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MARCO TEORICO

La diabetes mellitus es un trastorno en el que la glucemia (concentración de


azúcar o glucosa en sangre) es excesivamente alta porque el organismo no
segrega suficiente insulina para satisfacer su propia demanda. La micción y la
sed aumenta y se adelgaza sin pretenderlo.
La diabetes causa daños neurológicos y sensibilidad alterada.
También daña los vasos sanguíneos e incrementa el riesgo de infarto de
miocardio, de accidente cerebrovascular (ictus, infarto cerebral, derrame
cerebral), de insuficiencia renal, y de pérdida de visión.
El diagnóstico se realiza midiendo la glucemia.
Si se padece diabetes, deben consumirse alimentos con poco contenido de
carbohidratos y de grasas, practicar ejercicio y, por lo general, tomar
medicamentos que reduzcan la glucemia.
La diabetes mellitus es un trastorno en el cual la cantidad de azúcar en la sangre
es más elevada de lo normal. Se suele utilizar el término «diabetes mellitus», y
no sencillamente «diabetes», para designar esta enfermedad con el fin de
distinguirla de la diabetes insípida. La diabetes insípida es un trastorno
relativamente poco frecuente que no afecta a la glucemia, pero que también
origina un mayor volumen de orina (poliuria).
Azúcar en sangre
Existen muchos tipos de azúcares: algunos son simples y otros más complejos.
La sacarosa (azúcar de mesa) está constituida por dos azúcares más simples
llamados glucosa y fructosa. La lactosa (azúcar de la leche) está formada por
glucosa y por un azúcar simple llamado galactosa. Los carbohidratos del pan, de
la pasta, del arroz y de otros alimentos similares consisten en cadenas largas de
moléculas de azúcar simple. Antes de que el organismo pueda absorber la
sacarosa, la lactosa, los carbohidratos y otros azúcares complejos, las enzimas
del tubo digestivo deben descomponerlos en azúcares simples.
Por lo general, cuando el cuerpo absorbe los azúcares simples, los transforma
todos en glucosa, que es el principal combustible del organismo. La glucosa es
el azúcar que se desplaza por el torrente sanguíneo y que las células recogen.
«Azúcar» en sangre quiere decir, en realidad, glucosa en sangre.
Insulina
La insulina, la hormona producida por el páncreas, regula la cantidad de glucosa
presente en la sangre. La glucosa del torrente sanguíneo estimula al páncreas
para que produzca insulina. Esta insulina ayuda a que la glucosa pase de la
sangre a las células. Una vez en el interior de las células, se convierte en energía
de uso inmediato o se almacena como grasa o como glucógeno hasta que sea
necesaria.
En condiciones normales, la glucemia varía a lo largo del día: aumenta después
de cada comida y vuelve a los niveles previos a la comida durante las 2 horas
siguientes. Cuando los niveles de glucosa vuelven a los anteriores a la comida,
la producción de insulina disminuye. La variación en la glucemia suele
encontrarse dentro de un intervalo reducido, alrededor de 70 a 110 mg/dL de
sangre en condiciones normales. Si se ingiere una gran cantidad de
carbohidratos, la glucemia aumenta, como también lo hace después de cumplir
los 65 años de edad, sobre todo después de comer.
Si el organismo no produce la insulina necesaria para transportar la glucosa a
las células o si las células dejan de reaccionar con normalidad ante lainsulina, la
alta concentración sanguínea de glucosa resultante (hiperglucemia) sumada a
una cantidad inadecuada de glucosa en las células, da lugar a los síntomas y a
las complicaciones de la diabetes.
Tipos de diabetes
Prediabetes
La prediabetes es un trastorno en el que la concentración de glucosa en sangre
es demasiado alta para ser considerada normal, pero no lo suficiente para ser
catalogada como diabetes. Se padece prediabetes cuando la glucemia en
ayunas oscila entre 101 mg/dL y 126 mg/dL o cuando la glucemia 2 horas
después de una prueba de tolerancia a la glucosa se encuentra entre 140 mg/dL
y 200 mg/dL. Detectar la prediabetes es importante porque esta afección
conlleva un mayor riesgo de diabetes en el futuro, así como de cardiopatías.
