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El derecho

romano en
la Península
Ibérica...
... y su desarrollo autónomo durante el
reino visigodo. De la romanización de
la Península al fin del reino visigodo

Max Turull Rubinat


Oriol Oleart Piquet
Mònica González Fernández
PID_00163032
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Índice

Introducción............................................................................................... 5

Objetivos....................................................................................................... 7

1. La incorporación de la Península Ibérica al mundo romano. 9


1.1. Los derechos peninsulares antes de la llegada de los romanos
a la Península .............................................................................. 9
1.2. La romanización de la Península ................................................ 9
1.3. La romanización jurídica de la Península ................................... 10

2. La creación del derecho en Roma................................................. 13


2.1. La creación del derecho en la Roma antigua .............................. 13
2.2. La creación del derecho en la Roma republicana ....................... 14
2.3. La creación del derecho en Roma durante el Principado ........... 15
2.3.1. Las fuentes de creación del derecho (I aC - I dC) ........... 17
2.3.2. Las reformas de Adriano y la creación del derecho
(siglos II-III) ..................................................................... 18

3. El derecho romano en la época del Dominado.......................... 20


3.1. La aparición del Dominado: las reformas de Diocleciano .......... 20
3.2. La creación del derecho por parte del emperador ...................... 23
3.3. El ordenamiento jurídico del Dominado .................................... 24
3.3.1. Leges et iura..................................................................... 24
3.3.2. Las recopilaciones .......................................................... 26
3.4. El derecho de la práctica en el Dominado ................................. 29

4. El reino visigodo................................................................................ 30
4.1. El asentamiento del pueblo visigodo dentro del Imperio ........... 30
4.2. El rey visigodo y el emperador ................................................... 32

5. La creación del derecho en el reino visigodo............................. 34


5.1. Las leyes teodoricianas y el Código de Eurico ............................ 34
5.2. El Breviario de Alarico ................................................................ 35
5.2.1. El contenido del Breviario ............................................. 36
5.2.2. El ámbito de aplicación ................................................. 37
5.3. De las leyes posteriores al Breviario de Alarico al Codex
Revisus de Leovigildo ................................................................... 38
5.4. La teoría política de Isidoro de Sevilla ........................................ 41
5.5. La consolidación del poder del rey visigodo y el Liber
Iudiciorum...................................................................................... 42
5.5.1. La redacción de Recesvinto ........................................... 42
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5.5.2. La redacción de Ervigio ................................................. 45


5.6. El divorcio entre el derecho oficial y el derecho de la práctica ... 47

Resumen....................................................................................................... 49

Actividades.................................................................................................. 51

Ejercicios de autoevaluación.................................................................. 52

Solucionario................................................................................................ 54

Glosario........................................................................................................ 56

Bibliografía................................................................................................. 59
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Introducción

El primer módulo de estos materiales de historia del derecho aparece dedica-


do al derecho romano y a su desarrollo autónomo durante el reino visigodo.
La síntesis a la que nos vemos obligados en unos materiales como éstos es
extraordinaria, ya que obliga a tratar las principales fuentes�de�creación del
derecho romano y su posterior evolución sintetizadas en poco más de veinte
páginas. Sin embargo, pese a la obligada distorsión que implica reducir más
de mil años de historia romana en unas pocas hojas, conviene no perder de
vista el carácter evolutivo del derecho romano.

El derecho romano no nos interesa como una abstracción dogmática ni como


una entelequia, sino que nos centraremos, únicamente, en sus fuentes de crea-
ción, y lo haremos, además, de una forma histórica; o sea, teniendo en cuenta
que el derecho que se creaba en Roma y que se aplicaba en la Península Ibérica
iba cambiando a lo largo de los años. Interesa conocer, por tanto, las fuentes
de�creación�del�derecho en la medida que fue el derecho que se aplicó a los
habitantes de la Península Ibérica. En consecuencia, el periodo que más nos
interesará es aquél en el que esta aplicación fue efectiva.

Concedemos mucha importancia a estas lecciones iniciales dedicadas al mun-


do romano porque, como ya se ha dicho, partimos de la idea de que los de-
rechos de los diferentes pueblos que forman España son, en esencia, el resul-
tado del particular desarrollo de la tradición romana en la Península. Por es-
te motivo, hay que comprender bien el proceso de formación de este núcleo
originario que, desaparecido el Imperio Romano de Occidente, sería objeto de
desarrollo por parte de los visigodos.

La historia jurídica del pueblo visigodo, a caballo entre el mundo antiguo y la


alta edad media, la hemos incluido en este módulo, junto con el derecho ro-
mano, por razones que conviene poner de manifiesto. Según el planteamien-
to que seguimos, la monarquía visigoda impulsó el desarrollo autónomo de
la tradición jurídica romana que había en la Península en el momento de su
llegada. El derecho creado por el monarca visigodo no es un derecho de carác-
ter germánico, sino que, como estamos diciendo, es el resultado de la evolu-
ción del derecho romano en las particulares condiciones históricas que vivió
la Península Ibérica en aquel periodo. Esta idea de continuidad "autónoma"
en el desarrollo� de� la� tradición� jurídica� romana es, a su vez, un ejemplo
del proceso histórico-jurídico que nos permite comprender mejor el carácter
del ordenamiento jurídico de un pueblo en un momento determinado. Con-
tra visiones mecanicistas o puristas del derecho, aquí encontraréis un ejemplo
sobre la complejidad de los fenómenos históricos, el derecho entre ellos.
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Para facilitar la comprensión de las explicaciones del módulo, es preciso que


el estudiante recurra tanto a los textos histórico-jurídicos intercalados en el
módulo, como al material asociado complementario que podéis encontrar en
el campus virtual, donde hay una colección de textos jurídicos latinos.

El módulo se divide en cinco apartados: uno dedicado al proceso de romaniza-


ción de la Península –incluyendo la situación en que se encontraba la Penín-
sula a la llegada de los romanos–; dos centrados en el derecho romano desde
la época republicana hasta el Dominado, y dos más sobre el reino visigodo y
su derecho.
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Objetivos

Al igual que en los módulos restantes, el objetivo principal es comprender


el argumento subyacente a la evolución histórica del derecho, en este caso
durante el periodo romano.

Los objetivos que debería alcanzar el estudiante de este módulo dedicado al


derecho romano y visigodo en la Península son los siguientes:

1. Comprender la diversidad de fuentes de creación del derecho que pueden


converger en una sociedad determinada (en un momento histórico dado
y en un grupo humano también determinado).

2. Darse cuenta de la complejidad que puede adquirir el ordenamiento jurí-


dico de un pueblo.

3. Vincular la complejidad que puede adquirir el ordenamiento jurídico a la


vida social, económica y cultural de un pueblo.

4. Saber relacionar el fenómeno de la romanización social con el de la ro-


manización jurídica.

5. Diferenciar el ius civile y el ius latii del ius gentium y del ius honorarium.

6. Conocer las fuentes de creación republicanas y su evolución a lo largo


del tiempo. Ver cómo y por qué entran en crisis a partir de un momento
determinado.

7. Apreciar qué nuevas fuentes de creación entran en escena durante el Prin-


cipado y por qué.

8. Vincular las fuentes de creación del Principado con la evolución histórica


del ejercicio del poder en Roma.

9. Precisar el papel que jugó el ius honorarium en Roma en relación con el


ius civile.

10. Poner la situación jurídica del Dominado en su contexto histórico-social.

11. Conocer los diferentes tipos de compilaciones que se hicieron en el Do-


minado y saber a qué respondían.
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12. Vislumbrar la progresiva separación del Imperio de Occidente e Imperio


de Oriente y ver sus diferencias más importantes.

13. Concretar a qué textos quedó reducida y cerrada la tradición textual ro-
mano-teodosiana.

14. Comprender con nitidez el significado de los términos leges e iura en el


Dominado.

15. Calibrar los cambios de significado que ha sufrido el concepto de lex en


Roma y cómo han evolucionado las ideas políticas de la República en el
Dominado.

16. Conocer los rasgos básicos del pueblo visigodo antes de instalarse en Aqui-
tania y las condiciones específicas que hicieron posible esta instalación.

17. Distinguir qué entendemos por derecho oficial y derecho de la práctica,


y qué obras pertenecen a cada una de estas dos categorías.

18. Entender la idea de "desarrollo autónomo de la herencia jurídica romana"


y tener claro cuál es esta herencia jurídica recibida y desarrollada en el
reino visigodo.

19. Darse cuenta del alcance de la selección de leges e iura que hizo el Breviario
de Alarico, teniendo en cuenta tanto lo que fue efectivamente incluido
como también lo que no lo fue.

20. Comprender que el Liber Iudiciorum es hijo de la herencia romana y, al


mismo tiempo, es la obra que materializa la ruptura con la tradición tex-
tual romana.

21. Valorar el papel de la Iglesia en el proceso de creación del derecho y en la


fundamentación del poder político en el reino visigodo.
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1. La incorporación de la Península Ibérica al mundo


romano

1.1. Los derechos peninsulares antes de la llegada de los romanos


a la Península

En el momento en que empezó la romanización, a principios del siglo III aC,


la Península Ibérica era un auténtico mosaico de ordenamientos jurídicos; po-
dríamos decir que había tantos como pueblos. La inmensa mayoría de estos
ordenamientos tenía un carácter consuetudinario –o sea, basado en costum-
bres–, y eran muy escasas las posibilidades de encontrar algún pueblo con un
derecho legislado.

Pueblos primitivos

Nos referiremos a los pueblos que habitaban en la Península a la llegada de los roma-
nos como pueblos primitivos o prerromanos indistintamente. Eran el resultado de las
migraciones efectuadas los últimos mil años, desde los vascos, como la última previa a
las grandes migraciones, hasta los íberos y los celtas.

No se ha demostrado que este conjunto de derechos haya sido capaz


de incidir sustancialmente en el derecho romano. Hay que pensar, al
contrario, que estos derechos primitivos o prerromanos acabaron desa-
pareciendo bajo la influencia del derecho romano. Ahora bien, sí que
hay que admitir que la romanización tuvo resultados desiguales ante la
desigual situación jurídica y cultural de los pueblos de la Península.

1.2. La romanización de la Península

Lo que nos interesa saber, en definitiva, es quién y cómo creó el derecho que
se aplicaba en la Península Ibérica en el periodo que va desde el año 218 aC
–cuando empezó la romanización en Ampurias– hasta el año 476, en que de-
saparece el Imperio Romano de Occidente.

Sin embargo, hablar de romanización implica hablar de un largo y lento pro- Romanización
ceso histórico que se desarrolla en unas coordenadas espaciales –afecta a terri-
Romanización quiere decir la
torios y sociedades diferentes– y temporales –que se alargan durante un dila- incorporación de los diferentes
tado periodo histórico. Hay que tener presente, en un sentido dinámico, tanto pueblos al mundo romano, en
un sentido amplio: lingüístico,
el diferente desarrollo cultural de los romanizadores como el de los romaniza- cultural, jurídico, económico,
social, etc. Significa, por tanto,
dos. La romanización no es, en fin, un fenómeno abstracto y único, sino algo el proceso de convertirse y de
histórico y complejo. comportarse como los roma-
nos.
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Una mayor o menor permeabilidad o resistencia a la influencia roma-


na es lo que marcará el carácter de la romanización de cada sociedad
peninsular en particular.

Si bien lo que ahora nos interesa es la aplicación del derecho romano en la


Península, hay que recalcar que fue consecuencia de un proceso previo de gran
alcance.

El romano no fue el primer pueblo del mundo antiguo en tomar contacto con la Penín-
sula –antes había habido griegos, fenicios y cartagineses– pero sí quien más la influyó.
Recordad que la llegada de tropas romanas a la Península se produjo en el contexto de
las guerras púnicas –en concreto de la segunda–, entre Roma y Cartago por el control del
Mediterráneo. En un principio, el interés peninsular de Roma era estrictamente militar
y estratégico. El proceso de incorporación de la Península al dominio de Roma se alargó,
aproximadamente, entre los años 218 aC y 19 aC con el teórico dominio sobre cántabros
y astures. Los principales elementos y canales de la romanización social fueron el régimen
urbano y municipal, el ejército, el comercio, las vías de comunicación, la organización
administrativa y la división territorial.

La llegada de los romanos a la Península y su dominación condujo, paulatina- Necesidad social


mente, a una romanización social, o sea, a la asunción por parte de los pueblos
La romanización jurídica tiene
prerromanos de una nueva forma de vida y de una nueva realidad social y que interpretarse como el re-
económica. Esta profunda transformación, lenta y gradual, de la infraestructu- sultado de una necesidad so-
cial y no como una imposición
ra socioeconómica provocó en aquella sociedad nuevas necesidades jurídicas desde el poder.
que como mejor podían resolverse era acudiendo al mismo derecho romano.
Fue así cómo, en la práctica, empezó a utilizarse el derecho romano por los
habitantes no romanos de la Península. Sólo en un momento posterior esta
utilización recibiría sanción oficial por parte de Roma.

1.3. La romanización jurídica de la Península

En un sistema basado en la personalidad�del�derecho y no en su territoriali- Lectura recomendada


dad, el derecho romano –el ius civile– era propio y exclusivo de los ciudadanos
E.�García�Fernández (1991).
romanos. El resto de los individuos que pertenecían a los pueblos incorpora- "El ius latii y los municipia
dos al mundo romano incluidos, pues, los peninsulares, se siguieron rigiendo latina". Studia Historica. Histo-
ria Antigua (núm. 9, págs. 29-
por su derecho propio; individuos y derechos que serían denominados genéri- 41).
camente peregrinos. Aparte estaba el derecho latino –ius latii–, que fue conce-
dido por Roma numerosas veces a pueblos y personas que no eran ciudadanos
romanos y que reconocía, a quien se le había concedido, el ius connubii –o sea,
el derecho a celebrar matrimonio legítimo con romanos– y el ius commercium
–la capacidad para realizar transacciones patrimoniales de acuerdo con el ius
civile.

Por lo que se refiere a la Península Ibérica, el emperador Vespasiano concedió


en el año 74 el ius latii a todos sus habitantes.
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Plinio, Historia Naturalis 3, 3, (4) 30

"Vespasiano emperador augusto concedió a toda la Hispania la latinidad difundida por


las tormentas que aquejaban a la res publica."

A partir de este momento todos los habitantes de la Península podían recurrir


al ius civile romano en el ámbito patrimonial y no sólo al ius gentium. Además,
esta concesión de Vespasiano implicaba, indirectamente, que todos aquellos
que hubiesen ocupado una magistratura municipal, así como sus ascendientes
y descendientes, al acabar su mandato, adquirirían la ciudadanía romana; en
esto consistía la concesión del ius latii minus. Adriano, en el primer tercio del
siglo II, extendió este privilegio no sólo a las personas que habían ocupado una
magistratura, sino a todos los miembros de las curias municipales –y ésta era la
concesión del derecho latino "mayor". De esta forma, el número de ciudadanos
romanos aumentó muy rápidamente en la Península.

Les leyes municipales

A raíz de la concesión de Vespasiano, se dieron varias leyes municipales con la finalidad


de adecuar los municipios hispánicos al régimen municipal latino. Las más conocidas
con las leyes de Urso (Osuna), Salpensa (cerca de Utrera) y Malaca (Málaga) e Irnitana.

Gayo I, 96

"El derecho latino o es mayor o es menor: es derecho latino mayor cuando no sólo quie-
nes son elegidos decuriones, sino también quienes desempeñan algún honor o magistra-
tura consiguen la ciudadanía romana. Derecho latino menor es cuando tan sólo quienes
desempeñan una magistratura o un honor llegan a la ciudadanía romana; y esto se de-
termina en muchas epístolas de los príncipes."

En el año 212, el emperador Caracalla extendió la ciudadanía romana a todos


los habitantes del Imperio, salvo a los dediticii. Pero esta medida debió tener
poco efecto en la Península porque una gran parte de sus habitantes ya debe-
rían ser en aquellos momentos ciudadanos romanos.

La creación del derecho romano

De esta forma, pues, el problema de la creación del derecho en la Península se traslada al


de la creación del derecho en Roma. El derecho romano creado por Roma será el aplicado
en la Península y será la herencia que recibirán los visigodos cuando se instalen.

Constitución de Caracalla del 212

"Es menester ante todo referir a la divinidad las causas y motivos (de nuestros hechos);
también yo tendría que dar gracias a los dioses inmortales porque con la presente victo-
ria me honraron y guardaron salvo. Así, pues, creo, de este modo, poder satisfacer con
magnificencia y piedad su grandeza al asociar al culto de los dioses a cuantos miles de
hombres se agreguen a los nuestros. Otorgo (pues) a todos cuantos se hallen en el orbe
la ciudadanía romana, sin que quede nadie sin una ciudadanía, excepto los dediticios.
En efecto, conviene que todos, no sólo contribuyan en todo lo demás, sino que partici-
pen también de la victoria. Y esta constitución nuestra manifiesta la grandeza del pueblo
romano."
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A partir de este momento, al menos, todos los habitantes del Imperio


utilizarían el derecho romano. El derecho romano llegaría a ser, pues,
el ordenamiento jurídico de los habitantes de la Península Ibérica.

Caracalla extendió la ciudadanía romana a


todos los habitantes del imperio.
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2. La creación del derecho en Roma

Hemos visto que el derecho romano fue aplicado de forma significativa entre La periodización
los habitantes de la Península a partir del siglo I, con Vespasiano. Pero la crea-
• Monarquía: del 754/753 aC
ción del derecho en Roma en estos momentos no se puede entender sin aludir al 367 aC
a los periodos anteriores. • República: del 367 aC al 27
aC
• Principado: del 27 aC al
235
2.1. La creación del derecho en la Roma antigua • Dominado: del 235 al 476

Parece que en la Roma antigua había sabido separar, sin desvincularlos, el de-
recho�–ius– de la religión –fas. Para empezar, se tenían que observar aquellas
conductas que la sociedad consideraba admisibles y que se identificaban con
las costumbres de los antepasados; éstas eran las mores maiorum. En aquellos
momentos, el ius civile, en sentido estricto, consistía en la interpretación que
los prudentes hacían de las mores maiorum. Era, pues, el colegio de los pontí-
fices, integrado por los miembros más destacados de las principales familias
patricias, el único capaz de identificar un ius que era exclusivo de los patricios.
Sin embargo, la convivencia de patricios y plebeyos generó, espontáneamente,
la formación de unas mores maiorum comunes a ambos grupos que, a pesar de
todo, no eran admitidas por los pontífices. No obstante, y gracias a la inter-
vención del pueblo romano, este nuevo ius civile abierto también a los plebe-
yos se fijó en un texto que hoy día se conoce como la Ley�de�las�doce�tablas.

El pueblo romano no se congregaba en una única y desordenada asamblea,


sino que había diferentes tipos de reuniones: los comitia curiata (las curias son
treinta, diez por cada una de las tres primitivas tribus, las asambleas en las
que se reunían se llamaban comitia curiata, que en su origen eran de carácter
religioso), los comitia centuriata (reuniones por centurias, de carácter militar)
y los comitia tributa (reuniones por tribus, con carácter civil y a partir de cir-
cunscripciones territoriales).

