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La Economía Ambiental es la rama del análisis económico que aplica los instrumentos
de la economía al área del medio ambiente. La Economía Ecológica, en cambio, no es
estrictamente una rama de la teoría económica, sino un campo transdisciplinario que
estudia la relación entre los ecosistemas naturales y el sistema económico.
Algunos de los principales autores de cada disciplina son: Partha Dasgupta Karl-
Goran Mälher, David Pearce y Michael Haneman (para la Economía Ambiental); y
Kenneth Boulding, Herman Daly, Robert Constanza y Joan Martínez-Alier (para la
Economía Ecológica).
Otra manera de enfocar las diferencias entre Economía Ambiental y Economía Ecológica
consiste en entender en qué medida surgen de posiciones éticas distintas. Diego Azqueta
Oyazún insiste en que la Economía Ambiental suscribe a una “ética antropocéntrica
ampliada”. Ésta, a diferencia del antropocentrismo “puro”, reconoce que los seres vivos
y la naturaleza poseen valores no instrumentales, por ejemplo a través de la
consideración por un animal de compañía o la admiración ante un paisaje. Pero esta
visión no llega hasta la ética de la Tierra desarrollada por Aldo Leopold (“El almanaque
del condado arenoso”, en 1948), que apunta a preservar la integridad de la biosfera y que
tiene una influencia mayor sobre la Economía Ecológica.
Métodos de valoración:
El método de los precios hedónicos puede resultar muy adaptado para calcular el
impacto de un proyecto (como un aeropuerto) sobre el precio de las viviendas en su
periferia (por el nivel de ruido ocasionado, entre otras cosas). Pero este mismo método
no resultaría muy útil para calcular el impacto de una central hidroeléctrica sobre las
viviendas de poblaciones indígenas.
Por eso, cada situación dará lugar a una evaluación basada en diferentes métodos. Éstos
pueden dar resultados muy diferentes debido a sus particularidades y al hecho de que
analizan un problema desde perspectivas diferentes. En cualquier caso, es importante
evitar la doble contabilización en el momento de juntar los diferentes métodos.
Por ejemplo, el valor recreativo de una playa queda cubierto tanto por el método de los
precios hedónicos como por el método de los costos de viaje.
Cabe destacar que la valoración monetaria del medio ambiente ha sido criticada por los
economistas ecológicos. Estos no descartan totalmente la valoración monetaria; por
ejemplo, un importante estudio dentro de la disciplina (Constanza et al, 1997) estimó el
valor total proporcionado por los servicios ecosistémicos y el capital natural en el mundo.
Sin embargo, la Economía Ecológica considera que no se puede considerar un bien
ambiental como cualquier otro bien intercambiable, y que tampoco se puede recurrir a
un simple análisis costo-beneficio cuando lo que está en juego es la finitud de un recurso
natural o un impacto ambiental superior a la capacidad de carga de la biosfera. Por esta
razón, la Economía Ecológica prefiere analizar los flujos y los stocks físicos de un activo
ambiental (en vez de monetizarlo) para determinar si su uso es (in)sostenible. El
indicador más usado en este sentido es el de huella ecológica. Este evalúa el impacto de
la actividad humana en los ecosistemas, relacionándolo con la capacidad ecológica de la
Tierra de regenerar sus recursos. Esto permite determinar si la actividad humana en una
región determinada supera los límites de la biosfera.