Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
CURSO:
SEMINARIO DE TESIS
INTEGRANTES:
AREQUIPA – PERÚ
2018
Contenido
1. CONCEPTO DE CONOCIMIENTO .................................................................................................. 3
2. ELEMENTOS DEL CONOCIMIENTO ............................................................................................. 3
3. MODOS DE APREHENSIÓN: ........................................................................................................... 5
4. VERDAD Y CONOCIMIENTO ....................................................................................................... 12
5. EPISTEME Y CIENCIA ................................................................................................................... 15
6. LA REALIDAD ................................................................................................................................. 20
7. REFERENCIAS................................................................................................................................. 26
CONOCIMIENTO
1. CONCEPTO DE CONOCIMIENTO
La definición de conocimiento es muy compleja ya que surge de un hecho espontáneo e instintivo.
“Se puede describir como el contacto del ser con el mundo”
Se caracteriza por la presencia de un sujeto frente a un objeto. El sujeto cuando ve al objeto, lo
capta y lo hace suyo a través de una operación cognoscitiva.
El conocimiento depende de la naturaleza del objeto y los medios utilizados para reproducirlo.
Así, se pueden distinguir dos grandes grupos de conocimiento, el conocimiento sensorial y el
conocimiento racional.
El conocimiento sensorial, se encuentra en hombres y animales, y se capta a través de los sentidos.
El conocimiento racional es inherente a los humanos y se capta a través de la razón.
El objeto es la cosa o persona reconocida por el sujeto. La cosa conocida no se llamaría objeto
si no se reconociera, por lo que es condición necesaria que un sujeto vea y reconozca al objeto,
para que este sea un objeto.
Existe una relación interesante entre el sujeto y el objeto. Cuando estos dos interactúan, el
objeto permanece inalterado.
Sin embargo, el sujeto sufre una modificación durante el conocimiento al obtener una serie de
pensamientos hacia el objeto.
Pueden generarse excepciones, por ejemplo si una persona cree que está siendo observada y
modifica su conducta pese a no estar segura de si es el objeto de algún otro sujeto.
Aquí se manifiesta la diferencia entre conocimiento objetivo y conocimiento subjetivo. El
conocimiento subjetivo se inclina a los intereses del sujeto frente al conocimiento objetivo que
expresa exactamente lo que ha sido observado sin añadir elementos externos.
Llegar al conocimiento totalmente objetivo es muy difícil para cualquier sujeto, ya que existen
límites a los impulsos ajenos que pueden interferir en la medida del conocimiento.
1.2. Concepto de Sujeto
No se puede hablar del conocimiento sin un sujeto que lo tenga. El sujeto es la persona que
capta algún objeto de la realidad y obtiene un pensamiento sobre el mismo.
Por ejemplo, en el caso de los científicos, son sujetos que, a través de sus observaciones y
experimentos de la ciencia, proporcionan pensamientos racionales sobre ellos y forman la serie
de conocimientos que conocemos por ciencia.
El sujeto puede recibir información del exterior, e incluso actuar, sin que ello implique que
"conozca que conoce" (consciencia). Esto nos lleva a cuestionarnos algo anterior: ¿cómo
caracterizar el conocimiento que el ente tiene de sí mismo?. Cuando el ente "perro" se mira
una pata, se está conociendo a sí mismo. Por lo tanto nos vemos obligados a diferenciar entre
ente que conoce y sujeto del conocimiento. El sujeto será pues una parte del ente. Este sujeto
es una parte del ente que, aunque sustentada materialmente, tiene una naturaleza de tipo lógico.
Se vera la relación existente entre ambos elementos principales del conocimiento, analizando las
posturas mas importantes.
a) Teoría de las Ideas platónicas: (idealismo antiguo): Según Platón además del sujeto y de las
cosas debemos considerar un mundo de las ideas. Las cosas son pues una copia, una
imitación una mímesis de las ideas. La perfección está en las ideas. Una cosa será mejor,
más pura, en cuanto se parezca más a la idea de la que fue copiada.
b) Para el raciocinio, con Descarte como representante, el fundamento de todo conocimiento
está en el sujeto. El sujeto es capaz de ir construyendo todo su conocimiento. Para ello cuenta
también con una serie de intuiciones, de ideas claras y distintas, entre las que está la idea de
Dios, que se denominan ideas innatas. El sujeto es estimulado por una percepción de las
cosas.
