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EDUCACIÓN Y ALIENACIÓN

Introducción

Es común oír en las últimas dos décadas que la educación impartida al hombre
no responde a la realidad, que le aparte en lugar de acercarle a la misma. No
sólo saca al hombre de la realidad, de su mundo; sino que, no contenta con
eso, también le "saca de quicio", de sí mismo. Esto es en grandes rasgos lo
que puede entenderse como enajenación humana, enajenación que patrocinan
los sistemas educativos.

Si hablamos de una pedagogía de la alienación, no es para referirnos a una


escuela pedagógica concreta, como cuando decimos "pedagogía
progresivista", "pedagogía clásica", etc.; con ese nombre queremos indicar más
bien una cualidad o característica, como es la alienación, y que es propia a
todas las escuelas pedagógicas, a la pedagogía en sí. Responde mejor al
nombre de "alienación pedagógica".

Si la alienación es un mal de nuestra sociedad, y si este mal se ha filtrado y se


transmite a través de la educación, es importante detectarlo y ver qué se puede
hacer. Son varios los intentos de diferentes pedagogos dirigidos a crear una
pedagogía más humana, una pedagogía de la no-represión, en donde los
elementos alienantes sean mínimos

Definición del concepto

En este trabajo se estudiarán aquellos aspectos que tienen que ver, primero,
con el desarrollo histórico de la alienación; luego la relación existente entre la
educación y la alienación, y por fin hablaré de la superación de la alineación.

La alienación es vista generalmente como parte de las calamidades creadas


por el sistema. Es el sistema, siguiendo el pensamiento marxista, quien ha
hecho que el mundo, la naturaleza, las cosas, los demás, uno mismo, se haya
vuelto ajeno al hombre. Este no se experimenta a sí mismo como sujeto de sus
propios actos, sino que se experimenta a sí mismo en las cosas que ha creado,
como objeto de su trabajo. El hombre se "relaciona con el producto de su
trabajo como un objeto extraño a él, enajenado" (Marx). La alienación no es
opresión, es dolencia. Su esencia es una forma de inhumanismo; para el ser
humano fue y es una enfermedad.

En una parte de este trabajo acudiremos a una definición operacional de


alienación para el estudio científico de la misma. Este tipo de definición tiene
un serio inconveniente, lo cual hay que tener en cuenta a la hora de interpretar
los resultados, y es que la alienación es un todo, cuya concepción resiste mal
el fraccionamiento experimental (componentes operacionales). Además de que
los cuestionarios se dirigen a la conciencia, por lo que la dimensión
inconsciente de la alienación (la falsa conciencia) se escapa por definición.

Si bien el concepto de alienación en su origen tuvo una relación inmediata con


el mundo del trabajo, últimamente se la ha relacionado con todo tipo de
organización e institución humana. En el trabajo presente haré una exposición
de la alienación en el sistema educativo y de la alienación estudiantil.

Desarrollo histórico de la alineación

1 .Orígenes de la idea de alienación

El hombre siempre estuvo sometido, de acuerdo a lo que creía o


experimentaba, a poderes astrales, fuerzas mágicas y divinas, o a fuerzas que
ahora estallan en la sociedad, las cuales parecen determinar el destino de las
personas. Este mismo hombre que se sintió abrumado al interpretar que sus
propios pensamientos y sentimientos son, en última instancia, producto de
procesos que él mismo sobrelleva pasivamente, sintiéndose extraño a sí
mismo, mistificándose.

