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Introducción
El pensamiento de esta época está regido por el Liberalismo, esta doctrina surge en
Inglaterra hacia casi un Siglo. En esencia, sostenía el principio de la libertad individual
frente al Estado y la imposición de la razón por sobre las creencias religiosas. En el ámbito
económico sostenía que las riquezas de las naciones se lograba con un intercambio
comercial sin restricciones y, por lo tanto, los países en lugar de proteger su sistema
económico con barreras aduaneras, debía aceptar la competencia de los otros países.
También, durante esta etapa los partidos políticos consolidaron su existencia, con
programas y estructuras permanentes, a su vez, las alianzas y combinaciones de partidos
adquirieron una mayor definición y acabada formalidad.
Los presidentes
Economía
“Al inicio de esta época todos los rubros económicos se encontraban en expansión. La
exportación de nuestros productos estaba en alza; nuevos descubrimientos de minerales
generaron grandes fortunas; la agricultura dejaba márgenes suficientes para la exportación;
el salitre, aunque ubicado en territorio peruano, era explotado por capitales chilenos con
óptimos resultados. El caso más notable fue el descubrimiento del mineral de “Caracoles”,
cerca de Antofagasta (1870). Aunque estaba en territorio boliviano, su exportación corrió
por cuenta de capitales chilenos. De esa mina brotó durante ocho años un verdadero raudal
de plata. La producción de cobre llegó a niveles que colocaron a chile como el mayor
productor del mundo.
Pero al finalizarla década de 1870 se produjo una grave crisis económica. Se agotaron
algunas minas, entre ellas la de “Caracoles”, que disminuyo la producción de cobre de alta
ley, y la agricultura bajo su rendimiento. Por otra parte, surgió en mundo una profunda
recesión. Los precios de los precios de los productos chileno s de exportación bajaron
notablemente por falta de mercados. Se produjo la quiebra de muchas sociedades anónimas
relacionadas con la exportación de minerales. Parte del comercio debió cerrar sus puertas.”
(Galdames, 1996; pp. 437)
Hasta 1850 la economía chilena se había caracterizado por tener un sistema bimetálico, es
decir, sólo circulaban monedas de oro y plata. Esta situación entorpecía seriamente las
prácticas comerciales, dificultaba las transacciones y encarecía enormemente los préstamos.
La Ley de Bancos promulgada en 1860 reguló el funcionamiento. Junto con los bancos se
creó el papel moneda, es decir los billetes, remplazando a las monedas de oro y plata,
facilitando las transacciones comerciales, el ahorro y el crédito.
Esta situación, más las crisis económicas que afectaban al país debido a su vinculación con
la economía internacional, provocaron otro problema, la devaluación: pérdida del valor de
la moneda. Por ejemplo en 1850 un peso chileno valía 46,1 peniques ingleses mientras que
en 1900 un peso chileno equivalía sólo a 16,8 peniques ingleses. Sin duda que la inflación y
la devaluación afectaron la solidez de crecimiento de la economía y la situación económica
de muchos chilenos sobre todo de los sectores populares y de los empresarios.
Figuraban en este grupo apellidos tales como Bezanilla, Ossa, Matte, Edwards, Concha y
Toro, Ross, etc. El activo comercio nacional e internacional, con sus grandes agencias
ligadas a la agricultura, a la minería y a ciertas industrias livianas de bienes de consumo,
dio prosperidad a círculos de empresarios y agentes comerciales.
Este grupo, íntimamente ligado entre sí, formó la burguesíai, este grupo, por su riqueza y
poder comenzó a rivalizar con la antigua aristocracia terrateniente.
Desde el punto de vista ideológico, la burguesía fue liberal y radical, enemiga de la Iglesia
y del espíritu conservador que animaba a otros grupos de la sociedad. Defensora de las
libertades públicas, era contraria al poder omnímodo del Ejecutivo y, en cambio, propiciaba
mayores atribuciones para el Parlamento.