c) Otra postuma opuesta defiende el empirismo representado por Hume. El sujeto no tiene ideas
innatas. El único modo de conocimiento posible es el conocimiento sensible. Las cosas
afectan a la capacidad de conocer del sujeto produciendo una impresión en él.
d) Idealismo trascendental kantiano. Para este autor, el conocimiento no surge del pensar del
sujeto ni tampoco de la impresión sensible de la cosa, sino de la relación y conjunción de
ambos elementos. Todo conocimiento surge de la cosa, pero no lo agota.
e) Por ultimo, el idealismo absoluto, representado por Hegel. Para Hegel el ente es único: el
sujeto o espíritu absoluto. Las cosas son parte de ese sujeto absoluto que son producidas por
él en el mismo proceso de pensarlas.
3. MODOS DE APREHENSIÓN:
Las formas de conocimiento según heesen:
Para Hessen, el conocimiento puede ser dividido principalmente en dos clases: conocimiento
sensible y conocimiento intelectual. En su discurso, el conocimiento sensible es aquél que tiene
su origen en la realidad, en la experiencia, en el mundo de las cosas. El conocimiento sensible es
pues el conocimiento según el empirismo. Por otra parte el conocimiento intelectual es aquél que
tiene su origen en el sujeto y que, sólo de forma más o menos indirecta, tiene en cuenta las
percepciones. Este conocimiento no se aplica sobre las cosas, sino que opera sobre las propias
ideas del sujeto.
En un segundo nivel, nuestro autor cree reconocer una posible división del conocimiento
intelectual entre conocimiento discursivo y conocimiento intuitivo. El primero es el que, aplicado
a unas ideas o conceptos originales, va desarrollando otros conceptos derivados de aquél mediante
unas reglas de discurso basadas en la lógica. Por el contrario el conocimiento intuitivo es capaz
de "ver" conceptos e ideas nuevas sin necesidad de la laboriosa capacidad lógica de la razón. Son
aquellos conceptos que el sujeto considera verdades evidentes y que no necesitan justificación.
Por último Hessen distingue dos tipos de conocimiento intuitivo, uno racional y otro irracional.
El conocimiento intuitivo racional es aquél que aprehende evidencias que tienen que ver con el
pensamiento. Así por ejemplo "dos más dos son cuatro" o "no se pueden dar A y no A
simultáneamente y en el mismo sentido5". Pero el hombre posee otras dos facultades espirituales
además del pensamiento: el sentimiento y la voluntad. El conocimiento intuitivo irracional es el
que aprehende evidencias que tienen que ver con estas dos últimas facultades del espíritu. En este
apartado entrarían conocimientos como "matar es malo". En resumen la posición de Hessen puede
resumirse en la tabla 1.
Sensible Intelectual
Conocimiento que comienza Conocimiento que comienza en el sujeto y que tiene que ver
en la realidad, en el mundo con las ideas, con los conceptos que él posee. Es un
de las cosas. Tiene que ver conocimiento de idealidades.
con la realidad externa. Discursivo Intuitivo
Conocimiento que, Conocimiento que se obtiene mediante
partiendo de evidencias, mediante la visión de ideas
conceptos anteriores, "claras y distintas".
obtiene otros nuevos Racional Irracional
mediante un discurso Conocimiento Conocimiento
que sigue las leyes intuitivo que tiene intuitivo que tiene
de la lógica. que ver con la que ver con las
facultad del hombre facultades del
denominada hombre
"pensamiento". Por denominadas
ejemplo "dos y dos "sentimiento" y
son cuatro". "voluntad". Por
ejemplo "matar es
malo".
Clasificación de las formas de conocimiento.
caracterizamos a grandes rasgos el conocimiento como una relación entre el sujeto y las cosas
(figura 1).
Pero para poder identificar con precisión los distintos tipos de conocimiento conviene que
exploremos la estructura interna del sujeto del conocimiento. Para ello, en primer lugar, hemos de
señalar que la afectación que las cosas producen sobre el sujeto inciden directamente sobre una
facultad humana que denominaremos sensibilidad.
Es aquí importante destacar que, a pesar de las similitudes obvias con el planteamiento kantiano,
nuestro concepto de la sensibilidad difiere del de Kant, pues en nuestro caso el conocimiento
sensible se encuentra preñado tanto de los "a priori" como de las categorías kantianas. Nuestra
sensibilidad engloba por tanto a la sensibilidad kantiana y a parte del entendimiento kantiano.
La facultad de realizar este proceso la denominamos razón, y al conocimiento por ella adquirido,
conocimiento racional.