Por tanto, en este periodo previo a la República nos encontramos con


un ius civile en sentido estricto fijado por los pontífices a partir de la
interpretación de las mores maiorum de los patricios, y un ius civile legiti-
mun recogido por la Ley de las doce tablas y leyes posteriores y también
desarrollado por la interpretación de los pontífices. Al lado de este ius
civile, y sin que se pudiese derogar, estaba la ley como expresión de la
voluntad del pueblo romano reunido en diferentes tipos de asambleas.
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2.2. La creación del derecho en la Roma republicana

La crisis religiosa que se vivió en la época de la República hizo que se rompie- Iurisdictio
se el monopolio de los pontífices sobre la interpretación, ya que a partir de
Tener jurisdicción –iurisdictio–
entonces también los particulares –pertenecientes, eso sí, a la nueva nobleza quiere decir tener la capacidad
patricia-plebeya– se convirtieron en intérpretes laicos del derecho. Este fenó- de dictar o decir el derecho.

meno condujo a dotar de mayor libertad al pretor�urbano, magistrado de ca-


rácter jurisdiccional responsable de dictar el derecho entre los ciudadanos ro-
manos. Además, el pretor urbano podía inspirarse en el pretor peregrino, que
era el encargado de decir el derecho entre los peregrinos y entre peregrinos y
ciudadanos romanos. Es importante recordar que el pretor peregrino actuaba
no sobre la base de la ley, sino a partir de su propio imperio.

Agotada la capacidad de las mores maiorum de ofrecer respuestas adecuadas a


los nuevos tiempos y ante la insuficiencia de la ley para hacerlo, la actividad
jurisdiccional del pretor urbano daba lugar a un nuevo derecho, el ius hono-
rarium, que podría paralizar los efectos del ius civile tal como hemos visto for-
mulado, pero no podía ni derogarlo ni sustituirlo. El ius honorarium se convir-
tió, entonces, en el elemento más dinámico e innovador, ya que, a diferencia
del antiguo ius civile, ofrecía respuestas más adecuadas a la sociedad de aquel
tiempo.

Por otra parte, también el pretor peregrino estableció, en el ejercicio de su fun-


ción de magistrado con jurisdicción, nuevos criterios equitativos que acabaron
por configurar un nuevo derecho, el ius gentium, que se consideraba común a
todos los hombres, pero que era romano.

El ius civile y el ius gentium se diferenciaban por lo que se refiere a sus


destinatarios, ya que el primero sólo se aplicaba entre ciudadanos ro-
manos, y el segundo se aplicaba a los peregrinos entre ellos (o extran-
jeros, o sea, todos aquellos que no eran ciudadanos romanos) y a los
peregrinos en sus relaciones con los ciudadanos romanos.

Este ius gentium establecido por el pretor peregrino, igual que el ius honorarium
establecido por el pretor urbano, completaba y desarrollaba el ius civile y se
acabó aplicando también entre ciudadanos romanos y, en el caso del ius gen-
tium, incorporado dentro del mismo ius civile.

Papiniano D 1,1,7

"Derecho civil es, pues, lo que viene de las leyes, de los plebiscitos, de los senadoconsultos,
de los decretos de los príncipes, de la autoridad de los prudentes. El derecho pretorio es lo
que introdujeron los pretores para ayudar a suplir o corregir el derecho civil por utilidad
pública. Y éste se llama honorario así denominado por el honor de los pretores."

Por otro lado, la formación de una nobleza patricio-plebeya y la reducción del


número de familias patricias afectaron a la forma de adoptar acuerdos de estos
grupos que integraban el pueblo romano. Así, en el año 286 aC, la ley Horten-
© FUOC • PID_00163032 15 El derecho romano en la Península Ibérica...

sia equiparaba los plebiscitos –o sea, los acuerdos tomados en asambleas de


plebeyos– a las leges, en cuya formulación los plebeyos no participaban. Estos
nuevos plebiscitos, que se aplicarían tanto a plebeyos como a patricios, serían
la fuente que alimentaría el ius legitimun desde el final de la República.

Gayo. I 3

"Ley es lo que el pueblo manda y dispone. Plebiscito es lo que la plebe manda y dispone.
La plebe se separa, pues, del pueblo en esto, que con la significación de pueblo se señalan
todos los ciudadanos, contados también los patricios; por el contrario, con la denomi-
nación de plebe se indican los restantes ciudadanos sin los patricios; de donde antigua-
mente los patricios decían que no estaban obligados por los plebiscitos, los cuales habían
sido hechos sin su autoridad; pero, posteriormente, ha sido dada la�Ley�Hortensia, por
la cual ha sido establecido que los plebiscitos obligaren a todo el pueblo; y así de esta
manera han sido equiparados a las leyes."

De esta forma quedaba dibujado el cuadro de las fuentes de creación


del derecho de la Roma republicana, formado por las mores maiorum, la
interpretación por parte de los pontífices de las costumbres de los an-
tepasados, la Ley de las doce tablas y su posterior interpretación, el ius
gentium y el ius honorarium, provenientes de los magistrados con juris-
dicción, y las leyes y los plebiscitos establecidos por las asambleas po-
pulares.

2.3. La creación del derecho en Roma durante el Principado

La guerra civil que vivió Roma en el siglo I aC se resolvió con la renuncia de


Lépido en el año 36 aC y la victoria de Octavio sobre Marco Antonio en el 31
aC Augusto, que es el nuevo nombre que adoptó a partir de entonces Octavio,
pacificó un imperio en plena crisis de crecimiento y transformación, devolvió
todos sus poderes al pueblo y al Senado –en el año 27 aC– y en el año 23 aC se
hizo conceder poderes extraordinarios por las instituciones republicanas que
aún subsistían, poderes que hoy calificaríamos de extraconstitucionales.

Relación de emperadores en la época del Principado

- Octavio (29 aC-14)


- Tiberio (14-37)
- Calígula (37-41)
- Claudio (41-54)
- Nerón (54-68)
- Galba (68-69)
- Otón (69)
- Vitelio (69)
- Vespasiano (69-79)
- Tito (79-81)
- Domiciano (81-96)
- Nerva (96-98)
- Trajano (98-117)
- Adriano (117-138)
- Antonio Pío (138-161)
- Marco Aurelio (161-180)
- Cómodo (180-192)
- Helvio Pertinax (192-193)
- Didio Juliano (193)
- Séptimo Severo (193-211)
- Geta (211-212)
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- Caracalla (211-217)
- Macrino (217-218)
- Heliogábalo (218-222)
- Alejandro Severo (222-235)

Augusto recibe el imperio proconsular maius et infinitum en cuya virtud no tiene colega,
ni límite de temporalidad en el cargo y con capacidad para actuar dentro y fuera de Roma;
recibe la potestad tribunicia, ilimitada también en tiempo y colegialidad; será pontifex
maximus y asumirá las competencias de otras magistraturas. Augusto, pues, en cierto
modo, deja de ser un magistrado y se sitúa por encima de los otros.

Así acabó el último�triunvirato y empezó, agotado el régimen de la República,


un nuevo periodo de tiempo en la historia de Roma conocido como el Princi-
pado y que se extendió hasta el año 235, cuando la legitimación del poder del
príncipe dejó de recaer en el Senado.

Los cambios políticos que se sucedieron en este periodo no son ajenos al hecho de que
el ejército dejó de ser un ejército popular para convertirse en un ejército profesional
vinculado a los generales que lo mandaban. El poder militar, debidamente sometido a
una operación de legitimación, era un factor clave para alzarse con el poder político.

El imperio de Augusto
Fuente: Atlas histórico mundial. Kinder; Hilgemann (1971, vol. 1, pág. 96).

Sin embargo, quizá lo más importante sea resaltar que Augusto fue el primero El Principado
en recibir, por una lex de imperio, aquellos poderes que pertenecían al pueblo
El Principado debe su nombre
romano, poderes que conformaban, en definitiva, la maiestas del pueblo ro- al hecho de que el Princeps se
mano. consideraba el primero entre
los ciudadanos romanos.

Digesto Constitución Deo Auctore, 7 = Código de Justiniano 1,17,1,7

"Habiéndose, pues, trasladado por ley antigua, la cual se llamaba regia, todo el derecho
y todo el poder del pueblo romano en la potestad imperial."
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En una situación compleja y que ha sido objeto de diferentes interpretacio-


nes históricas, con Augusto coexistió la gran novedad que suponía el ejercicio
unipersonal del poder, que originariamente pertenecía al pueblo romano, con
las antiguas instituciones republicanas, que eran, de hecho, las únicas existen-
tes. La creación de una administración�propia y que no estuviese, como la
republicana, a expensas de la temporalidad de los cargos era, por tanto, una
tarea urgente para Augusto. La creación de una nueva administración, eficaz,
amplia y capaz de controlar un imperio en plena expansión fue el resultado
de las reformas que introdujeron Claudio (años 41-54) y, sobre todo, Adriano
(117-138).

2.3.1. Las fuentes de creación del derecho (I aC - I dC)

En el ámbito de la creación del derecho nacieron nuevas fuentes de creación al


mismo tiempo que iban entrando en desuso las antiguas fuentes republicanas.

El papel realmente creador de los pretores se vio afectado negativamente por El control del Senado por
los cambios que sufrió la forma de celebrar los juicios y por el control en la el príncipe

elección de los magistrados. El Senado era una cámara que


en la época del Principado es-
tuvo controlada por el prínci-
La dificultad para convocar las asambleas populares provocó que las leyes y pe, ya que antes de ser sena-
dor se tenía que haber ocu-
los plebiscitos entraran en crisis, a la vez que se vio en el Senado la reunión pado una magistratura cuyo
del pueblo romano. Si durante la república los senatusconsulta sólo eran una nombramiento era una prerro-
gativa sólo del príncipe.
opinión, a partir de Augusto parece que sus disposiciones intervinieron en el
ius civile y, si el Senado era la reunión del pueblo romano, sus decisiones ad-
quirieron valor de ley. Los primeros príncipes apenas intervinieron en el Sena- La última ley popular

do más que para reservarse su control. Sólo más adelante empezaron a enviar
Parece que fue con Nerva, en-
sus propias propuestas u oratio principis. Los senatusconstulta, por el contrario, tre los años 96 y 98, cuandoel
pueblo votó una ley agraria
eran una iniciativa del Senado y sólo contaban con la propia auctoritas, pero que podría haber sido la últi-
ma ley popular votada.
no con la del príncipe.

Los juristas, aquellos prudentes a quienes hemos aludido anteriormente, siguie-


ron actuando, pero su papel cambió sustancialmente con Augusto. A partir
de ahora, el príncipe concedió a los juristas que él deseaba la capacidad�de
responder�ex�auctoritate�principis, o sea, añadiendo a su propio prestigio la
autoridad del príncipe. Si bien se podía invocar la opinión de cualquier jurista,
los jueces sólo estaban obligados a seguir las soluciones aportadas por quienes
gozaban del ius publice respondendi otorgado por el príncipe.

Por otro lado, a medida que el príncipe empezó a desarrollar su propia admi-
nistración, también empezó a actuar en el campo del ius civile y, por lo tanto,
a crear derecho directamente a partir de lo que fue calificado como constitu-
ciones imperiales. Las constitutiones tenían valor de ley porque se entendía que
el príncipe era el heredero de la antigua maiestas del pueblo romano.
© FUOC • PID_00163032 18 El derecho romano en la Península Ibérica...

Gayo I, 5

"Constitución del príncipe es lo que el emperador establece o por decreto o por edicto
o per epistola. Y nunca se ha dudado de que no obtuviera el lugar de la ley, habiendo
recibido el mismo emperador el imperio por la ley."

Entre las constituciones con carácter general y abstracto se encontraban los


edicta, que se dirigían a todos los súbditos o a una parte importante de los
habitantes del Imperio, y los mandata, que eran instrucciones que el príncipe
dirigía a sus funcionarios. Un carácter más concreto y particular era el de los
decreta, que eran sentencias del príncipe cuando actuaba como juez, así como
el de los rescripta, que eran las respuestas del príncipe a cuestiones que le plan-
teaban tanto los particulares –entonces eran subscriptiones, porque el príncipe
respondía al pie de lo escrito del particular– como también los miembros de
su administración. En este caso se trataba de epistulae, ya que eran cartas de
respuesta.

Ulpiano D 1,4,1

"Y lo que place al príncipe tiene fuerza de ley, puesto que con la ley regia, la cual ha
sido dada acerca de su imperio, el pueblo confiere a éste y en éste todo su imperio y
potestad. Así pues, cualquier cosa que el emperador establece por epístola y subscripción
o, conociendo, decreta o ha sentenciado sumariamente o mandó por edicto, consta que
es ley. Estas son las que vulgarmente llamamos constituciones."

2.3.2. Las reformas de Adriano y la creación del derecho (siglos


II-III)

La consolidación de la nueva administración del príncipe, que culminó con Lectura recomendada
la reorganización del consilium principis por parte de Adriano a principios del
F.�Schulz. Storia della giuris-
siglo II, implicó la desaparición definitiva de las antiguas�instituciones�repu- prudenza romana (pág. 187-
blicanas. Adriano dejó de conceder ius respondendi ex auctoritate principis a más 188).

juristas. A partir de entonces, pues, los juristas ya no podían dar responsa y


su función dejó de ser creadora, ni con la auctoritas principis, ni con auctoritas
propia; su función se ciñó al entorno más inmediato del príncipe, circunstan-
cia que dio lugar al llamado consilium principis.

Además, hacia el año 130, Adriano encargó a Salvio Juliano la redacción del
Edicto perpetuo (Edictum perpetuum), que cristalizaba el papel que tenían hasta
entonces los magistrados con jurisdicción en la creación del derecho. También
a partir de Adriano prácticamente todas las disposiciones del Senado proceden
de orationes principis, y no son discutidas por esta cámara, sino más bien reci-
bidas y aprobadas sin introducir modificaciones.
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Como puede observarse, la creación del derecho se estaba concentran-


do en manos del príncipe. Este fenómeno, que ya era perceptible en Au-
gusto, se intensificó a medida que la nueva administración del príncipe
permitía y facilitaba su intervención personal en la creación del dere-
cho. Ciertamente, desaparecidas las fuentes republicanas, ahora triun-
faba plenamente la voluntad del príncipe, que se expresaba por medio
de las constituciones y que era heredera del pueblo romano. Los dife-
rentes tipos de constituciones que hemos visto ya no eran "como" la ley,
sino que se identificaban con la ley misma.

Las leyes del príncipe, además, rebasaron el ámbito tradicional del ius civile y
se convirtieron en objeto de atención de los juristas, quienes, en consecuencia,
también prestaron interés a materias tradicionalmente ajenas al ius civile tal
como se había entendido en la época anterior. En estos momentos, se puede
hablar de un ius publicum, pero no como aquella parte del ius civile establecido
en las asambleas –es decir, un ius legitimum–, sino como aquel derecho que
afectaba al status rei publicae en contraposición a un ius privatum, que era el
que se refería a la utilitas privatorum.

La trayectoria de los textos de la época clásica

En cierto sentido, el éxito de la compilación justiniana ha provocado la desaparición de


los textos de la época clásica que por otras razones ya habían desaparecido de Occidente.
Como señala Schulz, "las Instituciones de Gayo es la única obra clásica que ha llegado a
nosotros suficientemente completa" (Aquilino Iglesia Ferreirós, La creación del derecho en
el reino visigodo (pág. 136). Madrid: Alianza Editorial.

Lectura recomendada
Al final del Principado empieza a vislumbrarse una división del orde-
namiento jurídico que será totalmente evidente durante el periodo si- A.�Iglesia�Ferreirós (1996).
La creación del derecho. Una
guiente, el Dominado. La concentración de la creación de derecho en historia de la formación de un
manos del príncipe propició la formación de dos grandes bloques: el derecho estatal español, I (pág.
134-136).
ius vetus, donde se incluirían todas las antiguas fuentes, y el ius novum,
identificado con la voluntad del príncipe. Esta circunstancia favorece
que, paulatinamente, se diluyan los elementos que integraban cada blo-
que. El ius vetus que, de hecho, incluía elementos muy diferentes unos
de otros, acabó indentificándose con las obras en las que se conservaba,
o sea, los escritos de los juristas que más adelante, en la época del Do-
minado, serían calificados de iura; mientras que el ius novum, que esta-
ba formado por las constituciones imperiales, acabó siendo calificado
de leges.
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3. El derecho romano en la época del Dominado

El periodo que llamamos Dominado empezó con la muerte de Alejandro Seve- Ejemplo
ro (222-235), cuando la crisis se�generalizó como consecuencia de las luchas
La falta de actuación del Sena-
entre los diferentes emperadores y los aspirantes al puesto. Éstos se apoyaban do se puede considerar una se-
sólo en sus ejércitos, y no se ocupaban de que el Senado les concediera la lex ñal de la desaparición del Prin-
cipado. del Senado se puede
de imperio. El Dominado se consolidó en la época de Diocleciano, quien llevó considerar una señal de la de-
saparición del Principado.
a cabo una división del Imperio en dos partes que no fue definitiva hasta el
año 395. Esta época finalizó con la deposición del último emperador romano
de Occidente, Rómulo Augústulo, en el año 476 y la falta de elección de un
nuevo emperador.

Emperadores del Dominado

Dinastía�de�los�Severos�(173-235)
Alejandro Severo (222-235)

Periodo�de�anarquía�(235-270)

Dinastía�ilírica
Aureliano (270-275)
Tácito (276)
Probo, Caro, Numeriano, Carino (275-283)
Diocleciano (284-305)
Joviano (363-364)

Dinastía�constantiniana
Constantino I (306-337)
Tetrarquía [Constantino II(337-340), Constante I (337-350) y Constancio II (337-361)]
Juliano el Apóstata (361-363)
Valentiniano I (364-375)(Occidente)
Valente (368-378) (Oriente)
Graciano (375-383) (Galias, Hispania y Britania)
Valentiniano II (375-392)
Teodosio I (379-395) (a partir del 392 reina en todo el Imperio)

Occidente
Honorio (395-423)
Valentiniano III (424-455)
Petronio Máximo (455),Procopio Antemio (467-472), Julio Neposo (474-475)
Rómulo Augústulo (475-476)

Oriente

Dinastía�Teodosiana
Arcadio (395-408)
Marciano I (450-457)
Pulqueriano (450-453)
Teodosio II (408-450)
Dinastía Tracia
León I (457-474)
Zenón (457-491)

3.1. La aparición del Dominado: las reformas de Diocleciano

En el primer tercio del siglo III estalló una crisis general que se venía gestando
desde mediados del siglo II y que tuvo numerosas causas.
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La población itálica disminuyó, lo que provocó la provincialización del Imperio y la bar-


barización del ejército; la difusión del cristianismo comportó la disminución de la pobla-
ción esclava; la ausencia de grandes ciudades, a excepción del caso de Roma, impidió el
desarrollo de una actividad industrial y comercial fuerte y provocó el afianzamiento de
una economía natural desarrollada en las villae y la ruralización del Imperio. Roma fue
incapaz de ser un centro comercial e industrial y se convirtió en un núcleo que explotaba
las provincias. Los grandes capitales acumulados en épocas anteriores no se invirtieron
en actividades productivas, sino que los miembros de la nobleza patricio-plebeya y los
equites los destinaban bien a préstamos usurarios, bien a la adquisición de propiedades
rústicas, signo de riqueza y de honorabilidad.

