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guerra civil
española
sangre, arena y garras
larry hama · marc silvestri
¿Qué pintan unos versos de un poeta etiquetado como metafísico en el prólogo de un tebeo de su-
perhéroes? A esa pregunta uno podría responder de una manera directa, pero simplona: lo mismo
que Lobezno luchando en la Guerra Civil española. Sin embargo, hay matices muy sugerentes y
un cómic puede tener muchas lecturas diferentes más allá de la puramente lúdica.
Cuando me encargaron este prólogo reconozco que acepté el encargo con cierto escepticismo.
No me imaginaba a Logan defendiendo los valores de la República y, mucho menos, sufriendo
la derrota de su bando a pesar de sus poderes. Desde mi ignorancia comiquera me temía lo peor:
una sucesión de trompazos sin ton ni son para lucimiento del protagonista. Y sí, eso también
está en la superficie evidente de este cómic. Leí la obra con gran recelo, convencido de que iba a
decepcionarme esa versión distorsionada, made in America, del conflicto bélico español como un
paisaje folclórico donde un tipo raro, cuyo esqueleto está cubierto de un material indestructible,
se pasea en medio de la balacera como quien sale plácidamente a comprar el diario una mañana
de domingo.
Estaba equivocado. Blood and Claws!, título original de estos tres comic books, es más que una his-
torieta de superhéroes, también es un grito contra la barbarie de la guerra y un homenaje a los es-
critores de la generación perdida, comprometidos con la democracia y unos ideales progresistas.
Como tebeo clásico de Marvel encontramos todos los ingredientes. Desde el viaje en el tiempo y
el espacio, acompañado de su amigo Puck, hasta la presencia del mal personalizado en la Dama
Mortal, y todo ello sazonado con épicos combates, aventuras, compañerismo y sensuales muje-
res cuya vestimenta se adapta mal al escenario bélico, aunque muy bien a la sugestiva narración
gráfica elaborada por el dibujante Marc Silvestri.
Pero, puesto a hablar de estas páginas, prefiero centrarme en los otros dos aspectos menos evi-
dentes y en el fantástico trabajo del guionista, que es capaz de introducir pinceladas precisas
de Historia en una obra de puro entretenimiento y protestar ante la crueldad humana. Larry
Hama, hijo de emigrantes japoneses, conocía la guerra desde dentro, pues había combatido en
Vietnam y sabía cómo los sentimientos enfrentados están a flor de piel. Había visto la destruc-
ción de cerca, olido la muerte, sentido la crueldad y observado la autodestrucción del ser humano
frente a unas situaciones extremas. Toda esa experiencia vital está en estas pocas páginas y se
filtra entre las imágenes superheroicas casi de manera imperceptible para aquel que no se fije.
Por ejemplo, cuando el comandante nazi ordena a un oficial de su ejército que se lleve las tropas a
Guernica “para ver como nuestros españoles asesinan a los españoles del otro bando”. Un combate
cainita donde, como siempre ha defendido Marvel a lo largo de su historia, los nazis son malos
sin paliativos y los superhéroes están del lado de la libertad y contra toda forma de opresión.
El otro aspecto a destacar es el de los cameos literarios, que nos definen claramente dónde está
y qué piensa ideológicamente el autor. Larry Hama, a diferencia de otras historias realizadas
por autores americanos donde el territorio español ha sido un simple escenario folclórico, se pre-
ocupó de estudiar la contienda y la participación de importantes escritores en la misma. Copro-
tagonistas de la narración, junto a Lobezno, son el británico Eric Blair, más conocido como
George Orwell, y el estadounidense Ernest Hemingway. Para completar el trío de famosos, el
guionista podía haber incluido a John Dos Passos, pero no lo hizo porque sabía que el año en
que transcurre la acción, 1937, es el de la ruptura de una larga y complicada amistad entre los dos
escritores norteamericanos, cuyas vidas paralelas lejos de acercarlos terminaron por convertirlos
en enemigos irreconciliables.