Perder del 5% al 10% del peso corporal mediante una alimentación adecuada y
ejercicio reduce de forma considerable el riesgo de padecer diabetes en el futuro.
Diabetes tipo 1
En la diabetes de tipo 1 (antes denominada diabetes insulinodependiente o
diabetes de inicio juvenil), el sistema inmunitario del organismo ataca las células
del páncreas productoras de insulina, y más del 90% de estas células son
destruidas de forma permanente. El páncreas, por lo tanto, produce poca o
ninguna insulina. Solo en torno al 10% de todas las personas con diabetes
padecen la enfermedad de tipo 1. En la mayoría de ellas, la enfermedad se
manifiesta antes de los 30 años, aunque también puede aparecer más tarde.
Los científicos creen que un factor ambiental (posiblemente una infección vírica
o un factor nutricional en la infancia o en los primeros años de la edad adulta)
provoca que el sistema inmunitario destruya las células pancreáticas productoras
de insulina. Existe una predisposición genética a que algunas personas sean
más vulnerables que otras a los factores ambientales.
Diabetes de tipo 2
En la diabetes de tipo 2 (antes denominada diabetes no insulinodependiente o
diabetes de inicio adulto), el páncreas continúa produciendo insulina, algunas
veces incluso a niveles más altos que los normales. Sin embargo, el organismo
desarrolla resistencia a los efectos de la insulina, por lo que no hay
suficiente insulina para satisfacer los requerimientos corporales.
La diabetes de tipo 2 solía ser poco habitual en niños y en adolescentes, pero la
incidencia es cada vez mayor. Sin embargo, lo habitual es que comience a partir
de los 30 años y se vuelva más frecuente con la edad. Alrededor del 27% de las
personas mayores de 65 años padece diabetes de tipo 2. Ciertos grupos de
ascendencias presentan un riesgo mayor de padecer diabetes de tipo 2: los
afroamericanos, los americanos de origen asiático, los indios americanos y los
latinoamericanos que viven en países desarrollados presentan un riesgo hasta
dos y tres veces mayor que las personas de ascendencia caucásica. También
existe una predisposición hereditaria a sufrir diabetes de tipo 2.
La obesidad es el principal factor de riesgo de la diabetes de tipo 2; entre el 80%
y el 90% de las personas con este trastorno tienen sobrepeso u obesidad. Dado
que la obesidad produce resistencia a la insulina, las personas obesas necesitan
grandes cantidades de insulina para mantener una concentración normal de
glucosa en la sangre.
Ciertos trastornos y algunos fármacos alteran la forma en que el organismo utiliza
la insulina, lo que da lugar a una diabetes de tipo 2. Las elevadas
concentraciones de corticoesteroides (debido a la enfermedad de Cushing o a la
administración de corticoesteroides) y el embarazo (diabetes gestacional) son
las causas más frecuentes de funcionamiento deficiente de la insulina. La
diabetes también aparece cuando se produce una cantidad excesiva de hormona
del crecimiento (acromegalia) y cuando existen ciertos tumores secretores de
hormonas. Igualmente, la pancreatitis grave o recurrente y otros trastornos que
dañan directamente el páncreas pueden producir diabetes.
Síntomas de diabetes
Los dos tipos de diabetes tienen síntomas muy parecidos.
Los primeros síntomas de la diabetes guardan relación con los efectos directos
de la hiperglucemia (concentración alta de glucosa en sangre), e incluyen:
 Aumento de la sed
 Aumento de la micción
 Aumento del hambre
La glucosa pasa a la orina cuando su concentración sanguínea aumenta de 160
mg/dL a 180 mg/dL. Si la concentración de glucosa en la orina alcanza valores
incluso más altos, los riñones secretan una cantidad adicional de agua para diluir
la abundancia de glucosa. Dado que los riñones producen demasiada orina,
existe poliuria (micción abundante y frecuente), que, a su vez, provoca polidipsia
(sed excesiva). Puede haber adelgazamiento debido a la pérdida excesiva de
calorías en la orina. A modo de compensación, se siente un hambre exagerada.
