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Las naciones sin Estado


AGUSTí COLOMINES 1 COMPANYS
Universitat de Barcelona

La nación en la historia
Existen muchos y buenos estudios sobre nacionalismo, aunque pare-
ce evidente que uno de los principales obstáculos que deberían superar
las ciencias sociales es la débil distinción entre los conceptos de «Nación»
y «Estado», especialmente cuando las naciones sin Estado (por decirlo
desde la perspectiva occidental) o los pueblos indígenas (por incluir una
perspectiva política y sociológica en alza) emergen como actores de lo
contemporáneo. O por lo menos parece que lentamente van dejando de
formar parte de lo invisible en la historia.
Existe, no obstante, una visión interpretativa dominante que defien-
de que las naciones son construcciones modernas, meros artificios de la
modernidad. Dentro de esta visión, que vincula las naciones y por
consiguiente los nacionalismos a la modernidad, existen dos enfoques
distintos. Uno, al que podríamos calificar de intelectualista, que atribu-
ye dicho fenómeno al empuje de la ideología modernizadora liberal; y
otro, pongámosle el epíteto de politicista, que atribuye esta acción de
nacionalización de las masas por medio de la política y los Estados al
conservadurismo con la intención de legitimar la conquista burguesa del
poder. No cabe duda de que ésta es la visión clásica y mayoritaria entre
los investigadores del tema. Uno de los aspectos destacados de las
interpretaciones que se han convertido en dominantes entre los medios
académicos de los últimos años es, precisamente, el de la modernidad o
no del nacionalismo. Las tesis que tratan al nacionalismo como un
fenómeno moderno que crea naciones e inventa tradiciones han calado
en los trabajos de los nuevos investigadores, retornando la vitalidad de
los estudios sobre el nacionalismo de los dos autores pioneros: Hans
Kohn (1966) y Carlton Hayes (1966).
Ernest Gellner, uno de los nuevos intérpretes más influyentes hasta
su muerte en 1995, pertenecía a dicha corriente. En su influyente libro
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Nations and Nationalism (1983) insistió en que con el industrialismo, f; dores sociales, culturales y psicológicos que de una manera u otra
que exigía cada vez más comunidades estandarizadas, se impuso la 105 a.tieron que floreciese el sentimiento nacional que acompañó a la
necesidad de la nación (aspecto que se refuerza por medio de la educa- pef1Il1
forma ción de las naciones.b Como
t d
ya advirtió Anthony
1 t . .,
Smith
l't
' (2002,
. '
1
p.
ción), y que algunos pueblos, con antecedentes más o menos comunes, ) Breuilly se centra so re o o en a compe IClOnpo 1 lca, mI rtar y
buscaron esa forma de unidad para poder participar de las ventajas que 55 , ómica entre Prusia y Austria, dejando a un lado (o reduciéndolos a
les ofrecía la sociedad industrial. Según Gellner, las naciones fueron
f::ínima expr~sión) los factores cult~rales, las ideologías o los .m~~-
resultado de las condiciones sociales estrictamente modernas que intro- . ntos romántIcos, generadores
mle , . de mItos populares,
' recuerdos hlston-
dujo la sociedad industrial y la ciencia moderna (movilidad y anonimato coSY de los símbolos mas antIguos d e 1a Germama. .
social, necesidad de contar con una educación pública estándar, natura-
leza semántica del trabajo, etc.), con lo cual se inició el proceso de Dentro de la corriente modernista que insiste en los aspectos políticos
disolución de las identidades pasadas basadas en un orden social del nacionalismo, hay quien cree, como es el caso de Eric J. Hobsbawm,
jerárquico y personalizado. En suma, para Gellner el nacionalismo fue que las naciones son producto de los nacionalistas, cuyo objetivo es la
la respuesta inducida por los nacionalistas a una enorme crisis de creación de Estados territoriales independientes. Por lo tanto, Hobsbawm
identidad, que fue al tiempo individual y colectiva. Por lo tanto, en la defiende el aspecto <<instrumental» de este nacionalismo y lo vincula al
teoría de Gellner los elementos subjetivos que forman parte de lo concepto de «invento de la tradición», de resonancias claramente
nacional (identidad y solidaridad) no se toman en cuenta o incluso se hegelianas en cuanto hace suya la teoría de los «pueblos sin historia»
rechazan. (Hobsbawm 1991). Desde una perspectiva claramente antinacionalista,
Hobsbawm destila, claro está, una prevención contra las manifestacio-
John Breuilly (1990), por su parte, y partiendo de la idea general de nes nacionalistas y, sobre todo, un ideologismo nada disimulado: «Por
que los nacionalistas siempre aspiran a la independencia del territorio suerte -escribe Hobsbawm mientras expresa que ningún historiador
donde actúan, distingue entre tres tipos de movimientos nacionalistas: serio de las naciones y el nacionalismo puede ser un nacionalista
de secesión, de unificación y de reforma. Desde su punto de vista, añade, comprometido políticamente-, al empezar a escribir este libro no me ha
cada una de estas actitudes puede darse en el seno de los Estados-nación hecho falta olvidar mis convicciones no históricas» (pp. 21-22).
o en cualquier otro sistema político, por ejemplo los imperios y las
La debilidad de esta clase de planteamientos es que, bajo la aparien-
colonias. De este modo, serían seis y no tres los tipos de movimientos cia de neutralidad, en el fondo se muestran condescendientes con el
nacionalistas que describe este autor, los cuales combatirían por el nacionalismo -deberían decir también <<inventado»- de los Estados
poder con fórmulas y maneras diversas. Puesto que para él el naciona-
nación consolidados. Según esta versión, sin embargo, el nacionalismo
lismo es una forma de oposición política que equipara la noción historicista
de Estado tiene un origen democrático y político encaminado a instaurar
de la nación única e indivisible con el concepto político de nación-Estado una nación cívica -en contra de los sentimientos «tribales» de las
universal (y por esto la nación es la base natural y singular de un Estado
~inorías rebeldes- que satisficiera las necesidades sociales y psicoló-
territorial al que siempre aspiran), la cultura y los intelectuales ten-
gIcas generadas por el mundo moderno. Hobsbawm, por continuar con
drían poca importancia al analizar el proceso de formación del naciona-
lismo. ~~ mismo eje~plo, incluso llega a manifestar, en palabras de J ohn Keane
d 9~5), una CIerta nostalgia por los antiguos imperios modernos, hoy
Los análisis de Breuilly son representativos de lo que podríamos eSI~tegrados, porque impedían a las naciones pequeñas crear Estados
denominar la escuela «politicista» del pensamiento histórico y sociológi- ~rO?IOS.No es el único que lo celebró: Jean Berenguer (1993) o Fran~ois
co sobre las naciones y el nacionalismo, para la cual fue la política del . etJo (1990) ya hace algún tiem p o q ue también reivindicaron a los
lmp ,
poder -no la ideología o la identidad cultural- aquello que propició la el .erros centro-europeos, recogiendo una idea que fue muy potente en
creación del primer Estado-nación: el Estado alemán. Pero esto es una
el ~lglo XIX y durante el primer tercio del XX, sin tener en cuenta que
verdad a medias, puesto que no explica, por ejemplo, por qué triunfó una u esarrollo histórico nos ha permitido ver que aquellos imperios fueron
nación alemana frente a los posibles rivales, Prusia o Austria. El
concepto de nación que defiende Breuilly no tiene en cuenta, por lo tanto,
~ rnodelo imperfecto de agrupación política que generó un conflicto de
an alcance: la Primera Guerra Mundial. Como también hemos podido
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INSTITUTO DE ESTUDIOS
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. ' s En contraste, los derechos colectivos tienden a referirse a


comprobar con el paso de los años, aquellos imperios si bien tal vez qUlene .
consiguieron «tapar» la realidad, en cambio no pudieron eliminarla. Los grupos más específicos».
conflictos posteriores a la caída del Muro lo demuestran sobradamente. Pero ¿qué son en realidad los derechos colectivos? Desde un punto de
. ta social, la OIT distingue entre lo individual en materia de derechos

La explosión de la identidad ~sla no-discriminación, a la pro~~ción de la igual?ad, a la e~iminación


del trabajo forzoso, a la protecclOn de los trabajadores mlgrantes y
El escritor libanés Amin Maalouf se interrogaba hace algún tiempo fronterizos, y del empleador), y lo colectivo (a la libertad de asociación y
sobre qué hacer cuando los habitantes de un país sienten que pertenecen sindical, a la negociación colectiva, a la huelga, a la promoción y
a distintas comunidades religiosas, lingüísticas, étnicas, nacionales, desarrollo de procedimientos preventivos y de resolución de conflictos,
raciales o de cualquier otro tipo. ¿Debemos tener en cuenta estas al diálogo social, al fomento del empleo, a la protección de los
diferencias o bien es mejor obviarlas como si no existieran, que es lo que desempleados, a la formación profesional y al desarrollo de recursos
reclama lo que podríamos denominar neojacobisnismo? (Maalouf2004, humanos, a la salud y seguridad en el trabajo, y, en fin, a la seguridad
social). Desde su creación en 1945 la ONU también reconoció la existen-
p.1).