El concepto de alineación aparece en el pensamiento del Antiguo Testamento,


cuando los profetas nos hablan de la idolatría. El idólatra se somete al trabajo
y al producto de sus propias manos, "adora lo que él mismo ha creado, y al
hacerlo se transforma en cosa" (Fromm, 1971). En San Agustín hallamos con
gran viveza existencial el drama del hombre enajenado y fuera de sí por el
pecado. El hombre "va hacia la nada, se inclina a la nada, y esto es la 'nequitia
"', "y esto es ir cayendo en las cosas exteriores, y, por decirlo así, anihilarse,
que es ir siendo cada vez menos", dice San Agustín. Fue primero Hegel,y
después Marx quienes dieron forma y significado a la palabra alienación o
enajenación. A mediados del siglo XIX fue incorporada a la teoría sociológica
cuando Marx centró su interpretación de la era capitalista en el concepto de
autoenajenación. Después de más de cien años ha vuelto a primer plano y a
cobrar conciencia el problema de la alienación del hombre, siendo tema común
de teólogos, filósofos, sociólogos, críticos, psicólogos y educadores.

La nostalgia del hombre que sufre de la soledad y del dolor de una existencia
anónima y mecánica han sido descritas por Kafka y toda la escuela
existencialista en general: Kierkegaard, Tillich, Heidegger, Sartre. El destino de
enajenación y aislamiento del hombre ha sido descrito también por novelistas
tanto europeos como americanos: Hesse, Thomas Wolfe, Arthur Miller, Camus,
etc.

2. La alienación del hombre de hoy

Los autores que han estudiado la alienación del hombre contemporáneo


coinciden en una cosa: el hombre actual está enfermo, y la enfermedad más
profunda que padece es la alienación. Su vida normal es una vida alienada y
extraña a sí mismo. "El hombre actual se aburre apartado de los objetos,
necesita estar fuera de sí" (Castillo del Pino, 1973 Pág. 113). Vivir tanto fuera
de nuestros cuerpos como fuera de nuestras mentes es, para Laing (1973) una
condición normal en nuestra sociedad.

Podríamos enumerar una lista grande de síntomas que detectan la presencia


inevitable de la alienación, pero los que más han sido analizados son aquellos
que tienen que ver de alguna manera con el conformismo, aislamiento,
aburrimiento, incomunicación, despersonalización y falta de creatividad. Como
se ve, se trata de un problema psico-social, de un problema humano y del
hombre individual. En la sociedad actual el hombre se encuentra
progresivamente enajenado, se ve obligado a renunciar a la propia
personalidad espiritual, y tiende cada vez más a quedar reificado, a pesar de
los mejores materiales obtenidos. Detrás de este bienestar se oculta la
infelicidad y sufrimiento del individuo automatizado, impotente e insignificante;
deja de ser independiente y comienza a depender de quienes dirigen los
grandes imperios económicos, trayendo como resultado la aparición de un
hombre "enajenado de sí mismo, de sus semejantes y de la naturaleza"
(Fromm, 1955). La iniciativa ha pasado del individuo frente al medio, un
perfecto adaptado, un respetado burócrata del sistema. Marcuse nos describe
muy bien en toda su obra, sobre todo en el "Hombre Unidimensional" las
características del hombre que se desvive en nuestras sociedades
tecnológicamente avanzadas, donde la gente se reconoce en los objetos, en
los productos y se identifica con las marcas del automóvil y enseres
electrodomésticos.

3. Causas de la alienación

A diferencia de los pensadores existencialistas, quienes siguen a Heidegger y


Sartre, para los que la alienación y soledad es un destino eterno, casi todos los
autores atribuyen la alienación a acontecimientos históricos, sociales y
económicos. Los pensadores marxistas y neomarxistas ven en las relaciones
de propiedad y de los medios de producción o tecnología las raíces
propiamente de la alienación; la enajenación ocurre básicamente en el mundo
del trabajo y en el orden económico. El consentimiento más general no es que
las formas de alineación se deriven del proceso del trabajo, sino que
intervienen otros factores tanto o más importantes que la apropiación de los
medios de producción, como son: la vida, el desarrollo político y la estructura
social. Esta última tendencia expuesta por Pappenheim (1959) parece, sin
embargo, ignorar la posición existencialista en el sentido de que la alienación
no es una característica de un período específico, sino que se manifiesta en
todas las épocas de la historia y en todos los ámbitos de la vida humana.
Podemos decir que son varias las fuentes que engendran permanentemente la
alienación del hombre moderno, empezando por la persona que se aliena de sí
misma a través de los mecanismos de defensa. Uno de los mecanismos más
poderosos y sutiles de la alienación del hombre de hoy se encuentra en una de
las instituciones sociales más criticada, pero todavía la más querida, y es en la
educación escolar.

