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Se reúnen aquí diversas observaciones anotadas durante las

recurrentes lecturas de las páginas de Borges. Son anotaciones


al margen : algunos análisis, reflexiones, notas que se multipli -
can al margen de sus textos, los más conocidos (sus cuentos,
sus ensayos, sus poesías, sus citas más frecuentes), algunos
al margen
de borges
menos conocidos, páginas que no se volvieron a editar (sus
propias inquisiciones), algunos inéditos.
Otras anotaciones, en cambio, se desarrollaron al margen de
esos textos y, en consecuencia, parecería que no se hubiera
intentado abordarlos: el tema de notas y de prólogos, consi-
deraciones sobre las teorías de la recepción estética, las estra-
tegias de la representación, las visiones de la crítica, las divi-
siones de la crítica.
Sin embargo y a pesar de esa naturaleza diferente que se seña-
la en estos escritos, tanto a un margen como al otro, siempre
se está al margen de Borges: ya no hay lectura ni escritura
que pueda sustraerse a la marca (otro margen) que· .Borges
imprime. Es por eso que todo texto, lo aborde o no, se inscri-
be al margen de Borges.
lisa block
de behar
La iniciativa de publicar estos e~critos surgió en circunstan-
cias del Primer Encuentro en Homenaje a Jorge Luis Borges,
que tuvo lugar durante la 138 Exposición Feria Internacional
del Libro, de Buenos Aires, abril de 1987.
Otras obras de la autora: Análisis de un lenguaje en crisis, El
lenguaje de la publicidad, Una retórica del silencio. Estas dos
últimas publicadas por Siglo XX 1 Editores.

)J((lvelntluno
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MllllCO
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ARGf:NltNA velnuuno
COIOMllA edltorH
lingüísl1ca
y
Leoría lileraria


-
AL MARGEN DE BORGES

por

LISA BLOCK DE BEHAR

j
).
)l(J
~tulo
edtores
MEXICO
ESPANA
ARGENTINA
COLOMBIA
INDICE

)l(I'
slalo veintiuno editores, sa
a~ 01L AGUA 241. MfXICO 20, O.F

slalo veintiuno de españa editores, sa


C/~ S, MAOWID 33. ESPAAA

slglo veintiuno argentina editores, sa.


PRESENTACION
9
!~l~~-1~~i~W1~~~!o~.~~la, ltda
JORGE LUIS BORGES: "EL DON''
15
A MANERA DE PROLOGO 19

ADVIRTIENOO AL LECTOR 43

"PARADOXA ORTODOXA" 61
UNA IBPOTESIS DE LECI1JRA: LA VERDAD
SUSPENDIDA EN'IRE LA REPETICION
Y EL SILENCIO . 87

JORGE LUIS BORGES: "1984" 103

PIERRE MENARD, "LECTOR DEL QUDOTE" 107

ESTRATEGIAS DE LA REPRESENTACION 123

LAS (O)MISIONES DE LA CRITICA 137


EMIR RODRIGUEZ MONEGAL: MEDIO SIGLO DE
UNA (Dl)VISION CRITICA 155
portada de rubén y marina naranjo BORGES Y LA INVENCION DEL NOMBRE
173
primera edición, setiembre de 1987 EL MILAGRO DE LAS ROSAS Y EL
© siglo xxi editores s. a. de c. v. UL'IRARREAUSMO DE BORGES
193
i.s.b.n. 950-9374-23-7 . .
impreso en la argentina/ printed m argentina INDICE DE OBRAS CONSULTADAS
211
queda hecho el depósito que marca la ley 11.723 [s]
Como en el Génesis.
como siempre,
El reirá,
para Isaac.
-
PRESENTACION
-

Se reúnen aquí diversas observaciones anotadas a partir


de las recurrentes lecturas de las páginas de Borges. Son
anotaciones al margen: algunos análisis, aproximaciones
teóricas o interpretativas que se multiplican al margen de
sus textos, los más conocidos (sus cuentos, sus ensayos,
sus poesías, sus citas más frecuentes), algunos menos
conocidos, páginas que no se volvieron a, editar (las
inquisiciones a las que el propio Borges sometía a sus
propias Inquisiciones y a otras publicaciones de enton-
ces), algunos inéditos.
Otras anotaciones, en cambio, se desarrollaron al mar-
gen de esos textos, y, en consecuencia, parecería que no
se hubiera intentado abordarlos: consideraciones sobre las
teorías de la recepción estética, las estrategias de la repre-
sentación, las visiones de la crítica, las divisiones de la
crítica y, en primer lugar, el tema de las notas y los
prólogos, los márgenes del texto.
Sin embargo, y a pesar de la naturaleza diferente que
se seflala en estos escritos, tanto a un margen como al
otro, siempre se está al margen de Borges; ya no hay lec-
tura ni escritura que pueda sustraerse a la marca (otro
margen) que Borges imprime. Es por eso que todo texto,
lo aborde o no, se inscribe al margen de Borges.
La iniciativa de publicar estos escritos marginales sur-
gió en circunstancias del Primer Encuentro Internacional
en Homenaje a Jorge Luis Borges que tuvo lugar durante
la Décimo Tercera Exposición Feria Internacional de
[11]
i3
12 AL MARGEN DE BORGES PRESENTACION

Buenos Aires, abril de 1987, un acontecimiento donde ar- ta con un zaguán de Tacuarembó, una vereda del Paso del
gentinos, otros latinoamericanos, espafloles, estadouni- Molino o una cuchilla de Fray Bentos con un arrabal de
denses, franceses, italianos, un griego, un turco, un Buenos Aires o un suburbio de Du?lín. Un,p~ de. aflos
ruso, un chino, un israelí, en hebreo, un suizo que cele- atrás, la municipalidad de Ravena citaba la Histon~ del
braba ~ber ~ido reconocido como compatriota por este guerrero y la cautiva" (El Aleph), como p~ de la histo-
argentmo quien, entre sus estrategias de universálidad ria de Ravena en el gran cartel que anunciaba monumen-
también solía considerarse ·tan oriental como Ireneo Fu~ talmente el Mausoleo de Teodorico, a la entrada de Sa!1
nes. Escritore's y académicos analizaban aspectos de su Vitale. Hace unas semanas en Lieja y luego en Mont~~1-
obra y citaban sus textos, citas que continúan siendo el deo el director italiano de un teatro danés partía de El
constante encuentro con Borges: una repetición textual mu~rto" (El Aleph) para convocar en ~u Ev~ngelio a ~­
y, por lo menos, dos que se encuentran, los dos sentidos tígona, Juana de Arco, Sabbatai Zevt, v~os cangacei-
que la_ privilegiada ambivalencia de cita se reserva en es- ros a Cristo. Tantos poetas, tantos teóncos se ocupan
paflol. ia
de imaginación de Borges, que la imaginación de Bor-
Sin duda se verificaba entonces un Borges de Babel, ges ha ocupado el mundo. .
en todos los idiomas pero, a diferencia de las célebres dis- En 1928 en El idioma de los argentinos, Borges decía
persiones de su precedente bíblico, las disparidades idio- que el tiemPo es una delusión; grac~ a su visió~ ~a
máticas no impedían la consolidación de una comunidad visión contradictoria la suya- también el espacio se in-
literaria, al contrario, el interés por Borges la constituía diferencia. Más que el autor de El Aleph, su obra ~n­
y extendía. Borges configura el lugar común donde las forma -Borges mismo- una suerte de aleph, la ~e­
dif~rencias coinciden: donde las diferencias inciden y, se- ra letra que abarca el universo inmenso, el desmedido
mejantes, se suspenden. aleph que se encuentra en todas partes. De~e esa conver-
. En El tamaño de mi esperanza ~l título de Borges re- sión literal y figurada, Borges ve toda la uerra y t~ 1!l
plica El tamaño del espacio, un pequeflo volumen que tierra lo ve. Aun cuando esta totalidad fuera una parciali-
Leopoldo Lugones había escrito unos aflos antes sobre te- dad, igual vale.
mas ~e matemáticas -Borges anhela acceder, por la in-
vención de una especie verbal propia, a la singularidad de
cada lugar (en el espacio), de cada tiempo (en la espera,
la esperanza), a una propiedad idiomática diferente, una
l~ngua propia (eso es un idioma originalmente) que su-
piera rec?r~, más aJ!á del~ convención del signo y su
doble arb1tranedad, la rrrepeubilidad de cada circunstancia
particular, un nombre que se apropiara al/del aconteci-
miento que denomina. Aun sabiendo de "lo utópico" de
sus ideas, Borges confiaba en esa época en que "el tama-
i'io del porvenir no sería menos amplio que mi esperan-
za". Son sus palabras de entonces.
Desde hace tiemp0, cada v.ez con mayor certeza, se
puede afirmar que es en el propio Borges donde se radican
sus utopías, el texto donde lo inmediato y lo universal
se confunden. Entre sus páginas, una celda de Praga limi-
JORGE LUIS BORGES: "EL DON"


-

En una página de Plinio se lee


que en todo el orbe no hay dos cosas iguales.
Una mujer le dio a un ciego la imagen
de su rostro, sin duda único.
E/igi6 la fotografía entre muchas;
descartó y acert6.
El acto fue significativo para ella
y también lo es para él.
Ella sabía que él no podía ver el regalo
y sabía que era un regalo.
Un invisible don es un hecho mágico.
Dar a un ciego una imagen
es dar algo tan tenue que bien puede ser el infinito,
es dar algo tan vago que puede ser el universo.
La inútil mano toca y no reconoce
la inalcanzable cara.
JORGE LUIS BORGES

Para iniciar el número que "Maldoror, Revista de la Ciudad de


Montevideo" (marzo de 1985) dedicaría a Gérard Genette Bor-
ges me dictó en Buenos Aires este poema el 18 de febrdro de
1985. También para iniciar estas anotaciones, al margen de Bor-
ges, aquí se transcribe. (17]
A MANERA DE PROLOGO


-
¿Qué justificación Ja mía en este zaguán? Ninguna,
salvo este río de sangre orienlal que va por mi pecho;
ninguna salvo los días orienlales que hay en mis días y
cuyo recuerdo sé merecer. Esas historias --d abuelo
montevideano que salió con el ejército grande el cin-
cuenta y uno para vivir veinte años de guerra; la abuela
mercedina que juntaba en idéntico clima de execración a
Oribe y a Rosas- me hacen partícipe, en algún modo
misterioso pero constante, de lo uruguayo. Quedan mis
recuerdos, también. Muchos de los primitivos que en-
cuentro en mí son de Montevideo; algunos --una siesta,
un olor a tierra mojada, una luz distinta- ya no sabría
decir de qué banda son. Esa fusión o confusión, esa co-
munidad puede ser hermosa.
JORGE LUIS BOROBS

¿Qué son los prefacios? ¿No haría falta que algún d(a
se reconstituyera su historia y su tipología? ¿Forman un
género? Pero, ¿un prefacio, acaso exisle?
JACQUBS DERRIDA

La existencia de tantos prefacios, su pennanencia desde


hace tanto tiempo, la misma necesidad de investigación
y registro que formula inquisitivamente Derrida, no im-
pugnarían la legitimidad de su cuestión, la pregunta que
formula al final y el problema que implica. La vigencia,
la antigiiedad, el marco convencional que los limita y es-
tablecen, solo disimulan el estatuto conflictivo ·de los
prefacios. Su inquisición no puede ser ociosa; aunque no
se formule, el problema existe; más vale abordarlo: "los
métodos vendrán después" (era Nietzsche quien no dudaba
de esta posterioridad).
Hace algunos años y literalmente, sin intentar la recu-
peración del superlativo hebreo, en un Prólogo de prólo-
"A mancr~ de prólogo" fue publicado en Maldoror, Revis- gos, decía Borges: "Que yo sepa, nadie ha formulado
ta d~. la C1uda.d de Montevideo, N9 20: "El texto según Ge- hasta ahora una teoría del prólogo". Los planteas teóri-
nette . Montevideo, marzo de 1985.
[21)
22 AL MARGEN DE BORGES
A MANEKA DE PROLOGO
- .
23

.. dicional constituyan uno de los obJ~-


cos han cambiado: no debería extrañar entonces que lapo- te por el aná.lis1s trale ítimo~ en la apertura epistem~lógi­
ética contemporánea más· que en el pasado (la mención tos de estudio más ali~ o (el prefijo solo v;ile para mtro-
aristotélica en relación a los prólogos es bastante diferen- del postestrUctur sm
ca . "d és") en estos últimos años. . .
te), tenga presente la importancia del tema y le dispense ducrr un espu alidad de las definiciones, interesa
la mayor atención. Decía H. Poincaré que era necesario Ac~ptada la g~:~:r la situación paratextual del prólo-
empezar a pensar "de lado" ("penser acoté") y este ex-cen- exam~nar,enip~cignora que, anterior a la ob~a, el pre_f~­
tricismo que alentaba para las n:iatemáticas, tal vez po- go. Nmgun ec . . La recede pero no mtenta dis1-
dria resultar una estrategia acertada para la investigación cio siempre es post~o~~s c~nsecuencias; si la presenta
poética: no hay por qué descartar el sentido literal de la mular que es un:e sus motivos, aclara sus fine~): se de-
recomendación y en esa literalidad-su lateralidad- em- (comenta, propo Es su consecuencia ant1c1pada y
pezamos por los prólogos, que es una manera convencio- duce que ya ~a ~:rque eludir una contradi.cción que,
nal de empezar. tampoco adw ti mpo y espacio altera su relación, funda·
Advertencia, introducción, prefacio, prólogo, prolegó- involucran o e . . ' que lo acentúe, no es
meno, preámbulo o preludio, entre otros sinónimos y menta?do un relóaluv1smoásqu~ie~u~onstituye la inve(sión
con escasas diferencias, son términos que se aplican regu- ·vauvo del pr ogo, m .
larmente a un discurso previo, una parte que precede a la ~~medios e instancias que todo te~to" ::~~:_ impone
obra propiamente dicha y que no presentaría -en una Sólo la publicación -el trámite acializa-
. .dad que el texto no defiende. Por la esp f
primera instancia- mayores dificultades para su recono-
cimiento, limitación y definición. Gérard Genette consi-
dera que títulos, subtítulos, prefacios, epígrafes, adverten-
una pnon
ción que es condici r·
. .ó razón de la escritura, se intenta i-
po pero por eso lo suspende:
jar un di~urso en ~ ~ l'espa~ c'est l~ temps"decía
cias, epílogos, notas marginales, notas de contratapa, "C' est qu aura vou u e d ' el proceso de la es-
solapas, bandas de cubierta, etc., constituyen un tipo par- Derrida en º~-~;to3 ?óbsed~~ ~ufhenebung de Hegel: el

ticular de transtextualidalJl y los denomina paratextos2. 'hn'<> otra mwwestaci n
en....... . esta relevancia -una exce1en-
Se trata de esos textos que entablan una relación trans- espacio releva el uempo Y la Es una relevancia
textual entre el texto propiamente dicho y sus anexos cía- lo exalta y lo revoca a ve:· ue afirma y niega
bibliográficos o referenciales. Los paratextos consolidan ambivalente la de esa A'fhetes~sunqgu% n~ soluciona b. con-
-según Genette- "uno de los lugares privilegiados de al ~is~. o ..:empo una sm 1 . --'n·d d
u ' la "différance"4 que es proptt;Ua e
la dimensión pragmática de la obra, es decir, de su acción tradicc16n, que marca la escritura es la aspiración del po-
sobre el lector", de ahí que, atendidos solo accidentalmen- toda escritura. Llegar a per-
" d dé . de durer" el duro deseo de durar, su
eta: le ur s~ ' a-tiempo: tanto dura tanto
l Con este tfonino que desarrolla un paradigma a partir de inler- manencia obs~ada, u~ ~º::,. conservando y comba-
lextualidad, propuesto por Julia Kristeva, Genette hace referencia duda, y así sigue resis e ·
a "la trascendencia textual del texto" o sea "todo lo que pone en
relación manifiesta o secreta" a un texto con otros textos. Palimp-
tiendo. . . do "desconstrucción" aquellos
stslts, París, 1982.
Si Demda ha denomma práctica su desconfianza sis-
procedimientos que ponen en
2 G. Genette. "Explorador de paratextos" como lo califica un pe-
riodista de Le M0111.Ú ("Les cadavres exquis" : 9!3/84), ha dedicado ·da· "Lea nnits et la pyrarnide" en Marges, París,
su seminario en la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales 3 Jacques Dem · r-

de París al mismo temL Dictó un cuno similar en el Instituto de 1972. P. l~. De ·da. La· alteración ortográfi~ a~ti~a 1:8
Profesores de Montevideo en mano de 1985. Se enwentra en pren- 4 El témnno es dde .. ~~"rence"· diferencia y difenr, disunguir
· ifi ·6n doble e uu.u; · . .
sa Stuils (Umbrales), el libro que Genette dedica a la teoría y análi- 11gn icac1 .be francú pero ni se dice ru se oye.
sis de los paratextos. y postergar, se escn en
24
AL MARGEN DE DORGES A MANERA DE PROLOGO
- 25

temática hacia las asociaciones conservadoras que el dis- Borges multiplica las contradicciones de un. estatuf?
curso establece, hacia las afiliaciones convencionales de tanto más ambiguo cuanto menos lo parece. Emir Rodri-
las pal~bras, hacia la~ contradicciones inevitables que el guez Monegal en El olvidado ultraísmo uruguayo1 sei\a-
uso oblitera, el prefacio no podía quedar fuera de su desco- la que el epílogo que Borges escribió especialmente para
munal tarea. Pero las contradicciones -<:orno decía Os- La Antología de la moderna poesía uruguaya8 se presenta
ear Wilde a propósito de las paradojas- son muy peli- bajo el título de "Palabras finales", seg~do .por ~n parén-
gr~sas;. J>?<:lría decirse-y no sólo por buscar amparo en tesis donde aclara: "Prólogo, breve y discutidor' .
!ª mf~libil~dad ~utológica: apenas se invocan ya resulta Fuera del texto pero fonnando parte d~ él; anteri?r pe-
unposible unpedir su ocurrencia. ro consecutivo, teniendo por auto~ a quien no vacila en
C?mo sucede corrientemente, es en un prefacio donde categorizarse como lector -el pruner lector--:- el prefa-
Demda se preocupa de prefacios. El comienzo de Ja La cio es un texto que no dirime la controversta entre el
dissémination (1972)5, aparece bajo el título "Hors livre. tiempo de la escritura y el tiempo de la lectura; v~e a~­
~éfaces". ~ paradoja ~ la. que apuesta el título del prefa- nas como otro recurso precario que se aplica para mve~
cio d~ Demda ya habia sido racionalizada por Borges. tiempo en espacio pero esa.inversi6n.<r~v~ Yfortuna) de-
También en. un prólogo, el "Prólogo" de Jnquisicio- fine su emplazamiento, extiende su hm1tac1ón. . .
nes6- ese hbro del que Borges reniega al punto que se No obstante su marginalidad cierta (¿cierta marginali-
ap~ en confesar q~e ha p~blic.~do sus Obras Completas dad?) espacial y jerárquica, el prefacio es apto par~ asegu-
a fm d~ poder exclwrlo- dice: La prefación es aquel ra- rar un sitio de reparos, un refugio y una refutación, una
to del hbro en el que el autor es menos autor. Es casi un objeción tal vez, ya que si creemos -<:orno creemos-
leyent~ y goza de l?s derechos de tal: alejamiento, soma que las etimologías descubre~ la yerdad de ~s palabras,
~ elogio. La prefación está en la entrada del libro pero su · objetar (del lat objectare) es colocar delante -una for-
tiempo es de posdata y es como un descartarse de los plie- ma de oponerse-- y ahí está. .
gos y un decirles adiós".
Ya se dijo: Posterior, precede; se excluye de~ bbro Y
También a Borges le parece el prólogo un lugar privi- allí se encuentra; el prefacio tien~ ~l autor por autor, al-
legiado para precipitar paradojas: Borges confunde -y la guien que "extramuros" se ident,ifica con el l~tor (u~
confusión es más legítima que retórica- la localización mismo autor lector - auto(r)lector - de un mis~? li-
con un lapso: "es aquel rato del libro", allí es donde (se) bro), y com~ un salvoconducto, inicia mta co~p~1c1~d
confiere ,un "lect?razgo" (la ampulosidad de la palabra más allá de la obra y su clausura. Má.s q!-1~ un pnnc1p10
qu~ podría ha~r mven~do Gervasio Montenegro, prolo- de contradicción", el prefacio es un pnncip1? d~ ~specula­
gmsta, él también, de Sezs problemas para Don Isidro Pa- ción que contradice y especul3; desd.e el pnn~1p10 con la
rodi, me sirve para reivindicar prioridades y fueros). Insti- antítesis inherente al discurso literano -un ~scurso que
tuyen así ~n auto de separac~ón.: tantas fonnalidades para concilia lo falso y lo verdadero: una para~oJa solapa~.
sa~ar partid? .de una distancia impuesta (otra impostura), sostenida desde el principio al fin ya que s1 V.aléry decia
a fm de habilitar una comodidad critica que el texto suele que "no hay contradicción sin dicció~, e.s d~rr, fuera ~el
escatimar al propio autor. discurso" no se descarta que no haya dicción sm contradic-
ción; y con el discurso empiezan.
5 Jacques Denida: la dissémination, París, 1972. Hay traducción
en español. 7 Revista Iberoamericana. Nos. 118-119.,Enero-ji_mio, 1982.
6 Ed. Proa. Buenos Aires, 1925. . 8 Ildefonso Pereda Valdés. El Ateneo, Buenos AU'CS, 1927 ·
26
AL MARGEN DE BORGES MANERA DE PROLOGO 27
A pesar de las garantías de una situación fonnalizada,
,. . d ue es en el prólogo -aun-
de un título convencional (prólogo, prefacio, sus sinóni- Autor y lec:tor enu:_e~~de se definen las reglas del
mos), de una referencialidad limitada o establecida (moti- que no exclus~va:~ reglas es la pretensión de quedar a
vos, propósitos, circunstancias, apreciación, "ansiedad de juego, y una e. ha Como si el autor se presen-
influencias" --o reverencias- y, sobre todo, las condi- satvo de ~~~q~ier s : s ~i condecoraciones, ex~lica,
ciones de su propio estatuto, sobre las que suele redun- tara de civil! smJm otro papel: el papel de no Jugar
dar), no puede sorprender que su naturaleza se cuestione, concede, opma. uega fuera de juego. A pesar de su
que su naturalidad resulte afectada. Por eso vale también ningún papel o de qu~texto no es una entidad unifor-
para prólogos la advertencia que sobre sus cuentos fonnu- impresi6n ~om~géneadr~ cierta compartimentación, una
la Borges en el prólogo de El informe de Brodie: "No me me. T~b1én e cua . corres nde a lo que Paul
atrevo a afinnar que sean sencillos; no hay una sola pala- distribución del ,e~pac~º1i~fstoria Y~s estudios--- deno-
bra que lo sea, ya que todas postulan el universo cuyo Veyn~ -a p~o~s1t<?: del saber". En el texto literario Ja
más notorio atributo es Ja complejidad". Su naturalidad, mina una dts~ ~~e ':ina atribuci6n del saber (prol'<?ngo
afectada, la sencillez, discutible; quizás sea la suya una si- verdad ~o es mas rJ de la misma manera en otras s1tua-
tuación de evidencia, una trivialidad -en tres vías, entre esta vanante) Y ocu e . ·erce el derecho socialmen~
vías- el prólogo: común, expuesto y en Ja encrucijada. ciones: ~be v~~dn¿u~~~:~
¿a el conocimiento prof!io s1-
Aunque no lo explique así, posiblemente sea el carác- reconoc1 o e. sa. ' . El lector prefiere localizar la
ter esencialmente paradojaJ de estos paratextos el que Ge- no el reconocimz~nto a1e,~franjadeverdadapruebadefic­
nette toma en cuenta cuando aclara Ja necesida& de enten- verdad: una zonad 'fr~nca. dad
o la sinceridad reducida, pre-
ción, un reducto . e sm<:tn
der la denominación "paratexto" en "un sentido ambiguo,
casi hipócrita, como el que funciona en los adjetivos pa- visible, convenc10na1, impu~tafranqueza el autor abre el
rafiscal o parami/itar''9, cuando bien podría haberlos asi- Por medio de un recurso : io revele :_aunque lo di-
milado a parábola, paráfrasis o parámetro, términos don- juego, pero no lo abre po~qu. . . "Prólogo" resulta así
de ese deslizamiento referencial casi perverso se atenúa o ga- solo lo abre porque ~ rruct.a. ialmente compleja y
desaparece. una denominación-re~e~nc1a es~ ente una posición
ambivalente: o bien mdica ~en~~camn "embrayeur"lO o
No sólo las teorías o la imaginación intelectual de
introductoria, una sefial d~ pnncipto, u la si ificación
Borges observan las ambigüedades de un discurso al que
usualmente no se atiende, como si por estar al margen, bien es un nombre propio ~ue~r;:~tano pu:e definir-
tuviera que quedarse al margen, fuera de cuestión. Tam- relativa de todo nombre ~ro~m. 11 'ás bien es un tí-
bién para Proust el prólogo constituye un lenguaje afecta- se sino remitiéndose a s1 mIS~o ~ ~ tratar (et propio
do donde los artificios solo se pierden en la recurrencia al tulo temático 9ue ~d~~: ~e ~n~ógica se llama "modo
lugar común: "solo por una costumbre tomada del len- autónimo"un
prólogo), deleJe!'lp o ees d~ir• una expresión que. se de-
discurso,
guaje insincero de prefacios y dedicatorias, el escritor di-
ce: «mi lector»". Sin embargo, la opinión común se .. real. dad lo único que distingue a los
aparta (avalando Ja estética paradojaJ del género) de esa ad- 10 R. Jalcobson aclara: En d lás constituyentes del código lin-
vertencia de insinceridad que aprecian, cada uno a su ma- cembrayeun» de todo~ los e:,ligatoriamente remiten al mensa-
nera, tanto Proust como Genette. gü(stico, es el he~h~ e que , 1963. P. 179.
je''. Essais de /inguut1qiu g~niral. Pa;i', brc propio designa a al-
11 "La circularidad e1 evidente: e bn~ S' "Fido designa ni más
guien (o a algo) que lleva ;ea:~ :~b~", Prólogo es un para-
9 Gérard ~ette. Palimpsestcs. París, 1982. P. 9, nora al pie. ni menos que 11 peno qu~ ev
texto que se designa a a( mmno y algo nás.
"ANERA DE PROLOGO
- 29
28 AL MARGEN DE BORGES A.in di
libró? El hombre en pre s-
., anima a entrar en un
a comprarlo vale ecu, com-
· d ·
signa a sí misma explicándose en el propio enunciado. ¿Quien se
. · , d lector se anuna
.
' del '
Pero, a diferencia de otros nombres propios que solo mar- pas1c1on e . de leerlo -Y entra por el lado . pro-
pra el compromtS0 , conversado y menos escnto es el
can, el prólogo describe y marca. Representa una fonna logo, ~u~ por ser, el m~ebe continuar las persuasiones ~e
de lo que E. Coseriu entiende como un "segundo nom- lado facil. El prolog?tul d la faia, y arrepentir cualquier
brar". Más aún, nombre común y propio, título y rótu- · ·
la vidriera, de la cara a. ile ºble ' y famoso se le e1uge ·
lo, "Prólogo" cumple una función metaparatextual (se ·, s· l librod es, un
deserc1on. i e
egi
resumen
'
práctico de la obra Y
anuncia, se nombra, habla de sí). La propiedad es más no- aun, mas. ' Se esperan e e1 bosas para citar, . y una o dos
tarial que onomástica y, en tanto denominación contrac- una lista de sus frases· rum . y la nómina de sus
. . to · zadas para opmar ,
tual y monotemática, no se empeí'la en suspender el sig- opllllones au n . e las tiene. Aqm -venta-
áginas más llevaderas, si es qu · ni sustiruciones
nificado conceptual que comporta por eso sin dejar de p ara el lector- no se precisan
nombrar e identificar, significa pero poco: tipifica. j~sam~nte p E libro es congregación de m~c~o~ pae-
ni estímulos. ste al wse ellos nos nouciaran no-
La complejidad semántica apunta, en parte, a seí'lalar taS --de hombres que con sdy el guardián inútil
la tendencia autorreferencial de estos paratextos: por lo vedades úitimas de nosotros- y yo
general, un prólogo hace referencia al prólogo, a sí mis- que charla.
mo o a otros prólogos. Como pocos otros géneros, el
prólogo se fija en espejo: ahí se mira y se detiene. Si el asar a examinar otras funciones p~atextua-
Antes d~ P ·é r el universo borgiano, Y a
metalenguaje es un lenguaje que tiene al lenguaje por ob- les detenn_madas tamb1 n pis que asimilan el prólogo a
jeto, si el metateatro es el teatro que tiene al teatro por fin de revisar algunos rasg
. paratextuales, transen
·oo las consideraciones
.eda
acción, el discurso del prólogo constituye nonnalmente
un metaprólogo que se contrae a reafirmar sus condicio- otrosJ tiHip?1~· Miller formula con respecto a las prop1 -
que . is . . l alabras compuestas con
?.es co~~:~~~o:: lad~on~ciEn paratextual ~bién par-
nes en cada instancia, acreditando sus implícitos, dando
voces de competencia y honestidad, como si tuviera una
mala conciencia, el remordimiento de estar ahí o la obli- p~a- . al roblema de prólogos y afines, e~ _un
uc1pa. AJeno . p l ue a uí se enuncia, el cnuco1
gación de justificarse. "El prólogo tolera la confiden- contexto muy diferente.ª q.. q ·tarias" delcríticorea-
~e Yale analiza las fun~i~~~;:~ planteo léxico Y. afec-
1
cia ..." dice Borges en el prólogo de La moneda de hierro
y esa confidencia, confesión o confianza (alguien que di-
hzando uln elxarn1'ndeonl¿~bigua de su estatuto literario, al-
ce -que crea- y alguien que cree), no es más que una ta o reve a a ºb · l ·
fe compartida, avala la verdad sustentando la ficción. guien que por leer escribe o para escn ir, ee.
En la encrucijada entre obra y realidad, un cruce de
fi"o antitético doble que significa p~x~­
riesgo, las oposiciones paratextuales concurren a "un lu- «Para-» es. un ~re J . "lirud y diferencia. intenon-
gar sin lugar" (la antítesis de Maurice Blanchot), dando midad y d1stanc1a a la ve~, su:ru la econo~:a doméstica
· "dad algo mtenor a uu
falso origen a un contrato de iniciación, al borde mismo dad y extenon • . al simultáneo a este lado
de decir y no decir, de ser y parecer, una zona de tránsito al mismo tiempo extenor, go b"én va
y tnmsacción, de pasaje y compromiso: un subterfugio ~e una lúiea fronteriza,. umbral o mar;i: ~~~~. sub-
de verdad más allá, de st_atus eqmvalen~u~s;; a quien lo hospeda
En definitiva, el prólogo documenta un pacto literario sidiario, sometido com: ':clavo a su amo. Una cosa en
entre un lector que está convencido de que el autor dice la (as a guest to, host),
se encuentra no so1o Suu :~ultáneamente so-
verdad y un autor que responde a esa convención. Pero el <<para-», ademas, d línea fronteriza. entre afuera y
b bos lados e una
pacto es literario y la convicción una convención. re am E también la frontera misma, la pantalla que es
adentro. s
Dice Borges:
30 AL MARGEN DE BORGES A MANERA DE PROLOGO 31

una membrana permeable que conecta interior y exterior. la imposibilidad de una distinción entre una condición re-
Los confunde uno con otro, introduciendo lo exterior, ex- al y una condición imaginaria; por medio de imágenes y
teriorizando lo interior, dividiéndolos y uniéndolos.12 testimonios -testimonios o imágenes- figuran a la
par Hitler y Zelig, Pío XII y Zelig, compartiendo un
mismo estatuto: el registro cinematográfico, ni totalmen-
LA OBRA ENCLAVE te histórico ni totalmente imaginario, como todo regis-
tro, como todo.
Otra máscara de W. Allen, Allan, el convincente y
transitado -tan citado- modelo hiperfílmico de Genet-
Lo que vieron mis ojos fue simultáneo; lo que te se imita minuciosamente en el Humphrey Bogart de
transcribir6, sucesivo, porque el lenguaje lo cs.
JORGB uns BORGBS
C~sablanca (Michael Curtiz, 1943) pero en Play it
again, Sam (1972: Sueños de un seductor, en espatlol):
Ce que l'oeuvre dit c'cst le commencement. los personajes de Alain Resnais reaccionan como otros
MAURICH BLANCHOT personajes cinematográficos pero en Mon oncle d' Améri-
que (1980). En Fanny y Alexander (Ingmar Bergman,
Siempre que interesa fundamentar la consabida afinna- 1983), la madre le reprocha a Alexander que, muerto su
ción "Es la vida la que imita al arte" se suele citar a Os- padre, actúe como Hamlet; su padre, un espectro, como
ear Wilde. Sin embargo, no fue el único en multjplicar el espectro en la tragedia que representa antes de morir.
ejemplos y argumentos en este sentido. Por su parte, Ocurre como si toda obra diseminara una predisposición
Proust solía insistir con reiterados gestos y textos, de vi- mítica, modelos que (a)copiaran la realidad, uno de los
driosa distinción, en que es el arte el que detennina la rea- nombres con que apenas se designa la exterioridad de la
lidad y no lo contrario: por la armonía de Wagner o por ficción, pero que no transgreden la índole artística (o arti-
el color de Elstir, el narrador de la Recherche accede a un ficial), manteniéndose en una continuidad homogénea, de
conocimiento más profundo, más verdadero; son sus pala- una obra a otra, una complicidad entre pares: es una fic-
bras. ción la que acredita la realidad de otra ficción, prescindien-
No es posible dejar de advertir que si los ejemplos re- do de otros créditos menos dudosos.
sultan válidos y las argumentaciones convincentes, la Aunque el signo sea arbitrario, el discurso no lo es pe-
fundamentación forma parte de La Prisonniere, una.nove- ro la motivación discursiva no debe entenderse en este ca-
la donde el narrador no hace distinciones entre quienes so según una diagramación sumaria de correspondencias
son personajes literarios (Vinteuil, Elstir, Bergotte) y logicosintácticas (como las que R. Jakobson aplicaba re-
quienes, aunque personajes históricos (Wagner, Vermeer, cordando las definiciones de Ch. S. Peirce). Si Marcel
Balzac), resultan históricos solo a medias. "El regreso a Proust dispensa sus atentas reflexiones a esas incidencias
las cosas es siempre un regreso al texto" decía Geoffrey de una obra a otra, a la autenticación de la ficción por
Hartrnan y, en este caso, con más razón. otra ficción, más allá de la historia, eso sucede cuando al
Es en el cine donde la irrelevancia de tales discrimina- narrador de la Recherche le interesa ponderar los prefacios
ciones se prestan mejor al escamoteo. En 'Ze/ig (1982), de un historiador. Entre las precisiones relativas a La Co-
la "mise en cinéma" de Woody Allen pone en evidencia media Humana y la Tetralogía advierte que "No se debe
buscar las mayores bellezas de Michelet tanto en la obra
12 J. Hillis Miller: TM crilic os a hosl. (Trad= del inglés); en misma como en las actitudes que toma frente a su obra,
Dtconstruclion and criticism. New Yorlt, 1979. no tanto en la Historia de Francia o en su Historia de la
32 AL MARGEN DE BORGES A MANERA DE PROLOGO 33

Revolución como en los pretacios de ambos libros".13 cos del film, forman parte de la banda cinematográfica;
No quiere decir que, entre la literatura y la música, semejantes a las referencias editoriales del libro, presen-
Proust interceda por la historia. Al contrario: Más pró- tan autores, productores, actores, etc., pero, a diferencia
ximo a la historia que al artificio, el prólogo ·suele del modelo literario, el cine intenta impugnar la exteriori-
proclamar la naturaleza circunstancial de su condición rei- dad paratextual -la extradiscursividad fílmica- de los
vindicando -hasta la redundancia- el fuero de quedar créditos, integrándolos por medio de diversos procedi-
fuera. Cualquier autor cuenta (con) esos datos personales mientos, variedad que no corresponde examinar ahora.
y culturales que un loctor también prevé. Al elogiar de Los créditos del film, sus referencias filmográficas
una obra histórica las virtudes literarias de un prefacio, "suelen entrar" en el film penetrando la ficción o desbor-
Proust no elude las ironías de su "retórica mundana" y dándola. Contextualizado, el estatuto ambivalente del pró-
aunque parezca ensalzarla, niega la historia por partida do- logo cinematográfico no resulta ni tan formal ni tan am-
ble: desestima la función histórica del prólogo y más es- biguo o, ¡;>0r lo menos ni más ni menos que el film. "El
tima al historiador cuanto menos historiador parece. comienzo es una idea de retóricos" apuntaba Roland Bar-
Á pesar de que apareeen situados al principio, los tex- thes. Como si todo lo que comienza ya hubiera comenza-
tos introduc~rios no sielT'pre se reducen a operadores in- do: el pri~cipio empezaría por ser la primera impostura
coativos de una mecánica informativa de circunstancias de la contmwdad. Germen de contradicciones, el discurso
personales biobibliográficas o de adyacencias históricas. paratextual aunque formaliza los trámites de iniciación
vale sobre todo como indicio simbólico (por contigüi-
dad, por semejanza) de la obra que introduce. Enuncia los
OFICIOS DE INICIACION primeros datos de su desarrollo pero, más allá de la pura
indicación, apunta a una génesis, oficio y ceremonia, re-
Was gemigt wenlen kann, kann nicht gesagt wer- gla y secreto, configurando el atisbo de una visión total:
den.14 un aleph.
LUDWIG wrITGl!NSTBIN Letr~ inicial de~ alfabeto sagrado, indicación de que to-
ne voir que ce qui do empieza, la pnmera letra que según la referencia de
peut me vu
qu~ s~ ~ale Bo~~e~ en El Aleph, significa el Ein Soph,
(non dit,
el mfm1to, la d1vm1dad; un signo que representa o enta-
non écrit)
JBAN·LUC GODARD bl~ la relaci?n especular, que entre el signo y la tierra, re-
fleja un universo y en él un hombre que al ver se ve
viendo(se): "Vi en el Aleph la tierra, y en la tie¿.a otra
Con respecto a la deshistorización de los paratextos, en vez el Aleph y en el Aleph la tierra, vi mi cara y mis vís-
el cine ocurre algo semejante, algo diferente y algo más. ceras... " Sufre la visión que resume la reversibilidad verti-
Más allá del prólogo o del epígrafe - aunque compartien- ginosa de una contemplación donde el contemplador no
do algunas de sus propiedades- el cine ha impuesto un logra excluirse.
modelo paratextual particular: los créditos del film.
P~e del ~~c!11's?, o donde el discurso parte, un frag-
Frecuentemente iniciales, o por lo menos, en los mar- mento y una 101c1ac1ón que, contradictoriamente, anafóri-
13 A la recherche du temps perdu. La Pléiade, m, París, 1954. P.
camente, ya había empezado antes. El cine suele elaborar
160. un, prólogo ~o menos discreto que notable, un prólogo-
14 Lo que se puede mostrar, no se puede decir. Traclalus Logico- ep1grafe vacilante (ajeno, se diegetiza), un punto de parti-
Philosophicus. Londres, 1963. da pero que es un todo, una "cita" tanto por la imagen
-
34 AL MARGEN DE BORGES /l. MANERA DE PROLOGO 35

ajena que se repite tanto porque es allí que dos -o causa y excusa para desencadenar el encuentro y tramar el
más-se encuentran. conflicto. Sobre el marco del film -al principio y al fi-
Hace poco tiempo, antes de empezar a l~rle un poe- nal- el diálogo se entabla en espejo, configurando un
ma de William Morris, a Borges no le pareció desacerta- quiasmo narrativo donde se entrecruzan la improbable
da esta idea: que la presencia de otro texto ~epígrafe o.ep~­ identidad/alteridad de-dos personajes; quiebra del espejo,
grafe-prólogo cinematográfico), la menc~ón del pnnci- fractura en equis: la figura literal que representa tanto el
pio, esa lectura de un autor puesta en escntura, fuera una quiasmo como lo desconocido, una verdadera cruz, la in-
curiosa manifestación de aleph. cógnita y el calvario de quien pesquisa sobre esa dualidad
Principio, solo una parte -la primera-, aunque tota- y en su indagación, sucumbe. Búsqueda inútil de una
lidad; signo y cosa, esta especie de aleph concentra una identidad que no distingue entre la idea de uno mismo,
sinopsis (en su sentido más propio, que no es el co- diferente de otro, y la idea de uno mismo confundido con
mún), habilita una visión ~imultán~a q~e ante~e. resu- otro; la inutilidad de decidir contra una dualidad que la pro-
me y cifra a la vez; creación o m1steno: el universo en pia identidad compre~de.
clave. En Mi amigo americano de Win Wenders (1977) es
En el teatro isabelino se solía interpretar, como repre- también la adquisición de un cuadro el acontecimiento
sentación previa y secundaria con respecto a la obra prin- que provoca el encuentro entre los protagonistas y, a par-
cipal, una especie de pantomima: el "dumb-show", una tir de allí, se desarrolla la peripecia. "Das Bild enthalt die
acción sin palabras que se concebía como un resumen o Mt>glichkeit der Sachlage, die es darstellt" (El cuadro con-
comentario anticipado de la acción principal. El ejemplo tiene la posibilidad de la situación que representa) y la
más conocido -aunque no el más característico- es el afirmación de Wittgenstein 'alude a una localización y
dumb-show que organiza Hamlet (Acto m, ese. II), un es- una totalidad: topos y totus, el cuadro sella una efigie del
pectáculo que, por las razones ya.consabidas, el.au~r, el film, como sello guarda reserva pero, sigilosamente, al
personaje (un director circunstancial), han prefendo mter- mismo tiempo, la anuncia, "no dice" (y los dos aforis-
calar en el desarrollo de la obra. mos del epígrafe lo anotaban).
En el cine el aleph puede ser la imagen de un cuadro, Otro aforismo de Wittgenstein también convendría a
la cita visual de otra obra que, a modo de indicación para- la observación del aleph en El último tango en París de
textual pero en el propio discurso, lo ini~ia o final~a. ci- B. Bertolucci (1973): "Todo cuadro puede pintar cualquier
fra o dirige su interyreta~ión, una menci~~ det~nnmante realidad que tenga su fonna". La conexión narrativa es di-
y marginal que repite y si~ embargo anticip~, a1ena pero ferente y también difiere su contextualización al film; a
original porque en ese ongen, que es antenor, algo em- diferencia de los casos anteriores, en este caso, la presen-
pieza: "Das Bild ist ein Model der Wirklichkeit" (El cua- tación de los cuadros de Francis Bacon introduce, a mane-·
dro es un modelo de la realidad) decía Wittgenstein. ra de díptico cinematográfico, los créditos del film. Son
Los ejemplos son más significativos que numerosos: citas anteriores y anticipatorias que cifran (anafóricamen-
no se trata de fonnular reglas ni de canonizar excepciones te, catafóricamente) la descomposición inicial y progresi-
"ni de cometer catálogos" sino de dejar debida constancia va del personaje; imágenes atroces que prefiguran la con-
de un recurso -válido como procedimiento- y de una torsión fmal, que configuran la opresiva circularidad
recurrencia -en tanto que regresa y repite. -<:oincidencia de principio y fin- que encierran las ve-
En El otro señor Klein (1976) de Joseph Losey, este jaciones de una relación imposible: la trágica incompati-
aleph bien podría ser el cuadro de Van Ostade que repre- bilidad de querer conocer, de querer y conocer (aunque
senta a un caballero holandés y que-sirve como pretexto, alguna vez se hayan dado como sinónimos). La disconti-
-
AL MARGEN DE BORGES 37
36 ¡..MANERA DE PROLOGO
nuidad narrativa entre los créditos del film y e~ desarroll? Al atribuir la gentileza del presente a la familia que se
diegético posterior. consolidan la predominancia metafón- le/lo ofrece, desplaza un deseo - la adquisición del cua-
ca del recurso -una relación fundada claramente en la dro- a otro deseo: la adquisición de una familia como la
analogía pero, tal como lo de!11ostrara Genette en la cono- que allí se representa. Confunde la pintura con su referen-
cida teoría que elabora a parttr de Saussure-J~obson-U11- te, su referente con quien lo suministra: un deslizamien-
man-Ricardou, ambas dimensiones, la metafó~ca Yla me- to. un desliz, el trágico tráfico que amenaza no sólo al
tonímica "se sostienen e interpenetran": "qui se ressem- profesor de historia del arte sino a quien difícilmente opo-
ble s'ass~mble (et réciproquement)".15 ne modelo y realidad, un soborno por otro soborno.
Esta conjunción de proximidad y ~mejanza (el .meca- El caballero de Van Ostade, el cuadro que se remata, la
nismo del prójimo próximo) se manifiesta. tamb~én e~ familia ideal, son algunas marcas visuales que anticipan,
Gruppo di famig/ia in wi interno de Luchino Visconu inician, se proponen como modelo; registro y regencia,
(19"74). Se inicia la n~ión ~ partir de ~a contempla- son huellas que anuncian una escritura en clave: determi-
ción minuciosa de una pintura inglesa del siglo xvm que nan y dirigen la interpretación hasta el final; signo de(l)
representa un grupo de familia reunido en forma de "con- comienzo la clave -una llave, que abre y cierra- da la
versation piece". De la misma mane~~ que la cám~a va nota y cifra ("sifr", "cifra", el "vacío" etimológico) el ce-
registrando las vicisitudes de la famiha, las alteraciones ro: un hueco y un orbe, un origen. Al principio, como
que sobrevienen a perturbar la sosegada soledad del pro- formas del aleph. reflejan "el esplendor del mundo en un
fesor éste recorre el cuadro con su lupa deleitándose en la punto" que es, precisamente, como Emerson define -y
serenidad de la situación representada, imprimi~ndole un defiende- la belleza. El aleph del texto fílmico corres-
movimiento contemplativo que resalta la placidez de la ponde a algo diferente de un epígrafe o de un prólogo; de
escena familiar. resto a texto es cita (fragmento y parte), recuerdo (y regis-
La matriz del cuadro se multiplica en oposición: la tro), comienzo (motivo y partida), un vestigio extrafto
serenidad armoniosa de los personajes .e~ la p~tura~ su (ajeno), en expansión a otra obra y allí (adoptado y
inocente ternura, la apacible alegría, anticipan. dialéctica- adaptado) apropiado. "Sería necesario asimilar esta hermo-
mente la perturbación, la mentira, la depravación y el ~~­ sa frase a un cuadro" dice A. Compagnon, o "a un cuadro
sastre. El cuadro -la adquisición, su posesión- ~ci­ dentro de un cuadro"l6, a propósito de "la petite phrase de
pa en la diégesis, forma parte del acontecer narrauvo, es Vinteuil" y esta repetición abismal resume la heterotex-
un motivo (una razón pero, ~demás, una pu~sta en ac- tualidad del caso ya que evoca el fragmento de una sonata
ción), contextualizándose flwdamente como image~ en en una novela como pintura en una pintura.
negativo, un modelo .que ~rovoca el encuentro, da on~~n La relación paratextual que constituye el aleph no ex-
a la dramática convivencia del profesor con la famiha cluye otras variaciones de la citada transtextualidad. En
Brumonti, equivoca la "ilusión de familia'.' con su ~dop­ las conclusiones de Palimpsestes, Genette observa que to-
ción. Víctima de su refinamiento (prou~Uan<;>), es inca- do hipertexto ejerce una forma de "crítica ·en acto", es de-
paz de una apreciaci~n. ~ta y, contrad!c~onamente, Y.ª cir, presenta además de la relación hipertextual o hipotex-
que, semejante a la v1s1ón ingenua, n.o distingu~ la reali- tual, un valor de metatextualidad, de ahí que todas estas
dad de su representación, la escena ctrcunstancial de una dimensiones coincidan en el recurso que se estudia. El re-
puesta en escena. conocimiento de esta complejidad, entonces, no puede

