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CAUSA Nº 12233 CCALP “ASOCIACION POR LOS DERECHOS CIVILES C/HONORABLE CAMARA DE

DIPUTADOS DE LA PCIA. DE BS. AS. S/PRETENSION ANULATORIA - OTROS JUICIOS (374)”

En la ciudad de La Plata, a los diez días del mes de Abril del 2018 reunida la Cámara de Apelación en
lo Contencioso Administrativo con asiento en La Plata, en Acuerdo Ordinario, para pronunciar
sentencia en la causa “ASOCIACION POR LOS DERECHOS CIVILES C/HONORABLE CAMARA DE
DIPUTADOS DE LA PCIA. DE BS. AS. S/PRETENSION ANULATORIA - OTROS JUICIOS (374)”, en trámite
ante el Juzgado de Primera Instancia en lo Contencioso Administrativo N° 1 del Departamento
Judicial La Plata (expte. Nº -24610-), con arreglo al sorteo de ley, deberá observarse el siguiente
orden de votación: Señores Jueces Dres. Claudia Angélica Matilde Milanta, Gustavo Daniel
Spacarotel y Gustavo Juan De Santis.

A N T E C E D E N T E S:

I. Contra la sentencia que resuelve desestimar la pretensión anulatoria entablada en estos autos
(conf. fs. 249/263) se alza la parte actora, interponiendo recurso de apelación a fs. 266/287.

II. Sustanciado el recurso (fs. 290/300) remitidas las actuaciones al Tribunal y declarada la
admisibilidad de la impugnación (conf. resolución de esta Cámara de fs. 512) hallándose la causa en
estado de ser resuelta, en segunda instancia, corresponde plantear y votar la siguiente

C U E S T I Ó N:

¿Es fundado el recurso de apelación interpuesto?

En su caso, ¿qué pronunciamiento corresponde dictar?

V O T A C I Ó N:

A la cuestión planteada, la Dra. Milanta dijo:

I. Con fecha 12.VII.2016 el magistrado de primera instancia dicta sentencia resolviendo desestimar
la pretensión anulatoria deducida por la Asociación por los Derechos Civiles y la Asociación Civil
Ateos Mar del Plata contra la Provincia de Buenos Aires, imponiendo las costas del proceso en el
orden causado (art. 51 CPCA).

1. Para así decidir, luego de efectuar un breve repaso de los escritos de demanda y contestación,
recuerda que con fecha 28.IV.2010 la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires dictó
una resolución que dispuso la entronización de la imagen de la Virgen de Luján en el Salón de los
Pasos Perdidos. El día 15.XI.2010 la actora presentó una nota requiriendo el retiro de dicha imagen
y, finalmente, el 23.II.2011 solicitó el pronto despacho de su solicitud.

La accionante interpuso demanda contencioso administrativa a fin de que se anule la resolución


mencionada, se retire la imagen religiosa y, en lo sucesivo, la demandada se abstenga de instalar
cualquier tipo de símbolos religiosos en los espacios públicos donde ejerce funciones.

2. El sentenciante señala que la presente litis abre el debate en punto a la colocación de símbolos
religiosos en espacios públicos y la relación que debe existir entre el Estado y los diversos
posicionamientos religiosos de los ciudadanos. En ese contexto, considera que para resolver el
planteo entablado, corresponde analizar la relación entre el acto cuestionado y las normas
constitucionales y supranacionales.

3. Seguidamente, efectúa diversas consideraciones relativas a la relación entre el Estado y las


religiones, destacando que la República Argentina y en particular la Provincia de Buenos Aires, se
ubican en un modelo que podría denominarse “laicismo moderado”. Recuerda que la Constitución
Nacional establece el sostenimiento por el gobierno federal del culto católico apostólico romano
(art. 2) y a su vez reconoce la libertad de todas las personas de profesar libremente su culto (art.
14).

Al respecto, indica que la Constitución de la Provincia de Buenos Aires dispone que el gobierno
provincial coopere a sostener el culto católico apostólico romano con arreglo a las prescripciones
de la Constitución Nacional, estableciendo también la libertad religiosa de los ciudadanos (arts. 7, 8
y 9).

Expone que si bien no se le otorga a la Iglesia Católica el estatus de religión oficial, sí se le confiere
una posición preferencial, puesto que la católica es la religión que profesa la mayoría del pueblo
argentino y el gobierno le otorga un subsidio económico para los gastos en nuestro país (ello de
conformidad con los debates del Congreso Constituyente de 1953 y la reforma constitucional del
año 1994).

En el entendimiento de que la interpretación adecuada de la Constitución implica evaluarla como


una unidad, conformada también por los instrumentos internacionales a los que se les ha otorgado
jerarquía constitucional (art. 75 inc. 22 CN), alude a diversas normas contenidas por dichos tratados
internacionales concernientes a la libertad de conciencia y religión, las limitaciones establecidas
para la protección del orden público y el respeto de las minorías.
4. En el acápite siguiente se aboca al estudio de los símbolos religiosos en los edificios públicos,
comenzando por la cita de pronunciamientos del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en virtud
de la similitud entre los textos normativos en los que éste fundó su interpretación y los tratados
internacionales que forman parte de nuestra Constitución Nacional.

