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HERNANDO: TELLEZ LUCES EN EL BOSQUE Ediciones Libreria Siglo XX BAGATELA SOBRE LA INFANCIA Los nifios jugaban sobre la fina y rubia arena de 1a playa. Desde el sitio en donde me encontraba vela sus griciles siluetas, casi desmudas, proyectadas con- ca [a brillante linea del agua, Me Megaba, confuso, cl rumor de sus palabras y de sus risas. No podia cscernir el sentido de las frases y de tas exclama- siones, pero intuia en ese vaga_misica verbal, el cute sentido, In alegria de vivir, de existir, de correr bajo el sol, sobre Ia dorada superficie de uaa playa, en una mafiana de inmaculadas claridades. Yo pensaba: qué delica volver a ser nifio, pero con Ja Coaciencia plena de serlo, de saber que se es nfo, (Pero es exacta In teoria de los hombres segin la ‘ual resultarfa inobjetablemente adscrita a Is infan- fda una especial sensicién de felicidad? He ah{ un lprave misterio, uno de los muchos misterios de Ja corstencia humana, cuya clave no se conoce. “Yo fui - 197 tun niffo pobre y feli2”, afirma un testimonio. “Yo fui un nifo triste, desolado y melaneslico”, afirma otro. “Si me fuera dable volver a vivir, jamis tor narfa a ser nifo”, enuncia otro. La serie de los testi monios coatradictorios no concluye. André Gide y Rousseau declaran para su propia infancia un inson- able abismo de pequefas monstruosidades. Amiel denuncia la terrible obsesién de Ja timidez, prema- turamente descubierta por su capacidad introspectiva desde los primeros ails de la vida. Proust, la mor- bose angustia de su corazén, de todos sus’sentidos, ante la posiilidad de que tina sola noche siquiera falle el beso materno, viitico de amor, insustituible para el viaje del suefio. Stendhal, el horror, Ia re- pugnancia fisioldgien de que el padre, odiado con toda Iz fuerza del alma infantil, Io tome en brazos y le acaricie las mejillas No existe, pues, una norma, un camino para llegar a la verdad sobre Ia supuesta o auténtica felicidad de los nifios. Acaso son menos felices de lo que su- ponen los adultos y de lo que aconseja Ia pedagogia que deben serlo, Y, tal vez, menos infortunados también de lo que se ha considerado siempre que son os humillados y los ofendidos. En el curso de Ja existencia los hombres olvidamos Smo fue la in- fancia. Y cuando nos Mega Ia prueba de tenerla fren- te nosotros mismos en el cambiante espejo de los hijos, nos hallamos desprovistos de toda medica, de toda experiencia, y nos vemos obligados a inventar tuna arbitraria ¢ ilbgica justcia para juzgar los actos, 190 las reacciones, 1a maravillosa oposicién del alma in- fantil a dejarse conquistar, colonizar y sujetar por cl criterio de los mayores Dela incancelable y técita querella entre Ja infancia y la madurez paternal sale deformado ef adolescen- fe. Hs decir, sometida su vida a un proceso de com- ppresién, determinado por las idess, los hibitos, las formas especiales de Ja existencia social que se han hecho gravitar sobre Jas almas en formacién. Se dirt que ello debe ocurrir asi incuestionablemente y que si ocurriese de otra suerte, el mundo de los humanos seria poco menos que un intolerable caos. Lo es de todos modos, pero, sin duda, y desde un punto de vista que toca con el orden de las sociedades, Ia cues- tidn se resuelve en favor de la tirania de los mayores sobre los menores, de los padres sobre los hijos, de Ia vejez sobre Ja infanci Empero, no podra negarse que en dicho proceso, los ertores, las intiles cruldades, ls equivorscio- nes itreparables abundan mis, mucho més, que los aciertos. El alma infantil es un instramento muy di- ficil de pulsar con mano diestra. Qué torpeza y qué rusticidad de salvajes acusan los hombres ante el es- pecticulo de la infancia, El nifo ve el mundo fisico y, desde luego, ef llamado mundo moral, bajo otra Iki, con otras dimensiones, con un misterioso y mi- ‘cd criterio que los hombres no entienden. La abso- Tuta perplejidad ante las cosas que van Henando sus vidas de secretas resonancias