogénicas
debido al incremento de exploraciones y terapéuticas endovasculares.
Las zonas donde se producen con más frecuencia estas lesiones son el codo
y, sobre todo, la rodilla, zonas en las que las estructuras vasculares están mas
expuestas.
En un 33% de los casos, junto a las lesiones arteriales, suele haber afecta-
ción venosa, lo que complica más el problema.
Mecanismos lesionales.
Básicamente hay dos tipos: Directos, resultado de la agresión de un agente
traumático exterior, e indirectos, cuando la lesión vascular es secundaria a una
lesión osteoarticular de proximidad, como una elongación exagerada por luxa-
ciones o fracturas-luxaciones. También son mecanismos indirectos el espasmo
arterial traumático y las lesiones por desaceleración típicas del istmo aórtico que
pueden ser provocadas por accidentes de tráfico (choques frontales sin cinturón
de seguridad) o precipitaciones.
Los fenómenos lesionales elementales que se pueden producir son: Com-
presión, tracción, desinserción, desgarro y ruptura.
Hay dos tipos de lesiones arteriales:
- Incisocortantes, que a su vez tiene tres grados:
* I: Hay lesión incompleta de la pared arterial. La luz del vaso y la pared
interna están indemnes. Se corre el riesgo de la rotura tardía de la pared o
en la formación de un aneurisma.
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Lesiones musculares, tendinosas, ligamentosas, vasculares y nerviosas
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Atención integral urgente ante politraumatismos
Diagnóstico.
El diagnóstico de los traumatismos arteriales se concreta generalmente
en la hemorragia externa, la hemorragia interna o la hemorragia de un órgano
especifico con la presencia de shock hipovolémico, o bien en la presencia de un
síndrome de isquemia aguda con frialdad, palidez, dolor, impotencia funcional
y ausencia de pulsos distales. En cuanto a las exploraciones complementarias
la técnica de elección para disipar las dudas clínicas y precisar la naturaleza y
localización de las lesiones es la arteriografía. Esta no debe hacerse sistemática-
mente. Si la lesión vascular es obvia, debe intervenirse rápidamente sin realizar
una arteriografía, ya que la demora puede ser fatal. Sí se hará en pacientes ya
estabilizados con sospecha de lesión arterial.
Hay que tener en cuenta los siguientes puntos:
- La prontitud en el diagnóstico es la mejor garantía para un pronóstico
favorable; más vale una prueba en blanco que pasar por alto una lesión
arterial.
- Todo miembro traumatizado debe ser sometido a una exploración rigu-
rosa y comparativa.
- Todo traumatismo cerrado de elevado riesgo (rodilla sobre todo), toda
herida de partes blandas junto a un eje vascular, deben ser vigiladas escru-
pulosamente, y, a la menor duda, realizar una arteriografía.
- Todo politraumatizado debe ser examinado en la totalidad, no solo en las
lesiones más aparentes.
- La ausencia de pulso debe ser interpretada, mientras no se demuestre lo
contrario, como lesión arterial. No debe atribuirse a vasoespasmo.
- La sola presencia de pulso no excluye la lesión arterial.
Aunque se ha tratado con preferencia de las lesiones arteriales, casi todo
lo dicho se puede aplicar a las lesiones venosas. La hemorragia venosa suele ser
controlable, sobre todo en las extremidades, pero la lesión de la pared del vaso
es un factor determinante de tromboembolismo. La introducción de aire, grasa
u otros materiales en la luz del vaso pueden dar lugar a una embolización en el
territorio pulmonar. Ya que las venas acompañan a las arterias en su recorrido, es
frecuente encontrar lesiones mixtas que hay que reparar conjuntamente.
Actitud terapéutica.
Es prioritario ante todo conseguir un buen pronóstico vital y preservar la
viabilidad y funcionalidad del miembro. Son objetivos de la asistencia:
1. Evitar el peligro de anemia aguda o muerte:
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Lesiones musculares, tendinosas, ligamentosas, vasculares y nerviosas
- Hemostasia.
- Restablecimiento de la volemia.
- Tratamiento del shock.
2. Reconstruir el sector vascular lesionado.
En caso de sospecha de lesión vascular el médico debe:
- Revisar las férulas de inmovilización.
- Reevaluar la alineación de fracturas.
- Reevaluar la perfusión distal.
Si la perfusión distal permanece anormal, es urgente consultar con el ciru-
jano vascular inmediatamente.
Como guía de primeros auxilios tenemos:
1. Compresión digital de la arteria.
2. Vendaje aséptico compresivo sobre la hemorragia.
3. No elevar el miembro.
4. No calentar ni enfriar, sino proteger la extremidad.
5. Antibióticos.
6. No inmovilizar con yeso.
7. Remitir a la unidad especializada más próxima.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
Clínica.
Se deben explorar la función motora y la sensibilidad de cada nervio peri-
férico en busca de pérdida de su función (ausencia de contracción o debilidad/
hipoestesia o anestesia). Hay que tener en cuenta que la pérdida de la función
nerviosa puede deberse también a una lesión vascular o a un síndrome compar-
timental.
Pasamos a ver la clínica de las lesiones de los principales nervios periféri-
cos:
Nervio circunflejo o axilar (C5-C6): Puede lesionarse en heridas penetran-
tes del hombro, fracturas y luxaciones escápulohumerales. La parálisis del nervio
incapacita la abducción del hombro. Hay una atrofia del músculo deltoides y el
hombro pierde su contorno redondeado.
Nervio torácico largo o serrato mayor (C5-C7): Inerva el músculo serrato
mayor y mueve la escápula hacia afuera y adelante. La parálisis aislada casi siem-
pre es por un traumatismo agudo (caída de motoristas o ciclistas sobre su hombro
al salir despedidos). También se lesiona por sobreesfuerzos en ciertas ocupacio-
nes que requieren el levantamiento de grandes pesos (traslado de muebles) o
que obligan a trabajar con los brazos en alto (pintores, yeseros, etc.). Al levantar
el brazo hacia adelante la escápula se despega del tórax como una aleta, produ-
ciendo la llamada escápula alada.
Nervio radial (C6-C8 y D1): Es fundamentalmente un nervio motor encar-
gado de la inervación del tríceps, supinadores y de los extensores de la muñeca,
dedos y pulgar. Es pues el nervio del que depende la extensión del codo, de la
muñeca y de los dedos. Es relativamente frecuente su lesión por traumatismos
directos o indirectos (uso de muletas, yeso braquial poco almohadillado, etc.). La
lesión característica de la parálisis radial es la mano caída. La mano cae péndula
y no puede ponerse en aducción, ni abducción, ni supinación, ni extenderse. La
pérdida sensitiva es escasa y se limita a la cara dorsal del pulgar y del índice.
Nervio mediano (C6-C8 y D1): Es un nervio mixto. Inerva los músculos
pronadores del antebrazo y flexores de la muñeca y dedos, y los músculos de
la eminencia tenar. Las causas de lesión son múltiples: Fracturas del antebrazo,
fracturas supracondíleas y luxaciones del codo. En la mayoría de los casos el
nervio es lesionado en la muñeca a raíz de una tentativa de suicidio o al cor-
tarse con un cristal en un accidente. En los casos de cierta duración se hace muy
patente la atrofia de la eminencia tenar debido a la pérdida del relieve muscular
del abductor corto y oponente del pulgar. El pulgar tiende a colocarse en el mismo
plano al del resto de los dedos en una actitud semejante a la del pulgar del mono
54
Lesiones musculares, tendinosas, ligamentosas, vasculares y nerviosas
(mano de simio). Los trastornos motores son: Incapacidad para cerrar el puño,
principalmente para el índice y pérdida de la capacidad el pulgar a los demás
dedos, es decir con el pulgar no se puede tocar el pulpejo de los otros dedos. Se
nota esta dificultad al intentar escribir, coser, etc. Los trastornos sensitivos son
anestesia de la palma de la mano, en sus dos tercios externos, anestesia de los tres
primeros dedos y mitad externa del cuarto.
Nervio cubital (C8 y D1): Puede lesionarse en el codo o a la altura de la
muñeca (tentativas de suicidio). La actitud de la mano es característica: Los dos
últimos dedos de la mano presenta la primera falange hiperextendida y las otras
dos semiflexionadas; los dos dedos citados están abiertos en abanico (garra cubi-
tal). Existe atrofia marcada de la eminencia hipotenar y de la musculatura inte-
rósea, principalmente la que está entre el pulgar y el índice, dando un aspecto de
mano en esqueleto. El trastorno motor consiste en incapacidad de los dos últimos
dedos para flexionarse sobre la palma y juntarse entre si. El pulgar no realiza bien
la aducción. Fallan los movimientos de aproximación y separación de los dedos
entre sí. El trastorno sensitivo afecta la cara dorsal y palmar de la mitad interna
de la mano y el clásico dedo y medio (meñique y mitad interna del anular).
Nervio crural o femoral (L2-L4): Es el nervio motor del psoas ilíaco
(flexor de la cadera), del cuádriceps femoral (extensor de la rodilla) y del sarto-
rio, y el sensitivo de la cara anterior del muslo y de la cara interna de la pierna
y del pie (nervio safeno). En la parálisis es imposible extender la pierna, lo que
supone una dificultad para subir escaleras o caminar por una pendiente.
Nervio ciático mayor (L4-S3): Es la rama terminal del plexo sacro y es
el nervio de mayor calibre de nuestro organismo. Inerva los músculos rotadores
externos del muslo (géminos, obturador interno, cuadrado femoral) y flexores de
la rodilla (bíceps femoral, semimembranoso y semitendinoso). En la mitad de la
rodilla se divide en los nervios ciático poplíteo externo y ciático poplíteo interno.
La parálisis se produce por lesiones a nivel de la cadera o pelvis (luxación, fractura-
luxación, tumores pélvicos, etc.), y se presenta con caída del pie (steppage), aunque
esta es menos acentuada que en la lesión aislada del ciático poplíteo externo, ya
que el antagonista flexor también está paralizado. Los trastornos tróficos y vaso-
motores (cianosis, úlceras por decúbito, etc.) están muy acentuados.
Nervio ciático poplíteo externo o peroneo (L4-S2): Es la más pequeña de
las dos ramas terminales del ciático. Inerva a los dorsiflexores del pie. El área
sensitiva corresponde a la cara externa y posterior de la pierna y el dorso del pie.
Su lesión impide la dorsiflexión del pie y de los dedos. Provoca la caída del pie,
que cuelga con la punta en ligera supinación (pie equinovaro) con los dedos lige-
ramente flexionados. Al andar se arrastra la punta del pie por el suelo.
55
Atención integral urgente ante politraumatismos
BIBLIOGRAFÍA
56
Síndrome compartimental
CAPÍTULO IV
SÍNDROME COMPARTIMENTAL
Antonio Marín Parra, Mª Socorro Sánchez Muñoz y Félix J. Hoyo Rodríguez
DEFINICIÓN
El SCA es el conjunto de signos y síntomas secundarios al aumento de la
presión en una celda fascial de un miembro. Consiste en el compromiso funcional
y circulatorio que aparece en los espacios hísticos cerrados (compartimentos) que
alojan los músculos correspondientes, troncos nerviosos y vasos, como conse-
cuencia de un aumento de presión intracompartimental. La presión normal en los
tejidos suele ser menor de 10 mm Hg. El flujo sanguíneo capilar se obstaculiza
en el compartimento con presiones mayores de 20 mm Hg, y si estas presiones
pasan de 30-40 mm Hg se afectan los músculos y nervios, que corren el peligro
de necrosis isquémica.
De los tejidos intracompartimentales, el muscular es el más sensible,
seguido del nervioso. Las arterias, arteriolas y colaterales no se afectan en prin-
cipio con las presiones antes indicadas, pero sí los capilares y los vasos nutricios,
con lo que se compromete el riego sanguíneo de los tejidos que de ellos depen-
den, entrando en isquemia y en necrosis si no se corrige de inmediato.
Cuando el aumento de presión intracompartimental llega a comprometer
el flujo sanguíneo de los vasos principales, con la consiguiente disminución de
los pulsos distales, ya se habrá producido la necrosis muscular. La secuela más
importante del SCA es la contractura isquémica de Volkman, que consiste en alte-
raciones cutáneas, neurológicas y musculares severas y permanentes.
57
Atención integral urgente ante politraumatismos
LOCALIZACIONES
En los miembros hay celdas aponeuróticas que delimitan compartimentos:
1.- En el miembro superior:
• Compartimentos del brazo:
o Deltoideo
o Anterior
o Posterior.
• Compartimentos del antebrazo:
o Volar
o Lateral
o Posterior
• Compartimentos de la mano:
o Palmar medio
o Tenar
o Hipotenar.
En la extremidad superior las localizaciones típicas son los compartimen-
tos palmar (o volar) y dorsal del antebrazo. También hay varios comparti-
mentos intrínsecos en la mano.
El síndrome compartimental volar del antebrazo presenta debilidad de la
flexión de los dedos y muñeca, dolor a la extensión de los dedos y muñeca,
hipoestesia de la cara volar de los dedos y tensión en la aponeurosis volar
del antebrazo.
2.- En el miembro inferior:
• Compartimentos del muslo:
o Glúteo.
o Iliaco.
o Anterior
o Posterior
• Compartimentos de la pierna:
o Lateral
o Posterior profunda
o Posterior superficial
• Compartimentos del pie:
o Anterior.
o Lateral
o Medial
58
Síndrome compartimental
ETIOLOGÍA
1. Disminución de tamaño del compartimento por cierre de defectos apo-
neuróticos, vendajes ceñidos, presión externa local, quemaduras y conge-
laciones.
2. Aumento del contenido del compartimento, que puede ocurrir por:
- Hemorragia por lesión vascular importante o secundarias a un tras-
torno hemorrágico.
- Permeabilidad capilar aumentada por tumefacción postisquémica,
ejercicio, traumatismo, quemaduras, drogas intraarteriales o cirugía
ortopédica.
- Presión capilar aumentada por ejercicio o por obstrucción venosa.
- Hipertrofia muscular.
- Infusión fuera de la vena.
- Aplicación de tracción excesiva en la unión de los fragmentos de una
fractura.
La causa más frecuente es el traumatismo directo que ocasiona hemorragia
y edema. Pueden ser causados por aplastamiento, fracturas cerradas o abiertas,
compresión mantenida en la extremidad de un paciente comatoso, o bien después
de restaurar la perfusión sanguínea en una extremidad previamente isquémica.
Independientemente de la causa, al aumentar la presión en los tejidos
dentro de un compartimento, entran en acción por lo menos tres mecanismos que
deterioran la circulación local: Caída de la presión de perfusión, cierre arteriolar
y vasoespasmo reflejo; traduciéndose en parestesias, paresias y necrosis muscular
59
Atención integral urgente ante politraumatismos
CLÍNICA
Los síntomas y signos del síndrome compartimental son:
- Dolor al estiramiento muscular pasivo, que es característico.
- Disminución de la sensibilidad de los nervios que atraviesan el comparti-
mento afectado. Hay que estudiar cada nervio mediante la discriminación
de dos puntos y el tacto fino, porque ambas modalidades son más sensibles
que el pinchazo común con aguja.
- Tumefacción tensa de la zona. Es importante la palpación de cada com-
partimento porque la tensión es un signo específico de síndrome compar-
timental. Hay que abrir el vendaje y el yeso para captar bien este signo.
En caso de estar la piel caliente y roja habrá que pensar en celulitis o
tromboflebitis.
- Debilidad o parálisis de los músculos afectados.
- La aparición de dolor, síntomas sensoriales o debilidad muscular exige
un examen completo para descartar síndrome compartimental; como este
suele ser progresivo, en los casos dudosos conviene hacer exámenes fre-
cuentes, apuntando la hora y los hallazgos de cada examen, y si el riesgo de
síndrome compartimental es grande, hay que considerar la descompresión
profiláctica.
- El pulso periférico puede ser normal aunque haya síndrome comparti-
mental. Si es anormal, hay que pensar en oclusión de una gran arteria o en
síndrome compartimental.
- Hay varias formas de medir la presión del tejido: El método de la infusión
o el de la mecha, que son más exactos, y la técnica de la inyección, que es
más sencilla, pero menos segura. Las presiones mayores de 40 mm Hg son
muy sugestivas de síndrome compartimental, aunque hay que tener muy
en cuenta los antecedentes del paciente y los resultados de los exámenes
reiterados para establecer el diagnóstico correcto y el programa terapéutico
adecuado.
TRATAMIENTO
Debe hacerse descompresión de los compartimentos afectados antes de las
6 horas desde la aparición de los síntomas: Retirar los vendajes constrictivos.
60
Síndrome compartimental
PROFILAXIS
Lo mejor es prevenir. Para ello se hará una historia clínica y exploración
de las fracturas fijándonos en la exploración nerviosa, vascular y muscular. Se
reducirán y se fijarán las fracturas sin mucha manipulación. Se hará una correcta
colocación de drenajes y yesos y durante las primeras 48 horas se vigilará: pulsos
distales a la fractura, movilidad, dolor y drenaje venoso.
61
Atención integral urgente ante politraumatismos
BIBLIOGRAFÍA
62
Síndrome de aplastamiento
CAPÍTULO V
SÍNDROME DE APLASTAMIENTO
Rafael Ceballos Atienza e Isabel Ostabal Artigas
INTRODUCCIÓN
Denominado también crush syndrome, anuria postraumática o síndrome
de Bywater, es una entidad que aparece por la compresión física de materiales
sobre regiones del organismo donde existen masas musculares importantes. Esto
condiciona una forma de shock asociada frecuentemente a insuficiencia renal
aguda parenquimatosa debida a rabdomiolisis y mioglobinuria.
A pesar de un correcto tratamiento fallecen, en las formas más graves, el
50-60% de los afectados.
En el siguiente capítulo (VI) se completan y amplían diferentes aspectos
de este síndrome.
FISIOPATOLOGÍA
En la génesis de esta entidad intervienen dos tipos de factores:
Factores generales.
En respuesta a cualquier traumatismo se ponen en marcha una serie de
mecanismos hormonales (aumento de los niveles plasmáticos de ADH, catecola-
minas y esteroides suprarrenales a través del eje hipotálamo-hipofisario-suprarre-
nal), que condicionan una disminución del flujo plasmático renal, con reducción
del filtrado glomerular, aumento de la reabsorción de agua y sodio e incremento
de la eliminación de potasio.
63
Atención integral urgente ante politraumatismos
Factores locales.
En la zona de compresión se producen, aparte de daños diversos (heridas,
fracturas...), lesiones vasculares mixtas que determinan isquemia de dicha zona,
resultando un metabolismo anaerobio local que genera una acidosis con acúmulo
de ácido láctico.
Asimismo, la liberación de productos circulantes del músculo destruido
(hemoglobina, mioglobina...) favorece esta acidosis.
La hipoxia y la acidosis condicionan vasodilatación en toda la región afec-
tada.
La descompresión brusca de la zona aplastada produce éstasis y plasmafé-
resis, generando un intenso edema que puede conducir a la instauración de un
shock hipovolémico, acentuándose aún más el fallo renal por necrosis tubular
antes descrito.
Por otro lado, el paso a la circulación general de los pigmentos muscula-
res liberados y sus catabolitos determinan, si no hay una buena diuresis, obstruc-
ción de los túbulos renales, instaurándose una oligoanuria por insuficiencia renal
aguda.
Si el enfermo no fallece y se aplica un tratamiento correcto, se produce len-
tamente la recuperación renal con reepitelización de los túbulos. Funcionalmente,
sin embargo, existe una incapacidad para la reabsorción de agua y sodio que se
traduce en una hiponatremia severa y deshidratación.
EVOLUCIÓN
Según lo anteriormente expuesto, se puede concluir que el crush syndrome
evoluciona en cuatro períodos clínicos bien diferenciados:
Periodo de latencia.
Una vez liberado el accidentado, transcurren una o más horas libres de
síntomas.
Periodo de shock hipovolémico.
Debido al intenso edema en las regiones bruscamente liberadas.
Periodo de oligoanuria o de instauración de la insuficiencia renal aguda.
Suele aparecer a las 24 h, del periodo anterior.
Periodo de poliuria o recuperación renal.
Tras 15-20 días del periodo anterior. La recuperación renal total puede
tardar meses. Analíticamente, vamos a hallar:
1. En sangre:
- Acidosis metabólica.
64
Síndrome de aplastamiento
- Hiperlactacidemia.
- Aumento de CPK, LDH y GOT.
- Hiperfosfatemia.
- Hiperpotasemia.
- Aumento del BUN.
- Aumento de la osmolaridad.
2. En orina (en el período de oligoanuria):
- Orina rojiza (por pigmentos de mioglobina).
- Proteinuria intensa.
- Cilindruria (predominando cilindros granulosos).
- PH ácido.
- Densidad elevada.
MANEJO CLÍNICO
Tratamiento general.
La valoración y el tratamiento inicial en el área de urgencias debe ser el
mismo que para cualquier otro politraumatizado.
Tratamiento específico.
1. Descompresión progresiva del miembro sepultado para evitar el edema
y la reabsorción brusca de productos nefrotóxicos.
2. Para evitar las complicaciones renales se precisa el inicio, en todo aquel
aplastamiento de más de 15 minutos, de un tratamiento enérgico y precoz
de soporte cardiocirculatorio. Una vez liberado el miembro se infundirán
1,5 litros/hora de suero Ringer lactato o en su defecto suero salino isotó-
nico hasta su llegada al hospital. En individuos ancianos o con cardiopa-
tía previa se aconseja la administración simultánea de furosemida a dosis
de 60-100 mg de inicio y dosis posteriores según respuesta, con el fin de
evitar el fallo cardíaco.
3. En el caso de aparición de un síndrome compartimental y/o signos de
compresiones vasculares debe indicarse el tratamiento quirúrgico con fas-
ciotomías.
4. Se ingresará al paciente en UCI y se monitorizarán los niveles de miog-
lobulinemia, lactato, pH en sangre y en orina.
Tratamiento del shock.
El tratamiento del shock hipovolémico es prioritario para evitar en lo posi-
ble la instauración de insuficiencia renal.
65
Atención integral urgente ante politraumatismos
66
Síndrome de aplastamiento
BIBLIOGRAFÍA
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Atención integral urgente ante politraumatismos
68
Contusiones y hematomas
CAPÍTULO VI
CONTUSIONES Y HEMATOMAS
Félix J. Hoyo Rodríguez, Mª Socorro Sánchez Muñoz y Antonio Marín Parra
CONTUSIONES
Son traumatismos cerrados, no habiendo solución de continuidad en la piel
o en las mucosas. Suelen estar producidas por objetos romos. La energía cinética
del traumatismo se dispersa sin llegar a superar la resistencia frente a la rotura de
los tejidos afectados.
FISIOPATOLOGÍA
Tras la contusión se produce un vasoespasmo reflejo de los elementos vas-
culares de la zona afectada, que va a repercutir sobre las terminaciones nervio-
sas sensitivas, haciendo que se pierda la sensibilidad y que no se sienta dolor en
los primeros momentos, aunque si va aumentando progresivamente en una o dos
horas, momento en que el dolor es bastante intenso.
Tras esta primera fase se produce una respuesta inflamatoria que está des-
encadenada por la liberación de mediadores químicos procedentes de la sangre
extravasada y de las células destruidas, y por la vasodilatación secundaria a la
liberación de productos metabólicos procedentes de la isquemia local. En esta
fase inflamatoria aparece el dolor acompañado de edema de la zona contusa. El
edema a veces sobrepasa los límites de esta zona e incluso se puede acompañar
de la formación de vesículas de contenido seroso o serohemático. Esto es debido
a la intensa respuesta vasodilatadora y vasopléjica postraumática.
CLASIFICACIÓN
Según la gravedad se distinguen tres grados:
69
Atención integral urgente ante politraumatismos
70
Contusiones y hematomas
TRATAMIENTO
Siempre es conveniente hacer un reconocimiento general del paciente con-
tusionado, para descartar lesiones más graves. Una vez descartadas éstas, pasa-
mos al tratamiento de la contusión.
Hay que mantener la zona en reposo y favoreciendo el drenaje postural,
para facilitar la reparación y aliviar el dolor y el edema. Para ayudar, en caso
necesario, se pueden usar antiinflamatorios y analgésicos de uso habitual.
En las contusiones de primer grado ayuda la aplicación local de alcohol o
agua fría para disminuir la inflamación.
En los hematomas y derrames serosos debe aplicarse un vendaje compre-
sivo que se irá renovando hasta conseguir la completa reabsorción. A veces, por
la intensidad del derrame, hay que proceder a la evacuación por punción conser-
vando una rigurosa asepsia, y aplicando inmediatamente después el vendaje com-
presivo.
Transcurridos unos días es útil la fisioterapia para ayudar a la completa
recuperación funcional, con reabsorción total del edema y calmar el posible dolor
residual.
Las contusiones de tercer grado, al cursar con pérdida de tejido cutáneo, se
tratarán como las heridas.
SÍNDROME DE APLASTAMIENTO
Exponemos a continuación nuevos y ampliados aspectos del tema anterior.
Aparece como consecuencia de la lesión producida por agentes vulneran-
tes que actúan de forma compresiva sobre el organismo, sobre todo en miembros
inferiores. Su pronóstico es grave, con una mortalidad entre el 40 y el 60%.
Se distinguen tres fases evolutivas:
71
Atención integral urgente ante politraumatismos
72
Contusiones y hematomas
73
Atención integral urgente ante politraumatismos
Fase oligo-anúrica.
Suele durar entre ocho y veinte días, dependiendo de cada enfermo. No
suele haber anuria total, sino una oliguria de 200 ml. o inferior. Pueden aparecer
signos neurológicos como delirios, confusión y crisis convulsivas. También se
observan astenia, náuseas, anorexia, etc. Cursa con anemia, leucocitosis con poli-
nucleosis; pudiendo desarrollar un síndrome hemorrágico por carencia de facto-
res de coagulación.
Fase de recuperación o normalización de la diuresis.
Dura entre cinco y veinte días. Aparece una poliuria de 2-3 litros en cinco
días. Algunos pacientes pueden morir por las complicaciones derivadas de la
insuficiencia renal (astenia, hipotensión grave), aunque generalmente el cuadro
suele remitir.
Fase de convalescencia. Suele durar varios meses hasta recuperarse la pér-
dida de peso, la astenia y desaparecer los dolores articulares. La poliuria irá remi-
tiendo poco a poco.
ALTERACIONES BIOLÓGICAS
Urea elevada. Se eleva de forma progresiva, aunque principalmente en el
período inicial y de oligoanuria.
Hiperhidratación. Producida por los aportes exógenos y la liberación de
agua endógena por el catabolismo. Puede ser causa de insuficiencia cardiaca con-
gestiva.
Alteraciones del equilibrio iónico. El Na se encuentra moderadamente
bajo y el K elevado en relación al grado de anuria y acidosis. La hiperkaliemia
se debe a:
- Liberación de K por el catabolismo celular.
- Liberación de K procedente de los tejidos desvitalizados.
- Por la acidosis existente.
- El Ca suele estar por debajo de sus valores normales.
- Sulfatos, fosfatos y magnesio están elevados.
- Acidosis metabólica. Aparece debido a la incapacidad de excretar el
exceso de hidrogeniones.
FORMAS CLÍNICAS DE LA INSUFICIENCIA RENAL AGUDA
Insuficiencia renal aguda funcional prerrenal. En ella está disminuido
tanto el flujo renal como la filtración glomerular, se debe a hipovolemia y shock.
Insuficiencia renal aguda intermediaria. Las cifras de urea son bajas y
el Na se mantiene por debajo de los 30 mEq/l.
74
Contusiones y hematomas
75
Atención integral urgente ante politraumatismos
clínico es no olvidar que este paciente está perdiendo líquidos y electrolitos, y por
lo tanto se debe establecer un balance hidroelectrolítico diario.
76
Contusiones y hematomas
QRS, pudiendo desencadenar parada auricular, bloqueo A-V, fusión del QRS con
la onda T y por último fibrilación ventricular. Actualmente, la hiperkalemia es
fácil de controlar, suponiendo antes una causa de muerte importante. Los niveles
altos de K en sangre se tratan con gluconato cálcico iv, infusión de glucosado al
20% con 15 UI de insulina rápida y bicarbonato 1 Molar a 1mEq/kg (1cc/kg). Si
no se controla con ello los niveles de potasio en sangre se procederá a la depura-
ción extrarrenal. Son indicaciones formales de depuración extrarrenal:
• Hiperpotasemia >6,5mEq/l
• pH<7
• Estado de hiperhidratación marcado.
• Uremia>200 mg/dl
• Oliguria <200 cc en 12 horas.
• Anuria <50 cc en 12 horas.
• Edema agudo de pulmón.
• Encefalopatía urémica.
• Hiponatremia severa.
• Mioglobulinemia elevada
Tratamiento de la fase poliúrica.
Una vez que se ha repuesto la diuresis el enfermo empieza a eliminar orina
y la vigilancia clínica ha de ser muy estrecha para evitar que se produzcan deplec-
ciones hidroelectrolíticas graves.
Se vigilará la pérdida de electrolitos para establecer un balance exacto y
evitar llegar a niveles graves de hipopotasemia o deshidratación. Se repondrán
adecuadamente agua, iones y preparados vitamínicos. Se seguirá con la restric-
ción proteica hasta que descienda a cifras adecuadas la retención nitrogenada.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
BIBLIOGRAFÍA
78
UNIDAD DIDÁCTICA II
Cabeza
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Atención integral urgente ante politraumatismos
80
Traumatismo craneoencefálico
CAPÍTULO VII
TRAUMATISMO CRANEOENCEFÁLICO
Josefa Pérez Aragón e Isabel Ostabal Artigas
INTRODUCCIÓN
El traumatismo craneoencefálico (TCE) constituye una de las principales
causas de muerte e incapacidad permanente en adultos jóvenes. Sus caracterís-
ticas epidemiológicas, lo sitúan como un problema grave de salud pública en el
mundo desarrollado y en los países en vías de desarrollo, a pesar de que en los
últimos años ha descendido en España la incidencia de accidentes de tráfico.
A partir de los años setenta, con la introducción de la monitorización de
la presión intracraneal (PIC), de la tomografía axial computarizada (TAC), del
concepto y tratamiento de la lesión secundaria y de los sistemas de emergencia
extrahospitalaria, ha cambiado la visión pesimista que, sobre el resultado final de
TCE había. Hoy, no existe duda que un manejo precoz y especializado del TCE
se traduce tanto, en un descenso importante de la mortalidad como de las secuelas
invalidantes.
EPIDEMIOLOGÍA
La Federación Mundial de Sociedades Neuroquirúrgicas en 1979 definió
al TCE como una lesión del cerebro y sus envolturas.
La mayoría de los autores definen al TCE como cualquier lesión física
o deterioro funcional del contenido craneal y sus envolturas secundario a un
intercambio brusco de energía mecánica. La lesión del contenido craneal suele
acompañarse de lesiones de las partes blandas pericraneales y del esqueleto óseo
subyacente. No obstante, pueden existir lesiones traumáticas cerebrales sin que
se vean afectadas las envolturas duras y blandas.
81
Atención integral urgente ante politraumatismos
FISIOPATOLOGÍA
El impacto mecánico sobre las estructuras encefálicas provoca un trastorno
severo de la función cerebral mediante dos mecanismos estrechamente interrela-
cionados:
1. Lesión primaria: Es responsable de todas las lesiones nerviosas y vas-
culares que aparecen tras la acción del agente vulnerante. El impacto puede ser
estático, por ejemplo la clásica pedrada, donde la importancia del golpe viene
dado por la magnitud del energía cinética aplicada al cráneo. Este tipo de impacto
puede ocasionar fracturas de cráneo y hematomas extradurales y subdurales.
El impacto dinámico ocasiona aceleración y desaceleración brusca, originando
fuerzas contrapuestas sobre el cráneo y el propio tejido cerebral. Las lesiones
resultantes, son de mucha mayor gravedad: Lesión axonal difusa, contusiones,
laceraciones y hematomas intracerebrales o extracerebrales.
82
Traumatismo craneoencefálico
83
Atención integral urgente ante politraumatismos
por contusión contra el borde libre del tentorio. También pueden ser secundarias por
desplazamiento en masa y hernia cerebral.
Se produce aumento de la presión intracraneal (PIC). Las principales
causas que producen aumento de la PIC en el TCE grave, son: lesiones
ocupantes de espacio, edema cerebral, hiperemia cerebral, sueño REM y
complicaciones extracraneales. Este aumento de la PIC ejerce su efecto de
dos formas:
- Creando focos de presión, que llevan a la herniación.
- Creando isquemia cerebral global por la disminución de la presión
de perfusión cerebral, siendo el mecanismo fisiopatológico más impor-
tante de lesión cerebral en el TCE.
VALORACIÓN: ABC
a) La primera medida a realizar es asegurar la vía aérea e inmovilizar la
columna cervical. Tener siempre en cuenta que todo paciente con TCE
84
Traumatismo craneoencefálico
EXPLORACIÓN NEUROLÓGICA
Inicialmente, la exploración neurológica se limita a algunos aspectos, que
al igual que las constantes vitales, se realizarán horariamente mediante la explo-
ración pupilar y la escala de coma de Glasgow(GCS). Esta exploración inicial, se
completará más tarde una vez que el paciente haya recobrado la conciencia. Por
ello, dividiremos la exploración neurológica en dos partes:
Miniexamen neurológico.
Su objetivo es comprobar la capacidad funcional de la corteza cerebral
y del tronco encefálico. El primer objetivo se cumple evaluando el estado de
conciencia y el segundo, mediante la exploración pupilar y de los movimientos
oculares. Si el paciente está lo suficientemente reactivo, también se evalua la
función motora.
Exploración del nivel de conciencia.
El procedimiento utilizado, es la Escala de Coma de Glasgow (GCS)
(Tabla II). Es un procedimiento muy útil por su sencillez y rapidez de aplicación.
Se basa en la exploración de tres parámetros: Apertura ocular, respuesta motora
y respuesta verbal, a los que asigna diferentes puntuaciones, según valoración.
Mediante la suma obtenida en cada uno de los parámetros se obtiene
una puntuación global, que oscila entre 3 (respuesta mínima) y 15 (respuesta
máxima), ofreciendo una graduación sencilla del estado de conciencia, pudiendo
establecer la siguiente valoración del TCE:
85
Atención integral urgente ante politraumatismos
86
Traumatismo craneoencefálico
1. TCE grave, con una puntuación igual o inferior a 8 puntos, si bien deben
tenerse en cuenta dos condiciones previas: 1) haber descartado y corregido
aquellas situaciones que incrementan el deterioro de la conciencia como
alcohol, drogas, shock, hipoxemia severa, etc 2) que el paciente haya per-
manecido, a pesar del control adecuado de los factores antes expuestos, en
tal estado neurológico al menos 6 horas tras el traumatismo.
2. TCE moderado, se corresponde con puntuaciones de la GCS de 13 a 9
puntos.
3. TCE leve, aquellos con 14 y 15 puntos.
Teniendo en cuenta la integridad de la duramadre, los TCE se pueden divi-
dir en 2 grupos:
- TCE cerrado, es aquel en que la duramadre esta íntegra, independiente-
mente de las posibles lesiones del esqueleto craneal y de las partes blandas
pericraneales. Estos traumatismos muestran escasa tendencia a las com-
plicaciones infecciosas intracraneales y en general son tributarios de trata-
miento conservador, salvo en determinadas situaciones en las que lesiones
primarias producidas por el traumatismo o secundarias aparecidas durante
la evolución del mismo, requieren intervención quirúrgica.
- Apertura ocular
* Espontánea 4
* A la orden 3
* Al dolor 2
* Ninguna 1
- Respuesta verbal
* Orientada 5
* Confusa 4
* Palabras inapropiadas 3
* Palabras incomprensibles 2
* Ninguna 1
- Respuesta motora
* Obedece órdenes 6
* Localiza dolor 5
* Retirada (al dolor) 4
* Flexión (al dolor) 3
* Extensión (al dolor) 2
* Ninguna 1
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Traumatismo craneoencefálico
1. Información general:
Este paciente ha presentado un TCE que no cumple los criterios de traslado
hospitalario, pero que debe mantenerse bajo observación domiciliaria durante las pri-
meras 24 horas.
2. Actitud:
* La persona responsable debe preguntar periódicamente al paciente:
* Su nombre.
* Dónde se encuentra.
* Qué año es.
* Si reconoce a sus familiares.
* Debe verificar, además:
* Si mueve correctamente las cuatro extremidades.
* Si se despierta con facilidad.
* Si responde correctamente a las preguntas.
3. Deberá ir el hospital sin retraso si tiene:
- Somnolencia diurna o sueño nocturno muy profundo.
- Confusión o desorientación.
- Dolor intenso de cabeza con vómitos o fiebre.
- Debilidad inexplicable de alguna extremidad.
- Visión doble.
- Convulsiones.
- Pérdida del conocimiento.
- Salida de sangre u otro líquido por la nariz o por los oídos.
Tabla III. Instrucciones para la vigilancia del TCE
89
Atención integral urgente ante politraumatismos
a) Tratamiento inmediato.
- Liberar al paciente, si se encuentra atrapado.
- Mantener una vía aérea expedida y control de la columna cervical.
- Oxigenación y ventilación adecuada.
- Control de hemorragia externa y mantener las constantes vitales.
- Evaluación del estado neurológico.
- Investigar otras lesiones.
b) Tratamiento hospitalario.
- Atención a la función respiratoria.
- Atención a la función cardiocirculatoria.
- Medidas generales:
* Fluidoterapia.
* Constantes vitales.
* Vigilancia neurológica.
* Cuidados generales.
- Medidas específicas:
* Control hipertensión intracraneal.
* Tratamiento quirúrgico, si precisa.
Tabla IV. Tratamiento del traumatismo craneoencefálico
90
Traumatismo craneoencefálico
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Traumatismo craneoencefálico
por los orificios del trépano. Según el tiempo de aparición, podemos dividirlos en
agudos, cuando aparece en las primeras 48 horas postrauma y crónicos cuando se
manifiestan a partir de la tercera semana. El hematoma subdural crónico se pro-
duce con frecuencia a consecuencia de un TCE leve, a veces no recordado por el
paciente. Suele presentarse en niños o adultos mayores de 60 años y en pacientes
alcohólicos crónicos. El tratamiento, en este caso, si es suficiente con evacuación
mediante trépanos, puesto que la colección ya es líquida; el pronóstico es bueno,
siempre que se diagnostique en una fase evolutiva temprana y el tratamiento no
se demore. La mortalidad puede llegar al 60-80%.
Hemorragia subaracnoidea (HSA): No suele poner en peligro la vida del
paciente, pero puede ser motivo de alta morbilidad posterior.
Hematoma intracerebral: Es una colección de sangre bien delimitada en
el interior del parénquima cerebral. La localización más frecuente es en la parte
anterior del lóbulo temporal, en forma de foco hiperdenso bien definido, que
rara vez se rodea de edema perilesional (implica mayor riesgo de herniación), y
la parte posterior del lóbulo frontal. Puede captar contraste en forma de anillo,
durante largo tiempo, a partir de las cuatro semanas.
Traumatismo craneal penetrante: Suelen ser lesiones por bala. Si el
paciente ingresa en coma o el proyectil ha rebasado la línea media, hay pocas
probabilidades de supervivencia. Hay que cubrir los orificios de entrada y salida
del proyectil con vendaje + antiséptico, mientras el paciente entra en quirófano.
La TAC debe practicarse cuanto antes en todo paciente desorientado y con-
fuso, en el que presenta una fractura de cráneo y en los traumatismos moderados
y graves. También debe repetirse a lo largo de la evolución del paciente con cierta
frecuencia para detectar nuevas lesiones, sobre todo en las primeras 72 horas.
La TAC es inferior al estudio Rx simple en la detección de fracturas, sobre
todo en las de trayecto oblícuo y ambas técnicas son eficaces para la visualización
de un hundimiento craneal.
La 1/4 de los TCE graves que ingresan en coma tienen una TAC inicial
normal y un 40% presentan masas intracraneales fácilmente visibles como zonas
hiperdensas por acúmulo de sangre fresca, mixtas por coexistencia de sangre y
contusión o hipodensas por edema hemisférico.
COMPLICACIONES INFECCIOSAS
Actualmente, las complicaciones infecciosas son poco frecuentes, debido
a los cuidados hospitalarios y a la profilaxis infecciosa. Las fracturas de la base
craneal tienen un riesgo evidente de infección.
93
Atención integral urgente ante politraumatismos
SCALP.
Es el despegamiento o arrancamiento del cuero cabelludo. Pueden ser par-
ciales, cuando la herida es con colgajo o pediculada, y total cuando existe avul-
sión o pérdida de sustancia del cuero cabelludo.
Los despegamientos parciales se producen por fuerzas que actúan tangen-
cialmente a la superficie del cráneo, desprendiendo el cuero cabelludo del hueso
subyacente. Así, una porción del cuero cabelludo queda separada del periostio sub-
yacente, unida al resto del cuero cabelludo por un pedículo de anchura variable.
La principal complicación de este tipo de heridas es la necrosis del colgajo
cuando la vascularización que recibe a través de un pedículo demasiado estrecho
no es suficiente.
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Traumatismo craneoencefálico
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Traumatismo craneoencefálico
BIBLIOGRAFÍA
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Hemorragia intracraneal
CAPÍTULO VIII
LESIÓN QUE OCUPA ESPACIO INTRACRANEAL
(HEMORRAGIA INTRACRANEAL)
Rafael Ceballos Atienza e Isabel Ostabal Artigas
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Hemorragia intracraneal
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Hemorragia intracraneal
BIBLIOGRAFÍA
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Traumatismo facial
CAPÍTULO IX
TRAUMATISMO FACIAL
Rafael Ceballos Atienza y Josefa Pérez Aragón
INTRODUCCIÓN
La cara, al ser una zona que se halla siempre al descubierto, está más
expuesta a los traumatismos. Aunque a menudo espectaculares estas lesiones,
incluso las más importantes, raras veces son fatales. Sin embargo, cuando más
graves son, tanto mayor es la posibilidad de que haya lesiones acompañantes que
pongan la vida en peligro.
La importancia de los traumatismos faciales radica en la dificultad que se
puede suponer el acceso a la vía aérea de estos pacientes, ya que las estructuras
que conforman la boca y/o nariz pueden verse seriamente afectadas complicando
por tanto el primer paso del ABC de todo politraumatizado.
Otro aspecto fundamental es la detección y control de la hemorragia, que
pueda comprometer la vida del paciente.
La detección de algunos traumatismos faciales es a veces difícil por la
frecuente asociación de lesiones más severas que precisan atención prioritaria,
intentar una óptima valoración del traumatismo facial es, por tanto, el objetivo de
este capítulo.
105
Atención integral urgente ante politraumatismos
Heridas:
- Simples (afectan a una o más de las distintas estructuras de la piel).
- Complejas (afectan, además de la piel a vasos, nervios y/o estructura de
los conductos).
Afectación ósea.
Debemos valorar:
Pérdida ósea:
- Fractura.
- Avulsión traumática.
Clases de fracturas:
- Cerradas o abiertas.
- Con o sin desplazamiento.
- Estable o inestable.
- Conminutas o lineales.
Localización de la fractura:
- Tercio inferior de la cara (mandíbula en cualquier zona).
- Tercio medio de la cara (desde la punta de los incisivos hasta las pupilas,
donde se incluyen las fracturas de Le Fort tipo I y II).
106
Traumatismo facial
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Traumatismo facial
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Atención integral urgente ante politraumatismos
110
Traumatismo facial
- Inspección de la cara:
- Abrasiones (localización, tamaño y profundidad) y tatuajes.
- Contusiones (tamaño y localización).
- Heridas (tipo, longitud, profundidad y localización).
- Fracturas (sospechadas por signos indirectos como deformidad facial,
hematomas, etc.).
- Exploración facial:
Valoración ósea del macizo facial:
1. Tercio inferior.
- Determinar el plano de oclusión dental.
- Valorar las distintas piezas dentarias de forma individualizada,
buscando equimosis alveolar.
- Palpitación y movilización de los distintos segmentos de la arcada
mandibular.
- Palpación del ángulo mandibular y trígono.
- Exploración de los cóndilos. Para ello aplicar ambos meñiques en
el conducto auditivo externo con los pulpejos hacia la pared anterior
del mismo. Si al abrir la boca se deja de percibir el cóndilo (sale de
la articulación témporo-mandibular) existe una buena movilidad del
mismo. En caso contrario habrá fractura subcondilar.
- Valoración radiológica. Proyecciones posterior-anterior, lateral y
oblícua de mandíbula.
2. Tercio medio, valorar la existencia de equímosis:
- Equímosis central en la bóveda palatina. Debe hacernos sospechar
fractura de maxilar.
- Equímosis lateral en paladar duro, indica posible fractura alveolar.
- Palpación y movilización, en sentido súpero-inferior, anterior-pos-
terior y lateral de los distintos segmentos de la arcada maxilar. La
existencia de desplazamientos o crepitación es indicativo de fractura
de Le Fort tipo II y/o tipo I.
- Exploración del malar:
- La existencia de hiposfagma y/o hematoma en monóculo debe
sugerirnos fractura malar.
- Palpación del reborde infraorbitario.
- Palpación del reborde lateral.
- Palpación del cuerpo malar (pómulo).
- Arco zigomático: la existencia de depresión bajo la piel es
patognomónico (con depresores linguales).
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Traumatismo facial
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Traumatismo facial
BIBLIOGRAFÍA
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Cirugía maxilofacial
CAPÍTULO X
CIRUGÍA MAXILOFACIAL
Rafael Ceballos Atienza
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Cirugía maxilofacial
FRACTURAS DENTO-ALVEOLARES
Criterio.
Fracturas que involucran los procesos alveolares y los dientes. Presentan
signos y síntomas como: Desplazamiento en bloque de los dientes, gingival,
119
Atención integral urgente ante politraumatismos
HEMORRAGIAS DENTALES
Criterio.
Sangrados activos posteriores a alguna extracción dental. Canalizadas por
sangrado activo, vía alvéolo-dental, en donde se realizó el procedimiento o por
las encías, posterior a la realización de alguna limpieza dental.
Manejo.
a) Anamnesis completa y general.
b) Examen local.
c) Limpiar el área cuidadosamente con agua oxigenada y posteriormente
con gasa seca.
d) Anestesia.
e) Sutura del área, bien compresiva.
f) Colocar sobre el alvéolo torunda de gasa embebida en adrenalina. Indi-
car al paciente morderla por una hora y luego cambiarla por una seca.
g) Administrar una ampolla de vitamina K I.M, si el paciente está tomando
Sintrom o tiene una actividad de protrombina <80%.
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Cirugía maxilofacial
BIBLIOGRAFÍA
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Infecciones del SNC
CAPÍTULO XI
INFECCIONES DEL SNC. ACTUACIÓN EN LA
URGENCIA EXTRAHOSPITALARIA
Javier Morillo e Isabel Ostabal Artigas
CONCEPTO
Bacterias, virus y otros microorganismos, atacan al SNC, pudiendo origi-
nar un proceso inflamatorio que cuando se circunscribe a las meninges recibe el
nombre de meningitis, cuando se encuentran afectados simultáneamente menin-
ges y parénquima cerebral, la denominación es meningoencefalitis; si aparece el
compromiso concomitante de la médula espinal encefalomielitis, y si el proceso
se limita al parénquima encefalitis.
Si el proceso de infecciones lo compone una colección purulenta más o
menos bien delimitada, se denomina absceso o empiema, determinando su loca-
lización dentro del SNC para completar su nominación.
Las infecciones nerviosas causadas por virus diferencian su nominación
por el lugar de actuación donde afectan y además se dividen según el tiempo de
incubación desde el contacto hasta la aparición de la enfermedad, en infecciones
por virus días o semanas de incubación, o virus lentos meses o años de incuba-
ción.
MENINGITIS
Es una infección de la piamadre, la membrana aracnoidea y el espacio
subaracnoideo ocupado por LCR. Su agente causal puede ser múltiple. Siempre
se considera cerebroespinal por la diseminación a través del LCR tanto en el
espacio subaracnoideo como en los ventrículos y otros lugares.
Se pueden diferenciar distintos tipos de meningitis según su agente causal
o su evolución, así aparecen, meningitis bacteriana, viral, aséptica, subaguda o
crónica y especiales (tuberculosa, micótica, etc).
123
Atención integral urgente ante politraumatismos
124
Infecciones del SNC
c) Vía de invasión del SNC; por vía hematógena se realiza desde un foco
primario como la nasofaringe, piel, pulmón, corazón, muñón umbilical
o cualquier otra zona. A través de una estructura contigua, normalmente
craneal, como las provocadas por sinusitis, otitis medias, infección bucal,
petrositis, infecciones faciales o de cuero cabelludo, los patógenos apare-
cen en el LCR a través de trombosis séptica de las venas emisoras, asocia-
dos a la osteomielitis secundaria a la infección o pasando por los linfáticos
paraespinales. La tercera vía de invasión está constituida por la implanta-
ción directa del agente en el LCR, ya sea por una fractura craneal (TCE),
una punción lumbar, intervención neuroquirúrgica o comunicaciones
desde la piel (mielomeningocele, fístulas dérmicas, úlceras por decúbito).
Conviene tener en cuenta las diferencias más claras entre los distintos tipos
de meningitis dependiendo del agente causal, ya que según estas se puede esta-
blecer un diagnóstico de sospecha.
- La meningitis meningocócica es sobre todo una enfermedad de niños y
adultos jóvenes que suele aparecer en epidemias.
- La meningitis neumocócica es la forma más habitual en adultos y casi
siempre suele ir asociada a otros focos de infección (neumonía 25%, otitis
125
Atención integral urgente ante politraumatismos
126
Infecciones del SNC
127
Atención integral urgente ante politraumatismos
Datos de laboratorio.
El examen del LCR es el determinante para el diagnóstico del proceso
meningítico, la aparición del germen causal por cultivo no solo determina el tipo
de infección, también determina el tratamiento oportuno para la enfermedad.
En el caso de la meningitis bacteriana, los valores que se pueden encontrar
en el LCR obtenido mediante punción, son los siguientes:
- Presión alta > 180 mmH2O.
- Pleocitosis 100 a 10000 (1500 a 5000).
- Hipoglucorraquia inferior al 50% de la glucemia.
- Hiperproteinorraquia entre 100 y 500.
En la analítica de sangre, podemos encontrarnos:
- Leucocitosis con desviación a la izquierda.
- Hiponatremia por síndrome de secreción inadecuada de hormona antidiu-
rética (SIHDA).
- Alteraciones de la coagulación (coagulación intravascular diseminada),
con petequias, púrpuras, etc.
- Cultivos positivos.
Cuando se sospecha una meningitis bacteriana debe realizarse un estudio
radiológico, que incluya los principales focos primoinfecciosos como senos para-
nasales, cráneo, mastoides y pulmón. También es importante la realización de
TAC para el diagnóstico, y es de elección ante pacientes con sospecha de PIC
aumentada en los que no se puede obtener LCR por riesgo de herniación.
Complicaciones.
Las principales complicaciones de la meningitis bacteriana aparecen según
la respuesta al tratamiento y el tiempo de infección previo hasta la resolución del
proceso y son:
- Parálisis de los pares craneales III, VI, VII y VIII, hasta el 10 a 20% de
los casos se resuelven.
- Pérdida de audición, que resulta más frecuente en los orígenes neumo y
meningocócico.
- Vasculitis e infarto cerebral, más usual cuando la infección a cursado con
focalidad neurológica.
- Retraso cognoscitivo y focos epileptógenos (H. influenzae).
- Hidrocefalia y aumento crónico de PIC, coma.