16 A. Compagnon. La TroisitTM Rtpublique du lettru. Parú,


15 G. Gcnette. Figun.s 111: "Métonymie chez Í>roust". París, 1972. 1983, pág. 243.
38 AL MARGEN DE BORG
- 39

soslayar tas reflexiones relativas al principio dialógico eph es la raíz espiritual de todas las letras y es de ahí
que según Michael Bakhtin pone en práctica la novela ya que derivan, en consecuencia, todos los elementos del len-
que las tensiones de oposición e identificación que se es- guaje hum~o:1 7 De la mis~a manera que representa el
tablecen entre la voz propia y la voz ajena dan lugar a esa primer movimiento de la lannge, previo a cualquier soni-
escritura polifónica, una actividad y un espacio que se do articulado, la cita es anterior e inicial: dos instancias
extienden contra una lectura y según la cual la compren- de un mismo principio.
sión del propio ser se verifica en el ser del otro. La aspiración es fonética, es fisiológica, pero es, so-
bre todo, un deseo; se aspira el aliento del otro, un anhe-
lo puro. Entre realización y realidad, anhelo y desaliento,
DE LA A A LA Z: TODA ESCRITURA PASA el texto se alterna intermitentemente. Sofocado, desalenta-
do, de un soplo, el rabino de Praga borra la primera letra
POR EL ORDEN ALFABETICO
de la palabra que había inscrito en la frente de su Golem:
Fin d' wt débuL borrando el aleph, la verdad (hebr. e-met) se convierte en
JBAN-LUCOODARD: La chinoise muerte (hebr. met) y apenas si queda un hombre hecho
(de) polvo.
En vano rq>el{ que ese abominable disco de níquel no Ni el "~uplemento peligroso" de Platón, ni el objeto
difería de otros que pasan de una mano a otra mano
iguales, infinitos, inofensivos. ' de exclusiones --como lo entendió sistemáticamente
JOROB uns BORCll!S Saussure- la escritura no fue -según Derrida- la que
precipitó la Caída ni provocó la "pérdida de la Gracia";
Citas de pinturas o de films en films, citas literarias en aunque figure en los Evangelios no lo entiendo al pie de
textos literarios, el aleph prescribe un tránsito literal, hi- la letra: Que el espíritu vivifique no significa que la letra
perestético, la trascendencia de un texto a otro, una trans- mate. El aleph, escritura y pre-escritura, es esa aspiración
textualidad, letra y cambio, el trance donde la escritura profunda previa a la palabra de la que habla G. Scholem
empieza continuando, por el que la obra pasa. y en este caso además, previa a la obra. Similar a la aspi-
Un lector que escribe o un autor que ha leído, la cita ración que realiza el concertista antes de empezar, es un
es todo lo que queda de una lectura anterior o de una vi- gesto para tomar aliento, el deseo del salto, la anáfora em-
sión -visual o visionaria- todo en uno: un residuo blemática literal, una verdadera inspiración. En el cuento
una ~eliquia y ~ precisamente en ese resto que el texro de Borges "El milagro secreto", más que el drama Los
empieza .. Un o~ge~ de contradicciones: fin y principio, enemigos de Jaromir liladik, es el drama de quien se deba-
constancia y vanaciones, pennanencia y desplazamiento te entre una totalidad instantánea como el aleph, la verti-
fragmento y totalidad: "ese objeto secreto y conjetural: ~inosa ~o~v~r~encia del uniyerso _e~ un solo punto y la
cuyo nom_bre usurp~n los ho?1bres pero que ningún hom- m~tancia inicial de una discurslVldad progresiva, el
bre ha mirado: el inconcebible universo." es otra defi- milagro secreto de la obra contra el tiempo.
nición que Borges da del Aleph. Un aleph entre dos direcciones: de la totalidad a un
Emblema de la comunidad textual, el aleph procede de fragmento, del fragmento a una totalidad, un movimiento
un universo ajeno ·que comporta y que se introduce -a doble que resuelve metonímicamente una misma opción:
modo de espacio especial (otra especie de espacio), afin- el escritor empieza por la lectura y la continúa en escritu-
cándose extraterritorialmente pero sin perder su propie- ra: "Lire"-"Ecrire", el díptico autobiográfico de Sartre en
dad. Primero el aleph cifra el texto, luego, el texto va
17 Gershom Scholem. La Kabbale. París, 1975, pág. 40.
descifrando el aleph. Decía Gershom Scholem que el
40 AL MARGEN DE BORGES A MANERA DE PROLOGO
- 41

Les Mots es la serie consecutiva constante. El discurso (el cueipO-COrpse-cadáver, un serna: sarcófago y sei'!.al).19
se desencadena a partir de una operación silenciosa; la lec- Antes que fuera la obsesión de Borges, de su narrador, el
twa previa es requisito de escritura, una pre-dominante, zahir es el texto literal del Corán y Hadith, leyes y máxi-
en parte una ubicación, en parte un dominio. El autor va mas de la escuela islámica y la tradición, detenidas, fija-
en busca de la autoridad ajena: la magia del fragmento, das por la autoridad como conocimiento, lo sagrado por
"la energía de la naturaleza en uno solo de sus rasgos vedado.
-muerto o viv~ encontrar en la elipsis esotérica, el Dice Borges, "¿Cómo trasmitir a los otros el infinito
atajo perfecto hacia el objeto puro".18 La unidad ajena se Aieph que mi temerosa memoria apenas abarca?" la reduc-
apropia y por esa magia de adecuación y propiedad resulta ción -una resigpación- no es menos arbitraria que ne-
difícil distinguir el objeto re-querido de quien lo requiere: cesaria. Del universo inefable a un signo que no puede
"Quizá yo mismo fuera el fin de mi busca" decía Borges, serlo, usado por todos porque usado por todos, una mone-
el narrador de El 'Zahir. da común (el zahir), el estereotipo, que repite, desfigura;
En la encrucijada misma es difícil discriminar si allí consigna o signo, un suei'!.o, convencional, la definición
desemboca o si allí nace el discurso: anáfora y catáfora (un final, un fin) contra el infinito la primera letra.
-porque regresa y adelanta, metáfora y metonimia-
porque imita y se prolonga, ambas oposiciones a la vez,
el aleph es el núcleo donde las tendencias aparecen y se
concentran. El residuo, un desecho y un germen, la des-
composición que fermenta, el fuego que destruye o crea.
Fruto de lectura y fervor de escritura: fruto de fruto, Ün
final en cadena que deriva en otro sentido, semilla, seme-
janza, semántica. "La sombra de la Rosa" es lo que que-
da, un esqueleto, despojo y estructura medular. Todo
aleph se reduce a zahir. La riqueza amonedada, el infinito
en esquema, de la representación a la idea, una consigna
o una obsesión: "Otros soñarán que estoy loco y yo con
el zahir. Cuando todos los hombres de la tierra piensen,
día y noche, en el zahir, cuál será un suei'!.o y cuál una re-
alidad, la tierra o el zahir" ( ...) "No había criatura en el
orbe que no propendiera a zahir".
En la obra de Borges, en sus lectores, aleph y zahir
aparecen como dos visiones antagónicas: la obra empieza
por el aleph, el orbe en abertura, un cosmos, la primera
visión y se consume en el zahir, la di-visión, la obse-
sión, una idea fija, reducida (resumida y convertida) una
visión plana, amonedada que circula mejor. Sólo esque-
mático esqueleto, la equis tanto puede representar la cruz
que indica y distingue tanto la cruz que disimula y oculta 19 Es Sócrates (Platón: Gorgias, 493a) quien asocia soma (ruer-
po) y serna (tumba) que en · griego se diferencian apenas. Derrida
18 Jean Baudrillard. Les stratégies fatales. París, 1983, pág. 169. ha dispensado especial atención a esta asociación.
ADVIRTIENDO AL LECTOR
No hay ejercicio intelectual que no sea finalmente inú-
til. Una doctrina filosófica es al principio una descrip-
ción verosímil del universo; giran los años y es un mero
capítulo --cuando no un párrafo o un nombre- de la his-
toria de la filosofia. En la literatura, esa caducidad final es
aún más notoria.
JOROll LUIS BOROllS: Pítrre Menord, autor del Quijote

Desde los primeros textos y entre los más citados, Bor-


gcs anticipa poéticamente una "teoría de la recepción"
avant la lettre que, por otra parte, no es la única teoría
que sin proponérselo ni saberlo, su obra ilustra-muestra
y prestigia:

Si las páginas de este libro consienten algún verso feliz.perdóne-


me el lector la descortesía de haberlo usurpado yo, previamente.
Nuestras nadas poco difieren; es trivial y fortuita la circunstan-
cia de que seas tú el lector de estos ejercicios y yo su redactor.1

Se trata de una advertencia al lector, su advertencia del


lector, a las que ya nunca descuidaría: sin duda Borges es
el autor que se sabe un lector por excelencia, recíproca-
mente Borges sabe que un lector es un autor de cierta ma-
nera, ya que sin su lectura la obra no existiría. Frecuente-
mente sus personajes son lectores; los narradores de sus
cuentos, narratarios de otros cuentos, o de los mismos,
pero seguramente anteriores, configurando entidades lite-
rarias que entrecruzan dos funciones fundamentales e indi-

1 Borges presenta en estos términos la prolongada a<l·vertencia con que


había introducido en 1923 su Fervor de Bueno.s Aires. La cita transcribe
"Advirtiendo al lector" fue publicado en Maldoror, Revista de la la versión de 1969 que la corrige, modera y abrevia.
Ciudad de Montevideo, Nº 19: "ExperienciaEstéticayTeoríade
[45]
la Recepción Literaria". Montevideo, febrero de 1985.
46
,\L :-.IARGEN DE BORGES ADVIRTIENDO AL LECTOR
- 47
sociables: cuentan lo que les contaron. Así como "Había
una vez ... " constituye el procedimiento narrativo incoa- Iabones que la piedra heráclea magnetiza, unidos por su
tivo más convencional, el cuento podría empezar o poder. . · · 2
concluir por "Como me lo contaron te lo cuento", expre- Pasando por alto la historia de una vasta su:iomm~,
sando una semejanza (así me lo contaron), o una causa a en nuestros días encontramos que no es demasiado dife-
(porque me lo contaron ...), o ambas variantes de una mis- ;ente "the darkness and daemonic ground" que hace algu-
ma motivación conciliadas por la gestión narrativa. - nos años exploraba Harold Bloom .~ua~do se pre~untaba
Aunque insuficientemente atendido con anterioridad a sobre la naturaleza del po~ta, su ans1~ad_ de mfluen-
los planteas que, por comodidad denominativa, se siguen 'a" 3 ese poder extraño-ajeno, contradictono: una espe-
atribuyendo a "la escuela de Constanza" -abreviando así ~~e de oxímoron decía Lichtenberg- por e! que un hom-
por fueros geográficos una serie de doctrinas que ya no se bre, en una búsqueda ambival~nte -apelac1ón/rechaz?-
limitan a esa localización universitaria particular- el fe- de su precursor, de lector ~ev1ene poe~. Aunque su ngu-
nómeno de la recepción estética no se propone ni como rosa concepción taxonónuca resulte a1en~ a e~ ~onnas
invención ni como descubrimiento: no es la primera vez del "heroico furor", Gérard ~enette_tamb1én participa d~l
que se destaca prioritariamente la interpretación como la mismo interés por una recepción acuva-capaz de creatI-
instancia necesaria de Ja experiencia estética. Sin embar- vidad- cuando, observando las presi~nes de la "trascen-
go, postergad.o por los prestigios de la venerada celebri- dencia textual" clasifica los diferentes l!pos de transtextua-
dad del autor (en los últimos siglos y sobre todo a partir lidad. .
del romanticismo), desplazado por la incuestionable con- Marcando ciertas diferencias, estos autores (no son los
sistencia de la obra, que permanece independientemente, únicos) coinciden con la posición prqmovida des~~ el
más allá de autores y análisis reveladores (consistencia principio por los estudi?sos de C?nstanza al rehab~itar,
y autonomía operocéntricas que fueron la atracción predo- por esa visión comparal!va, el reg1s~ ~ la r~levancia de
minante del siglo), el lector que solía desaparecer, desco- la participación del lector ~n la creación bterana; desde es-
nocido por desconocido, cumpliendo de incógnito, sin de- te punto de vista el autor aparece como un lector qu_e
jar huella, una tarea fugaz y silenciosa, ha pasado en los escribe, el lector, como un autor que no. Intere~ su parti-
últimos años de la subestimación que indiferencia a ser el cipación además porque a partir de la intervención del lec-
protagonista, objeto y objetivo de los estudios literarios. tor se comprueba la incidencia -:-por la cuota de~· por
Es necesario reconocer que, de alguna manera, desde la la repercusión- de una presencia y una precedencia, de
antigüedad hasta nuestros días se ha atendido el fenómeno un presente y un pasado, una.nueva vuelta. de la hist~ri~,
de la recepción pero, discontinuamente y subordinado a un vuelco y un regreso, que concede la vema a o~ ti:an.si-
cometidos que no le eran los más pertinentes. Cuando to epistemológico dando entrada a una etapa ~e6nca d1st~n­
Platón se ocupa de la interpretación (el "ennéneus" grie- ta. Después de un prol?ngado _perí?do de deliberada resis-
go no distingue lexicalmente a quien analiza de quien rea- tencia contra la h1stona, la histona vuelve esta vez para
liza, ambos son intérpretes de la obra), no le importa
tanto reivindicar esta instancia receptiva en sí sino funda- z Entre otros: Ja catarsis aristot~lica, la ~iserico~dia d~ San A.~us~ Y
mentar una vez más su consabido esca.so aprecio por el ten.onnente otras nociones afines o denvadas: sinfromsmos, Ineme-
pos "Nachfühl ung"., empaua,, sunpa
. tf ye
poeta. Al remitir los "dones" del poeta a la Musa, más nan dersem· " • "E;nfühlung"
u• • . bs º6 a,hºpro .c-
ción, identificación (con sus variantes: fascmac16n, a orc1 n, 1pnos1s,
que honrarla está desautorizando al autor y asimilando ade- seducción), las diversas modalidades que ha adoptado e.~ recept?rq~e ex-
más en un mismo "entusiasmo" al poeta, al rapsoda y al perimenta "el placer del text~"· la "V~rfremdungseffekt (extranam1ento,
espectador, encadenados por la fuerza divina como los es- distanciamiento) por contrana, seme;ante.
3 The (lfll;iety of injluence. Nueva York, 1973.
48
AL MARGEN DE BORGES ¡.OVIRTIENDO AL LECTOR 49
renov~ l?s. estudios li~erarios cuestionando, de hecho y do. indiferente, que debe conformarse con esa imposi-
por pnncip10, el paradigma estructuralista pero sin rene-
gar de sus aportes. ción.
La Rezeptionsaesthetik reconoce que la presencia diná-
" se ha decidido renunciar al prejuicio
. De ~I manera que mica de la historia se interpone entre la literatura y su es-
dia_crómco, derogar la prohibición que pesaba sobre la his- tudio, entre la obra y el lector pero, desde el momento en
tona _-prohib~ción que dio origen a las severas prescin- que no puede eludirse, la asume. Es significativa la pro-
d~ncras formali~~· r~h~~ toda imposición que lleve vocación del título con que Hans Robert Jauss denomina
a ig_nor~ la s~bJ~tividad mdIVIdual o el condicionamiento su conferencia inaugural en C?l seminario que inicia en la
social, mterdic~iones que pretendían facilitar el abordaje a Universidad de Constanza: "La historia literaria como un
una obra desasida de toda determinación y que, coherente- desafío a la teoría literaria" (1967).
~en~. solo daba acceso a un sistema descriptivo tam- En esos aflos se generaliza entonces, en el campo de
bién mte!'flporal_y, como _tal, a salvo de accidentes y cir- las disciplinas humanistas, una perspectiva en apertura
cunstancias, casi un .trámite para la eternidad y el ser del que tiende a "historizar" tanto el enunciado como el siste-
texto. Se trata de evitar así confundir la propuesta de un ma. Abordando la experiencia estética, Jauss intenta con-
modelo -uno más- con "la verdadera estructura de la jugar el conocimiento teórico con el conocimiento histó-
obra", deponiendo una ambición ontológica qué va más rico dando lugar a una categoría intermedia: más que una
allá del autor y sus dudosas intenciones más allá del historia de las formas, una historia de los efectos produci-
r
lector la ?arcialidad de sus opciones, más ~á de toda re- dos, una poética del placer que resulta de la negación de
fere~ci~ cuc~nstancial, modelo con el que se trató de la acción cotidiana mediante una experiencia que aparta
supnmi: obstrnadam~nte -por medio de un aparato me- al receptor de los intereses y urgencias prácticas y, desde
todológ1co muy preciso- Ja situación comunicativa en esa distancia conoce y se identifica.4
la que toda lectura, aun aquella que se vale del análisis De manera que Jauss compromete en su actividad si
más austero, implica. no la historiografía propiamente dicha -en tanto que
ciencia de la historia- la historia ("en su sentido pleno
La teoría de la recepción reacciona de esta manera con- y casi mágico", como dice Maurice Blanchot): como for-
tra_la ce~Lidumbre formalista y estructuralista relativa a la ma de vivir en el mundo de la experiencia cotidiana, una
existenci~ de_~na o~ra autónoma por un lado y, por otro, historia que no designa excluyentemente el pasado aun-
de la ap~1cabihdad 1!1controvertiblemente fiel e infalible que no lo desconoce, que vale más bien como una inevita-
d~ s~ ~istemas, alejándose por medio del mismo viraje bilidad vital por la que el hombre no puede -ni por asce-
histoncista de las prácticas del "close reading", de los pre- sis teórica- escapar a sus circunstancias y, en consecuen-
ceptos del ''New C:Oticism" americano que parecían de- cia, esa historia no debe entenderse en oposición a natura-
mostrar, ellas también, haber encontrado esta vez sin du- leza sino, por el contrario, implicándose recíprocamente
~ en los. aciertos inmanentistas, la esencia de la obra, en una totalidad según la cual la realidad es historia o, en
sm advertrr que todo modelo, que todo sistema, los cáno- términos de B. Croce, los hechos son históricos.5
nes e~ ge~er~, constituyen un conjunto de reglas no me-
Los estudios que secularizan el discurso (tanto el dis-
nos . un~~~vo, no menos arbitrario, que cualquier pro-
y_ección individual o ~ocial en· ~l. texto, solo que por los
ngores de su concepción dogmatlca fijan, si no la visión 4 Conciliando historia y estructura, G. Genette hab(a propuesto en
verdadera, probablemente una visión totalitaria: el texto 1969 una historia de las formas poéticas que fue recogida poslerionnente
en Figuru ll/ bajo el título uPoétique et Histoire". París, 1972.
que debe confarmarse a una regla, un lector indiferencia- S Bencdetto Croce. La storia co~ ~nsi~ro ~ come azioM. 1938.
so AL MARGEN DE BORGES ADVIRTIENDO AL LECTOR SI

curso de la comunicaci6n poética como de la comunica- "lo que puede ocurrir", coexisten semánticamente con "lo
ci6n práctica) resaltan la interpretaci6n del receptor (críti- dudoso", "lo eventual", "lo incierto" o "lo cierto"; (la am-
co, filólogo, cualquier lector, espectador, oyente), invali- bivalencia reveladora de las palabras y sus verdades a me-
dando los descréditos con que habían sometido la dimen- dias no debe pasarse por alto ya que también aquí coinci-
sión diacrónica, y prestigiando en todos sus sentidos la den la vaguedad: cierto asunto, con la seguridad o la ver-
historia en la teoría: como pasado, como tradición, como dad misma: un asunto cierto). .
situación, como objeto de una disciplina; son estudios Por eso ningún acontecimiento de comprensión debe-
que recuperan el proceso diacrónico al mismo tiempo que ría sustraerse a lo inesperado, a lo sorprendente. Tan sos-
el corte sincrónico pero ya no como coordenadas fijas es- pechoso como el optimismo derivado d~ la v~rdad encon-
quemáticamente perpendiculares y recíprocamente exclu- trada. es el pesimismo (que comporta dialéct1camente) de
yentes sino como la fuerza axial que pone en movimien- no prever ningún cambio y descartar, a do~ punr:as, nada
to un mecanismo cognoscitivo que no pierde eficacia ni menos que la creación y las metamorfosis sociales. El
por perspectivismo (la alteridad de quien indaga) ni por se- primer riesgo que corre quien ~ree haber encontrad~ la
lectividad (la arbitrariedad de quien compone y describe el verdad es dejar de buscarla y as1 perderse en el labennto
corpus). de la certeza. Giambattista Vico entendía que la certeza
Se entiende que tan vano como pretender que es "de- era una "verdad de filólogos", más próxima a la creencia
ber" del historiador alejarse del presente y sus implican- (la "Urglaube" de Husserl) participa más como fe que en
cias, olvidando así su nacionalidad, su sociedad, su fami- el hecho; habilita una salida provisoria -aparentemente
lia, sus preferencias personales, es pretender que el teóri- definitiva, falsa- por parcial, y que -por accesible--
co deje de lado el pasado, la tradición, sus conocimien- desorienta. Los cánones metodológicos y doctrinarios
tos, ya que resulta igualmente imposible reconstruir el resultan, son sólrn"éxitos", una salida, "the exit" o poco
pasado (conocerlo es hacerlo contemporáneo) como igno- más. Cuanto más finne es la convicción, más clausura
rarlo, no se puede no saber lo que se sabe. (el latín firmus -<:orno en francés: ferme y fermé, no
La noción de comprensi6n como un acontecimiento distingue "solidez" de "clausura"). Entre tantas aparentes,
en sí (que Hans Georg Gadamer había formulado en diver- se sabe que el laberinto tiene una salida y esa certeza de
sos ensayos en la década del 60), en el que el presente del la única solución seduce más que la nostalgia (una va-
lector, sus prejuicios, determinan un margen de eventuali- riante de la esperanza) de otro jardín, el lwrtus conclusus.
dad que se enfrenta al texto ya que ni el intérprete ni el Si querer (quarere, tanto "desear" como "inquirir" s(ab)er
texto pueden ser considerados como partes autónomas, como los dioses, precipitó al hombre en la Caída, podría
fundamenta la flexibilidad de posiciones hermenéuticas a ser querer dudar (otra cuestión: la búsqueda, el problema)
partir de las cuales se aspira a superar lo que podríamos el requisito necesario para recuperar el Edén.
considerar la mayor ilusión metodológica de nuestra épo- Gadamer entendía que la cuestión (la pregunta, la in-
ca. quisición, la búsqueda, "une quete"), explicaba el meca-
Al propugnar sistemas y métodos aptos para soslayar nismo interpretativo: el lector cuestiona la obra y sus có-
arbitrariamente lo eventual, esa ilusión derivaba fácilmen- digos; la obra cuestiona al lector y los suyos. En la dia-
te hacia empecinamientos reaccionarios que no preveían léctica de pregunta-respuesta verifica el instrumento her-
la probabilidad ni como acecho aleatorio ni como atisbo menéutico más apto para suscitar la relación dialógica
de futuro. Se ignora así que, curiosamente, significativa- -con interlocutor ausente- que fundamenta la concep-
mente, "probable" hace compatible dos sentidos antagóni- ción de la experiencia estética como comunicación, el pla-
cos ya que "lo verosímil", "lo que puede ser probado", cer como requerimiento mutuo.
52 AL MARGEN DE BORGES ~DVIRTIENDO AL LECTOR 53

. No es nada ex.traño entonces que el Midrash'> haya re- J{afka, M. Blanchot Al lector -un escritor también en
gt~trado cuatro niveles de lectura, tantas como Dante, si- este caso- no le queda más que resignarse: la "verdadera
m1~es a lo~ que fueron el fundamento de la teología y la lectura" es un fraude, una ilusi6n donde juegan la ficción
poé~ca med1eva~es, para la interpretación de las Sagradas de la verdad, el anhelo de verdad y, sin duda, lo inverifica-
Esci:itur~; del mvel más accesible al menos accesible: el ble.
sentido literal: pshat; el sentido alusivo: remez; el senti- En su experiencia individual, el lector se apropia -se
do del Midrash o propiamente exegético: drash de da- aparta- de la literatura del pasado, asimila -o renue-
rosh, "búsq~ecla", "interrogación", "exigencia"; y Í>or últi- va- la tradición, legitima la diferencia que "revela el sen-
mo, el sentido secreto, esotérico o místico: sod. Tbtal- tido del mundo a través de los ojos del otro". (Es a K.
~ente ausente ~el. texto (ni vacío, ni laguna, ni cues- Stierle a quien Jauss cita en esta oportunidad). De la mis-
tión), sod consti~ ~ texto en sí mismo, casi otro ma manera,Wolfgang Iser entendía que ficción y realidad
ps~t; una evolu.c1ón 1;0tei:pretativa que repite el infinito no son entidades que haya que distinguir adversamente ya
(E~n so/), ~ eXIstencia· que se niega (no existe o así que "en lugar de ser simplemente su contrario, la fic-
existe). Precisamente las iniciales de estos cuatro ténni- ción nos comunica algo sobre la realidad".8 En ambos
~os forman el acró~o pardés, la palabra que designa el casos es "lo extrano" (lo ajeno, primero, la ficción tam-
Jardín y de la que denva -etimológica o imaginativamen- bién) el principio de la revelación. No está de más tener
te- parafso.1 La recuperación edénica estaría "prescrita". en cuenta que esa extraí'leza nos implica: uno siempre es
~ insistencia ~n el acto de comprender i>or parte de la el otro de otro.
~na d~ ~recepción -herencia explícita de la hermenéu- Sin embargo, es necesario senalar que los intérpretes
tica tradicional- se explica por la estimación de un com- de la escuela de Constanza no se interesan por lo que po-
plejo proceso integrativo que compromete dialéctica- dría entenderse como "una nueva subjetividad" sino que,
!11ente pasado/presente, autor/lector, en una oposición al estimar la comprensión a partir de la visión ajena, no
mteractiva puesta en obra por el receptor, el lector el excluye que esa visión esté determinada por la situación
otro. "Penser son autre" ha sido siempre la tarea de l~ fi- histórica ya que la lectura-como la interpretación (una
lo~of~a die~ Derrida, y también este propósito define su instancia de la comprensión) en general, pone en activi-
comc1denc1a con la hermenéutica. "Otro" es el que realiza dad la intersubjetividad inherente al proceso de comunica-
"una mala lectura c~eativa" ('a creative misreading" dice ción. La teoría de la recepción, en consecuencia, no desco-
Harold ~loom), válida por ~a impropiedad y válida por de- noce la importancia de la comunicación literaria en la di-
~esperac1ón, porque no eXIste otra: " ... on comprend tou- námica de la transformación social, destacando, de esta
JOUrs plus ou toujours moins qu'il ne faut La vraie lectu- manera, la mediación del arte y la literatura en cualquier
ra reste impossible" admite, a propósito de la lectura de campo de acción intersubjetiva. Más todavía, Jauss reco-
noce que los principios de la recepción estética no son ex-
6 ~e?r:: "invcstigaci6't". Tiene por raíz doresh: "pregunta'', "pedido". cluyentemente antagónicos ni a una crítica ideológica ni
~ue .1mc1almente un método filológico para interpretar literalmente el a una metodología estructuralista, de ahí que aspire a re-
s~gnifi~do de los ~xtos bíblicos. Posterioimente se desarrolló como un conciliar en sus formulaciones teóricas y en sus trabajos
SlStc:m~ mterprct~t1vo muy sofisticado que conciliaba las aparentes con-
trad1cc10n~s bfblic~s, estable:cía bases para nuevas leyes, acrecentando de aplicación el punto de vista semiótico y la interpreta-
los con~d~s b~licos creauvamente, con nuevos significados. (Ency- ción hermenéutica así como el marxismo y los formalis-
clopaedra Brllanmca). mos. La conciliación de diversas oposiciones teóricas que
: De Lecture juive de la Bible por Michel G uggenheim. En LA Bi-
o/e au prlserú. París, 1982.
8 Wolfgang Iser. The Act of Reading. Londres, 1978.
54 AL MARGEN DE BORGES SS
ADVIRTIENDO AL LECTOR

elabora Jauss en sus reflexiones hermenéuticas, radica rincipio forzado esta vez, a partir del cual la o~ra em~ie­
fundamentalmente en su rotunda discrepancia con el con- ~ a existlf, repentinamente, s~n que na~ preVIO ~udi~ra
cepto de negatividad formulado por Th. W. Adorno. Apo- afectarla o determinarla. ~egu? _la opción denommativa
yándose en la noción de "Aufhebung" definida inicialmen- de Roland Barthes, la semio-c~uca se ocup~ba..de ~ nue-
te por Hegel, Jauss también "desconstruye" la oposición va (en 1968) conjunción de literatura y. lin~~stica. L:a
de los dos significados que comporta esta palabra-clave; roclamación de la autonomía de ~ ob~ mslltm_da proli-
suprimir, anular/elevar, ascender, por medio de una terce- ~ mente por la fundación de una ciencia de la htera~~·
ra posibilidad semántica que se resuelve, aproximadamen- Jª carece de antecedentes. Coincidían -y en esa comci-
te, como relevar: suspender y destacar a la vez, la concu- no
d ncia acreditaban parte de su razón-con la anucipaci· · ·ón
rrencia doble y contradictoria en una misma mención: la d~ Mallarmé quien afirmaba co~o "nosotros" (es c?n los
interiorización cognoscitiva que se produce en la "apropia- estrcturalistas que Barthes pluraliza), que es el propio len-
ción" del mundo por el pensamiento, podría ser el ejem- uaje el que habla y no un autor; e~ esos aflos B~es
plo. goncebía la escritura como una especie de emergencia, d.e
De H. G. Gadamer,9 Jauss adopta la concepción de es- ~anera que por su intermedi~ de~parecía la v?z, se obli-
ta hermenéutica filosófica, de una nueva hermenéutica, teraba la escritura original, la 1denti~d ~ ~r~a en el t~.x­
que no padece del prejuicio inherente a la hermenéutica re- to· un original y un origen, la versión disciplinada de al
constructiva tradicional (W. Dilthey, F. Schleiermacher) prlncipio fue el texto'', y todo eso a partir de "La mort de
donde, condicionada por.el auge de las disciplinas históri- l' auteur" (es el título de un artí~ulo do~de re~ume una
cas y la filología arriesgaba, entre mitos y conjeturas, la vez más esa posición) que ~uncia, al mismo tie~po, la
búsqueda de los orígenes. habilitación del lector: "La naissance du lecteur d01t :-epa-
En la noción de fusión de horizontes -que Jauss adop- er de la mort de l' Auteur". Desde este punt? de vista el
ta literalmente- Gadamer puntualiza que el propósito de Íector aparece como una indemnización teónca: el. ~es~
la hermenéutica no es "reconstruir" el primer sentido del -un gasto- de compensación para que el ~uili~no
texto (tentativa tan ilusoria como inútil) sino marcar el obra-hombre se mantenga, aun cuando se hayan mverudo
intervalo temporal que se genera entre el horizonte de ex- los términos y el centro de gravitación quede desp~azado..
pectativa (el horizonte que condiciona al lector de acuerdo Ni "regreso a las fuentes", ni "verdadero sentido", ru
con la vfsión del autor y· que, según el lector presume, ha "autenticidad" ni "fidelidad histórica", ni "estructura ver-
dado forma y sentido a la obra) y el horizonte de experien- dadera"; ante ia utopía de la re:cuperación. filológica o la
cia (el horizonte del lector quien;en su visión personal, vanidad prescindente de para~~mas estáticos, la herme-
lo comparte con el público receptor contemporáneo quien néutica se afirma como una actividad que no censura la a~­
interpreta y reinterpreta la obra en función de su propia tualidad para la interpretación ni rechaza la usura del sen~­
actualidad), advirtiendo la diferencia que separa -o que do, una "usure" más bien ya que el francés conserva ~b1-
une- las referencias de producción y recepción. valentemente el uso que desgasta y produ~ benefic!os; el
Así como renuncian a la recuperación de un sentido texto está en uso constante Y. en ca~ mterpretación. el
sentido.finaliza y se de-fine. Wittgenstein ~ía ~ue el sig-
nificado del signo es el uso y ese uso, su vid:"· 1 .
original, prioritario por primero, renuncian también a la
artificiosa convicción defendida por la semiótica cuando
pretendía descubrir ·en la escritura el origen del texto, un Si bien constituye una disciplina metalingüís.uc~, la
hermenéutica supera los límites de una tarea descnptlva o
9 H. G. Gadamer. Warheit und Methode. Tubingen, 1%0. Hay traduc-
ci6n en español 10 L. WiLtgensLein. Cuaderno.azul y marr6n. Madrid, 1976.
56 AL MARGEN DE BORGES ¡.OVIRTIENDO AL LECTOR
- 57

prescriptiva -ni modelos ni reglas. Anticanónica, se dis- su vinculación estrecha -indisociable- con el logos;
pone como medio para detenninar el sentido de la obra y ~esde Platón a Saussure, la_ escritura v<:nía sufriendo un
sin disimular su condición dependiente, prevé que todo abandono 'del que la atención de Demda trata de sus-
sentido se revela detenninado por la situación histórico- uaerla. ía
social y biográficamente particular del intérprete -aun La hennenéutica se perfila enton~es como. una teor
del que se cree el más riguroso- quien por fin asume su de la experiencia estética, una p~ácuca Y. u~ sistema que
parcialidad: ya resulta difícil ignorar que la obra no existe estudia las actividades producttv~ (p01es1~), recepuva
sino como suma de parcialidades o suma de partes --que (aisthesis) y comunicativas (catharstS), d~fimda de~tro de
no es lo mismo- manteniéndose en un difícil equilibrio un espacio que se afirma en una etapa ep1stemoló~ca to-
entre la fragmentación y la repetición, el sujeto ~rráti­ davía en elaboración incorporando teonas com_o la de ~os
co- y sus elecciones. actos de habla, la nueva retórica, la pragn_iáuc~ la _lin-
. Esta tolerancia de alteración textual por alteridad recep- güística del texto, disti~tas. formas de aprox1mac!~n c1~n­
tiva sucede como reacción a la inflexibilidad sistemática tífica al discurso que comctden en atender la parttc1pac1ón
que se arroga la codificación estructuralista pero su resis- del hablante, del oyente, de las circ~sta~cias del d_iál~go
tencia no constituye una isla teórica. Aunque parte de an- en una totalidad histórica. La expenenc1a comumc~ttva
tecedentes filosóficos diferentes, la estética de la recep- ocurre en una situación dada y no como un enunciado
ción guarda afinidades con la noción de "obra abierta" que aislado, descolgado en el vacío, inco~cebible, para un re-
fonnulara Umberto Eco a principios de la década del 60: ceptor ideal del que también se prescmde aunque se le es-
" ...una obra de arte, forma completa y ce"ada en super- pera. .
fección de organismo perfectamente calibrado, es asimis- De ahí que cada lector se aproxime ~ la ob~ provtSto
mo abierta, posibilidad de ser interpretada de mil modos de ideas e impresiones previas (referencias vanablemente
diversos sin que su irreproductible singularidad resulte precisas sob~e la ob~a. s~bre el autor, requisitos del géne-
por ello alterada".11 ro informaciones h1stóncas más o menos acaba~. una
Por otro lado y más afín a una continuidad filosófica n.~ión -posiblemente indefmible-:- sobre la lite~tura
gennana, también Jacques Derrida afirma sus resistencias en general), de ahí que la comprensión esté determmada
contra el logocentrismo excluyente del pensamiento occi- por esa previsión compleja, todo un aparato de dat~s, de
dental propugnando una "estructura abierta de significa- creencias y expectativas que el texto pone en funci<?na-
ción". _Contemporáneamente a la estética de la recepción, miento y del que, al mismo tiempo, r~ulta. N~ extSte,
consolida las bases de una gramatología,12 una ciencia de por lo tanto, una comprensión del. texto mdependiente ~e
la escritura que, contrariando tanto la opinión como la esa complejidad o bien, es necesano reconocer que ef~tt­
doctrina, se propone el estudio de la prioridad de la es- vamente esa comprensión constituye la puesta ~n acción
critura. Intenta así atenuar la posterioridad (una poster- de una mecánica combinatoria en la que expectativas Yex-
gación no sólo de tiempo) que tiene su origen en la periencia (los horizontes ~e la recepción) se confunden en
hegemonía proverbial asignada a la palabra oral avalada cada instancia interpretativa. .
recientemente por la complicidad de una lingüística en ex- El texto se encuentra en la encrucijada de reconoci-
pansión alentada por su fonologismo congénito: el habla miento y descubrimiento, de repetici~n y diferencia, d~ la
11 U. Eco.La poética de la obra abierta. Milán, 1962; en español: Barce-
tradición (una dimensión retrospectiva) y la recepción
lona, 1963. (una dimensión en perspectiva). No debería sorprend~r
12 Jacques Derrida. La Grammatologie. París, 1967; en espafiol: Buenos entonces que "cábala", en hebr~, acumul~ _homóm-
Aires, 1971. mamente los significados de tradición, trasmisión Y re-
59
58 AL MARGEN DE BORGES ADVIRTIENDO AL LECTOR

cepción, tres significados, o tres usos, con los que la contextualización y distanciamiento, los mismos cor-
hennenéutica y la estética de la recepción, especialmente, ~~es
0
que separan (o reúnen) las obras en .un ~.useo n?
especulan frente al texto. Según G. Scholem el problema detienen ni las aislan, al contrario: esa distancia precz-
central de las Sagradas Escrituras se plantea como un pro- ~a la experiencia estética porque provoca y apresura .ta
blema de sentido: la pennanencia literal en conflicto con ~omprensión de un sentido suspendido, al borde de la his-
la variabilidad infinita de la interpretación: "El místico toria.
transforma el texto sagrado y el momento decisivo de es-
ta metamorfosis es el siguiente: la palabra de la revela-
ción, clara, severa, que no puede considerarse ni equívoca
ni incomprensible, se colma "infinitamente" de sentido
( ...) abre el camino en una conciencia infinita, en la que
siempre se revelan nuevas significaciones posibles".13
Desde hace unos años difícilmente se pueda acreditar
la existencia de "hechos reales", recortados de la situación
social o independiente de la referencia verbal que los de-
signa o del observador que los advierte. Según este nuevo
solipsismo habría que aceptar que "the real thing" no es
mucho más que el título de una obra teatraI.14 "La cosa
real": título y teatro. Según esta visión, el objeto de co-
nocimiento científico filosófico, se presenta bajo especie
de escritura, el mundo como su representación: en inglés •
el binomio world-word facilitaría la identificación de
Schopenhauer, en español mundo-mudo, tampoco sería
una contradicción; la verdad, una versión, ya que en defi-
nitiva solo se trata de una interpretación, de ahí el vigor
y la vigencia de la nueva hennenéutica que sustituye los
sistemas de reglas por una teoría de la comprensión. Se
registra un nuevo tránsito: de la aspiración formalista del
"propio texto" al "texto propio", el de cada lector, el de
cada lectura. La descripción o análisis constituyen una
lectuca más del texto, su imitación: ni la visión inmedia-
ta -inmediada- ni la transparencia ni la revelación.
''Who can tell the dancer from the dance?" es un verso
de Yeats que aparece citado con significativa frecuencia
en los planteos contemporáneos. La lectura fuera de con-
textos es impensable, imposible. Hasta los recursos de
13 G. Scholcm. La Kabbalt. París, 1975.
14 La más reciente de Tom Stoppard (su seudónimo, además, un nom-
bre por otro nombre, el hombre desplai.ado en cualquiera de los dos ca-
sos). Londres, 1983.
"PARADOXA ORTODOXA"
Las coincidencias son inevitables ya que leemos a
Derrida y a Platón a partir de Borges.
l!MIR RODRIOUEZ MONBOAL

Se dice que tanto ama el pelícano a sus pequeños que


hasta llega a matarlos con sus .ga1TBs.
HONORIUS DI! AUIUN
(Speculum de mysleris ecclesitu)

-Adoremos sin oompmuler, dijo el aira.