Hemos señalado más arriba que el Dominado se inició en el siglo III y se con-
solidó con Diocleciano (284-305), quien dio al Imperio Romano el carácter de
una monarquía absolutista, donde el emperador, calificado de Dominus et Deus,
ostentaba el dominio absoluto. De esta definición, precisamente, proviene la
denominación del periodo como Dominado.

El Imperio Romano bajo Diocleciano


Fuente: Atlas histórico mundial. Kinder; Hilgemann (1971, vol. 1, pág. 102).

La desaparición total de las tradiciones republicanas que se habían man-


tenido durante el Principado, unido a la imposibilidad de hacer partici-
par al pueblo en los asuntos públicos, se ha visto como causa de la apa-
rición del Dominado. El problema fundamental de los emperadores era
conservar el poder. Para consolidar y mantener el poder del príncipe,
Diocleciano renovó profundamente las estructuras político-administra-
tivas del Imperio.

a) Se reorganizó la administración territorial, dividiendo el Imperio para faci-


litar el gobierno y separando la administración civil de la militar. Constanti-
no (306-337) culminó esta reorganización construyendo una administración
civil jerarquizada.
© FUOC • PID_00163032 22 El derecho romano en la Península Ibérica...

En el año 395, el Imperio se dividió definitivamente en dos partes –Oriente y Occidente–,


con un emperador cada una. Cada parte se dividía en grandes circunscripciones territo-
riales, las prefecturas, mandadas por el prefecto del pretorio. Había dos en Occidente (las
Galias e Italia) y dos en Oriente (Ilírico y Oriente), y se dividían en 14 diócesis gobernadas
por los vicarios, que agrupaban un número variable de provincias. Estos altos funciona-
rios gozaban de jurisdicción; así, de los gobernadores de las provincias se podía apelar al
vicarius o al prefecto del pretorio; el vicario gozaba de una jurisdicción independiente, ya
que su decisión se podía recurrir sólo al emperador, mientras que contra las del prefecto
del pretorio no cabía recurso, ya que juzgaba en el lugar del emperador.

Hispania

Hispania era una diócesis de la prefectura de las Galias, con cinco provincias en la Penín-
sula Ibérica –Tarraconensis, Cartaginensis, Betica, Lusitania y Gallaetia– y una en el norte
de África, la Nova Hispania Vlterior Tingitana. Hacia el año 400 se estableció con las Islas
Baleares una nueva provincia.

b) Se reestructuró la Administración�central de la cual nos interesan el ma-


gister officiorum, que se encontraba al frente del conjunto de funcionarios que
formaban los officia o scrinia, y el quaestor sacri palatii, encargado de los asun-
tos de justicia.

c) El consilium principis fue sustituido por el consistorium principis. Estaba inte-


grado por altos�oficiales,�funcionarios�y�personas�de�la�confianza�del�em-
perador y funcionaba como un órgano de asesoramiento del emperador, co-
laborando en la formación de las leyes que exclusivamente aprobaba el em-
perador.

El ejército romano

La poca disposición de los romanos a participar en el ejército comportó la progresivain-


corporación de bárbaros al frente de los ejércitos romanos hasta el punto de encontrarse,
en los últimos tiempos delImperio, pueblos bárbaros en armas bajo el mandatode sus
propios monarcas.

d) Se reformó el ejército, aumentando el número de soldados y procurando


su profesionalidad.

e) Para mantener la nueva administración y el ejército, con más miembros, se


tenían que obtener más ingresos. Por tanto, era necesaria una reforma fiscal.

Los decuriones, responsables del cobro de los impuestos, se arruinaban a menu- Decuriones
do y por eso se les tuvo que adscribir, a ellos y a sus descendientes, al cargo. La
Los decuriones eran los miem-
adscripción se dio también en otros ámbitos para consolidar la reforma fiscal, bros de la curia o asamblea de
administrativa o económica. la ciudad.

La necesidad de labradores comportó que los coloni, hombres libres, no pudiesen aban-
donar la tierra que trabajaban y los propietarios no la pudiesen vender sin ellos; también
se vinculó a los hijos de los funcionarios, soldados y profesionales al oficio paterno.
© FUOC • PID_00163032 23 El derecho romano en la Península Ibérica...

Las bagaudae
Las reformas de Diocleciano fracasaron, ya que provocaron una situa-
ción económica y social de inflación, desestabilización monetaria, co- Las bagaudae eran grupos de
campesinos hambrientos.
rrupción y aumento de la presión fiscal sobre los humiliores. En los lati-
fundios, los propietarios –potentiores, miembros de la nobleza senatorial
y funcionarios imperiales– fueron creando unos centros de protección
y de economía natural que funcionaban con una organización militar y
fiscal al margen del Imperio, defendiendo con sus propios ejércitos sus
dominios y los centros de convivencia cercanos de los ataques bárbaros
y de las bagaudae. Por este motivo, los campesinos libres se fueron so-
metiendo a los grandes propietarios, que acabaron cobrando para ellos
los impuestos debidos al emperador.

3.2. La creación del derecho por parte del emperador

Al fracasar Diocleciano en el intento de imponer la sucesión del Imperio eli-


giendo un colaborador –caesar– del emperador –augustus– que le sucedería, el
poder recibido por el emperador del pueblo romano, en ausencia de la lex de
imperio, se entendió cedido para siempre.

A falta de otro sistema de legitimación del poder imperial, se impuso la ten-


dencia a desarrollar y mostrar signos�de�carácter�sacro que identificaban al
emperador y todo lo que se relacionaba con un dios. El emperador era dominus
et deus. Este carácter sacro del emperador se transformó con la cristianización
del Imperio, pero entonces se le consideró un intermediario entre Dios y los
hombres, y eso implicaba también que la Iglesia le estuviese sometida.

Todo el poder del pueblo romano, pues, se concentraba en manos del empe-
rador. Se consolidaron los principios quod principi placuit, legis habet vigorem
y princeps legibus solutus est (‘lo que place al príncipe tiene fuerza de ley' y ‘el
príncipe no se encuentra sometido a las leyes').

Las leges eran la voluntad del príncipe. Las fuentes de creación de dere-
cho se habían reducido a una solamente: el emperador, con quien se
identificaba la ley. Por tanto, también era sacra. Todas las decisiones del
emperador no sólo tenían valor de ley, sino que eran leyes.

Ulpiano D. 1, 4, 1

"Y lo que place al Príncipe tiene fuerza de ley, puesto que con la ley regia, la cual ha
sido dada acerca de su imperio, el pueblo confiere a éste y en éste todo su imperio y
potestad. Así pues cualquier cosa que el emperador establece por epístola y subscripción
o, conociendo, decreta o ha sentenciado sumariamente o mandó por edicto consta que
es ley. Éstas son las que vulgarmente llamamos constituciones."
© FUOC • PID_00163032 24 El derecho romano en la Península Ibérica...

El monopolio legislativo resulta evidente si consideramos que el papel del Se-


nado se redujo a ser una Cámara de registro de la legislación imperial y que
el prefecto del pretor sólo dictaba disposiciones en virtud del poder que le de-
legaba el emperador.

Se redujeron los tipos de constituciones. En el Dominado podemos hablar de


edicta o leyes generales, que eran el medio por el cual el emperador establecía
un nuevo�derecho. Se trataba de normas de carácter general, es decir, dirigidas
a toda la parte del Imperio regida por el emperador que las dictaba.

Tipos de leges

Los tipos de leges en el Dominado son: edicta (constituciones generales); decreta, que eran
sentencias dadas por el emperador, y que prácticamente desaparecieron por la escasa ac-
tividad judicial de éste; rescripta (respuestas que daba el emperador a problemas concre-
tos y casos particulares, por tanto, privilegiados); adnonatio (variante de la suscripción
firmada al margen) y la sanctio pragmatica (que aparece en las fuentes a partir del siglo V).

Rota la unidad del Imperio, cuando uno de los emperadores dictaba una ley hacía falta
una aceptación formal del otro para que estuviese vigente en todo el Imperio. Esta pro-
gresiva diferenciación jurídica se detuvo, como veremos más adelante, con la publicación
del Código Teodosiano, enviado a Occidente y aceptado por Valentiniano III. Sin embargo,
la unidad fue momentánea, ya que se establecía que a partir del Código Teodosiano (438),
las nuevas leyes –novellae– dadas por cada emperador sólo tendrían vigencia en la parte
respectiva del Imperio. El emperador promulgante las podía enviar a otro mediante una
sanctio pragmatica, que las podía aceptar, modificar o rechazar.

3.3. El ordenamiento jurídico del Dominado

3.3.1. Leges et iura

Mientras que las leges del emperador constituían el llamado ius novum, el ius
vetus o derecho antiguo dejó de identificarse con las antiguas fuentes de esta-
blecimiento de derecho, que se conocen ahora por medio de la obra de los
juristas.

Frente a las leges estaban los iura –los escritos�de�los�juristas–, que reu-
nían las reglas del derecho antiguo extraídas de sus antiguas fuentes.

Desde Adriano no se había vuelto a conceder el ius publice respondendi ex auctoritate princi-
pis, ya que los juristas se habían incorporado a la administración del príncipe y colabora-
ban en la redacción de las constituciones imperiales. Con el tiempo se perdió el recuerdo
exacto del ius publice respondendi, por eso se dio la confusión de atribuir a los juristas del
Principado una autorización para crear derecho, ya que el emperador era el único que
podía crearlo. La necesidad de elegir los libros que se tenían que copiar de nuevo en las
recopilaciones obligó a seleccionar la tradición que se tenía que salvar.

En Occidente, el número de juristas conocidos se redujo, prefiriéndose los de la última


época del Principado por su carácter enciclopédico y porque se pensaba, erróneamente,
que gozaban del ius publice respondendi. Estas obras han llegado a nosotros por medio de
nuevas ediciones hechas por los juristas del Dominado, que simplificaban y reelaboraban
los antiguos originales, a pesar de que mantenían su atribución a los antiguos autores.
© FUOC • PID_00163032 25 El derecho romano en la Península Ibérica...

La multiplicidad de leges e iura dificultaba la identificación de las reglas jurí-


dicas vigentes, por lo que resultaba necesario fijar los escritos de los juristas
que podían utilizarse en la práctica y poner orden a las leyes imperiales.

La necesidad de la certeza iba acompañada de la de autenticidad, ya que


el uso de rescripta y reediciones de las obras del periodo anterior realiza-
das por anónimos juristas comportaban peligro de falsificaciones; para
alcanzar la certidumbre y autenticidad hacía falta, además, publicidad
que hiciese conocer y respetar las leyes identificadas con las constitu-
ciones imperiales.

a) Para garantizar la certeza de derecho había que observar la jerarquización


entre leyes�generales y particulares estableciendo criterios que permitiesen
identificar fácilmente ambos tipos de leyes, de modo que se limitara el arbitrio
del juez. Teodosio II fue quien intentó completar la tarea recopiladora inicia-
da en la época de Diocleciano, mandando reunir en un libro todas las consti-
tuciones generales a partir de Constantino y estableciendo que a partir de la
entrada en vigor del nuevo código sólo se pudiesen utilizar en juicio las cons-
tituciones que en él se incluían. De esta forma quedaban derogadas todas las
leyes no recopiladas. Esta decisión se completó reconociendo carácter oficial
a los Códigos Gregoriano y Hermogeniano. Así pues, todas las leyes conteni-
das en estos tres libros estarían vigentes y serían las únicas utilizables ante los
tribunales de justicia.

También había que determinar qué iura tenían que ser los invocables, y tam-
bién lo hizo el Código de Teodosiano II mediante la inclusión de la constitu-
ción de Valentiano III, del año 426, que establecía que serían Papiniano, Pau-
lo, Gayo, Ulpiano y Modestino, sin ninguna condición, los juristas a quienes
se podía recurrir en juicio. Se autorizaba también a recurrir a otros juristas
anteriores, pero sólo si se mencionaban en las obras de los cinco primeros y
si se conservaban los manuscritos de sus obras para confrontarlos con las de
los anteriores. Este hecho indica que en Occidente circulaban sólo las obras
de Papiniano, Paulo, Gayo, Ulpiano y Modestino, hecho que demuestra la po-
breza�de�la�cultura�jurídica�del�momento, igual que lo demuestra la circuns-
tancia de que apareciese entre los componentes del Tribunal de los Muertos el
nombre de Gayo, desconocido en el siglo que vivió (II), pero reconocido en el
Dominado por el carácter escolástico de su obra.

A causa de la pluralidad de juristas reconocidos en la constitución –iura publi-


ca– del año 426, se ordena que se siga la opinión de la mayoría y cuando hu-
biese empate de opiniones contrarias, se tenía que seguir la que contase entre
sus defensores a Papiniano, lo que demuestra su prestigio.
© FUOC • PID_00163032 26 El derecho romano en la Península Ibérica...

Código Teodosiano, 1,4,3 [=Brev. 1,4,1] 426 Nov. 7

"Confirmamos todos los escritos de Papiniano, Paulo, Gayo, Ulpiano y Modestino, de


tal manera que la autoridad que acompaña a Paulo, Ulpiano y a los restantes acompañe
a Gayo y se reciten las lecciones de toda su obra. Establecemos que sea aprobada tam-
bién la ciencia de aquellos cuyos tratados y opiniones mezclaron todos los mencionados
en sus obras, así la de Scevola, Sabino, Juliano y Marcelo y la de todos aquellos que die-
ron a conocer, si sus libros se confirman, sin embargo, a causa de la incertidumbre de
la antigüedad por la colación de los códices. Donde sin embargo se profieran diversas
opiniones, vencerá el número mayor de los autores y, si el número es igual, preceda la
autoridad de la parte en la cual aparezca Papiniano, varón de excelente ingenio, quien
así como vence a cada uno de ellos, así cede ante dos. Mandamos también que, como ha
sido establecido desde hace tiempo, sean anuladas las notas de Paulo y Ulpiano hechas
en la obra de Papiniano. Donde sin embargo se reciten opiniones pares de éstos de los
cuales se establece par autoridad, la templanza del juzgador elegirá a quienes deba seguir.
También mandamos que valgan siempre las Opiniones de Paulo."

Esta constitución ha llegado a nosotros gracias a su inclusión en el Código El tribunal de los muertos
Teodosiano, conocido en Occidente por medio del Breviario de Alarico (506).
La constitución de Valentinia-
no III del año 426 se conoce
b) Los emperadores adoptaron medidas para garantizar la autenticitad de leges como la Ley de Citas, y se con-
sidera que los cinco juristas
e iura invocables ante los tribunales. En esta época, los escritos de los juristas mencionados forman el llama-
do Tribunal de los Muertos. Ha
se sometían a reelaboraciones profundas y a menudo las obras atribuidas a un llegado a nosotros incluida en
jurista no eran realmente suyas. El Código Teodosiano oficializó los iura reco- el Breviario de Alarico (506) por
lo que iba acompañada de una
nociéndolos, incluso, como auténticas obras realizadas por juristas anónimos interpretatio (consultad aparta-
do 4).
de este periodo y atribuidas a los juristas de la última época del Principado.

Código Teodosiano 1, 4, 1

"Deseando poner fin a las discusiones de los prudentes mandamos que sean abolidas las
notas de Ulpiano y de Paulo a Papiniano, quienes, puesto que corren detrás de la alabanza
del ingenio, prefirieron no tanto corregirlo como corromperlo."

c) Para que el derecho vigente fuese conocido y aplicado fácilmente se tenía El concepto de código
que dar publicidad a las normas, y la forma de conseguirlo fue realizar recopi-
El éxito alcanzado por los códi-
laciones que reunían en una sola obra las leges y los iura invocables ante los gos antiguos provocó que con
tribunales de justicia. el tiempo código se identificase
con los libros jurídicos. Fijaos
en que los códigos que se ela-
Las recopilaciones se realizaron en un codex, libro con hojas cosidas por el margen iz- boraron en Europa a partir de
la Revolución Francesa son li-
quierdo que sustituyó al antiguo volumen o rollo.
bros jurídicos, pero responden
a un concepto de libro jurídi-
co muy diferente a los códigos
3.3.2. Las recopilaciones antiguos, que recopilaban sin
seguir el orden racional quese
pretende establecer en el siglo
En el Dominado aparecieron tres�tipos de recopilaciones, que podían reela- XIX.

borar más o menos las fuentes: de leyes, de iura o mixtas.

a) Recopilaciones de leyes. Durante el mandato de Diocleciano se recopilaron


fundamentalmente rescriptos y constituciones de difícil conocimiento y con-
trol. Estas recopilaciones nacieron bajo iniciativa privada para facilitar a los
prácticos del derecho el uso de las leges. Aparecen a finales del siglo III y son el
Codex Gregorianus (291) y el Codex Hermogenianus (295). Tuvieron éxito pero
no alcanzaron el carácter oficial hasta el reconocimiento de Teodosio II en el
año 435-438.
© FUOC • PID_00163032 27 El derecho romano en la Península Ibérica...

El primero debía tener 15 ó 16 libros, divididos en títulos, que contenían las constitu-
ciones ordenadas cronológicamente desde la época de Adriano hasta la de Diocleciano.
Se le añadieron nuevas constituciones y se difundió por las dos partes del Imperio. El
otro código reunía rescriptos de Diocleciano y se dividió en títulos; se hicieron nuevas
ediciones y con el tiempo se le añadieron nuevos elementos.

Teodosio II, queriendo poner orden en el derecho vigente y convencido de


que muy pocos juristas conocían el derecho en su conjunto, se propuso en el
año 429 una compleja tarea con dos finalidades:

• imponer los estudios jurídicos formando una recopilación de todas las


constituciones generales de los emperadores desde Constantino;

• dar publicidad al derecho vigente seleccionando de los códigos Gregoria-


no y Hermogeniano, las constituciones vigentes, completándolos con los
fragmentos de iura necesarios, para formar así un cuarto código que reu-
niese todo el derecho vigente –leges e iura– en el Imperio.

Teodosio plasmó su proyecto en la constitución del año 429. Con ella se en-
cargó a una comisión de nueve miembros la recopilación�en�un�código –el
tercero de los que se mencionan en el texto de la constitución, reproducido
a continuación– de todas las constituciones generales –vigentes o no– dadas
por los emperadores desde Constantino, sin que pudiesen variar el texto. Sólo
estaban autorizados a prescindir de las cláusulas que no tuviesen contenido
normativo. Las constituciones se tenían que ordenar en libros y títulos por
materias, y si alguna norma podía referirse a diferentes materias –si era, pues,
una saturae lex– se podía colocar en el lugar que la comisión considerase más
adecuado. Además, como hemos señalado antes, se tenían que seleccionar de
los códigos de Gregoriano y Hermogeniano –el primer y el segundo códigos
mencionados por Teodosio– las constituciones vigentes, y con los iura, hacer
un cuarto código, el definitivo, que se tendría que llamar Código Teodosiano.
Por la complejidad de la tarea descrita, el proyecto no se realizó.

