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Compañero Silencioso y abordaje tisular

Pierre Tricot 1
Traducido por Juan Bañuls Puig y Miguel Hernández Callejo (Revisión de la traducción al castellano en marzo del 2013)

Mis dedos que piensan, sienten, ven y saben son guiados inteligentemente por el Gran Arquitecto que
concibió este mecanismo. La interpretación que doy de ello importa poco, con tal que mi trole mental
permanezca en contacto con el hilo. 2 Permítanme repetir : « la interpretación que doy de ello importa
poco, con tal que mi trole mental permanezca en contacto con el hilo. » (Becker, 1997, 38).

Es a Rollin Becker que debemos el concepto de Compañero Silencioso (Silent Partner). Él considera que
toda persona está en relación personal, individual con lo Divino y considera el Compañero Silencioso
como la individualización del Divino en cada uno de nosotros. El Compañero Silencioso no tiene ego,
ninguna ‘ personalidad ’, pero tiene una ‘ individualidad ’, manifestación local de la totalidad. Según
Rachel Brooks, la cual ha editado sus textos, Becker no cree en nada más profundo ni más sencillo como
esta relación. En su vida y su práctica de la osteopatía, siempre intentó relacionarse con su « Compañero
Silencioso » o con el « Boss », como le gusta nombrarlo, y contar con él, lo más totalmente posible.
Respecto a ello, he ahí lo que expresa durante un seminario celebrado en mayo de 1979 : « Es una cosa
maravillosa tener la posibilidad de acordaros de contactar con vuestro Compañero Silencioso, y
entregarse a Él 3 siempre un poco más. Esta posibilidad me es ofrecida por todos los casos que consulto y
es una cosa excelente. » (Becker, 2000, xviii).
La puesta en práctica de este concepto me ha dado en el tratamiento de los pacientes una sensación de
mayor potencia y por tanto de mayor facilidad en el trabajo, a menudo asociada con mejores resultados
después de las sesiones. Practicando, también me ha parecido que aunque la manera en la que Becker
expresa su concepto le es muy personal, su puesta en marcha y su comprensión coinciden a menudo con
los modelos usados en el abordaje tisular y las comprensiones y técnicas que se derivan.
En el presente artículo, me propongo estudiar el concepto de Compañero Silencioso tal como es
presentado por Rollin Becker, evocar su evolución, y seguidamente ponerlo en coherencia con el modelo
del abordaje tisular.

El compañero silencioso de Rollin Becker


Definición
Probablemente lo más sencillo sea dejar al mismo Becker presentar lo que él entiende por Compañero
Silencioso :

Pasando los años, he descubierto que tenía un Compañero Silencioso, una Fuente y que mis
pacientes, ellos también tenían su Compañero Silencioso y su Fuente – una fuente que
suministra todo el potencial necesario para mi estancia sobre la tierra, el mismo que el
paciente tiene en él.
Por consiguiente, me dirijo lo primero a mi Compañero Silencioso, después, silenciosamente,
a través de él, me sintonizo con el del paciente y sugiero al Compañero Silencioso del
paciente que utilice su propia Fuente para sus necesidades potenciales.
Ya no tengo altos y bajos, tampoco absorbo cargas provenientes de los cargados en exceso, ni
las proporciono a los débilmente cargados. Mi fuente y la de ellos es la misma, cada cual está
protegido, y sus necesidades suministradas. (Becker, 2000, 236-237).

En el transcurso de un seminario celebrado en 1979 en Ann Arbor (Michigan), Rollin Becker responde a la
pregunta : « ¿ Puede hablarnos de lo que usted llama el “ Compañero Silencioso ” ? »

Pues, sí puedo hablar de ello, pero no puedo decir lo que es. Solo puedo decir que mi
Compañero Silencioso, es el puro « Yo » que representa quien soy realmente. Es el mismo

1
Observación importante : el presente artículo concierne el nivel 2 de abordaje tisular. Al lector que no conoce el nivel 2, le aconsejo leer antes el
artículo titulado De la consciencia a la materia, descargable en la Web de abordaje tisular : http://www.abordaje-tisular.es. Última puesta al día : 1 de
octubre de 2010.
2
« Closer to me than breathing is the Creator of the cranial mechanism… Closer to the patient is the Creator of his or her cranial mechanism... My
thinking, feeling, seeing, knowing fingers are guided intelligently by the Master Mechanic Who designed this mechanism. It matters not what
interpretations one may apply, providing one’s mental trolley is on the wire ».
3
Abandonarse : En francés existe una ambigüedad entre « abandonarse » y « abandonar »; cuyos sentidos son muy diferentes. Los anglo-sajones
disponen de dos términos : « to give up » – abandonar – y « to surrender » – abandonarse - entregarse. Es el segundo sentido que utilizamos. Más
tarde, Becker incluso hablará de un « abandono dinámico ». Aquí, « abandonarse » significa : ponerse bajo control del compañero silencioso y
brindarse a su potencia.
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Compañero Silencioso que el vuestro, el mismo Compañero Silencioso que el que está en la
habitación y el mismo Compañero Silencioso que el del insecto, que veo reptar por el suelo.
Es el mismo, y aceptarlo, entregarse a él, debe convertirse en una experiencia consciente. El
Compañero Silencioso no es antropomórfico – es él mismo. Simplemente es necesario
establecer un despertar, un conocimiento consciente, pero en el mismo instante que usted
encuentra algo donde colocar su índice mental intelectual, ya no es él. Sin embargo,
verdaderamente existe.
El Compañero Silencioso se le puede llamar deliberadamente o contactarlo cara a cara. ¿ Por
qué y cómo obra ? No lo sé y si lo supiese, es que no sería él. Es más fácil demostrar su
existencia que hablar de él.
[…] ¿ Qué es ? La única fuente de potencia que existe – la Causa. En primer lugar contacto
con la Causa. ¿ Porqué hago esto ? Porque yo también soy Causa. Si usted se convierte en
uno de mis pacientes, y deseo trabajar con usted de la manera la más eficaz, entonces ¿ por
qué no contactar con el Boss, en vez de con la secretaria ?
Contactando con un paciente de esta manera, a través de este contacto, usted no toma la
responsabilidad en lugar de esa persona. Intenta simplemente decir a ese individuo : « Mira,
Boss, ya eres el Boss de esta región y sé que cuando cumples tu trabajo, lo haces exactamente
de la manera que quieres que esté hecho. Solo quiero favorecer tu despertar para realizar este
trabajo, pero no me quedaré ahí sentado mirando cómo lo haces. » Mi acercamiento es de
esta manera, porque sea cual sea el problema para el cual usted ha venido a consultar, su
Boss tiene bastante más conocimientos y eficacia que yo. He desplegado su antena, y le pido
que se ponga a trabajar. Pero no le voy a dictar ni lo que tiene que hacer, ni cómo hacerlo
(Becker, 2000, 28-29).

Conceptos asociados y evolución


Me parece que el Compañero Silencioso solo se puede comprender completamente una vez volviéndolo a
situar en el contexto osteopático, en relación a los conceptos fundamentales, formulados por Still. Además
esa fue la manera de proceder de Becker quien, después de varios años de ejercicio profesional como
osteópata « clásico », sintió la necesidad de retomarlo todo desde cero : « Así, he vuelto a leer los escritos
originales de Andrew Taylor Still, particularmente su Autobiografía y su Filosofía de la osteopatía.
Después, más tarde, en 1944, comencé el estudio de la osteopatía craneal bajo la dirección de William
Sutherland. Y así, he desarrollado progresivamente los métodos que utilizo hoy en día, tomando prestados
los principios de Still y de Sutherland y reincorporándolos dentro de la completa estructura anatomo-
fisiológica del cuerpo humano. » (Becker, 2000, 234).
Por otra parte, aunque el concepto de Compañero Silencioso esté presente muy pronto en la experiencia y
los propósitos de Rollin Becker, evolucionó en el transcurso de su práctica, gracias a las
experimentaciones sucesivas a las cuales lo sometió. Su manera de presentarlo también evolucionó.
Primero lo llamó « fuente de potencia », para finalmente abandonar ese termino en beneficio de
« Compañero Silencioso », desde luego más enigmático, pero menos cargado de sentidos preconcebidos.
Sin embargo, al sentir probablemente que lo que experimentaba y deseaba expresar no concordaba con el
enfoque científico al cual la corriente osteopática americana intentaba vincularse, no usó casi nunca este
término en sus escritos y presentaciones públicas, reservándolo más particularmente para sus
comunicaciones privadas.

