Vous êtes sur la page 1sur 18

Meditaciones Sobre el Bien Y el Mal

Sucede que muchas veces nos encontramos con personas que afirman que no puede
existir un Dios bueno y benévolo, habiendo tanta miseria e injusticia en el mundo. De hecho, la
evidencia de la miseria humana y del mal en el mundo es muchas veces algo que nos lleva
naturalmente a cuestionarnos cómo es posible que exista una divinidad bondadosa y piadosa
como nos la presenta nuestra tradición cristiana. Parece, más bien, que aquello que se dice de un
Dios bueno no es sino una falsedad, porque uno se pregunta entonces por qué existe tanto mal y
tanta injusticia, y sobre todo uno se pregunta cómo es posible que ese mal no sea reparado de
inmediato por un Ser Todopoderoso como Dios. Y en este esquema de pregunta y duda sobre
Dios, uno se termina por preguntar si existe realmente Dios.
Este es un tema que no se nos ha pasado por alto, y también es una situación en donde
se nos hace difícil recurrir a la fe en busca de respuestas porque tener fe en la oscuridad de
nuestra ignorancia no auxilia mucho a una mente necesitada de respuestas de orden más
científica. Si bien es cierto que la fe posee un importante poder psicológico para dar esperanza n
situaciones que descorazonan, no es suficiente en sí misma para responder a la duda
fundamental de por qué existe el mal en el mundo y cuál es la razón de la injusticia en el
mundo.
Esto nos pone en el camino de una búsqueda que es distinta pero complementaria a la
fe, porque si bien la fe nos provee de la fuerza espiritual de esperar lo bueno para el futuro, no
nos garantiza la ciencia del bien y el mal; es decir, no nos garantiza ningún conocimiento sobre
el bien y el mal o la justicia ni cómo funciona realmente. Lo que buscamos es saber: encontrar
una respuesta, una ciencia que nos libere de la duda y que disipe la ignorancia sobre este tema
tan controversial que no deja de afectar la mente humana en su búsqueda de significado
existencial.
¿Qué es el mal? ¿De dónde viene? ¿Por qué acontece la injusticia? ¿Cómo podemos
evitarlo en nuestra vida y liberarnos del sufrimiento? Éstas son preguntas fundamentales para
cualquier persona que busca la Verdad, pero no es posible responderlas mediante un culto de fe
como el que nos ofrece nuestro culto religioso occidental tal como lo conocemos. Y no es que
las respuestas no se encuentren en las Escrituras de la Biblia, por ejemplo, sino que casi nadie
las busca. Para ser del todo realistas debemos decir que en lugar de buscar una respuesta a estas
cosas, la mayoría de las personas prefiere una vía fácil y cómoda que no requiere mucho
esfuerzo intelectual propio, y esa vía se sostiene de buscar la comodidad y la complacencia en
un "ya sé por qué" en lugar de buscar la Verdad. Y esa comodidad, o mejor dicho pereza
intelectual, conlleva un error que es el "ya sé". Lleva a un error muy general en donde se sacan
conclusiones muy pobres y en todo sentido falsas sobre lo que es el Bien y el Mal, la Justicia y
la Injusticia, Dios y la negación de Dios.
Por ejemplo, uno de los argumentos más comunes para negar la existencia de Dios es la
evidencia de injusticia, sufrimiento, y mal en el mundo. Pero sucede también que dicho
argumento, cuando se escrudiña con ciertas preguntas razonables, no es sino un argumento que
deviene de una asociación de ideas mecánica y carente de lógica. En especial, de lo que carece
esta afirmación es de meditación e introspección propia, porque si decimos que Dios no existe
porque existe sufrimiento y miseria en el mundo, entonces se da por sentado de que si Dios
existiera, no existirían entonces ninguna de esas cosas malas, porque la divinidad, siendo
Todopoderosa, no lo permitiría. Así nos encontramos en seguida con un razonamiento que en
realidad no tiene sentido y que retrata muy bien la pereza intelectual contemporánea, pues se
pretende que Dios repare todo daño del mundo sin que uno haga nada. Se presume que Dios es
una entidad que debería corregir todo el mal del mundo sin que el ser humano, con voluntad
propia y libre albedrío, realice ningún esfuerzo. Y vale notar en este pseudo-razonamiento, que
lo mismo se pretende, no solo de Dios, sino del gobierno, del estado, o bien de cualquier figura
autoritaria: que nos solucione nuestros problemas.
Podemos detenernos un momento para contemplar la realidad actual de que esta
presunción de que otro nos solucione la vida y nos libere de los problemas se ajusta muy bien a
la actual crisis social en el mundo, puesto que el vulgo, en su mayoría pretende que las
autoridades del mundo brinden soluciones mágicas a los problemas que tenemos y a los
sufrimientos que padecemos. Y si bien esta ilusión de ignorancia sirve a muchos políticos para
encantar al pueblo con soluciones mágicas que evidentemente nunca se cumplen, también es
una puerta abierta al engaño de las publicidades y propagandas más burdas que prometen
bienestar y felicidad con la adquisición de algún producto novedoso.
Lo cierto es que aquí hay un problema de ignorancia acerca del Bien y el Mal, una
incomprensión acerca de estas funciones que se ajusta dentro de un esquema moderno de
pretender soluciones externas a problemáticas internas. Como nuestra vida moderna se basa en
una actividad externa frenética, la vida interna carece de contenido y está desbalanceada. En una
palabra, el ser humano está constantemente buscando el Bien y el Mal afuera de sí mismo:
busca la causa de su sufrimiento o Mal en un fenómeno exterior y ajeno a su persona: en un
objeto. Y lo mismo sucede en cuanto al Bien: busca la solución al Mal en algún objeto externo,
pero jamás busca dentro de sí mismo. Y así sucede que el ser humano pretende reformar todo lo
externo: gobierno, política, economía, familia, pareja, trabajo, educación, etc., con la idea fija de
que al lograr articular y reformar los sucesos exteriores ha de encontrar un Edén o un Paraíso
terrenal en donde no se sufrirá más y habrá prosperidad y bienestar.
Vale notar aquí que la ideología moderna de "dominar la naturaleza" y alterar el curso
natural del mundo no nace ni se lleva a cabo de la manera que lo vemos cotidianamente sin que
exista esta confusión primaria y fundamental en el ser humano: en una palabra, la ilusión de que
va a encontrar la prosperidad y la ausencia de sufrimiento en cuanto termine de reordenar todo
lo que lo rodea. Esta ilusión, no solo ha propulsado al ser humano en una búsqueda brutal de
explotar los recursos naturales del planeta de una manera horrorosa, sino que también tiene un
efecto hoy contrario y opuesto de "salvar la naturaleza": de "salvar el mundo".
El ser humano moderno se ha volcado a una actividad exterior frenética con una ilusión
mental como base: que ha de reordenar el mundo externo para lograr su bienestar. Ha fijado en
esa ilusión una base ideológica que identifica el Mal con un objeto externo, a saber, "las
hostilidades de la naturaleza" y con eso se ha ideado que la naturaleza en sí misma es su
"depredador", su diablo que le priva de bienestar. Y así el ser humano moderno se ha volcado en
una empresa de reordenar el mundo cuyas consecuencias son evidentemente nefastas, porque
ahora sucede que la sociedad moderna es en sí misma una jungla artificial que es realmente
mucho más hostil que la jungla natural. Y no estamos hablando de una hostilidad que amenace
con destruir su constitución física, sino de una jungla artificial que se esmera en preservar su
materialidad, pero con el costo de significarle una tortura psicológica.
Esta inestabilidad psíquica o malestar en la cultura moderna tiene que ver con
encontrarse el ser humano llevando adelante una vida mecánica destinada a preservar su
supervivencia. Y sucede que el malestar no nace de no poder comer o refugiarse de la
"hostilidad natural", sino de no poder encontrar ningún significado en su vida. Tiene mucho más
de lo que necesita para "sobrevivir", pero eso no le basta para encontrar la satisfacción. Esa es la
realidad moderna. Ese es el problema moderno humano.
Este es un problema psíquico, no uno físico; y en verdad sucede que el drama humano
siempre ha sido un problema de carácter psíquico en lugar de ser un problema de "sobrevivir"
buscándose el sustento físico. El ser humano no necesita mucho para sobrevivir, y bien sabemos
que las "necesidades" de las que se habla cotidianamente no son sino necesidades psicológicas,
porque de no ser así no existiría una sociedad de consumo como la nuestra. El consumo
frenético en nuestra sociedad no sería posible y tampoco económicamente viable si el ser
humano no estuviera en una condición de permanente necesidad psíquica, porque lo que invita
al consumo de "bienes", ser-vicios, propiedades, y objetos materiales es un apetito psicológico,
una necesidad, un anhelo, una sed.
La Sed
Así llamó el Buda, Gautama Siddhartha nuestro apetito psicológico: tanha (sed).
Siddhartha enseñó a sus discípulos a vivir con la sola posesión de un vestido y un bolde o tazón.
Eso es todo. Para una mente moderna, con ideologías o asociaciones de ideas modernas, vivir
así es una locura. La idea que surge inmediatamente es de miedo: miedo a no poder sobrevivir, a
"morirse de hambre", a ser atropellado por las bestias en una jungla humana. Esta renuncia al
materialismo representa para nosotros una amenaza de muerte. La renuncia que hicieron los
discípulos de Jesús representa una amenaza de muerte; la renuncia que Krishna enseña a Arjuna
en el Bhagavad Gita representa, para nosotros una amenaza de muerte. La renuncia que
proclama el Jainismo, el Islam, o un sabio Hopi norteamericano: eso es una amenaza de muerte.
Lo que pasa es que tenemos miedo. Tenemos miedo de morir de sed, de hambre, pero
esa sed y esa hambre no es física, sino psicológica. Esa es una realidad a la cual está
despertando el mundo moderno: que en el fondo, nuestra posesión no es de cosas materiales,
sino que estamos poseídos por el miedo. Por eso intuimos que no somos en realidad libres, sino
esclavos: prisioneros de "un sistema". Como ésta intuición es inconsciente, el problema o Mal
en sí mismo no es consciente: no se identifica realmente sino que se proyecta en un objeto
externo mediante esa fabulosa habilidad de exteriorizar todo que caracteriza a la mente
moderna. Se proyecta en teorías de conspiraciones: de cómo nuestro Mal es en realidad una élite
bancaria, una agencia secreta de gobierno, núcleos terroristas islámicos, una corporación
multinacional, etc. Siempre es un fantasma cuya identidad es difícil de ubicar y hay personas
que creen saber la realidad o haberse despertado como de la matrix por reconocer fantasmas.
Por "saber" que es "el sistema". El sistema del que están hablando no lo conocen, sin embargo,
quienes abogan por conspiraciones del hombre contra el hombre, porque no conocen la Ciencia
del Bien y el Mal que explica cómo funciona "el sistema".
El ser humano moderno está hipnotizado: existe en un trance psicológico de apego a sus
posesiones. Está poseído, y busca deshacerse de ese estado mediante la adquisición de
posesiones materiales, cuando aquello que quiere poseer en realidad es la Libertad, una libertad
que le permite ser y existir sin miedo, sin sufrimiento.
Este drama humano existe desde siempre: el juego de la vida existe desde siempre.
Existen diferentes contextos históricos en donde la humanidad ha vivido este proceso de
despertar. La antigüedad, por ejemplo, es un período en donde la humanidad vivió también
poseída; empero, tenía a disposición una riqueza de recursos con los cuales podía librarse de su
estado hipnótico. Ese recurso para su liberación, naturalmente, es aquél que es más
menospreciado por el ser humano moderno: a saber, la religión. Tanto es así que ya casi nadie
puede pronunciar esta palabra sin asociarle una idea falsa: contraria, por supuesto, a Libertad.
La palabra Nirvana significa "extinción", no como la de los dinosaurios, sin embargo,
sino la extincción de algo psíquico. Así es como el Buda, Gautama Siddhartha habla de
Nirvana. Dice:

