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PASADO Y PRESENTE DE LAS LENGUAS INDIGENAS DE MEXICO Leonardo MANRIQUE CASTANEDA Instituto Nacional de Antropologfa ¢ Historia Introduceién Es un grave compromiso presentar en un espacio relativamente breve un panorama sobre el pasado y el presente de las lenguas indigenas en México, sobre todo a lectores que son especialistas en este asunto o en parte de él, como es de esperar que sea la mayoria de quienes se interesen por este volumen.! Antes de intentarlo debo decir que son muy numerosos los investigadores que han contribuido cada vez més al conocimiento de este pasado y presente, tanto en sus aspectos puramente lingiiisticos cuanto desde el punto de vista de sus correla- ciones con la historia social, de manera que lo que shora se sabe de las lenguas indigenas es un cimulo tan grande que obliga a presentar nada mas que una sintesis, dejando de lado muchas cosas que también podrian resultar de interés. Ahora bien, cualquier sintesis deja de hacer justicia a aquello que por necesidad se calla (y a los estudiosos que han hecho aportes a lo callado),? y mas atin porque implica una seleccién que por fuerza Icuando este rabajo se leyd ante los fildiogos y lingilistas reunidos ex Oaxaca -todos, por definicién, eapecialistas— el atrevimiento resultaba mayor. Ahora el grupo intereaado puede ser mucho més amplio y espero que el panorama le sea dtil. 2He agregado ahora unas cuantas notas y referencias bibliogréficas. Las primeras intentan aclerar algunoa puntos que podtian haber quedado obacuros, pero sin alterar fundamentalmente Ja extructura del articulo; las segundas son unos cuantos ejemplos ilustrativos que de uingdn modo buscan decumentar debidamente lo que en el texto ec dice. 387 obedece a criterios personales. Es indudable que varios de quienes es- tuvieron presentes en el encuentro no se sintieron del todo conformes con lo que sigue -aunque tuvieron la gentileza de no manifestarlo— porque mds de uno ha investigado estos temas y los conoce perfec- tamente, y tal vez si se hubiera encontrado en la misma situacidn en que yo me encontraba, hubiera hecho una eleccién y una presen- tacién diferentes. Por otra parte, cabfa suponer que para otros de los participantes en el encuentro hubiera alguna novedad: en primer lugar, posiblemente no todos los estudiosos de las lenguas indigenas de México se han ocupado del pasado de las mismas, luego estén aquellos cuyo interés fundamental no se dirige a los idiomas nativos mexicanos, por lo cual, su erudicién se refiere a otros campos, y por ultimo, era de esperarse -con las debidas salvedades- que los colegas del continente europeo encontraran en la exposicién un resumen su- ficientemente informativo sobre un campo que, por lo general, no les es propio. Todavia antes de presentar esta sintesis debo sefialar que inevi-* tablemente repite algunas de las ideas que también se encuentran en otros artfculos del presente volumen y que se expusieron en el encuen- tro, pues al fin y al cabo nos reunimos para hablar sobre los mismos temas, y sus puntos focales no pueden quedar excluidos de una visién panordmica que se encuentra con la desventaja de que en artfculos de asunto menos amplio pueden ser tratados con mayor extensién. De seguro aparecen en este volumen una y otra vez la politica del lenguaje y el bilingiiismo, y se escribe sobre la desaparicién de unos idiomas aborigenes y la revitalizacién de otros, y muy posible es que nuestras opiniones difieran parcialmente. Cuando las hubo, estas discrepan- cias nos dieron oportunidad de discutir formal o informalmente y de llegar a acuerdos, incluso al acuerdo de que en ciertos puntos nuestro desacuerdo es fundamental e irreductible. Cémo se conoce e! pasado de Jas lenguas indigenas E] pasado de las lenguas indigenas puede conocerse de la misma ma- nera en que se conoce el pasado de las lenguas de cualquier otra region. Hay por una parte documentos escritos en esas lenguas, o en los que 388 se trata de ellas (sea describiéndolas, sea en aspectos periféricos}, por otra parte estan las lenguas mismas en la actualidad, a las que puede aplicarse todo el aparato tedrico y metodolégico de la lingiiistica com- parada e histérica. En cierto sentido seria suficiente con decir que el pasado de las lenguas aborigenes de México se estudia como el pa- sado de todas las lenguas; sin embargo, flota por ah{f la idea (sobre todo en quienes no se dedican a estos idiomas: especialistas en otras familias lingiiisticas, arquedlogos, etndlogos, historiadores...) de que los idiomas nativos no tienen una historia documental apreciable, y aunque menos frecuente— hay quienes creen que solamente se puede hacer lingtiistica histérica de las lenguas indoeuropeas. Por lo tanto, es conveniente dar siquiera una idea de los elementos de estudio con que se cuenta. La condicién de las lenguas indigenas en el presente no es la misma que en el pasado, como a lo largo de este articulo tendremos ocasién de ver. Ni siquiera es como era en un pasado tan inmediato —hace 30 o 40 afios— como para que desde muchos puntos de vista pudiera considerarse “presente”; en este periodo hemos visto desaparecer dos lenguas cuya pérdida es tanto mds lamentable porque eran las tltimas representantes de dos familias lingiifsticas.> Estas hablas se documen- taron antes de que fallecieran la ultima hablante de chiapaneco (cerca de 1940) y de cuttlateca (alrededor de 1980); posiblemente ahora, en 1987, tuviera que agregarse a la relacién de idiomas extintos el pame del sur, asi como algunas de las variantes dialectales de algunas de las demas lenguas. Pese a que los idiomas sufren deterioro cuando quedan muy pocos o un solo hablante,* pudo registrarse !o suficiente del chiapaneco y el cuitlateca como para estar seguros de su posicién.® Desafortuna- 3 Constantemente haré referencia a las lenguas y a las familias lingii(sticas, sin discutirlas en detalle. Quien no esté familiarizade con elias puede referiree 4 Ja tabla que aparece em las péginas 416 a 417 de este miamo articulo, asi como a los comentarios que se hacen en ese apéndice. 4Martha Muntsel, del Departamento de Lingiiatica del INAH, esté estudiando los cambios sufridoa por ol ocuilteca en la situacién amenazada en que s¢ encuentra. Loa Hill han comparado le eatructura del nahuatl en diversos grados de pérdida. 5 xp el archivo “Roberto J, Weitlaner” (Departamento de Etnologia y Antropologia Social, INAH) se conservan notas del chiapaneco recogidas por ély por Jorge A. Viv6; Roberto Escalante publicd HI Qvitlateca, que fue su tesie; la deacripcién del pame del aur esté en el vol. 6 del Handbook of Middle Amariean Indians. 389 damente no es as{ para épocas anteriores: ha desaparecido més de la mitad de las formas de habla conocidas por unos 170 nombres en el momento del contacto. Puesto que de muchas no queda mas que el nombre, es imposible saber si eran lenguas distintas o variantes dialectales, aunque ocasionalmente hay indicios suficientes para in- clinarse en uno u otro sentido. Por ejemplo, zoe, nfo y algan otro “idioma” que se hablé en la Sierra Madre Occidental parecen haber sido variantes del tarahumara, como lo es el varohfo, todavia vivo que se conoce con un nombre propio; el matlarne (que se hablé en el norte de Guerrero) serfa lo mismo que el matlatzinca; probablemente eran cahita (idioma conocido actualmente con los nombres de yaqui y taayo) el cinaloa, el tehueco, el vacoregue y el ahome. Por e] contrario, el zapoteco (tal vez lo mismo que el zapotlaneco} que se hablaba en Jalisco debe haber sido completamente distinto a los varios idiomas zapotecos de Oaxaca; también serian distintos el mazateco de Tabasco y el de Oaxaca, y asi sucesivamente. Los documentos coloniales (por ejemplo las Relaciones Geagrdfi- cas)® recogen a veces la tradicién prehispanica, pero es necesario tener mucho cuidado con la confusién que frecuentemente hay entre desig- naciones politicas y lingiiisticas, lo que también sucede —agravado por la forma de registro— con los nombres consignados en cédices y mo- numentos anteriores a la conquista.? También son coloniales muchos escritos sobre las lenguas indigenas: diccionarios, gramaticas y textos de gran utilidad para conocer las caracteristicas de los idiomas hace SLos vols. 12 a 16 del Handbook of Middle American indiane dan muy util informacién sobre fuentes etnohistéricas. En el primero de éstos se estudian Jas Relaciones Geogréfices del 8. XVI, incluso (pp. 279-323) lo que dicen acerca de loa idiomas nativos. Tteato algunos de loa problemas de nomenclaturs antigua en “Breve historia de los mexicanos” Rev, Mes, de Estud. Antrop. vol, 23 mim. 2, pp. 271-315, En algunos cases podemos documentar la distincién entre la designacién como unidad politica y la lengua que ese grupo hablaba (por ejemplo, los tlaxcaltecas hablaban ndhuatl); en otros podemos estar razonablemente seguros de que unidad politica y lengua recibian el miamo nombre, pero hay muchos otros casos inciertot También tenemos nombres de grupos o de lenguas en registros anteriores hasta en 800 afios a la Hegade de los europeos. En ocasiones es posible reconocer un nombre extranjero tranacrito en Ia “escritura” de otra lengua (p. ej. e] huasteco Tarnuoc en caracteres nahuas), en otras podemos incluso seguir las transformaciones que sufrié un nombre al paso del tiempo, pero en otras més no podemos averiguar a qué lengua pertenecfs otiginalmente un nombre (p. ej. Tazimaroa y Tiazimaloyan, tarasco y néhuatl respectivamente), 0 si acaso podria aer indicio de la presencia de lenguas diferentes. 390 algunos siglos; desafortunadamente no se cubrieron todas las lenguas (aunque la busqueda en archivos arroja de vez en cuando nuevos ma- teriales) pero en cambio hay algunas fuentes para estudiar lenguas que luego desaparecieron.® Si llegamos a un punto del pasado donde ya no hay documentos, la lingitistica dispone afortunadamente de medios propios para pene- trar en un pasado cada vez més remoto.? Como todos sabemos, las técnicas de la lingijistica comparada y de la reconstruccién de len- guas, iniciadas hace casi dos siglos y constantemente perfeccionadas, nos permiten saber que varios idiomas actuales estén genéticamente relacionados —es decir, son el resultado de la diveraificacién de una lengua antigua-, conocer cémo era esta “lengua madre”, y cuél ha sido la sucesién de los cambios en el proceso de diversificacién. Los trabajos comparativos con las lenguas aborfgenes han avanzado paso a paso -como el trabajo con lenguas de otras partes del mundo- y el conocimiento se ha venido precisando constantemente, aunque subsis- tan dudas y haya lugar a diferencias de opinién, que tampoco faltan tespecto a familias tan conocidas como la indoeuropea.!