La manifestación primaria de la vida


Como consecuencia del trabajo efectuado con Sutherland, Becker se interesó particularmente en los
movimientos primarios de la vida, manifestados en lo que llama lo involuntario, origen de la marea.
Incluso llegó al punto de considerar paciente y osteópata como dos mecanismos involuntarios que se unen
para operar en la rearmonización del mecanismo del paciente.

El osteópata es un mecanismo respiratorio primario involuntario en el seno de una fisiología


corporal voluntaria viva. Su paciente está dotado de las mismas cualidades, es decir que es un
mecanismo respiratorio primario involuntario en el seno de una fisiología corporal voluntaria
viva. Por consiguiente, la palpación se convierte en un intercambio vivo entre dos cuerpos
vivos (Becker, 1997, 138).

Una de sus primeras acciones, cuando desea tratar a un paciente, consiste en conectarse con su mecanismo
involuntario.

Después de haber identificado, en la inmovilidad que he buscado en mí mismo, una especie


de contacto invisible con ese patrón rítmico y fluctuante, me adapto automáticamente a ese
movimiento involuntario de la Marea en mí. Incluso antes de ponerme al trabajo, al momento
en que me sintonizo con una inmovilidad relativa en el seno del paciente, me encuentro sobre

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la misma longitud de ondas que el mismo fundamento del ser de este paciente, que
igualmente es un movimiento similar, como el de la marea (Becker, 1997, 16).

Él ve en aquello que se manifiesta a través de lo involuntario, el origen de la vida y de la salud.

Cuando trabajáis con las fuerzas de coerción excesivas y las disfunciones de vuestros
pacientes, estad siempre atentos al hecho que este patrón de fluctuación, esa unidad entera, es
permanentemente vuestro compañero silencioso el cual os ayuda a obtener determinados
cambios correctivos en las zonas en lesión, ya que vuestro objetivo para dicho paciente es
restablecer la salud. Los pacientes no vienen únicamente para ver “ crujir ” su lesión, ni
tampoco verla corregir. Están ahí para relajar sus tensiones, para superar la perdida de
función, la perturbación en el movimiento, para “descerrojar ” - desatrancar las puertas de la
vida y poder entrar y salir libremente como se entiende que deberían hacerlo. En el seno de la
fluctuación del líquido cefalorraquídeo existe un compañero silencioso al cual tenéis derecho
de aprender a comprender, a hacer uso de él y a testarlo (Becker, 1997, 114-115).

La salud es ahora
El concepto de Compañero Silencioso también se apoya sobre un postulado ya emitido por Still : la idea
primera que preside a la creación y al funcionamiento de cualquier sistema es la salud. El sistema corporal
vivo está concebido para funcionar en buena salud, para manifestar la salud. Por tanto, ya que el concepto
de salud está a la base de todo lo que vive, es a éste al que hay que unirse, con éste es con el que hay que
trabajar : « Encontrar la salud debería ser el objetivo del doctor. Cualquiera puede encontrar la
enfermedad. » (Still, 2003, 51).
Del mismo modo, no es sano, según este modelo, focalizarse sobre los problemas : « Recuerden esto : un
caballo que busca sin cesar las imperfecciones no encuentra nunca un camino llano. (Still, 2003, 241) ».

Los mismos mecanismos que requieren la salud son aquellos que también pueden expresarla.
Trabajan y están constantemente en movimiento. Siempre trabajan para alcanzar el mismo
objetivo que tenemos en nosotros. Luchamos – vivimos -, a fin de hacer emerger la salud
dentro de nosotros. Todo lo que se nos pide, todo lo que nos dice el próximo paciente que
entra en nuestra consulta es : ‘ Todo lo que pido, doctor, es hacer emerger la salud que está
en mí, y he oído decir que usted comprende los mecanismos que le son inherentes y que me
son inherentes y que me permitirán restablecer la salud por mí mismo. ’ (Becker, 1997, 21).

El Compañero Silencioso no conoce la salud. Conectarse a él, es conectarse a lo que funciona : « Los
pacientes y sus problemas no vuelven sobre sus pasos para recobrar la salud : la salud es ahora. »
(Becker, 1997, 247).

[…] La cosa de la que hay que deshacerse, es la idea de focalizarse sobre los problemas. Al
igual que decimos que el cuerpo no es un problema, decimos que la enfermedad no es un
problema. Si os focalizáis sobre los problemas o si pensáis las cosas en término de
problemas, todo lo que obtendréis, serán problemas. Todo lo que obtenéis, es un efecto que
tapa otro efecto que tapa otro efecto. Nunca alcanzáis la causa. Por tanto, olvidad los
problemas.
El Compañero Silencioso es, y es todo lo que hay respecto a él. Así pues, ¿ porqué no
llamarle para que actúe ? En cuanto a evocar de qué manera recurrimos a él, os he dado la
mejor respuesta posible, y cuando contacto el mío, no tengo mayor idea sobre lo que contacto
que sobre el hombre en la luna. Porque si lo supiese, no sería el Compañero Silencioso. Ello
lo convertiría en una parte de la misma naturaleza que el mundo limitado o todo lo que
nuestra mente puede contemplar. Yo lo contacto, me entrego a él y es tan sencillo como eso.
Si complicáis esto, estáis muertos. No se produce nada. Es lo único que hay que hacer. Es lo
que evocaba A. T. Still cuando hablaba de Dios, el espíritu de la naturaleza. Es a ello a lo
que se refería. (Becker, 2000, 28-31).

El médico inherente
Otro punto importante, en la lógica de lo que precede : la salud del paciente no depende del terapeuta, sino
del paciente. Los recursos curativos están en el paciente y el papel del osteópata no es de curar a su
paciente, sino ayudarle a crear o volver a crear las condiciones que le permitan expresar la salud, según sus
propios criterios. El único propósito de la unión de los Compañeros Silenciosos del osteópata y del
paciente, es movilizar los recursos del paciente para ayudarle a restablecer la armonía en el seno de su
sistema corporal. Y en esta clase de abordaje, el osteópata está al servicio del paciente, en el cual se
encuentran las informaciones con las cuales trabajar para ayudarle.

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El médico que se encuentra en mí trabaja con el médico en el seno del paciente para aprender
tranquilamente. ¿ Por qué los pacientes vienen a visitarme ? Lo ignoro, sin embargo puedo
entrar en contacto con mi médico inherente y con los médicos en el seno de los pacientes y
aprender a callarme y a escuchar. Puedo escuchar sus médicos en el seno de sus tejidos y
recibir informaciones por medio de mis canales sensoriales. Es así como puedo empezar a
comprender. El desarrollo de la palpación es un trabajo estrictamente inter personal. No hay
nadie más que vosotros y el paciente. Según mi opinión, el paciente es el único profesor. La
ciencia de la osteopatía y la fisiología corporal del paciente son los profesores, y yo soy un
estudiante (Becker, 1997 144).
En la medida que conseguís contactar con y desvelar al Compañero Silencioso y empezáis a
estimular la disolución de sus patrones de ineficacia enredados, ayudáis verdaderamente a la
persona – y que sea consciente de ello o no, no tiene importancia. ¿ Quién sana ? Todas esas
capas de tensiones desean volver a su estado de pura energía límbica4. Fundamentalmente,
esas tensiones no tienen nada que ver con la persona. Esas tensiones asumieron esos patrones
de herida y hoy, la persona los perpetúa como patrón habitual, incluso sin ser consciente que
lo perpetúa como hábito (Becker, 2000, 25).

Puesta en marcha
Preparar el terreno
Puesto que osteópata y paciente se contemplan como dos mecanismos respiratorios primarios involuntarios
en acción, la puesta en marcha consiste en reconocer la existencia de estos dos mecanismos y en hacer que
se encuentren.

Para empezar, considero que es indispensable aceptar totalmente el hecho que un intercambio
rítmico primario se produce en todo lo que está vivo. Se trata de un magnífico mecanismo
respiratorio primario alternativo en acción, y acepto el estado de vida de este movimiento
rítmico (Becker, 1997, 16).
A continuación, acepto que el único objetivo de cada uno de entre nosotros, como médico,
sea aprender a servir a la humanidad. Durante mi propia práctica, he aprendido que a fin de
prepararme para servir a la humanidad, primero necesito apaciguarme tranquilamente desde
el interior, con el fin de estar listo para recibir a pacientes. Después de haberme apaciguado
lentamente, la siguiente etapa consiste en reconocer tranquilamente la inmovilidad inherente
al paciente que voy a recibir. Todo esto se puede hacer en unos quince segundos
aproximadamente, el tiempo de inspirar y espirar. Y todo esto puede producirse mientras el
paciente se encuentra en la sala de espera, incluso antes de que se reúna conmigo en la sala
de tratamiento (Becker, 1997, 17).