Educación y Alienación

1. Sociedad opresora y educación

La interpretación teórica de Freud acerca de la sociedad y la civilización es que


la historia de la humanidad es la historia de sus represiones, por lo que toda
civilización es represiva. Esta interpretación de la historia humana la vemos
plasmada en la mayor parte de las cosmogonías primitivas, inclusive en la
judía, donde la historia humana (tragedia) empieza en el momento que las
fuerzas del mal fijan su morada en el mundo humano. La sociedad de los
países de desarrollo de nivel más alto controla no sólo los instintos, sino
también la conciencia, a fin de que ésta, en las personas libres, no alcance a
comprender la obra de la represión y no se rebele contra ella. El individuo se
ha transformado en presa y en objeto de la opinión pública controlada, de la
propaganda y de la administración. A esta sociedad le interesa desde nuestro
I.Q. hasta el nivel de integración; desde nuestras preferencias adquisitivas
hasta las formas de ocio. Y así, "a cambio de las mercancías que enriquecen
su vida, los individuos no venden únicamente el trabajo, sino también el tiempo
libre, El vivir mejor queda contrarrestado por un control total sobre la vida"
(Marcuse, 1968). No queda sector alguno en la vida del individuo –sus
conocimientos teóricos, su religión, su vivienda, sus diversiones– en el que el
sistema no tenga o pueda tener intereses concretos. Como escribe A.
Touraine, "hoy los centros de decisión y poder manipulan al hombre no ya
solamente en su actividad profesional directa, sino en sus relaciones sociales,
sus modos de consumo, la organización de su vida". (1969).

Ante esta realidad, la educación, lejos de crear nuevas actitudes, refleja y


confirma los valores y tenencias que impregnan la sociedad existente. En todo
el mundo las escuelas son empresas organizadas y destinadas a reproducir el
orden establecido, ya sea este orden llamado revolucionario, conservador o
evolucionario. La escuela es un instrumento del estado y crea la subordinación
a él. Ya desde la tradición griega, la educación es inseparable de la
política. Illich (1975) va un poco más allá y nos invita a que dejemos de
considerar a las escuelas como una variable que depende de la estructura
política y económica (si fuera así, al cambiar la estructura política cambiaría el
sistema escolar) y las veamos más bien como una institución que tiende sus
tentáculos más allá de la ideología profesada por cualquier gobierno u
organización de mercados. "Las escuelas, dice, son fundamentalmente
semejantes en todos los países, sean estos fascistas, democráticos o
socialistas, grandes o pequeños, ricos o pobres. La identidad del sistema
escolar nos obliga a reconocer la profunda identidad, en todo el mundo, del
mito, del modo de producción y del método de control social". Este
pensamiento de Illich puede no añadir nada al planteamiento anterior, si
también afirmamos que los diferentes sistemas de gobierno fundamentalmente
son los mismos en cuanto al ejercicio y pretensión de controlar, distinguiéndose
únicamente en la eficacia y técnicas de control.

