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España era una metrópoli antigua hacia fines del siglo xviii, después de tres siglos de
dominio imperial, Hispanoamérica encontraba en España a su madre patria, ya que las
colonias exportaban materias primas, las dos economías diferían en una actividad, ya que
las colonias producían metales preciosos y las metrópolis no.
Durante la segunda mitad del siglo xviii, la España borbónica busco la manera de
modernizar su economía, sociedad e instituciones, la ideología reformista de los borbones
era de inspiración ecléctica y se planteaban objetivos pragmáticos, el punto de arranque
de las reformas se establecieron en la propia situación española básicamente en lo
referente a la disminución de la productividad. Las ideas de los reformadores se
invocaban para restablecer la primacía de la agricultura y el papel del estado; el
mercantilismo, para justificar una explotación más eficaz de los recursos de las colonias.
Las medidas modernizadoras del reinado de Carlos III (1759-1788) se concedieron para
revitalizar el sector tradicional de la economía y pusieron en evidencia que el mundo
hispánico no estaba construido sobre la división de trabajo entre la metrópoli y las
colonias.
Hasta la crisis de los años 1806-1807 cuando parecía que el continente europeo quedaría
cerrado a las exportaciones británicas, las salidas existentes se consideraban adecuadas.
El mercado hispanoamericano fue tan vital como para exigir su incorporación al imperio
británico. Después de 1796 cuando la flota británica bloqueo Cádiz, las exportaciones
británicas cubrieron la escasez en las colonias españolas.
La política borbónica altero la relación existente entre los principales grupos de poder, la
propia administración fue la primera en perturbar el equilibrio, el absolutismo ilustrado
fortaleció la posición del estado a expensas del sector privado. Los borbones centralizaron
el control y modernizaron la burocracia, se crearon nuevos virreinatos y otras unidades
administrativas, se designaron nuevos funcionarios, los intendentes y se introdujeron
nuevos métodos de gobierno. Estas reformas consistieron en planes administrativos y
fiscales que implicaban al tiempo una supervisión más estrecha de la población
americana. Lo que la metrópoli concibió como un desarrollo racional, las elites locales lo
interpretaron como un ataque a los intereses locales.
Los borbones del mismo modo que fortalecieron la administración, debilitaron la iglesia.
En 1767 expulsaron de américa a los jesuitas, la expulsión fue un ataque a la
independencia que tenían los jesuitas y una reafirmación del control imperial, los
hispanoamericanos consideraron la expulsión de los jesuitas como un acto de
despotismo.
El poder de la iglesia fue uno de los blancos principales de los reformistas borbónicos,
buscaron la manera de poner al clero bajo la jurisdicción de los tribunales seculares. El
ejército constituía otro foco de poder, pero España no disponía de los medios para
mantener grandes guarniciones en américa.
En México se registró una reacción contra la participación de los criollos en las tareas de
defensa. A fines del siglo xviii el virrey Revillagigedo estimo que era una locura distribuir
armas a los indígenas, negros y castas.
Al mismo tiempo que limitaban los privilegios en américa, los borbones ejercían un mayor
control económico obligando a las economías locales a trabajar directamente para
España y a enviar a la metrópoli el excedente de producción y los ingresos que durante
años se habían retenido en las colonias.
En Perú en 1780 los desórdenes criollos quedaron superados por la rebelión indígena, por
otro lado, en nueva granada en 1781 los criollos y los mestizos sorprendieron a las
autoridades por la violencia de sus protestas. Desde 1796 a causa de una guerra en
Europa las exigencias contributivas no se detuvieron y desde 1804 se elevaron aún más.
En México la principal riqueza fue la iglesia, que consistía en capital, más que en bienes
raíces y el capital de la iglesia era el principal motor de la economía mexicana. La
confiscación de la riqueza de la iglesia fue el epitome de la política colonial española, tal
medidas resultaron nefastas para españa.
Los reformadores borbónicos quisieron ejercer una presión fiscal creciente sobre una
economía controlada y en expansión. Al principio reorganizaron el comercio colonial para
rescatarlo de las manos de los extranjeros.
Bajaron las tarifas, se abolió el monopolio de Cádiz, abrieron comunidades directas entre
los puertos de la península y las islas del caribe. Se fue extendiendo un comercio libre y
protegido entre España y américa que en 1778 se aplicó a buenos aires, chile y Perú y en
1789 a Venezuela y México
Desde 1796-1802 cuando la guerra con gran Bretaña aisló a las colonias de la metrópoli,
los manufactureros textiles lograron renovar sus actividades. Ahora las colonias servían a
España más que nunca con sus minas, plantaciones y estancias, estas funciones que el
régimen colonial establecía estaban sujetas a una presión creciente. En el curso del siglo
xviii la producción de plata mexicana, México proporcionaba el 67% de toda la plata
producida en américa.
En el alto Perú, no todo iba bien en la minería, pero potosí sobrevivió y continúo
produciendo algunos excelentes para España.
En el rio de la plata el comercio libre también conllevo que más comerciantes españoles
controlaran el comercio de buenos aires.
Los cargos más altos de la burocracia y en el comercio transatlántico, los criollos fueron
propietarios de tierras y tal vez de minas, eran lo suficientemente ricos para ser
considerados miembros de la elite a lado de los españoles.
Las rebeliones crearon esperanzas entre los pobres y los desposeídos de la colonia,
aunque también querían la abolición de los monopolios, lo que significaba productos de
consumo más baratos y libertad de producción, su móvil era el odio de los pobres hacia
los ricos.
La crisis de 1808 como culminación de dos décadas de depresión y guerra, las reformas
borbónicas en España quedaron interrumpidas por el impacto de la revolución francesa,
en 1807-1808 cuando napoleón decidió reducir a España totalmente a su voluntad e
invadió la península, el gobierno monárquico se encontraba dividido y el país se
encontraba si defensas durante el ataque. Napoleón, indujo a Carlos y a Fernando viii a
desplazarse a bayona donde fueron abdicados del trono y se proclamó a José Bonaparte
como rey de España.
La américa española no podía seguir siendo una colonia sino tenia metrópoli, ni una
monarquía si no tenía un rey.