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SANAR

LA HERIDA CON LA MADRE


UN RETORNO A LA ESENCIA FEMENINA
TALLER DE AUTOCONOCIMIENTO Y CREATIVIDAD FEMENINA

Coordinado por GERMANA MARTIN

CUADERNILLO DE LECTURAS COMPLEMENTARIAS

I’ll Always Hold You, pintura de Gioia Albano


Cuadernillo de Lecturas Complementarias - Taller a Distancia Sanar la herida con la madre
coordinado por Germana Martin

LECTURA COMPLEMENTARIA PARA LA NANA 1


ALGUNAS VOCES SOBRE EL MITO

“Perséfone y Deméter representan un patrón común madre-hija, en el que una


hija está demasiado cercana a una madre para desarrollar un independiente
sentimiento de sí misma.”
JEAN SHINODA BOLEN

“Además de la dinámica familiar, la cultura en la que vivimos también


condiciona a las niñas a equiparar la feminidad con la conducta pasiva y
dependiente.”
JEAN SHINODA BOLEN

“La típica pequeña Perséfone es una ¨niña buena¨, tranquila, sin pretensiones,
la clase de niña que suele estar vestida de rosa y con volantes, como una
muñeca. Suele ser una niña de buena conducta, que quiere agradar, hace lo
que le dicen, y se pone lo que eligen para ella.”
JEAN SHINODA BOLEN

“Una hija Perséfone suele ser una ¨niña pequeña de su mamᨠinmovilizada
en un modelo de relación con su madre tipo Deméter-Perséfone.”
JEAN SHINODA BOLEN

“Aunque la madre parece ser fuerte e independiente, esta apariencia suele ser
engañosa. Puede que refuerce la dependencia de su hija para mantenerla
cerca. O tal vez necesite que su hija sea una extensión de sí misma, a través
de la cual vive por delegación.”
JEAN SHINODA BOLEN

“Perséfone es arrancada de la inocencia (inconsciencia) de la vida cotidiana


hacia una conciencia más profunda de sí misma por Hades. Se ve iniciada en
los misterios sexuales y se entrega a Hades, convirtiéndose en su consorte….
Pierde su virginidad, su ¨unicidad en sí misma¨… Se convierte en la Diosa del
Hades.”
MAUREEN MURDOCK

“El momento del salto adelante para una mujer es siempre simbólicamente
una violación –una necesidad– algo que se apodera de ella con poder
irresistible y supera toda resistencia.”
HELEN LUKE

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“La pasividad y la dependencia son los problemas esenciales de muchas


mujeres, porque el entorno refuerza el arquetipo y, de este modo, dejan de
desarrollarse otros aspectos de la personalidad.”
JEAN SHINODA BOLEN

“Antes de su rapto, Perséfone era una mujer-niña que no era consciente de su


atracción sexual ni de su belleza.”
JEAN SHINODA BOLEN

“Perséfone es arrancada de sí misma como hija de su madre y entra en las


profundidades de su alma… la pérdida de su antiguo sentido de sí misma y la
sensación de estar perdida, confusa y sumida en la depresión, para descubrir
al fin que en estas profundidades yace un nuevo sentido de sí misma. El
derrumbamiento se convierte en descubrimiento.”
MAUREEN MURDOCK

“Ha comido la comida de Hades, ha tomado en sí misma la semilla de la


oscuridad y puede ahora dar a luz su nueva personalidad propia. También su
madre puede hacerlo.”
HELEN LUKE

“Perséfone se convierte también en madre, teniendo a su vez una hija que


muere en ella y luego renace.”
MAUREEN MURDOCK

“…El papel de madre consciente sólo puede llegar cuando rompemos los vín-
culos inconscientes que todas nosotras tenemos con nuestra madre personal y
arquetípica. Cuando diferenciamos nuestra propia naturaleza femenina de los
aspectos heredados de nuestra madre, tanto los positivos como los negativos,
podemos empezar a hacernos de madre a nosotras mismas de manera más
saludable, y también ser la madre de nuestros hijos de un modo más cons-
ciente.”
CONNIE ZWEIG

“Toda mujer contiene en sí misma a su hija, y cada hija a su madre; todas las
mujeres se extienden hacia atrás, hacia su madre, y hacia adelante, hacia su
hija.”
CARL GUSTAV JUNG

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LECTURA COMPLEMENTARIA PARA LA NANA 2


GRACIELA COHEN
EL OTRO COMO ESPEJO1
Si me preguntaran cuáles son los dos temas fundamentales que pueden
ayudarnos a despejar el malestar que se adueña de nuestro presente, diría
que uno es la noción de “el otro como un espejo”, y el otro es "el sentimiento
de compasión”.
El primero nos ayuda a liberarnos de prejuicios y creencias con los que
construimos una versión novelada de nuestra historia, de quiénes somos y
qué nos pasa, y el segundo nos da la comprensión que necesitamos para pu-
lir nuestro corazón y derretir con ternura el frío que sentimos por el miedo
de vivir. Aunque ambos están unidos íntimamente hoy vamos a entrar en la
noción de “el otro como espejo”.
Comencemos desde el principio:
Sabemos que un espejo es un instrumento que refleja la luz en forma de
imágenes; y así como el estudio de la naturaleza de la luz es muy profundo y
preciso, llegar a comprender cómo y qué reflejamos entre nosotros implica
gran complejidad. ¿No te resulta asombrosa esa posibilidad? Cuando me
pregunté cómo era posible que nos reflejemos en el otro, la respuesta la en-
contré al saber que uno de los mayores descubrimientos del funcionamiento
de la mente humana es la verdad psicológica de que ¡¡cualquier cosa que de-
seemos esconder la proyectamos en los demás!!
Observar esto con detenimiento y comprometer mi propia experiencia en
la observación me fue ayudando con el tiempo a encontrar mayor serenidad
al no tomar las cosas como una propiedad privada. Así se fue liberando en
mí un espacio de creciente atención amorosa, unido a una comprensión ca-
da vez más abarcativa.
Después de más de veinticinco años de trabajar con personas, puedo decir
con certeza que escondemos, y por lo tanto podemos proyectar, tanto lo que
nos avergüenza como lo que no nos animamos a expresar. Tanto aquello de
lo que nos queremos deshacer como lo que nos sentimos incapaces de asu-
mir.
O sea que contamos con dos movimientos diferentes para ubicar fuera
nuestro tanto lo que nos disgusta como lo que nos gusta, tanto defectos co-
mo cualidades, tanto rechazos como anhelos, tanto el odio como el amor.
Por lo tanto utilizar la noción del “el otro como espejo” es una clave para
indagar en nosotros y encontrarnos con un mundo complejo, hecho de re-
fracciones, interferencias, polarizaciones, inversiones y dispersión. Estos
movimientos son distintas formas que puede tener la dinámica del proceso
de proyección sin el cual no podríamos reflejarnos y que en nuestro universo
humano actúan en tres esferas: una es la manera en que nos relacionamos
con nosotros mismos, otra es la forma en que nos vinculamos con los otros,

1
Graciela Cohen, artículo tomado del sitio web: Centro Gestáltico de Estudio y Meditación Luz de Luna
(www.luzdeluna.org.ar), agosto de 2004.
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y la tercera es acerca de cómo nos interrelacionamos con los hechos del des-
tino, la realidad, Dios o como quieras llamarlo.
En estos tres universos se desarrolla nuestra vida y allí es donde proyec-
tamos nuestras imágenes e ideas. Utilizando la noción “del otro como un es-
pejo” podemos descubrir más de una verdad personal. Entonces, así como la
excelencia de un espejo depende de su pulido, también en nosotros cuanto
más pulimos nuestra mirada, más claridad obtenemos acerca de aquello que
reflejamos, y esta experiencia que es abierta e inacabada nos forma y nos
ayuda a madurar.
Por lo tanto un Sócrates, para dar un “ejemplo filosófico y contundente”,
puede ser un espejo donde por contraste podemos vernos cobardes, o por se-
mejanza, descubrir el deseo de ser verdaderos.
El gran poeta Walt Whitman lo sintetizó maravillosamente cuando dice al
final de Canto a mí mismo, “me contradigo, pues si me contradigo, soy in-
menso y contengo multitudes”. Sí... “somos inmensos y contenemos multitu-
des” ya que sólo el ser humano puede moverse en diferentes dimensiones de
ser.
Frente a una roca podemos ver firmeza o dureza, en una flor podemos ver
fragilidad o gracia, nos inspiramos al imaginar el vuelo de los pájaros o el de-
licioso sabor que paladean las abejas y todo esto son sólo proyecciones.
El sentimiento de alegría que nos puede inundar cuando vemos un pica-
flor o el impacto repentino que sentimos al ver el movimiento enloquecido de
las copas de los árboles mezclándose con el viento o el respeto frente al po-
der de un león, todo esto es algo que agregamos nosotros.
Nuestra dureza o gracia no son comparables con la de una roca o una
flor, nuestro vuelo o la sensación de delicia no tienen nada que ver con el de
un pájaro o una abeja, nuestro poder no tiene nada que ver con el de un
león, porque nuestro crecimiento no va por caminos únicos ni responde a un
viaje programado. Quizás alguien piense o suponga que podemos rememorar
un antiguo saber, de todas maneras no podemos dudar que sigue siendo la
experiencia de un ser humano. No estamos terminados al nacer, estamos
continuamente cambiando. Lo que estas identificaciones sólo nos muestran
es que “somos inmensos y contenemos multitudes”, y en el camino de en-
contrar los puentes hacia nosotros mismos nos vamos reflejando a partir de
la capacidad humana de proyección, que vamos madurando a través del vi-
vir.
¿Y cómo logramos ser más conscientes de ella, fluir y reconocer los obs-
táculos que de allí surgen cuando nos relacionamos?
Observando nuestros pensamientos habituales, sus juicios, basados en la
culpa y el miedo, e indagando en las reacciones emocionales que resultan de
ellos.
Y nos preguntamos ¿cómo hacerlo?
Los terapeutas gestálticos somos expertos en el encuentro y desarrollo de
recursos que favorecen estas comprensiones, me gustaría compartir contigo
algo que conmigo compartió mi amiga Suravi, una clave que le dio Katie y
que ella practica como un koan y difunde con pasión. Es una manera senci-
lla que llevada adelante con constancia ayuda a entrar profundamente en la
complejidad, liberándonos de la complicación.

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Se trata simplemente de que cuando se me ocurre algún pensamiento en-


juiciador me pregunto ¿esto es verdad? ¿Estoy segura que esto es verdad?
Comencé a practicarlo llevada por el entusiasmo de esta red de mujeres-
curadoras, entonces si pensaba “Mi compañero ha dejado de amarme”, “Mi
hija es desconsiderada”, “Necesito más dinero para llevar adelante mis pro-
yectos sociales”, inmediatamente me preguntaba ¿es cierto? “Quiero que mis
alumnos me presten más atención”, “Mi amiga Sara es egoísta”, “Mi padre no
debería fumar tanto”, inmediatamente me preguntaba ¿estoy absolutamente
segura que es verdad? Empecé a detenerme, a observar esas ideas y al lograr
mirarlas con una atención amorosa, o sea sin agregar ningún juicio, entran-
do en una pausa, comencé a darme cuenta que si era sincera conmigo mis-
ma no podía decir que lo que se me ocurría era absolutamente cierto; y
cuando busqué pruebas para justificar mis argumentos y las miré con ver-
dad en el corazón descubrí una y otra vez una cantidad de trucos increíbles
para seguir practicando el deporte más exitoso de todos los tiempos: tener
razón, jugar a ser dios, crear mi propio mundo perfecto y anunciar a mi au-
diencia interior que yo, los otros y el destino mismo de la humanidad debían
seguir mis ideas.
Lo empecé a ver tan ridículo que el solo y simple hecho de preguntarme
¿eso es verdad?, me empezaba a causar una risa interna liberadora e incon-
tenible cada vez que me hacia la pregunta.
Aun así me di cuenta que a pesar de lo débil o absurdo de mis ideas no
podía dejar de pensarlas, inevitablemente me enfrenté con el impacto de re-
conocer que, aunque frente a la observación, esos pensamientos demostra-
sen ser frágiles, igual me provocaban una serie increíble de reacciones y es-
tados de ánimo.
Si me venía a la mente, por ejemplo, “mi compañero no me quiere” podía
llegar a inhibir mi alegría con él como si solo estuviéramos ligados por la
tristeza o el enojo, o si pensaba “mi hija es desatenta” me mostraba deman-
dante con ella como si me debiera algo. Y al revisar con cuidado y hones-
tidad cada juicio, la idea de “mi compañero no me quiere” se podía trans-
formar en “yo no lo quiero” o “no me quiero a mi misma” o “mi hija no me
considera” en “yo no me considero” o “yo no soy considerada con mi hija” y
así... así.
Entonces observar mis pensamientos y aprender a hacerlo con amor, ir
más y más dentro de mí, observar cada situación mirándola como un espejo
y darme cuenta lo que proyectaba en ella ... se convirtió para mí en una
práctica en sí misma que me fue liberando de un malestar innecesario, recu-
perando así la realidad del presente.
Lentamente me torné hacia mi corazón y un sentimiento de amistad por
mí misma, por los otros y por los hechos de la vida se transformó en un visi-
tante esperado, y compartir esto es mi modo de amistad ya que es una ma-
nera de curar un tema común que nos lleva al error de sentirnos solos y
fuera de la vida.
Sin darnos cuenta nos volvemos adictos a estas ideas automáticas, las
sembramos dentro de nosotros con respuestas emocionales y cosechamos de
estas semillas hábitos en forma de comportamientos, provocándonos des-
concierto y ajenidad. Vivimos entonces en una atmósfera interior negativa y
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pesada que nos llena de frustración y tensión, nublamos nuestra percepción