Código Teodosiano, 1, 1, 5, año 429

"Decidimos que, a semejanza del código de Gregoriano y del de Hermogeniano, sean


compiladas todas juntas las constituciones que el ínclito Constantino y tras él los divi-
nos príncipes y nosotros mismos dimos, sostenidas por el vigor de los edictos o por la
consagración general. Y en primer lugar han de separarse los títulos, que son denomi-
naciones ciertas de los negocios, de tal manera que si una constitución pertenezca por
los diversos capítulos formados a muchos títulos, se coloque en cualquier lugar que sea
adecuado después porque la variedad hará que se diga en una y otra parte, se pruebe
las que son más valiosas, que son posteriores, por el orden de las lecciones no sólo com-
putados los cónsules e investigado el tiempo del Imperio, sino mostrándolo también la
misma composición de la obra. Después, que se conserven también las mismas palabras
de las constituciones que pertenecen a la materia, omitidas las que han sido añadidas,
no a causa de su misma necesidad, sino para sancionar la norma. Pero como sea más
simple y más justo exponer solas las que conviene que estén vigentes, omitidas las que
anulan las posteriores, examinemos ciertamente este código y los primeros compuestos
por personas más diligentes, a cuya intención escolástica se atribuye que conozcamos
también las que, mandadas al silencio, cayeron en desuso, a causa de que habían de valer
tan sólo para los negocios de su tiempo. De estos tres códigos y de los coherentes tratados
y respuestas de los prudentes por medio de títulos individuales, será realizado por el tra-
bajo de estos mismos que ordenarán el tercero, nuestro otro (código, el cuarto), que no
soportará ningún error, ningunos ambages, que, llamado con nuestro nombre, mostrará
a todos las cosas que han de ser seguidas y que han de ser evitadas. Al cumplimiento
de tan gran obra y para redactar los códigos –el primero de los cuales recopilada toda la
© FUOC • PID_00163032 28 El derecho romano en la Península Ibérica...

diversidad de las constituciones generales y ninguna omitida fuera de sí, que sea ahora
lícito citar, rechazará la inane abundancia de las palabras, el otro excluida toda diversi-
dad de derecho asumirá el magisterio de la vida– han de ser elegidos de fe singular, de
ingenio más afilado, quienes, cuando ofrecieran el primer código a nuestra ciencia y a la
pública autoridad, acometerán el otro que ha de ser estudiado profundamente hasta que
sea digno de edición. Vuestra amplitud conozca los elegidos [...]."

El proyecto fracasó por demasiado ambicioso y Teodosio II tuvo que


limitarse a recopilar las constituciones generales dadas por los empera-
dores a partir de Constantino, es decir, el derecho público.

Código Teodosiano 1,1,6, año 435


La publicación del Código
"Todas las constituciones edictales y generales que han sido ordenadas para que tengan Teodosiano
validez y para que sean publicadas o en ciertas provincias o en ciertos lugares, las cuales el
divino Constantino y los príncipes posteriores y nosotros dimos, sean divididas en títulos El Código de Teodosio fue pu-
indicadores de las cosas, de tal manera que puedan aparecer las más recientes no sólo por blicado en Oriente en el año
438 y entró en vigor en 439,
el cómputo de los cónsules y de los días sino también por el orden de composición. Y si
mientras que en el mismo 438,
alguna de éstas fuera dividida en muchos capítulos, cada uno de éstos, desvinculado de el ejemplar fue enviado a Oc-
los demás, sea colocado en el título apropiado y, canceladas de cada una de las constitu- cidente y fue aclamado por el
ciones las cosas no pertenecientes a la fuerza de la sanción, sólo se deje el derecho. Para Senado.
que lo constreñido por la brevedad luzca con claridad, concedimos potestad a quienes
emprendan esta obra no sólo de prescindir de palabras superfluas sino también de añadir
las necesarias y de cambiar las ambiguas y de enmendar los inconvenientes, a saber, para
que resalte por estos medios la constitución ilustrada [...] [El código] ha de valer en todos
los negocios y juicios y no ha de dejar ningún lugar fuera de sí a la nueva constitución,
a no ser que hubiera sido promulgada después de su edición."

El Código Teodosiano reconoció carácter oficial a los códigos Gregoria-


no y Hermogeniano y reunió las leyes vigentes en tres colecciones: la de
Gregoriano, Hermogeniano y Teodosio. Todas las no recopiladas fueron
derogadas. También se fijaron los iura vigentes con la incorporación de
la Ley de Citas.

Se nombró una comisión de dieciséis miembros de la administración central o del con-


sistorium que tenía que reunir las constituciones y ordenarlas sistemáticamente en una Nuevas leyes
obra dividida en libros por razón de materia y capítulos que contenían las constituciones
agrupadas cronológicamente. Podían cortar textos para colocarlos en el título correspon- Después del Código Teodosia-
diente y prescindir de los fragmentos que no estuviesen en el contenido normativo si no los emperadores continua-
con eso conseguían una obra más perfecta. ron dando nuevas leyes que
no se recogieron de forma ofi-
cial, sino privada.
Para evitar posibles falsificaciones, Teodosio II estableció un rígido control de las copias
del Código con la finalidad de garantizar que todas las copias reflejaran fielmente el texto
aprobado por el emperador.

b) Recopilaciones de iura. Durante el Dominado aparecieron varias obras naci-


das de la práctica y dirigidas a la práctica, atribuidas a los juristas del final del
Principado, reconocidos oficialmente en la ley de citas del año 426. La finali-
dad de estas obras era hacer accesible la tradición jurídica romana modificán-
dola, adecuandola a la situación de la época y reelaborando el material. Estas
recopilaciones se vinculaban con el nombre de un jurista, y podían tener la
forma de epitome o de excerptum.
© FUOC • PID_00163032 29 El derecho romano en la Península Ibérica...

Además del Epitome Ulpiani podemos destacar, por su difusión en la Península Ibérica,
por medio de la tradición del Breviario de Alarico, el epítome de las Institutiones de Gayo,
obra destinada a la enseñanza, y las Pauli Sententiae, colección de textos de varios autores
reconocidos oficialmente como obra de Paulo.

c) Colecciones mixtas. Pretendían facilitar al máximo el conocimiento y apli-


cación del derecho a los prácticos reuniendo en una sola obra todo el ordena-
miento jurídico vigente en el Dominado, es decir, leges e iura.

Entre éstas destaca la obra Fragmenta Vaticana, precedente del intento fallido
de Teodosio II.

3.4. El derecho de la práctica en el Dominado

Hemos visto hasta ahora que era fundamental la certeza�del derecho, identi-
ficado con la ley. Contra esta certeza apareció el problema de la costumbre.

Código de Justiniano 8, 52 (53), 2

"La autoridad de la costumbre y del uso longevos no es vil, con todo, sin embargo, no
hasta el punto que haya de valer por su autoridad que venza a la razón o a la ley."

Se origina así el fenómeno del derecho romano vulgar o derecho de la práctica,


coetáneo a la aparición de las colecciones de iura. Este derecho de la práctica
fue el derecho que, ante el oficial, creó la sociedad para dar respuestas a las ne-
cesidades del momento. Entre derecho�oficial y derecho�de�la�práctica había,
pues, un enfrentamiento, que apareció con fuerza en el Dominado, porque la
jurisprudencia oficial ya no se ocupaba de las necesidades de la práctica, sino
que se encontraba al servicio del poder. Desde el poder se pretendía configurar
la sociedad de acuerdo con los intereses del emperador y, ante esta pretensión,
apareció el derecho de la práctica.

El derecho romano vulgar no fue un ordenamiento jurídico separado del oficial, sino
que formaba parte del mismo ordenamiento, pero con una finalidad diferente. Fue obra
de los juristas que se alejaban de los tópicos que se encontraban al servicio del derecho
oficial y que pretendían conservar los principios jurídicos heredados aunque defraudan-
do las aspiraciones de su época, dar respuesta a las necesidades de la época conservando
incongruentemente los principios jurídicos recibidos, o bien dar respuestas a las nuevas
necesidades sin atender a la lógica del sistema recibido. Pusieron las bases de un nuevo
sistema.

El derecho oficial reservaba al príncipe la intervención para moderar las dife-


rencias entre ius y equitas. Se empezó a considerar la aequitas como un medio
para suavizar el rigor del derecho, pero al mismo tiempo apareció la idea de
que la aequitas era un derecho existente desde siempre, que encontraba su fun-
damento en la voluntad divina. Frente a los ordenamientos jurídicos creados
por los hombres y que se transformaban con el paso del tiempo apareció la
idea de un derecho inmutable de origen divino.
© FUOC • PID_00163032 30 El derecho romano en la Península Ibérica...

4. El reino visigodo

El problema de la vigencia y del ámbito de la aplicación del derecho visigodo


ha suscitado, durante mucho tiempo, un encarnizado debate�historiográfico.
La pugna dialéctica enfrentaba a germanistas y romanistas. Sin embargo, el
planteamiento que ahora seguimos entiende el derecho visigodo –o sea, el
derecho creado durante el reinado visigodo–, como el desarrollo autónomo de
la herencia jurídica romana por parte de los visigodos. Esta herencia jurídica
consiste en el derecho del Dominado conservado en sus textos.

Los bárbaros

Para los romanos, bárbaro quería decir extranjero. Entre estos bárbaros encontramos, ade-
más de los pueblos asiáticos (hunos, ávaros, etc.) y de los iranianos (alanos, etc.), el con-
junto de pueblos germánicos. Una rama de los germánicos orientales estaba formada por
el pueblo de los godos, entre los cuales podemos distinguir los ostrogodos y los visigodos.

El periodo que centrará nuestro interés abarca desde el año 476, en el


que fue destronado el emperador Rómulo Augústulo y no fue elegido
ningún otro emperador en la parte occidental del Imperio, hasta el 711,
año en el que el reino visigodo desapareció con la invasión musulmana.

4.1. El asentamiento del pueblo visigodo dentro del Imperio

El primer rastro de los visigodos dentro del Imperio Romano data de los años
270-275 cuando estaban asentados en la antigua provincia romana de la Da-
cia, desocupada por las tropas romanas –pero que no lo fue por la población
romanizada– desde el tiempo del emperador Aurelio. A causa de la presión de
los hunos, los visigodos abandonaron esta región y se trasladaron a la Tracia
hacia 376.

Los últimos emperadores romanos de Occidente (emperadores y


asimilados)

Valentiniano (264-375)
Valente (364-378)
Graciano I (375-383)
Valentiniano II (375-392)
Teodosio (379-423)
Valentiniano III (423-455)
Patronio Máximo (455-456)
"bárbaros" (456-472)
Rómulo Augústulo (476)

En este momento, cuando los visigodos estaban en la Dacia y en la Tracia, fueron conver-
tidos al cristianismo por Arrio, una rama de la fe cristiana que fue condenada por herética.
© FUOC • PID_00163032 31 El derecho romano en la Península Ibérica...

Invasiones y territorios de asentamiento de los germanos en los siglos IV y V.


Fuente: Atlas histórico mundial. Kinder; Hilgemann (1971, vol. 1, pág. 118).

En estos momentos, el pueblo visigodo estaba perdiendo su estructura social


tradicional, marcada por un fuerte igualitarismo entre sus miembros, como en
todos los pueblos germánicos, e iba adquiriendo, paulatinamente, los rasgos
de�la�sociedad�romana. La transformación de la estructura socioeconómica
visigoda, que conducía hacia una concentración de la riqueza entre la nobleza
visigoda y hacia la subsiguiente fragmentación social, favoreció la aproxima-
ción hacia la forma de vida romana, a la vez que era una consecuencia de la
misma.

Los visigodos en la Península Ibérica

Los primeros contactos del pueblo visigodo con la Península Ibérica tuvieron lugar en
el siglo V. Como pueblo federado con Roma, en el año 409, los visigodos entraron es-
porádicamente en la Península Ibérica para expulsar a los suevos (los únicos que poste-
riormente formarían un gobierno independiente en la Península), los vándalos asdingos
(quehuyeron al norte de África), los vándalos sindingos (que desaparecieron) y los alanos
(que también desaparecieron como pueblo). Al año siguiente, en el año 410, saquearon
Roma y en el año 418 firmaron la paz y el pacto o foedus en cuya virtud se instalarían
en Aquitania secunda.

Pese a la paulatina romanización del pueblo visigodo, el enfrentamiento mi-


litar con el Imperio –en cuyo contexto murió el emperador Valente hacia el
año 376– hizo que pronto se dibujasen dos corrientes entre los visigodos: los
partidarios de enfrentarse radicalmente al Imperio con el objetivo de sustituir,
algún día, el Imperio Romano por uno godo; y los que consideraban que la
única forma de dominar el Imperio era asumir la realidad del mismo e impli-
carse en su gestión y gobierno abandonando las pretensiones de construir la
gran Gotia.

Con Alarico I, que puede ser considerado el primer rey federal –y no sólo un jefe tribal
visigodo–, se produjo una inflexión casi definitiva. Este caudillo amenazó al emperador Ataulfo y Gala Placidia
Honorio exigiendo que les facilitara un lugar donde asentarse en la península itálica y
donde vivir todos juntos, godos y romanos, o de lo contrario el enfrentamiento abierto Entre el año 410 y 415, Ataul-
con los romanos decidiría quién tenía que dirigir el Imperio. Los visigodos ya hacía años fo, sucesor y cuñado de Alarico
que estaban dentro del Imperio, en la parte oriental; ahora querían estabilizarse. La peti- I, se casó con la prisionera ro-
mana Gala Placidia, hermanas-
ción de Alarico I quedó en el aire, y su sucesor, Ataulfo, no sin antes saquear Roma en
tra del emperador Honorio.
el año 410 –la capital del Imperio se había trasladado a Rávena en el año 404–, dejó la
puerta abierta al pacto que firmaron en el año 418 el rey visigodo Valia y el emperador
de occidente Honorio.
© FUOC • PID_00163032 32 El derecho romano en la Península Ibérica...

El foedus o pacto firmado en el año 418 contemplaba el asentamiento de los


visigodos en la región atlántica de Aquitania secunda, alrededor del valle del
río Garona. Las condiciones del pacto eran esencialmente significativas, ya
que Valia y Honorio actuaban como titulares de dos poderes políticos inde-
pendientes que, libremente, habían decidido tomar la decisión que se mate-
rializaba en el foedus.

El Imperio tenía motivos de relativa satisfacción con el resultado del pacto


porque alejaba a los visigodos del Mediterráneo, o sea, del centro del Impe-
rio, y conseguía al mismo tiempo garantizar la defensa de la Galia y cerrar el
paso de invasores –también germánicos– hacia la Península Ibérica; además,
esperaba estabilizar la región de las revueltas de los bagaudas. Los visigodos, a
su vez, veían cumplidos sus deseos de encontrar un lugar dentro del Imperio
donde poder asentarse definitivamente. Y por último, también la población
galorromana de Aquitania secunda se sentía satisfecha, porque veía a los nue-
vos administradores visigodos como una garantía contra las arbitrariedades de
los funcionarios romanos de turno.

Con el asentamiento visigodo en Aquitania se tuvo que proceder a un reparto de las tie-
rras que hasta entonces estaban en manos de la nobleza galorromana para garantizar la
subsistencia de los visigodos. Parece que la nobleza visigoda obtuvo dos terceras partes
de la tierras que los antiguos propietarios explotaban por medio de colonos y una tercera
parte de las que eran explotadas directamente por el propietario, con lo que se ha esti-
mado que la nobleza visigoda habría obtenido aproximadamente la mitad de las tierras.
Este reparto acentuaría la diferenciación social entre los visigodos y aproximaría aún más
su estructura social a la del Dominado.

4.2. El rey visigodo y el emperador

La inserción del rey visigodo dentro de la estructura político-institucional del


Imperio es un tema que no se puede entender en su verdadero alcance si se
analiza con parámetros actuales, utilizando el concepto de soberanía. El mo-
narca visigodo no se convirtió en un funcionario del Imperio, pero su actua-
ción tampoco estaba al margen del Dominado.

"Este asentamiento de los visigodos en una antigua provincia romana no supuso la de-
saparición del Imperio ni la instauración de una nueva organización político-adminis- Reyes visigodos durante el
trativa; el tratado entre el monarca visigodo y el emperador supuso únicamente un cam- Dominado
bio –aunque de una trascendencia enorme– en el titular del poder de la provincia; antes
del tratado, al frente de la provincia se encontraba un praeses, un gobernador romano Alarico I (395-410)
nombrado por el emperador; tras el tratado, se encuentra un rey visigodo –no ya un Ataulfo (410-415)
funcionario nombrado por el emperador– titular de unos poderes propios, no derivados Valia (415-419)
del emperador, en cuanto monarca de los visigodos, el cual recibe del emperador una Teodorico I (419-451)
provincia para su administración en beneficio propio, bajo la autoridad del prefecto del
Turismundo (451-453)
pretorio y, en última instancia, del emperador, con la condición de defender el imperio
frente a posibles ataques de sus enemigos. (...) El emperador romano es titular de un po- Teodorico II (453-466)
der heredado del pueblo romano, pues éste le ha transmitido toda su potestad e imperio. Eurico (466-484)
Este poder del emperador está dirigido a mantener el Imperio, pero no es incompatible
con la existencia de otros poderes independientes del suyo. Dentro del imperio puede
coexistir el poder del emperador con otros poderes que sus titulares tienen como propios
y no como derivados del poder del emperador."

A. Iglesia Ferreirós (1996). La creación del derecho. Una historia de la formación de un derecho
estatal español ( vol. I, págs. 190-191). Madrid: Marcial Pons.
© FUOC • PID_00163032 33 El derecho romano en la Península Ibérica...

Esta posición del monarca visigodo al frente de la Aquitania secunda obliga


a plantearnos su papel en la creación del derecho. Como habéis visto en la
lección anterior, durante el Dominado el emperador era la única fuente de
creación del derecho, y la ley se había acabado convirtiendo en el instrumento
para amoldar la sociedad al derecho, más que a la inversa. De esta forma, se
estaba produciendo un divorcio entre el derecho oficial y el derecho de la
práctica que colocaba al monarca visigodo –que representaba el poder más
real, tangible y cercano a los habitantes de la provincia administrada por él–
en una posición inmejorable para detener aquel proceso de divorcio. Además,
el rey visigodo tenía que resolver los problemas surgidos a raíz del reparto de
tierras creando un nuevo derecho, y lo hacía significativamente disponiendo
nuevas leyes. La lex, que en el Imperio era la declaración de la voluntad del
emperador, en la Aquitania secunda era la declaración de la voluntad del rey
visigodo.

Código de Eurico 277, 3

"Mandamos que los antiguos términos permanezcan así como mandó también nuestro
padre de buena memoria en otra ley".