OTRAS MENINGITIS
Como se apuntó en un principio otros gérmenes pueden causar infección
de las meninges y sus características son:
128
Infecciones del SNC
MENINGITIS VÍRICA
Su incidencia más elevada se sitúa a finales del verano y principios de
otoño, su comienzo es brusco con cefalea, rigidez de nuca y fiebre, no hay dismi-
nución de consciencia y el estado general es bueno, casi todos los pacientes son
menores a 40 años.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Infecciones del SNC
131
Atención integral urgente ante politraumatismos
del cuadro es progresiva desde días a semanas. También se pueden presentar dis-
minución del nivel de conciencia, signos de hipertensión intracraneal y crisis
comiciales.
Según la localización del absceso:
- Lóbulo frontal: cefalea, somnolencia, falta de atención y perturbación
del funcionamiento mental, que se asocia a hemiparesia con convulsiones
motoras unilaterales y afasia expresiva.
- Lóbulo temporal: cefalea del mismo lado que el absceso, si se afecta el
hemisferio dominante afasia, anomia y defectos de campo visual.
- Lóbulo cerebelar: nistagmo burdo y debilidad de la mirada hacia el lado
de lesión con ataxia de brazo y pierna ipsolaterales.
Los procedimientos para el diagnóstico, contraindican la realización de
punción lumbar por el riesgo de PIC elevada, y se inclinan más hacia el diagnós-
tico por imagen TAC y RNM.
El tratamiento de los abscesos cerebrales como cualquier otro, requiere
escisión, drenaje y antibioterapia específica, aunque en este caso se plantea la esci-
sión completa o la aspiración repetida con aguja según la localización de la lesión.
Empiema subdural.
Es una afectación supurativa que aparece en el espacio subdural, entre la
capa interna de la duramadre y la externa de la aracnoides, más frecuente en varo-
nes jóvenes. Suele aparecer después o junto con sinusitis frontales o etmoidales,
infecciones de oído medio o hueso temporal; otras causas son neurocirugía o TCE
abiertos, también aparición metastásica principalmente pulmonar.
La clínica obtenida suele estar compuesta por reactivación de los procesos
infecciosos primarios (otitis o sinusitis) con aumentos de la secreción purulenta
nasal u ótica, además de fiebre, cefalea, vómitos, disminución de la capacidad
sensorial que puede degenerar con convulsiones focales, hemiplejía, hemianeste-
sia y afasia. No suele encontrarse rigidez de nuca ni signos de elevación de PIC
en un primer momento, sí en fases más avanzadas.
Las pruebas realizadas para el diagnóstico, comprenden Rx de senos y
TAC para conocer el aumento del espacio subdural. El tratamiento consiste en
antibioterapia (principalmente con penicilina G) y drenaje quirúrgico mediante
trepanación o craneotomía.
Absceso craneal extradural.
Se acompaña de osteomielitis y es una colección purulenta que se coloca
sobre la superficie externa de la duramadre, separándola del hueso. Su origen es
una infección de senos u oído que degenera en osteomielitis. La sintomatología
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Infecciones del SNC
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Infecciones del SNC
Meningitis viral.
Ya tratada junto con las demás meningitis.
Encefalitis viral.
Es la infección de los hemisferios, tallo o cerebelo por virus. Se diferencia
la primaria cuando el primer asentamiento del virus es el tejido nervioso, y secun-
daria o postinfecciosa cuando se presenta en combinación con otras enfermedades
víricas. Su aparición no suele ser brusca, lo puede hacer con sintomatología vírica
en días previos, cefalea, mialgia, malestar general para tras este tiempo comenzar
con sintomatología neurológica que ya resulta más abrupta con alteraciones del
estado de conciencia con tendencia al letargo, somnolencia o estupor, confusión,
desorientación o alucinaciones, puede existir como único síntoma neurológico,
convulsiones acompañado de fiebre y rigidez de nuca.
La afectación de hemisferios provoca, afasia, ataxia, defectos sensoriales y
pérdida de memoria. En el LCR aparece aumento de proteínas con glucorraquia
normal y presión normal o levemente alta.
La evolución es variable, benigna y resolverse en pocos días o devastadora
con graves secuelas (herpes virus, equina oriental y japonesa), suele resolver su
fase aguda en poco tiempo, pero puede existir SIHDA o alteraciones de los cen-
tros de control de la temperatura o de la respiración si existe afectación del tallo.
Puede aparecer como consecuencia de una enfermedad vírica orgánica
previa como el sarampión; otras encefalitis víricas son la ataxia cerebral aguda
ocurre en niños de 1 a 5 años, leucoencefalitis hemorrágica aguda casi siempre
mortal, encefalitis límbica asociada al cáncer de pulmón, encefalitis letárgica o
enfermedad de Von Encomo que produce somnolencia y oftalmoplejía.
Los cuidados del personal de salud estarán encaminados a la determina-
ción del diagnóstico y mantener y preservar la respiración y el resto de constantes
vitales al igual que en la meningitis, el tratamiento es escaso y es sintomático
excepto en los escasos casos en los que se aísla el virus causal.
Mielitis.
Es la infección selectiva del parénquima nervioso espinal.
Poliomielitis.
La más conocida, provocada por los poliovirus (I, II, III) que afectan a las
neuronas motoras espinales, desde la vacunación generalizada en 1956 (Salk y
Sabin) ha disminuido la incidencia. En la clínica, aparece parálisis que comienza
con debilidad muscular, fasciculaciones, y posterior atrofia. El virus entra por la
faringe o por vía gastrointestinal, puede provocar alteraciones de los músculos
respiratorios, hipertensión, infecciones urinarias, neumonía, miocarditis.
135
Atención integral urgente ante politraumatismos
136
Infecciones del SNC
137
Causada por el treponema ahora es más rara y cuando hay afectación neu-
rológica es el estadio final de la enfermedad, consiste en una parálisis general
progresiva que aparece a los 5 o 10 años tras la infección con demencia, delirio,
disartria, temblores y meningitis, se trata con penicilina.
Infecciones del SNC
BIBLIOGRAFÍA
139
UNIDAD DIDÁCTICA III
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Atención integral urgente ante politraumatismos
142
Lesiones medulares traumáticas
CAPÍTULO XII
LESIONES MEDULARES TRAUMÁTICAS
A. Carmona Rivas, A. Falces Aramendi, J. Peña-Toro Girela, J. Troya Cabrera,
J. Cabezas Jiménez y J. L. Ferres Romero
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Lesiones medulares traumáticas
RECUERDO ANATÓMICO
La columna vertebral se extiende desde la base del cráneo hasta la extre-
midad distal del tronco. Presenta una configuración curvilínea con una lordosis
cervical y dorsal y una cifosis lumbar fisiológica. Está integrada por siete vér-
145
Atención integral urgente ante politraumatismos
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Lesiones medulares traumáticas
147
Atención integral urgente ante politraumatismos
D
Figuras 2 A. A. Huesos; B. Plexos nerviosos. Sistema Nervioso Central; C. Sistema
Nervioso Periférico; D. Relación medular con los órganos más importantes.
2. Huso braquial: Comprende los segmentos C5-C8 y D1. Se extiende
desde la cuarta hasta la séptima vértebra cervical.
3. Segmento dorsal o torácico: Corresponde a los segmentos desde D2 a
L1. Se extiende desde la séptima vértebra cervical hasta la décima dorsal.
4. Huso lumbosacro: Segmentos L2-S3. Se extiende hasta la primera vér-
tebra lumbar.
5. Cono medular: Es la porción más distal de la médula. Corresponde a los
segmentos S4 y S5 y segmento coccígeo. Se sitúa a nivel de la segunda
vértebra lumbar.
En dirección cefálica la médula espinal se continúa con el encéfalo y cau-
dalmente está fijada a la base del coxis por el filum terminale. Las vías nerviosas
ascendentes y descendentes configuran los cordones medulares anterior, lateral
y posterior. Lateralmente emergen 31 pares de nervios raquídeos, formados por
la unión de una raíz anterior y otra posterior, que emergen por los agujeros de
conjunción. Estos nervios raquídeos tienen mayor oblicuidad cuanto más bajo es
su nivel de salida, de manera que las sacras, casi verticales, se agrupan alrededor
del filum terminale formando la denominada cola de caballo (ver figura 2).
MECANISMO LESIONAL
Las fracturas y luxaciones de la columna vertebral ocurren cuando sobre
esta actúan fuerzas que determinan movimientos de flexión, extensión, inclina-
ción lateral o rotación que van más lejos de los límites normales y además a esos
148
Lesiones medulares traumáticas
movimientos se asocia generalmente una fuerza de compresión axial. Hay que des-
tacar los impactos que transmiten fuerzas de inercia sobre la columna cervical, como
son los movimientos súbitos y rápidos de aceleración o deceleración (latigazo).
Más de la mitad de los traumatismos raquimedulares afectan a la columna
cervical, en mayor parte a la porción media, siendo origen de cuadriplejia en el
30 al 45% de casos. El nivel C5 es el más frecuente seguido por el C6, T12 , C7
y L1. La etiología de la lesión suele ir asociada al nivel, de esta forma la mayoría
de las lesiones deportivas, caídas y aproximadamente el 50% de los accidentes de
tráfico corresponden al nivel cervical. Hasta el 54% de pacientes con lesiones por
debajo de la médula cervical conducen a paraplejia; hasta el 25% de los pacientes
con politraumatismo que mueren inmediatamente tras el impacto han presentado
una lesión medular alta, por encima de la cuarta cervical, siendo la apnea el meca-
nismo de muerte más frecuente en este tipo de lesiones.
La columna dorsal es particularmente vulnerable en los accidentes de
motocicleta. Además debido a que el impacto necesario para dañar la columna
dorsal debe ser de mayor intensidad que a nivel cervical, es más probable que
sean completas lo que sucede en el 60-80% de los casos.
En la región dorso-lumbar y lumbar inciden el 20-30% del total de fractu-
ras de columna. Las lesiones por mecanismo de flexión se observan fundamental-
mente en la columna torácica y lumbar. Un mecanismo de flexión pura comprime
149
Atención integral urgente ante politraumatismos
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Lesiones medulares traumáticas
151
Atención integral urgente ante politraumatismos
LESIÓN MEDULAR
Cuando sucede un traumatismo medular se van a producir cambios estruc-
turales importantes como respuesta al trauma. Estos cambios van a depender del
tiempo y se considera el intervalo óptimo para intervenir en torno a las cuatro
horas y si fuera posible, en los primeros 60-90 minutos de producida la lesión.
Se ha descrito que hasta pasadas cuatro horas de producida la lesión medular se
puede detener el proceso destructivo mediante la aplicación de hipotermia loca-
lizada en la médula espinal.
La lesión de la médula es completa desde el punto de vista funcional
cuando toda la función medular se encuentra ausente en las porciones distales
al nivel de la lesión. No se puede valorar el pronóstico a largo plazo hasta que
se haya resuelto el choque raquídeo. La presentación de una lesión completa, en
contraposición a una incompleta, tiene enormes implicaciones en el pronóstico y
tratamiento. El pronóstico de una lesión completa es de cuadriplejia persistente.
En cambio, las lesiones incompletas de la médula a menudo se resuelven por
lo menos en cierto grado. Maynard y col., informaron sobre el pronóstico neuro-
lógico después de cuadriplejias traumáticas en 103 pacientes con conocimiento
ileso. Ninguno de aquellos con lesión completa a las 72 horas estaba caminando
al año. De los que tuvieron una función sensorial incompleta a las 72 horas des-
pués de la lesión, 47% ya caminaban al año y 87% de aquellos con una función
motora incompleta a las 72 horas después de la lesión podían caminar al año.
Desde el punto de vista funcional, la lesión de la médula espinal se puede
presentar como lesión completa, donde aparecerán dos síndromes conjuntos, el
radicular, propio del segmento lesionado como consecuencia de la destrucción
de la sustancia gris y el sublesional, debido a la interrupción de todas las vías
nerviosas, con la aparición de un cuadro de tetraplejia o paraplejia, dependiendo
del nivel de la lesión.
Lesiones completas.
El diagnóstico es evidente: Una sección de C4 o más arriba provoca una
parálisis que va desde el mentón hasta los pies. La única posibilidad de super-
152
Lesiones medulares traumáticas
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Lesiones medulares traumáticas
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Lesiones medulares traumáticas
SHOCK MEDULAR
Es el cuadro que aparece tras producirse una lesión medular a nivel de D6
o por encima, aunque no es obligada su presentación. Se caracteriza por presen-
tarse tetraplejia flácida y arreflexia, con pérdida de la sensibilidad por debajo del
nivel lesional y sintomatología circulatoria: Hipotensión arterial no acompañada
de taquicardia. A diferencia de otros tipos de shock, el medular no se acompaña
de palidez y frialdad cutáneas, ni de sudoración profusa. Aparece bradicardia
relativa en función de las cifras tensionales. También disfunción autónoma: íleo
paralítico, dilatación gástrica aguda, retención urinaria aguda, incontinencia del
esfínter anal, priapismo. Además existe una situación de poiquilotermia (grandes
variaciones de temperatura).
La duración del shock medular es variable, desde horas a semanas, aunque
en general suele desaparecer en las primeras 24-48 horas. La reaparición del
reflejo bulbocavernoso es el signo indicativo de la recuperación de esta fase de
shock medular. Una vez superado este es el momento de valorar con precisión
la extensión de la lesión medular, pues los déficits que existan a partir de este
momento serán difícilmente recuperables.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
Hay que señalar que el paciente politraumatizado que presenta una lesión
raquimedular puede no estar en condiciones de referir sintomatología alguna
(inconsciencia, intoxicación...) o de estar consciente, puede que las lesiones a
Tabla 1. Signos de sospecha de lesión médulo-espinal traumática.
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Lesiones medulares traumáticas
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Lesiones medulares traumáticas
extensión y la flexión activa del dedo gordo quiere decir que los niveles L5 y S1
respectivamente, no han sufrido lesión alguna. Todos los hallazgos observados en
la exploración motora también deberán ser consignados en la hoja de exploración
neurológica.
Para valorar la recuperación de un paciente con lesión raquimedular, es
necesario enfocarlo desde una perpectiva funcional. Así, la clasificación de
Frankel, en la que se tiene en cuenta la pérdida de la sensibilidad y la cantidad
de función motora preservada, constituye en la actualidad el sistema más idóneo
para valorar este parámetro.
Asímismo, si se acepta esta clasificación de Frankel para predecir y valo-
rar las lesiones medulares, es necesario adoptar un sistema de gradación en la
exploración motora como es la escala publicada por el Medical Research Council
Memorandum nº45.
Examen rectal.
El examen rectal es la parte más importante de la valoración neurológica
en todo paciente que ha sufrido un traumatismo medular, pues permite verificar
la impresión diagnóstica entresacada del examen sensitivo y motor. En defini-
tiva, el diagnóstico de una lesión completa o incompleta de la médula espinal
se basa en tres parámetros: Exploración sensitiva, motora y exploración rectal.
En este último apartado, si el esfínter anal no se contrae voluntariamente cuando
se introduce el dedo explorador y no existe además ningún tipo de respuesta
motora por debajo del nivel lesional, podemos confirmar que nos hallamos ante
una lesión completa. No obstante, antes de sentenciar este diagnóstico, es impres-
cindible verificar si el paciente se encuentra en estado de shock medular. Puede
comprobarse mediante el examen del reflejo bulbocavernoso, consistente en la
contracción del esfínter anal alrededor del dedo explorador cuando se comprime
el glande, la zona suprapúbica y/o se tracciona la sonda urinaria. Si dicho reflejo
estuviera ausente, quiere decir que el paciente se encuentra en estado de shock
medular y no puede diagnosticarse de manera definitiva el tipo de lesión medular.
Deberá esperarse 24 horas antes de confirmarse, ya que es el tiempo mínimo que
vuelve a reaparecer dicho reflejo (99% de los casos).
Resumiendo lo que se acaba de explicar diremos que si un paciente pre-
senta un defecto sensorial y motor por debajo de un nivel lesional dado y no se
encuentra el reflejo bulbocavernoso, deberá esperarse a que vuelva a reaparecer
para confirmar si existe una lesión completa o incompleta. En este sentido, si
persiste el defecto sensitivo-motor hallado en la primera exploración, la lesión es
completa, mientras que si existe algún trazo de recuperación, ya sea sensitivo y/o
motor, la lesión se cataloga como incompleta.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Lesiones medulares traumáticas
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Atención integral urgente ante politraumatismos
TRATAMIENTO
El éxito del manejo de la lesión medular consiste en reducir, si es posible,
el déficit neurológico resultante y prevenir alguna pérdida adicional de la función.
Existen varias prioridades en la atención al paciente con traumatismo raquime-
dular: Primera, la reanimación del paciente con la aplicación de los pasos A, B y
C; segunda, preservar la función medular que aún esté conservada, estabilizando
la columna y evitando una lesión secundaria de la médula espinal por manio-
bras inadecuadas, por hipoxemia, shock y otros factores que favorecen el daño
medular; tercera, iniciar precozmente el tratamiento encaminado a recuperar el
máximo grado posible de función medular. Por último, estabilizar la columna
vertebral para prevenir daño medular.
Inmovilización espinal.
Durante el examen del paciente este debe permanecer en decúbito supino,
sin provocar movimientos de la columna vertebral hasta que se descarte la exis-
tencia de lesión medular. La inmovilización cervical se realizará inicialmente de
forma manual manteniendo alineado el cuello con el tronco, sin tracción y poste-
riormente se colocará un collarín cervical semirígido u otros medios de inmovi-
lización cervical (Dama de Elche, bolsas de arena...). Además se debe emplear la
tabla espinal larga que inmovilizará los segmentos dorsal y lumbar. Hay que tener
siempre en cuenta que el collarín por sí solo no asegura una completa inmovili-
zación pues permite movimientos de rotación, lateralidad y flexión. Por ello, se
deberá asegurar con la inmovilización manual, fijación a tabla espinal con cintas
adhesivas, sacos laterales o dispositivos como la Dama de Elche.
La inmovilización se ha de mantener hasta tener la completa seguridad
de que el paciente no presenta una lesión de columna y/o médula espinal tras la
evaluación y estudios radiológicos oportunos.
El manejo de la vía aérea está dirigido a evitar la hipoxemia derivada de
la hipoventilación o aspiración de contenido gástrico. Se realizará sin movilizar
el cuello, con la elevación del mentón. A la hora de realizar la intubación endo-
traqueal se precisa un ayudante que tras retirar el collarín haga inmovilización
manual, evitando la flexo-extensión del cuello. Idealmente la intubación debería
ser hecha con un fibrobroncoscopio.
Se administrará oxígeno y en caso necesario se procederá a la ventilación
mecánica. Una medida importante es la colocación de una sonda nasogástrica
para descomprimir el estómago donde se pueden acumular gases resultado de la
gastroplejia que puede acontecer, que dificulta la mecánica ventilatoria. Además
los pacientes con lesiones medulares desarrollan íleo intestinal que puede tratarse
con la colocación temprana de una sonda gástrica.
164
Lesiones medulares traumáticas
El control circulatorio requiere canalizar dos vías venosas por las que se
administrarán fluidos manteniendo una adecuada perfusión tisular. En ocasiones
es necesario utilizar drogas simpaticomiméticas y vagolíticas para controlar el
estado hemodinámico del paciente secundario a la pérdida del tono vasomotor y
bradicardia que resultan de una lesión medular.
El tratamiento farmacológico del paciente con lesión medular incluye
desde mayo de 1990 una pauta de metilprednisolona, que de forma genérica se
ha denominado Protocolo NASCIS II (National Acute Spinal Cord Injury Study)
y que fue revisado en abril de 1997 y cambiado a NASCIS III.
NASCIS III. Tratamiento iniciado antes de las 3 horas (es el más recomenda-
ble porque disminuye complicaciones y costes, a igualdad de resultados funcionales).
Bolo inicial: Metilprednisolona 30 mg/kg, disueltos en 100 cc de solución
salina, a pasar en 15 minutos.
Pauta de mantenimiento (tras pasar 45 minutos del bolo inicial): 5,4 mg/
kg/hora durante 23 horas y suspender.
Cuando el tratamiento se inicia después de las 3 horas: Bolo inicial igual
(30 mg/kg a pasar en 15 minutos), dejar un periodo de descanso de 45 minutos y
administrar una pauta de mantenimiento de metilprednisolona 5,4 mg/kg durante
47 horas y suspender. En ambos casos, el paciente debe recibir tratamiento pre-
ventivo de la hemorragia digestiva.
Además de este tratamiento farmacológico el paciente puede recibir como
medidas coadyuvantes la colocación de un sondaje vesical que previene la disten-
sión vesical por retención urinaria como signo de denervación vesical y permite
el control de la reposición de volumen mediante la medición de la diuresis. La
sonda nasogástrica está contraindicada en pacientes con trauma facial por el peli-
gro de penetración intracraneal. En el resto se colocará para prevenir la aspiración
de contenido gástrico y disminuir la distensión abdominal, que puede exacerbar
la dificultad respiratoria. Úlceras gastroduodenales, con hemorragia o perfora-
ción, son habituales los días después de la lesión medular. Los pacientes deben
recibir tratamiento profiláctico antiulceroso con antisecrectores intravenosos que
disminuyan la secreción ácida gástrica. El pH gástrico puede ser monitorizado y
antiácidos o sucralfato añadidos al tratamiento si es necesario.
La embolia pulmonar ocurre aproximadamente en un 5% de los pacientes
con lesión medular y parálisis de los miembros inferiores, generalmente dos o
tres semanas después del trauma. Esta incidencia puede ser reducida con el uso
de férulas de compresión neumática, así como con la administración subcutánea
de heparinas de bajo peso molecular comenzando tan pronto como sea posible
después de la lesión.
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Lesiones medulares traumáticas
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Atención integral urgente ante politraumatismos
BIBLIOGRAFÍA
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Lesiones medulares traumáticas
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Fractura y luxación del raquis
CAPÍTULO XIII
FRACTURA Y LUXACIÓN DEL RAQUIS
A. Falces Aramendi, A. Carmona Rivas, J. Cabezas Jiménez, J. L. Ferres Romero,
J. Peña-Toro Girela y J. Troya Cabrera
MECANISMO LESIONAL
Existen cuatro mecanismos básicos de lesión de la columna vertebral:
Flexión, extensión, rotación y cizallamiento. Pueden darse solos o asociados. La
naturaleza exacta de una lesión depende de la arquitectura de la columna y de la
forma en que se apliquen las fuerzas. A esos movimientos se asocia generalmente
una fuerza violenta de compresión axial. A destacar los impactos que transmiten
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Atención integral urgente ante politraumatismos
fuerzas de inercia sobre la columna cervical, como son los movimientos súbitos y
rápidos de aceleración y deceleración (latigazo). Las lesiones producidas presen-
tan patrones radiográficos muy predictivos.
Las lesiones por flexión, independientemente de su localización, se pro-
ducen siempre por la rotación hacia delante de una vértebra sobre otra. Se locali-
zan más frecuentemente en la columna torácica y lumbar. Estas lesiones pueden
dividirse en cuatro grupos:
- Las lesiones por flexión simple producen compresión del hueso por
debajo del punto de lesión. Se pueden producir con o sin estrechamiento
del espacio discal superior. Los ligamentos y el arco posterior permanecen
indemnes.
- Las lesiones por aplastamiento son un paso más de las lesiones por
flexión simple en el punto donde las fuerzas son suficientes para deshacer
el cuerpo vertebral. Puede haber retropulsión de un fragmento fractuario
hacia el canal medular, que se puede apreciar en la radiografía lateral en
forma de alteración de la línea de los cuerpos vertebrales posteriores. En
este mecanismo lesional, el efecto anterior es la compresión y el posterior
la distracción. De este último proviene el desgarro de los ligamentos inte-
respinosos y puede incluir el ligamento amarillo y el longitudinal poste-
rior. Las lesiones por aplastamiento casi siempre afectan los ligamentos e
implican una lesión ósea de los elementos posteriores.
- Las lesiones por distracción aparecen como una separación de las apófi-
sis espinosas, ensanchamiento de las facetas articulares y, ocasionalmente,
desgarros óseos. No existe luxación, aunque son frecuentes los daños
neurológicos.
- El último grupo de lesiones por flexión son las luxaciones. Las fijacio-
nes ligamentosas y óseas se rompen por completo, quedando móvil a esa
altura. El resultado es la subluxación o luxación de las facetas.
Las lesiones por extensión pueden producirse por caídas, cuando el con-
ductor se golpea con el volante en la barbilla, en los golpes por detrás de auto-
móviles o por mecanismos similares. Estas lesiones suelen ser cervicales, aunque
pueden darse en cualquier punto de la columna. Pueden agruparse en:
- Lesiones por extensión simple: Implican una fractura-arrancamiento de
la superficie ántero-superior del cuerpo vertebral o por ensanchamiento del
espacio discal intervertebral.
- Lesiones por extensión de tipo distracción: Se produce una pérdida de
integridad entre los cuerpos vertebrales y un ensanchamiento del espacio
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Fractura y luxación del raquis
se debe poder trazar una línea sobre las superficies anteriores de los cuerpos ver-
tebrales sin que se produzcan saltos, ni dentaciones. Los márgenes anteriores de
los cuerpos deben coincidir en 1 mm. Una alteración en la alineación puede con-
siderarse como lesión ligamentosa o fractura oculta vertebral. Existe una pseu-
doluxación fisiológica a nivel de C2-C3 que ocurre generalmente en niños (4-5
mm o menos) y menos frecuente en adultos (3 mm o menos). La segunda línea
se corresponde con el ligamento longitudinal posterior (II), si existe algún salto
o falta de acoplamiento entre los bordes vertebrales, es índice de una rotura liga-
mentosa u ósea. Si existe alguna duda sobre la estabilidad, aunque sea mínima, se
deberán realizar proyecciones en flexión-extensión forzada (solo se realizará ante
pacientes intactos neurológicamente). Se debe trazar una tercera línea que una las
líneas espinolaminares (III), que debe consistir en un arco ligeramente curvado.
También se puede trazar una cuarta línea arqueada que una los extremos de las
apófisis espinosas. La irregularidad de alguna de estas dos líneas puede indicar
una alteración ósea de los elementos posteriores y ocasionalmente una lesión
aislada. A continuación deben examinarse los procesos espinosos valorando su
integridad y la existencia o no de un ensanchamiento entre ellos.
Los cuerpos vertebrales, los márgenes corticales y patrones trabeculares
deben ser examinados en busca de líneas de fractura. Se puede apreciar aplana-
miento del borde antero superior o antero inferior del cuerpo vertebral. La presen-
cia de una lesión por compresión se muestra con mal alineamiento de la cortical
anterior y posterior o una compresión mayor del 40% de la altura normal del
cuerpo indicando una fractura por estallido con retropulsión de fragmentos del
cuerpo vertebral dentro del canal espinal. En ocasiones se puede desprender una
cuña ósea del borde anteroinferior, esta situación se conoce como fractura en
gota de lágrima por el aspecto del fragmento óseo. Dado que la fuerza requerida
para que se produzca esta fractura es importante se considera inestable.
El canal espinal (se mide desde la parte posterior del cuerpo vertebral
hasta la línea espinolaminar) debe medir más de 18 mm en la radiografía lateral.
El estrechamiento del canal se define si existe un diámetro menor de 13 mm o
menos.
Posteriormente pasaremos a examinar el espacio preodontoideo que es el
espacio entre la apófisis odontoidea y la porción anterior del anillo de C1. El
anillo del atlas se visualiza en la radiografía como una estructura en forma de D.
Este espacio no debe de ser menor de 3 mm en adultos, ni de 4 mm en niños. El
incremento de este espacio evidencia una fractura de C1 o del proceso odontoi-
deo y también puede indicar una rotura del ligamento transverso a dicho nivel.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Fractura y luxación del raquis
los bordes, el patrón trabecular y la forma de los cuerpos vertebrales. Las apófisis
espinosas pueden verse formando una línea vertical en el centro de la proyección
AP. Cuando una única apófisis no sigue la línea de las restantes puede existir
una fractura de estas apófisis, con desplazamiento de la misma. El aspecto típico
de una luxación unilateral de carilla articular es que esté separada de la apófisis
espinosa y por encima de la alineación, y la apófisis espinosa por debajo de la
línea, aunque estas dos líneas no tengan interés debido a la rotación producida por
la luxación de la faceta. Los pedículos y pilares articulares protuyen lateralmente
desde los cuerpos vertebrales. Debido a las múltiples estructuras que se solapan
en esta zona, los cuerpos vertebrales se aprecian como densidades óseas con un
borde ligeramente ondulado.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
gráfica no se observa más que una rectificación de la lordosis cervical que indica
una probable lesión ligamentaria. Para definir el grado de lesión pueden reali-
zarse radiografías en extensión y flexión forzada.
El tratamiento consiste en una inmovilización cervical con collarín blando
y la asociación de analgésicos y/o AINES más relajantes musculares.
Luxaciones de la articulación atlantooccipital.
Son lesiones poco frecuentes pero son mortales. Se produce una ruptura
de los ligamentos alar, apical y de los ligamentos atlantoaxoideos, pudiendo aso-
ciarse a una fractura. El tratamiento requiere una reducción de la luxación y la
estabilización de la articulación atlantoaxoidea, estando contraindicada la trac-
ción cervical debido a la inestabilidad severa.
Fracturas del atlas.
Están representadas fundamentalmente por:
- Fractura del arco posterior o fractura de Sherk (figura 2).
Se deben fundamentalmente a mecanismos indirectos y muy especial-
mente al impacto axial sobre el vértex craneal, transmitiéndose la fuerza al atlas.
El trauma que incide sobre el vértex del cráneo o región frontal en ligera exten-
sión produce una desviación de la cabeza hacia atrás, llegando a contactar el arco
posterior del atlas con el occipital, y se produce una fractura por inflexión de uno
o de los dos arcos del atlas (radiografía 3).
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Fractura y luxación del raquis
resentirse al ponerse de pie y sujetarse la cabeza con las manos. Puede haber un
dolor occipital intenso debido a la comprensión local del nervio occipital mayor.
Aproximadamente el 50% de los pacientes sobrevive a esta lesión sin un com-
promiso neurológico importante. En la proyección de odontoides se observa un
desplazamiento de masas laterales y el espacio preodontoideo puede ser mayor
de 3 mm. Es una fractura moderadamente estable.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Fractura y luxación del raquis
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Atención integral urgente ante politraumatismos
Lesiones de C3 a C7.
Los traumatismos de columna cervical que afectan al segmento compren-
dido entre C3 y C7 son bastantes frecuentes, por que es este el segmento más
móvil de la columna. Las lesiones de la columna cervical las agruparemos según
el mecanismo lesional:
- Lesiones por flexión: Fractura en cuña anterior estable. La porción ante-
rior del cuerpo vertebral se acuña, mientras que la porción posterior suele quedar
intacta. Antes de poder considerar estable la lesión debe comprobarse que no
hay signos de lesión del complejo ligamentoso posterior (ausencia de separación
o avulsión de las apófisis espinosas y de signos clínicos de rotura ligamentosa)
y que no hay lesión de los arcos vertebrales ni de las apófisis articulares. Si se
cumplen estos criterios, las alteraciones neurológicas son raras y el pronóstico
es excelente. El tratamiento consiste en un collarín cervical durante 6 meses.
En raras ocasiones cuando hay cierto grado de acuñamiento lateral puede estar
comprometida la raíz nerviosa, fundamentalmente con trastornos sensitivos en
el dermatoma correspondiente. Si se sospecha inestabilidad se tratará como una
luxación cervical.
- Lesiones por flexión y rotación: Luxación unilateral con bloqueo de una
de las apófisis articulares. El examen clínico de un paciente con una luxación
unilateral muestra la cabeza ligeramente rotada e inclinada hacia el lado opuesto
de la carilla bloqueada. Es frecuente el dolor intenso e irradiado debido a la
comprensión de una raíz nerviosa en la articulación afecta, y puede haber com-
promiso articular. Una de las apófisis articulares se luxa, de modo que en la pro-
yección lateral de la columna cervical se observa que un cuerpo se superpone
al cuerpo vertebral inferior en aproximadamente un tercio de su espesor o más
de un 25%. Si el desplazamiento es mayor del 50% se sospechará una luxación
bilateral. La proyección AP puede no ser de ayuda o mostrar una mala alineación
de las apófisis espinosas. Las proyecciones oblícuas confirmarían el diagnóstico.
En uno de los lados estará conservada la disposición columnar de los cuerpos
vertebrales, los agujeros de conjunción y las apófisis articulares. Mientras que en
el otro estará alterada. El daño sufrido por el complejo ligamentoso es variable,
y después de la reducción estas lesiones pueden ser muy estables. Pero si existe
una fractura asociada de la apófisis articular, la lesión será casi con toda seguridad
inestable y será necesaria la fusión después de la reducción.
- Luxación cervical pura sin fractura. Es muy inestable. El desplazamiento
puede ser grave, y a menudo hay bloqueo de ambas apófisis articulares. Siempre
existe una lesión del complejo ligamentoso posterior, que suele ser evidente por
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Fractura y luxación del raquis
MÁS INESTABLES
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Fractura y luxación del raquis
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Atención integral urgente ante politraumatismos
Es importante hacer notar que cuando existe una carga axial, por caída o
por otra causa, las fuerzas se disipan a lo largo de la columna y se concentran
en los lugares donde cambia la curvatura espinal. Así sucede especialmente en
la región mediotorácica cuando el paciente cae sobre su cabeza u hombros. Al
valorarse una proyección AP de la columna torácica, debe recabarse información
sobre costillas, pulmones, mediastino y corazón.
2. Clasificación según mecanismo lesional.
Existen múltiples clasificaciones según la patomecánica del trauma. La
clasificación más conocida y utilizada seguramente es la establecida por Hold-
sworth, más o menos modificada. Este autor establece dos grupos de fracturas,
que agrupan además subgrupos:
- Estables:
- Fractura por flexión simple.
- Fractura por estallido.
- Fractura por extensión.
- Inestables:
- Luxaciones.
- Fractura-luxación rotacional.
- Fractura por cizallamiento.
Los trabajos de McAfee son sumamente interesantes. Realizan un minu-
cioso estudio de 100 casos de traumatismos del raquis dorso-lumbar utilizando
la radiología convencional y en base a sus resultados establecen una clasificación
simplificada donde se tiende a definir el probable patomecanismo, el grado de
inestabilidad en función al estado de los complejos ligamentarios y segmento o
complejo ligamentario medio de Denis. Indican la peligrosidad de las fracturas
por estallido que el autor anterior clasifica como estables. Describe seis tipos
principales de lesión:
- Fractura en cuña por comprensión: Provocada por una fuerza que actúa
en flexión forzada, solo falla la columna anterior no habiendo lesión del
complejo ligamentario posterior, ni de la columna media de Denis. Es una
lesión estable. Es rara la implicación neural.
- Fractura por estallido estable: Secundaria a una fuerza axial que lesiona
la columna anterior y media, sin alteración de la columna posterior. La
disminución de la altura vertebral va a ser menor del 50%. No suele haber
lesiones neurales.
- Fractura por estallido inestable: Existe un fallo de las tres columnas por
mecanismos de compresión, flexión lateral o rotación. El cuerpo verte-
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Fractura y luxación del raquis
bral se comprime por la carga axial y los fragmentos óseos son empujados
hacia el canal medular. Se configura una cifosis y suele haber una lesión
neurológica.
- Fractura de Chance: Se debe a fuerzas de distracción de las columnas
posterior y media. Es una lesión característica en la zona lumbar y torá-
cica inferior secundaria al cinturón de seguridad. Inicialmente las estruc-
turas posteriores fallan en tensión, seguidas por un fallo progresivo de las
columnas media y anterior. En esta fractura se produce una avulsión de las
tres columnas.
- Lesión por flexión-distracción: Hay un fallo de la columna anterior y
puede haber también rotura de las columnas media y posterior con lesión
de articulares (fractura o luxación). En las proyecciones radiográficas se
observa un ensanchamiento entre las apófisis espinosas con un acuña-
miento del cuerpo vertebral. La mayoría de estas lesiones son inestables
por la rotura ligamentosa que las acompañan.
- Lesión traslacional: Causada por fuerzas de cizallamiento que fracturan
o luxan las facetas articulares. Una parte de la columna es desplazada en
el plano transverso. Es la más inestable de todas las lesiones espinales aso-
ciada con una alta incidencia de paraplejía y déficit neurológico completo.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
Las lesiones por flexión-rotación pueden dar lugar, por la intensidad de sus
componentes mecánicos, a lesiones graves. Son casi siempre fracturas-luxaciones
por desplazamiento anterior o mecanismo de auténtico cizallamiento y traslación,
que produce, además de la luxación del cuerpo vertebral, fractura conminuta del
mismo con desplazamiento posterior hacia el canal de estructuras óseas y roturas
de articulares y pedículos. Son lesiones inestables y con frecuencia se acompañan
de severos síndromes de afectación medular, siempre de mal pronóstico.
Las lesiones por estallido o compresión axial puras son raras es este seg-
mento raquídeo.
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Fractura y luxación del raquis
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Atención integral urgente ante politraumatismos
TRATAMIENTO
En las lesiones estables se realizará un tratamiento conservador que con-
sistirá en ingresar al paciente e iniciar reposo en una cama dura debiendo rea-
lizarse cambios posturales cada 2-4 horas para evitar las úlceras por decúbito.
Deben recibir tratamiento analgésico y/o AINES además de relajantes muscula-
res. Durante las primeras horas deben permanecer a dieta absoluta con fluidotera-
pia intravenosa hasta que desaparezca el íleo paralítico que suele aparecer en este
tipo de lesiones. Los ejercicios de extensión deben iniciarse una vez remitidos
los síntomas, aproximadamente al cabo de una semana. En lesiones con acu-
ñamiento mínimo se emplearán ortesis tóraco-lumbares para disminuir el dolor.
En lesiones con mayor acuñamiento se suele emplear durante 12-16 semanas un
corsé de Jewett con tres puntos de apoyo (esternón, pubis y unión tóraco-lumbar)
o un corsé de yeso tipo Risser. Se permitirá al paciente levantarse y volver a su
domicilio a las 6 semanas.
En las lesiones inestables sin lesión neurológica o con lesión neurológica
incompleta, los objetivos son reducir cualquier desplazamiento que exista, y pre-
venir la recidiva del desplazamiento con riesgo de desastres neurológicos hasta
que haya recuperado la estabilidad. La estabilidad puede alcanzarse por diferentes
formas, mediante una fusión anterior inmediata, por la cicatrización del complejo
ligamentoso posterior roto (muy improbable y en la cual no se debe confiar, espe-
cialmente en las fracturas no complicadas) y mediante fijación y fusión internas.
Por regla general cuando existe una fractura, la estabilidad se recupera una
vez consolidada. En estos casos se puede conseguir una reducción aceptable se
puede tratar la lesión de forma conservadora hasta el final. El tratamiento conser-
vador también puede llevarse a cabo en otros casos para dar tiempo al paciente a
recuperarse de sus lesiones y permitir una valoración completa del caso. El trata-
miento quirúrgico puede hacerse de manera programada. La mayoría de autores
192
Fractura y luxación del raquis
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Atención integral urgente ante politraumatismos
BIBLIOGRAFÍA
194
Lesiones del plexo braquial y lumbosacro
CAPÍTULO XIV
LESIONES DEL PLEXO BRAQUIAL Y LUMBOSACRO
A. Carmona Rivas, A. Falces Aramendi, J. L. Ferres Romero, J. Peña-Toro Girela,
J. Troya Cabrera y J. Cabrera Jiménez
PLEXO BRAQUIAL
La compleja anatomía del plexo braquial tiene como consecuencia que,
según el lugar en que se produzca la lesión, aparecerán diferentes lesiones moto-
ras y sensitivas de la extremidad superior. El plexo braquial se forma por la unión
de los ramos ventrales de los cuatro nervios cervicales inferiores y gran parte del
ramo ventral del I nervio torácico; el IV nervio cervical emite habitualmente un
ramo para el V cervical y el I nervio torácico recibe a menudo uno desde el II
torácico. Las aportaciones hechas al plexo por CIV y DII están sujetas a varia-
ciones frecuentes. Cuando el ramo procedente de CIV es grande, el de DII suele
estar ausente y el de DI reducido de tamaño. Por otro lado, el ramo de CIV puede
ser muy pequeño o estar ausente por completo. En tal caso, el tributario de CV
es de menor tamaño pero el de DI es mayor y el ramo de DII está siempre pre-
sente. Estos nervios constituyen las raíces del plexo. Tales raíces son casi de igual
tamaño, pero la manera en que forman el plexo presenta también ciertas variacio-
nes. La disposición más constante es la siguiente. El V y VI cervicales se unen
a nivel del borde externo del escaleno medio para formar el tronco superior del
plexo. El VIII nervio cervical y el I torácico se unen detrás del escaleno anterior
para formar el tronco inferior del plexo, mientras que el VII nervio cervical cons-
tituye por sí mismo el tronco medio. Estos tres troncos corren hacia abajo y afuera
por encima o por debajo de la clavícula, cada uno se divide en una división ante-
rior y otra posterior. Las divisiones anteriores de los troncos medio y superior se
unen para formar un cordón que se sitúa en el lado externo de la arteria axilar y se
llama cordón externo del plexo. La división anterior del tronco inferior pasa hacia
195
Atención integral urgente ante politraumatismos
abajo, primero por detrás y luego por el lado externo de la arteria axilar, y forma
el cordón medio del plexo braquial; este cordón recibe con frecuencia fibras del
VII nervio cervical. Las divisiones posteriores de los tres troncos se unen para
formar un cordón posterior del plexo, que se sitúa primero por encima y luego por
detrás de la arteria axilar. La división posterior del tronco inferior es muchísimo
más pequeña que las otras y contiene unas pocas fibras del I nervio torácico. A
menudo surge del VIII cervical antes de que se forme el tronco.
Morfológicamente el plexo braquial, pese a haberse adaptado en gran
medida a los cambios evolutivos de la musculatura del miembro superior, pre-
senta aún un claro reflejo de la organización flexoextensora originaria de una
aleta primitiva.
En el cuello, el plexo braquial está situado en el triángulo posterior, en el
ángulo formado por la clavícula y la parte inferior del esternocleidomastoideo,
cubierto por la piel, el músculo cutáneo del cuello y la aponeurosis profunda.
Cuando el brazo está alejado del tronco, se puede palpar en dicho lugar como una
agrupación de tensos cordones. El plexo es atravesado por los nervios supracla-
viculares, el nervio subclavio, el vientre inferior del omohioideo, la vena yugu-
lar externa y la arteria cervical transversa. Emerge entre los escalenos anterior y
medio; su parte proximal está por encima de la tercera porción de la arteria sub-
clavia, mientras que el tronco inferior es posterior a esta arteria. Luego el plexo
pasa por detrás de la convexidad anterior de los tercios internos de la clavícula,
los vasos subclavios y supraescapulares y descansa sobre la primera digitación
del serrato mayor y el subescapular. En la axila, los cordones externo y posterior
del plexo están en el lado externo de la primera porción de la arteria axilar y el
cordón interno por detrás de ella. En la parte inferior de la axila los cordones se
dividen para formar los nervios de la extremidad superior.
196
Lesiones del plexo braquial y lumbosacro
Los ramos del plexo braquial suelen repartirse en dos grupos: Los que salen por
encima de la clavícula, supraclaviculares y los que salen por debajo, infraclavi-
culares.
Plexo braquial. Ramas nerviosas.
A. Haces primarios (parálisis braquial superior media e inferior):
- Fascículo superior.
- Nervio dorsal del omóplato (elevador del omóplato, romboides de C5 y
C6, C4).
- Nervio supraescapular (supra e infraespinoso).
- Nervio subclavio (subclavio).
- Fascículo medial.
- Nervio subescapular (subescapular, redondo mayor de C7).
- Nervio torácico mayor (serrato anterior).
- Nervios pectorales (pectorales mayor y menor).
- Fascículo inferior.
- Nervio toracodorsal (dorsal ancho de C8 y D1).
B. Haces secundarios (parálisis posterior, lateral y medial):
- Fascículo posterior.
- Nervio axilar (C5, C6) (deltoides, redondo menor de C5-D1).
- Nervio radial (C5-D1).
- Fascículo lateral.
- Nervio musculocutáneo (C5-C7) (coracobraquial, bíceps, braquial
anterior de C5-C7).
- Nervio mediano, raíz lateral (C5-C7) (pronador redondo, flexor de los
dedos y flexor largo del pulgar).
- Fascículo medial.
- Nervio mediano, raíz medial (C8, D1) (parálisis tenar sin trastorno
sensibilidad de C8 y D1).
- Nervio cubital (C8, D1).
- Nervio cutáneo-braquial medial (C8, D1).
- Nervio cutáneo-antebraquial medial (C8, D1).
Las lesiones del plexo braquial se caracterizan por la aparición de signos
motores y sensitivos diferentes de los producidos por otras mononeuropatías del
miembro superior o por polineuropatías. Las causas habituales son por trauma-
tismo directo en el plexo, neuritis braquial idiopática, costilla o banda cervical,
infiltración por tumor maligno o radioterapia previa. En términos generales, la
neuritis braquial idiopática, la lesión por radiación (más de 60 Gy) y diversas
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Lesiones del plexo braquial y lumbosacro
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Lesiones del plexo braquial y lumbosacro
plexiforme, se forma principalmente por la unión de la parte menor del III nervio
sacro con la porción del IV nervio que pertenece al plexo, y se prolonga hacia el
interior del nervio pudendo; recibe también una pequeña aportación del II nervio
sacro. El nervio ciático está formado por los nervios tibial y peroneo común,
que por lo general están ya diferenciados en el muslo. Sin embargo, los nervios
componentes del ciático pueden divergir en algún punto de su trayecto desde la
pelvis. Cuando la división tiene lugar en el plexo, el peroneo común perfora por
lo general al músculo piramidal en el agujero ciático mayor.
El plexo sacro está situado en la pared posterior de la cavidad pélvica,
delante del piramidal y detrás de los vasos ilíacos internos, del uréter y del colon
sigmoideo por el lado izquierdo, y de las asas terminales del íleon en el lado
derecho. Los vasos glúteos superiores circulan entre el tronco lumbosacro y el I
nervio sacro, o entre los nervios sacros I y II, y los vasos glúteos inferiores entre
los ramos ventrales de los nervios sacros I y II, o II y III.
Los síntomas clínicos de las lesiones del plexo lumbosacro (que son mucho
más raras que las parálisis de las extremidades inferiores debidas a otras causas
son los siguientes):
- Deficiencias periféricas siempre mixtas, motoras y sensitivas (con pare-
sia fláccida y atrofias musculares).
- Pérdida de reflejos (reflejo rotuliano en lesiones del plexo lumbar, reflejo
aquíleo en lesiones del plexo sacro).
- Alteraciones de la sudoración, con frecuencia, dolores irradiados en la
extremidad inferior.
- Ausencia de trastornos de la micción (salvo en el caso, poco frecuente, de
lesión bilateral del plexo pudendo S2-S4).
Para diferenciar estas lesiones de una lesión de una sola raíz lumbosacra,
se debe tener en cuenta especialmente:
- Presencia de deficiencias plurirradiculares, que son más extensas.
- Presencia de alteraciones de la sudoración.
- Presencia eventual de una causa anamnésica o anatómica de una lesión
del plexo de la extremidad inferior.
- Ausencia de un síndrome vertebral con dolores dorsales y limitación del
movimiento en la columna vertebral lumbar.
- Eventualmente un dato recopilado por palpación en el abdomen o durante
el examen rectal o ginecológico.
Las causas más frecuentes de una lesión del plexo lumbosacro son: Tumo-
res y metástasis en el espacio retroperitoneal (genitales femeninos y sobre todo
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Lesiones del plexo braquial y lumbosacro
BIBLIOGRAFÍA
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Lesiones del nervio periférico
CAPÍTULO XV
LESIONES DEL NERVIO PERIFÉRICO
A. Falces Aramendi, A. Carmona Rivas, J. Troya Cabrera, J. Cabezas Jiménez,
J. L. Ferres Romero y J. Peña-Toro Girela
INTRODUCCIÓN
Las lesiones del nervio periférico no van a ser insólitas en patología trau-
mática, habiendo aumentado su frecuencia debido a su reconocimiento en los
servicios de urgencias. Las lesiones traumatológicas constituyen la causa más
frecuente de lesión focal de un nervio (neuropatía traumática). El tipo de lesión
depende de la intensidad del traumatismo. Los síntomas producidos por la lesión
traumática dependerán del tipo nervio afectado (motor, sensitivo, mixto), una
lesión parcial o incompleta puede acompañarse de dolor intenso y disestesias y
más raramente de dolores severos como quemazón a los que se denomina causal-
gia, hipotonía, entumecimiento de las extremidades. La diabetes, tabaco, alcohol,
artritis reumatoide y el hipotiroidismo son factores de riesgo de compresión ner-
viosa a pesar que estos trastornos son típicamente bilaterales.
La electromiografía y el estudio de las conducciones nerviosas pueden ser
útiles para el diagnóstico. El tratamiento de lesiones de los nervios periféricos
sigue representando un desafío a pesar de los avances diagnósticos y la sofistica-
ción quirúrgica.
EPIDEMIOLOGÍA
La literatura es deficiente en estudios epidemiológicos de lesiones seve-
ras de los nervios. Sin embargo es importante conocer estos datos por que estas
lesiones suelen causar serias incapacidades físicas en la población politraumati-
zada. Por ejemplo, los traumatizados admitidos según los registros Sunnybrook
Health Science Centre designado como un Centro de Trauma Nivel 1 en Toronto
205
Atención integral urgente ante politraumatismos
(Canadá), registraron en 1994 que un 34% de los pacientes requerían ayuda una
vez enviados a sus domicilios y un 16% necesitaban centros de rehabilitación.
En un trabajo publicado por dicho centro apunta que de 5777 pacientes tratados
entre enero de 1986 y Noviembre de 1996, 162 pacientes tenían lesiones impor-
tantes de nervios periféricos con una prevalencia de un 2,8% (series más largas
en años previos de otros centros refieren una incidencia de un 2%). De estos 162
sumaban un total de 200 nervios periféricos lesionados, de los cuales 121 eran de
la extremidad superior, siendo el nervio radial el más frecuentemente implicado
(58 casos). En la extremidad inferior fue el nervio peroneal con un total de 39
lesiones. La edad media de los pacientes fue 34,6 años estando el 60% en el inter-
valo entre 18-34 años y un 83% de los pacientes eran hombres (5:1). Del total de
200 lesiones de nervios periféricos necesitaron tratamiento quirúrgico, usando
hasta en un total de 200 lesiones de nervios periféricos necesitaron tratamiento
quirúrgico, usando hasta en un 49% técnicas de electrodiagnóstico. El tiempo
medio requerido para la identificación de la lesión fue de 4 días en el 78%. Hay
un considerable retraso en el diagnóstico de las lesiones del nervio femoral que
se retrasó hasta 51,8 días lo que difiere considerablemente con el tiempo que
tardan en identificarse las lesiones de otros nervios periféricos quizá debido a la
gravedad de las lesiones asociadas que suele ser en este caso a fracturas de pelvis.
ETIOLOGÍA
Tras el descubrimiento de una lesión del nervio periférico en un paciente
politraumatizado, se debe valorar la historia previa del enfermo incluyendo sus
antecedentes laborales y una exploración física exhaustiva. El paciente afectado
de una lesión nerviosa puede haber tenido antes del trauma algún otro proceso
patológico que pudiera ser responsable de la disfunción nerviosa postraumática.
Los siguientes procesos dan lugar a lesiones de nervios periféricos:
- Traumatismos previos: Pueden aparecer a causa de una lesión durante el
parto, por fracturas o por estiramientos debidos a la presencia de costilla
cervical, a consecuencia de hernias discales, por el trayecto de una bala
tras una herida por arma de fuego, por lesiones asociadas a los aneurismas,
y por lesiones quirúrgicas.
- Lesiones en el periodo posoperatorio, ya que la anestesia permite colocar
al paciente en posiciones no fisiológicas y la supresión del dolor.
- Enfermedades previas como diabetes, el hipotiroidismo o la artritis reu-
matoide, gota, porfirias, panarteritis nodosa, embolias, arterioesclerosis.
