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TEMA 1: INTRODUCCIÓN HISTÓRICA AL ESTUDIO DE LA MOTIVACIÓN

1. INTRODUCCIÓN.
2. PERSPECTIVA HISTÓRICA DE LA MOTIVACIÓN
2.1. DUALISMO-RACIONALISMO.
2.2. EVOLUCIÓN DE LAS CONCEPCIONES MOTIVACIONALES.
2.2.1. FILOSOFÍA.
2.2.2. BIOLOGÍA.
2.2.3. PSIQUIATRÍA.
2.2.4. PSICOLOGÍA.
3. CONCEPCIONES MOTIVACIONALES Y SUS SITUACIÓN HISTÓRICA.
3.1. REACCIONES NEGATIVAS A LOS INSTINTOS.
3.2. EL IMPULSO.
3.3. DIFICULTADES DE LA TEORÍA DEL IMPULSO.
3.4. ALTERNATIVAS AL IMPULSO.
3.5. DESARROLLOS POSTERIORES.

4. ESTADO ACTUAL DEL ESTUDIO DE LA MOTIVACIÓN.

5. CONCEPTO DE MOTIVACIÓN.

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1. INTRODUCCIÓN.

El estudio tanto de la motivación como de la emoción ha tenido una amplia difusión en el


siglo XX y lo que llevamos del siglo XXI.

En psicología y en algunas de las ciencias que se ocupan del comportamiento, puede el


siglo XX, o al menos la primera mitad del mismo, ser calificado como el siglo de las décadas
motivacionales. A partir de los años 60 se produce un estancamiento pero algo cambió en la
década de 1990 que ha hecho que nos encontremos en la actualidad en una época dorada
para la motivación y la emoción ya que en el nuevo milenio el material de estudio es muy
significativo y “emocionante”.

Centrándonos en la motivación, es importante abordar como surge el interés por su


estudio y como éste ha ido cambiando, lo que se irá realizando a lo largo del tema. No
obstante, a continuación se dará una idea general del encuadre de la motivación dentro de la
psicología, se señalarán sus principales problemas, los cuales se encuentran en vías de
solución, y se esbozará una definición de la misma.

Heckhausen (1963) plantea los problemas generales de la motivación dentro de la


psicología contemporánea. Desde ésta el estudio del comportamiento tiene tres aspectos
básicos: a) qué hace el organismo, b) cómo lo hace y c) por qué lo hace así y no de otro modo.
Los dos primeros aspectos se estudian mediante la observación y la descripción de los
comportamientos, para luego buscar regularidades y reducir aquellos a los factores que los
producen, pero existen dificultades para estudiar el tercer aspecto. Para explicar el
comportamiento no basta con el análisis de los dos primeros ya que hay que estudiar todos los
factores que intervienen en su producción. Las dificultades indicadas son mayores cuando se
estudian niveles superiores que cuando se estudian niveles inferiores ya que en éstos las
motivaciones son más simples y se conocen la mayoría de las variables implicadas (por
ejemplo, motivaciones primarias, motivación animal). El estudio psicológico del proceso
motivacional parte de hechos cotidianos, los clasifica, los describe, busca características
comunes y los interpreta en los marcos adecuados. El investigador se plantea que hay dentro
del organismo, que lo impulsa y mueve a comportarse de una determinada manera, en
definitiva cuáles son los móviles de la conducta animal y humana.

Las dificultades del estudio de la motivación se relacionan con la existencia de dos


problemas principales:

a) La complejidad del proceso motivacional, dado que en este ámbito de estudio


intervienen muchos factores y variables que habría que investigar para entender la
motivación.
b) La falta de una terminología común ya que se ha abordado desde diferentes marcos
conceptuales (fisiológico, aprendido, cognitivo) lo que ha hecho difícil un lenguaje
consensuado.

A pesar de la existencia de estos problemas, en la actualidad se está avanzando


bastante al respecto y al menos existe la conciencia de un estudio conjunto y coordinado.

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En la asignatura nos introduciremos en la compleja y extensa red que constituye la
psicología de la motivación. La consideraremos como un proceso, un constructo teórico-
hipotético, que energiza y da direccionalidad al comportamiento hacia una determinada meta.
Por tanto, existiría una estructuración e integración de las conductas dirigidas a dichas metas.

2. PERSPECTIVA HISTÓRICA DE LA MOTIVACIÓN.

En las últimas décadas, si bien con altibajos, el concepto motivación ha adquirido tanta
importancia que se utiliza en casi todas las investigaciones básicas y aplicadas. Sin embargo, las
diferentes concepciones de la motivación, los diversos datos usados para su verificación y las
variadas interpretaciones que se le atribuyen en las concepciones del comportamiento,
especialmente el humano, no pueden ser entendidos sin una visión histórica.

