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Instrucciones:
a) Duración: una hora y treinta minutos.
b) Ha de elegir una opción.
c) Indique, claramente, al comienzo del examen, la opción elegida.
d) La calificación máxima de cada una de las cuestiones es la siguiente: primera, dos puntos; segunda,
cinco puntos; tercera, tres puntos.
1) Descripción del contexto histórico-cultural y filosófico que influye en el autor del texto elegido.
2) Comentario del texto:
Apartado a) Explicación de las dos expresiones subrayadas.
Apartado b) Exposición de la temática.
Apartado c) Justificación desde la posición filosófica del autor.
3) Relación del tema elegido con otra posición filosófica y valoración razonada de su actualidad.
Opción A:
B: “Y si se acordara de su primera morada, del tipo de sabiduría existente allí y de sus entonces
compañeros de cautiverio, ¿no piensas que se sentiría feliz del cambio y que los compadecería?
- Por cierto.
Respecto de los honores y elogios que se tributaban unos a otros, y de las recompensas para aquel que
con mayor agudeza divisara las sombras de los objetos que pasaban detrás del tabique, y para el que
mejor se acordase de cuáles habían desfilado habitualmente antes y cuáles después, y para aquel de
ellos que fuese capaz de adivinar lo que iba a pasar, ¿te parece que estaría deseoso de todo eso y
envidiaría a los más honrados y poderosos entre aquéllos? ¿O más bien no le pasaría como al Aquiles
de Homero, y «preferiría ser un labrador que fuera siervo de un hombre pobre» o soportar cualquier
otra cosa, antes que volver a su anterior modo de opinar y a aquella vida?”.
(Platón, República, Libro VII).
Opción B:
La segunda es la que se deduce de la causa eficiente. Pues nos encontramos que en el mundo sensible
hay un orden de causas eficientes. Sin embargo, no encontramos, ni es posible, que algo sea causa
eficiente de sí mismo, pues sería anterior a sí mismo, cosa imposible. En las causas eficientes no es
posible proceder indefinidamente porque en todas las causas eficientes hay orden: la primera es causa
de la intermedia; y ésta, sea una o múltiple, lo es de la última. Puesto que, si se quita la causa,
desaparece el efecto, si en el orden de las causas eficientes no existiera la primera, no se daría tampoco
ni la última ni la intermedia. Si en las causas eficientes llevásemos hasta el infinito este proceder, no
existiría la primera ni habría efecto último ni causa intermedia; y esto es absolutamente falso. Por lo
tanto, es necesario admitir una causa eficiente primera. Todos la llaman Dios.
(Tomás de Aquino, Suma Teológica, I, cuestión 2, artículo 3).
Ediciones SM
ANDALUCÍA / HISTORIA DE LA FILOSOFÍA / JUNIO 12 / EXAMEN RESUELTO
RESPUESTAS:
Opción B:
La segunda es la que se deduce de la causa eficiente. Pues nos encontramos que en el mundo sensible
hay un orden de causas eficientes. Sin embargo, no encontramos, ni es posible, que algo sea causa
eficiente de sí mismo, pues sería anterior a sí mismo, cosa imposible. En las causas eficientes no es
posible proceder indefinidamente porque en todas las causas eficientes hay orden: la primera es causa
de la intermedia; y ésta, sea una o múltiple, lo es de la última. Puesto que, si se quita la causa,
desaparece el efecto, si en el orden de las causas eficientes no existiera la primera, no se daría tampoco
ni la última ni la intermedia. Si en las causas eficientes llevásemos hasta el infinito este proceder, no
existiría la primera ni habría efecto último ni causa intermedia; y esto es absolutamente falso. Por lo
tanto, es necesario admitir una causa eficiente primera. Todos la llaman Dios.
(Tomás de Aquino, Suma Teológica, I, cuestión 2, artículo 3).
1) Descripción del contexto histórico-cultural y filosófico que influye en el autor del texto elegido.
Tomás de Aquino (1224-1274) nació en Roccaseca, una aldea próxima a Aquino, en el sur de Roma.
Desde los cinco años estudió en el monasterio de Montecassino, ya que en estos años la enseñanza se
practicaba en las escuelas monacales, episcopales o palatinas. A los 20 años ingresó en la Orden de los
Dominicos, y un año después se trasladó a París para continuar sus estudios. De 1248 a 1252 estudió
en Colonia, siendo discípulo de Alberto Magno quien lo fue induciendo hacia el aristotelismo. Tras
graduarse en París, su actividad docente e investigadora se repartió entre esta ciudad y diversos lugares
de Italia. En París desarrolló una intensa labor intelectual, acosado y en continua polémica tanto con los
averroístas como con los franciscanos agustinistas. Los enfrentamientos se producen porque hasta el
siglo XIII había predominado la influencia de Platón, especialmente gracias a San Agustín, por ello la
llegada de la filosofía aristotélica fue un acontecimiento que revolucionó la cultura occidental, sobre
todo París, entonces el centro cultural más importante. El aristotelismo averroísta apoyaba, entre otras
teorías, la de la doble verdad, un intento de defender la autonomía de la razón frente a la fe, por lo que
la Iglesia mantuvo una actitud hostil frente a este. El aristotelismo tomista, en cambio, considera
inadmisible la doble verdad aunque mantenga que los campos de la razón y la fe son distintos.