para Jas cuales $0- mos sordos, irrevocablemente sordes, nos produce 30 - ininto contra lx disciptna razonable. Pero toda i | | ‘una incoercible desazén. Qué estara viendo ese niifio: fn la gota de agua, viajera sobre el esquife de una fancia esta Ilena de pequefios dramas ‘rueles, basados foja? sti viendo el mundo, el mundo todo eh sv fan et Ponca Gel alma alta para entendet t i) aravillose complejidad: los continentes, Jos ocfa- significado, la importancia, ‘eventualmente decisiva, Hi\\ ‘nos, Jos paisajes de nieve, las colinas de inmarcesible fon que para un nifo se presents determinada cues- ih aly vana y desdefiable } eran, iso guponemos. Pero el mundo que adic Hon, calficada de insustanc por’ las gentes mayores, Tod Ie soterrada fuerza Wen fos ojos infantis a través de Ja gota de agus, ad fo sno ee parece al mundo de los adultes, a este Bo ic del “David Copperfield” de Dict petilo de exacts limites geograficos, determinado Seaman demostracion objetiva de ese conflict, En ] JF acotado por los eart6grafs, ensangrentado por is ica en Ge Dostoyevsky, “Un adolescents a | Yate hollado por lx planta del hombre, martfc problema planteado no es precsarente el de Ie in- H\) do por las miquinas de detrucién. Es un mundo Proemero en el alm del atormentado Prone i Tae rertenece al sistema planetario del “surreal fare Ey ume prolongacién pscolbgics de las Ti HY) tho” infantil, més cercano de los suefios que de la Gjones tipicas de In edad infantil, ¥ por e80, precist- MM Toes realidad de la tierra, proximo o tl vez gemelo mas enigmatico y agobiador. i Er prodigioso cosmos de papel de Walt Disneys 0 Fe ee tabloso mundo de azogue y de cristal que ‘Alica” descubrfa en el fondo de los espejos. {Lo mejor dela infancia es la arbtrasiedad, In ine~ fable, ln podtie arbitrariedad del juico para enten- der In vies para apreciar las cosas y para compor. tee nel mundo. Por desdicha, esa arbtreriedad rendida ni-valorada, Las leyes de los ro es bien comp: Mayere establecen na logics correcta, pero terrible, mente, el e2s0 se fornia ‘con esplendo- mayors Tel nifo se encuentra en desicuerdo sis- EE por une penn, con cutnauralmente, El caudal de los conflicts ane daridad, sin Poe vans rezone al mando | Tmonos espectaculares, pero mas hondos y dolorosos nora aa pera delaras ot pace atoms en la primera época de Ie vide, fluye de esa desaco- imadién, Afirman de la misma mancray 6 prodigiost ooragn inexorable entre el mundo de los mayores nacion, ryan persona. oun juguet por un 0, pet tnundo, de Tos ios. No es exto un enjuiine term go de mary Pr evil = a at- Li= tefacto, resto de un nanfragio de cosas doméstins, por un perro de ojos tristes y de estampa maltrecha, Por un gato envejecido y eojo, por una piedretilla rminGscula cuyos hostiles bordes se han ido suavi. zando al roce de las caricias entre las manos incan sables, Los nifios aman el viento y la luvia, Ia tierra ‘mojada, el agua que brota y salte en los estanques piiblicos,el sol y el cielo, la yerba, los Arboles, Ia luz, Jos colores, todo el universo real y todo el universo irreal de sts suetos Pero no tendria suficiente gracia cautivadora que amaran todo esto, y mucho més, si no proclamaran ese amor con las’ més sencillas 'y eficaces palabras que jams se hayan ofdo de labios humanos. Escu- chad un momento, con cindido desinterés, cual. quiera narracién infantil sobre el mundo y las cosas ue lo pucblan y Jos hechos que en ese mundo ve la extraordinaria dptica de los niios. Qué portentoso poder genético alimentan las pal Ja descripcién verbal de las cosas! Sobre Ia playa va cayendo, implacable, el sol del verano. Ahora recuerdo que estas divagaciones han centretenido en otro tiempo mi espfritu, mientras se- guia con los ojos el juego de unos nifos, frente al ‘mar, Ese mar era el mar Mediterrineo, Ia ruta azul de Ulises, el Liquido espejo por donde eorran aus svenrurs Tos fis y tos gal les romance egos. Toda Ia historia del mundo ha pasido, sreges Pott por ea ondulada y musi orient de agua