¢ Se dice, aun entre especialistas, que la lingiiistica comparade y la reconstruccién interna arrojan una historia lingiifstica como sucesién 8 Hay varios trabajos sobre los escritos coloniales titiles para el estudio de las lenguas indigenas, Dos de ellos son la Bibliografia espaniola de ics lenguas indtgenas de América publicada en Madrid (1892) por el conde de la Vifieza, y el articulo “Inventory of Descriptive Materials" en el vol, 6 del Handbook of Middle American Indians, 9 Loa lingilistas que lean este articulo conocen de seguro una nutrida bibliografia sobre lingilfe- tica comparada e histérica. No es para ellos (que se sentirian justamente insultados) para quienes doy las siguientes referencias bibliogrdficas, sino pata quienes apenas se inician en estos eatudios © para aquellos lectores que sean por completo ajenoe a nuestra disciplina: Lehmann W.: Lingiléstica Histéviea, Gredoa, Madrid. Bynon, Theodora: Historical linguistics, Cambridge Texbooks in Linguistics, Cambridge 1083. Manrique, Castaiieda, L. (coordinador): Atlas de Lingiifetica, INAH-Planeta, México 1988. [Obra de popularisacién que es, por necesidad, breviaime] 10Por ejemplo, Maria Teresa Fernéndes publicé su “Reconstrucci6n del Proto-popoloca” en 1951 (Rev. Mes. de Estud. Antrop. vol. 12, pp. 61-93); dos aioe después Sarah Gudachineky hizo le del Proto-masateco (Memories del Congr. Cient, Mesicano t. 12, pp. 171-479); asi se completé fa subfamilia mazatecana —véase Ja clasificacién general de las lenguas de México en el apéndice del presente articulo~ Robert Longacre reconstruyé el grupo mixteco ( Proto-Mfiztecan Indians Uniy. Res, Center in Anthr., Folkl. && Ling., 1957) y luego unié aus resultados con los de las dos anteriores: Proto-Popolocan, A Comparative Study of Popolocan and Miztecan Indiana Publ. in Anthr. and Ling., 1959). De Ia mioma manera podrfa ilustrarse el progreso de la inveatigacién en las otras subfamilias de ls familia caxaquefia, y otro tanto habria que hacer con las demas familias lingGiaticas de] pais. $91 de hechos, sin precisar cuéndo acontecieron. Supong4mos que es asi, sin conceder plenamente; para establecer esos tiempos se cuenta con la glotocronologfa, técnica desarrollada por Mauricio Swadesh cuya validez sostengo aunque sé que se le discute,11 Por ultimo, si las técnicas de la lingiistica histérica nos permiten construir una historia hasta cierto punto etérea (cambios fonolégicos, sustituciones, sucesién de formas gramaticales, influencias de unas lenguas sobre otras o de formas dialectales entre si), es posible aso- ciar cada una de las lenguas pretéritas a un complejo cultural ar- queolégico ubicado geogrdficamente, si recurrimos al muy conocido método de Wérter und Sachen, evitando los excesos de ingenuidad en que ocasionalmente se cayé en el pasado.!? Desafortunadamente, mientras més atrdés se va en el tiempo, me- nos precisas son nuestras conclusiones y hay, por lo tanto, mayor margen a las diferencias de interpretacién. Por ejemplo, la mayor parte de los investigadores reconoce una entidad tradicionalmente lla- mada famtlia (macro) otomangue que, cada vez mas se admite ser un tronco compuesto por varias familias, pero se discrepa en cuanto al niimero de éstas y a las lenguas que deben adscribirse a cada una de ellas. Hay acuerdo fundamental acerca de la clasificacién interna de las lenguas mayas, pero mientras que para muchos investigadores su centro de dispersién se encontraba en los Altos Cuchumatantes de Guatemala, otros lo situamos en la Huasteca mexicana. Puede decirse que esté firmemente establecida la historia de las lenguas yu- toaztecas, pero en cambio todavia no se conoce con detalle la de 11.No os este el lugar para hacer una presentacién apropiada de la glotocronologia y discutir su valides. Me limito a recomendar, para los interesados, varios escritos de Swadesh (especialmente “1 Qué es Is gloto-cronologia?”) retmidos en Estudios sobre lengua y cultura (Acta Anthropologica, 2a época, vol. II, mim. 2; ENAH, México, 1960) y e! articulo de Hymes “Lexicostatistica so Far" Current Anthropology 1, pp. 3-44 (1960). Me resisto a hablar de los muy numerosos casos en los que las fechas glotocronolégicas dadas para las lenguas aborigenes mesoamericanes corresponden con las dataciones obtenidas por otros medios (C14, secuencias cerdmicas, fechas de calendarios indigenas, etc.) sin que haya précticamente casos de discrepancia, salvo erroren de aplicacién que basta ahors se han corregido; en el resto del mundo -hasta donde puedo jutgar- sucede lo mismo, pues cuando hay diferenciss se trate de casos muy especiales que tienen una explicacién, 12 girva de ejemplo “Proto-Mixtecan and Proto-Macro-Mixtecan Vocabularies” por Robert E. Longacre y René Millon, en Anthropological Linguistics vol. 3, nim. 4, pp. 1-44 (1961). 13 Leonardo Manrique “La posicién de la lengua hussteca” Actes du XLIe Congres International des Américanistes Paria, 1976, vol. IX-B. 392 los dialectos nahuas, aunque hay alguna propuesta preliminar,!4 y as{ podriamos seguir con las demas lenguas. El resultado de estas investigaciones es a la vez una clasificacién de las lenguas actuales y una historia de los grupos lingiiisticos, Presento la primera en apéndice, porque su lectura es poco grata, y paso a referir a muy grandes rasgos la historia que se elabora normalmente yendo cada vez mds atrds, es decir, en sentido regresivo, pero que presentaré en la forma usual de las historias, de lo més antiguo a lo mas reciente. LA HISTORIA DE LAS LENGUAS INDIGENAS Los cazadores y los recolectores prehistéricos La historia del hombre en México se remonta por lo menos 10,000 afios, si prescindimos de los 22,000 que se otorgan a los restos de Tlapacoya -cuestionados por algunos arquedlogos~— y de la estimacién de 25,000, todavia no comprobada, para el esqueleto de Chimalhua- cdn.15 Para antigiiedad tan remota es muy dificil estimar la ubicacién de las protolenguas, por lo que sélo me atrevo a decir que, dado que el sentido general del poblamiento americano fue de norte a sur, en el actual territorio mexicano deben haberse encontrado varias de las 14 Yolanda Lastra de Sudret publicé Las dreas dialectolea det ndhuat! moderne, UNAM, 1986; antes de que salieran a lus tuve el privilegio de utilizar aua materiales para escribir “La lengua de los nabuas y sus congéneres*, INAH (en prensa). 18 Debo a comunicacién personal de José Antonio Pompa mis informes sobre los restos de Chimalhusedn, desafortunadamente muy poco se ba lograde r de au contexto arqueclégico. También hay que lamentar que queden sin clara secuencia otros restos, como los del hombre de ‘Tepexpan, que se relacionan con In casa de elefantes. ‘Seria interesante ver con clerto detalle el paraleliamo de la historia lingiistica y arqueolégica, pero es imposible hacerlo en breve espacio. En el cuerpo del articulo procuré dar en muy poces palabras los rasgos sobresalientes de cada periodo y ahora agrego unas cuantas notas complemen- tarias. Recomiendo a quien se interese en el desarrollo arqueolégico dos obras de cardeter general ae ofrecen una copiosa bibliograife a Chan, Roman: Una visién de! Mézico Prehispdnico, UNAM (Inst. de Invest. Hist, ) Willey, Gordon R.: An Introduction to American Archaeology. Volume One: North and Middle America. Prentice-Hall, Englewood Cliffe, New Jersey, 1968. Hay, por supuesto, obras més recientes, pero €l panorama general no ha cambiado, aunque nuestro conocimiento de regiones y de sitio se ha enriquecido enormemente. 393 antiguas lenguas antecesoras de los idiomas que hoy se hablan en Sudamérica (tal vez la remota relacién entre el tarasco y las len- guas quechuanas date de entonces); por lo mismo, los protoidiomas antepasados de varias de las familias lingiiisticas del México actual seguramente ocupaban territorios de lo que hoy son Canada y los Estados Unidos. En lo que ahora es México existirian solamente los antepasados de algunas de Jas familias de més antiguas raices, tal vez de la otopame, de la oaxaqueiia, de la chinanteca y de la manguena, todavia poco diferenciadas dentro del gran filum otomangue. No mucho més precisos podemos ser respecto al periodo entre 8,000 y 2,000, cuando los cambios climdticos obligaron al hombre a vol- verse cazador de ratas, tortugas y otras alimafias, y recolector que acabé descubriendo el cultivo.! La peculiar distribucién de los térmi- nos para algunas plantas cultivadas sugiere la completa separacién de las protolenguas citadas y los principios de su diversificacién en los idiomas que darian origen a las subfamilies actuales.!17 Muy probable- mente varias de éstas habrian alcanzado lo que llegarfa a ser el 4rea- mesoamericana, donde pronto serfan seguidas por otras. Los inicios de Jas culturas mesoamericanas Podemos estar razonablemente seguros de que hacia 2,000 ane., al iniciarse el desarrollo cultural mesoamericano con los primeros asen- 16 En el valle de Tehuackn, sur del Estado de Puebla, bajo la direccién de Richard McNeish, so ba descubierto la secuencia me larga y completa. Véase Byers, C.. The Prehistory of Tehuacan Valley Univ. of Texas Press, Austin, y La cueva de Bt Tezoal, por Roberto Garcia Moll, INAH, México, que documentan el cambio de la cata mayor (venados y berrendos sobre todo, pues los elefantes ya no eran muy numerosos entonces) & la caza menor; pequefiss tortugas formaban el grueso de la diets snimal en la cueva de El Texcal. Los implementos y loa restoe vegetales dan cuenta de las plantas recolectadas, cada ver méa abundantes, entre las que surgen poco a poco caracterfsticas indicadoras de cuidados y seleccién que, al hacerte mds constantes se convierten en cultivo, 17 Por ejemplo, pueden reconstruiree varias ra(ces distintas para “aguacate". Las subfamilies mixtecana y maxatecana de 1a familia onxaquedia comparten tna de elias (que también parece tener reflejos en la familis chinanteca, sin que se pueda decidir todavia ti es berencia comin 0, en caso de que sea préstamo, le direccién de éste); Ia subfamilia zapotecana tiene otra ratz. Las familias otopame y manguefia tienen cada una eu propia palabra antigua, pero la de eata iiltima puede estar emparentada con la rait mixtecana. La familia chinanteca tiene otro juego derivado de una rais diferente. El estudio detallado de otros términos para plantas titiles permite afinar la historia del cultivo, apoyande los hallezgos arqueolégicos. 304 tamientos de cultivadores!® ya se encontraban en esta drea —esto es, aproximadamente entre los paralelos 10 y 20- las protolenguas, ya parcialmente diversificadas, de varias de las familias lingiiisticas que ahora existen, entre ellas la maya, la oaxaquefia, la chinanteca y, tal vez, parte de la otopame. La sedentarizacién que acompaiié al cul- tivo produjo una gran fragmentacién lingiifstica, primero en variantes regionales y aun locales (es decir en dialectos distintos pero mutua- mente inteligibles} que més tarde, al aumentar la diferenciacién en parte en funcién del tiempo y en parte por la desaparicién de dialec- tos intermedios, llegaron a ser lenguas distintas. Sin embargo, hay indicios de que algunas de estas familias no ocupaban las regiones donde se les encuentra posteriormente, sino otras, por lo general mds al norte.19 Quinientos afios después, cuando aparece el mas temprano de los grandes centros ceremoniales en La Venta, la mayor parte de las fami- lias lingiifsticas se encontraban en regiones similares a las que ocupa- ban a la llegada de los espafioles, pero habia diferencias importantes: el grupo winik de la familia maya todavia no Ilegaba a las tierras altas de Chiapas y Guatemala, si bien ocupaba ya las tierras bajas, inclusive una buena porcidn de lo que ahora son el sur de Veracruz y el oriente de Tabasco, zona que compartia con hablantes de lenguas de la familia mixe;?° la familia oaxaqueiia se extendia adicionalmente por buena parte del actual Estado de Puebla, hasta las inmediaciones de Tlaxcala, y asi sucede con las demas. La diferencia més notable consiste en la ausencia total de territorio mesoamericano de lenguas de la familia yutoazteca?! las cuales ape- 18En el valle de Tehuacén se ba establecido claramente el proceso de sedentarieacién, En varios otros sitios aparecen pot esta époce aldcas permanentes que pronto desarrollan alfareria y otras artesanias. Hay elementos que eefalen la diferenciacién de shamanes-sacerdotes y de algunas de lan idess religioeas caracteristicas de Mescamérica, 19 publiqué en 1976 varios mapas sobre la distribucién de laa familias ling@faticas y loa comple- jos culturalea, aproximadamente cada 1000 afios a partir de 2500 a.d.n.e. (XIII Reunién de Mesa Redonda de Ia Soc. Mex. de Autrop., t. 4, pp. 137-160}, Los mapas de disiribucién lingiistice, revisados y actualirados, forman parte ahora de Atlas de Lingiistica (ver nota 9). 