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Panorama Energético de las Islas del Caribe

Hora de desatar el potencial energético del Caribe


La situación parece haber cambiado para América Latina y el Caribe: luego de seis años de
desaceleración, está creciendo nuevamente. Pero los años de estancamiento económico
frenaron los avances sociales; la región debe estimular la recuperación económica y hallar
nuevos motores de crecimiento.
En el Caribe, se está modernizando las redes eléctricas y ayudando a los negocios a
modernizar sus edificios para que puedan ahorrar energía y abastecerse de fuentes
renovables.
La seguridad energética es una máxima prioridad de los líderes caribeños y lo ha sido por
mucho tiempo.
Dado que el costo promedio de la electricidad es cuatro veces más alto que en países ricos
como Estados Unidos, los elevados costos de la energía no solo constituyen una dificultad
cotidiana para los habitantes del Caribe, sino también uno de los principales obstáculos para
destrabar el crecimiento económico y la prosperidad en la región.
Si bien la reciente caída de los precios del petróleo alivia parcialmente la situación, también
representa una oportunidad para considerar estrategias que permitan aumentar la
seguridad energética en la región. Esto significa invertir en energías limpias y ahorrar
energía mediante el aumento de la eficiencia en la producción y el consumo.
Con el fin de contribuir a esta transformación, los líderes de los países caribeños y
destacados aliados del sector acordaron elaborar un marco regional conjunto para el
desarrollo energético durante la Cumbre sobre Seguridad Energética del Caribe, celebrada
esta semana en esta capital.
La mayoría de los países caribeños pequeños, especialmente los del Caribe Oriental,
dependen casi totalmente del petróleo para cubrir sus necesidades de energía eléctrica.
Para ellos el gasto en petróleo y gas constituye entre el 7 y el 20 por ciento del producto
interno bruto.
La región ha alcanzado un nivel de electrificación casi universal, y prácticamente todos los
hogares están conectados a la red, salvo en Haití. Después del terremoto que devastó
Puerto Príncipe, la capital de Haití, hace cinco años, la disponibilidad y la fiabilidad de los
servicios energéticos modernos siguen siendo cruciales para la recuperación y el desarrollo
sostenible del país, donde solo el 28 por ciento de la población cuenta con suministro
regular de electricidad.
Al recorrer ahora las calles de Puerto Príncipe o de Basseterre, en Saint Kitts y Nevis, se
puede observar que gran parte del alumbrado público se alimenta de energía solar. La
región del Caribe tiene un gran potencial para desarrollar diversas energías renovables, que
incluyen no solo la solar, sino también eólica, geotérmica, marina y de biomasa. Aunque la
energía solar y la eólica son intermitentes, se pueden usar en combinación con la
geotérmica renovable o con la energía limpia proveniente del gas natural.
En un estudio reciente del Banco Mundial se mostró que siete países del Caribe Oriental
tienen posibilidades de generar energía geotérmica, lo que contribuiría a reducir los costos
de su sector eléctrico, dependiente del petróleo. En la isla de Guadalupe, la planta de La
Bouillante ya está generando 15 megavatios mediante energía geotérmica. En Dominica,
Granada, Monserrat, Santa Lucía, Saint Kitts y Nevis, y San Vicente y las Granadinas se están
realizando perforaciones exploratorias y tareas de preparación.
Sin embargo, el petróleo y el gas continuarán siendo la principal fuente de generación de
energía durante un tiempo. Otra prioridad acordada por los Gobiernos del Caribe durante
la Cumbre consiste en reducir las ineficiencias de sus sistemas energéticos mediante el
ahorro y la disminución del desperdicio. Esto conlleva modernizar las empresas de
distribución y los sistemas de redes eléctricas, pero también, del lado del consumidor,
aumentar la eficiencia energética de los edificios y reemplazar equipos y electrodomésticos
antiguos, por ejemplo, mediante el uso de aparatos de aire acondicionado altamente
eficientes y bombillas de LED.
Hoy en día, casi la mitad de los hogares de Barbados usan calentadores de agua solares. Se
pueden ver paneles y calentadores de agua solares por toda la isla, conectados a edificios
gubernamentales, hospitales, empresas y miles de casas de vivos colores. La industria de la
energía solar se ha convertido en una fuente importante de empleos ecológicos en el país,
como consecuencia del liderazgo de las empresas caribeñas en la fabricación de
calentadores de agua solares en la región.