cia de los derechos colectivos a través de su carta fundacional (en el
La cuestión de los derechos colectivos es, sin duda, uno de los aspectos artículo 1.2 de dicha carta se manifiesta la necesidad de «desarrollar
más complejos que plantea hoy la teoría de los derechos humanos. Entre entre las naciones relaciones amistosas fundadas en el principio de
los grupos que reivindican estos derechos se encuentran las minorías igualdad de los derechos de los pueblos y de sus respectivos derechos a
nacionales o las naciones minoritarias, que pretenden conseguir, ade- disponer de ellos mismos»), de la Declaración Universal de los Derechos
más del respeto a los derechos de las personas que las integran, el Humanos (1948) y de las múltiples declaraciones posteriores que atien-
reconocimiento y la protección del derecho a su existencia y del derecho den los derechos de las personas en su condición de niños, ancianos,
a la propia identidad. 'Derechos colectivos que forman parte de una mujeres, creyentes, miembros de una minoría y así sucesivamente.
nueva «política de la diferencia» y que implican un importante cambio
en las nociones de soberanía y de autodeterminación. Cuando hablamos de derechos colectivos estaríamos hablando, por
una parte, de derechos que se predican de grupos y, por otra, de
Los derechos colectivos son derechos humanos específicos, nos dice el determinados grupos de los que se predican ciertos derechos. Por tanto,
profesor Agustín Grijalva (2001) al analizar la relación entre la adminis- uno de los problemas con los que pronto nos tenemos que enfrentar es el
tración de justicia y los derechos indígenas en Ecuador; de los cuales sólo de la definición del grupo. Porque se habla de derechos colectivos, pero
son titulares ciertos grupos humanos. Los derechos colectivos, dice ¿de qué colectivos? ¿De cualquier colectivo? O dicho de otra manera, ¿los
Grijalva, son parte de los llamados derechos de tercera generación cuyo colectivos tienen derechos por el mero hecho de ser colectivos? En todo
reconocimiento internacional fue históricamente posterior a la de los caso, la gran incógnita que debemos dilucidar es de qué colectivos o
derechos civiles y políticos (primera generación) y a la de los derechos ~pos estamos hablando cuando hablamos de derechos colectivos: ¿es
económicos, sociales y culturales (segunda generación). Algunos dere- ~gu~l una familia que una comunidad de propietarios, una minoría
chos de tercera generación son el derecho al desarrollo, a la paz, al etnIca o cultural que un Estado, una confesión religiosa que un sindica-
patrimonio artístico y cultural, a un medio ambiente sano, los derechos to, una nación que un Estado? ¿Hay alguna diferencia? En definitiva,
de los pueblos indígenas y los de los consumidores: «Los derechos ¿qué es lo que distingue a los grupos?
colectivos se distinguen de otros derechos de tercera generación porque
es relativamente posible determinar quiénes concretamente pueden F Los críticos con los derechos colectivos, como por ejemplo el filósofo
ernando Savater (1998), argumentan que la reivindicación de los dere-
reclamarlos o son afectados por su violación. De esta suerte, los derechos
de tercera generación al desarrollo o a la paz los tenemos todos los ~hos cole~tivos no pretende, en muchos casos, ampliar los derechos indivi-
. uales, SIllOtodo lo contrario: «Siento ante esta afirmación tajante [la no-
miembros de la sociedad, son derechos difusos en cuanto que su violación
~ncOmpatibilidad entre los derechos individuales y los colectivos] la misma
nos afecta a todos pero no es posible determinar específicamente a
Ira teórica que en tantas otras ocasiones, cuando la corrección política se
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demuestra en quienes ocupan altos puestos internacionales a través de


rticular una concepción pluralista del orden político y jurídico que
fórmulas admonitoriamente vacuas o brumosas. Porque pese a lo dicho por a a tribuya a revalorizar el sentido del arraigo y de la diversidad. La
tal especialista [Gros Espiell, experto de la ONU] sí que hay colisión entre ~ on . .
unos derechos y otros: entre el derecho humano a la vida del niño enfermo 1den tidad cultural y nacional
. 1 aparecen,
'
fl bl así, como
b rtlas dos vertientes de
nuevos proyectos naClOna es mas eX! es y a le os.
y el del colectivo de Testigos de Jehová a no permitir a sus miembros
transfusiones de sangre, entre el derecho humano a elegir la lengua Dice Ferran Requejo (2006) que en los estudios sobre nacionalismos
vehicular de la educación en una comunidad bilingüe y el del colectivo statales y no estatales- de las democracias liberales, las caracteri-
nacionalista que en nombre de la identidad nacional quiere que toda la -:iones habituales de las naciones sin Estado en la política comparada
educación se haga obligatoriamente en una de ellas, entre el derecho ~anaciones minoritarias) suelen basarse en criterios teóricos que com-
humano de las mujeres a no ser discriminadas socialmente y el de ciertos ~nan rasgos objetivos y subjetivos. Los primeros se centran en caracte-
integrlsmos colectivos a vetarles el acceso a determinadas actividades, rísticas históricas, lingüísticas, culturales, etcétera, que singularizan a
etcétera. Es ahí donde se plantea el enfrentamiento entre humanismo y una colectividad localizada en un territorio más o menos definido, y que
colectivismo, entre universalidad individualizante y tradicionalismo la diferencian de otras colectividades de su entorno. Es por ello que suele
hacerse referencia a colectividades que mantienen dichos rasgos a lo
homogeneizador.» Estos críticos llegan así a establecer la conclusión de que
los derechos colectivos resultanper se antagónicos a los derechos individua- largo de periodos dilatados de tiempo, algunas de las cuales tuvieron en
les e incluso a los derechos humanos. el pasado un poder político independiente. Los rasgos subjetivos inciden
en la voluntad -histórica y actual- de disponer de un gobierno propio.
Es precisamente ahí donde radica su error, ya que los derechos Una voluntad que ha podido y puede concretarse en el futuro de diversas
colectivos permiten pasar de la defensa del ser humano en un sentido maneras, desde un Estado propio hasta un autogobierno no secesionista
genérico o abstracto al ser humano en su especificidad o en la concreción a través de fórmulas federales o de autonomía política.
de sus diversas maneras de estar en la sociedad. Al fin y al cabo no se El nacionalismo es, pues, un fenómeno complejo, difícil de estudiar si
puede entender la historia de la modernidad si no es en clave no sólo de no es desde la perspectiva histórica, puesto que crece y se desarrolla
ejercicio, sino incluso de titularidad, de los derechos por parte de según unas estructuras específicas (espacio geográfico, base económica,
colectivos como el movimiento obrero, el feminismo, el pacifismo, el formación social, etcétera) del territorio que aquél dice reivindicar. La
ecologismo, el anticolonialismo, los derechos de los inmigrantes o de los historicidad del nacionalismo es, pues, primordial por huir de un exceso
pueblos indígenas. Dicho a la manera de Gurutz Jáuregui (1999), la de teoría que mezcla las cosas y lo pone todo al mismo nivel. Cuando
clase social, la edad, el género, el ethnos, etcétera, pueden facilitar el Mark Falcoff(1996) intenta explicar por qué la élite hispana que vive en
reconocimiento de derechos colectivos a determinados grupos, aunque la los EE.UU. emplea el inglés como lengua de comunicación social y
base legitimadora de tales derechos la constituye única y exclusivamen- adopta patrones culturales anglosajones, se adentra, precisamente, en
te el demos, cuya legitimidad se sustenta en lo individual. e~ terreno de la historia, de la evolución histórica. Según Falcoff, la
Como ya he dicho al iniciar este apartado, los derechos colectivos son dIferencia que hay entre el estatus del español en los EE.UU. y del
parte de los llamados derechos de tercera generación cuyo reconocimien- catalán en España se debe a que los hispanos norteamericanos no tienen
to internacional ha sido históricamente posterior a la de los derechos u~a territorialidad definida, ni un sector literario-intelectual coherente,
civiles y políticos (primera generación) y a la de los derechos económicos, nI ~a~poco defienden un proyecto político concreto. En los EE.UU. no ha
sociales y culturales (segunda generación). Algunos derechos de tercera eXIstIdo nunca un territorio hispano definido que se pueda reivindicar
generación son el derecho al desarrollo, a la paz, al patrimonio artístico Comohomeland hispano. En cambio, en Cataluña, esto sí que ha ocurrido
y cultural, a un medio ambiente sano, los derechos de los pueblos ~n ~ataluña y es por ello que históricamente se ha desarrollado un
indígenas y los de los consumidores. Es en este contexto donde debere- s ersI~tente nacionalismo, aun cuando no haya sido necesariamente
mos incluir los derechos nacionales -nacionalitarios, por llamarlos de eceslonista en sus objetivos finalistas.
