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TALLER DE FORMATERÍA Y TRABAJO SOCIAL

INTRODUCCIÓN

El siguiente tema trata de exponer algunas de las razones por las cuales el Trabajo Social ha de
tener presente una perspectiva compleja e integradora de los Derechos Humanos, que inspire las
practicas de los profesionales.

El trabajo social ha crecido con ideales humanitarios y democráticos, y sus valores se basan en el
respeto a la igualdad, el valor y la dignidad de todas las personas. Desde sus comienzos, hace más
de un siglo, la práctica del trabajo social se ha centrado en hacer frente a las necesidades humanas
y desarrollar el potencial humano. Los Derechos Humanos y la justicia social constituyen la
motivación y la justificación de la acción del Trabajo Social. En solidaridad con quienes están en
desventaja, la profesión lucha por mitigar la pobreza y liberar a los vulnerables, excluidos y
oprimidos, promoviendo el fortalecimiento de estos y su inclusión social.

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA.

Nos encontramos en un mundo donde estamos inmersos en un presente marcado por profundas
situaciones de desigualdad, injusticia, violencia, intolerancia, que pone en peligro la vida de
muchos seres humanos, los ecosistemas en los que habitamos y en definitiva , la convivencia en
paz y armonía con otros y con la naturaleza.

Ante esto, surgen muchas dudas e interrogantes. ¿Cómo generar instrumentos que los ayuden
avanzar hacia un mayor entendimiento entre los seres humanos para superar estas situaciones?
¿Cómo podemos encontrar vías de comunicación que nos ayuden a generar una convivencia
pacífica desde las diferencias?

Estas y otras preguntas nos llevan a la búsqueda, de que el trabajo social, como disciplina tiene
como finalidad la consecuencia de un mayor bienestar social.

OBJETIVO GENERAL

Buscar una ética necesaria, que inspire una nueva forma de afrontar los nuevos retos sociales, en
donde la relación entre Trabajo Social y Derechos Humanos se hace tan estrecha que será el
marco ideológico que inspire la teoría, la praxis y la metodología del Trabajo Social. Adoptar esta
visión para el Trabajo Social tendrá consecuencias prácticas a nivel local y global, individual y
colectivo, profesional e interdisciplinario…, es decir, creará una onda expansiva que contagiará
cada uno de los espacios sociales ocupados por los trabajadores sociales.
En ese camino de búsqueda nuestras sociedades han ido generando una serie de principios de los
que el Trabajo Social toma inspiración para las consecuencias de sus objetivos. Así los Derechos
Humanos se convierten en bandera de la que el Trabajo Social hace gala para orientar su tarea.

OBJETIVO ESPECIFICO

Analizar más detenidamente esta unión y sus implicaciones para la realidad social de la que
forman parte. Por tanto, la perspectiva desde la que abordemos los Derechos Humanos será
fundamental para dar claves que orienten la práctica del Trabajo Social en el contexto de
globalización creciente al que están sometidas nuestras sociedades actuales.

DERECHOS HUMANOS DESDE UNA PERSPECTIVA UNIVERSAL Y COMPLEJA.

Este trabajo se inicio de una perspectiva universal de los derechos humanos, que traspasa la
dimensión abstracta del hombre y aboga no por una universalidad ideal sino por una unidad de los
derechos, que nos sitúa en el complejo universo de la realidad humana.

Los derechos humanos, tal y como están formulados, con innegable arraigo en la cultura
occidental, tienen cuestionada su pretendida universalidad como ideales morales legítimos y
asumidos por todas las culturas, puesto que son vistos más como una amenaza del imperialismo
occidental que como un espacio de lucha por la dignidad humana.

La Declaración Universal, fue elaborada, sin la participación de la mayor parte de los pueblos del
mundo; el reconocimiento exclusivo de los derechos individuales, con la excepción del derecho
colectivo a la autodeterminación, la prioridad concebida a los derechos civiles y políticos frente a
los derechos económicos, sociales y culturales y el reconocimiento del derecho a la propiedad
como el primero, durante muchos años, el único derecho económico.

Este lenguaje de la universalidad puede ocultar su verdadero objetivo, que es la defensa de una
particularidad, como muy claramente lo pusieron de manifiesto los pioneros, cuando aplicaron a la
vida política la primera versión de la misma, es decir, que excluyeron de las libertades
proclamadas a las mujeres y a los no propietarios, esto es, que le hombre universal en el que se
pensaba era el varón blanco propietario (y heterosexual).

