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21-09-2018

El levantamiento de Basora conmociona Iraq


Safaa Khalaf
Orient XXI
Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos.

Desde hace tres meses una de las principales ciudades iraquíes, Basora, está en estado de
revuelta. Sus habitantes protestan contra el deterioro de sus condiciones de vida y del medio
ambiente, contra el gobierno central corrupto e incompetente, y contra las milicias depredadoras.

Iraq depende totalmente del petróleo y el gas extraídos de los muy ricos yacimientos de Basora
para financiar su presupuesto, un 17 % del cual se destina a la región kurda (en el presupuesto de
2018 esta proporción se redujo al 12,6 %, lo que supuso un obstáculo para constituir el nuevo
gobierno iraquí). En el mejor de los casos la partida del presupuesto destinada a la región de
Basora (donde viven 2.972.000 habitantes, según cálculos del Ministerio de Planificación en 2017)
no superaba el 5 % al año. Unos fondos que en su mayoría se destinan a proyectos de pura
propaganda sin futuro alguno, destinados a encubrir el saqueo de estos fondos por parte de unos
grupos políticos influyentes que en su mayoría actúan en Bagdad y están vinculados de un modo u
otro a Teherán.

A pesar del colapso de las infraestructuras urbanas desde hace ya varios años el gobierno federal
ha suspendido la partida del 5 % que volvía a Basora de los ingresos de la extracción, exportación y
refinado de petróleo y gas, y cuyo pago debía de ser semestral. Estas sumas son absolutamente
necesarias para la reconstrucción de una ciudad que carece de verdaderos servicios en los ámbitos
de la electricidad, el agua y las redes de comunicación, de saneamiento y de salud pública.

Más cánceres, menos tierras de cultivo

Desde que encabeza el gobierno Haïder Al-Abadi lleva a cabo una política de gran austeridad
financiera que ha empeorado el estado de abandono de Basora y exacerbado los problemas
referentes a los servicios que se prestan a la población. El jefe del gobierno argumenta que "ha
cortado los fondos a los corruptos", mientras que las personas que habitan en Basora padecen unas
subidas de temperatura a unos niveles mortales con escasez de agua, aumento tanto del nivel de
salinidad del agua cuando disponen de ella como de la contaminación de esta.

Basora conoce además un aumento de las personas enfermas de cáncer y una regresión de la
agricultura debido al poder efectivo que las empresas petroleras extranjeras tienen sobre una
cantidad cada vez mayor de terrenos agrícolas en su condición de "reservas petroleras"
(reservadas para inversiones en hidrocarburos), sin contar con la ausencia de nuevos proyectos que
puedan reabsorber a la gran cantidad de personas sin empleo que hay en la región.

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Con la reducción de los fondos destinados a este gobernorado del sur (situado a 550 kilómetros de
la capital) y una imprevista explosión del crecimiento demográfico Basora se ha convertido en una
enorme reserva de personas sin empleo que solo piensan en vengarse del gobierno y del sistema
político. Según informes oficiales, la tasa de paro es del 7,8 %, aunque varios medios y trabajos
académicos afirman que la tasa real es mucho mayor que la que ofrece el gobierno. Otra señal
inquietante que hay que destacar es la extensión generalizada del analfabetismo.

Cuando empezaron la protestas hace unos tres meses el primer ministro se volvió a aventurar a
hacer promesas a quienes viven en Basora. Así, anunció la creación de 10.000 nuevos empleos y
300.000 jóvenes se presentaron candidatos. Muy rápidamente el Ministerio de Finanzas dio marcha
atrás y anunció que estos empleos eran una quimera ya que no era posible financiarlos a partir del
presupuesto de 2018, el cual no había previsto fondos para crear nuevos empleos, con lo que la
promesa solo se podría cumplir en el marco del presupuesto de 2019, otro anuncio falso que tuvo el
efecto de exacerbar aún más la cólera de los jóvenes de Basora.

Iraq exporta 4,3 millones de barriles al día, 3.5 millones de los cuales provienen de los yacimientos
de Basora a través de sus puertos y plataformas petroleras flotantes que dan al Golfo. Sin embargo,
la ciudad está descuidada, como un pueblo miserable que se muere de sed y cuyos habitantes se
suicidan debido a la pobreza, mueren de cánceres provocados por la contaminación o perecen en
enfrentamientos tribales.