Oh Rada, la extinción de la sed es Nirvana.1

Una de las últimas líneas de la Biblia, hacia el final del Libro de las Revelaciones dice:

El que tenga sed, que se acerque; y el que lo desee, reciba


gratuitamente el Agua de la Vida.2

Sócrates, en la República de Platón, dice:

XXXXXXXXXX

1
S I, p.136 (What the Buddha Taught, p.36)
2
Apocalipsis 22:17.
Uno podría seguir continuar señalando cómo en la sabiduría de todos los tiempos se
compara la necesidad psicológica del ser humano con una sed y un hambre, pero lo cierto es
que aquí nos vamos a atener a hablar de ella de una manera bien clara y sincera para que una
audiencia moderna pueda comprender esa sed y hambre psicológica.
El ser humano no es un animal cualquiera, sino uno muy especial en este planeta.
Somos la encarnación del último eslabón superior de una cadena evolutiva en este planeta, y eso
siempre ha sido para nosotros un misterio lleno de significado. Las ciencias modernas de
antropología han pervertido este misterio, pretendiendo dar soluciones falsas a lo que es en
definitiva la comprensión de nuestra naturaleza humana.3 La mayor carencia de la antropología
moderna –y de toda ciencia moderna, de hecho– es una carencia de ciencia espiritual y
psicológica.
La ciencia antigua no tiene esta carencia, y por eso el ser humano se vuelca a la
sabiduría antigua hoy en busca de respuestas de este orden psicológico-espiritual. Se busca el
yoga, el tai-chi, el reiki, y otras tantas metodologías –en particular orientales– como remedio a
nuestro malestar cultural moderno plagado de consumo insignificante desde el punto de vista de
nuestra sed psicológica.
Esta es la realidad cotidiana de hoy, pero suceden varias cosas en esta conducta
colectiva que no son apreciables a simple vista. Primero, existe una falsa creencia de que oriente
es más espiritual que occidente. La realidad es que la sabiduría que ofrecen los Vedas, el Tao-
Te-King, o el Budismo Zen no es diferente de la sabiduría que ofrece el Cristianismo o bien
Sócrates en los diálogos de Platón. Estas cosas son occidentales y aquellas son orientales, pero
la locación geográfica y la cultura particular a la que refiera cualquier sabiduría auténtica, no
depende sino de su capacidad de afinarse a la Verdad Universal. Lo mismo puede decirse de
cualquier descubrimiento científico: sea uno chino o boliviano, o haya uno vivido hace se
10,000 años, se aplicará es conocimiento en cualquier locación del espacio-tiempo. Porque la
ciencia depende de leyes universales.
Mucha gente en occidente piensa que para iluminarse debe ir a la India o a la China,
cuando en realidad eso no es más que una falsa idea producto de la propaganda moderna, lo
mismo que la ilusión de vivir en una playa en el Caribe que busca vender vuelos de aerolínea o
estadía de hotel en Cancún.
Por otra parte, la mitificación de "oriente" como fuente de sabiduría implica la
mitificación de "occidente" como fuente de ignorancia. Aquí se suele hablar de "oriente" y
"occidente" en cuanto a locación geográfica y de hemisferio terrestre, empero, esto es una
mitificación muy compleja en nuestra mente colectiva que en realidad deviene de nuestro propio
ser.
Mientras que "occidente" se asocia con la mentalidad analítica de las ciencias
tecnológico-prácticas, "oriente" se asocia con la mentalidad sintética u holística que es más afín
a la espiritualización. En verdad, todo esto no tiene nada que ver con puntos cardinales en
nuestro planeta, ni con país ninguno, sino que tiene un significado en cuanto a los puntos
cardinales de nuestra propia psiquis y naturaleza humana.
Se sabe bien que el hemisferio derecho del cerebro, en la mayoría de las personas,
regula las funciones motoras en el lado izquierdo del cuerpo, al mismo tiempo que ese
hemisferio derecho del cerebro se activa cuando se piensa holísticamente o cuando se realizan
funciones mentales de síntesis. Al opuesto, nuestro hemisferio izquierdo cerebral se activa
cuando realizamos funciones mentales de análisis y cuando se desempeñan funciones motrices
con el lado derecho del cuerpo.
El ser humano, para vivir saludablemente, debe encontrar un balance entre sus dos
mentes: analítica y sintética. Esto es cierto para cualquier función motriz, pero aún más
importante y cierto para su salud psíquica. La exageración de actividad frenética exterior que
experimenta la sociedad humana moderna tanto en oriente como en occidente, deviene de una
inestabilidad psicológica: una falta de equilibrio.
La mente moderna está bien entrenada en su aspecto occidental que es analítico y
volcado hacia afuera: hacia el mundo de las divisiones y las separaciones donde el todo es