Política
Leyes Laicasii
Cementerios Laicos
En 1884 s dictaron un conjunto de leyes conocidas con el nombre de Leyes Laicas, entre
ellas, la ley de cementerios laicos para individuos de cualquier credo religioso.
Un hecho de esta especie, aunque grotesco, no dejó de advertir al Gobierno del peligro de
retardar la incorporación definitiva del territorio araucano a la República. Entonces se puso
en práctica ampliamente en sistema de reducción de los indígenas, que ya desde el siglo
XVII habían tratado de planear algunos Gobernadores coloniales y que de nuevo se había
iniciado a fines del decenio de Montt. Consistía ese sistema en rodear de fuertes la frontera
araucana; ir fundando ciudades al amparo de esos fuertes e ir avanzando paulatinamente al
interior, al mismo tiempo que se ponían en explotación las tierras ocupadas. En
1868ocurrió un nuevo levantamiento indígena, que puso al día la cuestión de Arauco y que
duró tres años. Sin embargo, no fue un episodio más en la secular lucha de los araucanos
por mantener su independencia y la posesión de su suelo.
Durante la guerra del Pacífico las tropas que resguardaban la frontera de la Araucanía
habían disminuido mucho, porque cuerpos enteros se retiraron de ella para ser trasladadas
al Perú. Aprovechando esta situación, los indígenas nuevamente se alzaron en armas el año
1880 y asolaron con sus <<malones>> todas las comarcas vecinas. Las guarniciones de
algunos fuertes hubieron de retirarse y la línea del río Traiguén, ocupada anteriormente, vio
comprometida su seguridad.
Pero tomada Lima, las primeras tropas que regresaron fueron destinadas a pacificar esa
rebelión. El coronel Gregorio Urrutia, al mando del ejército de la frontera, dominó en dos
años las líneas del Curacautín y del Alto Biobío, en las faldas de los Andes. Nuevas
ciudades como Temuco, Carahue y Nueva Imperial surgieron al amparo de las operaciones
militares. Pronto la locomotora cruzó esta zona; las primeras rutas recorridas fueron Angol
-Traiguén y Collipulli a Victoria.
Relaciones exteriores
Antecedentes de la Guerra
Cuando las colonias españolas en América obtienen su independencia se acordó que los
nuevos países establecerían como límites territoriales los existentes al momento de
emanciparse, bajo el principio de Uti Possidetisiii. Sin embargo, no se determinaron con
certeza la ubicación de los límites, por lo cual Chile, Perú y Bolivia comenzaron a tener
roces o diferencias, más aún, si estos terrenos comenzaron a adquirir cierta importancia
económica. Para poner término a las diferencias limítrofes se firmaron tratados, de los
cuales destacan:
A. Tratado de 1866
Firmado entre Chile y Bolivia, el cual especificaba el límite de ambos en el paralelo 24,
acordando a su vez, que entre los paralelos 23 y 25 se repartirían las ganancias que
produjeran las exportaciones de guano y minerales.
B. Tratado de 1874
Ante los problemas que generó la aplicación del tratado anterior, en especial, por la presión
que ejerció el gobierno boliviano ante los capitales chilenos, se estableció que el límite
entre ambos países seguiría siendo el paralelo 24, pero Chile renunciaría a las ganancias por
las exportaciones entre los paralelos 23 y 25, los que irían en su totalidad a Bolivia. En
cambio, este país, se comprometía, por un período de 25 años, a no subir los impuestos
sobre los capitales y empresas chilenas instaladas al norte del paralelo 24.
Un año antes de la firma de este tratado, secretamente Bolivia suscribió con Perú un tratado
confidencial y reservado de “alianza defensiva”, por lo que ante cualquier intento de guerra,
los dos países se transformarían en aliados.
Si bien los tratados son un antecedente que explica el conflicto, se debe señalar que existe
otro tan importante como el anterior.