Una riqueza muy tóxica

El gobernorado cuenta con 15 yacimientos gigantes, diez de los cuales están productivos a la
espera de ser desarrollados. Las reservas probadas son de 65.000 millones de barriles, esto es, el
59 % del conjunto de las reservas iraquíes. Se calcula que el coste del descubrimiento de un barril
en bruto es de entre 0,1 y 0,4 céntimos (de 0,09 a 0,34 euros), según la naturaleza del yacimiento
petrolero. En el caso de los yacimientos de Al-Zubair y de Rumaila, y de los campos petroleros
cercanos este coste se calcula en 1,550 dólares (1,334 euros) por barril. De forma global Basora
produce el equivalente a 60 millones de dólares (52 millones de euros) al día.

Para los habitantes que padecen diferentes tipos de cánceres no es bienvenida esta extraordinaria
riqueza que cada día destila toneladas mortíferas de negras emisiones tóxicas en el cielo de la
ciudad. Cada día se registran entre 15 y 20 casos de cánceres infantiles, según la administración
del hospital oncológico infantil construido con una subvención de Estados Unidos, pero sin
participación alguna de los fondos petroleros de Basora. El centro de detección y tratamiento de
cáncer padece una escasez aguda de medicamentos y no logra hacerse cargo de la cantidad cada
vez mayor de personas enfermas. Desde 2005 afirma haber acogido 9.000 casos, lo que representa
ocho veces más casos de cáncer que en la década de 1990, cuando Iraq estaba sometido a un
terrible embargo internacional. Según el centro, en aquella época solo se registraron 1.160 casos.
Pero hay dudas acerca de la fiabilidad de estas cifras (provenientes del gobierno) referentes a la
magnitud de la catástrofe que padece la ciudad, sabiendo que sus habitantes tiene tendencia a ir a
curarse al extranjero para evitar las esperas que pueden durar meses.

La población se reparte en una superficie de 19.070 kilómetros cuadrados. Es la superficie de una


ciudad cuyas fronteras conocen tensiones con tres Estados: Irán, Arabia Saudí y Kuwait.

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La influencia de los grupos armados vinculados a Irán

Mientras que las ciudades más cercanas a estos países disfrutan de una mejor calidad de vida,
Basora se hunde en las arenas de la desertización, los problemas de seguridad, la proliferación de
drogas, el colapso de los servicios, la generalización de la corrupción y el dominio de milicias
adoctrinadas estrechamente vinculadas al sistema del velayat al-faqih ("gobierno del docto") de
Teherán (1). Estos grupos armados, que disponen de fachadas políticas y se enfrentan por la
gestión de los recursos de la ciudad y para tomar el poder de esta, han creado redes de clientes
para hacer frente a cualquier intento de cuestionar sus intereses. Dominan en las administraciones
de los establecimientos públicos (que gestionan fondos importantes, como los puertos) o en las
instituciones de seguridad sobre la base de cuotas determinadas por las relaciones de fuerza. Estos
grupos atraen cada vez más a jóvenes en paro a los que se enrola como combatientes, con lo que
se dotan de una importante reserva humana de personas dispuestas a morir o a suicidarse para
huir de la miseria económica y de un futuro desesperante.

Basora dispone con Irán de una salida terrestre y comercial, y de una frontera larga y complicada a
través de la cual pasan todo tipo de drogas, terapéuticas o, en su mayoría, nocivas debido, sobre
todo, a la muy adictiva metanfetamina, que lleva al suicidio tras unos meses de consumo.

En los discursos de estas milicias, algunas de las cuales lucha en Siria para apoyar al régimen de
Bachar Al-Assad, se describe Basora como "la ciudad de los mártires" que ha proporcionado unos
10.000 muertos y decenas de miles de personas heridas y discapacitadas. Estas milicias afirman
que se enfrentan a un plan "pérfido" destinado a eliminar a los chiíes pobres pero, en realidad, son
ellas quienes agravan la pobreza de las familias chiíes de Basora. Obstaculizan tanto el desarrollo
como los servicios que se ofrecen a la población, roban dinero público y participan en el
contrabando de armas y drogas; empujan a los adolescentes y a los recién licenciados hacia zonas
de combate lejanas antes de que sus cuerpos sean repatriados a su ciudad. Sus fotos expuestas en
las calles (parecen sonreír con amargura) con frecuencia se tomaron cuando todavía esperaban una
vida más equitativa y justa.