-Sea, dijo Bouvard.
GUSTAVB FLAUBl!RT

En "Vindicación de Bouvard y Pecuchet" Borges conside-


raba la obra de Flaubert como una "historia enganosarnen-
te simple"; podríamos aplicar una consideración semejan-
te a su cuento "El Evangelio según Marcos".1 Pero, las
coincidencias entre la obra de Flaupert -una aberración,
según algunos, "la obra capital de la literatura francesa y
casi de la literatura" según otros-•y el cuento de Borges
se reconocen por algo más que una apariencia de simplici-
dad compartida. Según Borges, Flaubert hace leer una bi-
blioteca a sus personajes "para que no la entiendan", la
(a)copian; también en "El Evangelio según Marcos", Bor-
ges se plantea los problemas de una lectura demasiado
fiel y por eso, los riesgos de la incomprensión tampoco
deberían descartarse.
El cuento comienza describiendo las circunstancias na-
rrativas primarias de toda introducción ("El hecho sucedió
en la estancia Los Alarnos, en el partido de Junín, hacia
el sur, en los últimos días del mes de marzo de 1928") pe-
"Parado~a Ortodoxa" fue publicado en Maldoror, Revista ro esta observación de los "principios" convencionales,
de la Cmdad de. ~?ntevideo, Ng 21: "Jacques Denida, Pri-
meras (P)referenc1as . Montevideo, octubre de 1985.
Jorge Luis Borges, Obras Completas, Emed, Buenos Aires, 1974.
Para Alessanclro Martinengo, estos Recuerdos de Pi a u
no son de "El canúno de Paros". i q e (63]
64 AL MARGEN DE BOR.
RADOXA ORTODOXA"
- 65

constituye una opción realista por partida doble: un era diégesis. Esa introducción ~s crucial ya.que desen-
mienzo que se ajusta al realismo, el más conserv ena un intercambio de las funciones narrativas fun~­
que, de acuerdo con R. Jakobson, es el de quien mode entales: narrador por narratario, lectores por pers~naJes,
su percepción sobre los viejos cánones,2 y una ambien ¡zamientos que estratifican la narración en qu_i8;Smo,
ción geográfica minuciosa y cronológicamente pun ándola en dos planos cruzados: por superposición Y
Tratándose de Borges, la exageración de las precisiones ición, ya que la estructura de "las ruinas circulares"
alistas sólo puede provocar sospechas. Quizá sea es sólo la articulación liter~ fundamental del~ arqu~­
prudente definir esta narración como realista "a outrance gía imaginativa de Borges smo la puesta en evidencia
de un realismo a ultranza, un ultrarrealismo, más bi r su narrativa; por su poética- de la fractura referen-
(Volveremos sobre esta definición.) la inevitabilidad de la quiebra por el fenómeno de la
El personaje, Baltasar Espinosa, un estudiante pr 'ificación, la representación como el punto donde se
dente de Buenos Aires, se encuentra veraneando en la es-. lbre el abismo: el sign? es el o~~e~ d~ otro signo, ~ec~a
tancia de su primo cuando la tonnenta se desploma y Jaa Ch. s. Peirce, reconociendo la illmitació.n _de la .sem~os1s
derivaciones de una imprevisible crecida, lo obligan a per. como el trámite que, por la quiebra, precipita el mfimto:
manecer en el casco de la estancia, compartirlo con el ca-
pataz y su familia -los Gutres- y recurrir a la lectura "Uno -cuál- miraba al otro
del Evangelio a fin de atenuar la hostilidad de una convi- como el que sueña que sueña" .3
vencia foñada, soslayando por la palabra (re)-citada tanto
la dudosa proximidad del diálogo como las incomodidades Más que el lugar común del imaginario borgiano! es-
de una inevitable circunspección. ros deslizamientos entrecruzados dan cuen!3 de ~a dualidad
Básicamente, la situación narrativa resulta muy simi- como condición necesaria de todo texto liter~o que, se-
lar a la de otro cuento: ''La fonna de la espada". También gún Derrida, prefigura s~ propia desco~strucción: presen-
en este cuento la historia transcurría en una estancia, La cia por ausencia, ausencia po~ prese~cm: la verdad por la
Colorada, así se llamaba (mientras que, tal como se lee ficción: "cualquier verdad sena una tlusión de la que uno
en la cita precedente, en la edición de las Obras Comple- se olvida que es ilusión" decía Nietzsche y no hay por
tas, la estancia de "El Evangelio según Marcos" se deno- qué sorprenderse, "tales verdades e~isten''.· . . .
mina "Los Atamos", en la primera versión figura como La palabra instaura una estrategia de .m1ciac1ón, es ~l
"La Colorada"; la coincidencia del nombre propio no pue- origen, según Juan, donde todo .empieza pe~o .se~ia
de ignorarse). Pero, se registran además otras semejanzas también esa revelación la que comienza el Apocahps1s;
narrativas menos llamativas: la oposición ciudad/campo, desde el principio, la primera palabra, "apocalipsis" evo-
la inundación y el aislamiento, la aproximación involun- ca el fin: la revelaci6nldestrucci6n, origen y catástrofe,
taria, el espaflol precario de los personajes que viven en origen de la catástrofe, la palabra "apocalipsis" iniciando
la estancia, la resistencia al diálogo, el cambio y acumu- el Apocalipsis, recupera la ambigüedad que la sola men-
lación de funciones narrativas por la participación de un ción convoca. "Je parle, done je ne suis pas" podría ha-
personaje que se hace cargo de otra narración e introduce ber dicho Maurice 131anchoL4
de esa manera una diégesis segunda, ajena -bíblica o his- Si Peirce decía que "al conocer un signo, siempre se
tórica- que penetra el universo "natural'', el campo, la
3 J. L. Borges, "Milonga del infiel", Los Conjurados, Bs. As.,
2 Roman Jakobson, "Du réalisme en an", Questions ~ Poétique, 1985.
4 Errunanuel Levinas, Sur Mauric11 Bllllu:hot, Fala Morgana. Pa-
Seuil, París, 1973.
rís, 1975, p. 47.
66 AL MARGEN DE BORG "PARADOXA ORTODOXA" 67

conoce algo más", no sería abusivo entender que, al cono. que la silencia. Derrida desconstruye esa obsesión logo-
cer un signo, siempre se conoce algo diferente, algo céntrica que pretende ignorar la relevancia de la escritura:
opuesto. Es lo que reitera Umberto Eco: "a partir del su reserva. Sin embargo, es esa discreción y acumula-
signo, uno atraviesa todo el proceso semiótico y llega al ción, disposición y prudencia, la que hace de su virtuali-
punto donde el signo se vuelve capaz de contradecirse (si dad virtud. Contra el tiempo, la escritura se fija; espaciali-
no fuera así, esos mecanismos textuales llamados 'litera- za el discurso iniciando la controversia, dando lugar a una
tura' no serían posibles".s apertura textual infinita: en ese espacio abismal el tiem-
po no cuenta. De allí la lectura parte, se aparta: "Reading
has to begin in this instable conmixture of literalism and
suspicion"7 y, cuando es válida, la desconstruye: "Rea-
ding (...) if strong is always a misreading",8 se contradice
LAS CON'IRADICCIONES DE LA ESCRmJRA Harold Bloom y en esa contradicción legitima la potencia
de la interpretación, su poder: el poder ser: su posibili-
dad: la multiplicación de una verdad por la "n" vesión. Ni
Llttré· les asestó el golpe de gracia afinnando que lit.eral ni notarial, tratándose de sentido, no hay propie-
jamás hubo una ortograf(a positiva y que tampoco podrla
haberla. Por eso, llegaron a la conclusión de que la sin-
dad. sólo apropiación y el enfrentamiento ("la voluntad
taxis es una fantasía y la gramática una ilusión. del contrario", esa necesidad de que hablaba Nietzsche)
PLAUBERr que esa atribución provoca, es condición y pasión del tex-
to. "Je suis le sinistre miroir ou la mégere se regarde",
como si dijera de sí la escritura, reivindicando una prime-
En "La farmacia de Platón", Jacques Derrida cuestiona las ra persona que es -"Gracias a la voraz ironía"- sujeto
contradicciones que, desde la antigüedad, sin interrupción y objeto de contradicciones interminables. "Hablaré de
hasta el estructuralismo, han denigrado la función de la una letra"; Derrida declara así la iniciación de la diferancia
escritura. Parte de Sócrates "el que no escribe", quien en (son las primeras palabras con las que empieza "la diferen-
el Fedrq remonta hasta un remoto pasado egipcio las du- cia"), imponiendo de esa manera la introducción del orden
das respeeto a los beneficios de la escritura. Su ambiva- derridiano: la letra como referente primordial, la letra que
lencia contradictoria hace desconfiar a Platón de este in- precede al habla: Derrida habla de la letra.
vento de Theuth -y aunque su desconfianza quede escri- Desde su origen -fue Theuth quien la inventó, o
ta- no duda en sospechar de un remedio que, creado en Theuth o Hermes o Mercurio o Wotan o el gran mago
beneficio de la memoria, tanto la asiste cuanto la dalla, Odin, inventor de runas, dios de la guerra y dios de los
un pharmakon, remedio y veneno a la vez, la fija y la des- poetas; por la escritura el texto se debate, es debate o no
truye: "Porque la escritura no tiene ni esencia ni valor es. La ~scritura se fija en un espacio dual, al bies, entre
propio, ya sea positivo o negativo. Actúa en el simula- un adentro y un afuera, entre la imaginación y la refle-
cro y mima en su tipo, la memoria, el saber, la verdad".6 xión, entre el silencio y el silencio, un espacio a través,
No es la verdad porque la imita, no es saber sino aparien- de transparencia y tergiversación, donde se (ex)pone en cu-
cia, no es la memoria sino su fijación, ni la palabra por- riosa evidencia impugnando "la metáfora epistemológica
S Umbcrto Eco, Semiotics and the philosophy of language, India· 7 Paul de Man, Allegories of Reading, Yale University Press,
na University Press, 1984.
New Haven, 1979.
6 Jacques Derrida, "UI pharmacie de Platon", La dissemination, 8 Harold Bloom , A Map of Misreading, Oxf~rd Univ. Press, N.
Seuil, París, 1972.
Y., 1980.
68 AL MARGEN DE BORGES "PARADOXA ORTODOXA" 69

fundamental: entender como ver",9 la fuga del sentido, la Los Gutres del cuento de Borges eran analfabetos, ape-
falla por donde se escurre, la falta que no es error ni caren- nas si sabían hablar; Roberto Paoli habla de su "regre-
cia sino una obstinada voluntad de s(ab)er la verdad. sión casi zoológica".11 Las lecturas de La Chacra, del ma-
nual de veterinaria, de La Historia de los Slwrthorn en la
Argentina o de Don Segundo Sombra, que había intenta-
do hacerles Baltasar Espinosa, no les interesaban. La tri-
OIRSE O IRSE: ¿AOONDE?lO vialidad de esas historias no las distinguía de las que
ellos vivían a diario; al contrario, tratándose de campo,
-¿Qué significaban en el Génesis "el abismo que se preferían sus propias andanzas de troperos. En realidad
rompió" y "las cataratas del cielo'"l ¡Porque un abismo no había diferencia. Sin embargo, cuando empezó a lee;
no se rompe ni el cielo tiene cataratas! [...] -Reconozca el Evangelio según Marcos "acaso para ver si entendían
Ud. -dijo Bouvard-- que Moisés exagera endemonia. algo (...),le sorprendió que lo escucharan con atención y
<lamente.
luego con callado interés.( ...) Recordó las clases de elo-
l'LAUBERT
cución en Ramos Mejía y se ponía de pie para predicar
las parábolas". Espinosa procede como Marcos: su ver-
sión no se limita a referir los hechos sino predica dramati-
El discurso oral transcurre en el tiempo, con el tiempo, zándolos: precisamente su discurso convierte el relato en
como el tiempo, y estas coincidencias disimulan en la acción.
fluidez, las quiebras abismales del sentido, reducen las po-
sibilidades intepretativas, las limitan, eliminando por Era previsible la ingenua atención de sus oyentes: por
(cierta) certeza, el desconcierto: entiendo porque oigo, primera vez atienden a un relato, ese relato refiere la his-
una metáfora epistemológica todavía más impugnable toria de Jesucristo, la iniciación no podía ser mejor. Por
aunque má<; aceptada. La sospechosa plausibilidad francó- otra parte, las circunstancias de esta lectura refuerzan la
fona de "entendre" confunde la comprensión con la audi- credulidad: oyen, no leen. Más todavía que los argumen-
ción, el sentido con lo sentido, la verdad con la presen- tos filosóficos de Platón, de Rousseau o de Saussure
cia, la presencia con la voz: "Y toda la gente vio la objetados por Derrida, mencionados tantas veces por los
Voz", dice Martín Buber que dicen las Escrituras y Juan, desconstruccionistas, esa lectura a viva voz de la verdad
por su parte, transcribía la revelación de esa visión extra- revelada, concentra en el logos su privilegiada polisemia;
f\a: "y me volví para ver la voz que hablaba conmigo" la elocuente convicción del personaje de Borges resume
(Apocalipsis 1, 12), como si la voz fuera suficiente: ver las diferencias: en su voz está todo: razón-pensamiento~
para oír, oír para creer; valen como evidencia. ''La sabidu- conocimiento-palabra-palabra sagrada-el verbo de Dios.
ría de Dios es que el mundo no conozca a Dios por la sa- Para estos oyentes -que tampoco conocen los trabajos
biduría". (1, Cor., V., 21). Pero la ignorancia tampoco de la desconstrucción-, la prioridad logocéntrica se veri-
avala ese conocimiento, podría haber razonado Pecuchet fica una vez más como coincidencia de voz y presencia:
quien excitado por su reciente erudición, había iniciado la verdad en persona. El logos como origen y fundación
el registro de las contradicciones de la Biblia, aunque él del ser convierte a los Gutres, convierte su c.redulidad en
no se hubiera propuesto desconstruirlas. creencia. En "El Evangelio según Marcos", Borges
presenta una parodia sagrada de la conversión por ta pala-
9 P. de Man, op. cit., p. 60.
10 Octavio Paz, "Recapitulaciones", Corrknte Alterna, Siglo XXI 11 Roberto Paoli, Borges: Percosi di Significa/o, Florencia,
Editores, México, 1967. 1977.
70 AL MARGEN DE BOR "PARADOXA ORTODOXA"
- 71

bra: el logos revela(do) mediando entre el hombre y podemos aventurar la atribución de "esa catálisis de una
cosas, borrando las diferencias entre naturaleza/cu! infinita riqueza" al nombre propio del autor que moti-
cam~o/ciudad, ~arbarie/civ~ación. Seguramente Borg va* la obra o bien -y no es diferente- motiva por la
hab~1a compartido la fantasia que Walter Benjamín crea obra el nombre: "¿El autor de Perceval sería «un chrétien
parur del Angelus Novus -un cuadro realizado por p de Troie»?",13 ¿Lautréamont sería el seudónimo del otro
Klee que le pertenecía- en cuanto a la fuerza determi de Montevideo?, ¿Jorge Luis Borges sería el hombre en
~ de. los nombres que, además de representar la secre el borde, un oximoron entre dos espacios?
1denudad personal del individuo, condiciona su auto- Si en el lenguaje corriente, a diferencia del nombre co-
biogra~a y s~ ?bra. No ~~agera Barthes cuando entiende mún, el nombre propio se atiene regularmente a la desig-
qu_e la ~spos1c1ó~ a escnbrr (una "puesta en escritura" po.. nación particular sustrayéndose así a la universalidad del
dría decrrse) comienz.a cuando Proust encuentra o inventa concepto, en el espacio literario la expansión del sentido
los nombres propios: "Ce syst~me trouvé, l' reuvre s'est llega a recusar el estatuto lingüístico del nombre propio
écrite inmédiatement".12 No sólo para Proust la clase de y, a dos puntas, se vuelve más propio y más universal
los nombre~ pr?pi~s -el Nombre- presenta "el mayor que nunca. Como interpretación literaria se dirige a descu-
poder conslltuuvo . Ya sospechaba Cratilo* una especie brir o-inventar sentidos, esta práctica saca partido del va-
de ~latonismo onomástico que vale en tanto un patro- cío semántico a fin de colmarlo de las mayores significa-
nímico, más allá de la singularidad designativa, más que
ciones. De tal modo que desde un extremo asemántico,
un nombre del Padre que da nombre a una familia, con- autorizados por la textualización -por las operaciones
figura. un mo_delo que antici~ y determina naturaleza y que (se) apropian (d)el texto- los nombres propios se
esencia con diferente fortuna: El Nombre propio es de es- deslizan fácilmente hasta un pleno significativo. La moti-
ta manera la forma lingüística de la reminiscencia".12 vación onomástica que el autor atribuye a sus personajes
En materia poética. el nombre propio no es un hueco se extiende más allá del texto y contamina de significa-
significaú~o sino el gesto mismo de la vocación**, Ja ción también al nombre propio del autor que no pertene-
v?z a parur.de la cual se gesta una presencia y una ausen- ce al texto mismo aunque configura su marco constituti-
c_ia conc?m1tante.ya que toda vocación implica su contra- vo. Todo pasa a significar, tanto el centro textual como
no, una m-vocac1ón, la apelación a una ausencia. Así co- sus confines. Cuando, desde la misma zona marginal y
mo Barthes afirma que es posible decir que, poéticamen- anterior a la obra, Leopoldo Lugones intercala, entre el
te, toda la obra de Proust ha salido de algunos nombres, prólogo y sus poemas, el epígrafe de El lunario sentimen-
tal, ilustrando por medio del título la "nobleza" de un pro-
cedimiento que, bajo especie literaria, categoriza el nom-
12 Roland Barthes, "Proust et les noms", en Le dégré ziro de /'l. bre propio por encima del común y del propio:
crilure, Seuil, París, 1972, p. 132. Hay traduoción en espalioL Si-
glo XXI Editores, Buenos Aires, 1973.
• Es el personaje epónimo de un diálogo de Platón que suele • En este caso habría que entender motivaci6n en dos de sus
llevar el subtítulo "Sobre la precisión y propiedad de los nom- sentidos: 1) en general, oomo movimiento o aquello que pone en
bres". movimiento (del lat motor, movere: mover); 2) en especial,
•• La acción de llamar, tanto en el senúdo religioso de Dios que lingü(súcamente, como un principio opuesio a la arbitrariedad del
llan:ia. atrae hacia s( a una persona, a un pueblo, como en Ja signo, una razón de ser natural o la posibilidad (onomatopéyica)
acción y el resultado de una voz instauradora; aunque afín esta de que el signo imite la cosa.
vocaci6n no coincide plenamente oon lo que la lingüística' oon- 13 Roger Dragonetti, La vie de la lellre au moyen age, Seuil, Pa-
aidera enunciados performaúvos. rís, 1980, p. 22.
72 AL MARGEN DE BORGES "PARADOXA ORTODOXA" 73

"Antiguamente decía, ta. Borges y su inventario propio de "Borges, el botica-


A los Lugones, Lunones; rio".16
Por venir estos varones Este privilegio de la phoné no es fortuito. En De la
Del Gran Castillo y traían gramatología,11 Derrida lo atribuye al sistema de ~n
De Luna los sus blasones." "s'entendre parler" (oírse hablar, entenderse) donde la m-
(Tirso de Avilés: Blasones de Asturias) mediatez del discurso, la evanescenci~ de l~ palab~a o~.
Reconocida la condición literaria, el movimiento ver- tas propiedades inasibles de la susta~cia fómca h~ i~duci­
do a confundir las oposiciones considerando el significan-
bal es interesante y es doble. Por la palabra poética, el au- te como no exterior, no material, no empírico, no contin-
tor o el intérprete se arroga dos atribuciones: hace propio
gente, capaz de habilitar un acceso dire:eto_ al ~nsa­
el nombre común y común el propio. Inspirado también
miento, a la verdad, una inmediatez que neutraliza diferen-
por "reflexiones francesas", Geoffrey Hartman formula la cias entre afuera/adentro, visible/inteligible, universal/no
hipótesis de que la obra literaria constituye la elaboración
de un nombre especular, el propio.14 Borges --Goorgie, universal, trascendente/empírico.
para sus íntimos- celebra en su obra un nombre que re-
cuerda dualmente los trabajos campesinos de las geórgi-
cas y los burgos y sus ecos, reuniendo los extremos.
Cuando se le menciona semejante determinación, él tam- UNA DIFERENCIA LITERAL
bién se regocija con las coincidencias especulares de su
nombre y sus consecuencias literarias.
A diferencia de otros "lectores leídos" (sujeto y objeto ¿Cómo trasmitir a los otros el infinito Aleph que mi
de lectura, que leen y que son leídos),15 los personajes de .temerosa memoria apenas abarca?
JORGll WS BORCJllS
"El Evangelio según Marcos" no son propiamente lec-
tores ya que, asignando todo el privilegio a la voz, no ob- Una letra sola puede contener el libro, el univeno.
servan la condición silenciosa de la lectura. Doble falta: l!DMOND JABl!S

ni voz de presencia ni silencio de lectura. Un caso que no


previó Platón pero que Borges encuentra, registra, inven-
14 dcoffrey Hartman, Saving the tal, The Johns Hopkins Univ. En un trabajo anterior,18 a propósito de algún contraste
Press, Baltimore, 1982, p. 111. narrativo entre "El Aleph" y "El Zahir", intentaba obse~­
15 Leyendo a Dante, Luce Fabbri de Cressatti observaba que al- var los extremos de un orden alfabético capaz de r~~crr
gunos sustantivos italianos componan dos significados: uno sub- la totalidad inicial del orbe a los despojos de una fiJac1ón
jetivo y otro objetivo. "La distinción se encuentra en las gnunáti-
cas latinas a propósito de los complementos de especificación que fmal. Citaba a Gershom Scholem quien define el aleph
desempefian bien una función subjetiva bien una función objetiva,
cuando en el sustantivo respeáivo está inclu(da la idea de una ac- 16 Emir Rodríguez Monegal, "Borges & Derrida: .B~carios", ~al­
ción o de un sentimiento. Hay sustantivos que aún hoy pueden te- doror 21. "Jacques Derrida: Primeras (P)Referencw , Montev¡deo,
ner complemento de especificación de lu dos clases. Ejemplo típi- 1985, pp. 123... . . . ,
co: "El amor de Dios" (tú Diosles ambiguo. Según el contexto, se- 17 J. Derrida, De la Grammatolog1e, Minuu, Pans, 1967, p. 33.
ra "el amor de Dios hacia el mundo" o "el amor del mundo hacia (Hay traducción en espaliol de Siglo XXI Editores, Bs. As.,
Dios"). De "Informe sobre sustanlivos ilalianos susceptibles de 1971.) ,
dos significados, WlO subjetivo y otro objetivo", de Luce Fabbri 18 L Block de Behar, "A manera de prólogo", en El texto segun
de Cressatti, que requerí y agradezco. Genette Maldoror, W, Montevideo, 1985.
74 AL MARGEN DE BORGES "PARADOXA ORTODOXA" 7S

"como la raíz espiritual de todas las letras y de la que deri- va; no hay un origen, ni un centro, ni un fin, cualquier
van todos los elementos del lenguaje humano'', una aspi- solución, cualquier salida es ilusoria, o pura teoría.
ración que anticipa la articulación del sonido, pero impli- En la diferancia se concreta la desconstrucción, sin la
cada por el imaginario borgiano, esa "aspiración" del distinción (una forma de diferir), sin el desplazamiento y
aleph, supera su radicación literal. Sin negar su natura- la postergación (otra forma de diferir), el texto es letra
leza (fonética o fisiológica) la aspiración se extiende a muerta o letra que mata, como dice el Evangelio.
otra forma de la realización, se entiende como un anhelo,
el aliento de un deseo, la aspiración profunda, la "ins-
piración" que anima: el aleph es, por lo menos, una aspi-
ración doble: un movimiento respiratorio, un movimien- ¿PROFECIA O PRQVOCACION?
to del ánimo. Generador de la energía, anterior e inicial,
el aleph identifica dos .instancias de un mismo principio Who can tell the dancer from the dance?
w.B. YBATS (Among School Children)
que cifran la clave doble del origen: el lugar donde el
texto comienza -una llave de apertura y una clave que,
como en la partitura- registra la interpretación, porque
en la interpretación es'tán la apertura y la clave. Anhelo e Hace algún tiempo, al proponer una hipótesis .ft'.lativa al
inspiración, principio y clave, ánimo y vida; no me pe- silencio que requiere el texto, observ~b~ la condic1ó~ par~­
sa leer en el aleph una forma de la totalidad. Edmond Ja- dójica de la lectura literaria, una actlVldad contradictona
bes no se refería al aleph sino a la a y aunque no lo que repite y calla.20
exprese, tal vez ya había especulado con estas coinci- En el cuento de Borges, un lector, el lector del Evan-
dencias trascendentes del aleph cuando define la diferencia gelio -y sus lectarios*- transgreden esa condición
que (a)nota Derrida. Sin nombrarlo, advierte: "Es así que silenciosa de la lectura y, al leer en voz alta, suspenden
en la palabra diferencia («différence»), una letra, la sép- la diferancia provocando la fascinación logocéntrica: la
tima, fue cambiada por la primera letra del alfabeto, en palabra, el logos, el verbo divino, se identifican en la
secreto, silenciosamente. Suficiente para que el texto sea presencia.
otro'',19 o para que el texto sea. Los ejercicios teológicos de Borges traman otra ver-
De la misma manera que Derrida, Edmond Jabes no sión atroz de la pasión literaria: la fidelidad arriesga la
formula simplemente una reivindicación de la escritura lectura. Por fe, por identificación, la fidelidad que mani-
pero, al reconocer su emergencia, desconstruye la ilusión fiestan sus personajes es por lo menos doble, el riesgo
que impide distinguir entre logos-verdad-presencia. En
también.
francés, la sustitución no se dice ni se oye, apenas si se En cierto modo, la materia borgiana se conforma al ci-
la escribe: "différence/différance" y en esa operación
-sustitución sin supresión- se verifica su relevancia. 20 L. Block de Behar, Una retórica tkl silencio, Siglo XXI Edit<:
La a por la e. Más que sustituir, la preposición multipli- res, México, 1984. "Una hipótcsiJ de lectura: _la verdad 1111pendi-
ca: a X e, una sustitución que multiplica el sentido de la da ante la rq>etición y el silencio''. Jaque, Montevuleo, 1018/84.
palabra. Produce una diseminación de sentido que, por • Denomino así a aquellos personajes que, en el texto, aparecen
como oyentes de una lectura en voz alta que realiza otro perso-
ella, se estrella y estalla, dispersando la interpretación naje: ni propiamente oyentes ni propiamente lectores (los Gutres,
unívoca, desarticulando cualquier definición por definili- el pequeiio Marce! de la Recher~he'. el ~ueiio Jean de.. Lu M~ts,
etc.), se incluyen en una especie literana cuya complejldad eiuge
19 Edmond Jabcs, 9a suit son cours, Fata Morgana, París, 1975. una atención que le dispensaré en otro trabajo.
"PARADOXA ORTODOXA" 77
76 AL MARGEN DE BORGES
del dicho contra la escritura, dicho que es dicho contra sí
clo de la narración evangélica: así como Marcos contó lo mismo desde el momento que se escribe, que escribe su
que Pedro había contado, Espinosa cuenta lo que contó identidad en sí y retira su propiedad contra este fondo de
Marcos. escritura? Esta "contradicción", que no es sino la relación
Por medio de la lectura en voz alta del Evangelio, Bal- de la dicción oponiéndose a la inscripción, no es contin-
tasar Espinosa, "cuya teología era incierta" dice Borges, gente,23
consuma una consustanciación precaria. A sus ojos, a
los de sus lectarios, esa voz ya no se distingue de la de ni siquiera es nueva su advertencia.
Cristo ni de su presencia. Por esa misma unión proble-- Dada esa contrariedad, la interpretación no puede dejar
mática, tampco los Gutres se distinguen de sus verdugos. de ser irónica: ·
No puede sorprender, al final de la lectura, otra crucifi- Las más de las cosas no son las que se leen, ya no hay en-
xión: "Espinosa entendió lo que le esperaba del otro lado tender pan por pan, sino por tierra: ni vino por vino, si-
de la puerta". no por agua, que hasta los elementos están cifrados .en los
Los personajes no hablan, no se hablan. "El verdadero elementos. ¿Qué serán los hombres? dónde pensareis que
logos es siempre un dia-logos.21 Pero el discurso de Espi- hay sustancia, todo es circunstancia, y lo que, parece más
nosa, su presencia, la convicción de su voz, revoca el hia- sólido es más hueco, y toda cosa hueca vacia: solas las
to de la representación, constituye un eficiente "effet de mujeres parecen lo que son y son lo que parecen .. ¿Cómo
réel": ninguno de los personajes concibe la diferancia. La puede ser eso, replicó Andrenio, ~i tod~ ell.as ele pie a ~~­
lectura del Evangelio es un espejo donde los personajes beza no son otro, que una mennrosa lisonja? Yo te dire;
se fijan para identificarse. Se identifican (otra palabra pro- porque las más parecen malas, y realmente lo son: de mo-
blemática), pierden su identidad para identificarse. La iden- do que es menester ser uno muy buen lector, para no leerlo
tificación especular, espectacular, es una vez más, una in- todo al revés.
GRACIAN
terpretación frustrada.
Borges ya había dicho lo suficiente. En "El Evangelio "Aixo era y no era" dice R. Jakobson que es el exor-
según Marcos", como en "Del rigor en las ciencias",22 dio habitual con que introducen sus narraciones los cuen-
cuanto más fiel Ia representación más atenta a/contra la tistas mallorquinos.24 ''WALK DON'T WALK". Transcribo
referencia; la fidelidad perpetra otro "crimen perfecto" y, las seflales del semáforo que, iluminadas ambas, detienen
sólo por perfecto, no se conoce; si existiera una lectura o apresuran la marcha de los personajes en la escultura de
perfecta, sería el fin de la literatura. Los Gutres descono- George Segal, el grupo de yeso, madera, metal y luz eléc-
cen la dualidad de la palabra; la presencia de Espinosa, su trica, que se encuentra en el Whitney Museum de Nueva
voz, disimula la ausencia, suspende la inevitable dualidad York. No tiene sentido. La obra, como el mundo, sólo
que la representación encubre. La lectura que realizan, la tiene varios y contradictorios o no tiene ninguno.
más inocente, la más culpable. "La alegoría de la lectura narra la imposibilidad de la
La palabra comporta su contrario: un mensaje de civi- lectura" dice Paul de Man a propósito de los requerimien-
lización/la barbarie, de vida/muerte, de bondad/crueldad, tos alegóricos que exige el narrador de Proust De ahí que
de verdad/mentira. la comprensión, como respuesta estética, se dé por dife-
rancia, o no se dé. "Plus tard j'ai compris", confiesa recu-
¿Qué ley ordena esta "contradicción", esta oposición en sí
23 J. Derrida, La disseminalion, op. cil., p. 182.
24 R. Jakobson, &sais de linguistique ginirale, Minuit, París,
21 G. Hartman, op. cil., p. 109. 1963, pp. 238-239. Hay traducción en español. Siglo XXL
22 J. L Borges, op. cil., "Del rigor en la ciencia", p. 847.
78 AL MARGEN DE BORGES "PARADOXA ORTODOXA" 79

rrentemente Marcel; la comprensión implica una poster- vez modelo y reafü:ación: "El individuo es de algún mo-
gación que la simultaneidad (o instantapeidad) de la pre- do la especie, y el ruisenor de Keats es también el ruise-
sencia deroga. ftor de Ruth", dice Borges en Otras Inquisiciones, y es
esa coincidencia la que justifica la reflexión que transcri-
bo como epígrafe.
Aun sin proponérselo, toda lectura atina una apropia-
EL ULTRARREALISMO DE BORGES ción del texto. Como para el autor, también para el lec-
tor -aunque en forma menos inquietante-- la .página es
el blanco de quien apunta "un sentido propio" pero, de la
Observa Coleridge que todos Jos hombres nacen aris- misma manera que les ocurre a los personajes de ''El
totélicos o plat6nicos. Los últimos sienten que las cla- Evangelio según Marcos" en la propiedad de la lectura se
ses, los órdenes y los géneros son realidades; Jos prime-
ros, que son generalizaciones; para éstos el lenguaje no confunden el rigor de la literalidad (y no evito las asocia-
es más que un aproximativo juego de sl'mboJos; para aqué- ciones de dureza y crueldad) y la búsqueda de una verdad
llos es el mapa de universo.
JORGE LtnS BORGeS
como sentido, una segunda propiedad -que ya anticipá-
brunos- que consiste en hacer propio el sentido, usur-
parlo.
Borges no niega la propiedad iniciática del logos. Su En el cuento de Borges, la literalidad es una ficción li-
cuento la desconstruye: nada queda a salvo de contradiccio- teraria: la abstención interpretativa -como búsqueda del
nes. Ni salvación ni orden, ya se sabe: la Palabra ordena sentido puro o primari(}- es el primer abuso interpretati-
el caos: lo concluye o lo instituye. La confusión radica vo, un refinamiento imposible que da lugar a dos aspec-
en la mdole de la palabra misma que es origen de la difí- tos de una misma austeridad; sin la interpretación (sólo
cil compatibilidad de presencia/ausencia, de identidad/di- se ~ta de una conjetura ingenua): la lealtad y fidelidad,
ferencia, de universal/particular. La narración la exacerba que intentan aparecer como la manifestación de la fe la
tanto más cuanto la narración tiene a la narración por te- observación de la verdad literal, dan lugar a la rigidez
ma. Confundidos desde el principio -ahí empieza el autoritaria donde una vez más "La letra mata y..." y una
Apocalipsis- ya es imposible distinguir la iniciación vez más, la propiedad es más arbitrariedad que exactitud.
-el comienz()- del fin, la revelación no termina con la Esta ambivalencia contradictoria de la palabra y sus
catástrofe, en el cuento la convoca. propi~des constituye el estatuto mismo de la palabra,
Desplazando un diálogo que los personajes no podrían la dualidad de una naturaleza nada simple: cada mención
establecer, las palabras del Evangelio constituyen una ci- refiere, por lo menos, dos veces, ya que mientras refiere a
ta extraíla, penetran la situación, se superponen a esa rea- un in~viduo particular no deja de referir a un.arquetipo,
lidad pero no descartan otra contradicción: sin dejar de ser un universal. Se podría explicar esta ambivalencia consi-
acto (configuran un "speech act" muy discutible), serían derando los aciertos neoplatónicos de la distinción que es-
también su modelo. De ahí que, corno comenta Borges a tablece Peirce cuando opone type y token, y senala para
propósito de Bouvard y Pecuchet "la acción no ocurre en cada palabra, la posibilidad de recordar wi tipo (el legisig-
el tiempo sino en la eternidad", esta reflexión también co- no en la frondosa nomenclatura peirciana) y un objeto
rrespondería a su cuento. particular (el sinsigno, en este caso) y, por lo tanto, cada
Dentro del marco literario que instaura el estatuto na- palabra registra dos recuerdos, recuerda dos registros. Pe-
rrativo de Borges, la lectura del Evangelio concilia a la ro no sólo eso. La palabra token es particularmente feliz
80 AL MARGEN DE BORGES
"PARADOXA ORTODO XA"
81
porque, aparte de las dieciséis acepciones que define el Ox-
ford English Dictionary en función sustantiva, a partir de La ilusión ~alista d~l relato no se atiene a una imitación
su relación con type, trama una red semántica que recoge d~ lo real s~o a un sistema de verosimilitud transtextual.
los pliegues de su significación. El token es, entre otras Ni el espe30 colocado a lo largo del camino y del que
cosas, un "passwor<f', un "mot de passe", un salvocon- h_ablaba ~tendh~, ni la vida que imita al arte, según prefe-
ducto que traspasa a través de planos y, en ese pasaje, de- ~ O. Wilde. S1 el cuento resulta verosímil, esta impre-
ja entrever en el type el token y a la inversa. A diferencia sión se produce, porque la interpretación ocurre entre
del signo de Saussure, el token es un signo que, sin des- textos. Este entre es el hueco por el que se precipita otra
cartar el sentido de evidencia, de algo que está ahí, expre- forma de lectura: El ansia de influencia -es un título de
sa, al mismo tiempo, el signo como huella, el signo de Harold Bloom- aparece como la necesidad de formalizar
algo que existió y también, el signo en tanto que presa- una legitimación por lo menos transtextual: La Escritura
gio ae un prodigio que vendrá; el signo en todos los tiem- -<:~msagrada, en este caso- avala un acontecimiento na-
pos, algo que se presenta como un "recuerdo", un pre- rrauvo que, sin los prestigios de tal precedente, resultaría
sente -un regalo- ofrecido especialmente a alguien al poco creíble.
partir. Por él los tiempos aparecen superpuestos.25 Una ~égesis genera otra diégesis: el deslizamiento
El de Borges no es el Evangelio según Marcos sino ~etalép~co26 . no parece ocurrir fuera de fronteras; por su
"El Evangelio según Marcos" y la mención precisa del ar- mdole l~terru:ia es natural que el personaje-lector en-
tículo, desde el título1 inicia el proceso de actualización. cuentre mscnto, en el libro que lee, su arquetipo, "como
La lectura actualiza el texto: de ideal a real, de la posibili- sombr~ de las cosas que vendrán", según dice Pablo a
dad a la acción, del arquetipo a un tipo particular, de un propósito de la~ afirmaciones que, en el Antiguo Tes-
pasado a un presente, a partir de un original, la copia; pe- tamento, anuncian los acontecimientos del Nuevo. Es
ro, en este caso, también la copia es un origen. ése el fondo de realidad, una realidad que está más allá
Referida por el narrador-personaje, la recitación bíblica una ultrarrealidad. -tambi~n por esta razón- que se su:
aparece "en abismo". Modelo de acción, se refleja en el ma a las ~xageraciones realistas del principio.
cuento como en espejo, fiel e invertido·, y así, empiezan Tamb~én. aquí la Iectw:a literal es un riesgo; se produ-
a aparecer las paradCJjas. Parte del texto, los personajes ce una fi3ac1ón de la escntura, una obsesión que entraila
no imitan una realidad histórica sino otra realidad textual. una extraí'la metamorfosis: como en ei cuento de Cor-
tázar, en "El Evangelio según Marcos" se convierte al lec-
25 El desarrollo pormenoriz.ado de este planteo lo analizo, en estu- tor en larva, un axolotl que se identifica, problemáti-
dio en curso, a partir del film de Woody Allen La rosa púrpura tú
El Cairo (USA, 1985) donde, de la misma manera que en "El Evan- ~ Gé!'3rd G~cue, Figurts m, Seuil, París, 1972, pp. 243-251·
gelio según Marcos", la acción namtiva implica más de una ac- diég'7is (equtv8!ente a historia). En el uso corriente la diégea~
ción narrativa y, entre ellas, los protagonistas se desplazan de consutu>'.e el. uruveno espacio-tm1poral que el relato refiere 0 don-
una diégesis a la otra. Este ttínsito irónico se verifica, como en de ~ hutona se desarrolla. G. Geneue emplea el ténnino en el
"El Evangelio según Marcos", es una narración cinematografica s.entido que le había da~o ~- Souriau cuando oponía univeno diegé-
que tiene a la narración cinematográfica por tema, un tránsito ha- ttco, como lugar del Significado a universo de la pantall
bilitado a su vez por la convicción que legitima credulidad, seduc- lugar del s1gn· ifiicante fllmico 1'!llla/~n•is·
' ª• como
Transgresi'ón que
· f, . . • ,.., · coo-
ción, literalidad, convicción que comparten los penonajes de es- s~te ~ re enr la .mtrusión del narrador o del m1rratario extra-
ta• namciones donde se oye "I am in heaven..." entonada al princi- d1egéJ~cos en el ~1ver.so diegético (o de personajes diegéticos en
pio y al fmal, en el cielo o en la etemidad. A panir de S. T. Cole- un umve.rso meJadiegéuco). m efecto que produce es de extrafieza
ridge y más allá de la cita de Borges transcripta en el epígrafe, el humorística o fantá~tica, e insinúa la imposibilidad de pennanece;
tránsito se concibe y consolida muy borgianamente. fuera de la narración. (Definiciones formuladas a panir de 1
textos de Gmette Y reunidas en Maldoror 20, pp. 142-150). os
AL MARGEN DE BORGc:,
-
82 "PARADOXA ORTODOXA" 83