que humedece con mil invisible Jenguas de sai'y de espuma el pequefo torso desnudo de Jos nion. Si, Toda la historia del mundo ha pasado por {hi y a ido entregando tuna parte de st sereto, Pero ste eaquivo secreto de Ja infancia, la clave de la alegria y_del podido descifrarla? |] dolor de esa edad, gquién ha ‘humana, y Ja piel se hace tibia, més rubia y transpa- rente al’ golpe de esta vara de oro impalpable . i Pongamos punto final 2 la meditacin sobre el amor y sigamos mirando, mirando esta pequefia maravilla ue es la imagen de una bella mujer. BAGATELA SOBRE EL OLVIDO En medio de Ia silenciost catistrofe de los ao, el olvide progrest, avanza, invade inmensos y pro- fundos tetrtorios del alma, Isla suya ‘una marea j implacable, ten, perstente que cubre cada ver i } fon mayor sgl y predsiOn capas y sicesos, pala- | tras y nombres, amores extinguidor, desvanecidos rostros de amigos, de seres amadoa con locara sin | partum lejano dia de la exstencia, “Cémo era, Dios j Ino, eémo eva”, podemos repetir una y otra Yer i © cone verso de Juan Ramin Jiménez. ¥ no halle \ remos tina respuesta fel a a demanda angustiosa de I Jn concenca en busca del pasado. El imperio del alvido resulta absoluto y deepétco, piadoso y cruel | fl mismo tempo. Ese antigo amor cuya graciaper- fam unos aos de le vida y cuya interna lama ilu- i mind el espirta, cémo ere, cdmo fc, qué impon- Gerables ycutles agentes de atraccin cautivadora ves - ‘ - w= } puso en juego para que tal manera crstalizara en el fondo del alma? No sabemos, no recordamos con exactitud las caracteristias del’ pretérito proceso in- terior; apenas con desencantada curiosidad aleanza- ‘mos a entrever en 1a confusa niebla de los afos, un rostro de mujer, el matiz. vagamente luminoso de unos cabellos, as letras de un nombre, y, acaso, muy de lo hondo del sbismo cavado por el olvido, nos Hegue el nostalgico acento de unas frases en las cuales busc6 expresarse, a sw hora, el amor olvidade, Y nada més. Aquella pasién, de It cual prometimos y juramos, una y otra vez, que seria incorruptible mientras In vida animara nuestros cuerpos, y eterna ¢ inmortel porque no prevaleceria contra ella el im- perio de la muerte, desaparecié también en el olvi= do, De sti gallarda forma no quedan sino las fri- giles briznas del recuerdo, transformado, gracias al prodigioso auxilio del tiempo, en una memoria ins completa, endtica y oscura no obstante, SS. impasibles sin que ef Animo se conturbe. rain de los muerte, al eulto de las tumbas, una nocidn de estimulo moral, va im- plicita una arbitrariedad de concepto: 1a de que el Golor se renuieva con el recuerdo y solamente gracias al dolor puede subsist el afecto por lo perdido, Bl Fecuerdo no desta el dolor sino eventual y Hmita- damente en el tiempo. La pena se extingue, se Li da mucho antes de que desiparezca el recuerdo: Un dfa cualquiera nos damos cuenta de que podlemos pensar en los muertos amados sin mezclar a ese pen- Samiento un dtomo de dolor; podemos pensar en ellos con alegria; podemos recordarlos con jtbilo, podemos, inclusive acordarnos de que nuestro co- raz6n los adord y de que nuestros ojos los Horaron al ser intnoviliados por ly muerte ene eso ign Titario de la tierra; pero sin que de nuevo, como en su dia y en au tiempo, ese recuerdo haga desbordar de los eauces recéndites del alma las aguas salobret de Ia amargura. Una de las Jeyes sustanciales de Ia vida es Ia del olvido, y ella consiste en que unr pena que juzga~ fnos soporablee infinity se cambi, al golpe de Ios afios, en soportable y finita, en que un amor que juzgamos eterno y cuya pérdida crefamos iba acausar al desastre de nuestra vida, perezca, y al perecer deje intacta 1a posbilidad de una dichosa existencia, cn que el odio y Ia envidiay la ambicién de riquez, de poder, de gloria, de dominio, que pudieron con turbarnos y poseernos saténicamente, se transforme en indiferencia, en magnanimidad, en suave tem- planza del espfritu y de la carne, Por virtud de la inexorable ley del