3
Este ese el sentido de Antropo-logía, de antropos (humano). La antropología es "humano-logía".
diferente y compuesto de partes o unidades singulares. No obstante, el moderno no sabe pensar
con su mente oriental que es sintética y volcada hacia lo interior y hacia el mundo de la unidad y
lo universal donde el todo es Uno. Evidentemente, el vuelco popular hacia actividades
"orientales" está tratando de saciar una sed psicológica referente a este hemisferio nuestro del
ser que está brutalmente reprimida y padeciendo de sed.
En el Antiguo Egipto existe una sabiduría muy grande acerca de este juego de
hemisferios opuestos en el ser humano y de cómo ponerlos en balance. Entre los retratos de
ciencia sagrada en los templos del Antiguo Egipto, podemos observar muchas veces cómo las
figuras se retratan con dos manos izquierdas o dos manos derechas, significando la mano
derecha el dar o actuar desde uno hacia lo exterior, y significando la izquierda el recibir, no solo
de afuera sino desde dentro. No estaríamos equivocados en decir que el ser humano moderno
tiene más sed de recibir que de dar, ya que luego de las extenuantes horas de trabajo por las
cuales se pasa consumida su vida viviendo con el hemisferio izquierdo y su mano derecha,
necesita balancearse al vivir en su opuesto recibiendo algo. Sin embargo, su remuneración
económica no le puede dar la satisfacción en su hemisferio derecho psicológico, sino que
alimentará el ansia de su hemisferio izquierdo de ir en busca de algo externo.
Así funciona el ciclo psicológico del moderno: está basado en su mentalidad analítica-
exterior y se recicla esa mentalidad hasta formar una rutina y un hábito, no solo de actuar, sino
de pensar. Este hábito es lo que se llama Maya en las escrituras de los Vedas: la Gran Ilusión.
Así, el ser humano vive con sed continuamente, desde que se levanta hasta que se
acuesta e incluso en sus horas de sueño. Vive anhelando algo que nunca llega: una paz y
tranquilidad que no viene. Solo conoce la paz de a ratos y por momentos que son efímeros
comparados con el otro 99% del tiempo que vive enajenado de sí mismo y de su yo interior: con
la atención puesta de lleno en lo que está fuera de sí mismo. Y tanto tiempo pasa en este
ejercicio de vacío existencial que cuando le vienen los ratos de paz, su propio desierto
existencial, esa sensación profunda de soledad y falta de amor hacia su yo interior le aterra y le
sobreviene una ansiedad insoportable que conduce a alguna manifestación neurótica como la
más común de andar todo el tiempo mirando su teléfono móvil.
Así es vivir en la sed: tormentoso, ficticio y superficial. En el alma de la persona hay un
agujero negro del que se intenta escapar con alguna actividad: más trabajo, más familia, más
aventuras pasionales, más música... en una palabra, más actividad exterior que le sirva de escape
a su vacío interior. Pero sucede que ese agujero negro posee una fuerza gravitatoria tan grande
que tarde o temprano ocurre naturalmente la crisis existencial: una aguda sensación de anhelo
por satisfacción interior y realización de su ser que ya no puede encontrar en las fiestas, en el
trabajo, en el shopping, ni en todo el barullo de la sociedad moderna de consumo. Se asoma por
el horizonte de su ser un gran sol negro que consume la luz de todo lo que existe allí afuera y le
hace darse cuenta de que todo ello no tiene ningún valor real o auténtico, porque la única luz
que hay en esa gran noche viene de sí mismo.

Una Maravilla
Cuenta uno de los evangelios que Jesús fue al desierto de Samaria, y que tras caminar
por esa zona desierta, sintió sed. Había allí un pozo de agua y se arrimó para beber de él. A su
paso se topó con una mujer con la cual tuvo un diálogo acerca de la sed. Le dijo a la mujer que
le diera de beber, pero ella se negó, excusándose de que él era judío y ella samaritana. en tanto
hablan Jesús le dice que tiene un Agua de Vida, diferente de la que hay en ese pozo, ya que al
beber uno de esa Agua de Vida ya no sentiría jamás ninguna sed.
Así retrata el evangelio la sed del alma humana: no es una sed que pueda saciarse con
agua de este mundo sino con el Agua de Vida que puede dar el Espíritu de Dios. Eso es lo que
representa Jesús en los mitos cristianos: la Fuente de Agua espiritual que es Fuente de
Sabiduría. Una persona completamente materialista no puede comprender nada de eso. No
puede entender qué es esa Agua de Vida y le resulta ingenuo pensar en algo así porque todavía
no se ha vuelto consciente de su propio desierto interior.
En cambio, nuestra evolución colectiva está haciendo despertar a las personas de la
vanidad del materialismo moderno y la carencia espiritual de la vida moderna. Ese retrato del
desierto y el pozo con agua es una alegoría arquetípica de nuestra aridez espiritual y de cómo
volver ese desierto en el alma un jardín floreciente. Pero el agua que bebe el cuerpo no llega a
ese desierto porque está en el alma: en una parte oculta de nuestro ser que la mente moderna no
puede reconocer aún mientras está poseída y encantada por Maya. Ninguna posesión de este
mundo externo puede juntarse allí o servir de riego a ese desierto: ninguna cosa exterior puede
entrar para fertilizar ese lugar solitario.
El mito del Agua de Vida es tan antiguo como la historia misma porque refiere a una
condición natural humana y a su propósito de ser. Las fantasías humanas con fuentes de agua se
encuentran entre los más antiguos mitos de Grecia relativos a los misterios de Orfeo; están
también en la antiquísima Epopeya de Gilgamesh sumeria donde el mítico rey va en busca del
Elixir, o bien en los mitos medievales del Santo Grial y la Fuente de la Juventud. Están esos
mitos en la China, donde se cuenta que XXXX se embarca hacia el oriente en busca del Elixir
de Vida Eterna.
Si bien la antropología moderna –torpe como es– ha menospreciado esta mitología
arcaica considerándola inútil, la realidad es que no podrían ser más útiles para la angustia
psíquica del moderno, puesto que encierra una Sabiduría Eterna acerca de cómo llenar el vacío
existencial humano, sea el tiempo en el que viva, tanto moderno como arcaico.
Podemos dar ejemplo de ello en el famoso relato del Rey Yudhishthira según el
Mahabharata hindú. Cansado y fatigado de vagar por el agreste paisaje de la India con sus
germanos pandavas, el rey llega a orillas de un lago junto con sus hermanos para calmar su sed,
pero al llegar encuentra que sus hermanos han muerto al beber sin permiso de esas aguas
encantadas por un espíritu. Ni bien se asoma para percibir el horrible panorama de sus hermanos
tendidos sin vida en el suelo, una voz viene del lago y le advierte que debe responder primero a
las preguntas que le hará si ha de poder beber. El espíritu del relato es el Dharma: el Espiritu
Universal de Justicia que regula toda Verdad en el universo, y de esa voz que emana del lago
surge la promesa de que si el rey logra responder correctamente a sus preguntas, sus hermanos
recobrarán la vida.
Hacia el final del relato, el Dharma le pregunta al Rey tres cosas, y entre ellas está la
pregunta de qué es lo más digno de asombro. El rey responde así:

"Día tras día, un sin fin de criaturas se van al reino de los muertos, y,
sin embargo, aquellos que permanecen aquí se creen inmortales. ¿Qué puede
ser más asombroso que esto?

Estas últimas preguntas del Dharma al rey, y sus equivalentes respuestas, revelan algo
muy cierto: las personas somos inconscientes de nuestra propia mortalidad e impermanencia en
este mundo. Las personas vivimos apegadas a la ilusión de este mundo material como si fuera
eterno, pero no lo es. Tarde o temprano, el tiempo se devorará todo este mundo material,
incluso nuestro cuerpo, porque el tiempo arrastra todo hacia la muerte y la disolución.
Es sorprendente ver cómo el Evangelio de Tomás habla también de maravillarse o
asombrarse de una manera muy similar a la forma en la cual se nos presenta en el Mahabharata
hindú la cosa más digna de asombro. En el Evangelio de Tomás, Jesús dice:

Jesús dijo: “Me he parado sobre el centro del mundo, y en carne me


he aparecido al mundo. Los encontré a todos borrachos, y no encontré a
ninguno con sed. Mi alma se afligió por los hijos de la humanidad , porque
están ciegos en sus corazones y no ven, porque vinieron al mundo vacíos, y
también buscan partir del mundo vacíos. Ahora están borrachos, pero cuando
se sacudan su borrachera, se arrepentirán.”4

En seguida, en el siguiente dicho, Jesús dice:

4
Evangelio de Tomás 28.
“Si la carne vino a ser por causa del Espíritu, es una maravilla, pero
si el Espíritu viene a ser por causa de la carne, esa es la maravilla de las
maravillas. Yo me maravillo de cómo éste gran tesoro ha venido a habitar en
esta pobreza.”5

Es pobreza de la que habla Jesús no es sino nuestra ignorancia espiritual: esa borrachera
en los deleites sensuales de lo externo, y por eso Jesús dice también:

“Si sus líderes les dicen: ‘miren, el reino está en el cielo,’ entonces los
pájaros del cielo estarán antes que ustedes. Si les dicen, ‘está en el mar,’
entonces los peces estarán antes que ustedes. En cambio, el Reino está dentro
de ustedes y está fuera de ustedes.6
(...) “Cuando se conozcan a sí mismos, entonces serán conocidos, y
entonces comprenderán que son hijos del Padre Viviente. Pero si no se conocen
a ustedes mismos, entonces vivirán en la pobreza, y ustedes serán la pobreza.”7