camente, porque ya no distingue entre quien mira y es mi- El cuento empieza antes de empezar ya que también
rado. aquí, al principio está la Palabra, no el caos. El título,
El libro leído en el libro se repite en espejo (en un li- evangélico, anuncia lo acontecido y lo que acontecerá. El
bro similar) y en abismo (es un espacio distinto). Como recurso no parece excepcional. Otro cuento del mismo li-
Don Quijote, como Ema Bovary, como Bouvard y Pecu- bro, "La intrusa", indica desde la misma zona paratex-
chet, es la fidelidad de lectura, literal, sin diferancia (escri- tual, desde la apertura de esos textos marginales donde el
tura en escritura: una coincidencia), la.que determina sus cuento se inscribe, todas las referencias bíblicas, biblio-
propias desventuras. Todo ocurre entre P.ares. Es '(irgilio gráficas, necesarias para la cita pero excesivas para el epí-
quien conduce a Dante en su Infierno. S1, como dice De- grafe: "2 Reyes,/, 26'', nada más. Como en "El Evange-
rrida, no hay "hors-texte", necesariamente menos hors- lio según Marcos", Borges precisa la referencia y se abs-
texte habrá del texto para adentro. Como Lancelot du tiene de citar. Estas anticipaciones retrospectivas que a la
Lac, el "Galeotto"* que favoreció el amor entre Paol? y vez anuncian y suspenden la referencia, imitan la índole
Francesca, el 'Evangelio es origen y modelo, el arquetlpo arquetípica del aleph -ya observada- en tanto el mode-
de una relación fatal entre .Jos personajes. lo presente y pasado, presente y ausente, está en cada rea-
lización y está más allá. Fue así como procedió Dios
quien -según el Midrash Rabbah- para crear el mundo
primero tuvo que consultar la Biblia, previa y presente,
O LA LETRA O LA CIFRA causa y cosa de la creación.
Interior y anterior, ese mgreso transtextual es un regre-
so: la salida es hacia adentro y hacia atrás. Como dice De-
rrida, toda escritura es anterior: de ahí que con ella empie-
Entre libros no hay salida. Si los personajes intentan sus- ce la historia: "Los mundos que propone April March no
traerse a las calamidades de su situación por medio de la son regresivos; lo es la manera de historiarlos", dice Bor-
lectura, esa sustracción es trama y trampa. Como si al du- ges en "El examen de la obra de Herbert Quain", aclaran-
plicarse la ficción, la ficción se negara. El texto en el tex- do que "el débil calembour del título no significa Marcha
to establece una transtextualidad curiosa: por un juego de de Abril sino literalmente Abril Marzo".
espejos crea una fuga hacia la profundidad, pero también En "El Evangelio según Marcos" el Evangelio es inte-
un borde, un reparo en el abismo. La "ilusión de rea- rior y anterior. Por eso, la crucifixión de Espinosa está
lidad" no se forma imitando la realidad sino reiterando la prescrita: escrita, anterior y obligatoria. La mención
condición literaria: "Nunca pues se está simplemeñte en transtextual no distingue si la anterioridad es sólo antici-
la literatura. El problema se plantea por la estructura del pación o causa. En la prescripci6n, la anterioridad de la
borde: el borde no es seguro, porque no deja de dividir- escritura se confunde con la causalidad. Su prioridad, por
se".27 importancia, por precedencia, pone al descubierto la opo-
sición entre sucesión temporal y progresiva que define.la
• A partir de la Divina Comedia, en ilaliano se usa antono- condición del significante, del signo no escrito según
másticamente el nombre de Galehault (Galeono), personaje del ci-
clo bretón, para designar a cualquier persona, objeto o situación Saussure, y la escritura como inversión -revés y retor-
que da lugar a una relación amorosa: "Galcotto fu il libro e chi lo nos- que es una forma de salvación por la literatura: "El
scrisscl" (Dante, lnf., V. 137). tiempo recuperado", al quedar a salvo en la escritura, insi-
27 i. Derrida, lA corte posta/e, Flarnmarion, París, 1980, p. 210. núa un atisbo de etenúdad, su resplandor tanto como su
(Hay traducción en espafiol, Siglo XXI Editores, México, 1984.) conjetura.
"PARADOXA ORTODOXA" 85
84 AL MARGEN DE BORGES
soy el que soy", habilita la fundación de ese misterio y
La invención de la escritura por Hennes-Mercurio y la las tentativas de una teología negativa que, como Docta
reconciliación de los opuestos por medio de la cruz es /gnorantia,31 afirma por la negación; la definición sagra-
uña idea recurrente en los textos de la alquimia, siempre da afirma la indefinición; recorre el discurso sin inte-
dispuesta a la resolución del .conflicto enl!'e los opuestos rrupción, girando, sobre sí misma. El final vuelve al
por medio de paradojas. Quizás, como di~ C. G. Jung principio radicando la paradoja del conocimiento capaz de
en Mysteriwn Conjunctionis, el agente ,u.nific.ador es el conciliar tanto el revés como la repetición.
espíritu de Mercurio y, entonces, su espmtu sm~lar ~~­ Analizando la complejidad de las paradojas, Rosalie L.
ce que el autor se confiese miembro de la Ecclesia .s~m­ Colie entiende, a partir del Sofista, del Teetetos y del Par-
tualis por el espíritu de Dios. Este antecedente religioso ménides, que los problemas derivados de la ineludibilidad
apar~e en la elección de~ ténnino "Pelícan?" por el p~oce­ de las contradicciones se plantean a partir de la propia na-
so circular, ya que el pájaro es una conocida alegona de turaleza del logos y la consecutiva existencia de dos rei.-
~~~ . nos aparentemente antepuestos uno al otro, como que lo
Como ocurre en la novela de Proust, la lectura remite que es real en uno no pudiera serlo en el otro: "Las para-
una cosa a su principio y lo que Pablo entendía por espe- dojas esperan necesariamente a esos hombres tan osados
jo --como enigma y al revés-, la tipología como anun- como para llegar a los limites del discurso".32
ciación no se diferencia demasiado de lo que Orígenes en- De la misma manera que las paradojas, las operaciones
tendía i>or apocatástasis: restit~tio e~ reinte.gratio y las desconstructivas cuestionan los mecanismos de compren-
operaciones de la lectura alegónca; m una ru otra ruegan sión y, sobre todo, las certezas que esa comprensión esta-
el "reversal and reinscription" que parece ser ~l fun~en­ blece: "Certum est quia impossibile est". Pero ni las pa-
to de la desconstrucción. El libro es memona y adiv1~a­ radojas ni la desconstrucción tienen fin. La paradoja se
ción y, tratándose de interpre~c~~nes, ya ~ea en Antio- niega a sí misma, y al negarse, el fracaso de la definición
quía o en Alejandría, la repeuc1on no deja .de ~er .una constituye una especie de definic~ón; esta contradicción
transformación. De la misma manera que nmgun hbro vale también para la desconstrucción que, deliberadamen-
podrá comunicar el conoc~.i~nto .Pltimo, ~poco su te, evita definirse, tienta con desconstruirse. Como dice
interpretación puede ser def1muva: querer lim1.tar el co- Osear Wilde "las paradojas son muy peligrosas", apenas
nocimiento del texto sería tan prudente como dejar un cu- se invocan ya resulta imposible eludir su ocurrencia. Nie-
chillo en las manos de un niño".29 ga la definición, se niega a sí misma, intentando, por esa
La interpretación del texto reitera, revi~, en cada lectu- autodesconstrucción, socavar la clausura de las fórmulas
ra el problema (teológico) de la comprensión, de un cono- disciplinarias, de las normas académicas, de los sistemas
cimiento que se explica tanto por tautologfa ~orno porpa- que son los medios más rigurosos de la limitación --0
rado'}·a. Para Thomas Browne, los aconteclffi1entos ordina- los medios de la limitación más rigurosa-.
.
rios sólo requieren la credulida~ de1 senu'd~ ~o_mun,
, 30.. el . "My end is my beginning" - la frase que Borges atri-
misterio es la única prueba posible de la diVlflldad: Yo buye a Schiller, queda inscripta en el anillo de la Reina
de Escocia para confirmar su fe cristiana y desafiar así la
28 c. G. J1D1g, Mysterium Conj""".tionis. ~ lfUf uiry into the Se-
paration and Hypothesis of Psychic Opposlles in Alchemy, Pant-
heon Books, N. Y. 1966. 31 Nicolas de Cusa, De la Docta /gnoranJia, Ed. de la Maimie, Pa-
29 Hans von Campenhausen, Les Ptres Grecs, Ed. de l'Orante, Pa- rís, 1979.
rú, 1963,p. 51. 32 Rosalie L Colie, Paradoxia Epilkmica, Princeton Univ. Press,
30 Sir Thomas Browne, Religio Medici and Other Writings, Ox- New Jersey, 1966.
ford, 1964, p. 9.
AL MARGEN DE BORG
86
ejecución y la muerte. La necesidad de un recorrido circu- UNA IDPOTESIS DE LECfURA:
lar, el regreso al principio, la contradicción como visión LA VERDAD SUSPENDIDA
especular, la disposición en cruz como conciliación de ENTRE LA REPETICION
los opuestos, la literalidad imposible, la imposibilicbd de
parafrasear la paradoja, la inscripción en el anillo podría Y EL SILENCIO
ser también enigma y consigna de la comprensión tex-
tual.
Quiz.ás la mayor fidelidad verifica la mayor paradoja
Tanto se ha hablado en los últimos anos de los proble-
mas de la lectura, de la participación del lector en la pro-
ducción del texto que, si todavía nos formulamos la
pregunta básica: "-¿Qué hace el lector cuando lee?",
sorprende que la respuesta: "-Hace silencio", pueda sor-
prender. No debería. Hace cerca de dieciséis siglos, San
Agustín se·sorprendía al no oír ninguna voz durante las
lecturas de Ambrosio de Milán. (La información es de
Borges.) No hace tanto, aunque ya pasó aproximadamen-
te medio siglo, el propio Borges confiaba en que cierto
porvenir aguardaba aún a la literatura, y esa confianza se
basaba únicamente en que -a pesar de tod<>- la lite-
ratura presentaba lo que él llamaba " un síntoma ventu-
roso": "Ya se practica la lectura en silencio" escribía, y
esa anticipación -apenas un síntoma de otro silencio li-
terario, mayor y divers<>- le bastaba para no desespe-
rarse ante los excesos retóricos de los escritores de su
época y de su lengua.
Los antecedentes del tema no faltan. Por eso no fue-
ron los teóricos de la recepción literaria quienes descubrie-
ron la importancia del lector. A pesar del notable despla-
zamiento metodológico y de objeto que avalan: del autor
a la obra (de la obra al sistema, habría que agregar), de la
obra al lector, conviene recordar que el problema de la re-
El texto transcribe parte de una conferencia que, con el mismo cepción literaria y estética ya había sido objeto de preocu-
título, fue dictada en la Universidad de Yale, New Haven. febre-
ro de 1984. [s9]
90 AL MARGEN DE BORGES UNA HIPOTESIS DE LECTURA 91

paciones y elaboraciones tan antiguas como los pW.eros mentales (según la tipificación que Gérard Genette fonnu-
discursos. la en Palimpsestes); de la parodia y las suyas.
Se ha insistido redundantemente en que el discurso pro- Se ha generalizado de tal manera la visión trans~xtual
cede de y evoca un discurso anterior;· no se ha dicho tanto que, a esta altura, no sería exagei:ad? poner toda la liter°:-
que el discurso produce y provoca un discurso posterior. tura entre comillas. De manera similar, pero con propósi-
En efecto, basta con decir: toda proposici6n es una tos y observaciones diferentes, Husserl h~bía puesto
propuesta. entre paréntesis el problema del mundo extenor --un re-
Desde que se fonnula, el juicio es juzgado: sobre E. ducto para el mundo objetivo, la llama~ epoché fenom~­
A. Poe, Marie Bonaparte; sobre Bonaparte, Jacques La- nológica. Como solo existen en la escntura, esas comi-
can; sobre Lacan, Jacques Derrida; sobre Derrida, Barbara llas podrían valer como su e~lema tipográfico: señalan
Johnson; sobre Johnson, Rodríguez Monegal; y la nómi- el carácter citacional del enunciado; salvan el senndo espe-
na no se acaba aquí porque una vez que se produce la pre- cial por medio de una indicación que lo ~estac~; pon~n en
cipitaci6n crítica (precipitaci6n en el sentido químico del
ténnino pero, sobre todo, como un apremio a la obra,
evidencia la función poética (y la denomino asi, segun !a-
kobson, para abreviar argumentos), con la c?nsecuttva
una inclinación sobre el abismo, también), es difícil inte- obliteración o postergación de la transparencia refe.ren-
rrumpir el vértigo interpretativo. cial. Llamando la atención sobre sí mismo, el enunciado
A pesar del interés y la dedicación a los diferentes as- -<iue está entre comillas-marcaría además qu~ ~ cons-
pectos de la recepción, el silencio de la lectura no fue tituye en su propio referente. Esta au~o~eferenctalidad no
atendido suficientemente por la Escuela de Constanza.1 implicaría exclusivamente el cumplimiento de una fun-
Sus valiosas contribuciones se dirigieron mayonnente ción metalingüística ya que, "soi-disant", inter~ tanto
-más que al estudio de la lectura propiamente dicha- al por la referencia a sí mismo COI~~ por la pretensión: su
examen de una lectura-escritura (una actividad sustancial- autorreferencia y su caracter ficticio . . ..
mente diferente), y al reconocimiento de los blancos Semejante al Quijote de Pierre Menard (la obra invisi-
-conocidos en inglés por gaps, en francés por trous, en ble de ese lector paradigmático de Borges), la lectura se
alemán por Leere, y más conocidos por la profusa sinoni- cumple como un acto de co~u~cac:ión_ diferente ~a que
mia con que se suele denominar las fonnas del vacío. observa una posición de eqmlibno difícil, S~J:>end1~ en-
El silencio de la lectura es otra cosa. Se trata, en efec- tre la repetición y el silencio. Ambos, IeJ?C~ci?n y s~en­
to, de un silencio prescrito y la prescripción es literal: cio son temas que vienen afectados por disciplinas diver-
anterior y ob/igaJoria. Es así que el silencfo del lector se sas' pero afines y que atienden al oyen~ (lingüí~tica), al
hace cargo de W1a escritura previa, comprometiendo pro- destinatario (semiótica), al lector (retónca, poéuca, he~­
blemas de orden lingüístico (el problema del "discurso menéutica, teoría literaria), incorporando un abordaje
rcpetido")2, que se conectan fácilmente con tópicos de es- postestructuralista, pragmático, por medio ~e~ cual se re-
tética, semiótica, retórica, poética (entre otras discipli- conoce la importancia prioritaria de las condiciones ~eco­
nas): los más transitados, los más recientes: el fenómeno municación con respecto a los recortes metodológicos y
general de la transtexiualidad y sus cuatro variantes funda- las abstracciones sistemáticas.
Se soslaya asi la prescindencia forzada o artificiosa
1 El número 19 de Maldoror fue dedicado al estudio de la Teoría con que se había ignorado las circunstancias en las que se
de la Reocpción ~tica con col.aboraci.onea de la mayor parte de fonnula el enunciado y entre las que se encuentra el
los integranlel de la Escuela de Konstanz_ lector. Recuperadas las circunstancias para el análisis del
2 E. Coseriu, Probl•mas iM semtfnlica •structwal. Madrid, 1977. discurso, el lector empieza a adquirir una posición deter-
92 AL MARGEN DE BORGES UNA HIPOTESIS DE LECTURA
- 93

rninante: es el lector quien recurre a la obra textualizándo- la ambigüedad de la palabra, contra las certezas del discll!-
la, contextualizándola, devolviéndola a su historia (la del so contra la irrefutabilidad de la escritura. Desde Octav10
lector, la de la obra). una vuelta --un retomo, un re- p~ a Maurice Blanchot, desde Juan Rulfo a Marguerite
vés- ya que, contradictoriamente, recupera así la dimen- Duras, entre Samuel Beckett y Eugene Ionesco, saludan-
sión que pretendió y logró superar. do al pasar al océano, como el conde de Lautréamont: ya
Como lo explica la teoría de la recepción estética, esta no puede aceptarse fácilmente ni la eviden~ia verbal (c"'!l-
vuelta tiene como punto de articulación los intervalos, quier mención), ni las verdades establecidas (cualqUler
hiatos, blancos, vacíos, márgenes, fracturas, fisuras, lagu- mentira). Con razón se indignaba el personaje de Gracián
nas; aproximadamente, lo que los lingüistas -menos ante el Embustero Historiador "que se atrevió a negar la
imaginativos, más cerca de la lógica esta vez- clasifican prisión del Rey Francisco en Pavía"; con bas~te alar-
como implícitos y presupuestos. La abundancia onoma- ma, sin embargo nos reímos de las fotos de Zelig en la
siológica hace referencia a la elaboración por el lector de película de Woody Allen: Zelig con el presidente Wil-
una materia tácita a medias: lo no dicho entre lo dicho. son, con el Papa, con Hitler. Con mayor alarma, con ma-
yor indignación, no se toleran las "obscenidades" de Fau-
risson;3 no valen como anécdotas, su inmoralidad es otro
ESENCIA E IMITACION lapsus que nos permite entrever el desajuste, ese desliza-
miento tan problemático de la representación en la presen-
Pero esta materia no es exclusividad del lector. A partir cia, del que ni la evidencia se salva: "Discurrió bien
de las palabras y entre ellas, se configura un silencio fron- quien dijo que el mejor libro del Mundo era el mismo
terizo, un silencio que es atribución y característica del re- Mundo, cerrado cuanto más abierto".
ceptor en general: en el cine, en el teatro, en el concierto,
en el museo; ese silencio es condición de su presencia,
una necesidad (porque hace falta y porque no puede ser de UNA DOBLE CUESTION
otra manera), su presencia esencial: una participación tan
indispensable como imperceptible. Algo así como una aspiración u obsesión esotérica ha ga-
De ahí que semejante participación valga como una nado al siglo. Semejante a lo que Wittgenstein llamaba
especie no ortodoxa de la "parousía" ya que, como "Wille zum Geheimnis": una voluntad de secreto domina
aparece en Platón, la parousía es la manifestación de una las actitudes y determina las investigaciones; pero, al
relación momentánea y esencial (una presencia) en la mismo tiempo, creo que esa voluntad de secreto entra en
cosa (una imitación). El silencio de la lectura se presenta una curiosa colisión dialéctica con lo que yo llamaría Wi-
como una relación de participación, momentánea e lle zu sagen: una voluntad de decir, un querer decir (que
imitativa, una unión esencial en lo material. no es significar simplemente, aunque no lo descarta).
Por otra parte, la condición silenciosa no es un objeto fyle detengo un momento para considerar una combina-
de t".Studio privativo de este análisis de la recepción. Con ción sintáctica que parece asociarse para contradecirse di-
anterioridad al interés especulativo, se observa que la lite-
ratura, por su parte -<:amo ya lo anticipaba Borges en el
ensayo que se citab~ daba cuenta de una preferencia si- 3 Después de algunos intentos críticos (Rimbaud, Lautrú.mont),
trató de lograr cierta notoriedad sosteniendo, hacia 1980, que
milar: la opción por el silencio. Auschwitz, las cámaras de gu, el genocidio no habían ocurrido; o-
Expresada por la escritura, esa opción aparece formula- pinaba que la baibarie nazi no habría sido para tanto. Paurisson,
da como una desconfianza general, una resistencia: contra ¿tiene nombre?
94 AL MARGEN DE BORGES UNA HIPOTESIS DE LECTURA 95

go o quiero decir. Si digo, dejo de querer, si quiero, dejo tradiégesis, radicadas en esa zona franca donde se confun-
de decir. El discurso es el espacio donde se entabla una lu- den una historia que se cuenta y otra que ocurre.
cha entre el significado (de la palabra) y la intención (del
hablante) y donde se pone en juego la misma índole del
lenguaje (y no sólo en estas perífrasis contradictorias). LA LECTURA COMO IDPOTESIS
En esa colisión conjugada radica su verdad: la verdad co-
mo querer y como decir (una fonna patética y semántica El título proponía "una hipótesis de lectura", pero la pro-
a la vez). puesta vale también al revés: la lectura como hifJ?tesis,
La voluntad de secreto y la voluntad de decir coinciden literalmente: una suposición (y no hay porqué evitar lo
en la literalidad del texto, ajustándose dialécticamente, que dicen las palabras). Hipótesis;, suposición, algo ~ue
dando lugar al advenimiento·del acontecimiento literario. está puesto debajo: "to understand , eso es entender o in-
La estética del siglo XX se manifiesta ambivalentemente: terpretar. "Comprender cómo se comprende es la tarea es-
por un lado los excesos de la explicitez (desde los medios pecífica del semiólogo", decía C~s.tian Metz y es ~
masivos de comunicación a las insistencias reiterativas propósito específicamente el que JUSUfica la observación
de Andy Warhol); por otro, el sigilo de las obsesiones del receptor: alguien que debe comprender.
esotéri~~ y las reglas del claustro. No sólo el psi- En la comunicación oral, le basta con oír: entiende
coanáhs1s, otros métodos y prácticas han mutliplicado porque oye ("il entend"), porque ese diálogo sólo se
sus trámites hacia la interioridad: "la fascination du de- produce en una situación. dada, ~o pued~ ser. de otra
dans", la averiguación de un secreto sospechado la re- manera. En la comunicación escnta, la literana sobre
vela~ión, si .no errón~ seg~amente errática, por.la que todo, la situación ya no está dada o la que está dada no es
se sigue amesgando la quete de la vérite": "la quete" la que habilita la comunicación: al c?ntrario, se presume
una cuestión, un problema, una pregunta, al confundir¡,; que la interfiera (de ahí las tentabv~ de. anularla: ~
con una respuesta, la solución del enigma: porque la con- oscuridad, el rincón, la lámpara, el silencio: el acogi-
vicción del acierto es- el mayor peligro: la trampa. Más miento literario como recogimiento).
vale mantener el enigma, continuar la búsqueda, aunque Esta di/erencia (otra palabra que a partir de J. Derrida
conste que así la verdad se escurra en la "semiosis ili- ya está ocupada en gran parte J?Or la diferanc~). como
mitada" de Peirce, ya que esa fuga no es una falla una fal- diversidad y como postergación, es la pnmera o
ta, sino su fatalidad: su manera de ser necesaria. ' primordial causa del acontecimiento literario, quizá el
Por ~~ lado, !as d?Ctrinas se ocupan de la recepción y fundamento mismo de la transitada literariedad. Es en la
-yo diría del silencio. Por otro, el arte, la literatura for- comunicación diferente, diferida, que sobreviene la
mula la preterición más desmesurada de su his¡oria: imposición de interpretar.
"Guardar silencio... por la palabra", se desconcertaba
Blanchot. Por ahora, no hay alternativa. Todavía no se
ha accedido a "esa escritura puramente ideográfica -di- LA IMPOSICION DE INTERPRETAR
rec~. comunicación de experiencias, no de sonidos" que
anbc1paba Borges. En materia literaria, la resistencia a Imposición o impostura: una exigencia. y una ficció~. El
dec~ solo ex~ste si se dice. Sin embargo, la desconfianza requerimiento que promueve la percepción de la escntura
hacia cualqmer fonna de representación se manifiesta en literaria es que registra una cosa y provoca "otra cosa".
la ~ultiplicación de obras que suspenden las fronteras De ahí que toda lectura sea la puesta en práctica de una
precisas entre el adentro y el afuera, la diégesis y la ex- actividad alegórica, por lo menos en el sentido que
96 AL MARGEN DE BORGES UNA HIPOTESIS DE LECTURA
- 97

recupera Heidegger para el ténnino: alegoría como Gadamer antes y más tarde Hans Robert Jauss y su
alegorein, alegoría como otra cosa. grupo, entendieron que la co~pren~ión no es
Esa certeza alegórica ºcomporta una de las mayores necesariamente la repetición de una mstanc1a del pasado:
inquietudes 'del lector; una obligación ('a im1 :J.,ición), en como Pierre Menard -pero sin conocerlo-- desisitieron
parte, y parte de su mala concienci~ f'a impostura). Et de esa tarea por imposible y por inútil. Para ellos, la
lector es heredero de una prolongada tn iición teológica, comprensión es una mediación, la fusión de horizontes
hermenéutica y filológica: doctrinas y cánones de la ("el horizonte de expectativa", el que se atribuye al autor,
ortodoxia judeo-cristiana, análisis y críticas fonnales pre- con "el horizonte.de experiencia" del que no puede pres-
estructuralistas, consolidan esa inquietud. Coinciden en cindir el receptor). No rechazan abordajes hermenéuticos,
la subestimación del presente del lector: la convicción de ni filológicos, ni históricos, pero ~poco soslayan I_a
que para comprender es necesario superar las propias cir- poética, sus reglas, el método (especialmente las doctn-
cunstancias, abstraerlas, renunciar a uno mismo y con- nas de los formalistas del círculo de Praga).
formarse. Pero, personalmente, más que rec01~tru~ciones ~e
Son tentativas para recuperar el universo originál del filólogos, más que modelizaciones prov1sonamente n-
autor: reconstruir sus referencias se confunde con la inter- gttrosas, más que la mediación de herm~n~utas recep-
pretación auténtica y lo demás es arbitrariedad o interfe- cionistas, creo que la lectura es una supos1~1?n -e~ es
rencia. Eso cree. la hipótesis- porque o bien todo es repeuc1ón (y s1 ya
El debilitamiento de la situación enunciativa que lo era en la época de Coheleth, lo que será ahora, décadas
produce el lenguaje escrito siempre fue causa de un de siglos repitiendo el Eclesiastés), o bien, nada es
dilema deíctico: desde las soluciones difícilmente viables repetición ya que el río pasa y el hombre tampoco queda,
inventadas por la cortesía epistolar latina hasta la "carta o la misma repetición es diferente.
blanca" (K. Malevitch, V. Kandinsky, Y. Klein, R. Esta suposición que sería la lectura no implica
Ryman, etc.); sus pinturas son menos bandera blanca que reformular la función estética como "el principio vacío"
confianza en el receptor. Son cartas en blanco, no ocultas que definía Jan Mukarovsky, ap~o para reorganizar y
ni perdidas, que expone sin subterfugios el autor y utiliza dinamizar todas las demás func10nes que cumple el
el lector; pero la prodigalidad resulta asimismo hombre en su acción cotidiana, ni de asimilarla a la con-
sospechosa: el campo simbólico cede todo el terreno al ciliación de horizontes que formula la teoría de la
mostrativo; aunque es el otro extremo, el dilema queda recepción, según la cual la función estética no suspende
igualmente planteado. las otras funciones porque, dialécticamente, al negarlas,
En el texto literario también se verifica cierta las adopta, sino observar la función estética, la
"coacción" pragmática. La dependencia histórica no es recepción, la lectura, como una suposición: tan irre-
una opción sino una necesidad: la incidencia de los futable como eventual ya que se basa en una tem-
entornos define, si no el significado, seguramente el poralización intrínsecamente antitética: un presen~ que
sentido. El lenguaje oral tampoco hace explícitos los es pasado, un pasado que es futuro, etc.; la negación de
entornos, pero los usa. un tiempo por medio de la incidencia sincrónica de todos
los tiempos. Desde Aristóteles hasta Benedetto Croce,
otra vez, obra de arte versus historia: la simultaneidad
SUPOSICIONES DEL LECTOR como intemporalidad tiene que ver con el tiempo
De la fragilidad de las ilusiones reconstructivistas, trató detenido de la Recherche más que con las abstracciones de
de prescindir la estética de la recepción. Hans Georg Saussure.
98 UNA HIPOTESIS DE LECTURA 99
AL MARGEN DE BORGES

LAS CRISIS DE EL CRmco:N de Ja catástrofe para referir a Job las calamidades de su fa-
milia y de su hacienda; como Scheherezade, sobreviven
El malestar o los remordimientos del lector participan en para contar o por contar, más bi~n mientras dispongan de
algo de una culpa que se conecta más con "no saber" la buena voluntad de su narratano.
" be" p que
co~ sa r . . ero más vale empezar con la historia
r~1en.~ Y partir de las frustraciones de la recuperación
h1stonc1s~ y las exageraciones a que llevaron ¡ PüSICIONES Y SUPOSICIONES
~ondeos b1.ográficos, 1~ in~g~ciones de Sainte-Beuve, ~!
1mportanc1a de lo soc10-h1st6nco para Hipólito Taine y La lectura es una suposición del texto; por eso la ver-
q?e fueron causa - por reacción- de otras exage;a- dad queda suspendida: está ahí pendiente, escasamente fu-
c10nes: ~as prescindencias formalistas, Jos cánones es- me, provisoria; más que presente, inminente; más que
tructur~1stas, de los q~e podría temerse todavía, su fácil una ocurrencia, algo que está por ocurrir, manteniéndose:
conversión:. de refugios metodológicos y objetivos "maintenant", ahora, procurando una estabilidad difícil, a
enclaustr~m1entos totalitarios de la "verdad", olvidand~ merced de todos los tiempos y, a pesar de eso, concentran-
que ~b1~n los métodos y sus consecutivas verdades son do "laespléndidacontemporaneidad" que, según Gadamer,
~n h1stón~os com? las anécdotas y, por lo tanto, irradia la obra.
cucunstanc1ales, pas1bl~s de todas las crisis y críticas: de Como toda suposición, la que realiza la lectura es irre-
edades, .épocas y ~amb1os, como se entiende triplemente futable. No cabe discutirla porque la verdad está suspendi-
en los. bien deno~mados capítulos de El Criticón. da, pero también está suspendida la falsedad: no corres-
~ mterpretac.1ón es una representación pero, contradic- ponde a la lectura formular axiomas ni concluir definicio-
tonamente a la mtepr~tació~ tradicional, no procura "el nes. Tratándose de una ficción, la verdad está suspendida
pasado del. presente .<filológ1co, arqueológico, histórico, por eso mismo. Sin embargo, como en la historia, en la
hennenéuuco, etc.) smo -agustinianamente- otro pre- filosofía, en la ciencia, la búsqueda de la verdad es la gran
sente del pasado. Entiendo que, desde el punto de vista preocupación literaria: el autor, el lector, el crítico, hasta
del lec~r. representar es hacer presente un pasado -una los personajes concurren a la búsqueda. Aunque así plan-
ope~c1ón ~mporal, histórica- tanto como actualizar teada, da la impresión de que se tratara de una gran parado-
-en e! senl.Ido de que la lingüística da al término- una ja: ¿buscar la verdad en la ficción? Ya lo había intentado
operación filosófica, realizar, tal como se entiende en es- Hamlet, y Je había dado resultado:
p~ol ~ás. ''.to rea/ize", entender, darse cuenta el privile-
giado s1gmficado que tiene en inglés. The play's !he thing
Entender es tanto hacer presente un pasado como hacer Wherein 1'11 catch !he conscience of !he King.
presente otro pr~sente. No es sólo un juego de palabras.
El ~roblema radica en la ambigüedad de presente: presen- Entre la ficción y la verdad, entre escepticismo y bro-
te/vµtual, presente/pasado. ma, un epígrafe de E. A. Poe introduce The Thousand-
Habría qu~ entender esa "contemporaneidad" no como and-Second Tale of Scheherezade: "Truth is stranger than
una abstracción o prescindencia de Jo temporal sino co- fiction. Old saying." El epígrafe parece cumplir con to-
mo un ~esa~o que formula la escritura a la historia (aun- dos los requisitos del paratexto4: ¿Quién lo formula? ¿el
que la h1stona, de la escritura dependa). La obra sólo exis-
te como texto, como una forma de estar ahí, de estar pre- 4 Aunque distante del texto mismo, el paratexto (títulos, prefa·
sente. Por algo sobreviven los mensajeros que se escapan cios, epígrafes, etc). limita la obra, la define expllcitamente.
100 AL MARGEN DE BORGES UNA HIPOTESIS DE LECTURA 101
autor?' ¿el ~arrad?r?' ~la tradición? Las voces individua- ca, "Cette sorte de vérité irnparfaite et provisoire qu on
les y colecuvas, hteranas y sociales • se confunden en es-
ta máxi apelle la science", decía Anatole France anticipándose a
ma: una verdad que se llama así porque pertenece la preocupación obsesiva, hoy en día, de sus compatrio-
a Lodos o, por lo menos, a la gran mayoría. Sin embar- tas, Edgar Morin, Jean Baudrillard, Paul Veyne, Michel
go, hace un par de .meses John Searle objetaba a Jona- Foucault y tantos otros filósofos, epistemólogos e histo-
t~~. Culler que hubiera afirmado "Truth is a kind of fic- riadores.
tton • a pesar de que la variación imprime a la fórmula Por ser interpretación, también la verdad científica es-
es bastan~ menos contundente que la sabiduría aceptada tá sometida a las circunstancias de su formulación, a la
y comparada del proverbio citado tantas veces. situación en que actúa el intérprete, a las coordenadas del
. El tema no es ~ólo un tópico de la teoría ni del conoci- discurso. Un romanista, Hugo Schuchardt, había dicho,
miento ~pular smo un lugar común de las preocupacio- al pronunciar su lección inaugural en Viena, que toda teo-
nes est~ucas, la encrucij~da do?de se encuentran narrado- ría debería empezar por la biografía de quien la expone.
res úpicos y algu~os personajes especialmente ladinos Hoy se reconoce que cualquier método es un sistema ope-
fi~ que aparecen diegéticamente, formando parte de 1 ~ rativo establecido, un establishment, y, por lo tanto, un
narración, pero qu.e, como esas inscripciones marginales sistema de entrada de la historia en la obra, un aparato
ª
--:1 de Poe, p<_>r ~Jemplo-, están siempre a mitad de ca- atenuado de producción del texto, la retícula a través de la
mmo, en los hrmtes, entre la naturaleza y la obra entr cual se observa un objeto, con la convicción de que ese
la reajidad Yla fi~ción, 'e.ntre la verdad y su desme~tido.e objeto reticulado es el objeto mismo, tal cual es; una
Fnla:; convenciones cinematográficas, la práctica para- convicción como cualquier otra.
text~al :.iparenta fórmulas más burocráticas. La inadver-
~nc1a del espec_ tador es parte de su confianza y casi no ve
ru lee los cartehtos preventivos con que inician o concl - LA BUSQUEDA DE LA VERDAD
ye~ ~~os filmes, desmintiendo sus comprometedoras v~­
rosimthtu~es. Pero basta con que la convención esté for- Buscando la verdad en el texto, el lector se propone
malmente tmpues~ para te~tar la ocurrencia paródica. una operación etimológica sin saberlo. Realiza una ges-
Que se trate de mformac16n o de invención no depende tión lingüística potencial a partir de la cual íntenta encon-
~nto de la obra como de la pragmática del texto. Como trar la verdad en las palabras, su etymon textual. Porque
dice Oswald'ó Ducrot. en Dire et ne pas dire • tamb1'én "I·a .m- desde Aristóteles ya se sabe que la verdad no está en las
tiormac1 n es una llocución"
. • es un "speech act" que no cosas ni en los seres sino en una correspondencia. Tam-
se pued~.11evar a caI>? s1 el destinatario no reconoce de an- bién en la lectura: la verdad es una relación intelectual
tema?o competencia y honestidad" en el hablante como que establece coherencia entre la representación que conci-
~ara mformar Ydar crédito a su información. ¿Otra cues- be, momentáneamente y sin dejar rastros, el lector, y la
ttón de fe? Se trata en definitiva también de una creenc·1 representación que la obra propone indefinidamente -tan-
Yde ello depende. _No es~os demasiado lejos de la ac ~~ to por infinita, ilimitada, como por incierta e imprecisa.
t~d c~n que defima Colendge la recepción de la ficción Como decía Aristóteles, más interesa en la obra lo ve-
hterana, o de toda ficción. rosímil que lo verdadero y la verosimilitud es - según el
. Nietzsche
llg L"reivindicaba
) "un
. derecho de mentir" (B erech- análisis que realiza Gérard Genette- una verdad posible
ung zur uge '. 0 scar Wllde, por su parte, se lamenta- en tanto se adecue coherentemente a las normas en vigen-
ba de l~ decaden~1a d~ la mentira (The decay of lying). To- cia. Aunque no quede registrado, es el lector quien intenta
do es mterpretac1ón, mcluso la formulación más cientíli- realizar la convergencia transhistórica, por medio de un re-
102 AL MARGEN DE BORGES
-
conido anaf6rico, un salto atrás que no lo aparta de su JORGE LUIS BORGES: "1984"
presente, encabalgando lo literal y lo literario, contrayen-
do lo ya dicho y lo no dicho, la repetición y el silencio.
El lector no define pero supone una verdad textual,
una relación dinámica que se tiende entre una idea y otra
idea, entre la intención y la interpretación, entre el autor
y el lector.
Desde el punto de vista del lector, la verdad literaria
implica un doble proceso de reflexi6n: por una parte, una
meditación, una averiguación (interpretación del texto),
por otra es reflexión por imitación (otra interpretación):
una imagen que refleja al lector en el texto. Proust decía
que el lector es leído por el texto, un axolotl, podría ha-
ber dicho Corl.ázar; un camaleón, como Zelig: una refle-
xión imprevisible que transfigura el texto cada vez. La in-
terpretación define el sentido: un sentido consentido, un
consentimiento, entre lo conceptual y lo afectivo.
Si bien la obra, que permanece, suprime la eventuali-
dad, el texto no se propone como una abolición del azar.
Esa es la diferencia: el texto es el espacio de juego (un
"Spielraum" decía Gadamer), donde el azar está dado, y •
quizá este dado no se diferencie demasiado de otros con
que desde hace tiempo se viene jugando. Se hizo famosa
la comparación de Saussure: una sincronía de la lengua
como una partida de ajedrez; para Gadamer, todo proceso
de comprensión es un juego.
Reglas, posibilidades que se actualizan, riesgos, la
conjugación de azar y determinación en una representa-
ción que se olvida como tal. Se juega la partida y se jue-
ga el jugador; el lector piensa que deja la sociedad al mar-
gen pero la sociedad no puede permanecer ajena, sigue
atentamente las alternativas, observando juego y juicio,
reglas y prejuicios: por eso no se entiende mal si más
que una verdad, la verdad del texto sea una versi6n, o me-
jor, más de una versión, la diversión tal vez.
Quiero olvidar los muchos borradores
a cuya difusión me he resignado;
quiero olvidar mi módico pasado
y gozar de estos años, los mejores,
de aceptada ceguera y de no avaro
amor inmerecido. Las naciones
del planeta me honran. ¡Cuántos dones
me <Jepara el azar! Todo esto es raro.
Quiero olvidar la ensangrentada historia,
la espada y sus batallas, no el poeta
que dulce las cantó, no la secreta
música tutelar de la memoria.
Quiero cantar la patria: los ocasos,
las mañanas, las voces y los pasos.
JORGE LUIS BORGES
Buenos Aires, 15/9/84

Poema inédi~o, dictado por el autor para el número especial ue


Jaque le dedicara. Montevideo, 9 de noviembre de 1984. q (1os]
PIERRE MENARD,
"LECTOR DEL QUIJOTE"
Que otros se jacten de las páginas que han escrito, a mí me enor-
gullecen las que he leído.
JORGE LUIS BORGES

No es Pierre Menard ·quien inicia una "cuestión de


Cervantes" -que habría sido tan legítima como haber
cuestionado la identidad de Shakespeare o seguir
planteando la cuestión homérica. En realidad, la primera
desautorización, una auto/des/autor/izaci6n más bien, la
propone el propio Cervantes, cuando responsabiliza a
Cide Hamete Benengcli de la redacción de los ma-
nuscritos que cuentan aventuras y dcs(a)venturas de Don
Quijote.
Otro problema de autor se plantea poco después; del
caso da cuenta Emst Bloch cuando compara la escasa
diferencia de fec has entre la publicación del Quijote, en
España y la notable traducción que de esta célebre novela
apareció en Inglaterra. Recuerda que el hecho llamó tanto
la atención (por la proximidad de las fechas, por las
excelencias en sí), que la gente no dudó en atribuir a
Francis Bacon -a quien por otra parte ya se le habían
atribuido asimismo comedias y tragedias de Sha-
kespearer- la redacción del Quijote, suponiendo, con
más suficiencia que fundamento, que aquella primera
versión en español, no era sino la trad ucción de un
pequeño oficial llamado Cervantes. (Debería anotarse un
atenuante, sin embargo: el problema de la adopción tardía
El texto que se transcribe es arte de . . (1752) del calendario gregoriano por los britán icos-pro-
la Universidad de Florencia ftar . bun~c:<>nfcrenc1a dictada en blema de iglesias- y, principalmente la controvertida
Quijo/e. Jorge Luis Borges: Bu~~~~ l:e~~~i ~~nard, autordel
3 [109]
110 AL MARCEN DE BORCES PIERRE MENAR!). ··LECTOR DEL QUIJOTL" 111

fama de Francis Bacon, darían verosimilitud a lo quepo- Las consideraciones de este crítico inscriben el cuento
dría interpretarse como una simple impostura.) de Borges dentro de una categoría narrativa que se está
Posteriormente, Miguel de Unamuno en Vida de Don haciendo cada vez más activa: la "crítica-ficción" y, sobre
Quijote y Sancho Panza, contribuyó a aumentar (o ac- todo, la "lectura-ficción" (El nombre de la rosa, la novela
tualizar) los desconciertos, atribuyendo a Don Quijote de Umberto Eco; Si una noche de invierno un viajero, la
mismo la creación de la novela que lleva su nombre. de Italo Calvino, entre otros) que se extienden por
Otra vez: El creador creado: un personaje autor del combinaciones imprevistas de aventura intelectual o de
autor y de sí mismo. Más que una situación paródica, la épica teórica, el cámpo de la ficción más allá de los
contradicción plantea una problemática estética géneros tradicionales.
-teológica, sin duda-que daría para discutir largamente La inversión que propone Borges en este cuento
en otro lugar. Sólo por anticipar un posible enunciado implica una oposición particular pero que podría hacerse
del problema: Dios crea al hombre para que lo cree o para extensiva a toda su obra. Del mismo modo que R.
que crea en él. Creer y crear como dos acciones que se Barthes2 proponía orientar Ja investigación de Proust a
asimilan en una misma consagración, en una misma fe. partir de un régimen de inversiones: Ja "enantiología"
El enunciado daría otra variante de "Vergine madre figlia (del gr. enantios: contrario) o "discours du renversement"
del tuo figlio".1 Del creador a la creación, la autoridad se (porque Barthes reconoce -presocráticamente- que
desplaza, tanto por realización como por poder. entre la oposición de contrarios se encuentra el origen de
Por algo será que para Don Quijote se encuentran toda cosa), el universo imaginario de Borges corresponde
tantos y tantos tipos de autor: un moro, un filósofo -todavía con mayor nitidez que en Proust- a esta
inglés, un oscuro oficial español, un narrador, un estética especular, una nueva versión del transitado
personaje. La lista no puede terminar aquí. De ahí que no "monde renversé". Estudiando otro cuento de Borges, "La
sorprenda que ahora -por ahora- sea un lector, su forma de la espada", preferí denominar esta estética con
autor. un nombre todavía más cacofónico que el de Barthes,
Por ejemplo, Pierre Menard: Pierre Menard por pero más específico también: la catoplromancia, la
paradigma. adivinación :-una mancia- por medio del espejo (gr.
Aparentemente ajeno a este intricado problema de katoptrikos).
autos y fueros, Borges -sin planteárselo- lo resuelve, Entre espejos, Borges procura averiguar una verdad
una vez más, por inversión, por paradoja, con un recurso que se oculta, apenas si se refleja (speculum in
de ficción que es bastante más que una significativa aenigmate) su imagen invertida. Borges dobla esa
ocurrencia. inversión. En Pierre Menard, es una inversión que se
En su cuento, Pierre Menard, autor del Quijote, es un multiplica, vale como revés y contrariedad, pero es a
erudito, amigo y admirador de Pierre Menard, quien se partir de esa "puesta en espejo" que un texto empieza.
hace cargo de la narración por medio de una nota que Establecida entre los polos autor/lector, la inversión
dedica a este escritor de Nimes, a fin de corregir, con sus revela la solidaridad de dos funciones opuestas
informaciones y comentarios, los errores de catálogo que -simétricas, similares- del acontecimiento literario.
los apresuramientos necrológicos y homenajes póstumos En esta oposición necesaria se juega la literatura.
a Menard, precipitaron: la alarmante omisión del De ahí que para observar las alternativas de ese juego,
Quijote, su obra maestra.
2 Roland Barthes. "Une idée de recherche" en Recherche de
Dante Alighieri. Divina Comedia. Paradiso, 33. Proust. París, 1980.
112 AL MARGEN DE BORGES
PIERRE MENARD, "LECTOR DEL QUIJOTE 113
haya recurrido a la asistencia de una teoría de la
recepción, una doctrina que he tratado de interpretar como por "lecturas" diferentes correspondientes a estadios
"una retórica del silencio",3 ya que de la lectura, que es biográficos diferentes: "Toda mi vida modifica el libro
una acción, silenciosa, depende. · que estoy leyendo", decía Borges en una de sus últimas
Para J. Starobinski "El solo hecho de sobrevivir es conferencias de Montevideo.6
índice de un acogimiento" , no duda de que la relación La enumeración precedente aunque vasta, no agota el
receptiva asegura la existencia de la obra. No es la única inventario; sólo comprende algunas de las distintas
mención sobre esa reciprocidad básica entre escritura y formas conjeturales del acceso por parle del destinatario
lectura: Decía E. Levinas a propósito de sus lecturas de -experiencia estética mediante- a una interioridad que
