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Tema 6.

- “Viviendo cada día en humildad”

Objetivo: Practicar la humildad en la vida diaria

1.- ¿COMO SE LOGRA LA HUMILDAD?

PAPA FRANCISCO: “La humildad es el camino de la santidad”.

-No hay humildad sin humillaciones, y si tú no eres capaz de aceptar algunas humillaciones en tu
vida, no eres humilde”.

-El fin de la santidad que Dios regala a sus hijos, que regala a la Iglesia, viene a través de la
humillación de su Hijo, que se deja insultar, que se deja llevar sobre la Cruz, injustamente.

-Y este Hijo de Dios que se humilla, es el camino de la santidad.

-Pidamos al Señor la gracia, para cada uno de nosotros, para toda la Iglesia, la gracia de la
humildad, pero también la gracia de comprender que no es posible ser humildes sin humillación”.

- Para ser humilde es necesario, mirarme a mí mismo, de cara a Dios y no de cara a los hombres.

- Aceptar que soy pequeño ante la grandeza de Dios. Reconocer que yo valgo no por mí mismo,
sino porque soy hijo de Dios, porque vengo de él.

- Pensar que cualquier cualidad que tenga, todas se las debo solamente a Dios. Si realmente abrazo
en mi corazón esta idea, no puede caber en mi alma, el orgullo, la soberbia, el amor propio.

- Pensar también que los defectos que tengo, son porque la naturaleza humana es imperfecta.
Todos los hombres tienen defectos. Lo que es importante es aceptarlos y no negarlos y después
trabajar, y luchar por mejorarlos.

- La SANTIDAD consiste exactamente en aprovechar esas cualidades que Dios me dio para hacer
SU VOLUNTAD, para hacer el bien y en trabajar en mis defectos que son obstáculo para lograr
esto.
LA HUMILDAD PERFECTA ES JESÚS.
-Nunca busco llamar la atención sobre sí mismo sino dar gloria al Padre. Al final murió en la
Cruz. Nos dijo: "Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón-Mt 11, 29".
-Aprendemos a ser humildes meditando la Pasión de Nuestro Señor, considerando su grandeza
ante tanta humillación, el dejarse hacer “como cordero llevado al matadero”.
-Visitándolo en la Sagrada Eucaristía, donde espera que vayamos
-Meditando la Vida de la Virgen María y uniéndonos a ella en oración. La mujer más humilde y
por eso también la escogida de Dios, la más grande. La Esclava del Señor, la que no tuvo otro
deseo que el de hacer la voluntad de Dios.
-Sin humildad y espíritu de servicio no es posible la caridad ni la santidad.
“Los instrumentos de Dios son siempre los humildes” -SAN JUAN CRISOSTOMO, Homilías
sobre San Mateo, 15.
EL SEÑOR NOS INVITA A SEGUIRLE Y A IMITARLE, Y NOS DEJA UNA REGLA SENCILLA

pero exacta, para vivir la caridad con humildad y espíritu de servicio: Todo lo que quieran que
hagan los hombres con ustedes, hacedlo también ustedes con ellos -Cf Mt 7, 12. La experiencia
de lo que me agrada o me molesta, de lo que me ayuda o me hace daño, es una buena norma de
aquello que debo hacer o evitar en el trato con los demás.
Lo que todos deseamos:
-Todos deseamos una palabra de aliento cuando las cosas no han ido bien,
-y comprensión de los demás cuando, a pesar de la buena voluntad, nos hemos vuelto a equivocar;
-y que se fijen en lo positivo más que en los defectos;
-y que haya un tono de cordialidad en el lugar donde trabajamos o al llegan a casa;
-y que se nos exija en nuestro trabajo, pero de buenas maneras;
-y que nadie hable mal a nuestras espaldas;
-y que haya alguien que nos defienda cuando se nos critica y no estamos presentes;
-y que se preocupen de verdad por nosotros cuando estamos enfermos;
-y que se nos haga la corrección fraterna de las cosas que hacemos mal, en vez de comentarlas
con otros;
-y que recen por nosotros, etc.
-Estas son las cosas que, con humildad y espíritu de servicio, hemos de hacer por los demás.
-Discite benefacere. (Is. 1, 17)(Aprended hacer el bien) Si nos comportamos así, entonces:
Aunque vuestros pecados fueran como la grana, quedarán blancos como la nieve. Aunque fueren
rojos como la púrpura quedarán como la blanca lana. Is 1,18.
2.- MEDIOS PARA LOGRAR LA HUMILDAD

- CONTEMPLAR A CRISTO humilde. Él, siendo nada más y nada menos que "el Hijo de
Dios", siempre fue humilde y sencillo, desde su nacimiento hasta su muerte en la cruz, nunca hizo
alarde de todas sus cualidades y poder. Leyendo el Evangelio verás que Jesús siempre fue sencillo
y humilde. Él mismo nos dijo: "Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón".