Utilizar el estado de vida


El arte de Rollin Becker consiste esencialmente en utilizar lo que llama el estado de vida, manifestado por
la marea, para nosotros impulso rítmico tisular. Para ello se propone encontrar un acuerdo con el ritmo del
paciente, sintonizarse con él, a nivel de lo esencial de su vida.

Después de haber identificado, en la inmovilidad que he buscado en mí mismo, una especie


de contacto invisible con el patrón rítmico y fluctuante, me adapto automáticamente a este
movimiento involuntario de la Marea en mí. Incluso antes de ponerme al trabajo, en el
momento en el que me sintonizo con una inmovilidad relativa en el seno del paciente, me
encuentro sobre la misma longitud de ondas que el mismo fundamento del ser de este
paciente, el cual es también un movimiento similar, al igual que el de la marea. Este
movimiento quizá no tenga el mismo ritmo que el mío, pero poco importa; se trata del mismo
mecanismo. De este modo, me apaciguo a fin de poder presentarme silenciosamente al
paciente. Todavía no lo he visto, pero reconozco que el paciente posee el mismo mecanismo
que yo. Es solo entonces cuando hago entrar al paciente en mi gabinete. Entonces estoy en
condiciones de hacer lo que se debe hacer. Trabajo sin pensar en aquello que espero efectuar
para ese paciente. Me pongo sencillamente al trabajo (Becker, 1997, 16-17).
Esta breve presentación que proviene del interior de mí mismo, reconociendo a mi propia
inmovilidad en el seno del paciente, es una aceptación silenciosa del hecho de que ello está
en vida. Este reconocimiento o toma de consciencia es invisible. Incluso si consultáis a 45
pacientes al día, podéis tomar un breve instante para contactar un punto de silencio en el

4
Limbos, límbico : Del lat. Limbus, « linde ». Una de las definiciones es : región mal definida, estado incierto.
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interior de vosotros, y a continuación un punto de silencio en el interior del paciente. Poco
importa después de qué manera trabajéis con cada paciente, habréis tomado consciencia
cuarenta y cinco veces al día de algo en el interior de vosotros y en el interior del paciente
que ayudará silenciosamente al programa del tratamiento. No tengo ninguna idea de lo que es
ese algo, y no tiene importancia. Se trata simplemente de identificar a un mecanismo que
existe en cada uno de nosotros y de ponerlo al trabajo (Becker, 1997, 17-18).

El estado de no saber
Recalquemos que Rollin Becker invoca no solo a un Compañero Silencioso (el suyo o el del paciente),
sino a los dos, lo que obviamente resulta en un diálogo, manifestado en los tejidos del paciente y recogido
a través de la palpación del osteópata. Por otra parte, indica claramente que el osteópata debe abandonarse
hasta el punto de aceptar no saber, y ello a pesar de todos sus estudios y todos sus años de experiencia
profesional.

Sintonizaros a vuestro Compañero Silencioso, a continuación al Compañero Silencioso del


paciente. Abandonaros y por este medio, convertiros en un participante en el proceso ya
iniciado… El acto de abandono en cuanto a participante hacia lo no-conocido hace todo el
trabajo (Becker, 2000, 250).

El estado de sin propósito


Aceptar el estado de no saber debe acompañarse de la aceptación del abandono de su ego 5 . Para Becker,
en este sistema, el osteópata no hace nada en cuanto a él mismo (ego) : « Lo primero que hay que hacer, y
no os va a gustar, es renunciar a vuestro ego. Estáis lejos de ser tan inteligentes como vuestro cuerpo o el
cuerpo de vuestro paciente que se encuentra sobre la camilla. » (Becker, 1997, 144). No sirve más que
como intermediario. El osteópata no se propone « hacer » algo para el paciente, incluso debe retirarse más
todavía para alcanzar lo que Becker llama el estado de « sin propósito ».

Me habéis preguntado ¿ cuál es el propósito ? No podemos pensar verdaderamente en ello en


término de propósito a conseguir. En su comportamiento espiritual la gente tiende a pensar :
« Si vivo con rectitud, obtendré un sitio en la parte soleada del cielo. » He ahí un propósito –
si hago las cosas que debería hacer, entonces algo bueno sucederá. Bien, ¿ pero quién
determinó los propósitos ? Si consigo ponerme a la escucha del Compañero Silencioso, a
practicar la presencia, a ser verdaderamente todo aquello de lo que he hablado durante todos
los años de mi vida – si consigo alcanzar un punto de tal realización -, entonces mi energía
creadora continuará circulando y hará lo que se deber hacer. Cuando ya no hay ninguna
historia de ego la gente responde de una manera u otra al trabajo que hago y sucede algo.
Cuando comienzo a trabajar, ¿ tengo la obligación de enseñar el reloj y decir : « Aquí, ahora,
tengo una meta » ? Las metas deben desaparecer, como todo lo demás (Becker 2000, 3435).

El Compañero Silencioso en el abordaje tisular


Lo que dice Rollin Becker del Compañero Silencioso se cruza muy a menudo con elementos y conceptos
desarrollados y experimentados en el marco del abordaje tisular. Sin embargo, estos encuentros a menudo
hacen creer en oposiciones y levantan numerosas preguntas, la primera trata sobre la naturaleza del
Compañero Silencioso.

¿ Quién es el Compañero Silencioso ?


Rollin Becker declara no saber exactamente quién es el Compañero Silencioso y recomienda que no
busquemos saberlo verdaderamente. De hecho, me parece que no solo es imposible una definición precisa,
sino que además, estrecharía demasiado el concepto y probablemente lo fijaría, convirtiéndolo en
inutilizable : su naturaleza espiritual daría lugar a algo mental, convirtiéndolo a la vez en inoperante.
Así pues, nuestro objetivo no será el de definir precisamente, sino, sabiendo que siempre trabajamos a
partir de modelos (Tricot, 2003, 32-43), para la mayoría implícitos, permitir a cada uno que constituya un
modelo explícito del Compañero Silencioso, la eficacia de nuestra invocación depende estrechamente de la
idea, incluso aproximativa, que nos hacemos al respecto. Además, hacer que pase la modelización de lo

5
Ego : Del latín « ego », yo. Según el modelo de la consciencia (Libro 2 de abordaje tisular) cualquier entidad consciente es a la vez yo y no-yo o yo y
el prójimo (el otro). Para sobrevivir, las consciencias o sistemas de consciencias actualizan (privilegian) el yo (ego) o el otro. Cada vez que una
consciencia o sistema de consciencias privilegia el yo, en detrimento del prójimo, actualiza el ego. Por ende, el juego aquí consiste en potencializar el
yo (el ego) y en actualizar el otro. Es posible extender su consciencia hacia niveles jerárquicos de organización de consciencias cada vez más amplios
y por lo tanto transmitir una potencia cada vez más importante. El Compañero Silencioso corresponde a la progresión sobre este camino.
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implícito a lo explícito permite, por poco que no se fijen las cosas, hacer evolucionar más conscientemente
el modelo en función de nuestras experiencias y de nuestro desarrollo personal.

Agregados de consciencias
En el abordaje tisular, modelizamos el sistema corporal como un agregado de consciencias 6 (por tanto, de
yo), organizadas desde lo más sencillo a lo más complejo. Se puede igualmente contemplar está
organización según un modelo partiendo desde lo más denso y lo menos comunicante (la materia física)
para ir hacia lo menos denso y lo más comunicante (las materias biológicas, y después neuro-psíquicas), y
proseguir fuera de la estructura corporal perceptible sensorialmente (el ámbito espiritual). A esos niveles,
la percepción sensorial ya no es operativa y debe dejar lugar a la percepción del ser 7 (Tricot, 2005, 35-72).