Sin embargo, esta nueva legislación de los monarcas visigodos partió


necesariamente del derecho romano, que era el único ordenamiento ju-
rídico completo vigente. Los monarcas visigodos actúan, ciertamente,
con libertad, ya que no son funcionarios del Imperio, pero su actividad
legislativa no es un fenómeno abstracto, sino que se realiza en el con-
texto histórico del Dominado. Los reyes visigodos parten del sistema
jurídico romano y su actuación conduce a adaptarlo a la práctica.
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5. La creación del derecho en el reino visigodo

Después de ver las circunstancias de la instalación del pueblo visigodo dentro


del Imperio, y más particularmente en la Península Ibérica, ha llegado el mo-
mento de centrarnos en la creación�del�derecho por parte de los reyes visi-
godos durante el periodo en que existió el reino de Tolosa y, después, en la
Península, el de Toledo.

5.1. Las leyes teodoricianas y el Código de Eurico

Una efectiva administración de la provincia romana de Aquitania secunda, co- La creación del reino
mo consecuencia del foedus firmado entre el emperador y el rey visigodo en visigodo de Tolosa

el año 418, no era posible sin dar leyes para hacerlo. Por este motivo decimos En el año 418, los visigodos se
que los primeros reyes visigodos ya fueron reyes�legisladores. Por el Código habían instalado en la Aquita-
nia secunda, en el valle de Ga-
de Eurico (c. 476) conocemos unas leyes de Teodorico I (419-451) y de Teodo- rona, desde Burdeos hasta To-
losa; pero muy pronto ocupa-
rico II (453-466) que resolvían, sobre todo, problemas prácticos suscitados por ron el resto de Aquitania y lle-
el reparto de tierras entre galorromanos y visigodos, y quizá otras cuestiones garon a la región mediterránea
de Narbona. Más tarde, con la
que manifestaban el divorcio existente entre un derecho oficial y un derecho campaña de Eurico en el año
472, se extendieron amplia-
de la práctica. Estas leyes, por la materia que regulaban, debían aplicarse, ne- mente por Hispania, donde lle-
cesariamente, tanto a los galorromanos como a los visigodos. garían definitivamente a partir
del año 507.

Sin embargo, aparte de estas menciones de los primeros reyes visigodos legis-
ladores, la primera obra de cierta envergadura fue la compilación� de� leyes
que mandó hacer el rey Eurico hacia el año 476.

La recopilación que hizo Eurico no llevaba ningún título, y tampoco sabemos con certeza
cuándo se hizo. La historiografía le ha dado el nombre de su autor, Eurico, ya que se
habría compuesto al final del reinado de Eurico, entre los años 469 y 481, con lo que, y
de forma convencional, se le asigna la fecha del 476, para hacerlo coincidir con el final
del Imperio de Occidente.

Esta obra, que recopila leyes dictadas por el mismo Eurico y por reyes visigo-
dos anteriores, no configura un ordenamiento jurídico completo, sino que se
limita a dar solución� a� las� necesidades de la práctica, apoyándose, eso sí,
en el único ordenamiento jurídico general y completo que había entonces, el
formado por las leges y los iura del Dominado. Se ha dicho que el Código de
Eurico era "un monumento" de derecho romano vulgar en el sentido de que
algunas de las leyes visigodas que contiene son la plasmación de soluciones
que la práctica, en el contexto del Dominado, ya habría fijado.
© FUOC • PID_00163032 35 El derecho romano en la Península Ibérica...

Desde la aparición del Código de Eurico, los habitantes de Aquitania


sometidos al monarca visigodo vivían de acuerdo con el derecho del
Dominado –leges incluidas dentro del Código Teodosiano e iura invoca-
bles según la ley de citas– salvo lo que hubieran modificado o corregido
las leyes de los reyes visigodos que se había incluido dentro del Código
de Eurico. Así empieza lo que hemos calificado de desarrollo autónomo
de la tradición jurídica romana por parte de los reyes visigodos.

5.2. El Breviario de Alarico

Como se ha dicho, el Código de Eurico sólo reunía soluciones a problemas


concretos de la práctica que presuponían la existencia de un ordenamiento
completo, que era el del Dominado. Sin embargo, para aplicar las leges y los iura
del Dominado, primero hacía falta disponer de ellos materialmente y, además,
comprenderlos. Por tanto, se trataba de los mismos problemas que habían
impulsado la necesidad de realizar compilaciones durante el Dominado.

Del reino de Tolosa al reino de Toledo

En el año 507, el rey franco Clodoveo venció, con el apoyo de los burgundios, a los
visigodos en la batalla de Vouillé, cerca de Poitiers, donde murió Alarico II. Esta victoria
provocó el final del reino visigodo en Aquitania con la capitalidad en Tolosa. Como
consecuencia de esta derrota, los visigodos entraron –sin abandonar la Septimania, la
región de Narbona– de forma definitiva en la Península Ibérica. Leovigildo, que legisló
entre el año 573 y el 586, fijó la capital del reino en Toledo.

La incomprensión de los contenidos jurídicos y la dificultad para conservar


la herencia romana afectaba a todos sus elementos. En un contexto de crisis
y de anarquía como la que se vivía a finales del siglo V, no era fácil disponer
de las obras originales de los juristas del Principado. Se habían perdido mu-
chos manuscritos y la pobreza de textos originales era enorme. Aparte de este
problema material, había, además, la dificultad intelectual de comprender el
material de que se disponía –recordad que estamos a principios del siglo VI, y
había desaparecido el Imperio Occidental.

Ya en una constitución de Valentiniano III del año 451 se reconocía que había regiones
del Imperio donde faltaban jueces y abogados y que era difícil encontrar a personas co-
nocedoras del derecho.

Durante el reinado de Alarico II, este problema de comprensión afectaba tanto


a la literatura jurídica contenida en los iura –el elemento más técnico y bri-
llante del derecho romano–, como a las leyes del Dominado, teóricamente de
más fácil comprensión.
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5.2.1. El contenido del Breviario

Para solventar este problema de comprensión y de conocimiento del ordena- El Breviario de Alarico
miento jurídico, Alarico II mandó hacer una recopilación de leges y de iura
Esta obra, conocida también
que posteriormente se conocería con el nombre de Breviario de Alarico. Se entre muchos otros nombres
trataba de compilar todo el ordenamiento jurídico romano vigente, o, al me- como Lex Romana Visigotho-
rum, la promulgó el rey Alarico
nos, el que en aquel momento consideraron que estaba vigente. Esta incorpo- II en el año 506 en Aduris, la
actual Aire-sur-l'Adour, en el sur
ración se haría de forma textual, ya que se conservaría el tenor original de los de la Galia.
textos recopilados. Además, el Breviario contenía una explicación que recibía
el nombre de interpretatio que, hecha probablemente por los mismos autores,
acompañaba casi todas las leges e iura.

Por lo que se refiere a las leyes, se hizo una selección de las constituciones
contenidas hasta entonces en el Código Teodosiano y se añadieron novelas
posteodosianas. Todas estas constituciones iban acompañadas de su respectiva
interpretatio.

Por lo que se refiere a los iura compilados, no todo resulta tan sencillo. Primero Nota
conviene recordar que entre las constituciones incluidas también estaba la
Para los códigos Gregoriano,
correspondiente a la Ley de citas del año 426, que había sido incluida en su Hermogeniano y Teodosiano,
momento dentro del Código Teodosiano. Los de la ley de citas eran los únicos consultad el apartado 3.2.1.
de este mismo módulo.
autores, cuya obra calificamos de iura, invocables; pero esto no significa que
todos los iura invocables fuesen compilados de forma efectiva. Para empezar
podemos encontrar, entre los iura, una selección del código Gregoriano y una
más reducida del Hermegeniano. Estos dos códigos, hechos al final del siglo III,
si bien contenían rescriptos imperiales, o sea, un cierto tipo de constituciones,
desde la perspectiva del siglo VI, cuando se compuso el Breviario, eran vistos
como iura por ser dos obras hechas por juristas.

Los reyes visigodos

Reino�de�Tolosa
395-410 Alarico I
410-415 Ataulfo
415-419 Valia
419-451 Teodorico I
451-453 Turismundo
453-466 Teodorico II
466-484 Eurico
484-507 Alarico II
507-510 Gesaleico

Interregno�Ostrogodo
510-531 Amalarico
531-548 Teudis
548-549 Teudisclo

Reino�de�Toledo
549-554 Ágila I
554-567 Atanagildo
567-573 Liuva I
573-586 Leovigildo
586-601 Recaredo I
601-602 Liuva II
602-610 Viterico
610-612 Gundemaro
612-621 Sisebuto
© FUOC • PID_00163032 37 El derecho romano en la Península Ibérica...

621 Recaredo II
621-631 Suíntila
631-636 Sisenando
636-639 Khíntila
639-642 Tulga
642-653 Chindasvinto
653-672 Recesvinto
672-680 Wamba
680-687 Ervigio
687-702 Egica
702-710 Vitiza
710-713 Ágila II
713-720 Ardó

Los reyes visigodos. Fuente: V. Hurtado; J. Mestre; Atles d'Història de Catalunya (pág. 62).
Barcelona: Edicions 62.

Además, dentro de los iura estaba el Liber Gai, que era un epítome de las Insti-
tucionesde Gayo, las Pauli Sententiae y un pequeño fragmento de las Responsae
de Papiniano. Por tanto, la tradición textual del derecho clásico –el elemento,
recordémoslo, más brillante desde un punto de vista técnico y doctrinal– ha-
bía sido drásticamente reducida. Al no ser efectivamente recopilados, desapa-
recían de la tradición occidental los textos de Ulpiano y de Modestino –que
eran dos de los cinco juristas principales que podían invocarse según la men-
cionada ley de citas–. De hecho, y dada la insignificancia de los fragmentos
conservados de Paulo y Papiniano, los iura se reducen a la obra de Gayo, que
era, como sabemos, una especie de prontuario�de�las�instituciones�del dere-
cho clásico. No es causal, por tanto, que se conservase mayoritariamente la
obra doctrinalmente más sencilla y de más fácil comprensión. El epítome de
Gayo fue el único elemento que no iba acompañado de interpretación, ya que
se consideraba por sí sola una interpretatio.

El Breviario de Alarico era, en definitiva, una selección de leges y de


iura romanos que reflejaba las necesidades jurídicas del momento en
que se había hecho la compilación. La selección del material compilado
y la interpretatio que lo acompañaba permitió que el derecho romano
fuese asequible a la cultura del momento y permitió, también, acortar
el divorcio entre el derecho oficial y el derecho de la práctica.

5.2.2. El ámbito de aplicación

Ha llegado hasta nuestros días una copia del texto de la auctoritas Alarici regis,
en la que era evidente el carácter del Breviario:

Breviarii Alariciani praescriptio, auctoritas, subscriptio

"En esta obra se contienen, como ha sido mandado, en el año XXII reinante el señor
Alarico rey y ordenante el varón ilustre Goiarico, conde, leyes o especies de derecho ele-
gidos del libro Teodosiano y de diversos libros y aclaradas. Ejemplar de la ley. Instrucción
(= recordatorio) a Timoteo varón insigne, conde. Tratando de los beneficios de nuestro
pueblo, Dios propicio, corregimos también con la mejor deliberación, lo que en las le-
yes parecía inicuo, para que toda la obscuridad de las leyes romanas y del antiguo de-
recho, reunidos sacerdotes y nobles varones, resplandezca conducida a la luz de la me-
jor inteligencia y nada se mantenga ambiguo por lo cual se impugne la objeción habi-
tual y contraria de los litigantes. Una vez extraídas y reunidas todas estas cosas en un
único libro por la elección de los prudentes, el asentimiento de los venerables obispos
© FUOC • PID_00163032 38 El derecho romano en la Península Ibérica...

y de nuestros electores provinciales roboró todas estas cosas que han sido recopiladas
y ordenadas con más clara interpretación. Y por lo tanto según el libro subscripto que
se conserva en nuestros tesoros, nuestra clemencia mandó que se te destinase un libro
para la resolución de los pleitos, a fin de que conforme a su texto se apacigüe la universa
intención de las demandas y no sea lícito a cualquiera proponer en la controversia otro o
de leyes o de derecho, a no ser aquel que contiene el orden del libro enviado y suscripto
por la mano del varón insigne Aniano así como mandamos. Te conviene, pues, proveer
para que en tu tribunal no se intente presentar o recibir ninguna otra ley ni fórmula de
derecho, porque si acaso sucediera el hecho, sabrás que afectará no sólo al riesgo de tu
cabeza, sino también al daño de tus bienes. Mandamos, pues, adjuntar este mandato a
los libros enviados para que no sólo la disciplina de nuestra ordenación obligue a todos,
sino tambíen la pena los constriña [...]."

En este texto, Alarico señalaba lo que quería hacer, que era "corregir la injus- Legislación visigoda
ticia de las leyes y disipar la oscuridad del derecho (romano)", y concretaba la
Leyes de Teodorico I (419-
forma de conseguirlo: realizando una selección de las leges y los iura, reunir- 451)
la en un sólo volumen e interpretarlo. Por último, el rey advertía que no se Leyes de Teodorico II (453-
466)
permitiría utilizar ningún otro libro de leges y de iura en los juicios, con lo que
Código de Eurico, c. 476
declaraba el carácter exclusivo del Breviario –exclusivo respecto al derecho que Breviario de Alarico, c. 506
contenía, que era el derecho romano– y la necesidad de que el ejemplar que Ley de Teudis, 546
Codex Revisus, 580
se usase llegase a ser una copia fiel del original guardado en el tesoro regio.
Liber iudiciorum, 654

Una vez el Breviario de Alarico entró en vigor, sustituyó al derecho ro-


mano tal como se encontraba en sus textos hasta entonces. Desde este
momento, a principios del siglo VI, el Código de Eurico seguiría conte-
niendo aquel conjunto de leyes dictadas por reyes visigodos que resol-
vían problemas de la práctica y que exigían la existencia de un ordena-
miento jurídico completo, que sería el ordenamiento romano del Do-
minado incluido dentro del Breviario. Código de Eurico y Breviario de
Alarico, que se complementaban, se aplican ambos a los pueblos some-
tidos al monarca visigodo. Los dos derechos conforman el ordenamien-
to jurídico del reino visigodo.

5.3. De las leyes posteriores al Breviario de Alarico al Codex


Revisus de Leovigildo

La fijación de la herencia romana en el Breviario de Alarico corría paralela a


la legislación de los reyes visigodos. Si bien la última cota importante dentro
del ámbito legislador fue el Código de Eurico –el Breviario no es legislación,
sino recopilación del derecho romano del Dominado–, los reyes visigodos no
dejaron de legislar, ya que eran los únicos responsables de resolver los proble-
mas de la práctica que iban surgiendo.

Del periodo que va desde el Breviario de Alarico (506) hasta la recopilación


hecha por Leovigildo con el nombre de Codex Revisus (580), sólo nos ha llega-
do una ley que se incluyó dentro del Breviario. Con eso no queremos decir
que fuese la única ley dictada por los reyes visigodos, sino que es la única que
© FUOC • PID_00163032 39 El derecho romano en la Península Ibérica...

conocemos de forma individualizada. Sin embargo, la existencia y las caracte-


rísticas de esta única ley, conocida con el nombre del rey que la dictó, Ley de
Teudis (546), tienen su interés.

La Ley de Teudis es un claro ejemplo del derecho de la práctica, ya que con ella
su autor regulaba ciertas controversias sobre las costas procesales. La misma ley
indicaba que su contenido iba dirigido a todos los habitantes del reino, o sea,
hispanorromanos y visigodos; y mandaba, también, que se incluyese dentro
del Breviario de Alarico. Con eso se evidencia –en contra de lo que mantiene la
historiografía germanista, que defiende que cada pueblo se regía por su propio
derecho–, que tanto el Breviario –derecho romano– como las leyes de los reyes
visigodos –Código de Eurico y legislación posterior, como la ley de Teudis–
tenían un ámbito de aplicación general y tenían que ser obedecidas por todos
los habitantes sometidos al rey visigodo, o sea, hispanorromanos y visigodos.

Este derecho de la práctica, que había sido objeto de una primera compilación Codex Revisus
por Eurico en torno al año 476, con el tiempo iba quedando obsoleto y deja-
El Codex Revisus de Leovigildo
ba de resolver los nuevos problemas planteados según los parámetros del mo- no ha llegado a nuestros días
mento. Por este motivo, Leovigildo emprendió la tarea de realizar una nueva y su contenido sólo se puede
deducir por su incorporación,
compilación de leyes –que no incluiría el Breviario por los motivos que ya he- aunque de forma noíntegra, a
una obra posterior, el Liber Iu-
mos apuntado– que pondría al día la que había hecho Eurico. Hacia el año diciorum del año 654, donde
580, Leovigildo revisaba el Código de Eurico –de aquí viene el nombre de Co- las leyes del Revisus constaban
bajo el epígrafe antiqua.
dex Revisus. Eliminó sus imprecisiones y lo adaptó a los nuevos tiempos. Ade-
más, eliminó algunas leyes que contenía hasta entonces y añadió otras nuevas
hechas por él mismo y por monarcas anteriores. También hay que advertir
que fue este monarca quien acabó con la prohibición de celebrar matrimonios
mixtos entre visigodos e hispanorromanos.

Isidoro de Sevilla, Historia Gothorum 51

"Corrigió también (Leovigildo) en las leyes las cosas que parecían establecidas confusa-
mente por Eurico, añadiendo muchas leyes omitidas y excluyendo un gran número de
las superfluas".

Sin embargo, Leovigildo fue un importante rey también por otros motivos Lectura complementaria
aparte de impulsar el Codex Revisus. Sometió al reino suevo que se había insta-
J.�Orlandis (1976). La Iglesia
lado en el noroeste de la Península Ibérica (585), creó ciudades, adoptó las in- en la España visigótica y me-
signias imperiales, fue el primer rey visigodo que acuñó moneda y, por encima dieval. Pamplona: Universi-
dad de Navarra.
de todo, expulsó un enclave bizantino que había en el sudeste de la Península.
Con esta acción se formalizó la ruptura definitiva con el Imperio Romano de
Oriente.
© FUOC • PID_00163032 40 El derecho romano en la Península Ibérica...

El reino de Toledo
Fuente: Hurtado, V.; Mestre, J.; Miserachs, T. (1995). Atles d'Història de Catalunya (pág. 52). Barcelona: Edicions 62.

Isidoro de Sevilla, Historia Gothorum 49, 51

"Finalmente [Leovigildo] llevó la guerra a los suevos y transmitió con admirable celeridad
el reino de éstos en el derecho [= poder] de su gente, apoderose de casi toda Hispania,
pues antes la gente de los godos estaba comprimida dentro de límites angostos. [...] Este
[Leovigildo], el primero, aumentó el erario y también el fisco, y [éste], el primero, se sentó
en el solio recubierto con ropaje real, pues antes de él no sólo el hábito, sino también el
asiento era común para la gente así como para los reyes. Fundó además una ciudad en la
Celtiberia, a la cual llamó Recópolis del nombre del hijo".

