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Salmo a la Naturaleza Perfecta

Sohravardi

Tú, mi Señor y Príncipe, mi Santo Ángel, mi más preciosa y amada quintaesencia


espiritual, Tú eres mi Padre y mi Madre, el Sol y la Luna, Tú eres quien me alumbró en
el Espíritu y el Hijo que mi Espíritu alumbra. Por concesión divina estás dedicado al
reinado de mi persona. Tu eres aquel cuyo fervor intercede por mí ante la Corona de
Dios, Luz sobre Luz, para reparar mis deficiencias. Tú que estás vestido de la más
resplandeciente de las luces divinas, Tú que resides en la cumbre de los grados de
perfección, te ruego, a través de Aquel que reina sobre Tí con nobleza sublime –que
sobre Tí derramó tan grandiosa efusión de gracia– precioso y Único: manifiéstate a mí
en la más bella de las epifanías, muéstrame la luz de tu rostro resplandeciente, sé para
mí el mediador ante la Luz de las Luces en la efusión de la Luz Sinaítica de los secretos
místicos. Aparta de mi corazón la tiniebla de los velos. Este es mi salmo en el nombre
de Aquel que clamó sobre Ti y discurre sobre Ti. Yo los invoco y llamo, Poderes y
sublimes Ángeles espirituales, ustedes que son la sabiduría de los gnósticos, la
sagacidad de los visionarios y el conocimiento de los sabios. Escúchenme y aparezcan
ante mí, acérquenme a su magisterio. Guíenme con su sabiduría y protéjanme con sus
poderes. Háganme comprender lo que no comprendo, percatarme de lo que no me
percato, y ver lo que no veo. Quítenme los peligros que acechan en la ignorancia, en el
olvido y en la dureza de mi corazón, a fin de alcanzar los grados de los ancianos sabios
y los profetas inspirados, en cuyos corazones la sabiduría, la intuición, la vigilancia, el
discernimiento y la comprensión hicieron su morada permanente. Que para siempre
vivas en los recónditos intersticios de mi corazón y nunca jamás te separes de mí.

Aumin.

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