20 Parte de los mapas, trabsjados con més detalle, sobre la diatribucién de las lenguas mayas se encuentra en Lorenro Ochoa y Thomas A. Lee: Antropologia « historia de los mize-zoques p mayat. Homansje 9 Frans Blom, UNAM-BYU, 1983, y en el articulo citado en Ia n. 13. 21No cabe Is menor dude de eate fendmeno, atestiguado por la diferenciacién en cadena de las lenguas yutoastecas, 395 nas ocuparfan las sierras de Sonora y Chihuahua y zonas aledaiias, formando una cufa entre idiomas hokano-coahuiltecos al este. y al oeste; siguié avanzando por la Sierra Madre Occidental y por las tierras vecinas, tal vez desplazando a lenguas emparentadas con el tarasco y reemplazando en las llanuras interserranas del norte a las lenguas hokanas de los grupos némadas, para aleanzar Mesoamérica unos 1000 afios mds tarde, donde las otras familias se acomodaban cada vez més a las dreas donde se encuentran después; sin embargo, las lenguas componentes de esas familias (lenguas antiguas, anteceso- ras de las actuales) parecen haber sufrido algunos reacomodos, segin lo atestigua el contraste entre sus distancias lingiisticas y sus distan- cias geogrdficas actuales. El apogeo del cldsico™ Durante el periodo Cldésico Temprano (que se inicié entre 100 y 300 de nuestra era) el establecimiento de sefiorios y aun de “imperios” de gran influencia contribuye por una parte a fijar a las familias lingiifsti- cas en sus territorios y por otra, a que las lenguas hegeménicas de los sefiorfos se extiendan a costa de las hablas locales a muchas de las cuales hacen desaparecer marcando mas las diferencias entre los idiomas subsistentes. Este ultimo fenémeno es similar al de la ex- tensién del castellano, a raiz de la Reconquista, a expensas de formas regionales como el leonés, el aragonés o los mozarabes. 22 1.59 arquedlogos considoran que el tiempo transcurride desde el pasado maa remoto que pueda establecerse hasta el inicio de la vida sedentaria basada en el cultivo conetituye una prehidoria en In que pueden encontrarse laa raices del drea cultural metoamericana, pero ésta todavia no exiatfe. Mesoarnérica comtenna su existencia cuando el érea adquiere ous tasgos definitorios, alrededor de 2000 ad.n.e. De entonces haata au desplome ante la conquista, los estudiosos acostumbran distinguir tres grandes periodos (que se subdividen conforme se conocen mejor): el primero 1 el precideico o formative durante el cual los reagos se desarrollan y articulan acercdndose a Ia forma que tendrén en el clésico, asf surgen —entre much{simos otros sobre los que no puedo extenderme— In edificacién de lor basamentos escalonados conocidos como “pirdmides", la casta sacerdotal- gobernante, los artesanos eapecializados, etc. El periodo de méximo esplendor es Hamado cldsico; en dl adquieren el aspecto con que las conocemos muchas de ins zonas arqueolégicas més visitadas: Teotibuacén, Palenque, Montealbdn, etc. El ultimo periodo, que pars algunos es menos brillante que el anterior, recibe el nombre de posteldsico o histérico, 396 Entre 300 y 700, el auge del intercambio comercial”? favorecié el uso de lenguas francas, lo que llevé a la coexistencia de dos (o més) idio- mas igualmente vigorosos eh ciertas regiones: en el centro de México (por lo menos en lo que hoy son el Distrito Federal y los Estados de México y Morelos) se hablaban nahua y miembros de la familia otopame; en buena parte del actual Estado de Puebla, posiblemente hasta Tlaxcala, el nahua se superponf{a al mixtecano o al mazatecano, de la familia oaxaquefia. En el Istmo de Tehuantepec se hablaban len- guas de la familia mixe que en la vertiente de esta regién sobre el Golfo de México se entremezclaban con idiomas yutoaztecas y al oriente del . Istmo lo hacfan con lenguas de la familia maya; es posible que en‘ algunos puntos coexistieran las tres. En la Sierra Madre Oriental, entre lo que hoy son el norte de Puebla y Veracruz, estaba la familia totonaca que se extend{a a los llanos interiores, donde también se ha- blaba nahua, y hacia el oriente de la sierra coexistia con idiomas inik de la familia maya.24 La crisis del epicldsico y la época postclésica La crisis mesoamericana sucedida aproximadamente entre 700 y 1000 de nuestra era produjo nuevos reacomodos.?5 La mayoria fueron poco importantes, pero otros fueron mas notables: de entonces debe proce- der la presencia en Centroamérica de 1a variante del néhuatl conocida como pipil que separa a los idiomas mayas pocomam y poconchtf y 235¢ prueba por el hallango en muchos lugares de objetos procedentes de otras partes; 10 intento discutir si este comercio adoptaba formas mercantiles o tributarias o de otra indole. En ocasiones hab{e barrlos de gente de una regién en ciudades de una etais (muy posiblemente también de una lengua) diferente. 245i fuers correcta Is atribucién de Ja ciudad clésica de El Tajin a los totonacas (como se hact cominmente), habria que revisar las conclusiones que obtergo como ling@ista. Para mi fortuna, hay arquedélogos —Wilkerson, por ejemplo~ que ahora scstienen que esta ciudad es huasteca (yo dirfa “inik”, eato es, cotoque) y también cuento con el apoyo de tradiciones recogidas por Stresser- Pean (véase n. 13). 201. diferencia de casi 300 afios no es una imprecisién en Jas fechas, indica que el sacudimiento de las cludades del clasico se inicié mucho m4s temprano en el norte (Teotihuscén fue incendiada ex 700) y cada vex méa tarde conforme se vanes hacia el sur, aunque hay excepciones; los tree siglos fueron el lapso real de un proceso que se extendié paulatinamente. Jiménet Moreno ha propuesto llamar epiclisico a exte periodo. 397 forma islotes hasta Nicaragua; también en ese tiempo un idioma inik (el cotoque o chicomucelteco) se desplazé desde su ubicacién original, al sur del huasteco, hasta Chiapas. Durante el periodo Postclésico hay nuevos reajustes de entre los cuales destaca e] surgimiento de nuevos sefor{fos, apoyados sin duda en la fuerza de las armas, que imponen lenguas hegeménicas en perjuicio de varios de los idiomas locales, algunos de los cuales pervivieron hasta el momento de la conquista (por ejemplo en partes de Jalisco, Michoacén y Guerrero) para dejarnos slo su nombre, pues nada més de ellos se conoce.?6 Lamento no haber podido dar detalles sobre este proceso que a lo largo de milenios llevé a la diversificacién de los idiomas aborigenes y los hizo aleanzar las ubicaciones que sabemos tenian en Mesoamérica a principios del siglo xvi. El detalle ~y sobre todo la documentacién de mis afirmaciones— hubieran requerido muchisima mayor extensién.?7 Més complejo y menos cierto hubiera sido un panorama similar para las lenguas de los grupos némadas que se movian al norte de Me- soamérica, pues la exploracién arqueolégica ha sido menos intensa y, como he apuntado antes, desaparecieron sin registro muchas de las hablas, de cuya ubicacién nuestras noticias son un poco més tardias, conforme avanzaban la conquista y colonizacién durante los siglos XVI, XVI y XVHL 26, lugar comdn entre lor arquedlogos decir que el posteldsico os un perfodo militarlata caracterisado por los asentamientos en sitios fortificados y defendibles. Son bien conccidos algut de los fenémenos de desplazamiento de unas lengues por otrés: parcialmente el cuitlateca ante el tarasco y varios idiomas iocales ante el néhuatl, 27 Por ejemplo, Ins lengues treltal, teoteil y tojolabsl parecen haberse desplazado en el sentide de las menecilles de! reloj. Dado que las tres estén cercanamente emparentadas, ¢] cambio es poco significative y para documentarlo s¢ requiere mostrar las distancias glotocronolégicas que guardan estes tres lenguas entre sf y las distancias de cada una de elles con todas las que las rodesn; Inego habria que recordar las correspondencias fonolégicsa regulares de las lenguas mayat y mostrar Ios casos discrepantes, indicadores de préstamos interdialectales y cefialar a qué lengua © dinlecto pueden atribuirse. Pignsese en el espacio que ha requerido esta simple enunciacién, en el que requerirfan loa datos mismoa y au discusién, y en que estas tres lengues son apenas uns parte de un subgrupo de una familia, y multipliquese (ode por Ja gran cantidad de lenguas en los sucesivos momentos histéricon. 398 La conquista y la Colonia La importancia del dominio de las lenguas en la guerra de conquista esté claramente ilustrada por el papel que jugaron Jerénimo de Agui- lar y Dofia Marina.?® Las acciones de armas mismas, con todo su horror, no parecen haber tenido mayor importancia en la suerte de los idiomas amerindios, pero en cambio las enfermedades —que ad- quirieron gran virulencia entre quienes no tenian defensas naturales contra ellas—2* hicieron desaparecer pueblos enteros cuyos pocos so- brevivientes, concentrados por la fuerza en nuevas reducciones, vieron agravada su vulnerabilidad por los efectos del trabajo en las encomien- das.3° Pocas noticias claras hay de que asi se hayan perdido lenguas, aunque no deba descartarse la posibilidad, pero no cabe duda de que por esto desaparecieron formas dialectales. 28 Aunque es muy conocido, vale la pena recordarlo brevemente: cuando la expedicién de Cortés tocé coatas yucatecas ¢uvo noticia de que abf vivian dos espaiioles (dnicos supervivientes de un nautragic) y mandé cartas 2 ambos invitéadolos a unirsele. Jerénimo de Aguilar —quien por haber tomado las primeras érdenea no habia querido adaptarse a los usor de la tierra- acepté y, puesto que habja aprendido el mays, pudo servir como Intérprete en aquellas tierras; Gonealo Guerrero, que habia casado con Ia hija de un cacique, respondié que tenia hijos muy bonitos ¥ que habigndose hecho perforar los orejas y veatir a ln usanza local, se avergonsaria de presentarse ante los eapafioles (parece que incluso dirigié « quienes lee dieron batalla). Cuando, prosiguiendo al viaje, la expedicion Hegé a Tabasco, recibié del cacique local varias mujeres; una de elles Is Malintsin, nacida en poblado ndhustl y entonces esclava entre los tabssqueiios, por lo que habfa aprendido el maya. Estos dos idiomas eran las Jenguas francas de grandes territorios, de manera que Malintzin (bautizeda Marina} podia darse a entender en todas partes, aunque la len; igcal fuera distinta, y por intermedio de Aguilar tranemitia a Cortés lo que sveriguaba. De aata manera el conquistador pudo siempre comunicarse con los gobernantes de los lugares por donde pesabs (por ejemplo, aunque era totonaca, expresaba en aéhuatl sus quejae cl Cacique Gordo de Cempoala) y aun enterarse informalmente de comentarios y rumores de cuya utilidad las crénicas nos dan cumplida noticia. Mucho menos conocido es el papel de varios toldados cuyos nombres por Jo general calla Bernal Dias del Castillo diciéndonos simplemente que “un soldado que ya entendia la lengua ...” oyd tal o cual cosa, Ee indudable que éstos pudieron aprender los idiomas nativos mientras Cortés utilizaba habilmente lo que Aguilar y Marina sveriguaban; de mds estd decir que ella pronto aprendié también ol castellano. 29 Cuitldhuac, que encabesaba la defenses ante los conquistadores, murié de viruela trafda, segiin se dice, por un miembro de las fuerzas de Panfilo de Narvées. Hubo graves epidemias, frecuentemente mortales, de carampién, varicela y haate de catarro nasal, afecciones virales para las que no se habia desarrollado resistencia en laa poblaciones aborigen: 30 Hay muchas noticias sobre lag reducciones de indios, conalatentes em agrupar en un solo punto los eacasos sobrevivientes de varios pueblos. Silvio Zavala es autor de La encomienda indiana, Imprenta Helénica, Madrid, 1936, donde muestra las buenas intenciones de los reyes y 1a cuidadosa legistacién que promulgaren, asi como el desacato que de ella hacian muchos espaioles, interesados slo en enriquecerse explotande laa tierras y los hombres cuya ealvacién se les habia encomendado. 