de nosotros mismos, definimos un comportamiento sin logros y desconoce-
mos nuestros límites en la cooperación con los hechos de la vida.
Así comprobé que la sensación de sentirnos un poco desequilibrados es el
resultado natural de esta atmósfera interior alimentado por un estado men-
tal basado en la comparación y construido entre culpas y miedos. Si nos ha-
bituamos a este clima podemos llegar a la idea de que esto es lo normal.
Por otro lado comprobé que la vida se hace más sencilla cuando dejamos
de luchar con nosotros mismos y con el otro, o con las cosas que no pode-
mos controlar, y que las relaciones se hacen más fluidas si logramos recu-
perar un centro en equilibrio, siempre balanceándose, perdiendo y encon-
trando su armonía en constante cambio.
Estamos diseñados en base a pautas de conexión entre diferentes mun-
dos: el interno y el externo, el yo y los otros, la paciencia y la impaciencia, la
mujer y el hombre, una manera de compartirlo contigo es pensar que pode-
mos vivir de tres modos diferentes esta conexión. Una es el modo de la locu-
ra, donde el centro de la persona está “fuera de sí” o sea fuera del interior de
la persona que vive su presente en constante enemistad, la segunda manera
es la de los sabios o santos verdaderos que están “en sí”; o sea su centro es-
tá en contacto con lo que se llama sus voces o guías interiores, reconocen su
centro en un sentimiento de amistad creciente con su ser interior.
La tercer manera es la de los llamado “normales” que somos la mayoría y
que estamos un poco afuera y un poco adentro buscando siempre el equili-
brio, perdiendo y encontrando los componentes de cada mundo y los puen-
tes de unión entre ellos.
Entonces cuando más buscamos en nosotros, más nos acercamos a nues-
tro ser interior y al ir encontrándonos nos damos cuenta que es infinito. Y
cuando más buscamos fuera nuestro, descubrimos que también la búsque-
da es infinita.
Y al darnos cuenta que podemos estar en el medio de esa infinitud, evoca-
mos una armonía y nos convertimos en un puente de amistad.
Como seres humanos pertenecemos a la superficie y a la hondura, a la tie-
rra y al océano. Otra forma de decirlo es que pertenecemos a lo que está fue-
ra de la piel y a lo que está dentro de la piel. Podemos vivir en la tierra, pero
no siempre. Si cada tanto no volvemos al mar nos secamos, sin empaparnos
con algo de rocío nos opacamos, estando tan volcados hacia el mundo nos
endurecemos con máscaras exageradas y si nuestras manos no se abren ca-
da tanto tomando algo vivo languidecemos recordando con nostalgia un poco
de amor. Es así como le damos vida al alma y nos hacemos fuertes.
Entonces, incluir la noción del “otro como un espejo” se transforma en
una gran guía que nos ayuda a madurar la aceptación de ambos extremos, y
al reconocer lo que proyectamos podemos hacernos más fuertes y sentir una
autoridad interior que nos permite ser creadores y participes entre lo que es-
tá fuera nuestro y lo que está dentro nuestro. De este modo nos vamos sin-
tonizando con los insistentes caminos de la vida, que con su irresistible
atracción nos impulsan inevitablemente hacia algo opuesto donde podemos
descubrir algo esencial de nosotros mismos.

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Incluir la noción del “otro como un espejo” nos da un soporte para ir más
profundo en todo lo que se refleja y encontrar sentimientos y anhelos que
son la base que nos realiza como humanos, entonces, al descubrir lo que es-
tá por debajo del dolor genuino, quizás encontremos el hambre de amor, o
en las excesivas exigencias un camino equivocado de encontrar la bondad, o
nos reencontremos con nuestro propio poder al desenredarnos de la con-
fusión, o acercándonos con delicadeza a nuestras heridas y cobrando fuerza
para estar “a cielo abierto” podremos sentir la libertad de salir de los espe-
jismos.
Recuerdo una historia:
Un día el sheik de Jaipur invitó a su palacio a pintores, algunos venidos
de China y otros de Grecia, y les encargó que decoren con frescos dos muros
enfrentados. Fue colocada una cortina entre los dos grupos que trabajaron
día tras día sin ver la tarea del otro. Mientras los chinos usaban toda clase
de pinturas y dibujaban con gran dedicación hermosas y delicadas figuras,
los griegos pulían y alisaban el muro sin descanso, tomados por una gran
confianza. El día convenido, el sheik se presentó con parte de su corte en el
gran salón. Primero fue a ver el lado de la cortina donde se encontraban los
pintores de la China, quedaron impactados al ver tanta belleza.
El sheik era amante de todas las artes y en especial de la pintura, enton-
ces declaró sin sombra de dudas que era imposible concebir algo más her-
moso. Pero cuando la cortina fue corrida, las pinturas de los chinos se refle-
jaron en el muro que los griegos habían pulido a la manera de un espejo, y
algo inusual sucedió. El sheik cayó en una extraña calma, era como si gotas
de agua pura lo lavaran y limpiaran por dentro, las mujeres de la corte esta-
ban brillantes como flores después de la lluvia, los griegos, los chinos, el
sheik y su corte, todos se sintieron sorprendidos ¿era posible que un reflejo
fuera más hermoso que el original? ... no era posible... estaban sorprendidos
y las miradas se encontraban y se convertían como por arte de magia en
amistad y todos se sintieron unidos más allá de la comparación.
Esa noche el sheik durmió envuelto en una sensación de gran calma y so-
ñó con manos de niños. A la mañana siguiente cuando se despertó resolvió
con sencillez algunos temas que hacía mucho que lo preocupaban.
No podemos saber con certeza qué le paso al sheik, pero sí sabemos que
los niños pueden ser una gran fuente de inspiración ya que reflejan las co-
sas con absoluta claridad. Son un espejo... ríen y lloran en equilibrio y así
como las plantas van hacia la luz los niños nos muestran cómo es vivir en
una posición no-comparativa y espontánea.
Podemos rozar ese clima liberador si aprendemos a utilizar esta capacidad
de la conciencia de reflejar, y enfrentamos con honestidad lo que allí se nos
muestra como un camino de vuelta hacia nuestras verdades.
Todos los que saben han dicho que “la verdad libera”, entonces es así có-
mo las máscaras dejan de disimular el rostro original, cómo una fuerza vital
nos mueve, siembra nuestros campos y nos permite una espera con sentido,
es así cómo recuperamos una certeza que se refleja en una delicada y tenue
luz, y que nos indica que, aunque tengamos la sensación de estar perdidos,
siempre hay algo dentro nuestro que nos acompaña con amor.

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LECTURA COMPLEMENTARIA PARA LA NANA 3


CLARISSA PINKOLA ESTÉS
EL ARQUETIPO DEL NIÑO/NIÑA SIN MADRE2
“…Ese es el verdadero triunfo del “abandonado”; la tremenda batalla ga-
nada, que no es la de luchar por la supervivencia sino por la creación, por
darse y crearse una vida llena, plena y buena, por lograr la prosperidad.
Las personas que tienen este arquetipo activo, se distinguen por una res-
puesta de querer hacerse invisible, desaparecer, estar desprotegido, o regre-
sar instantáneamente al pasado cuando sienten amenaza o mal trato por
parte de otro adulto.
Lo importante es saber que este arquetipo tiene una llama interna que
puede y debe ser encendida. Esa llama sigue ahí, jamás se apagó y jamás se
apagará aunque no la tenga brillando en este momento. Aunque haya sido
humillado, retirado y castigado como persona. Esta llama la enciende y la
cuida la madre interna. Para desarrollar la madre interna hace falta tener un
deseo de amor incondicional y respeto hacia uno mismo.
No se trata de buscar amor (externo) de otros a toneladas hasta que te sal-
ga por las orejas. Esto les dejará insatisfechos.
Se trata de tener la madre guía, la que señala los puntos buenos y malos,
la que tiene consciencia, intuición. La sabiduría consciente que te guía. La
que cuando te guía te está amando (amar = mostrar guía). La que pone luz
en la oscuridad.
Cuando un bebé crece en normalidad, su infancia le reporta la sensación
de paraíso: cuando tiene hambre, es alimentado; si tiene frío, se le da calor.
Es aquí donde obtiene la grata sensación de vivir, de ser aventurero, via-
jante en la vida. Más tarde, cuando es niño y va al colegio, se sale del pa-
raíso y recibe mordiscos, o malos tratos de otros niños, etc. Debe enfrentarse
con aspectos más oscuros del ser humano. El enemigo está fuera.
Pero cuando ese niño crece en una familia donde sus enemigos son el pa-
dre o la madre porque no atienden/no saben atender sus necesidades, ese
niño se cría a la defensiva. La respuesta que aprende es que la vida no es un
paraíso sino que hay que defenderse. Crece sin guía en el exterior (sin fun-
ción de madre). Ante cualquier estímulo, suele responder a la defensiva (es
un elemento distintivo del arquetipo “huérfano”). Tienen miedo de ser viajan-
tes por la vida porque perciben sus amenazas.
Aprenden a incrementar su sensibilidad para “averiguar” o “adivinar” de
dónde les vendrá la próxima amenaza, patada o bofetada, se hacen muy in-
tuítivos. Se convierten en adultos “en alerta”. Y normalmente no sólo pueden
prever o identificar a las personas negativas sino también a las positivas.
El problema es que tienen una fuerte tendencia a suprimir o destruir su in-
tuíción. A despreciarla, a minusvalorarla, especialmente si seguirla les supo-
ne una pérdida externa de amor (perder a personas).
Hay dos tipos de malos tratos en el arquetipo huérfano:
Abuso: pegar, insultar, humillar, castigos inapropiados, gritos, cualquier
estímulo que provoque una innecesaria respuesta de lucha en el niño.
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Artículo tomado de la página web: Holistika.
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Negligencia: La madre no presta atención a los sentimientos o necesidades