- Intoxicaciones por metales pesados: Exposición al plomo, arsénico, mer-
curio, bismuto, oro y plata.
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Lesiones del nervio periférico
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Lesiones del nervio periférico
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Atención integral urgente ante politraumatismos
pronadores del antebrazo, flexor común superficial de los dedos (que flexiona las
segundas falanges), porción radial del flexor común profundo de los dedos (que
flesiona las falanges distales), flexores largo y corto del pulgar, lumbricoides de
los segundo y tercero y de los músculos de la eminencia tenar. El mediano es el
nervio flexor y pronador de la extremidad superior. Las fibras sensitivas inervan
la mitad radial de la palma de la mano y la parte distal de la cara posterior de los
tres primeros dedos. Se detecta una dificultad o imposibilidad para pronar el ante-
brazo, debilidad de la flexión de la muñeca, parálisis de la flexión del dedo índice
y de la falange distal del pulgar, junto con debilidad para la flexión de los dedos
restantes y de la abducción y oposición del pulgar. El paciente que presente lesión
de este nervio le resultará imposible oponer el pulgar al meñique. Para explorarlo
si se realiza un pequeño pinchazo con una aguja en la cara palmar de la falange
distal del dedo índice, y el paciente lo percibe sin alteraciones podemos decir que
el nervio mediano está intacto.
Nervio cubital: Se origina de las raíces inferiores del plexo braquial. Se
lesiona por compresión del nervio contra la tróclea humeral, y por flexión aguda
del codo cuando se lleva el brazo por delante del tórax; esto ocurre en las lesiones
por presión en el codo, luxación del nervio en el codo en las fracturas de codo,
heridas en borde cubital y base del V dedo. Inerva el músculo cubital anterior
(flexor de la muñeca), la mitad cubital del flexor profundo (que flexiona la tercera
falange), todos los interóseos, palmares y dorsales, los lumbricoides del cuarto y
quinto dedo, el aductor del pulgar y todos los músculos de la región hipotenar.
Las fibras sensitivas inervan la mitad cubital de la mano (tanto palmar como
dorsal).
La parálisis cubital debilita la flexión y la aducción de la muñeca (cubital
anterior) y suspende la motilidad del quinto dedo, siendo uno de los primeros
signos el de separación permanente del meñique, no es posible la flexión de las
primeras falanges sobre los metacarpianos y la extensión de las últimas sobre los
dedos entre sí. Además como inerva el músculo aductor del pulgar, al solicitar
al enfermo que sostenga un trozo de papel entre el pulgar y el índice, no puede
aproximar la base del pulgar a la del índice y sustituye este movimiento por la
contracción del flexor largo del pulgar, inervado por el mediano, es el signo de
Froment. Como resultado aparecerá debilidad del lado cubital del puño y más
tarde dedos en garra. Si efectuamos un pinchazo en la cara palmar de la falange
distal del quinto dedo, y la sensibilidad está conservada, el nervio cubital estará
intacto.
Si las lesiones afectan a la palma de la mano, la sensibilidad de cada dedo
210
Lesiones del nervio periférico
debe ser verificada por separado, a fin de evitar que pase inadvertida una lesión
de una rama digital del nervio mediano o cubital.
Nervio radial: Se origina de la confluencia de todas las divisiones poste-
riores del plexo braquial (C5-C8), saliendo a lo largo de la porción medial proxi-
mal del húmero, entra en el surco espiral dando ramas al tríceps. Se lesiona en
las fracturas diafisarias del húmero por distensión y en heridas incisas en brazo
que afecten a su trayecto. Inerva el músculo tríceps y los músculos supinadores y
extensores del brazo a nivel el codo, supinadores del antebrazo y extensores de la
muñeca y de los dedos, así como la abolición del reflejo tricipital. Se observa un
área de anestesia en la cara pósterolateral del antebrazo y en una zona pequeña de
sobre la cara radial del dorso de la mano. En el caso de que la lesión se sitúe dis-
talmente al codo, se preserva la extensión del codo y supinación del antebrazo, y
no hay lesiones sensitivas. Se produce, una vez lesionado una caída de la muñeca.
Se explora extendiendo la falange distal del pulgar de manera activa, si se realiza
correctamente puede descartarse una interrupción importante del nervio radial.
Nervio axilar o circunflejo: Se origina C5-C6, asociado a luxaciones del
hombro. Inverva el deltoides y el redondo menor. Se produce una pérdida de fun-
ción del deltoides e incapacidad para la abducción del brazo además de un área
de hipoestesia en la región externa del hombro. Esta lesión suele ser secundaria
a heridas, fracturas del cuello humeral o luxaciones de hombro. No suele pasar
inadvertida.
Nervio musculocutáneo: Se origina desde C5-C7. Inerva los músculos
bíceps y coracobraquial, y parte del braquial anterior. Su lesión produce pérdida
de la función del bíceps e incapacidad para flexionar el codo, manteniendo el
antebrazo supinado, así como la abolición del reflejo bicipital. La rama sensitiva
inerva la cara externa del antebrazo. Se debe realizar diagnóstico diferencial con
desgarro del tendón largo del bíceps.
Extremidad inferior.
Nervio fémorocutáneo: Está formado por las raíces L2-L3. Es exclusiva-
mente sensitivo e inerva la cara lateral del muslo. La lesión de este nervio oca-
siona una sensación de acorchamiento u hormigueo, o a veces molestias urgentes
sobre la cara externa del muslo.
Nervio femoral o crural: Se origina de L2-L4. Se lesiona por heridas inci-
sas altas en la pierna o en el punto de salida del arco crural, fracturas del anillo
pélvico, lesiones retroperitoneales, fracturas y luxaciones de cadera. Es el nervio
motor de psoas ilíaco (flexor de la cadera), del cuadríceps femoral (extensor de
la rodilla) y del sartorio, y del sensitivo de la cara anterointerna del muslo y de
211
Atención integral urgente ante politraumatismos
la cara interna de la pierna (nervio safeno interno). En la lesión del nervio crural
es imposible levantar el muslo y achicarlo sobre la pelvis, tampoco es posible
extender la pierna sobre el muslo. El reflejo patelar estará abolido. El paciente
puede manifestar pérdida de la sensibilidad de la cara interna del muslo y de
la cara ántero-interna de la pantorrilla. La capacidad para extender la pierna y
la presencia del reflejo rotuliano indican que la porción extrapélvica del nervio
femoral está intacta.
Nervio obturador: Se origina en el plexo lumbar dando ramas de L1-L5.
Suministra fibras motrices a los nervios aductores del muslo, por lo que su lesión
determina debilidad en la aducción del muslo. Su territorio sensitivo corresponde
a la cara interna del muslo. Se lesiona en los traumatismos pelvianos y durante
el parto. Si el paciente puede realizar la aducción de la pierna significa general-
mente que el nervio está intacto.
Nervio ciático mayor: Formado por las ramas de las raíces L4-L5 y S1-S2
e inerva los músculos flexores del muslo y toda la musculatura por debajo de la
rodilla. Las causas más frecuentes son la fractura de pelvis o de fémur, las heridas
por arma de fuego. Las ramas sensitivas se distribuyen por la zona dorsal del
muslo, región dorsal y lateral de la pierna y la planta del pie.
En lesiones de este nervio existe imposibilidad de flexionar la pierna y
parálisis de toda la musculatura por debajo de la rodilla.
Nervio peroneo común o ciático poplíteo externo: Este nervio es la rama
terminal externa del ciático mayor, que se desprende a nivel del ángulo superior
del hueco poplíteo, descendiendo luego por detrás de la cabeza del peroné. Pro-
cede de las raíces L4-L5 y S1-S2. Inerva los músculos tibial anterior, extensor
del dedo gordo, extensor largo común de los dedos y extensor corto de los dedos
(rama tibial anterior) y los músculos peroneales laterales, largo y corto (rama
peroneal superficial).
Proporciona inervación sensitiva a la cara anteroexterna de la pierna y
dorso del pie. Se lesiona por fractura de la cabeza del peroné. El pie cuelga flá-
cido, con el tarso alto y la punta hundida. Durante la marcha, para compensar tal
imposibilidad de dorsiflexión del pie, levantan mucho la rodilla a cada paso, y
dejan luego caer el pie de golpe (marcha en estepaje). Existe además parálisis de
la eversión del pie y de la extensión de los dedos y trastornos sensitivos caracte-
rísticos. Es el nervio de la extremidad inferior que se lesiona con mayor frecuen-
cia. La capacidad para realizar la flexión dorsal del dedo gordo del pie descarta la
lesión de este nervio.
212
Lesiones del nervio periférico
PRUEBAS DIAGNÓSTICAS
La electromiografía y la determinación de la velocidad de conducción ner-
viosa tanto motora como sensitiva son las pruebas más importantes y decisivas
para confirmar un diagnóstico clínico de lesión de un nervio periférico o para el
descubrimiento de un proceso subclínico. Estas dos pruebas son los parámetros
de mayor valor para el pronóstico evolutivo de la afección, especialmente si es de
naturaleza traumática.
Electromiograma: Debe ser realizada si existe discrepancia entre los sín-
tomas del paciente y los hallazgos de la exploración clínica, y también antes de
la cirugía. Los hallazgos característicos de lesión periférica de un nervio son las
fibrilaciones, las ondas positivas y fasciculaciones y el aumento de la amplitud y
duración de los potenciales de unidades motoras.
La demostración de estos cambios electromiográficos permitirá conocer la
calidad y la cantidad de la alteración y, en consecuencia, se dispondrá de mejo-
res argumentos para delimitar la topografía lesional. Por otra parte, el electromio-
grama evolutivo demostrará la existencia o no de reinervación con la presencia
de potenciales motores de acción polifásico, de mayor amplitud y duración que
los normales.
Velocidad de conducción nerviosa (VCN): En las axonopatías los datos
electrofisiológicos diagnósticos más importantes son la velocidad de conduc-
ción nerviosa normal o ligeramente reducida, el potencial evocado de morfología
normal y amplitud disminuida.
Debe tenerse en cuenta que los estudios de VCN informan del estado fun-
cional de las fibras mielínicas mayores. Por tanto, si la lesión afecta exclusiva-
mente a las fibras mielínicas pequeñas y amielínicas, pueden ser normales todos
213
Atención integral urgente ante politraumatismos
PRONÓSTICO
La lesión será más grave cuanto mayor y más prolongado haya sido el
estímulo nocivo. Siempre que no existieran anteriormente enfermedades neuro-
lógicas, el pronóstico de la parálisis periférica es bueno. Es posible que la recu-
peración total sea lenta, pero la mayoría desaparece en el plazo de 6 meses. Las
únicas excepciones son las parálisis debidas a hipotermia, que pueden tardar bas-
tante más en recuperarse.
TRATAMIENTO
Los factores que favorecen el tratamiento conservador comprenden el
inicio súbito, la falta de déficit motor, la escasez o ausencia de déficit sensitivos,
incluso aunque el paciente presente dolor y síntomas sensitivos y la falta de
signos de degeneración axonal mediante criterios electrodiagnósticos. Los facto-
res que indican la intervención quirúrgica son la cronicidad y el empeoramiento
del déficit neurológico en la exploración física, sobre todo cuando es de tipo
motor, así como signos electrodiagnósticos de que la lesión ha causado una dege-
neración waleriana.
El tratamiento de las lesiones de los nervios periféricos sigue represen-
tando un desafío a pesar de los avances diagnósticos y la sofisticación quirúrgica.
Claros conceptos anatomo-clínicos y quirúrgicos deben guiar a la hora de plan-
tear un tratamiento en este campo el cual ha sido en parte olvidado por la neuro-
cirugía clínica. Ante lesiones leves se comienza con la utilización de férulas para
evitar deformaciones y ejercicios activos. Los analgésicos pueden ser necesarios
un día o dos después de manifestarse la paresia.
En una lesión grave los resultados pueden ser espectaculares con mucha
frecuencia tendremos la información decisiva una vez expuesto el campo quirúr-
gico, es decir, in situ. El principio básico es obtener o crear condiciones óptimas
para la regeneración axonal. Los extremos cortados de los muñones se aproximan
quirúrgicamente. El periodo de latencia entre la sección y la sutura es aproxima-
damente de 7 semanas.
214
Lesiones del nervio periférico
BIBLIOGRAFÍA
215
Atención integral urgente ante politraumatismos
216
UNIDAD DIDÁCTICA IV
Cuello
217
Atención integral urgente ante politraumatismos
218
Heridas penetrantes de cuello
CAPÍTULO XVI
HERIDAS PENETRANTES DE CUELLO
J. Peña-Toro Girela, J. J. Troya Cabrera, J. L. Ferres Romero, A. Falces Aramendi,
A. Carmona Rivas y J. Cabezas Jiménez
INTRODUCCIÓN
Las heridas penetrantes del cuello plantean problemas diagnósticos en los
servicios de urgencias, al ser esta parte del cuerpo una zona donde existen diver-
sas estructuras (laringe, tráquea, grandes vasos cervicales, plexo braquial) que
no se encuentran bien protegidas y, por tanto, ser muy vulnerables a las agresio-
nes externas. Además, no existen protocolos idóneos para atender a este tipo de
pacientes.
A efectos prácticos, se han descrito varios modos de dividir el cuello. En
una primera forma, se podría dividir en triángulos, tomando como referencia el
músculo esternocleidomastoideo: Uno primer entre este músculo y la línea media
y la mandíbula (triángulo anterior) y otro limitado por la clavícula, el esterno-
cleidomastoideo y el trapecio (triángulo posterior). También se podría dividir por
zonas:
219
Atención integral urgente ante politraumatismos
EPIDEMIOLOGÍA
En EEUU, la incidencia de heridas penetrantes del cuello va aumentando
progresivamente en los últimos años, aunque se podría pensar que el incremento
de lesiones por arma de fuego sería mayor que el de heridas cortantes, ambas se
ha incrementado a igual velocidad, de tal forma que la proporción de lesiones por
arma de fuego y de heridas cortantes ha permanecido igual. El arma empleada
puede afectar de manera considerable la lesión, no solo en cuanto a tejidos cutá-
neos, sino también en afectación de tejidos profundos del cuello. Las heridas cor-
tantes, habitualmente provocan lesiones menos graves, en comparación con las
causadas por balas. El tipo de arma de fuego que se usa tiene una importante
función en la gravedad de la lesión.
El sitio más común de lesión es el triángulo anterior del cuello. Las lesio-
nes vasculares son las más frecuentes (56%), seguidas por la laringe, tráquea,
esófago y estructuras nerviosas en último lugar (11%) .
La mortalidad se ha relacionado más frecuentemente con lesiones de las
arterias carótida o subclavia o de la médula espinal.
HERIDAS ANTERIORES
Las heridas anteriores las dividiremos a su vez en superficiales y profun-
das:
Las heridas superficiales suelen afectar a la musculatura cutánea y la vía
aérea exclusivamente y tienen buen pronóstico, pudiendo lesionar desde laringe a
tráquea, así como verse implicados los nervios recurrentes y los vasos tiroideos.
Su tratamiento consistirá en:
- Examinar la salida de aire y existencia de posibles cuerpos extraños.
- Evaluación de la cantidad de la hemorragia.
- Limpieza y sutura de bordes.
Las heridas profundas además de afectar al músculo cutáneo y a la vía
respiratoria, pueden hacerlo a la digestiva, vascular, nerviosa, glandular (tiroides)
y ósea. Suelen ser graves, estando condicionada por el compromiso respiratorio
y la hemorragia causada. Los signos clínicos que acompañan a estas heridas son
dolor, disnea, hemoptisis, disfagia, hemorragia, hematoma y enfisema subcutá-
neo.
220
Heridas penetrantes de cuello
HERIDAS POSTERIORES
Las heridas superficiales suelen cursar con escaso sangrado y el estado
general del paciente suele ser bueno. En esta zona el músculo esternocleidomas-
toideo realiza una protección importante sobre el sistema vascular y nervioso del
cuello. En la revisión de la herida, si se demuestra lesión de la yugular externa,
221
Atención integral urgente ante politraumatismos
TRATAMIENTO
La valoración de pacientes con herida penetrante del cuello es primordial
siguiendo el ABC de asistencia al politraumatizado:
- Mantener permeable y segura la vía aérea.
- Mantener estable y bien perfundido, con control de la hemorragia.
222
Heridas penetrantes de cuello
- Administrar analgesia.
- Tratamiento de la herida.
En el tratamiento la vía de abordaje de la herida dependerá de la localiza-
ción de esta y así necesitar desde su ampliación hasta cervicotomía, esternotomía
o toracotomía.
Resaltar que las lesiones esofágicas deben suturarse todas ya que el no
hacerlo podría producir complicaciones como desgarros, mediastinitis, fístulas
y abscesos secundarios. Las lesiones nerviosas importantes han de repararse, y
las lesiones vasculares permitirían, en la mayoría de los casos, la ligadura de los
vasos, salvo en la carótida interna en que intentaremos ser lo más conservadores
posible.
Todas las heridas deben recibir cobertura antibiótica.
223
Atención integral urgente ante politraumatismos
224
Heridas penetrantes de cuello
BIBLIOGRAFÍA
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Atención integral urgente ante politraumatismos
226
Cuidados urgentes del paciente con traqueotomía
CAPÍTULO XVII
CUIDADOS URGENTES DEL PACIENTE
CON TRAQUETOMÍA
Rafael Ceballos Atienza, Fernando Cobo Martínez y Fabiola Muñoz Parra
CUIDADOS DE ENFERMERÍA
- Asegurar la humidificación y calentamiento del aire inspirado mediante
humidificadores (aquapack).
- Aspirar las secreciones traqueobronquiales. La técnica de aspiración
consiste en:
- Explicar el procedimiento al paciente.
- Es conveniente realizar esta maniobra con un ayudante.
- Lavarse las manos antes del procedimiento y utilizar guantes estériles
de látex o si se es alérgico de polivinilo y sin talco (dispones de ellos a
la cabecera del paciente).
227
Atención integral urgente ante politraumatismos
CUIDADOS DE LA CÁNULA
- Extraer la camisa de la cánula todos los días para revisarla.
- Se debe utilizar suero fisiológico estéril o agua oxigenada diluida a la
mitad y enjuagar con suero fisiológico estéril para eliminar residuos. El
secado se debe hacer al aire.
- Cambiar la cinta que fija la cánula a diario y observar la parte posterior
del cuello por si aparecen lesiones por decúbito. Si está muy erosionada,
puede hacer un rodillo con soffban y pasar la venda o cinta a su través.
Debe apretar la cinta de modo que pueda meter un dedo entre el cuello y
la cinta.
- Fijar bien la cánula para evitar fugas.
228
Cuidados urgentes del paciente con traqueotomía
COMPLICACIONES
- Traqueítis si se aspira con frecuencia al paciente, apareciendo una tos
áspera y seca siempre que estimula la tráquea y finalmente hemorragia,
aparecerá sangre al aspirar. Hiperinsuflar los pulmones e instilar de 3 a
5 ml de suero fisiológico antes de aspirar estimulará la tos y el desplaza-
miento ascendente de las secreciones a lo largo de la tráquea, reduciendo
el número de aspiraciones.
- Infección. La vía inferior se contamina aproximadamente a los 30 minu-
tos de haber insertado una vía aérea artificial. Para evitarlo utilice técnica
estéril en todos los procedimientos y revise el estoma al menos una vez por
turno, o con mayor frecuencia si es necesario.
RIESGOS DE LA ASPIRACIÓN
No debe aspirar innecesariamente al paciente; si puede expectorar por sí
mismo, mejor. Debe aspirarle cuando las secreciones sean visibles, aparezcan
ruidos respiratorios de gorgoteo o ante dificultad respiratoria que pueda ser pro-
vocada por un tapón. La aspiración tiene unos riesgos:
- Atelectasias; si la presión negativa durante la aspiración es muy alta
puede causar colapso alveolar e incluso pulmonar; se debe utilizar una
sonda de aspiración del tamaño adecuado, la sonda de aspiración no debe
ser de un número mayor que el doble del tamaño del tubo traqueal (si el
paciente lleva una cánula del nº 7.5, lo apropiado sería una sonda del nº
10 o 12 como máximo) y un nivel seguro para la presión negativa en el
aspirador (de 80 a 120 mmHg).
- Hipoxia; cuando aspire, también aspire aire; por eso es necesario hiperin-
suflar con ambú y aspirar con rapidez, de 10 a 12 segundos.
- Arritmias, bradicardia, e hipotensión por hipoxia miocárdica y estimula-
ción del nervio vago; si aparece una arritmia, deja de aspirar y administre
oxígeno al 100% hasta que el ritmo cardiaco vuelva a la normalidad.
229
Atención integral urgente ante politraumatismos
230
Cuidados urgentes del paciente con traqueotomía
231
Atención integral urgente ante politraumatismos
BIBLIOGRAFÍA
232
UNIDAD DIDÁCTICA V
Miembro superior
233
Atención integral urgente ante politraumatismos
234
Lesiones traumáticas de la cintura escapular, húmero, codo, antebrazo, muñeca...
CAPÍTULO XVIII
LESIONES TRAUMÁTICAS DE LA CINTURA
ESCAPULAR, HÚMERO, CODO, ANTEBRAZO, MUÑECA,
MANO Y DEDOS
Fabiola Muñoz Parra, Fernando Cobo Martínez, Rafael Ceballos Atienza
y Mª Teresa León Espinosa de los Monteros
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Atención integral urgente ante politraumatismos
- Desplazada:
- Niños: Vendaje en ocho 3-5 semanas.
- Adultos: Vendaje en ocho 6 semanas.
El tratamiento quirúrgico se limita a aquellas fracturas con gran desplaza-
miento y acabalgamiento de más de 1 cm.
b) Tercio externo o distal (15%).
Son las más graves. Pueden ser:
- No desplazada, sin rotura de ligamentos, cuyo tratamiento es inmoviliza-
ción en cabestrillo 1-2 semanas.
- Desplazada con rotura de ligamentos coracoclaviculares, o que afecten a
la superficie articular, siendo el tratamiento en ambos casos quirúrgico.
Tercio interno o proximal (5%).
Son poco frecuentes y a menudo se asocian a lesiones intratorácicas.
Fracturas de omóplato.
Son poco frecuentes y pueden afectar al cuerpo, cuello o a las diferentes
apófisis de la escápula. La más frecuente es la del cuello con afectación de la
cavidad glenoidea y se suelen producir por mecanismo indirecto tras el impacto
de la epífisis humeral en una caída. Las del cuerpo son resultado de un trauma-
tismo directo y las de la apófisis coracoides y acromion son por arrancamiento.
Clínica: Dolor local a la palpación y a la movilización del hombro.
Diagnóstico: Proyecciones AP y axial de hombro; en fracturas del cuerpo
son útiles las proyecciones oblícuas. En ocasiones la TAC se utiliza en fracturas
complejas.
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Fracturas de olécranon.
Son similares a las de rótula. Su pronóstico depende del número y separa-
ción de fragmentos. Se producen por la combinación de traumatismo directo y
tracción que sobre el fragmento ejerce el tríceps.
Clínica: Dolor en la cara posterior del codo y limitación para la extensión.
Diagnóstico: Proyecciones AP y lateral de codo. En los niños se ha de
hacer radiografías comparativas para observar los cartílagos de conjunción.
Tratamiento: Quirúrgico con reducción, cerclaje y colocación de agujas.
Fracturas de cabeza de radio.
Son variadas y van desde fisuras hasta fracturas conminutas, o en ocasio-
nes del cuello del radio. En niños se denominan epifisiolisis. Se producen a conse-
cuencia de una caída con impacto de la cabeza con el extremo distal del húmero.
Clínica: Dolor a la palpación cara lateral y a la pronosupinación, tumefac-
ción por derrame articular e impotencia funcional.
Diagnóstico: A veces pasan desapercibidas con el examen convencional
(AP y L de codo), es importante valorar los signos de derrame articular (separa-
ción de las líneas grasas), y solicitar proyecciones oblicuas.
Tratamiento en caso de fracturas no desplazadas férula posterior de yeso y
rehabilitación precoz. Las fracturas marginales desplazadas requieren tratamiento
quirúrgico, y en algunas conminutas está indicada la exéresis de la cabeza del
radio.
Luxación de codo.
Generalmente se asocia a fractura de cabeza de radio, apófisis coronoides
o epitróclea. Las más frecuentes son las posteriores, desplazándose el antebrazo
en sentido posterolateral sobre el húmero.
Clínica: Dolor, deformidad del codo e impotencia funcional.
Diagnóstico: Proyección AP y L y en ocasiones oblícua.
Tratamiento: Reducción con anestesia e inmovilización con férula poste-
rior durante 3 semanas.
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BIBLIOGRAFÍA
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UNIDAD DIDÁCTICA VI
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Fracturas de pelvis. Concepto anatomo-clínico
CAPÍTULO XIX
FRACTURAS DE PELVIS.
CONCEPTO ANATOMO-CLÍNICO
Rafael Ceballos Atienza, Fabiola Muñoz Parra
y Mª Teresa León Espinosa de los Monteros
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CLASIFICACIÓN
Las lesiones traumáticas que comprometen el anillo pelviano se pueden
dividir en tres grupos (figura 1).
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Fracturas de pelvis. Concepto anatomo-clínico
Debe considerarse que hay dos premisas esenciales para autorizar la operación:
- Debe ser realizada en forma precoz. Generalmente la fractura no reducida
después de la primera semana es irreductible por cualquier intervención y
no procede realizar el intento.
- La intervención es de una técnica difícil, de formidable magnitud, alto
riesgo quirúrgico, de modo que debe quedar reservada a cirujanos de alta
experiencia en este tipo de cirugía.
Complicaciones de las fracturas graves de pelvis.
El médico que enfrenta una fractura pelviana, sobre todo con desplaza-
miento isquiopubiano hacia el interior de la excavación pélvica (traumatismo
ántero-posterior), o con grave lesión ilíaca, con doble rasgo y desplazamiento de
fragmentos, debe contemplar la posible existencia de tres complicaciones:
- Shock.
- Lesión vésico-uretral.
- Pseudoabdomen agudo.
Las dos últimas son muy propias de la fractura de pelvis; deben ser reco-
nocidas y debe haber de parte del médico una actitud terapéutica inmediata.
Shock.
Es producido por la magnitud del traumatismo, el dolor y la hemorragia
pelviana, que puede ser apreciable. Por esta circunstancia, el fracturado pelviano
debe ser considerado dentro de la categoría del politraumatizado y para con él
deberá haber un diagnóstico muy rápido y un plan terapéutico propio de este tipo
de enfermos.
Lesión vésico-uretral.
Todo enfermo que ha sufrido una fractura pelviana con doble rasgo, con
desplazamiento de fragmentos (isquiopubiano e iliopubiano), debe hacer sospechar
de inmediato una lesión uretro-vesical. El médico debe desplegar todo su conoci-
miento y astucia clínica para establecer un diagnóstico correcto e inmediato.
Diagnóstico. Debe seguir las siguientes etapas:
1. Averiguar cuánto tiempo hace que orinó por última vez.
2. Invitar al enfermo a orinar: Si la orina fluye fácilmente y es limpia, es
prácticamente seguro que no hay lesión uretro-vesical.
3. El enfermo presenta anuria:
- Puede ser que no haya orina en la vejiga porque recién había orinado.
- Puede haber un espasmo esfinteriano por dolor.
- Puede haber realmente una lesión vésico-uretral.
4. Se pasa una sonda semirígida, con mucho cuidado y delicadeza.
- La sonda pasa fácilmente y extrae orina normal. No hay lesión vésico-uretral.
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Fracturas trocantéreas del fémur
CAPÍTULO XX
FRACTURAS TROCANTÉREAS DEL FÉMUR
Rafael Ceballos Atienza, Mª Teresa León Espinosa de los Monteros
y Fernando Cobo Martínez
Son tan frecuentes como las fracturas del cuello del fémur, y ocurren igual-
mente en personas sobre los 50-60 años de edad, con mayor prevalencia en el
sexo femenino.
CLASIFICACIÓN
Se pueden clasificar de acuerdo a la ubicación del rasgo de fractura en:
- Intertrocantéreas.
- Pertrocantéreas.
- Subtrocantéreas.
También se pueden clasificar de acuerdo a su estabilidad en:
- Estables.
- Inestables.
Las fracturas inestables se desplazan por la acción de la musculatura, dis-
minuyendo el ángulo cérvicodiafisiario, quedando la cadera en coxa vara, con
ascenso del fémur y en rotación externa; es frecuente que se produzca un despren-
dimiento del trócanter menor por acción del músculo iliopsoas, conformándose
una fractura multifragmentaria altamente inestable.
Otra clasificación que se utiliza actualmente es la clasificación de Tronzo,
que las divide en 5 tipos:
- Tipo 1: Fractura trocantérea incompleta.
- Tipo 2: Fractura trocantérea sin conminución, con fractura de ambos tro-
cánteres.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
CUADRO CLÍNICO
Se trata de pacientes de avanzada edad, más frecuente en mujeres que, por
un traumatismo menor (caída sobre la cadera o tropiezo), quedan con dolor refe-
rido a la cadera o al muslo, e incapacidad de marcha.
Con el examen físico segmentario se comprueba acortamiento y rotación
externa de la extremidad. Aparición de equimosis tardía (a las horas o al día
siguiente) en la cara externa o interna del muslo; aumento de volumen producido
por la extravasación del hematoma de fractura, que se infiltra hacia las partes
blandas.
Estos hechos clínicos permiten en muchas ocasiones hacer el diagnóstico
de fractura trocantérea y no de fractura de cuello de fémur, ya que el acorta-
miento, la rotación externa y la aparición de equimosis son propias de las frac-
turas extracapsulares. El dolor es intenso al intentar movilizar la cadera y existe
imposibilidad de levantar el talón del plano de la cama. Se debe recordar que
estos signos pueden estar disminuidos o ausentes en fracturas incompletas o no
desplazadas.
Estudio radiológico.
Es de obligación absoluta. Se solicitan: Radiografías de pelvis, de la cadera
comprometida en posición A-P, y si el dolor de la fractura lo permite, se puede
extender a la radiografía axial (posición Lauenstein). Sin embargo no debe for-
zarse la indicación a exigir esta proyección lateral ya que, generalmente, el dolor
lo impide; además, la forzada posición que esta proyección exige, puede provocar
el desplazamiento de los segmentos óseos.
La radiografía permite definir el diagnóstico, tipo de fractura y eventual-
mente puede detectar la existencia de una fractura en un hueso patológico.
TRATAMIENTO
La fractura trocantérea ocurre en hueso esponjoso que, a pesar de la edad
del paciente, tiene una gran potencialidad osteogenética, por lo cual (exceptuando
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Fracturas trocantéreas del fémur
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Fracturas trocantéreas del fémur
FRACTURAS SUBTROCANTÉREAS
Se diferencian desde el punto de vista clínico de las fracturas trocantéreas,
en que son producidas por traumatismos mayores. Se ven en pacientes más jóve-
nes y su consolidación tiende a ser más lenta. En ellos son más frecuentes el
retardo de consolidación y la pseudoartrosis.
La inmensa mayoría se resuelve con una osteosíntesis.
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Fracturas trocantéreas del fémur
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Fracturas trocantéreas del fémur
d. Analgesia endovenosa.
e. Examen muy cuidadoso del estado vascular y neurológico del miembro
fracturado.
f. Tracción continua, idealmente transesquelética, desde la tuberosidad
anterior de la tibia.
g. Examen radiológico de fémur; se extiende a pelvis, columna, tórax,
cráneo, según sean las circunstancias (polifracturado).
h. Hospitalización y colocación de férula de Braun con 7 a 8 kg de peso
aproximadamente.
i. Disponer el traslado cuando los valores vitales estén estabilizados, si el
centro asistencial no cuenta con la infraestructura adecuada para el trata-
miento definitivo. El traslado, en estas circunstancias, no es urgente.
3. Tratamiento definitivo: Los objetivos que se persiguen con el tratamiento defi-
nitivo no son fáciles de cumplir, y deben quedar reservados para el especialista.
El facultativo, con escasa experiencia, no debe intentar resolver el problema con
ninguno de los métodos posibles de usar. Aún más, el especialista que no cuente
con una infraestructura de pabellón aséptico, servicio de radiografía intraopera-
toria, anestesistas competentes, transfusión inmediata, set de instrumental com-
pleto, tampoco debe intentar la resolución del problema, sobre todo si pretende
hacerlo con un acto operatorio.
Las complicaciones intra y posoperatorias suelen ser muy frecuentes y sus
consecuencias son desastrosas.
La más elemental prudencia aconseja, en estas circunstancias, derivar al
enfermo a un servicio mejor dotado.
La reducción, inmovilización y contención de los fragmentos hasta su con-
solidación definitiva, pueden ser obtenidos con dos tipos de procedimientos.
Tratamiento ortopédico.
Pueden ser realizados con tres técnicas diferentes:
1. Reducción inmediata en mesa traumatológica, bajo control radiológico
e inmovilización con yeso pelvipédico.
Corresponde a un procedimiento poco usado; la reducción suele ser muy
difícil y generalmente inestable, sobre todo en fracturas desplazadas del
1/3 superior o inferior del fémur, sometidas a violentas tracciones muscu-
lares.
Generalmente es un procedimiento usado como una forma provisoria
de inmovilización, cuando procede realizar el traslado del enfermo. Sin
embargo, no debe ser desechada del todo, sobre todo si se trata de enfer-
mos jóvenes y se ha logrado una reducción y una estabilización correcta y
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Atención integral urgente ante politraumatismos
mantenida.
2. Tracción continua: Seguida de un yeso pelvipédico, una vez que se ha
conseguido la formación de un callo que, aunque no definitivo, asegure la
contención de los fragmentos en vías de consolidación.
El procedimiento libera al enfermo de la tracción y le permite continuar el
tratamiento en su domicilio.
Como el procedimiento obliga a un control radiográfico periódico mien-
tras permanece con la tracción, solo puede ser realizado en servicios que
posean aparatos de rayos portátiles.
Si no se cuenta con este servicio, el tratamiento no se puede realizar.
3. Tracción continua mantenida hasta que el callo óseo esté sólidamente
formado. Especialmente usado en enfermos jóvenes, en que el plazo de con-
solidación es breve; el foco de fractura debe estar bien reducido y estable.
También obliga necesariamente a un periódico control radiográfico.
Los tres métodos ortopédicos señalados, especialmente los dos últimos,
fueron intensamente usados hasta el advenimiento de los procedimientos
quirúrgicos, especialmente el enclavado intramedular de Küntscher. Sin
embargo, en todos los servicios del mundo se está reconsiderando la situa-
ción y el procedimiento ortopédico que ya parecía olvidado definitiva-
mente, está volviendo a reactualizarse como un procedimiento al cual se
puede recurrir en determinadas circunstancias.
El empleo del procedimiento ortopédico debe ser cuidadosamente consi-
derado en cada caso particular. Implica hospitalización prolongada, some-
terse a procedimientos a veces mal tolerados y debido a la inmovilización
prolongada, rigideces articulares especialmente de rodilla a veces definitivas.
Indicaciones de tratamiento ortopédico:
- Fracturas diafisiarias en fémur en el niño.
- Fracturas conminutas.
- Infección de partes blandas.
- Negativa tenaz del enfermo o de sus familiares a ser operado.
Indicaciones relativas:
- Fracturas bien reducidas y estables.
- Enfermos jóvenes.
- Enfermos con patología anexa (cirrosis hepática descompensada, etc.).
- Infraestructura quirúrgica inadecuada, no existiendo posibilidad razona-
ble de traslado.
- Cirujano no especializado, sin experiencia quirúrgica adecuada y sin
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Fracturas trocantéreas del fémur
posibilidad de traslado.
Tratamiento quirúrgico.
Es el tratamiento de elección en el adulto en los servicios de la especiali-
dad, al lograr una reducción anatómica y estable, permitiendo una rehabilitación
precoz y hospitalización más breve.
Hechos propios de la fractura, del enfermo y sus circunstancias, progresos
tecnológicos, han ido inclinando al médico a preferir acentuadamente los proce-
dimientos quirúrgicos para el tratamiento de estas fracturas.
Fracturas de tratamiento quirúrgico:
- Fractura con grandes desplazamientos de fragmentos.
- De muy difícil reducción.
- De contención imposible, difícil o inestable.
- Necesidad de una rápida rehabilitación muscular y articular.
- Fracturas con compromiso vascular o neurológico.
- Fracturas expuestas.
- Fracturas en hueso patológico (metástasis, mieloma, etc.).
- Fracturas en enfermos de edad muy avanzada en que la postración
implica un grave riesgo vital.
Sin embargo, aun cuando la indicación de tratamiento quirúrgico sea inob-
jetable dadas las condiciones clínicas, el profesional tratante debe considerar
otras circunstancias no relacionadas directamente con el enfermo:
- Excelente infraestructura hospitalaria.
- Pabellones quirúrgicos estrictamente adecuados para una gran cirugía
traumatológica.
- Muy buen apoyo radiográfico intraoperatorio.
- Equipo de ayudantes, anestesistas, servicio de transfusiones. Apoyo a
Servicio de Cuidados Intensivos.
- Set de instrumental completo para la ejecución de las técnicas a emplear.
El resto de las fracturas de diferentes variedades, susceptibles de ser trata-
dos por métodos ortopédicos, pueden ser operadas si no existen contraindicacio-
nes de parte del enfermo, del ámbito quirúrgico, del cirujano, etc.
Con frecuencia actúa en forma poderosa el deseo del enfermo y del ciru-
jano de acceder con prontitud a una rápida rehabilitación física.
La tendencia quirúrgica en la solución de este tipo de fracturas se ha acen-
tuado definitivamente, sobre todo después de la introducción del clavo de Künts-
cher y de las placas de osteosíntesis.
Métodos operatorios:
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Fracturas trocantéreas del fémur
BIBLIOGRAFÍA
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Fracturas del extremo proximal del fémur
CAPÍTULO XXI
FRACTURAS DEL EXTREMO PROXIMAL DEL FÉMUR
Rafael Ceballos Atienza, Fernando Cobo Martínez y
Mª Teresa León Espinosa de los Monteros
Son aquéllas que ocurren entre la epífisis proximal del fémur y un plano
ubicado por debajo del trocánter menor. De acuerdo con el nivel de la fractura, se
clasifican en:
1. Fracturas de la cabeza o epífisis superior del fémur: Son aquéllas ubi-
cadas entre la superficie articular y el plano coincidente con el reborde del
cartílago de crecimiento. Son de ocurrencia excepcional.
2. Fracturas del cuello del fémur: Aquéllas ubicadas entre un plano inme-
diatamente por debajo del límite del cartílago de crecimiento y el plano en
que el cuello se confunde con la cara interna del macizo trocantéreo.
3. Fracturas pertrocantéreas: Son aquéllas que cruzan oblicuamente el
macizo troncantereano, desde el trocánter mayor al menor.
4. Fracturas subtrocantéreas: Ubicadas en un plano inmediatamente infe-
rior al trocánter menor.
279
Atención integral urgente ante politraumatismos
CLASIFICACIÓN
Han sido varios los puntos de vista que han determinado tantas clasifica-
ciones:
1. Clasificación anatómica: Está determinada por el nivel de la línea de
fractura. Así se las clasifica en:
a. Fractura subcapital: Aquella producida en un plano inmediatamente
inferior al del borde del cartílago de crecimiento; generalmente tiene una
orientación algo oblícua, de modo que compromete un pequeño segmento
del cuello del fémur. Son las más frecuentes.
b. Fractura transcervical (o mediocervical): El rasgo compromete la
parte media del cuerpo del cuello femoral.
280
Fracturas del extremo proximal del fémur
Figura 2.
Fractura subcapital de cuello del fémur. El fragmento distal se encuentra ascendido
y fuertemente rotado al exterior (tipo IV de Garden). Con frecuencia en este tipo de
fractura, la epífisis femoral evoluciona hacia una necrosis aséptica.
Significado anátomo-clínico de esta clasificación.
Los distintos niveles de cada uno de estos tres tipos de fractura, van deter-
minando un progresivo daño en la vascularización del cuello y la cabeza femoral.
Así, en la medida que el rasgo de fractura va siendo más proximal, mayor va
siendo el número de arteriolas cervicales lesionadas; cuando el rasgo de fractura
está ubicado en el plano subcapital, puede tenerse la seguridad que la totalidad de
los vasos nutricios de la cabeza femoral están comprometidos; la avascularidad
de la epífisis es completa y la necrosis avascular es inevitable. La vascularización
epifisiaria aportada por la arteriola del ligamento redondo es irrelevante.
2. Clasificación de Pauwels: Tiene relación con la orientación u oblicui-
dad del rasgo de fractura, referida a la horizontal.
a. Fracturas por abducción: Aquella en la cual el rasgo de fractura forma
con la horizontal un ángulo inferior a 30 grados.
b. Fracturas por aducción: Aquella en la cual el rasgo de fractura forma
con la horizontal un ángulo superior a 50 grados.
281
Atención integral urgente ante politraumatismos
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Fracturas del extremo proximal del fémur
283
Atención integral urgente ante politraumatismos
Merece destacarse el hecho que, a pesar de ser esta una fractura en un seg-
mento óseo importante, no hay:
- Aumento de volumen del muslo.
- Equímosis en las partes blandas vecinas.
Ello se explica porque la fractura del cuello del fémur casi en todos los
casos es intraarticular, generando una hemorragia en la cavidad articular que aísla
el hematoma del medio circundante.
Ello permite diferenciarla de inmediato de la fractura pertrocantérea,
extraarticular, que presenta gran equímosis en las partes declives de la raíz del
muslo, y aumento de volumen por la acción inflamatoria de la hemoglobina libre
en las partes blandas.
Diagnóstico.
Se basa en los hechos clínicos de la anamnesis y del examen físico:
a. Enferma/o de edad avanzada.
b. Traumatismo generalmente de poca magnitud y desproporcionado a las
consecuencias clínicas.
c. Miembro inferior:
1. Más corto.
2. Rotado al externo.
3. Abducido.
4. Impotencia funcional.
5. No levanta el talón del plano de la cama.
6. Dolor en base del muslo irradiado a la cara interna.
La existencia de este cuadro sintomatológico con todos o tan solo algunos
de estos síntomas y signos, debe bastar para plantear de inmediato la posibilidad
de una fractura del cuello del fémur.
El diagnóstico debe ser mantenido, hasta que un muy buen estudio radio-
gráfico demuestre lo contrario.
Estudio radiográfico.
Corresponde a un examen imprescindible y de realización urgente. En la
mayoría de los casos no hace sino confirmar la sospecha diagnóstica, agregando
información referente al sitio exacto del rasgo de fractura, su orientación, existen-
cia y magnitud del desplazamiento de los fragmentos. Informa además de otros
hechos anexos importantes en el pronóstico y tratamiento: Existencia y magnitud
de procesos artrósicos, de una lesión osteolítica (fractura en hueso patológico),
osteoporosis, etc.
284
Fracturas del extremo proximal del fémur
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Fracturas del extremo proximal del fémur
Procedimientos quirúrgicos.
a. Enclavijamiento del cuello femoral (osteosíntesis).
b. Prótesis de sustitución.
c. Extirpar la cabeza femoral (operación de Gidlerston).
Enclavijamiento del cuello femoral.
El campo de sus indicaciones se va estrechando cada vez más, frente a la
sustitución protésica que ofrece la extraordinaria ventaja de rehabilitación, levan-
tada y deambulación precoz.
Sin embargo, siguen persistiendo indicaciones muy precisas de osteosín-
tesis de la fractura, considerando que es preferible preservar el cuello y cabeza
femoral si ello es posible, antes que sustituirla por la mejor de las prótesis.
Indicaciones:
- Fracturas recientes transcervicales y básicocervicales en enfermos jóve-
nes (menores de 50 años) y en buenas condiciones generales. La indicación
resulta inobjetable si la fractura está reducida, encajada y estable.
- Fracturas aún desplazadas, de rasgo oblícuo o vertical, en enfermos jóve-
nes y en buenas condiciones generales. Corresponde a una indicación muy discu-
tible que debe ser cuidadosamente considerada.
Aún en las mejores condiciones técnicas, los riesgos de necrosis avascular
son elevados. La reducción de la fractura suele ser extremadamente difícil, y debe
ser perfecta; reducciones deficientes, aún cuando la osteosíntesis sea estable, con
seguridad llevarán a la falta de consolidación y a la necrosis de los fragmentos
óseos.
Contraindicaciones de la osteosíntesis:
- Enfermos muy ancianos.
- Enfermos en muy mal estado general.
- Fracturas subcapitales, desplazadas, de muy difícil o imposible reduc-
ción.
Prótesis de sustitución:
Dos de las técnicas empleadas en la sustitución protésica de la cadera:
a) Prótesis parcial: Es aquélla en la cual la sustitución se limita al reem-
plazo del vástago femoral (cabeza y cuello), dejando intacto el compo-
nente cotiloideo.
Indicaciones:
- Fracturas subcapitales, desplazadas, en enfermos muy ancianos, en acen-
tuado mal estado general o con pocas expectativas de vida.
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Fracturas del extremo proximal del fémur
Figura 3.
Fractura subcapital del cuello del fémur. El fragmento distal está ascendido y fuerte-
mente rotado al externo (trocánter menor ampliamente visible). La cabeza femoral está
rotada en sentido medial. La cabeza femoral en este tipo de fractura generalmente
evoluciona a la necrosis aséptica. Fractura tipo IV de Garden.
291
Atención integral urgente ante politraumatismos
BIBLIOGRAFÍA
292
Fracturas del extremo proximal del fémur
ORCES CH. In-hospital hip fracture mortality trends in older adults: the National
Hospital Discharge Survey, 1988-2007. J Am Geriatr Soc 2013;61(12):2248.
MÖLLER T, REIF E. Altlas de bolsillo de cortes anatómicos. Tomografía com-
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WADDELL J. Fracturas del fémur proximal. Mejorando resultados. Amolce 2013.
BAUER. Cirugía ortopédica. Vol 3. Cadera y fémur. Marban 2012.
293
Luxación traumática de la cadera
CAPÍTULO XXII
LUXACIÓN TRAUMÁTICA DE LA CADERA
Rafael Ceballos Atienza
Figura 1. Pelvis femenina con ligamentos. Visión central. Tomado de: Sobotta. Atlas de
Anatomía. 23ª Ed. Vol. II. 2012.
295
Atención integral urgente ante politraumatismos
ETIOPATOGENIA
Siempre es el resultado de un traumatismo muy violento; están siempre
presentes la velocidad, instantaneidad, con una gran energía; el traumatismo
suele ser muy complejo y en él pueden haberse producido otras lesiones conco-
mitantes que es necesario tener presentes y buscarlas en todos los casos. No es
rara la concomitancia con fractura de pelvis, fractura de fémur, de costilla, con-
tusión abdominal, traumatismo craneano, etc., lo cual no debe pasar inadvertido.
Son dos los mecanismos productores de esta luxación:
- Mientras el enfermo se encuentra sentado y generalmente con un muslo
cruzado sobre el otro, recibe un impacto directo y violento, de adelante
atrás contra la rodilla; la fuerza se transmite a lo largo del muslo (fémur)
y propulsa la cabeza femoral axialmente hacia atrás; la cabeza femoral se
proyecta contra el reborde cotiloideo y especialmente contra la cápsula y
abandona la cavidad articular, quedando alojada tras ella (luxación poste-
rior o retrocotiloidea).
Así ocurre en el choque frontal en un accidente automovilístico por ejem-
plo, en que el acompañante del chófer, teniendo los muslos flexionados
choca con sus rodillas contra el salpicadero; la luxación es aún más fácil
296
Luxación traumática de la cadera
si, como ocurre con frecuencia, lleva un muslo cruzado sobre el otro y va
desprevenido (musculatura relajada).
- En el otro mecanismo, el enfermo se encuentra agachado, con sus caderas
flexionadas; en estas condiciones recibe el peso de un violento impacto
sobre el dorso al ser aplastado por ejemplo en el derrumbe de la galería de
una mina, techo de una casa, murallas que se desploman, etc.
En ambos casos el mecanismo es similar: El fémur es proyectado en su eje
axial contra la pared posterior de la articulación, constituida, en esta posición, por
la cápsula articular posterior y una fracción de la ceja cotiloídea.
Otros mecanismos ya muy raros, los constituyen la abducción exagerada
con rotación externa máxima, o la aducción exagerada con rotación interna.
VARIEDADES
Hay dos modalidades (figura 2):
- Luxación posterior: Sin duda que en la inmensa mayoría son posteriores
con respecto al cotilo, pudiendo la cabeza quedar alojada por debajo del
nivel del cotilo (posición isquiática), a nivel de él (posición retrocotiloi-
dea), o por encima del cotilo (posición ilíaca), la más frecuente.
En general las dos primeras posiciones son transitorias, cambiando a la
posición ilíaca, por la contractura de los músculos pelvitroncantéreos.
- Luxación anterior: Extraordinariamente rara, producida por un meca-
nismo de rotación externa y abducción forzadas y máximas. La cabeza
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Atención integral urgente ante politraumatismos
femoral queda ubicada por delante del cotilo, sea en un nivel inferior a él
(posición pubiana) o al mismo nivel (posición obturatriz).
CLÍNICA Y DIAGNÓSTICO
- Luxación posterior:
- Hombre adulto joven.
- Traumatismo violento, en que han actuado fuerzas axiales directas o
indirectas a lo largo del fémur, contra la cadera flexionada.
- Dolor en la raíz del muslo.
- Impotencia funcional total.
- Posición viciosa del muslo, que es muy típica:
- Muslo aducido.
- Rotación interna.
- Miembro más corto.
- La cabeza femoral a veces se puede palpar bajo los músculos glúteos.
- El macizo troncantéreo está más elevado en el lado supuestamente
luxado (línea de Rose-Nelaton), lo cual es muy difícil de detectar dadas
las circunstancias.
- Luxación anterior; da una sintomatología inversa, considerando que la
cabeza femoral luxada se encuentra en un plano anterior al cotilo.
- Antecedente traumático violento con muslo abducido y rotado al
externo.
- Se ve y se palpa la cabeza femoral en la arcada inguino-crural o en
la región obturatriz.
- Miembro inferior más largo.
- Miembro inferior abducido y rotado al externo.
Cuadro radiográfico.
Frente a la sospecha o evidencia clínica de una luxación de cadera, ideal-
mente debiera tomarse una radiografía antes de la reducción, no tanto para hacer
el diagnóstico, que casi siempre es evidente al examen clínico, como para verifi-
car si hay o no, fractura del reborde cotiloídeo.
Condiciones que debe cumplir el examen radiográfico y normas de inter-
pretación: Se puede cometer errores groseros en el diagnóstico, sea porque la
técnica radiográfica ha sido inadecuada, como por mala interpretación de hechos
evidentes.
- Radiografía de pelvis, muy bien centrada.
- Radiografía de la cadera supuestamente luxada, en posición anteroposte-
rior y lateral.
298
Luxación traumática de la cadera
TRATAMIENTO
Como en todas las luxaciones, la tentativa de reducción debe ser inme-
diata; en la medida que van transcurriendo las horas, las dificultades en la reduc-
ción se van haciendo mayores. La contractura muscular, que va siendo muy
poderosa, se constituye en un obstáculo formidable para conseguir la reducción;
transcurridos algunos días, la reducción ortopédica puede llegar a ser imposible.
Si las circunstancias son tales que no disponga de un estudio radiográfico,
tiene dos posibilidades:
- Evacuación inmediata del enfermo a un centro hospitalario idóneo.
- Reducción aún sin la confirmación radiográfica. El procedimiento de
reducción suele ser difícil de realizar pero de todos modos debe intentarse:
1. Anestesia general profunda con relajación muscular.
2. Enfermo acostado en el suelo.
299
Atención integral urgente ante politraumatismos
300
Luxación traumática de la cadera
ello es factible.
COMPLICACIONES DE LA LUXACIÓN DE CADERA
Fractura del reborde posterior del cotilo.
