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El Estado de derecho se diferencia del Estado autoritario, entre otras cosas, en que
los ciudadanos son los dueños y señores de las instituciones políticas, mientras que los
políticos no son ni más ni menos que gestores del interés general y de las necesidades
colectivas de las personas. Los poderes del Estado, para realizar adecuadamente sus
tareas, tienen autonomía para el ejercicio de sus funciones. Así las cosas, se comprende
bien que el poder se ejerza para la mejora de las condiciones de vida del pueblo y que lo
normal y ordinario en la democracia sea que los actos del poder sean racionales,
inteligibles para las personas, que son los destinatarios reales de la acción pública.
Pues bien, en los últimos tiempos se ha puesto de moda en diferentes partes del
globo que los dirigentes públicos en sus declaraciones públicas se cuiden de ser sometidos
a las preguntas de los informadores de los medios de comunicación. Es decir, nos
encontramos ante una práctica propia de quien considera que el ejercicio del poder no
requiere de explicaciones o justificaciones al pueblo.
Esperemos que también en este punto, la presión de los periodistas libres, cada vez
más difíciles de encontrar, fuerce a los dirigentes públicos a volver a la normalidad, a la
racionalidad democrática que tanto sacrificio ha costado, por cierto, recuperar en España .
SIGLO XXI SIGLO DE ANTIVALORES
La historia y futuro de los países se constituya sobre la base de sacrificio, esfuerzo e
identidad. Los valores son hábitos que facilita la construcción de sociedades democráticas
y tolerantes. Parece ser que, en nuestro querido país, los personajes públicos, quienes
deberían contribuir con el ejemplo positivo, están haciendo un gran esfuerzo por destruir
y dañar moralmente el nombre de los países y la imagen del ciudadano en el mundo
Los que mancillan, la imagen del país, deberían recibir castigos efectivos y
ejemplares, pues dañan nuestra imagen, es nefasto ejemplo para jóvenes y juegan con la
expectativa de millones de ciudadanos deseosos de éxitos. Resulta muy peligroso, que
inmaduros, irresponsable y faltos de ética profesional, cusen nuestras fronteras para
representar a nuestros países en cualquier cosa, por más talento que tengan, considero
que se les debería privar del orgullo de representar a nuestra patria; pues con este tipo de
personas corremos un riesgo mayor. Que difícil resultara, para cualquier técnico,
programar un trabajo serio, organizado y responsable con este recurso humano.
“nuestra diversidad expresa riqueza. Por ejemplo, cada uno de los pueblos indígenas que
habitan el territorio nacional es depositario de un conjunto de valores que se manifiestan
en formas propias de ver el mundo; la naturaleza de organizarse, de generar arte, de
producir, de vivir y sentir”, expresa rivero, quien por años estudió a las distintas etnias del
país. Los datos de ese sesudo trabajo, sumado a los resultados del censo de población y
vivienda 2001, publicado por el instituto nacional de estadísticas (ine), son la base de esta
nota periodística que intenta dar luces sobre 34 de los 36 grupos originarios oficialmente
reconocidos.