Conocimiento discursivo sería el que procede tras un más o menos penoso esfuerzo de búsqueda lógico-
matemática. El conocimiento intuitivo sería, por el contrario, el que aparece como evidente a la razón (dos
más dos son cuatro). En mi opinión sin embargo, el único motivo para distinguir entre un conocimiento
discursivo y otro intuitivo radica en el tiempo que necesita el sujeto en llegar a la conclusión de su
razonamiento. En este sentido el conocimiento intuitivo sería aquél al que el sujeto llega inmediatamente.
Esta inmediatez, entendida siempre en términos psicológicos, puede ser debida a que:
Las estructuras cognoscitivas del sujeto, ya sean éstas biológicas o culturalmente adquiridas,
disponen ya del resultado del razonamiento;
Que el razonamiento necesario sea tan simple para las capacidades del sujeto, que el tiempo
psicológico empleado en él sea nulo.
Como puede observarse buena parte de estas condiciones que posibilitan un conocimiento
intuitivo carecen de cualquier tipo de universalidad, y están muy ligadas a cuestiones particulares
de cada sujeto y cada razonamiento.
Conocimiento irracional, Este es un tipo de conocimiento que, según nuestros propios
términos, no se basa en la razón, y por ello no es racional, sino en otras facultades de la
inteligencia, y por tanto es un conocimiento inteligente. No es algo gratuito, transcendente al
sujeto, ni sobrenatural. Es un conocimiento que, basándose en objetos ya proporcionados
por la sensibilidad, y por tanto referido en última instancia al mundo de las cosas, elabora
nuevos conocimientos por métodos diferentes del discurso o la intuición lógico-matemática.
Pero el calificativo de irracional en ningún momento supone una valoración negativa de este
tipo de conocimiento.
Entre las facultades no racionales del sujeto de conocimiento, somos capaces de identificar
dos: la conmoción y la voluntad (figura 4). La facultad de conmoción es frecuentemente
denominada sentimiento. Sin embargo el apelativo de sentimiento nos parece que tiene
connotaciones más periféricas que las que nosotros le atribuimos a esta facultad. Por ello
hemos preferido denominarla conmoción.
Conocimiento ético. La afectación que nos producen las cosas se traduce en muchas
ocasiones en una valoración de las mismas. Esta valoración tiene generalmente poco
que ver con criterios racionales.
a) Verdad de un conocimiento
En este sentido de conocimiento o enunciado verdadero se pueden aún distinguir dos
modos: el lógico y el epistemológico. Sus características principales son las siguientes:
Se dice que un conocimiento o enunciado es verdadero desde un punto de
vista lógico, si no es contradictorio consigo mismo o con el cuerpo de
conocimientos del sujeto. Para ello el conocimiento en cuestión debe ser
consistente de acuerdo con las leyes de lógica del sujeto. De este conocimiento
se dice también que es "formalmente verdadero". Obviamente este modo de
entender lo verdadero sólo puede predicarse del conocimiento racional.
El término criterio de verdad puede ser entendido en un doble sentido: como método y
cómo certeza.
a) Criterio de verdad es el método, el camino, el procedimiento que permite al
sujeto adquirir un conocimiento verdadero. Según desde la posición
epistemológica desde la que se parta, el método tiene mayor o menor
importancia, y es de una naturaleza o de otra. Así, por ejemplo, para Platón, el
método es el camino que permite ir desvelando las imágenes y nos conduce a la
idea. Para los racionalistas como Descartes, el método consiste en el conjunto
de reglas que permiten a la razón producir conocimiento verdadero. Para los
empiristas el criterio de conocimiento debe basarse en los sentidos, en la
experiencia. Para Kant el método tiene que ver con el análisis de las condiciones
de posibilidad del conocimiento según las categorías del sujeto. Y para Hegel,
en el idealismo absoluto, el método es el devenir del espíritu en la historia que
culmina en su propia filosofía.
Certeza lógica. Esta certeza tiene más que ver con la verdad en sentido
lógico que en sentido epistemológico. Cuando el sujeto obtiene un
conocimiento aplicando las leyes lógicas de la razón, el nuevo conocimiento
y los originales de los que partió, constituyen un sistema lógicamente
consistente, interno al propio sujeto y por tanto observable directamente por
él. El sujeto está cierto de la verdad (validez, consistencia lógica) del nuevo
conocimiento.
El vocablo y el concepto de epistéme nace como término técnico autónomo, tan sólo en
tiempo de Sócrates, y el problema que plantea se desarrolla con plenitud en Platón y en
Aristóteles.