del niño (no lo coge bien para amamantarlo, etc.) y el niño no siente seguir-
dad. Primeramente, lo vuelve melancólico, y con el tiempo se vuelve deses-
perado, deprimido. En la mayoría de los casos se da porque la madre es in-
madura (ya sea por edad o por inmadurez psicológica –internamente no ha
crecido, no tiene madre).
Cuando la luz (la consciencia) es puesta sobre este arquetipo, el abuso o
negligencia se desvela con significado. La circunstancia del abuso no es un
sinsentido. Se desata el tremendo poder, la tremenda intuición. Los mejores
sanadores son niños sin madre. Y los artistas, los músicos, todo aquél que
vive con la mano puesta en el corazón, a la escucha del corazón. Llegando a
la adolescencia, el abuso tiene mucho que ver con la identidad. Saber quién
es uno. Y quién será la semana que viene. El dolor de estar solo. Sentirse co-
mo un árbol con las raíces fuera, buscando una tierra donde plantarse. El
abusado suele tener problemas de identidad, de estabilidad en el tiempo de
su identidad.
La frialdad: no tener amigos, no hablar con los vecinos. E incluso, aunque
se tenga amigos, el abandonado siente frío interno. Frío por estar apartado
de uno mismo. Suele tener problemas para querer a los demás y también a
sí mismo.
Respuesta ante sonidos. Hay bebés que enseguida lloran y se agitan ante
estímulos sonoros mientras que otros no. A los sensitivos, lo peor que les
puede pasar es que sean “niños sin madre, abandonados”. Si les rascas,
prácticamente empiezan a sangrar. Se les denomina “los sin piel”. Tienen los
nervios sin proteger por la piel, expuestos. Su preocupación como adultos es
“crecer la piel”, que no es más que el proceso de aprender a que no les llegue
hasta el corazón todo lo que les ocurre.
Por eso son tan intuitivos, porque ven, oyen y sienten de manera acen-
tuada.
La mala noticia es que duele. La buena noticia es que si lo notas (sentir el
dolor) entonces puede ser curado. Las cicatrices se verán (no queda igual
que si no hubiera sido dañado) pero serán motivo de orgullo. Serán un refle-
jo de tu fortaleza, un mapa de tus tesoros.
La psique del huérfano tiene un hambre terrible, una soledad terrible que
le hace o le lleva a recorrer compañías de las peores, hábitos no saludables,
todo debido a ese sentimiento de soledad. Se tiene hambre de personas has-
ta llegar a la obsesión, hambre instintiva. Hambre de consumir personas.
El bebé que puede chupar de la teta de la madre, deja de tener hambre.
Pero el que no puede hacerlo, está hambriento continuamente. El huérfano
tiene problemas para darse alimento psíquico a sí mismo: reconocimiento,
amor, autoestima, respeto. Y trata de conseguirlo fuera.
Otra característica es el amontonar cosas por si luego no hay, por si luego
no tengo. Esa sensación de “por si acaso falta”.
Está tan cerca de la muerte psíquica que parece que no la va a superar.
Pero ese es el verdadero triunfo del “abandonado”. La tremenda batalla gana-
da, que no es la de luchar por la supervivencia sino por la creación, por dar-
se y crearse una vida llena, plena y buena, por lograr la prosperidad."

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LECTURA COMPLEMENTARIA PARA LA NANA 4


POEMAS DE NARA MANSUR CAO
La poeta Nara Mansur Cao3 nos brinda en su libro Manualidades (premio
Nicolás Guillen 2011) una lírica feminista que describe la entrañable rela-
ción entre una madre y su hija.
A través del diálogo, expresado en poemas, con su hija Emilia. Con bellas
y profundas imágenes de lo cotidiano y familiar nos va llevando en un juego
de espejos que reflejan la visión que cada una de ellas, madre e hija, tiene de
la otra.

Vivir en el corazón de una palabra


Hablar de poesía es una tentación, Emilia
Hablar de Emilia, es una tentación, poesía
o a lo mejor una necesidad.
De todas formas –confieso– para mí no hay tarea fácil hoy día.
Cómo viene la lucidez, la ternura
a vincularse con la memoria y los sueños,
cómo Emilia, los sucesos, y comprometernos con algo.
Emilia, debo este poema, para que torne forma
sin explicarte demasiado…
Ah, lo vano.
Ah, la vanidad de la mamá que desea decirte algo importante
como si no hubiera entendido que tú
te enteras de todo lo poético a tu alrededor.
Sabes estar sola, tú,
con tu propia cabeza y adentro lo que mamá no sabe
no ve, no huele, no toca, no oye.
Pero estoy a tu lado, mirando lo que tú miras
y te pongo el mismo perfume
y me imagino alguna probable coincidencia futura,
alguna tentación común y necesaria.

3
N. del E.: Nara Mansur Cao, nació en La Habana, Cuba, en 1969. En la actualidad vive en Buenos Aires, Argen-
tina.
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Cuadernillo de Lecturas Complementarias - Taller a Distancia Sanar la herida con la madre
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Para bailar
“No, no hay que llorar, que la vida es un carnaval
y es más bello vivir cantando,
y las penas se van cantando.”

Mamá debe dejar de llorar,


dejar su energía ultrautópica detrás,
aceptar esta zona tibia donde vivimos,
confiar más en papá,
dejarme dormir y no irme a ver cada dos por tres.
Mamá no debe meterse en la cuna conmigo para saber
si yo respiro, si Emilia está vivita y coleando.
Es que viste a una actriz hacer eso y te dan ganas
de actuar aquí en la casa.
Porque mamá es una actriz de su casa,
le gusta hacernos reír entre otras cosas.
Tampoco debe preocuparse tanto porque a papá
le preocupe que se le caiga el pelo,
debe dejarlo un poco así, mirándose
en el espejo del ascensor de vez en cuando.
Como se deja a ella misma mirarse
las nalgas en el ascensor, a ver si algo ha cambiado
para bien o para mal o para igual.
¿Seguirán siendo dos?
¿Seguirán estando ahí las nalgas de mamá?
¿Será que de verdad se acabó una idea de política para todos?
¿Se acabó toda política posible?
Y el modo en que circula el dinero, mamá,
cómo se gana, para qué sirve, contra qué se cambia.

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Cuadernillo de Lecturas Complementarias - Taller a Distancia Sanar la herida con la madre
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Sangre de mi sangre
Si alguien te dice, Emilia, que estas páginas se parecen a otras
diles que sí que sí que sí que sí que sí que sí
seguramente mamá hizo copy paste, hizo café, te gritó
con palabras de otros
con la cabeza de otros
con lo que otros tienen en la cabeza
diles que Cuba sí yanquis no, diles eso también.
es que te amo demasiado, no sé si todo los que ambas necesitamos
como saber cuánto se quiere y cómo hablar de eso.
Y los sueños monstruosos, las pesadillas cómo se cuentan cómo se olvidan.
Y los zapatos ¿podremos guardarlos en un cristal,
cuidarlos hasta que lleguen las mariposas de lunares amarillos?
Si alguien pica en la frente a mi niña que sea la bárbara abeja,
con un solo aguijonazo
le enseñará la sordidez natural que no es tan grave
porque la propia naturaleza la creó.
Como al vino y al vinagre
como a la grasa y la cebolla,
esas lágrimas naturales que no te asusten
ni el olor en la boca, ni el beso de un hombre o una mujer que fuma.
Que todo eso te toque y te conmueva,
que la vida te levante y te espante
al mismo tiempo.
Te veo y te olvido, te beso, te toco, te huelo, te sueño
y si duermes la siesta por más de dos horas ya te extraño
y te necesito.
También eso me espanta.
Qué débil se hace la carne de la madre y del padre,
cómo cuidar de ti en ese estado.
Es que la madre tiene miedo y la niña no. La niña
no siente tanto frío tampoco.
¿Tendrá mamá que usar yelmo y armadura, chupete, guantes y azabache?
Si alguien te dice que mamá se chupa el dedo, que
exageró acerca de tu belleza, que envejeció de pronto,
que se puso flaca, que la vieron volando en una escoba
por la casita de la calle Paula, ríete Emilia, ríete de lo
lindo, que mamá va a estar haciendo lo mismo. Mamá
va a jugar, a gozar de tal suerte como nunca antes.
Mamá nunca hizo algo así antes ni lo soñó.

15
Cuadernillo de Lecturas Complementarias - Taller a Distancia Sanar la herida con la madre
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Mamá y papá van juntos a todos lados


Tanta belleza me oprime como la espera que regresa
o la ropa de abuelo Cao toda de caqui mirándonos
almidonada, siempre un poco cortos, encogidos sus pantalones.
Tanto acto por empezar siempre,
siempre tantos aplausos dispuestos.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco… vamos todos.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco… vamos todos.
Di a dónde, mamá. A dónde se fue Pilar
y la niña a la que regaló sus zapatos.
A dónde no se fue Emilia, a dónde no te vas a ir.
Con antifaz y banderola triste el payaso te hace sonreír.
Con los pelos rizados y rubios como los de la oveja del libro
vas a menear la cabezota de un lado a otro y oír a abuelo Jorge
que me dice: “chivita, mi chivita, qué linda”. Hace muchos años.
Quizá pienses que mamá no se sabe defender
y quiere que papá la acompañe a todos lados:
a pagar los impuestos, a comprar tomates, a cortarse el pelo
al teatro, al supermercado donde nos super roban
donde nos super miran con los super ojos si no nos alcanzan
las sub monedas, los esclavos que allí trabajan.
Mamá, ¿qué es ser un trabajador del supermercado?
¿Por qué dices que son como unos esclavos de antes?
¿Por qué trabajan los días feriados?
¿Por qué dices que siempre un comerciante es deshonesto?
Sin pelos en la lengua, sin dinero en la cartera
puedo pensar que mamá se defiende mejor,
puedo oír cómo chirrían sus dientes y muerde
el aire general (electric)
que a veces la atraganta pero casi siempre lo sopla
con más besos y alegres trompetillas
para mí, para mí.
Mamá y yo. Mamá y yo.

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Cuadernillo de Lecturas Complementarias - Taller a Distancia Sanar la herida con la madre
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LECTURA COMPLEMENTARIA PARA LA NANA 5


POEMAS DE ANA ISTARÚ4
Deliciosos y fecundos poemas que invitan a disfrutar de la experiencia feme-
nina del gestar y dar a luz.

Testimonio
Yo,
la que yació
sobre su lomo arqueada en buena lid,
la que bebió entre ahogos
los cálices del semen, pues visto está,
yo soy las fauces de la luz;
la que tornó en sarmiento y crecimiento constante
ese licor profano venido de varón;
la que forjó en umbrosos yacimientos carnales
un cordero de sueño, un pájaro aturdido,
un extracto del ángel donde brillan mis genes;
la que ha mirado
abrirse en abanico su entrepierna,
la que arrancándose del vientre rayos,
peleando con el león de su dolor, girando
como un viaje de centauros por su cuerpo,
he dado a luz;
yo,
quiero testificar:
estoy aquí frente a este ser que tiembla,
el que emana una esencia de gardenias calientes.
Beso sus pies calizos. Reverencio
el desgarrón del oro en su pañal.
En su saliva toco la leche del vacío,
lo que mueve a mis pechos a abrir sus surtidores.
Estoy bajo el embate de la dicha,
doblada por el talle.
Soy otro ser que tiembla, transparente.
Yo,
la del pelambre de loba,
la del anca cobriza y garra restallante,
soy su rehén.
Nadie pretenda quebrantar mi cautiverio.

4
N. del E.: Ana Istarú, poeta y actriz costarricense, nació en San José en 1960.
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Alumbramiento
vino de mí
salió del fondo
el médico aplaudía
yo vine con el mar en la barriga
como un intenso parasol
un mapamundi
yo era la esfera que rodó en la madrugada
de corazón latí como un caballo
lo digo así
es que la crin
me perfumó
el vientre se movía
como suelen moverse los rebaños
venía con mi molusco mi amapola
mi potranco
con mi gorrión redondo
yo no podré faltar jamás me dije
a nuestra cita
así que estoy aquí
con esta fiesta
brincando por el talle
hice mi baile de rosas
mi aleteo
mugí como los barcos
el vientre daba vueltas
me esperaba
oculta en el carmín
donde el médico buscaba con su ceño
yo empujaba
el ventarrón del orbe en mi testuz
soplaba como un faro
como los dioses marinos de los cuentos
una granada real a punto de volar
recuerdo que por suerte
César me retuvo del cabello
estaba emocionado
sin saber si tintinear o si envidiarme
de entero dedicado a mis pulmones
expirando inspirando y expirando
me miraba de adentro de sus ojos
como sólo una vez me mirará
en toda la vida de su vida

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Cuadernillo de Lecturas Complementarias - Taller a Distancia Sanar la herida con la madre
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y a mi vientre que cambia de paisaje


y así
vino de mí
salió del fondo
nos bendijo de un golpe con su grito
se puso a beber sol como una fiera
de lana o amaranto
yo estaba enamorada y me reía
de loca de centella de rodillas
quería besar el sexo el vellocino
de César que lloraba
tomar a mi criatura
correr a derrocharla por las calles
qué llovizna de leche que cabalga
toda la luz del mundo en el pezón

Venus encinta
Pleamar
soy, curvatura:
Venus hermosa
Saliendo de su baño
con los pechos en punta, negrísimas
sus flores compitiendo
en latitud
con la Pulpa preciosa
de su vientre
redondo como vela
repleto como el mundo.

