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Barrios Artesanales de Santa Ana, Puca Cruz y Belén. Se caracterizan por sus
construcciones con muros de piedra tallada y adobe, con sus techos de teja. En estas
zonas se ubican los talleres y viviendas de los más destacados maestros del arte popular,
que expresan su creatividad a través de tallados de piedra de Huamanga, tejidos, retablos,
hojalatería, peletería y talabartería, entre otros.
Piedra de Huamanga
La piedra de Huamanga es el nombre local dado al alabastro, un mineral de
color blanco y a veces, con tonalidades que van del gris o plomo al sepia. Se
trata de un sedimento de origen volcánico y se caracteriza por su fácil
maleabilidad, su color blanquecino y su exclusividad.
Los escultores huamanguinos, en tiempos
de la colonia, tallaron cuadros en relieve,
delicadas figuras y grupos religiosos
policromados al óleo. Las representaciones
más frecuentes fueron las vírgenes, santos,
nacimientos y el descendimiento de Cristo.
Hacia fines del siglo XVIII aparecieron los
temas galantes y los leones chinescos; las
figuras se coloreaban de manera
transparente. Poco a poco el color fue
desapareciendo limitándose sólo a los cabellos y a los rasgos del rostro,
usándose el dorado para los detalles. La superficie blanca y pulida de la piedra
fue adquiriendo cada vez mayor importancia en el siglo XIX, época en la que
las representaciones alegóricas y profanas destacaron sobre las religiosas.
Orfebrería
Desde el virreinato, los orfebres
ayacuchanos alcanzaron gran fama por el
notable trabajo que realizaban, esta fama
se conserva pues la plata sigue siendo
trabajada con magistrales técnicas para
el repujado, el burilado y la filigrana, ésta
consiste en entrelazar hilos de plata y se
emplea para confeccionar prendedores y
aretes, entre otras joyas.
LITERATURA
Destaca Juan de Mata Peralta quien
desarrolla el compilatorio, Tradiciones
de Huamanga. Las “Tradiciones de
Huamanga”, son relatos que se
conserva para la posteridad en forma
de tradiciones, que constituyen una
de las fuentes de la historia local. El
contexto cultural que se desarrolló en
la ciudad dio lugar al progresivo
surgimiento de una historia urbana
llena de anécdotas y explicaciones legendarias de muchos acontecimientos de
la vida de la ciudad, como de la vida particular de muchos de sus pobladores.
Esta historia se transmitía y aún hoy se transmite oralmente, incorporando
personajes o desapareciéndolos o magnificando algunos hechos y
circunstancias de acuerdo al momento cuando se relata y transmite a las
nuevas generaciones, ese mensaje de la historia urbana rescatado del tiempo.
MÚSICA
La música ayacuchana como manifestación cultural abarca diversos géneros
musicales. Los primeros registros de una tradición musical ayacuchana inician
con el Apuyaya, Jesucristo, canción religioso ligada al viernes de Semana
Santa. El estudio del folklore regional se convirtió en un proyecto clave para la
intelectualidad ayacuchana, que produjo los principales folkloristas peruanos de
mediados del siglo XX, entre ellos Víctor Navarro de Águila y Efraín Morote
Best. Temas como Adiós Pueblo de Ayacucho o Flor de Retama forman parte
de la actual tradición de la música ayacuchana. Entre los autores y
compositores destacan, en el huayno, Augusto Polo Campos, las guitarras
de Raúl García Zárate y Manuelcha Prado; el charango de Jaime Guardia, el
violín de Máximo Damián, las voces de Martina Portocarrero, el dúo Ayacucho,
los Warpas, entre otras figuras. La
ciudad de Ayacucho pasó por un
momento de fuerte difusión del
huayno del sur del Perú producido
en parte por contar con una de las
pocas empresas de grabación y
registro de música en casetes en
los años 80 del sur del país. En los
años 90 está difusión se consolidó
con el éxito en ventas de los álbumes compilatorios “Ayacucho en el Corazón
de Todos”.