La expulsión de los bizantinos de la Península también afectó a la crea-


ción del derecho o, mejor dicho, a su justificación. Hasta ahora, el rey
visigodo creaba derecho en virtud de la delegación que había recibido
del emperador romano y que había sido formalizada en el foedus del año
418. Sin embargo, de ahora en adelante, rotos los vínculos con el im-
perio romano y muy lejano el recuerdo de aquel foedus, al rey visigodo
le convenía buscar una nueva fuente de legitimación de su poder. Esto
fue posible a partir de la conversión al catolicismo de Recaredo, hijo y
sucesor de Leovigildo, en el año 587.
© FUOC • PID_00163032 41 El derecho romano en la Península Ibérica...

5.4. La teoría política de Isidoro de Sevilla

La conversión de Recaredo al catolicismo en el año 587 a instancias de Lean- Isidoro de Sevilla


dro, obispo de Sevilla y hermano de Isidoro de Sevilla, y la adopción oficial (560?-636)

del catolicismo como religión oficial del pueblo visigodo en el marco del III Isidoro de Sevilla fue obispo
Concilio de Toledo en el año 589 tuvieron importantes consecuencias. de Sevilla entre los años 600 y
636. Su obra más famosa son
las Etymologiae, repartidas en
Los visigodos se convirtieron al cristianismo muy pronto, cuando estaban en la parte veinte libros. Muy leído du-
oriental del Imperio –en la Dacia y la Tracia–, pero entonces fueron educados en la fe por rante la edad media, compila-
dor y hábil sistematizador de la
Arrio, en una línea que se condenó en el Concilio de Nicea del año 325. El arrianismo
ciencia antigua, es uno de los
exageraba la unicidad y la trascendencia de Dios en perjuicio de la Santísima Trinidad. Al principales maestros de la Eu-
llegar a Aquitania y, después, al establecer el reino en Toledo, los visigodos eran cristianos ropa medieval latina.
arrianos y, por tanto, no formaban parte de la iglesia Católica. Con Recaredo el pueblo
visigodo abandonaba el arrianismo y abrazaba la fe católica; los ostrogodos, también
arrianos, la abandonaron a principios del siglo VII.

Los monarcas visigodos buscaban una nueva forma de legitimar�su�poder y


su actuación en el campo de la creación de derecho. La nueva legitimación la
encontraron a partir de la ideología de la iglesia. Fue Isidoro de Sevilla quien
mejor sintetizó este pensamiento en sus obras y quien ejerció una mayor in-
fluencia hasta el punto de que sus planteamientos encontraron acogida en el
Liber Iudiciorum que se redactaría a mediados del siglo VII.

El pensamiento político de Isidoro de Sevilla se enmarca dentro de la línea Concilios de Toledo


de pensamiento que había iniciado Agustín de Hipona (354-430), que esen-
Los concilios de Toledo fueron
cialmente planteaba que todo poder humano tenía origen� divino y que el dieciocho sínodos eclesiásticos
mundo terrenal estaba sometido al mundo sobrenatural. Estos planteamien- celebrados en Toledo (400-
720) para deliberar sobre cues-
tos, que se desarrollaron durante toda la alta edad media, postulan que cual- tiones disciplinarias, litúrgicas
y, a menudo, doctrinales. Las
quier organización política forma parte del orden divino. Isidoro de Sevilla no actas se han conservado en la
negaba la existencia de un poder temporal ni negaba que los reyes dispusiesen Colección Canónica Hispánica.
De carácter provincial, a partir
de un poder político. Lo que sí negaba es que la organización política tuviese del tercero (589), a semejanza
de los grandes concilios ecu-
finalidad autónoma y se justificase por ella misma. El poder de los reyes, decía ménicos del Imperio de Bizan-
cio, se convirtieron en asam-
Isidoro de Sevilla, es un poder que está al servicio de Dios y que es, por tanto, bleas de dirección y de gobier-
un instrumento para apartar�a los pueblos del mal y conducirlos al bien. Era, no del reino visigótico, convo-
cadas siempre por el rey y pre-
en definitiva, un poder con un carácter ministerial, de servicio. De esta forma, sididas por el metropolitano
más antiguo o de más presti-
según afirmaba, los reyes son reyes cuando rigen rectamente, mientras que gio.
cuando no rigen rectamente pierden su condición de reyes y se autoprivan
del oficio regio:

Isidoro de Sevilla, Sententiae 3, 48, 5 y 7

"No es inmediatamente útil toda insignia de poder, sino que es verdaderamente útil, si
obra bien. Sin embargo obra entonces bien, cuando beneficia a los sometidos, a los cuales
se prefiere en el honor terreno. El buen poder es el que por Dios es dado para que por
temor frene el mal, no para que someta temerariamente el mal.

Los reyes se llaman así de obrar rectamente y por lo tanto haciendo rectamente se con-
serva el nombre de rey, se pierde pecando [...]. Rectamente se llaman pues reyes a quienes
supieron ordenar convenientemente rigiendo bien tanto a sí mismos como a sus some-
tidos."
© FUOC • PID_00163032 42 El derecho romano en la Península Ibérica...

Por tanto, es el mismo rey quien, actuando incorrectamente, se auto-


priva de su condición. La Iglesia, que no es poco importante, se limitaba
a constatarlo en cada caso concreto.

En este nuevo contexto ideológico no era extraño que el rey presentase sus le-
yes a la consideración de los concilios�de�la�Iglesia, los cuales daban apoyo o
no a la legislación dictada por el rey. Los concilios eclesiásticos no eran, en ab-
soluto, una cámara colegislativa ni tenían reconocida ninguna capacidad para
crear derecho, ya que sus decisiones no tenían valor de ley si además no las
promulgaba el rey. La creación del derecho seguía siendo una potestad única
del monarca visigodo, quien presentaba sus leyes a los concilios eclesiásticos
para obtener el asentimiento de la Iglesia como garantía de que el rey actuaba
rectamente y con justicia.

5.5. La consolidación del poder del rey visigodo y el Liber


Iudiciorum

El nuevo contexto que empezó con la política llevada a cabo por Leovigildo
–en particular la expulsión casi completa de los bizantinos de la Península–
y la conversión al catolicismo de Recaredo, junto con la nueva ideología po-
lítica que estaba aportando la Iglesia –y, en particular, Isidoro de Sevilla–, po-
sibilitaron que cambiase la relación que había entre la legislación visigoda y
el derecho romano. Hasta aquellos momentos había un vínculo de dependen-
cia del derecho creado por los reyes visigodos –incluido sobre todo dentro del
Codex Revisus– con la tradición romana convertida en ley visigoda en el Bre-
viario de Alarico. La necesidad de poner al día el Codex Revisus de Leovigildo
pareció el momento oportuno para prescindir de la tradición textual romana
del Breviario.

5.5.1. La redacción de Recesvinto

Miniatura del Liber iudiciorum, compilación de


leyes promulgada por Recesvinto.

Chindasvinto fue el primer rey que se planteó hacer una nueva edición del Lectura complementaria
Codex Revisus, pero sin limitarse a corregirlo y ampliarlo. Si lo que deseaba
J.�Orlandis (1977). Historia
hacer era prescindir del derecho romano del Breviario, entonces tenía que ha- de España. La España visigóti-
cer una obra lo bastante amplia que resolviese los problemas planteados por ca. Madrid: Gredos.

la sociedad de aquel momento y que hiciese innecesario recurrir al Breviario.


Puesto que eso no se podía conseguir revisando y completando la obra de Leo-
vigildo, Chindasvinto inició los trabajos para una obra completamente nueva
que acabaría su hijo y sucesor Recesvinto a mediados del siglo VII.
© FUOC • PID_00163032 43 El derecho romano en la Península Ibérica...

Con Recesvinto los visigodos tendrían un ordenamiento jurídico gene-


ral y completo que permitía prescindir del derecho romano en sus tex-
tos. O sea que, al igual que el resto de la legislación visigoda y también
del Breviario, se aplicaría a todos los habitantes del reino y, en segundo
lugar, sería capaz de resolver todos los problemas del momento. Esta
obra, que hoy se conoce habitualmente como Liber Iudiciorum, supone
la ruptura formal con el derecho romano o, si se quiere, con la tradición
textual romana.

En este sentido, es muy explícita una ley del Liber que prohibía recurrir al de-
recho romano –al que probablemente se refiere como "leyes de gente extra-
ña"–, el cual, dada su perfección técnica, se recomienda para el estudio y la
formación, pero no para la resolución judicial de los conflictos que se susci-
tarían más adelante.

Concilios episcopales

Reino�de�Tolosa
397: Toledo I

Interregno�ostrogodo
516: Tarragona
517: Gerona
527: Toledo II
540: Barcelona I
546: Lérida
546: Valéncia

Reino�de�Toledo
561: Braga I
572: Braga II
589: Toledo III
589: Narbona
590: Sevilla I
592: Zaragoza II
597: Toledo
598: Huesca
599: Barcelona II
614: Terrasa
619: Sevilla II
633: Toledo IV
636: Toledo V
638: Toledo VI
646: Toledo VII
653: Toledo VIII
655: Toledo IX
656: Toledo X
666: Mérida
675: Toledo XI
675: Braga III
681: Toledo XII
683: Toledo XIII
684: Toledo XIV
688: Toledo XV
691: Zaragoza III
693: Toledo XVI
694: Toledo XVII
702: Toledo XVIII

Concilios episcopales. Fuente: V. Hurtado; J. Mestre; T. Miserachs (1995). Atles d'Història


de Catalunya (pág. 62). Barcelona: Edicions 62.
© FUOC • PID_00163032 44 El derecho romano en la Península Ibérica...

Liber 2, 1, 10

"No sólo permitimos sino que también deseamos imbuirse de las leyes de gente extraña
para una mejor formación; pero no sólo nos oponemos sino que también las prohibimos
para la discusión de los negocios. Pues aunque son tenidas en gran estima por su elo-
cuencia, sin embargo están erizadas de dificultades. Por lo tanto, como no sólo la inves-
tigación de las razones, sino también el orden de las palabras competentes que se conoce
que contiene la serie de este libro sea suficiente a la plenitud de la justicia, no queremos
desde ahora ser conducidos más o por las leyes romanas o por instrucciones extrañas."

En consonancia con lo que acabamos de decir, Recesvinto declaró el carácter


exclusivo del Liber en el sentido que no podía aplicarse ningún otro libro
de leyes y que el Liber que los jueces aplicasen tenía que ser fiel al ejemplar
promulgado original.

Liber 2,1,11

"Ninguno ciertamente de todos los de nuestro reino intente presentar al juez un libro de
leyes sobre cualquier negocio, excepto este libro que recientemente ha sido publicado y
según el texto de éste de ahora en adelante trasladado. Porque, si lo intentara, pague al
fisco xxx libras de oro. También sufrirá el dispendio de la mencionada pena el juez, si
quizá difiriera romper el libro prohibido después que le fuera ofrecido. [...]"

Antes de la promulgación del Liber en el año 654 y de su difusión entre los


jueces, Recesvinto lo envió al VIII Concilio de Toledo, pero no para que la igle-
sia lo aprobase o participase en su contenido, sino para aumentar su prestigio
y obtener el apoyo de la Iglesia a las leyes del reino. El Liber fue trasmitido
a la reunión conciliar de la misma forma que antiguamente los emperadores
romanos notificaban sus leyes en el Senado. La creación del derecho, por tan-
to, no dejaba de estar en manos del rey por mucho que éste buscase el apoyo
de la Iglesia.

Con el Liber Iudiciorum se consolidó el monopolio legislativo del rey. Que el rey
era el creador del derecho –aunque fuese con una finalidad instrumental, al
servicio de la justicia cristiana– no era una gran novedad, pero estos principios
político-jurídicos en torno al monopolio legislativo del monarca eran, en el
Liber, especialmente rotundos. Después de afirmar que al rey le correspondía
crear la ley, se estableció que al rey le competía, también, llenar los vacíos que
pudiese haber en el Liber. Los jueces sólo podían aplicar el Liber y no se les per-
mitía encontrar soluciones a las lagunas legales a partir de su propia iniciativa.
En estos supuestos había que hacer llegar las partes al rey para que resolviese
el conflicto y decidiese cómo se tenía que incorporar aquella solución al Liber
como una nueva ley.

Liber 2, 1, 13

"Que no sea oída ninguna causa por los jueces que no se contenga en las leyes.

Ningún juez pretenda oir una causa que no se contenga en las leyes; pero el conde de la
ciudad o el juez o por sí mismos o por un ejecutor suyo procure presentar a ambas partes
ante el príncipe, para que más fácilmente no sólo el asunto reciba fin, sino que también
se trate por la discreción de la potestad regia cómo se incorpore el negocio surgido en
las leyes."
© FUOC • PID_00163032 45 El derecho romano en la Península Ibérica...

La afirmación del monopolio legislativo se cerraba con la afirmación de que El Liber y su interpretación
sólo el rey podía añadir leyes nuevas si las circunstancias lo requerían, y só-
Tal como lo mandó Justinia-
lo él podía interpretar la ley del Liber. Además, este texto tendría un carácter no con respecto al Corpus Iu-
retroactivo, ya que no sólo sería el derecho aplicable en un futuro, sino que ris, tampoco el Liber podía ser
interpretado, prerrogativa que
también se aplicaría a las causas que, habiendo sido ya incoadas, aún no ha- sólo recaía en el rey.
bían recibido sentencia firme.

Liber 2, 1, 14

"Que las causas terminadas de ninguna manera se planteen de nuevo. Las restantes sean
terminadas según el texto de este libro, permaneciendo a los príncipes la libertad de
añadir leyes. Establecemos que cualesquiera negocios de las causas que han sido incoados,
pero todavía no terminados, se determinen según estas leyes. No permitimos de ninguna
manera que se resuciten las causas que (ya legalmente) han sido determinadas (antes de
que estas leyes se enmendaran por nuestra gloria, es decir según el modo de las leyes que
ha sido observado desde el año primero de nuestro reino en el pasado). Ciertamente la
elección principesca tendrá licencia de añadir leyes, si lo exigiera la justa novedad de las
causas, las cuales obtendrán plenísimo vigor al igual que las leyes presentes" [Lo que hay
entre paréntesis pertenece a los añadidos de Ervigio].

Por lo que se refiere a su contenido, el Liber es, como se ha dicho, una compi-
lación que selecciona aquellas leyes de los reyes visigodos, y también del Bre-
viario, que se consideraba conveniente recopilar. Sin embargo, hay que decir
que el Liber era una obra pensada para la práctica forense, o sea, para los tri-
bunales de justicia y que renunciaba, en un primer momento, a contener todo
el ordenamiento jurídico del reino visigodo. Reunía sólo lo que podía ayudar
a resolver controversias y, en cambio, no recogía lo que presumiblemente no
tenía que causar problemas, como una parte importante del derecho público.

Las leyes del Liber proceden, sobre todo, del mismo Recesvinto y de su padre
Chindasvinto, que habían dictado un buen número de leyes pensando ya en
su inclusión en esta obra, y también de reyes anteriores identificados. Pero
además, hay un buen número de leyes que no llevan autor y que son califica-
das como antiqua –a secas, cuando fueron compiladas textualmente y antiqua
emendata cuando se corrigieron para su inclusión en el Liber–. Estas leyes de
reyes anteriores no identificadas procedían del Codex Revisus –que, a su vez,
incluía material procedente del Código de Eurico– y del Breviario.

La historiografía ha debatido la influencia de la obra de Justiniano en el Liber. Ciertamen-


te, el Liber está estructurado internamente en doce libros, igual que el Código de Justinia-
no, y algunas de las soluciones aportadas por el Liber coinciden con las de la compilación
justiniana. Sin embargo, no está claro que el Liber originariamente tuviese doce libros y
no es de extrañar el parecido de soluciones jurídicas, ya que ambas obras proceden de un
mismo tronco común. Pese a esto, la influencia de Justiniano no es descartable, ya que
cuando el emperador hizo la compilación, en la primera mitad del siglo VI, los bizantinos
habían ocupado extensas zonas del sur de la península itálica, del norte de África y del sur
de la Península Ibérica. Y así como hay certeza de que Justiniano mandó enviar su obra
a Italia, no se puede descartar que hubiese hecho los mismo con sus territorios ibéricos.

5.5.2. La redacción de Ervigio

La ruptura con la tradición romana del Breviario –que había materializado Re-
cesvinto en la primera versión oficial del Liber– y la cambiante sociedad visi-
goda, que pese a las apariencias de un poder monárquico fuerte y monolítico
© FUOC • PID_00163032 46 El derecho romano en la Península Ibérica...

vivía en un progresivo proceso de feudalización, provocó que pronto se plan-


tease una revisión del texto. Esto es lo que hizo Ervigio en el año 681. En la ley
de promulgación de la que sería la edición ervigiana del Liber, este rey aludía
a la necesidad de corregir el contenido del Liber para eliminar la oscuridad de
algunas leyes. Sin embargo, lo cierto es que además de que el texto es mejor
técnicamente, Ervigio también añadió leyes nuevas –que calificó de novellae
leges, como en la tradición romana– y extrajo otras. Ervigio envió la nueva
versión del Liber al XII Concilio de Toledo, hacia el año 681 y la promulgó
aquel mismo año.

Liber 2,1,1

"En el nombre del Señor, Flavio glorioso Ervigio rey.

Del tiempo en el que deben valer las leyes enmendadas.

Asignando su tarea a las leyes enmendadas, la adelantamos la primera en el orden y lugar


de la prefación, porque de la misma manera que la evidencia de las leyes es útil para los
excesos de los puebles, así la obscuridad de las sanciones turba los órdenes de la equidad.
Pues frecuentemente mientras ciertas cosas bien ordenadas se presentan con un orden
nebuloso de las palabras, las mismas provocan repugnancia hacia sí mismas, mientras
no impiden con claridad las controversias de los litingantes y así, donde debieran poner
fin a los engaños, allí surgen nuevos lazos de engaño contra sí. De aquí, pues, nace la
diversidad de las causas, de aquí se generan las controversias de los litigantes, de aquí nace
también la duda de los jueces, de tal manera que desconocen como terminar o suprimir
los engaños. Y estas cosas ciertamente vacilantes y dudosas son siempre aprobadas. Y por
tanto, porque no pueden ser abarcadas todas las cosas que son objeto de controversia
con breve explicación, al menos estas cosas, que se introdujeron en la reunión para ser
tratadas por los gloriosos sentidos de nuestra grandeza, estas cosas decretamos que sean
corregidas especialmente en este libro y que sean ordenadas aquella cosas seleccionada
por el recto juicio –imprimiendo evidencia por supuesto a las cosas dudosas, eficacia a
las cosas dañosas, clemencia a las cosas mortiferas, apertura a las cerradas, perfección
a las instrucciones comenzadas–, con lo cual desde ahora esta instrucción de las leyes
corregidas, obligue y mantenga a los pueblos de nuestro reino que han de ser ordendos, a
los que contien una y evidente paz de nuestro regimiento. Y por lo tanto la corrección de
estas leyes y la ordenada construcción de nuestras nuevas sanciones, así como han sido
puestas en este libro en ordenados títulos y han sido anotadas en la serie subsiguiente,
obtengan desde el año segundo de nuestro reinado desde el día vintiuno de octubre el
vigor añadido al mismo por nuestra gloria sobre todas las personas y gentes sometidas
al imperio de nuestra grandeza, y perduren vigentes en el futuro gracias al indestructible
oráculo de la celebridad [...]."