Otros síntomas de diabetes son:
 Visión borrosa
 Somnolencia
 Náuseas
 Disminución de la resistencia durante el ejercicio
Diabetes tipo 1
En la diabetes de tipo 1, los síntomas suelen comenzar bruscamente y de modo
notorio. A partir de ella, puede desarrollarse rápidamente un trastorno
denominado cetoacidosis diabética, una complicación grave en la que el cuerpo
produce un exceso de ácido. Además de los síntomas habituales de la diabetes
consistentes en la sed y la micción excesiva, los síntomas iniciales de la
cetoacidosis diabética incluyen además náuseas, vómitos, fatiga y, sobre todo
en los niños, dolor abdominal. La respiración se vuelve rápida y profunda, debido
a que el organismo intenta corregir la acidez de la sangre y el aliento tiene un
olor afrutado y parecido al del producto utilizado para limpiar la laca de uñas. Sin
tratamiento, la cetoacidosis diabética evoluciona hasta el coma y la muerte, a
veces en cuestión de horas.
Tras el inicio de la diabetes tipo 1, algunas personas tienen una fase, larga pero
temporal, en la que sus niveles de glucosa son casi normales (fase de luna de
miel), debido a una recuperación parcial de la producción de insulina.
Diabetes de tipo 2
En la diabetes de tipo 2 puede no haber síntomas durante años o décadas antes
del diagnóstico. Los síntomas son leves. Al principio, el aumento de la micción y
de la sed es leve, pero empeora de forma gradual a lo largo de semanas o de
meses. Finalmente, se siente una fatiga extrema, es probable que la visión sea
borrosa y puede haber deshidratación.
A veces, durante las primeras fases de la diabetes, la concentración de glucosa
en sangre es extremadamente baja, un trastorno denominado hipoglucemia.
Dado que en la diabetes de tipo 2 se produce algo de insulina, no suele
desarrollarse cetoacidosis, ni siquiera si no se recibe tratamiento durante mucho
tiempo. Sin embargo, la concentración de glucosa en sangre aumenta de forma
considerable (a menudo, hasta más de 1000 mg/dL). Estas altas
concentraciones suelen ser el resultado de algún tipo de estrés sobreañadido,
como en el caso de una infección o de la ingesta de algún fármaco. Cuando los
valores de glucosa en sangre son muy altos, aparece deshidratación grave, que
puede ocasionar confusión mental, somnolencia y convulsiones, un trastorno
denominado síndrome hiperglucémico hiperosmolar no cetósico. En la
actualidad, la mayoría de los diagnósticos de diabetes de tipo 2 se deben a
análisis rutinarios de glucosa en sangre que se realizan antes de que la
hiperglucemia sea sumamente grave.
Complicaciones de la diabetes
La diabetes daña los vasos sanguíneos, haciendo que se estrechen y por lo tanto
se restrinja el flujo sanguíneo. Dado que los vasos sanguíneos de todo el cuerpo
se ven afectados, las personas pueden presentar muchas complicaciones de la
diabetes. Muchos órganos pueden verse afectados, en particular los siguientes:
 Cerebro, riesgo de accidente cerebrovascular
 Ojos (retinopatía diabética), riesgo de ceguera
 Corazón, riesgo de ataque al corazón
 Riñones (nefropatía diabética), riesgo de insuficiencia renal
 Nervios (neuropatía diabética); puede causar sensibilidad en los pies
Diagnóstico de la diabetes
Determinación de la concentración de la glucosa en la sangre (glucemia).
El diagnóstico de diabetes se basa en la presencia de concentraciones
sanguíneas de glucosa (glucemia) inusualmente altas. Se lleva a cabo
una detección sistemática, o cribado, dirigido a las personas consideradas de
riesgo de diabetes, pero que no presentan síntomas.