Ante esto, no se puede caer en la ingenuidad de pensar que las creaciones no dependen de ningún
contexto histórico o cultural, hay que afirmar que los derechos humanos se muestran como un
producto histórico que, en lo que tiene de formulaciones explicitas ha estado fuertemente ligado a
la cultura occidental.

El universalismo abstracto que está presente desde las primeras declaraciones, debe convertirse
en la actualidad en la búsqueda de universalidad que sea fruto de un debate cultural generalizado.
Es en este camino donde se impone con fuerza la necesidad del diálogo intercultural, tan escaso
hasta ahora, a la hora de concretar que son los derechos humanos.
Si los no occidentales recelan con frecuencia de los derechos humanos es porque son conscientes
de que ese diálogo ha sido casi inexistente o ahogado por el occidentalismo.1

Tal y como plantea el profesor Boaventura de Sousa Santos (2003), hay una dimensión universal
en los derechos humanos, pero que se va realizando en el tiempo, es decir, es un proceso no
acabado que, en la medida en que exista, permitirá afinar con más precisión aspectos decisivos de
los derechos humanos que conciernen a todos, tengamos la cultura que tengamos. La
particularidad cultural se convierte de este modo no en un enemigo de la universalidad de los
derechos, sino en su mediación, en aquello a través de lo cual se realiza. 2

Para Javier de Lucas (2000) una concepción multicultural de los derechos humanos, supone en
primer lugar extender la condición del ciudadano como sujeto de derechos (sociales, económicos y
culturales) a todos, también a los que no son nacionales. No es posible, establecer una barrera en
el reconocimiento de la satisfacción de necesidades básicas, como la salud, la educación,
basándose en una falta administrativa como la ausencia de papales. Según su propuesta la
ciudadanía debe ser cosmopolita, es decir, a nivel mundial y que difiera de la construcción del
estado de derecho. 3

Es necesario superar la concepción idealista del diálogo cultural y no olvidar que el imperialismo
cultural de Occidente ha producido durante muchos siglos intercambios culturales desiguales, por
lo que no parece justo poder tratar a todas las culturas de la misma manera. En el campo de los
derechos humanos, es necesario que se invierta el discurso hegemónico, donde la cultura
occidental tendrá que aprender con el Sur, para que la falta de universalidad atribuida a los
derechos humanos en el contexto imperial sea convertida en un diálogo cultural verdadero.

Abordar los derechos humanos desde una perspectiva compleja, supone romper ideológicamente
con las tres generaciones de derechos, y construir una visión integradora, que permita vislumbrar
desde el comienzo, los orígenes de la lucha por los derechos y los logros conseguidos, sin olvidar el
camino que aún falta por recorrer. No hay generaciones de derechos; hay generaciones de
problemas que nos obligan a ir adaptando y readaptando las nuevas necesidades a las nuevas
problemáticas sociales. Desde ésta perspectiva se reivindica la interdependencia e indivisibilidad
de todos los derechos humanos, para afrontar la realidad construida a través de “espejos que
tengan rostro humano concreto y en situación, sin que queden congeladas en el tiempo y el
espacio” (Sánchez, 2002:98). 4

HACIA UNA ÉTICA NECESARIA EN EL CONTEXTO ACTUAL: TRABAJO SOCIAL Y DERECHOS


HUMANOS.

Ante la nueva realidad, orden mundial, cultura emergente, nuevas situaciones de necesidad…, el
Trabajo Social no puede seguir dando las mismas respuestas éticas que en contextos y realidades
anteriores. A lo largo de los años, el Trabajo Social ha practicado la ayuda, primero, desde un
pensamiento caritativo, más tarde, desde una concepción de la justicia inspirada en los derechos
garantizados por las leyes; pero, con el paso del tiempo, también se han puesto de manifiesto las
limitaciones de dicha concepción, basada en el derecho positivo. Se ha demostrado que ninguna
de estas propuestas éticas puede dar respuesta a las nuevas realidades sociales.