Quienes viven en Basora han adoptado la costumbre durante la ardiente estación estival, cuando la
temperatura alcanza los 60 grados unidos a una humedad asfixiante que supera el 80 %, de
manifestarse en contra del arrogante gobierno de Bagdad y el de su provincia, que es débil (se
considera que ambos son corruptos) sin que las cosas cambien nunca. Al contrario, la situación no
hace sino empeorar y volverse más peligrosa. En cada ocasión las fuerzas de seguridad se
enfrentan a estas manifestaciones con una violencia desmesurada con el pretexto de defender los
edificios públicos y de preservar la estabilidad. Sin embargo, su objetivo es aterrorizar a la gente y
confinarla en unas casas que parecen hornos de piedra sin que puedan expresar su resentimiento.

Primer "muerto por la electricidad"

La mayoría de las personas que viven en Basora padecen problemas psíquicos agudos debido a
este cúmulo de problemas y a un profundo sentimiento de opresión que, en definitiva, empuja al
suicidio directamente o a ir a las manifestaciones y hacer frente a balas reales.

Haïder Al-Maliki, de 27 años, casado y padre de tres hijos, es el primer muerto "por la electricidad".
Cayó en junio de 2010. En julio de 2015 fue un adolescente de 17 años, Mountadhar Al-Halfi, quien

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murió en una pequeña barriada al norte de esta ciudad que nada en un mar gigante de petróleo.
Cuando las protestas se reanudaron el pasado mes de julio le tocó a Saad Al-Mansouri (26 años,
casado, tres hijos) caer, en esa misma barriada, a las puertas de un inmenso yacimiento de
petróleo.

Las autoridades menospreciaron la nueva oleada de manifestaciones y creyeron que, como las
precedentes, acabaría perdiendo fuerza debido a la represión de las fuerzas de seguridad. Pero la
situación ha dado un giro explosivo y sangriento. Desde el pasado mes de julio y hasta el 7 de
septiembre han muerto 25 personas en Basora y cientos de personas más han resultado heridas. Lo
más triste es que los gases lacrimógenos que provocan asfixia y otros equipamientos se han
importado de Francia y de la Unión Europea con el dinero del petróleo de Basora.

La crisis en Basora ha explotado de manera alarmante, hasta el punto de que amenaza con hacer
caer el frágil sistema político iraquí. Mientras que tras la farsa electoral del pasado mes de mayo,
ampliamente boicoteada por la la población, los partidos corruptos revelaban hasta qué punto se
descomponía el régimen en busca de intereses particulares Basora moría de sed, de contaminación
tóxica del agua y de falta de electricidad durante casi 15 horas al día.

La Comisión Iraquí de Derechos Humanos (Iraqi High Commission For Human Rights, IHCHR) ha
contabilizado cerca de 20.000 casos de envenenamientos debidos a la salinidad y la contaminación
del agua. Con la llegada de casi 1.000 casos al día a los pocos hospitales de la ciudad los servicios
sanitarios se han colapsado y se han visto incapaces de hacerse cargo de las personas enfermas.

Basora padece un problema eterno de salinidad del agua, que actualmente llega a unos niveles
alarmantes. Muchos factores han contribuido a ello, sobre todo un sistema político fallido y un
sistema de saqueo de los fondos públicos, así como las políticas de Irán, situado al lado de Basora.

Una tierra sin río

Los indicadores mundiales del agua, sobre todo el índice de estés hídrico, prevén que hacia 2040
Iraq será una tierra sin ríos. Sus dos grandes ríos, el Tigris y el Éufrates, dejarán de llegar a su
desembocadura en el Golfo. Dentro de ocho años (en 2025) se percibirán claramente en todo Iraq
los signos de una sequía extrema y en el sur el Éufrates se secará totalmente. El Tigris, por su
parte, no será más que un río pequeño con recursos limitados. Basora morirá de sed.