Actualmente, la música tradicional ayacuchana ha sido llevada a ritmos fusión y
contemporáneos donde destacan Amor Amor, de los hermanos Gaitán
Castro, Max Castro, Grupo Antología y otros, donde se desarrollan temas con
letras en español y quechua. Asimismo, otras agrupaciones como Uchpa llevan
esta fusión de lenguajes a otros géneros, como el rock. Así mismo se cuenta
con diversas Orquestas Folklóricas que difunden la música Ayacuchana entre
las que destacan la Orquesta Los Ayacuchanos de Oro y Los Libertadores de
Ayacucho.
TEATRO
En la primera mitad del siglo XX, se produjo en la ciudad una corriente de
teatro costumbrista que revaloraba el idioma quechua y las tradiciones orales
andinas de la región. A fines de la década de 1910, Moisés Cavero escribió el
drama Qisanpi sapan urpikuna (Palomas solitarias en su nido). La obra fue
estrenada en 1920 en una función del Círculo de Obreros Católicos. Qisanpi
sapan urpikuna está entre los primeros ejemplos conocidos de teatro quechua
del Perú republicano que se ambientaron en el presente y no en la época
incaica. La obra refleja la intensa preocupación por el campesinado indígena
que caracterizó las décadas de 1910 y 1920. En 1938 se publicó el drama Yana
puyup intuykusqan (Rodeado de nubes oscuras) de José Salvador Cavero
León y en 1939 se estrenó una obra inédita de Cavero Cazo, Kaypi wayta,
wakpi kichka (Aquí la flor, allá la espina). Comenzó entonces el período de
auge del teatro quechua ayacuchano, extendiéndose hasta alrededor de 1950,
coincidiendo así con el auge del proyecto regionalista expresado en el Centro
Cultural Ayacucho y la revista Huamanga.
El más prolífico de los dramaturgos quechuas ayacuchanos fue el sacerdote
José Salvador Cavero León, quien a mediados de los años 40 publicó dos
comedias costumbristas: Rasuhuillcap wawankuna (Hijos del Rasuhuillca),
en1945 y Kay pacha qapaq (El poderoso de esta tierra) en 1946. Rasuhuillcap
wawankuna describe la relación conflictiva de una madre con su hija
adolescente, que ha establecido una relación con un joven a sus espaldas. En
1955 Cavero publicó el drama Wakchapa muchuynin (El sufrimiento de los
pobres) que relata los sufrimientos de un anciano y su nieto huérfano.
Del 16 al 21 de junio de 1975, la UPA Yuyachkani (Adios Ayacucho)
(Universidad Privada de Ayacucho)
organizó la Segunda Convención
Nacional de Teatro Popular, en la que
participaron 29 grupos universitarios y
elencos como “Yuyachkani”, quienes
paralelamente presentaron sus obras
en comunidades, plazas y barrios.
La Escuela de Bellas Artes fue otro foco cultural y no solo para Huamanga, sino
para el país. En 1977, organizó el “Primer Salón Nacional de Pintura”,
reuniendo “trabajos de casi todas las Escuela de Bellas Artes del Perú, cuyos
representantes, además, desarrollaron un Encuentro en el que se discutió la
problemática de la enseñanza artística en el Perú” Aparte de formar artistas,
organizaba, en su hermoso patio, festivales de cine, recitales de poesía y
música clásica, y exponía pinturas de docentes y alumnos en ciudades vecinas,
barrios, ferias, o al interior de la cárcel ayacuchana.
A finales de los años 50 el teatro Ayacucho entró en una etapa de decadencia,
según Salvador Cavero. Salvador Cavero atribuyó la disminución del teatro
quechua en Ayacucho a fenómenos migratorios, tanto la partida de
ayacuchanos como la llegada de migrantes de otras partes del país que no
hablaban quechua. Lamentó que el establecimiento a fines de los años 50 de
la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga no tuviera el efecto
esperado de estimular la cultura literaria quechua.
GASTRONOMÍA
Al igual que otras ciudades del Perú, Ayacucho posee una diversidad de platos,
bebidas y repostería. Entre ellos destacan:
*Aniversario de Huamanga
El 25 de abril se celebra el
aniversario de la fundación
española de Huamanga, capital
del departamento de Ayacucho;
decretada en 1540. Es una
festividad que con el tiempo se ha
vuelto una semana de muchas
celebraciones para conmemorar
dicho acontecimiento: festivales,
exposiciones, ferias, desfiles, etc.