En estas palabras encontramos algo muy valioso, no solo para un cristiano, sino para
todo ser humano. El rey Yudhishthira responde que lo más asombroso en este mundo es ver
cómo las personas entran y salen del reino de los muertos en un estado de completa
hipnotización que no les permite darse cuenta de que son mortales y que no les permite
reconocer la inutilidad de sus apegos con todo lo que es mortal y efímero. Por otra parte, Jesús
nos habla de que se maravilla de ver cómo el gran tesoro espiritual de Vida habita en medio de
una pobreza, y luego dice que esa pobreza en realidad es el ser que vive sin conocerse a sí
mismo. "Están borrachos" –dice el evangelio, y Jesús dice que hay ceguera en el corazón
humano, "porque vinieron al mundo vacíos, y también buscan partir del mundo vacíos".
El ser humano viene a este mundo "vacío": eso significa que viene sin Sabiduría. Viene
al mundo sin conocerse a sí mismo y parte del mundo sin conocerse a sí mismo. Ha pasado su
vida perdido en vanidades mundanas, ocupado y preocupado exclusivamente en lo interno, sin
mostrar el más mínimo reparo en su alma: esa parte de sí mismo que no va a morir sino que va a
continuar siendo incluso cuando no participe ya de la materia.
No es, por ende, algo sorprendente que las sabiduría ancestral remarque como
sorprendente esta condición humana. Es una realidad ahora mismo y lo fue también en el ayer,
pero no por eso deja de ser algo digno de asombro, porque la ignorancia humana está anclada en
su propia condición natural, mas arrastra hasta la muerte continuamente consigo innumerables
almas en este mundo.
Pero en esos dichos de Jesús resaltamos algo digno de énfasis, porque ahí también dice:
"... si el Espíritu viene a ser por causa de la carne, esa es la maravilla de las maravillas." Hay
algo más maravilloso aún en el plan divino y eso es la capacidad humana de traer de su
existencia carnal una forma espiritual. Hay una capacidad para sustraer algo inmortal y eterno
de lo mortal y perecedero: esa es la "maravilla de maravillas".

Dharma
El Dharma es la Ley Universal. En la Antigua Grecia se llamó a esa Ley Universal
Logos y en el Antiguo Egipto se le llamó Maat. Existe un Orden Cósmico en el mundo: una
Verdad inscrita de manera oculta en el universo que el ser humano puede descifrar en su
solitaria meditación acerca de su condición mortal. Empero, el ser humano que vive en la
ilusión de Maya no puede ver ese Dharma o Logos: no puede reconocer esa Ley, y esa

5
Evangelio de Tomás 28.
6
Evangelio de Tomás 29
7
Evangelio de Tomás 3.
ignorancia tiene una gravísima consecuencia en su destino y tránsito por esta vida. A saber, la
consecuencia es el sufrimiento mismo, el Mal.
El relato bíblico del Génesis contiene un mito sobre un hombre y una mujer que
encierra un misterio acerca del origen del Mal. Quienes toman ese mito literalmente no
comprenden nada, y quienes lo malinterpretan según sus propias opiniones tampoco logran
entender el mensaje oculto que el mito del Edén realmente encierra. Podemos incluir en este
enorme conjunto de ignorancia a muchos cristianos y judíos, pero en especial sucede cuando se
piensa que este relato está haciendo referencia a un acto sexual que pudiera asociarse a un
"pecado original". No existe un pecado original en el sentido de que ocurriese en el pasado
alguna falta moral que nuestros ancestros cometieran y que nosotros debemos pagar. Esa idea es
falsa y deviene de una gran ignorancia acerca de lo que el mito del Edén realmente significa.
Si bien no existe un "pecado original", lo que si existe es un Origen del Pecado u Origen
del Mal. Pero para expresar esto con mayor claridad para un público moderno, es preciso
recapitular qué es el Mal y el Bien, porque existe una costumbre o hábito mental de creer que no
existe ningún Bien y Mal universal, sino que todo ello es relativo. No lo es.
Esta falsa creencia de que el Bien y el Mal son relativos a cada situación particular o a
una creencia propia, parte de una perspectiva analítica del mundo en la cual una persona
solamente puede pensar en "bien" o "mal" mediante acciones particulares o bien en situaciones
particulares que involucran sujetos y objetos particulares. Para relativizar el Bien y el Mal, por
ejemplo, las personas piensan en situaciones hipotéticas que plantean dilemas morales. Por
ejemplo, se piensa en una situación de vida o muerte en donde se relativiza el uso de la
violencia. El tipo de ley que juzga el Bien o el Mal en este sentido particular-analítico, es la ley
humana, porque está diseñada para juzgar situaciones particulares en referencia a sucesos y
acciones particulares de lo externo.
Pero, por otro lado, existe una Ley (con mayúscula) que funciona de otra manera muy
diferente y que trasciende la opinión humana y toda particularidad. Ahora estamos estimulando
la mente holística-sintética. Estamos hablando de una Ley Universal que se rige tanto aquí como
en cualquier otra galaxia o espacio particular concebible por la mente analítica. Esta Ley es lo
que se llama Dharma en las escrituras de la India, y es lo que se conoce en la tradición judeo-
cristiana como la Voluntad de Dios.
En el Antiguo Egipto, el Dharma es llamado Maat y es figurada en el arte religioso
como una diosa o neter. Aquello que comúnmente se llama "dioses" en nuestra cultura moderna
se llama así debido a nuestra ignorancia acerca de la ciencia antigua. Clara evidencia de eso es
que al leer uno la plabra "dioses" no se piensa en nada, es como una palabra vacía y carente de
sentido para nosotros. A lo sumo, nuestra mente moderna intenta racionalizar ese vacío y falta
de significado en la palabra "dioses" asociando a ello una superstición fantasiosa que tampoco
contiene ningún sentido funcional verdadero y real. Como decimos, esto deviene de una
ignorancia.
Los neteru egipcios representan funciones universales del cosmos. La diosa Maat, por
ejemplo, representa la función universal de Justicia: una palabra que el moderno pronto olvida
que deviene del nombre de una diosa romana: Iustitia. En el cristianismo, esta función que
mantiene el Orden Divino se conoce con su nombre griego de Logos: término que se traduce
siempre por "Palabra de Dios" o "Verbo Divino".
La idea de Órden Cósmico como "palabra" o verbalización implica que es un
movimiento: algo activo y dinámico como el resonar de una voz. La idea hindú del OM, por
ejemplo, tiene implícita la misma idea que el Logos o "Verbo Divino". Al mismo tiempo, la
idea de ser este equilibrio cósmico una declaración manifiesta, no solo acentúa intuitivamente su
actividad presente y permanente, sino que también conlleva la idea de que es una declaración:
un acto volitivo con intención por parte de la divinidad.
Cuando se habla de la "Voluntad de Dios" se habla de Justicia Divina, es decir, de la
función universal activa y permanente que mantiene en equilibrio el mundo, actuando
constantemente sobre él. Ese sentido activo y dinámico de la Justicia como función de equilibrio
en el universo se manifiesta muy claramente en la palabra Karma, es decir, Acción.
Normalmente se entiende que "karma" es algo personal o propio de la persona: algo que
uno "tiene". Esta es la mente analítica pensando, porque la mente sintética más bien aprecia su
sentido holístico de ocurrencia permanente: como flujo energético en movimiento que permea el
universo entero, en acción.
Como el ser humano ha dado las espaldas al mundo natural, se pierde de las evidencias
naturales del Dharma u Órden Divino tal como se le presenta en su condición "primitiva". Como
el moderno está completamente enajenado de la naturaleza y vive con la atención inmersa en un
mundo artificial de su propia creación, así olvida que el día y la noche están regulados por un
movimiento cósmico que es la revolución diurna del planeta tierra. El Sol; olvida como la
fuente de luz y vida en este mundo oscuro y frío de materia es el Sol: una fenómeno cósmico
superior a su voluntad. Olvida que no hace girar la luna para regular los meses que producen su
propia gestación, que no encendió la luz que todas las mañanas le permite ver, y olvida que no
creó los ríos que le dan de beber. El ser humano está muy confundido acerca de la causalidad
universal, porque solamente sabe mirarse el ombligo como causalidad o crearse algún fantasma
en este mundo como causa de las eventualidades que experimenta.
En su borrachera ignorante, el ser humano olvida que respira gracias a los bosques que
él nunca plantó; que viven estos árboles por causa de la lluvias que jamás acumuló en las nubes
ni hizo descender a la tierra. Pero el ser humano siempre tiene esos momentos de inspiración
natural cuando toma cierta consciencia de la maravilla que es la creación y cuán inmenso es ese
orden que conduce los eventos naturales alrededor del mundo. Ahí comienza a preguntarse algo
que ningún otro animal del planeta jamás se pregunta: ¿donde está la causa de este orden
inmenso? ¿por qué existe el caos en este mundo, estando todo dispuesto de tan maravillosa
manera en la naturaleza?
El Caos es lo opuesto del Logos. El Adharma es el opuesto del Dharma. Isefet es lo
opuesto de Maat. Esto se sabe desde siempre entre los seres humanos pero no todos lo saben. El
Orden del Universo es un impulso de paz y belleza: de luz imponiendo orden entre la oscuridad.
Así nos lo enseña el mismo cielo y la inconmensurable profundidad de las estrellas; esos puntos
de luz que perforan la masa oscura del espacio, y cuyo inmenso ejemplar es el Sol: la fuente de
luz y de vida para nuestra existencia biológica.
En un mismo sentido, el mundo oculto de nuestra alma es igual: se rige por la misma
Ley. Pero en cuanto al alma hablamos de luz y oscuridad en referencia analógica o alegórica al
Bien y al Mal, o más precisamente, en referencia a la Sabiduría y la Ignorancia. Una es Luz y
la otra Oscuridad en nuestro ser interior. Una es Amor y la otra Odio: una es Visíon y la otra
Ceguera. Una es Verdad y la otra es Falsedad, una es Dharma y la otra es Adharma.
El Bien y el Mal son tan relativos en este mundo como la existencia de luz y sombra. Es
tan relativo como las estrellas que perforan el espacio oscuro para dar un orden al universo. No
hay nada relativo en ello porque se trata de un proceso universal, y si bien el proceso puede
mirarse desde diferentes lugares del espacio-tiempo, sigue siendo el mismo proceso.
Sea que se mire hacia afuera o hacia adentro, el proceso cósmico es uno de luz
ordenando la oscuridad. Es un proceso de transformación de lo muerto y material en algo
viviente y espiritual. Por eso leemos en los Textos de las Pirámides que se envía el alma hacia
las estrellas: hacia su cuerpo espiritual o Sah, porque se compara el estado de Nirvan o Vida
Eterna con las estrellas, la fuente de Luz en el universo: Ra.
El destino del ser humano individual es el mismo que su punto de partida u origen: lo
Eterno. No obstante, su condición carnal presente no es la misma que su condición original o
destinataria: existe un limbo o intermedio entre un Principio Original Eterno y un Destino Final
Eterno. Su alma está prisionera en este mundo del tiempo y la mortalidad como dentro de una
caverna material donde observa sombras pasajeras de esa Realidad Eterna. Aquí, los seres
humanos estamos participando de un proceso de génesis que implica nacimiento, crecimiento,
decrepitud, y muerte. Esto es, en idioma hindú y budista, samsara: el proceso de continuidad
mortal; el proceso de ser condicionado o dukkha. Esta existencia intermedia que llamamos
inconscientemente "vida" no es Vida: es un proceso de cambio constante y de impermanencia
constante, donde nada es igual y donde nada permanece eternamente. Y en esta condición
presente, el ser humano participa de la existencia bajo una Ley: una Ley que refiere al Bien y al
Mal; una ley que refiere al Dharma y el Adharma, al caos y el orden, a la oscuridad y a la luz.
El ser humano es retratado en el libro del Génesis como un árbol. El ser humano se
identifica a sí mismo en ese mito de manera equivocada como un Adán o una Eva, pero en
realidad el mito está diseñado para percibir la Ley y el propósito de la Vida. El ser humano tiene
dos apariencias en el mito: una es como Arbol de Vida que simboliza su Origen y Destino
Eterno, mientras que el otro es el Árbol de la Ciencia del Bien y el Mal. Éste último está
asociado al fruto prohibido del Edén, y es la representación del ser humano cuya conciencia está
dividida: ya no goza de la Eternidad como Árbol de la Vida, sino que está dividido en su
consciencia y ser en dos partes opuestas: una de Bien y otra de Mal. Se dice en el mito del
Génesis, que el fruto de éste árbol trae la muerte, pero la serpiente, ese arquetipo de sabiduría en
toda leyenda antigua, le dice a Adán y Eva que no teman, porque en realidad no van a morir si
lo prueban sino que se convertirán en dioses.
Este mito arcaico, cuyas raíces están en la Mesopotamia de hace más de 5000 años,
encierra verdades espirituales extraordinariamente valiosas para la humanidad, porque con sus
arquetipos enseña el verdadero propósito de nuestra existencia carnal: volver al estado divino
original. La vía está detallada en el mismo símbolo que se utiliza para representar al ser
humano: como un árbol, y es una alegoría que se ha de repetir a lo largo de toda la biblia, y se
hace especialmente significativa entre las parábolas de Jesús con simbologías de jardines,
semillas, plantas y frutos. El Buda enseña a observar que el Adharma tiene "raíces", y también
se sabe muy bien que su mitología que rodea a su persona relata cómo alcanza la iluminación
sentado debajo de un árbol.
El fruto que damos como árbol es el conocimiento: el saber la verdad y practicarla. El
único fruto que da un Árbol de la Vida es Sabiduría o luz. El Arbol de la Ciencia del Bien y el
Mal que representa nuestra búsqueda humana del significado vital, encierra en su propio nombre
cuál es el sentido o fruto de la Vida: el Conocimiento del Bien y el Mal. Ese fruto o
conocimiento es la Sabiduría misma: el fruto que la serpiente –como arquetipo de conocimiento
oculto o esotérico– recomienda a Eva comer.
Eva representa nuestro hemisferio femenino humano: la parte holística, sintética, e
intuitiva del ser (el Yin taoista o Shakti hindú); contraria a la parte particular, analítica y
racional que es el Adán masculino (Yang taoista o Shiva hindú). Dice el libro del Genésis que
Dios (Elohim) hizo al Adán a imagen suya, pero esa imagen no es idéntica a la Unidad Absoluta
de Dios, sino que está dividida en una polaridad de lo masculino y lo femenino.