M. Blanchot que "El libro no existe sin mi exégesis". es alteridad. Son nombres diferentes que aluden al
Según la "Rezeptionaesthetik". la historia de la lite- silencio específico con que el público atiende a la obra
ratura y del arte en general han sido demasiado tiempo pero que no se confunden con pasividad o inercia. Más
sólo la historia de autores y obras. Considera que que una reacción es una ca-acción en tanto participación
ninguna teoría precedente atendió suficientemente el compartida, colaboración sí pero también compulsión,
hecho de la recepción y las condiciones históricas en que una acción obligatoria: un silencio inherente, necesario a
ésta se produce. Si bien esas teorías anteriores la condición de lector, de espectador, de oyente. La
observaban discontinuamente el circuito de la suspensión o menor interrupción de ese silencio provoca
cori:i~nicación estética, se disminuyó o simplemente, se distintos grados de violencia: desde la desaprobación
omitió el tercer estado, el tercer excluido, el lector, el como forma de sanción social· hasta la pérdida del status
oyente o el contemplador.4 del receptor, ya que cualquier pronunciamiento-fuera de
No s~ría necesario hacer constar, sin embargo, que no los gestos de acogimiento convencionales: aplauso,
es la pnmera vez que en planteas de estética se toma en bravos, etc.- transgrede su condición receptora.
cuenta al destinatario de la obra. Desde la consabida La severidad de la sumisión se advierte con mayor
catarsi.s artistotélica, la misericordia de San Agustín y evidencia en las artes del espectáculo donde el fenómeno
posteriormente sus nociones afines: sinfronismo, del silencio se exterioriza, la teoría se hace exhibición.
"Einfühlung" y variantes: empatía, simpatía, o la El espectador debe permanecer silencioso: prohibido
"Verfremdungseffekt" (el extrañamiento) por contraria hablar, prohibido moverse, prohibido toser. (Se recuerda
semejante, han atendido más o menos someramente la~ el happening como aventura frustrada.) En pocas
instancias de. la recepción. Tampoco deben pasarse por oportunidades se inflige al espectador -a u·n hombre-
alto las funciones del receptor que, a partir de formas una obligación tan violenta como voluntaria. Pero sin
estéticas particulares, ha analizado con carácter general esa ca-acción -una relación dialéctica entre obra 'y
Umbero Eco en la poética de la obra abierta.5 Son público- la experiencia estética no tiene lugar.
aperturas que incluyen la actuación lúdica, re-creativa Aunque las teorías de la recepción no lo hayan
competitiva y real del receptor, quien crea efectivarnenl~ planteado así, conviene relacionar la multiplicación y
a partir de una obra que así lo requiere, o aperturas coincidencia de sus estudios con el incremento
entendidas como virtualidad interpretativa, condicionada desbordante que han adquirido en las últimas décadas las
comunicaciones de masas y las derivaciones de su
3 L. B. de Behar. Una retórica del silencio. México, 1984. serialización tecnológica: Las altisonancias estereofóni-
4 H. R. Jauss. Pour une esthétique de la réception. Paris, 1978. cas, el aturdimiento mecánico, que se sobreponen por
5 Umberto Eco. Obra abierta. Milán, 1962. Trad. Barcelona, 1963.
6 J. L. 13orgcs: "Conferencias"Sala Verdi. Montevideo, 14/11/81.
114 AL MARGEN DE BORCES PIERRE MENARD, "LECTOR DEL QUIJOTE 115
estrepitosa perfección a la voz humana.En esta "era de la se convence de que en la memoria queda sólo lo esencial
reproductibilidad técnica" sobre la que reflexionara W. de una lectura. De las extensas novelas, el lector sólo
Benjamín, cuando la obra de creación arriesga su "aura" y guarda el recuerdo de las situaciones o frases esenciales,
sacrifica la valiosa unicidad que la particulariza-(la inde- de los poemas, algunos versos. Este acopio no es
fectible "insularidad" de que hablaba también B. Croce reductivo, al contrario, cada lector encuentra así su propia
como valor inherente a la obra de arte)-, el 1eceptor lectura; el mismo lector, otra lectura, cada vez. Por eso
desaparece clausurado más que nunca en el s1Je, 1cio y, subestima las novedades que pretenden algunas obras ya
paradojalmente, o como reacción compensatoria, ocurre que para él "escribir es mucho menos importante que
que las teorías se dedican más ·que nunca a observarlo. leer, que es la operación fundamental".
Toda lectura discrimina: quien lee, algo salva, algo
QUAND LIRE C'EST É-LIRE saca. De ahí que aún el lector más libre y tolerante -sin
saber o a su pesar- parezca (padezca de) aplicar los
La historia de la literatura es la historia de la lectura. Es rigores de un censor. Recrear esa ineludible parcialidad es
obra del lector y no del artista. Por eso, todo lector es un la difícil tarea que se propone Menard; en su afán de
e-lector, en tanto que elige; todavía más, es un se-lector, reescribir el Quijote, elige el Cap. IX, un fragmento del
porque elige por sí y para sí. El hombre está obligado a xxn y el XXXVIII. Lectura y escritura se identifican: "Mi
elegir, ésa es su libertad. Dada su contradictoria recuerdo general del Quijote, simplificado por el olvido y
condición de libertad y necesidad, no se registra nunca la indiferencia, puede muy bien equivaler a la imprecisa
una lectura total, no existe esa lectura que preferí imagen anterior de un libro no escrito. Postulada esta
denominar pantol6gica. Por otro lado, el fenómeno imagen que nadie en buena ley me puede negar, es
recitativo, ajustado al principio de literalidad (el indiscutible que mi problema es harto más difícil que el
parlamento teatral, la poesía, la plegaria) no es lectura, de Cervantes". De una obra, fragmentos, de los
es recitado, ya que cada lectura exige una operación fragmentos otra obra; el autor es un lector, un se.lector
antológica, personal, selectiva. La participación del que escribe.
lector es una condición del texto: participa tanto porque Esta identificación autor-lector que constituye uno de
interviene como porque toma parte, su parte. Del mismo los ejes más sólidos de la estética de Borges invalida,
modo, tampoco existe una escritura total o completa. para el presente caso, las lúcidas reflexiones de M.
Representar es, sobre todo, parcializar. La ambición de BlanchotS o de G. Steiner.9 Ambos, notablemente, pero
reproducir la realidad, que no es representarla, presenta en fonna desacertada ven a Pierre Menard como un
una desigual historia literaria. Desde los graciosos traductor, el traductor ideal y desvían así, por un
despropósitos en que incurren los sabios de Balnibarbi desplazamiento sobreinterpretativo, la oposición
(Viajes de Gulliver) hasta los menos ocurrentes (identificación) autor-lector, más Íegítima, que nos
inventarios, el realismo extraño que registra la novela interesa: "El texto de Cervantes y de Pierre Menard son
objetiva ("le nouveau roman"), siempre se ha padecido la verbalmente idénticos." La puntualización del narrador de
imposibilidad de llevar a cabo esa ambición desmedida. Borges no deja lugar a dudas. Pero la confusión de ambos
Borges no deja de ponerla en evidencia en las pocas críticos se justifica: Quizás compartan la categórica
lfueas de su Museo.7
En su conferencia sobre La Cábala (ya citada), Borges 8 Maurice Blanchot, El libro qia vendrá. Trad. Caracas, 1959.
9 George Steiner, After Babel. Aspects on Language and Trans-
7 J. L Borges, Historia Universal tk la /nfamúi . Bs. As., 1935. lation. Londru, 1975.
PIERRE MENARD, "LECTOR DEL QUIJOTE" 117
116
AL MARGEN DE BORGES
y las gestiones del traductor implicado. Cuenta con la
apreciación prousliana: "El deber y tarea de un escri~r gran memoria literaria (una transtextualidad, esa relación
son las de un traductor".1º Más probable sería adm.1tir que según Genette se establece entre textos) de la literatu-
que esta vez --Otra vez- el hipotexto (el ~xto antenor, ra a fin de velar (ocultar, vigilar) las funciones de Pierre
según las relaciones entre textos que. clasifica ~enette) Menard. Puede ser que este juego de escondidas con que
Don Quijote, no sea inocente de mterpretac1ones y (se) deleita el narrador de Cervantes se haya transtextuali-
malentendidos posteriores. .. . zado tanto entre el Quijote y sus lectores, que inducen a
Se recuerda que el narrador del Q~tJOte se mtt:oduce en M. Blanchot y a G. Steiner a transformar también en tra-
la novela de Cervantes, por medio de un Juego de ductor a Menard: por deslizamiento, el fenómeno de auto-
"cordones" muy borgiano, desde una exterioridad que le ridad desplazada (de Cervantes a Cide Hamete, del narra-
interesa subrayar. Es un narrador que está al margen~~ la dor al traductor) resulta una complicación que ya está
narración. En el Cap. IX, donde la pelea entre D. QWJ?te establecida en el repertorio literario y prestigiada en pro-
y el gallardo vizcaíno se interrumpe en el me1or piedad por la novela.
momento, el narrador es el primero en quedar~ No faltan precisiones sobre la índole de la labor litera-
decepcionado por no conocer el desenlace; se queja ria de Menard. No es un traductor del Quijote (ya se di-
apesadumbrado de que el, autor no le hubiera dado ~ás jo); su labor tampoco puede confundirse con un plagio:
noticias sobre "dónde podía hallar lo que della faltaba y, "Inútil agregar que no encaró nunca una transcripción me-
sobre todo, se queja contra la injusticia de que hazafl~s cánica del original, no se proponía copiarlo." 11
nunca vistas como eran ésas, no contaran con algun Tampoco se dedica a esas recurrentes adaptaciones de
sabio que tomara a su cargo escribir~~s. Si no hub~era obras clásicas que trivializan con accesorios ad hoc una
sido "por el cielo, el caso y la fortuna más el_ tra~a10 y permanencia artística que sabe superar esos accidentes cir-
la diligencia que puso en buscar el fin de esta histona, no cunstanciales. P. Menard, con razón ~on Hegel, qui-
se habría enterado de que un muchacho había ofrecido por zás-las subestima. Quijotes de diferentes épocas y de di-
poco dinero a un sedero el cartapacio de manuscritos en ferentes procedencias han multiplicado y disminuido a la
caracteres arábigos, tanto que el narrador de Cervant~s se vez con contingencias inútiles y fugaces, la vigencia tem-
tienta a hacerle una contraoferta para poder segmr la poral del personaje mítico: "Como todo hombre de buen
historia. Se trata indudablemente de un narrador muy gusto, Menard abominaba de esos carnavales inútiles..."
moderno: distingue sus fueros de los del autor, Ni transcripción, ni traducción, ni plagio, ni adapta-
permanece ajeno a la historia {nulisciente, d~a yo), ción; si se le dedica a Menard una nota necrológica como
desautoriza a su autor y resulta el portavoz fortmto de la autor del Quijote, es porque cada vez más Borges no pue-
continuación de los acontecimientos que refiere. , de dejar de confundir, en una misma entidad, en una mis-
La fractura narrativa de Cervantes es notable. Por allí ma función, autor y lector.
se escapa la ficción, los cordones se entreveran, la reali- Vale más la redundancia que el olvido: todo escritor es
dad se introduce pero todo por broma poética. La intencio- lector de un texto previo. Todo lector es autor de un tex-
nal exterioridad del narrador se aleja todavía un grado más to previo. No se trata de un arreglo de cuentas: saber "re-
cuando confesando que desconoce el árabe, debe recurrir a
un moro "aljamiado" para que le traduzca el ~ex to y poder
así continuar su cuento. Borges especula, sm duda, con 11 Sería interesante (pero tal vez injusto) ensayar un estudio compara-
tivo entre la célebre obra de Pierre Menard y las laboriosas tareas enci-
esas limitaciones e ignorancias del narrador de Cervantes clopédicas de sus compatriotas Bouvard y Pécuchet, esos pacientes escri-
tores, lectores. personajes (¿existen más funciones?) de Flauben.
10 Marce! Proust, A /JJ recherche du Umps perdu. L 727
118 AL MARGEN DE BORGES PIERRE MENARD, " LECTOR DEL QUIJOTE 119

cibir" no se diferencia de saber escribir: "Ya no nos que- escritura da lugar a un entt>mo de silencios donde se defi-
dan más que citas", dice Borges. Es también a su propia nen los implícitos de la lectura. Por eso la hennenéutica
escritura que Proust se refiere cuando dice: "Era muy raro se desarrolló especialmente en relación a la teología y a
que Emerson comenzara a escribir sin releer algunas pági- la jurisprudencia: cuanto más rigurosamente se observa
nas de Platón." Si bien la prioridad de la escritura pro- la literalidad, más interpretaciones provoca. Se entabla
puesta por Derrida ha sido cuestionada más de una vez, así un equilibrio favorablemente tenso entre la invariable
en cuanto a la literatura no habría dudas: Al principio fue explicitez del"texto y el silencio, las infinitas variaciones
el texto. Un pretexto siempre: el texto anterior, la prime- de la lectura.
ra razón de la propia escritura, la escritura (lectura) ajena. El narrador del cuento insiste en la insignificancia de
"la obra visible" de Menard (el adjetivo va en itálicos en
el texto). Es esa una obra menor por sus atributos y su
LA AUTORIDAD CUESTIONADA: brevedad, fácilmente enumerable. El narrador no duda en
ESCRmJRA E INTERDICCION catalogarla prolijamente por medio de una ordenación lite-
ral (de la a, a la s) que disminuye todavía más, por las
Entre las palabras impresas que transcriben el discurso limitaciones de la lista alfabética, la escasez de una serie
del autor queda un blanao que no corresponde ni a su voz que, desde el principio, ni requiere las extensiones ilimita-
ni a su silencio. Vale como emblema de interdicci6n en das de la numeración. Las precisiones taxonómicas trivia-
tanto se encuentra entre'dicción y dicción pero, sobre to- lizan todavía más la inopia del caso.
do, porque más que una convención tipográfica es la mar- Sólo por divertida la lista no fatiga. Pero vale, ade-
ca discontinua de un discurso prohibido, lo que no se de- más, porque contrasta la obra visible con las impondera-
be decir pero se supone. En ese espacio no escrito, "un bles categorizaciones de la otra: "la subterránea, la inter-
espacio libre ", se define, más allá de la lengua y su siste- minablemente heroica, la impar..." "Esa obra tal vez la
ma, el sentido de la palabra: sentido, como significado y más significativa de nuestro tiempo." Se trata del Quijo-
como dirección (semántica y vectorial) del texto, un lu- te de Pierre Menard.
gar vacío que se colma circunstancialmente de interpreta- La literalidad perfecta de la cita salva a Menard de ries-
ciones y teorías, un hiato del discurso por donde se filtra gos tautológicos: saca partido de las ventajas de su poste-
el lector y la historia. rioridad y enriquece con concepciones más modernas "la
Impuesto convencionalmente, ese blanco repres~nta pobre realidad provinciana" de Cervantes, sin incurrir si-
un tipo de silencio difuso: el silencio de la lectura, un si- quiera en las superficiales concesiones al color local que
lencio necesario a la vigencia del texto; indispensable, no -según comenta el narrador- tentaban al siglo anterior.
puede dejar de ser. Por lo menos la lectura no accede a las Capciosamente el narrador transcribe y contrasta un
aporías del escritor, a la fatalidad de su condición trágica: mismo fragmento: "la verdad, cuya madre es la histo-
"Enamorado del silencio, el poeta no tiene más remedio ria..." Atribuido a Cervantes, un elogio retórico; atribui-
que hablar", decía Octavio Paz, mientras el lector lo ob- do a Menard, una idea asombrosa. Teoría e ilustración,
serva y se calla. también el cuento tiene por tema la verdad y la historia,
El parentesco etimológico entre ley (lex, legis) y leer el verbo y el cambio.
Qegere), no es accidental; ambos aspectos (ley y lectura) Esa comparación entre dos textos idénticos (un solo
se cumplen en la operación literaria: edicto y prohibi- texto) pone en evidencia las lecturas dinámicas e históri-
ción, lo dicho y la interdicción, la palabra autor (izada) y cas correspondientes a dos épocas diferentes. La lectura es
el silencio. La permanencia y autoridad irrevocable de la fragmentaria, quiebra el texto, abre una fractura por la
PIERRE MENARD, "LECTOR DEL QUIJOTE" 121
120 AL MARGEN DE BORGES
definición, pero interesa más todavía porque reivindica la
que el lector introduce su propia historicidad, silenciosa- responsabilidad que se reserva al intérprete en cada caso:
mente, sin modificar la letra de manera que cualqúier lec- "El arte es lo que cada sociedad considera como tal", decía
tor pueda hacer lo propio y nadie se entera. Ese siler.;;io Marce! Mauss. Para J. Culler, será literario el texto leído
multiplica la obra en una operación abierta, •.mn "opera como texto literario. A Borges no le aflige el itinerario
aperta" discreta e intenninable, otra diseminacitn12 para circular del criterio y lo aplica, sin reparos, a la defini-
J. Derrida: semántica (significativa), seminal (genética), ción de géneros. Cuando examina las características del
semejante (repetitiva y diferente). cuento policial,.desplaza la responsabilidad tipológica al
Pierre Menard se salva de los riesgos de la explicitez arbitrio del lector: "Los géneros literarios dependen qui-
por medio de la fidelidad literal de su (re) escritura. La in- zás, menos de los textos que del modo en que éstos son
terdicción crea un estatuto intemediario tan efectivo co- leídos." Y conjetura con minuciosa fluidez sobre las de-
mo insuperable, entre el texto y el lector, entre el discur- ducciones detectivescas de un lector que "previó" el Quijo-
so y el silencio. te como una novela policial.13
El narrador de Borges, adherente "avant la lettre" de la Contra las versiones divergentes (las (di)versiones de
Rezeptionsaesthetik, intenta en primer ténnino recons- la lectura, la diferencia, apenas un "pasatiempo", "una
truir el horizonte de expectativa -en el sentido que le pérdida de tiempo" -como decía la abuela de Proust en
atribuye Jauss a la noción de Husserl- de los primeros reivindicación de la vida y de la acción), la disposición
lectores del Quijote, contemporáneos de Cervantes. (por orden, por vacío) textual donde el tiempo se pierde:
el texto es un campo conflictual donde la verdad está en
Conocer bien el español, recuperar la fe católica, guerrear fuga, una fugacidad que, contradictoriamente, lo dispersa
contra los moros o contra el turco, olvidar la historia de Europa y lo establece.
entre los años de 1602 y de 1918, ser Miguel de Cervantes. Pie- Como si la escritura no negara su aspiración: el
cre Menard estudió ese procedimientos (sé que logró un manejo aleph, la letra donde todo empieza: El principio (la raíz
bastante fiel del español del siglo diecisiete) pero lo descartó
espiritual de todas las letras, decían los cabalistas) y el
por fácil. ¡Más bien por imposible!, dirá el lector. De acuerdo,
pero la empresa era de antemano imposible y de todos los me-
universo (el aleph en el sótano de la calle Garay); 14 un
dios imposibles para llevarla a término, este era el menos intere- origen y un orbe donde obra e historia coinciden como
sante. Ser en el siglo veinte un novelista popular del siglo dieci- un encuentro insólito y fugaz de la cita casual, la coinci-
siete le pareció una disminución. Ser, de alguna manera, Cer- dencia -una repetición textual- o una convocación se-
vantes y llegar al Quijote le pareció menos arduo -por consi- creta entre palabras. La interdicción no aparece -es lo
guiente, menos interesante- que seguir siendo Pierre Menard y que no debe aparecer; son inte~dicciones los "borradores"
llegar al Quijote, a través de las experiencias de Pierre Menard. del Quijote que quemaba Menard en alegres fogatas para
no dejar rastro ya que sólo pennanece la escritura. Más
Si Jauss afinna que el horizonte del presente no puede próxima a la historia, la lectura es la efímera particulari-
fonnarse sin el horizonte del pasado, tampoco el del pasa- dad individual que la escritura permanente y literal de la
do puede fonnarse sin el presente. En materia estética es obra requiere, en cada circunstancia, siempre distinta, sin-
difícil sustraer las definiciones a soluciones tautológicas. gular, infinita, como la abrumadora variedad de la reali-
La inevitable circularidad del razonamiento destaca la va-
nidad def intento de definir una obra, que se sustrae a la 13 Jorge Luis Borges. El CUl!.nlO policial en Borges oral. Barcelona,
1982.
12 Jacques Derrida, La dissiminati6n. París, 1972. (Hay 1raduc- 14 Jorge Luis Borges. El Aleph. Bs. As., 1949.
ci6n al español)
121. AL MARGEN DE BORGES

dad que no podía soportar Ircneo Funes, 15 que nadie so- ESTRATEGIAS DE LA REPRESENTACION
porta, en realidad, y por eso inquieta.
Aunque a Borges le pese recurrir siempre a Heráclito,
no le importa revivir la imagen del río, que nunca es dos
veces el mismo y del hombre que tampoco lo es. Sin em-
bargo, el fluir del texto es diferente de ambos: el texto ni
se repite ni desaparece. Cambia el lector y cambian sus
lecturas pero el texto queda a salvo, es esa quizás una
"testarudez" del texto (como podría haber dicho Barthes),
su reserva (una fortuna, un silencio) es ambivalente: el
texto no se altera pero es principio de alteridad.

15 Jorge Luis Borges, Funes ~1 memorioso, en Ficciones. ns.


As., 1944.
-
De todo ese pasado equívoco y lánguido quería
redimirse Hladík con el drama en verso "Los enemigos".
(liladík preconizaba el verso porque impide que los es-
pectadores olviden la irrealidad, que es condición del arte.)
JORGE LUIS BORGES

UNA CUESTION DE LIMITES

A cierta distancia dos personas comienzan a discutir, los


gestos se hacen violentos, la voz cada vez más destempla-
da. Por indiferencia, por discreción, por egoísmo o te-
mor, acelero el paso, me aparto sin mirar, tratando de no
ver:. de no oír -que es más difícil-, sin darme por
enterada.
La advertencia, en cambio, de una marca mínima, im-
previsible o convencional -alguna cuerda, unas rayas de
tiza, un cajón o un par de tablas que sirvan para sostener
a una o a las dos personas- determinaría una actitud
más que diferente, opuesta: interrumpiría la marcha, escu-
charía atentamente eso que (se) dicen tratando de observar
todos los detalles; tal vez llegara a conmoverme, segura-
mente no demoraría una interpretación.
Cualquier distintivo apto para indicar el artificio mar-
ca la representación y, al mismo tiempo, da lugar a espa-
cios diferentes; al distinguir la representación, "se pone a
salvo" la realidad, se verifica así una estrategia de
apartamiento que, sin embargo, compromete en forma
inmediata la participación contemplativa, una manifesta-
ción bastante extraña del interés, el "ínter esse", ya· que
es un estar entre por estar fuera, ambivalencia que es pro-
. , " fue publicado en el se- pia de la contemplación estética y que da cuenta de las du-
"Estrategias de la Representac1on
manario ]Qí/Ue, Montevideo, 9/12/83 y 23/1/84. [12s]
126 AL MARGEN DE BORGES ESTRATEGIAS DE LA REPRESENTACION 127

dosas contradicciones que opera una mecánica de identifi-


cación/distinción, atracción/distanciamiento, ambas reac- 1 Por su intermediación suelen ocurrir los deslizamien-
tos elusivos y las desconcertantes reciprocidades que desfi-
ciones en un mismo movimiento. guran a los personajes de Borges y a los personajes
J
borgianos de Cortázar: un hombre que suefla cuando es
1 soñado, larva curiosa, el asiduo visitante del acuario ter-
CONFUSION Y DISTINCION DE PLANOS mina visitado. También por medio del mismo expediente
quedan cuestionadas las oblicuas atribuciones de los narra-
Tratándose de la comunicación artística, me pareció opor- dores y narratarios de la literatura más tradicional: empla-
tunol proponer la denominación de cordones para desig- zados entre fronteras, sus transgresiones aparecen normali-
nar estas marcas que oponen el plano de la ficción a todo zadas por todas esas historias de aduanas o de divanes
lo que no se considera tal. Se designaba de esta forma los -ya que fueron lo mismo en un principio-, historias
diversos procedimientos de intermediación capaces de pro- que proceden de los enigmas más antiguos pero que si-
ducir y distinguir las tensiones dialécticas de autonomía guen condicionando la imaginación estética y teórica de
y dependencia recíproca que se comprueban entre el uni- todo el siglo. Son figuras fantasmales y voces ambivalen-
verso artístico -en tanto que artificial pero, sobre todo, tes que se adscriben equívocamente a dos territorios ri-
virtual- y el universo "espectativo" -de quien observa, vales, tanto más competitivos cuan~ más compartidos.
del espectador, de su expectativa-, la situación histórica La ambigüedad, que es inherente a la condición limi-
en la que esa comunicación se realiza. nar de los cordones, traza y suspende jurisdicciones; son
La denominación se justifica porque también, en otros marcas de límites, en efecto, pero establecen una limita-
contexto~. corrientemente "cordón" designa una dualidad
ción que vale más como extensión que como restricción.
muy particular y contradictoria: significa tanto el objeto Semejantes a las diversiones del bufón en el teatro o en
que une: el cordón se aplica a la relación más íntima, la corte, los cordones aparecen encabalgados entre realidad
anterior al ser-nacer, el ombligo del origen, el sello del y ficción; su función es especialmente dual; entre dos
pacto inicial, nudo y corte, el parto. Por otra parte, se aguas, tal como lo representa Tiépolo,2 queda a mitad de
aplica también a aquellos objetos que separan y aseguran camino entre el fresco y la pared, de manera que ha sido
la escisión neta, la más severa, necesaria y arbitraria, sa· necesario romper el friso de mármol, quebrar el mármol
nitaria o policial. Unión y separación, los cordones conci· para no dañar la pintura aun cuando, por esa fractura, pe-
lian en una misma instancia dos funciones opuestas. Inte· netre otra realidad. Su hábil tropiezo desborda la escena y
resan especialmente porque no son subsidiarios de una en· cruza, con un mismo gesto, personajes y público, el
tidad artística, sino los elementos que definen la produc· "enunciado" y la "enunciación". De naturaleza similar a
ción de la ficción y provocan su recepción en una instan· la de los elementos gramaticales indicadores, los cordo-
cia real. nes articulan e imbrican dos experiencias distintas (una
De la misma manera que las "metalepsis narrativas" simbólica, representativa; otra demostrativa y presente)
de las que hablaba Gérard Genette, los cordones expo- en un mismo espacio de comunicación, confundiendo y
nen "las fronteras en movimiento", las problemáticas in- distinguiendo, en un solo texto, situación dada y situa-
serciones de un plano de la narración en otro plano, el lu- ción creada.
gar donde (se) juegan su interioridad y exterioridad, su fic-
ción y verdad.
2 Enrique ill recibido por Federigo Contarini a la entrada de la
l Revista Degrés No. 31. Bruselas, 1982. Villa de Mira. Musco Jacqucmart-André, París.
128 AL MARGEN DE BORGES ESTRATEGIAS DE LA REPRESENTACION
129
No faltan ejemplos más actuales. Diplopía,3 una obra CONTRADICCIONES DE UN CORDON ARCAICO
reciente del norteamericano Eric Orr, consiste en una
construcción muy simple: una abertura en la pared. Lapa- ~ntre otras _causas, la aparición de medios de representa-
red, de frente, unida a dos laterales, funciona como un ~1~n rr_iecámca ~~Y refinados ha atenuado las propiedades
marco o pantalla en ángulo creando un ambiente diferente tm1tativas específicas del teatro y lo llevaron a procurar 0
en el interior del museo. Desde ese espacio particular, los recu~rar aque~las fonnas que subrayan su dependencia de
visitantes de la exposición observan a otros visitantes de las c~cuns~c1as, d_e la~ condiciones de producción y re-
la exposición que contemplan las obras allÍ exhibidas. cepc1~~: la tmprov~sactón por oposición a la fidelidad
Por medio de la reproducción es posible observar a esos repeattva de la ~0~1a, l_a puesta en relieve de lo efímero
observadores que observan a otros observadores. Tam- contra la constncava hteralidad del texto, la dispersión
bién aquí aparecen los espectros de las ruinas circulares: c~ntra la clausura, el acontecimiento contra el estableci-
sólo un marco, un espacio limitado, otro cordón, alcanz.a m1ent?. Son formas que habían determinado el culto de
para estetiz.ar cualquier objeto, cualquier circunstancia. El lo a~c1den~l, la expectativa ~el azar, las peripecias como
recurso va más allá que los conocidos desplantes de Du- manifestación de la eventuahdad, la supresión del texto
champ. Crea una situación artística doble, de dos caras, de la escena, del escenario, pero que aniesgan el artificio'
una ambivalencia que ilustra además sobre la vigencia con~unden la verdad. Roland Barthes confesaba su resis~
tan contemporánea de una mayor atención dirigida hacia tenc1a contra un teatro que no observara la dramaturgia
. , 'dam
·
el receptor, pero también hacia la confusión/distinción de del espacio mu ente cercado, de la escena iluminada
límites de la experiencia artística, el cuestionamiento de En el teatro, donde se imitan las cosas con las co~
la exterioridad/interioridad, la necesidad de los cordones. los gestos con los gestos, las palabras con las misma~
Hace muy poco, en la exposición Zeitgeist que se rea- p_alabras, la voz co_n la voz, los cordones se reconocen
lizó en Berlín, Jonathan Borofsky descolgaba la figura de siempre tan necesanos como flexibles
un hombre desde la ventana de la casa. Junto al Muro, . En ~a antigiledad se reclamaba la p~esencia de un nexo
aparecía entre campos antagónicos: un Berlín y otro Ber- dmám1co apto tanto para separar como para unir. Sesa be
lín, entre el museo y la ex-sede del comando de la Luft- que e1 coro, por, ejemplo,
.
cumplía con esa función ambi-
waffe, entre el palacio de Martín Gropius y el edificio de g~a, plural, ~~ivoca, apta para vincular la realidad coti-
Albert Speer, suspendido entre el arte y la historia, dando d1~na del publico con el artificio evidente de coturnos
un salto en el vacío.4 mascar~, meg~onos. Y versos. El coro representaba u~
La actualidad inventiva del recurso no atenúa la penna- personaje colee~~º· mtennediario, el espectador ideal
nencia de una preocupación remota. Por algo es la condi- (Schlegel). Prec1p1taba la poesía (Schiller) establ ,
ción humana el título de varias obras de Magritte: un pai- reforzaba _las distancias (Nietzsche). De un' lado 10e;:~¿.
saje, el cuadro de un paisaje en el cuadro, que se continúa s~s. los mitos, los héroes; del otro, la polis. La adverten-
imperceptiblemente, perfectamente, más allá de la tela, cia_ de l?s co~dones ha~ilita wia asimilación anacrónica:
en la tela siempre. ¿Dónde tennina el cuadro? ¿Dónde em- I~ iden~fic~ci6n catártica de Aristóteles por un lado y el
piez.a el paisaje? ~1stanciamien_10 de Brecht, por el otro, aparecen reconci-
lia~os, a traves del ti~mpo,_ a través del teatro. La identifi-
3 Docwnenta Kassel, 1982. Datos proporcionados por el Sr. D.
cación ya no ~s P_Os1ble sm el distanciamiento. Si no se
M. Noak. descubre el_artifi_c10, ~bién la verdad se arriesga. Frente
4 Los datos fu eron proporcionados por el Sr. Ch. Joachimides. a la obra (!iteran~, plást_ica, teatral; la cinematográfica se
Montevideo, noviembre de 1983. atenderá en otra mstancia) es necesario no olvidar que se
iJo
AL MARGEN DE BORGES ESTRATEGIAS DE LA REPRESENTACION 131
e~tá .~ontemplando .una ficción, que "Ceci n' est pas una estrechas conexiones del autor con el acontecimiento .ci-
pipe , no es una pipa, aunque esté representada, porque
está representada. nematográfico. Ya se sabe que para Fel.isberto el eme
constituye -más que cualqmer otro escntor- un. espa-
cio ideal. El, el pianista del cine mudo, también se
encuentra, como el narrador de sus cuento~, entre la rea-
UN NARRAOOR EN EL LIMI1E lidad y la ficción, entre el silencio y el son.ido (él lo pro-
duce), entre la sala y el artificio (es él qu.1en lo marca);
Para lectores y críticos de Felibserto Hemández ya consti- en una situación marginal, es su prC;5enc1a. la que esta-
tuye un lugar común reconocer la conformaci6n-confor- blece los limites: tiene delante de s1 una imagen; sólo
m1dad de su imaginación literaria a detenninantes cinema- supone que a sus espaldas está el mundo.
to~cas: la preponderancia de la visión, el reticulado de
la.imagen, una figuración condicionada por el fracciona-
~mento y la contigüidad, el registro minucioso de los ob- SILENCIO Y CLAUSURA
J~tos, su .animación, enumeraciones que dispersan la aten-
ción hac1~ !os detalles, una lógica narrativa articulada por En la exhibición cinematográfica son escasas o nulas. ~s
yuxtapos1c1ón ~ás q.ue por coherencia, son algunos as- manifestaciones de la presencia del e~pectado~. No partici-
P~tos de la est~tJca cmematográfica quer particularizan el pa ni aparece; anónimo, descon~ci~o. se ignora entre
discurso de Fehsberto. otros espectadores igualmente supnmidos. ,,
Tanto C?1!1º otros, los narradores de este autor se limi- "Nada existe, el cine no es más que lu~es y sombras.,
~ ~ desci:ib~ part~ de la realidad, pero es la suya una par- decía hace poco Verónica Voss, una actriz, un persona3e
cialidad disl!~ta: d~erente y exhibida; similar a la imagen alucinante de Rainer W. Fassbinder, y el mundo queda
de la proyección cmematográfica, la visión queda encua- fuera suspendido. También alucinado, apenas una presen-
drada, e.orno p~oyecta~ sobre una pa~talla --Otro objeto cia espectral, el espec~dor prefi~re no saber que el aconte-
de amb1valenc1a extraña- que permite ver, que impide cimiento cinematográfico prescmde de él y ahí permanece
ver. en una exterioridad difícil, discutible, dentro de la sala,
De la misma manera, un personaje de La noche ameri- fascinado en la oscuridad y el silencio.
cana de Fran~ois Truffaut (J. P. Léaud es el actor), se es- Quizás haya sido ese "hennetismo" del cine -~n arte
curre entre personas y cosas; mirando, encuadrando entre de copias sin original- otra c~usa de l~ promoción, ~e
sus manos que i.mitan la forma de una cámara, las· figuras "la obra abierta", su contrapartida estética. En los últi-
de l~s demás, simula registrar porciones de sus cuerpos mos ai'ios se han mulliplicado, contemporáneas a la cla~­
porciones de los acontecimientos que les ocurren a Jos' sura cinematográfica, compens~ciones e.st~tic~ y teón-
otros; va tomando distancia de su círculo, recortando del cas, obras que ponen en eviden.cia la part1~1pac1ó~ del re-
~und? sólo lo que quiere ver, descartando el resto. Paro- ceptor, una participación que siempre es un~c~, d~ferente,
dia as1 u~ gesto ambiguo de visión y encubrimiento, una circunstancial, fácilmente opuesta a la repetición inaltera-
observación atenta pero que oculta parte de su mundo ble - inabordable- de la copia. .
parte de sí mismo. ' Descartada cualquier intervención que teng~ su on~e!1
. Las coin~id~ncias e_ntre ~l _universo de Felisberto y el en la recepción, descartada cu'":quie~ sorpresa o 1mprevisi-
e.me no se limitan a dispos1c1ones del discurso; son va- bilidad en la producción -silencio, clausura y exclu-
nos los cuentos que refieren literal o alegóricamente las sión- el cinematógrafo se presenta e.orno un arte ?e
enunciados, al margen de las c1rcunstanc1as de la enuncia-
i32 AL MARGEN DE BORGES
ESTRATEGIAS DE LA REPRESENTACION i33
c~ón, aje~o a cualquie_r otra historia diferente de la propia;
sie~pre igual a si misma, la obra se proyecta incontro- film- constituyen marcas de la enunciación cinematográ-
vertiblemente acabada: perfecta por tenninada, necesaria fica, una especie de apertura convencional hacia Ia exterio-
sólo porque no da entrada a lo eventual. ridad (una anterioridad, más bien) pero, sobre todo, una
Las exclusiones y clausuras se superponen; por una clave que dirige la interpretación.
parte el film queda al margen, fuera de la historia, por o- Los créditos recuerdan la condición imaginaria de la re-
tra, el espectador queda al margen, fuera del film. Sin em- presentación, habilitando l~ "entrada" del especta~~r a la
barg~, esa inaccesi~~lidad recíproca, "esa impresión deba- ficción, autorizando la "salida" del elenco. Cumphnan a-
rrera infranqueable como d~ía Béla Balasz, no siempre sí una función propiamente liminar; al trabar los espa-
se observa. Hay fonnas que intentan cuestionar la inex- cios, al desarticular de alguna manera la perfección blinda-
pugnabilidad de~ recinto fílmico y que, de alguna manert'I da de la película, los créditos se integran por mención ex-
penetran o se deJ~ ~netrar por el espacio "espectativo"; plícita a la diégesis ci~ema~gráfica, implica_ndo al espec-
coartadas que no disimulan las modulaciones de la "enun- tador aludiendo a la mstancia de la producción.
ciación". la contingencia del acontecimiento, que no se P;ro no siempre es así. Según la convención más
confonnan con un azar abolido. afianzada, los créditos aparecen como datos exteriores a
En el cine los espacios aparecen netamente distintos la historia. En estos casos, cumplen una función "para-
los univ~rsos estancos., Suprimidas las circunstancias (d~ textual" incompleta: proporcionan información sobre la
producción, de rece~ión), no es posible olvidar que el instancia de la producción, en efecto, pero de la misma
film propone u!13 ficci?n; .ªpesar de todo, el receptor pre- fonna que el colofón en la obra impresa, la enumeración
fiere no adverttr el artificio y atenerse a la verosimilitud minuciosa de la distribución o la ingenuidad de un enveje-
Los riesgos de esa inadvertencia son cada vez mayores. · cido o nostálgico "The end" implican, apenas, una reali-
dad, ajena o, por lo menos, distante: la apertura ni se sos-
pecha.
LAS MARCAS DEL ARTIFICIO

Por eso es necesario recurrir nuevamente a las marcas tra- CONCIERTOS Y DESCONCIERTOS
tar de descubrir el juego ambivalente de los cordones' y a- CINEMATOGRAFICOS
tender a esos "desbordes" por medio de los cuales se frac-
turan los mar~~· las fron~ras. se. vuelyen susceptibles, Otra tentativa de introducir en la concepción del film las
las ve~dades mciertas. Un ilus1orusta, en el siglo xvm, condiciones de la enunciación cinematográfica, sería .la
había inventado un autómata capaz de imitar los gestos puesta en relieve de las particularidades específica del códi-
hum~os tan perfectamente que se vio obligado a imitar go. No se trata en este caso de recurrir otra. vez a trámites
también los. (d)efectos mecánicos para conservar el encan- metalingüísticos, autorreferenciales, a partrr de los cuales
to ..De la misma man~ra, el .cine necesita subrayar el arti- la obra se contempla a sí misma por medio de repeticio-
ficio, preservar sus diferencias para rescatar la ilusión nes fragmentarias del disctµ"so, ni de los números e ilus-
. Roger Odin ~ intentado reconocer algunos de eso~ in- tres procedimientos de cine en el cine que han puesto en
~ca~ores. Por eJem~lo, considera que "los créditos del evidencia las instancias de la producción. Son, éstas, evi-
film -esas referencias de nombres propios que identifi- dencias reveladoras de la historia del film que sólo pueden
can ~rso~as. respo~sa.bi.lidades y atribuciones, que apare- aparecer si aparecen enunciadas y, por lo tanto, tan clau-
cen mscntas al pnnc1p10, al final o intercaladas en el suradas como el resto.
Interesa, en cambio, un discurso cinematográfico que
134 135
AL MARGEN DE BORGES ESTRATEGIAS DE LA REPRESENTACION

ins~úe o confiese su artificio, que impugne la confusión Fassbinder representa una cena en casa de uno de los per-
realista abordando de alguna manera la "escalada de la sonajes, el Sr. Oswald, donde los invitados se reúnen pa-
transparencia". esa tendencia a la "obscenidad" contra la ra discutir temas de negocios. La composición de movi-
~ue se debate Jean Baudrillard, quien no quiere olvidar que mientos y diálogos se realiza sobre un "fondo musical":
el espectáculo es todavía espectáculo".) el concierto NI 23 para piano y orquesta de Mozart.
. A pesar de su especificidad, no es la "imagen-movi- El concierto ni se siente. Concentrada en lo que está
miento'.' la qu~ define la ficción cinematográfica sino, al ocurriendo, la atención del espectador no repara en la mú-
c~n.trano, esa imagen es la que intenta mostrar la verosi- sica. Cumple con la consabida función concertante de la
militud, figurar la verdad. Por eso, cuando se trata de reco- música.en el cine, que consolida la integración narrativa
n~r las marcas del film: la convenci6n como inven- como parte de la convención, "crea atmósfera" ajustándo-
ci6n, los nx:ursos d~l ~icio, los procedimientos ambi- se perfectamente a los princ1ios de la "Stimmung" de la
valentes de mtermediac1ón, resulta más interesante obser- que hablaba Th. W. Adorno.
var o~ incide~cias del acontecimiento cinematográfico: La música de Mozart acompaí'la moderadamente la es-
la mus1ca, por e3emplo. cena, pero en el momento oportuno, el Sr. Oswald se
Se sabe ~u~. salvo en ~ealizaciones propiamente musi- sienta al piano, un piano que había estado alú desde un
cale~. la. mus1ca no es. ~ida sufi~ientemente. Integrada a principio, y pasa a interpretar ~untualmente la parte ~~­
~ h1stona, la ~mpo~1c1ón musical acompaí'la la acción rrespondient.e al concierto. Mediante un gesto de presudi-
discre~ente, m se siente; más próxima al silencio6 que gitación cinematográfica (un pase del ·~off' a la "~isto­
~ son.ido, resulta casi una licencia sonora, una figura del ria"), casi sin que el espectador lo advierta, Fassbmder
silencio. Aunque desde los principios del cine sonoro ci- desliza el "fondo musical" a la acción propiamente dicha.
ne.as~ y teóri~os temieron la asimilación redundan~ de Fassbinder aprovecha las convenciones para sorprender,
la mus1ca a la lffiagen, todavía, con frecuencia casi obli- las normas cinematográficas para transgredirlas: la expe-
te.rada J><?r l~ imi~ción visual y la consecutivi~d de la in- riencia se desautomatiza.
tnga, la mc1dencia musical se advierte escasamente. Dijo Por la "disonancia" musical la historia se desdobla: la
Roman Jakobson que "la música en el film se destina a coherencia narrativa y la clausura cinematográfica se man-
no ser escuch~da", pero no dijo si ese destino es su fmali- tienen: todo queda en su lugar; sin embargo, se siente el
dad o su fatalidad. No se oye, disimula voces atenúa rui- switch, un rechinamiento del código que pone en eviden-
dos. Com? si ~ música produjera el silencio'. La oscuri- cia el artificio y desbarata la transparencia de la historia.
dad y el silencio de la sala fascinaban a Roland Barthes· Juega desde adentro con un afuera inalcanzable, con la ex-
la músi~, fasci~a ~bién pero desde la pantalla, "repre~ terioridad donde se encuentra el espectador o, al revés, in-
sentando un silencio complejo, marcando el artificio en volucrándolo en su interioridad.
lo verosímil, la irrealidad de la ficción. Nuevamente, por un juego de cordones se consolida el
En una secuencia de El matrimonio de Marta Braun, universo estético donde la exhibición de la falsedad resul-

5 " ... (el especl.áculo) no es jamás obsceno, la obscenidad empie- 7 El término alemán "Stimmung" parece especialmente adecuado
za cua~do .no hay más escena, cuando todo se vuelve de una trans- para designar la función musical convencional que, corricntemen·
pa~c1a mexorable." Jean Baudrillard, Les stratégies fatales te, cumple en el cine. "Súmmung" significa "estado de ánimo"
Pans, 1983. · -su sentido más corriente- pero a él se asocian otras afinidades
6 Conserva así algo de su función inicial: originabnente Ja músi - léxicas: "Súmme" es Ja voz; "Stimmen", estar <le acuerdo. Son no·
ca fue adoptada a fm de disimular los ruidos que hacía cl
lor. proyec
• ciones que se asocian .ª un mismo acontecimiento: la música en el
cine, "el acompañamiento musical".
136 AL MARGEN DE BORGES

ta la forma más directa de no ocultar la verdad. Un perso-


LAS (O)MISIONES DE LA CRITICA
naje parece abandonar subrepticiamente el claustro cine-
matográfico porque se encuenlra en condiciones de oír
-desde la diégesis de la que forma parte- un concierto
que, según las previsiones y expectativas del código, es
privativo del público, y acompañarlo(s).
El deslizamiento musical forma un hueco, una fisura,
que aprovecha el personaje para introducirse en el plano
de la recepción. Alguien que sale de la historia de la mis-
ma manera que el receptor se introduce en la ficción: el