Tras Ervigio no se hizo ninguna nueva versión oficial del Liber. Su sucesor,
Egica, lo intentó, e incluso en el año 693 entregó una nueva versión al XVI
Concilio de Toledo, pero no llegó a publicar el nuevo texto oficial.

Sin embargo, si la redacción ervigiana es la última que fue oficial, la trayectoria


del Liber no acaba aquí. A partir de la ervigiana, juristas anónimos incluyeron
leyes que había promulgado Egica, también las leyes de reyes anteriores no
incluidas en ninguna de las dos redacciones oficiales y aun de otros elementos.
Con estas nuevas� incorporaciones, que no tenían sanción oficial y que se
hacían dentro del ámbito más estrictamente privado –sobre todo para facilitar
la práctica profesional de los juristas–, el Liber fue cambiando de sentido. Si
originariamente era un texto pensado y confeccionado para la práctica forense
–un libro de los juicios–, ahora acabaría reuniendo el ordenamiento�jurídico
de�los�visigodos.
© FUOC • PID_00163032 47 El derecho romano en la Península Ibérica...

Dado el carácter originario del Liber, el derecho público no estaba contenido en el mis-
mo. En este periodo de la monarquía visigoda, y cuando el vínculo de fidelidad con la
Iglesia era particularmente intenso, una parte del derecho público aparecía fijado en las
reuniones conciliares que obtenían fuerza de ley cuando el rey las confirmaba. Algunos
de estos cánones, así como fragmentos de obras de Isidoro de Sevilla, fueron a parar a
algunas de estas nuevas versiones anónimas no oficiales del Liber.

Estas versiones del Liber confeccionadas, a partir de la versión ervigiana,


por la iniciativa privada de juristas anónimos, recibieron el nombre de
vulgatae. Fuera de control oficial del rey, su número fue ilimitado.

5.6. El divorcio entre el derecho oficial y el derecho de la


práctica

Hemos visto que en el reino visigodo la única fuente de creación del derecho
era la voluntad del rey, que se identificaba con la ley, y la ley sólo estaba con-
tenida en el Liber iudiciorum. Sin embargo, a partir sobre todo del siglo VII, en
la sociedad visigoda se produjo aquel mismo fenómeno que ya detectamos en
el Dominado. El derecho creado por el rey por medio de la ley empezaba a
no identificarse plenamente con las necesidades y con las prácticas jurídicas
vigentes. En una sociedad cada vez más feudalizada, las relaciones de poder y
de dependencia económica y personal entre poderosos y campesinos iba plas-
mándose en unos usos y costumbres que el derecho oficial, creado sólo por
el rey, no reconocía.

Derecho de la práctica

Recordad que el derecho no es sólo aquella conducta que quiere establecerse a partir de la
ley, sino que también lo son aquellas soluciones o conductas que la sociedad adopta para
resolver determinados conflictos de intereses, y que eso, en ciertos momentos históricos,
puede hacerse al margen del poder.

Sin embargo, el derecho oficial –materializado en el Liber y en las nuevas leyes


de los reyes visigodos– y el derecho de la práctica –formado por las nuevas
costumbres que se practicaban–, no avanzaban totalmente inconexos. La in-
sistencia de algunos reyes, entre quienes estaba el mismo Recesvinto y tam-
bién Ervigio en sus leyes de promulgación del Liber, en la obligatoriedad de un
cumplimiento general de la ley, precisamente pone de manifiesto que algunos
poderosos escapaban del cumplimiento de la ley e imponían, en sus dominios,
su propia voluntad. Este hecho es el que generaba costumbres no reconocidas,
sino combatidas, por la ley.
© FUOC • PID_00163032 48 El derecho romano en la Península Ibérica...

Liber 2, 1, 5

"Flavio glorioso Recesvinto rey.

Del tiempo en el que deban valer las leyes enmendadas

Porque la vetustez de los vicios exigió la novedad de las leyes y la antigüedad de los
pecados alcanzará a innovar leyes inútiles, por lo tanto decretamos que las leyes escritas
en este libro desde el año segundo del rey de divina memoria Chindasvinto, señor y padre
mío, valgan con toda su fuerza para todas las personas y gentes sometidas al imperio de
nuestra grandeza y consagramos las que han de permanecer con perpetua observancia;
de tal manera que, rechazadas las que había promulgado no la equidad del juzgador, sino
el capricho del poderoso, y anulados todos los juicios y todas las escrituras realizados por
la ordenación de éstas mismas, valgan sólo estas leyes las cuales observamos justamente
desde antiguo o nuestro mismo padre parece haber establecido no sin razón o a causa
de la equidad de los juicios o a causa del rigor de las culpas, unidas y añadidas otras
leyes, que la dignidad de nuestra grandeza editó y formó y anotó con los títulos de su
gloria presidiendo en el trono judicial frente a todos los santos sacerdotes de Dios y a
todos los oficiales palatinos, Dios guiando y favoreciendo el consentimiento universal
de los oyentes; de tal manera que tanto éstas que ya existen dadas, como aquéllas, a las
que el evento de nuevos negocios incitarán a que surjan todavía, perduren con fuerza y
justísimo vigor y conserven los derechos de la eterna solidez."

Hacia finales del periodo visigodo –segunda mitad del siglo VII y principios del
siglo VIII–, fue relativamente usual la falsificación�de�leyes. O bien se altera-
ba el tenor original de una ley o bien, incluso, se pretendía hacer pasar por
ley lo que no era más que "el deseo de los poderosos", como dice una ley del
mismo Liber. Este hecho, que más o menos se controlaba mientras había una
monarquía y una administración a su servicio, llegó a ser imparable cuando,
a partir del año 711, como consecuencia de la ocupación musulmana de la
Península Ibérica, desapareció la monarquía visigoda y los poderosos tendrían
más facilidades para incorporar a las vulgatae del Liber aquel material que ori-
ginariamente no pertenecía al mismo.

El Liber después de la
En el reino visigodo, el derecho oficial y el derecho de la práctica par- monarquía visigoda
tían de una misma tradición –la reelaboración visigoda de la herencia
Como veremos posteriormen-
jurídica romana–, pero la forma de enfrentarse a los cambios sociales te pese al nuevo poder musul-
mán instaurado en la Penín-
era diferente desde los ámbitos oficiales que desde la práctica, lo que sula en el año 711, el Liber si-
daba lugar, también, a soluciones diferentes. guió siendo la ley que aplica-
ban los cristianos peninsulares.
En el siglo XIII, el Liber se tradu-
joal castellano con el nombre-
de Fuero Juzgo.
© FUOC • PID_00163032 49 El derecho romano en la Península Ibérica...

Resumen

La romanización de la Península Ibérica implicó la práctica desaparición de


los derechos prerromanos que había hasta entonces. A partir de la concesión
del ius latii por Vespasiano a todos los habitantes de la Península en el año 74
y de forma total y definitiva a partir de la concesión del ius civile por Caracalla
en el año 212 a casi todos los habitantes del Imperio, los derechos primitivos
dejaron de aplicarse y en su lugar en la Península Ibérica –la Hispania romana–
se aplicó el derecho romano que se creaba en Roma. Teniendo en cuenta los
años en que comenzó la romanización jurídica de la Península Ibérica, nos in-
teresan especialmente las fuentes de creación del derecho romano de la época
del Principado y del Dominado.

Durante el Principado, instaurado por Augusto a finales del siglo I aC, entraron
en crisis las fuentes de creación republicanas y, paulatinamente, la creación del
derecho acabó siendo obra del príncipe, y eso a partir de los diferentes tipos
de constituciones imperiales y a partir de sus comunicaciones al Senado. En la
época del Dominado se consolidó la tendencia iniciada en el Principado, de
forma que a partir de ese momento, la creación del derecho estaría en manos
única y exclusivamente del emperador. Su voluntad se identificaba con la ley
y se expresaba por medio de leges. Por el contrario, todo el derecho antiguo,
toda la herencia jurídica de épocas pasadas, fue conocido y conservado en
las obras de los juristas con el nombre de iura. Las leges y los iura contenían
todo el derecho vigente en el Dominado, y para facilitar su conocimiento y su
difusión, se hicieron compilaciones de leges, de iura y mixtas.

Ésta es la herencia jurídica que recibieron los visigodos cuando fundaron el


reino de Tolosa y, después, el de Toledo. Herencia jurídica que desarrollaron
de forma autónoma desde el momento en que dejó de existir, en el año 476, el
Imperio Romano de Occidente como realidad política. Los reyes visigodos le-
gislaron para los dos pueblos que tenían sometidos, y por tanto su legislación
se aplicaba tanto a visigodos como a galorromanos –y después a hispanorro-
manos. La tarea legislativa de los reyes visigodos empezó con el Código de Eu-
rico (c. 476), que era una recopilación de leyes de la práctica complementarias
del derecho, aún vigente, del Dominado. Hacia el año 506, Alarico II ordenó
hacer una compilación, que conocemos con el nombre de Breviario de Alari-
co, de las leges y los iura romanos que los visigodos consideraron necesarios en
aquel momento: formaba el derecho romano cristalizado e interpretado por
los visigodos. Sin embargo, la obra capital de la monarquía visigoda fue el Li-
ber Iudiciorum de Recesvinto del año 654. Con el Liber los reyes visigodos con-
solidaban su monopolio legislativo e, iniciando el desarrollo autónomo de la
tradición romana, la obra marca la ruptura con la tradición textual romana. El
© FUOC • PID_00163032 50 El derecho romano en la Península Ibérica...

derecho romano en sus fuentes ya no estará vigente en el reino visigodo, pero


en cambio el derecho de los reyes visigodos se enmarca dentro de la tradición
romana que es objeto de desarrollo por ellos.
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Actividades
1. Enumerad quince pueblos prerromanos que hubiesen habitado en la Península Ibérica y
situadlos en un mapa.

2. Comentad de forma conjunta los textos de Plinio el Viejo sobre Vespasiano y de Caracalla
sobre la romanización jurídica de la Península Ibérica.

Vespasiano emperador augusto concedió a toda la Hispania la latinidad difundida por las
tormentas que aquejaban a la res publica (Plinio, Historia Naturalis, 3,3, (4) 30.)

Es menester ante todo referir a la divinidad las causas y motivos (de nuestros hechos);
también yo tendría que dar gracias a los dioses inmortales porque con la presente victo-
ria me honraron y guardaron salvo. Así, pues, creo, de este modo, poder satisfacer con
magnificencia y piedad su grandeza al asociar al culto de los dioses a cuantos miles de
hombres se agreguen a los nuestros. Otorgo (pues) a todos cuantos se hallen en el orbe la
ciudadanía romana, sin que quede nadie sin una ciudadanía, excepto los dediticios. En
efecto, conviene que todos, no sólo contribuyan en todo lo demás, sino que participen
también de la victoria. Y esta constitución nuestra manifiesta la grandeza del pueblo ro-
mano (Constitución de Caracalla del año 212).

3. Haced un esquema de las fuentes de creación del derecho en la época de la República.

4. Leed el siguiente texto y contestad a las cuestiones que lo siguen.

Decidimos que a semejanza del código de Gregoriano y del de Hermogeniano sean com-
piladas todas juntas las constituciones que el ínclito Constantino y tras él los divinos
príncipes y nosotros mismos dimos, sostenidas por el vigor de los edictos o por la consa-
gración general. [...] De estos tres códigos y de los coherentes tratados y respuestas de los
prudentes por medio de títulos individuales, será realizado por el trabajo de estos mismos
que ordenarán el tercero, nuestro otro (código, el cuarto) [...]. [Fragmento de CTh. 1, 1,
5 (429 Mart. 26)].

a) ¿A qué texto pertenece el fragmento propuesto? Argumentad brevemente por qué creéis
que el primer proyecto del emperador Teodosio II no se realizó.

b) Explicad qué son y qué contienen los códigos Gregoriano y Hermogeniano.

5. Comentad el texto de la Ley de citas del año 426 (CTh, 1, 4, 3) e indicad quién lo redactó,
cuándo, por qué y dónde se encuentra recopilado. Explicad también su significado y qué
intentaba regular.

Código Teodosiano, 1,4,3 [=Brev. 1,4,1] 426 Nov. 7

"Confirmamos todos los escritos de Papiniano, Paulo, Gayo, Ulpiano y Modestino, de


tal manera que la autoridad que acompaña a Paulo, Ulpiano y a los restantes acompañe
a Gayo y se reciten las lecciones de toda su obra. Establecemos que sea aprobada tam-
bién la ciencia de aquellos cuyos tratados y opiniones mezclaron todos los mencionados
en sus obras, así la de Scevola, Sabino, Juliano y Marcelo y la de todos aquellos que die-
ron a conocer, si sus libros se confirman, sin embargo, a causa de la incertidumbre de
la antigüedad por la colación de los códices. Donde sin embargo se profieran diversas
opiniones, vencerá el número mayor de los autores y, si el número es igual, preceda la
autoridad de la parte en la cual aparezca Papiniano, varón de excelente ingenio, quien
así como vence a cada uno de ellos, así cede ante dos. Mandamos también que, como ha
sido establecido desde hace tiempo, sean anuladas las notas de Paulo y Ulpiano hechas
en la obra de Papiniano. Donde sin embargo se reciten opiniones pares de éstos de los
cuales se establece par autoridad, la templanza del juzgador elegirá a los que deba seguir.
También mandamos que valgan siempre las Opiniones de Paulo."
© FUOC • PID_00163032 52 El derecho romano en la Península Ibérica...

Interpretación

Esta ley muestra las opiniones de cuales creadores del derecho valgan, esto es de Papinia-
no, Paulo, Gayo, Ulpiano, Modestino, Escévola, Sabino, Juliano y Marcelo; de los cuales,
si fueran ofrecidas diversas opiniones, venza aquella en la que coincidiera el mayor nú-
mero. Y si quizá sea igual el número en una y otra parte, preceda la autoridad de la parte
en la que Papiniano coincida con igual número; porque de la misma manera que Papi-
niano los vence de uno en uno, así cede ante dos. Escévola, Sabino, Juliano y Marcelo
no se encuentran en sus obras, pero se encuentran insertos en la obra de los citados. Por
lo tanto esta ley prescinde de Gregoriano y Hermogeniano, porque son confirmados en
sus autoridades por una ley anterior en el título "de las constituciones de los príncipes y
de los edictos". De todos estos consultores de derecho, elegimos, sin embargo, las cosas
que parecían necesarias para las causas de los tiempos presentes de Gregoriano, Hermo-
geniano, Gayo, Papiniano y Paulo.

6. ¿Qué diferencias hubo entre los proyectos de los años 429 y 435 de hacer un Código
Teodosiano?

7. Enumerad la legislación visigoda desde el Código de Eurico hasta la versión de Ervigio del
Liber, anotad la fecha aproximada y describid su contenido y su carácter.

Ejercicios de autoevaluación
De�selección

1. En el año 73/74, Vespasiano concedió...


a) el ius latii a todos los habitantes de la Península Ibérica.
b) el ius latii a todo el Imperio.
c) la ciudadanía a todos los habitantes de la Península Ibérica.
d) la ciudadanía a todo el Imperio.

2. A partir de Adriano...
a) se concede el ius publice respondendi al Senado.
b) no se concede el ius publice respondendi.
c) se elimina a los juristas de la administración.
d) el Senado recupera la dirección política del Imperio.

3. Los rescriptos en el Principado...


a) tienen carácter general y abstracto.
b) son respuestas del príncipe concretas y puntuales.
c) son respuestas del príncipe a preguntas de su administración.
d) son órdenes del príncipe a su administración.

4. El llamado Tribunal de los Muertos de la Ley de citas...


a) reconoce totalmente y sin límite las opiniones de Papiano, Gayo, Paulo, Modestino, Ul-
piano, Sabino, Scevola, Juliano y Marcelo.
b) valida única y exclusivamente las opiniones de Papiano, Gayo, Paulo, Modestino, Ulpiano.
c) reduce el número de opiniones de juristas invocables oficialmente.
d) lo componen todos los juristas muertos antes del año 426.

5. Las leges del Dominado...


a) son las normas creadas por el pretor.
b) son las leyes aprobadas por el Senado.
c) son los escritos de los juristas.
d) son la voluntad del emperador.

6.� En la Lex Romana Visigothorum...


a) Ulpiano desaparece de la tradición jurídica occidental.
b) se reúnen todas las leyes y los iura romanos.
c) Es una recopilación no oficial de leges e iura.
d) Es un precedente de la obra de Teodosio II.

7.�El Liber Iudicorum...


a) es heredero de la tradición jurídica romano-justinianea.
b) es heredero de la tradición jurídica romano-teodoriciana.
c) es heredero de la tradición romano-teodosiana.
d) es heredero de la tradición jurídica canónica hispana.

8. Las vulgata del Liber son...


a) la versión de Ervigio.
© FUOC • PID_00163032 53 El derecho romano en la Península Ibérica...

b) la revisión que hace Égica.


c) las versiones anónimas del Liber.
d) los borradores de las versiones oficiales.

Cuestiones�breves

1. ¿Qué es un edicto en la época del Principado de Roma?

2. Diferencia entre iura y leges.

3. ¿Cuáles eran los elementos integrantes del ordenamiento jurídico del Dominado?

4. ¿Qué es y qué recopila el código Teodosiano?

5. ¿Qué iura se podían invocar al final de Dominado?

6. ¿Cuál era el contenido preciso del Breviario de Alarico?

7. ¿Cuál es la teoría política de Isidoro de Sevilla que entró en el Liber?

8. ¿Cómo se articula la creación del derecho según el Liber?

Desarrollo�de�un�tema

¿Qué quiere decir que los visigodos desarrollaron de forma autónoma la herencia jurídica
romana? Explicadlo a partir de la legislación visigoda que conocemos.
© FUOC • PID_00163032 54 El derecho romano en la Península Ibérica...

Solucionario
De�selección

1.�a) Vespasiano concedió ius latii sólo a los habitantes de la Península Ibérica.

2.�b) El príncipe dejó de conceder el ius publice respondendi a los juristas, quienes pasaron a
formar parte de su administración.

3.�b) Rescriptos son respuestas concretas y puntuales a preguntas formuladas por particulares.

4.�c) Redujo el número de las opiniones que se podían citar: no pone en un mismo nivel a
los nueve juristas mencionados ni se refiere sólo a los cinco primeros.

5.�d) Las leges en el Dominado son la voluntad del emperador, única fuente de derecho.

6.�a) Ni Ulpiano ni Modestino fueron recopilados en el Breviario, y así su obra caía en el


olvido de la tradición occidental.

7.�c) El Liber es hijo de la tradición occidental, ya que bebe de la tradición del Código Teo-
dosiano y de los otros libros hechos en la época del Dominado.