A lo largo de los diez últimos años Irán ha desviado unos 35 afluentes fundamentales que
atravesaban Iraq, lo que ha provocado que el país pierda un 80 % de sus recursos acuíferos. El
curso de dos afluentes principales, los ríos Alwand y Karoun, se desvió unilateralmente, lo que
afectó gravemente a vastas superficies agrícolas de las provincias de Basora, Wasit (sudeste) y
Diyala (nordeste).

En 2011 el gobierno iraní aprobó el proyecto de construcción de 152 presas, algunas de las cuales
tiene el objetivo de controlar y "salvar" las aguas que entran a Iraq. Teherán desvió

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progresivamente el curso del río Karoun, que desemboca directamente en el Chatt al-Arab* en
Basora, y del Karkheh que desemboca en las marismas comunes entre Nassiriyah y Basora, y
mantiene el nivel de agua dulce. Solo en el río Karoun se construyeron quince presas con un
sistema de control hasta 2009. En 2013 las autoridades iraníes borraron literalmente del mapa el
río Karoun al secar su curso hacia Basora a pesar de que anualmente vertía en el Chatt al-Arab casi
14.000 millones de metros cúbicos de agua dulce al año

Irán desvió así el curso del río Karoun para alimentar el río Zayandeh Rud en Ispahán tras un
descenso de su caudal y construyó su mayor presa en el río Karkheh que desemboca en la marisma
iraquí de Hawizeh, cuya capacidad de almacenamiento es de 5.900 millones de metros cúbicos y su
capacidad de producción eléctrica de 520 MW. De este modo ha bombeado toda su agua.

Teherán no se ha contentado con captar toda el agua dulce sino que también ha utilizado los
afluentes secos para verter el agua salada de drenaje hacia el territorio iraquí. Estas aguas dañinas
incluso han inundado gran parte de la banda fronteriza entre Irán e Iraq a la altura de Basora. Hasta
los puestos fronterizos se vieron afectados y obligados a retirarse a la zona iraquí para evitar sufrir
las consecuencias de una posible inundación. En noviembre de 2017 los niveles de agua salada de
drenaje provenientes de Irán alcanzaron unas proporciones sin precedentes y amenazaron con
derrumbar el rústico dique de tierra (parte del legado de los diques edificados durante la guerra
entre Irán e Iraq). El vertido salino amenazó a la propia Basora aunque la ciudad ya padecía
salinización, desertificación, reducción de las tierras de cultivo, contaminación debido a los
hidrocarburos y aumento de los casos de cáncer. Según análisis de los servicios de agua, el nivel de
salinidad es de 8.000 unidades de salinidad por millón de litros en la región de Sihane, antaño
célebre por sus vergeles y sus palmerales. En Basora la salinidad es de 3.000 unidades de
salinidad. En ambos casos el nivel supera con mucho el nivel normal y supone un riesgo de
envenenamiento mortal.

Una medida provocadora de Teherán

Los servicios agrícolas indican que este aumento de salinidad proveniente de Irán ha provocado
grandes daños en las regiones cercanas al Chatt-al-Arab en una extensión de cien kilómetros. El
director de los servicios de agua confirma que la concentración salina proveniente del mar y de las
aguas de drenaje iraníes ha aumentado de forma preocupante desde julio de 2017.

El pasado mes de junio Teherán también tomó una medida provocadora al cortar la línea eléctrica
que alimenta Basora y por la que se pagó una enorme cantidad de dinero. El pretexto para hacerlo
fue que Iraq tenía una deuda elevada y debía pagarla. El corte de la línea al principio del verano
sumió a la ciudad en la oscuridad y la transformó en un infierno. De hecho el gobierno iraní buscaba
una confrontación con Estados Unidos que había empezado a aplicar sanciones para impedirle
exportar petróleo a partir del Golfo. El gobierno iraní imaginaba que al presionar por medio del
corte de electricidad y el aumento de los vertidos salinos desde sus tierras empujaría a las
personas que habitan en Basora a levantarse contra el primer ministro Haïdar Al-Abadi, aliado de
Washington. Pensaba que eso contribuiría a que impedir que renovara su mandato a la cabeza del
gobierno y demostraría a Washington su capacidad de maniobrar inteligentemente, pero las cosas
se han transformado en un juego desastroso que ha avivado el odio de quienes viven en Basora.