399 Al arribo de los espafioles habfa tres lenguas francas: el maya en la peninsula de Yucatan, el tarasco en el Reino de Michoacan y el mexi- cano o néhuatl en “todo este reino de la Nueva Espafia”, es decir, en el resto de Mescamérica.3! Ante esta situacién los conquistadores de- cidieron en un principio emplear el néhuatl como idioma hegeménico, pues facilitaba llevar le administracién civil y religiosa en una lengua que conocfa la mayor parte de los nuevos sibditos, aunque no fuera la suya propia. También contribuyeron los europeos a la expansién del néhuatl y del otom{ hacia las regiones nortefias donde no se hablaban estos idio- mas sino las lenguas de los chichimecas, pues tuvieron como aliados en sus conquistas a indios nahuas (los tlaxcaltecas, por ejemplo)? y otomies -reconocidos como valientes guerreros— quienes también sir- vieron como “indios mansos” o colonos de quienes los chichimecas recientemente sometidos podian aprender las técnicas del cultivo y de la vida sedentaria.23 Por supuesto, pronto el espafiol comenzé a desplazar al mexicano como lengua de dominacién. Los tres siglos de !a Colonia vieron, al menos en teorfa, una pugna entre el castellano y los idiomas aborfgenes.*4 Los misioneros pre- ferfan con frecuencia emplear las lenguas de sus feligreses en la admi- nistracién de los sacramentos, a ello se debe que escribieran un gran niimero de obras sobre idiomas indigenas (vocabularios o diccionarios, 31 Antonio de Ciudad Real: Tratado curioso y docto de las grandesas de fa Nueva Eapafia. Relacién breve ...de... cosas que aucedievon a... fray Alonso Ponce ..., UNAM, México, 1976; Descripcion det arzobispado de Mexico fen 1570], publicada por Luis Garcia Pimentel, México, 1897; Relacidn de lor obispados de Tlazeale, Michoacdn, Oazace..., publicada por Garcia Pimentel, México, 1904. 32 puesto que los tlaxcaltecaa se habian aliado a los espafioles para Ia conquista de Tenochtitlan, te les reconocié cierta soberania, por eso se firmaron con ellos las capitulaciones para levar 400 familias a fundar poblados en el norte, concediéndoles ciertos privilegios. Vénse Primo Feliciano Veldcquex: Coleccidn de documentos para la historia de San Luis Potow, Imprenta del editor, San Luis Potoaf, 1898. 33 Varian fuentes (Sahagin entre ellos) hablan expresamente del valor y habilidad guerreros de los otomies; loa tlaxcaltecas les conflaron Ja defensa de au frontera oriental y un grapo militar de los astecas se Hamaba “soldados otomies”. Fueron otomfes -ya bautizedos con nombres castellanos— los capitanea que sometieron territorios guanajuatenses; ver Ia Colecién de documentos... citada en le n. 32 y Jiménez Moreno, Wigberto: Estudios de historia colonial, INAH, México, 1958. Meath, Shirley Brice: La politica del lenguaje en Méaico: de la colonia a la nacién, Secretaria de Educacién Publica, Instituto Nacional Indigenista, México, 1972; no comparte por completo sus opiniones, pero es una obra muy seria y documentada. Silvio Zavala: EI castellano glengus obligatoria? Discurso de ingreso en In Academia Mexicana Correspondiente de ta Espafiola, Centro de Estudios de Historia de México Condumex, México, 1977. 400 artes o graméticas) o bien, redactados en ellas: confestonarios, ser- monarios, y otros. Por su parte, la Corona se inclinaba mas por el empleo del espaiiol, proféticamente preconizado por Nebrija como len- gua del nuevo imperio,3§ pero no desatendia det todo las recomenda- ciones de los evangelizadores, dando como resultado que oficialmente predominaba ahora una, ahora otra de las corrientes. En la practica e! castellano fue imponiéndose cada vez mas, pero todavia al iniciarse la guerra de independencia eran mucho mas numerosos quienes ha- blaban lenguas indigenas que aquellos que usaban el castellano.3¢ La guerra por la independencia X La prolongada lucha por la independencia politica hizo que se des- plazaran de un lado a otro los combatientes indigenas, quienes asi se vieron obligados a usar el castellano como lengua de comunicacién, con el consecuente abandono, en muchos casos, de su_lengua ma- terna.37 Menos drasticos, pero en el mismo sentido, fueron los efectos 35 en uno de los simposios de la 20a Reunién de Mesa Redonda de Ia Sociedad Mexicana de Antropologia hice alusién a ente “anuncio” de Nebrija. Hubo un intento de refutarme sedalando que el nebrisense de seguro tenla en mente la expansidn de log eepafioles por 1 norte de Africa; no niego que ast haya sido, ya que D. Elio Antonio sabia que la Reconquista habia avanzado de norte a eur y, tras la cafda del reino de Granada lo que seguia era cruzer el mar hacia el Africa, de donde los arabes de Espafia habian recibide apoyo, Ahora bien, lo anterior de ningin modo invalida In idea de Nebrija tal ver pudiera decirse que era au “teorfa de la historia"- acerca de que el auge de un imperio y el apogeo de una lengua van emparejados y mutuamente se refuerzan, generaliracién que no debe limitarse a determinada region. Es claro que él no podia prever [a colonizaciéa de América, por eso califico su visién de “profética”. > 36 a cierto que la poblacién aborigen disminuyé drésticamente al principio, lo documenten Cook, 8.F. y L.B. Simpson: The Population of central Mezico in the sizteenth century, Colece. Ibero- Americana 35, Univ. of Calif, 1948; Borah, W. y S.F.Cook: The population of central Mezico in 1548: an analysis of the Suma de Visitas de Pueblos, Ibero-Americana 43; y muchas otras obras de los mismos y de otros autores, Sin embargo, mds adelante reinicié su crecimiento. Lon eapaiioles fueron en el primer momento un pufiado habilmente dirigido por Cortés para lograr la conquiata aprovechando viejos rencores entre los indios; poco més tarde la gran mortandad sufrida por éstos hizo que sin ser més numerosos aumentara su cantidad relativa, pero segufan siendo una acusada minoria que, temerosa de una inaurreccién, fortificé domicilios y conventos. Al transcurrir los aies crecié un poco el niimero de espaiioles, tanto internamente cuanto por una inmigracién apenas perceptible, pues muchos “indianos” venfan a ‘hacer Ia América” y retornaban a au tierra, Son concluyentes fobre I proporcién de indiot, espatioles y negros las estadisticas formadas por Gonvalo Aguirrre Beltrén: La poblacién negra de Ménico: 1519-1810, México, 1946. 37 Tanto se ha escrito sobre las luchas por la independencia que es diffcil recomendar alguna obra. Sin embargo, por el detalle con que narra los sucesos, puede ser provechoso consultar el tercer 401 de la frecuente inestabilidad del pafs durante otros cincuenta afios. Sin embargo, el gran niimero de hablantes, la elevada proporcién de monolingiies, el hecho de que muchas de las comunidades vivian prdcticamente aisladas y el que todavia fueran relativamente recien- tes las gramdticas de lenguas indias, escritas en el siglo xvm, hacia que no se viera con tanto desprecio el ser indio o el hablar una lengua aborigen.5® La proletarizacién de los indios en el siglo XIX Sin duda los indios habian sido sujetos de explotacién desde el mo- mento de Ja conquista que los redujo q calidad de tributarios; du- rante la Colonia dieron su trabajo, primero como “encomendados”, después como asalariados en las minas y como tales o como forzados en los obrajes, brotes iniciales del capitalismo,°® pero su condicién fue agravandose a lo largo de la primera mitad del siglo xix y llegé a su punto mas bajo en la segunda mitad.*° . tomo dé Mésico a través de los siplos, cinco tomos dirigidos por Vicente Riva Palacio y publicados sin fecha (alrededor de 1890) en México y Barcelona. Datos sobre los raovimientos de la poblacién se encuentran dispersos por todas partes, como los comentarios acerca de los indios que dejan el pueblo para unirse a fuerzaa insurgentes, que lef en un archivo parroquial de la Mixteca. 38 V dase, por ejemplo, cémo se reflere 5 los indios Fernénder de Lizardi en Ei Periquillo Sarniento. 39No cabe aqui siquiera —ni soy capaz de bacerlo- un esboro dei desarrollo del modo de produccién eapit ta en México. Baste notar que el trabajo de las minas (y en otros sectores) tuyo en sus principios un especto esencialmente feudal, pues era parte de la tributacién que en la modalidad de servicio personal daban 4 sus encomenderoe jos indios encomendados, AI reducitse las encomiendaa a una o dos vidas (reduccién motivada por los inhumanos abuso de algunos encomenderos) y al ponerse en produccién Ias minas de territorios donde no habfa antes pueblos nativos sedentarios, eacased Ia mano de obra, por lo que te importaron esclavos negros y se hizo cada ver mds comin la contratacién de indios libres provenientes de territorios que hablan sido mesoamericanos; estos Indios formaban pueblos nuevos en los que se hablaban varias Tenguas nativas que iban siendo desplasadas por el espafiol, Durante el periodo colonial los talleres tenfan también catdcter feudal, pues se agrupaban en gremios con la consebida jerarquia, con sus examinadores y licencias, etc., pero algunos productos iniciaron las formas capitalistas, entre ellos estaban los tejidon, hechos en las fébrices primitives llamadas obrajes. Los obrajes obtenfan la mano de obra por contratacién “libre” (la cortedad de los salarioa y Ins “deudas” por bienes otorgados por el obraje hacian nugatoria esa libertad} o por el trabajo forzado de los indioa ptisioneros, que no podian abandonarlo, por lo que se les encerraba durante la noche. 401.4 independencia politica de los paises hispanoamericanos va acompaiiads, bien se sabe, de jas nuevas formas de produccién; claro esté que el cambio no fue instantdéneo, sino paulatino. Las formas capitalistas se hacen presentes primero en los mayores centros de poblacién y se extienden después a centros menores y, por fin, al campo. 402 La desaparicién de los bienes comunales, la creacién de grandes lati- fundios a costa de estas tierras y la consecuente proletarizacién de los indfgenas convertidos en peones acasillados*! fue lo que llevé a verlos cada vez con més desprecio, lo mismo que a las lenguas nativas que hablaban. De este tiempo viene Ia costumbre de llamar “dialectos” a los idiomas nativos; durante la Colonia se les llamaba “lenguas”, como lo atestiguan muchos titulos*? y no faltan menciones acerca de su riqueza de expresién que se dice comparable a las de las lenguas la- tina o griega,® pero desde fines del siglo XIX —no obstante los estudios de fildlogos notables—** la mayorfa de la poblacién mestiza conside- raba que lo que hablaban seres a quienes estimaba “inferiores” debia ser igualmente inferior, que no tenia una gramAtica ni una literatura, que era por necesidad menos capaz que el espafiol y, en suma, que no era propiamente una lengua, sino una forma de habla imperfecta a la 414 Benito Juéres se deben varias leyes de innegable modernidad. No cabe duda de que en la segunda mitad del tiglo pasado eb pais requerfa ~entre otras cosas~ la limitacién de los privilegios eclenidsticos y militares, la separacién de Is Iglesia y el Estado, asi como la desamortizacién de Jas tierras que estaban en manoa de las érdenes religiosss y del ciero secular, congruente todo con Jas nuevas formas econdmicas y con Is ideotogfa que las eustentaba. Desafortunadamente, la legisiacién que impedia a las comunidades poser, tierran (dirigida contra aquelias de lax comuni- dades eclesidsticas) era igualmente aplicable a los bienes que las leyes coloniales les reconocian & los pueblos de indios en comin (@jidos, agostaderos, etc.) de los que pronto se vierom deapojados. En Ia légica de una economia capitalista, que ya legaba al campo, estaba la apropiacién de extas tierras por individuos, generalmente hacendados que laa sumaron a sus ya extentan posesiones rurales. Muchos pueblos quedaron incorporsdos a los nuevos latifundios; los indios que en ellos vivian se encontraron sin tierras que cultivar y se vieron forzados a tomar en arriendo las de los la- tifundistes, convirtiéndose en la préctica en sicrvos de la gleba (peones libres, en teorfa) mediante ¢l muy conocido recurso de endeudarlos artificialmente. ® 42 me de 1539, aiio on que eo catablecié la imprenta en México, la Breve y mds compendiosa Doctrina Christiana en Lengua Mesicana y Castellana, ..de Fray Juan de Zuraérrage, “primer obispo desta gran ciudad de Tenuchtitlan Mexico desta Nueva Espafia” (como dice la portada). Unos cusntos tituloa mde, impresot a lo largo de tres siglos: Docirina christiana en lengua Mexicana (Pedro de Gante, 1547), Doctrine cristiana en lengua Guadeca (Juan de Guevara, 1848), Arte de ia lengua de Mezhowcan,..