Esta fractura es la causa de que la luxación sea inestable. El enfermo debe
ser trasladado, con yeso pelvipédico, a un servicio de traumatología.
Compromiso del nervio ciático.
Es una complicación poco frecuente y está provocada por la contusión del
nervio por la cabeza femoral desplazada hacia atrás. No es infrecuente que el
daño neurológico comprometa solo o predominantemente a la rama del ciático
poplíteo externo (figura 3).
301
Atención integral urgente ante politraumatismos
la cabeza femoral.
Está comprobado que mientras más demore la reducción de la luxación,
son mayores las posibilidades de una lesión vascular irreparable; es una de las
razones que hacen obligatoria la reducción precoz de la luxación.
La magnitud del daño de partes blandas periarticulares (cápsula, ligamen-
tos, etc.), la falta de una adecuada inmovilización prolongada postreducción,
intervenciones quirúrgicas para practicar osteosíntesis de fractura cotiloídea, son
otros tantos factores de riesgo de necrosis avascular de la cabeza femoral.
Sin embargo, la complicación puede presentarse, sin que haya habido nin-
guno de los factores agravantes mencionados.
Síntomas y diagnóstico de la necrosis avascular de la cabeza femoral.
La precocidad con que se manifiestan los síntomas y signos, depende de
la magnitud del daño vascular y de la extensión de la necrosis; y estos signos
pueden aparecer meses y aún años después de la reducción de la luxación.
Ello aconseja ser muy cauteloso (accidente del trabajo, por ejemplo); en
estas circunstancias es prudente dejar expresa constancia en el informe de alta,
de la posibilidad que esta gravísima complicación pueda manifestarse clínica y
radiográficamente hasta 2 a 3 años después del accidente.
Síntomas.
Dolor articular progresivo, claudicación, limitación de los movimientos,
especialmente los de rotación interna y externa y de abducción de la cadera.
Radiográficamente.
- Disminución de la amplitud del espacio articular.
- Borramiento de la nitidez del contorno de la cabeza femoral.
- Alteraciones progresivas de la trama ósea de la cabeza femoral: Zonas
hipercalcificadas, áreas más densas, zonas osteolíticas, aspectos micro-
quísticos, osteolisis progresiva del cuadrante superior.
- Aplanamiento, desmoronamiento y finalmente destrucción total de la
cabeza femoral.
- Cintigrafía ósea, tomografía axial computada.
La situación es progresiva e irreversible.
El enfermo debe ser informado de inmediato de su situación y enviado al
especialista. Generalmente el cuadro se resuelve quirúrgicamente: operación de
Camera, osteotomías de centraje, artrodesis o artroplastías.
Miositis osificante.
Corresponde a la calcificación y osificación de hematomas no reabsorbidos
en el contorno de la articulación luxada y reducida.
Se minimiza el riesgo de esta complicación, con la reducción precoz, la
302
Luxación traumática de la cadera
303
Atención integral urgente ante politraumatismos
304
Luxación traumática de la cadera
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Atención integral urgente ante politraumatismos
BIBLIOGRAFÍA
306
Fractura de cadera
CAPÍTULO XXIII
FRACTURA DE CADERA
Rafael Ceballos Atienza
307
Atención integral urgente ante politraumatismos
ANATOMÍA
Aunque se suelen denominar fracturas de cadera, es más correcto denomi-
narlas fracturas de fémur proximal. Se suelen clasificar según el lugar de la frac-
tura:
Fracturas subcapitales.
También llamadas fracturas de cuello femoral. Generalmente son intracap-
sulares y, por tanto, pueden alterar el riesgo vascular de la cabeza femoral. Como
consecuencia, la unión es difícil y pueden producir necrosis avascular postraumá-
tica. En ocasiones las dos terceras partes quedan unidas, impactadas, siendo más
estables y con menor tasa de complicaciones.
Fracturas trocantéreas.
Son extracapsulares y pueden ser inter o subtrocantéreas. Son las más fre-
cuentes. Los problemas fundamentales que presentan son la inestabilidad del sitio
de la fractura y la hemorragia profusa que pueden producir por la rica vasculari-
zación de la zona.
308
Fractura de cadera
Osteoporosis primarias.
- Involutivas:
- Tipo I o postmenopáusica.
- Tipo II o senil.
- Otras:
- Idiopática o de la gestación.
- Juvenil.
Osteoporosis secundarias.
- Localizada.
- Endocrinológicas.
- Gastrointestinales.
- Malnutrición.
- Anorexia nerviosa.
- Mieloma múltiple.
- Enfermedad del tejido conjuntivo.
- Medicamentos.
- Inmovilización.
- Alcoholismo crónico.
Tabla 2. Clasificación de los tipos de osteoporosis.
309
Atención integral urgente ante politraumatismos
No modificables. Modificables.
- Edad avanzada. - Peso.
- Sexo femenino. - Estado nutricional.
- Raza. - Estilo de vida.
- Talla. - Tóxicos.
- Menarquía tardía y menopausia precoz. - Fármacos.
- Antecedentes familiares. - Enfermedades.
Tabla 3. Factores de riesgo de osteoporosis
310
Fractura de cadera
311
Atención integral urgente ante politraumatismos
BIBLIOGRAFÍA
312
Traumatismos genitourinarios
CAPÍTULO XXIV
TRAUMATISMOS GENITOURINARIOS
Rafael Ceballos Atienza e Isabel Ostabal Artigas
313
Atención integral urgente ante politraumatismos
314
Traumatismos genitourinarios
Exploración física.
Si existe lesión penetrante, en la mayoría de los pacientes aparecerán otras
lesiones asociadas, por lo que se requerirá exploración quirúrgica. En caso de
traumatismo cerrado la exploración mostrará dolor referido en el área lumbar
y/o el trayecto ureteral, y signos de irritación peritoneal si existen otras lesiones
abdominales. La hematuria es un indicio aún más infrecuente en estos pacientes.
Exploraciones complementarias.
Datos de laboratorio.
En la consulta de urgencias se solicitará hemograma completo, bioquímica
sanguínea, orina completa con sedimento y estudio de coagulación. La microhe-
maturia tampoco es un dato significativo, a no ser que la clínica y la exploración
sugieran la lesión.
Radiología.
Se realizará radiografía PA de tórax y simple de abdomen. Los signos
que pueden sugerir la lesión ureteral son muy inespecíficos: Borramiento de la
línea renopsoas, y densidad en vidrio esmerilado sobre la fosa lumbar o las fosas
ilíacas (sugestivo de extravasación urinaria). Al diagnóstico de certeza se llega
mediante urografía intravenosa (UIV).
Actitud terapéutica.
Las medidas generales y específicas son las mismas que en el traumatismo
renal, consultando igualmente al urólogo de guardia.
Traumatismo vesical.
Etiología.
Al igual que los traumatismos renales y ureterales, se puede producir por
dos mecanismos:
1. Lesiones penetrantes por arma blanca o arma de fuego.
2. Lesiones no penetrantes, que a su vez se pueden clasificar como:
- Contusión vesical.
- Rotura vesical extraperitoneal, secundaria a la penetración de un frag-
mento óseo en la vejiga cuando se produce una fractura pelviana.
- Rotura vesical intraperitoneal, producida generalmente por un golpe
directo sobre la región inferior del abdomen, en especial si el paciente se
encuentra con la vejiga llena en el momento del traumatismo. La orina, en
este caso, vierte su contenido en la cavidad peritoneal.
Clínica.
El paciente se suele presentar con dolor suprapúbico e incapacidad para la
micción desde el primer instante, ya sea por el mismo dolor, por lesión neuroló-
gica o por filtración de la orina hacia la cavidad peritoneal.
315
Atención integral urgente ante politraumatismos
Exploración física.
Suele haber hipersensibilidad suprapúbica sin defensa muscular, a no ser
que exista lesión visceral abdominal asociada. Es raro que el paciente se presente
con signos de shock hipovolémico si no existen lesiones en otros órganos. La
hematuria es un signo casi constante en estos enfermos.
Exploraciones complementarias.
Datos de laboratorio.
En la consulta de urgencias se solicitará hemograma completo, bioquímica
sanguínea, orina completa con sedimento y estudio de la coagulación.
Radiología.
Se solicitará una radiografía de tórax, simple de abdomen y de pelvis. Una
fractura de pelvis con hematuria macroscópica sin uretrorragia sugiere contusión
o rotura vesical. La densidad abdominal o pélvica en vidrio esmerilado es suges-
tiva de extravasación urinaria.
Actitud terapéutica.
Las medidas generales y específicas son similares a las de los casos ante-
riores, debiendo comprobar, ante del sondaje vesical, que no existe rotura uretral.
Se consultará igualmente al urólogo de guardia.
Traumatismos uretrales.
La uretra masculina puede dividirse en cuatro segmentos: uretra prostática,
membranosa, bulbar y peneana. Los traumatismos uretrales se pueden agrupar en
aquellos que se producen por encima del diafragma urogenital y los que tienen
lugar por debajo.
Etiología.
1. Traumatismos por encima del diafragma urogenital: Se suelen producir
por un golpe externo. En la mayoría de los casos existe una fractura de
huesos pélvicos.
2. Traumatismos por debajo del diafragma urogenital: Se ocasionan por un golpe
directo en la zona perineal, generalmente por traumatismo en silla de montar.
Clínica.
Ante todo traumatismo perineal hay que descartar la existencia de una
lesión uretral. Si el paciente está consciente refiere incapacidad para la micción y
uretrorragia, es decir, salida de sangre por el meato no acompañada de micción.
Exploración física.
El paciente puede presentar un hematoma a nivel peneano (pene en man-
guera) o bien un hematoma en la región perineal en forma de alas de mariposa.
Si conserva la capacidad para la micción es posible que durante esta o inmedia-
316
Traumatismos genitourinarios
317
Atención integral urgente ante politraumatismos
318
Traumatismos genitourinarios
BIBLIOGRAFÍA.
319
Fracturas de la rodilla
CAPÍTULO XXV
FRACTURAS DE LA RODILLA
Rafael Ceballos Atienza, Mª Dolores Castillo Sánchez y Fabiola Muñoz Parra
321
Atención integral urgente ante politraumatismos
Figura 2.
Fractura por compresión de la epífisis proximal de la tibia. El cóndilo femoral externo,
ha impactado violentamente sobre el platillo tibial.
Clínica.
A consecuencia del traumatismo, el paciente queda con dolor en la rodilla,
incapacidad para apoyar el pie, aumento de volumen de la rodilla por hemartro-
sis, y, eventualmente, deformación en valgo o varo en los casos de hundimiento
del platillo tibial respectivo. Además, dolor a la presión del platillo tibial frac-
turado, y un pseudobostezo contralateral dado por el hundimiento del platillo
tibial.
Radiología.
El estudio radiológico AP y L, será suficiente en la mayoría de los casos; a
veces son necesarias proyecciones oblícuas para definir adecuadamente el hundi-
miento y los rasgos de fractura. En este sentido ha sido de gran utilidad el estudio
complementario con TAC o RMN.
Tratamiento.
Algunos autores prefieren el tratamiento ortopédico y otros el tratamiento
quirúrgico.
Tratamiento ortopédico.
Indicado en las fracturas no desplazadas y con hundimientos menores
(menos de 5 mm). Consiste en una inmovilización con rodillera de yeso por 4 a
6 semanas sin apoyo de la extremidad, manteniendo ejercicios activos isométri-
cos de cuádriceps. La descarga de la extremidad deberá mantenerse hasta que la
fractura esté consolidada (alrededor de 3 meses).
En fracturas complejas de los platillos tibiales, la indicación también puede
ser un tratamiento ortopédico funcional: Tracción-movilización. Consiste en
322
Fracturas de la rodilla
Fracturas de rótula.
Son muy frecuentes, y su mecanismo obedece a un traumatismo directo
en la parte anterior de la rodilla, o a un traumatismo indirecto por la intensa trac-
ción ejercida por el cuádriceps, que la fractura; frecuentemente el mecanismo es
mixto, directo e indirecto (figura 3).
323
Atención integral urgente ante politraumatismos
Clasificación.
Se clasifican según el rasgo de fractura en:
- Fractura de rasgo transversal.
- Fractura conminuta.
- Fractura de rasgo longitudinal.
- Mixta.
Las fracturas de rasgo transversal son las más frecuentes y en ellas predo-
mina un traumatismo indirecto en el cual, además de la fractura de rótula, se pro-
duce un importante desgarro lateral de los alerones de la rótula, separándose los
fragmentos fracturados, por la contracción del cuadriceps. El rasgo puede com-
prometer el tercio medio (lo más frecuente), el tercio inferior, que corresponde
a las fracturas del vértice inferior de la rótula, o el tercio superior, que son las
menos frecuentes de este grupo.
Las fracturas conminutas obedecen a un traumatismo directo, produciendo
un estallido de la rótula, al cual también puede combinarse una fuerte contracción
del cuádriceps, que separa los fragmentos.
Las fracturas de rasgo longitudinal son las menos frecuentes, y pueden pro-
ducirse en el medio de la rótula, o como fracturas marginales.
La combinación de fracturas de rasgo transversal y conminuta son frecuen-
tes; especialmente la conminución es del tercio inferior de la rótula.
Clínica.
El cuadro clínico está determinado por el traumatismo. Al examen encon-
tramos una rodilla aumentada de volumen por la hemartrosis (fractura articular);
si los fragmentos están separados se palpará una brecha entre ambos. Como hay
una discontinuidad del aparato extensor, el enfermo no puede levantar la pierna
extendida. Puede haber equímosis por extensión en la articulación de la hemar-
trosis hacia las partes blandas alrededor de la articulación. En caso de ser nece-
saria una artrocentesis por la hemartrosis a tensión, puede aspirarse sangre con
gotas de grasa.
Radiología.
Las proyecciones estándar anteroposterior y lateral demostrarán el diag-
nóstico de la fractura. Ocasionalmente pueden ser necesarias proyecciones oblí-
cuas o axiales para demostrar fracturas longitudinales, marginales o fracturas
osteocondrales.
Tratamiento.
Tendrán indicación de tratamiento ortopédico las fracturas no desplazadas.
Inmovilización con rodillera de yeso por 4 semanas, seguido de rehabilitación
con ejercicios de cuádriceps, y eventual vendaje elástico.
324
Fracturas de la rodilla
325
Atención integral urgente ante politraumatismos
BIBLIOGRAFÍA
CAPÍTULO XXVI
FRACTURAS DE LA DIÁFISIS DE LA TIBIA
Rafael Ceballos Atienza, Mª Dolores Castillo Sánchez y Fernando Cobo Martínez
CONOCIMIENTOS ANATÓMICOS
La tibia, destinada a soportar la carga del peso, tiene extensas áreas despro-
vistas de inserciones musculares, lo que determina una pobreza vascular; sobre
todo ello es notorio en la mitad distal del hueso (figura 1).
El rasgo de fractura del 1/3 medio o distal, con frecuencia compromete la
arteria nutricia del hueso, agravando aún más el déficit vascular.
La metáfisis inferior presenta una vascularización aún más empobrecida, si
se considera que a ese nivel la arteria nutricia está terminando en su distribución,
y a ella no alcanza la vascularización epifisiaria distal.
Está recubierta por cara anterointerna solo por el tegumento cutáneo. El
rasgo de fractura oblícuo o helicoidal, con suma frecuencia desagarra la piel
como un cuchillo.
Con frecuencia la fractura es el resultado de un traumatismo violento y
directo; sorprende a la piel contra el plano óseo, duro, subyacente. Se desgarra la
piel y se fractura el hueso.
La acción de los músculos de la pierna es muy poderosa. En caso de frac-
turas de rasgo oblícuo o helicoidal (inestables), los músculos ejercen una acción
contracturante intensa; ello determina que estas fracturas sean de muy difícil
reducción y extremadamente inestables.
La membrana interósea, fuerte septum fibroso, fijo a la tibia y peroné desde
sus extremos superior al inferior, le confiere una fuerte fijeza a los fragmentos de
fractura, limitándose su desplazamiento axial y lateral.
327
Atención integral urgente ante politraumatismos
DEFINICIÓN
Se considera como fractura de la diáfisis de la tibia, aquélla que ocurre
entre dos líneas imaginarias: la superior coincidente con el plano diáfiso-metafi-
328
Fracturas de la diáfisis de la tibia
CLASIFICACIÓN
Se las clasifica desde 4 puntos de vista:
1. Según su localización:
- Del tercio superior.
- Del tercio medio.
- Del tercio inferior.
2. Según su mecanismo:
- Por golpe directo.
- Por mecanismo indirecto.
- Por torsión.
- Por cizallamiento.
- Por flexión.
- por compresión.
3. Según la anatomía del rasgo:
- Transversales: rasgo único.
- Oblícuas: rasgo doble.
- Espiroideas: conminuta.
- Conminutas: con estallido.
4. Según hayan sido provocadas por un traumatismo de:
- Baja energía.
- Alta energía.
La información dada según estas clasificaciones, unidas a datos clínicos
como edad, daño mayor o menor de las partes blandas, mecanismo de la fractura,
magnitud de la energía del traumatismo, posible exposición del foco de fractura,
desviaciones de los fragmentos, etc., permitirán configurar un cuadro clínico muy
exacto del caso en tratamiento, y que puede modificar sustancialmente el pronós-
tico y la terapéutica a seguir.
SÍNTOMAS
Con frecuencia se encuentran presentes todos los síntomas y signos pro-
pios de las fracturas, por lo cual, en la mayoría de los casos, el diagnóstico fluye
desde la simple inspección:
329
Atención integral urgente ante politraumatismos
- Dolor intenso.
- Impotencia funcional, aunque el peroné esté indemne.
- Edema.
- Equímosis.
- Crépito óseo con los intentos de movilizar la pierna.
- Frecuente desviación de los ejes: angulación y rotación del segmento
distal.
- Movilidad anormal de los fragmentos.
- Bulas, generalmente de contenido sanguinolento: Son indicio casi seguro
de una fractura, generalmente de graves caracteres.
Por ello, el diagnóstico de la fractura misma es fácil, sin tener que recurrir
a maniobras semiológicas, que debieran ser proscritas por dolorosas y peligrosas:
movilización de los fragmentos buscando crépito óseo, o movilidad de los frag-
mentos.
El examen debe completarse buscando posibles lesiones vasculares (signos
de isquemia distal), neurológicas o compromiso de la piel (fractura expuesta de
primer grado: Lesión puntiforme de la piel).
EXAMEN RADIOGRÁFICO
Debe ser realizado de inmediato.
Exigencias:
- Placa grande (30 x 40 cm) que permita el examen de toda la tibia, inclu-
yendo por lo menos una articulación (rodilla o tobillo) e idealmente las
dos.
- Proyección antero-posterior y lateral.
- Correcta técnica radiográfica.
La semiología radiográfica permite investigar:
- Estado biológico del esqueleto.
- Nivel de la fractura.
- Anatomía del rasgo: Único, múltiple, conminución, dirección, forma,
etc.
- Compromiso del peroné.
- Desviación de los fragmentos.
Los datos referidos son esenciales para configurar el pronóstico y el plan
terapéutico. De este modo se tiene con frecuencia:
- Rasgo transversal o ligeramente oblícuo: Propio de fractura por golpe
directo, estable y de fácil tratamiento ortopédico.
330
Fracturas de la diáfisis de la tibia
Figura 2.
Extensa fractura del tercio distal de la pierna. Se destaca un gran tercer fragmento
separado, por rasgo helicoidal. El riesgo de exposición es inminente.
331
Atención integral urgente ante politraumatismos
Figura 3. Figura 4.
Fractura segmentaria de la diáfisis de la tibia. Fractura de tibia.
Desplazamiento medial del fragmento intermedio.
En este tipo de fracturas, con frecuencia el foco
distal evoluciona hacia un retardo de consolida-
ción o a una pseudoartrosis.
TRATAMIENTO
Abordaremos este aspecto, por razones prácticas, en dos momentos de la
evolución:
I. Tratamiento de suma urgencia: en el momento y sitio mismo del acci-
dente.
II. Tratamiento definitivo.
I. Tratamiento de suma urgencia.
Corresponde a un momento crítico, dramático por las circunstancias en que
ha sucedido el accidente, por la inquietud angustiosa que trae consigo, además
del dolor y necesidad de tomar una conducta urgente.
Debe considerarse además que es frecuente que, de la conducta acertada
o equivocada que en esos momentos se adopte, dependa la evolución futura de
la enfermedad. Exposición del foco, compromiso vascular o neurológico, shock,
dolores indebidos, etc., suelen ser las consecuencias de una toma de decisión
errada.
332
Fracturas de la diáfisis de la tibia
Conducta a seguir.
No se debe mover al enfermo hasta que se haya tomado una determinación
inteligente.
Cojer suavemente, pero con firmeza, el pie y el tobillo y procure, con una
tracción axial suave, pero sostenida, corregir el eje axial y la rotación de la pierna
fracturada.
Inmovilizar el miembro inferior entero, desde la raíz del muslo hasta el pie,
con cualquier elemento rígido: Tabla, cartón, esquí, etc. Incluso da buen resultado
un periódico doblado varias veces y conformando como un canal longitudinal.
Fijar todo el miembro inferior a la férula rígida (férula de Thomas), con
vendas, correas, etc.
Por último, si no tiene elementos rígidos a su disposición, fije el miembro
fracturado, traccionado, al miembro sano.
Todo el procedimiento se puede realizar sin analgesia previa; si procede
con calma y seguridad no debiera provocar dolor.
Si tiene analgésicos a su disposición, úselos sin vacilar, inyectándolos 15
minutos antes de intentar cualquier maniobra.
Otras recomendaciones.
Abrigar al enfermo.
Pierna elevada.
Ayudar psicológicamente infundiéndole confianza.
Avisar a sus familiares.
Si le es posible, acompañarlo.
Determinar su traslado urgente a un servicio especializado.
Si ha administrado medicamentos (analgésicos, sedantes, opiáceos, etc.)
indíquelo por escrito.
El profesional de la salud ha de informar por escrito las circunstancias en
que encontró al enfermo: pulso, respiración, estado de conciencia, comprobación
del estado circulatorio y neurológico de la pierna fracturada.
Por último, deje constancia de cualquier otro hecho de interés: otras lesio-
nes, estado de ebriedad, pérdida de conciencia, etc.
En estas condiciones, traslade al enfermo a un servicio de la especialidad.
II. Tratamiento definitivo.
Quizás sean pocas las fracturas que han motivado mayores controversias
respecto al tratamiento definitivo.
La lista de posibles complicaciones, riesgos producidos durante el desarro-
llo del tratamiento, o dificultades en el manejo de la fractura misma, es inquietante:
333
Atención integral urgente ante politraumatismos
334
Fracturas de la diáfisis de la tibia
335
Atención integral urgente ante politraumatismos
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Fracturas de la diáfisis de la tibia
337
Atención integral urgente ante politraumatismos
338
Fracturas de la diáfisis de la tibia
Fijación externa. Reservada para especialistas que posean una buena expe-
riencia en el procedimiento.
Fracturas inestables: Las fracturas de la diáfisis tibial frecuentemente
resultan difíciles de reducir y de estabilizar. Una alternativa de tratamiento orto-
pédico para resolver el problema lo constituye el uso del vendaje enyesado con
agujas de transfixión ósea e incorporadas al vendaje enyesado:
- Anestesia general o epidural para reducir la fractura en mesa traumatoló-
gica.
- Conseguida y mantenida la reducción, se transfixiona el segmento proxi-
mal y el distal de la tibia con uno o dos clavos de Steiman de 3 mm. La
transfixión se realiza 3 a 4 cm, por lo menos, por encima y por debajo del
foco de fractura.
- Comprobada la reducción correcta, se coloca bota larga de yeso, inclu-
yendo los segmentos de los clavos de Steiman, que quedan incorporados
al yeso.
- Control de la reducción de la fractura.
- Si quedan defectos en la angulación de los fragmentos, se corrigen con
los cortes en cuña del yeso ya fraguado.
Los clavos se extraen después de un plazo de 4 a 6 semanas.
Se continúa con el tratamiento según la forma habitual.
Tratamiento quirúrgico.
Quizás sea la fractura de tibia donde el tratamiento quirúrgico (osteosínte-
sis) ha sido más discutido.
La lista de complicaciones directamente producidas por la intervención
es larga; sin duda que de todas ellas, la más temible por sus consecuencias
es la infección. Es por eso que en casi todos los servicios traumatológicos del
mundo, se preconiza como método de elección el tratamiento ortopédico ya des-
crito, reservando la técnica quirúrgica para casos seleccionados según indicacio-
nes muy estrictas y precisas. Sin embargo, el largo tiempo de inmovilización
(mínimo 3 meses), la atrofia muscular y las rigideces articulares que conlleva,
hacen que los casos de irreductibilidad determinen que la terapéutica se oriente
al tratamiento quirúrgico, permitiendo una reducción anatómica y estable, una
recoz ación articular precoz y una deambulación con descarga más segura y
precoz.
Indicaciones.
- Fractura expuesta.
- Fractura irreductible.
339
Atención integral urgente ante politraumatismos
- Fractura inestable.
- Fractura con compromiso vascular.
- Fractura en hueso patológico.
- Fractura conminuta.
El cirujano puede sentir una poderosa tentación por resolver el problema
usando placas, tornillos, clavos intramedulares, etc., engañado por la aparente
facilidad que pareciera ofrecer un hueso de tan fácil acceso. El error es evidente;
las dificultades técnicas para reducir y estabilizar los fragmentos óseos suelen ser
insuperables, constituyéndose a menudo en una intervención de gran compleji-
dad.
Además, el precio que el enfermo puede pagar por una reducción perfecta
suele ser elevado y de proyecciones insospechadas.
La lista de complicaciones que pueden presentarse es temible:
- Infección de la herida.
- Osteomielitis del foco de fractura.
- Retardo de la consolidación.
- Pseudoartrosis.
- Dehiscencia de la herida.
El cirujano que afronta la responsabilidad de una terapéutica quirúrgica en
una fractura de tibia, no debe ignorar que ya es un desastre una pseudoartrosis,
pero si la pseudoartrosis está infectada, el desastre puede tener consecuencias
catastróficas.
Si la indicación quirúrgica (osteosíntesis) es válida, debe ser realizada bajo
las siguientes condiciones:
- Cirujano traumatólogo altamente competente en cirugía ósea.
- Servicio de cirugía traumatológica de excelencia.
- Dotado de una infraestructura tecnológica de superior calidad.
- Asepsia garantizada en todas y cada una de las fases del tratamiento.
- Instrumental quirúrgico completo. Aquí no se admiten improvisaciones.
Si todas estas condiciones son dadas, siempre es prudente pensar muchas
veces antes de exponer al enfermo a un riesgo de tan alto nivel.
El tratamiento de una fractura de la pierna implica tan elevada responsabi-
lidad para el médico tratante, que es aconsejable sea derivada a un médico espe-
cialista.
Si se estima que el tratamiento debe ser quirúrgico, su traslado a un Servi-
cio de la especialidad es perentorio.
340
Fracturas de la diáfisis de la tibia
341
Atención integral urgente ante politraumatismos
BIBLIOGRAFÍA
342
Lesiones traumáticas del tobillo
CAPÍTULO XXVII
LESIONES TRAUMÁTICAS DEL TOBILLO
Rafael Ceballos Atienza, Fernando Cobo Martínez y Mª Dolores Castillo Sánchez
343
Atención integral urgente ante politraumatismos
344
Lesiones traumáticas del tobillo
345
Atención integral urgente ante politraumatismos
algunas de sus zonas de inserción ósea (lo más frecuente); suele arrancar
un pequeño segmento óseo de la zona de inserción, lo cual se detecta en la
radiografía.
4. Si el movimiento lateral de inversión o eversión continúa, al desgarro de
los ligamentos del tobillo sigue el de la cápsula articular y de las fibras de
la membrana interósea.
5. Si la inversión o eversión es llevada a un grado máximo, el astrágalo es
arrastrado a un movimiento de rotación externa o interna; al girar ofrece
un mayor diámetro transversal a la ajustada mortaja tibioperonea. Como
consecuencia se abre la articulación con ruptura de los ligamentos tibiope-
roneos inferiores, generándose la diástasis tibioperonea.
Desde este instante debe considerarse que necesariamente hubo un grado de
desplazamiento del astrágalo, con las características de una subluxación.
6. Si el movimiento de inversión o eversión prosigue, puede ocurrir:
- Que el astrágalo choque contra el maléolo tibial y lo fracture (inversión
del pie).
- En su movimiento de inversión y rotación, el astrágalo arrastra al maléolo
peroneo al cual se encuentra sujeto por los ligamentos; le imprime un
movimiento de rotación y lo fractura, generalmente por encima de la sin-
desmosis (fractura supra-sindesmal).
- Si el desplazamiento es en eversión, el ligamento deltoideo es traccio-
nado, y arranca el maléolo tibial, que generalmente se desplaza y gira sobre
su eje.
- Si la violencia del traumatismo es extrema, el astrágalo ya sin sujeción
alguna, se desplaza hacia el plano dorsal del tobillo, mientras la tibia lo
hace hacia el plano ventral. El pie se luxa hacia atrás, el maléolo posterior
de la epífisis tibial inferior, en su desplazamiento anterior, choca con el
astrágalo y se fractura (fractura trimaleolar) con luxación posterior del
pie.
- Con frecuencia ocurre además la luxación lateral interna o externa del
tobillo.
- Finalmente, se llega a producir la luxación completa y la exposición, con
ruptura de la piel. Tenemos la luxofractura expuesta.
- Cualquiera sea la lesión producida, desde la más simple (entorsis) hasta
la más grave (luxofractura), en general tienen el mismo mecanismo de pro-
ducción. La diferencia radica, dentro de ciertos límites, en la magnitud de
la fuerza productora del traumatismo.
346
Lesiones traumáticas del tobillo
Signos y síntomas:
Es importante en la anamnesis averiguar antecedentes que permitan dedu-
cir datos que orienten hacia el diagnóstico, así como la magnitud de los daños:
- Peso corporal.
- Carga de peso en el momento del accidente.
- Actividad que se desarrollaba en ese instante: Deambulación normal,
durante una carrera, o cayó con el tobillo torcido desde cierta altura, etc.
- Intensidad del dolor.
- Rapidez del aumento de volumen; su intensidad.
- Posibilidad de caminar, etc.
Sin embargo, no siempre hay una relación directa en la aparente intensidad
del traumatismo sufrido, con la gravedad real de la lesión. Ello debe ser tenido
en cuenta en el momento de formular una hipótesis de diagnóstico en la primera
atención de urgencia.
Dolor: Generalmente intenso; a veces llega a tal grado que provoca una lipo-
timia. El enfermo logra caminar con dificultad o sencillamente no lo puede hacer.
Aumento de volumen: Puede ser instantáneo, progresivo y alarmante para
el enfermo. Significa la existencia de un daño orgánico, sea óseo o de partes blan-
das, la magnitud y rapidez en producirse y progresar suele revelar la gravedad de
la lesión.
Equímosis: Empieza a aparecer dentro de las primeras horas y se extiende
al tobillo, borde externo del pie, hasta los dedos y pierna, si el enfermo descansa
con el pie elevado.
Palpación: Dolorosa en toda la extensión del tobillo. Zonas especialmente
sensibles en correspondencia al cuerpo de los maléolos o en zonas en torno a
ellos, inducen a identificar el sitio del daño, sea óseo o ligamentoso.
Importante es identificar la existencia de dolor intenso a la presión del área
de la sindesmosis tibioperonea inferior; señala, sin lugar a dudas, lesión de la
articulación y eventual compromiso de la mortaja tibioperonea.
Movilidad anormal del astrágalo: si el daño de la mortaja tibo-peronea es
importante, con diástasis articular, puede llegar a percibirse el desplazamiento del
astrágalo en sentido lateral medial o externo (peloteo astragalino).
Se fija la pierna del paciente con una mano, y con la otra, tomando el retro-
pie con fuerza, se busca desplazar el astrágalo en sentido lateral. Su identificación
es importante, pero su realización a veces es difícil o imposible por el dolor de la
zona traumatizada.
347
Atención integral urgente ante politraumatismos
Estudio radiográfico.
Es imperativo y debe realizarse a la mayor brevedad.
Deducir un diagnóstico cierto, basándose solo en todos estos hechos clíni-
cos, implica el riesgo de cometer errores de diagnóstico.
Por ello el estudio radiográfico, aún en lesiones aparentemente intrascen-
dentes, es obligatorio; su omisión es inexcusable.
Se exigen dos radiografías anteroposteriores: Una en posición neutra, con
pie al zenit y otra, con pie en rotación interna de 20° con el objeto de mostrar la
articulación tibioperonea inferior en un plano coincidente con el de sus superfi-
cies articulares. Ello identifica la posible diástasis articular.
La segunda proyección es lateral, y muestra posibles rasgos de fractura
maleolares. No es infrecuente que fisuras o aún fracturas graves, sean difícil-
mente identificables en un solo plano anteroposterior.
El examen radiográfico señalado puede complementarse con radiografía
anteroposterior con inversión forzada del retropie. El examen debe realizarse con
anestesia local o general y la maniobra debe ser practicada por el propio trauma-
tólogo. De resultar positiva, muestra el desplazamiento del cuerpo del astrágalo
dentro de la mortaja, y la diástasis de la articulación tibioperonea inferior.
La confirmación radiográfica de que no existen lesiones óseas, no autoriza
para considerar a la lesión como intrascendente o de poca importancia. La sola
lesión de las partes blandas, puede llegar a ser de extrema gravedad.
La posibilidad, muy frecuente, de una subluxación astragalina, con diásta-
sis de la sindesmosis, reducida en forma espontánea, debe ser cuidadosamente
considerada en todos los casos. El pronóstico de este tipo de lesiones es grave y
ello debe ser tomado en cuenta en la decisión terapéutica.
Tratamiento.
Identificada la lesión en su verdadera magnitud, debe procederse a su tra-
tamiento inmediato:
Primera etapa:
1. Inmovilización del tobillo con bota corta de yeso, almohadillado con
una delgada capa de algodón (o soft-band). Se deja la bota de yeso abierta
o entre-abierta, no ambulatoria (sin taco); pie elevado.
2. Analgésicos.
3. Control cuidadoso y continuado de la evolución.
4. Extrema atención a los signos de compresión por el edema del tobillo
y pie, aún cuando el yeso esté entreabierto. Ello no es garantía segura en
cuanto a prevenir el edema.
348
Lesiones traumáticas del tobillo
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Atención integral urgente ante politraumatismos
350
Lesiones traumáticas del tobillo
Clasificación.
Resulta extremadamente difícil establecer una clasificación de las luxo-
fracturas del tobillo. Prueba de ello es que se han ido sucediendo una tras otra
por lo menos 4 o 5 clasificaciones distintas, todas ellas basadas en puntos de vista
diferentes y que, en general, no han logrado aclarar el problema, pero sí han con-
seguido hacerlo más confuso e incomprensible.
Clasificación de Laugen-Hansen: Basada en el mecanismo de acción del
traumatismo, deduciendo de este el tipo de lesión y su magnitud (figura 1).
Figura 1. Esquema de Lauge-Hansen para los cuatro tipos de fractura de tobillo. Secuen-
cia de lesión: A) Supinación. B) Pronación, rotación externa. C) Supinación, aducción.
D) Impactación o luxación posterior.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Lesiones traumáticas del tobillo
353
Atención integral urgente ante politraumatismos
- Tratamiento de urgencia.
- Tratamiento definitivo.
Tratamiento de urgencia.
Las circunstancias en que generalmente se produce el accidente, la intensi-
dad de la sintomatología y el detectar desde el primer momento la gravedad posi-
ble de la lesión, obliga a que todo médico, no necesariamente especialista, posea
un mínimo de conocimientos referidos al tema y pueda así, tomar una determina-
ción correcta.
Medidas de urgencia:
- Enfermo acostado.
- Analgesia inyectable, si ello fuese posible.
- Retirar calzado.
- Inmovilización provisoria con férula de cartón, de yeso, etc., según lo
permitan las circunstancias.
- Traslado inmediato a un centro asistencial.
Medidas de urgencia en un centro médico no especializado.
- Retirada de la inmovilización de urgencia, si ella resulta inadecuada.
- Estudio radiológico del tobillo. Comprobación de la magnitud del pro-
blema, lo que determinará la mayor o menor urgencia en la conducta a
seguir.
- Recambio de la inmovilización, si ello fuese menester, por una férula de
yeso o bota corta almohadillada, provisoria, abierta y entreabierta; pierna
elevada y traslado.
- Analgesia inyectable, si ello fuese necesario.
- Evacuación, con las radiografías e informe escrito, de los hallazgos clíni-
cos y tratamientos realizados.
En la mayoría de los casos las medidas señaladas son suficientes para
resolver el problema de emergencia; la continuidad del proceso le corresponderá
al especialista.
Hay, sin embargo, una situación de especial gravedad que obliga al médico
de urgencia, sea o no traumatólogo, a actuar en forma inmediata. Ocurre en la
luxofractura cerrada, con desplazamiento anterior de la tibia y posterior del pie;
la epífisis distal de la tibia cabalga sobre el cuello del astrágalo, distiende la piel
del dorso del pie, generando una fuerte compresión de atrás adelante, que lleva
en el plazo de una pocas horas a la necrosis de piel y celular.
Generalmente se trata de una fractura bi o trimaleolar; los bordes agudos
y cortantes de los rasgos de fractura maleolares, al presionar a su vez la piel que
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Lesiones traumáticas del tobillo
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Lesiones traumáticas del tobillo
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Atención integral urgente ante politraumatismos
BIBLIOGRAFÍA
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Fracturas de metatarsianos
CAPÍTULO XXVIII
FRACTURAS DE METATARSIANOS
Rafael Ceballos Atienza, Mª Teresa León Espinosa de los Monteros
y Fernando Cobo Martínez
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Fracturas de metatarsianos
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Atención integral urgente ante politraumatismos
Figura 1. Huesos del pie en posición natural. Visión dorsal. Tomado de Sobotta. Atlas de
Anatomía. 23ª Ed. 2012. Volumen II. 1983: 346.
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Fracturas de metatarsianos
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Fracturas de metatarsianos
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Fracturas de metatarsianos
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Fracturas de metatarsianos
Tratamiento
El principio que guía el tratamiento depende fundamentalmente de la
indemnidad o compromiso de las articulaciones del calcáneo, especialmente de
la subastragalina.
Tratamiento de las fracturas que no comprometen la articulación subastraga-
lina:
En general es un procedimiento simple y no provoca graves problemas.
- Reducción de los fragmentos; si ello es necesario, se consigue con reduc-
ción manual. Excepcionalmente se requiere compresión mecánica (com-
presor de Böhler).
- Inmovilización con bota corta de yeso ambulatorio durante 6 semanas
como término medio.
- Protección con vendaje elástico después de sacar el yeso, para prevenir
el edema.
- Inicio paulatino de la actividad: Deambulación controlada, apoyo de bas-
tones. El período de recuperación suele ser largo, generalmente no inferior
a 3-4 meses.
Los procesos de osteoporosis de los huesos del pie suelen ser muy acen-
tuados y la recuperación funcional por ello, es muy lenta. El enfermo debe ser
advertido de ello.
Es excepcional que fracturas de este grupo requieran procedimientos qui-
rúrgicos: Osteosíntesis o artrodesis.
Tratamiento de las fracturas con compromiso de la articulación subastragalina:
Son varios los factores de los cuales depende el tipo de tratamiento: Grado
de compromiso de la subastragalina, grado de desplazamiento de la tuberosidad
del calcáneo, edad del paciente, tipo de actividad.
En las fracturas con compromiso de la articulación subastragalina, sepa-
ración del fragmento póstero-externo y ascenso de la tuberosidad, no existe un
criterio unánime respecto a la modalidad de tratamiento.
Como norma general la actitud varía según sea la edad del enfermo:
- En pacientes jóvenes, en plena actividad, se propone la reducción quirúr-
gica de los fragmentos desplazados, injertos óseos y larga inmovilización.
- En pacientes de edad avanzada, en actividad física decreciente, se acon-
seja reducción ortopédica si procede, reposo en cama, bota corta de yeso
no ambulatoria y rehabilitación precoz.
- En las fracturas con estallido del calcáneo, ascenso de la tuberosidad, hundi-
miento del tálamo, se tratan con artrodesis, cualquiera sea la edad del paciente.
369
Atención integral urgente ante politraumatismos
FRACTURAS EXPUESTAS
Definición y concepto.
Es aquélla en la cual el foco de fractura se encuentra directa o indirecta-
mente comunicado con el exterior; de este modo, el concepto de fractura expuesta
se identifica con el de herida, en la cual, uno de sus tejidos; el hueso; se encuentra
en contacto con el exterior. Lleva por lo tanto involucrado todos los hechos ana-
tómicos y fisiopatológicos propios de una herida: lesión de partes blandas (piel,
celulas, músculos, vasos, nervios y hueso), desvascularización y desvitalización
con riesgo de necrosis de los tejidos, incluyendo el hueso, y por último, conta-
minación y riesgo de infección de piel, celulas y hueso (osteomielitis) que es la
complicación más temida de la fractura expuesta (figura 2).
Figura 2.
Graves heridas y fracturas de la mano, producidas por proyectil (perdigones).
Generalidades.
Son varias las circunstancias que hacen que la fractura expuesta sea una
de las lesiones más graves y comprometedoras de toda la traumatología urgente:
- Es bastante frecuente.
- Ocurre en cualquier parte.
370
Fracturas de metatarsianos
- Sus circunstancias hacen que deba ser considerada como una urgencia
no derivable.
- Obligan a un tratamiento inmediato y perfecto.
- El éxito del tratamiento depende, en la mayoría de los casos, del proceder
del médico.
- La responsabilidad es pues irrenunciable e ineludible.
- En orden jerárquico, casi en todas las circunstancias están en juego la
vida, la extremidad, la función y la estética.
Clasificación.
Según el tiempo transcurrido y lugar donde se produjo:
- Fracturas expuestas recientes o contaminadas.
- Fracturas expuestas tardías o infectadas.
A medida que transcurren las horas, las posibilidades de infección van
aumentando en forma rápida.
Puede considerarse como fractura expuesta reciente o contaminada, aque-
lla que tiene menos de 6 horas; el límite señalado puede ser mayor (hasta 12
horas) en fracturas abiertas, con herida pequeña, sin contusión grave de partes
blandas y en aquellas en que la herida fue provocada no por el agente contun-
dente, sino por el propio hueso desplazado que rompe la piel de adentro hacia
afuera, o en lugares limpios, por ejemplo, fractura expuesta en la nieve.
En fracturas expuestas con gran destrucción de partes blandas y de piel,
desvascularización de colgajos, producida por agentes contundentes directos,
sucios, altamente infectados, debe considerarse que el plazo de contaminación es
más corto y ya están infectadas antes de las 6 horas límite.
Según el grado de lesión de partes blandas (clasificación de Gustilo):
En la actualidad es la más usada, ya que tiene una connotación de trata-
miento y pronóstico. Se las ha clasificado en tres grados:
- Grado 1: La herida es pequeña, generalmente puntiforme, con escasa
contusión o deterioro de las partes blandas (piel, celulas, músculos, etc.).
El traumatismo es de baja energía.
- Grado 2: La herida es amplia y la exposición de las partes blandas pro-
fundas es evidente, pero el daño físico de ellas es moderado. El trauma-
tismo es de mediana energía.
- Grado 3: La herida es de gran tamaño en extensión y profundidad;
incluye piel, celulas, músculos y con gran frecuencia hay daño importante
de estructuras neurovasculares. Los signos de contusión son acentuados,
así como es evidente la desvitalización y desvascularización de las partes
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Fracturas de metatarsianos
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Fracturas de metatarsianos
la pinza o con suero frío, probablemente está desvitalizado en tal grado que
irá a la necrosis; se debe resecar hasta encontrar músculo viable.
Los tendones o troncos nerviosos desgarrados o seccionados se identifican;
no se suturan, pero se fijan con seda o hilo metálico a las partes blandas;
de este modo no se retraen (tendones) y su identificación será fácil cuando
llegue el momento de su reparación definitiva. El lavado es profuso con
suero fisiológico en gran cantidad, 5 a 10 litros.
- Tratamiento del hueso: Debe caer también dentro del campo del aseo
físico y quirúrgico. Los pequeños segmentos óseos se dejan en su lugar;
todo segmento óseo adherido a periostio o músculo debe ser respetado y
colocado en su lugar, ya que es casi seguro que posee una suficiente vas-
cularización. Los grandes fragmentos deben ser respetados, limpiados, sus
bordes muy sucios se resecan ampliamente, y se ajustan en su sitio.
La eliminación de fragmentos óseos debe ser muy cuidadosamente consi-
derada, y se ha de limitar a fragmentos muy pequeños, muy sucios y sin
conexión con las partes blandas.
Los fragmentos se reducen y estabilizan lo mejor posible, de acuerdo con
la variedad de la fractura.
- Cierre de las partes blandas: Las masas musculares se afrontan con
material reabsorbible muy fino, la aponeurosis no se cierra. Si es posible,
se sutura piel y celular sin tensión. Si hubiese pérdida de piel se debe dejar
la herida abierta y el hueso cubierto por músculos.
Los tejidos suturados bajo tensión están destinados a la necrosis e infec-
ción.
- Heridas que no se suturan: Idealmente las heridas en las fracturas
expuestas debieran poder cerrarse; sin embargo, hay muchas circunstan-
cias que aconsejan dejarlas abiertas, selladas con apósitos vaselinados.
Aunque no puedan darse normas rígidas, se aconseja no suturar las heridas
que presentan los siguientes caracteres:
- Heridas amplias, muy anfractuosas, con tejidos muy mortificados
(grado 2 y 3).
- Grandes heridas y colgajos.
- Heridas con tejidos muy dañados, muy sucias y muy difíciles de limpiar.
- Heridas con más de 8 a 10 horas de evolución, sobre todo si los tejidos
están muy dañados.
- Cuando las condiciones del medio quirúrgico no han ofrecido sufi-
cientes garantías de asepsia.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Fracturas de metatarsianos
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Atención integral urgente ante politraumatismos
BIBLIOGRAFÍA
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UNIDAD DIDÁCTICA VII
Tórax
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Traumatismo torácico cerrado y abierto
CAPÍTULO XXIX
TRAUMATISMO TORÁCICO CERRADO Y ABIERTO
José Alberto Raya Moles, Félix Calcerrada Tendero, Félix Plaza Moreno,
Alfonso Lacámara Sánchez, Carmen Martín Castro
y Joaquín De la Rosa Jiménez
INTRODUCCIÓN
El traumatismo torácico, por las distintas estructuras anatómicas que com-
ponen el tórax, es un concepto difícilmente disgregable del politraumatizado.
Así en un 50% de las muertes traumáticas existe lesión torácica bien como
causa directa (25%) o como factor contribuyente (25%).
Por lo general el 80% de los pacientes que presentan traumatismo torácico,
si no desarrollan insuficiencia respiratoria aguda o hipotensión suelen evolucio-
nar de forma muy satisfactoria (mortalidad menor al 1%).
Aquellos pacientes que desarrollan insuficiencia respiratoria aguda reque-
rirán intubación endotraqueal en más de un 16% si el traumatismo torácico fue
contuso y en más de un 8% si el traumatismo torácico fue penetrante.
En este grupo de pacientes que requirió intubación endotraqueal la morta-
lidad asciende al 58%.
Si además de la insuficiencia respiratoria aguda el paciente sufría cuadro
de shock hemodinámico la mortalidad aumenta al 73%.
Presentándose el shock en un 18,5% de los traumatismos torácicos pene-
trantes y en un 8% en los contusos.
381
Atención integral urgente ante politraumatismos
382
Traumatismo torácico cerrado y abierto
2) Opiáceos:
- Tramadol (Adolonta®) a dosis de 1 amp. de 100 mg. i.v. en 100 c.c. de S.F.
- Meperidina (dolantina) 1 amp. de 100 mg. A pautar en bolos i.v. de 25
mg. cada 5 o 10 min. hasta que ceda el dolor.
- Cloruro mórfico 1 amp. de 10 mg en bolos i.v. de 0,05 a 0,1 mg/kg
cada 5 o 10 min.
- Fentanilo 1 amp. con 0,15 mg a poner en bolos i.v. lentos de 0,05 mg.
En niños las dosis de estos fármacos se dosificarán en relación al peso:
- Metamizol: 25 a 40 mg/kg diluido en s.f. lento.
- Cloruro mórfico: 0,1 mg/kg en bolo i.v. lento.
- Meperidina: 0,5 mg/kg i.v.
- Fentanilo: 2-4 microgramos/kg i.v. lento.
c) Sedación.
1) Benzodiacepinas:
- Diazepan: 0,1-0,3 mg/kg i.v.
- Midazolan: 0,1-0,2 mg/kg i.v.
2) Neurolépticos:
- Clorpromacina (Largactil): 10-25 mg i.v. o 25 a 50 mg vía intramus-
cular.
- Haloperidol: 5 a 10 mg i.v. o i.m.
- Otra forma de anestesiar la zona dolorosa es mediante el bloqueo
de los nervios intercostales con anestésico local: Bupivacaína 0,5% +
Lidocaína con adrenalina.
- La más eficaz es la analgesia raquídea (91% de efectividad) con levo-
bupivacaína al 0,15%+4cc de Fentanest, pero requiere ingreso en UCI
del paciente para vigilar posibles complicaciones, al menos los prime-
ros días:
- Apneas o parada cardiorrespiratoria (en un 1% sí usamos Bupivacaína
y 13% con morfina)
- Hipotensión arterial (17%).
- Retención urinaria (13%).
b) Traumatismo torácico abierto.
En estos casos una posible lesión vital por afectación de la ventilación es
la herida torácica abierta.
Aquellas heridas torácicas abiertas cuyo diámetro es superior a 2/3 del diá-
metro de la tráquea suplirán a esta como vía de entrada del aire a los pulmones.
De forma que cuando el paciente inspira entra el aire por la herida torácica que
ofrece menor resistencia que la tráquea, que posee mayor longitud.
383
Atención integral urgente ante politraumatismos
Por tanto con estas heridas es fácil que se forme un neumotórax a tensión
y que el pulmón afecto quede en atelectasia.
Una herida abierta en la pared del tórax debe ser cubierta inicialmente con
un vendaje oclusivo vaselinado despegado por uno de sus bordes de forma que
este apósito actúa a modo de válvula permitiendo la salida de aire desde el tórax
hacia el exterior e impidiendo la entrada de aire desde el exterior.
Posteriormente se administrará oxígeno suplementario al paciente mediante
mascarilla tipo Venturi que nos permite alcanzar una FiO2 de hasta el 50% si le
aplicamos un flujo de oxígeno a 15 lpm., o mediante mascarilla con reservorio
con la que se puede obtener una FiO2 de hasta el 90-95%.
Se deberá evaluar continuamente que no se esté desarrollando un neumotó-
rax a tensión en cuyo caso se colocará un drenaje pleural en el hemitórax afecto.
Si el paciente no respira espontáneamente o presenta saturaciones de oxí-
geno menores al 80% a pesar de tener O2 al 50% puede estar indicado intubarlo
idealmente mediante tubo endo traqueal o alternativamente mediante mascarilla
laríngea y aplicarle soporte ventilatorio mediante bolsa mascarilla con reservorio
conectada a fuente de oxígeno a 15 lpm. o mediante respirador artificial.
Segunda fase.
Tras completar el apoyo vital, se procederá a una valoración secundaria del
tórax y de los síntomas más frecuentes en el traumatismo torácico:
- Dolor circunscrito a la región afectada de la pared torácica.
- Disnea.
Inspección.