movimiento de seducción es doble. Se establece una com-
plicidad entre el espectador y el director, más allá de la fic-
ción, en realidades distintas, distantes, pero (a)cercadas
por la imaginación. Las convenciones se alteran, la aten-
ción se detiene por interposición de una dimensión extra-
ña, un efecto de dislocación, otra especie de identificaci6n-
proximidad por distinción y distancia.
También en el cine la ambivalencia de los cordones
crea o define un espacio doble; las imágenes se encuen-
tran y se apartan en una encrucijada de transformaciones:
una exterioridad que se interioriza, un interior que deja de
serlo. El film es otra cinta sinfín de Escher o Moebius
que da lugar a un infinito estético donde la oposición de
espacio es aparente, las visiones se confunden, porque vi-
sión es lo que se ve y también lo que se imagina: la ver-
dad-ficción, el afuera-adentro, el blanco, el negro, donde
termina empieza.
"Ali living things are critics.''
KENNl!TII BURKB

"Seul aujourd'hui le criLique exécute l'oeuvre G'aJmeLs


le jeu de moLs)."
ROLAND BAlrn-ms

Durante los últimos años me había preocupado por inves-


tigar el silencio del lector.l De la misma manera que la
semiosis ilimitada de Peirce, según la que todo signo
oculta otro signo, entiendo que ese silencio ocultaba otro
silencio, que me preocupaba más, que no era propiamen-
te literario ni estético. Más próximo al silencio del aforis-
mo de Wittgenstein, aunque trivializada su dimensión fi-
losófica por las circunstancias de opresión que entonces
se soportaban, constituía tal vez una versión personal de
su "donde no se puede hablar, se debe callar". Ese silen-
cio confundía un silencio impuesto por el autor, otro si-
lencio impuesto por la autoridad, y no eran los únicos si-
lencios.
Ahora ya no me interesa tanto el silencio. Siempre en re-
lación con la lectura, el restablecimiento de la democracia
orienta mi labor hacia un objeto teórico diferente: en lu-
gar del silencio del lector, la elocuencia del crüico. El
problema que se plantea es el siguiente: si el interés del
discurso crítico es el estar entre (entre el autor y el lector,
entre la literatura y la historia, entre el pasado y el presen-
te, un i11termediador entre medios y en los medios), ese
estar entre, el in ter esse como interés, cuáles fueron las
(o)misiones de la crítica durante el período de la dictadu-
ra. Como aún no he finalizado el análisis de las alternati-
vas históricas registradas, paso a resumir algunas de las
fundamentaciones teóricas previas.
"Las (O)misiones de la Crítica" tr "be
sentada en el encuentro Re resió ansc?. la comunicación pre- 1 Lisa Block de Behar, Una retórica del silencio, Mb:ico, 1984
tura uruguaya. Universida:de Mnary,Elx1/1do,9Democracia: La cu/-
an • /3186. [1 39]
140
AL MARGEN DE BORGES LAS (O)MISIONES DE LA CRITICA 141
Son tantos los problemas im r
temá_tica que la Coartada crono1l ·1cados po~ la_ propuesta un "engagement" necesario, cuando es necesario porque
co alivia, en este caso la de gica que se indica lampo. no puede no ser en una logósfera desde la que no se entre-
cialmen~ compleja, que s:~~s~a d_e una cues~ón espe- vé un más allá del texto,3 donde las tensiones entre la his-
mo, antenor a la histo . g~ en el ongen mis- toria y vida, literatura y vida, literatura e historia, no va-
. d na, entre mitos y t rí len antagónicamente sino por su imposible independen-
p10 onde empiezan por coincídi 1 . ~ as, el princí-
sobediencia la desobedi . r a cunostdad con la de- cia. En este sentido el discurso literario no se diferencia
frir . . • enc1a con el sab de los demás discursos: dicen, quieren decir, dos veces;
. defitn1tivamenteidentificados· el . . er, e1 saber Ysu-
ngua, la expulsión y el castigo · exilio para el que ave- una voluntad y un poder; además del "placer del texto",4
ant.ecedentes más remotos ni P~. el q~e crea. Ni los el poder del texto, o simplemente, el poder.
tes son demasiado alentad las remc1denc1as más recien- Pero, si en todas las las épocas, empei.ando por la eter-
creación, conocimiento e ¡~as .P~óla pesquisa: ciencia y nidad, terminando con ella, querer s(ab)er como los dio-
sía, siguen oponiénd agmaci ?• objetividad y poe- ses, precipitó al hombre en diferentes fonnas de una mis-
Ia par sospechosos dose como t~rmmos antitéticos y a ma Caída, podría ser querer interpretar (la búsqueda del
. • e un arquetipo v· '
~piadosas o en repúblicas nada id~~te por razones sentido, "la quete de la vérité", la cuestión del origen), el
caso uruguayo fue uno entre .. requisito necesario para recuperar el F.dén. No hace falta
de censura, prisión y e íli . otros. los desafueros una rebeldía dudosa para suponer que quiz.ás "comiendo
f
pan Y confirman grot~~ q~e siglo m_ultiplicó antici-
1 por segunda vez del árbol del conocimiento, podremos ga-
par las posiciones filosóficen ~ aslaapelac1ones reiteradas nar de nuevo el Paraíso."5 No se trata tampoco de la ex-
ponen en evidencia que los ~obfemo~gtin~ J>:<>Stguerra; travagante aspiración de 11n poeta. Si el origen fuera una
dan: las realizaciones estétic . totalitarios no du- razón, en este caso, sobrarían razones. Sin ir más lejos,
cas adyacentes difícilme t as~ las investigaciones te6ri- el propio término Paraíso contiene en su historia la espe-
de acción en el presenten;~~~ e~_sus~ersealasfonnas ranza de una redención hermenéutica: la acción de dar sen-
propongan- y, por eso tod a _1stona -aunque se lo tido, la i~terpretación del texto, el conocimiento y la in-
armas y las letras es oc. ' a opción/oposición entre las terpretación, como parte de la actividad simbólica, valen
Don Qu11ote .. 1osa por superflua· .. b" el rescate.
( ...) falla el pleito · es sa ido que
vor de las armas. Cervan conti:a _las letras Y en fa. Verdad o ficción lingüística, "paraíso" se explica eti-
se explica. "2 Tanto para Ctes era un v1e10 militar: su fallo !°?l~gicamente a partir de un acrónimo formado por las
tallas ervantes como "",.., B iruc1ales de las cuatro lecturas prescritas por el Midrash.6
' ~uei:ras. el debate y su parodia .i:-.. ~rges, ba-
textualizac1ón no hay · li • se textualizan Se prescriben cuatro niveles de interpretación, del más ae-
1os recortes formalistasru .teratura ~· hi storia. · · Sin ces1~le al ~enos accesible: el sentido literal, pshat, el
1 Por eso, ni
manente, ni la confiabIB~d ~s lescai;>1smos del análisis in- senudo alusivo, remez, el sentido específico del Midrash
dad" estructuralista ru· . e código, ni la "intransitivi- o el propiamente exegético, drash (de darosh: búsqueda,
. ' qwenes se prop · interrogación, exigencia) y el secreto, esotérico o místi-
~e todológicamente el d . . us1eron soslayar
na, se han salvado de l~;~mr acontec1menta1 de la histo- co, sod. Las iniciales de estos cuatro términos forman
tendían negar. Si no ha nfores que, por la teoría, pre- pardés, la palabra que designa el jardín y de la que deriva-
texto es problemático y da fuera _del texto Y si todo
, no es necesano adocm·nar sobre 3 Jacques Derrida, La Disslminotion: "Hon livre", París, 1972.
4 Roland Barthes, Le plaisir du texte, París, 1973.
2 Jorge Luis B . . 5 H. von Kleist, citado por Gcoffrey Hartmann en Crilicism in
te" 1944 orges, F1cc1onu: "Pierre M d
• .. ena~ ' autor del Quijo- the Wilderness, EE. UU., 1980, p. 21.
6 Michel Guggenheim, La Bible au prlsent, París, 1982.
142
LAS (O)MISIONES DE LA CRITICA 143
, . AL MARGEN DE BORGES
na . -:ebmológica o imaginativ , dad de sentido (de percepción y concepto), que implica to-
cunostdad en el Génesis prec· .am~nte--:" paraiso. Una da comprensión; dos sentidos, por lo menos, alistados en
exégesis, promete la salvació~~·.r:i dCaída; otra, por Ja una serie que no descarta la dualidad ínsita de teoría, en
no hay resto. No es Ja . wor s about words" y
g_ica" -como prefiere de~ranza teológica o "logofo- tanto pudo designar en un principio, la condición estéti-
smo ~posibilidad metodoló~~::~ la que nos anima
ca, visual tanto como la conceptual, intelectual, aunque
rcductivamente sólo se siga recordando la reflexión y la
cuestión propuesta: observar J , ~splazar un grado la especulación en la aplicación posterior y la visión bajo
comprender la comprensión os~am1tes d~ comprender,
textual y centrar en Ja ' a , .rdar la mterpretación la revisión se olvide.
rat~ misma (si operati~:;~t~ntzca _!llás que en Ja lite- La rehabilitación dialéctica de las oposiciones constitu-
ye algo más que una advertencia etimológica. Es proba-
pos1c1ón), una perspectiva suf . todavia es apta Ja contra-
ble que en la conciliación de contrariedades polisémicas
La "innegable prioridad on:c1en~~~nte válida.
a un discurso. El discreto acto ~~óg1ca de la o_bra da lugar
que esta rehabilitación comporta, radique una de las con-
tribuciones filosóficas más interesantes del pensamiento
se expo.ne; la interdicción de I 1 la co~prens1ón privada, contei:nporáneo que no se niega a comprender por parado-
to; el sllencio del lector se ~ ~tura se reduce a decre-
jas. Si hace algunos años Umberto Eco consideraba toda
presen ta a su vez como ob ~~r e en. e~ocuencia, que se
forma artística "si no como sustituto del conocimiento
una nueva comprensión S ~ . . y º?Jetivo explícitos de
rzca, una combinación (en · e elm1c1a
sen .d
as1 Ja pr · ·
, e~zpztación crí-
científico, como metáfora epistemológica",8 habría que
modificar apenas el concepto de figura y resolver por una
no) pero, sobre todo un a . ti 0 qmm1co del ténni-
sobre el abismo el a~to d pr~mi~ textual, una inclinación paradoja epistemológica el modo con que la filosofía la
te la propia im~gen en lae re!'.eóxión, doble, donde se repi- ciencia, la literatura, especulan en lo que va del siglo.
vérti · fi visi n del Otro 0 · · Sin duda concierne específicamente al discurso crítico re-
go m nito de la interpreta 'ó • ngmando el parar las reducciones semánticas de una simplificación
~ara Ión, el inspirado(r) rci n .. inútil: "salvar el texto", recordar en la palabra una compa-
gac1ón divina del "entusias:O·~ona,,e de Platón, la propa-
tibilidad que no oblitera la diferencia.
creador como al intérp t C creador, desborda tanto al
.
mente convmcentes aun
re e. on argumenta . .
c1ones 1gual-
M<Í:5 aún, una ~iscriminación similar ha opuesto, con
tcs teorías li terarias con~~ menos arrebatadas, las diferen- la habitual naturalidad de lo que se da por establecido dos
funciones literarias que sólo se (re)quieren solidaria~: ni
mulaciones más recientes epo~ánea~ ~efienden en sus for-
intérprete: Pierre Menard ~a ident1f1~ación entre autor e vale otorgar las mayores atribuciones al autor ni reservar
paradigmáticamente· la i~ae _per~~na1e que la representa todas las tribulaciones para el crítico. Por eso no corres-
las variantes de una identifi gm~1on de Borges multiplica ponde adherir a las (dcs)considcraciones de quien, como
Sarlre, l~ega a decir que "el crítico vive mal, su mujer no
ra y la filosofía han personi~~c~d~ que no sólo la literatu-
lo aprecia tanto como debería, sus hijos son ingratos los
y el célebre rapsoda homéri · Por_ su paz:te, Sócrates
fines de mes difíciles"9, ni descartarlas totalmente; t~­
la referencialidad doble teó ~o ya hab1an ms1stido sobre
ción: el comentario una' . t nea y ~stética, de interpreta- vía hoy cuando el status del crítico ha cambiado notable-
.- ' m erpretac1ón e 'ti mente, la "pasión crítica" sigue expuesta en un cruce de
c1on, una interpretación artí ti n ca y 1a realiza- caminos, manifestada por medio de un discurso que osci-
mención del erméneus s ca. ~establecida por Ja
dualidad que aparece h~br~ta~º conv1en~ abandonar una
a por la vigorosa ambigüc- 8 Umbcrto Eco, Obra abierta. Trad. esp., 1965, p. 43.
9 Jcan Paul Sartre, Qu'es/-ce que la tillirature?, París, 1948,
7 L B. de Behar' op, cit ' pp, 229 y SS. p.36.
144 AL MARGEN DE BORGE
145
MISIONES DE LA CRITICA
la en el margen donde ya no se distinguen las diversas ju- ~) .
risdicciones que un pensamiento esquemáticamente dico- . a ue "unmediated expression is a philo~ophi·
tómico prefería observar como adversas. La mediación de 111utac1ón,\J. , 10 La impugnación y el descrédito de
cal impoSSL ~%i~nales desvían la curiosidad. filosófica Y
la escritura deja el discurso a mitad de camino: ni voz ni
silencio; articula una palabra visual que compromete tan- tDs ~alo~e!:Ontrar en la alteridad, la diferencia (y sus va-
to las reservas de la lectura como la decisión y el pronun- ~1ran. diferencia de Jacques Derrida, el diferendo de J.
ciamiento. Intermediador e intermediado, el discurso crí- Jtlllltes. lad el margen, la dispersión, la fra~t~~ Y el fr~g­
tico se ubica conflictualmente en una zona de riesgos, P. Lyoui; )desorden" que el optimismo pos1uv1sta co~f1a­
desbordando la linealidad arbitaria del margen, imbricando mento, e . "ó de los modelos la instrumentalidad
la orgamzac1 n • . .
diferencias que no deben radicalizarse ni anularse porque do
de f:s métodos, la transparencia racional y el conoc1m1en-
precisamente en la continuidad de esas contradicciones se ficaz había disimulado. .
contraen las tensiones inherentes a la situación crítica. ID e ' b. en en el centro mismo de las duabdades que
Ya se dijo: el interés de ese discurso responde precisamen- ~º~a ~l ;contecimiento crítico aparee~ marcado por
te a su inter esse, el interés de estar entre, entablar y cuesuo '. ·ones más notorias de la sociedad contem-
l trans1ormac1 . . .
mantener una relación en un medio pero que es un borde, as ánea donde los medios de comurucac1ón, vanas ~eces
intentando franquear el abismo, suspende la fractura, mo- por ivos -informan a las masas, las con-f~rman-:-mter­
mentáneamente, entre universos que no son contrarios pe- mas . , textual por medio de oficios de interme-
.enen la re1ac1on ., ·
ro que se distinguen. vi. . , d . termediación oficializada, una interceswn-zn·
Desde el principio se preveía la complejidad de una diacwn: e mue revela y no revela. El mito da cuenta
propuesta que involucra necesariamente, en su planteo, tercep~~ndeq esa doble función contradictoria o de las
las relaciones entre conocimiento y creación; el tema se ~~~es inevitables de una función que se cu~ple adver-
complica todavía más por el análisis de oposiciones que, o Thot -el dios inventor de la esc~1tura-. o su
si se consideran antagónicas, correspone a la crítica ~~~go griego Hermes -el dios mensajero, el mté~-
amortiguarlas o, mejor, observar la crítica misma del an- : e de los dioses- intermedian taimad~en~, ~omum­
tagonismo y su vigencia: por la intermediación crítica Ja pan manifestando y ocultando a la vez. Más pro~~ªª 1:3
oposición se atenúa pero no desaparece. Entre verdad/fic- e ultiplicación que a la sustitución, la r.epres~ntac1on rep1-
ción, elocuencia/silencio, acción/palabra, lectura/escritura ~ un proceso ambivalente: la presencia está presente por
- (repetición/refutación)-pennanencia-fugacidad¡;olec- e . recurso no está ausente.
una ausencm que, por ese • . "
tividad (aula, medios masivos)/aislamiento, el crítico rea- En los medios, el crítico se ha establecido ..s~ esta-
liza una apropiación de sentido que, legítimamente, tal blishment" es un fenómeno moderno que se ~e~1f1ca en la
como la palabra lo dice, puede ser tanto una interpreta- imposición y solidez de las columnas e.spec1aliz~d~~· ba-
ción adecuada como una usurpación. En ese encuentro se ses de divulgación que transforman l~ mtermed1ac1on e~
debate, y no sólo por su atribución específica. Es el deba- un sitio literario: un espacio, un as~10, una toma de po
te que puso de manifiesto una ética postmodemista que der Nada pasa si no pasa por ese s1llo. ,.
no deja de provocar dudas, revocar certezas. Si es posible Matthew Arnold definía la literatura. cor~o una en~~:
dar por iniciada esta época a partir de una crisis en la que de la vida· consecutivamente, los part1danos de la ,
se altera la noción de verdad, de origen, de identidad, de construcciÓn no dudan en considerar. el arte com~ una c~l
una realidad desacreditada por "la escasa realidad de lo re- tica radical de la representación; 11 s1 para Octav10 Paz
al" necesariamente la misma crisis habría de afectar las 10 Paul de Man, 81Ílldness and lnsig/11. Essays on the Rhetoric of
nociones de lenguaje, de representación, de imagen, de si- Conlemporary Crilicism, EE; UU., 1983, PP· 100 y ss.
11 GeoCfrey Hartman, op. cit., p. 112.
146 147
AL MARGEN DE BORGE ) MISIONES DE LA CRITICA
(O . sal
. Contemporáneo al interés uruver
ente pertme~te. , . se ha roducido en nuestro me-
pensamiento crítico es el fundamento mismo del pensa.
miento, si la actitud crítica es el fundamento de toda lite.
por esa emergenci~ ~~caa'xticul!: el público no comenta
dio un desplazam~n es¿ena, la obra lite~~· comen~ ~I
ratura,12 o la facultad y el proceso por el cual el conoci-
el film, l~ pues~vez radique en este movimiento, I~ ~mi­
miento emprende el conocimiento de sí mismo, la expan-
sión de los medios ha trivializado ese criticismo en
comentano. Ta. d como adecuación al modelo oficial),
ración d~ autonda ~dad (el despla;zamiento del autor~
ocupación, a partir de una profesionalización que no se
la ~utación de :~ueros autoritarios que ambos mov!-
justifica por necesidad de orden cultural, literario o filosó-
no de los aspectos más probl~máu­
fico, sino por exigencias económicas que, de esrrategia
editorial se convirtió en requisito convencional, alterando críttco), Y los d
mientos dil
comportan, u tantea La extensión masiva de
la relación literaria que no tendría porqué depender de las roa que se P · . ·
cos del e 't ación que no es reciente m ex-
mediaciones de los medios, de sus conveniencias econó- los medios agrava u~~ si u.s unreadable, and literature is
Joum ~smdeiOscarWilde
micas, políticas, personales, acuerdos y bases de la mera
connivencia. elusiva:d "La
"Oh!ocurrencia . no disimula la ac-
En el mejor de los casos, esa mediación profesional :'~r:d·de una alarma comparada. . .
cumple un servicio. Sin embargo, es necesario reconocer . alela a los grandes medios, consentl-
que en las circunstanci~s particulares de nuestra historia Consecuuva y par 1 . d ertencia complaciente de lo
reciente, casi actual, la asistencia crítica ha formado parte da sin discusió?, con ~;;r~~ia ante lo inevitabl~, .la é~­
de la emergencia general y no supo escapar a los modelos natural o la resignada h concedido a este ejercicio cntl-
tu 1 postmodema, a
de acechanza autoritaria a los que no cuestionó ni se opu- .. · 'ón al
ca ac a • lin üística, a esta enunciaci .
so. Asistió, sin duda, pero al hacerlo consolidó una resis- co, a su fortuna ~eta g balgarnientos, un espacio
tencia que fue menos combativa que duradera. cuadrado"' a sus nesgosos enea ivo si se compara con
Se trataba de un período especialmente favorable a ese sospechosam~nte gendaeros?, e;~~ formas del discurso li-
las reservas dispensa s a as
desplazamiento de poder. Por un lado, el vacío dejado por terario no crítico. _
numerosos intelectuales que procuraban otras fronteras,
, ás recientes (teoría de la recep
desterrados por la persecución local y oportunidades más Asimismo, las t~cmas m tualidad de la descons-
propicias (dos aspectos de una misma opresión). Por ción estética, de la mter ~ ~~!~~~ción en Ía participac~ón
otro, el conrraste subrayado entre los ejercicios retóricos trucci?n) han concen~a ~do la importancia de la recep-
del discurso crítico -aun del más precario- y las defi- literana del lector,_ re ev tal no excluye pero supe-
ciencias grotescas del discurso oficial marcado por la rigi- ción, una re~evancu~ que, c~~~v~ del acontecimiento li-
dez indialéctica de autoridad/obediencia, por las obstina- ra las otras instancias c?ns i en la historia); la obra (y
ciones de una decisión obtusa, por la jerga de cuartel, ex- terario: el autor (y su b~ografía tructura la afiliación a
plicarían la intensidad nacional de un fenómeno asentado sus elementos constitutivo~, ~u e~cumula' tantas atencio-
continentalmente. La arbitrariedad del juicio y la arbilra- un mode~o). Si el lector :~~~me~ crítico, ·ese lector con
riedad del mando coincidían confusamente en tiempos en nes teóncas, con más hace oír que pontifica entre
los que no se oían otras voces. nombre y renombre, que se . il' ·os En esta nueva
Reconocer filosóficamente la necesidad de la facultad distancias, recibe l?s m~y~re~ pn;e ~f t~ría literaria se
crítica no implica desconocer la arbitrariedad de la ocupa- instancia, la ate~c1ón din m1~~cos sus funciones litera-
ción crítica, y el sentido militar de la palabra es particu- cuestioria sus atnbutos esfpec~o1nes'afines las coinciden-
. 1 ·ones con unci ' ºó
12 Octavio Paz, Pasi6n y crftica, España, 1985.
nas
cias ycon
lasenfoques
re ac1 hist. óneos
. y filosóficos. La ocupaci n
148 AL MARGEN DE BORG 149
NES DE LA CRITICA
crítica se extiende por promociones teóricas e históricas (O)M!SIO l
. , definir la índole misma de a re-
cuya coincidencia tampoco es casualidad. esta confusión podría . cer from the dance?" y• a
"On a touché ala critique" decía Paul de Man -<leján- y ción "Who can tell the dan ás citados la inquisición
dose tentar por la sentenciosidad burlona de la exclama- ~de ~~r un~ de \:~~~~~:constante de la enigmáti-
ción de Mallanné "On a touché au vers"- al iniciar sus de Yeats stgue onn .
consideraciones sobre las crisis de la crítica, los cambios c:a dualidad interpre~uva.. a es histórica; es un aconteei-
e insurrecciones que desbarataron las reglas y convencio- La comprensión literan · po dado Por la lec-
nes del análisis tradicional en las últimas décadas. tal ocurre en un uem · da
sniento y• como . veces a la historia: una entra
A pesar de ser consideradas como conocimientos dife- nua. el texto accede v~: El crítico hace de la compre:n-
rentes y antagónicos de lo que confusamente entendemos {o salida). ~ una c~ncesi n~nsabilidad histórica de su dis-
por realidad, la historia y la literatura suelen compartir sión oficio, d~ ahi. la res~e su misión secular: transgrede
iúnerarios afines, bordeando una frontera que se desdibuja curso. las obligaciones. rrum el silencio de la lectu-
en el discurso crítico, encontrándose allí en una jurisdic- 1a clausura de la 0 ?ra• ~te ca:tiempo el texto tiene ~u­
ción libre que reivindica prerrogativas de extraterritoriali- ra. predica en su ~1glo. n librada a las circunstancias
dad: ni ficción ni verdad. De ahí tantos reparos. gar. La comprensión queda ·tura que introduce, presenta
La controversia es antigua y capciosa. Entre la perma- por medio de una lectura-escn or esa suerte, lo somete a
nencia de la escritura y la fugacidad de la lectura, entre el el texto, lo. hace presenteri~dfzación. La comprensión no
silencio y una voz, entre decir y querer decir, y decir nue- la eventualidad, a una ~6 cierta o incierta, un hecho y
vamente, el discurso crítico atenúa diferencias por medio es más que una suposici n, máqu'mas antihistóricas"
de una escritura-lectura o lectura-escritura pero que no lle- .
una conjetura. "Los poemas sonhan fortuitamente, en un
15
ga a derogar las contradicciones de un trabajo paradójico dice Octavio P~ pero ::ente la lectura los com-
que se hace como si no se hiciera, como si al negarse pu- momento dado; mtempes C da día es diferente: la lectu-
diera dar lugar al otro que cita y desplaza, otra versión del prende y sorpren~e a la vez. a derridianamente cada re-
"fort/da"l3 y de las alternativas de la coincidencia presen- ra del crítico repite. el ~xtf pe:Sterga realiza una imita-
cia/ausencia, que no se conforma ni reniega de las vicisi- petición, al actualiz:ar 0 0 '
tudes de su aparición espectral, fugaz, una especie de pre- ción que lo diferencia Constanza tratara de siste-
terición que también dice _que no dice. Maurice Blanchot Antes de que la Escuela de ión O. Wilde decía: "It
lo identifica con "esa nieve que hace vibrar la campana, matizar la naturaleza .de la recepc • mirrors". De ahí la
blanco movimiento impalpable y un poco frío, que desa- is spectator and n.o~ hfe th~t art;:1~o pero también la
parece en el cálido estremecimiento que suscita".14 plausib~da? cot1~ana~ere~~esentación que, además de
Actualizada en la fugacidad del presente, la interpreta- anuencia ef~er~ e to , e apelar al truismo de la
ción del crítico se contrapone históricamente a la a-histo- histórica, histonza. Habna q~sión del lector realiza la
ricidad de la obra en un tiempo dado, en un lugar, de referencia inglesa: ~ c~:;;,f~ecuenta en presente: "Sigl~s
acuerdo con las coordenadas culturales que definen, por el obra. Y esta ocsóurrelnc1praesente ocurren los hechos", dec1a
acontecimiento, la comprensión. En esa comprensión ya de siglos Y o en
no se puede distinguir la escritura leída de la lectura escri- Borges. . . nte (el Jetztzeirl6 que obsesion~-
Esta fiJación de1 prese . del ahora en que se asi-
13 Jacques Derrida, The Ear of the Other, Canadá, 1982, pp. 69 y ba a W. Benjamin), la presencia
SS.
14 Mauricc Blanchot. Cito a partir de Ja traducción de Jorge Jin- 15 ()ctavio Paz, op. ciL, p. 3~. H bennas en Phi/osophicol-Polili-
"¿Qué es la crítica?", Sitio 4/5, Buenos Aires, 1985.
kins: 16 Noción analizada por ~urgen a
cal Profiles, EE.UU., 1985, p. 139.
150 O)MISIONES DE LA CRITICA 1s1
LAS ( ti
milan presencia y representación, aparición y apariencia, . al ténnino-19 o, más llanamente, lo exp -
actualidad y eventualidad, condiciona la naturaleza dialéc. cault ~1gna la norma explícita. Racionalizada, en partes,
tica que sólo existe a contratiempo, por contradicciones y ca, hac1en~o metodológicamente y ordenada según la sen-
paradojas: cambiando permanece, se está manteniendo (fr. estrUctura a inión consensual, la obra se acoge ~ una ve-
maintenant), ahora (fr. maintenant) y es ese manteni- sat.ez ~~ la op Ita de la imaginación organizada por
miento en fuga el que compromete en cada oportunidad rosimt~1tud que, re~or esa interpretación del texto se aJUS-
la experiencia crítica. Como el poeta, el crítico realiza el sentido comudn. manera contribuye a imponerlas;
nnas Y e esa , . d
una apuesta pero no basta: "Un coup de dés n'abolira le ta a no al. ciÓn crítica instruye e instituye; detiene y e-
la norm iza
hasard" porque el texto sigue en juego, y en cada partido
se juega su finalidad, su sentido. creta. ada a elación a Aristóteles avala la m<>?~-
Los medios exponen la periodización del texto por me- Una prolongó
"ón de la raz n en i '
~t.ca la facilidad. con. ,que" el anáhs1s
a
dio de un pronunciamiento a término, regular, que se veri- rac1 d liza hacia la nonnal1zac1on: es neces -
fica según un ritmo habitual, administrando la previsibili- de una ?,b~~ds~ ~~r" son frecuentes en la Poética d_o~de
dad, ordenando puntualmente la expectativa. Pero no se rio qu~ '. ~sible ~tá previsto y tabulado; "l~ o~1ruón
trata sólo de un ordenamiento secuencial: la interpreta- hasta, od ~justificar las cosas irracionales; o bien mclu-
ción implica también un ajuste interpretativo que regula- comun e tr que a veces no es ello irracional, ya que
riza la excentricidad de la obra según la secuencia cronoló- so se de'!1~esl
es veros1m1 que a a veces las cosas ocurran en contra de la
gica correspondiente en cada época, normalizando, por la . ili d" 20
"naturalidad" atribuida a los procesos históricos, lo que veros1m ~u · d lizami"ento de descripción en
A partJ.r de ese es . • ,. · d.
en ella se advierte como insólito; cada época socializa la . . . .di án en el discurso cntico vanas 1-
prc.>cnpc1ón, ~omc1 r su ordenamiento literario-ele-
fantasía literaria: "El siglo XIX, tal como lo conocemos recciones: hacia la obéra Yo· hacia la sociedad y su ordena-
es, en su mayor parte, una invención de Balzac", y la afir- mentos estructura, g ner ' l é a por
mación de Wilde va más allá del desplante de su conocida . to' histórico- el escritor' la escuela, . a ~oc .'
doble especulación aforística: " ... it is none the Iess true m1en . 0 tra la complejidad de las imphcac1ones
una p~e. por ? das por la perspectiva del presente
ideo~ó~~~ad:::~rítica
that life imitates art far more than Art imitates life"l7
porque tanto el conocimiento histórico como el conoci- se verifica: "no tenemos más
en e sta vida ara vivir, en medio de esta guerra, de ~~ta
miento empírico quedan impugnados por la versión lite-
raria. que el . , "
rcvo uc1on '
is el trámite de enunciación que el cn~co
. , Sartre-- suele realizar
Si bien la interpretación crítica constituye una modali- -en lugar del autor, como exigia ,.
dad diferente de la repetición mecánica que analizaba W. artir del enunciado literario. El ci:uco se ª"oga una
Benjamin,18 la periodización que impone arriesga el "au- ªatrP1.bución social política, ética, retónca, que desbor~ ,la
ra" de la obra, la excentricidad singular del texto que el si-
. . la .mila a la propos1c1on
competencia interpretativa .Y as1 ali "ón la facultad
lencio de la lectura observa, pasa, por ese discurso, a ser o imposición de cánones. S1 la nonn . zac1 ' de las
objeto de una institucionalización, académica o periodísti- de imponer cánones ha sido !econoc1da como una ren-
ca, que "normaliza" - insisto en el sentido que M. Fou- atribuciones de la acción críuca_ en el mu~d?·.~~ ~~'Pque­
de que la determinación de senudo, la de m1c1
17 Osear Wilde, "The Decay of Lying", en T~ Artist as a Critic,
cd. por R. Ellmann, EE. UU.. 1969, p. 307. .
J9 Michel Foucault, Surve1/ler · Naissance th la prison,
et pumr.
18 Walter Benjamín, "L'oeuvre d'art a l'ére de sa reproductibilité París, 1975, p. 185. . OS· 1461 _ !46lb.
technique", en Poésie et RivoluJion, París, 1971. 20 Aristóteles, Poitica, Madnd, 1973, p. 1 . a
(O)MISIONES DE LA CRITICA is3
152 AL MARGEN DE BORGES
r el texto, el intérprete hace de la verdad, ve~-
rer decir", decirlo, el descubrimiento y la explicitación de así, po . . -un trance un tránsi~, un cambio
'ón· una crisis • . . é
la verdad textual, que son aspectos de una misma arrogan- si · . tro la especulación alte~tiva ~ c:.?!11.entes Y m -
cia interpretativa, arrogancia donde se confunden querer de- de regtS ~ lógicos psicoanalíticos, lmgwsticos, antro-
cir y poder decir, o como se decía al principio, simple- todos •. socio ~es. semióticos, hermenéuticos, de~­
mente poder, siga siendo recurrencia de una confrontación pológico~, estruc tituyen el espectro ideológico de un si-
constructivos, cons 'bl a "las crisis" de El Cri-
no sólo literaria, origen de una larga historia de muerte, glo especialmente suscepti e
prisión, tortura, exilio. No sería un despropósito encarar
la historia de la inteipretación textual como una historia tic6n. ara evitar descréditos, el narrador de "P!erre
de la persecución o, contradictoriamente, de la canoniza- Por algo, P 1Q . . te" propone al lector una misma
ción, pero tampoco así elude las reglas. Menard, autor de UIJO ·~literalmente dos veces en la
"Criticism is not a science, not even a «human scien- ci~ de Ce~ant~ó~~ar~~rpretación qu~ intei:caia en c~­
misma página. . · a n<>mr de esa di-
ce», and it is nota branch of philosophy".21 Fuera o en- es diferente difiere tres s1g1os, Y .-- la . .
tre esos dominios, la interpretación se inscribe en un ex- da caso . ,. no es la misma. Pero cns1s
pediente especialmente difícil que concentra una de las ferencia.• la m!sma ~~ta ~isamente la transcripción se re-
preocupaciones más transitadas de la hennenéutica tradi- no terrmna ahí porq li historia: "la historia, ma~ de la
cional y contemporánea: la cuestión de la verdad textual, fiere a l~.vera:~y ªtición y diferencia, por sentido y re-
la anuencia de la ficción, la posibilidad de un discurso verda~.-- · Po pe tiona esa misma verdad a la que se
ferencia, el texto cues
que las haga compatibles. "La verdad de las máscaras" es
la que cuenta en el texto literario; se admitirá (no se admi- refiere. , d la verdad forma parte si no
Proponerse la busqueda e il 'ón· "la verdad artís-
tirá) como error en un texto científico; como error o, con , eguramente de una us1 · ,,
menos indulgencia, como engaiio, en un texto crítico. de1 equivoco, s tradicción también es verdad . Co-
A fin de atenuar algunos enfrentamientos pero, sobre tica es aque~a cuya c~i~n ara el crítico apenas es posi~le
todo, fundamentada en la infinita reescritura interpretativa mo para Wilde, ta.m p así tal vez sea menos parcial
y la imposibilidad de reducir el texto a un solo sentido una ~erddadbla m~~.r ·q:~n sól¿ por duplicarla, la reduce.
que la o e ve ' . d} es parte de la con-fa-
Si la figuració~ (y ~o la propi~ ro iedad (¿precisión?,
(ya que su sentido es tener varios), la desconstrucción ha
elaborado un principio que resuelve parcialmente el liti-
gio, otorgándoles a los inevitables desajustes del caso, bulación li~rana, si ª pesar ~ al ~e ius derechos, tarnpo·
¿pertenencia?) procedente Y g d entaríacualquiercríti-
un estatuto honorable: todo lector es "aberrante",22 la in- co el autor es duei\o de 1~ verdad, et ·ón Si así falla, fa-
terpretación, una lectura equivocada, pero una equivoca- ca que atribuyera propiedad a su vers1 .
ción creadora ("a creative misreading") y necesaria, ya Ua dos veces.
que el texto vale por creador y errando: es la literariedad
que transgrede la literalidad, contaminando todo el discur-
so de verdad incierta o de cierta ficción.
Se asume así Ja crisis de la evidencia: la verdad se pre-
senta o parcialmente o bajo especie de representación y

21 Harold Bloom, The Brealdng of the Vessels, EE. UU., 1982,


p. 25.
22 Harold Bloom, A Map of Misreading, "Introduction: a Media-
úon upon Misreading", EE. UU., 1975.
-
EMIR RODRIGUEZ MONEGAL:
MEDIO SIGLO DE UNA (Dl)VISION
CRITICA
Parece inútil seguir alegando, como crey6 necesario
hacer Darlo, como crey6 Rod6, que somos latinos e his-
pánicos. La verdad es que lo somos.
EMIR BODRIOUEZ MONEOAL

Escribir una biografía de Miguel Angel de la que estuvie-


ra excluida toda mención de sus obras es una broma ex-
céntrica que Borges suele recordar.! Sin embargo, no
constituiría una omisión demasiado extravagante (porque
ocurrió varias veces) ni una bro.l'l:la (por dolorosa), elabo-
rar una teoría o escribir la historia de la crítica uruguaya
sin nombrar a Emir, o nombrándolo apenas. Pero, de la
misma manera que Richard Morse decía "Porque su vida
madura abarcó precisamente las décadas que nos concier-
nen, el crecimiento de su mente, su sabiduría y su sensi-
bilidad crítica serían un prisma a través del cual se con-
templa el curso de la mente y sensibilidad en América La-
tina como un todo", entendemos que bastaría una reseña
de las circunstancias más notables de su vida intelectual,
de sus obras e iniciativas, para ver su figura -"una figu-
ra literaria"- como ta representación de casi medio siglo
de nuestra historia cultural o de nuestra imaginación lite-
raria, más que una época una epoché, ya que por razones
menos metodológicas que sentimentales, se quisiera dar
con él por terminada.
La función de revelación autobiográfica que asigna pru-
dentemente Osear Wilde a la crítica ("The highest and the
lowest form of criticism is a mode of autobiography"),
El te~to transcribe la comunicación presentada en el "Ho- l Jorge Luis Borges. "Sobre el Vathek de Williarn Beckford".
~enl!Je a _Emir Rodríguez Monegal" realizado por Ja Ame- Obras Completas. Buenos Aires, 1974.
ricas So::1ety d~ Nueva York el 1º de mayo de 1986,
H_~mena1e recogido y publicado por el Ministerio de Educa- (1 57)
c10n Y Culcura del Uruguay, Montevideo, marzo de 1987.
158 AL MARGEN DE BORGES
ONEGAL: MEDIO SIGLO DE (DI)VISI01' LIHTICA 159
no descarta que, más allá de esa imitación o limitación
personal, el discurso crítico sea capaz de proporcionar de Mundo Nuevo, otra publicación literaria, también pe-
una etapa de la historia, las formas de una época. A partir riódica, también dirigida por Emir pero en París.
de la parcialidad -de un país pequeílo, una prueba de la- Las referencias dan cuenta de algunos aspectos de ese
~rat?ri<:> por sus dimensio~es e intensidad-de una.expe- roceso de "periodización" de nuestra cultura que forma
nenc1a singular pero genénca, el esquema biográfico pro- :arte de la expansión.masi~a de la pren~ como fenóm~­
yectaría .abstractivamente la ~uperposición de los campos no mundial pero particularizado por la mterdependenc1a
en cuesuón: el cuerpo del sujeto real y el cuerpo de la li- continua de la acción periodística y la acción literaria (pe-
teratura, entrecruzados en el curso de los acontecimien- dagógica), anticipando el advenimiento de una generación
tos. crítica integrada por profesores en su mayoría, una nueva
No faltará la oportunidad para analizar las razones de "trahison des clercs" que, sin abandonar necesariamente
poder, fuerza y autoridad, de sectarismos y rivalidades en- tas clausuras del aula, acceden al poder y deslizamientos
conos y ~aiciones más ~.ezquinas, más triviales, per~ no de la mediación tecnológica moderna.
menos v10lentas, que hicieron de Emir alternativamente En 1964, revisando el período precedente todavía en
juez y testigo, también en el sentido teológico, un críti~ curso, Carlos Real de Azúa decía que Emir Rodríguez
C? severo y espectador elocuente de su tiempo, el parti- Monegal era "el más importante de nuestros jueces cultu-
cipante que al dar testimonio, padece y perece por esa cau- rales desde que Alberto Zum Felde hizo abandono, allá
~· Desde sus comienzos, cuando se hace cargo de la direc- por 1930 de tal función".2 El paralelismo es importante.
ción de ~archa, hasta la gracia y el misterio de su regre- Real de Azúa insiste sobre los mismos términos cuando
so y partida, la generosidad del sacrificio fmal, el último presenta a Zum Felde: "No puede negarse, con todo, que
combate -heroico o sagrado- de un sobreviviente de sí fue él quien -hasta la aparición de Emir Rodríguez Mo-
mismo que sólo vuelve por volver. negal- puso a la crítica uruguaya sobre sus pies, el más
Aunque la fluidez de los acontecimientos desbordan capaz a un tiempo de ver lo que en un escritor importa"3.
los c?rtes c~onológicos y la puntualidad de los registros, De no haber sido Real de Azúa el autor del reconocimien-
podóa considerarse que en 1945, cuando Emir pasa a la di- to ya en esos años, tal afirmación podría haberse inter-
rección de la sección literaria de Marcha, donde colabora- pr~tado más como un desafío que como la declaración de
ba desde 1943, se inicia una de las etapas literarias decisi- una ajustada objetividad. Todavía antes de ser excluido,
vas de nuestra historia cultural. Emir habla de la Genera- prohibido por militares y militantes, Real de Azúa no du-
ción del 45, y la fecha, convencional, fue discutida; sin dó en reconocer que Emir era el escritor uruguayo con
embargo, no está de más cifrar las peculiaridades de una más enemigos. Sin embargo, tal como cuenta la histo-
promoción intelectual y poética a partir del año en que se ria, los grandes odios habrían empezado después. Es nece-
inicia la era atómica, finaliza la segunda guerra mundial sario admitir que ya existían otras formas no oficiales de
c~ando quedan. de~nitiv~ente impuestos los grandes me~ la represión, abusos que el derecho no pena, crímenes que
dios de comumcac1ón y, m el olvido ni el delirio excusan no configuran delitos aunque atacan con la complicidad
la verdad de un universo concentracionario ni la amenaza de las intrigas igualmente depredatorias y la violencia del
de su difusión universal. No es fácil marcar etapas pero silencio metódico: la interdicción que sentencia hombre,
es especialmente significativo que este período de la his- obra, nombre; nuevamente la mue rte no anunciada, el si-
toria. lite~aria se.ini~ie con la orientación marcada por una
p~bh~ac1ón penódica y que, veinte afios después, con un 2 Carlos Real de Azúa. AnJo/ogía del ensayo uruguayo. Mon·
entena análogo, se dé por terminada con la desaparición tevideo, 1964, 2ª Tomo, p. 552.
3 Ibid. Primer Tomo, p. 182.
GAL: MEDIO SIGLO DE (DI)VISION CRITICA 161
160 AL MARGEN DE BORGES

lencio de destruir y no decir, el refinamiento del terroris- n uestro caudal literario y un inventario de lo
a de .der .6n ..
él la prescindencia de toda c.onst 11C1 ex.-
mo doble de la omisión y su referencia: no se denuncia, able de ·ad. pragm, nea,.
arrolla y calla, la ignorancia multiplicada y compartida: · ·" y • "extraobra" (de pied benfi
e -
teran~vil) olímpica de unos dioses mayores: Proust Y
ignorar para que los demás ignoren, redoblar la ignoran- .aenie. Cl
James,• •
Joyce, Kafka. Gtde, Faulknez, Sh. aw, M~
cia, más eficaz que la consigna, más totalitaria y represi- ~·a Woolf, entre los universales; y los hispanoamen-
va. Versiones vernáculas de una estratégie& Totschweigen- )'srguuBorges y Neruda y Lins do Rego y Manuel Rojas3 Y
taktík, segmamente más antigua que su nombre; reprime pnos guayos revalorizados o ensalzados: Acevedo Díaz,
y destierra: nadie se entera. Ya entonces, en el Uruguay, )os uru On . ...
Quiro&a. Rodó. Espínola y etn.
Emir había dejado de existir; peor aún: como si nunca hu-
biera existido, no volvió a ser mencionado. J. L. Austin son los aflos de la gran escalada intelectual .en nuestro
hablaba de How to Do Things with Words; más allá de ed·o· "la generación crítica" prefiere denominar Angel
lo que pudo haber previsto su teoría, me alarma pensar :S,:a 'a la generación ~el '45. Se insinua~ en~nces ~
que esta forma de anatema, como una especie negativa de interpenetración de func10nes docentes y pen~sucas, fe
los "Speech Acts", es capaz de "deshacer sin palabras", ncSmeno que se marca cada vez con mayor nitidez Y que
pe.or todavía. ha complicado desmesuradamente a lo larg_o de estos
"They kicked me up", fue la fórmula sucinta con que :timos aflos en la misma m~da en q~e proliferan C'_ll'-
Emir aludió a esa excomunión, remitiendo idiomática- sos y periódicos. ~ destituc10ne.s masivas, las ~unas
mente a una promoción profesional que compensaba ge- d la crisis económica, el oportunismo y las tentauvas de
nerosamente el destierro sin que previera entonces que vi- n~toriedad. han acentuado la superposic.ión. interferente de
viría anticipada la apoteosis del mayor reconocimiento na- ocuraciones afines atenuando ~s espec1fic1dad~ de la cá-
cional. tedra y del periodismo, con~un~1~ndolas .en un discurso~
Brevemente, Real de Azúa describió las responsabilida- mún que no desmedra el e1erc1c10 ocas1~:mal de la auton-
des editoriales y críticas que asumía Emir en aquellos dad y el poder. Se precipitaban así modalidades de una ~ul­
aflos, tanto en las páginas periodísticas de semanarios y tura a cargo de profesores que colaboran en los medios,
revistas como en los numerosos y diversos cursos con de periodistas que prefieren no considerarse como tales.
que un profesor uruguayo tiene que integrar un ingreso Empezaba entonces lo que todavía oc~e ahora: todo el
parsimonioso o en los libros que con tantas dificultades mundo escribe. Alguien se preguntaba s1. entre tantos es-
llegan a ser publicados: critores quedaría algún lector. No es la pnmera vez .que se
formula la pregunta: "Would God that ali the Lord s peo-
"En Marcha, desde 1944 (14 de enero, N1' 17, fecha capi- ple were prophets ..." (Numbers ~l. ~9) y, h~e WCO
tal) hasta 1959 y sólo con algunas in~pciones, Rodrí- tiempo ante el registro de una histona de la hteratura
guez Monegal, fijó lo que habían de ser los gustos y cate- france~ contemporánea, Michel T?ur:nier I?arecía .anhelar,
gorías del sector más considerable de la generación que se por más práctico o selectivo, un dicc10nano que mcluye-
da como advenida al año siguiente de su inicio. Desde aquí
ra a los franceses que no escriben. . ..
la recapitulación es fácil: la pasión por la lucidez (una La revisión somera de ese primer período de~ ~J~rc1c10
palabra que fue bandera de casi todos), el rigor judicativo,
la reverencia por los valores de la perfección estructural y
crítico de Emir distingue una labor intelectual dirigida ~s­
formal y por la riqueza imaginativa, el desdén por la trivia- pecialmente a definir las caracte~sticas d~ la cultura ~ac10-
lidad testimonial, el emotivismo, el regionalismo, la infla- nal a partir de una perspectiva latmoamencana. una mves-
ción expresiva, el desprecio por la literatura protegida, ofi-
cial y perfunctoria, la urgencia por una exploración desapa- • Carlos Real de Azúa, op. cit. P. SSl.
162 AL MARGEN DE BORGES
-
ONEGAL: MEDIO SIGLO DE (Dl)VISION CRITICA i63

ugación rigurosa del pasado literario, alentando la promo- · s de esas generaciones · intelectuales que no podrán
ción y difusión de realizaciones de creación y crítica con- :.:~ir Ja responsabilidad de sus omisiones.,E~ terreno era