Lo cierto es que la sociedad siempre ha tenido un interés fundamental en el


adoctrinamiento de los niños y jóvenes "que consutuyen sus nuevos reclutas
(Lidz, 1964). La vida contemporánea exige adaptabilidad, y es en nombre de la
adaptación y del ajuste que "los hombres no se convierten en lo que están
destinados a ser por naturaleza, sino en lo que los trasforma la sociedad ... a
fin de hacerlos aptos para sus futuras condiciones en la vida" (Colby,
1925). Pero si se trata de una sociedad basada en la explotación del hombre
por el hombre, ¿acaso lo que denominamos apto y "normal" no es más bien un
producto de represiones, negaciones, proyecciones y otras formas de acción
destructora?, preguntaría Laing. La sociedad, dice él mismo (Laing, 1973),
"tiene un elevado concepto del hombre normal; educa a los niños para que se
pierdan y vuelvan absurdos y, de este modo, sean normales". Por el hecho de
que actúa más o menos como los demás, se considera que la persona
"normalmente" alienada es cuerda. Es importante comenzar con los niños y a
tiempo. Y cuando el nuevo ser tiene alrededor de quince años, nos hallamos
con una persona igual a nosotros: "una criatura medio-enloquecida, más o
menos adaptada a un mundo loco; esta es la normalidad en nuestra época
actual ", reafirma, una y otra vez, Leing.

2. Alienación del conocimiento

La alienación intelectual conlleva una limitación del horizonte vital, humano y


existencial, conlleva el empobrecimiento del mundo propio. Tenemos que, por
una parte, el sistema permite decir (libertad de pensamiento), pero por otro
lado, la adaptación al sistema hace que el decir permitido sea el decir
deseado. Y la verdad es que no se dice más, no porque de hecho no se pueda
(siempre se podría decir mucho más), sino porque realmente se llega a un
punto en que no hay más que decir, y con lo que se dice basta. A la hora de
expresar nuestra propia opinión, siempre cabe preguntarse si este decir de uno
mismo trasciende el sistema social que determina también las opiniones. O
como dijo Simone de Beauvoir (1963), lo que pretenden los opresores o
dirigentes "es transformar la mentalidad de los oprimidos y no la situación que
los oprime". Esta transformación de pensamiento no es ni más ni menos que
una "invasión cultural" que consiste, según Freire (1971) en que "los invadidos
vean su realidad con la óptica de los invasores". La configuración de
pensamiento, la unidimensionalidad marcusiana de la mente es provocada por
el sistema a través de la propaganda, de la uniformidad de enseñanza y de la
unilateralidad de la información; aparte de que los productos adoctrinan y
condicionan. Así llegamos a tener que la cultura material y la intelectual, los
sentimientos y la razón, la lengua y el pensamiento, se adaptan a las
exigencias del aparato y, en la medida que son exigencias, se transforman en
necesidades, modalidades de comportamiento y de expresión, aspiraciones de
los individuos (Marcuse, 1954). A menudo un individuo cree que sus ideas
"son resultado de su propia actividad pensante, y la verdad es que ha
transferido su cerebro a los ídolos de la opinión pública, a la prensa, al
gobierno, a algún líder político" o a sus maestros (Fromm, 1968).

Henry comenta que, en la práctica, la educación nunca fue un instrumento para


liberar la mente y el espíritu del hombre, sino para maniatarlas. La escuela
induce a los niños a que piensen tal como la escuela desea que piensen, pues
si "los jóvenes fuesen verdaderamente creadores, la cultura se vendría abajo;
la originalidad, por definición, es diferente de lo que es dado, y lo que es dado
es la cultura misma"... "la escuela puede adiestrar, pero no puede enseñar
creatividad" (Henry, 1970). Consciente o inconscientemente mutilamos
constantemente la curiosidad y creatividad de nuestros jóvenes y niños. Y es
que ellos no abandonan tan fácilmente su imaginación, su curiosidad, sus
ensueños. Para lograrlo hay que amarlos. Lo común es vaciar a todos, niños y
jóvenes en el mismo molde; educarlos para que jamás discutan nada, "lo único
que vale es la estandarización del carácter para que todos piensen en la misma
forma, vistan de la misma forma, hablen en la misma forma. La uniformidad
ante todo" (Neill, 1971).

