{ f Lo que falta es vocacién
‘\ Los docentes de hoy trabajan solo para ganar un sueldo,
no se comprometen con lo que hacen.
if
gon muchos los que acusan a los docentes de no tener vocacion,
de trabajar solo por dinero, de no querer la profesion. La falta de
yocacién serfa entonces la causa del mal desemperio. Se ha sefialado
en més de una ocasin que el trabajo en la docencia es diferente del
trabajo en otras actividades. Muchos docentes incluso destacan el
cardcter “vocacional” que distinguiria a su oficio, Ahora bien, esta
perspectiva ha sido muy cuestionada porque
en desmedro de
un adecuado reconocimiento laboral y salarial de la profesin. Para
entender las tensiones en torno al concepto de “vocaci6n”, vale la
pena revisar las acepciones del término.
La primera tiene que ver con el “innatismo", En un mundo
ideal, una vocacién no se elige, se “descubre”, porque es algo ast
como un llamado, una predisposicion, un mandato escrito en cada
uno de nosotros. Una vocacion es un imperativo, algo para lo cual
hemos sido hechos, algo que da razon y sentido a nuestras vidas y
no un simple medio para obtener dinero, poder 0 fama, El mito
religioso de la predestinacién fue reemplazado por una suerte de
psicologismo que considera que cada individuo, en virtud de su
cardcter y sus rasgos personales (que los tests de orientacién vo-
cacional pueden reyelar), esta orientado a ejercer una u otra ac
tividad ocupacional. Por otro lado, cierto “sociologismo” puede
Ya no se trata de buscar en
cumplir la misma funcién explicativ:
Jo mas profundo de la subjetividad personal las orientaciones ba-
sicas para explicar la “no eleccién” de Ja carrera docente. Segtinavmaris do ecucactn 90788
laneamiento Estratégico y E
tun estudio realizado en 2010 indicaba que
fest6 ser hijo, hermano 0 conyuge de
mado “fen
Ia Unidad de Pl
ign Argentina,
mat
de los docentes
cefante. Esta situaci6n ha configurado el
: ia reproducci
lo que e
cendogamia docente”, esto
ciertas familias y eirculos sociales 0,
de considerar la ocupaci6n docente, no como una pi
da por deliberacién y calculo, sino como resultado de v
de determinismo social.
Yaqui aparece la segunda dimensién de la vocacién, re
con el desinterés y Ia entrega: el maestro se convierte
del sacerdote o el apéstol; su trabajo es una misién que lo trasc
yse vuelve socialmente més valioso cuanto mas sacrificios exige. E}
‘maestro vocacional es feliz con lo que hace, y no le importa mucho
Ja retribucién. Como el deportista amateur, hace lo que hace por
placer, no como un medio para ganarse la vida.
Este viejo mito hunde sus raices en el origen de los
cativos estatales y laicos de la mayoria de los paises occidentales y
cristianos de Europa y América Latina, Pero no se trata de un
nuerto, sino todo lo contrat
y funciona como una expectativa que presiona
los docentes. La vocacién exige, en suima, una e
identidad antes que una actividad. Este tiende a ser el p
lizado para evaluar socialmente a los maestros. Es obvio
istemas edu.
came y hueso estén muy lejos de satisfacer semejantes expectativas.
La tercera y tiltima
Jadocencia o la medicina), el buen desempeiio d
algo més que la competencia y la pericia técnica
debe honrar su compromiso con el bienestar y la f
En este sentido, es legitimo esperar que un buen maestro respete
On lerto sentido estime a sus alumnnos y se interese por su fel
resente y futura,
Io ailtera dela idea de la vocacién, en sus tres dimensiones por
Bore indiferenciadas, se hace sentir en la mentalidad de los
Cootdinads pe rans investigacisn Hlevada a cabo en 2008 y
de magicere ecto Tenti Fanfani, e1 67% de los estudiantes
Siero de la Argentina afirmé que “lo més importante para
Mts sobre las doventes 73
reer la doce
Ia voeacién es
q
ber ser”
jversitaria antes de ingresar a
‘ente? Mas atin, muchos (
yeente aspiran en
formacin
la desconfianza, el desinterés, la
0 defensas
nes
que,
contra eld
laborales, el prestigio 80
entre otras cosas, caracte
Argentina, sino tara
a