temporáneas, por medio de publicaciones que multiplica- ropicio y, sobre la misma base, ~n esta ultlma década,
ban (también se llamó a este período "la generación de p los años más opresivos de la dictadura, se fraguó ~or
las revistas") textos seleccionados, observados atentamen- ~n posición de la prepotencia militar, el culto de la n~c10-
te desde coordenadas de diversidad internacional y actuali- ~ ·dad la "orientalidad" obligatoria, el rechazo de "ideas
zación teórica y pluriestética (cine, teatro, plástica, músi- ~o~ea~", la v~oración del .arraigo criollo contra la eva-
ca). Se esgrimía la validez universal de un criterio que no ·ón 0 la errancia cosmopolitas, lo-nuestro como santo y
quería ·ampararse en complacencias amistosas de admi- si na todavía ahora, de una precaria fundamentació.n cultu-
sión recíproca ni en consentimientos provincianos aptos
para excluir prudentemente la comparación ni en solidari-
:i que propugna· la disposición de model?s I?roi:iios ~ólo
r prescindir de los ajenos. Las nostalgias indi~e~~stas
dades patrióticas que acordaban satisfacciones a disposi- ~spuestas a sociedades de inmigrantes, la ~usceptlbilidad
ción inmediata. atávica de quien por conocer se cree colonizado, la culpa-
Señalando severamente las redundancias de un naciona- bilidad de la renegada condición ep~g~nal~ han e~contrado
lismo . cerril o las negligencias presentistas derivadaS de en el aislamiento forzado y las limitaciones impu.es~s
una misma obsesión por la identidad nacional y latinoa- por el régimen militar, la jus~icació!l d~ ~na marginali-
mericana, esta lucidez crítica constante denunciaba el pri- dad cultural de la que las pr~cas. penodísucas de las sec-
vilegio indiscriminado de lo autóctono contemporáneo, ciones especializadas no dejan de 1actarse. Contra ~a p~esu­
por tramposo y destructivo, maquillado por la búsqueda mida --0 presumibl7 agresión de..la opulencia a~~~ª·
forzada de una originalidad telúrica que resultaría tan exó- se os.:entan las precanedades de estos nuevos pobres , m-
tica en París como en el Río de la Plata, el impudor de digencia brutal y mimada a la que se apela coro.o seguro
una egolatría que no disimula, por plural, Ja doble vani- de identidad. A pesar de las divergencias ideo~ógica~. Yya
dad: Ja fatuidad y el vacío. Habían sido las mismas preo- en democracia, la consigna de lo- nuestro sigu~ vigente
cupaciones que afligieron y atendieron las generaciones pero proclamada a~e~ por los secf.?res ~ue, s~ ~ccn pro·
anteriores (desde los principios de la nacionalidad), cuyos gresistas. Una contmuidad.(pro)nominal, mdefin1da, p~se­
planteas y soluciones se ignoran incluidos en otra igno- siva de quién, de qué, qwén habla en nombre de .q~1é~.
rancia compleja y mayor que se consiente el desconoci- confiere la singularidad de "lo urugu~yo", ~ sus d1s.11nu-
miento de todo lo que no es inmediatamente presente y vos que aparecen asimilados a una dimensión continen-
propio: Emir previene contra lo que Real de Azúa tal pasando por alto las diferencias .más no~b!es, aunque
denominaba el robinsonismo de una "intelligentsia" que la definición no supera aún la vacuidad tradicional d~ f~­
desconocía incluso que la generación precedente ya se ha- chas y rótulos: el deber patriótico que rituali~ la curi?si-
bía planteado las mismas cuestiones e intentado resolver- dad en festejos, estancada por años de puntualidad rutina-
Ias;4 los mismos dilemas, las mismas diatribas, el mis- ria y embanderamiento convencional.
mo desconocimiento pasado, reciente y actual: la ignoran- "Omitir siempre una palabra, recurrir a metáforas ine~­
cia querida, dos veces: una voluntad y un afecto. tas o perífrasis evidentes es, quizás, el modo más ~nfáu­
Paradójicamente, la prescindencia de antecedentes, la co de indicarla." La presencia de algunas recurrenc1as del
carencia de re°ferencias indispensables que consolidarían la pensamiento de Borges aparecen suficientemente aludi~s
necesaria emergencia nacional, no fueron atributos exclu- como para que haya necesidad de citarlo. Desde que En:irr
lee las primeras reseñas de "libros y escritores extranJe-
4 Ibid. Primer Tomo, p. 52. ros" en El Hogar de Buenos Aires, una sección a cargo de
164 AL MARGEN DE BORG MONEGAL: MEDIO SIGLO DE (DI)VISION CRITICA 165

Borges, en los anos treinta, no duda de que "aquello era mecánica del argumento apela a las eficacias reductivas de
lo que precisamente andaba buscando desde hacía algunos la exclusión habitual: atender o conocer un tema no im-
aflos: noticias críticas sobre la literatura contemporánea". plica no atender o no conocer otro. Se incurre en un ma-
Desde entonces y, tal como resume en sus Memorias aún lentendido demasiado grueso o en una confusión igual-
inéditas, ya no se apartará de las escritmas que configuran mente sospechosa cuando se identifica el conocimiento y
su "talismán" literario. la difusión de la cultura universal con la negligencia o in-
A partir de 1960,.Emir debe dejar la dirección de Mar. diferencia con respecto a la literatura nacional o latinoa-
cha. Desde entonces, sin interrupción, desde los más di- mericana. Sobre todo si tal presunción pasa por alto pro-
versos frentes, la venia sacrosanta de lo-nuestro es inter- puestas explícitas que no se limitan a las contundencias
cambiada cada vez con mayor frecuencia y agitación. Si- retóricas de manifiesto y tampoco se atiene a los argu-
multáneamente la consigna pasa a excluirlo del juego re- mentos menos rebatibles proporcionados por publicacio-
volucionario o a incluirlo secretamente en una categoría nes concretas, las muestras de las mejores obras de escri-
inexistente (ni lo nuestro ni lo ajeno) comprendida en la tores compatriotas y continentales, contextualizadas por
interdicción general del fanatismo ideológico: se inicia en investigaciones históricas o fundamentaciones filosóficas
aquellos a~os las prácticas intolerantes de una parcialidad, suficientemente válidas. Pero, lo decía también Osear
de un parudo que se da por entero, en el que se está o no Wilde, "Even things that are true can be proved" y la
se está en ninguna parte; una opción: alineado o aliena- prueba no está de más en esta nueva crisis de la evidencia
do, decidida por una retórica de la totalidad que articula que tanto y todavía se padece.
sin más los términos en una alternativa indialéctica. En "Un programa a posteriori" (Marcha, 1952), Emir
A propósito del ejercicio que asume como nuevo direc- afirma algunos principios que orientaban su política edi-
tor de la sección literaria del mismo semanario, algunos torial:
aflos más tarde, Angel Rama se define retrospectivamente
contraponiéndose a Emir: "Se trazaban varias lúteas de conducta, se postulaba una
exigencia crítica idéntica para el producto nacional como
"Muy otra fue mi circwutancia: a mí me correspondió rein- para el extranjero, se subrayaba la importancia de la litera-
sertar la literatura dentro de la estructura general de la cultu- tura considerada como literatura y no como instrumento,
ra. (...) . reconvertir el crítico al proceso evolutivo de las se insistía en Ja necesidad de rescatar el pasado nacional ú-
letras comprometiéndolo en las demandas de una sociedad til, de estar muy alerta a la literatura que se producía en to-
y situar el interés sobre los escritores de la comunidad lati- da América hispánica, y de permanecer en contacto C<?n
noamericana, en sustitución de la preocupación por las le- las creaciones que el ancho mundo continuaba ofreciendo.
tras europeas. Fue también la lección del tiempo porque la El artículo estaba en contra del nacionalismo lit.erario,
revolución cubana, la apertura del nuevo marxismo, el de- con lo que éste tiene de limitación provinciana y resenti-
sarrollo de las ciencias de la cultura, las urgencias de la ho- miento, de desahogo de la mediocridad.'i6
ra, marcaban nuevos derroteros.....5
No se estaba refiriendo sólo a su labor sino, en térmi-
Sin cuestionar los méritos mesiánicos de la misión nos generales, a la contextualización universalista que
que se atribuye, es necesario reconocer esa contraposición desde sus primeros aíios había impuesto la página litera-
como legítima sólo parcialmente. Sobre todo cuando la
6 Emir Rodríguez Monegal. Lileratura uruguaya del medio siglo.
S Angel JUma. La geMraci6n cr(tica. Montevideo, 1972, p. 89. Mootevideo, 1966, p. 43, recoge párrafos del artículo de Marcha.
i66 AL MARGEN DE BORGES p.fONEGAL: MEDIO S IGLO DE (DI)VISION CRITICA 167

ria de Marcha, donde aparecían L. F. Céline y J. C. Onet- colonizado, ~uebl~/élite, n:iargi~dad/privilegio, honesti-
ti, E. O'Neill y J. J. Morosoli, J. Cocteau y C. Maggi, dad/explotac1ón, ignorancia/snobismo, tradición/traición
W. Faul.kner y S. de Ibáflez, A. S. Visea y E. Heming- sur/norte..., una propaganda que sustituye, por las facili~
way'. Borges, ~ ~oust, Gide•. compartiendo páginas dades de la disyuntiva, el pensamiento.
contiguas y espacios iguales. Es cierto que Emir habilita Es la persistencia, no la novedad, la que alarma. Inser-
un~ sección de "Letras inglesas" pero, prevista por la plu- tadas en el pret-a-parler vagamente ideológico de las decla-
ralidad heterogénea de la información periodística habi- raciones de propaganda partidaria, una "tangue de bois"
t~al, su inclusión no sorprende ni interfiere con el espa- (que es como se traduce al francés la expresión polaca);
cio correspondiente a "Letras nacionales". Además, si- son ecos, huecos del pensamiento que no denuncian ni re-
g!"en~o la !"isma dirección, en esos meses del '45, la pá- nuncian a la opresión y que se confunden con voces me-
gma hterana se completa con una nueva sección de "Lec- nos nítidas de promoción personal. Como en todas par-
turas escogidas", presentada en los siguientes términos: tes, el mismo método de "hit and run del periodismo de
"En esta sección se escoger-án los mejores cuentos, poe- semanario".7 Francés, polaco, inglés; ni revolucionarias
mas, ensayos, etc., publicados en las diversas revistas li- ni autóctonas.
terarias americanas". (Se resumen o transcriben asidua- La exclusividad de lo propio como exclusión de lo aje-
mente textos de Correo Literario, Buenos Aires, Cuader- no, la propiedad homogénea y excluyente, cuenta poco
nos Americanos, México; Hijo Pródigo, México; Lati- en una época en que las formulaciones teóricas y las rea-
tud, Buenos Aires; Sur, Buenos Aires, son las publicacio- lizaciones literarias van afianzando la inevitabilidad de la
nes que anuncia en esa primera oportunidad.) ruptura, que el universo textual estalla, se fragmenta y di-
Lo más lamentable es haber inflado y derivado pretex- semina, librado ·por energías centrífugas y transtextuales,
tualmente la polémica argumentando diferencias de filoso- cuestionando la unidad, el origen, el centro, la verdad, la
fía literaria y de orientación cultural que los antecedentes representación; cuando se emprende la aventura "etnológi-
no justifican; decir por decir, una verdad por otra: las dife- ca" de que hablaba figuradamente Roland Barthes o se
rencias son ciertas, el rencor, enorme; sólo se cambian consolida la presencia irrecusable del infinito que, inver-
las razones; desde entonces hasta ahora la estrategia de la siones hasídicas mediante, Emmanuel Levinas también
verdad desplazada continúa escamoteando rencillas mez- (se) descubre en el rostro del Otro, "El otro, el mismo".
quinas, celos menores, rivalidades por nada, o las varian- Ambos se enfrentan o identifican vertiginosamente en
tes, más alarmantes de un malthusianismo mal entendido los quiasmos superpuestos del universo de Borges: la
e~ un medio donde todo está por hacerse; delirios de ambi- construcción en equis, la imagen en el espejo como enig-
~i?~ Y.pod~r que coartan -sólo porque no es propia- la ma y consigna de la identidad, la inversión del doble o
IIDCUltlva aJena. las paradojas de una identificación que tanto distingue co-
Apenas se ha avanzado desde las esperanzadas adverten- mo define.
cias de Rodó hasta las amonestaciones trilladas de hoy en En esta nueva (di)visi6n, individual o colectiva, la va-
día, de cada día, que machacan la magistral visión del pen- nidad del gesto autocontemplativo, la redundancia de lo-
samie.nto americanista, hi~otecando iniciativas y obras, y nuestro (lo mío más lo mío más lo mío) ahoga en los
especialmente, la generosidad de una apertura intelectual círculos viciosos de la reflexión narcisista y la compla-
hacia lo univetsal que, sin duda, era la característica sobre- cencia onfálica, los contrastes de una naturaleza adversa-
saliente de nuestra incipiente civilización. Por medio de
oposiciones simplificadas que irritan fácilmente el nati- 7 Geoffrey Hartman. "The Culture of Cri.úcism". PMLA. EE.UU.,
vismo más lrivial: lo-nuestro/lo imitado; lo auténtico/lo mayo 1984.
MONEGAL : MEDIO SIGLO DE (Dl)VISION CRITICA 169
168 AL MARGEN DE BORGES
"El propósito de Mundo Nuevo -es insertar la . cultura. latino-
ria.s Intimida todo "ir más allá de la cultura", interrum- aJllericana en un contexto que sea a la v~z 1?temaci?nal y
piendo las expectativas del descubrimiento: Desde las al que pennita escuchar las voces casi siempre maud1-
diásporas de Babel, los riesgos itinerantes de Odiseo o la : : ~ dispersas de todo un con~ent~ Y. qu~ establezca ~
revelación-apocalipsis-identidad de Edipo, las conjeturas diálogo que sobrepase l~ conocid~ hnutac1on~s de n~cio­
o convicciones de Th. More o Montaigne, el dialogismo nalismos, partidos políllcos ~naci?nales o, ~temac10na­
de Bajtín o la crisis de la identidad de que habla Uvi- les), capillas más o menos literanas y ~llcas. M~o
Strauss, hasta el improbable ecumenismo de la comunica- Nuevo no se someterá a las reglas de un JU~go m111:croruco
ción satelizada, la alteridad ya no puede considerarse co- ue ha pretendido .reducir toda la cultura la11noam~can~ a
mo un constituyente fortuito, sino la condición misma fu oposición de bandos inconciliables y que h~ tmpedido
la fecunda circulación de ideas y punto~ de vista con~a-
de la imaginación literaria y de la especulación intelec-
·0s Mundo Nuevo establecerá -sus propias reglas de JUe-
tual y, en definitiva de la personalidad que las sustenta.
;0, ·basadas en el respeto por la opinión ajena. y la. fun?;i-
Por ahora, la identidad sólo tiene a la alteridad como alter- mentación razonada de la propia; en .la mvc:s11gac10~
nativa. concreta y con datos fehacientes de l_a, renhda_d latmoamen-
" ...ciertos fenómenos sociales y políticos ocurren en ana, tema aún inédito; en la adhesion apasionada a todo
América Latina con una identidad cronológica sorpren- enea La'11na.ulQ
elo que es realmente creador en Am'º
dente", era a P. Henríquez Ureña que citaba Emir,9 sin
prever en esos años que anticiparía el éxodo rioplatense, Las convicciones eran las mismas, las decisiones
la forzada dispersión de nuestros pueblos que, como otras igualmente ciertas, los objetivos se <'.onfundían en una
fatalidades o fortunas continentales contribuyó, sin pro- misma pasión por difundir, multiplicar por l~ palabra la
ponérselo, al doble encuentro histórico de una comunidad palabra, pero las circuns~nci~ hab~an cambiado .. De_ la
latinoamericana en otros medíos. misma manera que las págmas hteranas de las p_ubhcacm-
Pero el ostracismo de Emir, que hubiera sido definiti- nes uruguayas, Mundo Nuevo fue la revel~ción de un
vo, no afectó sustancialmente las polarizaciones de su mundo nuevo tanto en Europa como en Aménca donde ~l
(di)visión crítica, al contrario, disfrutaría en París y en riesgo y la distancia repetían la r~iproc:idad del decub~­
los Estados Unidos las mejores condiciones para llevar a miento: ese reconocimiento de la identidad por la ~ten­
término una "diseminación" bilateral que coincidía conse- dad. Desde París Emir supo habilitar para el pens3f!liento
cuentemente con la concepción dialógica de los princi- y la imaginación latinoamericana un contexto ~mversal
pios estéticos e históricos que fundamentaron su pensa- que avanzaba al margen del acorde coral de somdo~ con-
miento y consolidaron su actividad. La misma severidad signados· cada iniciativa intelectual emprende asi, vez
crítica, la búsqueda constante de una integración literaria tras vez, 'ia aventura de otra "Conquista de América" qu~.
y estética que no conoce otras discriminaciones que las derogando la restrictiva trivialidad d~ su rem~ta referencia
de una selección juiciosamente ponderada, la necesidad de histórica, ya no puede entenderse smo amb1valentemen-
un espacio cultural que extienda las responsabilidades lite- te. Pero la discusión no tuvo lugar.
rarias de la intennediación crítica: En aquellos.años, y a pesar de que los números llega-
ban con regularidad, la revista no circuló suficientem~nlf'.
8 "L'exclusive fatalité, l'unique tare qui puissent affliger le en Montevideo. Esta insuficiencia no afectó ni a Emrr ru
groupe humain et l 'empecher de réaliser pleinement sa nature, a los autores latinoamericanos que la revista se encargaba
c'est d'etre seul". Claude Lévi-Strauss, en L'ldeniité. París, 1977, de introducir en otros medios sino a los lectores locales
p. 14.
9 Emir Rodríguez Monegal. José EnTique Rodó. Prólogo, Madrid, 10 Emir Rodríguez Monegal. Mundo Nuevo, Nº 1, París, 1966.
1967.
170 AL MARGEN DE BORGES
ftfONEGAL: MEDIO SIGLO DE (Dl)VISION CRITICA 171
que no llegaban a ser. Nuevamente las querellas persona- uae las diferencias entre dos mundos o entre dos hemisfe-
les privaron al público uruguayo de una realización cultu- .os de un continente dividido, distanciado por la polariza-
ral que no debió interceptarse: "l' affaire Emir" no había fl: ón de poderes y la adversidad de i~tereses que siguen sir-
terminado. c~éndose del aislamiento, la reclusión de la cultura, de su
Desde sus primeros trabajos en Montevideo, la cruza- ~~stigamiento, como del mejor rehén.
da latinoamericana en París, las condiciones ideales de u- Cuando generosamente se le hace responsable ~e 1.a in-
na universidad norteamericana -una utopía intelectual vención del boom o, más propiam~nte, de_l movumento
donde todo es posible- hasta la concepción y publica- ás importante de la literatura lam:ioamencana, c~do
ción de su última antología Noticias secretas y públicas : dice en Montevideo ".La ~enerac1ón del 45 desp1.~1ó a
de Américall las acciones responden a las mismas tensio- su inventor",14 se están 1dent1fic~do, po.r las amb1gueda-
nes dialécticas que las circunstancias favorecen y enfati- des de la función crítica, la ~apac1da~ ~e z~ventar y los v~­
zan. Como si la diferencia, repetida y subrayada, fuera la lores de descubrir que en ngor, y re1vmdicand~ en el ?n-
única advertencia que Emir rescata entre todas las adver- n la posible verdad de las palabras, no se diferencian.
tencias arielistas que la retórica consecutiva y las imprevi- ~bas acciones comparten la misma ansiedad: sorteru: el
siones del pasado, por pasado, se encargaron de obsoles- abismo, encontrar el lugar donde ~ e~trecruzan e~p.~c1os
cer.12 En 1984, después de largos aflos de ausencia y si- especies, la encrucijada donde comc1den las amb1gueda-
lencio, el nombre de Emir reaparece por primera vez en y de la func1'ón crí.nea.
des .
Montevideo firmando una investigación en colabora- La acción del crítico se desliza entre ambas r~~elac10-
ción 13 que llama la atención sobre aspectos insólitos del nes: posterior a la obra aparece sin embargo, anuc1~ánd~­
controvertido bilingüismo deLautréamont. Sería demasia- la: "He vivido tantos vue~cos y vueltas desde m1 .naci-
do fácil atribuir sólo a la casualidad las coincidencias de miento en la ciudad frontenza de Meto que a veces pienso
esa recuperación que las dualidades de la biografía, la en mí como una combinación e~trafla de espectador Y ~~­
obra, las violencias paródicas (que cuestionan cualquier tor mirando una obra de la que simultáneamente soy cnn-
estética de la originalidad -definición de la identidad) y
los fantasmas de Lautréamont, o L'autre a(Mont)evideo, co y realizador." 15 . . . .
no escatiman. Como orientada por los tropismos literanos, histó~­
cos y continentales, la figura del crítico aparece a .traves,
Todo su empeño crítico está destinado por el enfrenta- una figura en cruz, entre tantos cruces, entre un1ve:-'os
miento cultural, la suerte de la diferencia, la dinámica ac- distintos, entre América y Europa, entre el .norte amen,~­
tiva del descubrimiento donde el descubridor también es no y el sur, atravesando espacios que se qmeren antag?ru-
descubierto. Sabiendo de esa complicidad a voces, la in- cos, encabalgando la identidad en la aventura reversible
tennediación crítica entabla un diálogo cultural que con- del descubrimiento, de uno que es el otro de otro.
La figura en cruz. Parece la clave que cifra las _ins~­
11 E111ir Rodríguez Monegal. Noticias u:crtlas y públicas tk cias de su ausencia y su retomo, el gesto apenas m1ste.no-
Amiríca. Barcelona, 1985. so, apenas místico, de su llegada que!º~ una despedí_~.
12 Emir Rodríguez Monegal. "Am~rica-Utopía : García Calderón, una acción de gracia que proyectó la uluma sombra luc1-
el discípulo favorito de Rodó". Cuadernos HispaflOtJlmricanos, NR
417 (marzo 1985).
13 Emir Rodríguez Monegal y Leyla Perrone-Moists. "Isidoro 14 Ru~n Cotelo. Jaq~. Montevideo, 21/11/&5. .
Ducasse y la retórica española". En Maldoror 17/18, Montevideo, 15 Alfred Mac Adam. "Aftet thé boom". Entrevista realizada a
abril 1984.
Emir Rodríguez Mooegal, 1983.
172 AL MARGEN DE BORGES

da de s~ pasión dialógica, entre sus amigos (los mejores) BORGES Y LA INVENCION DEL NOMBRE
Y. enemigos (que no cuentan), entre la vida Y la muene·
hizo del duelo un trance distinto, de esa dualidad s últi''
mo desafio. • u -
No degicc of knowlcdgc can cver stop this madncss,
for it is thc madness of words.
PAULDE!MAN

Si se afinna que no existe literatura sin lenguaje ni exis-


te Borges sin literatura -la inversión también vale- es-
tos términos establecerían entre sí una indisociabilidad
tal que, similar a las desmesuradas precisiones de la repre-
sentación cartográfica en "Del rigor en las ciencias", em-
pezarían por confundirse en una misma entidad, obliterán-
dose recíprocamente como el mapa perfecto del Imperio
que Borges como su cronista ya no distinguen del Impe-
rio. (El Hacedor: "Museo".)
De un tiempo a esta parte tanto la teoría como la críti-
ca literaria entienden que la literatura está atravesando
una instancia predominantemente verbal; se la ha denomi-
nado de varias fonnas: "the linguistic moment", 1 "le
tournant langagier",2 "la cesura de lo especulativo" (Ph.
Lacoue-Labarthe), de modo que se podría pensar que esa
coincidencia, invo~ucraría no sólo a Borges sino a nume-
rosos autores cQiltemporáneos. Sin embargo, en pocas
oportunidades, en la historia de la literatura, se reúnen
tantos textos como en la obra de Borges donde se haya
propuesto un referente literario y verbal, tan sólidamente
explícito e identificado, tan metaliterario y metalingüísti-
co (aunque las palabras pesen es útil el aparato concep-
Borges y la mvenc10n del nombre" ti 1 J. H. Miller: The Linguistic M~nl. USA, 1985.
cuentro de Homenaje a Jorge L . B uc prcscn~ado en el En- 2 J. F. Lyotard: La condition postmoderne. Paris, 1979.
Intcmacional del Libro Bucnou1As . org3es. 13ª Fcna Exposición
' S ITCS, /4/J 987.
[175]
176
AL MA RGEN DE BORG
BORGES Y LA INVENCION DEL NOMBRE 177
tual que designan) que e
naje Ytoda la litera~ura co:opn!an .el lenguaje en perso. Borges, el lenguaje está ocupado por él. Considerarlo
Ta sa3e.
mpoco sería la primera dentro de los límites de una lengua, idiomatizarlo, sería
literatura es literalmente b~~z que se entiende que la demasiado restricitivo. La palabra es materia, instrumen-
bras; según unos el restoveser ·1 · p~abras, palabras, Pala. to, tema y. discurso: una presencia totalitaria (descargo el
• s1 enc10· se , .
tura, y no hay resto: sólo textos y , gun otros: htera. término de su acepción política), una totalidad legítima
do empieza por un libro· el G , . ~ se sabe que el mun. ya que, no sólo el mundo, también por el lenguaje es la
(del mundo, del libro d~I ~nes1s que es su comienzo ficción la que se inicia, y en este caso no habría necesi-
terminar en un libro.2 A~o:e~zo) Y q~e ~xistiría Para dad de ninguna doctrina para creerlo.
ten otra cosa, también esa q gunas ficciones inven- No hace mucho y a propósito de la m~erte de Borges,
do el mundo está entre le otra co~a es una alegoría:3 To. un diario francés transcribía algunos de sus comentarios
prisión del lenguaje" de 1 tras. N:etzsche hablaba de "la sobre la literatura francesa: "No diría «la noche, la luna»,
bre pero tal vez sea ei ea que. e poeta tampoco está ¡¡.
!
visible. Paradójicamen~ qu~e~pueda hacer la prisión
ges (Borges, el que no 've m1s1 n es la_visi6n de Bor-
diría Verlaine; ni diria «el mar» o «la cosmogonía», diría
Hugo, no diría «la amistad», diría Montaigne." (Le Quo-
tidien de Paris, 16/6/86.)
que no escribe). ' como se dec1a: Sócrates, el La alternativa se fonnula sólo entre palabras: nom-
Si Borges concebía e1 Para , . . bres propios por nombres comunes, entre los que se con-
ca -una especificidad ql!e reciso ba_io es.pec1e de bibliote- funde lo que diria él o dijeron los poetas o se diría de
dé~ original- sus propios ~~la etimolog~a del par- ellos. Aunque semánticamente el procedimiento es dife-
conJetura y el resplandor de E ya son atisbo, una rente, el propósito es el mismo que se utilizaba en TWn
Letra" (la expresión es de JulesesLiti dén; su "Víbora de ("Tle>n, Uqbar, Orbis Tertius", Ficciones): "No hay pala-
bífida que sólo tienta la Et .dad orgue), una escritura bra que corresponda a la palabra luna (...). El sustantivo
excluye una tentación· sól em1 pero la tentativa no se fonna por acumulación de adjetivos. No se dice luna:
·
escntura que contradicto• . o sea por . la Escntura,
· una se dice aéreo-e/aro sobre oscuro-redondo o anaranjado-te-
ria: la escritura al prin _n~ente también inicia la Histo- nue o cualquier otra agregación."
pensable citar a Derridacip~~ Y al 6.n~ .. N? parece indis- Si bien se describe minuciosamente la trasposición o
clusión tanto de la Hist 1? que tal m1c1ac1ón es una con- desplazamiento, esas operaciones con que la retórica d~fi­
N ona como de la Teología
. o es en el sentido idiomátic0 . . . ne y nombra a la metáfora, la serie de adjetivos que enu-
tualizarfan los lingüistas a fin de -o 1d10/ecta/ pu~- mera no habilita el tropo, a pesar de la acumulación-des-
pr~enta la realización individual ~alr~ lo que de prop10 plazamiento que el tropo implica. La ficción retórica de
se intenta abordar "la henn 1 e a engua- que aquí Tion desconstruye las estrategias de la figuración por me-
se dice de "La hermosa leng~:ªdeengua de B.?r~es" como dio del análisis pero recurre a un trámite lógico que desar-
de~ a través de la ficción y d Cervante~ • smo consi- ticula la expresión figurada tanto como la racional, por
gua3e literario donde lo verbal e sus retlexmnes, un len- exagerada, y por eso, absurda, carnavalizando a la vez el
de la verbaliqad. Porque el 1 ocui;>a todas las instancias recurso de la sustitución, del análisis, de la imaginación
enguaJe es la ocupación de y de la lógica: Ni figuración ni propiedad.
2 Fue Mallanné quien tre "ó El discurso que elabora Borges sobre el lenguaje pone
do
· en vi en esre fin la fi lid d
• ma a del mun- en evidencia que el lenguaje no se libera del régimen de
: ~ideg~er. Arte y poesía. México 1973 parodia, más bien la relevancia irónica de su estatuto mar-
er etunologfa de pardés en p. SO. . ginal se constituye en el origen mismo de la parodia. El
desplazamiento o traslación que da nombre y definición a
178
AL MARGEN DE BORGE RGES Y LA lNVENCiON DEL NOMBRE 179
la metáfora, como se dijo ~os , ada. zana, la voz co~pondiente define (para el hombre
la prop~a figura aparece d{stintae~~ s; c~ácter esencial: versado en las cuarenta categorías y en los géneros de
bra y ni la metáfora -tal e t rmmo que la nom.
significado que su nomb;~z por metáfora- se ajusta al esas categorías) un pez escamoso, fluvial, de carne roji-
te, podría aplicarse I1'teralm omporta y que, por otra par za." Pero la sobrestimación del nuevo sistema es bastan-
. . ente a cualq · fi · te parcial y el argumento fácilmente reversible. En reali-
Sigue siendo "la I la mer igura.
sus contemplacionesur;fn~"í ~alabra luna''. el referente de dad, el viejo sistema no aportaba mucho menos. Sin em-
tos, ensayos cuentos u s cas Y poétJcas (manifies- bargo, el idioma analítico inventado aseguraría cierta uni-
es Ja luna el' obieto y'opoeb,iemtJ.as). Tratándose de lenguaje versalidad: la incomprensión es de todos, salvo que esas
• J J vo constante l al • doctrinas impongan y difundan sus definiciones; aún así
motJvo de sus objeciones· "S b Y a P abra, el no podrá evitar los padecimientos de expresiones insufi-
como la luna y tiene su h~mis~ ~m~s que el lenguaje es cientes ya que, lo dice Borges, "todos los idiomas del
~ de los argentinos). Tal ve:7~te e sombra."(/!/ idio- mundo (...) son igualmente inexpresivos". En Tlon los
c1ón recurrente, prevenirse con nt~, por esa mvoca-
rJ :1
adjetivos son monosilábicos; en "El idioma analítico de
que se había olvidado de cifrarl:-8 nesgo de ~n. poeta John Wilkins", contra los principios básicos de cualquier
cuantos ejercieron el oficio / ema e.l malefic10 "De

conserva siempre el anhelcfd


t
nuestra vida. / Siempre se ierde camb~ar .~n p~abras
~b~senc1al. Confiesa y
gramática, "cada una de las letras que integran (las pala-
bras) es significativa, como lo fueron las de la Sagrada
Escritura para los cabalistas". Así como el obispo angli-
bre con "La compleja escritu':ae~~~ tr su verdadero nom- cano J. Wilkins aspiraba en el siglo XVII a "la posibili-
mos, numerosa y una " (El s~ rara I Cosa que so- dad y los principios de un lenguaje mundial" (lo dice Bor-
Ya que "noto . . otro, e1mismo: "La luna")
namente no hay 1 ifi . · ges en El idioma de los argentinos.), también aspiraba a
so que no sea arb' ......,....;~ ~ as icac1ón del univer-
. lucu..14 y conietura)" J h "la posibilidad de un viaje a la luna". La luna es para es-
entJende que es necesari J • o n Wilkins te "inteligente utopista del lenguaje internacional" (/bid.)
misma de manera o que cada palabra se defina a sí
dir de las defi'n· · que .esa autosuficiencia pueda prescin como para los poetas, más que una radicación de la uni-
tc1ones impuesta d" . - versalidad, el espacio de las posibilidades: es también
Real Academia elabor da s por e1 icc10nario que la
una de las definiciones más antiguas de la poesía (Aristó-
e.iones de un código qu~ ~ fali:~~~.años.dy de las ~rescrip­
ficado" invalidaría A tal r· . sentt o orgánico, uni- teles).
· m mventa el " tifi · Son numerosos los problemas que se plantea el poeta
1as letras de las palabras indi ' . . ~ ic10 de que en relación al lenguaje pero, entre todos, los más recu-
nes"' semantiza todos Jos ele~en subd1vis~on~s y divisio-
do que las palabras del idiom ent~~ .constltutivos evitan- rrentes son los que cuestionan la falta de motivación del
bolos arbitrarios" como lo
sustituir. ("El id"
ª ana ~ 1 co ~n "torpes sím-
1

~.que su invención se propone


signo, su arbitrariedad que, convencional, se impone sin
que el hablante pueda dar(se) cuenta de la razón de decir
Inquisiciones.) 10ma analítico de John Wilkins", 01ras que es su razón de ser.
Obcecadamente cratilista, el poeta intenta renovar la
Todo debe tener sentido el . . . apelación, apela a todos los recursos a fin de averiguar en
ese todo tenga una razón d~ ~ntJdo se ongma en que
embargo, el recurso que el ~r. una causa Y un fin. Sin la palabra su verdad (la ambigüedad del posesivo vale);
cuentra "ingenioso" y las es~UJtt~ textual del ensayo en- más que nada es esa "quete de la vérité" lo que le inquie-
sobresignificada no a egias de esa verbalización ta, una búsqueda, una cuestión, y ahí queda. Interpone
ductivas del conoci~~:~~n s~stra~rse ~las fatalidades re- una acción -personal- que va contra el sistema, tratan-

p
¿
comprensión. Es así que .. 8!i!bmtesis personales de la
ra salm6n no nos dice
do de acceder al origen donde el signo y lo que el signo
designa, coincidirían. Por su gestión (sugestión) es la
iso AL MARGEN DE BORGES BORGES Y LA INVENCION DEL NOMBRE isi
gestación misma lo que remeda, la primera escena, de de una palabra que significara significados contrarios: "El
donde parte la ~alabra, la asociación que la sociedad pudo hecho de que existen basta para probar el c~ácter provi-
~aber <:8table.cid~ pero ~obre. cuyo establecimiento no sional y tanteador que asume !1uestro lenguaJ~ frente a la
uene m exphcación lógica m el menor indicio como realidad. ( ...) En álgebra, el signo m~ y el signo menos
tampoco l? tiene con respecto a Uqbar, el narrador del se excluyen; en literatura, los contr~óos s~ hermanan e
Borges: Ni en los ~ti.as ni en las enciclopedias que con- imponen a la conciencia una sensaci n mix~; yero no
s~lta, aparecen noticias sobre esa región presunta. Sólo menos verdadera que las demás."5 El descubnm1ento no
Bioy, u~ nru:rador, un personaje de la ficción, dispone de fue ajeno al origen de su estética. .
los créditos mformativos correspondientes pero los datos Desde Platón, que dramatiza en e~ "Fedro" el ingenio
no aparecen registrados en el volumen de la que "falaz- de Herrnes y la invención de la escritura, un pharmakon
mente .se ~ama The Anglo-American Cyclopaedia", con que es medicina y veneno a la ve~, que con~~ª Ydestru-
su debi~ 'falsa carátula" (yo subrayo) que se encuentra ye, hasta hoy, esas concurrencias antommicas en ~a
e~ la qumta de la calle Gaona, en Ramos Mejía. Tam- misma voz fascinan a poetas y filósofos. Cuenta Hem-
bién la Encyclopaedia Brita1111ica ha suprimido el artículo rich Reine de una seí\ora francesa que le decía con t~mor
que hubiera correspondido a John Wilkins, según la lectu- ansioso "Yo sé que ustedes los aleman~ usan la mis~a
ra a la que se aludía más arriba. Curiosamente, cada vez palabra para perdonar y envenenar. H~me le da la raz~~
que un lenguaje se inventa, Borges hace responsable a Ja porque la palabra Vergeben quiere dec11 esas dos cosas.
Encyclopaedia Britannica de la desaparición de los ante- Hegel, por su parte, exalta el alemán como una len-
cedentes de esa acción y sus referencias. En cambio es gua con "numerosas ventajas sobre otras lenguas mo?e~­
en un ejemplar del primer volumen de Las mil y una 'no- nas, ya que algunas de sus palabr~ poseen l~ peculiari-
ches donde descubre el narrador el manuscrito que contie- dad de no sólo tener significados diferentes smo contra-
ne "el informe de Brodie", pero, como si las faltas más rios" 7
que la certidumbre avalaran la verdad en cuanto al origen sin duda Hegel se refiere a la palab:ci.AiifhebWlg, un
también ahí "Falta la primera página". (El Informe d~ ejemplo clásico que desde entonces se d!~tingue ~n e~;
Brodie.) cial interés; significa tanto "pr~ervar como alabar •
El lenguaje de los yahoos que David Brodie describe "llegar a ser" como "dejar de ser , una palabra sola que se
en ese informe no es demasiado diferente del nuestro Las presta a significados opuestos. A pesar de que. S. Ull-
coincidenc~a~ son signific.ativas: el testigo aclara q~e se mann mencione el recurso como un caso excepcional de
tra~ de un idioma complejo; que la fuerte tendencia poli- bisemia y lo ilustre con el lat. sacer y e~ fr. sacré, que
sém1ca de las palabras se contrae por la expresión gestual significan sagra~o. y f!laldito.~ e~ la actualidad ya.no ca~
~ el contexto. Tampoco sus hábitos son tan extraños: restringir ese pnvtlegio a la.ficción~ a una o vanas pala
Otra costumbre de la tribu son los poetas" pero como bras , o a un idioma en particular, smo extender--enten-
de Baud~laire, hasta su madre se aparta con' temor y re- dcr- esa acumulación adversa como el recurso verbal
pugnancia: el poeta, "inspirado por el horror sagrado,
( ...)ya no es un hombre smo un Dios, y cualquiera pue- 5 Buenos Aires, 1921. En Las vanguardias literarias en Hispa-
de matarlo". No son casuales nuestras coincidencias con noamirica. Hugo Verani. Roma, 1986.)
el lenguaje de los yahoos, de la poesía y de la religión. 6 C i( / inquiry March 85. P. 386. Vol. Il.
7 ¿ri:~:al Íni/UÍ;y. March 85. Vol. II. P. 385. Hegel: Science of
Cad~ palabra puede tener un sentido y su contrario, como
los !ibros ~e TlOn. En sus textos de vanguardia, Borges Logic. P. 32.
8
·
Stephen Ullman: Tire Principies of Semantics.
Oxf rd 1959
o , ·
habia manifestado la mayor perplejidad ante la existencia P. 120.
i83
182 AL MARGEN DE BORGES aoRGES y LA INVENCidN DEL NOMBRE

por excelencia, un procedimiento que, a partir de la iro- Habilita así una imitación generalizada, atenuand~ por
nía, ilumina la naturaleza verbal en general y en eso esta- la invención la convención; en la poesía todo se aplica a
mos. Dice Brodie: "No nos maravillemos en exceso; en imitar· los sonidos a los sonidos, las palabr~~ a las pala-
nuestra lengua el verbo to cleave vale por hendir y adhe- bras ~l poema a otros poemas: de un QwJote, al otr~.
rir",9 o mejor todavía, nos maravillamos por el exceso. Por ia repetición, algo siempre se imita. La poesi~ mulu-
Las diferencias entre el idioma de esos seres tan extra- plica la repetición en todos los planos. Po~ medio. d~ la
ños y el que disponemos, en términos generales, no son imitación interna y coherente, el poeta mtenta im1~
muy importantes, incluso los yahoos postulan "la virtud ouas imitaciones que desearía realizar per~ 9ue las r_~1s­
intelectual de absuaer". En cambio, paradójicamente, el tencias del lenguaje le impiden: en de~n.1uva, la ur::ica
idioma de Ireneo Punes, un paisano de la Banda Oriental, ·mitación cabal es la de la palabra que imita a otra p a-
un paisano nuestro, criado entre nuestras cuchillas y ~ra o que se imita a sí misma, lo demás fo!'°ª parte de
nuestros ranchos, desde esa tarde en que lo volteó un azu- la más pura ilusión aunque sólo por la alusión la conoz-
lejo y perdió el conocimiento es casi inconcebible para
nosotros: "Ahora su percepción y su memoria son infali- cam;~~ de las limitaciones que aflige al ~ta es la i~po­
bles" ("Funes el memorioso". Ficciones.) Pero por eso, sición universal de una lengua que conciem~ o consiente
precisamente, lreneo es incapaz de pensar, que es recordar todo a todos, que es norma, gen~ral Y.c?lecuva, ~ue ase-
y olvidar: "perdió el conocimiento", una pérdida que Ire- ura su eficacia instrumental, a dispos1c~ón, el p~et-a-par­
neo-tal vez por soberb~, dice Borges- considera bené- f er el ready-made hecho de inadvertencias y olvid?s Y, en
' ne;., no llega a dar cuenta del acontecimiento
fica ya que no puede seguir nuestro lenguaje y se inventa consecue ..., b. · ·dad e
uno propio. ersonal, particular y s~ngular, de una su ~euvi qu
El narrador es capaz de referir con toda precisión ~n cada circunstancia reitera cada vez y a su manera, oua
-igual que Ireneo-- su última entrevista; menciona la querella de los universales. . . fí _
fecha de la que ahora podríamos estar celebrando puntual- Ireneo Punes es la figura hterana del poeta, otra igu
mente el primer centenario: el encuentro fue en marzo de ra <figure en fr. significa también "rostro"~ de Borge~ y
1887. la preposición indica menos la procedencia o posesión
Se decía que uno de los planteos teóricos y poéticos que su mejor representación: la figura de ~unes es '/:
que, con mayor frecuencia y aflicción formulan los poe- ás ara-máscara una muestra maestra de epistemolog -
tas, es la falta de motivación del signo, la condición de ftcci~n. ese géner~ que Borges pr~picia, desdob~~do·na­
arbitrariedad que el lingüista ve como un hecho necesario rrativamente la ficción y la reflexión, el. conocimiento y
(natural o cultural), y el poeta como un capricho. De ahí la memoria, la imaginación y la percepción, d?nde plan-
que se haya propuesto contrarrestarla por medio de esa tea una vez más el problema de la representación, porque
"búsqueda de la verdad", la invención de un origen y si no hay otro mayor: "Dos o tres veces había reconstruido
bien no llega a descubrir el acto primordial, le permite un día entero; no había duda~o nunca.,,pero cada ~ec_on~~
participar en un simulacro provisional con el que apenas trucción había requerido un d1a enter?. 1-:3 n:iemona mo
se re-signa: un signo por otro signo; sustituye y multi- ºdable de Funes avala también la mmuc10s1dad de la ~s-
plica a la vez. vi . . · de "M eo" Si la
tética extravagante obJeUva o realista us . b
memoria es tan perfecta como los mapas que traza an
los cartógrafos de aquel Imperio, ¿cómo no sospec~ar
9 Anotaciones críticas: "La metáfora". Publicado en Cosmópolis.
Madrid, Nl".35. (1921). Como David Brodie, anota que en inglés se
encuentran los verbos to cleave (hender o adherir) y to ravel (de- ue el original que se confunde co~ .su represen~ci?n
senredar o enmarañar). ~ueda ser la representación de un ongmal que no distm-
184
AL MARGEN DE BORG
GES y LA IN VENCION DEL NOMBRE 185
guimos? Si la representación es perfecta como un crimen OR taf' ·
n discutidero en la me is1ca y
Dios en _la teol~gt~Jd~ en las letras y una finísima_con-
perfecto, o no existe, o la calificación o la combinación ,
un énfasis popu an 1 matemáticas. Russell explica ~
son imperfectas. Es el problema.
Más que resolverlo, Borges propone una (di)solución cepción renov~~ en. as tenciación de números cardi-
irónica: Como los habitantes de Tlé>n, los Yahoos o J. adición y ~ulttplicac16n y~e sus dinastías casi terribles
Wilkins, también Ireneo se inventa un idioma propio pe. nales infinitos y el _por~~, al mirar al cielo."10
ro, fonnulado así, hasta la invención resulta tautológica: -Y una ve~dadera mtu1c10~re en la palabra no implica
un idioma propio no es más que un idioma idioma Por- La propiedad que ~ese , corriente al contrario, lo-
que idios es lo propio, lo particular, lo que idioma en su que abandone. su sentido m~ esta t~talidad semánti-
origen quiere decir y, a pesar de que compartamos el abo. gra significar tod~s s~~ se~tido~~ se verifican al mismo
ca, esa serie de ~~ ~~n~! ~atribuirá a la casualidad,
rrecimiento neológico de Borges, no pesaría demasiado 1
denominarlo circunstancialmente funés, a este idioma in- tiempo que, supe ifia lófonos llamarían at-once-ness
vent.ado, agudo y común -con minúscula- de la mis- ese fenómeno que o~ z8n!e otra manera: pansemia, sinse-
ma manera que se dice portugués, francés o finés. Es un (no se me ocurre decrr ~as paleonimia, pretenciosa~: es
idioma propio y t.ambién la propiedad hay que entenderla mia, me parecen pesa ' ilº . nes del oxímoron: va-
aquí en varios sentidos.
una v~ que habili~ I~ ~~~i:~~o lo increíble", "secreto
Superado el gusto por las metáforas enonnes de las liosa incomprensión • . d ' " "la pública y secre-
vanguardias y afianzada su convicción misoneíSta, Bor- y glorioso cap~tá~. de con~~:~~~l~ o, una conjunción
ges hace el camino inverso a cualquier met.aforización o ta representación y'. so r excelencia) que resume
a cualquier mera neológica, pero, en tanto que inverso, (conjunctionis oppos1toru~ J° ºdad de su trazo la irradia-
no result.a demasiado diferente: en lugar de la palabra y/o
el sentido nuevo -y como tal sorprendentes- Borges re-
emblemáti~~nte e~óla
º6n de la s1gmficac1 crrcv ari~s sentidos, el núcleo mis-
n en
Cl . ºó
cupera el sentido más viejo, el que ya no se expresa ni se mo de la contradicci. n.-al tra forma de propiedad del len-
siente presente. No es contradictorio que pueda parecer
así doblemente sorprendente: 1) porque resulta nuevo. 2)
~ampoco es tan ?"1v1li~ Por un lado, la propiedad ~u­
guaje que el funés imp sól · tilicen según su senudo
porque result.a viejo. El efecto de originalidad está asegu- pone que las palabras o se u la ro iedad también
rado pero una originalidad por el origen y no por la ex- propio: el que él ~v~;~:o~i:ha.C: d!no de la deno-
centricidad. El recorrido inverso a la imaginación no Ja supone una apropiac1 n. en . rt.a" ("La forma
anula, la restablece por el sentido propio, el hablante que . ºón "Su nombre verdadero no rrnpo. . di-
mmaci . ,, . . ) esa falta de importancia
observa la propiedad que no es purismo sino una puesta de la espada •Ficciones, pe~·é en "Emma Zunz" (El
en propiedad. Ocurre una inesperada quiebra de lo habi- simula la falta mayord Tf1 ~uy poca importancia a
da
tual en tanto remite al punto anterior a la fonnación del Aleph, 1949), el i:iarra orí ~itando a sus personajes (el