Aunque tangamos la impresión de que el interés por la motivación es una


preocupación relativamente reciente Macleod (1957) hace surgir éste en la época de Darwin y
Freud. Posiblemente sea cierto que la forma particular en que los fenómenos motivacionales
dominantes han sido planteados en el siglo pasado se deriven en gran parte de los conceptos
darwinianos sobre la evolución pero probablemente no es cierto que todos los problemas
motivacionales encajen con facilidad en ese marco. Tampoco es cierto que no hayan existido
conceptos motivacionales anteriores a Darwin. Aunque la metodología era diferente y los
conceptos y métodos para solucionar dichos problemas eran también diferentes a los que
usamos hoy, ha existido una considerable preocupación por los problemas motivacionales.

Empezaremos la historia de las ideas relacionadas con la motivación estudiando


brevemente el dualismo, después nos dedicaremos a conceptos que por su naturaleza son
más específicamente motivacionales y que aparecieron en el pensamiento occidental en los
siglos anteriores a Darwin. Finalmente revisaremos el curso que la preocupación por la
motivación adoptó desde la época de Darwin hasta la actualidad.

2.1. Dualismo-Racionalismo.

Se ha dicho muchas veces que se dan dos o más concepciones de la naturaleza


humana incompatibles entre sí. Según una de ellas, el hombre es esencialmente racional y
responsable de sí mismo y según la otra el hombre es un ser irracional por naturaleza y por
tanto sus impulsos y deseos han de ser refrenados por las fuerzas de las sanciones sociales.

El Racionalismo es la concepción que prevaleció a lo largo de los siglos en los grandes


sistemas filosóficos y religiosos que dominaron el pensamiento occidental. La concepción
alternativa a ésta comenzó a ser aceptada en el siglo XVII aunque solo a finales del siglo XIX y a
lo largo del siglo XX llegó a adquirir predominio. El concepto de motivación se ha relacionado
fundamentalmente con la interpretación irracional de la naturaleza humana.

Los factores motivacionales apenas ocupan un lugar o están excluidos en una


interpretación racionalista del comportamiento ya que según esta interpretación la razón
humana es el factor determinante de lo que hace el hombre. Su voluntad es libre de elegir lo
que la razón le dicta sea cual sea su dictamen. Si su elección es necia o va en contra de la ética
o la moral, el hombre carga con la responsabilidad de la misma ya que son su razón y voluntad
las que de manera libre han hecho suya la elección. Por supuesto los animales no se hallarían,

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según esa misma concepción, dotados de razón pero tendrían impulsos naturales o instintos
colocados en ellos por Dios. Esta formulación es precursora de la noción de instinto empleada,
con algunas diferencias, en siglos posteriores. Así se separa a los animales y al hombre al tener
éste un alma racional.

No se puede negar, no obstante a pesar de lo indicado, que desde la concepción


racionalista se presenta un principio motivacional pero éste es bastante filosófico y nebuloso
basado en la voluntad, sin connotaciones científicas ni sistemáticas.

2.2. La evolución de las concepciones motivacionales.

En el siglo XVII comenzaron a adquirir alguna fuerza movimientos que se separaron del
Racionalismo. No obstante, fue necesario aún que pasasen un par de siglos para que llegasen a
su pleno esplendor las nociones motivacionales, lo que sucedió en las décadas motivacionales
del siglo XX. Se dan diversas tendencias de importancia en Filosofía, Biología, Psiquiatría y
Psicología aunque también se ha producido algún resurgir del Racionalismo. En este desarrollo
múltiple nos centraremos a continuación.

2.2.1. Filosofía.

No supone un alejamiento demasiado grande de ideas anteriores a Descartes (s. XVII)


afirmar que los animales son autómatas cuyas acciones brotan como consecuencia de fuerzas,
internas y externas, que mueven sus músculos. No obstante, fue un paso importante la
afirmación que realizó este filósofo cuando mantuvo que en el hombre actuaba un mecanismo
semejante. A pesar de ello también indicó que esta concepción mecanicista no era suficiente
para el hombre ya que éste además poseía un alma. Mantuvo una concepción dualista ya que
el hombre estaba constituido por un cuerpo y un alma. Su dualismo era interaccionista porque
el alma influía en el cuerpo y el cuerpo en el alma. Ésta última es lo que piensa, una sustancia
inextensa, única y no puede someterse a leyes ni generalizaciones. El cuerpo es una sustancia
extensa, mecánica en su acción y sometida a las leyes de lo inanimado. El cuerpo sin el alma
sería una simple máquina, es el alma la que diferencia hombres y animales.

Una ruptura fundamental con las tradiciones del pasado tuvo su origen en el
empirismo y el asociacionismo inglés (s. XVII, XVIII y XIX). En la base de las formulaciones de los
filósofos empiristas y asociacionistas, se hallan en uno u otro grado dos ideas: asociacionismo y
hedonismo.