Este movimiento verde también está cobrando impulso en otras islas, como Aruba, donde
el Gobierno trabaja en colaboración con la industria hotelera e invierte en tecnologías más
eficientes y limpias. Para finales de año, casi el 50 por ciento de la energía usada en Aruba
será renovable, y su objetivo es llegar al 100 por ciento para 2020.
El Grupo Banco Mundial colabora con los Gobiernos del Caribe y los apoya en sus esfuerzos
por modernizar el sector energético mediante inversiones y cambios regulatorios referidos
tanto a la generación de energía como a la eficiencia energética, con el fin de reducir las
tarifas al público, aumentar la fiabilidad del suministro mediante la diversificación y el uso
de combustibles renovables y brindar mejores servicios.
Estas reformas son esenciales para mejorar el clima empresarial. Por ejemplo, el año
pasado, Jamaica escaló 27 puestos en el indicador de Doing Business, en parte como
consecuencia del abaratamiento de la electricidad debido a la disminución de los costos de
conexión externa.
Muchos donantes e inversores están apoyando estas reformas y, por este motivo, durante
la Cumbre de esta semana también se propuso la Red de Inversiones en Energía para el
Caribe, con la que se desarrollará una nueva estructura de cooperación para la seguridad
energética en la región.
Esta nueva red no solo promovería una mayor cooperación ente las diversas islas y entre
los Gobiernos, los donantes, las instituciones financieras internacionales y los
inversionistas, sino que también contribuiría a determinar las medidas concretas que
pueden adoptar los países del Caribe y los asociados en el desarrollo a fin de atraer
inversiones para iniciativas energéticas sostenibles.
Con este encuentro y con el acuerdo alcanzado para desarrollar una plataforma común, los
países del Caribe y sus socios demostraron su compromiso de establecer un sector
energético más eficiente, sostenible y ecológico. Se trata simplemente de un primer paso
para desatar el potencial energético del Caribe. Ahora tenemos que aprovechar el impulso.
*Jorge Familiar, Vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe
* Jorge Familiar. 2015. Banco Mundial. América latina y el caribe: panorama general.
Recuperado de http://www.bancomundial.org/es/news/opinion/2015/01/31/unlocking-
the-caribbeans-energy-potential
Seguridad energética del Caribe en una encrucijada
Los países del Caribe han iniciado una discreta revolución verde y marcan el camino para
otros pequeños estados insulares en el esfuerzo de limitar el aumento de la temperatura
mundial en 1.5 grados centígrados. Cinco meses tras el histórico acuerdo climático en París,
los desafíos persisten, pero estas naciones siguen comprometidas con el ahorro de energía
y la inversión en métodos renovables para su obtención.
Algunos podrían alegar que en un contexto de bajos precios del petróleo, los incentivos
apuntan a ralentizar estos esfuerzos. Por el contrario, este es el momento de aprovechar la
baja y avanzar en esta ambiciosa visión de futuro. Esto, precisamente, es lo que prevén
hacer esta semana durante la Cumbre Energética EE. UU.- Caribe-América Central,
organizada por el vicepresidente Joe Biden.
El Caribe se encuentra en un momento decisivo. El camino no está libre de obstáculos: a
pesar de un impulso sustancial a favor de la energía limpia, las fuentes renovables
contribuyen con menos del 10 % de la generación eléctrica en el Caribe.
Cumbre
Desde la primera Cumbre, el año pasado, los compromisos se han convertido en acciones
concretas por parte de los líderes de estas naciones, quienes han jugado un papel
preponderante en promover el desarrollo de la energía limpia, la eficiencia y la resiliencia
energética en toda la región. Con el apoyo de instituciones regionales e internacionales,
como la Caricom y el Banco Mundial, los países caribeños han comenzado una transición
hacia alternativas energéticas limpias.
La energía solar sigue creciendo a medida que mejora la tecnología y se reducen los costos
de producción. La energía eólica también crece a medida que la producción se vuelve más
viable en términos comerciales y la tecnología ayuda a administrar mejor la imprevisibilidad
de los recursos eólicos y solares.
Los países del este caribeño están eliminando los obstáculos que enfrentan todas las
renovables, incluso explorando activamente las fuentes geotérmicas como una forma de
proporcionar energía a sus países de manera confiable, limpia y rentable. Se están llevando
a cabo perforaciones exploratorias y trabajos previos en Dominica, Granada, Montserrat,
San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía y San Vicente y las Granadinas.