Los habitantes de Basora quemaron las oficinas y sedes de los partidos y milicias vinculados a Irán.

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También atacaron el símbolo de la soberanía iraní, el consulado general de Irán en Basora, y
quemaron la bandera iraní tras arriarla. En definitiva, quemaron totalmente el edificio del consulado
mientras cantaban "Iran barra, barra, Basra tabqa hora" (Irán fuera fuera, Basora será libre).

La situación en Basora está bloqueada tras décadas de negligencia y no se puede predecir lo que
pasará en el futuro. Los partidos expulsados de Basora intercambian acusaciones en un contexto de
vacío político y de incapacidad del Parlamento para aplicar las disposiciones constitucionales.

El régimen, ese es el enemigo

El 8 de septiembre se celebró una sesión parlamentaria para debatir la situación. La sesión se


transformó en un increíble festival de insultos difundidos en directo entre responsables
gubernamentales, diputados y ministros. Los participantes no debatieron ninguna solución real,
abandonaron la sala con aire acondicionado y partieron en sus coches blindados hacia sus lujosas
mansiones en el momento en que Basora enterraba a sus muertos caídos en las manifestaciones y
las familias buscaban medicamentos para sus heridos hospitalizados.

Basora se alza regularmente seguida por otros gobernorados. Esta vez el levantamiento ha
adoptado un giro peligroso. En efecto, sus habitantes han dejado las tácticas tradicionales de
manifestarse y han adoptado medios más contundentes: rodear los campos petroleros, cerrar los
puertos, los puestos fronterizos y las vías comerciales con Bagdad. Incluso han llegado a incendiar
los edificios del gobierno local y del consejo del gobernorado, sedes de partidos, de las milicias y
del consulado iraní. El significado de todo esto solo puede ser que la relación entre el régimen
político y la población de Basora se ha roto completamente. La población considera al régimen un
enemigo del que hay que deshacerse para llevar a cabo sus reivindicaciones y construir su ciudad.

A pesar del ardor patriótico que los habitantes de Basora sienten por Iraq acarician la idea de crear
una región propia, similar al Kurdistán en el norte. Algunos van incluso más lejos hasta la idea de
una secesión. Hacen responsables a los británicos de haber obligado a Basora a integrarse en Iraq
en 1921. Si se sigue descuidando Basora en el futuro este tipo de sentimiento separatista va a
constituir una amenaza para la unidad de Iraq. A modo indicativo, la última operación de
modernización de las infraestructuras de Basora se remonta a 1989, tras la guerra irano-iraquí que
provocó la destrucción de la ciudad.

Cuando llegaron los británicos después de 2003 compraron estabilidad a las milicias inyectando 70
millones de libras esterlinas (78 millones de euros) en una operación de construcción de
infraestructuras denominada "Simbad". Pero el dinero desapareció como el agua en la arena para
financiar partidos y grupos armados. Los británicos se marcharon después, conscientes de haber
cometido el peor de error de su historia al financiar unas sociedades locales ficticias que de hecho
no eran sino grupos armados que hasta la fecha se han afianzado con fuerza en Basora.

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Traducido del árabe al francés por Hamid Larbi.

Notas

(1) Principio teológico del chiísmo duodecimano desarrollado por el ayatolá Rouhollah Khomeini y
Mohammad Sadeq Al-Sadr. Confiere a los religiosos — juristas-teólogos — la primacía sobre el poder
político. El faqih es la guía suprema. (NDLR).

* El Chatt-el-Arab es el canal principal del delta común de los ríos Tigris y Éufrates. Llega al Golfo
Pérsico tras una distancia de 200 kilómetros. En la parte baja de su ruta forma la frontera entre Iraq
e Irán. (N. de la t.).

Safaa Khalaf es un periodista e investigador iraquíes en los ámbitos de la sociología y del análisis
de la crisis. Premio Naseej 2017 de la Agence française de coopération médias (CFI) por su
investigación acerca del pluralismo cultural y religioso en Oriente Próximo.

Fuente: https://orientxxi.info/magazine/le-soulevement-de-bassora-ebranle-l-irak,2619

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar


al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.

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