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AFROCOLOMBIANOS EN EL CAUCA
Yorguin Campos
Stefany Goez
Julio Martínez
Rocío Martínez
Tutora:
Hoyorbi Pérez Lobo
Tal como inicia el módulo leído y referenciado para el desarrollo de esta actividad, “el
conflicto es un fenómeno natural que está presente en toda sociedad. Pensar en el conflicto social, es
pensar en un hecho social, inherente a la vida colectiva.” (Carreño, 2013) Bajo esta perspectiva y
para salir del cliché del conflicto en Colombia con los grupos insurgentes (FARC, EPL, ELN,
BACRIM, etc.), el equipo de trabajo decidió analizar en esta oportunidad el conflicto que aún
mantiene enfrentados a los indígenas NASA y los campesinos afrodescendientes, dada la restitución
de un predio que les fue entregado a los primeros dentro del marco de la Ley de Restitución de
Tierras.
Este conflicto es la base del documental “Conflictos por la tierra en el Cauca: tensiones
interetnicas, terratenientes y el Estado colombiano”1, además del artículo periodístico de Myriam
Bautista (2011) titulado “El conflicto entre indígenas y afro-colombianos en el Cauca: sangre de
tu sangre”.
El litigio por la tierra en el Cauca entre las comunidades negras y las indígenas se remonta al
siglo XIX. Los afros acreditan la propiedad de esas tierras con nombres, apellidos y
resquebrajados títulos de propiedad, que nunca fueron respetados. Una de esas propiedades es la
finca San Rafael, de 517 hectáreas, ubicada en la comunidad de Mazamorrero, municipio de
Buenos Aires. Según las comunidades afro esas tierras pertenecieron a sus antepasados a quienes
se las arrebataron terratenientes de la zona sin pagarles un solo peso, los antepenúltimos dueños
con escrituras legalizadas fue una familia Cabrera de Popayán.
Estas personas permitieron a unas 1.200 familias campesinas utilizar la finca para sacar leña,
llevar los animales y desarrollar proyectos agrícolas cuyos frutos se venden en supermercados de
Cali, Bogotá y otros pueblos del suroccidente del país. Los campesinos crearon la Asociación
Regional para el Desarrollo Campesino Norte-Caucano (ARDECANC) para que los representara
en sus negocios.
1
Link: https://www.youtube.com/watch?v=xMzwlwY-PAo
En diciembre del 2007, el ministro del Interior Holguín Sardi, a través de su Viceministra
María Isabel Nieto, entregó a los indígenas Nasa la finca de San Rafael, como parte de los
Acuerdos por la Masacre del Nilo ocurrida en noviembre de 1991 y en la que 20 indígenas fueron
asesinados.
Desde esta situación pasaron dos gobiernos (URIBE y SANTOS) sin que se obtuviera una
solución al conflicto, que estalló en la tarde del domingo 22 de mayo, cuando se enfrentaron
campesinos afrodescendientes con los indígenas en San Rafael, porque la vaca de los campesinos
negros había sido abusivamente sacrificada por los indígenas. La confrontación dejó un saldo de
15 personas heridas, algunas de ellas de gravedad, y un indígena caucano muerto, de escasos 17
años.
El 1 de marzo de 2014, se puso fin a la disputa por la finca San Rafael, que dejó 2 muertos y
30 heridos en 6 años. La solución del conflicto la otorgó el Instituto Colombiano de Desarrollo
Rural (INCODER), quien le entregó al Cabildo Indígena de Toribío y al Consejo Comunitario de
Río Cauca la finca Barrancón, también ubicada entre Santander de Quilichao y Buenos Aires. Y
San Rafael quedó en manos del Consejo de Zanjón de Garrapatero, los afrodescendientes (como
era originalmente).
Dentro del marco de lo expuesto en el módulo, se identifican los siguientes elementos dentro
del conflicto:
El conflicto es histórico: El litigio por la tierra en el Cauca entre las comunidades negras
y las indígenas se remonta al siglo XIX, desde el error cometido por el gobierno con la
entrega de la Finca San Rafael a la comunidad indígena NASA (Paeces)
Este tipo de situación se reconoce como un conflicto de actores intergrupales, puesto que
existieron posiciones y objetivos claros en ambas comunidades que los motivaron a actuar, y en
el que cada comunidad asumió un rol defensivo de sus intereses, obligando a los actores a
emprender dos caminos opuestos, inicialmente uno destructivo que los llevó a enfrentarse
físicamente y finalmente uno organizativo y estructurado con el cual pudieron resolverlo de
manera positiva, a través de actividades justificadas y debidamente planeadas. Cabe anotar
además, que por lo general los conflictos intergrupales no son permanentes. (Carreño, 2013)
A partir de la clasificación anterior, se advierte entonces que para ser considerado como
actor dentro de un conflicto, es necesario que el individuo, el grupo o grupos posean interés en el
resultado del conflicto, por lo que los actores primarios en esta confrontación son la comunidad
afrocolombianos que aprovechaba desde antaño los recursos que les proveía la finca San Rafael y las
85 familias de la comunidad indígena nasa a los que el gobierno les entregó la propiedad del predio.
Como actores secundarios, se identifican el resto de habitantes afrocolombianos que reside en el
Cauca, así como el resto de la población de la comunidad indígena nasa (paeces). Los actores
terciarios son la comunidad en general de nuestro país que no poseen intereses en la dirección ni en
los resultados que tome el conflicto.
Así pues, como la participación de un actor en un conflicto obedece a la búsqueda de la
consecución de un objetivo específico, que puede clasificarse como concreto y simbólico, en esta
confrontación el objetivo es concreto, puesto que meta final es la propiedad definitiva de las
tierras de la finca San Rafael, que es un objeto tangible que puede ser susceptible de división o
repartición y que de su obtención o no, depende la satisfacción inmediata de las pretensiones de
los actores involucrados, pues el valor que se le da al objeto del conflicto es la razón primera de
tal.
En primera instancia, la solución final la tenía el gobierno nacional dado que fueron ellos
quienes no previeron el conflicto que se avecinaría al ubicar a dos culturas diferentes tan cerca,
en un territorio en el que predominantemente residen afrocolombianos. Sin embargo, a través de
lo analizado en el proceso del conflicto, este siguió su curso natural, se aprendió del mismo y se
respetaron las diferentes creencias, costumbres y prácticas de cada cultura, bajo el
reconocimiento de la amistad y la fraternidad entre campesino afros e indígenas.
La tercera opción que es el arbitraje, no tendría cabida porque ninguna de las comunidades que
resultara afectada hubiera aceptado la decisión, agudizando aún más el conflicto. Solo a través de la
mediación y conciliación, puede llegarse a la solución de una confrontación, porque en algunas
ocasiones “hay que perder para ganar”.
En síntesis, debe destacarse que el desarrollo de esta actividad ha sido muy satisfactoria, porque
permitió al equipo investigador analizar de forma sistemática un conflicto para identificar las
necesidades a resolver antes de promover la mediación o conciliación, después de todo las emociones
siempre median en todo conflicto, y aún más cuando están en juego intereses particulares que afectan
significativamente el bienestar de una persona, grupo o comunidad.
Referencias bibliográficas