19
Cuadernillo de Lecturas Complementarias - Taller a Distancia Sanar la herida con la madre
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Despedida
Te irás del sótano
salino de mi carne.
Ya no estaremos nunca tan cerca como ahora.
Yo seguiré cantando mi gravedad marina,
domeñando el rugido de tierra de tu parto
hasta llenar la estancia tan alba del vacío
con tu ser deslumbrante.
Ese cordel de sangre del centro de tu talle
lo cortarán.
Jamás serás de nuevo mi cometa secreto,
el capullo de rafia,
el cosmonauta asido a mi matriz.
Cortarán ese lazo de savia sin regreso
y llevarás por tanto mi nombre sobre el vientre
como un botón rosado,
allí donde mi amor
no pudo más e imprime
su cóncavo dedal de despedida.
Ya no estaremos juntos como juntos estamos,
atados como liquen. Vas a nacer. Por siempre
soy tu animal materno.
Donde quiera que vaya la hoguera de tus pasos
tenderé una señal,
un eslabón de viento,
un trazo que nos ate más allá de la tierra,
un dibujo invisible que nada lo lacere.
Un rayo interminable donde mi amor transite
y viaje de mis senos a tu boca candente.
Un rayo que yo pueda ponerme entre los labios
cuando su azul letargo me tienda al fin la muerte.

20
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Al dolor de parto
Hola dolor, bailemos.
Serás mi amante breve
en este día.
Tu sirena de barco,
tus anillos sonoros en mi boca:
ya lo sé.
Oh bestia de Jehová,
muerdes a quemarropa.
Hola dolor.
Bailemos, qué más da.
Ya te miraré arder, rabioso,
solo en tu ronda
y yo botando espuma por los pechos,
gozando al reyezuelo,
oliendo el grito de oro
del niño que parí.

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coordinado por Germana Martin

Vida
Vida:
sella mi pacto contigo.
Hunde tus brazos azules
por el arco de mi boca,
derrámate como un río
por las salobres galerías de mi cuerpo, llega
como un ladrón, como aquel
al que imprimen en la frente de improviso
el impacto quemante de la dicha,
como quien no puede esconder más bajo el abrigo
una noticia magnífica y quiere reírse solo,
y está el amor que se le riega por los codos
y todo se lo mancha,
y no hay quien lo mire que no quiera
besar dos veces las palmas de sus manos.
Vida: asómate a mi carne, al laberinto
marino de mi entraña,
a este niño infinitesimal
urdido por el cruce de fuego de dos sexos.
Por él he de partir en dos mi corazón
para calzar sus plantas diminutas.
Vida: coloca en su cabeza de la altura de un ave
el techo de tu mano. No abandones jamás
a este cachorro de hombre que te mira
desde el sueño plateado de su tarro de luna.
Coloca, con levedad silvestre, tu beso inaugural
en sus costillas de barquito de nuez. No lo abandones,
es tu animal terrestre, el puñado de plumas
donde se raja el viento.
Vida: acoge a esta criatura
que cabe en un durazno.
Yo te nombro en su nombre su madrina.
Alzo por ti mi vientre.
Vida: abre los brazos.

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LECTURA COMPLEMENTARIA PARA LA NANA 6


JEAN SHINODA BOLEN
KUAN YIN, LA DIOSA CHINA DE LA COMPASIÓN5
Kuan Yin significa “La que Escucha los Llantos del Mundo”. Durante más
de mil años se ha reverenciado a Kuan Yin popularmente como la diosa de la
compasión en China, Corea y Japón. La importancia de la divinidad y el con-
suelo que ofrecía a los mortales comunes que daban por sentado que la dio-
sa escuchaba sus penas, le otorgan el mismo significado que tiene la Virgen
María en el catolicismo romano. Ni Kuan Yin ni la Virgen María son diosas
en sus tradiciones teológicas tradicionales, pero en la práctica se las invoca
con rezos como si fueran personajes divinos y sagrados. Desde una perspec-
tiva psicológica, son arquetipos similares.
Kuan Yin y la Virgen María visten ropas que ocultan el cuerpo, y el espec-
tador dirige su atención a la serenidad de su rostro. Por el contrario, las es-
tatuas de Afrodita como la diosa del amor sexual representan, por lo general,
a una mujer con muy poca ropa o completamente desnuda. Afrodita poseía
el poder cautivador de hacer que dioses y mortales se enamoraran (o se ob-
sesionaran), y no mostraba misericordia o consideración por las conse-
cuencias que se derivaran de ello. A Kuan Yin suele representársela en las
pinturas de pie, sobre una flor de loto, o sentada en una roca contemplando
el agua. Son estatuas de una mujer vestida, de una gracia incomparable y
una edad indeterminada, que sostiene en una mano un jarrón de “dulce ro-
cío”, simbolizando el néctar de la compasión, y en la otra, un ramillete de
sauce para rociar con este néctar la cabeza de los que apelan a su miseri-
cordia. Existen también representaciones de Kuan Yin portando ricas vesti-
duras y joyas que casi podrían confundirse con las de María, cuando va ata-
viada como la Reina de los Cielos. Sea cual sea su forma, su atributo prin-
cipal es “la compasión pura e inquebrantable, completamente despojada de
orgullo o venganza y que se resiste a castigar incluso a aquellos a los que les
convendría recibir una buena lección”.
Del mismo modo que un arquetipo puede manifestarse con nombres dis-
tintos en la mitología griega, romana y noruega, y poseer características lige-
ramente distintas, las tradiciones religiosas orientales explican que Kuan Yin
(que a veces se deletrea con Guanyin) se identifica con Kwannon-Sama
(Kannon) en Japón, Quan Am en Vietnam y Tara en Tíbet. Tara es una her-
mosa divinidad femenina capaz de manifestarse en veintiuna formas diferen-
tes para acudir en ayuda de los seres sensibles.
John Blofeld, un famoso especialista en religiones orientales, describió en
Bodhisattva of Compassion las muy diversas maneras de percibir y compren-
der a Kuan Yin. Era una diosa popular que contaba con diversos santuarios
a lo largo y ancho de toda la China precomunista destinados a su venera-
ción. Estos enclaves sagrados solían encontrarse cerca de cursos fluviales o
en emplazamientos con vistas a un lago o al mar. La única condición necesa-
ria para orar a Kuan Yin y pedir su ayuda, siempre y cuando el deseo que se

5
Jean Shinoda Bolen, Las Diosas de la Mujer Madura, 5ª ed. (Barcelona, 2009, Editorial Kairós), Parte II, Las
Diosas de la Compasión: Su Nombre es Bondad, pp. 180-187.
23
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pidiera no fuera maligno, era creer en su poder de asistencia. No se exigía,


en cambio, ser piadoso u observar una conducta estricta.
Tal y como Blofeld descubrió en su búsqueda de Kuan Yin, hay quienes la
consideran un concepto mental, y quienes creen que es una diosa; el que
uno la vea de un modo u otro dependerá de las expectativas personales y de
su actitud mental. La manera más sofisticada de percibir a Kuan Yin es co-
mo una bodhisattva, que Blofeld describió en términos parecidos al concepto
jungiano de arquetipo.
Taigen Daniel Leighton, un sacerdote zen americano, describió explícita-
mente a Kuan Yin y a otros bodhisattvas como arquetipos. En Bodhisattva
Archetypes explica que las imágenes que tenemos de ellas son representa-
ciones de las cualidades que han surgido en nuestro interior y en el de todos
los seres. Las bodhisattvas están dedicadas al despertar o a la iluminación
de cada persona. Existen como guías o como consuelo de los seres que su-
fren, y proponen una vida espiritual plena de sentido. El nombre en sáns-
crito de la bodhisattva de la compasión es Avalokiteshvara, de las cuales
Kuan Yin es la más famosa. Las cualidades que se asocian a las bodhi-
sattvas de la compasión son la bondad, la ternura, la sensibilidad, la empa-
tía y la amabilidad. El otorgar a los demás sencillamente lo que desean y ne-
cesitan es una de sus características. Leighton observa al respecto que eso
conlleva la experiencia de la generosidad, que puede ser contagiosa en su
afán de estimular la preocupación por los demás y abandonar las preocupa-
ciones egocentristas.
Para adoptar una actitud compasiva hay que ser capaz de sentir compa-
sión por uno mismo y por los demás, y la manera más natural de hacerlo es
crecer en un ambiente donde impere la justicia y el amor, donde los niños y
las niñas importen, y donde la empatía y la compasión las prediquen el
ejemplo y la historia en el seno de la familia y la cultura. Como observó Ro-
bert Coles, doctor en medicina y autor de The Call of Service: A Witness to
Idealism: “Un niño o una niña al que se haya tratado con bondad y que es
capaz de evocar a los demás sin problemas reaccionará bien ante las situa-
ciones desesperadas del prójimo”.
La regla de oro que dice “lo que tú no quieras, no lo quieras para los de-
más” es un mensaje universal que está en la raíz misma de toda acción com-
pasiva, así como los refranes que nos aconsejan “ponernos en la piel de otra
persona” son lecciones de empatía. Las familias y las instituciones que mal-
tratan al individuo y se muestran indiferentes al sufrimiento y la justicia so-
cial enseñan a temer en lugar de a amar, y a perpetuar los malos tratos y la
indiferencia con sus actos y actitudes.
Las bodhisattvas son un ideal en el budismo de Mahayama (el Gran Vehí-
culo) que es la rama dominante del budismo en Tíbet, China, Taiwan, Mon-
golia, Corea, Japón y Vietnam. Un o una bodhisattva hace el voto de no reti-
rarse del mundo como un buda que ha alcanzado el pleno estado de la ilu-
minación hasta que él o ella sea capaz de atender a todos los seres sensibles
para que alcancen la iluminación y se liberen del sufrimiento. Leighton pun-
tualiza que las cualidades de un bodhisattva aparecen en gentes de toda
condición y religión, y cita ejemplos tan diversos como Martin Luther King

24
Cuadernillo de Lecturas Complementarias - Taller a Distancia Sanar la herida con la madre
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Jr., la Madre Teresa, Gloria Steinem, Bob Dylan y muchos otros personajes
contemporáneos.
El buda histórico fue Siddharta Gautama, que vivió en India en el siglo VI
a. de C. La bodhisattva de la compasión, de la cual Kuan Yin es la más po-
pular y conocida, posee más diversidad de formas que cualquier otra. Hay
bodhisattvas de la compasión, femeninas y masculinas, y muchas imágenes
poseen una apariencia andrógina. Los diversos sistemas existentes descri-
ben desde siete a ciento ocho manifestaciones de esta bodhisattva. En Tíbet
se llama Chenrezig. El Dalai Lama actual, que es el decimocuarto, es una
encarnación de Chenrezig.
Poco tiempo antes de recibir el premio Nobel el Dalai Lama participó en
una serie de debates sobre la acción compasiva en un congreso. En ese en-
torno hubo una discusión muy animada entre su santidad y siete psicólogos
y psiquiatras (en la que tuve el honor de participar) que duró tres días y que
se celebró ante una audiencia entregada. El Dalai Lama cambió mi manera
de entender la compasión genuina genera un sentido de la responsabilidad
espontáneo que nos impele a actuar para aliviar el sufrimiento. El comité no-
ruego para el premio Nobel citó unos versos que su santidad recita a diario y
que contienen los elementos fundamentales de los votos de un bodhisattva:
Mientras perdure el espacio,
mientras existan los seres sensibles;
hasta ese mismo momento,
yo también perduraré,
y disiparé la desgracia del mundo.