El Asociacionismo era paralelo al rechazo del Nativismo que sostenía la existencia de


ideas innatas. Proponía que las ideas de la mente brotan de la experiencia, lo que supone una
ruptura con el Racionalismo, además se considera que los contenidos de la mente y el orden
del pensamiento se forman mediante leyes de asociación que actúan de una manera más o
menos automática. El asociacionismo inglés fue de tipo mental ya que analizaba los elementos
últimos de la mente a partir de los cuales se constituiría nuestro complejo mundo mental.
Esos elementos últimos eran las sensaciones y las percepciones ya que no habría nada en el
entendimiento que antes no hubiera estado en los sentidos. A partir de las asociaciones
mecánicas de dichos elementos se desarrollaría nuestra estructura mental.

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El Hedonismo también supone un alejamiento del Racionalismo. El placer y el dolor
son potentes determinantes de la conducta, buscamos el placer y evitamos el dolor tal y como
afirma Hobbes. Esta formulación suponía un principio motivacional sin características morales,
éticas o racionales. El hedonismo es una concepción central en los puntos de vista
asociacionistas y empiristas ingleses.

Como se indicó anteriormente también ha habido diferentes resurgimientos del


Racionalismo. De hecho no todos los filósofos aceptaron las doctrinas empiristas y
asociacionistas. Por ejemplo Kant adoptó una filosofía en la que el sentimiento y la voluntad se
hallaban separados del conocimiento. En el siglo XVIII, fue Reid, en Escocia, quien inició esta
reacción que tuvo una mayor importancia en la historia de la Psicología. Adoptó una psicología
de las facultades postulando un número de facultades distintas y semejantes a motivos, el
coraje, la nobleza….Lo que nos interesa especialmente dentro de este contexto es el hecho de
que Reid incluía también el instinto dentro de su concepción y lo usaba para referirse a una
fuerza que se hallaba al principio de la acción.

Finalmente podemos considerar, dentro de nuestro ámbito de estudio, que la


psicología cognitiva también supone un resurgir del Racionalismo ya que acentúa los procesos
y factores cognitivos y considera que éstos son capaces de dirigir los impulsos corporales. No
obstante, este estudio contemporáneo de la motivación analiza procesos tales como metas,
planes, estrategias en lugar de centrarse en la determinación pura de la misteriosa razón y
voluntad.

2.2.2. Biología.

Por lo que se refiere a la biología del siglo XIX, nos vamos a referir a dos direcciones de
gran importancia : el resurgir de la biología mecanicista y la teoría de la evolución.

a) Biología mecanicista: Este enfoque se opone a la teleología (determinación de los


acontecimientos por su propósito o finalidad últimos) y al vitalismo ( las
características de los seres vivos no pueden ser reducidas a términos físico-
químicos, dichas características sugieren la existencia de una fuerza o entidad que
trasciende lo material o físico) y surge a finales del siglo XIX y principios del XX.
Probablemente fue una expresión de los avances logrados por la física y la química
durante el siglo XIX.
La Escuela Tropista constituye, en relación a la conducta, una expresión más
específica de la biología mecanicista, siendo J. Loeb, su más importante defensor.
Insiste en la suficiencia de las fuerzas físico-químicas para explicar la conducta
animal y plantea una relativa rigidez de dicha conducta. Acentúa el papel de los
estímulos externos no dando apenas importancia a las fuentes internas del
comportamiento. Esta concepción de la conducta animal como no intencional y no
mental influyó en la teoría de la motivación.
b) Teoría de la evolución: La teoría de la evolución constituye el hecho biológico más
importante del s XIX. La asociamos con el nombre de Charles Darwin, que presentó
la noción de la teoría en su libro “El origen de las especies” (1859). Afirma que
existe competencia entre las especies y entre los miembros de una misma especie
para utilizar los recursos limitados de la tierra. En esta competencia algunos

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sobreviven y otros no. Las características de los que sobreviven se transmiten a sus
descendientes lo que producirá modificaciones en la especie. Éstas también serán
producidas por los cambios ambientales al ocasionar una supervivencia diferencial
en función de la capacidad de los organismos para adaptarse a dichos cambios. Por
tanto, las características ambientales, los cambios y la transmisión hereditaria son
los rasgos esenciales de la teoría.
La contribución de Darwin dió como resultado una revolución intelectual de
amplias consecuencias para las ciencias sociales y biológicas así como para el
pensamiento social, la filosofía, teología y la cultura en general. También hizo que
la psicología se considerará una ciencia biológica.
En cuanto a la influencia en el estudio de la motivación podemos señalar el
hincapié puesto en los orígenes instintivos e irracionales de la conducta, en la
continuidad que establece entre el animal y el hombre y en el papel que otorga a
los procesos psicológicos en el ajuste o adaptación al ambiente para asegurar la
supervivencia. Promueve por tanto un modelo funcional y utilitario que va a ser
tesis fundamental de la psicología funcionalista que surgió en EEUU a principio del
siglo XX. La motivación como concepto será esencial para esta escuela y una de las
más importantes consecuencias de ello será la noción de impulso.

