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Convergencia de las

Corrientes Libertadoras
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Hacia la segunda década del siglo XIX, las luchas emancipadoras venían triunfando.
Bolívar al mando del ejército patriota del norte consigue la independencia de Nueva
Granada y Venezuela, dando origen a la Gran Colombia. En el sur, Argentina también
triunfaba en su lucha emancipadora.
La situación del Perú era distinta. Aquí las acciones armadas que se desarrollaron,
principalmente en provincias, fueron derrotadas, y esto tiene una explicación política
y económica.
Políticamente, el Perú constituía “el nervio mismo del poderío español”.
Recordemos que fue de Lima de donde partieron las principales expediciones
para derrotar los levantamientos en los demás virreinatos de América del Sur.
Por otro lado, aquí en Lima se encontraba concentrado el sector de los “criollos ricos”,
quienes usufructuaban los cargos burocráticos del aparato político colonial; además,
en el terreno económico manejaban el famoso Tribunal del Consulado, órgano
encargado de controlar el comercio. Este sector social no quiso la independencia del
Perú, porque ello afectaba a sus intereses; muy por el contrario, con sus “donaciones
y préstamos” contribuyó a sofocar los movimientos libertarios de otros pueblos de
América.
A todo esto agregamos la concentración en Lima de lo mejor del ejército colonial; los
mejores jefes y oficiales españoles se encontraban dirigiendo el ejército realista del
Perú.
Todas estas características ocasionaron que el Perú adquiriese una especial situación
respecto a los demás países latinoamericanos.

La independencia concebida como empresa


americana
Como acabamos de ver, el Perú se había constituido en el centro de la reacción
colonialista americana, en tanto que otras colonias venían consiguiendo su
independencia.
Pero el problema se centralizaba en que, mientras existiera un lugar que fuera
centro de poder colonialista, todos los pueblos independientes corrían el peligro
de contrarrestauración colonialista. Es decir, mientras el Perú siguiera en poder de
los españoles, el resto de las nacientes repúblicas sudamericanas estaban en peligro,
puesto que podían ser objeto de una ofensiva realista que partiera del Perú.
Esta situación hizo, pues, que la independencia americana fuera concebida como
un proceso integral y no aislado.
Por ello es que se llegó a la comprensión de que la lucha frente al poder colonialista
hispano demandaba la colaboración de los pueblos americanos y que se aseguraría el
futuro, atacando y derrotando el corazón del poder colonial: el Perú.
Al respecto la apreciación de San Martín es muy clara; El decía: “si no se emprende
una expedición al Perú, todo se lo lleva el diablo”; prosigue: “hasta que no estemos
sobre Lima, la guerra no acabará”. De estas palabras deducimos que si no se atacaba
al Perú, el resto de países estaban en peligro; además, se estaría siempre en pie de
guerra en tanto no se acabara con el poder colonial enquistado en nuestro país.
Por su parte, O’Higgins escribía a San Martín: “Véngase usted, pues lo disponemos
todo y llevaremos la guerra al Perú, para arrojar de allí a sus tiranos y poner fin a
tantas penalidades”.
Estas palabras nos demuestran, pues, palmariamente que el futuro de la emancipación
americana se aseguraba barriendo el poder colonial de todos los lugares y
especialmente del Perú centro del poder colonial. De allí que fuera necesaria la
convergencia de las dos corrientes libertadoras para consumar la emancipación:
la del sur al mando de San Martín y la del norte, al mando de Bolívar.
Simón Bolivar

La participación peruana
Acabamos de ver que la emancipación peruana se consuma con la intervención de las
dos corrientes libertadoras, tanto del sur como del norte.
Pero afirmar esto no debe interpretarse, de ninguna manera, como una subestimación
a la participación peruana en este proceso de lucha. Ya hemos visto cómo se
produjeron, principalmente en las provincias, varios levantamientos armados; el
hecho de que no triunfaron fue porque el poder colonial en el Perú era muy fuerte.
Como dice Silva Santisteban, los peruanos participaron “desde la resistencia pasiva
hasta los enfrentamientos más violentos”.
Ya hemos explicado cómo partiparon las amplias masas de indígenas: formando
los ejércitos o formando las montoneras o partidas guerrilleras.
Por otro lado, merece señalarse que, entre el retiro de San Martín y la llegada de
Bolívar, hay intervalo al que los estudiosos han llamado etapa peruana de la
emancipación; en este lapso, bajo la presidencia de José de la Riva Agüero, se llegaron
a realizar las llamadas expediciones a los puertos intermedios a fin de terminar con
los coloniales; pero lamentablemente, ambas expediciones fracasaron.
En la etapa final de la emancipación es admirable la participación de las
montoneras. También merece remarcarse que el triunfo en la Batalla de Junín
fue decidido por los Húsares de Junín, batallón de caballería formando en base
a los montoneros a caballo. Por último, la participación de los montoneros fue
decisiva en la batalla de Ayacucho.

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