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3 enseñanzas que encarcelan el instinto de los niños

“La intuición es el susurro del alma” -Krishnamurti-

Nuestra forma de educar a los hijos viene determinada por cómo lo han
hecho nuestros padres o cómo lo hacen los demás. De esta
forma, repetimos patrones, sin analizarlos en profundidad para
determinar si están bien o mal. Hoy te daremos algunos ejemplos de
cómo ciertas actitudes que potenciamos y que creemos son buenas pueden
matar el instinto de tus hijos.

Matas el instinto cuando presionas.


Raquel Lemos Rodríguez Quizás creas que en ciertas ocasiones presionar a tus hijos puede tener
resultados positivos. Pero esto no ocurre cuando se trata, por ejemplo, de
abrazar o besar a otras personas. Todo el mundo tiende a querer mostrarse
cariñoso con los más pequeños. Pero… ¿alguien ha pensado en si ellos
quieren lo mismo?
Imagina que a ti te obligan a besar a alguien que te cae mal o a abrazar a
esa persona que te no te agrada lo más mínimo. Si a tu hijo no le apetece
abrazar a alguien y tú lo obligas, estás matando su instinto. Él
aprenderá que no debe someterse de manera sistemática a la voluntad del
adulto, con independencia de si ese adulto le agrada o no.

Algunos lo llaman sexto sentido, otros intuición y muchos instinto. Una


habilidad que poseemos desde que somos pequeños, pero que con el paso
de los años la lógica y la racionalidad destrozan. No todo es lógico. Gracias
a nuestro instinto podemos detectar a las personas tóxicas, saber cuándo
alguien no nos conviene o nos intenta hacer daño

Al eliminar tu instinto, te conviertes en una persona más vulnerable.


Entonces, ¿por qué hacemos esto?, ¿qué es lo que ha pasado? La De igual manera, existe otro tipo de presión. Una presión que ha ido
enseñanza es lo que ha pasado. Los adultos creen que saben enseñar. surgiendo en los últimos años y que provoca que los niños no disfruten de
Pero, no son conscientes de que hay habilidades importantes a las que no su infancia. Hablamos de las terribles actividades extraescolares, esas
les prestan atención. El instinto, por ejemplo.
que ocupan el tiempo de los niños pero que les impide hacer lo que mejor
saben y lo que más necesitan, jugar. Si es con sus padres, mejor.
Los niños aprenden desde muy pequeños a involucrarse en aquellas
actividades que en teoría les hace más competitivos en el futuro, sin
tener en cuenta si se sienten bien con ellas, si les hacen felices… Estamos
matando su instinto. Al final, se convertirán en adultos que no sabrán
realmente lo que quieren y que se dejarán llevar por lo que cualquier trabajo
esclavo demande.

Los miedos no son tonterías


Cuántas veces habremos escuchado “ya eres demasiado grande para
temerle al coco” o “tenerle miedo a la oscuridad es una tontería”. Con esto,
intentamos tranquilizar a nuestros hijos, pero en realidad estamos ignorando
un miedo. Esto, sin saberlo, se convierte en una barrera.
El niño aprenderá a ocultar sus miedos para que los demás no piensen que
se está comportando de una forma ridícula. Su instinto se destruirá poco a
poco, hasta que llegue el momento en el que no sepa identificar aquellos
miedos verdaderos de los que no lo son. Esto puede ocasionarles graves
problemas en el futuro.

Los miedos que no se superan se convierten en barreras Cuando un niño siente esa falsa sensación de seguridad, su sexto sentido
se adormece y cuando sea necesario no se despertará. Cuando cometan un
Contrariamente a esta actitud, existen los padres que intentan proteger en error se sentirán perdidos, la inseguridad les someterá. Tenemos la
todo momento a sus hijos. Es normal que tengas esta tentación. Pero, ellos errónea idea de que debemos proteger a nuestros hijos, pero lo que en
tarde o temprano tendrán que lidiar con los problemas, los miedos y las verdad deberíamos enseñarles es cómo protegerse a ellos mismos.
situaciones con su propia actitud y sus diferentes aptitudes. Les estás
inculcando una falsa seguridad, que se va a romper drásticamente si un Como padres no siempre tenemos la razón
día no puedes alcanzar esos niveles de protección. ¿Por qué siempre queremos tener la razón? Los adultos también se
equivocan, pero parece que queremos ser mejores, dar una falsa
apariencia de perfección. No nos damos cuenta de que somos tan
humanos y tan imperfectos como los demás. Esto provoca que cometamos
muchos errores.
¿Recuerdas cuando tú eras un niño? ¿Te acuerdas de cuándo no
comprendías por qué te mandaban hacer algo cuando tus propios padres no
predicaban con el ejemplo? Esto puede contrariar a un niño, provocando
que no sepa realmente lo que está bien o lo que está mal.
El instinto de un niño se ve mermado en esta situación y en muchas otras.
Como, por ejemplo, cuando no escuchamos verdaderamente a nuestros
hijos porque lo que dicen son “tonterías”. Recuerda ese respeto que tú le
estás queriendo inculcar a tu hijo. Él también se lo merece, ¿no lo
crees?

“El ejemplo tiene más fuerza que las reglas” -Nikolái Gógol

Son muchos los patrones de comportamiento que automáticamente


aplicamos con los más pequeños, sin pararnos a pensar cuáles son sus
verdaderos efectos. No nos damos cuenta que matamos ese instinto con el
que nacen y que podría facilitarnos mucho la vida. Entonces, ¿por qué
empecinarnos en acabar con él? El instinto y la racionalidad deberían de
encontrarse en equilibrio. Solamente así podremos tomar las mejores
decisiones.

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