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LECTURA

Las relaciones naturaleza-sociedad en el contexto del cambio


ambiental global
JOSÉ A. GONZÁLEZ
Jose.A.Gonzalez@maspublico.com
El autor es Doctor en Ciencias Biológicas por la UCM
y profesor del Departamento de Ecología de la UAM desde el año 2005

Estamos inmersos en una crisis de carácter sistémico, resultado de la confluencia de varias


otras crisis (financiera, ambiental, alimentaria, energética…) que interactúan de forma sinérgica.
En especial, la crisis financiera presenta importantes vínculos con la crisis ambiental; y la
falta de atención a los problemas ambientales globales está dificultando tener un buen
diagnóstico de la situación actual, así como la generación de soluciones innovadoras para
abordar los grandes retos a los que se enfrenta nuestra civilización en el siglo XXI.
Todas las señales apuntan a que el periodo de estabilidad ambiental que nuestra especie ha
disfrutado durante el Holoceno, y que ha permitido el nivel de desarrollo alcanzado por nuestras
sociedades, está tocando a su fin. Los científicos hablan ya de un fenómeno
denominado Cambio Global, entendido como el impacto conjunto de las actividades humanas
que afectan al funcionamiento del sistema Tierra. Y no son pocas las voces que afirman que
hemos entrado ya en una nueva era geológica, el Antropoceno, en la cual el ser humano se
ha convertido en la principal fuerza transformadora de la ecosfera. Nuestra Huella Ecológica se
ha incrementado en más del doble en los últimos 50 años y excede hoy en un 50% la
biocapacidad del planeta. El resultado es que estamos topando claramente con los límites
biofísicos del sistema Tierra, habiéndose sobrepasando ya los umbrales de seguridad para tres
procesos clave como el cambio climático, el ciclo del nitrógeno y la pérdida de biodiversidad.
Y todo ello acontece en un planeta repleto de desigualdades sociales, con más de 850
millones de personas que siguen pasando hambre mientras amplios sectores de la sociedad
viven consumiendo muy por encima de sus necesidades. Un Norte global consumidor de
servicios de los ecosistemas y claro “deudor ecológico” del Sur. Y un Sur global que actúa como
sumidero y receptor de los impactos socio-ecológicos generados por el estilo de vida consumista
del Norte global.
Ante este panorama bastante desolador de injusticia social y ambiental, las viejas recetas ya
no sirven para abordar los grandes problemas socio-ecológicos que afronta la
humanidad. La receta de unos es consumir más para volver a la senda del crecimiento,
mientras que la de otros es consumir menos para evitar un colapso ecológico. En el Antropoceno
no valen ya los diagnósticos parciales o sectoriales, que se han mostrado como incapaces de
hacer visibles las interacciones recíprocas entre las dimensiones social, económica y ambiental
de la crisis sistémica en que estamos inmersos.
Son varios los estudios científicos que muestran dos errores fundamentales que subyacen a la
actual crisis, relacionados ambos con los pilares que sustentan la mayoría de las políticas de
gestión de los sistemas naturales. El primero sería la presunción de que las respuestas de los
ecosistemas al uso humano son lineares, predecibles y controlables, cuando en realidad no es
así. Si algo caracteriza al mundo actual es la incertidumbre y la impredecibilidad, con cambios
cada vez más rápidos, intensos y globalizantes. Las políticas de gestión deberían basarse no
en controlar esta incertidumbre inherente al sistema Tierra, sino en abrazarla,
buscando potenciar la capacidad adaptativa (resiliencia) de los ecosistemas para afrontar
las perturbaciones sin perder su integridad ecológica y su capacidad para generar servicios a la
sociedad.
El segundo gran error se relaciona con el supuesto de que los humanos y la naturaleza son
entidades diferentes que pueden ser conceptuadas y gestionadas de forma independiente. La
escasa conciencia por parte del habitante urbano de su estrecha dependencia de los
ecosistemas, a través de los servicios que éstos le suministran (servicios abastecimiento,
regulación y culturales) es una de las raíces de la actual crisis ambiental: la conservación
enfrentada al desarrollo. Ante esta visión reduccionista, el emergente marco conceptual de
los “sistemas socio-ecológicos” (humanos en la naturaleza) brinda un nuevo paradigma
de carácter holista e integrador, necesario para gestionar de forma sostenible los vínculos
entre los ecosistemas y el bienestar humano, constituyendo por tanto una excelente herramienta
para abordar los grandes problemas de la humanidad en el actual contexto de cambio ambiental
global.

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