Buscando hematomas, heridas, huellas de volante, de cinturón o neumá-
ticos sobre el tórax, deformidades en los huesos de la caja torácica o de algún
384
Traumatismo torácico cerrado y abierto
385
Atención integral urgente ante politraumatismos
BIBLIOGRAFÍA
386
Lesiones óseas torácicas: fracturas costales, esternón y clavículas
CAPÍTULO XXX
LESIONES ÓSEAS TORÁCICAS: FRACTURAS
COSTALES, ESTERNÓN Y CLAVÍCULAS
José Alberto Raya Moles, Félix Calcerrada Tendero, Félix Plaza Moreno,
Alfonso Lacámara Sánchez, Carmen Martín Castro
y Joaquín De la Rosa Jiménez
FRACTURAS COSTALES
Es la lesión más frecuente en los traumatismos torácicos, siendo de vital
importancia el detectar las posibles lesiones asociadas: Hemoneumotórax, contu-
sión pulmonar, lesión de grandes vasos.
387
Atención integral urgente ante politraumatismos
- Hemotórax.
- Contusión pulmonar.
- Lesiones vasculares importantes.
- Neumonitis por broncoaspiración o embolia gaseosa que a veces no dan
signos clínicos ni radiológicos hasta después de las primeras 24-48 horas.
FRACTURAS DE LA 1ª Y 2ª COSTILLAS
Se necesita que el traumatismo torácico sea de alta intensidad y libere gran
energía para fracturar estas costillas por lo que suelen existir lesiones graves aso-
ciadas a esta fractura:
- Contusión miocárdica.
- Lesiones vasculares: Disección de aorta.
- Desgarros bronquiales.
- Fracturas de últimas vértebras cervicales y primeras dorsales.
La mortalidad asociada a este tipo de fractura alcanza en distintos estudios
desde un 15 a un 30% de casos.
FRACTURAS DE LA 3ª A LA 8ª COSTILLA
Se asocian habitualmente con hemotórax simples provocados por esquirlas
óseas que lesionan pleura y parénquima pulmonar.
Es frecuente que en estos casos aparezca enfisema subcutáneo.
Si el traumatismo fue de gran intensidad habrá que vigilar el desarrollo de
hemotórax masivo o neumotórax a tensión.
388
Lesiones óseas torácicas: fracturas costales, esternón y clavículas
FRACTURA DE ESTERNÓN
Suele producirse en el contexto de accidentes de vehículos motorizados
por golpe directo contra el volante o cinturón de seguridad. Produciéndose en la
mayoría de las ocasiones una fractura transversal de esternón.
Clínica.
El dolor espontáneo a la palpación en la región esternal y la inspección de
la zona darán el diagnóstico de sospecha que debe confirmarse con un estudio
radiológico (proyección lateral y A. P. de parrilla costal).
Esta fractura suele asociarse a:
- Contusión miocárdica, por lo que es apropiada la monitorización del
389
Atención integral urgente ante politraumatismos
FRACTURA DE CLAVÍCULAS
Lo más frecuente es que sea secundaria a un traumatismo indirecto debido
a caída sobre el hombro o el brazo en extensión.
El punto más proclive a la fractura es el tercio medio. Sin embargo en oca-
siones el traumatismo directo produce fragmentos óseos cortantes que pueden
lesionar la vena subclavia y ocasionar hematoma o trombosis venosa.
Clínica.
- Dolor espontáneo y a la palpación sobre el punto de fractura.
- Deformidad e impotencia funcional del miembro superior homolateral.
Suele existir tendencia al acortamiento y elevación del fragmento proximal.
El diagnóstico suele confirmarse mediante la radiografía A. P. del hombro.
390
Lesiones óseas torácicas: fracturas costales, esternón y clavículas
Tratamiento.
El objetivo primordial es proporcionar soporte para el peso de la extremi-
dad que ya no es sostenida por la clavícula.
- En las fracturas sin desplazamiento suele realizarse un vendaje tipo Vel-
peau.
391
Atención integral urgente ante politraumatismos
392
Lesiones óseas torácicas: fracturas costales, esternón y clavículas
BIBLIOGRAFÍA
393
Atención integral urgente ante politraumatismos
394
Contusión pulmonar
CAPÍTULO XXXI
CONTUSIÓN PULMONAR
José Alberto Raya Moles, Félix Calcerrada Tendero, Félix Plaza Moreno,
Alfonso Lacámara Sánchez, Carmen Martín Castro
y Joaquín De la Rosa Jiménez
INTRODUCCIÓN
La contusión pulmonar es una complicación que se presenta en el 10 al
35% de los traumatismos torácicos contusos siendo generalmente subyacente a la
zona de fracturas costales.
En los casos de volet costal la incidencia de contusión pulmonar sobrepasa
el 40% de los casos, siendo la principal responsable de la insuficiencia respirato-
ria que se desarrolla en este tipo de lesión.
En pacientes jóvenes con gran elasticidad de su caja torácica pueden pro-
ducirse extensas áreas de contusión pulmonar aún en ausencia de fracturas costales.
FISIOPATOLOGÍA
Existen varios mecanismos que explican la producción de lesión en el
parénquima pulmonar tras un traumatismo torácico cerrado:
a) La fuerza transmitida al tórax origina rotura microvascular múltiple en
el parénquima subyacente lo que provoca extravasación de sangre hacia el
intersticio y alvéolos.
b) El aumento brusco de la presión alveolar, debido a la compresión
pulmonar generada en el momento del impacto permaneciendo la glotis
cerrada, ocasiona el estiramiento y ruptura de los septos alveolares y
hemorragia local.
En ambos casos se generan una rotura de la membrana alveolo-capilar con
extravasación de sangre o plasma rico en proteínas, formándose en pocas horas
un edema intersticial e intraalveolar.
395
Atención integral urgente ante politraumatismos
CLÍNICA.
Ante un paciente que ha sufrido un traumatismo torácico contuso de mode-
rada a fuerte intensidad, máxime si presenta fractura de múltiples costillas o volet
costal nos alertará sobre la existencia de contusión pulmonar el observar:
- Un trabajo respiratorio excesivo.
- Taquipnea (de más de 30 respiraciones por minuto).
- Sensación disneica.
- Taquicardia y sudación.
- Disminución del murmullo vesicular en algunas áreas pulmonares.
- Hipoxemia o saturación de oxígeno menor al 90% a pesar de la adminis-
tración de oxígeno a una FiO2 del 50%.
El examen radiológico nos ayudará a establecer el diagnóstico, siendo
característico el desarrollo progresivo de infiltrados pulmonares en parches bien
396
Contusión pulmonar
397
Atención integral urgente ante politraumatismos
COMPLICACIONES
La ausencia de remisión del infiltrado en este periodo debe hacer pensar en
el desarrollo de otras patologías:
- Síndrome de distrés respiratorio del adulto (SDRA).
- Embolismo graso.
O en la aparición de complicaciones, que pueden aparecer hasta en el 48%
de los casos en que solo existe contusión torácica y hasta en el 86% de los casos
en los que además existe volet costal.
1. La atelectasia se presenta en un 8% de los casos y se debe a la hipoven-
398
Contusión pulmonar
TRATAMIENTO
Los objetivos terapéuticos en el tratamiento de la contusión pulmonar se
basan en varias medidas:
a) Fisioterapia respiratoria y control del dolor.
399
Atención integral urgente ante politraumatismos
400
Contusión pulmonar
401
Atención integral urgente ante politraumatismos
402
Contusión pulmonar
403
Atención integral urgente ante politraumatismos
BIBLIOGRAFÍA
404
Neumotórax y Hemotórax
CAPÍTULO XXXII
NEUMOTÓRAX Y HEMOTÓRAX
Félix Calcerrada Tendero, José Alberto Raya Moles, Alfonso Lacámara Sán-
chez, Carmen Martín Castro, Félix Plaza Moreno y Joaquín De la Rosa Moreno
NEUMOTÓRAX
Definimos el neumotórax como la presencia de aire en la cavidad pleural.
ANATOMÍA
El tórax es la zona del tronco que queda delimitada por la cintura escapular
en su zona superior y por el diafragma en su zona inferior.
La estructura osteomuscular del tórax está constituida por 12 partes de cos-
tillas y sus cartílagos, 12 vértebras dorsales con los discos intervertebrales y el
esternón.
El esternón consta de tres porciones. El manubrio, cuerpo y apéndice xifoi-
des. El manubrio y el cuerpo no están en el mismo plano, su punto de unión toma
el ángulo esternal, importante punto de referencia anatómico en el que el cartí-
lago costal de la 2ª costilla se articula con el esternón.
Las costillas se extienden desde los cuerpos vertebrales hasta el esternón.
La cabeza de la costilla se articula con uno o dos cuerpos vertebrales. En el borde
inferior del cuerpo de la costilla se encuentra el canal costal o subcostal que
alberga de forma parcial el nervio, vena y arteria subcostal, dato de suma impor-
tancia a la hora de la realización de técnicas en el tórax.
Los cartílagos costales de la 1ª a la 7ª costilla se articulan con el esternón y
se denominan costillas verdaderas. Los cartílagos costales de la 8ª a 10ª habitual-
mente se unen por su extremidad a la costilla inmediatamente superior, denomi-
nándose costillas falsas. Los cartílagos de las costillas 11 y 12 no tienen una unión
esquelética directa, permaneciendo libres, denominándose costillas flotantes.
405
Atención integral urgente ante politraumatismos
FISIOPATOLOGÍA
El pulmón dentro del tórax tiene una tendencia natural al colapso debido
a la presión del retroceso elástico y a la tensión superficial de la pared de los
alvéolos; sin embargo se mantiene distendido gracias a la presión transpulmonar,
suma de la presión intrapleural y presión intraalveolar.
Deben mantenerse dos funciones respiratorias básicas: Ventilación alveo-
lar, entendida como la entrada y salida de aire al pulmón, y el intercambio
gaseoso, el cual es una función de la membrana alvéolo-capilar, mientras que la
ventilación alveolar depende de la acción de fuelle de la pared torácica y del dia-
fragma.
406
Neumotórax y Hemotórax
CLASIFICACIÓN
Neumotórax simple o cerrado.
Ocurre cuando el aire intrapleural no está en contacto con el atmosférico.
Según su volumen se puede clasificar en:
- Pequeño: Si ocupa un 15% o menos del volumen pleural.
- Moderado: Si ocupa entre un 15 y un 60% del volumen pleural.
- Grande: Si ocupa más del 60%.
- Completo: Cuando el pulmón se ha separado totalmente de la pleura
parietal.
- Total: Cuando además de ser completo aparece colapsado sobre el hilio
pulmonar.
Neumotórax abierto.
El aire se mueve libremente, entrando y saliendo de la cavidad pleural con
cada movimiento respiratorio. El prototipo más habitual es la herida soplante. Las
alteraciones funcionales que se producen son graves, comprometiendo la vida del
paciente.
Neumotórax valvular, hipertensivo o a tensión.
El aire se acumula de forma progresiva, colapsando el pulmón produ-
ciéndose una desviación mediastínica y compresión del pulmón contralateral.
Además se produce una disminución progresiva del gasto cardiaco por disminu-
ción del retorno venoso. Precisa de su drenaje inmediato.
ETIOLOGÍA
1. Neumotórax espontáneo.
A) Neumotórax juvenil o esencial.
B) Neumotórax secundario:
Enfisema.
Neumoconiosis.
Status asmático.
Sarcoidosis.
Fibrosis intersticial.
Neumonía necrotizante.
Hidatidosis pulmonar.
Bronquiectasias.
407
Atención integral urgente ante politraumatismos
Metástasis pulmonares.
Neumatocele.
Neumoperitoneo.
2. Neumotórax traumático.
3. Neumotórax yatrógeno:
A. Procedimientos diagnósticos: Toracocentesis, biopsia pleural, etc.
B. Canalización de vías centrales: Subclavia y yugular interna.
C. Procedimientos terapéuticos: Bloqueo intercostal, masaje cardiaco, etc.
D. Cirugía: Traqueotomía, mediastinoscopia, etc.
FISIOLOGÍA
Acúmulo de aire en el espacio pleural que causa disfunción de la bomba
torácica, se reduce la capacidad vital y aumenta la presión intratorácica, ori-
ginando complicaciones pulmonares (disminuye la ventilación por minuto) y
hemodinámicas (disminuye el retorno venoso al corazón).
Durante la inspiración, presión intrapleural negativa aumenta la tendencia
al escape de aire hacia la cavidad pleural, a través de cualquier herida en el
pulmón o en la pared torácica. El neumotórax produce hipoxia, es especial si hay
obstrucción de las vías respiratorias altas o si el paciente tiene una neumopatia
obstructiva crónica, es posible que se fuerce la entrada adicional de aire hacia la
cavidad pleural durante la espiración, lo que aumenta la probabilidad de neumo-
tórax a tensión. Sus complicaciones inmediatas se deben al efecto hemodinámico
del neumotórax a tensión.
NEUMOTÓRAX ESPONTÁNEO
De los dos tipos de neumotórax espontáneo, el juvenil y el secundario; el
primero es el más frecuente, suponiendo un 80% de todos ellos.
1. Neumotórax espontáneo juvenil esencial o primario. Suelen produ-
cirse por rotura de bullas o ampollas subpleurales de pequeño tamaño (< 3 cm),
localizadas con mayor frecuencia en los vértices pulmonares. De hecho la mayo-
ría de las personas con neumotórax espontáneo presentan un grado menor de neu-
mopatía subyacente sin diagnosticar. Es más frecuente en varones que en mujeres
y casi siempre en fumadores. El paciente característico es alto y delgado, de 20
a 40 años de edad. El acúmulo de aire se debe por lo general a la rotura de una
bulla pulmonar o subpleural en el espacio pleural, aunque también es factible por
el excesivo esfuerzo mecánico a que se somete un segmento pleural debilitado. El
escape de aire de los alvéolos al espacio pleural incrementa la presión intrapleural
408
Neumotórax y Hemotórax
NEUMOTÓRAX YATROGÉNICO
Secundario a procedimientos como la canalización de la vena subclavia,
yugular interna, ventilación pulmonar con altas presiones, bloqueos de nervios
409
Atención integral urgente ante politraumatismos
410
Neumotórax y Hemotórax
Neumotórax traumático.
• Neumotórax simple o cerrado.
• Neumotórax abierto.
• Neumotórax valvular, hipertensivo o a tensión.
Neumotórax simple o cerrado.
El neumotórax traumático siempre debe drenarse aunque sea pequeño.
Neumotórax abierto.
Se produce un defecto en la pared torácica que pone en contacto la cavidad
pleural con el exterior. Cuando el defecto es grande el equilibrio entre la presión
intratorácica y la atmosférica se produce de forma inmediata. Si la apertura de la
pared torácica es aproximadamente dos tercios del diámetro de la tráquea, el aire
con cada movimiento respiratorio, entra preferentemente a través del defecto en
la pared, debido a que el aire tiende a seguir la vía de menor resistencia, que en
este caso es el defecto en el pared. El aire entra en tórax en la inspiración con más
facilidad de la que sale en la espiración; esto origina un colapso progresivo del
pulmón. A medida que se colapsa el pulmón del lado afectado, la presión pleural
aumentada empuja el mediastino hacia el lado no afectado, y en consecuencia
disminuye el volumen pulmonar contralateral. La ventilación efectiva se altera
conduciendo a la hipoxia.
El neumotórax abierto se trata cubriendo de forma inmediata el defecto
con un vendaje estéril y oclusivo, de tamaño suficiente para cubrir los bordes de
la herida, asegurando tres de ellos con tela adhesiva. Ello hace que el vendaje
funcione como una válvula de escape unidireccional. Cuando el paciente inspira,
el margen abierto no sellado del vendaje permite el escape de aire. El ocluir todos
los márgenes puede convertir un neumotórax abierto en un neumotórax a ten-
sión. Se puede utilizar vendaje oclusivo (envoltura plástica, gasa vaselinada, etc.)
como medida de tratamiento inmediata. En un segundo tiempo debe insertarse un
tubo de tórax en un área distante a la herida. Generalmente se necesita el cierre
quirúrgico definitivo del defecto de la pared torácica.
Neumotórax a tensión.
Se desarrolla cuando se produce un escape de aire de forma unidireccional,
se produce un mecanismo valvular que permite el paso del aire a espacio pleural,
bien desde el pulmón o a través de la pared torácica. En cada inspiración aumenta
la presión intrapleural debido a un mecanismo valvular que permite que entre el
aire al espacio pleural, e impide su salida. A medida que la presión comprime y
distorsiona las venas cavas, impide el retorno venoso hacia el corazón y ocasiona
una disminución del volumen de expulsión y del gasto cardiaco. El aire entra
411
Atención integral urgente ante politraumatismos
dentro de la pared torácica sin vía de escape, produciendo colapso del pulmón
afectado. El mediastino y la tráquea se desplazan hacia el lado opuesto, causando
disminución en el retorno venoso y comprimiendo el pulmón contralateral (radio-
grafías 1 y 2).
Las causas más comunes de neumotórax a tensión son la ventilación mecá-
nica con presión positiva al final de la espiración, el neumotórax espontáneo
por ruptura de bullas enfisematosas con escape de aire persistente, y el trauma
cerrado de tórax en el cual una lesión del parénquima pulmonar no sella. Los
defectos traumáticos de la pared torácica pueden ocasionalmente causar un neu-
motórax a tensión. Existe una incidencia importante de neumotórax a tensión
asociados a la canalización de vena subclavia y yugular interna.
El diagnóstico de neumotórax a tensión es clínico y no radiológico.
La clínica de neumotórax a tensión se caracteriza por dificultad respira-
toria, taquicardia, hipotensión, desviación de la tráquea, ausencia unilateral de
ruidos respiratorios, ingurgitación de las venas del cuello y cianosis como mani-
festación tardía.
El neumotórax a tensión requiere descompresión inmediata y se puede
tratar inicialmente insertando rápidamente una aguja en el segundo espacio inter-
costal a nivel de la línea medioclavicular del hemitórax afectado. Esta técnica
convierte un neumotórax a tensión en un neumotórax abierto. Existe la posibili-
dad adicional de producir un neumotórax como resultado de la punción con la
aguja.
El tratamiento definitivo requiere solamente la inserción de un tubo de
tórax en el quinto espacio intercostal (al nivel de línea intermamilar) anterior a la
línea axilar media.
412
Neumotórax y Hemotórax
HEMOTÓRAX
Presencia de sangre en la cavidad pleural, siempre que el hematocrito de
esta sea mayor del 50% del hematocrito de la sangre periférica.
ETIOLOGÍA
Generalmente asociado a traumatismos torácicos penetrantes y no pene-
trantes. Fuentes de sangrado:
1- Pulmón.
2- Vasos intercostales.
3- Arterias torácicas, sobre todo la torácica interna (mamaria interna).
4- Grandes vasos mediastínicos.
5- Corazón.
6- Estructuras abdominales (hígado, bazo) a través del diafragma.
Con gran frecuencia el hemotórax que requiere toracotomía es secundario
a lesiones pulmonares. Sin embargo, el efecto compresor de la sangre que se
pierde, las altas concentraciones de tromboplastina en los pulmones y la presión
arterial pulmonar baja, se combinan y ayudan a reducir la hemorragia del parén-
quima pulmonar desgarrado.
413
Atención integral urgente ante politraumatismos
FISIOPATOLOGÍA
En general los menores de 500 ml suelen ser asintomáticos, asociándose a
partir de esta cantidad a signos de hipovolemia.
Si hay más de 300-500 ml en sangre en cavidad pleural, debe retirarse de la
forma más rápida y completa posible. Si la hemorragia es copiosa, no solo puede
causar un shock hipovolémico, sino que también puede disminuir gravemente la
capacidad vital por compresión del pulmón del lado afecto. Un hemotórax grande
también restringe el retorno venoso. Una hemorragia persistente se debe en gene-
ral a una arteria intercostal o torácica interna y con menor frecuencia a vasos
hiliares pulmonares. La hemorragia de múltiples vasos intratorácicos pequeños a
menudo se detiene con cierta rapidez tras la evacuación por completo del hemo-
tórax. En general la hemorragia en el pulmón suele interrumpirse en pocos minu-
tos, aunque inicialmente puede ser profusa.
Normalmente la sangre de la cavidad pleural no coagula, debido a las
superficies lisas, a la acción desfibrinante que producen los movimientos de la
respiración y a la presencia de una enzima anticoagulante.
CLASIFICACIÓN
• Mínimo.- Hasta 350 ml.
• Moderado.- De 350 a 1500 ml.
• Masivo.- Más de 1500 ml o débito tras la colocación del drenaje mayor
a 200 ml/hora, durante 4 horas.
DIAGNÓSTICO
Se establece fácilmente a partir del cuadro clínico y la demostración radio-
gráfica de la presencia de líquido en espacio pleural.
Después de un traumatismo se sospecha hemotórax cuando están reduci-
dos los ruidos respiratorios y el tórax presenta un sonido mate a la percusión del
lado afecto. El diagnóstico de hemotórax masivo se hace cuando se asocia shock
con ausencia de ruidos respiratorios y matidez a la percusión del lado afecto.
Las venas del cuello pueden aparecer tensas como respuesta a la dificultad del
retorno venoso o vacías a consecuencia de la severa hipovolemia. Por lo general
las acumulaciones de líquido de más de 200-300 ml de sangre pueden detectarse
en radiografías torácicas de pie o en decúbito. Sin embargo si el paciente está en
decúbito supino cantidades de hasta 1000 ml pueden pasar desapercibidas, ya que
solo producen un opacidad leve a moderada y difusa en ese lado.
414
Neumotórax y Hemotórax
TRATAMIENTO
Un hemotórax estable muy pequeño no siempre tendrá que eliminarse,
pero debe observarse con cuidado al paciente.
Si el hemotórax aparece tan grande que requiera drenarse, es conveniente
evitar la aspiración con aguja, que por lo general resultará incompleta y puede
ocasionar neumotórax e infección del hemotórax.
El hemotórax masivo se trata inicialmente en la cavidad torácica. Se inser-
tan catéteres intravenosos de calibre grueso y se inicia rápidamente la infusión de
soluciones cristaloides administrándose sangre tipo específico tan pronto como
sea posible. Puede usarse un aparato de autotransfusión si se encuentra disponi-
ble. A la vez se inserta al nivel de la línea intermamilar, anterior a la línea axilar
media un tubo de tórax de grueso calibre (36-40 fr). Si el tubo de tórax drena ini-
cialmente más de 1500 ml de sangre o si la cantidad de sangrados de 200 ml/hora,
el paciente puede requerir una toracotomía. Durante la resucitación, el volumen
evacuado por el tubo de volumen. El color de la sangre (arterial o venosa) es un
indicador pobre de la necesidad de una toracotomía.
TÉCNICAS
Toracocentesis con aguja.
Indicada en pacientes críticos que se deterioran rápidamente a consecuen-
cia de un neumotórax a tensión que amenaza su vida. Si se utiliza esta técnica y
el paciente no tiene neumotórax a tensión se puede producir un neumotórax y/o
causar daño al pulmón.
1- Evaluar el tórax del paciente y su estado respiratorio. Identificar signos
y síntomas que apoyen el diagnóstico de neumotórax a tensión.
2- Paciente con oxígeno a algo flujo.
3- Identificar la intersección del segundo espacio intercostal con la línea
medioclavicular en el lado del neumotórax a tensión.
4- Asepsia de la zona con antisépticos yodados.
5- Anestesia de la zona si las condiciones del paciente lo permiten.
6- Colocar al paciente en posición vertical si se ha descartado lesión en
columna cervical.
7- Se ha de insertar un angiocatéter de calibre 14 G y de 3 a 6 cm de lon-
gitud, unido a una jeringa que contiene unos cm de suero fisiológico, diri-
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Neumotórax y Hemotórax
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Atención integral urgente ante politraumatismos
418
Neumotórax y Hemotórax
BIBLIOGRAFÍA
419
Atención integral urgente ante politraumatismos
MOWERY NT, GUNTER OL, COLLIER BR, DIAZ JJ, HAUT E, HILDRETH
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420
Taponamiento cardíaco
CAPÍTULO XXXIII
TAPONAMIENTO CARDÍACO
Félix Plaza Moreno, Alfonso Lacámara Sánchez, José Alberto Raya Moles,
Mª. Carmen Martín Castro, Félix Calcerrada Tendero
y Joaquín De la Rosa Jiménez
INTRODUCCIÓN
El pericardio es una membrana que envuelve el corazón y la porción ini-
cial de los grandes vasos mediante una capa externa fibrosa o parietal y una
interna serosa o visceral. No desempeña ninguna función de importancia vital
pero ayuda a mantener el corazón en su posición normal, evita la excesiva dila-
tación de cavidades en situaciones de sobrecarga, reduce la fricción externa del
corazón y le protege parcialmente de infecciones transmitidas desde pulmón
y pleura. Los procesos patológicos que producen afectación del pericardio se
pueden expresar clínicamente en cuatro grandes complejos sindrómicos, no
excluyentes entre sí pericarditis aguda, derrame pericárdico, taponamiento car-
diaco y pericarditis constrictiva.
CONCEPTO
El taponamiento cardíaco puede definirse como una situación en la que el
funcionalismo cardiaco está dificultado por un derrame pericárdico: Es la acumu-
lación excesiva de líquidos entre las dos hojas del pericardio.
ETIOLOGÍA
Sus causas son las mismas que las del derrame pericárdico, pero es más
frecuente en la pericarditis neoplásica, purulenta, tuberculosa y traumática; no
obstante y como la pericarditis idiopática es más prevalente, es esta la causa más
frecuente de taponamiento cardiaco (tabla I).
421
Atención integral urgente ante politraumatismos
DIAGNÓSTICO
a) Anamnesis.
Se tendrá que considerar antecedentes de pericarditis, traumatismos, tumo-
res, radiaciones, etc.
422
Taponamiento cardíaco
b) Examen físico.
Se produce disnea, sudoración, hipotensión, oliguria e ingurgitación yugu-
lar (tabla II). A veces existe ingurgitación inspiratoria, el llamado signo de Kus-
maul. El pulso paradójico, anteriormente comentado, es frecuente en los casos
más graves, indicándose que con cifras de disminución mayores de 20 mmHg son
de mal pronóstico. El pulso paradójico, aunque no específico del taponamiento
cardíaco, es un importante signo diagnóstico cuando está presente. Se tiene que
recordar que este pulso paradójico se puede encontrar en el asma bronquial y
puede estar ausente en presencia de un taponamiento cardíaco en pacientes con
insuficiencia aórtica o comunicación interauricular.
La clásica triada de Beck (hipotensión con pulso paradójico, ingurgitación
yugular y silueta cardiaca poco móvil en la radiografía antero-posterior de tórax),
aunque característica del taponamiento cardíaco, solo se encuentra en el 50% de
los casos.
Síntomas Signos
Disnea. 85% Pulso paradójico. 45%
Tos. 30% Taquipnea. 45%
Ortopnea. 25% Taquicardia. 40%
Dolor torácico. 20% Hipotensión. 25%
Edemas periféricos. 20%
423
Atención integral urgente ante politraumatismos
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Debe realizarse con otras patologías como:
- Miocardiopatías.
- Valvulopatías en fase avanzada.
- Embolismo pulmonar.
- Disección aórtica.
TRATAMIENTO
En el taponamiento cardiaco ligero puede no ser necesario evacuar el
derrame pericárdico, cuando este es debido a una enfermedad que pueda ser
reversible por otros medios. El taponamiento moderado o grave, en presencia
de derrame cuantioso, exige drenaje mediante pericardiocentesis, se trata pues
de una emergencia y por tanto requerirá una actuación lo más rápida posible. De
forma transitoria, la expansión de volumen puede mejorar la situación hemodi-
námica. Salvo en situaciones de extrema urgencia se debe realizar en el medio
hospitalario, preferentemente en sala dotada de radioscopia, y por personal entre-
nado. Es conveniente el registro de presiones, mediante cateterismo derecho,
antes y después del procedimiento. En general se aconseja:
a) Medidas generales:
- Reposo absoluto.
- Vía venosa periférica.
- Monitorización del ritmo y tensión arterial.
- Pulsioximetría.
- Oxigenación adecuada.
b) Administración cuidadosa de líquidos: Se pueden utilizar soluciones
coloides o expansores del plasma inicialmente (si hay signos de shock),
aunque conviene evitar la sobrecarga de líquidos.
c) Pericardiocentesis (técnica):
- Preparación del campo (paños estériles) y asepsia local (limpiar la
zona con povidona yodada).
- Anestesia local de la zona de punto de punción (p.e. Lidocaina 2%).
- Catéter largo tipo Abocath nº 14 o nº 16 y jeringa de 20 cc para realizar
la punción.
424
Taponamiento cardíaco
425
Atención integral urgente ante politraumatismos
BIBLIOGRAFÍA
426
Contusión miocárdica
CAPÍTULO XXXIV
CONTUSIÓN MIOCÁRDICA
Félix Plaza Moreno, Alfonso Lacámara Sánchez, José Alberto Raya Moles,
Mª Carmen Martín Castro, Félix Calcerrada Tendero
y Joaquín De la Rosa Jiménez
INTRODUCCIÓN
El reconocimiento de la contusión miocárdica como una única entidad clí-
nica aparece con el desarrollo del automóvil y la industria. La falta de datos clíni-
cos y de laboratorio patognomónicos, unido a la asociación habitual con lesiones
más evidentes, ha determinado su escasa incidencia en la literatura médica así
como su difícil diagnóstico.
La frecuencia es desconocida pero depende de la población estudiada, los
criterios diagnósticos y el periodo de tiempo a estudiar. Diversos estudios clíni-
cos mantienen su frecuencia entre el 9 y 38% de los traumatismos torácicos. En
cualquier caso, su incidencia es elevada, aumentando en los últimos años por su
mayor sospecha diagnóstica, la mejoría del transporte y los cuidados prehospita-
larios del paciente traumatizado y la aparición de nuevos test diagnósticos.
El mecanismo de producción más común consiste en la compresión del
corazón entre el esternón y columna vertebral. También pueden deberse a fuerzas
de deceleración o importantes incrementos y bruscos de la presión intratorácica.
PATOLOGÍA
Las lesiones anatómicas de la contusión miocárdica varían en extensión
y naturaleza. La expresión de la lesión es variable y a veces no proporcional al
trauma. Hay hemorragia intersticial, laceración y fragmentación celular. Suele
existir transición abrupta entre el tejido sano y el lesionado. A nivel anatomopa-
tológico a veces es difícil realizar el diagnóstico diferencial con el IAM.
427
Atención integral urgente ante politraumatismos
FISIOPATOLOGÍA
El mínimo rango de lesión es la contusión miocárdica, donde hay ausen-
cia de daño celular histológico en el miocardio. Sin embargo puede aumentar la
irritabilidad cardiaca apareciendo arritmias, mientras que la contusión genuina
cursa con marcada lesión celular. La zona más lesionada es el ventrículo derecho,
habiendo clara relación entre masa de miocardio afectado y grado de depresión
miocárdica. La reducción del gasto tiene lugar del 33 al 65%; esta disminución
se acentúa en los traumatizados ya que tienen un consumo elevado de oxígeno y
requieren un alto transporte de oxígeno. Por ello, ante la sospecha de contusión
miocárdica es obligado el estudio hemodinámico del paciente.
CLÍNICA
El espectro clínico de la contusión miocárdica varía desde anomalías sub-
clínicas de la pared ventricular o anomalías transitorias electrocardiográficas,
hasta arritmias fatales, insuficiencia cardiaca con shock cardiogénico, rotura car-
diaca y muerte.
La clínica es confusa e interferida por la relevancia de las lesiones extra-
cardiacas asociadas. Frecuentemente no produce síntomas y cuando aparecen, el
más común es el dolor, similar al del IAM pero sin respuesta a vasodilatadores.
Puede haber signos de fallo ventricular. El signo más común es la taquicardia,
pero esta es inespecífica y multifocal.
Se han descrito todo tipo de arritmias, alteraciones en la conducción y
cambios de eje, la mayoría inespecíficos.
DIAGNÓSTICO
Debe sospecharse en todos los pacientes con traumatismo torácico, aunque
desafortunadamente carecemos de un test rápido y patognomónico.
El test más accesible y de uso universal es el electrocardiograma, habién-
dose descrito una variedad de anomalías como: Alteraciones inespecíficas del
segmento ST y onda T, taquicardia sinusal, taquiarritmias supraventriculares,
extrasístoles ventriculares. Muchos de estos hallazgos son inespecíficos pudiendo
deberse a hipotensiones, hipoxia, estrés, alteraciones electrolíticas, lesiones aso-
ciadas, etc. De todas formas el electrocardiograma carece de sensibilidad y espe-
cifidad diagnóstica, pues la mayoría de las veces se lesiona el ventrículo derecho
y este tiene escasa repercurisón electrocardiográfica. En cualquier caso la pre-
428
Contusión miocárdica
TRATAMIENTO
El manejo inicial del paciente con contusión miocárdica no difiere del de otros
pacientes traumatizados (manejo de vía aérea con control cervical, ventilación, repo-
sición de la volemia perdida y tratamiento inmediato de las lesiones que comprome-
ten la vida). Es frecuente la disfunción miocárdica, por lo que se hace necesario el
control hemodinámico y frecuentemente la necesidad de infundir drogas vasoactivas
(dobutamina) para mantener un transporte de oxígeno adecuado a las necesidades. En
general, la morbilidad por contusión miocárdica es escasa y el pronóstico suele ser
bueno.
El tratamiento es individualizado para cada caso, pero como normal genera-
les, habrá que dar: Oxigenoterapia; Vía periférica con suero Ringer o fisiológico;
Monitorización continua y pulsioximetría; Control del dolor con analgésicos si leve o
moderado (ketorolaco) o si es moderado a severo (cloruro mórfico, fentanilo).
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Atención integral urgente ante politraumatismos
BIBLIOGRAFÍA
430
Traumatismo cardíaco
CAPÍTULO XXXV
TRAUMATISMO CARDÍACO
María Pilar García Mangas
Introducción
Las lesiones cardíacas resultantes de un traumatismo sobre el corazón
representan una afección no demasiado frecuente pero si importante por la gran
morbilidad que acarrean.
Se consideran dos grupos completamente diferentes en su etiología, pre-
sentación clínica, aplicación de métodos diagnósticos, tratamiento y pronóstico.
Por una parte, los traumatismos cardíacos originados por una contusión
torácica que provocan una lesión contusa que afecta a la pared libre, el septo
interventricular, a las válvulas, al aparato subvalvular, el sistema de conducción o
los vasos coronarios, y por otra, los traumatismos cardíacos secundarios a heridas
causadas por objetos penetrantes. La lesión cardíaca puede originar una inesta-
bilidad hemodinámica con compromiso vital para el paciente, por lo que resulta
imprescindible un diagnóstico rápido y claro con el objeto de proceder a su reso-
lución.
La incidencia de contusión miocárdica del 8-71% en los pacientes que
sufren trauma torácico, depende de la prueba diagnóstica y de los criterios
empleados.
La verdadera incidencia es desconocida ya que no hay patrón oro de diag-
nóstico. La información disponible está en conflicto con respecto a cómo se debe
hacer el diagnóstico (ECG, Análisis enzimáticos, ecocardiograma
). La falta de
dicha norma lleva a la confusión con respecto a hacer un diagnóstico y hace que
la literatura sea difícil de interpretar.
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Traumatismo cardíaco
sospecha lesión cardíaca traumática al ingreso. Así se podría excluir solo si tanto
resultado ECG y troponina I son normales.
En cambio pacientes con cambios en el ECG y / o troponina I elevada
debe ser monitorizados. El Ecocardiograma no es beneficioso como herramienta
de detección de lesión cardíaca traumática y debe reservarse para los pacientes
con hipotensión y / o arritmias. La presencia de una fractura esternal por si sola
no predice lesión cardíaca traumática. Por último se emplean como herramientas
para el diagnóstico diferencial la Tomografía computarizada cardiaca o la reso-
nancia magnética
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Traumatismo cardíaco
lesiones, tanto cardíacas como de los grandes vasos del tórax. En alguna oca-
sión, la contusión miocárdica o incluso la rotura cardíaca han sido originadas por
maniobras de resucitación cardiopulmonar. El grado de lesión cardíaca oscilará
entre la contusión cardíaca sin daño tisular ni elevación enzimática y la rotura car-
díaca. La contusión cardíaca, si es de entidad suficiente, puede ser la causa de un
daño celular con repercusión eléctrica y enzimática. Se origina una extravasación
sanguínea entre las fibras musculares del miocardio, cuya consecuencia final es la
destrucción tisular. En la superficie del epicardio se observa la aparición de pete-
quias, equimosis, hematomas e histológicamente existe una infiltración leucoci-
taria, edema, hemorragia intramiocárdica y destrucción de las fibras miocárdicas.
En la mayoría de las ocasiones, el proceso se resuelve mediante la reabsorción
del hematoma y la formación de una escara. La diferencia anatomopatológica
entre una contusión cardíaca y un infarto viene marcada por el territorio adya-
cente, que en el caso de la contusión es estrictamente normal mientras que en
el infarto existe una zona de transición isquémica entre la necrosis y el tejido
sano. Del mismo modo, en una contusión la necrosis tiende a ser anfractuosa, con
una cicatrización irregular, mientras que en el infarto la necrosis presenta carac-
terísticas más regulares, con la presencia final de una fibrosis generalizada. La
mayoría de las ocasiones las contusiones curan espontáneamente, pero en otros
casos dejan secuelas como escaras, aneurismas y puntualmente derivan en rotu-
ras diferidas. Del mismo modo, el traumatismo torácico puede originar arritmias
cardíacas que en ocasiones son letales, o simples bloqueos fasciculares pasajeros.
Por su mayor proximidad al esternón, la pared libre de ventrículo derecho es la
más propensa a sufrir una contusión cardíaca, principalmente cuando la contusión
es frontal. En muchas ocasiones se observan lesiones valvulares sin afectación de
la pared libre y, aunque no son muy frecuentes, se han descrito casos de grave
disfunción de la válvula tricuspídea o mitral. El traumatismo afecta generalmente
al aparato subvalvular y lesiona las cuerdas tendinosas y los músculos papilares;
estas lesiones se manifiestan coincidiendo con la diástole, cuando el ventrículo
se encuentra distendido. También pueden objetivarse fístulas entre cavidades.
Tras un traumatismo cerrado, las arterias coronarias pueden presentar desga-
rros, disecciones, fístulas, trombosis o espasmos, muy difíciles de diagnosti-
car salvo en el estudio necrópsico, ya que la situación clínica y hemodinámica
de estos pacientes hace inviable la realización de una coronariografía, que
sería el método diagnóstico indicado en estos casos. Solo ocasionalmente se
ha demostrado in vivo la trombosis de una arteria coronaria de origen trau-
mático, que se pone de manifiesto por la presencia de una isquemia cardíaca
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suero del paciente con resultados confusos, debido sobre todo al politraumatismo
sufrido por estos pacientes, que presentan una gran elevación enzimática gene-
ralizada (34-50% de los casos). Algunos autores han valorado la especificidad
de la isoenzima CPK-MB con la intención de objetivar la presencia de necrosis
celular, con resultados poco alentadores. Como consecuencia del traumatismo
no cardíaco, las concentraciones de CPK se encuentran muy elevadas en estos
pacientes y porcentualmente la CPK-MB se mantiene en valores normales, con lo
que queda enmascarada la lesión miocárdica. Por el contrario, otros autores han
obtenido resultados aceptables en el diagnóstico de la contusión miocárdica apli-
cando las cifras absolutas de CPK-MB sin tener en cuenta su relación con la CPK
total. En los próximos años, la determinación de la troponina T cardíaca podría
desempeñar un papel esencial en la determinación precoz de la lesión miocárdica.
El estudio radiológico torácico simple no aporta ninguna información sobre
la afectación cardíaca, aunque es necesario para descartar enfermedades torá-
cicas asociadas como contusión pulmonar, fractura costal múltiple o esternal
que nos podría alertar ante la posibilidad de una lesión cardíaca. Tampoco es
eficaz en el taponamiento cardíaco, ya que la silueta cardíaca puede permane-
cer prácticamente normal, pues es bien conocido que derrames de no mucha
cuantía pueden provocar taponamiento si se desarrollan de forma rápida.
En el estudio con isótopos, el mecanismo de localización de la zona
lesionada es similar al del infarto de miocardio. Brantingan realizó un
seguimiento con isótopos sobre 29 pacientes con sospecha de contusión mio-
cárdica: en 13 se objetivaron alteraciones electrocardiográficas y únicamente
2 de ellos presentaban gammagrafías positivas. En cambio, para otros auto-
res la sensibilidad del estudio de isótopos es superior al electrocardiograma.
La ecocardiografía ha supuesto un paso decisivo en el diagnóstico de los trau-
matismos cardíacos cerrados. Con el ecocardiograma se descubren hematomas
localizados, aneurismas, fístulas, derrames pericárdicos, cortocircuitos, lesiones
regurgitantes, roturas cardíacas y se analiza la contractibilidad global y segmen-
taria del miocardio, ya que las alteraciones de la contractibilidad son relativa-
mente frecuentes en la contusión cardíaca. Debido a que muchos pacientes con
traumatismo torácico presentan una ventana transtorácica deficiente, la ecocar-
diografía transesofágica es esencial en el proceso diagnóstico y, a diferencia de
otras técnicas de imagen, puede hacerse a la cabecera del paciente.
Evaluación y tratamiento
Ante un paciente con un traumatismo torácico en el que se sospecha lesión
cardíaca, que posiblemente se encuentre englobada en el contexto de un politrauma-
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frénico del pericardio; este abordaje se puede realizar con un material mínimo y
en cualquier ubicación por parte de un personal adecuadamente adiestrado; otra
de las ventajas que presenta es la posibilidad de reconversión en una toracotomía
bilateral con sección transversa del esternón, que presenta una exposición exce-
lente aunque a expensas de un abordaje muy agresivo que precisa de ligadura
de ambas arterias mamarias y apertura de las dos cavidades pleurales. La última
posibilidad es el abordaje a través de una toracotomía posterolateral izquierda
extensa, poco útil excepto para la exposición de la aorta torácica descendente.
La técnica quirúrgica de la herida penetrante cardíaca consiste en la reparación
de la zona de la lesión con sutura de monofilamento 2/0 o 3/0 que, en el caso de
los ventrículos, principalmente si la lesión es anfractuosa, precisa de su apoyo en
bandas de material bioprotésico. La circulación extracorpórea se evitará siempre
que resulte posible. Si se afecta una arteria coronaria principal en su trayecto pro-
ximal se recurrirá a la práctica de un pontaje aortocoronario, y si es en su trayecto
más distal o se trata de una arteria secundaria se procederá a su ligadura. Ocasio-
nalmente, algunos de estos pacientes precisan de balón intraaórtico de contrapul-
sación como apoyo posoperatorio. Ante la presencia de cuerpos extraños, como
balas, fragmentos de metralla, agujas o fragmentos óseos, existe indicación de
extracción de dicho material cuando está móvil dentro de una cavidad cardíaca
por el riesgo de embolismo que comporta, cuando existe sospecha de infección
concomitante, si el paciente presenta síntomas, si el objeto se encuentra cercano
a una arteria o si presenta potencial toxicidad.
Algunos autores ponen en entredicho la actuación indiscriminada sobre
todos los pacientes que acuden a un servicio de urgencias con una herida cardíaca
penetrante con signos vitales muy disminuidos o prácticamente abolidos y única-
mente indican la toracotomía de emergencia si existen posibilidades razonables
de reversibilidad de su situación clínica.
Pronóstico
El pronóstico de estos pacientes se encuentra directamente relacionado
con la situación clínica y hemodinámica que presentaban en el momento de la
actuación terapéutica, el grado de afectación global sufrido por el corazón en el
momento de la agresión y, fundamentalmente, con las posibles lesiones irreversi-
bles concomitantes o asociadas (encefalopatía anóxica) que sufría el paciente en
el momento de la intervención. La presencia de ritmo sinusal al incidir el pericar-
dio es un factor de buen pronóstico.
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Fig.2. Vista anterior (a) y posterior (b) de la rotura cardíaca, con laceración irregular
y circunferencial incluyendo ventrículo izquierdo y derecho y parcialmente el septo
interventricular.
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Pruebas complementarias
Radiografía de tórax: No hay hallazgos específicos de traumatismo car-
díaco. Como hallazgos radiológicos pueden encontrarse signos de congestión
pulmonar o ensanchamiento mediastínico debido a la insuficiencia cardíaca o al
taponamiento cardíaco respectivamente. También se puede ver ensanchamiento
cardíaco por fractura esternal asociada a hematoma retroesternal, o a fractura de
la columna torácica o a lesiones en aorta torácica.
ECG: Se pueden observar alteraciones en ECG en un 40-83% de los pacien-
tes que han sufrido contusión cardíaca en las primeras 24-48 horas. Las alteracio-
nes del ritmo asociadas a la contusión cardíaca más frecuentes son: taquicardia
sinusal, cambios inespecífico de la onda t o del segmento ST, fibrilación auricular,
extrasístoles ventriculares, bloqueo aurículo-ventriculares, sobretodo bloqueo de
rama derecha. Bradicardia, taquicardia ventricular y fibrilación ventricular.
- La presencia de taquicardia sinusal debe conducir a la búsqueda de hemo-
rragia activa.
- La fibrilación auricular se asocia a mal pronóstico.
- La fibrilación ventricular es la arritmia cardíaca fatal más frecuente,
incluso.
Enzimas cardíacas: Muchos estudios han analizado el valor diagnóstico
que en la contusión miocárdica tienen las enzimas cardíacas, tales como creatina
fosfokinasa (CK-MB), la troponina T cardíaca (cTnT), o troponina I cardiaca
(cTnI).
En un estudio prospectivo de Salim se observó que el ECG y la cTnI tuvie-
ron valores predictivos positivos de 28 y 48% en el diagnóstico de contusión
cardíaca, respectivamente. Sin embargo, estos marcadores no combinados tuvie-
ron un valor predictivo negativo de 95% y 93% respectivamente. Cuando ambas
pruebas se combinan el valor predictivo positivo aumenta a 62% y el negativo a
100%.
Otro estudio realizado por Walsh observó que la combinación de ECG y
la determinación de cTnI diagnostican el trauma cardíaco de forma fiable. Del
mismo modo Rajan y Zellweger observaron que un valor de cTnI inferior a 1,05
mg/L al ingreso y a las 6 horas descartan trauma cardíaco.
Sin embargo no hay estudios que correlacionen la elevación de los marca-
dores enzimáticos cardíacos con el grado de extensión del trauma.
La práctica diagnóstica aceptada ante la sospecha de traumatismo car-
díaco, es la realización de ECG de 12 derivaciones y determinaciones de enzimas
cardíacos cTnI al ingreso, a las 4horas y a las 8 horas.
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Fig. 5. A) Adolescente que sufrió herida penetrante cardiaca con lesión de ventrículo
derecho. B) reparación del ventrículo derecho en el mismo paciente.
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pérdida de sangre. Por otro lado, la ingurgitación yugular puede deberse en oca-
siones a otras causas como un neumotórax a tensión.
Otro signo clínico, presente en aproximadamente el 10% de casos de tapo-
namiento cardíaco, es pulso paradójico (una disminución de la arterial sistólica
presión> 10 mmHg durante la inspiración).
Un signo clínico interesante y común de lesión cardiaca es la severa agita-
ción del paciente, frecuentemente mal interpretada como intoxicación. La razón
para la agitación puede estar relacionado con aumento de la presión intracraneal y
dificultad para el retorno venoso del cerebro causada por el aumento de la presión
intrapericárdica, es debido a la falta de válvulas en las venas yugulares internas,
así la presión intrapericárdica elevada se transmite directamente de una manera
retrógrada al cerebro.
Es importante que en cualquier lesión penetrante en la proximidad del
pecho, especialmente en presencia de hipotensión o agitación, se debe presumir
la posibilidad de traumatismo cardiaco hasta tener alguna prueba que demuestre
lo contrario.
Destacar
- La gestión temporal oportuna es de vital importancia para la superviven-
cia de las víctimas con traumatismo cardiaco.
- Los pacientes con mayor inestabilidad hemodinámica deben ser someti-
dos con prontitud (en la sala de urgencias) a toracotomía de resucitación o
debe ser trasladado a quirófano sin esperar ninguna investigación.
Los estudios de diagnóstico se deben reservar solo para los pacientes esta-
bles con ninguna evidencia clara de un traumatismo cardíaco.
Evaluación con ecografía
La evaluación con ecografía en
trauma (ECO-FAST) es un examen
rápido, útil y fiable que se puede rea-
lizar junto a la cama del enfermo en la
sala de emergencia.
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Electrocardiograma
El ECG se ha utilizado ampliamente en la evaluación inicial de pacientes
con potenciales lesiones cardíacas, pero solo posee precisión diagnóstica mode-
rada en este entorno.
ECG puede reflejar bien taponamiento o isquemia.
1. Los hallazgos clásicos de taponamiento: complejos QRS de bajo voltaje,
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MANEJO QUIRÚRGICO
Todas las lesiones penetrantes en el mediastino con ECO-FAST positivo
para derrame pericárdico y con compromiso hemodinámico deben someterse a
una exploración quirúrgica urgente.
En la sala de urgencias, inicialmente se debe estabilizar al paciente con
líquidos intravenosos y sin esperar más tiempo a ver la respuesta a los fluidos o
a sondaje vesical o cualquier otro procedimiento se realiza la exploración quirúr-
gica.
El único método diagnóstico útil además de ECO-FAST puede ser una
radiografía de tórax, con tal que no retrase el tratamiento quirúrgico.
En situaciones de paro cardíaco o paro cardiaco inminente, se realizará
toracotomía de resucitación en el mismo servicio de urgencias, lo cual propor-
ciona la mejor oportunidad para la supervivencia.
Toracotomía de resucitación en área de urgencias
Todos los pacientes que han sufrido
traumatismo en paro cardíaco o con inmi-
nente paro cardíaco deben someterse a tora-
cotomía de resucitación para descomprimir la
cavidad pericárdica, con sangrado controlado
por pinzamiento de la aorta torácica cuando
sea necesario.
Fig.9. Reanimación con toracotomía en sala de
urgencias en paciente con lesión penetrante car-
diaca. La herida cardiaca al ventrículo izquierdo
se repara con suturas.
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Fig. 10. La esternotomía media, incisión de elección para la reparación de una lesión
cardiaca penetrante. Herida cardiaca de ventrículo derecho se repara con suturas.
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Fig. 11. Laceración cardiaca compleja reparada utilizando múltiples suturas y compresas.
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Bibliografía
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Traumatismos de los grandes vasos
CAPÍTULO XXXVI
TRAUMATISMOS DE LOS GRANDES VASOS
Féliz Plaza Moreno, Alfonso Lacámara Sánchez, José AlbertoRaya Moles,
Mª Carmen Martín Castro, Félix Calcerrada Tendero
y Joaquín De la Rosa Jiménez
INTRODUCCIÓN
Se pueden ver en lesiones penetrantes de tórax, cuello inferior o abdomen
alto. La mayoría de los pacientes mueren en escasos minutos por hemorragia
masiva; en los que sobreviven suele detenerse la hemorragia por un coágulo o
compresión del hematoma. Los principales grandes vasos afectados son aorta y
arteria subclavia.
LESIONES
Pueden formarse aneurismas traumáticos o fístulas entre aorta y cámaras
cardíacas, arterias pulmonares o venas sistémicas. Lo más común es el hemotórax
masivo. A veces, por adherencias mediastínicas, se produce solo un hematoma
mediastínico con compresión de las estructuras adyacentes.
Cuando la lesión afecta a carótidas o subclavias aparecen signos isquémi-
cos en sus respectivos territorios añadidos al shock hemorrágico. Es interesante
recordar que la herida penetrante de aorta produce un sangrado masivo superior
a la herida miocárdica.
El diagnóstico suele hacerse durante la toracotomía de urgencia por hemo-
rragia masiva o taponamiento cardíaco. En casos diferidos se deberá recurrir al
TAC torácico o a la aortografía convencional.