Es importante que esta transición hacia la energía renovable vaya de la mano de esfuerzos
para mejorar la eficiencia y reducir costos. Los gobiernos caribeños saben de la importancia
de reducir ineficiencias a través de la modernización de compañías y redes de distribución
eléctrica, y de medidas simples, como mejorar la eficiencia energética de los edificios, la
utilización de aires acondicionados de alta eficiencia y bombillas LED.
Esto es algo particularmente importante en el Caribe, en donde muchos países utilizan más
del 5% de sus ingresos en importar petróleo y aún así no logran satisfacer completamente
la demanda. La incertidumbre en torno al futuro precio del petróleo y del actual esquema
de financiamiento concesional hace aún más necesario diversificar sus fuentes de energía.
Los avances en eficiencia energética ayudan al sector privado a desarrollarse y volverse más
competitivo. Aún con los bajos precios actuales del petróleo, el promedio del costo de la
electricidad en la región está por encima de US$0,25 por kWh, entre tres y cuatro veces más
de lo que se paga en EE. UU. y demás países desarrollados.
Turismo
Para las islas pequeñas y dependientes del turismo como Barbados, en donde los aires
acondicionados representan el 48 % del consumo eléctrico en los hoteles, una mejora
continua en la eficiencia energética ayudaría a estos negocios a recortar gastos y hacer más
competitiva la industria hotelera.
En un momento de desaceleración económica mundial, éste es un ejemplo muy poderoso
de cómo la energía verde puede fortalecer el presupuesto, estimular la economía y generar
crecimiento económico.
El sector privado también puede jugar un papel importante en el desarrollo del sector
energético, a través de asociaciones público-privadas (APP).
En Dominica y Santa Lucía, el Banco Mundial está trabajando con los gobiernos para ayudar
a disminuir los riesgos de invertir en generación eléctrica, lograr acuerdos de APP lucrativos
y atraer desarrolladores calificados del sector privado. En Jamaica, un parque eólico de 36
MW recibió US$63 millones en financiamiento de la Corporación Financiera Internacional
del Grupo del Banco Mundial y otros donantes.
De manera creciente, los pequeños estados insulares deberán hacer frente a eventos
climáticos extremos y al aumento en el nivel del mar, haciendo cada vez más importante
invertir en resiliencia energética para asegurar que la infraestructura y los sistemas sean
robustos y estén bien protegidos en caso de que ocurra un desastre natural.
Caricom, junto al Grupo del Banco Mundial, los EE.UU. y otros han estado trabajando en el
establecimiento de una ventanilla única a nivel regional para brindar un mayor acceso a la
información sobre recursos técnicos, racionalizar el financiamiento y mejorar la
coordinación y la transparencia.
Los dirigentes políticos tendrán una oportunidad crucial de reforzar esta dinámica durante
la Cumbre de este año. Los avances en este sentido presentan perspectivas muy
alentadoras para la región. Al transformarse en un modelo de energía renovable, el Caribe
puede mostrarle al mundo cómo generar un crecimiento verde que beneficie a las personas
pobres y vulnerables.

*Jorge Familiar, Vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe
*Jorge Familiar. 2016. Banco Mundial. América latina y el caribe: panorama general.
Recuperado de http://www.bancomundial.org/es/news/feature/2016/05/04/turning-
point-for-energy-security-caribbean
Las energías renovables en el Caribe
El Caribe recibe una alta insolación durante todo el año, por lo que las condiciones son
excelentes para la explotación de la energía fotovoltaica.
Pese a la crisis financiera mundial y el lento progreso en la toma de acuerdos en el escenario
mundial para enfrentar el cambio climático, los años precedentes han sido de bonanza para
las energías renovables.
Mientras otros sectores económicos se han deprimido en el mundo, la capacidad instalada
de fuentes renovables de energía continuó incrementándose en proporciones dignas de
destacar: la solar fotovoltaica, conectada a la red, se mantiene creciendo en valores
ligeramente superiores al 50 por ciento; la energía eólica viene moviéndose cercana al 30
por ciento, la solar térmica para el calentamiento de agua y la calefacción crece en
alrededor del 20 por ciento, la geotérmica lo hace al cinco por ciento, la energía hidráulica
entre tres y cuatro por ciento y la producción de etanol y biodiesel crece en 10 por ciento,
anualmente.