- Pedir su ayuda a Dios en la ORACIÓN. Pedirle que me ayude a ser humilde. Recordaré que,
solo nada puedo, con Él todo lo puedo.

- Empezar a SERVIR a los demás sin esperar ninguna recompensa o ser alabado por ello.

- Siempre que haga algo bueno, tratar de PASAR DESAPERCIBIDO.

- Aprender a RECIBIR AYUDA de los demás, aunque me cueste trabajo y procurar dar las gracias
siempre.

- Decir NO A LA PRESUNCIÓN (tanto de cosas materiales como de mis cualidades, mis


hazañas), en una palabra, tratar de no hablar tanto de mí mismo y escuchar más de los otros.

- Hacer un esfuerzo por observar, descubrir y APRECIAR LAS CUALIDADES DE LOS QUE
ME RODEAN (padres, hermanos, familiares, compañeros de trabajo, amigos y enemigos).

- Enseñarme a PEDIR PERDÓN cuando haya ofendido a otra persona y a reconocer mis faltas
frente a los demás cuando me equivoque. Esto no me hace menos, al contrario, me hace más
valioso.

- Recordar la frase de San Agustín:


"Si quieres ser grande, comienza por ser pequeño"

- La humildad es madre de muchas de las virtudes y la soberbia de muchos los pecados.


- San Ambrosio la humildad y la caridad tienden a derribar a la soberbia (Sentimiento de
superioridad frente a los demás que provoca un trato distante o despreciativo hacia ellos).
3.- LA HUMILDAD EN LA PRÁCTICA

-«Sed humildes unos con otros» (1 Pe 5). Excelente manera de practicar la humildad se nos ofrece
al tener que recibir la corrección. Hay que estar abiertos a la corrección fraterna.
-Que se nos puedan decir nuestras faltas sin que nos enfademos ni nos defendamos, sin que
tratemos de justificarnos. Agradeciendo la corrección como una colaboración que nos prestan
para mejorarnos.
-Aprender de todos y manifestar que estamos aprendiendo. Confesar que aquello no lo habíamos
entendido hasta hoy. Aceptar nuestra limitación no nos humilla, sino que nos ennoblece.
-Pocas veces se está dispuesto a querer aparecer como ignorante en una materia y es propio de
almas inmaduras querer dar la impresión de que se lo saben todo, y de que aquello ellos ya lo
sabían. Y con ello, la sencillez: «Llaneza, muchacho, que toda afectación es mala», dice don
Quijote a Sancho. Sencillez en el hablar, sencillez en el escribir, naturalidad en el trato, como en
familia, como entre hermanos educados y amantes.
-La Madre Teresa una vez dijo: "La humildad es la madre de todas las virtudes; la pureza, la
caridad y la obediencia. Al ser humildes nuestro amor se vuelve real, devoto y apasionado". Estas
palabras suenan sinceras, pero no tienes que ser la Madre Teresa, o incluso religioso en absoluto,
para esforzarte en practicar la humildad en tu vida cotidiana. Ser humilde significa aceptar tus
limitaciones y esforzarte por hacer del mundo un lugar mejor sin querer tener todo el crédito.
EL LAVATORIO DE LOS PIES (si es conveniente realizarlo)
Buscar sobre Felipe Neri no le lavo los pies la monja
Juan 13,4 se levanta de la mesa, se quita sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó.
Juan 13,5 Luego echa agua en un lebrillo y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos
con la toalla con que estaba ceñido.
Juan 13,6 Llega a Simón Pedro; éste le dice: «Señor, ¿tú lavarme a mí los pies?»

Juan 13,12 Después que les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa, y les dijo:
«¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?
Juan 13,13 Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy.
Juan 13,14 Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis
lavaros los pies unos a otros.
Juan 13,15 Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con
vosotros.
Juan 13,16 «En verdad, en verdad os digo:
no es más el siervo que su amo, ni el enviado más que el que lo envía.

LA MUJER QUE LE UNGIO LOS PIES A JESÚS


Juan 12,3 Entonces María, tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro, ungió los pies
de Jesús y los secó con sus cabellos. Y la casa se llenó del olor del perfume.