El idioma griego carece de un término genérico para designar todos los modos del saber; no
hay en él ningún vocablo que signifique simplemente "saber", en toda la neutralidad y
amplitud que esta palabra posee en nuestros idiomas. Existen, en cambio, términos que
indican modos distintos de eso que nosotros llamamos saber, pero con una concreción y una
riqueza de matices que quedan irremisiblemente perdidos, casi siempre, al traducirlos a
idiomas modernos. Por ejemplo, gignóskein y syniénai.
El primero (gignóskein) apunta el saber de las cosas adquirido en el trato efectivo con ellas,
especialmente con la vista, y es un modo de conocerlas inequívocamente, tales como se
presentan en la vida práctica. Es un saber que se funda en "haberlo visto uno por sus propios
ojos"; por ejemplo, saber que esto que veo es un peral y no un manzano, un rombo y no un
cuadrado, etc.
El segundo (syniénai) apunta más bien al poder que tiene el hombre de producir
pensamientos, de emitir proposiciones y expresiones que, en su detalle, podrán ser o no
adecuadas a las cosas, pero que implica la existencia de una capacidad de entenderlas, en
perfecta armonía y hasta simbiosis con la compleja estructura de la realidad. Es el poder de
"entender" algo complejo, de expresarlo e ir de acuerdo en nuestras expresiones con el
montaje mismo de la realidad.
Entre ambos términos surge la idea y el vocablo de epistéme, que designa, por lo pronto, un
modo de saber acerca de las cosas que rebasa el entorno de su simple noticia. Es algo más
que saber, por ejemplo, que esto es un árbol, o que este árbol es un manzano y no un peral.
En este sentido, la epistéme es algo que nos aproximaría a lo que nosotros llamamos ciencia.
La ciencia moderna, en efecto, es también un saber que rebasa la simple noticia de las cosas.
Pero en este caso, noticia no significa el eîdos y la figura pregnante y rigurosa que de aquéllas
poseemos, sino las impresiones más o menos precisas, pero siempre vagas, que acerca de sus
coincidencias y regularidades obtenemos en la vida corriente. Noticia significa aquí tan sólo
conocimiento empírico; y a él se opone el conocimiento científico, que pretende descubrir la
inexorable necesidad objetiva de las cosas. El rigor científico no significa tanto la posesión
de la interna necesidad de las cosas, sino la precisión objetiva; con lo cual no es un azar el
que la ciencia no logre lo que se propone sino sustituyendo las cosas llamadas empíricas, las
cosas tales como aparecen en la vida corriente, por otras cosas que se comportan
relativamente a las primeras, como el límite a las fluctuaciones que a él se aproximan.
Mientras la epistéme griega trata de penetrar en las cosas para explicarlas, la ciencia moderna
trata, en buena parte, de sustituirlas por otras más precisas.
Para mostrar el abismo que separa la intención que anima a la epistéme de la que anima a la
ciencia examinemos la cuestión desde tres puntos de vista: el punto de partida, el problema
que se plantea y el tipo de saber obtenido, tanto en la ciencia como en la epistéme.
Hay, por lo tanto, un estado inicial A y un estado final B. Como tales, forman los límites del
movimiento; pero en sí mismos no van envueltos en él: el movimiento transcurre
precisamente entre A y B. ¿Qué hay en este "entre"?
Hay, indudablemente, una serie de estados intermedios por los que pasa el móvil para ir de
A a B. Pero estos estados intermedios son, por muchos conceptos, esencialmente distintos
del estado inicial. Entre otras razones, porque son, no los límites, sino los momentos del
movimiento. Pero, además, estos estados intermedios no tienen el mismo tipo de existencia
real que los estados inicial y final. En realidad, el conjunto de estos estados intermedios es,
en cierto modo, arbitrario. Ninguno de ellos, propiamente hablando, es "estado", porque el
móvil no "está" en ninguno de ellos, a la manera como está en el estado inicial y final. Cada
estado intermediario sólo puede describirse como tal estado mediante una intervención real
o mental del hombre por la que, real o mentalmente, detenemos el movimiento, es decir,
consideramos cuál sería el estado del cuerpo si no continuara, si quedara estando allí donde
real o mentalmente queremos detenerlo.
Como acertadamente hacía observar Bergson, esta yuxtaposición de estados llevaría, más
que a un movimiento, a la recomposición cinematográfica de un movimiento irreal: la
sucesión, inclusive perfecta e infinitesimal, de estados sería un film, mas no un movimiento.