El verdadero Yo
Pero exactamente, ¿ quién es ese ser ? En el abordaje tisular, la lógica de nuestro razonamiento en relación
a las distintas consciencias agregadas que constituyen el sistema corporal, nos lleva, por motivos de
coherencia, a evocar la existencia de un Yo exterior, diferente del sistema corporal :

¿ A quién se les transmiten todas las informaciones recibidas, reunidas, integradas por el
sistema nervioso ? ¿ Quién da las últimas respuestas, las que finalmente dirigen el sistema
corporal para hacerle que manifieste actividades claramente más sutiles que unos simples
actos de supervivencia ? ¿ Quién es el artista que pinta, compone o escribe, el filósofo que
piensa y reflexiona, el científico que emite hipótesis y las verifica ? ¿ Y si hubiera algo más ?
¿ Y si otra consciencia, un « alma » diferente, una consciencia con las facultades bastante
más desarrolladas habitara ese cuerpo, tal como lo sugiere la metáfora hindú del cochero y de
su carruaje, que podemos transponer en la imagen del conductor y de su coche ? (Tricot,
2005, 92).

Rollin Becker nos propone una pista similar puesto que dice del Compañero Silencioso que « Es el puro“
Yo ” que representa quién soy yo realmente. » (Becker, 2000, 28). Así pues, ¿ el Compañero Silencioso no
sería más que nuestro verdadero Yo ? Pero entonces, ¿ quién soy verdaderamente ? O más bien, ¿ cómo
explicar que exista esa separación entre lo que sería mi verdadero Yo y mi sistema corporal, que creo que
es yo ? ¿ Cómo explicar que la consciencia que tengo de mí, de quién soy realmente, esté degradada hasta
el punto de percibirme como un cuerpo y no como un ser ?

¿ Quién soy yo ?
A estas preguntas, es obvio que no tengo ninguna respuesta preestablecida para proponer. La idea que Yo
no es el cuerpo no es nueva. Nos la encontramos en numerosas corrientes filosóficas y espirituales, desde
la noche de los tiempos. Además, nuestro lenguaje corriente la expresa : ¿ no se dice, de una persona que
fallece « que devuelve su alma a Dios ? » También se sabe que en el humano vivo, existe una « presencia »
particular la cual nos permite saber que está vivo : « El individuo, es lo que es nosotros y del cual se
distingue perfectamente la presencia o la ausencia. » (Tournebise, 1995, 43).
Al respecto, hojeando viejos libros recuperados en algunos desvanes, me encontré por casualidad con un
Libro de lectura y de moral que databa de 1938, dirigido a niños de los cursos medio y superior (4º y 5º de
primaria) de la enseñanza laica. El primer capítulo del libro se titula ¿ Quién eres, « tú » ? :
No eres ninguna de las cosas, ni tampoco ninguna de las personas que te rodean : eres « tú ».
Tú, es decir un cuerpo visible en el cual vive un ser invisible : tu alma.
Nada en el mundo es tan precioso como un alma humana.
Aprende a conocer la tuya (Malignas, 1938, 10).
Entonces, ¿ por qué Yo pierde la consciencia de él mismo hasta el punto de considerarse como siendo solo
su cuerpo ?

6
Consciencia : El abordaje tisular contempla la consciencia como siendo la consecuencia de la decisión de ser. Ser, es ser consciente, y vivir, es
experimentar las consecuencias de esta consciencia. Así pues, consideramos a cualquier ser vivo desde el más sencillo hasta el más complejo, como
siendo consciente. Sin embargo, nos planteamos la consciencia como una jerarquía que evoluciona desde lo más sencillo hasta lo más complejo y en la
cual, en los niveles más elementales, la entidad consciente no es forzosamente consciente de su consciencia.
7
Percepción : Del latín perceptio, de percipere « captar a través de los sentidos ». Acción, hecho de percibir a través de los sentidos, a través de la
mente. En el homo sapiens, Yo, el patrón del sistema corporal, parece ser capaz de recibir información por otros medios que el sistema sensorial,
particularmente aquellas informaciones que provienen de las memorias, y que utilizan indirectamente la vía sensorial. Están memorizadas con su
codificación sensorial, y restituidas a Yo, el patrón del cuerpo con esa codificación, lo que le crea la ilusión de que son sensoriales. Otras,
particularmente los pensamientos y las intuiciones, parecen no utilizar este sistema de transmisión. Por último, Yo, el patrón de la jerarquía parece
capaz de tener percepciones que no utilizan el sistema sensorial. En el primer libro de abordaje tisular (p. 256 y siguientes) he evocado la experiencia
de una percepción que utilizaba otros canales que los canales sensoriales clásicos, que he bautizado, percepción del ser. Me percaté que con los ojos
cerrados, la atención focalizada sobre distintas regiones del sistema corporal de mi paciente, percibía zonas claras y zonas oscuras, según el estado de
vida de las estructuras contactadas. Estas percepciones varían de un ser a otro, de modo que es imposible establecer un referencial universal. Cada uno
debe encontrar y desarrollar el suyo.
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Pérdida de conocimiento
El modelo que utilizamos dice que cualquier consciencia o sistema de consciencias crea implícitamente
(es decir, sin tener consciencia de lo que hace) y experimenta su propio espacio, su propio tiempo y sus
propias energías (informaciones en movimiento) (Tricot, 2005, 37-38).
Parece ser que a partir del momento en el que Yo se encarna, pierde conocimiento de lo que es realmente
para no vivir la vida más que por medio del sistema (el cuerpo) gracias al cual experimenta el mundo en el
que evoluciona de ahí en adelante : el universo físico. Encarnándose, tomando cuerpo, Yo se identifica a
ese cuerpo y a todas las relaciones que contrae a través de éste: familia, amigos, posesiones, relaciones
sociales, juegos de la vida y del universo físico… Cuanto más se identifica a su cuerpo y a los juegos de la
vida física, más pierde conocimiento de lo que es realmente : un ser.

Dispersión
En las exigencias de la vida actual, raros son los humanos que conservan una consciencia clara de su ser :
su atención está dispersada casi constantemente, orientada hacia el exterior de ellos mismos, el mundo que
los rodea. Muchos, identificados con sus cuerpos, están dispuestos a realizar todos los cambios necesarios
« customización » para parecer más guapos, más jóvenes, etc. La mayoría hacen gala de un valioso ingenio
para evitar este encuentro que les parece demasiado espantoso…
Sin embargo, seguramente no es baladí que las religiones tradicionales hayan instaurado un « día del Señor
», destinado, entre otras cosas, a distraernos de nuestras ocupaciones ordinarias, al imponer un tiempo « de
vacío » que permita a los humanos retornar a lo esencial : su ser. Al caer en desuso las religiones, el « día
del Señor » ya no tiene ningún sentido hoy en día para la mayoría de la gente (preciso que yo no abogo, ni
predico por ninguna religión).
No obstante, ya que es nuestra naturaleza, esa consciencia permanece, olvidada, pero siempre presente.
Algunos, los más afortunados, los menos cortados de su ser profundo, conservan de ella una consciencia.
Hablamos de creencia, de fe… En nuestra sociedad, híper materialista, pasan por unos iluminados.
Por otra parte, si la vida corriente nos acapara hasta el punto de hacernos olvidar quienes somos realmente,
también nos presenta ocasiones que facilitan el reencuentro con nuestro ser : un bonito paisaje, una lectura
que nos transporta, una música sublime, el salir de una prueba difícil… Tantas circunstancias en las cuales
Yo puede volver a tomar contacto consigo mismo y reencontrar la consciencia de su naturaleza profunda :
la de un ser. Desafortunadamente, la atención de Yo se deja cautivar bien pronto por las exigencias de la
vida encarnada que lo absorbe por entero de nuevo, de modo que se dispersa otra vez y olvida de nuevo
quién es realmente, identificándose una vez más a su cuerpo y a sus juegos. En cambio, algunas
experiencias son tan fuertes – las experiencias cercanas a la muerte, por ejemplo – que el ser que las ha
vivido no las olvida más…

¿ Retomar contacto consigo mismo ?