La tradición de los bodhisattvas presenta la compasión con personajes


masculinos, femeninos o indistintamente femeninos y masculinos. En el pla-
no psicológico, y a medida que entramos en la edad madura, hombres y mu-
jeres se vuelven más andróginos, y dado que la compasión es una cualidad
humana que se desarrolla con el tiempo, es apropiado que exista una ambi-
güedad en lo que concierne al sexo de todas esas representaciones de la bo-
dhisattva de la compasión, que, por otro lado, muestra una edad intemporal.
La compasión carece de edad, y es un atributo no exclusivo de los dos sexos.
Muchos niños vienen al mundo con una compasión inherente a ellos que
muchos adultos han perdido por el camino o han desarrollado tan sólo des-
pués de haber padecido el sufrimiento en carne propia.
A pesar de que la compasión es una cualidad universal y un atributo que
se encuentra en hombres, mujeres y niños, llamo a Kuan Yin arquetipo de la
anciana porque la conciencia consciente de su desarrollo es una experiencia
común a todas las mujeres mayores. Varias personas me han comentado
que cuando eran más jóvenes, se mostraban sentenciosas e implacables con
sus padres, y que ahora sienten compasión y tienen una buena relación con
ellos. Hay quien describe lo dura e incluso vengativa que era antes, y ahora
confiesa haberse convertido en alguien muy diferente. Son muchas también
las que recuerdan que su ignorancia les hacía temer a las personas de una
determinada clase social, religión o raza, o a los homosexuales. Hay quien no
olvida, por último, que se mostraba insensible consigo misma y que siempre
se repetía: “No me exijo lo suficiente”. Kuan Yin nos vuelve más amables y

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tolerantes con nosotras mismas y con los demás. Es curioso, pero parece ser
que envejecer y hacerse más sabia esté unido indefectiblemente con la bon-
dad.
Hace muchos años me encontraba en Kansas City y fui al museo Nelson-
Atkins para ver una imagen increíblemente bella de Kuan Yin, una estatua
de madera policromada del siglo XI o XII d. de C. aproximadamente. Esta
Kuan Yin poseía una serenidad, una fuerza, una belleza y una gracia muy
especiales. Había algo en ella, una “mismidad” o presencia, que confería a
esta figura inmóvil fluidez y quietud, cualidades que resaltaban gracias a los
colores y al trazo de las líneas similares que había pintadas en el mural
antiguo de la pared posterior. Kuan Yin estaba sentada en una posición que
diríamos que imita la soltura real, y de la cual podía levantarse fácilmente
para acudir en ayuda de los necesitados. Esa figura femenina bien podría
ser una deliciosa figura masculina, dado que la androginia de la estatua
confería ambigüedad a su sexo. Sin embargo, no se trataba de una imagen
masculina afeminada o de un personaje femenino masculinizado. La fuerza y
la gracia, la serenidad y la intensidad se daban la mano en esta Kuan Yin
que me sumió en un estado contemplativo que parecía no tener fin.
La contemplación de esta estatua en concreto de Kuan Yin me ayudó a
comprender el arquetipo de La que Escucha los Llantos del Mundo. Es esa
capacidad de escuchar con empatía, aceptando a la persona y a sus sentí-
mientos sin mostrarse sentencioso o a la defensiva. Es la capacidad de escu-
char y soportar el dolor, la rabia y el sufrimiento ajenos, que el arquetipo
puede contribuir a mitigar. Es un acto responsable que implica un sentí-
miento y una actuación, aunque no se observe ninguna acción física. Esta
clase de reacciones son las que sanan. Ésa es la razón de que las personas
que sienten que sus actos o los de los demás les han convertido en margi-
nadas puedan sanar si se arriesgan a hablar de los motivos que les inspiran
esos sentimientos. Contar estos secretos con valor y escuchar con la compa-
sión de Kuan Yin son dos partes de un mismo proceso curativo.
El arquetipo de la compasión está presente en los grupos de terapia cura-
tiva, en las sesiones de psicoterapia y en cualquier otra relación que posi-
bilite la curación de las heridas psicológicas y espirituales. Escuchar y con-
tar implica correr un riesgo, sin embargo. Es difícil ser testigo y escuchar
con compasión sin verse involucrado personalmente en la historia. Cuando
escuchamos con empatía, eso que oímos penetra en nuestra imaginación, en
el corazón, el cuerpo y el alma. Ahora bien, si lo que escuchamos sobrepasa
nuestra propia experiencia e incluso nuestra comprensión, tenemos ante no-
sotras la tarea y la oportunidad de convertirnos en alguien “más grande” y
ser capaces de controlar lo que oímos y sentimos. La oyente corre el riesgo
de quedar traumatizada indirectamente a causa de su empatía o de volverse
distante emocionalmente cuando escuchar se convierte en una empresa de-
masiado ardua para ella. Kuan Yin es el arquetipo al que acudimos para po-
der escuchar y soportar nuestro propio dolor y el dolor de los demás, y sentir
misericordia.

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LECTURA COMPLEMENTARIA PARA LA NANA 7


JEAN SHINODA BOLEN
DEMÉTER, EL ARQUETIPO6
Deméter es el arquetipo de la madre. Representa el instinto maternal, rea-
lizado a través del embarazo o mediante el suministro de alimento físico, psi-
cológico o espiritual a los demás. Este poderoso arquetipo puede dictar el
curso que tome la vida de una mujer, tener un impacto significativo sobre
las demás personas de su vida o predisponerla hacia la depresión si lo re-
chaza o se frustra su necesidad de nutrir.

LA MADRE
El arquetipo de la madre estaba representado en el monte Olimpo por De-
méter, cuyos papeles más importantes eran el de ser madre (de Perséfone) y
proveedora de alimentos (como diosa de las cosechas) y sustento espiritual
(los misterios de Eleusis). Aunque otras diosas también eran madres (como
Hera y Afrodita), su hija fue la relación más significativa de Deméter. Tam-
bién era la más nutridora de todas las diosas.
Una mujer que posea un fuerte arquetipo de Deméter anhela ser madre.
Una vez que es madre considera que ésa es una función que la llena. Cuan-
do Deméter es el arquetipo más fuerte en la psique de una mujer, ser madre
es el rol y la función más importante de su vida. La imagen de la madre y el
hijo –normalmente representado en Occidente como la Virgen y el Niño– co-
rresponde a una imagen interna que la conmueve profundamente.
El arquetipo de la madre motiva a las mujeres a nutrir a los demás, a ser
generosa y a dar, y a encontrar, satisfacción como cuidadoras y proveedoras.
Así, el aspecto nutridor del arquetipo de Deméter puede expresarse a través
de las profesiones de ayuda –docentes, cuidados preescolares, consejeras o
cualquier empleo en el que ayudar a los demás es parte de la función–, y en
cualquier relación en la que puede ser una persona nutridora. El arquetipo
no está restringido a ser madre.

EL INSTINTO MATERNAL
En el aspecto biológico, Deméter representa el instinto maternal –el deseo
de quedarse embarazada y de tener un bebé– que algunas mujeres han an-
helado realizar desde siempre.
El arquetipo es una fuerza irresistible para quedarse embarazada. Una
mujer puede ser muy consciente de lo fuerte que es el instinto y tal vez deci-
da cuándo quiere realizar este profundo deseo. Pero si está inconsciente-
mente motivada por Deméter, quizá se encuentre embarazada “por acciden-
te”.
Lo que sucede cuando descubre un embarazo no planificado indica hasta
qué punto es poderoso este arquetipo en una mujer concreta. Cuando es cla-
ramente el aborto el resultado más sensato o responsable, una mujer no-De-
méter puede decidir abortar y a continuación sentirse aliviada. Y a partir de
6
Jean Shinoda Bolen, Las diosas de cada mujer, 15ªed. (Barcelona, 2008, Editorial Kairós), cap. 9, pp. 229-250.
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Cuadernillo de Lecturas Complementarias - Taller a Distancia Sanar la herida con la madre
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este punto tendrá mucho cuidado en no quedarse de nuevo embarazada ac-


cidentalmente. Por el contrario, cuando Deméter ejerce una gran influencia,
y aunque tal vez sea el aborto lo que más convenga a esa mujer, ésta es in-
capaz de llevarlo a cabo. El aborto va en contra de un profundo imperativo
interno de tener un hijo. Como consecuencia, puede que tenga al hijo en lu-
gar de abortar, alterando así todo el curso de su vida.
Si decide abortar, sentirá agitación y un conflicto interno, durante y des-
pués del proceso de decisión y el proceso de llevarlo a cabo. Sentirá pesa-
dumbre en lugar de alivio, o una mezcla de ambos sentimientos. Finalmente,
puede pensarse que, después de haber atravesado por tanta infelicidad, este
tipo de mujer se asegurará de que no le suceda otra vez. Pero con frecuencia
también sucede lo contrario: pasa por ciclos de embarazo, agitación, aborto,
depresión, porque el impulso de estar embarazada, una vez frustrado, se
vuelve todavía más fuerte.
El instinto maternal de Deméter no se limita a ser madre biológica o a ali-
mentar exclusivamente a sus propios hijos. Ser una madre por sustitución, o
una “niñera por horas”, permite a muchas mujeres continuar expresando su
amor materno cuando sus propios hijos se han hecho mayores o se han ido
de casa. La misma diosa ejerció este papel con Demofoonte. Emilie Applega-
te, una mujer de San Diego que ha recibido un especial reconocimiento como
madre adoptiva, personifica este aspecto de Deméter. Cuida de bebés mexi-
canos que están tan mal alimentados o enfermos que peligra su supervi-
vencia, llevándolos a su casa, donde se vuelven parte de su propia familia,
integrada por tres hijos y una hija adoptada. Se la conoce como una “según-
da mamá”. Applegate –al igual que la famosa DeBolts, que ha adoptado ni-
ños disminuidos de muchas razas– rebosa de instinto maternal y de una ca-
pacidad de nutrir y apoyar el crecimiento, ambas cualidades típicas de De-
méter.

PROVEEDORA DE ALIMENTO
Alimentar a los demás constituye otra satisfacción para una mujer Demé-
ter. Encuentra enormemente satisfactorio nutrir a su propia/o hija/o. Le
agrada preparar grandes comidas para la familia y los invitados. Goza con
su comida, disfruta de la calidez de sentirse como una diosa madre (más que
como un “chef gourmet”, como podría ser el caso de Atenea). Si trabaja en
una oficina, disfruta sirviendo café a los demás (en marcado contraste con
una mujer Artemisa, que se siente desvalorizada y se niega a hacerlo, a me-
nos que los hombres se turnen en estas labores).
Deméter, como diosa de las cosechas, proporcionó a la humanidad la ca-
pacidad para cultivar y era responsable de la abundancia de frutos de la na-
turaleza. De la misma manera, las mujeres que se apartan al campo para
cultivar sus propios alimentos, cocer el pan, envasar frutas y compartir su
abundancia con los demás, están expresando el aspecto de Madre Natura-
leza de Deméter.

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Cuadernillo de Lecturas Complementarias - Taller a Distancia Sanar la herida con la madre
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MADRE PERSISTENTE
La persistencia maternal es otro de los atributos de Deméter. Tales ma-
dres se niegan a ceder cuando está en juego el bienestar de sus hijos. Mu-
chas clases de educación especial para niños disminuidos existen porque
una madre Deméter ha luchado previamente por lo que su hijo necesitaba. Y
las madres argentinas de hijos e hijas desaparecidos son como Deméter en
su perseverancia. Llamadas Madres de la plaza de Mayo, se negaban a ren-
dirse ante la pérdida de sus hijas/os y continuaban protestando contra la
dictadura, aunque era peligroso hacerlo. Obstinación, paciencia y perseve-
rancia son cualidades de Deméter que –como tristemente descubrió Zeus–
pueden influir a un hombre o una institución poderosos.

MADRE GENEROSA
Según su mitología, Deméter era la madre más generosa. Donó a la huma-
nidad la agricultura y las cosechas, ayudo a criar a Demofoonte (y le habría
hecho inmortal) e instituyó los misterios de Eleusis. Estas expresiones de
abundancia se encuentran en las mujeres Deméter. Algunas proporcionan
de manera natural alimentos tangibles y cuidados físicos, algunas otras ofre-
cen apoyo emocional y psicológico, mientras que otras dan alimento espiri-
tual. Muchas mujeres que han sido líderes espirituales famosas han tenido
cualidades de Deméter y han sido consideradas por sus seguidoras/es como
figuras maternales: la santa ganadora del premio Nobel de la Paz, madre Te-
resa de Calcuta; Mary Baker Eddy, que fundó la religión de la Ciencia Cris-
tiana; la mujer conocida simplemente como “Madre”, líder espiritual de
ashram de Aurobindo en la India.
Estos tres niveles de dar igualan lo que las mujeres Deméter dan a sus
propios hijos. Primero, los hijos dependen de sus madres para cuidar de sus
necesidades físicas. Después se vuelven hacia sus madres en búsqueda de
apoyo emocional y de comprensión. Y, por último, puede que busquen en
sus madres sabiduría espiritual, a medida que se enfrentan a engaños o pe-
nas, para encontrar algún sentido en la vida.