Determinación de los niveles de glucosa en sangre
También se comprueba la glucemia si se refieren síntomas de diabetes, como
aumento de la sed, de la micción o del apetito. De forma adicional, se mide la
glucemia si existen trastornos que pueden ser complicaciones de la diabetes,
como infecciones frecuentes, úlceras en los pies e infecciones por levaduras.
Para medir la glucemia, se obtiene una muestra de sangre en ayunas, es decir,
sin haber comido nada desde la noche anterior. Sin embargo, es posible tomar
muestras de sangre después de la comida. En este caso, se considera normal
cierto aumento en la glucemia, pero incluso entonces los valores no deben ser
muy altos. El valor de la glucemia en ayunas no debe superar los 126 mg/dL.
Incluso después de comer, este valor no debe exceder los 200 mg/dL.
Hemoglobina A 1c
También se mide la concentración sanguínea de una proteína, la hemoglobina
A1C (llamada hemoglobina glucosilada o glicosilada). La hemoglobina es una
sustancia de color rojo, que transporta el oxígeno en los glóbulos rojos
(eritrocitos). Cuando la sangre está expuesta a hiperglucemia durante un tiempo,
la glucosa se une a la hemoglobina y forma hemoglobina glucosilada. La
concentración de hemoglobina A1C (fracción de la hemoglobina sujeta a A1C)
refleja la tendencia de la glucemia a largo plazo y no su comportamiento ante
cambios rápidos.
Medir la hemoglobina A1C permite diagnosticar la diabetes si el análisis se
realiza en un laboratorio certificado (no con instrumentos domésticos ni en un
consultorio privado). Si la concentración de hemoglobina A1C es del 6,5% o más,
se padece diabetes, pero si la concentración se encuentra entre el 5,7% y el
6,4%, se diagnostica prediabetes.
Prueba de tolerancia oral a la glucosa
Se puede realizar otro tipo de análisis de sangre, una prueba de tolerancia oral
a la glucosa, en ciertas situaciones, como cuando se efectúan pruebas de
cribado de la diabetes gestacional en mujeres embarazadas o si se trata de
personas de edad avanzada que tienen síntomas de diabetes, pero cuya
glucemia en ayunas es normal. No obstante, no es una prueba que se realice de
forma rutinaria para detectar la diabetes, ni siquiera en las mujeres embarazadas
con poco riesgo, ya que es muy engorrosa.
Consiste en obtener una muestra de sangre para medir la glucemia en ayunas
y, a continuación, dar a beber al paciente una solución especial que contiene una
cantidad alta y precisa de glucosa. Durante las 2 o 3 horas siguientes se obtienen
varias muestras de sangre, que se analizan para determinar si la glucemia
aumenta de forma anómala.
Pruebas de detección de la diabetes
A menudo, la glucemia se comprueba en el transcurso de una exploración física
periódica. La comprobación anual de la glucemia es especialmente importante a
edad avanzada, ya que la frecuencia de la diabetes aumenta en este grupo
etario. Es posible tener diabetes, en particular del tipo 2, e ignorarlo.
No existen pruebas rutinarias para la detección de la diabetes tipo 1, pero es
particularmente importante hacer las pruebas de detección en personas con
riesgo de diabetes tipo 2, incluyendo:
Personas de más de 45 años de edad
Personas con sobrepeso
Personas con la presión arterial alta y/o un trastorno de los lípidos, como el
colesterol alto
Personas con antecedentes familiares de diabetes
Mujeres que presentaron diabetes durante el embarazo o tuvieron un bebé que
pesó más de 4 kg al nacer
Personas de ascendencia afroamericana, nativa americana, latinoamericana o
asiático-americana.
Las personas con estos factores de riesgo deben ser examinadas para descartar
la presencia de diabetes al menos una vez cada tres años. El riesgo de diabetes
se puede estimar usando calculadoras de riesgo en línea. Los médicos pueden
medir los niveles de hemoglobina A1C y de glucosa en sangre en ayunas, o
hacer una prueba de tolerancia oral a la glucosa. Si los resultados de las pruebas
están en la frontera entre lo normal y lo anormal, los médicos hacen las pruebas
de detección más a menudo, al menos una vez al año.