otro modo-, especialmente en el contexto del proceso de globalización, rn La historia, el territorio y el idioma propios -elementos que todo el
de construcción de grandes espacios políticos (Unión Europea), de llegar undo sabe que ayudan a la formación de la conciencia nacional-, sólo
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son indicadores de la existencia de una identidad específica, puesto que ente. Dicho de otro modo, que quedaron al margen del orden
en la mayoría de casos la identidad nacional se apoya en la voluntad - ca1Jltfaliano que se puso en marcha en 1648 y por el cual se entronizó la
que comporta la existencia de un proceso- de las asociaciones humanas. ~e~ que los Estados eran absolutamente necesarios para el buen
Ernest Gellner (1998) definió el nacionalismo como un principio político 1 ~ierno de los individuos, que a partir de entonces se convertían en
que busca hacer coincidir la unidad política con la unidad nacional. Éste g? dadanos. Un orden nuevo que generó la formación del Derecho
ha sido el gran objetivo del liberalismo clásico, pero el mismo Gellner ~l~ernacional Público y llevó al mundo desde el sistema de Estados
reconocía que este principio se alcanza sólo a veces. La ecuación «Estado nodernos hasta la rampante globalización, sobre todo a partir de la
es igual a Nación» es, por lo tanto, falaz y, encima, contradice el n;.ída del Muro de Berlín. Y todo esto pasando, claro está, por la
autoproclamado principio liberal (pero también marxista) que Mazzini ~evolución Francesa de 1789 y la contrarrevolución del Congreso de
incorporó al derecho de las nacionalidades de preservar la diversidad. Viena de 1815, una vez derrotado Napoleón; por los efectos rupturistas
En fin, si queremos observar el nacionalismo y las diversas teorías que provocó la Primera Guerra Mundial y la creación de la Sociedad de
nacionales a partir del proceso de modernización de las sociedades Naciones el 1918 y, finalmente, por la distensión nuclear que siguió a la
contemporáneas, lo mejor sería desplazar los debates historiográficos Segunda Guerra Mundial y las conferencias de San Francisco y Yalta
hacia el estudio de la implantación de la democracia como sistema de que propiciaron la creación de la ONU el24 de Octubre de 1945. Nuestro
convivencia, observando de este modo, como diría el filósofo Norberto mundo -nuestro actual sistema político, se entiende-, es el resultado
Bobbio (1989), la capacidad o la incapacidad que ésta tuvo de garantizar de este largo proceso que se distingue, entre otras cosas, por la sujeción
de los nuevos ciudadanos a los Estados-nación, sin que se tuvieran en
la igualdad en la diversidad. En unos casos podemos notar la impronta
universalista de Voltaire, Rousseau o Renan, en otros, en cambio, del cuenta las distintas culturas nacionales (étnicas o lingüísticas) que
determinismo cultural de Herder y del vitalismo romántico. En todos estos albergaban.
ellos, sin embargo, hay una preocupación bien viva sobre el sentimiento El escenario político mundial es estatalista y, por lo tanto, los
de pertenencia, el idioma y la organización administrativa y política del organismos intergubernamentales internacionales también lo son. El
Estado. En todos ellos es posible observar un gran esfuerzo de reflexión resultado de esta arbitrariedad está a la vista de todos: que la división
sobre aqueljardín sin cultivar, lleno de buenas y malas hierbas, que para del mundo en Estados artificiales ha sido la causa, junto a las luchas
Herder era la nación. sociales y religiosas, de la extrema conflictividad contemporánea, sobre
todo porque no ha sabido dar respuesta a la crisis de pertenencia que la
ha acompañado ni ha podido saciar las ansias de las personas con un alto
Pensar la nación desde la era de la globalización grado de adhesión a su identidad. Preservar la distinción entre yo y el
otro, entre nosotros y él, etcétera, es algo que tiene un calado muy
En diciembre del año 2000, la Fundación Bofill de Barcelona organizó
p~ofundo que el Estado nación ha despreciado. Si alguien no se siente
un seminario para discutir sobre el fenómeno de la diversidad cultural c?modo en la identidad' primera que le asignan las instituciones o si
en el marco de la construcción de la Unión Europea, el modelo político SIente su identidad dominada por otras, resiste -asegura el profesor
de la cual entonces todavía no había tropezado con la contestación de la ~anuel Castells (2006): «así se constituyen las identidades de resisten-
ciudadanía de varios Estados 'miembros que, cinco años después; se
manifestó en referéndum en contra del proyecto de Constitución. En este ~la, aquellas que reivindican el derecho a ser otro sin ser inferior. Como
seminario se planteó una de las grandes cuestiones que abrieron el siglo .~eron (y aún son) el nacionalismo catalán o vasco. Y como es el caso del
lS amismo, el judaísmo ortodoxo o el fundamentalismo cristiano».
XXI: ¿cómocombinar la existencia de varias identidades culturales con
los cambios políticos derivados de la globalización económica y que se El nacionalismo étnico , basado en esta identidad de resistencia,
SUr " ,
orientaban hacia la creación de estructuras supraestatales? Pero ésta U gJ.na aSl, como ha apuntado Thomas Scheff(1994), «por un lado, de
era, también, una de las preocupaciones recurrentes de aquellas cultu- e 11~en.timiento de alienación, y, por el otro, del resentimiento contra la
ras nacionales que, por lo que sea (si bien a menudo es porque han sido t:co :slón injusta, deyalasea política,Bofill'
económica o social». En aquel encuen-
minorizadas por la fuerza y la aculturación), se tornaron débiles políti- e Barcelona Fundació Jáuregui presentó una ponencia
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que relacionaba el tema de la diversidad cultural con la reorganización, sup raestatales) Y desde el interior. (de ' las regiones .
. 1 o nacionalidades):
'
1 t J
en general, del poder político y, más en concreto, de la idea que acabo de «Sea cual fuere su a ca~ce -sos lene auregul-, o que SIparec~ cle~o
exponer según la cual el Estado es la estructura nuclear, imprescindible b stante incontrovertIdo es el hecho de que el proceso de globaIIzaclOn
e insustituible del sistema político contemporáneo. Esta idea y t: incidiendo de forma sustancial sobre los vigentes sistemas estata-
sacralizadora del Estado aun así, comoescribía el mismo J áuregui, «poco ~s Los Estados están perdiendo poder o influencia tanto en el ámbito
o nada tiene que ver con su naturaleza originaria y con la razón de ser esterno como interno. En el ámbito externo están cediendo parcelas de
que dio lugar a su nacimiento. Los grandes precursores de la política eXntrol frente a ciertos actores y actividades surgidos como el proceso
moderna (Hobbes, Locke, etc.) calificaron a los Estados como"inventos", ;~obalizador en aspectos tales como el medio ambiento, el cambio
"artificios", artefactos puramente ficticios ideados al objeto de resolver climático, las tecnologías de la información, las migraciones, el terroris-
el vacío causado por miedo al desmoronamiento del mundo medieval». mo internacional Y el crimen organizado, etc. En el ámbito interno, se
Ahora bien, más allá de la naturaleza ficticia de estos artefactos, y por está produciendo un surgimiento o, en su caso, resurgimiento, de
lo tanto del orden westfaliano, hace falta reconocer que la mayoría de los solidaridades identitarias, culturales, religiosas, o de otra índole que
Estados han conseguido crear una cultura nacional oficial única y ponen en cuestión la identidad oficial nacional de los Estados.». Aparen-
atemporal, de consumo universal porque se apoya en los tópicos temente, éste no es un mal diagnóstico. La evolución de Europa en las
estereotipados (comopor ejemplo el consabido té de las 5 de los ingleses, dos últimas décadas, como también de la economía-mundo de la era de
la siesta y los toros de los españoles, la eficacia de los alemanes, etc.). En la información, podría avalarlo, puesto que la irreversible integración
todas partes estas culturas nacionales inventadas han desterrado el económica (culminada con la implantación del euro) tiene implicaciones
pluralismo lingüístico que pudiera haber en el seno de los Estados- políticas evidentes, del mismo modo que la difusión de Internet, al
nación consolidados mediante la difusión de un esencialismo identitario menos al primer mundo, ha provocado la quiebra del monopolio de la
estatalista más o menos maquillado de modernidad. La sacralización de información o cuando menos que éste se haya transformado. Por otro
las identidades individuales, que sin embargo sólo pueden realizarse lado, cada día hay más teóricos de una clase de nuevo internacionalismo
dentro de una comunidad específica, se convierte para muchos en la -sin el carácter de redención social que tenía el denominado
forma de combatir las identidades nacionales minorizadas, que está internacionalismo proletario- que defienden que en el futuro sólo
claro que sólo pueden desarrollarse colectivamente. habrá lógicas planetarias, transnacionales, multinacionales o
supranacionales por dirigir el mundo. Aun así, tenía razón Anthony
Dicho de otra manera, aun cuando las naciones -las estructuras Giddens (1985), el sociólogo de cabecera de Tony Blair, cuando advirtió
nacionales- y los sentimientos que les son propios (símbolos, rituales, que precisamente estos dos mismos fenómenos tendían a provocar un
tradiciones y categorías culturales) y que configuran una identidad efecto contrario: el refuerzo del Estado desde una perspectiva, aunque
nacional específica, son anteriores a la aparición de los Estados e incluso no sólo, simbólica. Ya pesar de todo, se podría decir que el estatismo no
del nacionalismo, fueron los Estados unificados los que consiguieron es que esté en crisis, sino que más bien ha evolucionado, se ha transfor-
quedarse en exclusiva con la nación, configurándose ellos mismos como mado, y por eso sigue provocando colisiones más o menos violentas.