La rotura de aorta por trauma cerrado ha aumentado su incidencia debido
a la severidad del traumatismo en los últimos años, sobre todo en accidentes de
trafico.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
478
Traumatismos de los grandes vasos
TRATAMIENTO
Los objetivos fundamentales son:
1. Control de la hemorragia con reposición de las pérdidas.
2. Prevención de la isquemia tisular mediante restauración precoz y ade-
cuada de la circulación.
3. Prevención de las complicaciones crónicas.
Manejo general.
El mantenimiento de una vía aérea adecuada y la estabilización hemodiná-
mica del paciente deben iniciarse inmediatamente.
Causa frecuente de mortalidad es la aparición de hemotórax masivo, que
debemos drenar de urgencia con un tubo torácico.
La hemorragia deber ser controlada mediante compresión directa del vaso
sangrante (si este fuera visible por una herida abierta penetrante del toráx). Deben
evitarse la colocación de clamps vasculares a ciegas por la posibilidad de dañar
estructuras vecinas. La exploración de la herida fuera de un quirófano debe ser
evitada, puesto que podría retirar un trombo en formación y originar una nueva
hemorragia.
La reposición del volumen con cristaloides debe iniciarse lo más pre-
cozmente posible, intentándose utilizar de manera precoz sangre completa para
transfundir.
En heridas sucias, anfractuosas, etc. se podría iniciar antibioterapia profi-
láctica precoz, así como profilaxis antitetánica.
Tratamiento de la lesión arterial.
Las lesiones vasculares con isquemia distal requieren reparación urgente,
estando justificado su retraso solo en aquellos casos en los que sea necesaria la
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Traumatismos de los grandes vasos
BIBLIOGRAFÍA
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Rotura tráqueobronquial. Embolismo aéreo
CAPÍTULO XXXVII
ROTURA TRÁQUEOBRONQUIAL. EMBOLISMO AÉREO
Félix Calcerrada Tendero, José Alberto Raya Moles, Alfonso Lacámara
Sánchez, Mª Carmen Martín Castro, Félix Plaza Moreno
y Joaquín De la Rosa Jiménez
ROTURA TRÁQUEOBRONQUIAL
Es una complicación muy rara y severa que excepcionalmente ocurre en
los traumatismos torácicos, de diagnóstico a veces difícil, pero cuyo retraso en el
tratamiento puede ser mortal.
ANATOMÍA
La tráquea se extiende desde la laringe hasta la IVª vértebra dorsal, en
donde se divide en los dos bronquios principales que entran en los pulmones
derecho e izquierdo. Cerca de unas 20 láminas de cartílago en forma de C sirven
de soporte a las paredes anterior y lateral de la tráquea y bronquios principales.
La pared posterior o tráquea membranosa no tiene cartílago.
El bronquio principal derecho es más corto y el ángulo que forma con la
tráquea es menos agudo que en el izquierdo. Los cuerpos extraños se alojan con
más facilidad en el bronquio principal derecho que en el izquierdo.
INCIDENCIA
La frecuencia descrita en la literatura es baja. Hasta 1966 solo había reco-
pilados 200 casos. Desde entonces hay una progresión en los casos descritos por
una precoz atención al paciente traumatizado, mejor transporte asistido desde la
escena, aumento importante de la violencia en los traumas así como el uso más
universal de la broncoscopia ante la sospecha diagnóstica.
Es difícil saber su frecuencia, pues por un lado, la rotura tráqueobronquial
es una de las causas de muerte en el lugar del accidente y por otro una parte de los
483
Atención integral urgente ante politraumatismos
MECANISMO LESIONAL
Puede deberse a una herida penetrante, en cuyo caso se suele afectar con
mayor frecuencia la tráquea cervical.
Con mayor frecuencia se asocian a traumatismos cerrados. Los mecanis-
mos por los que se producen las lesiones en este tipo de trauma son:
1. Compresión ánteroposterior del tórax, que ocasiona un aumento súbito
del diámetro de la vía aérea, con una lesión por separación de los bron-
quios principales a la altura de la carina. Generalmente la lesión se produce
en el bronquio principal derecho.
2. Compresión del tórax en el momento en que la glotis está cerrada, lo
que produce un aumento súbito de la presión endobronquial y el estallido
de la tráquea.
3. Los mecanismos de aceleración/desaceleración rápida pueden producir
una fuerza de cizallamiento que ocasiona la laceración transversa de la trá-
quea en sus puntos de fijación, que son cartílago cricoides y carina.
La mayor parte de las lesiones tráqueobronquiales (75%) se encuentran en
los grandes bronquios, en los 2,5 cm cercanos a la carina. La rotura suele ser lon-
gitudinal en la tráquea afectando a su pared posterior membranosa, y transversal
en los bronquios. El diagnóstico requiere fibrobroncoscopia.
Los signos y síntomas clínicos varían según el lugar y la gravedad de la
lesión, dependiendo también del grado de obstrucción de la vía aérea.
Laringe.
Las fracturas de la laringe son lesiones poco comunes y su presencia se
sugiere por la triada de ronquera, enfisema subcutáneo y crepitación palpable de
la fractura.
Si la vía aérea del paciente está totalmente obstruida o el paciente se
encuentra con compromiso respiratorio severo, se debe intubar. Si esta no tiene
éxito, está indicada la traqueotomía (no la cricotiroidotomía), seguida de la repa-
ración quirúrgica. Si el paciente ha tenido un trauma cerrado de laringe, presenta
síntomas sutiles y se sospecha una fractura, la tomografía puede ser de utilidad
para identificar la fractura.
Tráquea.
El traumatismo directo de la tráquea, incluyendo la laringe puede ser pene-
trante o cerrado. Las manifestaciones de las lesiones cerradas pueden ser sutiles,
484
Rotura tráqueobronquial. Embolismo aéreo
485
Atención integral urgente ante politraumatismos
EMBOLISMO AÉREO
El aire puede ser aspirado dentro de las venas tras un trauma torácico con
la formación de un neumotórax o como complicación de la canalización de vías
venosas centrales.
Los efectos de la embolia aérea dependen de la cantidad de aire que
alcanza la circulación y de la rapidez de su entrada. El volumen de aire necesario
para causar la muerte de un hombre es por lo general superior a 100 ml. En per-
sonas debilitadas un volumen menor puede ser fatal.
La muerte se debe a un bloqueo por aprisionamiento de aire en el tracto
de salida del ventrículo derecho, aunque pueden verse burbujas de aire en los
pequeños vasos sanguíneos pulmonares.
En pacientes con heridas torácicas penetrantes, y sobre todo en aquellos
con hemoptisis, debe utilizarse con precaución la ventilación con presión posi-
tiva. Las presiones ventilatorias altas, sobre todo de más de 50 cm de agua,
pueden impulsar el aire de un bronquio lesionado hacia un vaso adyacente
dañado y ocasionar émbolos de aire en la circulación general. Esto puede expli-
car muchas de las arritmias graves o cambios en el sistema nervioso central que
se producen cuando se intuba y se ventila a los pacientes con heridas torácicas
penetrantes.
Cuando se produzca una embolia gaseosa en la circulación general habrá
que colocar al paciente en una posición en la que la cabeza quede a un nivel más
bajo que el cuerpo.
486
Rotura tráqueobronquial. Embolismo aéreo
BIBLIOGRAFÍA
487
Atención integral urgente ante politraumatismos
488
Traumatismos de la vía aérea superior
CAPÍTULO XXXVIII
TRAUMATISMOS DE LA VÍA AÉREA SUPERIOR
J. Troya Cabrera, J. Peña-Toro Girela, J. Cabezas Jiménez, J. L. Ferres Romero,
A. Falces Aramendi y A. Carmona Rivas
INTRODUCCIÓN
En cualquier lesión del cuello se puede encontrar con una obstrucción res-
piratoria; dicha obstrucción siempre tendrá prioridad con respecto a cualquier
otro problema. La anamnesis y exploración física son de importancia secundaria
en presencia de apnea o sufrimiento respiratorio grave. Si el paciente no puede
comunicarse, los antecedentes a menudo orientarán sobre la causa de la obstruc-
ción. En todo paciente con herida penetrante de cuello es indispensable el control
oportuno de la vía respiratoria. Aún cuando se detenga la hemorragia, la compre-
sión local por un hematoma disminuirá la luz de la vía respiratoria. El retardo en
la intubación temprana puede hacer que pierda irremediablemente la vía respira-
toria. En estos casos es imperativo conseguir una vía de oxigenación al paciente a
través de una intubación orotraqueal, una traqueotomía o una cricotiroidotomía.
EXPLORACIÓN FÍSICA
Se efectúa un examen completo, pero necesariamente breve, enfocado a la
cabeza, cuello y tórax. Se inspecciona la faringe para buscar datos de infección,
edema, hipersensibilidad o linfadenopatía. Además de la dentición, se requiere
examinar el cuello para determinar movilidad, meningismo, hipersensibilidad
laríngea y crepitación. Con el examen del tórax se ratificará que los ruidos respi-
ratorios sean similares en ambos hemitórax.
La obstrucción de las vías respiratorias altas suele manifestarse por estri-
dor, dificultad que surge durante la fase inspiratoria de la respiración. El estridor
es un punto crítico en el algoritmo diagnóstico y, cuando se agrava la obstrucción
489
Atención integral urgente ante politraumatismos
TRAUMATISMO LARÍNGEO
Es infrecuente por la protección que brindan mandíbula, esternón y claví-
cula. La laringe se encuentra suspendida del hueso hioides y la base de la lengua,
y en su extremo inferior adherida a la tráquea. Por delante, se encuentra a nivel
subcutáneo en la línea media, y algo protegida lateralmente por los músculos
infrahioideos. Por detrás se relaciona con esófago y columna vertebral.
Etiología.
El traumatismo contuso consecutivo a accidentes en vehículo motorizado
es la causa más frecuente de daño laríngeo, aunque el traumatismo penetrante
es cada vez más común, el cuál fluctúa desde hematomas y laceraciones de la
mucosa hasta fracturas del cartílago tiroides y la avulsión completa de la unión
laringotraqueal (ver tabla 1).
490
Traumatismos de la vía aérea superior
491
Atención integral urgente ante politraumatismos
492
Traumatismos de la vía aérea superior
Con anestesia
- Laringoscopia directa. - Confirmación de hallazgos previos.
- Broncoscopia. - Detección de falsas vías.
- Esofagoscopia. - Debe realizarse en las primeras horas,
o a los 3 a 5 días, cuando ya no hay
edema.
Tratamiento.
Primero se deben estabilizar las funciones respiratoria y hemodinámica,
realizando traqueotomía si es necesario, mediante incisión vertical. Después debe
hacerse una valoración ordenada cervical.
Se puede aplicar oxígeno humedecido a los pacientes estables con mani-
festaciones limitadas mientras se espera la consulta otorrinolaringológica para
efectuar la laringoscopia. Las lesiones laríngeas menores pueden progresar rápi-
damente desde el principio, a causa del hematoma o edema en expansión, y en
estos casos es indispensable la vigilancia cuidadosa.
Los pacientes inestables con traumatismo laríngeo que requieren trata-
miento de las vías respiratorias representan el más difícil de los problemas res-
piratorios urgentes. Debido a la sangre, distorsión de la anatomía y precauciones
con la columna cervical, es posible que no den resultado las técnicas de intuba-
ción endotraqueal, retrógrada o con instrumento de fibra óptica. Por otra parte,
pueden exacerbarse las lesiones laríngeas con la manipulación endotraqueal. La
traqueostomía bajo anestesia local es el método preferible para el tratamiento de
las vías respiratorias, el cual, sin embargo, puede ser impedido por la inestabili-
dad de las vías respiratorias o falta de personal rápidamente disponible con expe-
riencia en la realización de este procedimiento. Puede requerirse la intubación
endotraqueal suave, o la cricotirotomía de urgencia o con aguja.
El tratamiento de la transección laringotraqueal completa es diferente al
de otras lesiones de la laringe. Por lo general hay un espacio considerable, de 6 a
8 cm., entre las partes de la tráquea y laringe divididas. Es posible que los tejidos
blandos y la fascia pretraqueal conserven su forma alrededor de la región que
493
Atención integral urgente ante politraumatismos
494
Traumatismos de la vía aérea superior
Factores predisponentes.
Intubación prolongada.
Se admite, en general, la conveniencia de realizar traqueotomía cuando se
requiere intubación mayor de diez días:
- Tamaño del tubo. La disminución de calibre hace menor el riesgo de estenosis.
- Tipo de tubo. Los balones de alta presión dañan más la vía respiratoria.
- Forma del tubo.
- Infección local.
Trauma reiterado.
Intubación orotraqueal.
A pesar de la mayor dificultad de la intubación nasotraqueal, esta moda-
lidad no produce alteraciones orofaríngeas, ni precisa hiperextensión cervical.
La alteración laríngea es 50% menor en la intubación nasotraqueal que en la
orotraqueal.
Tipo de lesión.
Supraglótica.
Glótica.
Son más frecuentes sobre las elevaciones aritenoideas, los procesos voca-
les y el espacio interaritenoideo. Se puede producir úlcera de contacto y, si el
apoyo es más prolongado, granulomas, e incluso fibrosis interaritenoidea.
Secundario a la intubación puede producirse una limitación funcional tran-
sitoria de la movilidad cordal, que puede durar hasta 4 meses, en los que se afecta
la fonación y existe incompetencia glótica, que predispone a la aspiración.
Subglóticas.
La estenosis cricoidea hace a la mucosa vulnerable a la necrosis isquémica
por tubo endotraqueal.
Tratamiento.
Tras una intubación prolongada debe realizarse una laringoscopia con fibros-
copio. Si solo existe edema y ulceración, el tratamiento puede ser conservador, con
esteroides sistémicos. Debe añadirse antibiótico en caso de afectación subglótica,
por el papel importante de las infecciones en la producción de estenosis.
Cuando se ha desarrollado una estenosis subglótica, se han sugerido diver-
sos tratamientos: Dilatación, cirugía endoscópica con láser CO2, o colocación de
un stent (molde intralaríngeo). Si se coloca esto último, se deja durante tres meses
y después se retira endoscópicamente. La traqueotomía solo se retira cuando se
ha comprobado en la endoscopia laríngea una vía aérea estable.
495
Atención integral urgente ante politraumatismos
LESIONES LARINGO-TRAQUEALES
Su origen está en traumatismos contusos y/o penetrantes. Las lesiones traquea-
les pueden relacionarse con las laríngeas, pero pueden ser lesiones independientes,
sobre todo en las de origen penetrante; siempre debe intentarse la reparación primaria.
Al igual que en las lesiones laríngeas la exploración física debe incluir cam-
bios en la voz (disfonía, voz bitonal). Hay que valorar igualmente la frecuencia y
dificultad respiratoria para explorar tempranamente el riesgo de afección de las vías
respiratorias. Puede haber enfisema subcutáneo, hipersensibilidad sobre la laringe o
se puede palpar fractura circunscrita a tiroides, cricoides o ambos. En el enfermo
estable la laringoscopia flexible puede brindar una valiosa información, así como
ayudarnos a establecer el tamaño o diámetro de la vía respiratoria y la necesidad de la
traqueotomía. La TAC en estos casos también es útil.
496
Traumatismos de la vía aérea superior
BIBLIOGRAFÍA
497
UNIDAD DIDÁCTICA VIII
Abdomen
499
Atención integral urgente ante politraumatismos
500
Traumatismos y lesiones de víscera sólida o maciza
CAPÍTULO XXXIX
TRAUMATISMOS Y LESIONES DE VÍSCERA
SÓLIDA O MACIZA
J. Cabezas Jiménez, J.L. Ferres Romero, J. Peña-Toro Girela,
A. Falces Aramendi, A. Carmona Rivas y J. J. Troya Cabrera
INTRODUCCIÓN
Los traumatismos abdominales con afectación de víscera sólida o maciza
son probablemente los más frecuentes dentro de los llamados traumatismos abdo-
minales cerrados. Pueden presentarse como un proceso aislado, en cuyo caso el
diagnóstico puede llegar a establecerse sin grandes dificultades, pero también
pueden desarrollarse en el contexto de un paciente gravemente politraumatizado,
donde la suma de lesiones puede ensombrecer el pronóstico y retrasar el diagnós-
tico, especialmente en aquellos accidentados que presentan una alteración impor-
tante del nivel de conciencia.
Clásicamente, el modo de presentación clínica de los pacientes que han
sufrido un traumatismo abdominal que ha provocado una lesión visceral, puede
adoptar tres patrones conceptuales distintos:
1. Peritonitis aguda generalizada.
2. Síndrome hemorrágico.
3. Síndrome retroperitoneal.
Habida cuenta de que las lesiones que afectan a una víscera sólida van a
presentarse generalmente con un cuadro clínico de síndrome hemorrágico que
puede llevar al paciente a una situación de shock hipovolémico de una manera
más o menos rápida, la sospecha de lesión debe ser lo más precoz posible para
evitar la instauración de éste. La muerte por shock en pacientes politraumatizados
sigue siendo la primera causa de muerte durante las primeras horas, tanto en lo
que se refiere a mortalidad inmediata como temprana, según la severidad de la
lesión o lesiones.
501
Atención integral urgente ante politraumatismos
TRAUMATISMO ESPLÉNICO
El bazo es sin duda el órgano intraabdominal que más frecuentemente se
lesiona en los traumatismos abdominales cerrados. Sierra García lo estima en un
25% de éstos. Resulta también afectado de forma bastante frecuente en los trau-
matismos abdominales abiertos (en torno al 7%).
Se han argumentado diversas razones para tratar de explicar la alta fre-
cuencia de rotura esplénica traumática: Friabilidad y delgadez de su cápsula,
gran riqueza vascular, implicación de su ruptura merced a diversos ligamentos y
repliegues peritoneales (el omentoesplénico o repliegue criminal, como ha sido
denominado), adherencias por periesplenitis, esplenomegalia y otras más.
En la gran mayoría de los pacientes se podrán detectar lesiones esplénicas
utilizando técnicas no agresivas. Ello permitirá realizar una adecuada y cuidadosa
selección de pacientes que pueden ser tratados, en principio, sin intervención
quirúrgica. Las técnicas de elección actualmente serían:
1. Punción lavado peritoneal (PLP) en pacientes inestables.
2. Ecografía abdominal de manera rutinaria en pacientes estables o Eco-
Fast en los inestables, nada más llegar a urgencias, sobre todo en los casos que
cursen con bajo nivel de conciencia y/o estén hipotensos.
3. TAC abdominal de manera selectiva en pacientes estables.
Lógicamente si tras una primera evaluación del paciente, se presentan
claros signos de deterioro hemodinámico o disminución del volumen sanguíneo,
debe abandonarse el tratamiento conservador, trasladar al paciente al quirófano y
realizar sin demora una laparotomía exploradora.
Se han descrito múltiples clasificaciones de los traumatismos esplénicos.
Algunas, incluso, tan rigurosas que están basadas en la visualización directa del
bazo por laparotomía. La más aceptada por su predicción y uso es la de Buntain
(tabla I). Esta clasificación trata de establecer diversos grados de lesión esplénica
basándose en la TAC abdominal y en base a éstos, seleccionar los pacientes a
los que se les instaurará un tratamiento conservador o tendrán que ser, por el con-
trario, operados urgentemente. Buntain llegó a la conclusión de que las lesiones
clasificadas como grados II a IV requieren ser operadas precozmente, intentán-
dose esplenectomía parcial o esplenorrafia, siempre que sea posible, ya que el
tratamiento no operatorio, argumentó, presenta un alto índice de fracasos. En las
lesiones grado I, en cambio, se establecerá un tratamiento conservador.
Es necesario comentar que los niños se benefician de un tratamiento expec-
tante y conservador en mayor proporción que los adultos. Ello sería debido a una
mayor capacidad hemostática en aquellos sobre éstos, en base a tener una cápsula
502
Traumatismos y lesiones de víscera sólida o maciza
esplénica más gruesa y altamente formada por células mioepiteliales con marca-
das propiedades vasoconstrictoras. Así, en los niños, la actitud expectante es casi
siempre la norma, siempre que se compruebe, además, lesión de víscera hueca,
inestabilidad hemodinámica o lesión diafragmática.
Tras una primera valoración diagnóstica, se llevará a cabo una segunda
evaluación a las 12 horas, espaciándose luego, hasta el tercero y séptimo día. Así
mismo, deben repetirse los análisis de sangre, primero a las dos horas, luego a las
seis horas, para posteriormente, distanciarlos en función de la sintomatología del
paciente y la evolución de las pruebas de imagen. Especial vigilancia requiere el
valor del hematocrito que deberá ser siempre mayor del 20-25%. En caso de que
sea inferior a estos valores, se hace necesaria la transfusión sanguínea.
Los pacientes con traumatismo esplénico deberían permanecer en la UCI
las primeras 48 horas, tras las cuales podrían ser enviados a la planta de cirugía
donde se mantendrán en reposo absoluto hasta un mínimo de siete días. Deberán
mantener dieta absoluta durante tres días y luego se comenzará con tolerancia
digestiva.
No obstante, pese a lo anteriormente expuesto, para algunos autores el
seguir un tratamiento conservador en las lesiones traumáticas del bazo, conlleva
siempre un riesgo a veces, incluso, superior al de la cirugía, incluyendo la sepsis
posoperatoria, sin duda la más temida de las complicaciones. Están ampliamente
descritas las roturas diferidas del bazo en pacientes no sometidos a cirugía. Incluso
pueden llegar al 1% pasadas cuatro semanas del accidente. Una vez el paciente
ya en su domicilio, este deberá suspender las actividades como deportes de con-
tacto o competitivos, montar en bicicleta o a caballo o llevar a cabo esfuerzos
importantes, siempre por un tiempo mínimo de uno a tres meses. A continuación
se expone, a modo de guía, un diagrama de actuación para pacientes adultos con
sospecha de traumatismo esplénico, propuesto por Sierra García.
503
Atención integral urgente ante politraumatismos
Figura 1
TRAUMATISMO HEPÁTICO
El hígado es la segunda víscera, tras el bazo, que más frecuentemente se
lesiona en los traumatismos cerrados abdominales. A diferencia de las lesiones
esplénicas arriba descritas, las lesiones hepáticas pueden revestir en cambio
mayor gravedad. Desde un punto de vista etiológico, la mayoría de las lesiones
hepáticas se producen en accidentes de tráfico y, frecuentemente, están asociadas
a otras lesiones intraabdominales, especialmente óseas.
Se han propuesto muchas clasificaciones para los traumatismos hepáti-
cos, aunque no todas han sido coincidentes. La mayoría de ellas son complejas
y contemplan grupos y subgrupos que solo se diferencian entre sí en pequeños
matices, lo que hace de ellas que sean poco pragmáticas en la sala de urgencias.
Una clasificación bastante sencilla, fácil de memorizar y útil en la práctica diaria,
es la propuesta por Calne, basada en datos extraídos de la TAC abdominal y que
reagrupa las lesiones en dos grupos: Lesiones leves y graves, y que tiene un gran
significado en cuanto al pronóstico y actitud terapéutica a seguir.
504
Traumatismos y lesiones de víscera sólida o maciza
Hasta hace relativamente poco tiempo, las lesiones traumáticas del hígado
eran siempre tratadas quirúrgicamente19, pero se observó que en el acto quirúr-
gico, las lesiones habían dejado ya de sangrar y solo precisaban ser tratadas con
drenajes. Actualmente el abanico terapéutico es más amplio, oscilando entre los
que proponen un tratamiento conservador a ultranza y los que propugnan un tras-
plante hepático en las lesiones graves que afecten a ambos lóbulos hepáticos.
Las lesiones hepáticas leves (contusiones leves, desgarros capsulares míni-
mos, laceraciones superficiales), pueden tratarse inicialmente con tratamiento
conservador, con el que se obtienen excelentes resultados y escasa morbimorta-
lidad. Para ello se seleccionará a los pacientes siguiendo criterios de estabilidad
hemodinámica al ingreso y en las primeras horas de éste, ausencia de irritación
peritoneal generalizada, ausencia de otras lesiones intraabdominales asociadas
y constatación por TAC de la levedad de las lesiones en la glándula hepática. El
seguimiento de estos pacientes se llevará a cabo diariamente con exploración
detallada, analíticas periódicas y TAC a las 48 horas, a las 72 horas y a la semana.
La tabla II, tomada de Sierra García, resume los criterios de selección de estos
pacientes arriba esbozados.
- Estabilidad hemodinámica después de la resucitación inicial.
- Ausencia de irritación peritoneal.
- Nivel de conciencia no alterado.
- Lesiones hepáticas grado I o II demostradas por TAC.
- Ausencia de lesiones asociadas.
- No precisar politransfusión.
- Estabilización o mejoría de la lesión en las TAC de control.
505
Atención integral urgente ante politraumatismos
TRAUMATISMO PANCREÁTICO
Es mucho menos frecuente que los anteriores, cifrándose de forma tra-
dicional en un 1-3% de todos los traumatismos abdominales. Fue descrito por
primera vez en 1.827 por Travers. Probablemente estén en aumento debido al
incremento creciente de los accidentes de tráfico.
Las lesiones pancreáticas están asociadas a una elevada morbimortalidad
y son de muy difícil diagnóstico dada la localización retroperitoneal de esta vís-
cera. Como habitualmente no se sospechan lesiones a este nivel, el intervalo de
tiempo entre el traumatismo que provoca la lesión y el diagnóstico de la misma
suele ser largo. En la actualidad del 3 al 12% de los traumatismos abdominales
graves incluyen una lesión pancreática, siendo las heridas penetrantes las causan-
tes de las dos terceras partes de las mismas. El otro tercio restante correspondería
a las heridas no penetrantes.
Dada la proximidad del páncreas a otras estructuras vitales y a los mecanis-
mos de alta energía que normalmente intervienen en estas lesiones, la afectación
pancreática aislada es sumamente rara. Por lo general, el 90% de los pacientes
con lesión pancreática, tiene al menos otra lesión concomitante.
La mortalidad de estas lesiones sigue siendo elevada (oscila entre un
10-25%), sobre todo durante las primeras 48 horas que siguen al accidente, en
que mueren el 75% de los pacientes. Las causas del fallecimiento son funda-
mentalmente tres: Hemorragia, infección y fracaso multiorgánico ulterior. La
506
Traumatismos y lesiones de víscera sólida o maciza
507
Atención integral urgente ante politraumatismos
posible, y proporcionar un drenaje adecuado tanto interno como externo para las
lesiones o resecciones pancreáticas.
508
Traumatismos y lesiones de víscera sólida o maciza
509
Atención integral urgente ante politraumatismos
Lesiones duodenales.
Los traumatismos duodenales continúan siendo todavía un reto diagnós-
tico para el cirujano o el médico de urgencias. Siendo como son, lesiones de pro-
nóstico grave para el paciente, la lesión duodenal viene determinada por la escasa
movilidad que presenta esta porción intestinal y por el mecanismo de doble vál-
vula que ejercen el píloro, proximalmente, y el ángulo de Treitz, distalmente,
que pueden aumentar la presión intraduodenal y favorecer su estallido. Además,
su íntima relación anatómica con el raquis lumbar le hace susceptible de lesión
en los aplastamientos de los cuerpos vertebrales de ese segmento de la columna.
La etiología de los traumatismos duodenales queda resumida en la tabla IV.
a) Traumatismos cerrados:
- Accidentes de tráfico
- Trauma directo (caída, golpe)
- Yatrógeno (intervenciones endoscópicas)
b) Traumatismos abiertos:
- Herida por arma blanca
- Herida por arma de fuego
Tabla IV. Etiología de los traumatismos duodenales.
Las lesiones duodenales se observan en el 2% de los traumatismos cerrados
del abdomen, alcanzando el 4% si se considera al bloque duodeno-pancreático en
su conjunto. La gran mayoría de los traumas duodenales sufridos en accidente
de tráfico, han coincidido con la falta del uso del cinturón de seguridad. Habida
cuenta de que las porciones duodenales segunda y cuarta poseen una localización
retroperitoneal, la mayoría de las lesiones (86%), se producen en esa zona topo-
gráfica, en especial a la derecha de los vasos mesentéricos. La lesión más frecuen-
temente encontrada es la lesión parcial o total de la segunda porción duodenal.
Los traumatismos abiertos son la primera causa de lesión duodenal según
las amplias series (85%), que además se documentan principalmente en las
grandes ciudades. La lesión más leve y característica de estas y una de las más
frecuentes es el hematoma intramural, que se observa especialmente en niños
(debido a la debilidad de su pared abdominal), en alcohólicos y en pacientes con
coagulopatía.
Como ya se ha comentado, la mayor parte de los traumatismos duodena-
les se ubican en el retroperitoneo y el paciente, además, suele tener otras lesio-
nes concomitantes. Este conjunto de factores que se presentan en el traumatismo
cerrado, hace difícil el diagnóstico precoz, en especial si el paciente sufre un
510
Traumatismos y lesiones de víscera sólida o maciza
TCE o presenta graves lesiones en otras áreas que obliguen a mantenerlo sedado
o ventilado mecánicamente, ya que la semiología abdominal, en estos casos, está
notoriamente atenuada. La presencia de retroneumoperitoneo en la placa simple
de abdomen (aire paravertebral derecho descendiendo a lo largo del psoas o dibu-
jando el riñón derecho) y la TAC, contribuirán al diagnóstico de estas lesiones
que, lógicamente, serán tratadas quirúrgicamente y con la debida profilaxis anti-
biótica.
Lesiones del colon y recto.
Las lesiones del colon son normalmente producidas por un traumatismo
penetrante y rara vez por un traumatismo cerrado. Suelen diagnosticarse en el
transcurso de la laparotomía exploradora, en la que siempre debe investigarse
esta porción intestinal.
Las lesiones rectales, por su parte, son difíciles de diagnosticar al encon-
trarse el recto en el espacio retroperitoneal y en plena pelvis menor. Aquí, la
punción lavado peritoneal, ecografía y TAC abdominopélvica pueden no ser
diagnósticas. La exploración clínico-diagnóstica más sencilla y con frecuencia cla-
rificadora, sigue siendo el tacto rectal. Ante la presencia de sangre en el dedil o de
signos que hagan pensar en la posibilidad de un traumatismo a este nivel, la recto-
sigmoidoscopia es de una fiabilidad notable y rentabilidad diagnóstica excelente.
511
Atención integral urgente ante politraumatismos
512
Traumatismos y lesiones de víscera sólida o maciza
- Accidentes de tráfico.
- Agresiones (arma blanca y arma de fuego).
- Accidentes laborales.
- Caídas desde altura.
- Rotura de cristal.
- Aplastamiento por caída de objetos.
- Patadas en el abdomen.
- Explosiones.
- Heridas por asta de toro.
- Yatrogénico (tubo de tórax).
- Idiopática.
raciones ocasionadas por arma blanca o de fuego, fragmentos costales que atra-
viesan el tabique diafragmático, etc.).
2. Agentes indirectos.
El agente traumático actúa indirectamente sobre el diafragma merced a dos
mecanismos:
- Por compresión y deformación de la base del tórax.
- Por compresión abdominal.
Anatomía patológica.
Las lesiones diafragmáticas se pueden clasificar en agudas o crónicas, según
el momento en que se produzca la lesión y el consiguiente prolapso visceral.
a) Traumatismos agudos: La solución de continuidad se produce instantá-
neamente tras el accidente, pasando las vísceras de forma inmediata a la
cavidad torácica, a no ser que se trate de pequeñas lesiones que ocasionen
leves soluciones de continuidad que pueden pasar desapercibidas en un
primer momento o bien que se trate de lesiones del hemidiafragma derecho
que están taponadas por el opérculo hepático. Estas lesiones agudas, según
la intensidad, el tipo y la forma de actuación del agente traumático, pode-
mos clasificarlas de la siguiente forma:
- Estallidos: El tabique diafragmático, ante una lesión traumática brutal,
se rasga generalmente en múltiples direcciones.
- Desgarros: Se trata de roturas lineales en distintas direcciones (ante-
roposterior, lateral) que pueden afectar no solo a la parte muscular, sino
también, a la parte fibrosa.
513
Atención integral urgente ante politraumatismos
514
Traumatismos y lesiones de víscera sólida o maciza
Diagnóstico.
El diagnóstico preoperatorio es difícil, como ha quedado advertido. Por
fortuna, en la mayoría de las ocasiones, la lesión diafragmática está asociada a
otras lesiones intraabdominales que requieren cirugía, de forma que al realizar la
515
Atención integral urgente ante politraumatismos
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Traumatismos y lesiones de víscera sólida o maciza
Figura 2 Figura 3
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Traumatismos y lesiones de víscera sólida o maciza
BIBLIOGRAFÍA
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Traumatismos y lesiones de víscera sólida o maciza
521
Lesiones traumáticas vasculares abdominales
CAPÍTULO XXXX
LESIONES TRAUMÁTICAS VASCULARES
ABDOMINALES
J. L. Ferres Romero, R. Cabeza Jiménez, A. Falces Aramendi, A. Carmona
Rivas, J. J. Troya Cabrera y J. Peña-Toro Girela
MECANISMO DE PRODUCCIÓN
1. En el traumatismo abdominal contuso se producen dos tipos de lesiones
vasculares ocasionadas por la desaceleración o la compresión.
- La primera es la avulsión de las pequeñas ramas de los vasos mayores.
En estos pacientes suele presentarse una hemorragia intraperitoneal libre
en el mesenterio, la cual da lugar a shock hipovolémico.
- La segunda lesión es el desgarro de la íntima, que ocasiona trombo-
sis secundaria de la luz arterial. Esta lesión, cuando es única, no produce
hemorragia intraperitoneal, por lo que cualquier hipotensión debe atri-
buirse a otras lesiones.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Lesiones traumáticas vasculares abdominales
Las lesiones más letales son aquellas que afectan a la vena cava retrohe-
pática, la aorta visceral y la vena porta. Las lesiones de la arteria y la vena ilíaca
causadas por heridas penetrantes o por lesiones cerradas, incluidas fracturas pel-
vianas, son peligrosas debido a la falta de taponamiento en la pelvis y a la extensa
interconexión de colaterales.
Es útil clasificar a los vasos mayores en cinco grupos, según su locali-
zación en el abdomen, ya que las técnicas de exposición son básicamente las
mismas para los vasos de cualquier otra región.
Entre los vasos supramesocólicos en la línea media (por arriba del meso-
colon transverso) que tiene importancia, se encuentran:
- Aorta suprarrenal.
- Tronco celíaco.
- Parte proximal de la arteria mesentérica superior.
- Parte proximal de la arteria renal.
- Vena mesentérica superior.
Este tipo de lesiones son extraordinariamente raras y ocurren solamente en
pacientes con heridas penetrantes.
En la región inframesocólica de la línea media, pueden ocurrir lesiones de:
- Porción infrarrenal de la aorta.
- Vena cava inferior infrarrenal.
Estas heridas presentan, por lo general, hematomas masivos retroperito-
neales en la línea media, que se extienden a los flancos.
Una lesión del flanco (región perirrenal lateral) puede afectar a:
- Arteria renal.
- Vena renal.
- Ambos vasos a la vez.
Estas lesiones pueden ocasionar hematoma perirrenal o hemorragia
activa.
En la superficie lateral de la parte inferior del abdomen (región pélvica
lateral) puede haber lesiones de:
- Arteria iliaca.
- Vena iliaca.
La localización menos común de una lesión vascular intraabdominal es la
región portal y retrohepática, donde pueden lesionarse:
- Vena porta.
- Arteria hepática.
- Vena cava suprarrenal.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Lesiones traumáticas vasculares abdominales
3. Tronco celíaco y sus ramas: La lesión de estos vasos suele ocurrir tras
un traumatismo penetrante de la parte baja del tórax, flanco o epigastrio.
La mayoría de los pacientes presentan shock hemorrágico.
4. Circulación mesentérica superior: La mayor parte de pacientes con
lesión de la arteria mesentérica superior presentan traumatismo penetrante,
habitualmente con arma blanca o balas de pequeño calibre. La herida de
entrada puede estar localizada en la parte anterior del abdomen, el flanco
o la espalda. Los traumatismos cerrados pueden ocasionar lesión de estos
vasos por mecanismo directo o, con una frecuencia en aumento, por la
porción transversa del cinturón de seguridad. Los pacientes con este tipo
de lesión pueden presentarse de tres formas clínicas. La mayoría de los
pacientes estarán en shock derivado de una hemorragia activa y hemope-
ritoneo. Unos pocos pacientes tienen un hematoma de la línea media del
mesenterio. Por último, otros pacientes se presentan con una trombosis o
transección de la arteria o vena mesentérica superior que evidencia en la
laparoscopia un intestino negro. La supervivencia de este tipo de pacientes
oscila entre el 10-32%, siendo la muerte en la mayoría de los pacientes
secundaria a shock hemorrágico.
5. Lesiones de las venas porta y mesentérica superior: La mayoría de la
lesiones de la vena porta ocurren por lesiones penetrantes, pudiendo estar
muchas asociadas con una lesión arterial adyacente. Debido a la baja pre-
sión existente en el vaso, la hemorragia suele ser mínima.
Diagnóstico.
1. Traumatismo abdominal penetrante: Como regla general, se requiere
poca evaluación preoperatoria en las heridas por arma de fuego que pene-
tran en la cavidad peritoneal, debido a que la posibilidad de que exista
afectación vascular está por encima del 90%, estando siempre indicada la
laparotomía. Las Rx de tórax y abdomen están indicadas, a menos que el
paciente esté hemodinámicamente inestable, debido a que podemos obte-
ner una importante información de posibles lesiones asociadas. Las heri-
das por arma de fuego que penetran por la parte anterior del tronco, entre
el 4º espacio intercostal y la sínfisis del pubis, y cuya trayectoria sugiera
penetración en peritoneo, deben ser operadas siempre. Por el contrario,
las heridas que afectan a la parte posterior o al flanco, habitualmente, son
más difíciles de evaluar debido al gran espesor de los tejidos entre la piel
y las vísceras abdominales. Si existen dudas, es aconsejable la laparotomía
exploradora. En contraste, las heridas ocasionadas por arma blanca que
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Lesiones traumáticas vasculares abdominales
media con una hoja de bisturí y no con bisturí eléctrico, ya que es más
rápido, a fin de exponer lo más ampliamente la cavidad abdominal para
localizar la lesión vascular. Las lesiones vasculares más exsanguinantes
son aquellas que afectan a la aorta, la vena cava inferior y los vasos ilíacos.
Si la hemorragia se origina en la región superior o media de la cavidad
abdominal, cerca de la línea media del retroperitoneo, se aplicará presión
manual directa, exponiendo la aorta a nivel del hiato diafragmático y se
clampará. Si el origen se localiza en la parte inferior del abdomen o en
la pelvis, la porción infrarrenal de la aorta puede clamparse por debajo
del colon transverso, ya que es más rápido y seguro que hacerlo a nivel
diafragmático debido a que evitamos la isquemia renal y esplácnica. Las
lesiones de los vasos ilíacos no se controlan con el clampaje de la aorta,
fundamentalmente, a que son múltiples y grandes vasos en su porción pro-
ximal, por lo que se realiza el aislamiento vascular pélvico, que consiste
en clampar la aorta e ir desplazando progresivamente este conforme vamos
diseccionando y exponiendo los vasos ilíacos. Una vez localizada la lesión
vascular se procederá a su reparación.
Mortalidad.
La mortalidad asociada con las lesiones vasculares abdominales mayores,
varía en relación con el vaso afectado (tabla II). Las complicaciones (tabla III)
derivadas de la reparación vascular son similares a las que se ocasionan en otras
localizaciones corporales, e incluyen la infección, dehiscencia de sutura y trom-
bosis. Una complicación única del abdomen es la aparición de una fístula entero-
vascular.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Lesiones traumáticas vasculares abdominales
BIBLIOGRAFÍA
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Rotura diafragmática y evisceración
CAPÍTULO XXXXI
ROTURA DIAFRAGMÁTICA Y EVISCERACIÓN
J. L. Ferres Romero, R. Cabeza Jiménez, A. Falces Aramendi, A. Carmona
Rivas, J. J. Troya Cabrera y J. Peña-Toro Girela
ROTURA DIAFRAGMÁTICA
Es una patología más frecuente en traumatismos cerrados, donde se pro-
duce en el 5% de los traumatismos tóracoabdominales. Predomina en el lado
izquierdo, donde tiene un diagnóstico más fácil, ya que las asas intestinales, el
estómago e incluso una sonda nasogástrica son más fáciles de detectar en el hemi-
tórax izquierdo mediante el uso de simples pruebas de radiología. Siempre que se
produzca rotura del hemidiafragma izquierdo, se deberá colocar una sonda naso-
gástrica. Recordar que el hígado protege el hemidiafragma derecho y tiende a
disminuir el aumento de presión intraabdominal. Por otro lado, los traumatismos
penetrantes producen pequeñas perforaciones de presentación tardía, llegando a
presentar una mortalidad por incarceración del 20% que en caso de hemotórax a
tensión es del 40-60%. La herniación visceral progresiva, produce un compromiso
cardiorrespiratorio, así como fenómenos de la hernia. Los traumas sobre la zona
toracoabdominal, producen dolor pleural y se asocian multiorgánica (pulmón,
estómago, hígado), pudiendo aparecer como posible un feconeumotórax. Para su
diagnóstico, el personal de la salud se basará en la radiografía simple de tórax,
teniendo en cuenta que en un 25-50% de traumatismos tóracoabdominales cerra-
dos la radiología es normal, y en el resto presenta hallazgos inespecíficos como
hemotórax, neumotórax, hernia visceral, borde diafragmático irregular, elevación
del hemidiafragma y derrame pleural.
También se han utilizado para su diagnóstico el TC y ecografía, aunque
esta última no es útil en traumatismos torácicos penetrantes. Por otro lado, pode-
mos utilizar el lavado peritoneal como diagnóstico. La presencia de líquido del
lavado peritoneal en el drenaje del tubo de tórax, confirma el diagnóstico.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
EVISCERACIÓN
Podemos definir el término evisceración traumática como aquella situa-
ción en la que se produce la salida del contenido abdominal por una herida de la
pared abdominal, ocasionada habitualmente por un traumatismo abdominal pene-
trante.
Etiología
La mayoría de las evisceraciones son secundarias a traumatismo abdomi-
nal penetrante, sobre todo tras herida por arma blanca o por arma de fuego. Su
localización más frecuente afecta a ambas regiones abdominales laterales, más la
izquierda, posiblemente debido a que los agresores son diestros, así como la fosa
ilíaca izquierda. Habitualmente los pacientes muestran evisceración aislada del
epiplón, intestino delgado o colon sigmoide.
En casos excepcionales, encontraremos otro tipo de causas, como la evis-
ceración transanal por succión de drenajes de piscinas o lesiones derivadas de la
práctica de esquí acuático.
Cuadro clínico
Va a variar, dependiendo sobre todo de las lesiones asociadas y el meca-
nismo de producción, pudiendo encontrar pacientes estables que solamente mues-
tran la herida abierta abdominal a aquellos en shock o con peritonitis.
El examen físico no es un método fiable a la hora de discernir qué pacien-
tes tienen lesiones intraabdominales mayores de los que no los tienen. De igual
modo, la punción-lavado peritoneal tampoco nos ayudará a hacer el diagnóstico,
sino que deberemos explorar la herida en quirófano.
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Rotura diafragmática y evisceración
Tratamiento
Ante cualquier paciente que presente una herida abdominal hay que pensar
que puede tratarse de un caso grave y actuar en consecuencia:
1. Asegurar las funciones vitales.
2. Canalizar dos vías periféricas de grueso calibre para administración de
cristaloides y extracción de muestra sanguínea para determinación de ana-
lítica de urgencia.
3. Cubrir la evisceración con gasas húmedas estériles. La mayoría de los
autores están de acuerdo que cuando el epiplón o intestino se encuentran
eviscerados, el 75% de los pacientes requieren laparotomía debido a la
elevada incidencia de lesiones intraabdominales asociadas. Un segundo
grupo de autores, por el contrario, preconizan la intervención quirúrgica
solamente en aquellos pacientes en los cuales colon, intestino o estómago
se encuentran eviscerados, dejando en observación los que tienen el epi-
plón solamente. Por último, un tercer grupo de autores aseguran que estos
pacientes solamente requieren observación estrecha y proceder según evo-
lucionen.
La reparación del defecto de la fascia es imperativo para prevenir infeccio-
nes, hernias posteriores, así como evisceraciones recidivantes.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
BIBLIOGRAFÍA
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Contusión y rotura vesical
CAPÍTULO XXXXII
CONTUSIÓN Y ROTURA VESICAL
J. L. Ferres Romero, J. Cabezas Jiménez, J. Peña-Toro Girela, J. J. Troya
Cabrera, A. Carmona Rivas y A. Falces Aramendi
INTRODUCCIÓN
La vejiga es una víscera hueca, siempre llena, con una capacidad variable.
En el adulto, es extraperitoneal, ubicándose en el espacio de Retzius, en el inte-
rior del llamado anillo pélvico, el cual está formado por los huesos ilíacos que
se articulan por la parte posterior con el sacro, fuertemente unidos por los liga-
mentos sacroilíacos anteriores y posteriores, ligamentos ileolumbares, sacrotube-
rosos y sacroespinosos. Hacia delante forman las ramas púbicas que se unen en
la sínfisis del pubis. El ilion, isquion y pubis forman el acetábulo, que se articula
con la extremidad inferior mediante la cabeza femoral. Por la parte inferior está
protegida por el diafragma urogenital y por la parte posterior por el recto. En el
anillo pelviano existen vísceras propiamente pélvicas y, por tanto, extraperitonea-
les: Recto, vejiga, uretra posterior y útero y vagina en la mujer. La vejiga se fija
a los lados y la base de la pelvis ósea por un aparato ligamentoso, de manera que
si esta se fractura, la influencia protectora normal del anillo pelviano se afecta.
A causa de su situación anatómica dentro de la pelvis ósea, la vejiga, no
suele resultar dañada como consecuencia de los traumatismos abdominales abier-
tos o cerrados, a no ser que sea penetrada por un trozo de esquirla ósea, arma
blanca o proyectil de arma de fuego. Todo esto es así cuando la vejiga se encuen-
tra vacía, ya que cuando está llena su borde superior puede alcanzar incluso hasta
la región umbilical, haciéndose más vulnerable.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Contusión y rotura vesical
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Atención integral urgente ante politraumatismos
CLÍNICA
Los síntomas y signos de presentación pueden ser muy diversos, depen-
diendo de la intensidad del traumatismo, su carácter penetrante o no, la existencia
de rotura intra o extraperitoneal, la presencia de lesiones asociadas y si existe o
no fractura pelviana:
1. Rotura extraperitoneal: Habitualmente los síntomas predominantes
derivan de la fractura de pelvis, siendo la hematuria, en mayor o menor
grado, el signo que alertará con más frecuencia sobre la existencia de
rotura vesical. También la oliguria o anuria después de un traumatismo
puede hacer sospechar este diagnóstico. La extravasación urinaria puede
incluso llegar al muslo a través del agujero obturador, al escroto por el
conducto inguinal, a la pared abdominal o al retroperitoneo extendiéndose
hasta el área pararrenal.
2. Rotura intraperitoneal: Suele aparecer un dolor de inicio brusco en hipo-
gastrio, a menudo acompañado de síndrome vasovagal. En la exploración
puede evidenciarse cierto grado de distensión abdominal y disminución de
ruidos intestinales, derivado de la paresia intestinal producida por el paso
de orina a la cavidad peritoneal. Cuando la orina es estéril, los síntomas y
signos de peritonismo pueden retrasarse varias horas, por lo que su ausen-
cia no descarta la lesión. En algunos casos, la rotura aislada de la vejiga
solo es diagnosticada tardíamente, ya que la intoxicación etílica, un TCE,
etc. pueden enmascarar el diagnóstico. Se ha descrito como indicador en
estos casos el ascenso de la urea a las pocas horas de la rotura, más que la
elevación de la creatinina.
DIAGNÓSTICO
Se llevará a cabo mediante la cistografía retrógrada. Se introduce con-
traste y se realizan placas en varias proyecciones (AP, lateral, oblícuas y posteva-
cuación). Cuando no se observa extravasación de medio de contraste y las vías
urinarias superiores son normales, en el peor de los casos, se trata de una contu-
sión vesical, en especial si existe una fractura de pelvis.
Los hallazgos cistográficos más habituales, en casos de lesión vesical,
son:
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Contusión y rotura vesical
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Atención integral urgente ante politraumatismos
TRATAMIENTO
En muchas ocasiones, el tratamiento de las lesiones asociadas a la lesión
vesical, debe preceder al tratamiento de la lesión urológica:
1. Las contusiones de la vejiga pueden ser manejadas con tratamiento con-
servador: Reposo, analgesia y control radiológico a los 6-12 meses para
descartar la existencia de fibrosis periureteral reactiva a la reabsorción del
hematoma.
2. Diversos autores han demostrado la utilidad del tratamiento conserva-
dor en casos de rotura vesical extraperitoneal, dejando una sonda vesical
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Contusión y rotura vesical
COMPLICACIONES
El diagnóstico erróneo o retrasado en más de 24 horas parece ser la fuente
más importante de morbilidad asociada y se ha puesto en relación con infección
de hematomas retroperitoneales ocasionados durante el sondaje transuretral. La
tasa de mortalidad actual se sitúa alrededor del 12-22%, siendo consecuencia de
la severidad de lesiones asociadas más que al tipo de lesión vesical. En la serie de
Cass, el 94% de las muertes se produjeron a consecuencia de las lesiones asocia-
das, muriendo solamente 2 de los 193 pacientes de sepsis secundaria a la lesión
vesical.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
BIBLIOGRAFÍA
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UNIDAD DIDÁCTICA IX
Traumatismo en la
embarazada
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Rotura uterina, desprendimiento de placenta y lesiones fetales
CAPÍTULO XXXXIII
ROTURA UTERINA, DESPRENDIMIENTO DE PLACENTA
Y LESIONES FETALES
Francisca Gutiérrez Mena
ROTURA UTERINA
Nos referimos, generalmente, a la rotura que se produce después de alcan-
zar el período de viabilidad del feto, y no a procesos como rotura o perforaciones
traumáticas en el curso de un aborto durante los primeros meses de embarazo.
Se produce la separación de los bordes en una cicatriz antigua a lo largo de
su longitud y la rotura de las membranas fetales, esto da lugar a que se establezca
comunicación entre el útero y peritoneo. Por ello, parte del feto o incluso todo el
feto puede introducirse en la cavidad peritoneal, con la subsiguiente hemorragia
masiva que puede proceder de los bordes de la cicatriz o por la extensión de la
hendidura hacia el tejido muscular sano.
Las roturas se caracterizan por ser súbitas, explosivas y suelen cursar con
un dolor intenso e incluso con choque.
Este es uno de los accidentes más graves que se registran en obstetricia,
siendo su incidencia de aproximadamente 1/1500 partos, aunque esta cifra varía
dependiendo del lugar donde nos encontremos y la población estudiada.
Se trata de una de las principales causas de mortalidad en obstetricia dando
lugar a un 5% de todas las muertes maternas.
La clasificación según el momento en el que ocurre la rotura es la
siguiente:
a) Rotura uterina antes del parto:
- Rotura espontánea de:
- Cicatriz de una operación de cesárea previa.
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Rotura uterina, desprendimiento de placenta y lesiones fetales
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Rotura uterina, desprendimiento de placenta y lesiones fetales
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Rotura uterina, desprendimiento de placenta y lesiones fetales
DESPRENDIMIENTO DE PLACENTA
Se describe como desprendimiento prematuro de placenta normalmente
insertada, pero normalmente utilizamos términos como abruptio placentae, que
significa disgregación de la placenta en dos trozos.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Rotura uterina, desprendimiento de placenta y lesiones fetales
Etiología.
Es desconocida la causa principal pero podemos recurrir a los factores
etiológicos como:
- Traumatismos: Demostrable en menos del 5% de los casos.
- Hipertensión del tipo crónico y preeclampsia: Se encuentran presentes en
el 9,2 y el 6,4% de casos respectivamente.