{Maturino Gilberti, 1858), Arte en lengua Maye (Juan Coronel, 1620), Arte de fa lengua ‘mexicana. .. como se habla en el obispado de Michoacdn (Juan Guerra, 1692), Doctrina christiana en lengua chinanteca (Nicoléa de Ia Barreda, 1730), Confessionano en tengua Mize (Agustin de Qulatana, 1733), Arte de ta lengua totonaca. .. (José Zambrano, 1752). Debo apuntar que » mediados del tiglo XVIII el vocablo “idioma” va substituyendo a “lengua” sin llegar a erradicarlo: las Reglas de orthographia, arte def idioma Othomd (Luis de Neve y Molina, 1767) ae suma al Arte del idioma maya y varios més. 43 ast lo declara categéricamente fray Andrés de Olmos, 8 quien ae acredita ser autor de la primera arte de la len xicana: dice que no tratard supinoa ni gerundios, pues no los hay en él nébuatl, pero que este aurencia no indica ninguna inferioridad reapecto a las lenguat eclesiisticas {que afirma conocer muy bien), pues tiene en cambio muchos primores y sutilesas de los que éatas carecen. Véase sobre ellos ¢] trabajo de Beatriz Garza Cuarén en este mismo volumen. 408 que se llamé “dialecto”, con un sentido grandemente despectivo.45 No es de extraiiar que los mismos hablantes de lenguas ind{genas procu- taran ocultarlo y decirse hablantes de espatiol, actitud que prevalece todavia en muchas partes. La revolucién de 1910 y sus consecuencias La Revolucién, iniciada como un movimiento pol{ftico burgués, pron- to se convirtié en una lucha de reivindicaciones campesinas a las que debe en parte su duracién.“* El mas destacado de los caudillos cam- pesinos, Zapata, era hablante de néhuatl, y buen ntimero de los revo- lucionarios eran indios que hablaban ésta u otras lenguas aborigenes. Como habjfa sucedido un siglo antes, la guerra puso en contacto grupos que usaban idiomas diferentes o, en el mejor de los casos, dialectos de una misma lengua y, como también habia sucedido, los comba- tientes recurrieron al espafiol como lengua franca, sobre todo por el menosprecio general hacia las hablas nativas.47 Dado el fuerte componente campesino e indigena entre los revolu- cionarios, era natural que los gobiernos posteriores a la Revolucién de 1910 se inclinaran por el reconocimiento de sus derechos y crearan instituciones y érganos especialmente destinados a la atencidén de las minorfas étnicas de rafz prehispdnica; unos cuantos ejemplos de esto son la antigua Direccién de Antropologia (Secretaria de Agricultura y Fomento), el Departamento de Asuntos Indigenas (de la Secretaria de Educacién Piiblica), los Internados Indigenas y las Misiones Cultura- 45 Leonardo Manrique: “El futuro de las lenguas indigenas frente al espafiol de México” en Et espaol actual. Contribuciones a #4 estudio, Necesidad de una defensa, Comision para Ia Defenes de! Idioma Espaiol (Colecc. Nuestro Idioma, 7), México, 1982, Véase también el art{culo 'Lengue’ y ‘dinlecto’ * en Atlas de Lingi~stioa INAH-Pianeta, México, 1988, 461.4 bibliografia relativa a la Revolucién de 1910 es abundantisima y no pocas veces parcial. Por su brevedad, por Ja generosa cantidad de sus ilustraciones y por ser ficilmente accesible (aunque algunas de aus opiniones me parezcan muy diacutibles) citaré In serie Biograffa del poder, escrita por Enrique Krause (Fondo de Cultura Econémica, México, 1987). 47 Ep el cuestionario para el levantamiento de informacién sobre el nébuatl (Yolanda Lastre de Sudrez: Los dialectos de ndhuat! moderno, UNAM, 1986) se incluyeron preguntas para recabar datos sobre este fendmeno. Poco se logré recopilar, debido en parte a que los encuestadores se interesaron m&s por las formas lingiieticas, pero aunque sean escasos, los informes son susceptibles de estudio. - 404 les.48 Es preciso sefialar que en un principio seguia tan viva la idea de que las lenguas y las culturas indias constitufan un obstaculo al progreso del pais y al mejoramiento de los propios grupos étnicos que se intenté la incorporacién de éstos a la llamada “cultura nacional” para lo cual se procuré desterrar los idiomas nativos proscribiendo su empleo por los educandos, incluso en los momentos de descanso o “recreo” en la escuela. EL PRESENTE DE LAS LENGUAS INDIGENAS Hay dos puntos de vista, en realidad complementarios, desde los que se puede hablar del presente de las lenguas indigenas. El primero se refiere al niimero de hablantes de idiomas nativos, el otro apunta las actitudes hacia estos idiomas, tanto las oficiales como las de la sociedad en general y las de los propios hablantes. Comencemos por éste. Las nuevas actitudes x Me parece que serfa ingenuo atribuir inicamente a los organismos gubernamentales, o sdlo a los hablantes nativos, o a los investigadores y técnicos, o a “la sociedad” en abstracto, las nuevas actitudes de tevalorizacién de las lenguas aborigenes. A mi juicio, hay una serie de procesos que se refuerzan entre s{.49 485 muy ilustrativo del modo de sentir y del pensamiento inmediatamente posteriores a la culminaci6n de las acciones de armas el libro de Manuel Gamio Forjando patria 1916 (reeditado en 1960 por Porrtia, México); cuando, més tarde, estuvo al frente de la Direccién. dé Antropologia eltada en él texto, coordiné el estudio de Ia primera de las regiones en que se habla dividido el pais para el conocimiento de sus grupos étnicos (La poblacién del valle de Teotihuacdn, México, Talleres Gréficos de la Secretaria de Educacién Publica, 1922) investigacin ejemplar, modelo de estudio integral que culmina con “iniclativas para procurar su mojoramiento [de los grupos étnicos]”, que tuvieron el enorme mérito de no quedar en propuestas, sino que los gobiernoa revolucionarios de entonces pusieron en practica. El Departamento de Aauntos Indigenas de la Secretaria de Educacién Publica estuvo dirigido un buen tiempo por Luis Ohévexz Orozco. Tres titulos, entresacados de eu abun ¢ produccién, dan idea de su orientacién: Breve historia social de Mézico en-la époce colonial, Lor salarioe y ef trabajo en Mézico duvante of siglo XVHL, Del artesanado al sociatinmo, Ratael Ramirez: La escuela rural mesicana, Secr. Educacién Publ, México, 1976. Augusto Santiago Sierra: Lar Misiones Culturaies (1983-1973), Secr. Educacién Publ., México, 1973, 49 Prescindo de discutir eatos procesos, porque en breve espacio no puedo hacerlo adecuada- mente. Tampoco lo he hecho en les apartados previos; por ejemplo me he limitado « sefialar la correlacién entre Ia protetarizacién de las poblaciones campesinas y ef desarrollo de una actitud 405 Alrededor de 1960 la Secretaria de Educacién Publica adopté por fin la idea que educadores, lingiistas y antropdélogos habfan venido defendiendo: si es cierto que los idiomas aborigenes son patrimonio de sus hablantes, lo son también del pais en su conjunto y son también patrimonio de la humanidad; la educacién debe hacerse en lengua materna tanto por respeto a los hablantes de los idiomas minoritarios cuanto por razones pedagdgicas, lo cual contribuye a su conservacién porque la lengua que no se usa como idioma cotidiano, desaparece.5° En la practica el Instituto Nacional Indigenista, la Direccién de Educacién Indigena, otros organismos gubernamentales, as{ como aso- ciaciones civiles que procuraban la revaloracién de las lenguas nativas (como la Asociacién Nacional de Profesionales Indfgenas Bilingiies, A.C.) se dieron por satisfechas con que lo bilingiie en la educacién se redujera a alfabetizar en lengua materna (olvidéndose del aspecto negative hacia las lenguas indigenas, apuntande apenas el contexto del desarrollo de Ia economia eapitalista. Habria que ver ahora low cambios econémicos (sin olvidar Ia economia mundial y Ia transnacionalizacién de las formas capitalistas), lan traneformaciones sociales, el desarrollo politico asi como sus intertelaciones mutuas ¥ con los nuevos esquemas ideolégicos, no solamente dentro del pafs, sine con el tresfonde de lo sucedido en todo el mundo, pues ai antes el resto del mundo no, ahora su influjo es més inmediato gracias a las innovaciones tecnolégicas (radio, te- n, inform dtica, etc.), Me conformaré con hacer.unas cuantes observaciones —necesarismente en las notas que siguen. 50En muchos otros paises se dio por esos afios un fendmeno similar, véase por ejemplo Fi uso de fea lenguae verndculas en la ensefianea, editado por Ia UNESCO. Sin embargo, jo ocurrido en México no es simple reflejo de esta tendencia general, pues aunque se vio reforzado por ella, ya antes el pals habia tenido experiencias que influyeron en la tendencia mundial, como lo atestiguan algunos de los trabajoa contenidos en esa publicacién de ls UNESCO. Por ejemplo, el “Proyecto Tarasco” se inicié en 1940 segdn planteamientos de Mauricio Swadesh (Véase “La planeacién cientifica de Ta educacién indigena en México" Actas del XXVII Congreso Internacional de Americanistas, 1939), y ya on 1036, o invitacién de Moisés Séens, Secretario de Educacién Publica, se habla fundado el Instituto Lingiiistice de Verano. Ex claro que en las politices del lenguaje (language policies) frecuentemente se imponen los sspectos politicos (en el sentido de politics) sobre los técnicos o clent{ficos, de lo enal doy ejemplos en el articulo de divulgacién “Politica lingiiistica y planeacién lingGtatica” en La polttica ingidetica de Mézico (primera parte) Comisién para la defensa del idioma espaiiol (Colece. Nuestro Idioma, 8) México, 1982. Bl libro de Gonsalo Aguirre Beltrén: Lenguat verndculas. Su uso y desuso en la enserianea CIESAS (Ediciones de La Casa Chats, 20), México, 1983, presenta un pancrama muy util de lo sucedido en México, tanto por el rigor que caracteriea todos los trabajos de este autor cuanto porque 41 mismo tuvo parte en algunos de los hechos que discute. En elerto modo esta obra de Aguirre Beltrén responde equillbrademente —no ain tomar partido, por supuesto- al volumen colectivo Indigeni+mo y lingtietica (UNAM, México, 1980}, fuertemente polémico por Ia carga politica y aun emocional de varios de aus articulos pero que debe recomendarse precisamente por estes caracteristicas que arrojan por tierra la pretendide neutralidad académica de las cienciaa sociales y de aus practicantes. Aunque La antrpologla en Mézico, Panorama histérico se refiere a la lingiistica sdlo come une disciplina antropolégica més, proporciona un marco histérico Util y tlene una generosa cantidad de referencias bibliogréficas; 406 bicultural) lo que tuvo el efecto de “demostrar” que el idioma nativo “no sirve ni siquiera para la escuela”, por lo cual se produjo en mu- chos grupos un efecto contrario al esperado: en lugar de conservarse, las lenguas indigenas se perdian aceleradamente.