LA MADRE AFLIGIDA: SUSCEPTIBILIDAD DE DEPRIMIRSE


Cuando el arquetipo de Deméter constituye una fuerza poderosa, y una
mujer no puede realizarlo, tal vez padezca la característica depresión del
“hueco dejado por el nido vacío”. Una mujer que anhela tener un hijo puede
ser estéril, o tal vez el hijo muera o abandone el hogar. O tal vez se termine
su trabajo como madre sustitutiva y eche de menos a sus clientes o estu-
diantes. Entonces, más que encolerizarse o dirigirse de manera activa contra
las personas a las que considera responsables (que es la manera de reaccio-
nar de Hera), la mujer tipo Deméter tiende a hundirse en la depresión. Se
aflige y siente su vida carente de sentido y vacía.
La doctora Pauline Bart, profesora de Sociología en la universidad de Illi-
nois, escribió un artículo sobre las mujeres Deméter deprimidas titulado Mo-
ther Portnoy’s Complaint. Bart estudió los casos de más de quinientas muje-
res que habían sido hospitalizadas por primera vez entre los cuarenta y los

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cincuenta y nueve años. Descubrió que las más deprimidas eran las madres
extremadamente generosas y muy implicadas que perdían su papel de ma-
dre.
Antes de su enfermedad, estas mujeres eran “supermadres”‖ con un largo
historial de sacrificios. Algunas frases de estas mujeres deprimidas revela-
ban su implicación emocional en proporcionar cosas para los demás y el va-
cío que sentían cuando sus hijos se iban. Una mujer decía: “Naturalmente,
como madre, odias que tu hija deje el hogar. Quiero decir que se producía en
él un vacío”. Otra comentaba: “Yo era una mujer muy enérgica. Tenía una
gran casa y tenía mi familia. Mi hija se enorgullecía de que yo hubiera hecho
diez cursos en lugar de ocho”. Preguntadas de qué se sentían más orgullo-
sas, todas estas mujeres respondían: “De mis hijos”. Ninguna mencionaba
cualquier otro logro propio. Cuando perdían sus roles de madres, la vida
perdía sentido para ellas.
Cuando una mujer se deprime entre los cincuenta y sesenta años, se enfa-
da y se decepciona porque sus hijos adultos están emocional o físicamente
distantes; se convierten en una Deméter afligida. Está obsesionada con su
sentimiento de pérdida y limita sus intereses. Su crecimiento psicológico se
detiene: “Poseída”‖ por el aspecto doliente del arquetipo de Deméter, es prá-
cticamente indistinguible de otras mujeres que sufren igualmente. Tales pa-
cientes deprimidas muestran síntomas que son muy similares: sus expre-
siones faciales deprimidas; la manera de sentarse, de mantenerse en pie, de
caminar y de mirar; la manera como expresan el dolor y hacen que los de-
más se sientan a la defensiva, culpables, enfadados o impotentes.

LA MADRE DESTRUCTIVA
Cuando la Deméter afligida dejó de funcionar, nada creció, y la hambruna
amenazó con destruir a la humanidad. Igualmente, el aspecto destructivo de
Deméter se expresa reteniendo lo que otros necesitan (por contraste con He-
ra y Artemisa, que son activamente destructivas en su cólera). Una nueva
madre gravemente deprimida y que no funciona puede ser un peligro para la
vida de su recién nacido; el personal de la sala de emergencia o un pediatra
podrían diagnosticar “falta de impulso”. El bebé no ha ganado peso, está
apático y, tal vez, aparentemente demacrado. La falta de impulso se produce
cuando una madre retiene el contacto físico y emocional con su recién naci-
do, así como el alimento que necesita.
Las madres que se niegan a hablar a sus pequeños durante días, o incluso
largos periodos de tiempo, o que aíslan a sus bebés, les infligen un daño psi-
cológico con esta forma de retención. Tales madres suelen estar gravemente
deprimidas y presentan síntomas de hostilidad.
Mucho más frecuentes que estas dos formas extremas de retención son
las madres tipo Deméter que retienen la aprobación cuando crecen sus hijos
y se van independizando de ellas. Mientras que la depresión de la madre es
menos evidente en estas circunstancias, retener la aprobación (que un niño
o niña necesitan para su autoestima) también está conectado con la depre-
sión. Ella vive la autonomía del hijo/a que va creciendo como una pérdida
emocional propia. Se siente menos necesitada y rechazada, y como resultado
puede estar deprimida y enfadada.
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EL CULTIVO DE DEMÉTER
Sin darse cuenta de ello, las mujeres están cultivando a Deméter e invi-
tando al arquetipo a hacerse más activo cuando consideran seriamente si te-
ner un hijo o no. Mientras se deciden, se fijan en las mujeres embarazadas
(que parecían invisibles previamente, y que ahora parecen estar omnipre-
sentes), se fijan en los bebés, salen al encuentro de gente con niños y pres-
tan atención a estos últimos (todas estas actividades son lo que las mujeres
Deméter hacen de manera natural). Las mujeres cultivan a Deméter imagi-
nándose a sí mismas embarazadas y teniendo niños. Cuando se fijan en mu-
jeres embarazadas, tienen niños en sus brazos y prestan a éstos toda su
atención, el arquetipo puede ser evocado en ellas. Pueden producirse esfuer-
zos para comprobar la fuerza del instinto maternal si el arquetipo es fácil-
mente evocable, pero no en otro caso.
Una mujer puede buscar cambiar sus mecanismos y ser más maternal ha-
cia un niño concreto, o puede pretender ser querida por un niño en particu-
lar. El niño saca (o hace cristalizar) el arquetipo en una mujer. Motivada por
sus sentimientos por el hijo, se esforzará por ser más paciente o ser más
perseverante en beneficio de éste. A medida que resulta ser más maternal y
trabaja por serlo, el arquetipo de Deméter crece dentro de ella.

DEMÉTER, LA MUJER
Una mujer Deméter es sobre todo y ante todo maternal. En sus relaciones
es nutridora y protectora, útil y generosa. Suele ser una Señora de la Abun-
dancia, proporcionando todo lo que se necesita: sopa de pollo, un abrazo de
apoyo, dinero para sacar a flote a un amigo, una invitación permanente para
“volver a casa con la madre”.
Una mujer Deméter tiene frecuentemente el aura de la Tierra Madre. Es
sólida y eficaz. Los demás la describen como alguien que “tiene los pies en el
suelo”, puesto que va haciendo lo que ha de hacerse con una mezcla de cali-
dez y de sentido práctico. Suele ser generosa, directa, altruista y leal a per-
sonas y principios, hasta el punto de que algunos pueden considerarla obs-
tinada. Posee fuertes convicciones y es difícil hacerle cambiar de opinión
cuando algo o alguien que es importante para ella está involucrado.

LA JOVEN DEMÉTER
Algunas niñas pequeñas son claramente Deméter en ciernes, “pequeñas
madres” que mecen muñecas-bebés en sus brazos (la pequeña Hera prefiere
muñecas Barbie y Ken, y las pequeñas Atenea tal vez tengan una colección
de muñecas históricas en una urna de cristal). A la joven Deméter también
le gusta tener en los brazos bebés de verdad, y a los nueve o diez años está
deseosa de cuidar a los bebés de los vecinos.

LOS PADRES
La relación que las mujeres Deméter tienen con sus padres puede enten-
derse mejor si consideramos primero la relación que la diosa Deméter tuvo
con los suyos. Deméter, la diosa, era hija de Rea y nieta de Gea. Gea era la
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Madre Tierra primordial de la que provenía toda la vida, incluido el dios del
cielo, Urano, que se convirtió en su marido. Rea también fue conocida como
una diosa de la tierra, aunque es más conocida por ser la madre de la prime-
ra generación de dioses olímpicos.
Como diosa de las cosechas, Deméter continúa el linaje de las diosas rela-
cionadas con la fertilidad. Posee otras similitudes con su madre y también
con su abuela. Por ejemplo, las tres sufrieron cuando sus respectivos mari-
dos hicieron daño a sus hijas/os. El marido de Gea enterró a sus hijas/os en
el cuerpo de ella cuando nacieron. El marido de Rea se tragó a sus hijas/os
recién nacidos. Y el de Deméter permitió que su hija estuviera secuestrada
dentro del mundo subterráneo. Los tres padres biológicos mostraron su falta
de sentimientos paternos.
Estas diosas madres sufrieron durante tres generaciones. Menos podero-
sas que sus maridos, no pudieron poner freno al daño que éstos causaron a
sus hijas/os. Sin embargo, se negaron a aceptar el atropello y persistieron
hasta que aquéllas/os fueron liberados. Al contrario que Hera, cuyo princi-
pal vínculo era la relación esposa-marido, el vínculo más poderoso de estas
diosas Madres-Tierra era el de madre-hija/o.
La vida real repite el mito de Deméter cuando mujeres maternales se ca-
san con hombres nada paternales. En esta situación, una hija Deméter crece
muy identificada con su madre y desconectada de su padre. La actitud del
padre hacia sus hijas/os puede abarcar desde el desinterés hasta la compe-
titividad y el resentimiento o incluso los malos tratos, si les ve como rivales
que logran el afecto de su esposa. En un hogar de este tipo, sufre la autoes-
tima de la joven Deméter, que acaba desarrollando una actitud de víctima. O
quizá las cualidades maternales de una hija Deméter produzca la inversión
de papeles en el caso de padres inmaduros o incompetentes. En cuanto tiene
suficiente edad, tal vez cuide de sus padres o se convierta en una madre por
sustitución de sus hermanos menores.
Por contraste, si una joven Deméter tiene un padre cariñoso y con una ac-
titud de aprobación, crecerá sintiendo su apoyo a su deseo de ser también
una buena madre. Considerará a los hombres de una manera positiva y ten-
drá esperanzas claras de tener un marido. Su experiencia de la infancia no
reforzará su proclividad arquetípica a convertirse en víctima.

ADOLESCENCIA Y PRIMEROS AÑOS DE VIDA ADULTA


Al llegar a la pubertad, quien fue una bebé se convierte por sí misma en
una posibilidad biológica cuando el impulso arquetípico materno recibe el
empuje de las hormonas. Entonces, algunas jóvenes Deméter empiezan a
anhelar quedar embarazadas. Si otros aspectos de su vida están vacíos y ella
misma es poco más que una hija desatendida, una joven Deméter que ha si-
do forzada sexualmente y se queda embarazada tal vez acepte con gusto el
hijo. Una adolescente de catorce años embarazada decía en un albergue para
madres solteras: “Mientras que otras niñas de mi edad deseaban bicicletas,
yo siempre quise tener un bebé propio. Estoy contenta de estar embaraza-
da”.
Sin embargo, la mayoría de las adolescentes Deméter no se quedan emba-
razadas. Al no tener el deseo profundo de formar parte de una pareja o los

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impulsos eróticos de Afrodita, Deméter no está motivada para tener expe-


riencias sexualmente tempranas.
Muchas Deméter se casan jóvenes. En familias obreras, a veces se anima
a la joven a casarse inmediatamente después de terminar los estudios se-
cundarios. Este empuje puede encajar con la propia proclividad de las jóve-
nes Deméter a tener una familia más que a obtener una educación o un tra-
bajo.
Si una mujer joven tipo Deméter no se casa y empieza a formar una fami-
lia, comenzará a trabajar o irá a la universidad. En la universidad, probable-
mente hará cursos orientados a prepararse para abrazar una profesión de
ayuda a los demás. Una mujer Deméter no es típicamente ambiciosa, inte-
lectual o competitiva en pos de títulos, aunque puede obtener buenos resul-
tados si es brillante y está interesada en sus clases. El status –que las muje-
res Hera consideran algo importante– no tiene importancia para una Demé-
ter. Sus amigas suelen ser escogidas en un amplio abanico social y racial.
Dejará lo que tenga que hacer para que un estudiante extranjero con dificul-
tades se sienta a gusto, o para ayudar a un estudiante disminuido o social-
mente inadaptado.

