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*Jorge Familiar, Vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe
*Jorge Familiar. 2016. Banco Mundial. América latina y el caribe: panorama general.
Recuperado de http://www.bancomundial.org/es/news/feature/2016/05/04/turning-
point-for-energy-security-caribbean
Las energías renovables en el Caribe
El Caribe recibe una alta insolación durante todo el año, por lo que las condiciones son
excelentes para la explotación de la energía fotovoltaica.
Pese a la crisis financiera mundial y el lento progreso en la toma de acuerdos en el escenario
mundial para enfrentar el cambio climático, los años precedentes han sido de bonanza para
las energías renovables.
Mientras otros sectores económicos se han deprimido en el mundo, la capacidad instalada
de fuentes renovables de energía continuó incrementándose en proporciones dignas de
destacar: la solar fotovoltaica, conectada a la red, se mantiene creciendo en valores
ligeramente superiores al 50 por ciento; la energía eólica viene moviéndose cercana al 30
por ciento, la solar térmica para el calentamiento de agua y la calefacción crece en
alrededor del 20 por ciento, la geotérmica lo hace al cinco por ciento, la energía hidráulica
entre tres y cuatro por ciento y la producción de etanol y biodiesel crece en 10 por ciento,
anualmente.
Las fuentes renovables de energía juegan un papel importante en el suministro de energía
a miles de millones de personas en países en vías de desarrollo, entre ellas las que habitan
el Caribe, quienes continúan dependiendo de las más tradicionales fuentes de energía,
tanto para el sector residencial como para la pequeña industria.
El número de viviendas rurales alimentadas con fuentes renovables de energía es difícil de
contabilizar. Se estima que llega a los diez millones en todo el mundo en desarrollo cuando
se incluyen todas las formas de energías renovables. Díganse el biogás para cocinar y
alumbrarse a partir de plantas de biogás de escala familiar, la pequeña hidroeléctrica
conectada a redes locales de comunidades rurales o los millones de hogares electrificados
con energía solar fotovoltaica y pequeños aerogeneradores.
La matriz energética de la oferta de energía en América Latina y el Caribe muestra el
predominio de los combustibles fósiles (74 %) (Fig.1). En el 25 por ciento de participación
de las fuentes renovables de energía, el papel predominante lo juega la biomasa, con 14
por ciento, y la hidroenergía con ocho por ciento. En el tres por ciento restantes se
contabilizan las demás energías renovables.
Fig. 1. Matriz energética en América Latina, el Caribe y el mundo
Las islas del Caribe comprenden 13 estados independientes y varias posesiones,
dependencias y territorios coloniales. Las islas mayores son Cuba, Jamaica, la Española
(Haití y República Dominicana) y Puerto Rico. El resto de las islas caribeñas independientes
son Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados, Dominica, Granada, St. Kits y Nevis, San Vicente
y las Granadinas, Santa Lucía y Trinidad y Tobago.
La situación energética en estas islas se caracteriza por una alta dependencia del petróleo,
que es la fuente de más alta participación en la energía comercial. La mayor parte de ese
petróleo se importa, lo que conlleva una gran incidencia en el balance comercial de los
países del área. El consumo comercial de energía tiene su base en los derivados del petróleo
en más del 97 por ciento.
En la región caribeña sólo Trinidad y Tobago exporta productos derivados del petróleo;
Barbados y Cuba satisfacen de modo parcial sus propias necesidades de petróleo y gas
natural, mientras el resto NO posee los combustibles convencionales propios para satisfacer
sus necesidades de forma apreciable. De ahí que la mayoría de los países caribeños sean
importadores de combustibles fósiles y sus economías sean altamente dependientes de los
precios de estos y sensibles a sus fluctuaciones en el mercado internacional.
En algunos países estos recursos no existen y en otros son escasos. Esto trae consigo que la
producción de electricidad alcance altos costos y el deterioro del medioambiente sobrepase
la media mundial en más del 30 por ciento.
En el balance económico de la región, las ganancias provenientes del turismo juegan un
papel importante. Los ingresos anuales son de más de 15 billones de dólares provenientes
de productos y servicios tales como azúcar, plátanos, bauxita, oro, productos de petróleo y,
sobre todo, del turismo.
Ese balance económico se ve afectado porque una gran parte de los países caribeños
consume hasta 50 por ciento de sus ingresos por exportaciones en la compra de
combustibles convencionales. El promedio general es de 17 por ciento; es decir, el 17 por
ciento de las ganancias se emplea en la compra de energía. La región consume un promedio
de más de 90 millones de barriles de petróleo anualmente, con un crecimiento anual
aproximado de cuatro por ciento.
A esto hay que agregarle que los países caribeños están expuestos a los cambios climáticos
con los consecuentes daños medioambientales, tales como aumento del nivel del mar,
huracanes, inundaciones, arrecifes coralinos en peligro de desaparición, entre otros.
Además de esta situación, relacionada con los combustibles fósiles, también hay una gran
dependencia de la biomasa tradicional como la leña, el carbón vegetal y los desechos
forestales y animales, con la correspondiente deforestación. Por otro lado, los recursos
energéticos renovables son abundantes, la región se caracteriza por ser rica en fuentes
renovables de energía, posee un gran potencial eólico y solar, además de la biomasa como
combustible. Sin embargo, hasta el presente, el uso de estas potencialidades ha sido
relativamente despreciable, debido a las barreras existentes y a la escasez de proyectos de
desarrollo.
Las dificultades económicas inherentes al mundo en general y a los países caribeños en
particular influyen en que las compras de energía no sean altas.
Como consecuencia de todo esto, el sector energético de la región del Caribe debe dirigir
sus políticas a: