Veamos ahora dos conceptos
importantes:
EVANGELIZACIÓN: es la forma en que
la misión de Dios, a través de la
actividad de la Iglesia, se manifiesta en
la historia. Corresponde a toda las
acciones que la Iglesia realiza para
responder al mandato misionero. Por
ello, prácticamente toda actividad de la
Iglesia es evangelizadora o está al
servicio de la evangelización. La
Iglesia evangeliza cuando ora, celebra,
predica, enseña, catequiza, denuncia
la injusticia, es solidaria con el pobre,
perdona. Sin embargo, el aspecto más
especifico y fundamental de la
evangelización es el anuncio-kerigma.
Evangelizar no significa solamente
enseñar una doctrina, sino anunciar a
Jesucristo con palabras y acciones, o
sea, hacerse instrumento de su
presencia y actuación en el mundo
(NDE 2). En un sentido amplio,
evangelización significa llevar la Buena
Nueva a todos los ambientes de la
humanidad y, con su influjo, transformar
desde dentro, renovar a la misma
humanidad (EN 18).
KERIGMA: es el anuncio del evangelio,
a saber, el misterio de salvación
realizado por Dios en Jesús con la
potencia del Espíritu Santo a favor de
todos los hombres. Por tanto, el
kerigma es trinitario (EG 164). El
kerigma es una invitación a la
conversión
conversión, a un recomenzar desde y en Cristo.
Es una invitación para entrar a formar parte
activa de la Iglesia.
El centro del Kerigma es el misterio pascual de
Cristo, cuya eficacia sigue siendo actual en la Orientaciones
vida de los creyentes. No puede haber
auténtica evangelización sin la proclamación teológico-
explícita de que Jesús es el Señor. Esta pastorales para la
proclamación debe ser alegre, paciente y
progresiva (EG 110).
misión.
Por: Pbro. Jafeth Peytrequin Ugalde.
El Kerigma consiste en fórmulas breves de fe,
como la que se puede deducir de Pedro en el
día de Pentecostes: ustedes lo mataron Qué y por qué de la misión.
clávandolo en la cruz, Dios le resucitó y lo ha
constituido Señor (Hch. 2,23-36). La misión tiene su origen en Dios.
Es parte de la esencia misma de
El Kerigma es eficaz allí donde existe la Dios, porque “Dios es amor” (I Jn
disponibilidad docil para la cercania de Dios; 4,8), y el amor, el bien, la verdad y lo
donde el hombre está en busqueda del Señor. bello se comunican (Cf. EG 9). La
Una vez que el hombre manifiesta su
iniciativa de la misión es entonces
disponibilidad hacia Dios, la atención de Jesús
de Dios, quien nos ha querido crear
por él le llega al corazón y, después, el
y comunicar su infinito amor.
encuentro con el anuncio suscita la santa
curiosidad de conocer a Jesús más de cerca.
El fundamento de la misión está en
Este caminar con Él conduce al lugar en el que
la comunicación trinitaria entendida
habita, en la Iglesia.
como comunión en el amor. Esta
El kerigma es la base, centro y culmen de la comunión amorosa entre el Padre,
evangelización (EN 27). No es sólo una etapa, el Hijo y el Espíritu Santo es también
sino que es el hilo conductor de un proceso que el fundamento de nuestra misión (Cf
culmina en la madurez del discipulo. Toda DAp 347). La misión, decía Mons.
formación cristiana es la profundización del Vittorino
kerigma que se va haciendo carne en la vida de
los creyentes. (Cf EG 165).
Vittorino Girardi en una de las sesiones
de Aparecida es la puerta de acceso al
Misterio de Dios, y el misterio de Dios
es Amor comunional, el cual a su vez
amor misionero. La exhortación
apostólica post-sinodal Christifideles
laici en su n° 32 nos afirma: La
comunión y la misión están
profundamente unidas entre sí, se
compenetran y se implican
mutuamente, hasta tal punto que la
comunión representa a la vez la fuente
y el fruto de la misión: la comunión es
misionera y la misión es para la
comunión.
El amor es, por tanto, el motor de la
misión. El amor nos hace salir de
nosotros mismos y nos lleva a
comunicar a aquel a quien amamos.
Con justa razón el papa Francisco nos
recuerda en el n° 9 de la Exhortación
apostólica Evangelii Gaudium: El bien
siempre tiende a comunicarse. Toda
experiencia auténtica de de verdad y
de belleza busca por sí misma su
expansión, y cualquier persona que
viva una profunda liberación adquiere
mayor sensividad ante las necesidades
de los demás. Comunicandolo, el bien
se arraiga y se desarrolla. Por eso,
quien quiera vivir con dignidad y
plenitud no tiene otro camino más que
Consiga los resultados
deseados
reconocer al otro y buscar su bien. No
deberían asombrarnos entonces algunas
expresiones de San Pablo: “El amor de
Cristo nos apremia” (2 Cor 5,14) “¡Ay de
mí si no anunciara el Evangelio!” (1 Cor
9,16).
De esta manera, el amor de Dios
manifestado a todos en Jesucristo, se
hace un amor misionero, un amor que
comunica y se comunica por impulso del
Espíritu Santo.
La acción misionera manifestada así el
inmenso amor salvífico y universal del
Padre que quiere que todos seamos hijos
suyos en el Reino de su Hijo querido (Cf
DAp 348). La finalidad de la misión es,
sin duda, que todos seamos hijos de Dios
y hermanos en Cristo: El amor del Padre
nos ha sido revelado en Cristo que nos
ha invitado a entrar en su reino. Él nos ha
enseñado a orar diciendo “Abba, Padre”
(Rm 8,15; Mt 6,9) (DAp 17).
La misión no es una opción para la
Iglesia, sino que ella es misionera por
naturaleza (Cf AG 2). No existe una
Iglesia que hace misión, sino una misión
que se realiza por medio de la Iglesia. La
Iglesia existe para misionar. Vivimos el
tiempo de la misión (Cf AG 9). Sin la
misión la Iglesia pierde su sentido de ser
y su identidad. Somos, por tanto, una
comunidad “en salida”, en la Palabra de
Dios aparece permanentemente este
dinamismo de “salida” que Dios quiereLa
misión
provocar en los creyentes (EG 20).
La iniciativa de “salir” debe ser
nuestra, debemos “primerear”; la
comunidad evangelizadora
experimenta que el Señor tomó la
iniciativa, la ha primereado en el
amor (Cf 1Jn 4,10); y, por eso, ella
sabe adelantarse, tomar la iniciativa
sin miedo, salir al encuentro, buscar
a los lejanos y llegar a los cruces de
los caminos par invitar a los excluidos
(EG 24).
Misionar es ante todo anunciar el
evangelio del Reino (DAp 144) y
ponerse al servicio de la construcción
del Reino en nuestro continente (DAp
33. 548) para hacer nuevas todas las
cosas (DAp 131). El hilo conductor de
toda esta acción es el kerigma, y el
eje del kerigma en el documento de
Aparecida es el Reino de Vida. El
mensaje del Reino es un mensaje de
vida y a su vez fuente de vida: el
contenido fundamental de esta
misión, es la oferta de una vida plena
para todos (DAp 361): Jesús es
Camino, Verdad y Vida (Jn 14,6) y ha
venido al mundo para que todo el
que crea en Él tenga vida (Jn 3,16).
La misión, es así, para comunicar la
vida, porque la vida crece dándola
(DAp 360).
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