el único elemento de continuidad del destino compartido por los súbditos
reconvertidos en ciudadanos. Por lo tanto, una nación sin Estado se ha El Estado ha tomado nuevas formas en el ámbito externo, sobre todo
visto siempre abocada a sentirse insegura de su pasado, indecisa ante el ~ raíz del despertar de las sociedades occidentales ante el descubrimien-
presente y el futuro y, por consiguiente, condenada a vivir con una o q~e el terrorismo internacional también se apoya en personas que han
existencia precaria. El Estado, fuera o no un invento, lo cierto es que n~cldo en el país donde se comete el delito, pero cuyo origen es lejano, al
triunfó como fuente de legitimación tanto del poder como de la nación. ~lsm.o tiempo que ha incrementado la presión que ya ejercía sobre las
La pregunta que debemos hacernos es si todavía sirve. ¿Es verdad que d ~nbdades colectivas internas e históricamente minorizadas, como si la
el sistema de Estados ha entrado en crisis? Uno de los argumentos más ne ~~sa de las identidades nacionales fuera incompatible con la idea de
recurrentes de los últimos años es que los Estados-nación han entrado a aClon cosmopolita. En los dos casos -y esto es lo que no han querido
en crisis por la presión ejercida desde el exterior (de las entidades Ceptar las complacientes tesis favorables al multiculturalismo y al
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estatismo-, el problema se alimenta de la exclusión social o nacional (o .onalidades. De entrada debemos reconocer que el Estado, si bien
de las dos exclusiones a la vez), el desprecio y la discriminación (racista, nac~e reconocer las singularidades culturales, desde un punto de vista
étnica o lingüística). puestitucional no admite discusión sobre cuál es la fuente de donde
Este despertar de las sociedades occidentales quizás sí que avalará la conana la soberanía -o sea de donde emana la fuente de legitimación del
idea de que los asuntos de seguridad interior son indisociables de los eJIlder_ ni está dispuesto a compartir dicha soberanía con ningún otro
asuntos de defensa exterior, pero esto será así, por si acaso, tal y como po.eto
SU] .
nacional. Por 'esto se. mantiene abierto. el conflicto, porque los
1 d 1 (
recomienda Michael Wieviorka (2001), profesor del EHESS de París, por agraviados no tan so o qmeren ser rec~nocl os smgu ar~ente y no
anular el terrorismo y controlar la inmigración con la intención de .eJIlpre lo son, como es el caso de valencianos y de los habitantes de la
contrarrestar los efectos negativos que los dos fenómenos tienen sobre ~aleares), sino que reclaman poder y capacidad de gestionar una
el modelo westfaliano: «Durante dos decenios hemos podido abrigar el identidad que sienten amenazada por el asalto combinado entre la
sentimiento de que lo esencial era la razón, la tecnología, la ciencia y, continuidad del viejo sistema de representación internacional
sobre todo, la economía, y que el debate se libraba entre las ideologías y intergubernamental (ONU, UNESCO, OIT, OSCE, etc.) y las nuevas
prácticas neoliberales de un lado, y las distintas oposiciones en busca de entidades políticas supraestatales (en especial la UE). Si a ello le
recursos para mantener vigente el alcance de las políticas públicas y de añadimos la fuerza destructora que en este sentido tienen aquellos
la intervención del Estado, ante todo en materia económica. Nos encon- agentes sociales y económicos que no pasan nunca por las urnas pero
tramos actualmente en otra fase histórica, en la cual la cultura, la tienen una grandísima influencia sobre las políticas de identidad (por
religión, las pasiones y los odios han reconquistado terreno en las ejemplo, sobre el uso de determinados idiomas en los teléfonos móviles,
dominios de Internet, doblajes de películas, etiquetas de productos
preocupaciones generales, al propio tiempo que el Estado y las deman-
comerciales, catálogos comerciales, etc.), esta realidad de desigualdad
das de Estado se ven reforzados. Cabe desear que en breve podamos
es todavía más difícil de soportar. Los grandes grupos lingüísticos
pasar a una nueva etapa, en la cual en primer lugar sabremos articular
dominantes (inglés, francés y español, sobre todo) son los que están
mejor la razón y las pasiones, la economía y las identidades culturales;
mejor posicionados para crear grandes conglomerados mediáticos o bien
y, en segundo lugar, más allá del reconocimiento de la importancia del
para ampliar los mercados editoriales, de ocio y de servicios en su propia
papel del Estado, volver a dar sentido y vida a la política, al debate, y a
lengua, al mismo tiempo que a menudo se convierten en el muro de
concepciones activas y vivas de la democracia». Ciertamente, el Estado-
contención del necesario pluralismo lingüístico. De hecho, como se
nación no desaparecerá. Pero a partir de ahora, los grandes desafíos de
indica en el Informe sobre las lenguas del mundo (2005), la mayoría de
nuestra época han de analizarse teniendo en cuenta la forma compleja
las 6.500 lenguas que se hablan en cualquier parte del planeta no tienen
que adoptan, puesto que son consecuencia de la combinación de aspectos
un reconocimiento suficiente y satisfactorio en las administraciones
internos y externos que no se pueden considerar de manera separada. políticas, en los sistemas escolares o en los medios de comunicación de
Donde hay dominación, escribe Manuel Castells (1998) en su monu-
mental análisis de la sociedad red global, hay resistencia a la domina- ~osdiversos Estados que las acogen. No es de extrañar, por lo tanto, que
ción y visiones y proyectos en~ontrados sobre cómo se debe organizar la d~s~ulturas de las naciones sin Estado se sientan amenazadas por la
ebll protección de que disfrutan en todo el mundo. Y esto todavía es más
vida social. El poder de la identidad en el último cuarto del siglo XX se grave en el caso de los Estados multinacionales y plurilingüísticos que,
construyó, precisamente, en la singularidad y la fuerza de algunas de
estas resistencias. En España, por ejemplo, no es posible concebir la ~ ~esar de serIo, jerarquizan las lenguas y sólo oficializan como lengua
e Estado uno de los idiomas que se hablan porque demográficamente
constitución del Estado de las Autonomías sin reconocer el empuje es ma . . '
E _yontano o bien por una cuestión de poder. Este es el caso de
persistente del catalanismo, entre otros nacionalismos peninsulares, ti spana, donde el artículo 3 de la Constitución de 1978, es decir la ley
que bajo la dictadura franquista asoció la vuelta a la democracia con el eUIld~mental que rige la democracia, define el castellano como «la lengua
reconocimiento de las libertades nacionales de Cataluña.
~~aIlola oficial del Estado» y reserva la oficialidad de las otras lenguas
Hoy en día cabe la pregunta de por qué la regionalización de la España e e hecho, la cooficialidad- al ámbito restringido «de las respectivas
democrática no ha puesto freno a las reivindicaciones identitarias de las ornuIlidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos de Autonomía».
124 AGUSTÍ COLOMINES I COMPANYS LAS NACIONES SIN ESTADO 125

estatismo-, el problema se alimenta de la exclusión social o nacional (o .onalidades. De entrada debemos reconocer que el Estado, si bien
de las dos exclusiones a la vez), el desprecio y la discriminación (racista, nac~e reconocer las singularidades culturales, desde un punto de vista
étnica o lingüística). pue titucional no admite discusión sobre cuál es la fuente de donde
Este despertar de las sociedades occidentales quizás sí que avalará la consna . . la fuente de
eItla la soberanía. -o sea de donde temana ' legitimación
., del
d h b
idea de que los asuntos de seguridad interior son indisociables de los der- ni está dIspuesto a compar Ir IC a so erama con nmgun otro
asuntos de defensa exterior, pero esto será así, por si acaso, tal y como POoetonacional.
SUJ .