Pero a esta juiciosa observación de Bergson deben añadirse algunas más. Por lo pronto, la
más sencilla, y con frecuencia olvidada, de que todos estos estados han de serlo de un móvil
de quien sean verdaderamente "estado". La pantalla cinematográfica no es un sujeto que vaya
pasando por los diversos estados proyectados en ella; por eso no se mueve. Pero hay aún algo
más.
Cada uno de los estados intermediarios por que atraviesa el móvil ha de ser de tal índole, que
precisamente éste no quede en aquél, sino que, por sí mismo, le lleve al estado siguiente: el
movimiento no es un quedar en cada uno de los infinitos estados intermediarios, sino
justamente al revés: un no-quedar en ninguno de ellos, pasar siempre de uno a otro. En cada
estado, pues, hay algo que arrastra al móvil hacia el estado siguiente: es lo que desde el siglo
xiv comenzó a llamarse ímpetu, el impulso inherente al móvil, una vez que está en
movimiento, aunque haya desaparecido la actuación de los factores que lo desencadenaran.
La mecánica moderna nació precisamente cuando pudo darse expresión matemática al
ímpetu.
Por tanto, resulta claro que la mecánica considera en el movimiento local el paso de unos
lugares a otros. Es el transcurso de estos diversos estados, el curso del movimiento, lo que
constituye el punto de partida de la ciencia. Si se quiere, el despliegue del movimiento como
función de una serie de factores, cuya determinación es precisamente obra de la ciencia.
Cuando un griego se enfrenta con el movimiento, incluso con el movimiento local, su mente
va disparada hacia algo distinto. Lo que le interesa en el movimiento es el móvil que está en
él. No se pregunta por el despliegue del movimiento, sino por el estado del móvil.
Cualesquiera que sean las concepciones que los griegos —por lo menos de la Academia o
del Liceo— puedan haberse formado del movimiento, coinciden todas en un punto de vista
fundamental: en colocarse en el punto de vista del móvil. El movimiento no es función, sino
estado del móvil. Dicho brevemente: desde este punto de vista, el móvil no está
en movimiento porque pasa de A a B, sino que pasa de A a B porque está en movimiento. El
movimiento no se obtiene por un despliegue de estados, sino al revés: por una especie de
repliegue sobre el mismo móvil descubrimos en él algo que lo hace inestable.
Entendidos así los fenómenos como acontecimientos reales, la ciencia se propone determinar
cuándo, dónde y cómo aparecen. Pretende circunscribir con la mayor precisión posible el
área temporal y espacial de su aparición, y para esto emplea preferentemente la medida. En
todo caso, el fenómeno, como objeto de la ciencia, implica la alusión esencial a alguien ante
quien aparece, y sin el cual habría ciertamente existencia real, pero no un aparecer. La
naturaleza es, en este sentido, espectáculo: el "espectáculo de la naturaleza" es la mejor
traducción de los "fenómenos científicos".
Completando la fórmula anterior, diríamos, pues, que lo que constituye el punto de partida
de la ciencia es el transcurso del espectáculo de la naturaleza. El objeto de la epistéme serían
las cosas que se manifiestan en aquél.
En este movimiento y con estos fenómenos, tanto la epistéme como la ciencia tratan de
estudiar lo que llamamos la naturaleza. La naturaleza se concibe siempre como ese todo
circundante de donde emergen, como por un nacimiento, los fenómenos naturales.
Interprétese este nacimiento como una verdadera generación al modo griego o como un
mecanismo al modo moderno, siempre se trata de una emergencia o procedencia de los
fenómenos respecto de esa naturaleza, concebida como fuente o sistema de fuerzas
productoras de aquéllos. Y, en efecto, ante aquel espectáculo de la naturaleza, el hombre no
se limita a contemplarlo, sino que trata de inquirir lo que se llaman las "fuerzas naturales".
En cambio, un griego ve en una fuerza, ante todo, la alusión, en cierto modo, el ser fuerte.