Buscando esta ética necesaria para afrontar el nuevo contexto mundial es donde la relación entre
Trabajo Social y derechos humanos se hace tan estrecha que se convertirá en el marco axiológico
(rama de la filosofía que estudia la naturaleza de los valores y juicios valorativos) que ilumine la
teoría, la praxis, la metodología…, del Trabajo Social. Adoptar esta visión para el Trabajo Social
tendrá consecuencia practicas a nivel local, global, individual, colectivo, particular y nivel
general…, es decir, que se creará una “onda expansiva (una especie de contagio masivo) que
impregnará a todos y cada uno de los espacios sociales ocupados por algún/a trabajador/a social.

Pensar y actuar en Trabajo Social desde una visión ética que dé respuesta a los problemas y
necesidades actuales requiere, en primera instancia, tener presente las claves políticas para re-
conocer la realidad social, para posibilitar proyectos transformadores que vayan “tensionado” lo
institucional normativo y la posibilidad de disidencia, es decir, lo “legal” y lo utópico.

Los proyectos que llevan a cabo los/as trabajadores sociales en sus acciones cotidianas, interpelan
constantemente a la profesión y a la disciplina a cerca de su finalidad, de sus propósitos, a partir
de la tensión que surge entre las funciones exigidas como co-gestores y las funciones derivadas de
la ayuda. Este debate que surge en la práctica cotidiana entre lo “normativo” y lo “utópico” está
en el seno del debate teórico, metodológico, práctico y ético del Trabajo Social.

ADAPTACIÓN COMO PERSPECTIVA ÉTICA PARA EL TRABAJO SOCIAL LOS DERECHOS HUMANOS
CON TODA SU COMPLEJIDAD.

En este camino, el trabajo social tiene que “mediar” entre decisiones que no pueden olvidar los
principios de justicia social, de igualdad, tolerancia, con las respuestas políticas institucionales, con
la realidad que vive “el otro” y con los deberes y obligaciones profesionales. Las respuestas que se
den desde el Trabajo Social serán respuestas éticas que llevan a los/as profesionales a averiguar
entre valores, expectativas, necesidades de los distintos actores involucrados en el proceso.

La defensa de los valores de las personas afectadas, a veces entra en choque con el contenido
asignado al bienestar por parte de las propuestas políticas y ejecutado por los trabajadores
sociales. El valor del bienestar es definido por las instancias políticas y económicas de una
sociedad que en el terreno de los derechos humanos, estableciendo categorías y prioridades
atendiendo a un marco legal concreto, sin tener en cuenta que la vulneración de cualquiera de los
derechos impide el desarrollo humano.

Las normas legales convierten a las personas en sujetos de derecho, lo que les permite exigir el
cumplimiento de dichas normas para poder desarrollarse como personas, pero les impide exigir
todo aquello que no se reconoce legal. El Trabajo Social convierte a las personas en sujetos de
intervención, permitiéndoles solicitar ayuda institucional para salir de aquellas situaciones de
necesidad. Pero la correlación entre la perspectiva de los derechos humanos y la del Trabajo Social
facilitará un acercamiento a la persona como sujeto dotado de capacidad de autonomía, es decir,
personas libres y responsables, con capacidad de decisión, siempre y cuando existan posibilidades
de superación. Las razones para la intervención profesional tendrán como finalidad potenciar la
autonomía, teniendo presente las capacidades de los sujetos y del medio, para tratar de superar
los obstáculos que impiden su desarrollo.

El debate de la ciudadanía en el interior de la profesión es un antídoto para la neofilantropía.


Como dice Nora Aquín "...contrapongamos procesos de inclusión repensando a los sujetos con los
que trabajamos como ciudadanos y no como víctimas".

INTERVENCIÓN DEL TRABAJO SOCIAL EN LOS DERECHOS HUMANOS

Trabajamos con un sujeto pobre no con un pobre sujeto. El primero es una persona con derechos
(vulnerados) y obligaciones; el segundo es una persona que recibe favores. El Trabajo Social puede
facilitar la efectividad de la ciudadanía ya que interviene en la integración de diversas acciones que
atienden un conjunto de derechos.
Cuando decimos que el Trabajo Social es la profesión que orienta su atención a las necesidades
materiales y no materiales; y decimos que intervenimos cuando aparecen obstáculos en la
producción y reproducción de personas, grupos y comunidades, estamos refiriéndonos a
situaciones donde los derechos humanos están siendo negados. Por lo tanto Trabajo Social es una
profesión afirmativa de los derechos humanos.
Los trabajadores sociales tenemos la obligación obligatorio de conocer todos y cada uno de los
derechos humanos. Y la obligación de difundirlos. Cuando decimos que el Trabajo Social tiene un
objetivo de orientación que comprende los contenidos formativos e informativos que se le
brindan a los sujetos para superar sus situaciones problemáticas, ahí incluimos a los derechos
humanos, que las personas deben conocer para organizarse y movilizarse en su reclamo.
Qué distinta es la postura de un sujeto que demanda desde una posición subalterna, de ignorancia
y desconocimiento, a un sujeto que demanda que se le reconozcan sus derechos. Es una posición
cualitativamente distinta.