A imagen de Dios los creó,


Varón y mujer los creó.8

La palabra Adán (‫ )אָ דָ ם‬tiene una raíz linguistica en adamah (tierra). Significa
literalmente terrestre, y en otra parte del mito de Génesis, la Cábala hebrea nos hace observar
que ese Adán original no era ni hombre ni mujer, sino un ser andrógino eterno que fue dividido
en dos partes (una masculina y otra femenina), luego de que cayera en "un profundo sueño". En
el relato nunca leemos que Adán haya despertado de ese "sueño" divisorio, porque eso que se
escribe es una referencia al estado de consciencia divida donde el ser humano se experimenta a
sí mismo como una entidad dividida y alienada de lo Eterno. Experimenta el mundo de una
manera consciente pero también de una manera extraordinariamente inconscientemente. El
adamah, ese ser terrestre-humano está dividido: polarizado en sí mismo y prisionero de una
lucha interna entre polaridades opuestas que lleva a cabo todo acto de génesis en el universo. Es
un ser dividido en su interior: una forma de existencia mortal en donde la luz divina y la
oscuridad titánica luchan por el dominio de su voluntad de actuar y de pensar. Y para volver a
convertirse en el Ser Eterno que una vez fue, debe aprender la Ciencia del Bien y del Mal: la
Ciencia Suprema de cómo armonizar su oscuridad con su luz interior.

Pesando el Corazón

8
Génesis 1:27.
El Reino y Sus 3 Partes
Esta realidad de tener una conciencia dividida no es aparente para cualquier ser
humano, pero siempre ha sido el drama sobre el cual se ha basado toda mitología religiosa. La
palabra re-ligión deviene del latín re-ligere, es decir, re-unir o re-ligar. Tiene el mismos
significado que la palabra yoga: término con la misma raíz indo-europea que yugo en nuestro
idioma español. La religión es un camino de reunificación de nuestras dos polaridades opuestas:
una búsqueda de la unidad consciente que depende la unión dentro nuestro del Bien y el Mal.
Vivir en paz con nosotros mismos y en armonía con el mundo es la recompensa de esta re-union
o yoga que el ser humano debe lograr en su camino evolutivo, y en esa reunión religiosa dentro
de sí mismo alcanza la Unidad Absoluta Original: Nirvana.
En la doctrina mística cristiana, esta búsqueda de la reunificación entre polaridades
queda bien manifiesta en los evangelios de Felipe y Tomás. En el Evangelio de Tomás, leemos
que Jesús dice:

Jesús les dijo: “Cuando hagan a los dos como uno, y cuando hagan a
lo interior como lo exterior y a lo exterior como lo interior, y lo alto como lo
bajo, y cuando hagan lo masculino y lo femenino como Uno sólo, de manera
que lo masculino no sea masculino ni lo femenino femenino; y cuando hagan
ojos en lugar de un ojo, una mano en lugar de una mano, un pie en lugar de un
pie, una imagen en lugar de una imagen, entonces entrarán en el Reino.”9

Evidentemente, la enseñanza contempla una reunión de opuestos dentro de una Unidad.


