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Colzani, Gianni, Antropología Teológica, Secretariado Trinitario, Salamanca, p.

527-573. (Capítulo XVII).


Guía de lectura:
1. ¿Cuál es la diferencia entre decir que “pecamos como Adán” (Pelagio) y decir que
“pecamos en Adán” (Agustín)?

Al contrario, según sus presupuestos, decir que hemos pecado en Adán significa
para Pelagio decir que hemos pecado como Adán: el pecado es exclusivamente
nuestro, dado que las relaciones con Adán son unas relaciones de imitación. Para
Agustín, por el contrario, decir que hemos pecado en Adán equivale a decir que
llevamos verdaderamente en nosotros lo que se había producido en Adán con su
culpa; no se trata sólo de una imitación, sino de una verdadera y propia herencia
de pecado que pasa de Adán a nosotros.

2. ¿Qué es la “concupiscencia”? ¿Cuál es su relación con el pecado original?

la concupiscencia': se trata de una realidad que precede a nuestros actos libres y


los condiciona negativamente, haciendo que se inclinen hacia el mal. Pena del
pecado y pecado ella misma, la concupiscencia es, para usar las palabras de
Agustín, hija del pecado de Adán y madre de los pecados de los hombres".

3. ¿Qué textos de San Pablo inspiran a Agustín en su desarrollo de la doctrina del


pecado original? ¿Qué dicen esos textos?

Rom 9, 10-29 llevará efectivamente a Agustín a percibir una acción divina de


reprobación que se motiva en virtud de un pecado que antecede al nacimiento y
que representa una deuda respecto a la justicia divina. Agustín verá en el texto
de Rom 7,14-252' una confirmación de que el pecado habita en nosotros como
una fuerza: la profunda angustia existencial que allí se describe se reduce al
fomes peccati, al acicate de la concupiscencia. Mientras que Pablo se limita a
indicar la experiencia dramática de un conflicto en la vida de un adulto, Agustín
reconocerá en ella la trama del pecado hereditario. Verá cómo actúa la misma
fuerza de mal en el texto de Rom 5,12, que todavía en el año 40024 no
guardaba ninguna relación con el pecado original.

4. ¿Por qué dice G. Colzani que en la doctrina de Agustín: “Adán llega a adquirir un
papel excesivo, casi hasta contraponerse a Cristo”?

como para Cristo, también para Adán se puede hablar de un punto cardinal que
divide la historia en un antes y un después de él. Lejos de resolverse es un
simple anti-tipo de Cristo, Adán aparece aquí en primer plano y mantiene su
propio significado y su propia autonomía en la historia de la humanidad. De esta
manera Agustín recupera las tradiciones judías y apocalípticas que constituyen
el trasfondo de la tipología paulina Adán-Cristo; Agustín mantiene la tipología en
todo su literalismo hasta hacer del pecado de Adán y en Adán la afirmación
negativa necesaria para motivar la gracia universal de Cristo.

5. ¿En qué consiste la visión “imputativa” del pecado original que desarrollaron
algunos autores medievales como Pedro Abelardo? ¿Por qué fue rechazada por
la Iglesia?

O El problema de la voluntariedad del pecado original es introducido formalmente


por Abelardo que, ligando estrechamente el pecado y la libertad, cree que es
imposible explicar cómo el pecado original es propiamente un pecado; por eso
sacará la conclusión de que el pecado original es la pena, la consecuencia
legítima del pecado de Adán, pero que no es, en nosotros, una verdadera culpa.
Esta visión imputativa y jurídica del pecado original, sostenida todavía en tiempos
del tridentino por Pighi y por Catarino, será condenada precisamente en dicho
concilio": el pecado original -precisará aquella asamblea- existe realmente en
cada uno de nosotros y no solamente en Adán a partir del cual se nos imputa a
nosotros.

6. ¿Por qué afirma el Concilio de Trento que el pecado original tiene una estructura
profundamente distinta de los pecados personales?

Los padres dedican los cánones 2 y 3 a describir positivamente esta condición de


pecado". Según los padres conciliares, Adán perdió el estado de santidad y de
justicia no sólo para sí, sino también para nosotros; por eso nos ha transmitido no
sólo la muerte y, en general, la miseria humana que es consecuencia y castigo
del pecado, sino el pecado mismo, «quod mors est animae». Calificándolo
todavía mejor, el canon 3 añadirá que este pecado es uno en cuanto a su origen°,
que se transmite por propagación y no por imitación66 y que está en todos como
propio de cada uno.

7. G. Colzani explica que en la época contemporánea se ha intentado dar un


contenido más preciso a la naturaleza del pecado original a través de: 1) la
valoración de la dimensión social del pecado; 2) La recuperación del
personalismo y sus estructuras de responsabilidad; 3) El diálogo con el
psicoanálisis. ¿En qué consiste cada uno de estos intentos?