PRINCIPIOS DEL TRABAJO SOCIAL

Dice Teresa Matus Sepúlveda en su libro "Propuestas Contemporáneas en Trabajo Social" que no
se pueden aplicar lecturas anacrónicas a realidades cambiantes y que hoy importa que el
trabajador social pueda hacer una síntesis no unívoca a partir de una mirada compleja y rica sobre
los problemas en los que interviene.
Requiere, entonces un cúmulo de saberes pertinentes, que conjuguen conocimiento de la teoría
social, enfoques epistemológicos adecuados y referentes éticos.

Esos referentes éticos están enunciados por la Federación Internacional de Trabajo Social en su
Declaración de Ética, en la que explícitamente se sostiene que el Trabajo Social está basado en el
valor de los derechos humanos y que respeta los contenidos de la Declaración Universal de
Derechos Humanos como los de la Declaración Universal de Derechos de los Pueblos Indígenas.
Además los ocho principios restantes implican de una u otra manera el reconocimiento de la
dignidad del hombre: de su capacidad para el desarrollo autónomo, de la necesidad de la
autodeterminación y de la participación en las decisiones que los afectan, del derecho a la
protección de la privacidad mediante el secreto profesional, de la aceptación de las diferencias (no
de las desigualdades) rechazando la discriminación.

Y también se refieren a la construcción y preservación de la democracia como sistema que


garantiza los derechos de las personas; por eso el Trabajo social aboga por la solidaridad, por la
asignación de recursos necesarios para la gente que precisa apoyo a fin de participar en igualdad
de términos. Compromete al trabajador social a revelar las desigualdades y las estructuras
político- sociales represivas y a trabajar para abolirlas. Nuestra profesión es incompatible con el
apoyo a grupos, fuerzas o estructuras políticas que eliminen seres humanos y empleen medios
brutales.

La democracia es la única forma de régimen político compatible con el respeto de los derechos
económicos, sociales, políticos, civiles y culturales. Sin embargo no basta con establecer la
democracia electoral. Cuatro características que definen una democracia se basan en los derechos
humanos:

La celebración de elecciones libres e imparciales que contribuye a la realización del derecho a la


participación política.

La existencia de medios de difusión libres e independientes que contribuye a ¡a realización del


derecho a la libertad de expresión, pensamiento y conciencia.

La separación de los poderes del Estado que ayuda a proteger a los ciudadanos de la violación de
sus derechos civiles y políticos.

El fomento de una sociedad civil abierta que además de contribuir a la realización de los derechos
de reunión y asociación pacífica aporta a la promoción de los derechos.

Aquí le cabe al trabajador social un papel importante, si tenemos en cuenta que el rol del
trabajador social es de asistencia en una doble dimensión:

Asistencial para la sobrevivencia

Asistencial en lo político organizativo.5

INTERPRETACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS PARA LA REALIZACIÓN PRÁCTICA EN TRABAJO


SOCIAL.

Como aplicarlos en las diversas realidades sociales, entendidas como espacios de actuación local,
donde existen difíciles cuestiones fácticas y también normativas. Trabajar la relación entre Trabajo
Social y los derechos humanos en situaciones concretas, evita caer en una idea mítica o ideal de
aquéllos, sino que se presentarán como una realidad efectiva; los derechos se convierten en
principios generales que el Trabajo Social tratará de llevar a la práctica.