Fuera de las circunstancias excepcionales, numerosos medios nos permiten volver a crear el lazo con
nuestro ser y retomar el conocimiento, por lo menos en parte, de aquello que somos verdaderamente.
Meditación, oración, algunos estados de consciencia alterada (con o sin drogas8) son unos medios
conocidos y eficaces para ello. Al reanudar con su Yo, a menudo la persona recibe informaciones de las
que está cortada en estado de « vigilia » normal. De este modo, intuiciones, soluciones, pensamientos
creativos que nos parecen venir de fuera de nosotros, quizá no son más que la manifestación de ese lazo
con nuestro verdadero ser. En todo caso, es la idea que defiende Jean-Pierre Garnier Malet en su teoría
sobre la aperturas de los tiempos (Garnier-Malet, 2004). En ella explica que somos dobles (cuerpo y alma)
y que cada parte de nosotros vive su propio espacio y su propio tiempo. Propone unos medios para volver
a contactar con nuestro doble (nuestro verdadero Yo), para recibir de él las informaciones vitales para
nuestra supervivencia. Para Garnier Malet, aquello que llamamos ángel de la guarda no sería más que
nuestro verdadero yo, del cual la vida corriente nos hace olvidar la existencia.
Según lo que nos dice Rollin Becker, contactar con su Compañero Silencioso, sería reanudar el contacto
con su verdadero yo. En el abordaje tisular, los entrenamientos sobre la presencia (enraizamiento y soltar
lastre) nos ofrecen igualmente una forma privilegiada de reanudar el contacto con nuestro verdadero yo y
quizá incluso, de ir más lejos.

Enraizamiento y soltar lastre


Recordemos lo que entendemos por enraizamiento, y a continuación por soltar lastre. El enraizamiento
consiste, a partir de una posición sentada cómoda (aunque se puede experimentar en otras posiciones,
particularmente de pie), en dejarse aspirar dentro de la gravedad. Insisto sobre la idea de dejarse aspirar
por y no de esforzarse dentro de la gravedad.
En estos entrenamientos, disponemos de un aparato que nos reenvía, como un feedback, lo que sucede a
nivel del sistema corporal : el globo, el cual pensamos que objetiva la consciencia del sistema corporal

8
Ver los escritos de Carlos Castaneda, por ejemplo. Precisemos que no preconizo en absoluto el uso de drogas, sea cual sea, constato simplemente que
algunos chamanes las usan para permitir a sus adeptos sobrepasar límites de la consciencia ordinaria.
Pierre Tricot – Compañero silencioso y abordaje tisular – 7/25 – Ultima modificación el 25/03/13
(Tricot, 2003, 58-68). El abordaje tisular ve células y tejidos como convertidores : convierten la
comunicación en movimiento. Así pues, las modificaciones de la percepción que tenemos del globo nos
indican los cambios que aparecen en la consciencia corporal (Tricot, 2003, 58-68 & 2005, 126-132). El
objetivo es dejarse bajar en lo pesado, en lo lleno, hasta encontrar un cierto confort dentro de ese estado,
percibido en un movimiento relativamente lento y amplio en el globo. A continuación, se propone el
procedimiento a la inversa, llamado soltar lastre, que consiste en dejarse aspirar por lo ligero…

La primera parte de la práctica ha permitido establecer una comunicación consciente con las
materias micro, macro-físicas y biológicas de nuestro sistema corporal. Para ponerse en
presencia de las consciencias neuro-psíquicas y más sutiles, proponemos el soltar lastre.
A medida que la persona (Yo) « sube » de su enraizamiento, dirigiéndose a los distintos
niveles jerárquicos de su sistema corporal considerándolos como agregados de consciencias,
entra en comunicación con holones 9, menos materiales. Entonces se le pide que se reúna
progresivamente con estos niveles más sutiles de la consciencia, como si se uniese con un
hilo invisible a La Consciencia (según el modo que cada uno puede representársela).
Llamamos este momento de la práctica el soltar lastre. (Tricot, 2005, 130-131).

En el enraizamiento, Yo lleva deliberadamente su atención hacia la materia, lo pesado y se relaciona con


ello voluntariamente. También se podría decir que pone su consciencia en la materia. En el soltar lastre,
lleva deliberadamente su atención hacia su naturaleza como ser espiritual. Entonces, la parte soltar lastre se
puede interpretar como el reencuentro consciente con nuestro ser profundo, nuestro Yo. Hoy en día,
propongo que se experimente esto con esa idea en la mente y que se observe lo que sucede en el globo.
En un tercer tiempo, pido que se realice un centraje entre enraizamiento y soltar lastre lo que permite estar
a la vez con su ser profundo y en contacto con la realidad corporal física.

Lo que nos interesa con esta práctica, es brindar a Yo los medios de descubrir y reencontrar
su lugar adecuado sobre el « cursor ». Éste se manifiesta a través de la percepción de un
movimiento tranquilo y calmado, pero amplio en el globo, asociada a una sensación de
facilidad y de bienestar físico y mental. Yo puede así establecer una relación (un referencial)
entre la información que le proporciona el globo y su percepción corporal y de ser. Una vez
ese referencial establecido, sabrá cuando está posicionado adecuadamente sobre su cursor,
incluso si no tiene ningún globo entre las manos (Tricot, 2005, 131).

Según este sistema, la percepción de la expansión/retracción en el globo nos permitiría conocer el


momento en el cual estamos verdaderamente centrados de nuevo sobre nuestro ser profundo, por ende,
según la manera que se expresa Rollin Becker, el momento en el que estamos conectados a nuestro
Compañero Silencioso. Pero para nosotros, no se trata únicamente de volver a conectarse a nosotros
mismos, de volver a centrarse sobre nosotros mismos, también se trata de mantener un lazo consciente
entre ese Yo y el mundo material, de ahí la idea de centraje.

Centraje : el círculo y el centro


Centraje y dispersión constituyen un par que es necesario gestionar lo mejor posible según el contexto y
las circunstancias. El concepto de centraje me hace pensar irresistiblemente en el plato de mantequilla de
Aïvanhof ya evocado en el libro 1 de Approche Tissulaire – Abordaje Tisular (Tricot, 2003, 76-77) :

Hace algunos años, en París – era antes de la guerra- se había instalado en la puerta Maillot
un parque de atracciones que se llamaba Luna Park. Muchas personas iban allí a bailar, tirar a
la carabina, montarse en el Tío Vivo, en los columpios, y divertirse con todo tipo de cosas
[…] y además estaba aquel famoso plato de mantequilla del cual quiero hablarles. Era una
plataforma redonda, de tablas de madera lo suficientemente grande como para albergar a
muchas personas. Las personas se montaban en ella y comenzaba a girar, al principio
lentamente; pero, poco a poco, el movimiento se aceleraba y entonces se asistía a un
espectáculo muy divertido : aquellos que se encontraban en la periferia eran desequilibrados
y proyectados hacia el exterior, cayendo unos sobre otros (y, evidentemente, todo el mundo
se reía), mientras que los que se encontraban en el centro no eran sacudidos y permanecían
tranquilamente de pie en su lugar, inmóviles y sonrientes. Así pues, vean como la fuerza
centrífuga era tan potente que los que se encontraban en la periferia no podían mantenerse,
resistir o agarrarse, y eran proyectados hacia el exterior. Mientras que los que se encontraban
en el centro escapaban a esta fuerza y permanecían tranquilos.

9
Holón : Neologismo creado por Arthur Koestler a partir del griego holos « todo », asociado al sufijo « ón » que significa una partícula, una parte,
como en protón o neutrón. El Holón corresponde a una entidad postulada encargada de representar el concepto de Yo/No-Yo o de Todo/Parte de
cualquier manifestación, desde la más elemental (entidad) hasta la más compleja (sistema). Los holones se organizan en sistemas y constituyen
holarquías. La descripción del sistema holárquico se encuentra en los dos libros de Koestler citados en la bibliografía.
Pierre Tricot – Compañero silencioso y abordaje tisular – 8/25 – Ultima modificación el 25/03/13
Me he parado para reflexionar sobre este fenómeno puesto que alberga leyes formidables, y
he encontrado que el ser humano es parecido a un plato de mantequilla : algunas regiones
psíquicas representan la periferia de su ser, otras el centro, y su consciencia es parecida a las
personas que se montan en la plataforma. Si su conciencia se encuentra en la periferia de
ustedes mismos, sepan que allí hay tales fuerzas desencadenadas que éstas les van a proyectar
contra los muros y se van a romper la crisma. Todos aquellos que quieren buscar aventuras
en la periferia de la vida para arreglar sus asuntos, hacer negocios y divertirse, se exponen a
grandes peligros puesto que se convierten en la presa de fuerzas a las cuales no pueden
resistir. Para estar en serenidad, en calma, es necesario encontrar un lugar bien resguardado. ¿
Y cuál es ese lugar ? Justamente, es el centro del círculo. En la periferia nunca se está a
resguardo, puesto que allí no encontramos más que agitaciones y pasiones desencadenadas; el
que se ha extraviado allí es atrapado, atacado por fuerzas impetuosas, y tarde o temprano
proyectado y hecho pedazos. Es por lo que los Iniciados que observaban la naturaleza, nos
han proporcionado reglas, métodos como la meditación, el recogimiento y la oración; porque
meditar, recogerse y rezar son esfuerzos para entrar en uno mismo, para buscar el centro, ese
punto invulnerable donde reina la paz, ese “elevado retiro” del cual habla el Salmo 91.
Además, desde el punto de vista geométrico, el centro de un círculo puede ser considerado
como la proyección de su vértice.
Presten atención a una montaña o a un cono : la proyección de su cima, corresponde con el
centro de un círculo. El símbolo del centro es por tanto idéntico al del vértice. Desde la cima,
ya no hay obstáculos para la vista; cuando se está en la cumbre de una montaña, se ve todo
alrededor, se está por tanto más lúcido, se sabe lo que puede ocurrir. A continuación, frente al
espacio que se descubre delante de sí, uno se siente en paz, expandido, se puede respirar. Al
fin se es libre, se tiene la posibilidad de actuar como se desee, nos hacemos poderosos. Así
pues, el que se esfuerza para aproximarse al punto central alcanza la claridad, la paz y la
libertad. ¡ Ven cuántas cosas se pueden decir sobre el centro del círculo ! (Aïvanhof, 1992,
60-63)