Esa Unidad se llama "El Reino" en el cristianismo, pero nos queda bien claro por la meditación
de las enseñanzas de Jesús que ese "Reino" no ha de buscarse en algún lugar externo ni en la
experiencia de un lugar externo preciso.

Sus discípulos dijeron: “Muéstranos el lugar donde estás, porque


debemos buscarlo.”
Él les dijo: “Quien tenga oídos que escuche. Hay luz dentro de una
persona de luz, y entonces esa persona brilla sobre el mundo entero. Si no
brilla, entonces está oscuro."10

Tampoco se trata este "Reino" de un lugar que ha de buscarse o alcanzarse después de


la muerte en este mundo ni se trata de un fenómeno que venga por sí solo con el tiempo:

Sus discípulos le preguntaron: “¿Cuándo vendrá el Reino?”


“No vendrá por estar esperándolo. No se dirá: ‘Mira, aquí está,’ o
‘mira, está allá.’ En cambio, el Reino del Padre está esparcido por la tierra, y
la gente no lo ve.”11

Del Evangelio de Felipe leemos lo siguiente:

9
Evangelio de Tomás 22:4-7.
10
Evangelio de Tomás 24.
11
Evangelio de Tomás 113.
Aquellos que piensan que han de morir primero antes de resucitar,
están equivocados. Si no reciben la resurrección primero, mientras están vivos,
no recibirán nada luego de morir.12

Este "Reino" del cual se habla en las escrituras cristianas no es lo mismo que el Paraíso.
El Paraíso es un lugar de deleites y gratificaciones, pero ya el Génesis nos hace saber que ese
Paraíso no presenta una libertad absoluta, porque existe una condición: no comer del fruto del
Árbol del Conocimiento del Bien y el Mal. Esto ya pone de manifiesto que el ser humano no
goza realmente de total libertad en el Edén, y ese estado paradisíaco del cual es "expulsado"
tiene que ver con su evolución humana.
Los animales y las criaturas de la creación viven en el Edén: no les está permitido
alcanzar el fruto: no pueden adquirir el Conocimeinto del Bien y el Mal que el ser humano sí
puede alcanzar y saborear gracias a su intelecto superior. Las criaturas del Edén viven en un
estado de inmersión en el inconsciente. Su voluntad individual es dominada o poseída por
impulsos inconscientes durante toda su vida, pero el ser humano es diferente. El terrestre
adamah es consciente del Bien y del Mal por naturaleza, aún cuando su educación puede
tergiversar esa intuición innata, es creado con una reminiscencia inconsciente de la diferencia
del Bien y el Mal que estará consigo toda la vida por más intento que se haga de anclarla en el
fondo de su inconsciente y fuera de su consciencia cotidiana.
El drama humano está basado en esa reminiscencia inconsciente del Bien y el Mal, y
por eso se le retrata en el mito del Génesis como un árbol: porque esa ciencia innata en el
hombre tiene raíces en el inconsciente humano. El propósito de su existencia es recordar esa
sabiduría del Bien y el Mal; es decir, traerla de nuevo a la luz de su consciencia humana y
hacerla emerger al día para que florezca y le dé el fruto apropiado: la sabiduría de vida, de cómo
vivir.
El Reino de Dios del cual se habla en las escrituras cristianas no es un lugar en el
espacio tiempo y tampoco es un lugar invisible donde las almas viajen luego de morir aquí. El
Reino es idéntico al Nirvana budista: un retrato alegórico de un estado de consciencia Absoluto
o Uno que reúne la dualidad en sí misma sin enfrentamiento o lucha. El Reino de Dios es un
estado de consciencia que reúne el Bien y el Mal en una Unidad: un yoga entre opuestos que
permite una existencia animada que no contradice la Ley de Justicia o Dharma Universal.
Por esta razón encontramos Sócrates dice que la Ciencia del Bien y el Mal es el más
importante conocimiento que debe adquirir un ser humano, al mismo tiempo que habla de la
Justicia como la virtud y tesoro más importante que uno debe conquistar en vida. Su definición
de Justicia se ajusta muy bien a la Verdad Universal que exponen los grandes sabios de todos
los tiempos:

Sócrates sobre la Justicia.

Esto de "volverse como uno" implica una coexistencia entre polaridades opuestas en
paz. Así lo explica Platón en la República, utilizando la misma base científica que usa Krishna
en el Bhagavad Gita de la India. Esta Ciencia Universal enseña acerca de la tripartición del alma
o ser condicionado natural, y hace ver al ser humano que en su ser coexisten tres partes: Sattva,
Rajas, y Tamas.
Mientras que Sattva significa nuestra parte de luz, Tamas significa nuestra parte de
oscuridad. Rajas es la parte intermedia: el corazón humano: su fuerza volitiva y pasión. El ser
humano tiene así tres partes: dos opuestas como la luz de la sabiduría y la oscuridad de la
ignorancia, y además una intermedia donde se halla su voluntad de actuar. Cada uno de nosotros
es esta composición tripartita del alma, y cada alma individual posee una cualidad más exaltada
de las tres que domina su actuar y su destino como ser individual.

12
Evangelio de Felipe 80, (NHC II 73,1–8)
Esta Ciencia del Alma Tripartita nos revela de manera muy clara como el Karma o
Justicia Divina recae sobre el ser humano de distinta manera según la facultad de su psiquis que
exalta o pone al mando de su ser. Dice Krishna:

De estas cualidades, Sattva, que es lo inmaculado y la luz saludable,


condiciona por el apego al conocimiento y la felicidad, oh libre de pecado.

Entiende que Rajas es la naturaleza de la pasión, la fuente de la sed


por deleite sensual y el apego; condiciona, oh Arjuna, a lo encarnado por
apego a la acción.

Entiende que Tamas nace de la ignorancia, engañando a todos los


seres encarnados; condiciona, oh Arjuna, mediante la imprudencia, el sueño y
la pereza.

Sattva apega a la felicidad; Rajas a la acción , oh Arjuna, mientras


que Tamas, que oscurece el conocimiento, solamente apega a la
imprudencia.13

En la República de Platón, Sócrates expone esta misma Ciencia con diferentes nombres,
llamando a la parte Sátvica, Logistikon (de Logos); a la parte Rajas, Thymoides (de thymos o
corazón); y a la parte Tamásica de la oscuridad le llama epithymetikon (de epithumía que
significa apetito, anhelo, deseo).
Platón nos describe estas partes del alma como análogas a las partes del cuerpo: cabeza,
pecho, y vientre, y así nos muestra también que cada parte cumple su función propia o ergon en
el organismo humano. La parte Tamas o apetituva de nuestra naturaleza está diseñada para
permitir la supervivencia física y mantener en funcionamiento el organismo mediante la
nutrición de alimento y agua. Pero como bien señala Sócrates y Krishna, esta parte de nuestro
ser es ignorante y no sabe distinguir entre un alimento bueno de un alimento malo, y no puede
distinguir una bebida apropiada de una que no lo es. Simplemente impulsa al apetito, o tiene
sed. Por eso su complemento natural es su opuesto: Sattva o la parte lógica que puede inferir y
procesar información para dar al organismo la sustancia que puede satisfacer el apetito. La parte
intermedia que es Rajas o thymoides se ubica en el corazón: el órgano que simboliza la voluntad
de actuar al mismo tiempo que la pasión como energía impulsiva o motora.
La Justicia consiste en ordenarse uno mismo de manera consciente y disponer a cada
una de nuestras partes su ergon o función propia. La injusticia, en cambio, consiste en un
desarreglo de la naturaleza humana tripartita por el cual una de las partes no realiza su función
propia sino que invade el terreno de desempeño funcional de otra que no puede desempeñar
correctamente. Así, nuestra injusticia es un déficit funcional en el alma humana cuya variedad
de repercusiones puede encontrarse en las innumerables "patologías" de nuestros libros
modernos en psicología.
La represión de impulsos psíquicos que Freud nota en sus pacientes hacia fines del
siglo 19 principios del 20, no es sino una forma deformada de "impulso" inconsciente que sube
como una burbuja desde las aguas del inconsciente del alma hasta la superficie para
manifestarse en una acción determinada. Lo que se reprime en la psiquis siempre es la función
propia de una de las tres partes. Desde una perspectiva social y cultural, en la sociedad moderna,
la represión de los impulsos psíquicos desenvaina lo que Freud determina como "malestar en la
cultura", y, al mismo tiempo, el ser humano diseña actividades sociales donde esas represiones
del inconsciente pueden expresarse libremente. Así sucede, por ejemplo, cuando uno pasa
reprimiendo impulsos sexuales de su Tamas en situaciones públicas o de trabajo: termina por
expresarlas en lugares como discotecas o clubes nocturnos. No obstante, el conflicto psicológico
de la represión lleva a desviaciones del impulso, porque la función propia reprimida termina por