Esta disciplina en lo local aporta con sus intervenciones un conocimiento sobre los seres humanos
concretos, sobre sus realidades. 6
El objetivo de la ética del Trabajo Social es trabajar con los sujetos que tienen sus derechos
vulnerados, y que se encuentran en situación de necesidad sentida como tal por ellos/as mismo.
Este sujeto, puede ser cualquier ser humano, que por circunstancias históricas, temporales,
estructurales, personales…, se encuentre en situación de vulneración. Desde una ética que tiene
su fundamento en los derechos humanos, el trabajador/a social se acerca a los sujetos a partir del
concepto que tienen sobre la dignidad y, sobre todo, a partir de los valores y creencias que tienen
acerca de cuáles son los derechos que sienten que están vulnerados. 7

El Trabajo Social se ocupa de situaciones concretas, poniendo en práctica sus técnicas, habilidades
y estrategias para conseguir alcanzar los ideales de justicia social. A través de la escucha activa, del
diálogo, de la empatía, de los silencios…, es como el Trabajo Social lucha para conseguir que los
derechos humanos se hagan realidad.

LOS DERECHOS HUMANOS COMO EJE VERTEBRADOR DEL TRABAJO SOCIAL.

Viendo el proceso histórico de la profesión, se puede afirmar que el Trabajo Social practicó en un
primer momento la ayuda desde una concepción caritativa y, más tarde, desde una concepción de
la justicia inspirada en los derechos garantizados por las leyes8, teniendo desde sus inicios la
convicción de que las necesidades humanas exigen satisfacción, no por decisión personal,
sino como un imperativo de justicia básica.9

LA PLANIFICACIÓN, GESTIÓN, EVALUACIÓN E INTERVENCIÓN EN PROYECTOS DE COOPERACIÓN


AL DESARROLLO COMO PARTE DE LAS FUNCIONES DEL TRABAJADOR SOCIAL.

Como se ha visto en el punto anterior, el sistema de Cooperación al Desarrollo tiene una


trayectoria y fundamentos históricos que han ido variando, pasando de una concepción centrada
en la necesidad a las actuales experiencias basadas en los Derechos Humanos.

A pesar de las variaciones históricas, la Cooperación al Desarrollo ha funcionado y sigue


funcionando principalmente a través de un proceso de planificación dividido en dos niveles: el
nivel estratégico y el nivel operativo.10

Cuando se habla de nivel estratégico se hace referencia a las orientaciones, discusiones y


consensos de los distintos actores que intervienen para definir la temática de la cooperación, a
partir de la que se orientan las “actuaciones”. Por su parte el nivel operativo es aquel referente a
las acciones concretas que se desarrollan mediante los proyectos que representan un
conjunto de actividades integrales, cuyos propósitos están articulados a las metas y objetivos
definidos en los planes y programas que los anteceden.11

LAS FUNCIONES DEL TRABAJO SOCIAL EN LOS PROYECTOS DE COOPERACIÓN AL DESARROLLO.

Como profesionales, los Trabajadores Sociales están preparados para realizar una serie de
funciones que vienen determinadas por dos variables: las competencias profesionales y el ámbito
de actuación.
Según el art. 6 del Estatuto de la profesión de diplomado en trabajo social [EPDTS] de
2001, aprobado por el Consejo General de Colegios Oficiales de Diplomados en Trabajo Social y
Asistentes Sociales, las principales funciones a desarrollar por los profesionales de Trabajo
Social son, entre otras12:

Función preventiva: elaboración y ejecución de proyectos de forma precoz para intervenir con
grupos de población en situación de riesgo social y de carencia de aplicación de los
Derechos Humanos.

Función de atención directa: atención a los individuos y grupos en riesgo de presentar


problemas sociales, potenciando el desarrollo de sus capacidades y facultades para que
puedan enfrentar los problemas e integrarse satisfactoriamente a la vida social.

Función de planificación: ordenar y conducir planes con objetivos propuestos, contenidos en un


programa mediante un proceso de análisis de la realidad y su probable evolución, tanto a nivel
micro social como macro social.

Función docente: impartir enseñanzas teóricas y prácticas de la disciplina y los servicios


sociales.

Función de promoción: actuaciones encaminadas a restablecer, conservar y mejorar las


capacidades, la facultad de autodeterminación y el funcionamiento individual o colectivo; y
diseñar e implementar políticas sociales que favorezcan la creación de recursos adecuados para
cubrir necesidades sociales.

Función de mediación: actuar como catalizador que posibilite la unión de las partes
implicadas en el conflicto con el fin de hacer posible con su intervención que sean los propios
interesados quienes logren la resolución del mismo.