6. ¿Cuáles son las características farmacocinéticas, farmacodinámicas y
farmacosológicas de cada grupo?

6.1. Sulfonilureas:
Tienen un efecto hipoglucemiante agudo actuando sobre la célula beta del
páncreas mediante un estímulo de la secreción de insulina, y un efecto
hipoglucemiante crónico que se debe a la potenciación de la acción de la
insulina, a través de un aumento del número de receptores para la insulina o de
su unión a ellos en los tejidos sensibles a la misma. Este último efecto está en
controversia, y se habla de que se debe más bien a un control del efecto tóxico
de la hiperglucemia.
6.1.1. Mecanismo De Acción: Tienen un efecto hipoglucemiante por estimulo
de la secreción de insulina a nivel de la célula beta pancreática. Su acción
se inicia tras unión a un receptor específico, provocando el bloqueo de los
canales de salida de potasio ATP- dependientes.
6.1.2. Eficacia: Podemos esperar una reducción en la glucemia basal de 50-60
mg/dl, y en 1.5-2% en la HbA 1c. Varios factores pueden predecir la
respuesta a las sulfonilureas, tales como la edad, peso, duración de la
diabetes, tratamiento previo con insulina y glucemia basal. Los pacientes
que probablemente van a responder mejor, tienen un diagnóstico reciente
(< 5 años), edad superior a 40 años, peso 110-160 % del peso ideal,
glucemia basal < 200 mg/dl, nunca han requerido insulina o sus
necesidades están por debajo de 40 UI/día. Si se cumplen estos criterios,
los fallos primarios son inferiores a 15 %.
6.1.3. Todas las sulfonilureas se metabolizan en hígado, y sus metabolitos más
o menos activos son eliminados por vía renal, salvo en el caso de la
gliquidona que se eliminan preferentemente por vía biliar y la Glimepirida
que en un 40% lo hace vía biliar, por lo que pueden utilizarse en
insuficiencia renal leve-moderada
6.1.4. Indicaciones: Diabetes mellitus tipo 2 con normopeso que no se controla
sólo con dieta y ejercicio, diabetes mellitus 2 con obesidad que no se
controlan con dieta y metformina o presentan contraindicaciones para el
uso de metformina.
6.1.5. Efectos secundarios:
o Hipoglucemia
o Alteraciones hematológicas: aplasia medular, agranulocitosis, anemia
hemolítica y trombocitopenia
o Alteraciones cutáneas: rash, púrpura, prurito, eritema nodoso, eritema
multiforme, Steven-Johnson, fotosensibilidad
o Alteraciones tiroideas: Hipotiroidismo subclínico transitorio
o Efecto renal: secreción inadecuada ADH (hiponatremia) efecto
diurético
o Efecto antabús (clorpropamida)
o Reacciones pulmonares difusas: Neumonitis
o Otros: ganancia ponderal, hiperinsulinemia
La frecuencia de efectos adversos es baja (2-5%). El principal efecto
secundario es la hipoglucemia, que se ha visto más frecuentemente
asociada al uso de sulfonilureas de vida media larga, como la
clorpropamida y glibenclamida.
6.1.6. Contraindicaciones: Diabetes mellitus 1, embarazo y lactancia,
insuficiencia renal (gliquidona, glipizida, gliclazida y glimepirida se pueden
dar en insuficiencia renal leve-moderada), reacciones adversas a
sulfonilureas, alergia a sulfamidas e insuficiencia hepática grave.

6.2. Biguanidas:
Consiguen su efecto antihiperglucemiante a través de acciones
extrapancreáticas, sobre todo por disminución de la liberación hepática de
glucosa, junto a otras aún no bien conocidas (anorexígena, disminución de
absorción intestinal de glucosa, aumento nº de receptores de insulina,
potenciación acción de la insulina, ...). La magnitud del descenso de la glucemia
es similar al de las sulfonilureas, tanto en presencia como en ausencia de
obesidad. Además, tienen efectos favorables sobre los lípidos (reducción de
triglicéridos, LDL y colesterol total) y no producen aumento de peso (incluso
pueden producir pérdida de peso), ni hiperinsulinemia ni hipoglucemia.