13
Bhagavad Gita 14:6-9.
dispararse en momentos inoportunos y emerger en la conciencia de una manera deformada que
muchas veces conlleva una crisis por tener uno que expresar ese impulso de una manera que no
se adapta al orden social de convivencia y que termina en conductas inmorales (adharma). Así
sucede con los crímenes cotidianos, lo mismo que con "crimenes" socialmente aceptables hasta
cierto punto como el adulterio, la difamación en el tránsito, o los conflictos familiares y de
pareja.
Pero sucede que esta ciencia de la represión no fue descubierta por Freud, porque ya el
Buda Siddhartha Gautama habló claramente de ella hace 2500 años. Siddhartha enseña que no
se deben reprimir esos impulsos sino que uno se debe volver consciente de ellos mediante la
observación del ser interior. También observamos que ese legendario lema de "Conócete a Ti
Mismo" es en buena manera una advertencia sobre la represión de los impulsos psíquicos que
devienen de un desorden funcional de nuestra naturaleza tripartita. Freud pudo reconocer que la
psiquis estaba compuesta de tres partes fundamentales: el Ello, el Yo, y el Super-Yo:
naturalmente el Tamas, Rajas, y Sattva hindú del cual también nos habla Socrates por los
escritos de Platón.
Se hace evidente que esta naturaleza tripartita del ser es el principio universal de todo
psicoanálisis, pero cuando hablamos de lograr una Justicia interior donde a cada parte se le
adscribe su ergon o función propia, entonces ya Freud es de muy poca ayuda, porque ya
entonces se necesita una síntesis del análisis que las ciencias modernas son incapaces de
ofrecernos.

El Ojo de Horus
El Antiguo Egipto está plagado de templos que retratan imágenes arquetípicas y
funciones del universo. Ya conocimos una de ellas como Maat: el arquetipo o neter del Orden
Cósmico o "diosa" de la Justicia Divina. Los símbolos con los cuales se retrata a Maat son las
alas y la pluma: símbolos naturales que están cargados de ideas de libertad por asociación con el
vuelo al mismo tiempo que se asocian con la agilidad y ligereza del vivir en libertad, o bien
ausencia de peso y carga psíquica. El disco alado es otro ejemplo de una imagen que sugestiona
subliminalmente al ser humano, y que simboliza la iluminación.
El Ojo de Horus es el más famosos de los símbolos egipcios, y representa la Visión
Divina alcanzada cuando se logra balancear dentro de uno las polaridades opuestas del Bien y el
Mal. La mitología egipcia que nos cuenta del Ojo de Horus es de particular interés a la hora de
hablar de la salud psicológica, ya que el mito que le rodea fue creado con el fin de que uno
entienda bien cómo han de regularse las polaridades opuestas de Sattva y Tamas en nuestra
naturaleza tripartita.
En el Antiguo Egipto, esta polaridad de luz y oscuridad en el alma humana fue retratada
a través de Horus y Set: los neter que representan las funciones de Luz y Oscuridad, o bien
Sabiduría e Ignorancia. El mito de Osiris que nos llega por Plutarco nos cuenta que el dios
Osiris tenía un hermano llamado Set que conspiró contra él para matarlo y quedarse con el reino
de Egipto. Cuenta el mito que Set invitó a Osiris a para que se pusiera dentro de un sarcófago, y
tras engañarlo, descuartizó a su hermano Osiris y lo encerró en ese sarcófago que luego arrojó al
Nilo.
La hermana y esposa del dios Osiris, llamada Isis, va en busca del sarcófago de forma
desesperada y lo encuentra finalmente reposando debajo de un enorme árbol. Isis logra juntar
los miembros descuartizados de su hermano y esposo, pero no logra encontrar su falo. No
obstante, Isis había aprendido de su padre Atum-Ra "palabras de poder" con las cuales podía
resucitar a los muertos, y así logra resucitar a Osiris del cual concibe milagrosamente un hijo:
Horus. El joven Horus se embarca en una empresa de venganza contra su tío Set por haberle
dado muerte a su padre Osiris, pero en la batalla, Set le remueve un ojo, el ojo izquierdo.
Este mito, en su forma original, no termina con la muerte de Set y la victoria de Horus
como podría esperarse, sino que queda en suspenso y abierto a que uno lo interprete mediante el
auxilio de textos como los que se encuentran inscritos en las pirámides, o bien con el más
conocido "Libro de los Muertos Egipcio" que en realidad se llama "Libro de Cómo Emerger al
Día". En estos textos encontramos los misterios de cómo alcanzar nuestra resurrección
espiritual, y no es con la destrucción o represión de nuestra oscuridad a la cual Set retrata en la
mitología.
Repasemos antes algunas consideraciones que nos van a auxiliar en la comprensión de
lo que significa el Ojo de Horus, porque ese ojo al que se hace referencia es el ojo izquierdo que
Set logra sacarle al héroe en la batalla. Los egipcios de antaño conocían el cuerpo humano y las
funciones fisiológicas humanas de una manera impresionante y más elevada que nuestra ciencia
moderna. No debemos olvidar que la tradición de momificación que se llevaba a cabo en el
Antiguo Egipto no es una operación sencilla, sino muy complicada donde se requiere remover
los órganos internos del cuerpo sin hacer daño al envoltorio que ha de momificarse y
preservarse sin que ocurra el proceso de putrefacción. Existen varios papiros con información
medicinal que han demostrado cómo los egipcios practicaban cirugías craneales y vertebrales
con éxito, y cualquier duda sobre la capacidad médica de los egipcios o de su conocimiento de
las funciones fisiológicas queda bien aclarada en la obra de Rene Schwaller de Lubicz titulada
El Templo del Hombre.
Schwaller de Lubicz nos muestra como los sabios del Antiguo Egipto notaron bien que
los nervios ópticos estaban cruzados en el interior
del cráneo, en la sección conocida como quiasma
óptica, de manera que la función visual del campo
izquierdo está arraigado al hemisferio derecho, y
viceversa.
Naturalmente, en el mito de la batalla entre
Horus y Set, se nos dice que el ojo izquierdo fue
arancado de Horus, y esto es una referencia oculta
a las funciones del hemisferio derecho del cerebro:
a saber, a la funciones mentales holísticas y
sintéticas que permiten pensar en términos de
unidad y lo absoluto asociadas a la religión y a la
visión de Unidad que es contraria a la de análisis y
separación en particulares diferentes.
Set, como función del caos, representa la
mente analítica del ser humano que divide y
fragmenta la Unidad Original de Dios tal como lo hace Set con el cuerpo de Osiris al
descuartizarlo en fragmentos y al que Isis luego se encarga de recomponer. Isis representa el
alma humana, pero en especial su condición Sátvica que es capaz de recomponer aquella
Unidad que está fragmentada en pedazos con "palabras de poder": palabras que le ha enseñado
el Padre Supremo Atum-Ra. La exaltación de Isis como parte inteligente y sátvica del ser, la
encontramos en su corona solar adjunta los cuernos de la vaca Hathor, representante tanto en
Egipto como en la India de la Virtud y la leche vital de la cual el alma se nutre en su corona.
Isis, como nuestra parte superior Sáttvica, logra recomponer lo que está fragmentado porque
tiene sabiduría y conocimiento divino (gnosis) que le ha venido de su Padre y Dios Absoluto:
Atum-Ra.
La tradición antigua nos muestra que los dos
ojos de Horus estaban relacionados con la Luna y el
Sol, pero esa analogía se sostiene de un principio
universal que nos retrata el ojo izquierdo como
lunar-femenino (Yin), gracias a su asociación con el
hemisferio derecho del cerebro; y el ojo derecho
como solar-masculino (Yang) por su adherencia a
las funciones del hemisferio izquierdo.
Podemos observar este principio universal
basado en un conocimiento fisiológico y psicológico
del ser humano cuando se retrata al Purusha o Ser
Cósmico de la India (imagen izquierda), del cual se
dice en los textos de hindúes que sus ojos son la luna
y el sol. También Plutarco nos hace saber que los ojos de Horus eran asociados a la Luna y al
Sol, siendo el ojo derecho de Horus solar y el izquierdo, extirpado en la batalla con Set, lunar.
La batalla de Horus y Set retrata un evento universal: la batalla de la Luz y la
Oscuridad: del Yin y el Yang, de lo masculino y lo femenino del cual el ser humano no es sino
un producto, en sí mismo, dividido por una polaridad cósmica que logra la existencia
manifiesta. Esta batalla entre las fuerzas del orden y el caos está retratada en la Titanomaquia de
Hesíodo, donde los dioses del Olimpo batallan a los Titanes, o bien se encuentra entre la batalla
de Devas contra Asuras en la doctrina hindú. No son simplemente poesías o cuentos fantasiosos
sin mayor significado, sino que son, por el contrario, de un enorme significado psicológico
acerca de cómo dominarse a uno mismo y volverse Justo el ser humano y así evitar así caer en
la injusticia y el sufrimiento que deviene por confrontar la voluntad individual con el Dharma o
la Voluntad de Dios.
Si bien Plutarco está en lo cierto cuando hace una analogía entre el Set egipcio y el
malvado Tifón de la mitología griega, debemos observar que ni los mitos egipcios ni los griegos
nos muestran que la parte oscura del universo sea exterminada o aniquilada. Los Titanes son
encerrados en el inframundo o Tartaros donde se mantienen a raya por unas "puertas de
bronce": significado que ya tendremos oportunidad de revelar más adelante.
En la mitología del Antiguo Egipto, Set no es retratado siempre como un villano
perverso, sino simplemente de manera que el iniciado en los misterios pueda reconocer su
aspecto Tamásico en ese arquetipo universal. La religión egipcia no le aprueba al iniciado su
instinto Horiano de exterminar totalmente a su caos interior sino que le indica un camino de
reconciliación que demanda una tolerancia con el mal. Así leemos, por ejemplo, un texto de las
pirámides en donde Horus se llama "tolerante":