Por 'esto se. mantiene abierto° el conflicto, porque los
1 d 1 (
recomienda Michael Wieviorka (2001), profesor del EHESS de París, por agraviados no tan so o qUIeren ser rec~nocI os smgu a~ente y no
anular el terrorismo y controlar la inmigración con la intención de .eItlpre lo son, como es el caso de valencIanos y de los habitantes de la
contrarrestar los efectos negativos que los dos fenómenos tienen sobre :aleares), sino que reclaman poder y capacidad de gestionar una
el modelo westfaliano: «Durante dos decenios hemos podido abrigar el .dentidad que sienten amenazada por el asalto combinado entre la
sentimiento de que lo esencial era la razón, la tecnología, la ciencia y, ~ontinuidad del viejo sistema de representación internacional
sobre todo, la economía, y que el debate se libraba entre las ideologías y intergubernamental (ONU, UNESCO, OIT, OSCE, etc.) y las nuevas
prácticas neoliberales de un lado, y las distintas oposiciones en busca de entidades políticas supraestatales (en especial la UE). Si a ello le
recursos para mantener vigente el alcance de las políticas públicas y de añadimos la fuerza destructora que en este sentido tienen aquellos
la intervención del Estado, ante todo en materia económica. Nos encon- agentes sociales y económicos que no pasan nunca por las urnas pero
tramos actualmente en otra fase histórica, en la cual la cultura, la tienen una grandísima influencia sobre las políticas de identidad (por
religión, las pasiones y los odios han reconquistado terreno en las ejemplo, sobre el uso de determinados idiomas en los teléfonos móviles,
dominios de Internet, doblajes de películas, etiquetas de productos
preocupaciones generales, al propio tiempo que el Estado y las deman-
comerciales, catálogos comerciales, etc.), esta realidad de desigualdad
das de Estado se ven reforzados. Cabe desear que en breve podamos
es todavía más difícil de soportar. Los grandes grupos lingüístico s
pasar a una nueva etapa, en la cual en primer lugar sabremos articular
dominantes (inglés, francés y español, sobre todo) son los que están
mejor la razón y las pasiones, la economía y las identidades culturales;
mejor posicionados para crear grandes conglomerados mediáticos o bien
y, en segundo lugar, más allá del reconocimiento de la importancia del
para ampliar los mercados editoriales, de ocio y de servicios en su propia
papel del Estado, volver a dar sentido y vida a la política, al debate, y a
lengua, al mismo tiempo que a menudo se convierten en el muro de
concepciones activas y vivas de la democracia». Ciertamente, el Estado-
contención del necesario pluralismo lingüístico. De hecho, como se
nación no desaparecerá. Pero a partir de ahora, los grandes desafíos de
indica en el Informe sobre las lenguas del mundo (2005), la mayoría de
nuestra época han de analizarse teniendo en cuenta la forma compleja
las 6.500lenguas que se hablan en cualquier parte del planeta no tienen
que adoptan, puesto que son consecuencia de la combinación de aspectos
un reconocimiento suficiente y satisfactorio en las administraciones
internos y externos que no se pueden considerar de manera separada. políticas, en los sistemas escolares o en los medios de comunicación de
Donde hay dominación, escribe Manuel Castells (1998) en su monu- los diversos Estados que las acogen. No es de extrañar, por lo tanto, que
mental análisis de la sociedad red global, hay resistencia a la domina- las culturas de las naciones sin Estado se sientan amenazadas por la
ción y visiones y proyectos enGontrados sobre cómo se debe organizar la débil protección de que disfrutan en todo el mundo. Y esto todavía es más
vida social. El poder de la identidad en el último cuarto del siglo XX se grave en el caso de los Estados multinacionales y plurilingüísticos que,
construyó, precisamente, en la singularidad y la fuerza de algunas de
~ ~esar de serio, jerarquizan las lenguas y sólo oficializan como lengua
estas resistencias. En España, por ejemplo, no es posible concebir la e Estado uno de los idiomas que se hablan porque demográficamente
constitución del Estado de las Autonomías sin reconocer el empuje
~s mayoritario o bien por una cuestión de poder. Éste es el caso de
persistente del catalanismo, entre otros nacionalismos peninsulares, f spaña, donde el artículo 3 de la Constitución de 1978, es decir la ley
que bajo la dictadura franquista asoció la vuelta a la democracia con el eUnd~mental que rige la democracia, define el castellano como «la lengua
reconocimiento de las libertades nacionales de Cataluña.
~~anola oficial del Estado» y reserva la oficialidad de las otras lenguas
Hoy en día cabe la pregunta de por qué la regionalización de la España e e hecho, la cooficialidad- al ámbito restringido «de las respectivas
democrática no ha puesto freno a las reivindicaciones identitarias de las omunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos de Autonomía».
126 AGUSTÍCOLOMINESICOMPANYS LAS NACIONES SIN ESTADO 127

Esta declaración legislativa, en la práctica se ha traducido en un modelo lk (1995, p. 212), esa transferencia de identidades está resultando
lingüístico que podemos denominar de «aislamiento». Los habitantes de
[un damental para ahondar. en la erosión" de los Estados nacionales. El.
Fa
Cataluña, el País Valenciano, las Islas Baleares, el País Vasco, Navarra d t d 1
C. dadano sigue pagan o Impues os y VIajan o con e pasaporte expedI-
o Galicia no necesitan salvoconductos para entrar en las otras zonas dlU
op or un gobierno territorial . pero sus sueños y proyectos
.. se
. hallan en
lingüística s peninsulares, pero no pueden usar su idioma -pese a ser rt d h
lquier otro lugar y constItuyen pa e e ese VIaje aCIa elti uturo
ciudadanos de pleno derecho del Estado donde viven- en cualquier cuaprendido cada vez por más personas sin constreñimiento de razas,
relación que vaya más allá de la Comunidad Autónoma que lo reconoce. ~~ses, nacionalidades, etc. El modelo a seguir es el de la sociedad de la
Además, como se pudo comprobar durante la polémica por el reconoci- 'n[ormación, que no conoce fronteras o en todo caso las fronteras son
miento o no del catalán en el texto de la mal denominada Constitución ~iempre culturales e ideomáticas.
europea, los organismos supraestatales como la UE no rompen, al
contrario de lo que pasa en materia económica, la lógica estatalista. Si La creciente internacionalización de la economía ha hecho que las
el Estado español no reconoce el catalán como una lengua oficial en todo regiones dependan cada vez más del contexto internacional y no del
contexto estatal en el que se hallan territorial, geográfica y políticamen-
su territorio (como sí pasa con el gaélico en Irlanda), es obvio que la UE
te insertas. Un ejemplo evidente de ello lo tenemos en Europa. Un
no va a reconocerlo oficialmente, a pesar de las recomendaciones de
número cada vez más amplio de regiones se están adaptando, bajo el
J acques Delors expuestas en el informe Educación para el siglo XXI
impulso de sus gobiernos y élites empresariales, para competir en la
(1996), donde advertía a la comunidad internacional de la obligación de
economía global, mediante el establecimiento de redes de cooperación
no rechazar el pluralismo lingüístico con el argumento de difundir entre
entre las instituciones regionales y las empresas basadas en la región.
las nuevas generaciones las lenguas de relación mundial, puesto que
esta diversidad era, ante las grandes oleadas migratorias, la única También en el ámbito político se produce una contradicción o una
manera de favorecer la inclusión, la vitalidad de la sociedad de acogida, brecha similar entre la idea de un Estado soberano, por una parte, y la
la cohesión social y los intercambios culturales intercomunitarios. Por realidad de un mundo multipolar en el que se produce una creciente
el momento, la práctica de la UE con relación a los idiomas copia este transnacionalización de los procesos de decisión política. Todo ello afecta
modelo español basado en la jerarquización de las lenguas. de forma importante al principio de la soberanía estatal. Resulta difícil
encontrar o identificar, actualmente, alguna soberanía única que lo sea
Sea cual fuere su alcance, lo que sí parece cierto y bastante
realmente, a pesar de las resistencias legislativas y legales que
incontrovertido es el hecho de que ~l proceso de globalización está promocionan los propios Estados. Las fronteras son penetrables y
incidiendo de forma sustancial sobre los vigentes sistemas estatales. pierden su significado cuando actores no estatales pueden comunicarse
Como apuntábamos hace un momento, los Estados están perdiendo a través del espacio cibernáutico y existe también una fuerte globalización
poder o influencia tanto en el ámbito externo como interno. En el ámbito
de la cultura. La globalización y la multilateralización han provocado,
externo están cediendo parcelas de control frente a ciertos actores y en este campo, un doble efecto. El actual sistema global de comunicacio-
actividades surgidas con el proceso globalizador en aspectos tales como
~e~ está permitiendo a los individuos y a los grupos acceder a ámbitos
el medio ambiente, el cambi~ climático, las tecnologías de la informa-
ción, las migraciones, el terrorismo internacional y el crimen orgániza- ~tICOSy sociales, o productos y pautas culturales hasta ahora inaccesi-
1 es. Ello está trayendo consigo una erosión de las identidades cultura-
do, etc. En el ámbito interno, se está produciendo un surgimiento o, en
su caso, resurgimiento, de solidaridades identitarias, culturales, religio- {
;~ nacionales estatales que puede manifestarse en un doble sentido:
sas, o de otra índole que ponen en cuestión la identidad oficial nacional d ~~~ con la asunción de una cultura global desligada o, al menos,
de los Estados. eb~lmente enraizada en elementos, lugares y tradiciones identitarios,
o len, mediante la vuelta a identidades o culturas profundamente
Todos estos actores y actividades están provocando un profundo arraigadas en valores y tradiciones etnográficos.
impacto desterritorializador con efectos todavía inciertos, pero que ya llJ.El Estado ha dejado de ser un actor unitario para convertirse en un
están generando una visión de la vida cada vez más universal y por lo p ~:~o más, no el único, en el que se negocian y resuelven las diferencias
tanto menos ligada a las pautas específicas de cada Estado. Como señala o lbcas. La acción colectiva cada vez se escapa más de lajurisdicción del
128 AGUSTÍ COLOMINES I COMPANYS LAS NACIONES SIN ESTADO 129

Estado. Por ello, cada vez resulta más difícil mantener la idea del Estado ' . como. las . fuerzas
.
eStru cturas Y organizaciones ..de diverso tipo l tales
t l tt
del
de
como el garante, o al menos como el único garante, del «interés general» ado las fuerzas u organIzacIOnes geopo 1 lcas, as lns 1 UCIOnes
lIlerc
Pero, y a la vista de estos datos, ¿cuál puede ser el futuro de los Estados?
dere ch o internacional, las ONG o, en lo que aquí interesa, las entidades
Pueden darse, en teoría, tres alternativas diferentes. La primera de subestatales.
