Vous êtes sur la page 1sur 6

Un gran avance en la investigación del sonido fue el descubrimiento de Joseph

Sauveur del
fenómeno de la vibración que ahora llamamos serie de armónicos. Sus hallazgos se
publicaron en
1701 y constituyeron la base de una teoría general de la música de Jean-Philippe
Rameau (16831764), cuyo Traité de l'harmonie (1722) fue el primer tratado musical
en encarnar el nuevo
empirismo racional del siglo XVIII. Por primera vez, el bajo fue reconocido
teóricamente como un
generador armónico, aunque había estado funcionando de esa manera en la práctica
por mas de
un siglo. Rameau hizo de la armonía el centro de su universo musical, y también fue
el primero en
hablar de los acordes en sus respectivas fundamentales e inversiones. Los
contenidos de la obra
sumamente importante de Rameau se exponen en el prefacio, que damos aquí en forma
abreviada.

Tratado de Armonía
(1722)
Por mucho que la música haya progresado hasta nuestro tiempo, parece que cuanto más
sensible
se ha vuelto el oído a los efectos maravillosos de este arte, menos inquisitiva ha
sido la mente
acerca de sus verdaderos principios. Se podría decir que la razón ha perdido sus
derechos,
mientras que la experiencia ha adquirido la certeza de la autoridad. Pero si a
través de la
exposición de un principio evidente, de donde sacamos conclusiones justas y
ciertas, podemos
demostrar que nuestra música ha alcanzado el último grado de perfección, sabremos
también
dónde nos encontramos. En resumen, al disipar las dudas sobre qué experiencia puede
ofrecernos
en cualquier momento, la luz de la razón será la más segura garantía de éxito que
podemos
esperar en este arte.
La música es una ciencia que debe tener reglas definidas; estas reglas deben
extraerse de un
principio evidente; y este principio no puede realmente ser conocido por nosotros
sin la ayuda de
las matemáticas. A pesar de toda la experiencia que he podido adquirir en la música
por mucho
tiempo, debo confesar que mis ideas se han vuelto más claras solo con la ayuda de
las
matemáticas, la cual ha traído una luz que reemplazó una cierta oscuridad de la
cual yo no estaba
consciente antes. Aunque no sabía cómo distinguir el principio de las reglas, el
principio pronto se
me ofreció de una manera convincente en su simplicidad. Luego reconocí que las
consecuencias
que se me han revelado constituyen muchas reglas resultantes de este principio. El
verdadero
sentido de estas reglas, su correcta aplicación, sus relaciones, su secuencia (la
más simple
siempre introduciendo la más compleja, y así poco a poco), y finalmente la elección
de los
términos: todo esto, digo, de lo cual era ignorante antes, se desarrolló en mi
mente con claridad y
precisión. No pude evitar pensar que sería deseable (como alguien dijo un día
mientras aplaudía la
perfección de nuestra música moderna) para el conocimiento de los músicos de este
siglo intentar
igualar las bellezas de sus composiciones. Bien sé que no es suficiente sentir los
efectos de una
ciencia o un arte; uno también debe concebir estos efectos para hacerlos
inteligibles. Ese es el
objetivo al que me he aplicado principalmente en este trabajo, que he dividido en
cuatro libros.
El primer libro contiene un resumen de la relación entre sonidos, consonancias,
disonancias y
acordes en general. Explica que la armonía viene de un sonido único, y trata de sus
propiedades
más esenciales. Veremos, por ejemplo, cómo la primera división de este único sonido
genera otro
sonido, que es su octava y parece para ser idéntico al primer sonido, y cómo este
último luego usa
esta octava para formar todos los acordes. Veremos que todos estos acordes
contienen solo e la
fundamental, su tercera, su quinta, y su séptima, y que toda la diversidad
inherente en estos
acordes se deriva del poder de la octava. Descubriremos además otras propiedades,
quizás
menos interesantes para la práctica pero no obstante, necesarias para alcanzar un
entendimiento
claro. Todo está demostrado de la manera más simple.
El segundo libro se refiere tanto a la teoría como a la práctica. La fuente se
representa por la
parte llamada bajo , a la cual le he asignado el epíteto fundamental . Todas sus
propiedades se
explican, junto con las de los intervalos, acordes, y modos. También hablamos de
todo lo que
puede usarse para hacer que la música sea perfecta en su construcción. Para este
fin,
recomendamos el razonamiento dado en el libro anterior, así como nuestra
experiencia y la
autoridad de los mejores autores en este campo, aunque no los justifiquemos cuando
han errado.
En cuanto a las nuevas ideas presentadas aquí, intentaremos justificarlas por medio
la razón tanto
a los conocedores, a aquellos que solo siguen su oído por experiencia, y a aquellos
que muestran
demasiada sumisión a las reglas de sus maestros señalando los errores encontrados
allí.
Finalmente, trataremos de preparar el lector para recibir libremente las reglas
establecidas aquí y
deducidas en orden en los siguientes libros.
El tercer libro contiene un método específico para aprender la composición
rápidamente. El
método ya ha sido probado, pero ya que rara vez nos convence lo que otros dicen,
excepto por
nuestra propia experiencia, voy a permanecer en silencio sobre su contenido. Me
contentaré con
pedirle a quienes no conocen este método que consideren los frutos que se pueden
derivarse
antes de oponerse. Aquellos que desean aprender no están preocupados por el método
utilizado,
siempre y cuando tenga éxito.
Todavía no se han diseñado reglas para enseñar la composición en toda su
perfección. Todo
hombre hábil en este campo confiesa sinceramente que debe todo su conocimiento a la
experiencia. Cuando desea compartir este conocimiento con los demás, a menudo se ve
obligado a
agregar a sus lecciones este proverbio, tan familiar para los músicos: Caetera
docebit usus [La
experiencia enseña el resto]. Con este fin daré un razonamiento, precisión y
explicación de toda la
armonía a través de la exposición simple de tres intervalos, a partir de la cual se
forman dos
acordes principales y toda la progresión del bajo fundamental; el último determina
simultáneamente la progresión de las otras partes. Todo lo demás depende de esta
simple
explicación, que como verán se puede entender desde la primera lectura.
El cuarto libro contiene las reglas de acompañamiento, tanto para el clave como
para el órgano.
La posición de la mano, el arreglo de los dedos, y todo lo demás útil en la
adquisición de la
facilidad práctica como lo más rápido posible se deduce allí.
Las reglas básicas para acompañar al clave también pueden se pueden para otros
instrumentos
de acompañamiento similares.
Estos dos últimos libros tienen mucho en común, y serán útiles a las personas que
desean
estudiar la práctica de la composición o la de acompañamiento. También se debe
consultar el
Libro II, si no se desea pasar por alto nada (suponiendo que no he olvidado nada).
No dudo que
hay quienes podrían hacerlo mejor que yo, sin embargo, a pesar de los esfuerzos que
he hecho
para no permitir que nada se me escape, como mis largos discursos y las
repeticiones
demostrarán. Estos defectos se deben tanto a mis esfuerzos para hacer las cosas
claras e
inteligibles, como a la debilidad de mi intelecto. En cuanto al Libro I, no será de
mucha utilidad en
la práctica. Lo he colocado en el comienzo como prueba de todo lo demás contenido
en este
tratado concerniente armonía, y uno debe darle cualquier uso que considere
apropiado.

Vous aimerez peut-être aussi