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Percepción de caras y maduración cerebral

Otra función cognitiva ligada al desarrollo del hemisferio derecho es el reconocimiento de


rostros familiares. Esta función perceptual se asocia con el desarrollo de la circunvolución
(giro) fusiforme. Lesiones en esta región producen incapacidad para reconocer rostros
familiares, prosopagnosia, tanto en niños como en adultos.
Asímismo, los métodos de neuroimagen han permitido determinar que la memoria de
rostros familiares en niños se asocia con una activación incrementada de la circunvolución
fusiforme, incluso el tamaño de esta circunvolución occipito temporal aumenta con la edad
haciéndose
más prominente en niños mayores. Este crecimiento es progresivo hasta los 11 años cuando
la región fusiforme alcanza el tamaño que tiene en el adulto.

El aprendizaje de rostros está intrínsecamente ligado con la percepción de expresiones


emocionales. Aparentemente esta asociación entre la identificación de un rostro y su
correspondiente expresión emocional se acompaña con el fortalecimiento de conexiones
entre la circunvolución fusiforme y las estructuras del sistema límbico del lóbulo temporal,
particularmente de la amígdala
A pesar de que las regiones cerebrales occipitotemporales parecen tener un determinante
genético con relación a su función perceptual, las experiencias del individuo juegan un
papel decisivo en el desarrollo de esa función. Por ejemplo, se ha encontrado que a
diferencia de los niños pequeños, los adultos presentan un efecto en la dirección del
estímulo cuando reconocen rostros en fotografías. Esto quiere decir que identifican el rostro
más rápido si la fotografía se presenta en la posición usual y son capaces de notar detalles
del mismo en esta posición; pero son poco hábiles para hacerlo cuando la fotografía se
muestra invertida.
Resumiendo, el reconocimiento de rostros familiares se vincula con la maduración de las
áreas de asociación occipito temporales, y el reconocimiento de emociones faciales con el
mismo transcurso de las vías que conectan estas áreas con las estructuras de sistema
límbico.
Este aprendizaje facial implica no sólo el aumento de la mielinización de las vías nerviosas
sino la interacción directa con rostros que se vuelven familiares, recalcando la capacidad
adaptativa del cerebro.

Memoria y maduración cerebral


La memoria es una de las funciones cognitivas más complejas y por tanto más sensibles
al daño cerebral (Ardila y Rosselli, 2007). La adquisición de muchas habilidades
cognitivas, como el lenguaje, están mediadas por la memoria, integradora de pensamientos,
impresiones y experiencias; su dimensión temporal la distingue de los sentimientos y las
emociones.
Tres etapas se han identificado en el proceso temporal de la memoria: codificación
(retención), almacenamiento y evocación (recuperación) de la información. La
codificación de la información se inicia con la llegada de un estímulo que ha sido
preseleccionado por el organismo, de acuerdo con el foco de atención en el momento del
Hebb (1949) propuso el concepto de circuitos reverberantes para explicar el
establecimiento de las huellas de memoria. De acuerdo con este autor, para que una
información recién adquirida, la memoria a corto plazo, se convierta en una huella de
memoria y se transforme en memoria a largo plazo, debe estimular de manera repetitiva los
mismos circuitos neuronales: los circuitos reverberantes. De acuerdo con el modelo de
Hebb, los aprendizajes de los niños y los adultos ocurrirían mediante la activación de ese
tipo de circuitos neuronales.memoria a corto plazo (memoria primaria). Esta memoria a
corto plazo representa un almacenamiento transitorio, frágil y sensible a agentes
interferentes. El almacenamiento más permanente de la información, implica un proceso de
consolidación, que determina una memoria a largo plazo (memoria secundaria). Este
proceso de consolidación de las huellas de memoria toma un periodo de tiempo, variable, y
se puede extender de minutos a horas y quizás aún días, meses y años.
El incremento en la capacidad de memoria que se observa con la edad está probablemente
más relacionado con el cambio de estrategias, metamemoria, que con el incremento del
volumen de memoria, a medida que el niño crece, mayores estrategias de mediación
incrementan la capacidad de memoria.
Por otro lado, la memoria no declarativa implícita se refiere a aprendizajes de los que no se
tiene una consciencia de adquisición, como serían los aprendizajes motores y perceptuales
que se vinculan respectivamente con los sistemas cerebrales motores, particularmente los
llamados ganglios basales y el cerebelo, y con las áreas corticales de asociación sensorial.
A este tipo de memoria también se le reconoce como memoria procedural.
Se ha encontrado, por ejemplo, que el crecimiento en el volumen del hipocampo es de un
13% del primer al segundo año de vida y solamente de 4% entre los 2 y 4 años
(Utsunomiya y cols., 1999). Este crecimiento contrasta con el extraordinario desarrollo
del cerebelo del primer a segundo año que aumenta su volumen en un 240%. El
relativamente escaso crecimiento del hipocampo durante los tres primeros años de vida
puede estar asociado a la denominada amnesia de la infancia, que es la inhabilidad para
recordar eventos acaecidos en una etapa temprana de la vida. Por otro lado, el acelerado
crecimiento del cerebelo posiblemente se asocia con la adquisición rápida de aprendizajes
motrices durante los primeros años de vida del niño.
Como se mencionó anteriormente, los cambios más importantes a nivel cerebral que
ocurren entre la niñez y la adolescencia se refieren al incremento de la sustancia blanca
(Sowell y cols., 2003) con aumentos menores de la sustancia gris. Así por ejemplo,
Pfefferbaum y colaboradores (1994) describen que el mayor cambio en el volumen de la
sustancia gris ocurre a los 4 años de edad, mientras que el incremento de la sustancia blanca
se continúa de manera constante hasta los 20 años.

