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El derecho:
San Agustín distingue el derecho que es por naturaleza del derecho que lo es por
costumbre o por hábito. El derecho natural lo componen aquellos preceptos de la ley
natural que regulan las exigencias de la justicia en relación con los otros; lo caracterizan
la alteridad, teniendo como fundamento la naturaleza y la razón.
No es ley verdadera aquella disposición legal que no se ajusta a la ley eterna; no es
verdadero derecho aquel que no se ajusta a la justicia. La ley eterna y su reflejo en el alma
como ley natural es la regla moral y universal, y a ella deben ajustarse todas las acciones
humanas. De la práctica de la justicia nace el derecho que puede ser natural o basado en
la costumbre. Dentro del derecho basado en la costumbre y el uso hay una subclase que
es la ley.
La ley temporal o la legislación en general corre paralela con la ley eterna en cuanto
aquella gobierna los reinos temporales y ésta el universo entero. Su valor como ley está
sujeto a su conformidad con la ley eterna. El concepto de derecho es más amplio que el
de ley temporal. Todo derecho debe ajustarse también a la ley eterna. La verdadera ley y
el verdadero derecho son aquellos que cumplen las exigencias de la ley moral y de la
justicia.
La ley eterna no varía, pues es la propia justicia y providencia divinas, que existen
invariables eternamente. La ley eterna es inmutable, las diversas leyes temporales deben
conformarse siempre a ella y aquella no varía, éstas sí. La ley eterna gobierna a la persona
en todo el ámbito de la moral, la ley temporal sólo gobierna el aspecto público de la
conducta, en el sentido de mantener la paz social. La ley temporal se aplica respaldada
por la coacción.
La ley eterna es el instrumento de Dios para gobernar el mundo. La ley temporal es el
instrumento del poder político para gobernar el Estado, así la ley positiva y el derecho
aparecen como la plasmación más visible e inmediata de dicho poder.
Segunda etapa de su pensamiento:
Luego de las tesis de Pelagio, San Agustín reaccionó exagerando los efectos del pecado
original en la especie humana, a fin de justificar la redención. Atribuye la salvación de
cada uno exclusivamente a la voluntad de Dios y a la gracia divina.
La ley natural pasa a ser interpretada como un orden impuesto por Dios en el mundo
humano, en muchos casos a través de la revelación. Pone en primer lugar a la voluntad
divina como fuente de lo justo y de lo injusto y no se hace referencia a la razón de Dios
ni a la razón intrínseca de las cosas creadas por él.
La justicia según Santo Tomás de Aquino.
Justicia particular
La justicia particular trata de regular los derechos que todo ser humano posee frente a los
otros individuos o frente a la comunidad. Se distinguen dos tipos de justicia particular:
Límites de la ética de Santo Tomás
Una de las principales limitaciones de su ética como padre de la Iglesia, es hacer
compatible la filosofía aristotélica con el pensamiento cristiano. Esta compatibilidad
obliga a que el bien supremo no sea la felicidad de la comunidad sino la armonía de la
vida humana con la ley divina, quedando las leyes sociales en un plano secundario frente
a las normas de Dios.
Santo Tomás realizó el acercamiento de la ética a la política, lo que supuso una fuente de
inspiración para el posterior desarrollo de la filosofía occidental.
Justicia general
Para Santo Tomás, igual que para Aristóteles, el ser humano solo posee una naturaleza
social, donde las satisfacciones de las necesidades solo pueden llevarse a cabo en
comunidad, por lo que el bien de la sociedad está por encima de la individual.
Toda persona tiene derecho a recibir de la sociedad los bienes necesarios para su
desarrollo personal, a cambio tiene que cumplir unas obligaciones con los demás. Para
esto debe existir un marco legal que asegure el cumplimiento de las responsabilidades de
cada uno, con lo que contamos con el plano de las virtudes conocida como legalidad,
llamada por Santo Tomás, justicia general.
Justicia distributiva
La justicia debe alcanzar a todos los miembros de la sociedad. El poder reside en los
gobernantes cuya obligación es satisfacer las necesidades de la sociedad y para ello debe
de contar con mecanismos que castigue a los infractores.
EL DERECHO EN LA MENTE DE SANTO TOMAS DE AQUINO
Aquino o “El Derecho como espejo y parte del orden divino del mundo.”
Santo Tomás de Aquino -que era un robusto, corpulento, sabio, filósofo y de profunda
convicción religiosa, convencido de su fe- preocupado por la conciliación entre lo
espiritual y lo real, hace una distinción y separación de la fe y la razón, previene que
ambos son preceptos con los que se puede apreciar el mundo, y que, aunque tengan rasgos
que suponen divergencia, no se contradicen, teniendo, eso sí una esfera de acción o radio
correspondiente a cada cual. El problema que ha tratado de resolver Santo Tomás de
Aquino es el que surge de las relaciones de poder entre la Iglesia y el Estado, es decir
entre el poder espiritual y el pode temporal:
“La filosofía escolástica de santo Tomás de Aquino ha resuelto este problema
estableciendo la hegemonía de Dios, pero tomando algunas de las ideas esenciales de la
teoría de Aristóteles.”
¿Qué cree y expresa Santo Tomás de Aquino Cree que el ius (derecho) es “la misma cosa
justa”? Por lo tanto, las leyes son sólo instrumentos para el bien común, y solo válidas
cuando se adecuan a lo justo. Pero la ley es un precepto de la razón en vista del bien
común.
El dato importante en la filosofía de Santo Tomás de Aquino es que este había ya
descubierto que la Ley no era el Derecho en sí, sino que era parte del Derecho." La ley es
una constitución escrita; y de ahí que la ley no sea el derecho mismo propiamente
hablando, sino cierta razón del derecho".
Tomás de Aquino pensaba que todo, al final, tenía como destino a Dios, pero había que
tenerse en cuenta que "La ley no es más que un ordenamiento de la razón, en orden al
bien común, promulgado por aquel que tiene a su cuidado la comunidad.