2.2.3. Psiquiatría.

La existencia de las enfermedades mentales ha constituido siempre una dificultad para


las filosofías racionalistas, excepto en el caso de que se recurriera a la posesión demoníaca.
Cuando se desecharon estas nociones, hubo necesariamente un vacio en la interpretación
teórica de la locura. A finales del s.XIX desarrollo Freud una teoría de la neurosis y la psicosis,
que era una teoría motivacional y acentuaba las fuerzas irracionales de la naturaleza humana.
Freud veía el comportamiento como el resultado de energías básicas, de una fuerza de vida,
Eros, y una fuerza de muerte llamada Thanatos. También postuló Freud basándose en datos
clínicos, la existencia de factores inconscientes en el gobierno de nuestra conducta, de
nuestros recuerdos y otros hechos semejantes.

Freud consideraba a las fuerzas de vida y muerte instintos. En nuestro contexto el


aspecto más importante de la teoría de Freud es el carácter dinámico de su concepción de la
personalidad. La base de esta concepción la constituye, por supuesto, las fuerzas
motivacionales que se encuentran en los instintos. La energía de los instintos aparecía como
algo que exigiera expresión o descarga, en este sentido Freud propone un modelo hidráulico
en el que la energía de los instintos continuará subiendo a menos que se halle un desagüe. El
aparato mental, es lo que suponía que se habría desarrollado en gran medida para llevar a
cabo esta descarga, al mismo tiempo que mantendrían ocultas ante el mundo y ante uno
mismo la verdadera naturaleza de las energías que quedaban así expresadas.

Debe quedar claro que la teoría de Freud es una teoría dinámica o motivacional que no
acepta una concepción racional de la conducta humana. Por ello, dirige la atención lejos del
intelecto y en dirección a las fuerzas irracionales, es decir, a una interpretación motivacional
del comportamiento. El carácter motivacional de la primera mitad del sXX se debe bastante a
la teoría de Freud y sus influencia.

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2.2.4. Psicología.

La psicología surge como disciplina independiente en la segunda mitad del siglo XIX
(Wundt crea en 1879 el primer laboratorio de psicología experimental). En sus primeras
manifestaciones quedó bien claro su objeto: el estudio de la experiencia consciente
(Estructuralismo). En las descripciones de la misma no se consideraban conceptos
motivacionales.

De todas formas la evolución tuvo un gran impacto en la psicología y propició el


surgimiento de la psicología funcional. Lo que distinguía a esta escuela era el estudio de la
función de la consciencia, de cual era su papel en el organismo, en definitiva como ayudaba a
la adaptación a un determinado medio. La interpretación funcionalista se extendió muy
rápidamente sobre todo por EEUU, debido a la importancia que atribuía a la adaptación le
eran de suma importancia los conceptos motivacionales. No obstante, antes de analizar la
evolución de dichos conceptos vamos a estudiar el instinto.

La noción de instinto fue propuesta por el evolucionismo para explicar la conducta no


aprendida y automática. Para Darwin el instinto podría explicar de dónde proceden las fuerzas
motivacionales. Eran producto de la herencia genética del individuo y se asemejaban a una
serie de reflejos complejos heredados. No obstante, fue Willian James el primero en
popularizar la teoría del instinto al que consideró una predisposición de conducta que solo
necesitaba un estímulo apropiado.

Finalmente, en relación con este tema, vamos a analizar el concepto tal y como lo
plantea McDougall (1908). La concepción de este autor hizo que los conceptos motivacionales
llegaran a ser centrales en la psicología a comienzos del siglo XX. Para él sin instintos no se
daría comportamiento alguno, no existiría la vida mental. Postulaba un número de instintos los
cuales tendrían su correspondiente emoción. Por ejemplo, consideraba el instinto de huida
asociado a la emoción de miedo, el instinto de reproducción asociado a la emoción de ternura,
un instinto de repulsa asociado a una emoción de disgusto, etc. Consideró irracionales a los
instintos y fuentes compulsivas del comportamiento. Los definió como una disposición
psicofísica heredada o innata que determina a quien la posee a percibir y prestar atención a los
objetos de una determinada clase, a experimentar una excitación emocional de una calidad
particular ante la percepción de dichos objetos y a actuar de una manera particular o al menos
a experimentar el impulso de hacerlo. MacDougall, designaba a este punto de vista con el
término de psicología hórmica. Por tanto, el instinto estaría constituido por 3 componentes:
componente cognitivo, componente afectivo y componente conductual o conativo.

McDougall, señala que desde las interpretaciones racionalistas se plantea la


explicación del comportamiento irracional humano, pero él considera que lo que habría que
preguntarse es por qué el hombre se conduce racionalmente, es decir, como se produce el
control de los instintos. Considera que la personalidad se desarrolla para llevar a cabo dicho
control a través de la coerción realizada por la sociedad.

La importancia de este autor radica no tanto en su teoría específica de los instintos y


de la organización de los mismos si no en su insistencia en la importancia de las fuerzas
motivacionales en el comportamiento humano.

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3. CONCEPTOS MOTIVACIONALES Y SU SITUACIÓN TEÓRICA.