3. La alienación estudiantil bajo investigación

Hasta aquí, casi todas las aseveraciones que se han hecho y citado están
fundamentadas en observaciones, experiencias propias, intuiciones e
interpretaciones teóricas. No quiere decir que tengan más o menos valor que
las aseveraciones que provienen de una investigación en donde se usa el
método científico. Aquí expondremos las aplicaciones de los resultados de las
investigaciones hechas en los últimos cinco años acerca de la alienación de los
estudiantes. Estas investigaciones se llevaron a cabo, casi todas, en escuelas
y colegios de Estados Unidos.

La definición operacional que prevalece en las distintas investigaciones es


aquella que contiene, más o menos, estos cuatro componentes: impotencia,
conformismo, falta de significado y aislamiento. Estos componentes
representan un tipo de conducta que, de una u otra forma, acompañan al
hombre alienado de nuestra sociedad según los teóricos de la alienación.

Empezaré con aquellas investigaciones que estudian la relación existente entre


la alienación estudiantil, la burocratización y la organización estructural de la
escuela. El estudio de Anderson (1973), así como el de Hedberg (1973),
revelan que la alienación estudiantil está positivamente relacionada con las
estructuras burocráticas. El grado de alienación aumenta a medida que la
organización es más burocrática: la impersonalidad y el anonimato se prestan
en semejante estructura.

En otro estudio llevado a cabo por Marquis (1974) y en donde relaciona la


alienación con la organización educativa, o tipo de escuela (vs la escuela
tradicional como grupo de control, y la escuela progresista como grupo
experimental) se encontró que no había diferencia significativa en cuanto al
grado de alienación entre los estudiantes varones de una y otra escuela. Sin
embargo, en las muchachas pertenecientes a la escuela tradicional mostraron
una tendencia hacia el conformismo y a sentirse más extrañas. Todos los
estudiantes eran del noveno grado. Entre los estudiantes del grupo
progresista, los varones tenían un grado mayor de alienación que las
muchachas. Entre los estudiantes del grupo tradicional se apreciaba mayor
malestar por estar en la escuela y más ganas de salir de ella cuanto antes, lo
que indica mayor alienación, aunque no sea significativa.

Dos estudios sobre la alienación y el dogmatismo realizados por Beatty (1973)


y por Morris (1971) dejan ver una relación positiva entre la alienación y el
dogmatismo: a mayor dogmatismo y autoritarismo, mayor grado de
alienación. Igualmente existe relación positiva entre la alienación y el control
ideológico de los profesores, de acuerdo a los estudios de Marquis y de
Hedberg respectivamente.

Thompson (1973), en un estudio para la tesis doctoral relacionó el grado de


alienación con las oportunidades de participación estudiantil en la toma de
decisiones en las áreas académica, de dirección, estructura del curso y del
currículo y la forma de evaluar. No hubo diferencia significativa del grado de
alienación entre el grupo experimental (participación estudiantil) y el grupo de
control (no participación). A pesar de que no hubo diferencia significativa entre
los dos grupos, había más elementos alienantes en el grupo de control.

Aquellos estudiantes que solicitan orientación personal indicaron mayor


alienación que los que buscan orientación vocacional, y éstos a su vez mayor
alienación que aquellos que no buscan ninguna orientación (Galassi
(1973). Los estudiantes de octavo y noveno grado están significativamente
más alienados que los del sexo (Hedberg). Los estudiantes de un nivel socio-
económico más bajo muestran un sentido más alto de alienación; las
muchachas muestran mayor alienación que los varones; el nivel de grado
escolar no está relacionado con el grado de alienación, pero sí las
puntuaciones de notas (White, 1971).

En otro estudio hecho por Sandhu (1972) sobre la alienación de los profesores,
encontró entre los más alienados los profesores más jóvenes, varones,
casados, de un rango más bajo y peor pagado.