Horus y Set me cogen de las manos y me llevan a la Duat. Oh tú que


fuiste tolerante, guárdate de aquél a quien ha sido dado el mando; Oh tú a
quien ha sido dado el mando, guárdate de aquél que fue tolerante.14

Así, por ejemplo, en ocasiones encontramos en el arte religiosa de Egipto, que se


muestra a Set al frente de la Barca de Ra: navío que es símbolo del ser Eterno que ha dominado
sus polaridades dispares y que lleva el nombre de "Barca de los millones y millones de años".
En la escena vemos a Ra en la forma de un Horus coronado con el disco sobre el cual se enrosca
la cobra: símbolo de dominio por iluminación y dominio de la serpiente, es decir, de nuestra
naturaleza titánica o terrenal
.

Aquí Set es retratado dominando la serpiente Apophis, la fuerza titánica y serpentina de


nuestra apetito reptil. Set realiza su función propia en la Barca de Ra: Tamas realiza su función
propia, y la barca, como símbolo del ser, navega sobre la energía terrestre con absoluto dominio.

14
Textos de las Pirámides, 271.
No se puede dejar de apreciar que al timón del navío está el ojo derecho: el análisis que
pertenece al hemisferio izquierdo: a Set. Este papiro que retrata la Barca de Ra perteneció a la
21a Dinastía, por lo que se escribió unos 1000 años después de que se escribieran los Textos de
las Pirámides. No obstante, la ciencia sigue siendo la misma, ya que de la misma manera que
nos hace saber el texto 271 de las pirámides que Set está "al mando" y que Horus es "tolerante",
también lo retrata muy bien este papiro de Heruben más de un milenio más tarde.
En la parte delantera se retratan las fuerzas que conducen la nave: los perros son los
guardianes de la barca: las 4 Virtudes Cardinales que custodian el bienestar, a saber,
Moderación, Valentía, Sabiduría y Justicia. El hecho de que se retraten con el símbolo del can,
también nos hace ver que son fuerzas referidas al neter Anubis cuyo totem o signo animal es el
Chackal. Anubis conduce al ser hacia su destino, tal como el daimon griego que representa el
carácter o personalidad de la persona. Anubis es llamado Upuat, es decir, "abridor de caminos".
El ser humano logra su inmortalidad y navega como Barca de los Millones de Años una
vez que ha logrado reconciliar su fraccionamiento interior de manera que la lucha entre Horus y
Set ha sido apaciguada. Para eso, Set debe realizar su función propia: la de dominio sobre la
naturaleza titánica que exige la virtud de la Moderación. Por otra parte, es el neter Toth quien
logra la estabilidad existencial entre Horus y Set, porque es este arquetipo de Sabiduría quien
le permite a Horus recobrar su ojo izquierdo que Set le ha quitado. Así dicen, por ejemplo, los
Textos de las Pirámides:

Es Toth quien se trae a sí mismo con esto; él ha aparecido con el Ojo de Horus (82)
Oh Toth, apresúrate, conduce al enemigo del Rey Osiris (24)
Oh Rey, yo soy tu hijo, yo soy Horus; he venido y te he traído los propios Ojos de
Horus; cógelos y júntalos a tí mismo. Yo los he juntado a tí y los he unido a tí, porque están
completos. Horus los ha puesto a los pies del Rey para que ellos puedan guiar a este Rey al
firmamento, a Horus, al cielo, al Gran Dios, y para que ellos puedan proteger a este Rey de
todos los enemigos. Oh Rey, yo te he traído los dos Ojos de Horus que dilatan su corazón;
únelos a tí mismo, cógelos. (106) (Presentación de Sandalias)

Paz entre Horus y Set

(260) ... soy Horus, el heredero de mi padre (Osiris). He ido y he vuelto, el cuarto de
esos cuatro dioses que han traído agua, que han administrado la purificación, que se han
alegrado con la fuerza de sus padres; deseo ser justificado por lo que he hecho. (...) Las dos
verdades (maati) han juzgado, aunque faltaba un testigo. (...) Mis miembros que estaban en un
escondrijo son reuinidos, y me uno a aquellos que están en el Abismo (NUN), porngo fin al
asunto de On (La disputa entre Horus y Set), porque aparezco hoy en la forma real de un
espíritu viviente; por eso puedo poner fin a la lucha y separar a los tumultuosos. Aparezco como
guardian de Justicia, así que puedo traerlo, para que esté conmigo; los que están indignados
alborotan a mi alrededor y los que están en el Abismo (NUN) me dan vida.
(...) Detesto viajar en la oscuridad, porq ue no puedo ver, y puedo caer en la confusión;
aparezco hoy porque puedo administrar Justicia, ya que ella está conmigo, y no seré
abandonado a vuestro temperamento, dioses.

Titanes: Wallis p. 271: "Ahora el juicio de esos que están aniquilados es el


aprisionamiento de las cosas para las almas de los hijos de la impotente rebelión (mesu betesh).
P. 454: Mesu Betesh o 'hijos de la revuelta fracasada'.

La parte opuesta que está en la corona tiene la función de pensar y ordenar el


pensamiento para
14:20. El encarnado, habiendo trascendido más allá de estos tres Gunas por los cuales
el cuerpo es envuelto, es liberado del nacimiento, de la muerte, la decadencia y la aflicción, y
así obtiene la inmortalidad.

Sócrates, en la República de Platón dice:

Esta no es la realidad

Los males no pueden desaparecer, pues es necesario que exista siempre


algo contrario al bien. Los males no habitan entre los dioses, pero están
necesariamente ligados a la naturaleza mortal y a este mundo de aquí. Por esa
razón es menester huir de él hacia allá con la mayor celeridad y la huida consiste
en hacerse uno tan semejante a la divinidad como sea posible, semejanza que se
alcanza por medio de la inteligencia con Justicia y Piedad. Ahora bien, mi buen
amigo, no es muy fácil, en efecto, convencer a nadie de que no es por lo que la
mayoría dice que hay que huir del mal y perseguir la virtud, por lo que hay que
practicar lo uno y no lo otro. La mayoría cree que lo único importante es no tener
mala reputación y parecer bueno, pero todas esas opiniones, a mi entender, no son
más que un chismorreo de viejas. Y hay que decir la verdad. La divinidad no es
injusta en modo alguno; al contrario, representa el grado más alto de la Justicia, de
manera que ninguno de nosotros se le asemeja más que quien ha logrado llegar a
ser lo más justo posible. En relación con esto es como hay que valorar la verdadera
habilidad de un hombre o su insignificancia y falta de virilidad. Pues la Sabiduría y
la verdadera virtud no son otra cosa que el conocimiento de la Justicia, y su
desconocimiento es ignorancia y maldad manifiesta. Cualquier otra cosa que
pudiera parecer habilidad y sabiduría en el ejercicio de la política es grosería y en
las artes vulgaridad. En consecuencia, al hombre que es injusto o impío de palabra
o de obra es al que menos puede reconocérsele que tiene habilidad por su falta de
escrúpulos. Ellos, en efecto, se vanaglorian de lo que, en realidad, es un reproche y
creen oír con ello que no son, como los necios, una mera carga de la tierra, sino
hombres como hay que ser para estar a salvo en la ciudad.
Así pues, debemos decir la verdad: ellos son lo que no creen ser, tanto
más cuanto menos lo creen, pues desconocen el castigo de la Justicia, que es
lo que menos conviene desconocer. Este castigo no es el que piensan, no
consiste en los golpes ni en la muerte que a veces no sufren los que practican la
injusticia, sino en un castigo del que no es posible escapar.

Vous aimerez peut-être aussi