Profundidad y envergadura : dos clases de centraje


Aïvanhof nos describe dos clases de centraje : un centraje sobre la horizontal y un centraje sobre la
vertical. Si retomamos el modelo holárquico desarrollado por Arthur Koestler y ampliamente evocado en
el libro 2 de Approche Tissulaire – Abordaje Tisular, horizontal (envergadura) y vertical (profundidad)
representan las dos dimensiones espaciales esenciales de una jerarquía – o de una holarquía, para retomar
el término usado por Koestler : como para el cono, un sistema jerárquico se desarrolla en el espacio y el
tiempo. El número de grados que conlleva una jerarquía determina al respecto la profundidad; el número
de entidades (de holones, diría Koestler) que existen en cada grado determina al respecto la envergadura o
la extensión. Existe un vinculo espacio-temporal entre profundidad y envergadura : cuanto más se
desciende en la profundidad, más aumenta la envergadura. Es el esquema mismo del cono.

El concepto de nivel es arbitrario; depende del observador y de lo que describe. Si describimos una casa
con tres plantas, se puede considerar cada planta como un nivel y decir que la casa tiene una profundidad
de tres – tres niveles. Pero se puede igualmente contabilizar cada peldaño como un nivel, y si veinte
peldaños separan cada nivel, decir que la casa consta de sesenta niveles, o una profundidad de sesenta. Sin
embargo, aunque dichas escalas son relativas o arbitrarias, los posicionamientos relativos no lo son.
Aunque el observador describa la casa como teniendo tres o sesenta niveles, la segunda planta sigue siendo
más alta que la primera. Esta arbitrariedad (la elección de la escala) no plantea ningún problema mientras
utilizamos la misma escala relativa : que utilicemos la escala Fahrenheit o Celsius para medir una
temperatura no cambia nada en la pertinencia de los resultados (Tricot, 200562-63).
A cada una de estas dimensiones corresponde un centraje. El centraje respecto a la horizontal nos permite
evitar la dispersión hacia el exterior de nosotros mismos, la cual nos hace perder consciencia de lo que
somos realmente y nos lleva hacia el paradigma de la tierra plana 10, y el centraje respecto a la vertical nos
vuelve a conectar con el o los orígenes de la jerarquía. Éste es movimiento hacia la trascendencia11.

10
Paradigma de la tierra plana : Durante mucho tiempo, los humanos han considerado la tierra como plana. En Europa, Anaximandro (610-547
antes de J.-C.), discípulo de Tales, supuso una tierra cilíndrica habitada en su parte superior plana. Parménides (543-449 antes de J.-C.) expresó la
esfericidad de la tierra y el hecho que la luna es alumbrada por el sol. Copérnico (1473-1543) emitió la teoría heliocéntrica (el sol es inmóvil en el
centro del universo, y la tierra, al girar sobre su eje una vez al día, da la vuelta al sol en una año).
De manera más simbólica, el paradigma de la tierra plana desarrolla la idea de que solo es real lo que se observa por medio de los sentidos : así, una
simple observación del paisaje muestra que la tierra es plana. A partir de la forma de la Luna sabemos que la forma de la tierra se parece a la de una
moneda. La gente de Australia no están sobre el otro lado de la tierra, de lo contrario estarían pendiendo cabeza abajo. Los trozos de barro seco sobre
una rueda que gira rápidamente son rechazados de la rueda. Si estuviéramos en rotación a más de 1 600 kilómetros por hora, lógicamente seríamos
rechazados del mismo modo. Cuando estamos en movimiento, tenemos la impresión de desplazarnos; si la tierra estuviera en movimiento, se sentiría,
etc.
De una manera más general, el paradigma de la tierra plana evoca la incapacidad de concebir la profundidad de las jerarquías. Entonces, todo lo que
se observa toma el mismo valor.
11
Trascendencia. En fenomenología, proceso por el cual la consciencia, se supera para no considerarse ya sola, sino integrada a un objeto, un grupo,
o una consciencia más vasta. Es actualización del otro y proporcional a la potencialización de yo, el ego.
Pierre Tricot – Compañero silencioso y abordaje tisular – 9/25 – Ultima modificación el 25/03/13
« Cuanto más grande es la profundidad de un holón, mayor será su grado de consciencia.
Consciencia y profundidad son sinónimos. Todos los holones tienen un cierto grado de
profundidad, por muy pequeño que sea, puesto que no hay fondo, abajo. Con la evolución, la
profundidad se hace cada vez más grande – la consciencia se hace más grande. Sea cual sea
la profundidad de los átomos, la de las moléculas es más grande todavía. Y las células tienen
mayor profundidad que las moléculas. Y las plantas tienen más que las células. Y los
primates, más que las plantas.
Hay un espectro de la profundidad, un espectro de la consciencia. Y la evolución despliega
este espectro. La consciencia se despliega cada vez más, se realiza cada vez más, se
manifiesta cada vez más. Espíritu, consciencia, profundidad – tantas palabras para decir lo
mismo.
Ya que la profundidad está en todas partes, la consciencia está en todas partes. La
consciencia es simplemente aquello a lo que se parece la profundidad desde el interior, ‘
desde dentro ’. Entonces sí, la profundidad está en todas partes, la consciencia está en todas
partes, el Espíritu está en todas partes. Y a medida que la profundidad aumenta, la
consciencia se despierta cada vez más, el Espíritu se despliega cada vez más. Decir que la
evolución genera una mayor profundidad viene simplemente a decir que despliega una mayor
consciencia. » (Wilber, 1997, 73).

Fulcrums o Fulcros
Modelizar al sistema corporal como siendo un agregado de consciencias, es igualmente modelizarlo como
agregado de fulcros. La palabra fulcrum nos viene del inglés, pero es de origen latina, y significa « punto
de apoyo ». En mis traducciones, he conservado voluntariamente el término inglés, emblemático de la
osteopatía 12.
Para nosotros, un fulcro (fulcrum) – o punto de apoyo – puede ser objetivo, es decir de naturaleza material
(punto de apoyo o centro mecánico) o subjetivo, es decir inmaterial (centro de consciencia). El concepto de
fulcro está relacionado con el espacio.

Si toda materia está en movimiento y si, en su fase primaria, todo movimiento es fluctuante,
al estar compuesta la fluctuación por dos ciclos, uno expansivo, y el otro contráctil, entonces,
la fluctuación es rítmica. Si una fase es influenciada por la otra, entonces debe de haber un
intercambio de factor de energía entre las dos fases de la fluctuación, puesto que el
movimiento requiere energía para producirse. Si la fluctuación aparece en cualquier
fragmento de materia, debe existir un punto central a partir del cual ésta se origina, y este
punto, en consecuencia, no tiene movimiento y puede ser llamado un fulcro. Así, se puede
considerar que existe un fulcro para cada átomo, cada molécula, cada masa de materia.
(Schooley, 1951, 72-73 & Magoun, 2000, 102-103).