5. Retomando el objeto de esta contienda indica que el símbolo religioso cuestionado es la Virgen
de Luján, imagen emblemática en la República Argentina incorporada a la cultura nacional. Expresa
asimismo que existen manifestaciones estatales que reconocen a la cultura cristiana fuertemente
enraizada en nuestra costumbre institucional, sin que ello importe una discriminación hacia otras
religiones que no se encuentran tan ligadas a la historia del país.

Continúa desarrollando esa idea señalando que el símbolo citado contiene una innegable evocación
al acervo histórico cultural de nuestro país que ha sido contemplado en los fundamentos de la
resolución administrativa impugnada: “entre el pasado y el presente, hay signos, símbolos y señales
que sirven de ancla y sostén y puentes a nuestro pueblo. En estos símbolos se reconocen argentinos
y muchos hermanos latinoamericanos” (tercer párrafo de los considerandos).

6. El apartado siguiente refiere a la laicidad del Estado como garantía del pluralismo religioso.

Afirma que, ciertamente, la presencia de una imagen de la Virgen de Luján le confiere a la religión
mayoritaria del país una visibilidad preponderante en el ambiente estatal, sin que extrañe el
predominio del catolicismo en la influencia que las religiones ejercen sobre las instituciones
estatales, habida cuenta del carácter mayoritario de ese credo en nuestro país, que no sólo se ha
expresado en el sostén económico del Estado, sino también en el –más delicado- aspecto educativo.

Estima que, sin embargo, esa preponderancia no es suficiente para denotar un proceso de
adoctrinamiento que constituya una vulneración de los deberes estatales vinculados con el derecho
a profesar libremente el culto que se desee o no profesar ninguno.

El juez a quo no advierte en el caso traído a juzgamiento que la exposición de un símbolo religioso
en las paredes de uno de los salones de la Legislatura bonaerense pueda tener alguna influencia en
las decisiones que los diputados deban adoptar en el ejercicio de sus funciones; tampoco encuentra
presentes en estas actuaciones elementos de convicción que permitan afirmar que la exhibición de
dicha imagen constituya un medio de proselitismo que pueda llevar a confusión a los integrantes de
la Cámara de Diputados, entre los dogmas que la Virgen representa y sus obligaciones funcionales.
Refiere que la actora demanda el carácter absoluto de los deberes estatales de abstención en
materia religiosa como si su derecho a la libertad de conciencia se viera violentado por la expresión
de una práctica religiosa en el ámbito estatal, planteando una división tajante entre el ámbito de lo
público y lo privado, al que se confinaría la religión.

Sostiene que la laicidad del Estado debe ser entendida como una garantía de pluralismo religioso,
puesto que la no adscripción a ninguna verdad teológica es una visión del bien como otras y no
asegura neutralidad alguna. Entiende asimismo que permitir que una persona o grupo exija la
remoción de una imagen religiosa supone creerse portador de una verdad que se les niega a otros,
convirtiendo en ese supuesto al laicismo en un anticlericalismo tan dogmático como las religiones
que se pretenden resistir.

Indica asimismo que ni la Constitución Nacional ni los tratados internacionales de los que Argentina
forma parte proponen una completa disociación entre el ámbito público y el privado; cita el art. 12
de la CADH que reconoce la libertad de conciencia y culto junto al derecho de todo ser humano a
divulgar su religión o creencias tanto en público como en privado, facultad que sólo cabe restringir
a fin de proteger la seguridad, el orden, la salud o moral públicas o los derechos y libertades de los
demás, supuestos de excepción que no se concurren en el caso.

7. Finalmente se dedica a efectuar diversas consideraciones relativas al principio de igualdad de las


que colige que no ha existido en esta litis una denegatoria de la Cámara de Diputados a entronizar
imágenes o símbolos de otras religiones, que permita considerar siquiera la arbitrariedad en
desconocer a unos lo que se concede a otros en similares circunstancias.

Incluso en tal supuesto, entiende que el derecho del interesado habilitaría a demandar al órgano
público a la colocación de la propia imagen pero no a la remoción de las ajenas, máxime cuando se
hallan fundadas en sentimientos relevantes para la cultura de una sociedad.

Por todo lo expuesto anteriormente, concluye que el acto administrativo enjuiciado no exhibe
ninguna irregularidad que amerite su anulación, por lo que desestima la demanda entablada.

II. La parte actora apela el pronunciamiento de grado a fs. 266/287. Sus agravios, en lo sustancial,
plantean lo siguiente:

1. La sentencia apelada resulta arbitraria, por haber omitido examinar y resolver los argumentos
constitucionales formulados en la demanda, circunstancia que determinaría su invalidez. Agrega
que las premisas utilizadas por el juez a quo llevan a una conclusión opuesta a la solución que
consagra.

2. La tradición no puede ser entendida como un argumento válido para justificar la medida
impugnada.

a. Al respecto, reitera argumentos ya expuestos en su escrito inicial, indicando que para muchas
personas que conforman la supuesta mayoría católica, la imagen de la Virgen nada significa,
tornando ficticia la identificación que la resolución cuestionada hace entre el pueblo -como un todo-
y la Virgen de Luján. Cita una encuesta elaborada por el CONICET, incorporada como prueba en estas
actuaciones.

b. Agrega que, incluso si esa imagen fuera significativa para la mayoría, debe protegerse a las
minorías del daño que las decisiones o actos de la mayoría puedan causarles (como ocurre en el
presente supuesto). Sostiene que “…para algunos, el mensaje que la misma transmite, puede no
resultar de su agrado”.

c. Afirma que la circunstancia de que la Virgen de Luján sea reconocida por “muchos hermanos
latinoamericanos” es irrelevante, puesto que para un gran número de personas dicha imagen
resulta indiferente. Indica que, por otro lado, los legisladores de la Provincia tienen por función
representar los intereses de todos los ciudadanos y no del pueblo latinoamericano.

d. Aun asumiendo que una parte mayoritaria de la población se encuentra de acuerdo con la
entronización de la imagen, ello no justifica colocarla en un edificio donde funciona uno de los
poderes del Estado, que es eminentemente laico y debe representar a la totalidad de la población
cualesquiera sean sus creencias.

Añade que del hecho de que la veneración de la Virgen de Luján sea “tradicional” en nuestro medio
no se sigue que sea constitucional la instalación de su imagen en edificios públicos.

Luego expresa que esa línea de argumentación no se condice con las constancias de autos, citando
al respecto la encuesta sobre creencias y actitudes religiosas en Argentina –agregada a la causa- en
cuyas conclusiones se destacó el pluralismo y diversidad en el campo religioso, junto con la
continuidad de una cultura cristiana, encontrándose el país frente a complejos procesos de
desinstitucionalización religiosa, de individuación y recomposición de las creencias.
Colige de ello que la diversidad y apropiación individual de cada culto se encuentra por encima de
la “tradición” y por ende, el fundamento de la decisión basado en ese argumento se halla rebatido
por la prueba producida. Agrega que convalidar la presencia de la virgen en la legislatura por una
supuesta tradición equivale a dotar de estatuto de verdad a una ideología cuando esta no pasa de
ser, a todo evento, una hegemonía transitoria.

3. Yerra el magistrado cuando remite a la doctrina del TEDH, referida al “margen de apreciación”.

Señala que para resolver el debate planteado bastaba con acudir a las cláusulas constitucionales
nacionales que fijan la relación de neutralidad (no confesional) entre el estado argentino y la iglesia
católica, aceptando que el sostenimiento es “económico” sin pasar de ello. Entiende innecesario
acudir a la doctrina del tribunal europeo, que no rige en nuestro sistema sino como lejana
referencia.

Afirma que la utilización de la doctrina del margen de apreciación para interpretar nuestra
Constitución resulta contradictorio con el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, puesto
que no existe aquí una falta de consenso dentro de diferentes sistemas jurídicos nacionales
(justificativo habitual del TEDH para aplicar este concepto), en tanto se trata de la interpretación de
un solo sistema jurídico: la Constitución Nacional.

4. Lo afirmado por la sentencia, en punto a que el liberalismo es “extraño” a nuestra Constitución


resulta erróneo.

Sostiene en este punto que nuestra Constitución es decididamente de cuño liberal, fiel exponente
del constitucionalismo clásico. También son de “cuño liberal” los tratados de derechos humanos
incorporados a ella.

El aspecto central de dichas normas es la separación entre el ámbito público y el privado, ya que
sólo respecto del primero se justifica la interferencia estatal en los derechos de las personas (cita al
respecto jurisprudencia de la CSJN, Sejean, Bazterrica, Arriola, Albarricini, D.M.A.)

Refiere que la libertad religiosa es un asunto privado, en tanto constituye el derecho que los
individuos ejercen respecto del Estado o de otros particulares, por lo que no corresponde a las
autoridades públicas adoptar un mensaje religioso determinado, como ocurrió en el caso de autos.
Manifiesta que el espacio común en el marco estatal debe preservarse a la significación contingente,
a la posibilidad abierta de toda espiritualidad. La entronización de la Virgen de Luján vulnera el
principio de autonomía de la persona.

5. El retiro de la imagen en cuestión no es un acto de intolerancia religiosa, contrariamente a lo


afirmado por el juez de grado. La actora sostiene que los principios seculares que promueve no son
contrarios al derecho a la libertad religiosa sino a su favor, dado que intentan reservar el espacio de
deliberación democrática a la expresión de múltiples voces sin la presencia de imágenes o íconos
que recorten o asignen un sentido unívoco. El retiro de la Virgen en modo alguno restringe la
posibilidad de que quien comulgue con ese credo, lo exprese públicamente.

Entiende inaceptable en base a nuestro diseño constitucional, que se entronice una imagen en un
espacio por excelencia de la república.

6. El juez de primera instancia desconoció el alcance del principio constitucional de igualdad ante la
ley. Al respecto sostiene que el sentenciante hizo caso omiso de los argumentos planteados por su
parte al rechazar el planteo fundado en la violación del principio de igualdad.

Recuerda en este sentido lo sostenido en el libelo inicial, donde afirmó que las distinciones basadas
en creencias religiosas de los individuos constituyen “categorías sospechosas” en el derecho
argentino y comparado, que se encuentran afectadas por una fuerte presunción de
inconstitucionalidad.

Entiende que -en el caso- la distinción realizada por la Legislatura configura una categoría
sospechosa, en tanto presenta un fundamento religioso dirigido a reivindicar un culto en particular.
Frente a ello, el juez debió haber aplicado un criterio estricto para determinar la validez de la
resolución impugnada (lo que significaba su invalidación para el caso de que no se consiguiera
demostrar que la resolución respondía a fines sustanciales y era el medio menos restrictivo para
alcanzar tal finalidad). Afirma que la demandada no ha podido justificar que la medida respondiera
a fines sustanciales y se tratara del medio menos restrictivo, ya que se basó en una postura
dogmática al sostener que la veneración de la imagen religiosa se encontraba profundamente
arraigada en nuestra tradición.

III. Arribado este punto del análisis, me abocaré a continuación al tratamiento y resolución de los
agravios deducidos contra el decisorio cuestionado.
1. En primer término recuerdo que las accionantes –Asociación por los Derechos Civiles y Asociación
Civil Ateos Mar del Plata- entablan una acción contencioso administrativa (pretensión anulatoria)
contra la resolución de la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires que
dispuso entronizar la imagen de la Virgen de Luján en el Salón de los Pasos Perdidos.

Solicitan al respecto que “a fin de restablecer los derechos e intereses conculcados” se ordene a la
demandada a retirar la imagen religiosa y, en lo sucesivo, abstenerse de instalar cualquier tipo de
símbolos religiosos en espacios públicos del edificio donde ejerce sus funciones (fs. 49 vta.).

2. La resolución cuestionada fue adoptada por unanimidad de los miembros presentes en la sesión
del día 28.IV.2010 y expresa “La Honorable Cámara de Diputados de Buenos Aires resuelve:
entronizar en el Salón de los Pasos Perdidos de esta honorable Cámara de Diputados la imagen de
la Virgen Nuestra Señora de Luján; Patrona de nuestra patria; por su patrocinio y acompañamiento
en el bicentenario de la Revolución de Mayo…”

Por su parte, en los fundamentos de dicha resolución se expuso lo siguiente:

“Hace 200 años, el pueblo del virreinato, comenzó su gesta emancipadora, la cual culminaría luego
de 6 años, el 9 de julio de 1816, en San Miguel del Tucumán con la declaración de independencia.

Estas fechas fuertes para la Nación Argentina, representan puntos de reflexión histórica y aperturas
de caminos a tomar en el futuro.

Pero, entre el pasado y el presente, hay signos, símbolos y señales que sirve de ancla y sostén y
puente a nuestro pueblo. En estos símbolos se reconocen argentinos, y muchos hermanos
Latinoamericanos. Y entre ellos, podemos poner sin lugar a duda a la imagen de la Virgen de Luján.
Ya en los albores del nacimiento patrio, la imagen de Nuestra señora de la pura y limpia concepción
del río Luján, acompañó el derrotero de nuestros Mayores hacia la emancipación de todo un
continente.

Pocos meses después del 25 de mayo, el 27 de septiembre de 1810 Belgrano entra en el templo
parroquial de la Villa de Luján mientras se dirigía a Paraguay, poniéndose bajo la protección de la
Virgen, celebrándose entonces una solemne misa y le envía dos banderas de la Batalla de Salta.

Desde 1813, San Martín llevó siempre consigo el relicario de la Virgen de Luján, guardó
religiosamente sobre su pecho, según testimonio del nieto del general Olazábal, quien la entregó al
museo de la histórica villa, asimismo concurrió a este Santuario en varias oportunidades y le ofrece
una de sus espadas. Martín Rodríguez, Corlenio Saavedra, J. M. de Pueyrredón, Rondeau y los
caudillos de la libertad, le tributaron homenaje de su reconocimiento. Y así muchos de nuestros más
grandes forjadores de la patria, han desfilado delante de la sagrada imagen.

Fue declarada Patrona Jurada de Argentina, Uruguay y Paraguay, su trascendencia internacional es


indiscutible. Y en su santuario de Luján podemos observar las ofrendas que estos pueblos hermanos
entregaron a al Virgen.

En el siglo pasado, la Virgen de Luján fue venerada por muchos presidentes argentinos; por ejemplo,
el 3 de abril de 1948, el presidente Juan Domingo Perón la declara «Patrona de los ferrocarriles
argentinos» y se entroniza su imagen en las estaciones del tren. Tradición que hasta el día de hoy
perdura.

Sería visitada por el venerable siervo de Dios Juan Pablo II en dos oportunidades, en 1982 y en 1987,
concediéndole la distinción de La Rosa de Oro. Anteriormente, había recibido la visita de dignatarios
eclesiásticos, se destacan ilustres eclesiásticos como Juan Mastai Ferrari y el Cardenal Eugenio
Pacelli, más tarde consagrados Papas con el Pío IX y Pío XII respectivamente.

Y somos nosotros, que al comienzo de este siglo XXI, añadiremos un galón más a la muy venerada
Imagen de la Pura y Limpia Concepción del río Luján.

Con este acto, la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires, reconoce en las vísperas del
Bicentenario, que es la Virgen de Luján. Para los creyentes; Patrocinio y acompañamiento; y para
aquellos que no comparten la fe: la simbología y la tradición. Desde este día, ella custodiará y velará
los pasos en esta Casa, en la cual está representado todo el pueblo de la región bonaerense, el cual,
desde la muy noble y fiel villa de Luján» cobija bajo su manto celeste y blanco. (la negrita me
pertenece)

Por lo expresado solicito a los señores diputados, acompañen con su voto el presente proyecto.
González” (ver diario de sesiones del período 138°, 4a. sesión ordinaria, fs. 40/43).

3. Ahora bien, la parte actora pretende la anulación de la resolución de la honorable Cámara de


Diputados que fue transcripta en los párrafos antecedentes. Sostiene al respecto que el acto
administrativo cuestionado resulta lesivo de los principios de libertad de culto, de conciencia, de
igualdad y no discriminación.
En relación a la pretensión que da origen al presente litigio cabe recordar que, para arribar en esta
sede a la conclusión de que un acto debe ser anulado, quien solicita tal anulación debe demostrar
previamente que la invalidez invocada deriva de la contradicción entre el acto atacado y el
ordenamiento jurídico vigente.

La sentencia de primera instancia resolvió desestimar la pretensión, luego de concluir que el acto
administrativo enjuiciado no presenta ninguna irregularidad que justifique su anulación.

Las actoras, disconformes con esa decisión, interpusieron recurso de apelación.

Sin embargo, anticipo que los agravios expuestos en dicho escrito (a los que ya se hizo
pormenorizada referencia en el acápite II) se exhiben insuficientes para rebatir la sentencia
recurrida.

En efecto, más allá del debido resguardo que merecen los fundamentales derechos controvertidos
en esta litis y de lo valioso que pueda resultar debatir sobre ellos, bajo un análisis estrictamente
jurídico, las detalladas consideraciones y desarrollos plasmados en el escrito recursivo no dan
cuenta de la presencia de motivos suficientes y debidamente comprobados que den lugar a la
anulación de la resolución de la Cámara de Diputados que dispuso entronizar la imagen de la Virgen
de Luján en el Salón de los Pasos Perdidos.

Como se verá a continuación, los agravios propuestos exponen un criterio disimil del asumido por
el juez a quo para resolver el conflicto planteado, basado en divergencias que hacen a la subjetividad
de la parte actora, pero que –sin embargo- no trasuntan una crítica concreta y razonada del fallo
que resulte suficiente para conmover las bases en las que se sostiene el decisorio.

Es que, si bien dichas discrepancias valorativas sostienen que la sentencia resulta arbitraria, no
encuentran apoyo en circunstancias que permitan verificar un error palmario y esencial que de lugar
a la revocación del fallo apelado; por el contrario, pretenden oponer un criterio propio sin llegar a
demostrar concretamente la transgresión invocada.

4. En punto a la cuestión traída a debate judicial, cabe comenzar por señalar que las relaciones entre
el Estado y la religión implican un tema complejo con numerosas aristas que –en caso de
encontrarse en pugna- debe resolverse prudencialmente y caso por caso, evaluando las
circunstancias fácticas en consonancia con los principios y derechos involucrados.
Estos principios y derechos, a la luz de los cuales se analizarán las problemáticas suscitadas en torno
a esta cuestión, se encuentran –fundamentalmente- en la Constitución Nacional y los Tratados
Internacionales sobre Derechos Humanos que fueron incorporados a nuestro derecho interno con
jerarquía constitucional a partir de la reforma del año 1994.

El marco jurídico del tema debatido converge en los artículos 14 de la Constitución Nacional
(reconocimiento del derecho a profesar libremente su culto a todos los habitantes del país), 20
(extensión de ese derecho a los extranjeros), 16 (igualdad de los ciudadanos), 19 (protección de las
acciones privadas, principio de reserva) y el art. 2, relativo al sostenimiento por parte del Estado al
culto Católico Apostólico Romano.

También integran el cuadro preceptivo la Convención Americana sobre Derechos Humanos (art. 12,
13 y 24) y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (art. 2, 18, 26, 27), al asegurar –entre
otros derechos fundamentales- la libertad de conciencia y religiosa que incluye el derecho a buscar,
recibir y difundir información sobre las propias creencias sin censura previa, en forma individual o
colectiva, tanto en público como en privado, mediante el culto, la celebración de ritos, las prácticas
y la enseñanza.

En relación al caso de autos, la presencia de símbolos religiosos en determinados sectores de los


edificios públicos supone una cuestión que no admite una única respuesta para todas las coyunturas
posibles, puesto que –como se señalara- existen particularidades propias de cada caso que justifican
efectuar un análisis diligente y puntual, a fin de arribar a un desenlace justo.

Cabe señalar que este tipo de contingencias resultan especialmente complejas en atención al
modelo de estado adoptado por la constitución nacional argentina, que si bien prevé el
sostenimiento del culto católico apostólico romano (y efectúa, al mismo tiempo, diversas alusiones
a esa religión tanto en el preámbulo como a lo largo de su articulado), no adopta una religión oficial
pero tampoco suprime las cuestiones religiosas de la vida pública.

Es así que, en atención a la laicidad del estado argentino, deberá evaluarse la compatibilidad de la
situación planteada bajo un triple prisma: la libertad religiosa, la igualdad de todos los habitantes y
la no confesionalidad del estado, a fin de determinar si la actuación cuestionada preserva el
equilibrio entre las prerrogativas estatales y las garantías reconocidas a los particulares por la norma
fundamental y los tratados internacionales con su misma jerarquía.
En el particular, las actoras cuestionan la resolución que dispuso entronizar la imagen de la Virgen
de Luján en el Salón de los Pasos Perdidos de la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos
Aires. Tal decisión se sostuvo en las consideraciones expuestas en los fundamentos transcriptos en
el punto 2). Allí se destacó especialmente el lugar preponderante de la Virgen de Luján en la historia
de la República Argentina, esto es la cercanía que con ella mantuvieron diversos héroes patrios
(Belgrano, San Martín, entre otros), resaltando asimismo a esa imagen como uno de los símbolos
en los que se reconocen los argentinos.

En relación a lo expuesto en el párrafo antecedente cabe advertir que, bajo ciertas circunstancias,
algunos símbolos religiosos pueden llegar a adquirir significados que exeden la cuestión espiritual
para pasar a revestir connotaciones históricas, lazos culturales, envolviendo sentidos artísticos,
etcétera. Esto es, más allá o bien al lado de la connotación religiosa, con un sentido vinculado a
datos históricos objetivos, tal y como se lo expresó en los fundamentos del acto. Hay una faz que lo
vincula a un culto, y otra, que lo asocia a las circunstancias relativas al patrimonio cultural, en ambos
casos sin connotaciones de índole subjetiva.

De los fundamentos de la resolución, es posible extraer que este es el rol que le ha asignado la
Cámara de Diputados a la entronización de la imagen de la Virgen de Luján, cuyo emplazamiento en
uno de los salones del organismo representa –al menos en parte- el arraigo histórico y social de la
Virgen en la historia de la nación.

Ello se exhibe con mayor claridad aún en uno de los últimos párrafos de sus fundamentos, que
expresa: “Con este acto, la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires, reconoce… que es
la Virgen de Luján. Para los creyentes; Patrocinio y acompañamiento; y para aquellos que no
comparten la fe: la simbología y la tradición. Desde este día, ella custodiará y velará los pasos en
esta Casa, en la cual está representado todo el pueblo de la región bonaerense…”.

De este modo, a partir de dichas consideraciones, es posible colegir que al momento de tomar la
decisión, los diputados tuvieron en cuenta no sólo lo que la Virgen de Luján representa para quienes
profesan la religión católica, sino también sus implicancias para quienes no adoptan dicha fe,
interpretándola como símbolo histórico popular del país.

Los argumentos de la resolución de fecha 28.IV.2010, que fue votada unánimemente por el cuerpo
legislativo, respaldan la decisión de instalar dicho símbolo y refuerzan la legalidad y razonabilidad
del acto administrativo cuestionado.

De lo anterior se desprende que tal decisión se halla fundada en razones atendibles, sin que se
advierta que la presencia de la imagen en el ya mencionado salón implique una discriminación
arbitraria que conlleve el quebrantamiento del principio de igualdad o una imposición que vulnere
los derechos de quienes profesan otras religiones o no practican ninguna.

Las reiteradas afirmaciones de las recurrentes en punto a que la resolución fue aprobada sin
observaciones ni un “amplio debate” previo, no implican una circunstancia que pudiera invalidar tal
decisión, puesto que el funcionamiento y las prácticas propias a través de las cuales la Cámara de
Diputados ejercita sus facultades y funciones administrativas –mientras no conlleve un accionar
ilegítimo debidamente acreditado- constituye un ámbito propio de dicho poder del Estado.

Por ello, advierto que en la coyuntura referida, las apelantes no han podido demostrar con
suficiencia que la resolución controvertida quebrantara los derechos y principios a los que hace
referencia. Las pruebas agregadas a la causa con ese objetivo: encuesta sobre creencias y actitudes
religiosas en Argentina, elaborada por el CONICET y dictamen confeccionado por el Instituto
Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo sobre la presencia de símbolos
religiosos en espacios públicos, no aportan elementos decisivos en este sentido.

La primera de ellas se dedica al análisis de las relaciones entre la religión y la estructura social en la
Argentina, haciendo hincapié en las creencias y actitudes religiosas traducidas en datos estadísticos;
entre ellos, se consultó a los entrevistados si creían en Dios (arrojando dicha consulta que 9 de cada
10 habitantes lo hacen), cuál es su religión actual (el 76% de los argentinos se define católico), con
qué frecuencia asisten a ceremonias de su culto (el 23.8 % lo hace muy frecuentemente y el 49.1%
lo hace con escasa frecuencia, mientras que el 26.8% nunca), cómo se relacionan las personas con
Dios (en su mayoría, la población lo hace “por su propia cuenta”), y otros datos como la opinión
sobre el aborto, la educación sexual en escuelas,etc.

Más allá del interés que la encuesta mencionada pudiera revestir en punto a cuál es la religión
mayoritaria en el país y cómo se relaciona la sociedad argentina con los postulados de dicha
creencia, esos datos no aportan evidencias directas que acrediten la ilegitimidad de la resolución
adoptada por los miembros de la Cámara de Diputados.

Tampoco da cuenta de una violación concreta a los derechos debatidos el dictamen proveniente de
la Asesoría Letrada del INADI agregado a fs. 210/217, puesto que a pesar la conclusión a la que
arribó el Instituto (sostenida en la dimensión subjetiva de la problemática planteada), se reconoció
al mismo tiempo que para objetar la exhibición de símbolos religiosos en edificios públicos se
debería comprobar un daño o menoscabo a los derechos de las personas que no profesan la religión
referida, comprobación prácticamente imposible a nivel objetivo y que caería necesariamente en
un estricto nivel casuístico.
En efecto, la prohibición de colocar símbolos religiosos en espacios públicos y lugares visibles de
esos edificios (fs. 217) no constituye un desenlace al que corresponda arribar en el ámbito en el que
se debate.

5. En relación a los agravios particularmente planteados por el recurso, cabe destacar lo siguiente:

a. La tradición no ha sido utilizada como un argumento para considerar válida la medida en autos.
Contrariamente a lo afirmado por la parte recurrente, advierto que ese fragmento de la cultura
histórica nacional no ha sido invocado con el objeto de validar la medida adoptada sino para poner
de manifiesto que la resolución administrativa cuestionada cuenta con la necesaria motivación.