Las fuentes renovables de energía juegan un papel importante en el suministro de energía
a miles de millones de personas en países en vías de desarrollo, entre ellas las que habitan
el Caribe, quienes continúan dependiendo de las más tradicionales fuentes de energía,
tanto para el sector residencial como para la pequeña industria.
El número de viviendas rurales alimentadas con fuentes renovables de energía es difícil de
contabilizar. Se estima que llega a los diez millones en todo el mundo en desarrollo cuando
se incluyen todas las formas de energías renovables. Díganse el biogás para cocinar y
alumbrarse a partir de plantas de biogás de escala familiar, la pequeña hidroeléctrica
conectada a redes locales de comunidades rurales o los millones de hogares electrificados
con energía solar fotovoltaica y pequeños aerogeneradores.
La matriz energética de la oferta de energía en América Latina y el Caribe muestra el
predominio de los combustibles fósiles (74 %) (Fig.1). En el 25 por ciento de participación
de las fuentes renovables de energía, el papel predominante lo juega la biomasa, con 14
por ciento, y la hidroenergía con ocho por ciento. En el tres por ciento restantes se
contabilizan las demás energías renovables.
Fig. 1. Matriz energética en América Latina, el Caribe y el mundo
Las islas del Caribe comprenden 13 estados independientes y varias posesiones,
dependencias y territorios coloniales. Las islas mayores son Cuba, Jamaica, la Española
(Haití y República Dominicana) y Puerto Rico. El resto de las islas caribeñas independientes
son Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados, Dominica, Granada, St. Kits y Nevis, San Vicente
y las Granadinas, Santa Lucía y Trinidad y Tobago.
La situación energética en estas islas se caracteriza por una alta dependencia del petróleo,
que es la fuente de más alta participación en la energía comercial. La mayor parte de ese
petróleo se importa, lo que conlleva una gran incidencia en el balance comercial de los
países del área. El consumo comercial de energía tiene su base en los derivados del petróleo
en más del 97 por ciento.
En la región caribeña sólo Trinidad y Tobago exporta productos derivados del petróleo;
Barbados y Cuba satisfacen de modo parcial sus propias necesidades de petróleo y gas
natural, mientras el resto NO posee los combustibles convencionales propios para satisfacer
sus necesidades de forma apreciable. De ahí que la mayoría de los países caribeños sean
importadores de combustibles fósiles y sus economías sean altamente dependientes de los
precios de estos y sensibles a sus fluctuaciones en el mercado internacional.
En algunos países estos recursos no existen y en otros son escasos. Esto trae consigo que la
producción de electricidad alcance altos costos y el deterioro del medioambiente sobrepase
la media mundial en más del 30 por ciento.
En el balance económico de la región, las ganancias provenientes del turismo juegan un
papel importante. Los ingresos anuales son de más de 15 billones de dólares provenientes
de productos y servicios tales como azúcar, plátanos, bauxita, oro, productos de petróleo y,
sobre todo, del turismo.
Ese balance económico se ve afectado porque una gran parte de los países caribeños
consume hasta 50 por ciento de sus ingresos por exportaciones en la compra de
combustibles convencionales. El promedio general es de 17 por ciento; es decir, el 17 por
ciento de las ganancias se emplea en la compra de energía. La región consume un promedio
de más de 90 millones de barriles de petróleo anualmente, con un crecimiento anual
aproximado de cuatro por ciento.
A esto hay que agregarle que los países caribeños están expuestos a los cambios climáticos
con los consecuentes daños medioambientales, tales como aumento del nivel del mar,
huracanes, inundaciones, arrecifes coralinos en peligro de desaparición, entre otros.
Además de esta situación, relacionada con los combustibles fósiles, también hay una gran
dependencia de la biomasa tradicional como la leña, el carbón vegetal y los desechos
forestales y animales, con la correspondiente deforestación. Por otro lado, los recursos
energéticos renovables son abundantes, la región se caracteriza por ser rica en fuentes
renovables de energía, posee un gran potencial eólico y solar, además de la biomasa como
combustible. Sin embargo, hasta el presente, el uso de estas potencialidades ha sido
relativamente despreciable, debido a las barreras existentes y a la escasez de proyectos de
desarrollo.