El abordaje tisular amplía el concepto de fulcro al ámbito no material. Considera la célula como una
consciencia que determina un espacio limitado por una membrana y centrado sobre un fulcro. Entonces el
cuerpo se concibe como una organización de espacios y límites, centrados sobre unos fulcros. Un espacio
organizado de consciencias o un espacio de consciencias organizadas… Esta yuxtaposición de espacios
limitados acaba por constituir unos volúmenes, así pues unas formas, y la totalidad manifiesta un
movimiento permanente de expansión/retracción, consecuencia perceptible de la vida manifestada. Para
nosotros, existe, en todo sistema vivo, asociación de fulcros materiales y de fulcros inmateriales. El cuerpo
planteado como un conjunto líquido pulsátil rítmico – expansión/retracción -, organizado mediante un
sistema de compartimentación fibrosa – membranas, fascias -, centrado mecánicamente sobre el fulcro de
Sutherland.
Por otra parte, un fulcro puede ser fisiológico, es decir que está integrado dentro de la organización del
sistema que funciona con él. Puede igualmente ser afisiológico, incluso patológico, es decir impuesto en el
seno del sistema. Una retención, debido a la retracción tisular que crea, impone un fulcro afisiológico que
el sistema debe gestionar creando adaptaciones y compensaciones.

Entre tangible y sutil


El enraizamiento, es la presencia a lo denso, el soltar lastre, la presencia a lo sutil. Se podría resumir este
ejercicio diciendo que hay que aprender a dejar reposar lo que es pesado y dejar elevarse lo que es ligero,
mientras se mantiene una conexión consciente entre los dos. Con esta forma de proceder, el centraje, es a
la vez reencontrarse con nuestro ser profundo y crear un vinculo consciente entre este ser y la materialidad
en la que vivimos. Es crear un vínculo consciente, entre inmaterial y material. Unas raíces y unas alas de
algún modo…

12
Nosotros utilizaremos indistintamente Fulcrum o Fulcro ya que tenemos la suerte que la palabra exista en lengua castellana. Fulcro : (Del lat.
fulcrum).1. m. Punto de apoyo de la palanca. (NdT).
Pierre Tricot – Compañero silencioso y abordaje tisular – 10/25 – Ultima modificación el 25/03/13
Yo, un fulcro
Dentro de este contexto, Yo o el Compañero Silencioso se convierte en un fulcro sobre el cual nos
centramos y también sobre el cual podremos centrar al paciente.
Por definición, un fulcro es inmóvil respecto a lo que centra y móvil respecto a lo que lo centra a él. Así,
podemos decir que la inmovilidad centra al movimiento. A partir del momento que se crea un punto de
apoyo o un fulcro distante respecto al sistema contactado, es lógico que nazcan unos movimientos,
particularmente en el seno de los tejidos del paciente, cuando nuestra atención está sobre ellos. De hecho,
el centraje entre enraizamiento y soltar lastre permite instalar dos clase de fulcros : un fulcro físico
(enraizamiento) y un fulcro espiritual (soltar lastre) y conectar los dos. Para nosotros, ambos son
indispensables.
De hecho, esto se reduce a aquello o a quien uno se abandona. Vuestro Compañero
Silencioso es un punto de apoyo; es absolutamente inmóvil. No hay ninguna energía en
movimiento en el Compañero Silencioso, ninguna. Es todo energía, pero ésta no está en
movimiento. De hecho es el origen de la energía, estado del cual proviene la energía. No es
energía en movimiento, es puro potencial. Es omnipotente. No hay ningún movimiento y sin
embargo, es todo movimiento. Es, simplemente, y os abandonáis a él […]. Es una
tranquilidad viva de la cual nuestra consciencia despierta puede tener consciencia. Esta
consciencia despierta está con nuestro gran Espíritu, no nuestro pequeño espíritu (Becker,
2000, 30).

Muñecas rusas
Entonces, puesto que el modelo tisular contempla las consciencias como organizadas unas respecto a las
otras, como unas muñecas rusas de algún modo, ¿porqué no plantearnos conectarnos a otras consciencias
que nos centrarían, nos englobarían ? Esto puede permitirnos reencontrar el Yo o el Compañero Silencioso
del paciente, englobarlo dentro de nuestra sesión y hacerlo partícipe, pero seguramente esto también
permita ir más lejos y contactar con otras consciencias más centrales todavía y recibir de ellas intuiciones
e informaciones para ayudar al paciente a recobrar su salud. Este movimiento corresponde típicamente a
un centraje vertical. Es trascendencia. Relacionándonos con niveles de consciencia más elevados en la
jerarquía, nos permite trascender nuestros límites. Pero esto supone efectivamente, como lo sugiere
insistentemente Rollin Becker, que uno acepte olvidarse de uno mismo (potencialización del ego o anti-
dispersión) y abandonarse a lo más vasto y más poderoso…
¿ Hasta donde se puede ir ? No lo sé exactamente. Lo que me interesa, es el concepto de fulcros
organizados, encajados los unos dentro los otros, así como la posibilidad de una trascendencia de mi ego,
por tanto de mis límites. Además, como osteópata, me siento pertenecer a un linaje compuesto de
fulcros/consciencias importantes, implicados en la creación, el desarrollo y la propagación del concepto
osteopático y con los cuales puedo conectarme conscientemente. Algunos son « ineludibles »,
particularmente Sutherland y sobre todo Still, el fulcro de la osteopatía. Pero el mismo Still estaba
centrado sobre otros fulcros que le transmitieron la osteopatía. A Still, yo asociaría a Herbert Spencer del
cual Still sacó lo esencial de la filosofía osteopática 13 y otros (Swedenborg) que le proporcionaron unos
fulcros de naturaleza más espiritual. Seguramente habrá otros cuya identidad desconozca pero con los
cuales es virtualmente posible conectarse… El soltar lastre permite contactarlos, incluso sin que haya una
consciencia perfectamente definida de lo que sucede.

¿ Un Fulcro para los fulcros ?


¿ Existe un Fulcro de los fulcros(de los demás fulcros), centro de toda la creación ? Por supuesto que no
tengo ninguna respuesta que proponer, pero la sugestión parece lógica, por lo menos en teoría, respecto a
nuestro modelo. Entonces, ¿porqué no intentar conectarse a Él, en función de nuestra manera de
entenderlo y concebirlo ? Obviamente, esta experiencia es personal, y escapa probablemente a cualquier
descripción, pero pienso que vale la pena intentar vivirla, uno a solas con un globo o incluso con el
paciente sobre la camilla…

Cuando pienso en calidad de presencia, me viene la imagen de Sutherland y lo que deseaba


evocar refiriéndose al Salmo 46 de la Biblia : « Be Still and know » que se puede traducir por
« Apacíguate y sabe » o « Permanece inmóvil y conoce » o « Detente y sabe » 14.
Recordemos que las referencias de Sutherland en materia de espiritualidad – por tanto sus
fulcros – eran esencialmente bíblicos. Esto nos refiere igualmente al magnífico texto de
Rollin Becker titulado justamente Be Still and know (Becker, 1997, 24-38) (Tricot, 2005,
132).

13
Ver al respecto Naissance de l’ostéopathie (Nacimiento de la osteopatía) de Carol Trowbridge.
14
La citación completa sería : « Apacíguate y sepas que Yo soy, Dios »
Pierre Tricot – Compañero silencioso y abordaje tisular – 11/25 – Ultima modificación el 25/03/13
Porque detrás, o más bien al origen de todas estas formas o expresiones innumerables y
cambiantes que tienen todas un nacimiento, una realización y una muerte, existe una Única
Energía dentro de la cual tiene lugar el cambio pero que, siempre es la misma, el Todo, la
Totalidad. Nada se pierde, nada se crea en la naturaleza. Y cada ser humano a través del
tiempo, cada uno de nosotros representa el mismo fenómeno : la Única Energía que está en
todas partes, en todo y en la que todo está, se limita, se individualiza. Ya no está la totalidad,
existe un elemento minúsculo en el tiempo y el espacio, un embrión, un feto, un bebé. Cada
uno de nosotros es una forma particular tomada por esa Energía. El infinito se contrae, se
comprime, se limita en un punto preciso. El agua, libre de coger todas las formas, se ha
convertido en hielo, fijada en una sola forma (Desjardins, 1972-I, 29).
« […] Mis dedos que piensan, sienten, ven y saben son guiados inteligentemente por el Gran
Arquitecto que concibió este mecanismo. La interpretación que doy de ello importa poco, con
tal que mi trole mental permanezca en contacto con el hilo. » Permítanme repetir : « la
interpretación que doy de ello importa poco, con tal que mi trole mental permanezca en
contacto con el hilo. » (Becker, 1997, 38).