hábito: infinito no es sólo la cualidad de carecer de un fin los nombres propios Y 8!l • "Maier") y observando
~
sino t.ambién innumerable, innumerable no es sólo lo nu- d E ma zunz muere como . .
padre e tivas los modifica. En Historia Ulll·
sus discrec1on~ ruu:ra habí~ dicho "omiten su verdadero
meroso sino lo que no se puede numerar; el debate es
"inacabable" no sólo porque se trat.a de una discusión versal de I~ mfatrUa trevemos a pensar que hay tal
muy polémica sino porque afecta la eternidad, lo infini-
to; Borges hace una prolongada descripción semántica de
nombre -s1 esdq~;(,?~~p
cosa en el mun o. ªroveedor de iniquidades Monk
la palabra infinito: " ...fue alguna vez una insípida equiva-
lencia de inacabado; ahora es una de las perfecciones de 10 "El idioma de los argcn tinos..· 1927 en El lenguaje ~ B~nos
Aires. 1963. P. 16.
J 86
AL MARGEN DE BOR RGES y LA INVENCION DEL NOMBRE 187
Eastman") .. No son é5as las únicas razones por las
filología y la lingüística suelen denominar así esas ~a­
Ireneo sust1tu~e .los nombres de la numeración. Si
Jabras que se dicen una sola vez. y de las qu~ sólo, regis-
cálculos ca~ahstJcos convierten las letras en núm 1
tran ese único ejemplo. La conocida ocurre~cia del ~rro
Funes p~cllca la tradición gemátrica al revés convirtien
de las tres y catorce (visto de peñtl) tu~iera el m1sm?,
do los numeros en nombres, denominándolos Jos do . nombre que el perro de las tres y cuarto (visto .d e frente)
na, los hace propios. nu.
se explica porque "perro" no puede ser concebido por !re-
Son nuestros héroes nacionales quienes Je revelan 1 nco que desconoce el concepto: considera~a cadaexpene~­
absurdo del sistema vigente: "Su primer estímulo cr 0
cia propia y particular, el s~~lo ~enénco P.e"<? es ~m
f~e el desag;rado de que los treinta y tres orientales 'req:~ duda una exageración arquetípica. N~ Ireneo ru ~wen viva
neran dos signo~ y tres pa~abras en lugar de una sola Pa- cada circunstancia en forma tan ~cular, ~a tolerar-
l~b~a y un solo s1gn?. Aphcó luego ese disparatado Prin- la. De ahí la numeración que temat1za la matena matem~­
c1pi? a los ?tros numeros. En lugar de siete mil trece tica, una materia que es sólo forma, qu~ fo~ula proposi-
dec1a (por e1emplo) M_áximo Pé~ez; en lugar de siete mil ciones intelectuales, desasida de la conugenc1a de manera
catorce, El Ferrocarril; otros numeros eran Luis Me/'á
que siempre resulten verdaderas.
Lajinur, Olimar, azufre, ~os bastos, la ballena, el gas,i 1: Queda todavía por tratar otro aspecto de la propiedad
caldera~ Napole6n, Agustm de Vedia. En lugar de quinien- de esta nomenclatura. La ejemplificación .m~ genero~
tos, decia nueve."
que proporciona el narrador atiende la sustituc1ón de nu-
Tal vez en la palabra cifra esté una de las claves de meros por nombres: nombres por nombres (en espai'iol Y
una palabra que nombra el número, la escritura secreta en francés: el tema tolera la trasgresión idiomática. En
que e~ n~ero y misterio, cada uno de los números y su fr. número se dice nombre. En su idioma idioma, Funes
combinación y aque} en donde la numeración se inicia, sustituye el nombre des nombres.)
Parte Y todo, el vac10 en árabe (sifr), nada y el círculo
que cerca la plenitud, el colmo, el cero. Pero no habría que soslayar que esa denominaci?n se
Hasta que su.f~ó el golpe! Ireneo "había sido Jo que vale prioritariamente de nomb_res propios, una propi~ad
son todos los cnstJanos: un ciego, un sordo, un abomba- que se conecta con las propiedades seí\aladas antenor-
do, un desmemoriado". Ahora, por la caída, inválido, no mente. .
pa~ece ~ d~ la.fractura antropológica, ni la mediación Esta denominación reiterativa afecta también otros ca-
-m.~rces1ón-mtercepción- del pensamiento ni la dis- sos, en otros textos, y por eso la menciono: En ''La
tancia verbal, de las que todos padecemos. La emergencia muerte y la brújula" un personaje se llama Red. Sc.har-
de.tod? lo (poc~) que le rodea en la indigencia del rancho lach. Red significa "rojo" en inglés, Sc'!arlach s1gn1fi~a
1~ unp1de .dormrr, no conoce, no piensa, no sabe abstraer "escarlata" en alemán. Es también un ttpo de flor rOJa.
ni generali~. !--a intensida~ de ~ada experiencia es única Schar/achfieber es escarlatina.. E~ nombre ~e ~ed ~c~­
Ypor ~so es umca la denominación que requiere y propo- lach es la imagen de su propia tmagen. Significa 'ROJO
ne. pice. Borges en el epílogo de Historia de /a noche, Rojo".11 En otra parte ("De Alguien a ~adie". Otras in-
que Wh1tehead ha denunciado la falacia del diccionario quisiciones.) dice Borges: "Johannes Enugena ? Sc?tus,
pe~ecto: su~ner que par~ cada cosa hay una palabra. Tra- es decir Juan el Irlandés, cuyo nombre en la histona es
baJam?s ~ ~en.r:is. El universo es fluido y cambiante, el Escoto Erígena o sea Irlandés Irlandés."
lenguaJe ngido . No ~reo que él adhiera a esa denuncia.) 11 J. Hillis Millcr. "Red Scharlach, hermeneuta. 5?hre. la .figura
~e haberlo conoc1~0. Ireneo habría sido partidario de en "La muerte y la brújula" de Borges. En Disemmarro.. LA
un sistema -el término es poco pertinente- de há desconstrucción: Otro descubrimienlo de Amirica. Montevuieo,
pax. 1987.
188 AL MARGEN DE BORGES BORGES Y LA lNVENCION DEL NOMBRE 189

Paul Valéry entreveía en el nombre de La Fontaine un tico que vale en tanto un patronímico, más allá de la sin-
vago "sentido ambiguo de frescura y profundidad. Un en- gularidad designativa, más que un nombre del padre 9u.e
canto que provenía de las aguas". En la dualidad de su da nombre a una familia, configura un modelo que anuc1-
nombre Chrétien de Troyes conciliaría la síntesis cultu- pa y determina naturaleza y esencia con diferente _fo~~n~:
ral de una literatura que integra a su profesión de clérigo "El Nombre propio es de esta manera la fonna hnguísb-
cristiano leyendas heroicas de procedencia pagana.12 Asi- ca de la reminiscencia." 14 .
mismo el Stephen de Portrait of the Artist de Joyce en- La reminiscencia de Ireneo era perfectamente precisa Y
tiende que "God was God' s name " -y lo aseguraba- propia. Cada jornada le depar~ba 70.000 recuerdos que su
"así como él se llama Stephen'', o Maurice Blanchot lle- memoria sólo con recordar registraba (to record es más re-
ga a la conclusión de que "Dios es un nombre".13 Mien- gistrar que recordar o, por lo ~enos, an:ibas cosas). Era
tras que la sabiduría -también lingüística- de Dios, lo natural que aprovechara el vac10 semánuco de los ?om-
lleva a responder la pregunta de Moisés no por su nom- bres propios para realizar la mayoría de las co?vers1ones
bre sino por pronombres previéndose, de esa manera, en- que la tabulación incoherente de su numeración propo-
tre otros inconvenientes -contra las simplificaciones de nía: tampoco los númer?s s~ co.mpor:tan c.oncepwalmen-
una identificación que tampoco sería una definición ya te y entre esos dos vac1os s1gnificauvos ~tentaba apro-
que los nombres propios no definen pero arriesgan el fe- piarse -por medio de los nombres .propios, l?s ~acía
tichismo onomástico-- la posesión del nombre propio suyos- de la particularidad de una cll'cunstan~ia singu-
implica la propiedad de pquello que el nombre propio de- lar que no podía inadvertir: "las aborrascadas cnnes de un
signa -que limitaría el infinito de la circularidad tautoló- potro" o "las formas de l~ nube~ australes al amanee~~
gica que, entre los vacíos pronominales y los vacíos de del treinta de abril de mtl ochocientos ochenta y dos .
la cópula-, Yo-soy-el-que-soy eludía. Para Agustín Inscrita en el cuadro de René Magritte que represen?. un~
Dios es la cosa, pura y simplemente, es aquello que está pipa, la frase niega más de una vez lo que ostenta: Cec1
más allá no de las apariencias sino de los signos. n'est pas une pipe" aunque la representa porq~e la rep~e­
Si también Mallanné supo crear significados propios senta. Para quien fuma "A veces un buen cigarro bien
en nombre ajenos, porqué Borges no atribuiría significa- puede ser sólo un buen cigarro", sin más, n~turalmen~,
dos propios a sus nombres propios, descubriendo el oxí- y no sea necesario que represente otra cosa m que requ1~­
moron campo (Jorge)/ciudad (Borges) de una oposición, ra otra explicación. Como la célebre rosa de Angelus S1-
una inversión que redundaría en los fundamentos de su lesius que florece porque flo~. "La. rosa es sin porqué:'.
estética especular o especulativa. De la misma manera, la poesia suscita como un desafio
No exageraba Roland Barthes cuando asignaba la ini- de la palabra contra el concep~~ que coml?Orta, una pre-
ciación de Proust a la escritura, la iniciación de su dispo- sencia verbal que la poesía habih~. ~na epifanía de la Pª:
sición a escribir, al descubrimiento o invención de los labra, con toda propiedad, sin rerrulll' a otra cosa que a si
nombres propios: "Una vez encontrado el sistema, la mbmL . .
obra fue escrita inmediatamente." No sólo para estos au- Era en esos sentidos que interesaba considerar la inven-
tores la clase semántica de los nombres propios -el ción del lenguaje en Borges: la recupe~ción de ~a pro-
Nombre- presenta "el mayor poder constitutivo". Ya se piedad del lenguaje en Borges, una propiedad poébca mul-
sospechaba en Cratilo una especie de platonismo onomás- tiplicada que desde sus primeros escritos hasta los más

12 R Dragoneui: LA vie de la /el/re au moyen age. París, 1980. 14 R. Barthes: "Proust el les noms" en u degri uró de l'ecriture.
13 Maurice Blanchot: LA pas au-de/a. Paris, 1973. P. 165. París, 1972. P. 132. Hay traducción en español.
190 AL MARGEN DE BORGES BORGES Y LA INVENCION DEL NOMBRE 191

recientes está siempre presente. Realiza una invención hirviente, inquebrantable, brillador, puntiagudo, enuncia-
que no es diferente de su descubrimiento del lenguaje. mos puñal; en sustitución de alejamiento de sol y progre-
Los dos términos son etimológicamente indistintos ya sión de sombra decimos atardecer. (...)
que invenire es encontrar, descubrir lo que ya existía. Re- El mundo aparencia! es complicadísimo y el idioma só-
corre un itinerario etimológico que se extiende más allá lo ha efectuado una parte muy chica de las combinaciones
de la lexicología y las disciplinas lingüísticas constitu- infatigables que podrían llevarse a cabo con é~., ¿Por ~ué
yéndose en una búsqueda de la verdad y ya sólo con bus- no crear una palabra, una sola, para Ja percepc1on con1un-
carla, se encuentra o se inventa. ta de los cencerros insistiendo en la tarde y de la pues1;8
de sol en la lejanía? ¿Por qué no inventar otra para el rm-
Algunas declaraciones periodísticas que se publicaron noso y amenazador ademán que muestran en la madrugada
en oportunidad de su muerte fueron el principio de estas las calles? (... ) . ,
anotaciones; las terminamos con fragmentos de uno de Sé lo que hay de utópico en mis ideas y en la leJan~a
sus primeros textos, El tamaño de mi esperanza (Proa, entre una posibilidad intelectual y una re~, pero conf~o
Buenos Aires, 1926), un título que parte (y es parte) de en el tamaño del porvenir y en que no sera menos ampho
una publicación de Lugones, nada poética, 15 que tiene, que mi esperanza.
precisamente, sus reflexiones matemáticas como tema O
la letra O la cifra, y el círculo (letra o cifra) se cierra en la
escritura.

Cualquier léxico es perfectible y voy a probarlo.


El mundo apariencia! es un tropel de percepciones bara-
jadas. Una visión de cielo agreste, ese olor como de resig-

nación que alientan los campos, la acrimonia gustosa del
tabaco enardeciendo la garganta, el viento largo flagelan-
do nuestro camino, y la swnisa rectitud de un bastón ofre-
ciéndose a nuestros dedos, caben aunados en cualquier
conciencia, casi de golpe. El lenguaje es un ordenamiento
eficaz de esa enigmática abundancia del mundo. Dicho sea
con otras palabras: Jos sustantivos se los inventamos a la
realidad. Palpamos un redondel, vemos un amontonamien-
to de luz color de madrugada, un cosquilleo nos alegra la
boca, y mentimos que esas tres cosas heterogéneas son
una sola y que se llama naranja. La luna misma es una fic-
ción. Fuera de conveniencias astronómicas que no deben
atarearnos aquí, no hay semejanza alguna entre el redondel
amarillo que ahora está alzándose con claridad sobre el
paredón de Ja Recoleta y la tajadita rosada que vi en el
cielo de la plaza de Mayo, hace muchas noches. Todo sus-
tantivo es abreviatura. En l~gar de contar frío, filoso,

15 El tamaño de la espec~: Ensayo de Psicología Matcm61ica.


Ed. Ateneo, 1921. 58 págs.
EL l\11LAGRO DE LAS ROSAS
Y EL ULTRARREALISMO DE BORGES


Para empezar, y amparándome en un recurso de inicia-
ción al que Borges suele recurrir, recurro a una iniciación
suya-de 1951- donde empieza recurriendo a una afir-
mación de Paul Valéry-de 1938- que Borges remite a
Emerson-1844-quien habría recurrido a su vez a She-
lley -1821, y así en adelante, pero hacia atrás.
Entre recursos y recurrencias -procedimientos que
son i;:epeticiones- trato de imitar el gesto imitativo de
Borges, una especie de progreso regresivo. que es propio
de la naturaleza del lenguaje, que técnicamente podría
denominarse ya sea anáfora, intertextualidad, transtextua-
lidad -hay otras variantes denominativas- ya sea "un
ansia de influencia" como hoy dirían los teóricos del
discurso, refiriéndose a la creación de precursores que Bor-
ges atribuye a aquellos escritores que descubren o inven-
tan en textos del pasado afinidades que no se reconocen
como causa sino como consecuencia de los propios, aun-
que estos sean posteriores.
Pero considero que estas inversiones cronológicas -o
lógicas, simplemente--que Borges reserva al éscritor, de-
perían harcese extensivas, con legitimidad semejante, al
lector porque, precisamente, es el lector-elector-selector-
colector quien reúne en su "biblioteca imaginaria" -ana-
crónica o sincrónicamente-- las coincidencias que la his-
toria y los textos dispersan. Es Borges escritor, pero en
"El milagro de las rosas y el ultrarrealismo de Borges" fue pre-
sentado en el Encuentro de Homenaje a Jorge Luis Borgcs. 131 tanto que lector, quien reconoce las modificaciones que
Feria Internacional del Libro. Buenos Aires, 3/4/1987. [195)
196 AL MARGEN DE BORGES 197
EL MILAGRO DE LAS ROSAS
Kafka introduce en Kierkegaard (1813-1855), Léon Bloy ga por varias interpretaciones (cuatro por lo menos), don-
(1846-1917) y Lord Dunsany (1878-1957); era Proust, de "La rosa es sin porqué", florece porque florece, como
un escritor especialmente dispuesto a la recherche de un la célebre rosa de Angelus Silesius que Borges suele
tiempo que deseaba menos perdido que suspendido, quien
citar.
afirmaba algunos ai'ios antes que Borges, haber encontra- Se dice algo que ya se dijo, de manera que lo dicho an-
do fragmentos de Tumer (1775-1881) en Poussin (1594- teriormente se convierte -por obra de esa repetición-
1665), así como una frase de Aaubert en Montesquieu. en el modelo, un arquetipo, una Idea ideal; la gestión tex-
Es previsible que el pasado modifique un presente; tual se consolida ·entonces como el procedimiento que ha-
más interesante, aunque menos estudiado, es que el pre- bilita la condición esencial y en ese tema estamos: Ideas
sente -que es un futuro desde ese pasado- pueda modi- con mayúscula, imitaciones, repeticiones textuales, un
ficar textos anteriores. Aparentemente son movimientos anhelo de eternidad, la suerte de un futuro que nos remite
hacia el pasado (las fechas son muy precisas en este senti- a un pasado original, al Paraíso donde sea posible -por
do), pero esos impulsos se tensan a fin de cobrar aliento: medio de las interpretaciones- cortar una flor como en
una aspiración (anhelo) o una inspiración (la gracia), dos el sueño que cuenta Coleridge y que Borges cuenta:
expresiones que la teoría literaria distingue pero que la fi-
siología y la teología no diferencian mayormente. Si un hombre atravesara el Paraíso en un sueño, y le die-
Borges recurre en "La flor de Coleridge" al pasado lite- ran una flor como prueba de que había estado allí, y si al
rario a fin de observar "la historia de la evolución de una despertar encontrara esa flor en su mano... entonces,
idea a través de los textos heterogéneos de tres autores": ¿qué?
T. S. Coleridge, H. G. Wells y Henry James. En nues-
tro caso, recurrimos a ese texto de Borges (Otras Inquisi- El soi'iador de Coleridge encuentra en su mano un presen-
ciones, 1951), a "La rosa púrpura del Cairo" de Woody te (una presencia, un obsequio) que es prueba de una
Allen --de 1985-, y a nuestro compatriota, el poeta ausencia, una prueba de otro espacio; Borges dice en ese
francés Jules Laforgue: el título que he propuesto "El mi- mismo ensayo que el personaje de Wells encuentra a su
lagro de las rosas" cita literalmente el título de uno de vez una flor marchita, una prueba pero de otro tiempo,
sus cuentos publicado en las Moralidades Legendarias de ya que gracias a la "Máquina del Tiempo" había traído un
1886. recuerdo del porvenir: desde ese pasado-mañana ningún
Por la repetición los tiempos se contraen; cada coinci- marchitamiento puede sorprender ya que ése es el futuro
dencia supone semejanza y diferencia, la diferancia, diría previsible de toda flor (Ronsard, Comeille, Laforgue,
J. Derrida para relevar en diferir la idea de postergación, Brassens, lo han cantado). El personaje de Henry James,
además de la diversidad que es su significado más corrien- Ralph Pendrel, en cambio, viaja en "sentido del pasado"
te. Se verifica así, textualmente, un rito de iniciación (The Sense of the Pastes el título del libro) y se encuen-
-que no deja de ser una imitación- un retomo que es tra en el siglo XVIII con su propio retrato. Este descubri-
menos una vuelta al pasado que la suspensión de cual- miento preposterado -preposterous!, diría un anglófo-
quier tiempo, un atisbo de eternidad que la ceremonia ce- no- sería sólo intempestivo o absurdo si no fuera por
lebra puntualmente, con la nostalgia de otro tiempo, an- el doble sentido, la doble orientación que la operación
terior al exilio primordial, anterior a todos los exilios, textual necesariamente imprime.
un pasado que sólo por no estar presente se confunde con Una vez suspendido el tiempo es natural que las coin-
la ausencia, el recuerdo y el deseo de un jardín, el "par- cidencias se precipiten y ya no puedan evitarse. Por ejem-
dés" en hebreo, un parafso al que según el midrash se lle- plo, no habría que atribuir a una extravagancia romántica
EL MILAGRO DE LAS ROSAS 199
198 AL MARGEN DE BORGES
función performativa, clasifican meno~ ~ti~ente los
esa suposición que no sólo se le ocurre a Coleridge sino lingüistas contemporáneos a ~. reah.zac1ón sunultánea
que le había ocurrido a él mismo. En el ensayo siguiente de la dicci6n-acci6n, la enunciación que crea ~81:8bras Y
"El suefto de Coleridge'', Borges cuenta que el poeta ha- cosas (Austin, Benveniste y epígonos), sería ~J~to o,
bía sonado su poema Kubla Khan con tanta precisión por lo menos parcial, no extender e~ reconoc1m~enl? a
que, al despertarse, pudo repetirlo con total fidelidad. La su contapartida negativa: la des'!'1cc1~n, una real~ac~?n
interrupción de una visión inesperada, le impidió recons- similar pero contraria, una especie de verbosupres1ón o
truirlo en toda su extensión. Sólo transcribe ochenta y "cómo deshacer cosas con palabras" ~ue completara el
tantos versos de los trescientos que recordaba tenía esa How to do Things with Words de.Austtn.
versión tan original. Claro que todas estas circunstancias La consideración vale en témunos gene~es pero ~­
las conocemos por referencias del propio Coleridge y que fiero remitirla a otra narración de Borges. Sm hacer nin-
él las anota en una introducción al poema que se deno- guna referencia a "El sueno de Colerdige" cuenta ~uchos
mina "Kubla Khan o una Visión en un Suei'lo" (A Vi- aí'los más tarde la historia de un Emperador Amanllo (no
sion in a Dream). lo nombra) que acusa a un poeta (no lo nombra) ~e.?18ber­
El suefto de Coleridge no es el primero. Borges re- le robado su palacio (que tampoco nombra). En el
mite este sueno a otro suefto, el que cuenta Beda el Ve- poema estaba entero el palacio (... ). Bastó que el ~ta
nerable (672-735) quien en su Historia Eclesiástica pronunciara el poema para que de~a~areciera el,,P~.lac10,
reconstruye la doble revelación poética que iluminara a como abolido y fulminado por la ulttma sílaba. ( Pará-
Caedmon, un pastor iletrado que recibe en un suei'lo su bola del palacio". El Hacedor, 1960. En Obras Comple-
primer poema y, pÜr lo tanto, una vocación. Ambos tas. Buenos Aires, 1974. pág. 80.1.)
-poema y vocación- se inician cantando "El principio Por esa doble falta (del palacio, del poeta) el Empera-
de las cosas creadas" ("Sing the beginning of created dor no dudó en hacerlo matar. De la misma mane_ra que
things" fue la orden y el don que recibió en su suei'lo). al poeta del cuento a quien el poema "le de~aró la inmor-
Por el poema son varias las cosas que se suei'lan, se ini- talidad y la muerte", por la palabra un pala?•º se destruye
cian y se crean. Las coincidencias son numerosas e inevi- y otro se levanta, como los templos sucesivos de ~os que
tables porque este antecedente sagrado, el suei'lo que dio hablaba Nietzsche. Por la palabra, las cosas empiezan a
origen a Kubla Khan coinciden -y tal vez sólo por coin- existir y dejan de existir. La palabra 1~ re-presenta Y por
cidencia- con el sueno del emperador mogol que es mo- medio de ese re -un prefijo contrad1ctono- las cosas
tivo y nombre del poema de Coleridge. ya no están presentes (y por eso se representan) Y vuel-
Borges toma en cuenta que según registra el Compen- ven a estar, se presentan dos veces (~e re-presentan). De
dio de historias, un libro francés de 1836, Kubla Khan el ahí que el poeta enti~nda que la ~ta se produ:e en lo~
emperador, hizo erigir su palacio de acuerdo con un pla- confines del signo y de lo que el s1g~o nombra, el poe
no que había visto en un suefto y que precisamente era el ma nace de ta nostalgia de lo que el signo destruye pero
que recordaba o reconstruía Xanadú -y On the road to por ese mismo signo lo hace aparecer.
Xanadú no deberíamos dejar a Orson Welles en el cami- Es ta palabra la que paradójicamente las ~onserva Y
no. Difícilmente Coleridge pudo haber tenido noticias de las deroga. Simultáneamente por la palabra dejan d~ estar
esa coincidencia ya que murió dos ai'los antes de que se y empiezan a ser, crecer y multiplicarse. ~l palacio que
publicara el libro y su poema es 20 ai'los anterior. se desvaneció a la vista del Emperador empieza a aparecer
Pero si la iniciación es plural y la avalan tantos a la vista del poema que lo representa, del lector que lo
textos y tan sagrados, si se reconoce esa condición verbo- interpreta. El problema está planteado: es el problema de
creadora de la poesía (la poiesis decían los griegos), la
201
200 AL MARGEN DE BORGES EL MILAGRO DE LAS ROSAS

la representaci6n que, ambivalentemente desvanece lo como el propio Laforgue, quien tiene f~ en "la voz d~. la
que representa, al mismo tiempo que lo multiplica. sangre" porque por "la sangre se conv_ierte en rosas y
No me extrañaría que fuera ése el misterioso milagro "gracias a las rosas rosas", la protag~n~sta del cuento ~Y
de las flores que dan prueba de un sueño o de los poemas el autor) pueden dedicarse al final al umco y puro trabaJO
del sueño que permanecen cuando sueños y maravillas de su enfermedad, su muerte. .
del palacio, de historias y seres se desvanecen; quedan.flo- Sorprende -aunque no debería- que Laforgue repi-
res y fragmentos, como si la naturaleza y la poesía sólo tiendo el nombre, nombre el color de la rosa: Borges tam-
pudieran subsistir en estado de antología: anthos es flor bién dice en "El ingenuo" (LA moneda de hierro):
en griego, estigmas botánicos y poéticos que se reprodu-
cen: procrean y recrean. Derrida hablaba de la disemina- No hay en el orbe una . .
ci6n: el semen, la semilla, la semántica. En la imagina- Cosa que no sea otra, o contraria, o mngu~a.
ción poética y filosófica de Borges, de Derrida -que A mí sólo me inquietan las sorpresas sencillas.
leyó a Borges- tal vez no haya mayores diferencias en-
tre textos y flores, sobre todo si hay suenos y recuerdos M~-;¡;;~b~-q~~-~-~~~& cruel pueda ser hermosa,
de por medio. y que la rosa tenga el olor de la rosa.
Por ejemplo, el narrador de "Funes, el memorioso"
(Ficciones), recuerda (y para Borges y el narrador ese ver- Ni el olor ni el color son previsibles para el poeta que
bo es sagrado) a nuestro gaucho oriental con unap<Jsiona- puede soí'larlas, recordar el sueño o recordar el pasado'.
ria (yo subrayo) en la mano. ¿Qué era esa pasionaria? anhelar el Paraíso que a ambos: sueño y pasado resume,
¿La flor de la pasión? ¿El libro de la Pasión? "Pasar de esas cosas son el pasado (un tiempo no presente),_son el
hojas a pájaros es más fácil que pasar de rosas a letras" paraíso (un espacio distante, distinto), de ambas diferen-
decía Borges en un texto de El Aleph ("En busca de Ave- cias de tiempo y espacio, la flor -la palabra-el poema-
rroes"). Pero Borges no las hace pasar por esos trámites:
dio prueba.
simplemente no las diferencia.
Sin embargo, en el cuento transforma la flor en li-
A la región del suei'lo, inaccesible
bros, poemas. versos, palabras, letras: esa transforma-
ción es la prueba del sueño. Borges sabe que el sueno no A la memoria humana:
De esa región inmensa rescato restos.
puede quedar y apenas si le queda dejar un recuerdo. Dice (IA rosa profunda: "El sueño")
en el "Prólogo" a LA moneda de hierro (1976): "Puedo
transcribir las vagas palabras que oí en un sueño y deno-
minarlas Ein Traum." "El Sueño" ya no es el sueño, pa- Las rosas que están presentes, frecuentes, en su obra, ~es­
só a palabras, aunque se denomine sueño, no es más que de sus primeros poemas, los delfervor <!-e Buenos A.~res,
una voz o dos. Pero es así como los recuerda y vierte: la donde la imagen aparece como la rosa malcanzable ~­
palabra es la versión del sueño, más que una versión es mejante a las "Inaccesi~le~ hoy como las rosas I Que dio
una conversi6n. Si fuera un sueño no sería Verdad, la Pa- al primer Adán, el Parruso (El Hacedor).
labra lo convierte.
Es a esa conversi6n, una palabra, una creencia, una I offer you the memory of a yellow rose seen at
convicción, que denomino El milagro de las rosas, "el le- Sunset years before you were born.
gendario milagro de las rosas" dice Laforgue varias veces (El otro, el mismo: "Two English Poems")
en su cuento que trata de una enferma de tuberculosis,
202 AJ. MARGEN DE BORGES EL MILAGRO DE LAS ROSAS 203

No. importa el color, no importa el idioma, en espai'lol 0 siendo del pasado no está a la vista, porque aunque lo es-
en mg.lés, imP?rta la permanencia de la rosa que sobrevi- tuviera, no les sería posible verla:
ve al ttempo distante al espacio pasado y recuerde un "Pa-
raíso Perdido" uno o los dos, bíblico o literario, siempre ...mis ya gastados ojos
textual: Pierden en su penumbra, de las rosas
Invisibles y de las silencio~
O blanca rosa de un jardín bOrrado, Multitudes de oros Y de roJOS. . . "
Deja mágicamente tu pasado (El otro, el mismo: "On His Blindness )
Inmemorial y en este verso brilla, ·
Oro, sangre o marfil o tenebrosa No sólo porque ya no pueda verlas se resigna a pensar-
Como en sus manos, invisible rosa. las, que es como imaginarlas o sofiarlas:

"Una rosa y Milton" se llama este poema de El otro, el Repito que he perdido solamente
mismo. · La vana superficie de las cosas. .
Constante la rosa remota en el pasado o en la in- El consuelo es de Milton Y es valiente,
fancia, sólo próxima por los libros más próximos a sus Pero pienso en las letras Y en .!as ro~. ,,
suei'ios y recuerdos: (La rosa profwuia: Un ciego )
Inteligible invisible o interior; íntima, lejana y anterior:
Pero te sé más lejos que aquel nii'io la rosa es ;l recuerdo de otros tiempos, el recll:erdo que re-
Que te entrevió en las láminas de un suei'io gistra la palabra. La palabra conserva y convierte l~ res-
O aquí en este jardín, una mai'lana. tos del sueño en textos; ausente y perm~n.en~e a . vez
(La rosa profunda: "The Unending Rose"). esa "Unending Rose"' por interminable e ilimita~. m~e­
finida la rosa eterna de un ciego que es, como Tue~1as,
En "Examen de la obra de Herbert Quain", el narrador el adi~ino del futuro y el que revela el pasa~o. gracias a
confiesa que del tercero de los ocho relatos que redactó su ceguera; la gracia le concede parcial y an1.1c1pada una
Herbert Quain, The Rose of Yesterday -siempre la rosa lucidez y una sombra, parecen una forma de la muerte
y el ayer previos al tex~ confiesa que extrajo el argu- que la eternidad conforma.
mento de ''Las ruinas circulares'', pero no sólo el ar-
gumento de un cuento sobre reliquias, suei'ios y seres Soy ciego y nada sé, pero preveo
capaces de traspasar fronteras entre espacios y especies Que son más los caminos. Cada cosa
distintas. . Es infinitas cosas. Eres ...
Radicada en el ayer, lejana en un Paraíso perdido, la ·······································································
rosa ~ulta i~visib/e -varias veces- especialmente pa-
ra Milton qwen no la podría ver aunqúe la tuviera entre Rosa profunda, ilimitada, íntim.a,
sus manos porque Milton como Borges, era ciego. En Que el Señor mostrará a mis OJOS muertos.
"On. His B~dness" (El oro de los tigres, 1972), aunque ("The Unendig Ro~")
lo diga en mglés y en tercera persona, es a su propia ce-
guera a la que Borges se refiere, por eso la rosa es como Es invisible porque es ciego pero su ceguera reve~ la in-
la de Milton, doblemente constante e invisible: porque visibilidad del sueño, que no es real, la del arquetipo que
EL MILAGRO DE LAS ROSAS
- 205

204 AL MARGEN DE BORGES


título de una oscura melodía de dixieland, recordando una
las palabras recuerden y registran, originado en 1 época en la que veía dos o tres películas diarias, cuando
pac10 de otra e~ie, en aquel tiempo entero ~q:e es- el cine era verdaderamente un paraíso.
donde la sucesión consecutiva o el orden ló . temo, El ejemplo de la multiplicación cinematográfica no
cuentan porque allí el tiempo n g1co ya no puede ser extrafio a un arte de reproducciones, de copias
cia q 1 . o pasa, es una perrnanen
ºbl ue ~segura a mulllplicación del texto en las impre ·- que no se diferencian del original, como es el cine. En

;!~1;::~~=;~~~q~uure.ab~po)if:::s~U:alc:.ci;~~~~!i~~~~
"Historia de la Eternidad" (Historia de la Eternidad, 1936)
Borges decía: "No basta con (...) el perspicuo cinemató-
que es a rosa: grafo, meras imágenes de imágenes, ídolos de otros ído-
los." Tal vez él también considere el cine como una de
Si (como el griego ll:firrna en.el Cratilo) las variantes contemporáneas que actualiza el mito ances-
El nombre es arquebpo de la cosa tral de la caverna, donde a oscuras y a tientas, el hombre
En las letras de rosa est.á la rosa se deja deslumbrar entre lo que cree verdades sólo porque
Y todo el Nilo en la palabra Nilo. las ve con sus propios ojos aunque le conste que las ad-
(El otro, el mismo: "El Golem") vierta bajo luces de apariencias, frente a una pantalla que
le permite ver, una pantalla que le impide ver, solo en la
~/~~::aesy arflquetipo no sól.o de la rosa sino del río sombra entre otras sombras.
uye como el bempo co 1 ·
~~a:ie~e~poconi:ida ~.:ól~~!ct~!
. En La Rosa Púrpura del Cairo son tantas las coinci-
pero/ QBorges dice 'que dencias -no sólo nominales- que el espectador del
cosas ue no fueron del tiem " (L
rosa proJ.~a: "Quince monedas, Etemidades")poN. 1 a
film, cualquier espectador, no se sorprende de que el es-
pectador en el film, quien contradictoriamente se llama
esvaneclffi1entos de 1 · i os
des del río la afectan·~ cp':sb que nombra ni los deshor-
d "Cecilia", tenga el nombre de una santa ciega, la santa
a · ra permanece en el tiem patrona de la música implicando una ceguera (caecitas es
~oque 1e pertenezca. Borges cita· "Oh ti
mides" (Ficciones· "La B 'bli ·
. po
empo, tus ptrá- ceguera en latín) que de hecho afecta a tantos poetas
texto "Oh ti . i oteca de Babel") y en otro pero, en principio, a pocos espectadores. Tampoco se sor-
. empo tus efímeras pirámides" (El prende de que Cecilia ingrese al film en el film tanto
rrusmo: "Del infierno y el cielo"). otro, el como el personaje del film lo abandone para ir a su en-
Creyendo que la muerte será otra vi . .
.da. ~os egipc10s
cuentro y darse la mano o un beso. (Bela Balasz había
preservan la muerte en el ti
ran un día cada día todos ~~~de ta;,prrám1des que du- analizado el cine como un arte nuevo capaz de presentar
Cerca de all' w d ~· e tmera Y constante. un cuadro donde aparece pintado un camino por el que in-
rosas" El fil1 oo Y Allen ubica su " milagro de las gresa el pintor que ha pintado el cuadro donde aparece pin-
cuenta· m se llama La Rosa p urpura , del Cairo y tado un camino por el que ingresa el pintor que ha pinta-
que, ante el asombro de turistas arqu ' I
ploradores d • eo ogos,1ex- do un cuadro ...)
" d Y especta ores, en el interior de las piram' ·d
~on e los faraone s sobreviven · o sobremueren esple'nd·es Fascinada· por el personaje del film, el arqueólogo
damente- las rosas pmta
· das en los muros se multipli- 1- Tom Baxter, Cecilia se deja arrebatar por ese mundo alu-
can y fl
cinante pero trae de ahí, de más allá de la pantalla, un
tema de una película vieja • ~la
orecen en rosas reales r todas
partes. Es ese el ukelele, la guitarrita que retiene como una prenda de
bién se llama La Rosa p , , en neo. y negro que tam- amor, como una flor que en la cita le entrega su amante,
sólo en el interior de es"::peuralídulel Cairo, pero .que existe mientras desde su asiento -ya al final de la película-
col , e a que es reciente Y en
ores, con un titulo que según dice WoodY Alienesel
201
206 AL MARGEN DE BORGES EL MlLAGRO DE LAS ROSAS
f r de literatura francesa en la Univesi-
mira otra vez embelesada a Fred Astaire y Ginger Ro- gonista es un pro esf b.1én fascinado por la heroína de
gers, cantando "I am in Heaven" (Estoy en el Paraíso) dad de Stanford Y é tam tr~tegias de lector profesional
mienlras bailan "cheek to cheek", mejilla a mejilla, o Flaubert, se vale_ de ~us. es o de las más agudas Y más ac-
mejor: cara a cara, como se verá a Dios según Pablo en y perfectaf?ente mtenonzad la interpretación, se las inge-
el Paraíso, al que también Cecilia había accedido por el tuales teonas de la lectui:a Ymente en el dormitorio de los
encanto lúcido-lúdico del cine cuando sabe consumar dia- nía para aparecer. repentina como ara traerse a Emma a
lécticamente lo real y lo irr~. el sueño de verdad. Bovary en Yo~v1lle, tan~ood l1en y sus personajes
Como el poema de Qledmon, el palacio de Kubla Manhattan, ah1 donde_ Je citar a Borges y sus tex-
Khan, el poema de Coleridge, su flor y 01ras flores, Ceci- caminando con sus am1~os su as ue Macedonio no
lia se trae algo del más allá donde no permanece pero del tos; citas reales e intrus1one~ ~~f:Con~ía a la Emma de
que por lo menos retiene un recuerdo, conserva un souve- hubiera desaprobado pero é · de la realidad es decir,
nir, en francés, un token, sería en inglés, una palabra par- Flaubert quien cre~~r u~~ ~:taMacedonio le r~procha.
ticularmente significativa ya que, además de significar no sueña con ser r · es d s ue se representan
Hay rosas pintadas Yros~:s~~~~: Q~E? ¿Por qué?" se
1
souvenir o recuerdo, significa un password (en inglés) un
mot de passe (en francés), el salvoconducto que habilita y reproducen por todas par ~e ¿el verso final de su poe-
el paso hacia zonas prohibidas o trapasa las fronteras en- pregunta Jules Laforgue, e~ . t s" donde también se pre-
tre espacios y planos diferentes y, sobre todo porque to- ma "Complainte des comp am ~ivando rosas pintadas?"
ken es el término que impuso Ch. S. Peirce en la teoría gunta "¿por qué agofa!'s:esc~omplaintes? (...) Sot taber-
semiótica para designar, neoplatónicamente, ese signo ("Maintenant, po~-qum lt'1 er des roses peintes?").
(sinsigno, en su frondosa terminología) que, utilizado en nacle ou je m'ére~!~~ A ~~? ~Por qué?" son una sola
su particularidad recuerda un tipo (type o legisigno). Las dos preg~tas. i ~m~ra.toda en mayúsculas, la se-
pregunta, repeu~. 1ª P uetí ica se parecen tipográ-
A diferencia del signo de Saussure, el token de Peirce gunda, menos umve~ y arq en~l i~terior de las pirámi-
es un signo que presenta una evidencia,"in token of', un ficamente a las rosas pintadas . ámides que Salomón no
símbolo que hace visible, pone a la vista algo que está des de Woody Allen o es~s ~fvisaría al cantar su amor
ahí y, al mismo tiempo, y sin descartar esa presencia ob- menciona pe~o segu[3t!'~~a~ de los Cantares, aunque los
jetiva, que hace patente, es el signo de otra cosa, el vesti- por la Sulam1ta en e a Complaintes (canciones que
gio o la huella de algo que existió y sigue existiendo por cantares de Lafor~e ~ de los lamentos" remite a los
la representación del token, algo que se presenta como son lamentos): el lame tición gramaticalizada que
un recuerdo, un regalo, un presente, ofrecido a alguien versos de Salomón y a esa re~ar el superlativo, una for-
que está por partir. El Oxford English Dictionary registra se utiliza en hebreo para ex: -a diferencia de nuestro
dieciséis acepciones que se entraman en una significación ma que _su canla! ~onsa~v~bio que expresa el grado su-
común: cada signo registra dos recuerdos, recuerda dos superlat1vo- adJe°:vo ~ cualidad puede presentar
registros. perior de ~na cual1da ~~:el ado superior de un sus-
Como Jules Laforgue, como Borges, Woody Allen es grados lógicamente-e P gr ti'dad) procurando
. b de una cosa o en •
especialmente ágil para realizar esos movimientos y atra- ranuvo (el nom re . . l anzar la forma supre-
vesar fronteras narrativas; hay varios nombres retóricos por duplicaci?n y enalldtec1~1e~t~~ allá de la variedad y
para denominar tales transgresiones que suelen aparecer ma el arqueupo, la ea l ea '
en sus narraciones cinematográficas y literarias. En su dif~renci_as particulares.B s dedica un poema a una ro-
cuento "Seduje a Mme. Bovary por 20 dólares", el prota- La pnmera vez que orge
208
AL MARGEN DE BORGES
sa (Fervor de Buenos A ·r ) EL MILAGRO DE LAS ROSAS 209
procedimiento: ' es • se vale precisamente de ese
Me alcanza desde ayeres de mito y de neblina;
La rosa que siempre está sola La imagen detestada perdura en la retina,
La 9ue es la rosa de las rosas , E infama la vigilia como infamó la sombra.
La Joven flor platónica, ' ¿Por qué brota de mí cuando el cuerpo reposa
revivía ya entonces el mito . Y el alma queda sola, esta insensata rosa?
(a blind seer, la) ve~ Je haya ~e:o ~e J~ ceguera-visión
su PJ:Opia ceguera aunque despJ~~ gmen), antic!pando El poema, no está completo, es de La Rosa Pro/unda y
ces simbólica un ar ueti a la flor, vanas ve- se titula "Efialtes" que es el nombre propio del demonio
que vendrán: :'la ard1entepo que es Ja sombra de las cosas que inspira la pesadilla pero que, además, significa en
precede a todas las rosas i~ ciega rosa q~e ~o canto", que griego, comúnmente, "pesadilla". Por el título, Borges
sa Profunda a Ja que dedicaª~za?I~, mv~si~Jes, la Ro- repite ejemplarmente, en un nombre, la dualidad de lo
palabra rosa para que esté ~e hbro, s1 bien basta la particular y lo universal, ya que como dice el primer ver-
de un Jardín que seguram n te las rosas, Ja única flor so: "En el fondo de los suenos están los suenos".
ahora cuando no sólo sus ~~ Bo~ges está contemplando Estoy tratando de reunir en este "Milagro de las rosas"
º?s su texto entre las m~~~ estan muertos, para dejar- algunas observaciones dispersas que, a partir de varias lec-
d1~erente, porque para Borges "~ un texto que repetimos turas de Borges, denominara El ultrarrealismo de Borges,
mistados aquí, son sinónimos enºe~s~7;ir.r crear, tan ene- cuando me interesaba indagar en su obra ese fondo de rea-
Contaba Borges q "U eo · lidad, una realidad que está Más Allá, ultramundana o ul-
Raz dice: 'Ya no pe~~ibir; clome~tador del Gulshan l traterrena, más allá del espacio y del tiempo, anterior y
zahir'. Según Ja doctrina ideal~ uruvers~ Y percibiré el pellJlanente: Paraíso o Gan-Eden, Topos Uranos pagano
bos vivir y soñar so . ista --prosiguen- los ver- o quizás menos trascendente, apenas "del otro lado de Ja
miles de apariencias pasarºnégurosamente sinónimos; de muerte" como dijo Borges y a propósito de otro poeta,
comp)e10 · a un sueno m .a una y de un suefto muy E. A. Poe ("E. A. Poe", El otro, el mismo), seguramen-
~a visto el zahir pronto U:er~~~ (...). Dice que quien te más allá de las circunstancias que son eventuales, un
Interpolado en el Asrar Nama (L1.b ºcf1 Y alega un verso realismo en el sentido más antiguo del término, una refe-
ran) de Attar: el zahir es Ja ro e cosas que se igno- rencia a la realidad de las Ideas, de la que los seres indivi-
dura del velo" y es Ja afi so!11bra de Ja Rosa Y Ja rasga- duales, las meras cosas (como pasó a denominarse vaga-
cuento "EJ Zahir" (El A1i;;)~1ón que repite al final de su mente las formas de una realidad que ya nadie se atrevería
La rosa de las rosas no es . . . a no poner entre comillas), son sus variantes evanescen-
decía Croce del arte) sino Ja i;::a
~n~1c1ón simi:>Je ~como tes, vanas y fugaces.
Por Ultrarrealismo intentaba además, hacer referencia
tanto que revela la Rosa Profi :::ic1ón_ de una mtu1ción,
un arquetipo, Ja (id)entidad antti : la imagen personal Y ambivalent.emente, a la superación de las limitaciones
mula Ja doble visión de lo m¿ ca. ~cºi: la ~abra, acu- del ultraísmo, de la primera época de Borges, sin descono-
poeta) y Jo más universal ( partI (Ja unagen del cerlo, es decir, intentar una superación entendida como Ja
mente universal"- aun ue d"1 n~ me atrevo a decir "doble- Aujhebung (de Hegel, Heidegger o los desconstruccionis-

des y virtualidades de una fl


e:
ponde a todos Jo~ objeios y !~º co~c~pt_o que corres-
os os md1v1duos), virtu-
tas), una superación que releva en sus dos sentidos contra-
dictorios: que destaca y deroga ese período ultraísta que
ni en sueftos ni en desvelos: or que no deja de perturbarlo significa sobre todo históricamente en la obra de Borges,
y uso el término en el sentido que él le daría: "histórico"
en tanto que circunstancial, limitado y transitorio.
210 AL MARGEN DE BORGES
INDICE DE OBRAS CONSULTADAS
Por Ultrarrealismo quería aludir, finalmente, a lo con-
trario a la historia -si la historia admite Ja contrarie-
dad- una realidad exagerada, tenaz, a ultranza, que per-
maneciera la misma y eterna a pesar de o gracias a las
tantas variantes que le inflige el realismo: neorrealismo,
surrealismo, hiper, foto, mágico, objetivo, socialista y
hasta monárquico y absolutista, esas variantes evanescen-
tes que, como las rosas, incesantemente, se convierten
en otras rosas (Los conjuradps: "Nubes I''). Tantas varian-
tes históricas y teóricas (la casuística de Roman Jakob-
son) que el concepto más que aludir a la representación
imitativa de la realidad parece cuestionarla. Denuncia por
esa misma variedad y vastedad los abusos y la inutilidad
de una concepción que no se opone a la escalada de la
transparencia arriesgando, con la obsesión fidelista o la
precisión tecnológica (las perfecciones cartográficas para-
digmáticas "Del rigor en las ciencias"), la penetración
doble de la reflexión: un sujeto penetrante, un objeto pe-
netrado, arriesgando también la ilusión que es requisito
del arte, entendiendo por verdad sólo lo que es actual e
inmediato, lo cotidiano y más efímero, desconociendo to-
dos los tiempos, desconociendo la trama que no es el ar-
gumento sino la textura, el texto, la tela, el telón, el
velo que teje la ilusión y que la obra revela.
Lo dice Borges y "Lo ha soi'lado William Shakespeare
Eterna como el acto de la carne"
(La moneda de hierro, "Los ecos")
como el amor, es la muerte por la espada que se encama
en Hamlet-el rey, el príncipe- como el Verbo Divino
se encama en las entrai'las de la Virgen para dar la Vida.
Hace poco Borges de.cía: "Tal vez en la tiniebla hubo una
espada/ Acaso hubo una rosa" (Los conjurados, "Piedras
y Chile"); entre las armas y las letras -lo decía Cervan-
tes y no fue el primero- está la rosa encamada, no es de
un color sino la que recupera el Verbo para dar prueba de
un suei'lo, el arquetiRO, en la eternidad, que ya es la Reali-
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