Dada su capacidad para reducir la glucemia sin producir incremento de peso, y
su acción beneficiosa sobre los lípidos plasmáticos, la metformina es el fármaco
de elección para pacientes obesos o dislipémicos con DM2, mientras no existan
contraindicaciones.
6.2.1. Mecanismo de acción: Tienen efecto antihiperglucemiante a través de
acciones extra-pancreáticas. Su principal mecanismo de acción es el
aumento de la sensibilidad a la insulina en tejido hepático: disminución de
la glucogenolisis (liberación hepática de glucosa) y neoglucogénesis
(formación de glucosa a partir de otros sustratos como aminoácidos o
glicerol). También aumenta la sensibilidad a la insulina en tejido periférico
(principalmente en músculo), directa e indirectamente (por disminución
del efecto tóxico de la hiperglucemia). La metformina no tiene efecto
directo sobre la célula beta. Tiene otros efectos no bien conocidos, por los
que ejerce su acción antihiperglucemiante (efecto anorexígeno,
disminución de absorción intestinal de glucosa).
6.2.2. Eficacia: Su eficacia es igual que la de las sulfonilureas en el tratamiento
inicial de la DM 2, tanto en presencia como en ausencia de obesidad. La
metformina reduce la glucemia basal sobre 60-70 mg/dl y la HbA 1c en
1,5 - 2%. Además de sus efectos sobre la glucemia, tienen efectos
favorables sobre los lípidos, independientemente de la mejora en el
control glucémico (reducción de triglicéridos, LDL y colesterol total). Otros
potenciales beneficios se asocian a una falta de aumento de peso (incluso
pueden producir pérdida de peso), no producción de hiperinsulinemia, y
no causa hipoglucemia. Es el único fármaco para el tratamiento de la DM
2 que hasta el momento ha demostrado disminuir la morbimortalidad
cardiovascular.
6.2.3. Indicaciones: Diabetes mellitus tipo 2 que no se controla sólo con dieta
y ejercicio. Se considera el fármaco de elección en DM2 con sobrepeso u
obesidad. En el último consenso ADA-Grupo Europeo así como en las
guías inglesas se considera el fármaco de inicio en todos los DM2, incluido
no obesos.
6.2.4. Interacciones: alcohol (riesgo de acidosis láctica por sinergismo)
6.3. Meglitinidas:

6.3.1. Mecanismo de acción: Como las sulfonilureas, actúan estimulando la


secreción de insulina, por inhibición de los canales de potasio
dependientes de ATP de las células beta pancreáticas, aunque parece
que difieren en las zonas de unión a estas. Aportan la ventaja de tener un
comienzo de acción rápido (30 minutos) y de corta duración, circunscrito
al periodo postprandial (4 horas), por lo que facilita el horario de las
ingestas.
6.3.2. Eficacia: En monoterapia, la repaglinida produce descensos similares a
SU o metformina en las cifras de glucemia y HbA1c, con un mejor control
de las glucemias postprandiales. Nateglinida es algo menos potente.
6.3.3. Indicaciones: teóricamente similares a las sulfonilureas, con especial
interés para la corrección de hiperglucemias postprandiales. Sin embargo
las indicaciones aprobadas son:
o Repaglinida: Diabetes tipo 2 cuya hiperglucemia no puede seguir siendo
controlada satisfactoriamente por medio de dieta, reducción de peso y
ejercicio. También está indicada en combinación con metformina en DM2
que no se controlan satisfactoriamente con metformina sola.
o Natiglinida: En la terapia combinada con metformina en pacientes con
diabetes tipo 2 inadecuadamente controlados con una dosis máxima
tolerada de metformina en monoterapia.
6.3.4. Efectos secundarios: La hipoglucemia es el principal efecto secundario
descrito. En estudios que la comparan con sulfonilureas parece
observarse un muy discreto menor número de episodios pero lo más
importante es que son de menor intensidad y duración.