4. Los efectos de la alienación

Los efectos de la alienación son mayormente psicológicos y producen un


impacto en la personalidad del individuo. A partir de la literatura alienista
podemos mencionar todas las formas de depresión, la impotencia y pérdida del
sentido de significación y de identidad, despersonalización, conformismo,
ansiedad y aislamiento. Incluso, "toda neurosis puede considerarse como
resultado de la enajenación", dice Fromm (1968). Si profundizamos en
cualquiera de estas manifestaciones alienantes, pronto nos daremos cuenta lo
concatenadas que se hallan entre sí.

El individuo que ha perdido el sentido de significación pronto se convertirá en


una víctima pasiva de fuerzas externas y vivirá como carente de
autoestima. Esta pérdida del sentido de sí mismo en relación con el mundo
objetivo produce ansiedad o angustia y aislamiento. Está lejos de sí y de las
cosas, emerge sólo; y lo triste es que nuestro hombre no está preparado para
enfrentarse a esta soledad angustiosa y trata de llenar este vacío usando la
tecnología. La falta de sentido de identidad impide al mismo tiempo la
integración de la personalidad: ser ella misma y que la persona decida por sí
misma. La imposibilidad de poder ser alguien origina el sentido de impotencia,
se hace difícil la autoafirmación, conduciendo al individuo al conformismo por el
que se transforma en autómata, en un fantoche producido en serie.

Rollo May vislumbra como una de las posibles causas de la violencia,


precisamente, la falta de poder y de significación: "ningún ser humano puede
existir durante mucho tiempo sin cierta sensación de su propia significación"
(May, 1974); en tal caso el individuo desplaza la atención hacia formas de
poder diferentes, en frecuencia pervertidas y neuróticas, con el fin de obtener
algún sustituto para la significación.

Superación de la Alineación

Liberar al hombre de la alienación viene siendo la gran preocupación de todos


los críticos de la sociedad y del sistema escolar, empezando por Marx. La
verdad es que después de analizar los supuestos y los esfuerzos de estos
rivales de la alienación, le viene a uno a la mente si realmente puede superarse
la alienación. Sin embargo, hay que valorizar los intentos que se han hecho y
que se están llevando a cabo con el fin de que aparezca sobre la tierra un
hombre más libre, independiente y más dueño de sí mismo: el hombre
desalienado.

Se puede agrupar a los críticos de la alienación en tres clasificaciones que


determinan, no propiamente su pensamiento, sino más bien la forma de
abordar la superación de la alienación: ya sea cambiando las estructuras socio-
económicas, el sistema educativo parcial o en su totalidad y, finalmente,
enfrentarse a la alienación prometéicamente y aceptarla como se acepta el
destino.

1. Transformación de la sociedad

Los críticos clasificados bajo esta categoría son todos aquellos que de una u
otra forma parten del supuesto de que el hombre es producto de la historia, que
su pensamiento obedece a la realidad económica, social, política, religiosa y
cultural. El hombre está básicamente determinado por estos factores externos;
por lo tanto, de una sociedad alienada básicamente no cabe esperar un
hombre sano. Entre ellos podríamos mencionar a Marx, Fromm, Marcuse y a
toda la Escuela de Frankfort, Pappenheim, Castillo del Pino.
Marx rechazó la pretensión de "superar la alienación dentro del marco de la
alienación", de superar la alienación de una sociedad que gira en torno a
relaciones mercantiles. Si se desea luchar contra las fuerzas de la alienación,
es necesario "luchar por un nuevo fundamento de la sociedad, por el desarrollo
de instituciones económicas y sociales que ya no estén dominadas por una
estructura de explotación" (Pappenheim, 1965). Marx, en "La Sagrada Familia"
tiene una frase reveladora: "Si el ser humano es un producto de sus
circunstancias, tendremos que humanizar las circunstancias". El diseño de una
sociedad no-opresora, en la que reine el principio de la libertad y no el de la
realidad, una sociedad donde el individuo no se vea subordinado ni sea objeto
de manipulaciones por parte de ningún otro poder exterior a él mismo, ya sea
estado, medios de comunicación y de producción, educación, o donde el
individuo sea activo, creativo e independiente, lo hayamos a través de toda la
obra de Fromm y Marcuse.

