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Resumen
Palabras Clave
Sigmund Freud
Carl Rogers
Han pasado 91 años desde que Sigmund Freud, en 19261, fijara las bases del proceso
formativo que todo aspirante debiera cursar para considerarse psicoanalista, el llamado
modelo “Trípode”. Bajo tal perspectiva se han desarrollado la mayor parte de modelos
[...] los candidatos son sometidos, como condición previa, al análisis. Reciben
enseñanzas teóricas por medio de conferencias sobre todas las materias que pueden
les considera ya como capacitados para comenzar a encargarse de algunos análisis de casos
personalidades como las de Adler, Jung, Reich, Horney, Frankl, Perls y un largo etcétera,
quienes tanto dentro como fuera del psicoanálisis sentaron las bases de las psicoterapias
1 La propuesta planteada en La cuestión del análisis profano en en gran medida el resultado de la experiencia de la
Sociedad de psicología de los miércoles, pilar inicial del que emerge la primera generación de analistas.
2 Teoría, supervisión de casos y análisis personal configuran las tres partes básicas de la formación.
contemporáneas.
Pese a ello cabe preguntarse acerca de la validez de un modelo cuya propuesta tiene
más de 90 años. Bien pudiera ser que se encuentre ¨pasado de moda¨, o se trate de una
propuesta exclusiva del psicoanálisis. Quizás la comparativa con otras propuestas y las
idóneas para alcanzar una formación profesional integral. Revisemos algo más de los
apartando su mirada del camino del trabajo terapéutico personal en pos del laboratorio,
nuevo diván que apartaría de una vez y para siempre, la necesidad de confiar la
ello no significaría ni con mucho el derrumbe de la psicoterapia. Por el contrario una nueva
El enfoque humanista, o tercera fuerza como sería conocido a partir de los años 60s,
ubicó en primer plano la necesidad de un arduo trabajo terapéutico sobre la propia
pues se piensa que son tales habilidades las que posibilitan crear la relación terapéutica,
terapia.
significará incorporar tales principios al bagaje del enfoque conductual de segunda y tercera
Inicialmente planteada por Ellis y Beck, la terapia cognitivo conductual pronto dió
3 Debemos recordar que en el centro de la propuesta humanista se encuentra la creencia de que no se trata de ¨curar¨
ni de ¨pacientes¨, por el contrario, acompañamos personas en busca de la felicidad, la que solo es posible a partir del la
autoactualización, es decir, del desarrollo de sus potencialidades, mismas que se encuentran bloqueadas, la labor del
psicoterapeuta se centra en trabajar sobre tales bloqueos, lo que permitirá a la persona la plena realización de su Ser.
muestras de una creciente preocupación por asegurar que sus discípulos contaban con la
cualificación suficiente para ejercer el enfoque con la máxima eficiencia4. Así, Ellis enuncia
una serie de características que todo terapeuta debe poseer para asegurar un desempeño
(Los terapeutas eficaces) son capaces de afrontar y aliviar sus propias perturbaciones y
1989)
Siguiendo en esta línea es imposible pasar por alto los numerosos estudios realizados
desde la perspectiva cognitivo conductual sobre los distintos aspectos que influyen en el
resalta la importancia de aquellos que sitúan a la alianza terapéutica en el centro del éxito
de toda psicoterapia.
4 A través del desarrollo del modelo y los resultados de la investigación, se fue poniendo el foco en la relación
terapéutica de manera más sistemática. Actualmente es un componente central y ha recibido un tratamiento especi ́fico
dentro de esta orientación. La sola adherencia a técnicas ha probado ser insuficiente para asegurar buenos resultados, y
se ha comprobado que una terapia competente requiere que los pacientes perciban a sus terapeutas como empáticos y
con una actitud no cri ́tica y congruente.
El concepto de alianza terapéutica surge inicialmente dentro del marco psicoanalítico,
planteado por Greenson (1967), pero pronto es trasladado a otros marcos de referencia ante
ayudó a establecer una conceptualización que aclaró hasta cierto punto las dudas sobre el
terapeuta e identificó tres componentes que la configuran: (a) acuerdo en las tareas, (b)
terapeuta que incluyen o debieran incluir la mutua confianza y aceptación, la calidad del
vínculo determina el tono emocional de la vivencia que el paciente tiene del terapeuta, la
5 Véase Lambert y Bergin, 1992; Lambert, Shapiro y Bergin, 1986; Luborsky, Singer y Luborsky, 1975; Sloane, Staples,
Cristol, Yorkston, y Whipple, 1975; Smith, Glass y Miller, 1980; Stiles, Shapiro y Elliott, 1986
El acuerdo en las tareas se refiere a aquellas actividades o acontecimientos específicos
(explícitas o implícitas), que se requiere que el paciente realice para beneficiarse del
tratamiento. Hace referencia a los medios o caminos a seguir para alcanzar los objetivos
Finalmente, están los objetivos acordados hacia los cuales tiene que dirigirse el
proceso. Una fuerte alianza terapéutica estaría caracterizada por un terapeuta y un paciente
que mutuamente respaldan, valoran y luchan por cumplir las metas establecidas (Horvath &
Luborsky, 1993).
Bordin (1979), al igual que otros autores6, entiende el vínculo terapéutico como el
principal agente de éxito psicoterapéutico. De esta misma manera, entiende los abandonos
pobre.