Dos Passos, que fue uno de los intelectuales que con mayor firmeza protestó en Estados Unidos
cuando en 1927 fueron ejecutados los anarquistas Sacco y Vanzetti, coqueteó con el comunis-
mo hasta que en plena Guerra Civil los Servicios Secretos Soviéticos ejecutaron al traductor de
sus obras al castellano: José Robles. Dos Passos decidió entonces romper con el comunismo y
abandonó como protesta España, ante las críticas de su amigo Hemingway, que le acusó de huir
por cobardía.
De este modo el guionista trabajó una aventura superheroica con dos escritores que pusieron
algo más que su pluma para defender al gobierno republicano. Pero no contento con esto, el título
elegido para la historia no es otro que Sangre, arena y garras, en clara referencia a la novela de Vi-
cente Blasco Ibáñez, el escritor español de mayor prestigio en aquella época en Estados Unidos
y un republicano convencido que puso la tauromaquia de moda en todo el mundo e influyó en la
pasión de estos escritores por España.
El escritor Vicente Blasco Ibáñez asistiendo a una tarde toros, una de sus pasiones. Valencia, 1906.
Diversas obras de
George Orwell
que escribió tras
su paso por
España.
Gertrude Stein (la Gertie de la cita, que en los encuentros culturales que organizaba en su casa
le presentó a Picasso) y a James Joyce entre otros literatos e intelectuales de la época, que en
la capital francesa encontraron la libertad para crear los cimientos de su obra. En 1922 visitó por
primera vez España y al año siguiente, no sé si por su relación con el pintor malagueño o por el
peso literario de Blasco Ibáñez en Estados Unidos, asistió por primera vez a los encierros de San
Fermín, fiesta que le fascinaba y le convirtió en un experto. De ahí el comentario cuando en plena
corrida Inés defiende al torero, insinuando que incluso era mejor que “Maera”, y Hemingway le
responde en la misma viñeta: “Maera está muerto, Inés. ¡No es difícil ser mejor que un cadáver!”.
Manuel García López, “Maera”, era un torero que murió en 1924 y Larry Hama filtra un nuevo
nombre para demostrar que conocía la época y lo que hacían los protagonistas de su historia, sus
aficiones, y con ello da credibilidad al relato. Sin embargo, a pesar de que el escritor llegó a España
como corresponsal de guerra en marzo de 1937, se movió por Valencia y Madrid y se enteró del
bombardeo de Guernica por la prensa.
Retazos reales de la experiencia bélica de Hemingway: “Lo recuerdo de cuando lleve una am-
bulancia en Francia (aquí hay un error del guionista: Hemingway y Dos Passos condujeron
ambulancias en Italia; Beckett y Disney lo hicieron durante la Primera Guerra Mundial en
Francia). Es el eje de dirección, que ha saltado en pedazos”, comenta el escritor mientras a toda
velocidad huye del tiroteo de los fascistas bajo las órdenes del militar alemán. Situaciones vividas
por Hama en la guerra de Vietnam, donde permite que Orwell indulte al niño prisionero para
demostrar que hasta en las peores situaciones el ser humano es capaz de imponerse a lo peor de sí
mismo. El guión es una auténtica caja de sorpresas cargada de pinceladas históricas.
A través del componente lúdico que encierra todo cómic de sú-
per héroes, Hama critica a través de las sucesivas viñetas la
crueldad de la guerra, igual que Picasso lo hizo a través de las
imágenes deformadas de su Guernica. Sangre, arena y garras tie-
ne tres claras lecturas y el guionista, que hizo sus pinitos cine-
matográficos como actor en películas diversas, de Mash a Fiebre
del sábado noche, mezcla todos los conceptos con sutileza para
que se luzca Silvestri con la narración gráfica.
Tres lecturas diferentes, que el lector se quede con la que más
le guste.
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