Estos autores no esperan gran cosa del sistema educativo, ni de los medios de
información por el hecho de que son, diríamos, "la agencia de publicidad" que
le hace a uno creer que necesita la sociedad tal como está. Lo más que se
puede hacer a través de la educación en una sociedad como la nuestra que
permite libertades formales, es vivir la alienación impuesta como una
aceptación "lógica", insuperable e incluso satisfactoria. Marcuse no cree que la
educación pueda ofrecer la posibilidad de preparar, siquiera eso, la sociedad
futura, por el hecho de que esa misma preparación representa una amenaza
para la sociedad presente. "El cambio cualitativo de la educación es un cambio
social cualitativo, y existen pocas posibilidades de que tal cambio se organice y
administre" Marcuse, 1970.

La educación, pues, seguirá siendo la que es, mientras la sociedad sea la que
es. Hablar y proponer una pedagogía liberal, crítica y progresiva no es más
que hacer el juego al sistema y hacer sus defectos más invisibles. Entonces
¿qué hacer mientras llega el cambio o revolución, si es que algún día
llega? Unos se dedicarán a diagnosticar y poner al descubierto las
contradicciones del sistema, pensando en el presente "no en términos de
etapas pasadas, sino en términos de sus propias posibilidades" (Marcuse,
1968). Otros se darán a la tarea de desenmascarar las reformas pedagógicas,
por más liberales que sean e impedir su funcionamiento: "La universidad no
puede funcionar, por tanto hay que impedirla funcionar para que esta
imposibilidad se muestre evidente" (Gorz, 1970). Aunque según la lógica
marxista, lo propio sería desenmascarar al sistema social y no al sistema
educativo, que es su secuela.

Es bueno dejar saber, que aún con el advenimiento de la Nueva Sociedad no


significa el fin de la alienación del hombre; en ese caso aparecerán nuevas
alienaciones, pero no serán deshumanizantes, o al menos de igual calibre,
como las del hombre actual.

2. Transformación de la educación

Aquí muy bien podemos situar a todos los pensadores que hablan de una
escuela libertadora, de la pedagogía de la no-represión, de la nueva educación,
de la revolución de la enseñanza, e incluso de la enseñanza
desescolarizada. Pronto nos vienen a la mente, empezando por Dewey,
autores, tales como Freire, Neill, Reimer, Montessori, Illich. Para todos ellos la
educación es importante en cuanto agente de cambio social y cambio en el
individuo, siempre y cuando vaya dirigida hacia la liberación total de la persona
humana. Es posible eliminar elementos alienantes de la educación, es posible
educar sin despersonalizar,. sin represión y para la libertad. La crítica que
estos pensadores hacen a la escuela moderna, tal vez hay que exceptuar a
Illich y Reimer, es pedagógica y política. Se dirige a qué se enseña y cómo se
enseña, a las edificaciones y ambiente; a la política de administración y
estructura burocrática. Se proponen nuevos currículos y métodos de
enseñanza, participación y acceso del estudiante en todo el proceso educativo
y administrativo; se favorece, por supuesto, la iniciativa, creatividad, crítica y
concientización; el educador viene a ser educando y el educando educador.