6.3.5. Otros efectos: No tiene efecto significativo sobre los niveles de lípidos.
En pacientes tratados de inicio con repaglinida de ha descrito un ligero
incremento de peso, similar a sulfonilureas.
6.3.6. Contraindicaciones: diabetes tipo 1, hipersensibilidad a repaglinida o
nateglinida, embarazo o lactancia, insuficiencia hepática severa o
tratamiento con gemfibrocilo.
6.4. Inhibidores De Las Alfa-Glucosidasas.
Actúan inhibiendo las alfa-glucosidasas intestinales (maltasas, sacarasas,
dextrinasas, glucoamilasas) presentes en las vellosidades intestinales, que son
las enzimas que actúan en el desdoblamiento de la sacarosa, maltosa y otros
oligosacáridos en monosacáridos (glucosa, fructosa, galactosa). El resultado es
una demora en la digestión de los hidratos de carbono con reducción de los picos
glucémicos postprandiales. También actúan disminuyendo la secreción de
polipéptidos intestinales.
Su utilidad clínica es la corrección de hiperglucemias postprandiales. Se puede
utilizar sóla o en combinación con insulina o sulfonilureas.
No producen hipoglucemia, pero cuando se administran asociadas a insulina o
sulfonilureas hay que tener en cuenta que si se produce una hipoglucemia ésta
no puede tratarse con disacáridos (lactosa de la leche, o sacarosa del azúcar)
sino que debe utilizarse glucosa pura.
6.4.1. Mecanismo de acción: Actúan inhibiendo las alfa-glucosidasas
intestinales (maltasas, sacarasas, dextrinasas, glucoamilasas) presentes
en las vellosidades intestinales, que son las enzimas que actúan en el
desdoblamiento de la sacarosa, maltosa y otros oligosacáridos en
monosacáridos (glucosa, fructosa, galactosa). El resultado es una demora
en la digestión de los hidratos de carbono con reducción de los picos
glucémicos postprandiales. También actúan disminuyendo la secreción
de polipéptidos intestinales.
6.4.2. Eficacia: Se ha descrito un efecto sobre la hiperglucemia menor que con
las sulfonilureas y la metformina: reducción de 25-30 mg/dl en la glucemia
basal, 40-50 mg/dl en la glucemia postprandial, y de 0,7 - 1% en la HbA
1c. Su utilidad clínica es la corrección de hiperglucemias postprandiales.
Se puede utilizar sola o en combinación con insulina o sulfonilureas o
metformina (esta última asociación se recomienda menos por aumento de
efectos secundarios gastrointestinales).
6.4.3. Indicaciones: En la DM 2 no adecuadamente controlada con dieta para
corregir hiperglucemias moderadas, fundamentalmente postprandiales
cuando las preprandiales se mantienen en niveles aceptables. También
puede asociarse en terapia combinada a sulfonilureas o insulina. Su
efecto es menor en los pacientes que toman pocos hidratos de carbono
en la dieta.
6.4.4. Interacciones: Reducen el efecto de la acarbosa: Antiácidos,
resincolestiramina y enzimas digestivos.
6.4.5. Contraindicaciones: Tratamiento en monoterapia de la DM 1, pacientes
con trastornos gastrointestinales, embarazo, lactancia, insuficiencia renal
(creatinina > 2mg/dl), cirrosis hepática.
6.5. Glitazonas
6.5.1. Mecanismo de acción: Son fármacos agonistas PPAR-gamma
(peroxisome proliferator-activated receptor gamma). Actúan a través de la
activación del receptor PPAR-gamma reduciendo con ello la resistencia a
la insulina, fundamentalmente a nivel de tejidos periféricos (tejido graso y
muscular), aunque también tienen un cierto efecto a nivel del tejido
hepático (inhibición gluconeogénesis hepática). Este aumento de la
sensibilidad a la insulina se realiza sin aumentar su secreción, de ahí que
no produzcan hipoglucemias. Se metabolizan en el hígado y se eliminan
por las heces.