Entre los años 1920 y 1950 tuvo lugar una reacción negativa a la excesiva acentuación
en los instintos y como consecuencia de ella surgió otro concepto alternativo, el impulso, que
se convirtió en el concepto motivacional predominante de la época. Ahora bien hacia el año
1950 aparecieron una serie de dificultades relacionadas con el impulso y se dio un cambio de
dirección hacia el incentivo. Este periodo vio asimismo un renacimiento del instinto a través
del trabajo de los etólogos. También se propuso reemplazar el incentivo por el refuerzo. A
partir de todos estos planteamientos podemos preguntarnos cuál es la función de los
conceptos motivacionales en la descripción y análisis del comportamiento, cuál es el estado
teórico de los conceptos motivacionales.

3.1. La reacción negativa a los instintos.

Una vez que se admitieron los instintos como explicaciones de la conducta humana el
número de instintos que propusieron los diferentes autores se hizo sumamente extenso,
Reeve (2003) indica que se propusieron unos 6000 instintos. Por ello, se realizó una crítica a
los instintos centrada en diferentes aspectos: a) Se pone en duda la validez de la observación
casual a la hora de designar una conducta como instintiva. b) No existen criterios comunes
para clasificar el comportamiento como instintivo o no instintivo. c) Las observaciones de los
antropólogos culturales no cuadraban a menudo con la universalidad que postulaban los
instintivistas para algunos comportamientos (por ejemplo, la agresión). d) Desde esta
perspectiva no se tiene en cuenta los efectos del aprendizaje sobre la conducta.

Cualquier teoría amplia de la motivación debe incluir tanto variables internas como
externas si quiere dar una explicación adecuada de este proceso complejo.

Por todas las razones apuntadas el concepto de instinto comenzó a declinar por la
década de 1920. No obstante, los aspectos motivacionales lograron salvarse a través del
concepto de impulso.

3.2. El impulso.

En el año 1918, Woodworth escribió sobre el comportamiento instintivo y al hacerlo,


se refería a las reacciones preparatorias y consumatorias. Una reacción consumatoria llevaría a
término un episodio de comportamiento que incluye reacciones preparatorias. Estas últimas
consistirían en una serie de actos que conducirían a una reacción consumatoria. En este punto
Woodworth se halla interesado en dos cosas, los mecanismos de la acción y la fuerza que
presta la energía necesaria para que entre en acción el mecanismo. Solo ante determinadas
condiciones quedan activados los mecanismos que subyacen a un determinado acto, el autor
hacia uso del término impulso como condición necesaria para poner en marcha dichos
mecanismos.

El concepto de impulso fue pronto utilizado en referencia a las condiciones fisiológicas


que subyacen a la realización de los comportamientos preparatorios y consumatorios.

El impulso como concepto ha tomado dos formas: a) como estímulo interno puesto en
correlación con las necesidades de los tejidos. b) como estructura central que sensibiliza a las

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estructuras que subyacen al comportamiento de manera que se convierten en una disposición
a respuestas concretas en determinadas situaciones.

3.2.1. El impulso como estímulo interno.

Dentro de esta concepción la cuestión principal consistía en localizar los estímulos


internos o las fuentes de dichos estímulos que acompañan a cada uno de los impulsos que son
postulados, hambre, sed y sexo. En el caso del hambre la situación del estímulo se encontraría
en el estómago, en el caso de la sed en la boca y la garganta y en el caso del sexo en los
órganos genitales. Las contracciones del estómago vacio serían la base del impulso del
hambre. La sequedad de la garganta y la boca condicionarían el estímulo local de la sed. Las
sensaciones en los órganos genitales y órganos relacionados constituirían la base del impulso
sexual. Esta interpretación del impulso es conocida con el nombre de teoría local de la
motivación.

La teoría local estimuló una gran cantidad de investigaciones, algunas de las cuales la
apoyaban pero también aparecieron pruebas en contra. Por ello, actualmente no se mantiene
que los factores locales sean adecuados para aportar una explicación satisfactoria de los
principales aspectos comportamentales relacionados con el impulso. Las pruebas en contra
referidas al hambre, sed y sexo indican, en general, que aunque el estómago haya sido
removido, la boca y garganta no estén resecos y los órganos sexuales hayan sido amputados se
puede seguir teniendo hambre, sed e impulso sexual.

No cabe duda de que en algunos casos es de suma importancia la estimulación local


para la motivación pero parece no ser esencial.

3.2.2. El impulso como estructura central.

A pesar del fracaso de la teoría local se daban determinados fenómenos en la conducta


que para muchos teóricos e investigadores exigían una concepción que se basase en el
impulso. Dichos fenómenos apoyaban en términos generales la conclusión de que en la
regulación de la conducta estaban implicados factores internos. Vamos a ver brevemente esos
factores y posteriormente estudiaremos la nueva concepción de impulso que aparecerá ya que
no se podía mantener la concepción local que acabamos de analizar.