TRABAJO
La naturaleza maternal de la mujer Deméter la predispone para abrazar
profesiones de entrega y ayuda a los demás. Está atraída por las tareas “tra-
dicionalmente femeninas” como la enseñanza, el trabajo social o el preesco-
lar. Cuando Deméter está presente, ayudar a la gente a sentirse bien o a cre-
cer internamente constituye una satisfacción y una motivación subyacente.
Las mujeres que se hacen terapeutas o pediatras suelen estar expresando al-
gunas inclinaciones de Deméter en su elección profesional. Muchas mujeres
voluntarias en los jardines de infancia, escuelas elementales, hospitales y re-
sidencias sanitarias, también están poniendo en funcionamiento sus tenden-
cias de Deméter.
Algunas mujeres tipo Deméter se convierten en figuras clave en organiza-
ciones, que reciben su energía maternal. Por regla general, la mujer Deméter
en tal situación es personalmente impresionante. Tal vez haya tenido la vi-
sión y haya fundado la organización, haya puesto una considerable energía
en ella, y haya sido personalmente responsable de su éxito durante los pri-
meros años.
Las mujeres tipo Deméter que se encuentran en posiciones de liderazgo y
como “madres fundadoras” quizá busquen consejo por varias razones: la or-
ganización puede requerir tanto esfuerzo que la deje virtualmente sin tiempo
ni energía para nada más. El anhelo personal de una pareja (si también Hera
está presente) y de un hijo propio permanece sin ser satisfecho. Surgen con-
flictos dentro de ella, y entre ella y las personas a las que supervisa, porque
es una persona con autoridad que se ve a sí misma, y es vista por los demás,
como una persona enriquecedora. Por ejemplo, le es difícil despedir o enfren-
tarse a un empleado incompetente, porque siente pena por la persona y cul-
pabilidad por causar dolor. Además, los empleados esperan que ella mire por
ellos personalmente (esperanza que normalmente no suelen tener de los su-
pervisores varones) y quedan resentidos y se enfadan si ella no lo hace.
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RELACIONES CON MUJERES


Las mujeres Deméter no compiten con otras mujeres por hombres o por
logros. Cualquier envidia o celos de otras mujeres estará en relación con los
niños. Una mujer Deméter sin hijos se compara a sí misma de manera des-
favorable con mujeres de su edad que son madres. Si no puede tener hijos
biológicamente, puede que se sienta amargada por la facilidad con la que
otras mujeres se quedan embarazadas, especialmente si abortan. Durante la
tercera edad, si sus hijas/os mayores viven lejos o están emocionalmente
distantes de ella, envidiará a la madre que tiene contacto frecuente con sus
hijas/os. En esta fase de la vida, la envidia puede emerger de nuevo a la su-
perficie tras veinticinco años; esta vez, respecto a los nietos.
Las mujeres Deméter tienen sentimientos mezclados sobre el feminismo y
el movimiento feminista. Muchas mujeres Deméter se sienten resentidas
contra las feministas porque éstas desvalorizan el papel de la maternidad;
quieren ser madres a tiempo completo y se sienten ahora presionadas para
trabajar fuera del hogar. Por otra parte, las mujeres Deméter apoyan con
fuerza muchos temas feministas; por ejemplo, la protección de los niños con-
tra los malos tratos y la existencia de refugios para las mujeres maltratadas.
Habitualmente, las mujeres Deméter tienen sólidas amistades con otras
mujeres Deméter. Muchas de estas amistades se remontan al tiempo en el
que fueron madres juntas. Muchas confían más en sus amigas que en sus
maridos para obtener apoyo emocional o ayuda material. Por ejemplo, una
mujer decía: “Cuando yo estaba en el hospital, mi amiga Ruth se hacía cargo
de los críos, mientras que Joe, mi marido, se iba a cenar a fuera cada no-
che… durante dos semanas, ella alimentó a nueve criaturas –sus cuatro y
mis cinco– y a tres adultos… Yo hubiera hecho lo mismo por ella”. De una
manera que es típica, esta mujer lo dispuso todo para ser ayudada, en lugar
de esperar que su marido se hiciese cargo de la casa y de los niños en su au-
sencia.
Dentro de las familias, las madres e hijas que son mujeres Deméter pue-
den mantenerse cercanas durante generaciones. Estas familias poseen deci-
didamente un modelo matriarcal. Y las mujeres de la familia saben todo lo
que sucede a todo el clan, mucho más que los mismos maridos.
Este modelo madre-hija también puede duplicarse con las compañeras.
Una mujer puede adoptar el papel maternal de Deméter con una amiga tipo
Perséfone, indecisa y sin experiencia. O, si ambas son tipo Deméter que
tienen en común cualidades de Perséfone, tal vez se hagan de madres
recíprocamente por turno y, en otras ocasiones, pueden ambas ser Deméter,
compartiendo detalles de sus vidas y hablando de sus alegrías y dificultades.
O pueden volver ambas de nuevo a ser Perséfones juguetonas y risueñas.
Las parejas lesbianas encajan a veces en un modelo Deméter-Perséfone,
en el que el bienestar de la mujer Deméter depende de la integridad de una
relación con una amante más joven o menos madura. Mientras están juntas,
la mujer Deméter se siente productiva y fértil. Su trabajo y su creatividad
mejoran como consecuencia de estar con una mujer que es como una diosa
para ella. Puede que sea posesiva con su Perséfone, si teme que puede

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perderla. Y tal vez acreciente la dependencia y la exclusividad, que con el


tiempo daña la relación.
Sin embargo, una mujer Perséfone es una personalidad joven e
indiferenciada, todo en ella está indiferenciado y por formar. Es una mujer
receptiva y femenina, cuya preferencia sexual puede ser tan maleable como
todo el resto de ella. Por ejemplo, aunque esté manteniendo una relación les-
biana, puede verse atraída también hacia un hombre. Si una mujer tipo
Perséfone deja a su amante Deméter cuando emerge su heterosexualidad en
respuesta a las atenciones de un hombre, la mujer Deméter se siente como
si el mismo mito hubiera sido representado de nuevo. Inesperadamente, su
Perséfone ha sido “raptada por Hades”, lo cual constituye una pérdida abru-
madora.

RELACIONES CON LOS HOMBRES


Una mujer Deméter atrae a los hombres que sienten afinidad con mujeres
maternales. Es algo característico de una mujer Deméter que no sea ella la
que haga la elección. Responde a la necesidad que tienen un hombre de ella
y puede incluso que esté con un hombre porque le da pena. Las mujeres tipo
Deméter no tienen grandes esperanzas sobre los hombres. Lo más común es
que piensen que “los hombres son como niños”.
Un tipo muy común de pareja en el que la mujer es Deméter, encaja con el
patrón de la Gran Madre emparejada con su hijo-amante. Esta relación ar-
quetípica madre-hijo no se refiere a una diferencia en años, aunque puede
que el hombre sea más joven. Habitualmente, es un hombre sensible y con
talento que se siente poco apreciado o incomprendido por los demás, que no
valoran su singularidad (como ella la valora) y que no toleran su irresponsa-
bilidad (como hace ella). Más que un hombre, es un niño inmaduro con un
sentimiento de singularidad. Ella está de acuerdo con su autoafirmación y
continuamente tolera se conducta respecto a ella, que los demás consideran
egoísta y desconsiderada.
En opinión de ella, el mundo es cruel con él. Debería hacer excepciones
con él, como hace ella. Su falta de consideración suele herirla y enfadarla,
pero si en esas ocasiones él le dice cuánto la aprecia, o que ella es la única
persona de su vida que realmente se preocupa por él, todo es olvidado de
nuevo.
Como la madre de un hijo bien parecido, que se pregunta cómo pudo ha-
ber dado a luz a ese dios tan joven, la mujer Deméter que desempeña el pa-
pel de Gran Madre respecto a su hijo-amante puede estar sobrecogida ante
su apariencia (o talento). Puede que diga, como me dijo una mujer: “Él me
parecía como la estatua de David, de Miguel Ángel. Era feliz cuidándole. Le
mimé hasta convertirle en un desastre”. Lo decía con orgullo, más que con
amargura.
Las cualidades maternales de una mujer Deméter y su dificultad para de-
cir no, la hacen vulnerable a ser utilizada por un “sociópata”, otro tipo de
hombre que puede encontrarse con frecuencia en las relaciones de las muje-
res Deméter. A primera vista, la relación Deméter-sociópata puede parecerse
a la de la Gran Madre con la del hijo-amante –de hecho, existe algún solapa-
miento–, pero el hijo-amante tiene la capacidad de amar, ser leal o tener re-
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Cuadernillo de Lecturas Complementarias - Taller a Distancia Sanar la herida con la madre
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mordimientos. El sociópata carece de estas capacidades, lo cual establece


una diferencia esencial. El sociópata actúa sobre la presunción de que sus
necesidades le justifican para recibir. Es incapaz de intimidad emocional o
de sentimientos de aprecio. Su actitud podría simbolizarse con la pregunta:
“¿Qué has hecho por mí últimamente?”. Olvida la generosidad o los sacrifi-
cios anteriores por parte de la mujer Deméter, así como su propio comporta-
miento de explotador. Exagera sus necesidades, y es ese estado de necesidad
el que suscita la respuesta generosa de Deméter. La relación con un sociópa-
ta puede atar la vida emocional de una mujer Deméter durante años y puede
empobrecerla económicamente.
Otra pareja típica de una mujer Deméter es el hombre que quiere “una
chica exactamente como la que se que casó con papá”. Cuando era un pe-
queño Edipo, tal vez sólo estuvo haciendo honor a aquel periodo de su vida:
era el niño pequeño de cuatro o cinco años que quería casarse con su mamá.
Ahora es un hombre adulto que busca una mujer maternal que sea una bue-
na madre para él. Quiera que ella sea nutridora, cálida, que sea sensible a
sus necesidades y que le cuide: le prepare la comida, compre su ropa y cuide
de él, vigile que vaya al médico y al dentista cuando necesita ir, y organice
su vida social.
De todos los hombres atraídos por las cualidades de Deméter, el “hombre
de familia” es el único maduro y generoso. Este tipo de hombre se halla fuer-
temente motivado por su deseo de tener una familia, y ve en la mujer Demé-
ter una pareja que comparte el mismo sueño. Además de ser “un buen papá”
para sus hijos, es el único que está maduro también para cuidar de ella. Si
ella tiene dificultades en saber decir que no a personas que podrían aprove-
charse de su buena naturaleza de Deméter, puede ayudarla a valerse por sí
misma.
El hombre de familia también la ayuda a realizarse a través de la crianza
de los hijos. Los otros tres tipos se ven amenazados por la idea de aquéllos y
pueden insistir en que ella aborte en caso de quedarse embarazada. Esta in-
sistencia la hará entrar en una crisis respecto a su naturaleza maternal: o
bien rechaza al hombre del que hace de madre, o bien rechaza la materni-
dad. La elección la hace sentir como una madre a la que se le diese a elegir
sacrificar a uno de sus dos hijos.

SEXUALIDAD
Cuando Deméter es el arquetipo de diosa que predomina en la personali-
dad de una mujer, su sexualidad no suele ser muy importante. Deméter no
posee normalmente un fuerte impulso sexual. Suele ser una persona cálida,
afectiva, femenina, a la que satisfacen tanto los abrazos y caricias como ha-
cer el amor: una mujer “cariñosa”, más que una mujer provocativa. Muchas
mujeres Deméter tienen una actitud puritana respecto al sexo. Para ellas,
éste sirve para la procreación, no para obtener placer. Algunas lo consideran
como parte de lo que una esposa provee dentro del contexto de dar y de un-
trir: ella proporciona lo que su marido necesita. Y muchas mujeres Deméter
mantienen para sí mismas un secreto lleno de culpabilidad: para ellas, el ac-
to físico más sensual es dar el pecho a sus bebés, y no hacer el amor con
sus maridos.
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Cuadernillo de Lecturas Complementarias - Taller a Distancia Sanar la herida con la madre
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MATRIMONIO
Para una mujer Deméter, el matrimonio en sí mismo no es una prioridad
primordial como para Hera. La mayoría de las mujeres Deméter quieren ca-
sarse principalmente para tener hijos. A menos que el arquetipo de Afrodita
o de Hera estén activos en ella, la mujer Deméter considera el matrimonio
como una simple etapa necesaria, que prepara el camino para los hijos y que
constituye la mejor situación para tenerlos.