La filosofía tomista lleva a la escolástica cristiana a su auge, en el siglo anterior ( S. XII) se había
producido un período de formación en el que destacaron San Anselmo y Pedro Abelardo, y un siglo
después de Santo Tomás, en el siglo XIV, se produce la decadencia de la escolástica con Guillermo de
Ockham. Tal como se ha comentado, todos los filósofos cristianos están inspirados por el agustinismo
neoplatónico y el aristotelismo y son fundamentalmente teólogos, es decir, buscan la fundamentación
racional de aquello que previamente aceptan por la fe, por esto, todos tienen la preocupación de
conciliar la reflexión racional con la teología. Algunos de ellos, especialmente Tomás de Aquino,
contribuyeron de forma decisiva a la autonomía de la razón al señalar diferentes campos de
conocimiento. Los temas más importantes y comunes en todos estos filósofos son el tema de Dios y su
demostrabilidad, la distinción entre Dios y los seres, el hombre, la naturaleza del entendimiento y el
problema de los “universales”. Tomás de Aquino aborda, además, la relación entre la fe y la razón con
el objetivo de mostrar que las creencias cristinas no son contrarias a la razón, sin embargo, este tema le
ocasionó continuos problemas con el papado que defendía la postura oficial y más tradicional de la
Iglesia.
El conflicto que se originó entre las posiciones tomistas y la doctrina oficial de la Iglesia era un reflejo
de lo que ocurría también a nivel político durante los siglos XIII y XIV entre el papado y los
emperadores. El papa de mayor peso durante la vida de Tomás de Aquino, Inocencio III, apoyó las ideas
cesaropapistas que veían en la Iglesia la única institución capaz de establecer un Imperio cristiano.
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ANDALUCÍA / HISTORIA DE LA FILOSOFÍA / JUNIO 12 / EXAMEN RESUELTO
Estas ideas chocaron frontalmente con las de algunos emperadores, como Federico II, que optaban por
la constitución de un Imperio cristiano de carácter político, al que se sometiese la Iglesia. Tras la muerte
de Tomás de Aquino, este conflicto continuó hasta dar lugar, ya en el siglo XIV, al Cisma de Avignon,
donde la cristiandad convivió durante cerca de 70 años con dos papas.
3) Relación del tema elegido con otra posición filosófica y valoración razonada de su actualidad.
El tema del texto propuesto es la demostración de la existencia de Dios que Tomás de Aquino realiza
partiendo de la experiencia sensible, en esta segunda vía de la causalidad, planteando a continuación la
imposibilidad de llevar ese razonamiento hasta el infinito, y concluyendo con la necesidad lógica de un
primer principio que dé razón de la experiencia de la que ha partido.
Este tema, la demostración de la existencia de Dios, ha sido tratado antes y después de Tomás de
Aquino por otros filósofos. San Anselmo de Canterbury, abad benedictino de principios del siglo XI,
utilizó el conocido argumento ontológico tratando de probar la existencia de Dios a partir de la misma
idea de Dios: “Todos los hombres, incluso el que no cree, tiene una idea, una definición de Dios: un ser
tal que es imposible pensar otro mayor que él”. En esta definición está incluida la existencia, de lo
contrario se podría pensar en otro ser, igual que el anterior pero que existiese, con lo cual ya sería
mayor que el anterior y, por ello, habría una contradicción en la definición (“imposible pensar otro
mayor”). Este argumento fue rechazado por Tomás de Aquino aduciendo que se produce un salto
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ANDALUCÍA / HISTORIA DE LA FILOSOFÍA / JUNIO 12 / EXAMEN RESUELTO
ilegítimo del orden lógico al orden natural, ya que si partimos de la definición de Dios sólo podemos
llegar a la existencia pensada, pero no a la existencia real de Dios. Sin embargo, el argumento
ontológico fue aceptado por los filósofos racionalistas tales como Descartes o Spinoza.
Descartes (1596-1650) parte de que la idea de un ser perfecto lleva en sí misma la existencia: como
tengo la idea de Dios, que es el ser perfecto, y éste contiene en sí la existencia, Dios existe; de este
modo también en esta argumentación se produce un salto del plano del conocimiento al plano de la
existencia, del mundo real. A partir de la concepción de las ideas innatas de infinito, perfección,
existencia y la propia idea de Dios, Descartes argumenta la existencia de Dios. La existencia y la
infinitud son perfecciones de Dios. La esencia de Dios comprende su existencia, la incluye
necesariamente, por eso, Descartes considera que no se puede concebir a Dios sin existencia. Si se
concibe que Dios es absolutamente perfecto e infinito, esta idea no puede proceder del ser humano,
puesto que es finito e imperfecto y ésta es una idea de perfección, por ello Descartes concluye que del
hecho de que poseamos una cierta idea de un ser perfecto, es decir, Dios, se demuestra evidentemente
que Dios existe. Y ante la posibilidad de que Dios nos engañe, Descartes responde que esto no es
posible ya que esto sería una imperfección que no se puede encontrar en un ser perfecto. También
podría objetarse que podríamos equivocarnos, pero también responde Descartes que el creador no puede
habernos dado una facultad defectuosa, el error no depende de Dios, que no es falaz, sino verdadero. De
este modo, Descartes ofrece algunas variaciones del argumento ontológico para demostrar la existencia
de Dios que dio Anselmo de Canterbury en el siglo XI.
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