Los fenómenos relacionados con la regulación interna de la conducta se refieren a:

a) Una actividad general o espontánea: hay animales que se muestran activos cuando
no existen estímulos externos a los que pueda atribuirse dicha actividad. Además
parece tener lugar de una manera cíclica o periódica. Por tanto, se interpreta que
la actividad es debida a condiciones internas de tipo motivacional.
b) Conducta consumatoria: existe una variación en la medida de lo que se consume,
por ejemplo, el alimento, en referencia a la privación. Esto sugiere una
determinación cuantitativa del comportamiento en relación al consumo según la
fuerza del impulso.

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c) Medición del impulso mediante la caja de obstrucción: Warden y sus
colaboradores (1931) midieron la fuerza del impulso por medio de un aparato
llamado caja de obstrucción de Columbia. Este instrumento consiste en una caja de
partida y una de fin o llegada donde se coloca un incentivo apropiado. Ambas cajas
están separadas por una rejilla electrificable que tiene que atravesar el animal para
llegar a la segunda caja. El número de veces que en un intervalo de tiempo cruza el
animal la rejilla es la medida empleada. Se privaría al animal durante un
determinado periodo de tiempo. A medida que aumenta el tiempo de privación
aumenta el número de veces que atraviesa la rejilla para llegar al incentivo. A
medida que crece el impulso el comportamiento es más intenso.
d) Hambres específicas: tanto en los animales como en el hombre existen
mecanismos que les permiten escoger sus alimentos de acuerdo con las
necesidades de sus cuerpos. Esto apoyaría la regulación del comportamiento por
factores internos lo que indicaría el importante papel del impulso en la producción
de conductas necesarias para mantener la economía interna del organismo.
e) Refuerzo: el aprendizaje es facilitado por la administración de recompensas, pero
en ausencia del hambre, por ejemplo, el alimento no sirve de recompensa. Por
tanto, la eficacia de la recompensa depende de la existencia de una condición
interna adecuada, es decir, el impulso.
f) Hormonas: finalmente, la referencia al control hormonal de ciertos
comportamientos como por ejemplo el sexual, se relaciona claramente con la
influencia postulada de los factores internos en la conducta.

Todos los fenómenos analizados avalaban la idea de que las condiciones de impulso
eran fuentes de energía que subyacían al comportamiento.

La nueva concepción de impulso considera a éste como estructura central. Desde esta
perspectiva el impulso sería una especie de fuerza o empuje que activa al organismo a actuar
bien de una manera específica o de una manera general. Esta concepción es una concepción
homeostática, un estado de privación provocaría un desequilibrio (el impulso) que motivaría a
su vez el comportamiento general o específico. Éste, aprendido o innato, es considerado
funcional, es decir persiste hasta resultar en la conducta consumatoria necesaria para
satisfacer las necesidades del organismo. Ello implicaba que no era posible un comportamiento
siempre que no se diera una necesidad o impulso.

Durante bastante tiempo se ha producido una confusión teórica entre la idea de que
se dan numerosos impulsos y la idea de que existe un estado único y general de impulso. Esta
última alternativa fue adoptada por Hull (1943) y fue la que predominó a lo largo de los años.
La dificultad en contra de la primera idea era que la postulación de muchos estados específicos
de impulso no hacía más que poner otro nombre distinto a las diferentes condiciones de
privación. Esta alternativa no fue totalmente abandonada, pero se convirtió en algo secundario
en la concepción general de impulso.

La teoría del impulso fue propuesta como una interpretación general de la motivación
tanto animal como humana. No obstante, se reconocía que parte del comportamiento
humano no podía ser reducido directamente a los impulsos primarios. Por eso a la noción de

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impulso primario se unió la de impulso secundario o adquirido. El modelo del impulso
adquirido se fundamentó en el aprendizaje de evitación y se postuló el miedo como impulso
aprendido y secundario. A partir de aquí, se pretendió postular otros impulsos secundarios
desarrollados sobre la base de asociaciones con la comida, bebida, etc.

Esta era la teoría del impulso, teoría que constituyó la concepción dominante de la
motivación en los años de 1950.

3.3. Dificultades de la teoría del impulso.

A lo largo de los años de 1950 se plantearon tres tipos de dificultades a la teoría del
impulso:

a) Explicaciones alternativas a los fenómenos de regulación interna: En ninguno de


los fenómenos considerados se tiene en cuenta el papel del aprendizaje cuando
también pueden explicarse, al menos en parte, por factores externos.
b) Influencia de factores no-homeostáticos: en el caso del hambre y la sed se da un
déficit en los tejidos y la conducta consumatoria apropiada puede compensarlo.
Pero éste no es el caso del sexo y probablemente de otras condiciones que
incluyen un determinado grado de control hormonal y en las que el modelo
homeostático no puede ser aplicado como en el caso del hambre y la sed. El
comportamiento sexual consume energía y se explicaría mejor según el proceso de
incentivo (Aguado, 2005).
Apoyándose en el modelo homeostático se ha mantenido que la reducción del
impulso es la base del refuerzo para el aprendizaje. No obstante la investigación
demuestra que esta conclusión no es adecuada ya que se puede aprender cuando
las consecuencias producen un aumento de la estimulación. Los organismos
exhiben curiosidad, exploran el medio, buscan estimulación y esto resulta
incompatible con una concepción homeostática del impulso que suponga una
reducción del estímulo o la tensión.
c) Problemas con el impulso secundario: Solo se postula como impulso adquirido o
secundario el impulso de miedo y no llega a postularse ningún otro impulso de
este tipo.