De aquí la diferencia esencial entre el sistema de fuerzas que la ciencia maneja y la causalidad
que trata de describir la epistéme griega. Para la ciencia, la fuerza actúa por su propia índole,
uniformemente. Sólo se habrá conseguido el estudio científico de una fuerza natural cuando
se hayan determinado unívocamente las condiciones en que aparece y el modo como actúa,
es decir, un conjunto de manifestaciones que suceden a otras anteriores. Solamente cuando
aquéllas se hallen necesariamente vinculadas a las primeras podrá estrictamente hablarse de
conocimiento científico. Es decir, la uniformidad en las actuaciones de la naturaleza y su
formulación precisa es la finalidad que la ciencia persigue, esto es, la lex, la ley. Pero
tratándose de causas, esta uniformidad, esta ley, no es un objeto, sino justamente un
problema: ¿cómo tienen que ser las cosas para que en sus actuaciones se conduzcan
uniformemente? Porque el concepto de causa no se identifica con el de determinación
uniforme. Causalidad no es sinónimo de determinismo. Por esto, ninguna crisis de
determinismo, dentro de la ciencia, implica, ni remotamente, una crisis de la causalidad.
5.3. EL TIPO DEL SABER
6. LA REALIDAD
6.3.1. Metafísica
La Metafísica (o Filosofía primera) que es el saber filosófico por antonomasia, estudia el ser
en cuanto ser. Debido a ello la Metafísica es la ciencia filosófica fundamental, ya que al
estudiar el ser en cuanto ser busca el conocimiento de la totalidad de las cosas, de todo lo que
existe o puede existir. Mientras que las demás ciencias estudian el ser «en cuanto es cuerpo»
(el ser corpóreo) o el ser «en cuanto que es racional» (el ser humano), la Filosofía primera
estudia el «ser en cuanto que es ser». Por eso se refiere a todas las cosas, pues la idea del ser
es la más universal de todas las ideas. La Filosofía primera se refiere, pues, a todas las cosas;
luego éstas son su objeto material. Pero sólo puede referirse a todas las cosas unitariamente
desde la idea que a todas las abarca, precisamente la idea de ser.
6.3.2. Concepción del Universo
Por referirse a todas las cosas, la Filosofía tiene relación con la concepción que el ser humano
tiene del universo. De alguna manera todo hombre tiene su idea de lo que es el mundo, el
cosmos o el universo, y esto se debe a que el hombre no sólo está en el mundo, sino que el
hombre, de alguna manera, al ser consciente, tiene al mundo como objeto total. Y este “tener”
al mundo depende de la propia experiencia vital.
Sin embargo, la Filosofía no se puede limitar a esta clase de concepción popular o cotidiana
del universo porque la Filosofía exige objetividad; la Filosofía no puede limitarse a una
simple expresión de la subjetividad del filósofo, porque no es una concepción subjetiva, sino
que por tratarse de una ciencia, o de un conocimiento por causas necesarias y últimas,
requiere necesariamente objetividad. Esto nos conduce a ver la necesidad de la Filosofía
realista para una adecuada y profunda concepción del mundo, porque el saber vulgar y las
ciencias particulares o experimentales, no pueden ofrecernos una concepción
totalizadora y adecuada del universo.Ninguna ciencia puede generalizar su especialidad
sin caer en un reduccionismo, aunque sus generalizaciones procedan del conocimiento
científico en un ámbito particular. Y aún más, precisamente como el universo es un objeto
que trasciende todas las ciencias particulares o los sectores de las disciplinas especiales,
requiere científicamente de un método que no sea el método particular propio de ninguna de
ellas. Por todo eso, se ha demostrado históricamente que no hay mejor método que el de una
concepción filosófica realista y objetiva de lo que es la realidad.
Si vemos hacia atrás, antes de la religión e incluso dentro de las religiones paganas, el
hombre siempre ha intentado encontrar, aunque de modo meramente natural, el
sentido último de su existencia. Al carecer de una fe verdadera, el hombre ha recurrido en
la historia a las fuerzas naturales de su razón. Sin embargo, es necesario observar que también
históricamente las religiones son las que han propuesto a la Filosofía los temas para una
concepción más clara del universo, o si se quiere para una concepción que salve al universo
y al hombre (carácter soteriológico de la Filsofía). De hecho, en la religión católica existen
una serie de verdades que se han llamado preámbulos de la fe (preambula fidei), que son
alcanzables por la razón humana. Se trata de certezas que de alguna manera determinan el
sentido del universo y de la existencia humana.
7. REFERENCIAS
- https://www.lifeder.com/elementos-del-conocimiento/
- http://www.fgbueno.es/med/dig/gb55nf3.pdf
- https://ssociologos.com/2014/08/28/la-realidad-en-la-formacion-del-conocimiento-
cientifico/
- http://www.infocatolica.com/blog/concordia.php/1508310623-para-una-
concepcion-adecuada