Las dificultades económicas inherentes al mundo en general y a los países caribeños en
particular influyen en que las compras de energía no sean altas.
Como consecuencia de todo esto, el sector energético de la región del Caribe debe dirigir
sus políticas a:

 Asegurar el suministro de energía


 Reforzar el crecimiento económico
 Lograr un desarrollo sostenible
La región del Caribe experimenta un rápido desarrollo económico, en algunos países por
encima de los más desarrollados, por lo que necesita respaldarse por un desarrollo
energético sostenible y con costos mínimos. Este desarrollo debe garantizar el acceso a la
energía a todo el ámbito social, sin exclusiones. Un rápido desarrollo y uso del enorme
potencial de las fuentes renovables de energía de la región permitiría cumplimentar este
requerimiento.
Situación actual de las energías renovables
Tal como se señaló anteriormente, los recursos renovables de energía en la zona caribeña
son abundantes, desde las ya tradicionales como la energía hidráulica hasta las nuevas y
emergentes como la eólica, la solar y la biomasa. La energía geotérmica también es una
fuente potencial en algunos países. Sin embargo, la utilización de las energías renovables
apenas llega al dos por ciento.
Este bajo nivel de participación está ligado a las barreras existentes para la implementación
del uso eficiente de las fuentes renovables de energía. Estas barreras son de tipo
regulatorias, económicas, financieras e institucionales y sociales. El establecimiento de
marcos regulatorios y políticas de apoyo a las fuentes renovables de energía (FRE) necesita
la identificación de estas barreras como ha ocurrido en los países desarrollados, europeos
fundamentalmente.
No obstante, en la mayoría de las islas las energías renovables están en explotación. En esta
región existen interesantes iniciativas relacionadas con el sector energético, incluidos varios
proyectos. Los propósitos de estas iniciativas son contribuir al desarrollo sostenible, mitigar
los efectos negativos del cambio climático y satisfacer la creciente demanda de energía
relacionada, fundamentalmente, con la industria turística.
Energía eólica: Las evaluaciones del potencial eólico realizadas muestran que los países
caribeños poseen potenciales significativos de energía eólica.
En 2010, la región alcanzó una capacidad total instalada de 186,13 megavatios (MW), 161
por ciento más que en 2009, por lo que se puede aseverar que la energía eólica se muestra
como la fuente renovable de energía de mayor crecimiento en el área. Después de varios
años con poco crecimiento, este salto en el desarrollo se debe, fundamentalmente, a las
acciones realizadas en: República Dominicana, con casi 250 veces más, de 0,24 MW a 60,2
MW; Aruba (de 0 MW a 30,0 MW), Bonaire (casi 30 veces más, de 0,33 MW a 10,8 MW),
Dominica (de 0,225 MW a 7,2 MW), Cuba (de 7,2 MW a 11,7 MW) y St. Kits y Nevis (de 0
MW a 2,20 MW).
Curazao (12,0 MW), Guadalupe (20,5 MW), Martinica (1,1 MW) y Jamaica (29,7 MW)
mantuvieron en 2010 la misma capacidad instalada.
Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados, Haití, Santa Lucía, San Vincent y Grenadinas, y
Trinidad y Tobago no tienen aún ninguna potencia instalada.
Tabla 1: Varios indicadores de las islas caribeñas
En Puerto Rico se construye un parque eólico de 75 MW, para su puesta en marcha este
año 2012, y constituirá el mayor parque eólico de la región.
Energía hidráulica: La energía hidráulica se concentra, fundamentalmente, en los sistemas
de pequeña escala, debido a que las islas del Caribe no poseen grandes ríos que permitan
su utilización a gran escala. En el Caribe, la energía hidroeléctrica se utiliza en Dominica (7.6
MW), San Vicente y las Granadinas (5.6 MW), Cuba (62,0 MW) y Jamaica (23.8 MW). No se
conoce con exactitud el potencial hidráulico en muchas islas caribeñas. El disponible en
Cuba es de 848 MW, incluyendo dos hidroacumuladoras de 340 MW; aún queda mucha
potencialidad por explotar.
Energía solar fotovoltaica: El Caribe recibe una alta insolación durante todo el año, con
valores de cinco kilovatios por día por metro cuadrado y mayor en determinados países,
por lo que las condiciones son excelentes para la explotación de este tipo de energía. Existen
condiciones excepcionales para la producción de calor y frío empleando la tecnología de la
absorción, para la instalación de paneles fotovoltaicos aislados y conectados a la red, el
calentamiento de agua y el secado solar y para el empleo de los concentradores solares.
