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2. Recordar
Dios habló a Adán y a Eva explicándoles porqué debían evitar comer del fruto del árbol que
estaba en el centro del jardín de Edén. Pero una conversación con la serpiente hizo que
prontamente se olvidaran de lo que Dios les había dicho. La mente humana es frágil. Ella,
con facilidad tiende a olvidar. Este fenómeno es semejante a lo fugaz de las modas. Tan
pronto surge una nueva tendencia, todo lo anterior se olvida.
No es una casualidad que Dios haya insistido tanto en que el pueblo escribiera la ley en los
postes de la casas y en las puertas para que todos la aprendieran y la recordaran. Olvidar la
ley de Dios fue la mayor desgracia del pueblo de Israel. Ellos entendieron bien que quien
olvida la ley o las palabras de su Dios, puede hacer casi cualquier cosa sin importarle a
quienes destruya. Vivir nos obliga usar la memoria. Memorizamos fórmulas, claves, cuentas
de usuario, rutas, rutinas, etc. pero no memorizamos la palabra de Dios. La vida espiritual
nos exige guardar y recordar las sabias palabras de Dios.
3. Control del deseo
Aquella serpiente que la Biblia llama “astuta” fue capaz de llamar la atención de Eva.
Tergiversó la verdad de Dios diciendo lo necesario para que en Eva se despertara un vivo
interés por comer del fruto. Sabiamente Dios nos revela en este texto la manera como
Satanás opera. El no cambia la realidad, pero cambia la forma en que la vemos. Él no puede
decidir por nosotros, pero hace que lo indeseable, de repente, luzca interesante y luego
codiciable.
Tú no puedes evitar que impulsos pecaminosos te visiten, pero si puedes evitar que te
dominen y destruyan. Todos tenemos la capacidad de obedecer, sin embargo, el mundo se
ha encargado de hacernos creer que es imposible “no comer el fruto prohibido”. La verdad
es que en nosotros reside la presencia del Espíritu Santo que produce dominio propio. Es de
una persona espiritualmente madura, reconocer que su propia fuerza no es suficiente para
controlar los deseos pecaminosos, y lo es también reconocer, que tenemos la capacidad,
según el poder que actúa en nosotros, de negarnos a ellos.
Conclusión
Atiende la voz de Dios guardando su en tu corazón. Esto no puedes lograrlo en el bullicio y
menos viviendo afanadamente. Debes consagrar tiempo para entrenarte en atender la voz
de Dios. Usa cualquier estrategia que te ayude a memorizar la palabra de Dios. Empieza
escribiendo los 10 mandamientos en lugar visible de tu casa. Desarrolla una relación
personal con el Espíritu Santo. Él te ayudará a fortalecer tu capacidad de dominarte bajo la
presión de cualquier circunstancia tentadora.