Las alusiones de la sentencia que se refieren a la Virgen de Luján no sólo como símbolo religioso
sino además como emblema de la cultura nacional e imagen representativa del pueblo argentino
tienen la misma significación que las expresiones que, en similar sentido, fueron expuestas en los
fundamentos de la resolución que se pretende –sin éxito- invalidar. Esto es, dotar de contenido,
argumentos y razones al acto administrativo; cumplir con el requisito de motivación.

De este modo, independientemente de que cada intérprete pueda alcanzar sus propias y
particulares conclusiones (de acuerdo a sus posicionamientos y criterios personales) en punto a la
conveniencia de la medida, ello no guarda relación con la inconstitucionalidad, nulidad o
irrazonabilidad de dicha decisión.

b. Advierto asimismo que las conclusiones plasmadas por la Primera Encuesta sobre Creencias y
Actitudes Religiosas en Argentina que fue acompañada a esta causa, no aportan ningún elemento
que justifique invalidar la decisión de la Cámara de Diputados. En tal sentido, las actoras no han
demostrado concreta y precisamente en este proceso de qué manera la presencia de una imagen
de la Virgen de Luján en el Salón de los Pasos Perdidos puede violentar los derechos constitucionales
de libertad de conciencia y religión de quienes profesan cultos distintos de la religión católica o no
practican culto alguno.

La afirmación de que “el mensaje que la misma transmite, puede no resultar de su agrado” (v. fs.
277 vta.) implica una conjetura sin respaldo probatorio. La eventualidad de desagrado que plantean
las recurrentes, en rigor y en tal contexto, no conforma un estado que, por sí, sea suficiente
demostración de lesión a garantías y derechos por la impugnada resolución administrativa.

Comparto al respecto lo manifestado por el juez a quo, en punto a que no existen en las actuaciones
elementos de convicción que sugieran o permitan afirmar que la simple representación de la imagen
de la Virgen de Luján constituye un medio de proselitismo que pueda llevar a confusión a los
integrantes de la Cámara de Diputados en sus obligaciones funcionales (fs. 258 in fine).

El impacto que ésta pueda ocasionar respecto de algunas o muchas personas, que no encuentren
en el mensaje simbólico alguna representación viable de sus ideas, sentimientos o creencias,
tampoco es un argumento concluyente para privar de validez a una decisión adoptada por
unanimidad del cuerpo legislativo, que se apoya en criterios ponderativos adecuados en relación a
las circunstancias, pues se afirma en la muestra de una imagen y no en la exclusión de otros
pareceres o cultos.

Para más, la imagen expuesta se ubica en un sitio que, aunque público, pertenece al interior del
edificio de la Legislatura, de modo que el alcance de la disposición se circunscribe a la esfera de
superintendencia de los lugares de asiento del poder estatal, en un área (Salón de los Pasos
Perdidos) que no es la específica donde sesiona, ejerciendo sus funciones, la Cámara de Diputados.
Dichos aspectos redundan en la evaluación de las críticas que movilizan a las recurrentes, en tanto
no se trata de un nivel de exhibición –el que impugnan- que extralimite esa infraestructura, ni
proponga captar la atención general en una forma desmesurada que signifique un modo de
proselitismo religioso, una forma de censura o de reproche respecto de otras posturas o un mensaje
que trascienda dicho ámbito para convertirse en una toma de posición.

c. La cita de la doctrina del Tribunal Europeo de Derechos Humanos no comporta un motivo que
justifique la revocación del decisorio. De las alusiones a la doctrina de ese Tribunal no se deriva –
como sostiene el recurso- que el magistrado se hubiera desentendido de las cláusulas
constitucionales nacionales sino que, a mayor abundamiento y en apoyo de la postura desarrollada
en el decisorio, citó decisiones de aquel tribunal.

Cabe señalar que la actitud asumida por las recurrentes no se condice, en rigor, con lo expuesto en
su libelo de inicio (IV.7. Jurisprudencia comparada de tribunales constitucionales e internacionales),
donde citaron diversos precedentes del Tribunal Europeo de Derechos Humanos por entender que
los fundamentos de aquellas decisiones resultaban de aplicación al presente caso, siendo las
cuestiones de derecho “sustancialmente idénticas a las que se debaten y por ello, enteramente
aplicables”.

En tal oportunidad, sostuvieron que “…el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, cuya
jurisprudencia en materia de igualdad ha sido citada aprobatoriamente por nuestra Corte Suprema
como una guía útil para interpretar las cláusulas de igualdad de nuestra constitución…” aludiendo a
continuación a tres casos de ese Tribunal en apoyo de su postura (v. fs. 69/70).
De todos modos y a mayor abundamiento, con el agravio bajo examen las recurrentes no logran
rebatir con la suficiencia necesaria el sustento del fallo en cuanto a la doctrina en la materia se
refiere.

d. Tampoco comulgo con la apreciación de las apelantes, en punto a que el magistrado de la anterior
instancia desconoció el alcance del principio constitucional de igualdad ante la ley, puesto que tal
aseveración sólo pone de manifiesto su disconformidad con el rechazo de los planteos formulados
en el escrito de demanda, circunstancia que no convierte en arbitraria la sentencia recurrida.