olvido podemos preguntarnos al- gin dia con el mismo acento de melanclies incon. Pt Desde luego, el olvido no progresa sino sobre el tertorio del paso, Ee una funcén dela cone: cia que actia sin deiiberaciin sobre el pretérito de Jn vida, Ee el bello poema de Tennyson, el pocta cexclama: ‘jh la muerte en la vida, oh los dias que fueron!” La muerte en la vida: he ahi la més exacta definicidn de lo que es olvido. Vamos desfalleciendo cn cada vuelta del camino, vamos naufragando un poco en cada hora que pasa, no exactamente porque Ja energia vital nos abandone, sino porque en lo in- terior, el olvido progresa, extiende su dominio, nos forma imenuibles «todos los elimulos ant guos y lejanos, {Pero seria soportable la vida sin la complicidad del olvido? Acaso Ia mejor garantia conta el dolor se halla ent milagrosscondiién de la criatura humana para olvidar. La experiencia de Jos hombres no se funda en el dolor, y at lo de- -170- muestra Ia historia personal de las gentes y Ja his- toria general de Iss sociedades. Si en el dolor se Fundara, el mando acaso habria conseguido extirpar de su seno ese mismo dolor o cuando menos, amino- rar su trgico peso. La experiencia humana se apoya especialmente sobre cl placer, porque el placer no extingue su huella en la conciencia, en el recuerdo, con la espléndida faclidad del dolor. Las penas son como frigil vilano que el soplo de los afis dispersas el sentimiento de la alegria y de la dicha, ain des- pués de que las alegrias y dichas han pasido, puede Tenacer, restaurarse en una transitoria evocacion. dolor es poco lo que enseitz, ¥ poco, muy poco lo que tnriguect el tesoro de la experiencs, de fx conducta moral. La garantiz de los sentimientos no radica en Ta certidumbre de que Ia infraccién a sts normas na~ turales, crea, a la postre, dolor y amargura, sino en In creencia de que la fidelidad al sentimiento es por isola una fuente de satisfacciones y de placeres. Pero se diri que las relaciones entre los senti- mientos y el olvido son singularmente dificles y complicadas, lenas de azar y de contradicciones. Ea rigor, es asf. Y no podria ser de otra manera. El ol- vido renueva a ilusién del sentimiento, y es, en verdad, el imbito desde donde se dispara Ja flecha invisible hacia el futuro, hacia los ciclos desconoci- dos del amor, de la amistad, de las inéditas conquis- tas y sitisfacciones. Si el olvido no brindara a los hombres esa especie de gentl finiquito que extiende sobre los hechos pasados, nada podria emprender ue Hevara en sel impetu de una creacién, La mara: villa del mundo es sélo posible porque el olvido trabaja con eficacia imponderable en el corazin ‘humano. No nos defendamos del olvido, no tratemos de dominar con la involuntaria resurreccién del recuer- do, su fuerza inextinguible. Pensemos que sin el pia- doso olvido que cubre las eenizas de tantos amores, de tintas tumbas abiertas en Ia entratia de Ia tierra yen el fondo de los corazones, la vida resultarfa luna initil e insoportable tortura. Ala condicién hu- mana aparece adscritz por designio natural, la capa- cidad de renovacién, de restauracién del complejo tuniverso de los sentimientos, en el cual hay una siege constante y un florecimiento continuo, una ruina diaria_y una reconstrucciOn sistematica, Esa perentoria inestabilidad explica cuinto hay de im- previsible en la expresién y en el sentido de Ia con- ucts, pero asegura, al mismo tiempo, la posibilidad de sobrevivir 2 las insumerables catistrofes.senti- mentale, - BAGATELA SOBRE LA SOLEDAD 1a invasin de In soledad empieza realmente para Ja vida cuando en torno nuestro se van apagando Jas votes amadas y del cfrculo de muestra accion y de nuestro afecto se alejan, se distancan en el tem- poy en el espacio ro Tae Teyes de la vida humana dis- = raver sire aveson age, sobre nuestros afectos, y desarman y dispersan ese idea fesquema de los” sentimientos. De un dia para otro, sin tomar cuenta inmediata ‘AND! Sus-

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