ellas sería la vuelta a un Estado fuerte y autónomo capaz de mantener
el control del poder ante y frente a los nuevos entes y organismos El proceso de globalización provoca, pues, una clara erosión del poder
transnacionales. Cabe una segunda posibilidad, consistente en confiar d 1Estado entendido en su sentido clásico. El resultado de todo ello lo
en la capacidad autorregulatoria del emergente sistema global y redu- enstituye la progresiva desaparición de esos elementos que han carac-
cir, en consecuencia, la presencia y acción de los Estados hasta una ~~rizado tradicionalmente a los ~s~~dos: centralización territorial, mo-
definitiva desaparición de los mismos. opolio efectivo del poder, o SUJeCIOnde todos los poderes seculares y
~eligioSOsal Estado. En su lugar, se observa la aparición de procesos
Frente a ambas alternativas extremas cabe una posición intermedia centrífugos en los que se produce una dispersión de competencias y
consistente en la adaptación de los Estados a la nueva situación. Una poderes entre varios grupos o instituciones y ello tanto desde un punto
alternativa en la que los Estados seguirían teniendo vigencia y un poder de vista material como jurídico-formal. Es por esta razón por lo que
propio pero profundamente modificado. Dejarían de constituir la estruc- resulta cada vez más necesaria una nueva política multilateral, total-
tura institucional básica del orden político para convertirse en partes o mente diferente de la practicada hasta ahora por el sistema westfaliano.
nodos de una red más amplia (Castells 1998,11 p. 334). Una red en la que Como señala Luhmann (1993, pp. 44, 65 y 66), la teoría política ha
compartirían funciones, de un lado con las organizaciones transnacionales intentado repetidamente concebir al Estado, o incluso a la política, como
tanto gubernamentales como no gubernamentales y, de la otra, con las el centro de control de todo lo que acaece en ella o con ella. Hoy nos
regiones, comunidades, entidades locales, etc., de ámbito infra o dirigimos, sin embargo, hacia una sociedad carente de centro. El poder
interestatal, lo que traerá consigo que los Estados tiendan a extinguirse político pierde su claro carácter asimétrico «de arriba a abajo» y se
como estructura de sob"eranía y como coordinador jerárquico. Lo que va reconduce a la forma de una circularidad dinámica. A la vista de ese
a prevalecer de los mismos no va a ser su capacidadjerárquica unilateral desarrollo, tiene poco sentido recurrir a formas restauradoras de poder.
para actuar, sino su potencial integrador y negociador. Se hace preciso, por lo tanto, recolocar a los Estados en la perspectiva de
La nueva situación exige modificar de forma sustancial uno de los una futura democracia global en la cual el ordenamiento jurídico de los
Estados no van a constituir el único sino uno más de sus diversos focos
paradigmas teóricos fundamentales en los que se ha sustentado hasta
ahora la legitimidad y el poder de los Estados, esto es: la noción de la o fuentes legitimadoras.
soberanía. Los Estados sobrevivirán en el nuevo orden mundial, lo que Algo de esto se está dando ya, en la práctica, en el ámbito de la Unión
ya es más dudoso es que sobreviva su soberanía, al menos con el sentido Europea, tal como veremos a continuación. En ese nuevo orden
clásico en el que se ha entendido este concepto a lo largo de estos últimos transnacional debe superarse la idea de una soberanía rígida ligada a
siglos. La era de la globalización es también la era de la localización y, e.spacios geográficos y territoriales concretos y configurarse un nuevo
por tanto, la era de la diversificación del poder en varias soberanías b?o de distribución del poder, de reparto de soberanía en tiempos,
compartidas, flexibles e interéonectadas entre sí. . n.lVelesy espacios maleables y flexibles. Aun así, el mapa de las naciones
Este conjunto de nuevas realidades está horadando de forma extraor- SIn Estado debería tener en cuenta a aquellas minorías que por las
dinaria los cimientos en los que hasta ahora se ha sustentado la teoría ~azones que fuere quedaron incluidas en un Estado vecino (por ejemplo
clásica del Estado. Basta con una simple mirada al mundo actual y, os albaneses de Macedonia; los croatas de Austria, Hungría e Italia o los
particularmente, al funcionamiento efectivo de los Estados hoyexisten- ~tenos de Hungría y los suecos de Finlandia); aquellas minorías que
tes para comprobar hasta qué punto han quedado obsoletas las teorías f uscan un mayor reconocimiento y aquellas que buscan una autonomía
clásicas en torno al Estado. El orden internacional ha dejado ya de ser uerte que les permita autogobernarse.
en la práctica un orden basado en los Estados para convertirse en un
sistema complejo en el que,junto a los Estados aparecen importantísimas
130 AGUSTÍ COLOMINES I COMPANYS LAS NACIONES SIN ESTADO 131

La Unión Europea y las naciones sin Estado nizaciones municipales de los países miembros. De esta iniciativa
El Tratado de la UE no emplea el término «nación», aunque al org;957 nació la Conferencia Europea de los Poderes Locales (CEPL). En
referirse a un Estado o a la composición de la Comisión (art. 213) e~75 entraron en la organización también representantes de los entes
1 .onales y el antiguo organismo pasó a denominarse Conferencia
especifique la condición de ser nacional de un Estado miembro. Así pues,
en la construcción de la Europa Unida la nación resulta ser una ~~opea de los Poderes Locales y Regionales (CPLRE). Entre 1992 y
categoría irrelevante a efectos jurídicos y sólo se emplea la categoría de 1:93 y bajo la presidencia de Pasqual Maragallla CPLRE revolucionaba
estructura separando sus trabajos en dos cámaras separadas, una de
«nacionalidad» para referirse a la ciudadanía de la Unión (art. 17). Lo
~usregiones y otra de los municipios. En 1994 el organismo cambió otra
normal, lo que es común en el lenguaje de la UE, son los conceptos región
y nacionalidad autónoma, en mucho menor grado que las referencias al V:z de nombre, denominándose finalmente Congreso de los Poderes
Locales Y Regionales. En todo caso, no obstante, los representantes de
término Estado, de tal manera que la impresión dominante es que sólo
los entes regionales habían entrado en el organismo desde 1975, en la
se reconocen a aquellos pueblos que disponen de un Estado, que se
CPLRE todavía hoy en día sigue siendo fuertemente hegemonizada por
convierte en el sujeto político dominante (Lo Cascio, 2001).
las organizaciones de los municipios, y, entre ellas por el Comité de las
El proceso de integración europeo tiene como base a las comunidades Regiones Ylos Municipios de Europa (CMRE), que, a pesar del nombre,
políticas estatales, y no a los pueblos o a las naciones. Son los Estados es una organización municipalista (Clotet i Miró, 1991).
quienes a través de sucesivas delegaciones de poder han ido configuran- El primer documento oficial de la Comisión Europea relativo a las
do una organización supraestatal que afecta a la capacidad de políticas regionales, se titula Notas sobre las políticas regionales de la
autogobierno de aquellos sujetos políticos, pueblos y naciones que no CEE y fue emitido sólo en 1969. El documento, redactado por la recién
disponen de una organización estatal propia. Lo paradójico es que en el constituida Dirección General de Política Regional de la CEE, aunque no
proceso de integración, y contrariamente a lo que cabría esperar, la indicaba todavía claramente los contenidos y los instrumentos de una
capacidad de decisióri de los Estados ha aumentado sobre materias que política regional común de los Estados miembros, fijaba dos ideas clave
con anterioridad eran de la competencia de regiones o nacionalidades que condicionarían de manera evidente las orientaciones comunitarias
autónomas. Actualmente, se podría afirmar que el autogobierno autonó- en los años siguientes: la necesidad de buscar fórmulas de coordinación
mico ha sufrido una mutación, limitándose los poderes subestatales a de las políticas regionales, y la necesidad de crear instrumentos finan-
funciones de ejecución sobre normas en cuya elaboración no participan, cieros y políticos comunitarios para favorecer el desarrollo de las
lo que ha limitado de tal manera las-expectativas de las comunidades regiones menos favorecidas.
políticas subestatales con voluntad de autogobierno -las naciones sin
Tres años más tarde, el Comité Económico y Social de la CEE creaba
Estado-, que incluso amenaza la supervivencia de la ilusión europeísta
que en otros tiempos se había convertido en la esperanza de muchas de una sección dedicada al «desarrollo regional» y en 1973 el Parlamento
estas naciones sin Estado (Escocia, Cataluña, Euskadi, Flandes, etcJ Europeo también daba entrada a la problemática regional creando la
Comisión de Política Regional y Gestión del Territorio. Pero fue a partir
con el fin de superar la presión que sobre ellas ejercía la nacionalidad
dominante en los Estados donde se sentían incómodas (Schorske.1995). de. 1975 cuando las instituciones comunitarias experimentaron un
Pnmer giro regionalista: con el reglamento del 18 de marzo, la CEE
Hasta finales de los años sesenta Europea se resistió a considerar las
~eaba el Comité de Política Regional (CPR) y el Fondo Europeo de
políticas regionales como parte del proceso de unión, a pesar de que en esarrollo Regional (FEDER). No obstante la verdadera revolución
noviembre de 1951 Jacques Cheban Delmas, miembro de la Asamblea
~egional de !a Comunidad Europea tuvo lugar en 1986 con la aprobación
del Consejo de Europa había solicitado la construcción de una Comisión e la Acta Unica y la introducción de los Fondos de Cohesión.