6.5.2. Eficacia: Su eficacia es ligeramente inferior a la de metformina o
secretagogos produciendo descensos de la HbA 1c de 1,4 – 1,8% y de la
glucemia basal de 39 – 65 mg/dl.
6.5.3. Indicaciones: En monoterapia, preferentemente en diabéticos con
sobrepeso u obesidad, en los que la metformina está contraindicada o no
tolerada
o En combinación con metformina solo en pacientes obesos.
o En combinación con sulfonilureas o sitagliptina, solo en pacientes con
intolerancia o contraindicación a la metformina.
o En triple terapia junto a sulfonilureas o sitagliptina y metformina.
6.5.4. Interacciones: Pueden interaccionar con los anticonceptivos orales,
disminuyendo su actividad contraceptiva. Con fármacos que se
metabolizan a través del citocromo P450: enzima CYP2C8 y en menor
medida en CYP2C9, por lo que habría que tener precaución con fármacos
que inhiben (ketoconazol, itraconazol) o inducen esta vía (eritromicina,
astemizol, antagonistas del calcio, cisaprida, corticoides, triazolam)
6.5.5. Contraindicaciones: En pacientes con DM1, en el embarazo y lactancia,
ante hipersensibilidad al producto o sus componentes, en presencia de
problemas hepáticos (no usar si ALT > 2,5 veces y suspender si ALT > 3
veces) o insuficiencia cardiaca grados I - IV y en asociación con insulina
(en EEUU si se permite la asociación de glitazonas e insulina). Síndrome
coronario agudo. Uso no recomendado en Cardiopatía isquémica y
arteriopatía periférica. No existe contraindicación ni hay que ajustar dosis
en pacientes ancianos o en personas con insuficiencia renal leve o
moderada.
6.6. Inhibidores De La Dpp-Iv (Incretinas):
Nueva familia terapéutica. Sitagliptina y Vildagliptina. Así como
combinaciones a dosis fijas de ambas con Metformina, respectivamente.
6.6.1. Mecanismo de Acción: Las hormonas incretinas GLP-1 y GIP se liberan
en el intestino durante todo el día; sus concentraciones aumentan en
respuesta a la comida.
La actividad del GLP-1 y el GIP está limitada por la enzima DPP-4, que
inactiva rápidamente las incretinas.
Como inhibidor de la DPP-4, Sitagliptina y Vildagliptina actúan en los
pacientes con diabetes tipo 2 retrasando la inactivación de las incretinas
y mejorando así la función secretora de insulina de la célula beta
pancreática.
Sitagliptina y Vildagliptina aumentan las concentraciones de las hormonas
intactas activas y con ello incrementa y prolonga la acción de estas
hormonas, lo que finalmente disminuye la glucemia en las situaciones de
ayuno y postprandial.
6.6.2. Eficacia: Combinada con metformina (al añadirse a pacientes
controlados insuficientemente con metformina en monoterapia),
Sitagliptina mejoró significativamente la HbA1c, la GA y la GPP a las 2
horas en comparación con el placebo más metformina.
o HbA1c: −0,7%, P < 0,001,
o GA: –25 mg/dl (–1,4 mmol/l), P < 0,001
o GPP: -51 mg/dl (-2,8 mmol/l), P < 0,001
Estas reducciones resultaron superiores en pacientes con peor control
metabólico al inicio del estudio, lográndose variaciones de HbA1c de
hasta -1.4%.
En ensayos de no inferioridad, comparada con sulfonilureas (glipizida),
demostró igual eficacia en descensos de HbA1c y Glucemia basal y, de
forma significativa, menor incidencia de hipoglucemias y de ganancia
ponderal.
En general, Sitagliptina y Vildagliptina parecieron tener efectos neutros
sobre el peso corporal.
6.6.3. Indicaciones: Combinación con metformina: Sitagliptina y Vildagliptina
están indicadas en los pacientes con DMT2 para mejorar el control de la
glucemia en combinación con metformina como tratamiento inicial, o
cuando este fármaco solo, con dieta y ejercicio, no consigue un control
suficiente de la glucemia.

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