No se avizora de qué modo la entronización de la imagen de la Virgen de Luján daría origen a la


creación de una “categoría sospechosa” por la Legislatura provincial que implique clasificaciones
basadas en criterios prohibidos. En efecto, la jurisprudencia de la CSJN citada en torno a las
categorías sospechosas a las que aluden las recurrentes, corresponde a una sentencia de la Corte
Suprema donde se debatió si la denegatoria del reconocimiento de la personería jurídico política
del Partido Nuevo Triunfo (agrupación política cuyo programa de gobierno postulaba el “drástico
desmantelamiento de la red homosexual, drogadicta y corrupta que hoy infecta a la Argentina”)
implicó un trato discriminatorio.

Fue en dicho contexto que la Corte remarcó que “el derecho constitucional argentino contiene (…)
la prohibición expresa de utilizar criterios clasificatorios fundados en motivos de raza, color, sexo,
idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición
económica, nacimiento o cualquier otra condición social” y que por lo tanto “un fin que
necesariamente debe alcanzar el Estado es, entonces, desalentar y contrarrestar el desarrollo de
prácticas que promuevan el odio racial o religioso, y la sujeción o eliminación de personas por el
hecho de pertenecer a un grupo definido por alguna de las características mencionadas”

Luego, el resto de la jurisprudencia citada en respaldo de su postura corresponde a tribunales de


otras provincias y de la Capital Federal, con la excepción del caso “Barcena” de la Suprema Corte
Provincial, donde se debatió la constitucionalidad de un decreto del Poder Ejecutivo Provincial que
establecía una distinción entre esposo y esposa a los fines afiliatorios en el Instituto de Obra Médico
Asistencial.

En razón de las consideraciones anteriormente expuestas, luego del análisis de los agravios
planteados y las circunstancias fácticas acreditadas en la causa, en consonancia con principios y
derechos debatidos, entiendo que la resolución impugnada no resulta violatoria de las garantías
constitucionales alegadas, motivo por el cual el decisorio de primera instancia debe ser confirmado.
IV. En virtud de lo expuesto, considero que corresponde desestimar el recurso entablado por la
parte actora y confirmar la sentencia de primera instancia en cuanto ha sido materia de agravio, con
costas de esta Alzada a la vencida. (arts. 12, 51, 55, 59, 77 inc. 1 y concs., ley 12.008 -texto según ley
14.437-; 384 y concs. del C.P.C.C.).

Así lo voto.

A la misma cuestión planteada, el Dr. Spacarotel adhiere a los fundamentos y solución propuesta
por la Dra. Milanta, votando en idéntico sentido.

A la cuestión planteada, el Dr. De Santis dijo:

Acompaño la solución que auspician los votos antecedentes.

El caso suscitado no connota una situación que reúna condición suficiente de intervención de la
jurisdicción.

En efecto, aprecio que la extensa ponderación de demanda se constituye a partir del acatamiento a
las garantías constitucionales de libertad e igualdad de todo habitante de la nación, que las actoras
valoran insatisfecho por el reglamento que impugnan.

Sin embargo, esa prédica carece de un eje que deje expuesta una lesión efectiva que derive del
impacto en las suyas y que haga exigible el comportamiento que reclaman de la demandada. Sea
que lo revelen desde un lugar de afectación directa en concurrencia con un universo mayor, o en
situación exclusiva.

El efecto jurídico de una situación tal de exigibilidad no se muestra acreditado, siendo que es de
rigor para habilitar el intento de promoción.

El descontento se confina al reclamo de sujeción constitucional pero sin esas implicancias


necesarias. Estas no pueden derivarse sin más de esa sola dirección. Requieren del componente
ausente de exigibilidad.
El caso pues adolece de esa condición, que siempre es necesaria para abastecer aquella intervención
(conforme cláusulas 15, 166, 168 y ccs. CPBA y art. 13 y ccs. ley 12.008, t. seg. ley 13.101).

Por otra parte, la imagen expuesta en el lugar institucional que ventila no conforma un suceso que
acredite en sí mismo esa plataforma, pues el emplazamiento observado no supone imposición de
credo ni negación de otros. Y tampoco una decisión que supere el umbral de la ponderación de
mérito que es inherente a la zona de reserva de la actividad de la administración pública, en todo
cuanto le sea atribuible al órgano legislativo de esta Provincia.

Ello así, tal y como ha sido promovido, valoro sin contornos suficientes la presencia de un caso
justiciable.

Bajo ese conjunto de argumentos y citas legales me sumo al desenlace propuesto.

Ese acuerdo comprende la imposición en costas.

Así lo voto.

De conformidad a los votos precedentes, la Cámara de Apelación en lo Contencioso Administrativo


con asiento en La Plata, dicta la siguiente

SENTENCIA

Por los fundamentos expuestos en el Acuerdo que antecede, se desestima el recurso entablado por
la parte actora y se confirma la sentencia de primera instancia en cuanto ha sido materia de agravio,
con costas de esta Alzada a la vencida. (arts. 12, 51, 55, 59, 77 inc. 1 y concs., ley 12.008 -texto según
ley 14.437-; 384 y concs. del C.P.C.C.).

Difiérese la regulación de honorarios para la oportunidad dispuesta por los artículos 31 y 51, ley
14.967.

Regístrese, notifíquese y devuélvase al juzgado de origen oficiándose por Secretaría.


Claudia A.M. Milanta

Juez
Gustavo Daniel Spacarotel

Juez
Gustavo Juan De Santis

Juez
Dra. Mónica M. Dragonetti

Secretaria

REGISTRADO BAJO EL Nº 204 (S).

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