8.� c) Las vulgata del Liber son versiones anónimas y sin valor oficial hechas a partir de la
versión de Ervigio.

Cuestiones�breves

1. Un edicto es un tipo de constitución imperial; concretamente es una norma general y


abstracta dictada por el príncipe y que se dirige a todos sus súbditos.

2. Los iura son los escritos con las opiniones de los juristas sobre el derecho antiguo, mientras
que las leges son las leyes que dicta el emperador y que expresan su voluntad. Mientras que
los iura se identifican con el derecho antiguo, las leges son el derecho nuevo.

3. Leges e iura eran los elementos que formaban el ordenamiento jurídico romano en el Do-
minado. Se tiene que recordar que en este periodo la única fuente de creación de derecho era
el emperador. Su voluntad se identificaba con la ley. Las leges del emperador constituían el
llamado ius novum. Frente a este derecho nuevo estaba el ius vetus o derecho antiguo, iden-
tificado en las iura, es decir, los escritos de los juristas que recogían las reglas del derecho
antiguo extraídas de sus antiguas fuentes.

4. El CTh es una compilación que ordenó hacer Teodosio II y que aceptó para su parte del
Imperio Valentiniano III. Después del fracaso del proyecto original del año 429, demasiado
complejo, en el año 435 Teodosio II ordenó a una comisión que recopilase las constituciones
generales desde Constantino en adelante, autorizándola a realizar enmiendas y modificacio-
nes de las leyes que recogían. El Código Teodosiano reconoció carácter oficial a los códigos
Gregoriano y Hermogeniano y reunió todas las leyes vigentes en tres colecciones: la de Gre-
goriano, la de Hermogeniano y la de Teodosio. Todas las que no se recopilaron fueron dero-
gadas. También fijó los iura vigentes con la incorporación de la Ley de citas.

5. El hecho de que en el Dominado hubiese juristas invocables suponía un problema por la


certeza y la publicidad del derecho. Por eso, el emperador Valentiniano III dictó una consti-
tución, conocida como Ley de citas, que fijaba cuáles eran los juristas invocables (formaban
el llamado Tribunal de Muertos). Esta ley supuso que los iura invocables fuesen tan pocos que
la herencia jurídica clásica se vio reducida de forma notable. Sólo eran directamente invo-
cables las opiniones atribuidas a Ulpiano, Papiano, Paulo, Modestino, Gayo; y se invocaba
a Scevola, Sabino, Marcelo, Juliano y el resto de los juristas si sus opiniones las citaban los
cinco anteriores y si estas opiniones constaban en textos originales.

6. Por lo que se refiere a leges, el Breviario reúne el Código Gregoriano, el Código Hermoge-
niano y una amplia selección del Código Teodosiano. Y por lo que se refiere a iura, reúne
una selección de iura de los juristas invocables según la Ley de citaciones del año 426. Con-
cretamente, recoge de Gayo –un epítome de sus instituciones–, de Paulo –las Pauli Sententia–
y de Papiniano –un fragmento de las responsae–. Por tanto, caen en el olvido las obras de
Ulpiano y de Modestino. Además, todas las leyes y los iura, salvo el del epítome de Gayo,
van acompañados por una interpretatio que, como su nombre dice, es un tipo de explicación
e interpretación de los textos romanos seleccionados.

7. El pensamiento político de Isidoro de Sevilla se enmarca dentro de la línea de pensamiento


que había iniciado Agustín de Hipona (354-430). Isidoro de Sevilla no negaba la existencia de
un poder temporal ni negaba que los reyes dispusiesen de un poder político. Lo que sí negaba
es que la organización política tuviese finalidad autónoma y se justificase por sí misma. El
© FUOC • PID_00163032 55 El derecho romano en la Península Ibérica...

poder de los reyes, decía Isidoro de Sevilla, es un poder que está al servicio de Dios y que es,
por tanto, un instrumento para apartar a los pueblos del mal y conducirlos al bien. En defi-
nitiva, era un poder con un carácter ministerial, de servicio. De esta forma, según afirmaba
Isidoro de Sevilla, los reyes son reyes cuando rigen rectamente, mientras que cuando no rigen
rectamente pierden, ellos mismos, la condición de reyes y se autoprivan del oficio regio.

8. El Liber Iudiciorum, a partir de la herencia jurídica romana y a partir también de la nue-


va legitimación del poder que encuentran en la Iglesia, afirma el monopolio legislativo del
monarca visigodo. Se afirma que sólo el rey visigodo puede crear derecho, que sólo él puede
interpretarlo, sólo él puede rellenar lagunas legales y sólo él puede añadir nuevas leyes. De
esta forma se cierra un círculo que tiene en el monarca visigodo la única fuente de creación
del derecho.

Desarrollo�del�tema

¿Qué quiere decir que los visigodos desarrollaron de forma autónoma la herencia jurídica
romana? Explicadlo a partir de la legislación visigoda que conocemos.

Cuando el pueblo visigodo se instala en la región de Aquitania II, en virtud del foedus fir-
mado en el año 418 entre el rey visigodo y el emperador romano, no es el primer contacto
que tienen con el Imperio. Desde hacía muchos años, los visigodos habían estado dentro del
Imperio, aunque en la parte oriental. Al instalarse en Aquitania II, en la parte occidental del
Imperio Romano, los visigodos eran uno de los pueblos germánicos más romanizados. Mien-
tras existía el Imperio Occidental, los visigodos se convirtieron en los administradores de la
región que ocupaban, y la actividad del monarca visigodo, que gobernaba sobre galorroma-
nos y sobre visigodos, era compatible y complementario con la legislación romana vigente.
Ni desde el momento de la instalación en Aquitania, ni en la fundación del reino de Tolosa,
ni después con el reino de Toledo, los visigodos no impusieron un derecho germánico en la
población que ellos administraban.

Cuando el Imperio Romano de Occidente desapareció como entidad política, en el año 476,
los visigodos vivían de acuerdo con las leyes vigentes del Bajo Imperio. Sin embargo, al lado
del derecho oficial del Dominado –las leges y los iura vigentes–, los reyes visigodos actuaron
en el terreno del derecho de la práctica, encontrando soluciones a conflictos y disponiendo lo
necesario para los nuevos problemas de aquella sociedad. De este modo, al lado del derecho
oficial, que se cerraría y cristalizaría en el Breviario de Alarico en el año 506, se desarrollaba un
derecho de la práctica, del cual se encuentra un ejemplo en el Código de Eurico y, más tarde,
en el Codex Revisus de Leovigildo. Sin embargo, este nuevo derecho de la práctica desarrollado
por los reyes visigodos no era algo desvinculado del resto del ordenamiento jurídico –las
leges y los iura del Breviario de Alarico–, sino que tenía que beber de él y necesariamente
fundamentarse en el mismo.

Estas nuevas disposiciones adoptadas por los reyes visigodos ya no serán derecho romano
–porque ya no existe Imperio Romano en occidente–, sino que también podemos calificarlas
de derecho visigodo. Esta actitud legislativa alcanzó su punto culminante con la promulga-
ción del Liber Iudiciorum por parte de Recesvinto, en el año 654. El Liber afirmaba que desde
aquel momento tenían que dejar de aplicarse las leyes romanas –contenidas, junto con los
iura, en el Breviario de Alarico y vigentes a pesar de formar parte de la compilación empren-
dida por aquel monarca visigodo– y que sólo se aplicaría el Liber. El Liber, ciertamente, no era
derecho romano, pero no había ninguna duda de que formaba parte de la tradición romana.
El Liber contenía leyes dictadas por diferentes reyes visigodos, pero toda esta legislación bebía
del derecho romano, que era su entorno jurídico inevitable.

El derecho romano del Dominado, reducido, como se ha dicho, en el Breviario era la herencia
jurídica que el mundo romano dejaba al visigodo; por su parte, los reyes visigodos, cuando
legislaban, desarrollaron esta herencia recibida, pero al haber desaparecido el Imperio Roma-
no de Occidente, lo hicieron de forma autónoma, o sea, siguiendo sus propios criterios y sin
ningún tipo de subordinación política a otro poder. El desarrollo autónomo de la herencia
jurídica romana en la Península Ibérica empezaría con el reino visigodo y continuaría ade-
lante en una condiciones políticas e históricas muy diferentes.
© FUOC • PID_00163032 56 El derecho romano en la Península Ibérica...

Glosario
adscripción (en el oficio)  f  Compulsión para que el hijo continúe ejerciendo el mismo
oficio que el padre, en virtud de una disposición normativa para hacer frente a un problema
concreto. En el Dominado, por ejemplo, fue obligatoria la adscripción de los decuriones,
responsables del cobro de los impuestos.

arrianismo  m  Doctrina del Cristianismo impulsada por Arrio (256-336) según la cual la
persona de Jesucristo no es de la misma sustancia que el Padre. El arrianismo, declarado
herético en el concilio de Nicea del año 325, exageraba la unicidad y la transcendencia de
Dios en perjuicio de la Santísima Trinidad.

bagauda  m y f  Campesino hambriento alzado en revuelta contra los grandes propietarios


y el poder de Roma.

concilio  m  Asamblea o congreso, especialmente de obispos, para deliberar y decidir sobre


cuestiones de doctrina o de disciplina eclesiástica

consilium principis  loc  Órgano consultivo del emperador en la Roma del Principado don-
de se preparaban las leyes y se trataban los asuntos del gobierno. La reorganización del con-
silium principis por parte de Adriano a inicios del siglo II, que culminaba la consolidación de
la nueva administración del príncipe, implicó la desaparición definitiva de las antiguas ins-
tituciones republicanas. Puesto que los juristas ya no podían dar responsa y su función dejó
de ser creadora, su intervención se ciñó al entorno más inmediato del príncipe, de modo que
pasaron a forman parte del mencionado consilium principis.

consistorium principis  loc  Órgano de asesoramiento del príncipe en la Roma del Domi-
nado con el que colaboraba en la formación de las leyes que exclusivamente aprobaba el
emperador. Sustituyó el consilium principis. Estaba integrado por altos oficiales, funcionarios
y personas de la confianza del emperador.

constitución  f  Término que, en sentido genérico, en el Principado se utiliza para desig-


nar la voluntad del príncipe, quien ejerce un poder heredado del pueblo romano. Podemos
identificar diferentes tipos de constituciones: edicta, decreta, mandata y rescripta.

consuetudinario  adj  Basado en la tradición, en las costumbres (por oposición al derecho


legislado).

decreto  m  En la Roma del Principado constitución con carácter más concreto y particular
constituida por la sentencia del príncipe que actuaba como juez.

dediticii  m  Término con el que se designan los excluídos de la concesión de ciudadanía


romana por Caracala. Se cree que hacía referencia a libertos que habían sufrido penas infa-
mantes o a aquellos que se habían levantado en armas contra Roma. Respecto a la concesión,
suponen una exclusión residual que debió de afectar a pocas personas.

deposición  m  Privación del cargo

derechos peregrinos  m p  Derechos de los otros pueblos en Roma.

edicto  m  En la Roma del Principado, constitución con carácter general y abstracto que se
dirigía a todos los súbditos o a una parte importante de los habitantes del Imperio.

edicto perpetuo (edictum perpetuum)  m  Adriano, hacia el año 130, encomendó al


jurista Salvio Juliano la redacción del Edicto perpetuo (Edictum perpetum), es decir, que reco-
pilara las reglas y los procedimientos de los tiempos anteriores y les diese forma definitiva.
Con esta actuación quedaba cristalizado el papel que los magistrados con jurisdicción habían
tenido hasta entonces en la creación del derecho.

epítome  m  Antología de textos que reelaboraba los textos reproducidos.

excerptum  m  Antología de textos de uno o más autores reproducidos fielmente.

foedus  m  Se suele referir al que se firmó en el año 418 entre Valia y Honorio, en cuya virtud
los visigodos se establecían en la provincia romana conocida como Aquitania II.
sin.:pacto

interpretatio  f  Explicación que aparecía en el Breviario de Alarico, hecha probablemente


por los autores de éste, que acompañaba casi todas les leyes y los iura, salvo el epítome de
Gayo, que ya se consideraba por sí mismo una interpretatio.
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iura  m  Nombre con el que en el Dominado se designan los escritos de los juristas, de los
prudentes y el derecho que contenían (se correspondían con el ius vetus del Principado).

ius civile  loc  Derecho propio y exclusivo de los ciudadanos romanos. Abarcaba el ius con-
nubii, el ius commercium, el ius honorum (derecho a ocupar cargos públicos) y el ius sufragii
(derecho de voto).

ius commercium  loc  Derecho de regirse por el derecho romano en las transacciones pa-
trimoniales de acuerdo con el ius civile romano.

ius connubi  loc  Derecho a celebrar matrimonio legítimo según el ius civile romano.

ius gentium  loc  Nuevo derecho establecido en Roma por el pretor peregrino en el ejercicio
de su función jurisdiccional con criterios equitativos, que se consideraba común a todos los
hombres, pero que era romano. Se aplicaba a los peregrinos o extranjeros entre ellos y a los
peregrinos en sus relaciones con los ciudadanos romanos. El ius gentium, igual que el ius
honorarium establecido por el pretor urbano, completaba y desarrollaba el ius civile y acabó
aplicándose también entre ciudadanos romanos e incorporado dentro del mismo ius civile.

ius honorarium  loc  Nuevo derecho, más dinámico e innovador que el antiguo ius civile
por las respuestas que ofrecía, fruto de la actividad jurisdiccional del pretor urbano. El ius
honorarium completaba y desarrollaba el ius civile, no lo podía derogar ni sustituir, pero sí
podía paralizar sus efectos.

ius latii  f pl  Derecho latino concedido por Roma que permitía a los beneficiarios gozar del
ius commercium –la capacidad para realizar transacciones patrimoniales de acuerdo con el ius
civile–. A raíz de la concesión de Vespasiano a la Península, se dieron varias leyes municipa-
les con la finalidad de adecuar los municipios hispánicos al régimen municipal latino. Esta
concesión suponía que todo el mundo que hubiese ocupado una magistratura municipal,
así como sus ascendientes y descendientes, al acabar su mandato adquirirían las ciudadanía
romana; ésta era la concesión del ius latti minus (derecho latino "menor"). Adriano, en el
primer tercio del siglo II, también extendió este privilegio a todos los miembros de las curias
municipales; ésta era la concesión del ius latii maius (derecho latino "mayor").

ius legitimum  loc  Derecho fijado en el periodo previo a la época republicana en la Ley de
las Doce Tablas y leyes posteriores y desarrollado por la interpretación de los pontífices. En
la época de la República, también aquel derecho formado por las asambleas populares.

leges  f pl  Nombre con el que en el Dominado se designan las leyes del emperador, las
constituciones imperiales (se corresponderían con el ius novum del Principado).

mandato  m  Constitución en la Roma del Principado con carácter general y abstracto que
contenía instrucciones que el príncipe dirigía a sus funcionarios.

mores maiorum  loc  Conductas que la sociedad considera admisibles y que se identifican
con las costumbres de los antepasados en la Roma antigua. En aquellos momentos, el ius
civile, en sentido estricto, consistía en la interpretación que los prudentes hacían de los mores
maiorum.

oratio principis  loc  Propuesta que el príncipe envía al Senado donde se discute y se emite
la opinión en un senadoconsulto. A partir de Adriano, prácticamente todas las disposiciones
del Senado son orationes principis, las cuales no son discutidas por esta cámara, sino más bien
recibidas y aprobadas sin introducir modificaciones.

pacto  m  Se suele referir al que se firmó en el año 418 entre Valia y Honorio, en cuya virtud
los visigodos se establecían en la provincia romana conocida como Aquitania II.
sin.foedus

plebiscito  m  Acuerdo en una asamblea de plebeyos. Una ley del año 286 aC los equiparaba
a las leges, en cuya formulación no participaban los plebeyos. Estos nuevos plebiscitos se
aplicarían tanto a plebeyos como a patricios; desde el final de la República serían la fuente
que alimentaría el ius legitimum. En el Principado, la dificultad para convocar las asambleas
populares hizo entrar en crisis las leyes y los plebiscitos.

pontífices  m pl  Miembros más destacados de las principales familias patricias, encargadas
de cuestiones religiosas y jurídicas en la Roma antigua. Eran las únicas personas capaces de
identificar un ius exclusivo de los patricios.

pretor peregrino  m  Magistrado romano que administra la justicia civil entre ciudadanos
romanos y peregrinos.
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pretor urbano  m  Magistrado romano que administra la justicia civil entre ciudadanos
romanos.

prudentes  m  pl En Roma, juristas.

pueblos prerromanos  m pl  Denominación global que se utiliza para designar los diferen-
tes pueblos que había en la Península antes de la llegada de los romanos, también llamados
pueblos primitivos.

recopilaciones  m pl  Colección de textos jurídicos de diferente procedencia. En el Domi-


nado se elaboraron colecciones de leges, de iura y mixtas (que contenían leges e iura).

rescripto  m  Constitución con carácter más concreto y particular, constituida por las res-
puestas del príncipe a cuestiones que le planteaban tanto los particulares –entonces eran
subscriptores porque el príncipe respondía al pie del escrito del particular– como también los
miembros de su administración. En este caso se trataba de epistulae, ya que eran cartas de
respuesta.

romanización  f  Término con el que se designa el proceso de expansión de Roma por


los territorios conquistados. Supone la incorporación de los diferentes pueblos al mundo
romano en el que se vieron afectados en todos los ámbitos (lingüístico, cultural, jurídico,
económico, social, etc.). Por tanto, significa el proceso que lleva a convertirse en romanos
y a comportarse como tales.

Senado  m  Asamblea de los hombres más representativos por riqueza y autoridad en la


Roma republicana, eje de la vida política, con atribuciones políticas de alto nivel (asuntos
internacionales, guerra, ejército, etc.). Sus deliberaciones toman la forma de senatusconsulta.
Los primeros príncipes apenas intervinieron en el Senado, aparte de reservarse su control.
Sólo posteriormente empezaron a enviar sus propias propuestas u oratio principis.

senatus consulta  f pl  En la Roma republicana los senatusconsulta eran las decisiones del
senado, fruto de su deliberación; a partir de Augusto parece que sus disposiciones intervinie-
ron en el ius civile y puesto que el Senado se consideraba la reunión del pueblo romano, sus
decisiones adquirieron valor de ley. Los senatusconsulta eran una iniciativa del Senado y sólo
contaban con la propia auctoritas (pero no la del príncipe). A partir de Adriano prácticamente
todas las disposiciones del Senado son orationes principis, las cuales no son discutidas por esta
cámara, sino más bien recibidas y aprobadas sin introducir modificaciones.

sínodo  m  Reunión de eclesiásticos para tratar asuntos propios.

sistema jurídico personalista  m  Sistema que aplica su derecho a sus naturales y que
reconoce a las personas ajenas el derecho a regirse por el derecho propio de donde sean.

sistema jurídico territorialista  m  Sistema jurídico que, independientemente del dere-


cho propio de las personas, aplica su derecho a las personas que se encuentran en su territorio.

vulgata  f  Nombre que se da a la copia no oficial de una obra.


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