En el Caribe, la energía solar fotovoltaica se utiliza, principalmente, para electrificar zonas
alejadas de la red eléctrica. Constituye un nicho de mercado por la gran cantidad de
aplicaciones que posee en la iluminación, el bombeo de agua, la electrificación de
comunidades rurales y viviendas aisladas, entre otras. Por todo ello pudiera constituir un
elemento importante para lograr el desarrollo económico y social en áreas remotas de los
países de la región. En Cuba el empleo de la energía solar fotovoltaica ha apoyado el
desarrollo de las zonas rurales con la electrificación de escuelas y hospitales rurales,
consultorios de médicos de la familia, viviendas y comunidades rurales, para un total de
9.724 instalaciones en todo el país.
Cuba posee una fábrica con una línea de ensamblaje de paneles solares fotovoltaicos en
Pinar del Río, provincia del extremo occidental del país, donde se produjeron 7.421 paneles
fotovoltaicos en 2011. Ese año en el país se instalaron 26 kilowatt pico (kWp) en 12
instalaciones públicas, siete sistemas fotovoltaicos para el bombeo de agua, 117 sistemas
autónomos para viviendas rurales y en cuatro sistemas conectados a la red.
En cuanto a los calentadores solares, existen varios proyectos dirigidos a su introducción en
Barbados, donde se trabaja para la instalación de 38.000 calentadores y donde funciona un
Centro de Entrenamiento para las Energías Renovables; en Jamaica se trabaja con una
política para que todas las entidades públicas, tales como escuelas, hospitales y edificios
gubernamentales instalen calentadores solares; y en Santa Lucía, se desarrolla un proyecto
de U.N. Industrial Development Organization (UNIDO) que financia el mercado doméstico
de energía solar. En Cuba existe una fábrica de calentadores solares y funcionan 6.447
instalaciones de calentamiento de agua solar, fundamentalmente en instalaciones públicas.
En 2011 se instalaron 460 calentadores solares en hoteles y en proyecto se encuentra el
montaje de 500 calentadores.
Biomasa: En el Caribe las fuentes de energía provenientes de la biomasa son abundantes.
Entre otras se destacan los residuos agrícolas como el bagazo y los subproductos de la caña
de azúcar; los sobrantes de la industria azucarera, como la melaza, la madera y los desechos
leñosos tales como las astillas de los aserraderos y el gas de vertedero. Muchas fábricas de
azúcar generan energía para sus necesidades propias de calor y electricidad y, en algunos
casos, esta se suministra a la red eléctrica, como ocurre en Cuba y en Puerto Rico. Otro
ejemplo en este sentido es Jamaica, donde casi seis por ciento de la electricidad proviene
de esta tecnología. El biogás no es un elemento de uso generalizado en la región y, sin
embargo, constituye un portador energético importante para la cocción de alimentos y para
producir electricidad.
La producción de alcohol y de biodiesel es otra fuente de energía útil para su empleo en el
transporte. El país líder en Latinoamérica es Brasil, cuya producción de etanol en 2010
representó 33 por ciento de la producción mundial. En este país se comercializa el etanol
como combustible, tanto puro como en mezcla de 25 por ciento de etanol y 75 por cineto
de gasolina. Otros países del área que producen etanol como combustible son Colombia,
República Dominicana y Jamaica. El biodiesel no tiene una producción en el Caribe a
destacar. En América Latina se pueden nombrar Brasil, Argentina y Colombia, que
produjeron 13, 10 y tres por ciento, respectivamente, del biodiesel producido en el mundo
en 2010.
La producción de biocombustibles a partir de la caña de azúcar, el maíz y la soya, entre
otras fuentes, es un elemento muy cuestionado en estos momentos por los impactos
ambientales y sociales que se les asocian, tales como el uso de la tierra y la deforestación,
el balance neto de energía y los impactos en el mercado de alimentos. Todos ellos pueden
variar significativamente de un país a otro. La fragilidad de los ecosistemas caribeños
conlleva a tener en cuenta estos cuestionamientos.
