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Sigmund Freud
(Obras completas)
YA en un trabajo reciente expusimos como uno de los caracteres diferenciales
entre la neurosis y la psicosis el hecho de que en la primera reprime el yo, obediente a
las exigencias de la realidad, una parte del Ello (de la vida instintiva), mientras que en la
psicosis del mismo yo, dependiente ahora del Ello, se retrae de una parte de la realidad.
Así, pues, en la neurosis dominaría el influjo de la realidad y en la psicosis el del Ello.
La pérdida de realidad sería un fenómeno característico de la psicosis y ajeno, en
cambio, a la neurosis.
En las neurosis vemos surgir una reacción de angustia cada vez que el instinto reprimido
trata de llegar a la conciencia, y observamos que el resultado del conflicto no es, a pesar
de todo, más que una transacción, absolutamente insuficiente como satisfacción. En la
psicosis, el trozo de realidad rechazado trata probablemente de imponerse de continuo a
la ida anímica, como en la neurosis el instinto reprimido, por esta razón surgen en ambos
casos las mismas consecuencias. La discusión de los diversos mecanismos que han de
llevar a cabo en la psicosis el apartamiento de la realidad y la construcción de otra
distinta constituye una labor, aún intacta. de la Psiquiatría especial.
Existe, pues, entre la neurosis y la psicosis una nueva analogía consistente en que
ambas fracasen parcialmente en la labor emprendida en su segundo avance, pues ni el
instinto reprimido puede procurarse una sustitución completa, neurosis, ni la
representación de la realidad se deja fundir en las formas satisfactorias. Pero el acento
carga, en cada una, en un lugar distinto. En la psicosis, el acento carga exclusivamente
sobre el primer avance, patológico ya de por sí y que sólo puede conducir a la
enfermedad, y en cambio, en la neurosis, sobre el segundo, sobre el fracaso de la
represión, mientras que el primero puede producirse, y en realidad se ha producido
innumerables veces, dentro de la salud, aunque no sin dejar tras de sí señales del
esfuerzo psíquico exigido. Estas diferencias, y quizá otras muchas, son consecuencia de
la diversidad tópica en el desenlace del conflicto patógeno según que el yo haya cedido
en él a su adhesión al mundo real o a su dependencia del Ello.