3.4. Alternativas al impulso.

a) Incentivo: Los incentivos son considerados condiciones o estímulos externos al


organismo. Se les puede dividir en positivos, aquellos hacia los cuales tiende a
acercarse el organismo, y negativos, aquellos que trata de evitar. El incentivo
desempeña dos funciones, instigar a acercarse a él o evitarlo y hacer surgir en el
animal un estado de excitación que le mueva a acercarse o retirarse de él. Ese
estado de excitación es semejante al impulso pero la excitación no surgiría por
condiciones de privación o estados internos.
b) Refuerzo: El reforzador se refiere a una condición o estímulo que fortalece la
conducta que le precede. Los reforzadores pueden ser positivos o negativos pero

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en cualquier caso produce un aumento en la probabilidad de ocurrencia de la
conducta bien con su presentación o retirada.
A pesar de lo dicho, la interpretación basada en el refuerzo no es una
interpretación de tipo motivacional tal y como veremos en su momento.

3.5. Desarrollos posteriores:

Antes de la década de 1970, los acontecimientos de naturaleza motivacional eran los


impulsos, los incentivos y las recompensas, tal y como acabamos de ver. Sin embargo, una
reevaluación crítica de los supuestos sobre las causas de la conducta hizo que surgiera una
visión más sofisticada de la motivación, volviéndose ésta más cognitiva

Heider (1960) inició esta nueva tendencia en la psicología de la motivación con su


ponencia sobre la teoría de la Gestalt de la motivación presentada en el simposio de Nebraska.
Estaban surgiendo las hipótesis cognitivas. Considera la motivación como la tendencia a
alcanzar una meta impulsada por las expectativas que generan los incentivos.

Festinger (1957), antes que Heider, propuso la teoría de la disonancia cognitiva,


definiendo la disonancia como la discrepancia entre la percepción y la expectativa. Esta
disonancia sería el factor motivante de las conductas aprendidas en el hombre.

En el desarrollo posterior de las hipótesis cognitivas del proceso motivacional ha


influido la teoría de Tolman, sistematizada por Hunt en 1965 al afirmar que la motivación es
inherente al organismo y establecer una interacción entre los datos que se perciben y la
interacción de metas alcanzables por medio de las acciones propuestas.

Las hipótesis cognitivas son perfeccionadas posteriormente por autores como Nuttin
(1969), Heckhausen (1980), McClelland (1985), Deci (1995, 2000), etc.

4. ESTADO ACTUAL DEL ESTUDIO DE LA MOTIVACIÓN.

En las últimas décadas del siglo XX en el campo de la motivación se ha pasado del


trabajo dentro del marco de la grandes teorías al trabajo desde la perspectiva de las mini-
teorías. Actualmente la teoría de la motivación se orienta hacia la identificación de las bases
motivacionales dentro de las distintas disciplinas de la psicología. A medida que se
abandonaba la búsqueda de una gran causa y se exploraban las mini-teorías, hubo una gran
explosión investigadora en el campo de la motivación y ésta se constituye en un tema central
alrededor del cual se pueden organizar y evaluar una gran cantidad de datos experimentales.
Especialmente significativa ha sido la voluntad de trascender la teoría del impulso lo que forzó
a una reevaluación cognitiva de las causas de la conducta. Debido a este cuestionamiento
surge una visión más sofisticada de la motivación. Esta nueva sofisticación provocó una
segunda revolución a medida que la motivación se hacía más cognitiva. El concepto de
motivación se fue ampliando con el tiempo a medida que se iba haciendo cada vez más
aparente que unos conceptos no bastaban para explicar toda la motivación. La revolución
cognitiva, como la revolución de las mini-teorías que la precedió, introdujo conceptos cada vez
más nuevos y diversos hasta el punto que en la década de 1980 los psicólogos de la motivación
estaban presentes en casi todas las áreas de la psicología. En la década de los años 1990 la

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teoría de la motivación reflejó una gran popularidad y productividad y a partir del nuevo siglo
nos encontramos en una época dorada en el estudio de la motivación y la emoción (Reeve,
2003).

5. CONCEPTO DE MOTIVACIÓN.

5.1. Definición de motivación.

Una dificultad importante en la psicología de la motivación ha sido la pérdida de un


consenso sobre su definición. Aunque algunos autores han reconocido la existencia de este
problema (por ejemplo, Bolles, 1975) ha habido algunos intentos de clasificar las definiciones
existentes para buscar el consenso perdido. Aunque como se acaba de indicar ha habido
diferentes intentos, sin duda el más completo ha sido el realizado por Kleinginna y Kleinginna
(1981). Estos recogen un listado de 102 definiciones procedentes de diferentes fuentes, las
cuales son clasificadas en 9 categorías. Las dos primeras categorías enfatizan mecanismos
internos ya sean aspectos fenomenológicos o fisiológicos. Las dos siguientes enfatizan los
aspectos direccionales y de activación. Las dos categorías siguientes restringen temporalmente
la motivación a procesos cortos y/o la distinguen de otros procesos psicológicos tradicionales.
Por último, existe una categoría final que podríamos llamar escéptica que rechaza la utilidad
presente y futura de la motivación como concepto.