En 1876, tras un golpe de Estado, el dictador Hilarión Daza se apodera de Bolivia, la cual
estaba sumida en una grave crisis económica. Para solucionar ello, ordenó implantar un
nuevo impuesto de diez centavos por quintal de salitre exportado por las compañías
chilenas instaladas en territorio boliviano. Las compañías nacionales protestaron y se
basaron en el tratado de 1874 para negarse a pagar dicha alza. El gobierno altiplánico
determinó entonces, que en febrero de 1879, se embargaran y remataran las oficinas
salitreras. Ante esta situación, el Gobierno de Aníbal Pinto (1876 – 1881) acordó proteger a
los salitreros chilenos y decretó la ocupación militar de Antofagasta, encabezada por Emilio
Sotomayor. Tras la dicha ocupación, Bolivia declaró la guerra a Chile el 1 de Marzo de
1879, a lo cual se sumó Perú por el acuerdo secreto antes descrito. Chile, entonces, declaró
la guerra a ambos países en abril de 1879, desarrollándose esta en diferentes “Campañas”,
las cuales se describen a continuación.
La Solución al Conflicto:
El Tratado de Ancón, 1883: En abril de 1882, el General Peruano Miguel Iglesias lanzó
un manifiesto pidiendo la Paz inmediata con Chile. Proclamado Presidente de la República,
procedió a negociar de inmediato las condiciones de Paz.
El 20 de octubre de 1883, se firmaba el Tratado de Ancón, cuyas disposiciones principales
establecían:
Perú cedía a Chile "perpetua e incondicionalmente" La Provincia de Tarapacá.
Tacna y Arica continuarían poseídas por Chile por 10 años. Transcurridos los cuales un
Plebiscito decidiría su nacionalidad definitiva.
El país vencedor en el Plebiscito pagaría al otro $ 10.000.000.
Un protocolo que se consideraría parte integrante del Tratado establecería las modalidades
del Plebiscito y los términos del Citado pago de $ 10.000.000.
Tratado de Tregua con Bolivia, 1884: Tras el Tratado de Ancón, se posibilitó la búsqueda
las condiciones de paz con Bolivia. E1 4 de abril de 1884 se firmaba en Valparaíso un pacto
chileno-boliviano. Sus puntos principales fueron:
I) La tregua sería de duración indefinida.
II) Antofagasta continuaría sometida a las leyes chilenas.
III) Se restablecían las relaciones comerciales entre Chile y Bolivia, otorgándose a esta
última franquicias especiales para su comercio en Arica y Antofagasta.
IV) Bolivia devolvería las propiedades confiscadas los chilenos durante la Guerra del
Pacífico.
Consecuencias de la Guerra del Pacífico
La extensa y minera región del Norte, cuya riqueza había sido creada por el esfuerzo y
capital chileno, quedaba ahora definitivamente incorporada al Estado de Chile.
Chile emergía del Conflicto victorioso y en posesión de la Primera Fuerza Naval del
Pacifico.
El Monopolio Salitrero que sería ejercido por Chile tras la guerra, proporcionaría
cuantiosos ingresos por los impuestos de exportación del mineral.
Quedaban pendientes el problema de la Paz definitiva con Bolivia y el destino definitivo de
Tacna y Arica.
Se incorporan capitales ingleses en la industria salitrera.
La población proletaria del norte aumentó y adquirió mayor importancia.
Sociedad
Varias características destacan durante este periodo con respecto al desarrollo Socio
Cultural. La guerra del Pacifico y la colonización del sur del Biobío reestructuran el espacio
físico y económico de Chile, pero además afecta a los ámbitos políticos, sociales y cultural.
La actividad industrial produce grandes concentraciones de trabajadores y ello deriva en
una manifiesta migración campesina. La población rural, que a mediados del siglo XIX era
de un 80% del total de habitantes del País, se reduce a un 54% en 1895. Este éxodo crea
nuevos estratos sociales. El Empresario, el minero y el banquero, muchos de ellos de origen
extranjero, se colocan a la misma altura social que el terrateniente, de este fenómeno nace
una nueva clase social: la oligarquíaiv plutocráticav, la habitual sobriedad de mediados de
siglos cede paso al lujo y la ostentación.