Lo importante es que la pedagogía del oprimido, del alienado, es posible antes


de la revolución. ¿Cómo? ¿Y si es posible tal pedagogía, realmente libera? A
partir de los estudios que se han hecho experimentalmente, muchos de ellos
aparecen en este trabajo, no garantizan que semejante modalidad y novedad
educativa traiga consigo un hombre nuevo, auténtico y mínimamente
enajenado. Cada vez son menos las esperanzas que se ponen en los nuevos
métodos y en el currículum, aunque sea un currículum dirigido expresamente
para combatir la alienación, como lo propone Becker (1967), por el hecho de
que es vista la educación como una causa actuante en lo social, y no se
advierte que la educación sea también un producto de otras estructuras
sociales, por lo que no es posible que el estudiante de la nueva educación no
refleje el tipo de hombre que una sociedad tiende a engendrar. Desde este
punto de vista, la crítica de Illich a todos estos intentos de educación liberal es
válida, en cuanto que no se pone en tela de juicio a la institución educativa
como tal. Hay que acabar con la escolarización de la educación, con el
"currículum oculto" que es idéntico en todas las pedagogías, tanto liberales
como no liberales; hay que desestablecer la escuela (Illich, 975). Con todo y
esto, Illich sigue creyendo en el poder y la fuerza desalienante que genera la
educación. La educación es irreversible, pero desescolarizando a la sociedad.

Neill, debido a una influencia freudo-neomarxista, toma otros rumbos que creo
son más consecuentes con los supuestos teóricos. No se sitúa al lado de los
idealistas reformistas que creen cambiar el mundo, ya sea transformando a los
hombres o cambiando las estructuras. "Summerhill" se coloca fuera de la
sociedad, fuera del mundo alienado. No niega la sociedad, sino que la
yuxtapone. Summerhill no es una anti-sociedad, sino más bien una contra-
sociedad, una contra-institución que contiene su propio fin en sí misma. El fin
de la educación de Summerhil está en el niño, y no en la sociedad
alienada. "Neill se niega a desempeñar el papel de mediador entre la sociedad
y los niños" (Laguillaumie, 1973). No es posible una educación liberadora en
una sociedad alienante, y por eso es que busca soluciones prácticas para
liberar al niño del peso de la represión, permitiéndole conocer una realidad no
alienada. Neill, consciente de la imposibilidad de encontrar una solución al
problema social por medio de la educación, se niega tanto a ser un pedagogo
crítico, como a ser el agente directo de la ideología burguesa al amparo de una
pedagogía "liberal" y activa.

A pesar de todos los pros y contras que pueda tener Summerhill, esa
experiencia muestra lo que podría ser una sociedad no represiva en la que no
sería necesaria la educación como conjunto de normas coercitivas y sistema de
represión.

3. Transformación interna

El pensamiento filosófico y psicológico existencialistas de hoy expresan que la


enajenación del hombre moderno es una condición inalienable e intrínseca en
la naturaleza del hombre. Es inútil pensar erradicarla objetivamente, del mismo
modo que se erradica la ignorancia. A todas partes nos sigue. El hombre está
lanzado a un mundo en el que no hay señales que indiquen el camino y en el
que no puede ser instruido sobre la dirección a seguir y los valores a elegir. La
vaciedad, la ausencia de sí, el aislamiento y la angustia son el punto de partida,
es decir, la nada. No hay más remedio que aceptar y asumir esta realidad con
todas sus consecuencias. La semilla de la alienación está dentro del hombre y
es de ella que el hombre está "hecho", pero esto no es una excusa para
aceptarla pasivamente, morbosamente. Precisamente por eso, porque es una
enfermedad, el hombre tiene que hacer algo, a no ser que elija la aniquilación,
la objetivación y reificación. Pero ese hacer del hombre no es transferible, no
puede dejarse en manos de otros o de instituciones sociales. Es el mismo
hombre quien tiene que dar la pelea, sin ayuda de nadie. Es él quien tiene que
dar sentido y dirección a su vida. Y gracias a que los elementos alienantes no
desaparecen nunca de la realidad humana, en la medida que el hombre se
enfrenta a ellos, irá transcendiendo la alienación, sin esperanzas de que
suceda una superación definitiva.

Ni la sociedad, ni la educación van a eliminar la alienación, sólo el hombre es


quien puede enfrentarse a ella, aceptarla como cosa propia (conciencia de la
alienación), para luego transcenderla de alguna manera.

Este pensamiento parte del supuesto de que el hombre no es producto de sus


circunstancias, sino de sí mismo. Por lo tanto, todo lo que es el hombre se
debe al hombre mismo.

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