Tras analizar el intento, quizás más importante de categorizar las principales


definiciones de motivación, debe señalarse que resulta obvio que la dificultad para ofrecer una
definición general de motivación se deriva de la existencia de diferentes enfoques de estudio
dentro del campo motivacional. En función del enfoque específico de que se parta se utilizan
diferentes variables y se les asignan diferentes funciones. Así, en un contexto biológico se hará
un mayor hincapié en el estado fisiológico interno y en la tendencia del organismo a la acción,
mientras que un contexto más socio-cognitivo se concebirá a los conceptos motivacionales
como variables intervinientes que relacionan la conducta con condiciones antecedentes
externas.

Vamos a dar una definición de motivación que incluya aspectos comúnmente


aceptados en la psicología actual y que abarque, dentro de lo posible, los distintos ámbitos de
estudio de la motivación. Vamos a considerar ésta como un constructo teórico-hipotético, un
proceso, que designa a las variables que no pueden ser inferidas directamente de los estímulos
externos pero que influyen en la dirección, intensidad o energización y coordinación de los
comportamientos aislados tendentes a alcanzar determinadas metas. Sería el conjunto de
factores biológicos y aprendidos (cognitivos, afectivos y sociales) que inician, sostienen o
detienen la conducta. Al considerarse de esta manera la motivación no sólo se tiene en cuenta
los factores internos sino también los factores externos apropiados (Toates, 1988).

En la definición apuntada están combinadas dos variables hipotéticas que expresan


dos características esenciales de la motivación y que son aceptadas por todas las concepciones
teóricas de la motivación (Petri, 1991). Una de ella es la intensidad de la conducta motivada
caracterizada en términos de activación del comportamiento. Los motivos moverían al

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organismo a actuar y determinan la persistencia y la fuerza de la conducta. La otra es la
direccionalidad del comportamiento motivado hacia determinadas metas. Como consecuencia
de estas dos características, en los comportamientos motivados existe la estructuración e
integración de las conductas hacia metas definidas.

Parece claro que la motivación está determinada de manera múltiple. La unificación


del objeto de estudio de la motivación se relaciona con la determinación de cómo los distintos
factores motivacionales (biológicos, conductuales y cognitivos) interactúan para producir la
conducta.

5.2. Expresión o medida de la motivación.

Existen tres categorías de actividad que expresan la motivación y que, por lo tanto, nos
sirven para medirla:

a) Conducta manifiesta: Seis son los principales factores conductuales indicativos de


la motivación: latencia, persistencia, intensidad y probabilidad de la respuesta,
elección entre dos estímulos y expresiones faciales y corporales. Cuando la
conducta tiene una latencia corta, una persistencia larga, es intensa, incluye
expresividad facial o de gestos y persigue un objeto meta determinado, existen
datos para inferir un motivo relativamente intenso.
b) Fisiología: Cuando los individuos se preparan para realizar diferentes conductas,
los sistemas nervioso y endocrino producen y liberan diversas sustancias químicas
(neurotransmisores, hormonas). Para medir los cambios producidos en los
sistemas indicados se realizan análisis de sangre, saliva, orina, etc. También se
puede medir el ritmo cardíaco, la presión sanguínea, el ritmo respiratorio, el
diámetro de las pupilas, la conductancia de la piel, entre otros, como índices de
funcionamiento fisiológico.
c) Autoinforme: Otra manera de evaluar la motivación consiste en solicitar un
informe al individuo de su nivel de motivación, mediante la realización de una
entrevista o cuestionario. Aunque la principal ventaja de este tipo de medidas
reside en la facilidad de su administración, existen al menos dos razones por las
que las puntuaciones de auto-informe pueden no corresponderse con el nivel real
de motivación (Mitchell y Jolley, 1988). En primer lugar, las personas pueden
distorsionar el auto-informe deliberadamente para dar puntuaciones socialmente
deseables. En segundo lugar, los sujetos pueden desconocer sus motivaciones
(Nisbett y Wilson, 1977). Además existe un problema añadido derivado de la
petición de informaciones retrospectivas que suele incluirse en las pruebas de este
tipo, por lo que la exactitud depende de la memoria del individuo lo que descarta
su aplicación a animales, bebés o personas con problemas de lenguaje (Plutchick,
1980).

Finalmente, indicar que existe una falta de concordancia entre las medidas de
autoinforme y las otras medidas. Por ello debido a esta discrepancia y a los problemas
apuntados sobre el autoinforme suele ser preferible la utilización de medidas conductuales y
fisiológicas.

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