Funciones ejecutivas y maduración cerebral

El término funciones ejecutivas se ha utilizado para referirse a un conjunto de actividades


cognitivas que facilitan mantener un plan coherente y consistente al individuo, el cual le
permite el logro de metas específicas. Dentro de estas funciones se incluyen la planeación,
el control de impulsos, la organización, la flexibilidad de pensamiento, y el autocontrol del
comportamiento.
Numerosos estudios con pacientes neurológicos han evidenciado la alteración
de estas funciones en casos de daño cerebral prefrontal (Luria, 1966; Stuss y Benson,
1986). Los lóbulos frontales parecen ejercer un papel de control y de integración de varias
conductas.
La capacidad reguladora de los lóbulos frontales se ha explicado en función de sus
conexiones con el sistema límbico y con la formación reticular. La función integrativa
perceptual de la corteza prefrontal se podría justificar por sus conexiones con las áreas de
asociación de la corteza cerebral posterior (lóbulos temporales, parietales y occipitales).
El bebé de cuatro meses de edad tiene conocimiento de la permanencia del objeto
(Baillargeon y cols., 1985); sin embargo, es hasta los 8-9 meses capaz de utilizar este
conocimiento para guiar su conducta basándose en información previamente almacenada en
la búsqueda de alcanzar una meta (Spreen y cols., 1995). A esta edad la conducta de los
niños es aún muy controlada por estímulos externos (Diamond, 1990). Hacia los 2 años de
edad, la capacidad para controlar la conducta con base en información previa, memoria de
trabajo o memoria operativa, alcanza su máximo desarrollo; y a esta edad el niño adquiere
mayor capacidad inhibitoria de los estímulos externos.

MODELOS DEL DESARROLLO COGNITIVO


Las teorías de Jean Piaget (1955) sobre el desarrollo cognitivo han tenido un gran impacto
en la forma como los psicólogos perciben el desarrollo intelectual del niño. De acuerdo con
Piaget existen estructuras abstractas: esquemas, que subyacen al origen de la inteligencia; el
desarrollo de estos esquemas es paralelo al crecimiento cognitivo. El niño, según este autor,
es intrínsecamente activo y responsable de su propio desarrollo. El proceso cognitivo es
constructivo, de ahí el concepto de constructivismo, y el conocimiento que el niño posea
en un momento va a afectar la percepción y el procesamiento de nueva información.
En el modelo piagetiano existen dos procesos, organización y adaptación, que están
biológicamente determinados y que funcionan durante toda la vida, desde la infancia hasta
la vejez. La organización se refiere a la tendencia del organismo a integrar estructuras en
sistemas cada vez más complejos. La adaptación es el proceso de ajuste permanente del
organismo de acuerdo a las demandas del ambiente. En la interacción del niño con el
exterior se produce una asimilación o una acomodación. La asimilación es la interpretación
del ambiente que hace el niño para ajustarlo a sus propios esquemas, y acomodación se
refiere a los cambios del niño para ajustar los esquemas al ambiente.
Piaget postula cuatro etapas en el desarrollo cognitivo del niño: sensoriomotriz,
preoperacional, operaciones concretas y operaciones formales. En la primera etapa: desde
el nacimiento hasta los dos años, el pensamiento es sinónimo de las acciones del niño sobre
los objetos. En la etapa preoperacional: comprendida entre los 2 y 7 años, el pensamiento
del niño es intuitivo y carece de reversibilidad. La tercera etapa, la de las operaciones
concretas: de los 7 a 11 años, es cuando se desarrolla la constancia de las relaciones
cuantitativas (observación) y la capacidad de clasificación. El niño sabe que la cantidad de
la sustancia permanece constante a pesar de las transformaciones perceptuales. En esta
etapa el niño aprende a clasificar los objetos dentro de categorías concretas. La etapa de las
operaciones formales se extiende entre los 11 y 15 años. El razonamiento hipotético-
deductivo caracteriza esta etapa.
El pensamiento maneja símbolos y no requiere de los objetos reales presentes. Las leyes del
pensamiento lógico se desarrollan en esta etapa.

El llamado procesamiento de la información generalmente se realiza por etapas. Por


ejemplo, el proceso de memoria implica tres: registro, almacenamiento y recobro. Las
operaciones cognitivas en estos modelos se conceptualizan dentro de un continuo con
procesos automáticos y sin esfuerzo en un extremo, y procesos controlados; que exigen
estrategias cognitivas complejas en el otro extremo. La forma como se adquiere y manipula
el conocimiento es relevante dentro de las teorías del procesamiento de la información. El
conocimiento conceptual se conoce como memoria semántica. La memoria semántica se
representa como una cadena de eslabones interconectados.
Con el avance de la edad en el individuo se han observado diferencias menores en la
capacidad de registro sensorial y en la capacidad de almacenamiento a corto plazo; sin
embargo, diferencias importantes se observan en la velocidad de procesamiento de la
información y en el uso de estrategias cognitivas. Mientras mayor sea un niño, mayor será
la probabilidad de que utilice espontáneamente una estrategia para procesar formación.

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