-Ejemplo os he dado -dice el Señor después de lavarles los pies a sus discípulos - para que como
yo he hecho con vosotros, así hagáis vosotros -Cf. Jn 13, 15. Nos deja una suprema lección para
que entendamos que, si no somos humildes, si no estamos dispuestos a servir, no podemos seguir
al Maestro.

¡QUITADME LOS ZAPATOS! ¡SAN FELIPE NERI!


San Felipe Neri consideraba que la primera virtud de un Santo es la humildad.
Había en su época 1595 (XVI) una religiosa de la que todos hablaban, pues se decía que tenía
revelaciones. Un día, el Papa mandó precisamente al padre Felipe a aquel convento para que
valorara la santidad de la monja. EL tiempo empeoró y la lluvia caía como sólo Dios la sabe
mandad, así que Felipe Neri se puso de barro hasta las rodillas.
Llegado al convento, preguntó enseguida por la monja y ahí viene: sería, muy seria, afligida,
totalmente perdida en Dios.
El santo se sienta, extiende la pierna y dice a la monja:
¡Quitadme los zapatos!
La monja se enfureció, alzó el mentón y permaneció inmóvil e indignada. San Felipe no hizo
preguntas, ya había visto bastante.
Tomó su capa, se puso el sombrero y volvió a ver al Papa para comunicarle que, según él, una
persona tan altiva (arrogante) no podía ser una santa. (Libro relatos escogidos-Manuel Jordá).
SIETE PASOS PARA SER HUMILDES O PARA EMPEZAR A SERLO
P. Juan Antonio Ruiz

De todas las virtudes, la humildad puede considerarse una de las más difíciles de conseguir.
Siempre recordamos frases de grandes hombres:
Cicerón («cuanto más alto estemos situados, más humildes debemos ser»).
El Cura de Ars («si no tienes humildad, puedes decir que no tienes nada»).
San Agustín («sólo a pasos de humildad se sube a lo alto de los cielos»).
1. Procura descubrir lo mejor de cada uno:
Todo ser humano ha tenido experiencias que tú no has tenido, y en esos aspectos te
aventaja. «Procuremos siempre mirar las virtudes y cosas buenas que viéremos en los otros, y
tapar sus defectos con nuestros grandes pecados.
2. Elogia sinceramente a los demás:
¿Cómo se va a despreciar a una persona a la que se le está diciendo lo que se admira de ella?
Cuanto más se mencionen las buenas cualidades de quienes rodean a uno, más virtudes se
descubrirán en ellos, y será más difícil que uno caiga en la trampa del egocentrismo.
3. No te demores en admitir tus errores:
Quienes se rehúsan a hacerlo por orgullo suelen volver a caer en los mismos errores (sólo el
hombre cae dos veces en la misma piedra) y, además, terminan marginándose de los demás.
4. Sé el primero en disculparse después de una discusión:
«Perdóname». Ese simple vocablo mata el orgullo (pues te reconoces tan pecador como él) y pone
fin al altercado: dos pájaros muertos de un solo tiro. Pero para eso, es necesario reconocer que
tanto él como yo podemos equivocarnos…
«Si vieres a alguno pecar públicamente, o cometer cosas graves, no te debes estimar por mejor:
porque no sabes cuánto podrás tú perseverar en el bien.
5. Admite tus limitaciones y necesidades:
Es parte de la naturaleza humana querer dar la impresión de ser fuerte y autosuficiente; eso
normalmente no hace más que dificultar las cosas. Si manifiestas humildad pidiendo ayuda a los
demás y aceptándola, sales ganando.
Los soberbios, en cambio, confían demasiado en sí mismos (Santo Tomás de Aquino, Sobre el
Padrenuestro, l.c., 142).
6. Sirve a los demás:
Ofrécete a ayudar a los ancianos, los enfermos y los niños, o a prestar algún otro servicio
comunitario. Saldrás beneficiado, pues aparte de adquirir humildad, te ganarás la gratitud y el
cariño de muchas personas.
7. Reconócele a Dios el mérito de toda cualidad que tengas y de todo lo bueno que te ayude
a hacer:
Es importante abrir los ojos del alma y considerar que no se tiene nada nuestro de lo que debamos
gloriarnos. Lo único que realmente tenemos es pecado y debilidad. Los dones de la naturaleza y
de gracia que hay en nosotros, solamente merecen ser agradecidos a Dios, que nos lo ha dado
cuando ha pensado en nosotros al crearnos. P. Juan Antonio Ruiz Sacerdote, LC

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