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UNIVERSIDAD DE CALDAS Giovanni Herrera Muñoz

Programa de Historia 15 de septiembre de 2018


Julián Andrés Amado
Historia de las ideas políticas I

Historia de la teoría política – George H. Sabine – Fondo de Cultura Económica. 1945.


“CAP. III. EL PENSAMIENTO POLÍTICO ANTES DE PLATÓN”

Para este resumen haré lo siguiente, pondré la tesis principal del texto y luego tomaré brevemente
cada uno de los acápites e iré destacando los argumentos y posiciones políticas y filosóficas más
importantes del mismo. A grandes rasgos el pensamiento político antes de Platón viene dado por
dos condiciones históricas la derrota de Atenas en su lucha con Esparta la cual desencadenó el
paso de una filosofía contemplativa natural a una filosofía de tono práctico con fuertes toques de
pensamiento político humanista. Alrededor de lo anterior distintas profesiones humanistas
surgieron para anclar más el ardor del pensamiento político alrededor de una nueva Atenas
naciente.

La discusión política popular, en este acápite Sabine destaca que al ateniense vivía alrededor de
discusiones políticas que iban desde pensarse los problemas políticos internos a los problemas
políticos de otras naciones y para ello inauguraban el pensamiento político comparativo. De ahí
que el análisis se nutriera de variedad pues los distintos tipos de instituciones políticas que
tomaban para el análisis factual de sus situación concreta hacía que su pensamiento político se
concretara y diversificara. Lo anterior ayudo a pasar de un pensamiento popular de lo político a
teorías de gobiernos que iban desde la naturaleza de la monarquía a la de una democracia con
todas sus variantes y limitaciones. Las dos coyunturas histórico-económicas alrededor de la
discusión política popular, “estaba[n] plantead[as] entre la aristocracia, dominada por las familias
antiguas y de noble cuna cuya propiedad era inmueble, y la democracia, dominada por los
intereses del comercio interior y que aspiraba a desarrollar el poder naval de Atenas” pág. 29
Frente a esas dos coyunturas se desarrolló el pensamiento político Ateniense del siglo V.

El orden en la naturaleza y en la sociedad, en este capítulo será importante destacar como la


idea de equilibrio, armonía y justicia (como justa medida) venidas del pensamiento naturalista
calan en el abordaje de las cuestiones políticas y sociales que luego con el paso de las
discusiones se volvieron teoría políticas e ideas políticas concretas que luego se trataron de
volver filosofías sistemáticas. Reinaba la idea de que lo perfecto en relación con estado era lo
que tenía que ver con una vida en armonía compartida de buen modo con todos. En ello entró
Solón con la elaboración de las leyes y el pensamiento filosófico de Heráclito, “El sol no rebasará
sus medidas […]; que, si las rebasare, las Erinias, servidoras de la justica sabrían encontrarlo”
pág. 31 Esto ayudó a construir y constituir el estudio de la humanidad y de sus naturaleza concreta
evidenciada en el hombre en sus distintos aspectos vitales.

Naturaleza y convención, en este apartado estas dos concepciones vienen a ser para Sabine
estructurales para entender el pensamiento político Ateniense ontológicamente. Las
identificaciones entre entra la naturaleza como manifestación de la ley de los dioses con respecto
y en diferencia con la convención que era lo “verdaderamente” justo creado por los hombres en
varias de sus manifestaciones. Con ello el pensamiento político ateniense abrió perspectivas,
desde las más extremas hasta las más relativistas morales. Sin embargo, dentro de la naturaleza
de lo humano se abrieron dos perspectivas, una que concebía al ser humano como un hombre
recto inherentemente mientras que la otra naturaleza lo consideraba todo lo contrario. Con ello
surgió el desarrollo concreto de la teoría política.

Sócrates, en este título Sabine despliega lo que sería la conclusión del capítulo afirmando que
Sócrates vino a tener en sí todas esas ideas desplegadas anteriormente, sólo que él las sacaba
en forma de preguntas inquisidoras que luego venían en forma de cuestionamiento ético
constante que hacía de la ciencia política una multitud de convenciones en discusión con una ley
divina que tenía como principio el conocimiento de sí para alcanzar la virtud no percibida a simple
vista.

«Lupus est homo homini, non homo, quom qualis sit


non novit»1

Si bien se piensa generalmente que Thomas Hobbes en el “Leviatán” afirma la frase del epígrafe
que puse, su origen dista un poco de su autoría, pero no de su pensamiento [1]. El origen viene
de un dialogo sostenido entre dos mercaderes en el que se evidencia la tesis sostenida por
Hobbes en el “Leviatán” y por Calicles en el “Gorgias” la de que la naturaleza de los hombres no
conocidos y conocidos tiende naturalmente hacia el mal, el beneficio propio y la tiranía sin
precedentes, es por ello que la afirmación de Gorgias “si hubiera un hombre con la suficiente
fuerza…, pisotearía todas nuestras fórmulas, conjuros y encantamientos y todas nuestras leyes
que son contrarías a la naturaleza”2

Las tesis de la naturaleza humana bondadosa y egoísta tendiente a la maldad subyacían en el


pensamiento político ateniense antes de Platón, las discusiones que aun sostienen las ciencias
sociales, las ciencias políticas con la filosofía política giran alrededor de la concepciones de esas
dos naturaleza que distan mucho de no corresponder con una realidad factual de conocimiento
práctico. En el caso concreto de la contemporaneidad hay que afirmar con cuidado que el hombre
es el lobo del hombre y que lo que existe es una guerra de todos contra todos, o de los intereses
de todos con el de todos, esto no dista mucho de la tesis de la naturaleza humana egoísta o poco
dada al “altruismo”.

En la contemporaneidad afirma la tesis a pasos agigantados, pero teniendo dos acepciones


diferentes dentro de sí. Si bien el hombre es el lobo del hombre se podría pensar que el hombre
es su propio lobo al confrontar su “naturaleza” egoísta frente a una naturaleza que podría también
acompañarlo el de una bondad que intenta mostrarse en su seguimiento del deber por costumbre
moral o por imposición positiva a través de leyes; la otra acepción tendría que ver con la guerra
de todos contra todos, pensarse el “todos” es harto ambiguo sería mejor de este modo, la guerra
de la humanidad contra toda la humanidad así adquiere el quid del asunto un sentido más
profundo, así sería la guerra de la naturaleza humana contra toda la naturaleza humana. Es decir,
una ontología de lo humano se piensa desde hace mucho con la palabra “naturaleza” y dos

1
Plauto, Asinaria Acto II, escena IV, v. 484 y ss. («Lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce
quién es el otro») [http://es.antiquitatem.com/homo-homini-lupus-hobbes-erasmo]
2
484ª Gorgias
deontologías se piensan cuando se califica de buena o mala esa palabra “naturaleza”. A grandes
rasgos la contemporaneidad vista desde la visión de la “naturaleza” humana aun tiene vigencia,
con ambigüedad, sin aporía y con una unión invisible-indisoluble de esas dos naturalezas que
desembocan en el razonamiento político-ético-moral del individuo contemporáneo.

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