de Asuntos Regionales y Municipales, que se acabó efectivamente
constituyendo el 27 de septiembre de 1952 (Rojo Salgado 1996). En d'lmEntre finales de los años setenta y principio de los ochenta la
ensión de la «cuestión rea-ional» euro p ea fue entrando en la agenda
octubre de 1955, la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, Po I 't. 1:>4
1 lca comunitaria. Ya en Enero de 1984, el Parlamento Europeo
decidía convocar anualmente una conferencia de representantes de las
convocó en Bruselas la primera Conferencia de las Regiones, a la cual
132 AGUSTÍCOLOMINESICOMPANYS LAS NACIONES SIN ESTADO 133

fueron invitadas también las Comunidades Autónomas españolas y las eOsespacios políticos hasta entonces ni siquiera imaginados. Así,
entidades infraestatales portuguesas. En dicha Conferencia se discutie_ eur:rzo de 1985, un comité promotor de la Asamblea de las Regiones
ron los retos que las regiones y la Comunidad tendrían que afrontar en en E ropa, se reunía en Barcelona, y, pocos meses después se celebraba
vista de la aprobación de la Acta Única prevista para 1986. Según el de Luvaina la asamblea fundacional de la nueva orgaI}ización. Después
proyecto del nuevo tratado, en efecto, no sólo se confirmaban las en 1 oaprobación y de la entrada en vigor de la Acta Unica Europea en
orientaciones expresadas con la creación de la CPR y de los fondos d;8~ el año siguiente la ARE obtenía el estatuto de observador por parte
FEDER sino que se iba mucho más allá introduciendo el principio de la ~ 1 Consejo de Europa y así empezaría a participar en los trabajos
cohesión. El texto del tratado daba base jurídica sólida a este principio d:sarrollados por la Conferencia de los Poderes Regionales y Locales
en su artículo 130 A al afirmar que «La comunidad se compromete a la (CPLRE).
reducción de las diferencias entre los grados de desarrollo de las
Una prueba todavía evidente del prestigio y de la influencia que la
regiones» y confería a ello también una base económica concreta al
instituir los Fondos de Estructurales de Desarrollo y Cohesión. En la Asamblea de las Regiones de Europa conquistaría rápidamente ya desde
el final de los años ochenta, quizás sea representada por la constitución
presentación que hicieron los parlamentarios europeos del nuevo trata-
del Consejo Consultivo de las Colectividades Regionales y Locales de la
do se vislumbraba ya claramente, como después se verificó, que los
Comisión Europea. Este órgano, creado enjunio de 1988,justamente por
Fondos de Cohesión representarían la apuesta financiera más impor-
las presiones tanto de la ARE como de la CLPRE, debía coadyuvar la
tante para la Comunidad después de la agrícola. Comisión en todo lo referente a las políticas regionales y de gestión del
Las presiones de los representantes regionales presentes en aquella territorio, de tal manera que ésta pudiera garantizar correctamente la
primera conferencia, consiguieron introducir en las conclusiones de la aplicación del principio de cohesión enunciado. El Consejo Consultivo
misma además de un juicio positivo sobre las novedades en el ámbito estaba integrado por 42 miembros, representantes -a partes iguales-
económico, que el nuevo tratado se aprestaba a introducir, una mención de las colectividades regionales y locales de los Estados miembros de la
explícita a la falta de canales representativos oficiales que permitieran Comunidad. No tenía ni el derecho a convocarse autónomamente, ni los
a las regiones participar democráticamente en esta nueva fase de la dictámenes que emitiría tendrían ningún valor vinculante para la
construcción europea. Comisión. Pero pese a las limitaciones objetivas con las que nació, su
La eficacia con la cual las reivindicaciones de los entes regionales existencia representaba un paso importantísimo para el recién nacido
movimiento regionalista y se convirtió en una plataforma privilegiada
congregados en Bruselas habían calado entre los representantes del
desde donde la ARE podía intentar ir mucho más allá y volver a plantear
Parlamento, tuvo como primera consecuencia la búsqueda, por parte de
los dirigentes regionales, de una plataforma política que fuera capaz de l~,necesidad de nuevos y más significativos instrumentos de participa-
Clon.Es más, la escasa eficacia del Consejo Consultivo -debida tanto a
aglutinar cuantas más fuerzas posibles para encarar la nueva fase
la coexistencia de instituciones locales y regionales en el mismo foro
política. La plataforma se circunscribió a dos elementos simples pero
corno, sobre todo, a los éscasos poderes y a la poca autonomía de la cual
ambiciosos. En primer lugar, se preconizaba la posibilidad, por parte de.
todos los entes regionales, de contar con oficinas estables que tuyieran podía disponer- serán para la ARE una baza formidable en el momento
en que, ya en plena negociación para el tratado de Maastricht, se
relaciones continuas y formales con los órganos de gobierno de la
empezará a hablar de la creación de un nuevo órgano de representación
Comunidad. Y, en segundo lugar, los representantes de las regiones para las instituciones territoriales.
reclamaban la necesidad de un órgano de representación colectivo de los
entes regionales que pudiera representar los intereses de lo que ya por Corno es sabido, la solución finalmente adoptada y plasmada en el
aquel entonces se empezaba a denominar el tercer nivel -alIado de los ~uevo tratado fue, como no podía ser de otra manera, una fórmula de
Estados y de la Comunidad- de poder político presente en Europa. p~rnpromiso que mientras respondía sólo en pequeña parte a los retos
Lo que faltaba a la plataforma planteada por las regiones era un r anteados por la parte más ambiciosa del movimiento regionalista,
instrumento organizado a través del cual conducir su batalla política en e~~resentaba en todo caso una base de partida importante: así nacía,
un escenario que parecía poder proporcionar a los entes regionales re 1993 y 1994el Comité de las Regiones de Europa (CdR). Se trataría
134 AGUSTÍ COLOMlNES I COMPANYS LAS NACIONES SIN ESTADO 135

de un nuevo organismo comunitario -y no de una institución, como el ntes en el CdR. La propuesta de división en dos cámaras de hecho
movimiento regionalista hubiera querido- que sin embargo, a diferen_ pre~e sido descartada en sede de Comisión de Asuntos Institucionales
cia de cuanto había sucedido hasta la fecha en materia de políticas ha~~dR debido a la oposición de los represe~tantes m~nicipales y a la
de
regionales de la Comunidad -ahora ya UE- encontraría sus fuentes oca con vicción de una buena parte de las entIdades regIonales, quedán-
P
normativas en un tratado oficial y no en una decisión de las instituciones dose solo s en su defensa los representantes vascos y catalanes.
de gobierno de la Comunidad.
'Qué pasó para que entidades que durante el debate de Maastricht se
El CdR tendría como función principal la de emitir dictámenes h ~ían comprometido con un CdR «fuerte» (como los Hinder alemanes o
obligatorios en torno a las decisiones comunitarias adoptadas por la la: regiones y las Com~nida~es belgas). dejasen de defend:r .una d~ las
Comisión y el Consejo de Ministros. Según la letra del tratado de ivindicaciones que mas hablan sostemdo a lo largo de los ultImo s anos?
Maastricht serían cinco los ámbitos de consulta obligatoria: cohesión ~earespuesta, paradójicamente, se tiene que buscar en el mismo tratado
económica y social, redes de transporte, energía y telecomunicaciones, de Maastricht que había creado el CdR y que ahora éste proponía
salud, educación y juventud, y cultura. Posteriormente, después de la modificar. El artículo 146 del Tratado, en efecto, había introducido la
aprobación del Tratado de Amsterdam en 1997, se añadirían: empleo, posibilidad para los Estados miembros de delegar a ministros o equiva-
política social, medio ambiente, formación profesional y transporte. A lentes regionales la representación de sus respectivos Estados cuando el
diferencia de su directo predecesor -el Consejo Consultivo, creado en tipo de negociación y los intereses lo requirieran. La norma había sido
1988-, el CdR tendría el poder de autoconvocarse y emitir dictámenes aplicada por Austria, Alemania y Bélgica en los meses inmediatamente
en mérito a cualquier cuestión, aunque éstos nunca serían vinculantes. posteriores a la entrada en vigor del tratado. Después, en 1997, fue
Por lo tanto, se trataba sin duda de una victoria del movimiento aplicada también por Gran Bretaña.
territorial europeo, y en particular del movimiento regionalista. Resultaba así más provechoso y menos políticamente comprometedor
Analizando más a fondo la actividad de los primeros tres años de vida para las entidades regionales de estos Estados utilizar los canales de
del CdR, hasta 1997; se puede afirmar que se trataba de una estructura representación ofrecidos por el artículo 146 -que conectaban con el
que, aunque había nacido al filo de multíplices y delicados equilibrios, verdadero centro de decisión política de la Unión, el Consejo de Minis-
mostraba una vitalidad significativa. Y, sin embargo, para una parte tros- que confiar en los que podía ofrecer un CdR que, por mucho que
importante de sus integrantes había representado sólo un primer paso, se hubiese renovado y fortalecido, quedaría en todo caso como un órgano
una ulterior plataforma desde la cual plantear formas e instrumentos consultivo de escasos y confusos poderes. Sin embargo, el texto definitivo
más completos de participación. Es -en este cuadro donde se tiene que del dictamen sobre la reforma del Tratado de Maastricht redactado por
leer la discutida y malograda propuesta de reforma formulada por el el CdR fue aprobado finalmente por su asamblea plenaria en la prima-
mismo CdR en la primavera de 1995 a instancias de Jordi Pujol, vera de 1995, y es conocido como «Opinión sobre la revisión del Tratado
presidente de la Generalitat de Catalunya y de la Comisión Asuntos de la Unión y del Tratado que instituye la Comunidad Europea» (Cdr
Institucionales del CdR. 136/1995, de 21 de abril de 1995). Este dictamen iba acompañado por
El centro de la propuesta inicialmente presentada, era la división del o~ro, de carácter complementario, sobre subsidiariedad y contenía dos
nIveles de reivindicación. Por un lado había reivindicaciones de carácter
CdR en dos cámaras separadas, una de las entidades locales y .otra de las
regiones. La distinción respondía evidentemente a criterios funcionales :<Político-técnico», relativas a la organización interna del CdR, la más
y políticos: si el CdR quería ser realmente -aunque con todas las ~~~rtante de las cuales era la separación burocrática y financiera del
limitaciones del caso- una cámara de representación de los intereses P l' : Y, por el otro, había reivindicaciones de carácter estrictamente
territoriales, su organización interna no podía desconocer un cierto dOlbco. En primer lugar el CdR pedía una interpretación del principio
criterio de separación que ordenara a los entes según su similitud desde n~ s~bsidiariedad que finalmente considerara las regiones al mismo
un punto de vista de las funciones y de los poderes de los cuales disponían enve de Estados y Unión. En segundo lugar, en el dictamen se podían
en sus respectivos Estados. Fue sobre esta cuestión sobre la que se h Contrar medidas que atañían directamente al CdR: la necesidad de.