Wampold (2001, cit. Por Fossa, P., 2012), ha desarrollado la investigación más reciente
6 Botella & Corbella (2003) han realizado una completa revisión de las investigaciones de vínculo y relación terapéutica,
y se ha concluido que el 66% de los estudios muestran una correlación significativa entre el vínculo terapéutico y los
resultados de los tratamientos. De esta manera, el vínculo terapéutico se transforma en el principal predictor de los
resultados en psicoterapia.
los resultados en psicoterapia se explica por factores específicos (técnica psicoanalítica,
entre los pacientes. De esta manera, la disposición del paciente y la persona del terapeuta se
de cambio en psicoterapia.
de las psicoterapias para resultar efectivas. Más allá de el enfoque teórico o modelo
terapéutico, el estilo y la personalidad del terapeuta poseen un efecto directo por sobre las
entrechocar de dos cauces de los que emergen rupturas, transgresiones, nuevos horizontes
centro de este “maelstrom”, la personalidad del terapeuta ocupa una posición fundamental.
7 El terapeuta puede reescribir y cambiar significados simbólicos de ciertos acontecimientos de su vida a partir de la
resignificación que hacen los pacientes de su propia vida. La actividad terapéutica repercute en la relación que tiene el
terapeuta con el mundo y en sus relatos de identidad personal, así como en la atribución de significados que hace de sí
mismo, de su vida y de su trabajo (Szmulewicz, E., 2013)
Siguiendo a Rober (2005), podemos plantear que la personalidad del terapeuta posee
dos vertientes, dos voces, una que refleja el sí mismo experiencial del terapeuta y otro que
recuerdos, a las imágenes y a las fantasías que surgen en lo que observa, cual cámara de
resonancia cuyos ecos resuenan en los recovecos del alma del terapeuta; mientras que el sí
mismo profesional lo remite a las hipótesis que prepara para intervenir en la terapia. Ambos
se entrelazan de manera que puedan tener algún sentido para el subsistema consultante,
como eje nodal en la formación profesional integral del psicólogo clínico, en especial,
Rebasa por mucho los objetivos de este artículo realizar una exhaustiva revisión de los
vínculo y su relación con la efectividad de la psicoterapia. Sin embargo queda claro con lo
hasta ahora mencionado, que la dimensión subjetiva es una variable ineludible, cuyo peso
8 Si bien es en el espacio psicoterapéutico donde la necesidades de proceso psicoterapéutico resulta más acuciante, en
realidad en todo el campo de la clínica se revela que habilidades como la empatía, el aprecio positivo incondicional, la
congruencia y el manejo emocional resultan fundamentales.
ha sido ampliamente validado por estudios de las tres principales escuelas psicoterapéuticas
contemporáneas.
Resulta claro que el modelo “trípode” continúa vigente más que nunca y que sin
importar la teoría o “fuerza”, toda formación integral debiera partir de esta base para
alcanzar una efectiva formación entre quienes aspiran a ejercer la clínica desde una
sus dificultades personales, reconocer sus conflictos, problemáticas y sufrimiento psiq́ uico,
sus propios problemas haga posible que su implicación personal en los procesos de ayuda,
inevitable en un grado u otro, tenga un efecto saludable para todos los partícipes. (Ávila, E.,
2012)
campo de la psicológica. Durante el semestre julio-diciembre del 2017, las alumnas de 8º9
aplicada a una muestra aleatoria10, buscando conocer el porcentaje de alumnos que acuden
o han acudido a proceso psicoterapéutico, así como la importancia que le otorgan a este
ítem dentro de su formación profesional. Para enorme sorpresa nuestra, la encuesta arrojó
tanto para el aspecto teórico como para la dimensión personal del clínico. Como docentes
urge cuestionar en qué estamos fallando, pues si hemos sido incapaces de trasmitir a las
Como estudiantes es una responsabilidad ineludible tomar conciencia del papel que el
9 Agradezco a todas ellas su disposición para trabajar así como para hacer públicos sus resultados en el presente
artículo.
10 El nivel óptimo de muestra fue establecido con un error del 5% y un nivel de confianza del 95% sobre la población
una formación deficiente tiene no sólo para el futuro clínico, sino para los posibles
rodea a nuestra ciencia desde sus inicios y es muy grande el daño que las pseudopsicologías
causan tanto a usuarios como a la psicología, como para sumar la ineficacia e ingenuidad de
facilitar espacios que permitan a nuestros estudiantes hacerse con los capitales teóricos,
prácticos y emocionales que les capaciten para la realidad laboral en un marco de máxima
eficacia.
“Lo que exijo es que no pueda ejercer el análisis nadie que no haya conquistado, por
medio de una determinada preparación, el derecho a una tal actividad” (Freud, 1997).
Bibliografía
Bordin, E. S. (1994) Theory and research on the therapeutic working alliance: New
Carkhuff, R. (2008) The art of helping. Ninth Edition. Possibilities Publishing, Inc.
Fossa, P. (2012). Obstáculos del proceso terapéutico: Una revisión del concepto de
Freud, S. (1997) Obras completas, trad. De Ballesteros, Biblioteca nueva, Ed. Lozada
bergin and S.L. Garfield (Eds.), Handbook of psychotherapy and behavior change (4th ed.,
Rober P. (2005) The therapist’s self in dialogical family therapy: some ideas about
not-knowing and the therapist’s Inner Conversation. Family Process; 44 (4) 477-95.