La valoración de la dimensión comunitaria del pecado original encontrará su


expresión sobre todo con la tesis del pecado del mundo74; este término no indica
la suma de los pecados personales, sino más bien su conexión, especificada
como una situación comunitaria, como una solidaridad del mal, como la
capacidad de condicionar profundamente la vida del individuo. La recuperación
del personalismo y de sus estructuras de responsabilidad75 capta la relación con
Dios como la relación fundamental y estructural del ser personal; el pecado
original repercute así en aquel horizonte espiritual en el que se sitúa la formación
de la libertad personal y lo configura como el rechazo orgulloso y prometeico de
Dios y como la pretensión de autonomía salvífica. Finalmente, el diálogo con el
psicoanálisis76 acompaña y a veces sustituye la noción de pecado por la de
culpa: su calificación como «culpabilité fondamentale» indica el esfuerzo por dar
al símbolo religioso una especie de profundidad sin reducirlo a una pura imagen
arquetípica. En este mismo sentido va la preferencia que se concede, en este
sentido, a Freud sobre Jung: se trata de mantener el discurso religioso en un
cierto nivel de historicidad, sin reducir al Dios de la revelación a las profundidades
de un «Yo» personal, aunque sea anterior a la toma de conciencia que se da en
la relación con las cosas y las personas.

8. ¿Por qué para G. Colzani el texto del Génesis capítulo 3 debe ser leído más
como una antropología fundamental que como un comienzo cronológico?
San tropología fundamental, tiene que saber mantener un alto sentido de la
medida y un gran rigor crítico en sus conclusiones: bien porque, probablemente,
el autor del Génesis no conoce sobre el comienzo cronológico de la historia
humana más de lo que conocemos nosotros, bien sobre todo porque el comienzo
cronológico, en su carácter empírico, no es automáticamente ni necesariamente
capaz de indicar la verdad del hombre o de llegar a la raíz de la persona y de su
mundo.
Presentado como imagen de Dios, como realidad viviente del soplo creador, el
hombre aparece totalmente determinado por este origen permanente, de esta
relación básica con Dios que establece el camino de su conciencia y de su
libertad dentro de la historia. En una palabra, lo que nos interesa no es tanto un
comienzo cronológico que el desarrollo de la historia iría acorralando hacia un
pasado cada vez más lejano, como aquel fundamento permanente que revela
hasta el fondo la identidad y el sentido de la vida humana.

9. Los textos de Pablo y de Juan hablan del “pecado del mundo” ¿qué relación
tiene esta categoría con el pecado original? el pecado del mundo es una
universalización del pecado que remite a la seguridad orgullosa e intolerante con
que la humanidad se opone al designio de Dios, hasta pervertir la dignidad
humana haciéndola caer en la incredulidad y en la degradación moral, hasta
llegar a desfigurar profundamente en ella la verdad de Dios. Se pone así en
evidencia un estado general de pecado que domina sobre todos los hombres y
que se ve agravado por sus pecados personales: sólo el Espíritu, recuerda
Juan", puede combatir este pecado y convencer al mundo de su error. Sale
entonces a la luz un misterio de iniquidad que está ya en acto94 y que
representa un contexto real -junto con la certeza de la fidelidad divina- del
ejercicio de nuestra libertad; mientras que el yahvista" lo describe como una
herencia de mal ligada a la culpa de Adán, los autores neotestamentarios
insisten más en el carácter anticristiano de este pecado. Es el rechazo del Dios
de Jesucristo el que, precisamente en la muerte de Jesús, manifiesta toda su
gravedad, toda su agresividad: la muerte de Cristo es el acontecimiento central
del pecado del mundo, es el punto en el que revela toda su perversa
intencionalidad.
10. En la página 559, el autor habla de una ybris ¿en qué consiste exactamente?

Construido en torno al conocimiento del bien y del mal y el afán de hacerse como
dioses, el pecado de Adán intenta iluminar lo que es propio de su voluntad
pecaminosa, es decir, la pretensión de decidir sobre lo que está bien y lo que está
mal fuera de la divina sabiduría creadora, fuera de la relación constitutiva con
Dios. Esta ybris, esta voluntad de hacerse dios, no es tanto la violación de una
norma como lo contrario de la fe, la reivindicación de una autonomía humana
como absoluta e independiente de Dios'.

11. A partir de los numerales 4.1. al 4.4. ¿qué es para G. Colzani el pecado
original?

El pecado original puede asemejarse a cualquier otro pecado personal, poniendo


por tanto el acento en la voluntariedad y en la vitalidad de ese desorden moral
que es el pecado en cuanto tal. Sin embargo, nadie pide nacer en pecado, no se
es culpable por el simple hecho de nacer. El pecado original es el pecado contra
Dios bíblicamente hablando. El pecado original se nos ha presentado
como la decadencia culpable de la humanidad respecto a la vocación
a la que Dios la había destinado y como la fuerza concreta de mal que
actúa en cada persona: nace aquí un drama moral, un combate
espiritual, que no puede menos de poner en juego a la gracia divina.
Si esta visión muestra la debilidad de una interpretación meramente
psicológico-social del pecado original, no hay sin embargo ninguna
necesidad de recurrir al diablo.
12. Según Colzani ¿el poligenismo es compatible con la fe?
. Es la unidad de destino y de vocación en Cristo, es la unidad dentro
del único plan divino lo que establece la unidad de la humanidad, no
ciertamente la unidad biogenética. Compatible con la fe, es y sigue
siendo un problema científico, en el sentido de que, correctamente
entendido, no contradice la verdad cristiana del pecado original

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