En este cuadro social todavía no aparece con caracteres definidos la clase media. Se
insinúa su presencia en los sectores educacionales, en los primeros egresados de la
universidad.
Las ardientes luchas políticas protagonizadas en esta época y las dos guerras
internacionales que agitaron al país repercutieron favorablemente en la conciencia cívica y
el sentimiento de nacionalidad. Al mismo tiempo, impulsaron la cultura, estimulando
ambiciones, para cuya realización el estudio era requisito indispensable.
Cultura
Durante esta época se funda la Universidad Católica de Chile (1888). En Valparaíso, los
padres franceses inauguraron un curso de leyes, que con el tiempo construiría la base de la
Universidad Católica de esa ciudad.
En 1877, el ministro Amunátegui dicta el decreto que otorga el derecho a la mije para
ingresar a los estudios superiores. Diez años más tarde recibían su título de médico dos
mujeres, las primeras en Chile e Hispanoamérica, sus nombres eran Eloísa Días y Ernestina
Pérez.
La prensa escrita tuvo una importante alza durante este periodo. En 1860 no existían más
que dos diarios en condiciones estables: el Ferrocarril, de Santiago y el Mercurio de
Valparaíso. Para fines de esta época existían alrededor de 20 periódicos en todo el País.
Entre los periodistas más destacados de esa época se encuentran los hermanos Justo y
Domingo Arteaga Alemparte, José Antonio Torres, Manuel Blanco Cuartín y Zorobabel
Rodríguez.
Durante el gobierno del Presidente José Manuel Balmaceda, en 1890, y en medio de fuertes
tensiones políticas que enfrentaron al ejecutivo con el parlamento.
El Presidente reaccionó declarando, en una Proclama pública del 7 de enero de 1891 que,
dada la situación de ingobernabilidad producida, se renovaban las mismas leyes sobre esa
materia dictadas el año anterior. Los partidos de la oposición respondieron con el
Manifiesto de los Representantes del Congreso a bordo de la Escuadra, desconociendo las
facultades del poder ejecutivo. Balmaceda, el 11 de febrero de 1891, ordena la inmediata
clausura del Congreso Nacional. Comenzaba así una guerra civil, que duraría seis meses y
costaría la vida a más de 4.000 chilenos, en una población de algo más de dos millones y
medio de habitantes.
Los congresistas contaron con el completo apoyo de la Marina, a cargo del Capitán de
Navío Jorge Montt, también se le sumaron algunos oficiales del Ejército como Estanislao
del Canto. Por su parte, el Ejército regular, con sus cuatro divisiones de Coquimbo,
Valparaíso, Santiago y Concepción, se mantuvo leal al Presidente Balmaceda. La contienda
se dio por mar y tierra. Durante los primeros meses el escenario de la guerra fue el Norte de
Chile donde los congresistas contaban con amplio apoyo. Allí se libraron las batallas de
Zapiga, Dolores, Huara, Iquique, Pozo Almonte, Caldera y Calderilla. En agosto, hacia el
final de la contienda, las batallas se trasladaron a la zona central. La ciudad de Santiago
tampoco se libró de vivir terribles y violentos acontecimientos. El predio de Carlos Walker
Martínez -actualmente la comuna de La Florida- fue escenario de la sangrienta muerte de
84 jóvenes antibalmacedistas, conocida como la Masacre de Lo Cañas.
La guerra en Chile concitó gran atención en el resto del mundo, convirtiéndose en un foco
de atención para la prensa internacional. Los Estados Unidos apoyaban abiertamente a
Balmaceda, mientras Gran Bretaña, no ocultaba sus preferencias por el partido de los
revolucionarios.
Luego de las batallas de Concón y Placilla, fue evidente el triunfo de las fuerzas
congresistas. El Presidente Balmaceda reconoció su derrota y dimitió de su cargo el 29 de
agosto de 1891, entregando el mando del país al general Manuel Baquedano. Ese mismo
día se dio comienzo a un violento saqueo a las residencias de destacados balmacedistas, en
la ciudad de Santiago y otras ciudades.