*! Sélo en los afios més recientes se ha intentado extender la educacién bilingiie y hacerla realmente bicultural, para lo cual se han redactado en algunas lenguas nativas los textos del Libro de texto gratuito. No es todavia suficiente, pues -si no me equivoco— solamente se han escrito los libros de los primeros afios y falta una visién verdaderamente bicultural (por ejemplo, la gramatica de cada lengua descrita en sus propios términos).°? Para agravar las cosas, un exceso de respeto por las peculiaridades dialectales de cada mintscula aldea se ha traducido en la pulverizacién de los idiomas, en tanto que la arraigada repulsa hacia las lenguas nativas ha hecho que algunos profesores bilingiies se resistan a usar estos instrumentos pedagégicos.5? en septiembre de 1988 han visto la lus nada més tres tomos de los 12 que formarém la obra. Son pertinentes para lo que vengo tratando, los articulos “La visién integral de la sociedad nacional 11920-1934)", “Le préctica social y ef populismo nacionalista (1935-1940)" y “La époce de oro 1940-1964), respectivamente en laa pp. 133-220, 223-287 y 289-338 del vol. 2, asl como “La sociolingiiatica” (pp. 357-411) y “EI bilingtismo” (pp. 413-430) del vol. 3. 51 De hecho, la mayorla de las experiencias a que he hecho referencia en Ia nots anteriortambién se hablan restringido a alfabetizar en lengua materna inlciando paralelamente Is castellanizacién; $6lo en algunos casos se produjeron materiales para varios grados de ensefianss, En su momento fue ya un logro el conseguirlo, para lo cual ee alegaron razones pedagégicas ademds del respeto a las culturas natives. En las sonas rurales de México, como en las de muchos otros paises, la escuels gosa de gran prestigio. Durante largo tiempo los pueblos de indios que no conseguian ni un meestro enviado por el goblerno (estatal o federal) a menudo contrataban e una persona mestire que supiera leer y escribir, para que sus nifios “tuvieran ecuela". Cuando ae inicié ta alfabetizacién en lengua materna la gente concluyé que al ana institucién tan prestigiada usaba la lengua vernécula sélo como auxilio para el aprendizaje del espafol, era porque su idioma era indtil para mds, Estas opiniones, que of una y otra vet durante los trabajos de campo explican mi oposicién a que ee implantara la castellanizacién previa al aprendizaje de las primeras letras: 61 ef poco uso de la lengua verndculs tuvo efectos negativos, méa negativos serian -cabia suponer- los del uso nulo, y de nada valdrian las exhortaciones s conservar in lengua sj la accién oficial obraba en sentido contrario. 52h as opiniones « este respecto estén divididas y, como no podis ser menos, fuertemente teiiidas por las convicciones politicas de quienes las sostienen. Tal ver pudiera mostrarae que son equivocadas algunts posturas extremas -¥ aun éstas, es evidente que parecen razonables y Justas a sur proponentes- pero Ia gama de posibilidades intermedias es amplisima, Hay quienes defienden do hecho una educacién exclusivamente cn lengus y cultura aborigencs, incluso con “universidades indfgenas"; creo que ae{ propician su aislamiento y ee tornan vulnerables al dificultar le toma de uns conclencia de clase, pero dejo abierta la discusién. 53-También es diacutible mi opinién sobre este asunto, No dudo de ls sinceridad de Jos lingiistas que han participado en la elaboracién de libros de entedanza distlatos pare pueblos vecinos que 407 No obstante las dificultades, la revitalizacién de algunas lenguas indigenas es un hecho. Cada vez son més quienes ya no niegan hablar una lengua indigena, sino que la emplean orgullosos y se ha comen- zado a desarrollar una literatura en el zapoteco del Istmo, en néhuatl (especialmente el de 1a Huasteca), en maya y en alguna otra. Por otra parte, aunque todavia incipiente, hay ya una actitud general de me- nos desprecio por los idiomas nativos e incluso se encuentran quienes quieren aprender alguno, por el simple gusto de aprenderlo.§4 El numero de hablantes de lenguas indigenas Es indiscutible que para tener un panorama més completo sobre el presente de las lenguas indigenas se requieren cifras. Sin embargo la profusién de ellas no es, con frecuencia, més util que la selecci6n de unos cuantos nimeros indicativos, por lo que he preparado dos tablas tienen, cada uno, unos cuantos miles de habitantes. Creo, sin embargo, que asi Ja divinién de los grupos étnicos y se dificulta que hagan un frente comdn en le lucha por «1 derechos de todo orden. 54 Véanse los trabajos citados en la n. 45, en los que no soy tan sintético pero que, de ningtin modo son suficientes. El tema merece un eetudio amplio y con abundantes referencias; espero que alguien -posiblemente yo mismo—lo haga. No hay cifras (menos todavia cifras comparativas) sobre el némero relativo de hablantes de idiomas amerindios que ya no ocultan que los hablan, pero hay otros indieadores de ente cambio de actitud: es significative que en notes perlodistiess sueltas aqui y allé se les, por ejemplo, que una maestra del Valle del Mezquital declare que “nosotros somes fish fu, no somos otomies” (al defender el nombre de su idioma en eu propia lengua queda implcito que la habla), y de manera similar hay personas y grupos que reivindican el nombre tichazdé en lugar de zapoteco, como ee le designaba tradicionalmente, o tének en ver de huasteco, etc. Similarmente, cuando hacemos trabajo de campo, ahora es més sencillo encontmr informantes en ciertas regiones donde antes tan dificil que el idioma parecia haberse perdido. El ulti: de entos indicadores que citaré es el surgimiento de grupos cuyo titulo explicitamente dice que #1 miembros hablan lenguas nativas (por ejemplo la Asociacién Nacional de Profesionales Ind{genas Bilingiles) o que incluyen este requisito entre sue principios constitutivos. Hay muchos ejemplos de produccién literaria actual en lenguas indigenss. Probablemente el caso ms representativo sea el de la Casa de la Cultura de Juchitdn que desde hace aiios publica regularmente una revista en tichazé con poemas y escritoa de otros géneros literarios, ademas de libros ocasionsles. No doy a nota. El deseo de aprender lenguas aborigenes se manifiesta por la frecuencia con que se pid Departamento de Lingiilstica del INAH informacién sobre loa lugares donde pueden estudiarse “dialectoa” (como todavia se les llama), cea alguno en especial (ndhuatl y maya son fos mas socorridos) o “cualquiera”. Un acuerdo de la Secretaria de Educacién Pdblica autoriza a los alumnos de las eecuelas secundarias 2 tomar como segunda lengua uno de los Idiomas aborigenes (preferentemente de la regiOn) en lugar del inglés o francés que eran tradicionales; el acuerdo en sf uo tendrla ningiin valor si no bublera escolares que solicitaran, como lo han solicitado, aprender uno de estos idiomas (no tengo informacién precisa, pero entiendo que en buena parte los maestros han sido improvisados y se carece de cursos bien estructurados y de materiales didécticos idéneos). 408 y algunos comentarios que de ellas se desprenden o que ~segtin creo— contribuyen a su mejor comprensién. Solamente la gran maquinaria que se erige para levantar un censo general de poblacién y vivienda es capaz de recoger la informacién sobre el ntimero de hablantes de lenguas indigenas en un momento dado (en un dia, segin se acostumbra). Sin embargo, como bien se sabe, las cifras censales tienen siempre un margen de error cuyos factores no son los mismos para toda la gama del cuestionario de encuesta; entre los que afectan lo que aqui nos interesa esta el que el encuestador debe registrar fielmente la respuesta que se le dé, as{ es que registraré como no hablantes a quienes declaren que no hablan un idioma nativo; en contraparte, se registra como hablantes a quienes as{ se declaran, aunque no sea verdad, y no hay manera de estimar la magnitud del sesgo sin muestreos intensivos de los que se carece.55 Es posible le confusién de nombres similares (maya y méyo; tepehua y tepehudn, popoloca y popoluca, pame y mame, etc.) tanto durante la encuesta cuanto en el proceso de elaboracién de los datos; por lo contrario, en varios de los censos habidos hasta ahora se cuenta como dos una misma lengua porque leva nombres distintos (yaqui o mayo, lacand6én o yucateco, etc., pero se cuenta correctamente como una a néhuatl o mexicano). Pese al margen de error, son indicativas las cifras —corregidas cuando hemos dispuesto de datos de campo-* que da el ultimo censo general de poblacién y vivienda (1980): 55 He intercembiado ideas con lon respousables del XI censo general de poblacién y vivienda (que ne levantaré en 1990); ae publicarén las cifras recogidas, como siempre se ha hecho, perc se propone hacer encuestas complementatias, mucho més detalladas, en localidades bien muentreadas, para estimar la magnitud de los etrores sobre lenguas indigenas y usar estas estimaciones para “corregiz” las cantidades basicas y acercarse mas a la realidad. 56 ing evidente que estas correcciones no son pistemAticas, como hubiera sido de desear; des- afortunadamente no basta para ocuparse de toda fas lenguas del pals (véase el apéndice) la sume de los miembros del Departamento de Lingiifstica del INAH y de loa colegas de otras instituciones que generosamente nos dan Ia informacién de campo que conoten, Ha sido prdctica relegar al “cajén de anatre” rotulado otras ienguas o aquellas de las que se prevé que habré muy pocos ha- blantes, cajén en el que por quién sabe qué agares hen cafdo otros idiomas. Hemos podido sacar de ahi los datos sobre matiatrinca, ocuilteco y kikept porque hay investigadores del Departamento de Lingietica que trabajan con ella ha podido hacer ot70a ajustes, no todos los necesarios. Los censos (al menos en México) dan Ine cifras sobre lenguaa solamente para la poblacién mayor de 5 afios, cuando #e considera que se han completado los procesos de adquisicién del lenguaje. Pare estimar la poblacién que incluya a loa nifios que estén todavia en exe proceso hay que multiplicar lag cifras por 1.14 (despreciando Jas variaciones reglonates). 409 Nimero de personas de 5 0 mde atios hablantes de lenguas Amuzgo Cora Cuicateco Chatino Chichimeca-jonaz Chinanteco Chocho Chol Chontal de Oaxaca Chontal de Tabasco Huasteco Huave Huichol Kikapit Mame Matlatzinca Maya Mayo Mazahua Mazateco Mixe Mixteco Néhuatl Ocuilteco indigenas en 1980 18,659 12,240 14,155 20,548 877 77,087 12,810 96,776 8,086 28,948 108,788 9,972 51,850 297 8,711 1,084 665,377 56,887 198,985 124,176 74,083 328,187 1,876,989 351 Otomf Pame Pé&pago Pima Popoluca Seri Tarahumara Tarasco Tepehua Tepehuén Tlapaneco Tojolabal Totonaco Trique Treltal Tzotzil Yaqui Yuma Zapoteco Zoque otras lenguas no especificada TOTAL: 306,190 5,649 236 553 23,762 486 62,419 118,614 8,487 17,802 55,088 22,881 196,003 8,408 215,148 183,389 9,282 609 422,937 30,975 4,181 262,694 5,181,088 En la tabla anterior se enlistan 44 “lenguas” (tres o cuatro mas que las que trae el censo, como se explica en la nota 56). Algunos de estos nombres comprenden varios idiomas distintos —entre ellos destacan “zapoteco” y “chinanteco”; véase el apéndice~ mientras que el censo registra como idiomas distintos “yaqui” y “mayo” (que son uno, el cahita), asf como “pépago” y “pima”, forma de registro que se ha hecho tradicional y que he preferido conservar por su valor ilustrativo, pero que puede ajustarse consultando el apéndice.5? 