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Eloísa tenía algo que le hacía diferente de los demás, y es que ella solo sabía hablar en verso.
Cuando se levantaba por la mañana, saludaba a su familia dirigiéndose a ellos uno por uno.
Su familia estaba orgullosa de tener una poetisa en casa y respondía a coro:
_Buenos días, poetisa Eloísa.
Pero fuera de su casa, Eloísa tenía problemas por su forma de hablar.
Un día, su madre la mandó a comprar pan y rosquita. Cuándo la niña entró a la panadería, dijo:
_ Buenos días, don Julián.
Quiero un kilo de rosquitas y cinco barras de pan.
El panadero pensó que Eloísa se estaba burlando de él, y de mal humor le dijo:
_ Toma el pan y las rosquitas y vete a hacer gárgaras con tus poesías.
Eloísa tuvo tantos problemas que, un buen día, decidió no decir ni pío. Entonces sus padres la llevaron a
varios médicos.
Uno de ellos le dijo que hablara al revés, para que no le salieran poesías.
Eloísa puso en práctica aquella recomendación. Efectivamente dejó de hablar en verso, pero no la entendía
nadie.
El siguiente médico al que visitaron le dio este consejo:
_ Cada vez que hables, Eloísa, intenta decir solo una palabra así no formarás rimas.
Y Eloísa lo intentó. Pero todo el mundo empezó a pensar que era una maleducada, porque no saludaba ni se
despedía ni pedía nada “por favor” ni daba las gracias.
Así que tuvo que abandonar también este tratamiento.
Finalmente, Eloísa y su familia fueron a la consulta de un médico muy famoso, que era especialista en
trastornos de lenguaje. Después de mirar a Eloísa con muchos aparatos, el médico dijo:
_ Esta niña tiene una versitis rimiforme. Es una enfermedad que no tiene ninguna importancia y se cura de
un modo sencillísimo.
Eloísa, muy contenta, preguntó:
_ Dígame, señor doctor, ¿qué debo hacer, por favor?
Y el médico respondió:
_Es muy sencillo, ya verás. Cada vez que tengas que hablar, piensa primero lo que vas a decir y, luego,
desordena las palabras para que no rimen.
Y cuando Eloísa iba a la carnicería, en vez de decir:
__Buenos días, Mari Pepa. Póngame siete filetes y dos kilos de chuletas.
Desordenaba todas las palabras y decía:
__Mari Pepa, buenos días. Póngame dos kilos de chuletas y siete filetes.
Y así aprendió a hablar en prosa, que es como hablamos normalmente. Aunque, en su casa, continuó
haciendo las hermosas rimas que tanto gustaban a su familia.
Lola Nuñez, Eloísa, la poetisa, (Adaptación)
¡Para verte mejor!