- También debemos considerar el papel que juega la edad y la hipertensión
crónica en número de partos: Cuando este es mayor aumentan estos dos
factores. Lo que puede llegar a explicar en cierta manera la mayor inciden-
cia de abruptio placentae en pacientes con hipertensión crónica.
- Presión del útero aumentado de volumen sobre la vena cava inferior: Está
demostrado experimentalmente en animales que la compresión de la vena
cava inferior causa desprendimiento de placenta. Sin embargo en la mujer
embarazada, es muy normal la compresión venosa cuando estas adoptan
la posición supina. No se puede, por tanto, considerar este como un factor
etiológico de importancia.
- Déficits en la dieta: Como es el caso de déficit de ácido fólico, aunque no
existen pruebas que apoyen esta hipótesis.
- Toxemia aguda: Entre un 1,5 y 2,5% es la asociación que existe entre la
toxemia y el desprendimiento de placenta. Algunos autores también atri-
buyen a la toxemia como autora de lesiones en la íntima de las arterias
uterinas más pequeñas.
- Enfermedad vascular de la decidua basal: Se debe a la relación del des-
prendimiento de placenta con la edad de la madre y los elevados índices de
recidiva en embarazos posteriores.
- Número de partos:
Paridad Incidencia
0 0,8%
1-4 1%
5 2,3%
Patología.
El desprendimiento de placenta se inicia con una hemorragia que afecta
a la decidua basal. Esta se separa permaneciendo una fina capa en contacto con
la superficie materna de la placenta, y la otra, más gruesa permanece unida al
miometrio.
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Rotura uterina, desprendimiento de placenta y lesiones fetales
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Rotura uterina, desprendimiento de placenta y lesiones fetales
LESIONES FETALES
Sufrimiento fetal.
Dentro de este apartado se pueden considerar los trastornos de la fun-
ción fetal, como por ejemplo, cuando la madre sufre diabetes con acidosis grave
encontrándose el feto a veces moribundo.
Esto ha llevado a realizar investigaciones a cerca de la función placentaria
(desde el punto de vista endocrino y placentario), así como estudio del desarrollo
y maduración fetal y placentario.
Son signos de sufrimiento fetal durante el parto:
- Disminución de la frecuencia cardíaca fetal.
- Expulsión de meconio en caso de presentación de vértice.
- Pequeñas cantidades de meconio en amnioscopia o amniocentesis.
- Alteraciones del pH de la sangre de los vasos sanguíneos del cuello cabe-
lludo.
- A veces:
- Arritmia fetal.
- Presencia de movimiento anormalmente vigoroso.
- Pruebas adicionales de sufrimiento fetal: En la actualidad siguen
siendo mera especulación, pues no han sido sometidas a un estudio
estadístico serio.
a) Factores asociados al aumento de prevalencia del sufrimiento fetal.
Todos los datos que se obtienen acerca del sufrimiento fetal se obtienen
a través de la muerte fetal, puesto que los lactantes que sobreviven nos ofrecen
muy pocos datos.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Rotura uterina, desprendimiento de placenta y lesiones fetales
d) Tratamiento:
- Se baja la cabecera de la cama o colocamos a la mujer en posición genupec-
toral, evitando así el peligro de estrangulamiento de la circulación umbilical,
puesto que se alivia la presión de la parte presentada sobre el cordón.
- Se puede empujar la cabeza fetal hacia arriba introduciendo un dedo en
el recto y presionando hacia arriba o con la mano introducida en la vagina.
- Con la anestesia general conseguiremos que no halla contracciones uteri-
nas mientras preparamos la cesárea.
- No se intentará la reposición si las pulsaciones del cordón disminuyen o
no existen porque el feto estará muerto o morirá antes de que se consiga
extraerlo. Por eso si la dilatación es completa podemos realizar una extrac-
ción inmediata, pues es poco lo que hay que perder y a veces se puede
llegar a recuperar un niño.
- El tratamiento es la terminación del parto en cesárea siempre que el feto
halla alcanzado una madurez adecuada, puesto que si el cuello no está del
todo dilatado disminuyen mucho las probabilidades de un resultado favo-
rable para el feto.
- Esta es la causa que obliga a actuar de forma inmediata y decisiva.
Siempre y cuando tengamos en cuenta, que no hay que tener una rapidez
excesiva puesto que se puede realizar un daño fetal irreparable e incluso
lesiones maternas.
- Se han obtenidos resultados pocos satisfactorios realizando una reposi-
ción del cordón pues hay que tener en cuenta el peligro para la madre de un
parto sin existir una dilatación completa.
Asfixia del recién nacido.
La narcosis, hipoxia y hemorragia cerebral producen lesión intrauterina
del sistema nervioso central, dando lugar a un cuadro clínico similar: Asfixia del
recién nacido.
Al nacer el feto posee una saturación de oxígeno del 60%. En caso de asfi-
xia grave este valor se ve reducido a la quinta e incluso a la décima parte.
a) Narcosis:
Si se practica con prontitud la respiración artificial, resultando esta eficaz,
a un feto maduro, no suele producirse asfixia como consecuencia de narcosis del
centro respiratorio.
Si en el intervalo de un minuto se establece una respiración espontánea el
pronóstico se puede calificar de excelente.
En cambio si el feto se encuentra narcotizado, aparecerán áreas de esclero-
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Rotura uterina, desprendimiento de placenta y lesiones fetales
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Atención integral urgente ante politraumatismos
Lesiones periféricas.
Cefalohematoma.
Cuando existen hemorragias subperiósticas estas suelen encontrarse a
nivel de uno o ambos huesos parietales.
Aumentan de tamaño de forma gradual durante la primera semana de vida,
pudiendo encontrar que no se manifiesta en las primeras horas o incluso días des-
pués de que se produjese el nacimiento. Es de destacar sin embargo, que aumenta
de tamaño pero termina desapareciendo transcurridas algunas semanas o meses.
Realizando una radiografía de cráneo puede que muestre una fractura del
mismo pero no es lo más frecuente. Lo más normal es que hallemos alteraciones
en la coagulación del feto.
El tratamiento no debe basarse en la aspiración de dicho cefalohematoma
puesto que el niño queda expuesto a sufrir una infección.
Lesión medular.
Si concluye la extracción del feto con un parto de nalgas se corre el riesgo
de provocar un hiperdistensión de la médula espinal, fractura vertebral o una
luxación. Aunque lo más frecuente es que se provoque una fractura de las vérte-
bras a nivel cervical.
Fracturas óseas.
Son frecuentes fracturas de huesos como clavícula y húmero. La causa
radica en la dificultad de extracción de los hombros en el caso de las presenta-
ciones de vértice y de los brazos extendidos si se da en caso de una presentación
de nalgas.
El tratamiento se basa en colocar en posición de abducción el brazo rotando
hacia fuera y hacia atrás.
Cómo conseguirlo es muy fácil: Sujetando la ropa del antebrazo a la cuna
por encima de la cabeza del niño en el caso de la fractura de clavícula.
Si la fractura es de húmero se mantiene el brazo en posición de jarra gra-
cias a la ayuda de una férula triangular.
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BIBLIOGRAFÍA
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UNIDAD DIDÁCTICA X
Traumatismos pediátricos
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Transporte de neonatos
CAPÍTULO XXXXIV
TRANSPORTE DE NEONATOS
J. Casado Rodríguez, C. Díez Martín, L. Pérez Peláez
INTRODUCCIÓN
En ocasiones el recién nacido debe ser trasladado a un centro especializado
y el equipo de transporte tiene que ser capaz de adaptar la UVI móvil, y de con-
trolar y comprender la estrecha relación entre el estado respiratorio, hemodiná-
mico, metabólico y termodinámico del neonato para asegurar su estabilidad.
Según la Comisión Internacional de Sociedades Fisiológicas, el ambiente
térmico neutro, es el rango de temperatura ambiental en el cual el gasto meta-
bólico se mantiene en el mínimo y la regulación de la temperatura se efectúa
por mecanismos físicos no evaporativos, manteniéndose la temperatura corporal
profunda en rangos normales.
Se ha comprobado que mantener un ambiente térmico neutro se asocia
a una menor mortalidad de los prematuros y mejora la evolución de cualquier
recién nacido enfermo. Por este motivo la incubadora de transporte se erige como
uno de los elementos imprescindibles para el traslado en cuanto que es capaz de
mantener la vida del neonato proporcionándole un ambiente térmico neutro.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
Tabla 1. Ventajas.
- Rápida disponibilidad.
- Puede llegar a casi todos los puntos geográficos.
- Puede habilitar cuidados intensivos móviles en espacios reducidos.
- Coste aceptable de mantenimiento.
- Posibilidad de desviar a un hospital intermediario en caso de emergencia
imposible de resolver en la UVI-móvil.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Transporte de neonatos
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Transporte de neonatos
Material de curas.
Esparadrapo de tela e hipoalergénico, tiritas, vendas de gasa, venda compresiva
adhesiva, apósitos, gasas, algodón, apósito de espuma.
Material de higiene y protección.
Guantes de goma estériles y no estériles, guantes de plástico, pañales, empapadores,
mascarillas.
Recolección de muestras y residuos.
Bolsas recolectoras de orina simples, urinometer, recipiente de drenaje torácico, vál-
vula de Heimlich, contenedor de residuos, botes de analítica, botes de orina estériles.
Material de administración de fluidos
Jeringas varias, jeringas de 50 ml de cono ancho y estrecho, sistemas de bombas
varias, sistemas de suero normal y de microgoteo, dial a flow, llaves de tres pasos,
agujas de tipo palomitas, catéteres de varios calibres, catéteres umbilicales, agujas
intraóseas, agujas.
Material para punciones e incisiones
Agujas hipodérmicas, hojas de bisturí, kit de punción torácica, agujas de punción
lumbar, lancetas.
Material de sutura
Suturas de seda, cagut de varios números, pinza de cordón umbilical, sutura cutánea
adhesiva, instrumental quirúrgico estéril.
Material de oxigenoterapia y ventiloterapia.
Guías de intubación, cánulas de Mayo y coarrugados, nariz artificial, filtros bacteri-
cidas, canúlas nasales para oxigenoterapia, mascarillas de oxígeno, humidificador,
nebulizador, medenas.
Tubos y sondas.
Tubos endotraqueales desde el nº 2 al 4.5, sondas de aspiración bronquial, cánulas de
traqueostomía, sondas vesicales, gástricas rectales y tapones para sondas, conexio-
nes en forma de Y o T.
Material de diagnóstico y monitorización.
Depresores, débil de pulsioximetría, termómetros, fonendoscopio pediátrico, esfin-
gomanómetro, electrodos de ECG, tiras reactivas de glucemia y orina.
Material de sujeción, protección e inmovilización.
Cintas de algodón, férulas, mantas termoaislantes, bolsa de gelatina de aplicación
frío/calor, correas de inmovilización
Otros
Etiquetas de papel, pañuelos de papel, toallitas jabonosas de papel, bolsas de plás-
tico, lejía, maquinillas rasuradoras, silicona en aerosol para intubación, gel conduc-
tor, pinza del cordón umbilical, pilas y bombillas de repuesto para laringoscopio.
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Transporte de neonatos
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BIBLIOGRAFÍA
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Transporte de pacientes pediátricos críticos
CAPÍTULO XXXXV
TRANSPORTE DE PACIENTES
PEDIÁTRICOS CRÍTICOS
José Manuel García Portales, Antonio Bonillo Perales, Manuel Lorente Acosta,
y Manuel González Ripoll
Los sistemas de transporte para enfermos críticos han surgido como con-
secuencia del desarrollo en la salud, con el objetivo de disminuir la mortalidad
y morbilidad de los pacientes con riesgo vital. Aunque existe una disposición
legislativa sobre el equipamiento en las ambulancias asistenciales (Real Decreto
619 del 17 de abril de 1998) y la Dirección General de Asistencia en Salud de
la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía ha elaborado un Plan de Trans-
porte Secundario de Pacientes Críticos Adultos.
El transporte de pacientes pediátricos graves y/o críticos es diferente al
del adulto por varias razones: Etiología de las enfermedades agudas y parada car-
diorrespiratoria distintas a la que presentan los adultos, metodología de reanima-
ción cardiopulmonar diferente (deflexión de la cabeza diferente, relación masaje
cardiaco/ventilación distinta según la edad del paciente, etc.), instrumentos para la
reanimación distintos (requieren gran diversidad de material adaptado a la edad y
tamaño del paciente, que con frecuencia hacen más complejas las técnicas; respira-
dores y técnicas de ventilación diferentes a las del adulto, etc.), necesidad de control
del ambiente térmico (necesidad de incubadoras, etc.), fármacos diferentes (prosta-
glandinas), dosificación de fármacos en función del peso y edad del paciente, etc.
Todo ello requiere unos recursos materiales distintos a los adultos y recursos huma-
nos con formación y capacitación específicos para el tratamiento de urgencia de la
población pediátrica (tanto mayor cuanto menor es la edad del paciente).
Cualquier sistema de transporte de niños críticos no debe ser el resultado
de la improvisación, sino que debe estar basado en una actuación protocolizada,
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Transporte de pacientes pediátricos críticos
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Atención integral urgente ante politraumatismos
En el ámbito organizativo:
1. Director. Es el responsable de la organización de un programa o sistema
de transporte. Su perfil es el de pediatra experto en emergencias, con acceso
a la autoridad administrativa para recabar la colaboración de las fuerzas de
orden, bomberos, etc. Sus funciones comprenden: Entrenamiento y selec-
ción del personal, elaboración de listas de equipamiento y medicamentos,
desarrollo de protocolos de cuidados del paciente y actuación ante situa-
ciones aleatorias (fallos del vehículo, accidentes de tráfico, atascos, etc.), y
evaluación continua de la calidad del sistema.
2. Pediatra receptor. Será el responsable médico o el pediatra de guardia de
la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos (UCIP) del hospital de refe-
rencia. Son misiones suyas aceptar el traslado, asesorar al médico remi-
tente y al médico que traslada al paciente, así como disponer que todo esté
a punto para recibir al paciente.
3. Médico o pediatra remitente. Se encargará de estabilizar al paciente,
realizar la historia clínica, anotar el consentimiento para el traslado, comu-
nicar con el pediatra receptor y dar la orden de traslado. Puede encargarse
asimismo de la asistencia durante el viaje.
A la cabecera del enfermo.
Actuará la tripulación del equipo de transporte, que debe carecer de minus-
valías físicas, resistir el mareo y tener suficiente fuerza física como para sujetar
al paciente y mover aparatos. Consta de:
1. Médico. El médico responsable del transporte de pacientes críticos debe
estar cualificado para realizar reanimación cardiopulmonar pediátrica avan-
zada, y tener formación y experiencia en técnicas pediátricas de intubación,
acceso vascular, toracotomía, fluidoterapia y farmacología de urgencias.
Lo ideal es que el transporte de un paciente pediátrico crítico sea realizado
por un pediatra de la UCIP o un pediatra con actividad asistencial en UCIP
o urgencias hospitalarias. En su defecto, un médico interno residente de
pediatría de tercer o cuarto año de formación, que haya rotado por la UCIP
y haya demostrado su destreza en reanimación cardiopulmonar avanzada.
2. Enfermero. Debe tener experiencia en técnicas de acceso venoso y pro-
cedimientos de urgencias (especialmente en menores de 1 año), monito-
rización de pacientes críticos, fármacos de urgencias y conocimiento del
funcionamiento del aparataje. Habitualmente esta cualificación la poseen
los enfermeros con más de 2 años de experiencia en UCIP o en urgencias
pediátricas hospitalarias.
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Transporte de pacientes pediátricos críticos
- Intubación. Si hay que intubar, es mejor hacerlo antes del viaje ya que es
más fácil en el hospital que en una ambulancia en movimiento. La indicación de
intubación se hará la mayoría de las veces sobre una valoración clínica, cuando
la PaO2 < 60 mmHg, la PaCO2 >60 mmHg, la PaCO2 sea normal en un asmático
cansado y en caso de saturaciones de O2 inferiores al 80%. Se intubará siempre
antes del viaje en las siguientes situaciones: a) Obstrucciones de la vía aérea:
Cuerpos extraños (deben ser extraídos antes del envío), epiglotitis, crup o larin-
gotraqueítis severas (cuando aparecen fatiga o cianosis). b) Pacientes comatosos:
A fin de proteger al paciente de aspiración de jugo gástrico. c) Síndromes de
hipertensión intracraneal: La disminución de PaCO2 a 25 mmHg puede redu-
cir la presión intracraneal mejorando la perfusión cerebral. d) Apneas: Definidas
como periodos de paro respiratorio prolongados o recidivantes de > 20 segundos
no asociados a paro cardiaco: Pueden ser de origen central, como cuando apare-
cen: en convulsiones, infección del sistema nervioso central, traumatismo de la
cabeza, o secundarias a un mecanismo obstructivo: hipertrofia adenoidea, apneas
del lactante secundarias a bronquiolitis, etc.
Debe evitarse la intubación sin medicación. Sus inconvenientes son: Ines-
tabilidad hemodinámica, con incrementos de presión intracraneal y de presión
intraocular, riesgo de traumatismo de tejidos blandos y estructuras dentales,
secuelas psicológicas. No se debe hacer excepto en la parada cardiorrespiratoria,
o en casos de prever intubación técnicamente muy difícil, y siempre por perso-
nal experto. En la mayoría de los casos, se hará intubación previa analgesia y
relajación-sedación:
- Preintubación. Colocado el personal en el sitio apropiado, preparados
el equipo y los medicamentos, se hará limpieza y aspiración de la vía aérea, y
sedación farmacológica. Al tiempo que se practica monitorización de constantes:
ECG, oximetría, y TA, se hará preoxigenación con FiO2 al 100%, durante unos
segundos (se sustituye así la capacidad residual funcional con oxígeno al 21% por
otra al 100%, incrementando 5 veces la cantidad de oxígeno en reserva). Se apli-
cará una suave presión cricoidea, para evitar aspiración de jugo gástrico, (con-
traindicada en presencia de vómito activo ya que puede producirse perforación
gástrica o esofágica). Se realiza sedación con o sin relajación muscular, vigilando
clínicamente y, en casos necesarios, mediante un estimulador de nervio perifé-
rico. No se debe relajar sin sedar previamente; la falta de sedación a un paciente
paralizado puede producir una secuela psicológica grave.
- Intubación. Elegido el tubo apropiado, se intuba y se confirma la coloca-
ción del tubo, comprobando auscultación simétrica en ambos hemitórax, y reali-
zando radiografía de tórax..
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Transporte de pacientes pediátricos críticos
vía intraósea para el viaje, puesto que puede fallar súbitamente por movimiento
de la aguja. La venotomía por disección puede ser de realización más lenta que
las otras vías pero es adecuada para lograr un medio estable de acceso vascular
cuando no sea posible la percutánea. Para el viaje es conveniente disponer de al
menos dos accesos venosos, si es posible uno de ellos central.
Debe evitarse el exceso o defecto en el tratamiento fluidoterápico del
paciente pediátrico crítico. Se administrarán soluciones isotónicas (preferible-
mente suero fisiológico) para rellenar el espacio extracelular y reforzar el volumen
intravascular. Se evitarán las soluciones hipotónicas, puesto que se distribuyen
por el espacio intracelular reduciendo su eficacia expansora y produciendo hipo-
natremia. Los líquidos deben estar a temperatura corporal. Se dan bolo-dosis de
20 ml/kg tan rápidamente como sea posible, a 6 ml/kg/min. En ausencia de fallo
cardiaco o insuficiencia cardiaca congestiva (ingurgitación yugular, aumento de
la palpación hepática o evidencia de PVC>10 cm de agua) se debe repetir la dosis
inicial hasta 3 ocasiones (total de 60 ml/kg) hasta revertir el shock si lo hubiere.
La tercera carga de volumen puede realizarse con coloides, que tienden a perma-
necer en el compartimiento vascular y producir mayor aumento del volumen san-
guíneo y de la oxigenación miocárdica que los cristaloides.
Los agentes vasoactivos más adecuados son dopamina y dobutamina. Para
mantener la tensión arterial puede utilizarse dopamina a dosis de 10-15 mcg/kg/
min. La dobutamina se emplea a dosis de 5-20 mcg/kg/min, obteniéndose efectos
alfa1-adrenérgicos y ligera vasodilatación periférica. En relación con el isoprote-
renol, la dobutamina produce menor taquicardia y consumo de oxígeno. Es de
elección cuando se desee efecto inotrópico; en cambio no es tan beneficiosa en el
paciente hipotenso en quien la vasodilatación puede ser perjudicial. A menudo se
usan dopamina y dobutamina combinadas, a 5 y 10 mcg/kg/min respectivamente.
En caso de shock séptico con persistencia de hipotensión pese a haber iniciado
tratamiento con dopamina, iniciar tratamiento con adrenalina en perfusión (0.2-2
mg/kg/hora).
Otras medidas incluyen corrección de hipotermia o hipertermia, coloca-
ción del paciente en cama plana, control de la hemorragia y tratamiento del pade-
cimiento subyacente (antibióticos, analgesia).
c) Estabilización neurológica-prevención del daño neurológico secundario.
Las medidas generales para la estabilización neurológica son las siguientes:
- Asegurar vía respiratoria permeable y respiración eficaz. Colocar la
cabeza en posición neutra y alineada con inmovilización cervical. La intu-
bación nasotraqueal está contraindicada si se sospecha fractura de la base
del cráneo.
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Transporte de pacientes pediátricos críticos
gía del vehículo, y asegurar los tubos, sondas, etc; 4) revisar el funcionamiento
del aparataje; 5) comprobar que se ha recopilado toda la documentación clínica y
administrativa pertinente; 6) poner en marcha el vehículo e iniciar el viaje.
Deben existir controles protocolizados y sistemáticos durante el viaje.
Debe estar diseñada una hoja estandarizada para la monitorización del paciente
durante el traslado, con especial énfasis de las constantes al inicio del viaje, las
peores observadas durante el traslado y en el momento de llegar al centro receptor.
Durante el viaje, se atenderá continuamente al paciente, con atención a
las complicaciones más frecuentes: Parada cardiaca, respiratoria, cianosis, hipo-
tensión, taquicardia-bradicardia, disminución del nivel de conciencia, deterioro
neurológico, convulsiones, hipotermia, hipoglucemia...
Asimismo habrá que estar atentos a incidentes aleatorios: Pérdida del
acceso venoso, extubación accidental, obstrucción del tubo endotraqueal por
secreciones, fallo en el suministro de oxígeno, pérdida de inmovilización en el
traumatizado, fallo en el vehículo, accidente de tráfico, atascos en la circulación.
En todo momento se adecuará la velocidad del vehículo, paradas y posibles
desviaciones del destino final a la situación del enfermo. Es de máxima impor-
tancia que el equipo de transporte compruebe que el hospital receptor conoce el
traslado, identificando al médico receptor. Durante el traslado, conectará telefó-
nicamente con él para informarle de la hora aproximada de llegada.
3. Recepción a la llegada al centro de referencia.
Al completar el viaje, se comentarán las incidencias con el equipo receptor
del paciente, y se registrarán las incidencias para comunicar posteriormente las
oportunas sugerencias al director del sistema.
4. Control de calidad de un programa de transporte.
Todo programa de transporte debe ser monitorizado de forma sistemática
para detectar deficiencias y adecuar el transporte a las necesidades de los pacien-
tes. Debe existir un comité de evaluación de la calidad del transporte, integrado
por los distintos profesionales responsables de la asistencia de pacientes pediátri-
cos críticos: Director del transporte, coordinador del transporte, un médico y una
enfermera con actividad asistencial en el transporte de pacientes críticos así como
un pediatra y enfermera de la UCI pediátrica del hospital receptor de referencia.
El control de calidad debe reunir al menos los apartados siguientes:
- Gestión del riesgo. Debe incluir el análisis de todos los exitus pediátricos
ocurridos durante el transporte o a su llegada a UCIP (casos centinela),
todos los casos en los que se detecte falta de medicación para RCP, moni-
torización de demoras en la atención y traslado de los pacientes, evalua-
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Transporte de pacientes pediátricos críticos
BIBLIOGRAFÍA
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Politraumatismo infantil
CAPÍTULO XXXXVI
POLITRAUMATISMO INFANTIL
Antonio Muñoz Hoyos
INTRODUCCIÓN Y DEFINICIÓN
Los politraumatismos representan en el mundo desarrollado uno de los
problemas de salud más importantes tanto por su morbilidad como por su morta-
lidad, generando gran sufrimiento y un enorme coste socio-económico. Se puede
definir el paciente politraumatizado como aquel que tiene lesiones en 2 o más de
sus órganos, que pone en riesgo su vida.
El traumatismo más frecuente es el cerrado o contuso, siendo el penetrante
menos frecuente en nuestro medio. Es necesaria una actuación rápida, eficaz e inte-
grada para conseguir la mayor supervivencia posible y disminuir las secuelas.
ETIOLOGÍA Y EPIDEMIOLOGÍA
Los principales mecanismos de producción en orden de frecuencia son:
- Accidentes de tráfico, tanto como ocupantes del vehículo como peatones,
según las diferentes series ocasionan entre el 50 y 70% de los politraumatismos.
- Caídas o precipitaciones.
- Grupo heterogéneo: Juegos, accidentes deportivos, maltrato, maquina-
ria...
En los niños más pequeños, hasta los 4 años, predominan las caídas, atro-
pellos entre 8 y 12 años y accidentes de tráfico principalmente con bicicletas a
partir de los 12 años. En España los accidentes que requieren con mayor frecuen-
cia asistencia, son las caídas.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
PREVENCIÓN
Los politraumatismos infantiles generan un gran costo a la sociedad, por su
mortalidad y por las secuelas que dejan en los supervivientes, por lo que la pre-
vención debería jugar un papel más importante dentro de las medidas de actua-
ción ante los politraumatismos. La podemos dividir en prevención primaria y
secundaria.
Prevención primaria, medidas y campañas destinadas a prevenir los acci-
dentes o en caso de que ocurran tengan las menores consecuencias posibles.
Representan la única forma de evitar la mortalidad inmediata. Son de gran impor-
tancia y se deberían promocionar de forma más enérgica ya que se ha demostrado
que son la forma más eficaz de disminuir la morbi-mortalidad por accidentes.
Las campañas institucionales son de vital importancia pero es obligación de todo
personal de la salud promover y difundir las medidas de prevención primaria
(seguir normas generales de la DGT, aconsejar que los niños pequeños no viajen
en brazos y lo hagan en sillas homologadas, niños hasta 12 años viajarán en sillo-
nes traseros con cinturón de seguridad y asientos adecuados para su edad y altura,
piscinas cubrir con lonas y vallar...).
Prevención secundaria: Cadena de cuidados a realizar una vez producido
el accidente, destinada a disminuir la mortalidad temprana y tardía así como las
posibles secuelas. Se divide en tres fases: Prehospitalaria, hospitalaria, rehabili-
tación. La etapa prehospitalaria es crítica en el pronóstico del politraumatizado y
debe realizarse con rapidez y eficacia.
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Politraumatismo infantil
Se trata de una maniobra muy poco común en pediatría, puesto que existe
el riesgo de lesionar el cricoides, que es el único soporte circunferencial sólido
de la vía aérea.
Preparación: Posición del niño similar a la descrita para la intubación. Pre-
paración del campo con povidona yodada.
Material: Bisturí, tubos endotraqueales sin manguito, anestésico local,
agujas, jeringas, esparadrapo, fuente de oxígeno.
Técnica: Desinfectar la cara anterior del cuello, se procede a infiltrar con
anestésico local la zona si el niño está consciente. Localizar el espacio cricotiroi-
deo, pequeña depresión situada entre el cartílago tiroides y el cricoides. Se estabi-
liza el cartílago tiroides con una mano, y con la otra se hace una incisión transversal
de 2 cm en la piel y fascia subcutánea, después se realiza otra incisión horizontal de
1-2 cm a nivel de la membrana cricotiroidea. Agrandar el orificio con un dilatador,
o con el mango del bisturí. Introducir el tubo en el interior de la tráquea. Se conecta
el tubo al sistema de ventilación y se fija a la piel del cuello con esparadrapo.
Complicaciones: Penetración de la pared posterior traqueal, perforación
esofágica, creación de falsa vía, estenosis laríngea y/o subglótica, parálisis de las
cuerdas vocales, enfisema mediastínico, neumotórax, hematoma, celulitis, enfi-
sema subcutáneo, hipoxia, hipercapnia.
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VENTILACIÓN
Tras lograr una vía aérea permeable y estable el siguiente objetivo es con-
seguir y garantizar una adecuada ventilación, siendo el traumatismo torácico la
principal causa que la compromete. Primero se comprobará si la función res-
piratoria es adecuada mediante una correcta exploración clínica, buscando la
existencia de asimetrías en la movilidad torácica, tiraje, polipnea, aumento del
trabajo respiratorio, enfisema en la base del cuello, crepitación costal, hemoptisis,
alteraciones en la auscultación (hipoventilación, ausencia de murmullo vesicular,
ruidos patológicos) y en la percusión.
Si el niño respira espontáneamente y de forma adecuada debemos garan-
tizar la permeabilidad de la vía aérea. Si la respiración del niño no es adecuada
encontrándose comprometida la ventilación, debemos identificar la causa (con-
tusión, neumotórax, hemotórax, fractura costal, broncoaspiración) y proceder al
tratamiento inmediato:
- Neumotórax abierto. Cierre parcial, colocar gasa húmeda o vaselinada,
sellando tres de sus lados.
- Neumotórax a tensión. Toracocentesis.
- Hemotórax. Evacuación.
El tratamiento definitivo se establecerá una vez ingresado el paciente, rea-
lizado este primer tratamiento de urgencias procederemos a ventilarlo.
La ventilación durante la resucitación se realizará con máscara conectada a
bolsa autoinflable (figura 4), a ser posible con reservorio para oxígeno, o si fuera
necesario con intubación y en etapas posteriores mediante respirador controlado
por volumen o por presión y con presión positiva.
El tamaño de la máscara debe ser el adecuado para la edad del niño, aquella
que cubre sin holgura la boca, la nariz y los surcos nasogenianos.
La distensión abdominal puede comprometer la ventilación por lo que
debemos colocar una sonda nasogástrica (6 meses: 8 Fr.; 2-3 años: 10 Fr.; 6-8
años: 10-12 Fr.; 8-10 años 14-18 Fr.), siempre que no exista contraindicación, en
caso de sospecha de fractura de base del cráneo colocar sonda orogástrica.
Tan pronto como sea posible se colocará pulsioxímetro para monitorizar de
forma continua la saturación de oxígeno.
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son los pulsos que fácilmente se palpan en los niños. En el shock los pulsos
se hacen blandos, rápidos, filiformes y finalmente desaparecen, siendo esta una
situación crítica.
Afectación del sensorio. Signo clínico de hipoperfusión cerebral siempre
que esta afectación no sea consecuencia de un traumatismo craneoencefálico.
Diuresis. La producción de orina depende directamente de la perfusión del
riñón. La evaluación inicial puede ser difícil, pero el control del gasto urinario
es fundamental para valorar la evolución del shock y debe ser monitorizada en
cuanto sea posible (normalmente en la fase de tratamiento hospitalario). Se debe
colocar una sonda urinaria (6 meses: 8 Fr.; 2-3 años: 10 Fr.; 6-8 años: 10-12 Fr.;
8-10 años: 12 Fr.). Contraindicada si sangre en el meato, escroto y resistencia al
paso de la sonda. La diuresis debe ser 2 ml/kg/hora en lactantes y 1 ml/kg/hora
en los niños.
Valorando estos parámetros se realizará una rápida aproximación del estado
hemodinámico del paciente, clasificando la gravedad del shock, en caso de que
exista (tabla 1). No se debe perder el tiempo e iniciar la reposición de volumen
tan pronto como existan signos de hipovolemia sin esperar a que disminuya la
tensión arterial.
Tratamiento.
Tabla 1. Clasificación del shock hemorrágico pediátrico basada en los signos clínicos
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Politraumatismo infantil
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paciente lo permita.
Las vías centrales no se instaurarán hasta que el paciente se encuentre esta-
bilizado, normalmente en el hospital, o cuando no haya sido posible establecer
ningún otro tipo de acceso, siendo preferible la vena femoral.
Una vez establecida la vía de infusión, ante la más mínima sospecha de
shock o inestabilidad hemodinámica, se deberán infundir de forma rápida 20
ml/kg de cristaloides isotónicos (SSF o Ringer lactato). Si no existe mejoría,
repetir otro bolo a 20 ml/kg. Si tras estos dos bolos continúa con signos de shock
continuar con seroalbúmina al 5%, hemoce o concentrado de hematíes. La sangre
debe ser isogrupo y cruzada, en caso de extremada urgencia se transfundirá con
sangre del grupo 0 negativo.
Si el shock persiste tras el control de la hemorragia externa y de la correcta
reposición de volumen, descartar la posibilidad de sangrado interno y valorar la
indicación de intervención quirúrgica inmediata una vez ingresado el paciente en
el centro hospitalario.
VALORACIÓN NEUROLÓGICA
Una vez que se ha efectuado la actuación necesaria sobre la vía aérea,
ventilación y circulación, se realizará un primer examen neurológico breve, en
el que se valorará principalmente el nivel de conciencia y la función pupilar,
posteriormente durante la exposición y examen físico. Se realizará un examen
neurológico más completo valorando también la existencia de focalidad motora,
tono, reflejos y sensibilidad.
Nivel de conciencia: Se distinguen tres situaciones: consciente, obnubilado
y coma o descerebrado. También se puede utilizar la escala de coma de Glas-
gow.
Función pupilar: Se debe valorar tres aspectos, tamaño, simetría y reacti-
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Componente Categorías
+2 +1 -1
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ción del centro hospitalario depende tanto de las lesiones y gravedad del paciente
como de la infraestructura del hospital. Estando demostrado que la supervivencia
del politraumatizado aumenta si se traslada a centros preparados, por lo que debe-
mos valorar correctamente al enfermo, ayudándonos del ITP, para evitar tomar
decisiones precipitadas que nos hagan llevar al paciente al centro más cercano,
que no siempre es el más adecuado. También es de vital importancia transportarlo
en un vehículo apropiado que cuente con el equipamiento adecuado, especial-
mente en cuanto a tamaño y calibre para los diferentes grupos de edad.
Se debe identificar a los pacientes que deben ser trasladados a centros de
tercer nivel y elegir la modalidad de transporte más adecuada.
Para un correcto transporte debemos tener en cuenta:
- El paciente debe encontrarse en una situación estable.
- Acondicionar y asegurar bien el paciente a la camilla y estructura del
vehículo.
- Mantener y asegurar la vía aérea (tubo endotraqueal bien fijado).
- Accesos venosos, bien fijos.
- Monitorizar las constantes.
- Profilaxis de la hipotermia.
- Fracturas inmovilizadas y heridas cubiertas.
- Calmar el dolor, analgesia (intravenosa) y si es necesario sedación.
- Calmar ansiedad y miedo, si es posible que lo acompañe un familiar
directo.
Durante el transporte se podrá iniciar la valoración secundaria si la situa-
ción del paciente lo permite.
Asistencia hospitalaria.
Al centro hospitalario debe llegar el paciente estabilizado, valorada su gra-
vedad (ITP) y con una aproximación diagnóstica de las principales lesiones que
presenta. Una vez ingresado se realizará una valoración secundaria y el trata-
miento definitivo de las lesiones, para llevar a cabo estas dos etapas la pauta de
actuación hospitalaria incluye:
a. Optimización del soporte vital y monitorización del paciente.
b. Historia clínica detallada.
c. Examen físico completo.
d. Reevaluación permanente.
e. Procedimientos diagnósticos.
f. Tratamiento definitivo de las lesiones en función de la prioridad.
g. Rehabilitación inicial.
Optimización del soporte vital y monitorización del paciente.
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Politraumatismo infantil
SEDACIÓN Y ANALGESIA
El dolor es ignorado en muchas ocasiones y especialmente cuando se
atiende a niños que no son capaces de hablar. Ante un paciente traumatizado con
dolor se debe proceder a su tratamiento.
El dolor produce efectos nocivos en el niño: Ansiedad; aumento del tono
simpático provocando taquicardia, HTA y aumento del trabajo miocárdico; dis-
minuye el trabajo respiratorio lo que favorece la retención de secreciones y dis-
minuye la capacidad vital; hiperglucemia; respuesta hormonal aumentada... Se
debe valorar cuidadosamente, calificando su intensidad e identificando las causas
que lo producen.
Para el tratamiento del mismo se emplearán fármacos sin olvidar otros
métodos como entretenimiento, juegos, distracción, calmar ansiedad y miedo,
presencia de familiares...
Los principales fármacos utilizados son:
Analgésicos no opiodes: Paracetamol, AAS y AINE, indicados en el caso
de dolor leve y moderado, se empleará aquel con el que tengamos más experien-
cia.
Analgésicos opiáceos: presentan efectos secundarios a tener en cuenta,
depresión respiratoria, vasodilatación y sedación (en ocasiones puede ser benefi-
ciosa). Indicados en casos de dolor grave.
La vía de administración es la IV hasta que se descarte la necesidad de
intervención quirúrgica y se inicie tolerancia. En determinadas circunstancias se
utilizará la vía IM y subcutánea.
En el caso de existir fracturas la principal medida antiálgica es la correcta
inmovilización.
Ante la realización de técnicas diagnóstico-terapéuticas (suturas, vía cen-
tral, cricotiroidotomía...), se empleará anestesia local.
La sedación puede ser necesaria para: Traslado del paciente, realización
de pruebas diagnósticas, procedimientos terapéuticos dolorosos que no requieran
anestesias general (canalizar vías, tracciones, limpieza y suturas de heridas, dre-
najes torácicos...).
Se debe valorar cuidadosamente la situación hemodinámica neurológica
y respiratoria del paciente antes de utilizar fármacos sedantes y siempre deben
manejarse por personal experto. Los principales fármacos empleados se exponen
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Atención integral urgente ante politraumatismos
en la tabla 3.
La ketamina está contraindicada ante TCE, convulsiones, hipertensión y
aumento de la presión intracraneal prefiriéndose en estos casos el pentotal.
En caso de TCE el fármaco de elección es el pentotal. En España todavía
no está autorizado el uso de propofol en la infancia, aunque es utilizado de forma
satisfactoria en muchos países. Actualmente, ya está autorizado también el uso de
propofol en niños en España.
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Traumatismos craneoencefálicos pediátricos
CAPÍTULO XXXXVII
TRAUMATISMOS CRANEOENCEFÁLICOS
PEDIÁTRICOS
Antonio Muñoz Hoyos
EPIDEMIOLOGÍA
Los accidentes son la primera causa de morbilidad en la infancia y el TCE
está presente en más del 80% de los casos. Y aunque el 60-80% de los TCE en
la infancia son considerados como leves, representan una de las causas más fre-
cuentes de muerte traumática y una de las causas más importantes de secuelas
neurológicas e incapacidad permanente. Se estima que el 14% de los TCE son de
moderados a graves y que en el 5% se produce la muerte. Los niños menores de
un año tienen una mortalidad doble que los niños entre 1 a 6 años y tres veces
superior que los que tienen edades comprendidas entre los 6 y 12 años.
MECANISMOS DE PRODUCCIÓN
Las especiales características del niño y sus distintas edades van a desem-
peñar un importante papel en el mecanismo de producción. De 0 a 4 años la
causa más importante son las caídas; de 5 a 9 años la etiología se diversifica entre
caídas, accidentes de tráfico y deportes. Entre los 10 y 14 años, el 43% de las
lesiones están producidas por los deportes y, entre los 15 y 19 años el 55% se
deben a accidentes de circulación, en los que se ha comprobado que el uso de
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Atención integral urgente ante politraumatismos
MALTRATO INFANTIL
Dentro de los TCE en los niños, no hay que olvidar que el abuso o maltrato
reviste para ellos una especial etiología, a tener siempre en cuenta, por su situa-
ción de indefensión. Los malos tratos físicos constituyen la principal causa de
lesiones craneales graves en los lactantes y su forma síndrome del niño sacudido,
(shake baby syndrome) la más frecuente en los primeros 6 meses de vida. Los
hallazgos más frecuentes son hemorragias retinianas, conjuntivales, subaracnoi-
deas y/o subdurales con signos escasos o ausentes de trauma craneal externo. El
lactante maltratado tiene una elevada mortalidad y elevada morbilidad con con-
vulsiones, ceguera y atrofia cerebral entre otras (tabla I).
FISIOPATOLOGÍA
La lesión cerebral causada por un traumatismo se produce en dos fases dis-
tintas sea cual sea el tipo de impacto causante. La fase primaria, que está deter-
minada por el daño mecánico inflingido en el momento de producirse la lesión
y sobre la que nada podemos hacer excepto la prevención. Y la fase secundaria,
constituida por aquellas lesiones que aparecen después del episodio inicial y que
son consecuencia del impacto o agresión directa sobre el cráneo. Estas lesiones
se producen como consecuencia de la disminución del flujo sanguíneo cerebral,
hipoxia o aumento de la presión intracraneal. Fenómenos reactivos sobre los que
tendremos que actuar, de forma rápida y protocolizada, para evitar el deterioro
neurológico de estos pacientes.
630
Traumatismos craneoencefálicos pediátricos
VALORACIÓN DE LA GRAVEDAD
La gravedad de un TCE la definen básicamente dos hechos:
1. Pérdida de conciencia.
2. Escala de Glasgow.
La disminución del nivel de conciencia es el síntoma guía que determina el
pronóstico, pero hay que tener en cuenta que los trastornos de conciencia pueden
aparecer inmediatos al trauma o seguidos de un periodo libre, ya que las lesiones
inducidas por la agresión son un proceso dinámico que se van a ir manifestando
de forma progresiva, por lo que una exploración neurológica inicial normal no
excluye la presencia de lesión cerebral. Ni la ausencia de trastorno de la concien-
cia, ni la ausencia de focalidad neurológica descartan la hemorragia cerebral o
lesión tributaria de tratamiento quirúrgico.
Las alteraciones de conciencia básicamente son:
1. Letargia: Dificultad para mantener un nivel de conciencia adecuado.
2. Obnubilación: Despierta ante estímulos no dolorosos.
3. Estupor: Despierta ante estímulos dolorosos.
4. Coma: Ausencia de respuestas.
Los trastornos de conciencia, ligados a TCE, tienen como fase final y más
grave el coma. Situación que es definida por la Asociación Mundial de Socieda-
des Neuroquirúrgicas como un estado caracterizado por la ausencia de respuesta
frente a estímulos, sin que el paciente despierte, permaneciendo con los ojos
cerrados. Sin embargo, estas son cualidades de un estado de coma comúnmente
calificado como profundo, pero no define una escala de situaciones intermedias
cuya gravedad y pronóstico quedan sin delimitar. Con este objetivo Jennett y
Teasdale establecieron en 1975 unas puntuaciones basadas en las tres respuestas
principales de conexión con el medio: Apertura ocular, respuesta verbal y motora,
es lo que conocemos como Escala de Glasgow.
Esta escala nos permite establecer un grado objetivo de gravedad de TCE y
comprobar el nivel de conciencia de un modo exacto y reproducible en función de
la puntuación obtenida. El grado de lesión neurológica queda comprendido entre
3 y 15, de forma, que en un niño normal, la puntuación de la escala debe ser
igual a 15, que es la máxima y la que indica no afectación del estado de concien-
cia. Cualquier disminución de esta cifra expresa algún tipo de depresión neuroló-
gica, siendo los valores inferiores a 9 indicativos de grave lesión encefálica. La
menor puntuación y la que implica una ausencia total de respuesta a estímulos y,
por tanto, traduce mayor gravedad, es de 3. Puede ser realizada por el personal
médico o de enfermería que atiende al paciente. La importancia de la escala de
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Atención integral urgente ante politraumatismos
632
Traumatismos craneoencefálicos pediátricos
TCE Leve-moderado.
Se entiende como aquel TCE en el que hay pérdida de conciencia de corta
duración (menor de 5 minutos) con amnesia postráumatica, Glasgow de 13 a 14
633
Atención integral urgente ante politraumatismos
y tendencia al sueño o depresión de los huesos del cráneo. Estos niños precisan
Rx de cráneo y TAC craneal. Si se evidencian lesiones, deben ser hospitalizados.
Si la TAC es normal, pueden ser observados en su domicilio u hospitalizados
durante 24 horas, con indicaciones precisas de reevaluación hospitalaria ante
signos de focalidad neurológica o disminución del estado de conciencia.
TCE Moderado-grave.
Estos traumatismos cursan con pérdida de conciencia mayor de 5 minutos,
convulsiones postraumáticas, Glasgow de 9 a 12 y déficit neurológico focal o
lesión objetivable por TAC craneal.
Por el peligro de deterioro neurológico deben ser hospitalizados y es acon-
sejable que lo hagan en una unidad de cuidados intensivos de un centro neuroqui-
rúrgico (tabla IV).
TCE Grave.
Definido como el TCE con pérdida de conciencia y Glasgow menor de 8.
En ellos se puede encontrar signos de focalidad neurológica, fractura de base de
cráneo, fractura con hundimiento o herida penetrante y alteraciones de la respira-
ción. Por su extrema gravedad y alta mortalidad, de entrada, serán ingresados en
una unidad de un centro neuroquirúrgico (tabla V).
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Traumatismos craneoencefálicos pediátricos
Leve No 15 No No Observación
domiciliaria.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Traumatismos craneoencefálicos pediátricos
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Atención integral urgente ante politraumatismos
CONMOCIÓN CEREBRAL
Es la pérdida transitoria de conciencia con duración inferior a 10 minutos,
cursa con amnesia, sin focalidad neurológica y exploración clínica y radioló-
gica normal, incluido la TAC. El nivel de conciencia se recupera en poco tiempo
sin tratamiento y el paciente no vuelve a presentar síntomas, excepto cefalea o
vómitos que remiten espontáneamente en pocas horas. Aunque el pronóstico de
los niños con conmoción es siempre excelente, a veces es difícil precisar en el
momento del accidente que enfermos deben ser hospitalizados, para someterse a
observación.
CONTUSIÓN CEREBRAL
En los niños, este tipo de lesión, provoca disminución del nivel de con-
ciencia, mayor a 10 minutos, vómitos y cefalea transitoria. Se produce como
resultado de un traumatismo craneal directo o de un movimiento en latigazo, que
provoca fuerzas de aceleración-desaceleración bruscas en el interior del cráneo,
lesionando estructuras intracraneales. En la TAC aparece cerca de la zona impac-
tada, múltiples lesiones puntiformes de densidad sangre (imágenes hiperdensas),
con edema perilesional (imágenes hipodensas).
EDEMA CEREBRAL
Es la anormalidad que con más frecuencia se encuentra en la TAC de los
niños con TCE. Consiste en un edema generalizado y difuso, con o sin compresión
de los ventrículos laterales, tercer ventrículo y cisternas perimesencefálicas. Es la
lesión responsable del aumento de presión intraacraneal en ausencia de lesión ocu-
pante de espacio (PIC). El mayor aumento de PIC se produce entre las 24-48 horas
resolviéndose lentamente en 3-4 días. Cuando el edema y la PIC son intensas, dis-
minuye el flujo sanguíneo cerebral hasta tal punto que puede producir la muerte si
no se trata de forma inmediata. En estos pacientes disminuye rápidamente el nivel
de conciencia, las pupilas se contraen de forma puntiforme o se dilatan uni o bilate-
ralmente, aparece la triada de Cushing: Bradicardia, HTA, bradipnea o respiración
irregular. Finalmente cuando el tronco cerebral está afectado aparece postura de
flaccidez, pupilas fijas midriáticas, parada respiratoria y muerte.
HEMATOMA SUBDURAL
Es el acúmulo de sangre venosa entre duramadre y aracnoides. La imagen
característica de TAC es la hiperdensidad yuxtaósea en semiluna. En los niños
se asocia con frecuencia a la fractura de huesos de cráneo y su presencia en los
638
Traumatismos craneoencefálicos pediátricos
HEMATOMA EPIDURAL
Es una colección líquida, de sangre venosa o más frecuentemente arterial,
de la arteria meníngea media, que se sitúa entre el hueso y duramadre. La clínica
se caracteriza por pérdida inicial de conciencia, seguida de un periodo de lucidez,
para volver al deterioro del nivel de conciencia. Algunos pacientes no presentan
alteración del estado de conciencia hasta fases muy tardías, momento en el que se
produce un deterioro progresivo neurológico, que requiere la evacuación quirúr-
gica inmediata para evitar la muerte. Lo que indica que la ausencia de alteración
neurológica, focalidad o depresión del estado de conciencia inicial, no descarta
la presencia de hematoma epidural. En la TAC la imagen característica es una
imagen hiperdensa, lenticular y biconvexa y aunque puede asociarse a TCE de
cualquier intensidad, la asociación más frecuente es con fractura de los huesos
del cráneo. El hematoma epidural es 2-3 veces más frecuente en los niños que
el subdural. Aparece en el 0.5-6% de todos los TCE leves de la infancia y su
presencia en la TAC se evidencia en el 40% de los TCE graves.
HEMORRAGIA INTRAPARENQUIMATOSA
Produce diferentes manifestaciones neurológicas dependientes de la locali-
zación y extensión, pudiendo producir hipertensión intracraneal y deterioro de la
conciencia. El tratamiento es conservador y consiste en la vigilancia de la PIC.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
HEMORRAGIA INTRAVENTRICULAR
El mecanismo de producción es la apertura a ventrículos de una hemorra-
gia parenquimatosa. Con frecuencia puede dejar como secuela una hidrocefalia
obstructiva.
640
Traumatismos craneoencefálicos pediátricos
CUIDADOS INICIALES
La apertura de la vía aérea junto con una correcta ventilación y circulación
aseguran la perfusión y oxigenación del encéfalo y minimizan o suprimen la posi-
ble lesión secundaria al TCE. Estas medidas deberían empezar en el mismo lugar
del accidente, teniendo como objetivo la estabilización y el traslado urgente del
paciente a un centro hospitalario.
VÍA AÉREA
El establecimiento, protección y mantenimiento de la vía aérea, en la gran
mayoría de los casos se acompañará de intubación endotraqueal, ya que la mayo-
ría de estos pacientes deberán ser ventilados mecánicamente para combatir la
hipoxemia y la hipercapnia (tabla VII).
1. Glasgow menor de 8.
2. Pausas de apnea o respiración irregular.
3. Existencia de disnea o incremento de trabajo espiratorio.
4. Presencia de hipotensión arterial.
5. Shock establecido.
6. Hipoxemia (Sa02 menor de 90%).
7. Hipercapnia (PaO2 mayor de 45 mm Hg).
8. Movimientos de decorticación o descerebración.
9. Convulsiones.
10. Lesión tributaria de cirugía inmediata.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
CIRCULACIÓN
El mantenimiento de una adecuada presión de perfusión cerebral es fun-
damental para una correcta oxigenación, para lo que es necesario mantener al
paciente normovolémico. El objetivo es mantener una normovolemia hipertó-
nica (300-320 mOsm/l), con una presión venosa central de 3-4 mm de Hg. La
restricción del aporte de líquidos se limita a 2/3 de las necesidades basales, para
mantener una diuresis de 1ml/kg/h o bien 1 ml/min..
En caso de utilización de manitol al 20% para control de la hipertensión
intracraneal, se recomienda la reposición del exceso de diuresis y la monitoriza-
ción frecuente de la osmolaridad y estado hidroelectrolítico. El manitol ejerce su
acción a tres niveles: Reduce el líquido intersticial, disminuye la viscosidad san-
guínea y agregación plaquetaria. Está contraindicado cuando hay hipotensión arte-
rial, hipovolemia, hipernatremia y osmolaridad plasmática superior a 315 mOsm.
Es contraindicación relativa cuando existen lesiones hemorrágicas cerebrales.
La furosemida se puede usar de forma aislada y en lugar del manitol en
la hipertensión con lesiones hemorrágicas. Es menos potente que el manitol pero
está probada su acción como inhibidor de la producción de LCR.