87 Para diversoe andlisis ast como para la mayoria de los efectos prdcticos no hay diferencia apreciable entre contar por separado ¢! numero de hablantes de las que el censo da como dos 410 Los anélisis estadisticos son un instrumento muy titil para compren- der la realidad social, siempre y cuando no se caiga en la fascinacién de Jos nimeros por si mismos, como no pocas veces sucede. Por esa razén y porque las mismas cantidades bdsicas pueden presentarse o elaborarse casi de tantas maneras cuanto intereses individuales haya, prefiero no llenar varias pdginas con cuadros y cifras, sino limitarme a hacer unas cuantas observaciones: El nimero de los hablantes de cada una de las lenguas indige- nas es muy variable. Algunos idiomas cuentan unos cuantos cientos de hablantes, mientras que aquelias dos lenguas que tienen el ma- yor ntimero alcanzan dos tercios de millén y un millén y un tercio, cantidades considerables desde cualquier punto de vista.5 Las tres “lenguas” habladas por mayor nimero de personas (nfhuatl, maya y zapoteco) hacen la mitad de la poblacién que habla una lengua indigena en el pais, mientras que los 30 idiomas de la lista con menor niimero de hablantes suman apenas la décima parte.®° La magnitud de la poblacién que habla una lengua es un factor importante para su pérdida o su conservacién, aunque no sea el tinico, por lo cual es de temerse que muchas de las lenguas indigenas estén en peligro de lenguaa o contar su suma. Por ejemplo, #1 ias lenguas se ordenan por el numero de sua hablantes, el pépago ocups el iltimo lugar (442) y ol pima el 40°; sumados, pasan al 39° (otras cuatro o cinco lenguas descienden un sitio y las demés conserva el suyo}. Si el nimero de hablantes de estas dos se pone en rarén con el del idioma que tiene el mayor nimero de hablantes, de todas maneras es menor que 1/1500, Tampoco parece haber diferencia para Is viabilidad del idioma si hablantes son poco maa de 200, poco menos de 600 o casi 800; In lengua seguird habléndose larse por fectores muy distintos al cuentitativo. Por supuesto, puede jugatte con Tos mimeroe ai ae quiere falsear Ja imagen con buenos 0 malos propésitos. Algo similar sucede con otros pares ai se manejan por separado o en conjunty. Por ejemplo, Ia cantidad de hablantes del maya yucateco (para tomar siempre como punto de comparacién al ndhuatl) es 11 veces mayor que Ia de hablentes de “mayo”, o 10 veces mayor que la de cahita (mayo y yaqui juntos); y asi sucesivamente. 58 Recuérdete que ins cifras censales dan un minimo. Si sumamon a ellas la parte proporcional de quienes declararon hablar una lengua indigena perc no se especificé cual, m4s una parte de poblacién infantil, y cierta cantidad (proporeionalmente corta) de quienes negaron ser hablantes, el ndmero de ndéhuas es muy cercano # 1,750,000 y el de mayas se sproxima a 800,000. 58 Debe aclararse que, como se puede ver en el apéndice, néhuatl y maya af son lenguas dnicas. Por el contazio, él nombre “capoteco” comprende 7 lenguas (es decir, hablas ininteligibles entre af); el zapoteco del istma tiene e] mayor numero de hablantes, pero no podemos determinar por ahora Ia cantidad de hablantes de cada una. Por lo tanto es probable que no tean sdlo tres las lenguas que sumen la mitad de la poblacién de lengua nativa, sino cuatro: néhuatl, maya, mixteco y tapoteco del istmo, lo cual no altera fundamentalmente el panorama puet de todos modos menot de 1/10 de ios idiomas tienen en conjunto 1/2 de los hablantes en tanto que 2/3 de los idiomas hacen 1/10 del total de quienes declaran hablar idiomas aborigenes. 411 desaparecer, pese a los buenos deseos de propios y extrafios y a los esfuerzos que se hicieran por su revitalizacién.© Los nimeros absolutos actuales para varias de las lenguas nos mues- tran asi un panorama poco alentador. A primera vista los ntimeros telativos parecen ratificar lo sombrio del panorama, pero al examinar con mas atencién la realidad surgen motivos para el optimismo. En general, la proporcién de hablantes de lenguas indigenas respecto a la poblacién total del pais ha venido declinando paulatinamente en lo que va del siglo, pero ha aumentado en ntimeros absolutos; las cifras globales de algunos censos muestran claramente esta tendencia;#! ano del poblacién de 5 afios o mds que % que representa censo hablaba lengua indigena de la pobl. total 1960 1,794,298 15.4 1921 1,868,892 15.1 1940 2,490,909 14.4 1960 3,080,254 10.4 1980 5,181,038 9.0 80 Varios estudios sugieren que las lenguas con un muy corto piimero de hablantes (quienes por lo general se encuentran, ademés, en condiciones de marginacién que limitan todavia més au uso de Ia lengua) sufren graves reducciones de vocabulario, adoptan muchos préstamos y, lo que es més grave, padecen simplificaciones estructurales. Las investigaciones sobre el ocullteco que hace Martha GC. Muntzel —del Departamento de Lingiiisticn del INAH- parecen ratificar esos indicios. ‘Aal pues, aun suponiendo que las condiciones negativas que privan se convirtieran répidamente en las més favorables, es muy probable que no se lograra conservar més que uns lengua empobrecida y elemental. 8105 totales registrados por todes los censos muestran grandes altibajos. Es clerto que cual- quier fendmeno demografico puede tener una tendencia ascendente en un periode y una dercen- dente et el siguiente, pero muy dificilmente serian de la magnitud que se desprenderia de Ias cifras censales. Por esta razén Elizabeth Gutiérres, de Ia ofidina del cento (llamémosla asf por comodi- dad, su nombre oficial es larguisimo) hizo un muy cuidadoso andlisis de las cantidades totales, de Ise parciales por “lengua” y por regién, de la estructura de los cuestionarios de encuesta, de las circunstancias en que ae hicieron los levantamientos censales, etc.; se trataba de averiguar si las variaciones eran reales, su magnitud en caso de que lo fueran, asf como las causas de los errores tanto si habia una variaciéa del fenémeno cuanto #i no Ia habia, y de hacer todo lo nec: para que el préximo cento general de poblacién y vivienda obtenga informacién mds conflable sobre este asunto. No tiene caso discutir aqui el andlisis de Elizabeth Gutiérree (de circulacién limitada), sino notar que por lo que ae refiere a los hablantes de lenguas indigenas los censos de 1960 y 1980 son mucho més confiablee que el de 1970 (poco de fiar), y que las cifras de los censos de 1940 y 1950 son menos confiables que los primeros pero més que el de 1970 (no discuto atora le fisbilidad de los de 1910, 1921 y 1930); por eso incluf en la tabla las cifras de los cens de 1960 y 1980 y, para tener intervalos iguales, los de 1900, 1921 y 1940. Por todo lo que he explicado, creo que las cifras que doy aon bésicamente de fiar (aunque haya un margen de error) y que las tendencias generales que manifiestan son reales ~por varios motivos les citgas referentes a “lenguas’ individuales son a veces més confiables y a veces menos que las cantidades globale debe tenerse mucha prudencia en la formaulacién de conclusiones si sc les emples, 412 $i en ochenta aiios la poblacién que habla alguna lengua indigena ha bajado desde arriba del 15% al 9% de la poblacién total, puede parecer que a ese ritmo no pasard mucho tiempo sin que se pierdan por completo los idiomas nativos.®? Sin embargo, en el mismo lapso el nimero de hablantes casi se ha triplicado, lo cyal —aunado a la conciencia creciente sobre el valor de los idiomas nlivos- parece ga- rantizar la supervivencia de buena parte de los idiomas nativos y en varios casos es de esperarse un florecimiento literario.® La importancia de un idioma no radica en el niimero de sus ha- blantes, sino en que es un ejemplar tinico e irremplazable de la gran variedad del lenguaje humano, y en que constituye —por asi decirlo— una parte del ser de cada uno de sus hablantes y de todos ellos en conjunto, con el mismo titulo que sus hébitos culturales. Por eso es tan lamentable la pérdida de un idioma: en primer lugar es un des- pojo cultural resultante del menosprecio que tienen quienes la rodean 82 Aunque a ese ritmo el tlempo tampoco seria muy breve. Sin entrar en consideraciones aritméticas digamos que muy probablemente se necesitarien cerea de 100 afios (o més) a partir de 1980 para que se completara ia pérdida de todas lag lenguas, sempre y cuando el ritmo de desaparicidn 26 conservora constante, que no parece ser el caso. 63 sta afirmacién no es simplemente el reflejo de mis deseos, como lo pruebs Ia exietencla de una produccién literaria regular, aunque todavia escasa y de mérito artistico desigual, pues ti bien hey obras de indiscutible valor, en muchos casos éate es muy discutible. Puedo agregar el fuerte interés que algunas comunidades han puesto recientemente en Ja revitalizacién de au lenguas, cayo uso no quieren ver seetringide al hogar o al trato entre amigos, eino Armemente entablecido en Ia ensefianca escolar, en les tranemisiones radiofénicas y en otros Ambitos. Los ejemplos son muy numerosos, as{ os que me limitaré a algunos de aquellos que conosco mejor porque las comunidades han solicitado apoyo técnico al Departamento de Lingifatica del INAH: Hace ya tiempo Otto Schumann preparé cartillas para los primeros pasos en el aprendizaje de la lectura para el tojolabal y para el néhuatl de un pueblo del Estado de México. Aunque corresponde a otros organismos (Instituto Nacional Indigenista, Direceién de Educacién Indigena, etc.) el poner en uso Ios materiales elaboradoa, porque el Departamento de Lingiistica no cuenta con recursos para hacerlo, en estos casos hiro una corta edi¢ién mimeogréfica que entregé © los intereandos para 6u uso. En trabajos posteriores hemos preferido contar en mayor medida con le particlpacién de los solicitantes, tanto porque elloe, como hablantes nativos, corrigen errores nuestros, cuanto para ini- ciation en el proceso de elaboracion de materiales diddcticos, de manera que en el futuro dependan menos de personal ajeno. Loe smusgos de San Pedro Amusgos, Oax. cuentan con un cuaderno de trabajo para la eneefianza de la escritura de su idioma elaborado, con la colaboracién de ellos, por Sueans Cuevas, quien ya trabaja ahora sobre uns gramética didictica de la misma lengua, también a peticién de los amurgos. Eva Grosser ha colaborado con etnolinglistas tének (esto er huestecor) y con profesores también bilingiies en Ia preparaciéa de materiales de lectoescritura para nifics de ese idioma y abora hace una trabajo similar para Is lengua chocholteca, igualmente por solicitud de personas de la regién, De distinto caracter, pues no fueron comunidades indias Iss que pidieron 1a colaboracién, sino Ia Universidad Nicolafta de Morelia, es el trabajo en el que Benjamin Péres Gonedlez y un equipo local elaboraron los dos libros para el aprenditaje del 418 por las peculiaridades de una sociedad, es un aspecto del etnocidio, aunque pueda no ser intencional; en segundo lugar, se pierde irrepara- blemente la posibilidad de su estudio cientifico. Parece que reciente- mente las tendencias que obraban en contra de las lenguas aborigenes han comenzado a invertirse, lo que es —segtin mi modo de ver~ motivo de congratulacién. ‘ APENDICE Una clasificacién de las lenguas indigenas de México La historia del reconocimiento de parentescos entre las lenguas de México es ya larga y compleja, con avances y retrocesos, aciertos y errores. Desde Lorenzo de Hervds ~por lo menos~ hay que contar entre el inicio del siglo pasado y la primera mitad del actual las va- liosas contribuciones de Manuel Orozco y Berra (1864), Francisco, Pimentel (1874-1875), Francisco Belmar (1891, 1901, 1902, 1910, &), Nicolés Leén (1902), Miguel Othén de Mendiz4bal y Wigberto Jiménez Moreno (mapa de 1936 y 1939). A partir de 1940, pero sobre todo desde 1950, se intensifica la in- vestigacién sobre las relaciones genéticas de las lenguas de México, con la aplicacién sistemética del método comparativo por estudiosos de varios paises y de éste y la glotocronologia por Mauricio Swadesh y sus discipulos, sobre todo en México. La investigacién prosigue y produce constantemente avances, aunque subsistan ciertas dudas y haya algunos desacuerdos menores entre los especialistas. La clasificacién que se presenta en este apéndice esté basada —aunque ligeramente modificada— en la que propuso Manrique para el Atlas de Lingtifstiea (Serie “Atlas Cultural de México” , INAH-PLANETA, México, 1988). Puesto que incorpora los resultados de los trabajos de un grupo de investigadores del Departamento de Lingiistica del Instituto Nacional de Antropologia e Historia, es probablemente la clasificaci6n més confiable hasta ahora. tarasco como segunda lengua que estdn actualmente en uso en ees institucién: Udndakua udnokus purképecha jimbé y Udndeni Michoacani. 