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Oíd, hijos la doctrina de un padre, y estad atentos para que conozcáis inteligencia. Y él me enseñaba,
y me decía: mantenga tu corazón mis razones, guarda mis mandamientos, y vivirás.
Pero la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es
perfecto.
Aparta de ti la perversidad de la boca, y aleja de ti la iniquidad de los labios. Miren tus ojos lo
recto, y tus párpados estén directamente hacia adelante. Examina la senda de tus pies; y háganse
estables todos tus caminos. (No tomar apresuradamente ningún curso de conducta.)
Hijo mío, está atento a mi sabiduría, y a mi conocimiento inclina tu oído; para que guardes consejo,
y tus labios conserven la ciencia.
El hombre malo, el hombre depravado, anda en perversidad de boca; que guiña los ojos, que habla
con los pies, que hace señas con los dedos. Perversidades hay en su corazón, anda pensando el mal
en todo tiempo; siembra las discordias. Por tanto su calamidad vendrá de repente; súbitamente
será quebrantado, y no habrá remedio.
Seis cosas aborrece el Señor, y hasta siete abomina su alma (significa que la lista no es exhaustiva).
Pero el que comete adulterio con una mujer, es falto de entendimiento, corrompe su alma el que
tal hace. Heridas y deshonra encontrará; y su afrenta nunca será raída.
LA SABIDURÍA PERSONIFICADA
Entended, simples, discreción; y vosotros, insensatos, sed de inteligente corazón. Oíd, porque
hablaré cosas excelentes; y abriré mis labios para cosas rectas. Porque mi boca hablara verdad, y la
impiedad abominan mis labios. En justicia son todas las razones de mi boca; no hay en ellas cosa
perversa ni torcida. Yo, la sabiduría, habito en la discreción, y hallo el conocimiento de los inventos
ingeniosos. El temor de Jehová es aborrecer el mal; la soberbia y la arrogancia, y el mal camino y
la boca perversa, aborrezco.
Yo amo a los que me aman; y me hallan los que madrugando me buscan. Por camino de
justicia guiaré, por en medio de sendas de juicio.
LA SABIDURÍA ES IMPERECEDERA
Buenaventura el hombre que me oye, velando a mis puertas cada día, guardando los umbrales de
mis entradas. Porque el que me hallare, hallará la vida, y alcanzará el favor del Señor. Pero el que
peca contra mí, defrauda su alma: todos los que me aborrecen, aman la muerte.