Función de supervisión: ejercer control sobre las tareas realizadas por los profesionales,
trabajadores sociales y otras profesiones en servicios de trabajo social.

Función de evaluación: contrastar los resultados obtenidos en las distintas actuaciones, en


relación con los objetivos propuestos, teniendo en cuenta técnicas, medios y tiempos
empleados.

- Función gerencial: cuando el Trabajador Social tiene responsabilidades de planificación de


centros, organización, dirección y control de programas sociales y servicios sociales.

Estas funciones, se muestran como un mapa amplio que abarca todos los espectros en los que se
desenvuelve la profesión, sin tener en consideración las particularidades que presentan cada uno
de los ámbitos de intervención como es el caso de la Cooperación al Desarrollo.

Se debe señalar que según el Libro Blanco de Trabajo Social (2008), la Cooperación al Desarrollo y
específicamente los proyectos de cooperación, se constituyen como uno de los “nuevos” ámbitos
de intervención profesional en los puede actuar la profesión.
CONCLUSIÓN

El Trabajo Social está enfocado a la solución de problemas y al cambio. Por ello, los trabajadores
sociales son agentes de cambio en la sociedad y en las vidas de las personas, familias y
comunidades para las que trabajan. El Trabajo Social es un sistema de valores, teoría y práctica
interrelacionados entre sí, ha crecido con ideales humanitarios y democráticos, y sus valores se
basan en el respeto a la igualdad, el valor y la dignidad de todas las personas.

Desde sus comienzos, hace más de un siglo, la práctica de Trabajo Social se ha centrado en hacer
frente a las necesidades humanas y desarrollar el potencial humano. Los derechos humanos y la
justicia social forman la motivación y la justificación de la acción del Trabajo Social. En solidaridad
con quienes están en desventaja, la profesión lucha por mitigar la pobreza y liberar a los
vulnerables, excluidos y oprimidos, promoviendo el fortalecimiento de estos y su inclusión social.

GLOSARIO

Axiológico: es la rama de la filosofía que estudia la naturaleza de los valores y juicios valorativos.

Neofilantropía: amor al género humano.

Anacrónicas: se refiere a algo que no se corresponde o parece no corresponderse con la época a la


que se hace referencia.

Abolirlas: Suspender una costumbre, una práctica o el uso de una cosa mediante una disposición
legal.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1.- Se trataría, como advierte Javier de Lucas, de una universalidad de los derechos entendida
como “todos los derechos, para todos”.
DE LUCAS (2000): “Multiculturalismo y Derechos Humanos”, en el Diccionario crítico de derechos
humanos, huelva, Universidad Internacional de Andalucía, pág. 58.

2.- SANTOS, B. de S. (2003): Crítica de la razón indolente. Contra el desperdicio de la experiencia,


Bilbao, Desclée.

3.- DE LUCAS, J. (2000): “Multiculturalismo y derechos humanos”, en Diccionario crítico de


derechos humanos, Huelva, Universidad Internacional de Andalucía, pág. 68.

4.- SÁNCHEZ, D. (2002): “Acerca de la Democracia y los Derechos Humanos: de Espejos Imágenes,
Cegueras y Oscuridades”, en Anuario Iberoamericano de Derechos Humanos, Sao Paulo, Lumen-
Juris, págs.. 63-98.

5.- www.margen.org/suscri/margen20/derhum.html

6.- Uno de los principales éticos del Trabajo Social reconocidos por la FITS, es “Todo ser humano
posee un valor único, lo que justifica la consideración moral hacia cada persona” (Conferencias de
Sri. Lanka, 1994).

7.- Información extraída de (Fernández et al 2006, pág. 10).

8.- Información extraída de (ONU, 1995 pág. 12).

9.- VÁZQUEZ, O. y GONZÁLEZ, M. (1998): “Reflexiones en torno al objeto del Trabajo Social”, en
Actas / Congreso Andaluz de Escuelas de Trabajo Social. Escuela Universitaria de Trabajo Social de
Málaga.

10.- Información extraída (Pardo, 2008, pág. 141).

11.- Información extraída (Pardo, 2008, pág. 142).

12.- Información extraída (Consejo General de Colegios Oficiales de Diplomados en Trabajo Social
y Asistentes Sociales, 2001, pág. 2-3).

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