Bajo el proyecto de la comunidad Cocodrilo, en la Isla de la Juventud, en el sur occidental
de Cuba, se instaló en 2011 una planta de 60 kW para producir electricidad a partir de la
gasificación de la biomasa forestal. Igualmente se puso en marcha otro gasificador en el
aserrío El Brujo, en Santiago de Cuba, 860 kilómetros al este de La Habana, y otro continúa
en la Estación Experimental Indio Hatuey, en Matanzas, provincia ubicada a unos 100
kilómetros de La Habana.
Energía geotérmica: Esta fuente de energía es propia de las zonas de actividad volcánica. Su
empleo principal estaría dirigido a la generación de electricidad. En el Caribe no es frecuente
este recurso. En Guadalupe se hace uso de esta fuente para la generación de electricidad
con una planta piloto de 4 MW. Hay gran potencial al respecto en Santa Lucía y Dominica.
Precisamente en Santa Lucía se desarrolla un proyecto para la evaluación de este recurso.
En el Caribe hay otras fuentes potenciales de energía renovable, como la Conversión de
Energía Térmica Oceánica (OTEC, por sus siglas en inglés) y las corrientes marinas, pero
debido a sus altos costos aún no se cuenta con un grado de madurez tecnológica para
explotarlas.

Proyectos y programas de energía vigentes en el Caribe


En el Caribe intervienen diferentes instituciones y organismos internacionales que trabajan
en el desarrollo de variados proyectos, programas e iniciativas vinculadas al sector
energético. El propósito de estos proyectos es acelerar la introducción de las fuentes
renovables de energía en la región e incrementar el uso más eficiente de la energía.
Entre estos proyectos se encuentran:
1. El proyecto “CARIBBEAN RENEWABLE ENERGY DEVELOPMENT PROGRAMME (CREDP)”,
que conduce la Comunidad del Caribe (CARICOM) y surgió en 1998 con el objetivo de
eliminar las barreras que limitan la utilización de las energías renovables, así como fomentar
su desarrollo y comercialización. Los objetivos de este proyecto son la reducción de las
emisiones de gases efecto invernadero, establecer los fundamentos para lograr una
industria energética renovable sustentable y crear el marco para la puesta en marcha de
proyectos regionales y nacionales con integración regional.
2. El proyecto Eficiencia Energética en el Caribe, cuya contraparte regional es la
Organización Latinoamericana de Energía (OLADE), mediante el Sistema de Información
Energética, y es financiado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)
y el Global Environment Facility (GEF) con los siguientes objetivos: establecer políticas sobre
la eficiencia energética y su regulación, el desarrollo de empresas comerciales, la elevación
de la conciencia y gestión de la información y la formación de recursos humanos.
3. El proyecto “Energía sostenible para el desarrollo sostenible en el Caribe”, organizado
por la CARICOM con los propósitos de acelerar la transferencia y la introducción de las
fuentes renovables de la energía; implementar proyectos pilotos de eficiencia energética y
formar recursos humanos profesionales en el sector de la energía.
4. PETROCARIBE es un proyecto energético regional de nuevo tipo, fundado bajo los
principios de interacción, solidaridad y complementariedad. Los objetivos principales de
este organismo son contribuir a la seguridad energética, al desarrollo económico y social, y
a la integración de los países caribeños mediante el uso soberano de los recursos
energéticos regionales. Cuba y los trece países pertenecientes a PETROCRIBE desarrollan un
programa de utilización creciente de las fuentes renovables de energía como solución de
fondo a la problemática energética y la protección ambiental, que tiene su mayor expresión
en la Revolución Energética impulsada en el mayor archipiélago del Caribe desde 2005. En
este contexto, desde noviembre de 2007 se desarrollan 31 proyectos en todos los países de
PETROCARIBE, cuyo objetivo es reemplazar los bombillos incandescentes por otros de bajo
consumo de energía.
En la conocida como la Iniciativa Latinoamericana y Caribeña para el Desarrollo Sostenible
(ILACDS), presentada y aprobada en la Primera Reunión Extraordinaria del Foro de
Ministros de Medio Ambiente de América Latina y el Caribe, celebrada en Johannesburgo
en agosto de 2002, se acordó alcanzar una participación mínima de 10 por ciento de las
fuentes renovables de energía en la oferta total de energía primaria en 2010.