q ...e sus . b ros fueran responsables delante de una asamblea electI-
empezó a vislumbrar una primera fractura entre las diversas entidades mlem
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de un nuevo organismo comunitario -y no de una institución, como el presentes en el CdR. La propuesta de ~i,?,sión en dos cámar~s de:hecho
movimiento regionalista hubiera querido- que sin embargo, a diferen- había sido descartada en sede de ComIslOn de Asuntos InstItuclOnales
cia de cuanto había sucedido hasta la fecha en materia de políticas del CdR debido a la oposición de los representantes municipales y a la
regionales de la Comunidad -ahora ya UE- encontraría sus fuentes poca convicción de una buena parte de las entidades regionales, quedán-
normativas en un tratado oficial y no en una decisión de las instituciones dose solos en su defensa los representantes vascos y catalanes.
de gobierno de la Comunidad.
¿Qué pasó para que entidades que durante el debate de Maastricht se
El CdR tendría como función principal la de emitir dictámenes habían comprometido con un CdR «fuerte» (como los Hinder alemanes o
obligatorios en torno a las decisiones comunitarias adoptadas por la las regiones y las Comunidades belgas) dejasen de defender una de las
Comisión y el Consejo de Ministros. Según la letra del tratado de reivindicaciones que más habían sostenido a lo largo de los últimos años?
Maastricht serían cinco los ámbitos de consulta obligatoria: cohesión La respuesta, paradójicamente, se tiene que buscar en el mismo tratado
económica y social, redes de transporte, energía y telecomunicaciones, de Maastricht que había creado el CdR y que ahora éste proponía
salud, educación y juventud, y cultura. Posteriormente, después de la modificar. El artículo 146 del Tratado, en efecto, había introducido la
aprobación del Tratado de Amsterdam en 1997, se añadirían: empleo, posibilidad para los Estados miembros de delegar a ministros o equiva-
política social, medio ambiente, formación profesional y transporte. A lentes regionales la representación de sus respectivos Estados cuando el
diferencia de su directo predecesor -el Consejo Consultivo, creado en tipo de negociación y los intereses lo requirieran. La norma había sido
1988-, el CdR tendría el poder de autoconvocarse y emitir dictámenes aplicada por Austria, Alemania y Bélgica en los meses inmediatamente
en mérito a cualquier cuestión, aunque éstos nunca serían vinculantes. posteriores a la entrada en vigor del tratado. Después, en 1997, fue
Por lo tanto, se trataba sin duda de una victoria del movimiento aplicada también por Gran Bretaña.
territorial europeo, y en particular del movimiento regionalista.
Resultaba así más provechoso y menos políticamente comprometedor
Analizando más a fondo la actividad de los primeros tres años de vida para las entidades regionales de estos Estados utilizar los canales de
del CdR, hasta 1997, se puede afirmar que se trataba de una estructura representación ofrecidos por el artículo 146 -que conectaban con el
que, aunque había nacido al filo de multíplices y delicados equilibrios, verdadero centro de decisión política de la Unión, el Consejo de Minis-
mostraba una vitalidad significativa. Y, sin embargo, para una parte tros- que confiar en los que podía ofrecer un CdR que, por mucho que
importante de sus integrantes había representado sólo un primer paso, se hubiese renovado y fortalecido, quedaría en todo caso como un órgano
una ulterior plataforma desde la cual plantear formas e instrumentos consultivo de escasos y confusos poderes. Sin embargo, el texto definitivo
más completos de participación. Es en este cuadro donde se tiene que del dictamen sobre la reforma del Tratado de Maastricht redactado por
leer la discutida y malograda propuesta de reforma formulada por el el CdR fue aprobado finalmente por su asamblea plenaria en la prima-
mismo CdR en la primavera de 1995 a instancias de Jordi Pujol, vera de 1995, y es conocido como «Opinión sobre la revisión del Tratado
presidente de la Generalitat de Catalunya y de la Comisión Asuntos de la Unión y del Tratado que instituye la Comunidad Europea» (Cdr
Institucionales del CdR. 136/1995, de 21 de abril de 1995). Este dictamen iba acompañado por
El centro de la propuesta inicialmente presentada, era la división del o~ro, de carácter complementario, sobre subsidiariedad y contenía dos
nIveles de reivindicación. Por un lado había reivindicaciones de carácter
CdR en dos cámaras separadas, una de las entidades locales y.otra de las
regiones. La distinción respondía evidentemente a criterios funcionales :<político-técnico», relativas a la organización interna del CdR, la más
y políticos: si el CdR quería ser realmente -aunque con todas las ~portante de las cuales era la separación burocrática y financiera del
limitaciones del caso- una cámara de representación de los intereses ES. Y, por el otro, había reivindicaciones de carácter estrictamente
territoriales, su organización interna no podía desconocer un cierto ~Olítico. En primer lugar el CdR pedía una interpretación del principio
criterio de separación que ordenara a los entes según su similitud desde ~subsidiariedad que finalmente considerara las regiones al mismo
un punto de vista de las funciones y de los poderes de los cuales disponían nIvel de Estados y Unión. En segundo lugar, en el dictamen se podían
en sus respectivos Estados. Fue sobre esta cuestión sobre la que se enContrar medidas que atañían directamente al CdR: la necesidad de
empezó a vislumbrar una primera fractura entre las diversas entidades qUe sus miembros fueran responsables delante de una asamblea electi-
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va, la definición de institución (y no de órgano) comunitaria; la obliga~ etencias consultivas de este último y seguía reivindicando la
ción por parte de las instituciones que pedían los dictámenes de explicar cotnPtad para este órgano . .
Potes .b ' lde' d recurrir
df al' 1Tribunall de Justicia, aunque
los motivos en caso de discrepancia con los mismos; la posibilidad de d itiendo que esta pOSl 11 a uera s.oo para as regiones que dlspo-
asesorar a la Comisión en su función de iniciativa en los casos en que Se a tn de poderlegislativoen sus respectIvosEstados. Pero el Consejode
/

trataran temas de interés regional; la posibilidad de ser consultado por ~terdam de Junio de 1997 rompió todo tipo de esperanzas de mejorar
el Parlamento Europeo y una ampliación generalizada de las materias siblemente la posición política del CdR en el seno de la UE, puesto
objeto de consultación preceptiva. Y finalmente, el CdR pedía poder se: las únicas novedades que el nuevo tratado preveía para este órgano,
disponer, así como la Comisión y el Consejo, de la legitimidad activa para q;an de tipo casi exclusivamente técnico. Y aunque el Consejo acabaría
recurrir al Tribunal de Justicia, en la convicción de que este derecho eedactando y adjuntando al nuevo tratado un protocolo específico que
constituía un efectivo instrumento de salvaguarda de los principios ~nsistíaen la importancia del principio de subsidiariedad, éste no hacía
fundamentales de la Unión y, en primer lugar del principio de referencias concretas al hecho de que las regiones y las ciudades
subsidiariedad solemnemente afirmado por el Tratado de Maastricht. pudieran ser actores decisivos en la aplicación de dicho y tan solemne-
mente afirmado principio (CdR 1997). Ni el CdR se transformó en una
Pero quizás el acierto más significativo del planteamiento contenido
institución de la Unión a la par de las otras instituciones europeas, ni se
en el dictamen 136/1995 estaría en el hecho de que, a pesar de que fuera
estableció un mecanismo claro de selección de sus miembros que estu-
un proyecto orgánico dotado de una innegable coherencia interna, éste viera fundado sobre el principio de representatividad de la voluntad
podía ser aceptado en bloque o también parcialmente y, por lo tanto
constituía en todo caso una válida base de negociación. El documento
popular. En otras palabras, cuanto sucedió entre 1995 y 1997 supuso un
verdadero divorcio en el seno de CdR entre las comunidades más
final del Consejo europeo celebrado en Madrid en Octubre de 1995 no ambiciosas, aquellas que podemos definir como nacionales, y las mera-
hizo más que confirmar las peores previsiones para aquellas colectivida- mente regionales.
des (que podemos identificar con las naciones sin Estado) que habían
querido una reforma a fondo del CdR. A pesar de que se remarcara la
importante función de representación de los intereses locales y regiona- BIBLIOGRAFÍA
les que el CdR llevaba a cabo, se consideraba oportuno dejar más tiempo
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h
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