HIJAS/OS
Una mujer Deméter siente una necesidad profunda de ser una madre bio-
lógica. Quiere dar a luz y criar su propia/o hija/o. También puede ser una
nodriza, madre adoptiva o madrastra, pero si no puede tener un hijo propio,
quedará insatisfecho un profundo anhelo suyo y se sentirá estéril. (Por con-
traste, muchas mujeres Artemisa o Atenea se contentan con heredar una fa-
milia ya hecha, casándose con un hombre que ya tiene hijos.)
Todas las mujeres Deméter se perciben a sí mismas como buenas madres
que siempre tienen presente lo mejor para sus hijos. Sin embargo, desde el
punto de vista del impacto que tienen sobre éstos, las mujeres Deméter pa-
recen ser capaces de ser madres estupendas o terribles, pero en todo caso
absorbentes.
Cuando sus hijos adultos le manifiestan resentimiento, la mujer Deméter
se siente profundamente herida y confusa. No puede entender por qué sus
hijos la tratan tan mal, mientras que otras madres tienen hijos que las apre-
cian y las quieren. Tampoco puede ver en qué haya podido contribuir a las
dificultades de sus hijos. Sólo es consciente de sus intenciones positivas, no
de los elementos negativos que envenenaron su relación con ellos.
El que una madre Deméter haya tenido o no un efecto positivo sobre sus
hijos y sea considerada por éstos de una manera positiva, depende de que
fuera como la diosa Deméter “antes del rapto” o “después del rapto”. Antes
del rapto de Perséfone, Deméter confiaba en que todo era perfecto (cuando
Perséfone jugaba en el prado) y llevaba a cabo sus propias actividades. Des-
pués del rapto, Deméter estaba deprimida y enfadada; abandonó el monte
Olimpo y dejó de funcionar.
La fase “antes de” adopta muchas formas en la vida real. Para la mujer
que se enfrenta a un “nido vacío” cuando su última/o hija/o deja el hogar,
sintiéndose entonces como si su sentido de la vida hubiera sido “secues-
trado”, la fase “antes de” consistía en la vida de familia unida y en coope-
ración que llevaba durante los últimos veinticinco años. Para la mujer cuya
hija le desafía a vivir con un hombre que la madre considera un Hades se-
cuestrador, la fase “antes de” se daba cuando su hija parecía una extensión
de sí misma, que compartía los mismos valores y esperanzas de futuro.
Algunas madres Deméter siempre temen que algo malo pueda ocurrir a su
hija. Estas madres pueden actuar como si se anticipasen a la posibilidad de
“un rapto”, desde el momento en que nace aquélla. En consecuencia, limitan
la independencia de la hija y desalientan sus relaciones con los demás. En el
núcleo de la ansiedad que les induce a actuar de esta manera se halla la te-
mida pérdida del afecto de la hija.
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Las circunstancias también pueden ser responsables de activar el lado ne-


gativo de Deméter. Una mujer contaba que, tras el nacimiento de su hija,
durante seis años vivió como si se hallara en un estado de gracia. El mundo
era un lugar seguro y la maternidad era algo divertido y completamente sa-
tisfactorio. Entonces ocurrió un hecho tan perturbador y repentino como Ha-
des emergiendo de una abertura de la tierra. Una tarde la madre dejó a su
hija al cuidado de una niñera por horas. La hija fue a la casa de un vecino
que abusó sexualmente de ella. A continuación, la niña estaba angustiada y
temerosa, tenía pesadillas, y manifestaba aprensión hacia los hombres, in-
cluido su padre.
La madre estaba furiosa y dolida, y se sentía culpable por no haber estado
allí para impedir el incidente. Antes había sido generosa, confiada y un poco
informal en su estilo de ser madre. Después se sintió culpable y responsable
del incidente, insegura de sí misma y padecía la angustia de que algo malo
pudiera suceder de nuevo. Se volvió excesivamente controladora y protec-
tora. Desaparecieron su alegría y su espontaneidad, su sentimiento de vivir
en un mundo seguro y de confianza en sí misma.
Una madre Deméter puede sentirse culpable de cualquier acontecimiento
que tenga un efecto adverso en sus hijas/os. Hasta que tenga una compren-
sión interna sobre sus esperanzas poco realistas de ser una madre perfecta,
espera ser omnisciente y todopoderosa, capaz de prever los acontecimientos
y de proteger a sus hijas/os de cualquier dolor.
Con la intención de proteger a sus hijas/os, una mujer Deméter puede
volverse excesivamente controladora. Vigila cada movimiento, intercede en
su nombre y toma el relevo cuando existe alguna posibilidad de que se ha-
gan daño. Como consecuencia, las/os hijas/os permanecen dependientes de
ella para tratar con la gente y enfrentarse a los problemas cotidianos.
A veces, las/os hijas/os de una madre Deméter controladora permanecen
para siempre cerca de ella, con su cordón umbilical psicológico casi intacto.
Dominados por su personalidad, siguen siendo los niños o niñas de mamá
cuando son ya bastante adultos. Puede que algunas/os de ellas/os no se ca-
sen nunca. Cuando lo hacen, suelen mantener vínculos filiales más fueres
que los conyugales. Por ejemplo, un hijo de Deméter puede estar siempre a
disposición de su madre, para desaliento de su esposa, cuyos deseos siem-
pre quedan en segundo plano. O tal vez una hija de Deméter nunca acceda a
ausentarse durante unas largas vacaciones, porque no puede dejar a su ma-
dre por tanto tiempo.
En un esfuerzo por llevar sus propias vidas, algunas/os de las/os hijas/os
de una madre Deméter supercontroladora pueden romper con ella y mar-
charse de casa, creando una distancia geográfica y emocional entre ellos.
Suelen hacerlo cuando la madre ha intentado inconscientemente hacerles
que se sientan obligadas/os, culpables o dependientes.
Otro modelo negativo de madre Deméter es la madre que no puede decir
que no a sus hijos. Se ve a sí misma como la madre desinteresada, generosa
y proveedora, que da sin cesar. Esta madre Deméter quiere que sus hijas/os
tengan todo lo que desean desde que son muy pequeños. Si esto es más caro
de lo que puede permitirse, hará sacrificios para conseguirlo o se sentirá cul-
pable. Es más, falta a su obligación de establecer límites a su conducta. Des-

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de que gatean, consiente en darles todo o que quieran, alimentando así su


egoísmo. Como consecuencia, sus hijas/os crecer sintiéndose con derecho a
una consideración especial y muy mal preparadas/os para adaptarse. Sus
problemas de comportamiento surgen en la escuela; sus conflictos con la au-
toridad perturban sus empleos. En sus intentos de ser “buena madre” que lo
da todo, tal tipo de madre puede convertirse en lo contrario.

EN LA MEDIANA EDAD
El periodo de la mitad de la vida es un periodo importante para las muje-
res Deméter. Si una no ha tenido un/a hijo/a, está preocupada al darse
cuenta de que su reloj biológico está acercándose al límite de la posibilidad
de quedarse embarazada. Las mujeres Deméter casadas plantean la cuestión
de tener un bebé a esposos reticentes, y visitan a especialistas en fertilidad
si tienen problemas de concepción o abortos espontáneos. Puede que consi-
deren la posibilidad de la adopción. Y las mujeres no casadas contemplan la
posibilidad de convertirse en madres solteras.
Incluso si una mujer Deméter tiene hijas/os, sus años de la mitad de la
vida son igualmente cruciales, aunque puede ser inconsciente de la impor-
tancia de organizar el resto de su vida. Sus hijas/os están creciendo, y cada
paso que dan hacia la independencia pone a prueba su capacidad para re-
nunciar a la dependencia que tienen de ella. También puede sentir en ese
periodo el impulso a tener un/a hijo/a tardío/a. Una mujer vino a verme en
medio de la crisis de los años de la mediana edad: sus hijos estaban estu-
diando y a ella, a los cuarenta años, le había llegado el momento de volver a
estudiar si quería trascender el arquetipo de Deméter. Descubrió que tenía
miedo de fracasar en obtener una licenciatura, y que tener otra/o hija/o era
únicamente la excusa que ella misma se ponía para no aceptar matricularse.
Entonces pudo separar el deseo de tener otro bebé del miedo a fracasar co-
mo estudiante y pudo concentrarse en explorar esta inquietud. Cuando la
aclaró, acudió a una facultad, estudió un tema que le gustaba y ahora es
una buena profesora.
La fundadora de una organización, en la mitad de su vida, puede enfren-
tarse a una crisis cuando aquélla se hace suficientemente grande para que
otros codicien su posición y poder. A menos que también tenga la mente de
estratega de Atenea y que sepa actuar de manera política, ejecutivos ambi-
ciosos pueden “secuestrar” la organización que ella dio a luz y gestionó du-
rante la primera etapa. Esta pérdida la sumergirá para convertirse en una
Deméter colérica y atormentada.
Incluso si no se producen luchas de poder, o si supera esta crisis, se le
plantean en esos momentos problemas personales, lo mismo que a todas la
mujeres Deméter que han puesto su energía maternal en su trabajo.

EN LA TERCERA EDAD
Durante los últimos años de su vida, las mujeres Deméter suelen entrar
en una de estas dos categorías: muchas encuentran muy gratificante esta fa-
se de su vida. Son mujeres activas, ocupadas –como lo estuvieron siempre–
que han aprendido de la vida y que son apreciadas por los demás por su sa-
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biduría práctica y por su generosidad. Son mujeres Deméter que han apren-
dido a actuar de modo que las personas no se aten a ellas o se aprovechen.
Por el contrario, tales mujeres han fortalecido su independencia y el mutuo
respeto. Los hijos, nietos, clientes, estudiantes o pacientes, que abarcan va-
rias generaciones, pueden quererlas y respetarlas. Son como la diosa Demé-
ter al final de su mito, cuando concedió a la humanidad sus dones y era
extraordinariamente venerada.
El destino opuesto le sobreviene a una mujer Deméter que se considera a
sí misma una víctima. La fuente de infelicidad procede habitualmente de las
decepciones y de las esperanzas frustradas de los años de la mitad de la vi-
da. En la tercera edad, identificada con la Deméter atormentada, traicionada
y colérica que se sentó en su templo sin permitir que creciera nada, no hace
nada con sus últimos años de vida, excepto envejecer y amargarse cada vez
más.

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LECTURA COMPLEMENTARIA PARA LA NANA 8


ROSA ZARAGOZA7
RUMBA DE LAS MADRES
Ésta es la letra en castellano (también contiene algunas estrofas en cata-
lán, euskera y gallego) de la canción:

Mi abuela parió a mi madre.


Mi madre me parió a mí.
Todas paren en mi casa,
yo también quiero parir.
Yo quiero parir tranquila,
que nadie me meta prisas,
que mi chico esté conmigo,
por si hay lágrimas o risas.
Mi mamá me mima ma, mímame mamá, mamá
Mi mamá me mima ma, mímame mamá, mamá.
Si pides, yo te doy teta;
si lloras, te cojo en brazos;
qué gusto darte un abrazo
y llevarte en bicicleta.
María no tiene niños,
pero ella también es madre:
envuelve con su cariño
a quien se pone delante.
Mi mamá me mima ma, mímame mamá, mamá
Mi mamá me mima ma, mímame mamá, mamá.
Tú quieres una mamá
y yo quiero tener hijitos;
muy pronto te iré a buscar
pa’ poder vivir juntitos
Amatxik ama erditu zuen.
Amak ni erditu zuen.
Etxeko emakumeek erditzen dute,
nik ere erditu nahi.
Mi mamá me mima ma, mímame mamá, mamá
Mi mamá me mima ma, mímame mamá, mamá.

7
N. del E.: cantante y musicóloga catalana, especializada en música sefardita y folclore tradicional de las anti-
guas culturas de España (sefardí, andalusí y cristiana). Comenzó su carrera en 1984 y ha grabado numerosos
discos.
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Miña aboa pariu miña nai.


Miña nai pariume a min.
Todas paren na miña casa,
eu tamben quero parir.
L’àvia va parir ma mare.
Ma mare em va parir a mi.
Totes pareixen a casa,
Jo també vull parir.
Mi mamá me mima ma, mímame mamá, mamá
Mi mamá me mima ma, mímame mamá, mamá.

Letra y música: Rosa Zaragoza.

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