En un balance de la región, algunos países sobrepasan esa meta y otros aún no la alcanzan,
por lo que el balance es insatisfactorio. En 2010, el 18,8 por ciento de la energía primaria
en Cuba se generó con fuentes renovables de energía, aunque aún por debajo de sus
potencialidades. Hace 10 años la participación de las energías renovables alcanzaba el 30
por ciento. Se encuentran instaladas y en funcionamiento 26.814 instalaciones que trabajan
con energías renovables.
Además, opera una fábrica de calentadores solares de distintas tecnologías y otra que
ensambla paneles fotovoltaicos. También se producen molinos de viento y turbinas para
pequeñas centrales hidráulicas. Además, se construyen pequeñas y medianas plantas de
biogás con materiales locales.
Un ejemplo a imitar en este sentido es el programa de desarrollo energético de la isla de
Bonaire, el cual pretende satisfacer la totalidad de sus necesidades energéticas con energías
renovables en 2015, buscando la autosuficiencia energética. Igualmente, el gobierno de
Santa Lucía anunció en la Cumbre de Desarrollo Sostenible de Johannesburgo, en 2002, un
ambicioso programa que declara que el país se convertirá en modelo en el uso de las
fuentes renovables de energía en un período de 10 años, pretendiendo ser la primera “Isla
Energéticamente Sostenible” en el mundo.
Otra iniciativa es el “The Caribbean and the Clean Mechanism Project”, dirigido a adaptar y
simplificar el proceso de intervención de este programa en la región.
A manera de cierre
La región del Caribe aún está lejos de independizarse de la energía importada. Todavía las
energías renovables no juegan el papel que se requiere y su participación no es apreciable
para lograr la soberanía energética que el área necesita.
Es imposible un desarrollo sostenible de la región con una matriz energética basada en
combustibles fósiles contaminantes. La insuficiencia de electricidad para garantizar el
incremento de la demanda futura pudiera limitar el desarrollo de la región. El aumento de
la generación de electricidad a partir de combustibles fósiles puede ser una vía, pero no es
la más segura ni la más limpia. Esta forma hay que tenerla en cuenta en un periodo
transicional hacia una matriz energética sostenible, pero no como la solución definitiva,
debido a sus efectos sobre el medioambiente y por la continuación de la dependencia, tanto
del combustible como de la tecnología.
Otro elemento a tener en cuenta para aumentar la disponibilidad de electricidad en la
región es el mejoramiento de la eficiencia energética, fundamentalmente la relativa a la
aplicación de una arquitectura sostenible con medidas tales como la iluminación y
ventilación naturales, la reducción de las cargas térmicas, además del calentamiento del
agua por vía solar, el bombeo de agua con energías renovables, entre otras.
Pero la manera más promisoria de producir electricidad en la región es mediante fuentes
renovables de energía, por su sostenibilidad y su carácter infinito. Con esta aplicación la
disponibilidad de energía estaría asegurada.
No es difícil concluir que la región del Caribe necesita promover y consolidar la idea de
trabajar por un desarrollo y sistema energético sostenible, basado en las fuentes renovables
de energía.
No todos los países del área poseen legislaciones enfocadas a ello. Resulta imprescindible
que los países posean políticas y marcos legales propios, dirigidos a la promoción de las
fuentes renovables de energía; que tengan en cuenta incentivos y mecanismos que
fomenten el desarrollo energético sostenible, sin afectar la política de inclusión social y sin
llevarle costos adicionales a la población.
Esas políticas deben diseñarse de forma tal que impulsen también la transferencia de
tecnología y la correcta utilización de recursos humanos y materias primas endógenas.
Manejando una matriz eléctrica limpia, se puede alcanzar una mayor penetración de la
electricidad en los usos finales, así como elevar la eficiencia en el sector energético y en los
procesos productivos, con un mínimo impacto ambiental.
*El autor es Doctor en Ciencias Técnicas y profesor titular del Centro de Estudios de Energías
Energéticas Renovables (CETER). Miembro de la Junta Directiva de CUBASOLAR y de la
Academia de Ciencias de Cuba. Miembro de la Junta Directiva de la Asociación Mundial de
Energía Eólica (WWEA por sus siglas en inglés) como representante para América Central y
el Caribe.
*2012. Las energías renovables en el Caribe. IPS. Recuperado de
http://www.ipscuba.net/ipscuba-net/visiones-del-caribe/en-profundidad/las-energias-
renovables-en-el-caribe/

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