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Traumatismos craneoencefálicos pediátricos
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Atención integral urgente ante politraumatismos
MEDIDAS GENERALES
Elevación de la cabeza.
La elevación de la cabeza sobre el tronco 30º disminuye la PIC y previene
sus incrementos, por lo que esta medida estará indicada siempre que no exista
shock o inestabilidad de la columna cervical.
Control de la fiebre.
Cómo elemento decisivo para evitar aumento de la PIC. La fiebre provoca
aumento del metabolismo cerebral y del flujo sanguíneo, llegando a producir
hipertensión intracerebral refractaria, por ello debe tratarse enérgicamente. Como
primera medida se utiliza medios físicos, y si no es eficaz se utilizarán: dipirona
magnésica IV:10-20mg/kg/dosis cada 6-8 horas utilizada muy lentamente para
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Traumatismos craneoencefálicos pediátricos
645
Atención integral urgente ante politraumatismos
asepsia, así como cambios de posición, para evitar la presión sobre prominencias
óseas y por tanto la aparición de escaras.
2. Cuidado de los ojos.
Manteniendo un adecuado grado de humedad que evite la sequedad y ero-
sión corneal en enfermos con disminución de conciencia.
3. Protección gástrica.
La situación de estrés y la farmacología utilizada, ante una urgencia como
un TCE grave pueden desencadenar o agravar el estado, ya de por sí crítico de
estos pacientes. La protección gástrica se hará con sucralfato o ranitidina.
PRONÓSTICO
No existe un método exacto para elaborar el pronóstico de los pacientes
con TCE. No obstante, la valoración de la escala de Glasgow, especialmente el
componente motor, la presencia o ausencia de reactividad pupilar y la edad son
factores que influyen de manera muy importante en los diferentes grados de recu-
peración. Puntuaciones bajas en la escala de Glasgow, midriasis bilateral, signos
tomográficos de hipertensión intracraneal y sangrado ventricular se asocian a una
mayor mortalidad.
Como medidas objetivas de daño cerebral se encuentra la medición de
los potenciales evocados auditivos, visuales y somestésicos, encontrando que la
presencia de alteraciones importantes ensombrece el pronóstico de los pacientes
traumatizados. Otros criterios utilizados, son los factores metabólicos: Cifras de
glucemia, potasio, recuento leucocitario, consumo de oxígeno y flujo sanguíneo
cerebral.
Todos los esfuerzos en el diagnóstico, control y tratamiento de los TCE en
el niño son fundamentales para mejorar el pronóstico de estos enfermos. De todas
formas la prevención es la mejor medida para evitar o disminuir las secuelas la
mortalidad y morbilidad asociada a déficits neurológicos.
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Traumatismos craneoencefálicos pediátricos
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Atención integral urgente ante politraumatismos
BIBLIOGRAFÍA
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Traumatismos craneoencefálicos pediátricos
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Traumatismos medulares infantiles
CAPÍTULO XXXXVIII
TRAUMATISMOS MEDULARES INFANTILES
Antonia Delgado Corpas y Purificación Delgado Corpas
RECUERDO ANATÓMICO
La columna vertebral ejerce protección y evita la movilidad excesiva de
la médula espinal que contiene. La estabilidad de los segmentos óseos vertebra-
les es mantenida por importantes ligamentos que la dividen, desde un punto de
vista funcional, en un compartimento anterior y otro posterior. Es necesaria la
integridad de todos los ligamentos anteriores o de todos los posteriores más un
ligamento anterior para mantener la estabilidad global. El segmento más móvil
es el cervical, motivo por el que se daña con mayor frecuencia. En los niños
pequeños factores que favorecen la lesión medular son la macrocefalia, escaso
desarrollo de los músculos y ligamentos del cuello, escaso desarrollo del proceso
uncinado, cuerpos vertebrales de C1-C2 más pequeños que los de C3 a C5, y
una disposición horizontal de las superficies articulares cervicales. El segundo
segmento en movilidad es la región tóracolumbar, concretamente la vértebra T10
es la fracturada con mayor frecuencia.
Existe una disparidad entre los segmentos vertebrales y los espinales. Si en
los primeros estadios del desarrollo fetal la médula se extiende a todo lo largo de
la columna vertebral, al nacimiento acaba a nivel de la segunda vértebra lumbar y
en el adulto a la altura de la 1ª lumbar. Las raíces nerviosas abandonan la columna
por debajo de su nivel de origen; por debajo de la 1ª vértebra lumbar solo están
presentes las raíces lumbosacras que componen la cola de caballo.
El aporte sanguíneo medular proviene fundamentalmente de la arteria espi-
nal anterior, un vaso único formado por la unión de una rama de cada una de
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Atención integral urgente ante politraumatismos
las dos arterias vertebrales, que desciende a todo lo largo de la médula por el
surco anterior medio medular. Sus ramas riegan los 2/3 ventrales de la médula:
las columnas anteriores y la mayor parte de las laterales. Entre C3 y L3 la médula
recibe aporte suplementario procedente de las arterias espinales laterales. El
tercio posterior de la médula está irrigado por un rico plexo vascular formado por
las dos arterias medulares posteriores y las dos laterales.
MECANISMO LESIONAL
Cuando se daña la médula espinal la agresión es de suficiente intensidad
como para desplazar los ligamentos vertebrales y vértebras. Los mecanismos
lesiones son cinco: Flexión forzada, flexión lateral, rotación, compresión axial o
hiperextensión; a menudo van asociados. La lesión de la médula espinal es en
general provocada por un traumatismo indirecto con hiperflexión o hiperexten-
sión del cuello o compresión vertical de la columna por caídas sobre la cabeza o
sobre las nalgas. En la mayoría de casos ocurre por accidentes de tráfico (45%),
saltos de trampolín o esquí, o caídas desde una ventana o cualquier altura, o
haciendo gimnasia, practicando fútbol o desde un caballo. Traumatismos relati-
vamente menores como los provocados durante el verano en la playa también
pueden provocar daño medular. Puede ocurrir daño medular por fracturas con
luxación, fracturas puras o luxaciones puras de la médula. El mecanismo subya-
cente es la insuficiencia vascular de la médula debida a la hiperextensión de la
columna con desplazamiento vertebral que comprime las arterias medulares. Los
segmentos medulares que se lesionan con mayor frecuencia son C1-C2, C5-C6 y
D12-L1. El daño medular cervical suele ocurrir por dislocación cervical, mientras
que a nivel lumbar suelen ocurrir fracturas del cuerpo vertebral con compresión.
No es infrecuente, sobre todo en niños, que la lesión medular pueda ocurrir sin
lesión ósea, como en los accidentes de tráfico con hiperextensión del cuello, pin-
zamiento momentáneo y consecuente lesión medular sin evidencia radiológica de
fractura o luxación. En la mitad de los daños medulares está presente una hernia-
ción del disco intervetebral. En los malos tratos con apalizamiento con correa o
látigo es relativamente frecuente el daño espinal cervical con hemorragia epidural
en presencia de magulladuras y hemorragias de la unión cérvicomedular.
ANATOMÍA PATOLÓGICA
En la concusión de la médula espinal no hay anormalidades aparentes a
pesar de ocasionar una paraplejia precoz que se recupera en unas horas. La dife-
rencia con la contusión reside en la persistencia del déficit en esta última lesión.
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Traumatismos medulares infantiles
CLÍNICA
El diagnóstico de una lesión medular puede retrasarse en niños politrau-
matizados, a poco que no mantenga una vigilancia clínica adecuada. Debe sos-
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Traumatismos medulares infantiles
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Traumatismos medulares infantiles
DIAGNÓSTICO
Los pacientes deben ser manejados con un cuidado exquisito para evitar
una lesión medular secundaria o un daño sobreañadido. El estudio radiológico
completo de la médula espinal es fundamental ante la sospecha de un trauma-
tismo espinal, aunque debe retrasarse hasta que la columna esté estabilizada,
realizándose inicialmente solo del área clínicamente afecta. Con frecuencia son
necesarias proyecciones especiales para demostrar la presencia de fracturas o dis-
locación. Se deben obtener placas AP, L, y oblícuas, proyección de nadador para
ver las vértebras cervicales inferiores y con boca abierta para visualizar el pro-
ceso odontoides, aunque la fractura de este es muy rara en niños. Una de las medi-
ciones habituales para establecer el alineamiento de la columna espinal indica
que el desplazamiento entre vértebras en cualquier dirección no debe exceder de
5 mm en el niño y los 2 mm en el adulto. En un 20% de los niños entre 1 y 7 años
se encuentra en condiciones normales un leve desplazamiento de C2 sobre C3,
o de C3 sobre C4 y C5, que no debe confundirse con una subluxación. También
es frecuente, en los menores de 5 años la persistencia del cartílago entre la odon-
toides y el cuerpo del axis y no debe confundirse con una fractura a dicho nivel.
En base a los hallazgos radiológicos, las lesiones de la columna vertebral
se pueden clasificar en: 1) Fractura aislada (40%); 2) fractura con subluxación
(más frecuente en adolescentes); 3) subluxación sin fractura (más habitual en
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Atención integral urgente ante politraumatismos
658
Traumatismos medulares infantiles
TRATAMIENTO
El punto esencial del tratamiento ante la simple sospecha de una lesión
medular es la adopción de una postura correcta y evitar toda movilización, sobre
todo en las lesiones cervicales. Puede estar indicada la tracción. Hay que evitar
tanto la insuficiencia respiratoria como la cardiovascular. Un cuadro de hipoten-
sión o shock puede empeorar la lesión medular.
Un abordaje farmacológico que se ha demostrado útil es el tratamiento con
altas dosis de metilprednisolona, iniciado en las 3 primeras horas tras la lesión.
Se administra un bolo de 30 mg/kg seguido de 5.4 mg/kg/hora durante las 23
horas siguientes. Algunos estudios indican la utilidad de proseguir el tratamiento
durante 48 horas, iniciado en las 3 primeras horas tras la lesión. Se administra
un bolo de 30 mg/kg seguidos de 5,4 mg/kg/h durante las 23 horas siguientes. Y
está indicado proseguir el tratamiento durante 48 horas, cuando el tratamiento se
inicia después de las 3 horas del traumatismo.
El abordaje quirúrgico precoz es necesario ante la sospecha de bloqueo
espinal. La presencia de fragmentos óseos en el canal espinal (asociados a un
déficit neurológico progresivo) y la dislocación de la columna no puede ser corre-
gida por tracción.
Precozmente habrá que iniciar la prevención de las úlceras de decúbito e
iniciar una adecuada fisioterapia respiratoria.
PRONÓSTICO
Depende de la gravedad del daño. Es mejor en el daño medular central que
en las lesiones transversas. La recuperación se puede prolongar hasta 6-12 meses.
En general, la presencia de cualquier movimiento voluntario o sensibilidad con-
servada por debajo del nivel de la lesión en las primeras 48-72 horas indica
un pronóstico favorable. Esto ocurre en caso de lesiones incompletas. El mejor
indicador de lesión incompleta es la conservación de las funciones medulares
sacras: Flexión plantar voluntaria del dedo gordo, sensibilidad perianal y reflejo
del esfínter anal.
Dificultades añadidas se presentan en aquellos pacientes con malformacio-
nes vertebrales congénitas. El caso más frecuente es el de niños con síndrome
de Down que presentan una subluxación atlantoaxoidea, por laxitud general y
ligamentosa o anormalidades congénitas o adquiridas de la articulación cérvico-
occipital o de la odontoides (hipoplásica o ausente). Una situación similar ocurre
en algunas mucopolisacaridosis como la tipo IV (síndrome de Morquio), en la
que los pacientes desarrollan con frecuencia una mielopatía compresiva, con cua-
driparesia u otros déficits tras sufrir traumatismos mínimos.
659
Atención integral urgente ante politraumatismos
BIBLIOGRAFÍA
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FEJERMAN. N, ARROYO. H. Trastornos motores crónicos en niños y adoles-
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660
UNIDAD DIDÁCTICA XI
Miscelánea y especiales
661
Atención integral urgente ante politraumatismos
662
Biomecánica de los accidentes de tráfico
CAPÍTULO IL
BIOMECÁNICA DE LOS ACCIDENTES DE TRÁFICO.
TÉCNICAS DE MOVILIZACIÓN E INMOVILIZACIÓN DE
PACIENTES CON ENFERMEDAD TRAUMÁTICA
Antonia Delgado Corpas y Purificación Delgado Corpas
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Biomecánica de los accidentes de tráfico
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Biomecánica de los accidentes de tráfico
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Biomecánica de los accidentes de tráfico
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Biomecánica de los accidentes de tráfico
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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672
Analgesia, sedación y relajación del traumatizado en urgencias
CAPÍTULO L
ANALGESIA, SEDACIÓN Y RELAJACIÓN DEL
TRAUMATIZADO EN URGENCIAS
Rafael Ceballos Atienza, Fernando Cobo Martínez
y Mª Teresa León Espinosa de los Monteros
INTRODUCCIÓN
Tratar el dolor y la ansiedad debe ser objetivo prioritario tras estabilizar
al paciente traumatizado. Para ello intentaremos evitar los errores en los que se
incurre con frecuencia:
1. Administración de dosis insuficientes o mal pautadas.
2. Uso repetido de fármacos de acción corta cuando lo que se precisa
es un tratamiento continuado, con el resultado de una sobresedación del
paciente.
3. Mantener al paciente en parálisis consciente, es decir relajado pero no
sedado.
Por último, siempre deberemos diagnosticar antes de analgesiar, sin olvi-
dar que el beneficiado del tratamiento debe ser el paciente.
673
Atención integral urgente ante politraumatismos
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Analgesia, sedación y relajación del traumatizado en urgencias
675
Atención integral urgente ante politraumatismos
Control de la sedación.
Benzodiazepinas.
a. Midazolam. Carece de efecto analgésico. En los servicios de urgencia
se emplea, entre otros casos, como sedante y miorrelajante. Actualmente
es el sedante de elección en pacientes en ventilación espontánea y para la
sedación consciente. Sobre el SNC ejerce efectos dependientes de la dosis,
si esta es pequeña se comporta como ansiolítico; a dosis mayores apare-
cen efectos hipnóticos, amnésicos y anticonvulsivantes. Su vida media es
de 2-4 horas, inferior al resto de las benzodiacepinas. Entre sus efectos
secundarios cabe destacar la depresión respiratoria y la hipotensión arte-
rial. Estos efectos se potencian cuando se administran simultáneamente
barbitúricos, narcóticos u otros depresores del SNC. La dosis en bolo es
de 0,2-0,4 mg/kg, obteniéndose la sedación en 3-5 minutos; en perfusión
continua se utiliza a dosis de 0,01-0,2 mg/kg/hora. Preparado: DormicumR,
amp de 15 mg en 5 ml, y amp de 5 mg en 5 ml. Su antídoto es flumazenil
(Anexate®).
b. Diacepam. De sobra conocido y avalado por muchos años de experien-
cia, se diferencia del midazolam en su periodo de acción, considerable-
mente más largo, por lo que es más útil cuando se precisa sedación es
periodos prolongados. Dosis de 0,004-0,2 mg/kg son suficientes para ini-
ciar la sedación. Preparado: Valium®, amp de 10 mg. Antídoto: Flumazenil
(Anexate®).
Barbitúricos.
Pentothal sódico. Su empleo ha disminuido notablemente por sus efectos
secundarios. Puede usarse para la inducción en el paciente con traumatismo
craneoencefálico, euvolémico y con función cardiovascular normal. Debe ser
empleado con precaución en pacientes seniles y en pacientes hipovolémicos. No
debe emplearse como analgésico ya que aumenta el umbral del dolor. Entre sus
efectos secundarios destacan la depresión miocárdica, taquicardia e hipotensión,
depresión respiratoria y alteraciones de la termorregulación. Se emplea a dosis de
3-5 mg/kg.
Neurolépticos.
Ejercen una potente acción central sin inducción al sueño, reduciendo la
agitación psicomotora. Los efectos secundarios más conocidos son las manifes-
taciones diencefálicas y el síndrome extrapiramidal.
Haloperidol.
Empleado ampliamente en los servicios de urgencia en pacientes agitados.
676
Analgesia, sedación y relajación del traumatizado en urgencias
677
Atención integral urgente ante politraumatismos
Relajantes musculares.
En muchas ocasiones además de administrar sedación y analgesia es pre-
ciso paralizar a los pacientes. Así sucede en casos de intubación traqueal y cuando
es necesario acoplar al paciente con el ventilador mecánico.
Despolarizantes.
Succinilcolina.
Tras una dosis de 1 mg/kg IV ejerce su acción en 45-60 segundos, con
una duración de acción entre 4-6 minutos. Carece de antídoto y se emplea para
intubar y para realizar intervenciones de corta duración que requieran relajación
profunda. Como contraindicaciones señalamos el riesgo de aspiración (aumento
de presión intragástrica), aumenta la presión intraocular (precaución en lesiones
penetrantes oculares), aumenta la presión intracraneal, riesgo del hiperpotasemia,
y bradiarritmias en pacientes con enfermedad cardiovascular previa a tratados
con betabloqueantes. Salvo la hiperpotasemia y arritmias, los restantes efectos
secundarios se pueden prevenir administrando previamente (3 minutos antes)
una dosis subparalizante de un relajante muscular no despolarizante, por ejemplo
0,5-1 mg de pancuronio o 2-4 mg de atracurio. Se emplea a dosis de 1 mg/kg IV.
Preparados: Anectine, ampollas de 2 ml y viales de 10 ml con 50 mg/ml ambos,
y mioflex, viales de 500 mg con 10 ml de disolvente.
No despolarizantes.
a. Pancuronio.
No tiene efectos sobre la presión intragástica, intraocular, ni intracraneal.
No libera histamina, tiene efectos acumulativos. Antídoto: Anticolinesterásicos.
Provoca taquicardia e hipertensión. La dosis en bolo es de 0.15-0.20 mg/kg, y en
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Analgesia, sedación y relajación del traumatizado en urgencias
perfusión continua de 0.3-0.6 ug/kg/min (1-2.5 mg/hora). Sus efectos duran unos
60-150 minutos. Preparado: Pavulon®, amp de 2 ml con 2 mg/ml.
b. Atracurio.
Provoca liberación de histamina, por lo que no se recomienda en ancianos,
cardiópatas, asmáticos, epilépticos e hipovolémicos. Tampoco debe emplearse en
casos de acidosis severa, hipotermia o en tratados con betabloqueantes. Dosis de
intubación es de 0,5-0,6 mg/kg, con dosis de mantenimiento en bolo de 0,1-0,2
mg/kg o en perfusión a dosis de 0,3-0,6 mg/kg/hora. El comienzo de la acción es
a los 2 minutos con una duración clínica de 15-35 minutos y una recuperación
total a los 35-45 minutos. Preparado: Tracrium, amp de 2,5-5 ml con 10mg/ml.
Antídoto: Anticolinesteráscicos (neostigmina 2,5-5 mg + atropina 1-1,5
mg o piridostigmina 10 mg +atropina 1 mg).
c. Vecuronio.
No libera histamina ni tiene efectos acumulativos. Ausencia de efectos car-
diovasculares por lo que es ideal en el shock y en las disfunciones cardiovascula-
res. Debe emplearse con precaución en miopatías, alteraciones renales, hepáticas
y biliares (se prolonga su acción). La dosis de intubación es de 0,008-0,1 mg/kg,
con dosis de mantenimiento en bolo de 00,1-0,04 mg/kg, y dosis de perfusión de
1-1,7 ug/kg/min. Duración de la acción 20-30 minutos con una recuperación total
en 40-50 minutos. Preparado: NorcurónR, ampollas liofilizadas con 4 mg y 1 ml
de disolvente. Antídoto: anticolinesterásicos.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Analgesia, sedación y relajación del traumatizado en urgencias
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Analgesia, sedación y relajación del traumatizado en urgencias
2. Inestables hemodinámicamente.
El paciente con afectación hemodinámica importante rara vez requiere
sedación y analgesia, pues habitualmente está con disminución del nivel de con-
ciencia. En los casos en los que sea necesario, emplearemos pequeñas dosis de
sedantes y/o analgésicos, por ejemplo 1-2 mg de midazolam y/o 0,05 mg de fen-
tanilo, repetidamente cada 3-4 minutos. De esta manera se minimizan los efectos
secundarios. Otra alternativa es la ketamina asociada a midazolam o propofol.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
BIBLIOGRAFÍA
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Analgesia, sedación y relajación del traumatizado en urgencias
685
Técnicas de estricage, descarcelación, evacuación y actuación con víctimas múltiples
CAPÍTULO LI
TÉCNICAS DE ESTRICAGE, DESCARCELACIÓN,
EVACUACIÓN Y ACTUACIÓN CON
VÍCTIMAS MÚLTIPLES
Agustín Mata Ramos y Mª Eugenia López Zambrano
PREPARACIÓN
Un organismo competente debe establecer un plan para la actuación coor-
dinada de policía, bomberos y asistencia médica de urgencia en los accidentes de
tráfico.
Este plan debe definir las funciones y responsabilidades de cada servicio
en caso de accidente, y establecer un mecanismo para su actuación coordinada a
través del número único de emergencias 112.
Cada servicio dispondrá de los medios humanos y materiales que sean
necesarios para atender los accidentes en su zona de intervención.
a. Bomberos.
- Vehículos: Furgón de útiles, polisocorro, autobomba.
- Equipos y herramientas: Material de amarre y aseguramiento (cuerdas,
tiros, arneses), material de elevación y tracción (gatos, cojines, neumáticos,
tráctel, cables). Material de corte, separación y descarcelación (equipo de
oxicorte, radial, separador-cortador, hidráulico, motosierra). Otros mate-
riales (cizalla aislante, cuñas, barras, palanquetas).
b. Asistencia médica de urgencia.
- Vehículos: ambulancia y/o helicóptero medicalizado.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
688
Técnicas de estricage, descarcelación, evacuación y actuación con víctimas múltiples
RESPUESTA
El servicio que recibe el aviso de accidente, recabará los datos necesarios
para, tener recopilada la mayor cantidad posible de información que el interlocu-
tor nos proporcione, para que esto revierta inmediatamente en una mejor y más
eficaz puesta en marcha de los equipos que intervengan en el accidente.
a. Localización del accidente.
Conocer con la mayor exactitud la carretera, punto kilométrico, sentido de
la vía en el que se ha producido...
b. Vehículos involucrados.
Número y tipos. Si se trata de turismos, autocares o camiones y en este
caso la naturaleza de la carga
c. Mercancías peligrosas.
Lo que condicionara la puesta en marcha de planes de emergencia, aviso a
los técnicos de la empresa responsable, posibilidades de evacuación de la zona, y
las acciones a realizar para contención.
Es vital el conocimiento exacto de este dato, que condicionara aún más el
sentido de emergencia, y será necesario además para la activación de otros servi-
cios intervinientes e incluso la movilización simultánea de más medios materia-
les y humanos.
d. Información a la policía.
Se les debe notificar las circunstancias que les sean competencia, a fin que
colaboren en la medida de sus atribuciones en el accidente ( control de tráfico,
toma de datos, atestados...).
RECONOCIMIENTO
Una vez confirmada la información recibida desde nuestra central, recaba-
remos otras posibles que sean de interés para el desarrollo de la intervención.
a) Valoración de las condiciones climáticas.
Lluvia, nieve, calzada con hielo, nieblas, día o noche... pueden en gran
medida condicionar la intervención, el acceso al lugar del accidente, la señaliza-
ción del mismo e incluso la descarcelación de las víctimas.
b) Atascos y retenciones.
Puede o no estar provocados por el propio accidente. Se habrá de valorar
en función de la existencia de los mismos, la posibilidad de rutas alternativas de
acceso, o en todo caso aumentar la precaución en la conducción.
c) Estado de la calzada.
689
Atención integral urgente ante politraumatismos
CONTROL
Una vez tomado contacto con el lugar del accidente, Se debe tener en
cuenta los elementos más importantes a considerar, a fin de garantizar nuestra
seguridad y la de la propia intervención desde el momento de nuestra llegada.
a) Señalización y balizamiento.
Los vehículos que intervengan en el rescate del accidente deberán de
situarse de tal manera que se encuentren próximos a los vehículos accidentados,
pero fuera de la zona de influencia de los peligros que pudieran manifestarse en el
transcurso de las operaciones (incendio, explosión, derrame de líquidos inflama-
bles, materias peligrosas, etc.), procedimiento de esta forma se consigue, que se
puedan efectuar las operaciones previas de preparación de medios, sin provocar
perjuicios al desarrollo de las tareas de salvamento y rescate.
- Ubicación del personal: Siempre que sea posible, bajarse del vehículo de
intervención por su lado defendido, esto es, por el lateral más cercano al
accidente.
- Aviso al tráfico: A través de conos de señalización necesarios para deli-
mitar la vía de paso de los vehículos que circulen en dirección accidente.
Tanto los rotativos del vehículo de intervención como su alumbrado de
cruce y los warnings deberán permanecer encendidos durante toda la inter-
vención con independencia de que sea de día o de noche.
- Iluminación de la zona de intervención: Utilizando para ello los medios
de que dispongamos en nuestro vehículo (faro pirata, linternas), o los que
podamos demandar si lo consideramos necesario, en función de las carac-
terísticas del accidente o la hora en que este ocurra.
690
Técnicas de estricage, descarcelación, evacuación y actuación con víctimas múltiples
b) Baterías.
Lo primero que se debe hacer, es desconectar la ignición del vehículo acci-
dentado a través de la llave de contacto. Se debe intuir que la batería, pueda estar
dañada, siendo susceptible de producir tres tipos de incidentes:
- Derrame del ácido de la batería.
- Chispas por contacto del borne con la chapa.
- Explosión de la batería.
Como norma, desconectar el cable del polo negativo de la batería.
c) Combustibles, inyección.
Cuando se produce un accidente, a consecuencia del impacto pueden cor-
tarse las conducciones del combustible, el carburador o el depósito pueden fisu-
rarse y producirse el derrame incontrolado del combustible, convirtiendo la zona
del accidente en un área susceptible de inflamarse en cualquier momento si
encuentra una fuente de ignición cercana.
Para ello se debe mantener durante toda la intervención un agente extintor
en espera para su inmediata utilización en caso necesario, protegiendo tanto a los
intervinientes como a los accidentados.
d) Accidentes eléctricos.
Puede ocurrir que el vehículo implicado en el accidente haya quedado en
contacto con una farola, un panel luminoso, postes de la luz o torretas de alta ten-
sión. Esto implicaría que estuviera en carga por la corriente que está recibiendo
sobre su chapa, y que descargaría dicha corriente sobre un objeto o persona que
entrara en contacto con él, pudiendo llegar a ser esta descarga, según la intensi-
dad, letal.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
Es por tanto necesario cerciorase del corte de suministro eléctrico del ele-
mento en contacto con el vehículo.
ESTABILIZACIÓN DEL VEHÍCULO
Un vehículo inestable es un vehículo inseguro. Los riesgos asociados a un
vehículo en estas condiciones, afectan tanto a las víctimas del accidente como
al personal interviniente que trabaje en la zona del rescate. Todos los vehículos
que hayan sufrido un accidente, independientemente del tipo, tamaño, estado o
posición, deben estabilizarse de forma inmediata sobre la posición en la que se
haya encontrado. No se debe hacer excepciones; un vehículo puede rodar hacia
delante o hacia atrás, desplomarse o balancearse lateralmente, mientras el perso-
nal interviniente esté alrededor o en el interior de vehículo. La estabilización hace
más segura nuestra intervención y, por ende, el no agravamiento de la situación
del accidentado.
Se conseguirá estos objetivos:
- Anulando el desplazamiento horizontal.
- Anulando el movimiento horizontal.
- En las suspensiones.
- En la flexión del bastidor.
- Evitando el posible balanceo o rotación.
En función de la situación particular del vehículo, podremos hablar de dos
clases:
a) Inestabilidad del vehículo con peligro inminente.
En el caso de que el vehículo se haya quedado en una posición precaria
con riesgo de despeñarse o caer al vacío (terraplenes, pretiles de puentes), donde
deberemos actuar rápidamente para, si no anular, al menos reducir el riesgo, uti-
lizando medios de fortuna (amarre con cables o cuerdas fijándolas a algún ele-
mento estable de la calzada o al propio vehículo de intervención y cuñas para
calzarlo.
b) Inestabilidad del vehículo sin peligro inminente.
Definiremos el tipo de estabilización en función de la posición del vehí-
culo.
- Vehículo sobre sus cuatro ruedas: Se debe intervenir en dos aspectos
diferentes:
- Evitar el desplazamiento horizontal. Introducir cuñas por delante y por
detrás de la banda de rodadura de las ruedas, y al menos en dos de ellas
opuestas diagonalmente.
- Evitar el movimiento vertical. Se utilizarán dos métodos posibles, que
garantizan la rapidez y la seguridad en la intervención:
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Técnicas de estricage, descarcelación, evacuación y actuación con víctimas múltiples
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Atención integral urgente ante politraumatismos
1. Puertas.
El acceso más sencillo es el contacto con la víctima a través de una puerta
abierta, o de una puerta cerrada que no esté bloqueada y, por tanto, pueda abrirse
inmediatamente.
Si la puerta elegida está bloqueada, hay que intentar abrir las demás. A
veces una puerta bloqueada puede abrirse operando las manecillas exterior e inte-
rior al mismo tiempo. Si no se consigue abrir las puertas, hay que quitar o romper
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Técnicas de estricage, descarcelación, evacuación y actuación con víctimas múltiples
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Atención integral urgente ante politraumatismos
ESTABILIZACIÓN DE LA VÍCTIMA
La valoración y manejo inicial del paciente comienzan en el momento en
que se puede acceder al mismo, teniendo por lo tanto prioridad sobre las manio-
bras de descarcelación.
DESCARCELACIÓN
Si el accidentado está atrapado, una vez inmovilizado, hay que proceder a
su descarcelación. Esta puede consistir en varias operaciones distintas:
1. Desplazamiento de los asientos y de la columna de dirección.
En muchos casos, las víctimas están empotradas bajo el salpicadero o
sobre el volante, debido al desplazamiento del asiento y del propio accidentado
ante el impacto. Los asientos de los vehículos actuales tienen tres regulaciones:
Posición longitudinal, altura e inclinación del respaldo. Los mandos de regula-
ción suelen estar bajo la parte delantera y a ambos lados del asiento. La columna
de dirección, si es ajustable, puede desplazarse radialmente un cierto ángulo, en
un movimiento vertical. En estos casos, es suficiente operar el mecanismo de
ajustes de los asientos y, si es necesario, el de la dirección, para moverlos y liberar
la víctima.
2. Corte y separación de chapa.
Si hubiese necesidad de cortar o separar la carrocería, hay que utilizar el
equipo apropiado: Soplete oxiacetilénico, máquina radial, pinza, cizalla, uña
hidráulica, motosierra... Sin embargo, si hay fugas de combustible, no pueden
utilizarse estos medios ni cualquier otro equipo ni herramienta que utilice una
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Técnicas de estricage, descarcelación, evacuación y actuación con víctimas múltiples
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Atención integral urgente ante politraumatismos
EXTRACCIÓN
Una vez que el accidentado está firmemente asegurado en la férula corta
o espinal rotarlo cuidadosamente y/o deslizarlo sobre la tabla larga, por ejemplo,
que previamente se ha colocado con un extremo apoyado en el borde del asiento.
Si no es posible, se realizará la movilización sujetando la férula por las asas y
llevando a la víctima lo más tumbada posible.
Cuando la situación vital del accidentado es inestable o se encuentra en
peligro inminente y no permite el tiempo de retraso que supone el uso de la férula
corta, habrá que realizar el método rápido de liberación o extracción.
El primer miembro del equipo (1) se coloca detrás del accidentado y con
sus manos mantiene la cabeza y el cuello en posición neutra. El segundo miem-
bro del equipo (2), realiza el examen inicial de las constantes vitales y coloca un
collarín cervical.
Coordinando sus acciones, los dos miembros del equipo giran al acciden-
tado en el asiento y lo colocan sobre la camilla que previamente se había colo-
cado de la forma descrita anteriormente.
Por último, en el caso de que solo haya un rescatador disponible para rea-
lizar la extracción y este sea imprescindible por el estado del herido, o ante un
peligro inminente, el método será el siguiente:
En primer lugar hay que tratar de liberar los pies del accidentado si se
encuentran atrapados por los pedales. El rescatador pasa su brazo izquierdo por
debajo de la axila del accidentado (en el caso de que esté en el asiento derecho,
se hará a la inversa) y sujeta el mentón con esa mano. Al mismo tiempo se inclina
hacia atrás ligeramente la cabeza del accidentado hasta apoyarla en el hombro
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Técnicas de estricage, descarcelación, evacuación y actuación con víctimas múltiples
derecho del rescatador. Se pasa el otro brazo por detrás de la espalda del acci-
dentado e introduciéndolo por debajo de su axila derecha, se sujeta la muñeca
izquierda de la víctima con la mano derecha del rescatador. Se hace girar cui-
dadosamente a la víctima hacia el exterior del vehículo evitando, en lo posible,
todo movimiento de flexión, extensión o inclinación lateral de la columna y se la
coloca en la camilla, inmovilizándole adecuadamente.
TERMINACIÓN
Concluido el salvamento, se procederá a un rastreo perimetral de la zona
del accidente, para descartar la posible presencia de otras víctimas no localizadas
o rescatadas con anterioridad. Se recopilará el material utilizado y se procederá
a la retirada de los vehículos intervinientes. Se revisarán y pondrán a punto los
vehículos y el material utilizado. De esta manera, se vuelve a la etapa de prepara-
ción, y se cierra el ciclo de salvamento.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
BIBLIOGRAFÍA
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Asistencia prehospitalaria al politraumatizado
CAPÍTULO LII
ASISTENCIA PREHOSPITALARIA
AL POLITRAUMATIZADO
Rafael Ceballos Atienza, Agustín Mata Ramos y Mª Eugenia López Zambrano
VALORACIÓN PRIMARIA
a) Vía aérea con control de la columna cervical.
En la evaluación del politraumatizado, la vía superior debe ser examinada
para determinar que esté permeable. La rápida detección de la obstrucción de la
vía aérea se orienta a la búsqueda de cuerpos extraños, fracturas de tráquea o
laringe, etc., lesiones capaces de causar obstrucción de la vía aérea.
Toda maniobra destinada a establecer una vía aérea permeable a cabo pro-
tegiendo la columna cervical. La elevación del mentón y el levantamiento de la
mandíbula son maniobra que contribuyen a este objetivo.
Al establecer o mantener la vía aérea se debe evitar hiperextender, hiper-
flexionar o rotar la cabeza y cuello del paciente. Se debe prestar atención a la
coexistencia de fracturas de la columna cervical. El movimiento excesivo de la
columna cervical puede convertir una fractura sin daño neurológico inicial en una
luxofractura con lesión neurológica.
Los dispositivos de fijación deben mantenerse hasta que sea descartada la
lesión de la columna vertebral.
b) Respiración.
Para una eficiente ventilación se requiere de una adecuada función pulmo-
nar, de la pared torácica y del diafragma. Cada uno de estos órganos debe ser
explorado y evaluado rápidamente.
Se debe exponer al examen el tórax del paciente para así poder evaluar
adecuadamente su mecánica ventilatoria. Una adecuada auscultación permite
evaluar la función pulmonar.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Asistencia prehospitalaria al politraumatizado
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Asistencia prehospitalaria al politraumatizado
REVISIÓN SECUNDARIA
Consiste en una evaluación minuciosa de la cabeza a los pies. Ello incluye
una evaluación de los signos vitales.
En esta fase se efectúa un examen neurológico completo, incluyendo la
escala de coma de Glasgow.
a) Anamnesis.
Se recaba información sobre el mecanismo del accidente. Además sobre:
- Alergias.
- Medicamentos que toma habitualmente.
- Patologías previas.
- Últimos alimentos.
- Ambiente y eventos relacionados con el trauma.
b) Examen físico.
Cabeza.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
Tórax.
- Inspección de la cara anterior y posterior del tórax (identificar neumotórax
abierto y volet costal).
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Asistencia prehospitalaria al politraumatizado
Periné/recto/vagina.
Se examinará periné en busca de lesiones, contusiones hematomas y san-
grado uretral. En caso de sangrado uretral o hematomas está contraindicado el
sondaje vesical.
Sistema muscular/esquelético.
La palpación de los huesos en busca de dolor, crepitación y movilidad
anormal ayuda a descartar fracturas.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Asistencia prehospitalaria al politraumatizado
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Asistencia prehospitalaria al politraumatizado
AUSCULTACIÓN CARDÍACA
Sonidos respiratorios anormales.
Roce pleural Fricción de las superficies pleurales Sonidos crujientes como areno-
inflamadas e irritadas. sos audibles en inspiración y
espiración.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Asistencia prehospitalaria al politraumatizado
BIBLIOGRAFÍA
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Transporte asistencial, equipamiento, utilización y mantenimiento del material....
CAPÍTULO LIII
TRANSPORTE ASISTENCIAL, EQUIPAMIENTO,
UTILIZACIÓN Y MANTENIMIENTO DEL MATERIAL DE
INMOVILIZACIÓN, TRANSPORTE Y ASISTENCIA
Antonia Delgado Corpas y Purificación Delgado Corpas
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Transporte asistencial, equipamiento, utilización y mantenimiento del material....
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Atención integral urgente ante politraumatismos
intensidad entre 0,3 y 0,8 G, y tendremos una G (-) cuyo sentido será desde los
pies a la cabeza y se va a producir en las frenadas y también en los cambios de
marcha soportando intensidades entre 0.5 y 0.9 G.
Estas aceleraciones en condiciones normales pueden llegar a resultar
molestas, pero en condiciones de enfermedad puede ser letales.
También se debe valorar que estos cambios de velocidad, aceleraciones
y deceleraciones puede hacer volar a los ocupantes del vehículo dentro de la
cabina, de tal forma que el riesgo de lesiones traumáticas entre el personal de este
tipo de servicios es alta.
No solo el sentirse desplazado es un problema, las aristas o salientes pun-
tiagudos dentro de las ambulancias deben estar prohibidos ya que el choque
contra ese tipo de estructuras puede resultar muy nocivo.
Los materiales e instrumentos de la ambulancia deben tener por tanto
bordes redondeados y poco peso, además de firmes sujecciones que eviten sus
caídas y desplazamientos durante la marcha, evitando de esta forma la aparición
de lesiones por impacto.
El personal en orden de marcha debería asegurarse con métodos de fijación
(cinturón de seguridad), pero la mayoría de las veces la asistencia al paciente
hace que no sea posible que los que le asisten puedan permanecer sentados, por
lo que el riesgo de lesión grave en caso de deceleración brusca o choque (no olvi-
demos que la ambulancia es un vehículo más), está casi asegurado.
La aceleración positiva (G+ o cabeza-pies) provoca en el paciente dismi-
nución del gasto cardiaco, disminución de la perfusión cerebral (pudiendo provo-
car pérdidas de conciencia), hipotensión arterial con taquicardia compensadora y
disminución de la presión venosa central (PVC). Mientras la deceleración (G-o
pies-cabeza) hace aparecer respuestas como aumento del gasto cardiaco, aumento
de la presión intracraneal (PIC), aumento de la tensión arterial, con bradicardia
compensadora que en ocasiones puede ser tan severa que provoque parada car-
diaca en asistolia y aumento de la PVC entre otros.
Cuando los enfermos tienen alteraciones hemodinámicas importantes
como las situaciones de hipovolemia, las respuestas que acabamos de determi-
nar pueden afectarse y ser hasta 10 veces superior, por ejemplo un herido con
una importante pérdida de sangre puede parase en asistolia al realizar un frenazo
brusco, o un paciente con un grave traumatismo cráneo encefálico, puede empeo-
rar su estado por el mismo proceso, o un enfermo consciente puede perder la
consciencia con los riesgos que implica por un brusco arranque.
Otro problema añadido a las aceleraciones es que los objetos del interior
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MATERIAL DE ASISTENCIA
El material que se tiene en las ambulancias debe ser manejado por toda la
dotación de forma homogénea, con la salvedad del utilizado para técnicas inva-
sivas o especiales que será utilizado por el personal entrenado para este motivo.
Pero esto no quiere decir que el resto no sepa lo que se está pidiendo cuando se
quiere hacer una cardioversión, o aspirar, por este motivo se intenta aproximar
a los técnicos además del material que ellos habitualmente utilizan, aquel que
aunque no tengan que utilizar directamente si puede ocurrir que les sea solicitado,
y por este motivo deben conocer su denominación, forma de actuación y utilidad,
puede que no tan profundamente como el médico o el enfermero, pero al menos
con nociones claras.
El instrumental que poseen las UVIs puede clasificarse como:
- Material de inmovilización: Camilla de cuchara, colchón de vacío, colla-
rines cervicales, collarines tipo (Philadelphia), férulas neumáticas, férulas
de tracción, férulas rígidas (MEI), corsé de extricación (ferno), soportes
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Atención integral urgente ante politraumatismos
forma más correcta, a continuación se da las normas para una que se cree-
mos sea la más rápida para este tipo de trabajo, como principios fundamen-
tales en la utilización de sistemas de goteo, se debe conocer que todo lo que
va a estar en contacto con el suero, posteriormente va a pasar directamente
al organismo del paciente, por este motivo todo el material a utilizar debe
ser estéril, desechando aquellas bolsas de sistemas que se encuentren rotas
o que no hayan sido abiertas y controlada su esterilidad por nosotros.
En primer lugar se abrirá y mostrará todo el material necesario, suero ya
determinado, sistema de goteo con estrangulador abierto y llave de tres
pasos (siempre debe colocarse para facilitar la administración de otros pre-
parados que sean necesarios), tras ello se conecta sistema y llave todavía
sin retirar más protectores que los necesarios para hacer las conexiones,
luego se abrirá el suero dejando la zona de pinchado al descubierto, y se
tomará el sistema con la cámara de aire hacia arriba (en posición contra-
ria a la de funcionamiento) presionando la cámara hasta que notemos el
contacto de sus paredes internas y con el sistema flexionado en la salida
de dicha cámara, después se girará el conjunto de suero y sistema dejando
que la cámara se rellene hasta casi su mitad del líquido del suero, cuando
esto se haya completado, se soltará el acodamiento del sistema dejando
fluir el suero hacia la llave de tres pasos y dejando que gotee levemente, en
ese momento y ya con la mano en el estrangulador, se cortará el flujo para
permitir su colocación,.
La llave de tres pasos, permite la utilización de dos flujos simultánea-
mente, o perfusión en Y mediante dos conexiones tipo luer y una entrada
que se puede conectar a un catéter o a otra llave. El flujo en el interior se
regula mediante una rueda en forma de T que permite el paso del liquido
en sus ramas, impidiéndolo en la zona amputada.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
las derivaciones V1d o V1´, V2d o V2´, V3d o V3´, V4d o V4´, V5d o V5´ y V6d
o V6´. Se dejará el monitor sin registro de papel volviendo a pulsar registrar y
colocando el mando izdo. del monitor en la posición II salvo orden contraria.
Se tendrá en cuenta la proximidad de aparatos eléctricos cerca o sobre el
paciente (mantas, despertadores, etc.) que pueden artefactar el trazado, apagán-
dolos o desenchufándolos para realizar los registros. El monitor también cuenta
con dos botones colocados delante de la pantalla de fósforo en los que se puede
regular la amplitud del complejo y el volumen, se debe tener en cuenta para
aquellos registros en los que no se vea complejos claros ya que es posible que la
amplitud sea muy baja.
Como desfibrilador el aparato tiene varias posibilidades, puede definirse la
descarga eléctrica de forma sincronizada o no. La sincronización, determina que
la descarga del aparato se realice durante la aparición del complejo QRS (entre
20 y 30 milisegundos después del pico de la onda R), Otra de las formas de des-
fibrilación o estimulación eléctrica del aparato es la que realiza como marcapasos
externo.
En las descargas eléctricas sin sincronización la persona que proceda a
la descarga seleccionará los joules decididos por el médico en el selector de las
palas de descarga, colocará el gel conductor en ambas palas en cantidad suficiente
pero no exagerada, si no se tiene gel se pueden colocar compresas húmedas, no
chorreando sobre el paciente, y revisar que no exista conducción de una pala a
otra (fluidos, pérdidas de gel, etc.) que podrían disminuir fuertemente la eficacia
del choque, tras ello, procederá a presionar el botón de carga (también en las
palas) y se mantiene una espera de unos 10 segundos en el que el aparato logra
cargar la energía deseada, tras esto sonará un pitido que determina la carga com-
pletada, En ese instante la persona que porta las palas debe avisar el choque y
revisar que nadie toque al paciente, después de asegurar esta situación colocará
las palas sobre el paciente (la que porta ápex sobre los 5º y 6º EIC línea media
axilar izquierda y la que porta esternón sobre el esternón o en la zona paraesternal
derecha) y se dará el choque, valorando posteriormente con las palas (posición
palas o Å) en el monitor.
En el modo sincronizado la técnica requiere de una previa sedación del
paciente (debe existir una vía venosa permeable), lo primero que se realiza es la
colocación del aparato en el modo sincronizado (tecla sincronizado) que emitirá
un destello y lo señalará en la pantalla de cuarzo, después se consignará la ener-
gía solicitada en el aparato y tras sedar al paciente se procede a dar el choque, la
colocación de las palas es la misma que en el caso del choque no sincronizado y
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Atención integral urgente ante politraumatismos
caso para poder nebulizar en un receptáculo del que están provistas medicación
líquida que puede mejorar determinadas patologías respiratorias.
Material de inmovilización.
Es el material que posiblemente todo técnico debe conocer de forma más
concisa, son características generales de este tipo e material es su limpieza que se
debe hacer con líquidos desinfectantes o en su defecto con agua jabonosa y con
lejía diluida.
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Transporte asistencial, equipamiento, utilización y mantenimiento del material....
BIBLIOGRAFÍA
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Atención integral urgente ante politraumatismos
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Síndrome de embolia grasa tras fractura ósea
CAPÍTULO LIV
SÍNDROME DE EMBOLIA GRASA
TRAS FRACTURA ÓSEA
María Isabel Ostabal Artigas.
ETIOLOGIA
El síndrome de embolía grasa, se puede clasificar en traumático o no trau-
mático. Dentro de las causas traumáticas figuran:
- Daño a tejidos blandos.
- Fracturas de huesos largos.
- Trasplante y cultivo de médula ósea.
- Cirugía ortopédica (clavos y prótesis medulares).
- Procedimientos estéticos: modelaje mamario, liposucción, linfografía
- Histerosalpingografía.
- Inyección de aceite vegetal.
- Quemadura.
- Posterior a circulación extracorpórea.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
CLÍNICA
El síndrome de embolia grasa aparece entre las 24 -72 horas posteriores
a un traumatismo o una intervención quirúrgica ortopédica. Existe una tríada
clásica que cuando aparece facilita su diagnóstico y que consiste en afectación
pulmonar, alteraciones cognitivas y rash petequial; sin embargo la disnea, la
taquipnea y la hipoxemia son los primeros signos en aparecer en aproximada-
mente un 75-80% de los casos. De los pacientes que sufren un síndrome de embo-
lia aguda aproximadamente la mitad van a requerir ingreso en UCI y ventilación
mecánica.
Los síntomas neurológicos consisten en delirio, cefalea, somnolencia, irri-
tabilidad, mareos, coma o focalidad neurológica, en mayor o menor intensidad
aparecen en el 80% de los casos. Estos pueden ser transitorios o dejar secuelas.
Las petequias aparecen en un 60% de los casos, se presentan en conjunti-
vas, mucosa oral, tórax y axilas. Se debe a la embolización de los pequeños capi-
lares cutáneos lo cual lleva a extravasación de eritrocitos. El exantema petequial
es el signo más específico, pero también suele ser el último en aparecer.
Existen otros síntomas, que pueden hacer su presencia en el síndrome de
embolia grasa como son la fiebre, la taquicardia, los exudados retinianos, el edema
macular, las alteraciones en la función renal y las alteraciones de la coagulación.
Los datos de laboratorio más frecuentes en estos pacientes son tromboci-
topenia, anemia de causa no explicada, grasa en sangre, en orina, proteinuria y
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Síndrome de embolia grasa tras fractura ósea
hematuria.
FISIOPATOLOGÍA
Las manifestaciones fisiopatológicas de la embolia pulmonar son mecáni-
cas y funcionales, existiendo varias hipótesis que tratan de explicarla.
La teoría de la intravasación: Se refiere al paso de grasa a la circulación
venosa. Para que esto ocurra debe haber una diferencia de presiones entre el vaso
y el tejido oseo. Durante la manipulación de la médula ósea, la presión intrame-
dular puede pasar de los 40 a 50 mmHg hasta los 800 a 1400mmHg, lo que pro-
voca la suelta de grasa de la médula ósea hacia la circulación sistémica a través
del drenaje venoso de las metástasis distales.
La teoría bioquímica de la lipasa y de los ácidos grasos libres plantea que
durante el trauma se incrementa la lipasa sérica. Por ende hay una elevación de
ácidos grasos libres, los cuales se degradan en esteres de glicerol y ácidos grasos.
El ácido graso en su forma libre tiene muy alta toxicidad por las unidades alveolo-
capilares, causa edema, hemorragia y destrucción de la arquitectura pulmonar.
DIAGNÓSTICO
El síndrome de embolia grasa se diagnostica por una serie de datos clí-
nicos y la exclusión de otras patologías. Existen varias escalas que requieren
los criterios necesarios para hacer un diagnóstico, como son la escala de Gurd y
Wilson. Esta escala que fue creada por dichos autores en 1974 y que luego sufrió
pequeñas variaciones, basa su diagnóstico en la presencia de dos criterios mayo-
res o uno mayor y cuatro menores. (Tabla 1)
Criterios mayores:
• Petequias en zona subconjuntival y axilar.
• Hipoxemia (PaO2< 60mmHg con FiO2=0,4)
• Alteraciones del nivel de conciencia, no compatibles con hipoxemia.
Criterios menores:
• Taquicardia <110 lpm.
• Fiebre < 38,5ºC
• Embolismos retinianos
• Lípidos en orina.
• Descenso brusco del Hematocrito o del número de plaquetas.
• Lípidos presentes en el esputo
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Síndrome de embolia grasa tras fractura ósea
TRATAMIENTO
El tratamiento es sintomático, se basa en medidas de soporte para asegurar
una adecuada oxigenación. En no pocos casos, es necesaria la intubación del
paciente e incluso su relajación para poder ser adecuadamente ventilado.
Se realizará un estricto monitoreo del estado hemodinámico y el manteni-
miento del volumen sanguíneo adecuado, para evitar el daño pulmonar.
El uso profiláctico de corticoides para evitar la aparición de este cuadro
ante la presencia de fractura de huesos largos, es controvertido. Aceptándose
actualmente que en pacientes de alto riesgo (fracturas múltiple con compromiso
de huesos largos), puede ser beneficioso el uso de pautas cortas de corticoides; por
ejemplo, 6 mg de dexametasona cada 6 horas, durante 48 horas. La mayor parte
de los estudios apuntan que la administración de corticoides reduce la hipoxemia
aunque no modifica la mortalidad. Llegado a este punto, debemos dejar claro que
no existe, al día de hoy, evidencia para recomendar su uso en todos los casos.
Si que parece que reduce la incidencia de este cuadro, la estabilización qui-
rúrgica temprana de las fracturas, nada más ingresar en el hospital. No obstante,
esto no es siempre posible dado que muchas veces estos pacientes son politrau-
matizados con afectación de órganos vitales, sobre los cuales hay que actuar.
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Atención integral urgente ante politraumatismos
BIBLIOGRAFÍA
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Muerte cerebral tras traumatismo cranoencefálico
CAPÍTULO LV
MUERTE CEREBRAL TRAS TRAUMATISMO
CRANEOENCEFÁLICO
María Isabel Ostabal Artigas.
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Muerte cerebral tras traumatismo cranoencefálico
BIBLIOGRAFÍA
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