4l4 La tabla que se inicia en la pagina siguiente comprende solamente lenguas que se hablan en México (o que se hablaron hasta hace muy poco tiempo, precedidas por un asterisco en la tabla) omitiendo idio- mas genéticamente emparentados que existen o existieron en paises vecinos y que, ocasionalmente, podrian hacer més clara la clasifi- cacién. Igualmente se suprimieron las lenguas desaparecidas durante la Colonia, que por eso son poco o nada conocidas y de ubicacién in- cierta en la tabla clasificatoria. Por el contrario, se incluyé el kikapu, idioma algonquino que ingresé a México a mediados del siglo xix. Desafortunadamente, como bien se sabe, no se han establecido nor- mas para usar de manera consistente e inequivoca los términos de la taxonomia lingtifstica; aqui se ha preferido designar con igual cate- goria taxondémica las unidades cuyo grado de diversificacién respecto a otras unidades est& dentro de determinados limites: Familia: es el conjunto de hablas que derivan de una protolengua cuya diversificacién se iniciéd entre 3000 y 2000 antes de nuestra era. (En la tabla llevan nimeros romanos). Subfamilia: porcién de una familia que comenzé a diversificarse quizé entre 2000 y 1000 a. de C. (Marcadas con maytsculas). Grupo: parte de una subfamilia cuya diversificacién se inicié apro- ximadamente entre 1000 a. de C. y el principio de nuestra era. (Los grupos llevan letras mintsculas en la tabla). Subgrupo: su diversificacién debe datar de algin momento entre los inicios y el siglo X de nuestra ‘era. (Se marcan con mints- culas griegas). Lengua: hablas cuya diferenciacién se inicié hace unos 1000 afios; puede haber considerable variedad dialectal 0 pocos dia- lectos poco diferenciados ademds, y también hay lenguas monodialectales. (En la tabla las lenguas llevan nimeros ardbigos, en forma corrida, para permitir su ubicacién en el] mapa). Tabla de clasificactén de las lenguas indigenas del México moderno 1, FAMILIA HOKANO-COAHUILTEOA A. Subfamilia yumana de Baja California 1. paipai 2. kiliwa 3. cucapé 4. cochimi B. Subfamilia seri 5. seri C. Subfamilia tequistlateca 6. tequistlateca o chontal de Oaxaca Il. FAMILIA CHINANTECA a. Grupo del ojiteco 7. chinanteco de Ojitlén 8. chinanteco de Usila b. Grupo de Quiotepec 9. chinanteco de Quiotepec 10. chinanteco de Yolox ¢. Grupo de Palantla 11. chinanteco de Palantla 12, chinanteco de Valle Nacional d. Grupo de Lalana 18. chinanteco de Lalana 44, chinanteco de Latani 15. chinanteco de Petlapa Il. FAMILIA OTOPAME A. Subfamilia pame 16. pame de] norte 17. pame del sur B. Subfamilia chichimeca 18. chichimeca jonas C. Subfamilia otomiana 19. otomi 20. mazahua D. Subfamilia matlatzincana - 21. matlatsinca 22. ocuilteco IV. FAMILIA OAXAQUENA A. Subfamilia zapotecana a. Grupo serrano del norte 28. aapoteco de Vilalta 24. zapoteco vijano 25. gapoteco del rincén b. Grupo de los valles centrales y el Istmo 26. sapoteco vallista 27. tehuano c. Grupo de las sierras del sur 28. zapoteco de Cuixtla 29. solteco d. chatino y papabuco 380. chatine 31. papabuco B. Subfamilia mixtecana a. Grupo mixteco a. Subgrupo mixteco 82. mixteco de la costa 88, mixteco de la Mixteca Alta 34, mixteco de la Mixteca Baja 35, mixteco de la gona mazateca 36. mixteco de Puebla A. Subgrupo euicateco 87, cuicateco 4. Subgrupo trique 38. trique b. Grupo amuzgo $9. amuzgo C. Subfamilia mazatecana 40, mazateco 41. chocho o popoloca 42. ixcateco (V. FAMILIA MANGUENA) * (chiapaneco) VI. FAMILIA HUAVE 48. huave Vil. FAMILIA TLAPANECA 44, tlapaneca Vill. FAMILIA TOTONACA 45, totonaca 46, tepehua IX. FAMILIA MIXE 47, mixe 48, zoque 49, popoluca X. FAMILIA MAYA a. Grupo inik 50. huasteco b. Grupo winik a, Subgrupo yaxqué 51. maya peninsular (conocido con los nombres “maya” “yucateco” y “lacandén”)} B. Subgrupo yaxché 52. chol 58. chontal 54. tzeltal 55. taotail 56. tojolabal 4. Subgrupo raxché 57, mame 58. teco §. Subgrupo motocintleco 59. motocintleco XL FAMILIA YUTOA2ZTECA a. Grupo sonorense a. Subgrupo pimano 60. pima alto 6 p&pago 61. tepehudn o tepecano 8. Subgrupo tarahumara-cahita 62. tarahumara-varohio 68. cahita ( conocido como “yaqui”.y “mayo”) &. Subgrupo cora-huichol 64. cora 65. huichol b. Grupo aztecano 66, néhuat] (conocido como “néhuatl]”, “azteca”, “mexicano” © “mexicanero”) (XI. FAMILIA CUITLATECA) *(cuitlateca) XL. FAMILIA TARASCA 67, tarasco o purhépecha XIV. FAMILIA ALGONQUINA 68. kikapd DISTRIBUCION DE LAS FAMILIAS LINGi(STICAS POR MUNICIPIO, SEGON EL CENSO DE 1980 VEASE Tabla de clasificacién de las lenguas indfgenas del México moderno, en las paginas 416-417. Como es de esperar por quienquiera que se haya asomado a la geo- grafia de las lenguas y a los procesos que llevan al estado de cosas en un momento dado, ninguna de las familias presenta toda la escala de divisiones y subdivisiones. Al haber designado de manera uniforme las unidades taxondédmicas jerdrquicas y haberlas marcado en la ta- bla también congruentemente, una ojeada a la tabla de clasificacién permite comparar la complejidad relativa de cada una de las fami- lias lingiifsticas asf como relacionar estos datos con la informacién arqueolégica. Puesto que, como senalé antes, los lingilistas usamos de manera muy laxa los nombres para las unidades taxonémicas (por ejemplo, llamamos “familia” a la indoeuropea, lo mismo que a la italocéltica ~en caso que se reconozca como una unidad real- o a la itélica o a Ja romance), creo titi] hacerse una equiparacién aproximada de las 418 unidades de clasificacién usadas en la tabla con las unidades, cada vez més amplias, en las que quedaria comprendido el espafiol: El espafiol es una lengua distinta de cualquiera otra (no es catalan, ni occitano, ni italiano, etc.) como son distintas cada una de las lenguas indfgenas que llevan nimeros ardbigos en la tabla de clasifi- cacién a pesar de que en ocasiones el uso general las conozca con un solo nombre (“zapoteco” o “chinanteco”); por el contrario, hay len- guas algunas de cuyas variantes dialectales se conocen con nombres distintos (es el caso de “yaqui” y “mayo”, de “maya”, “lacandén” y “yucateco”, y algunos otros). El espanol, con el catalan y el portugués, forma el subgrupo hispa- nico (del grupo occidental, de la familia romance) comparable con el subgrupo yaxché (del grupo wini de la familia maya) 0 con cualquier otro subgrupo de la tabla clasificatoria. El grupo occidental (en el que ademés del hispanico estan el galico y otros) es diferente del grupo occidental, del que forma parte la lengua rumana, de manera similar a la que el grupo-inik (con una sola lengua) es diferente al grupo winik (con varios subgrupos y més lenguas), o a la manera en que la familia yutoazteca comprende los grupos sonorense y aztecano. Otra similitud hay en estos ejemplos, pues ni la familia maya, ni la parte de la yutoazteca que aparece en la tabla, ni la romance tienen subfamilias entre los grupos y las familias; es posible que haya habido antiguas lenguas que desapare- cieran sin dejar descendientes, como lo hicieron el osco y ef umbro, pero también es posible en un tiempo existieran tales descendientes y que la expansién de las lenguas “imperiales” los haya extinguido (aunque no es lo mismo, Jo sucedido serfa semejante a la desaparicién de hablas como las mozdrabes ante el avance de otras). Por iltimo, cada una de las famtitas de la tabla es comparable a la familia romance en el sentido de que constituye una unidad en la que cada uno de sus elementos es mas préximo a los demés elementos de la misma familia que a cualquier elemento de otra unidad familiar, de que esta unidad es producto de la diversificacién de un idioma antiguo y de que ninguna otra familia lingiistica est& cercanamente emparentada (si bien la distancia lingifstica entre familias puede ser lejana o muy lejana en diferente grado). 419 Para los fines de la historia cultural y de los estudios etnoldgicos y arqueolégicos no parece muy itil remontarse mucho mas atrds que 3000 antes de nuestra era, lo cual no quiere decir que no existan re- motas relaciones genéticas entre algunas familias. Probablemente no sean reales todas las relaciones remotes que alguna vez se han suge- tido y a la vez deben reconocerse ahora relaciones que antes habjan pasado desapercibidas; por otra parte, no es suficiente con establecer la existencia de relaciones genéticas remotas, sino que es preciso de- terminar el grado de éstas. No parece conveniente referirse a todas las posibles relaciones, pero si vale la pena comentar sobre algunos agrupamientos cuya existencia es costumbre dar por sentada: en la li- teratura antropolégica es tradicional el nombre “familia otomangue” -derivado de los nombres de las lenguas miembros situadas en los extremos del drea de distribucién, el otom{ y el mangue- que com- prenderia con seguridad lo que en este articulo reconozco como tres familias: la otopame, la oaxaquena y la manguefa (III, IV y V); con menos seguridad se incluja en ella al “chinanteco” (que es en realidad : toda una familia, la It) y al huave (familia de una sola lengua a la que en ocasiones se preferia agrupar con las lenguas mayas); actualmente parece fuera de duda que las cinco familias estén relacionadas en una unidad taxonémica de jerarquia superior al que podrfa llamarse “filum”, pero entonces surge el problema de que hay fuertes indicios de relaciones con otras familias -todavia por lo general insuficiente- mente exploradas- a las que habr{a que incluir en el filum, como se ha incluido recientemente la tlapaneca. Este filum seria comparable al indoeuropeo en su conjunto. Una relacién similar se ha sefalado entre las familias maya, mixe y totonaca (VIII a X), pero ahora se duda de que sea real; también se hg propuesto un parentesco remoto entre las familias yutoazteca y cuitlateca (XI y XII), no probado to- davia. Suponiendo que se probaran plenamente las relaciones entre familias propuestas en lineas anteriores y alguna mas todavia no ad- vertida, atin quedarian de cuatro a seis filumes sin ninguna relacién entre si (digamos como entre espafiol y chino) o con una relacién extremadamente remota que han propuesto Swadesh y Greenberg. 420 ESTUDIOS DE LINGUISTICA DE ESPANA Y MEXICO Editoras: Violeta Demonte Beatriz Garza Cuarén con la colaboracién de: Rezpsoa Barrios Vitranveva Butmaro Reyes Corrs CL UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO EL COLEGIO DE MEXICO, A. C. MExIco 1990 " Primera edicién: 1990 DR. © 1990, Universidad Nacional Auténoma de México, Ciudad Universitaria, 04510 México, D: F., y El Colegio de México, A. C. Camino al Ajusco 20, 01000 México, D. F. INSTITUTO DE INVESTIGACIONES FILOLOGICAS EL CoLsaio. pe MExioo, A. C. Impreso y hecho en México ISBN 968-S6-1508-2

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