Centraje y relación terapéutica


No tengo la ambición de desarrollar aquí de forma exhaustiva la relación terapéutica. Numerosos libros se
dedican a ello y probablemente muchos otros lo harán… Ya la he evocado en el libro 1 del abordaje tisular
(Tricot, 2003, 243-255) y deseo simplemente abordarla en relación al modelo de
actualización/potencialización desarrollado por el abordaje tisular 15 (Tricot, 2005, 35-52).
Rollin Becker evoca el médico interior que existe en cada uno de nosotros y que intenta manifestar la
salud.
Es un punto filosófico básico de la osteopatía al cual me adhiero sin reserva. Quisiera valorarlo respecto a
la actualización/potencialización.

El par terapeuta/paciente
La relación terapéutica puede analizarse como un par en el seno del cual existen dos polos, el polo
terapéutico y el polo paciente, a los cuales obviamente se les podría dar otros nombres :
ayudador/ayudado, médico/enfermo, etc. Charles Chalverat 16 habla de par sanador/herido, desarrolla la
idea que, de hecho, este par existe en cada uno de los dos protagonistas de la relación terapéutica y que es
la actualización del polo sanador en el terapeuta y la actualización del polo herido en el paciente lo que
crea la base de la relación terapéutica :

El aspecto polar del arquetipo del sanador herido adquiere una importancia muy particular,
en el sentido de que uno de los dos polos del arquetipo se encuentra, al principio, en el
consciente de cada compañero mientras que el otro polo se coloca en el inconsciente, y ello
de forma invertida. Un esquema nos ayudará a comprender la compleja dinámica que se
instala en la relación entre ayudador y ayudado cuando este arquetipo es constelado. Este
esquema se inspira de la teoría de la proyección de C. G. Jung (1980).

La pareja terapeuta/paciente

15
El concepto de actualización/potencialización me viene de Stéphane Lupasco.
16
Formador en la Escuela de Estudios Sociales y Pedagógicos de Lausana (École d’Études Sociales et Pédagogiques de Lausianne).
Pierre Tricot – Compañero silencioso y abordaje tisular – 12/25 – Ultima modificación el 25/03/13
En cada una de las dos personas presentes, existe una parte de sanador (polo A) y una parte
de herido (polo B). El ayudador, ya sea fabricante de secretos 17, médico, trabajador social o
psicoterapeuta, se presenta socialmente como el que brinda una ayuda mostrando de este
modo el polo sanador del arquetipo. El polo herido está en la sombra.
El que necesita ayuda se presenta socialmente como herido. Por debajo del umbral de lo
consciente se encuentra su parte sanadora. En principio, el trabajo del ayudador consiste en
despertar el sanador interior del paciente, mientras que éste, herido, despertará por resonancia
la herida interior del ayudador (Chalverat, 1999).

En nuestra jerga, diríamos que el osteópata actualiza el polo sanador y potencializa en la misma medida el
polo herido, mientras que se produce el mismo fenómeno pero a la inversa con el paciente. Los
posicionamientos del terapeuta y del paciente se establecen la mayoría de las veces sin la menor sospecha
por parte de los dos protagonistas, es decir sin que lo sepan ni uno ni el otro, creando una situación de
información no-sabida, no-conocida. De ahí pueden derivarse numerosos problemas :

Si alguien cae enfermo, es el arquetipo médico/enfermo el que se cónstela (siembra). El


enfermo busca un sanador exterior, pero al mismo tiempo se activa un sanador interior… Es
el médico en el mismo paciente el que cura, tanto como el médico que interviene desde el
exterior. El factor de curación, es el médico que existe en nosotros. Ninguna herida, ninguna
enfermedad puede curar, si el sanador interior no se pone a actuar… Tiene que haber algo en
el cuerpo y en el alma que coopere para que se superen la enfermedad y los traumatismos
(Guggenbühl-Craig, 1985, 118).
Pero una de las polaridades del arquetipo puede ser reprimida y la parte reprimida
proyectada. El enfermo puede proyectar el sanador interior en el médico de cabecera y éste,
sus propias heridas en el enfermo… Entonces ya no se cónstela ningún factor de curación en
el paciente. El médico se convierte en « nada más que sanador » y el paciente se convierte en
« nada más que enfermo ». Caemos en la trampa de la reunificación con el otro polo del
arquetipo que se opera a través del poder. El ayudador hace de su paciente el objeto de sus
veleidades de poder. Se convierte en un hombre poderoso, no debido a su fuerza, sino
mediante una escapatoria psicológica, mientras que el paciente se instala en una cómoda
sumisión. El deseo del poder y de la sumisión es aquí la expresión de un intento de
reunificación del arquetipo desorganizado. El cliente se torna en paciente eterno. El ayudador
se cree que es él quien cura, y se siente como el factor sanador y se olvida que su función
consiste esencialmente en permitir al factor sanador que se despierte o se mantenga
(Chalverat, 1999).

La importancia de esta consideración es evidente, tanto para el paciente como para el terapeuta.

Para el paciente
El paciente el cual, por definición, actualiza el polo herido, potencializa en la misma medida su polo
sanador. Si se fija demasiado en este mecanismo, no permite al polo sanador actualizarse suficientemente
para obtener una mejoría o incluso una curación de su estado. Así pues, remite toda la acción sanadora
hacia el exterior, del cual espera la solución (de un terapeuta, de un medicamento, de una técnica, etc.), en
lugar de buscarla en el interior. Volvemos a encontrarnos aquí el esquema clásico en el cual se ha
encerrado (particularmente desde Pasteur) el sistema bio-médico.

Para el terapeuta
El terapeuta el cual, por definición actualiza el polo sanador, potencializa en la misma medida su polo
herido, incluso lo reprime, lo que determina una alteración de la relación terapéutica :
Para evitar esta trampa en la que caen muchos ayudadores y en la que también caen muchos
profesionales de las medicinas clásicas, es absolutamente necesario que el que ocupa la plaza
del ayudador siga vinculado con su parte herida, ello conlleva la exigencia de permanecer en
contacto con sus fragilidades, sus sombras y sus debilidades y guardarse de la ilusión de
haberlos resuelto de una vez por todas.
Identificándose completamente solo con el polo sanador del arquetipo, el ayudador vive una
verdadera inflación psíquica caracterizada por una hinchazón de la personalidad más allá de
los legítimos límites individuales. No es fácil para la psique humana soportar las polaridades.

17
El « secreto » es un encantamiento, traducción de la palabra francesa incantation, palabra femenina. (del latín incantare, pronunciar fórmulas
mágicas) Fórmula mágica, cantada o recitada, para obtener un efecto sobrenatural. El encantamiento se hace bajo la forma de oración la cual el
ayudador pronuncia pensando en el enfermo. La consulta se hace a distancia y el « fabricante de secreto » generalmente ignora la identidad del
paciente. Sana gratuitamente. El « secreto » se transmite en el seno de una misma familia o a un conocido. Sirve para curar verrugas, esguinces,
lumbagos, eczema o detener las hemorragias. También atenúa el dolor de las quemaduras, de ahí el apodo de « cortador de fuego ». En Bretaña, se
habla de « sanador de secreto. » (N d T).
Pierre Tricot – Compañero silencioso y abordaje tisular – 13/25 – Ultima modificación el 25/03/13
Es más cómodo reprimir la parte que estorba y proyectarla hacia el exterior. Sin embargo, si
el ayudador sabe a la vez contener sus dos polos y volverse atento a las resonancias que se
pueden establecer entre las problemáticas del paciente y las suyas, y trabajarlas para
preservar una cierta ventaja, éste autoriza al paciente a estar en relación con su parte de
sanador interior. Dentro de esta dinámica, la coherencia de uno induce la coherencia del otro.
Cuanto más el ayudador se pone en relación consciente con su parte herida, mejor podrá su
paciente ponerse en relación con su parte sanadora.
El proceso iniciado de este modo ya no es únicamente una relación de influencia del
ayudador sobre el ayudado, sino una verdadera coevolución que exige por parte del ayudador
una gran consistencia personal, puesto que cada vez debe aceptar ponerse en marcha él
mismo tanto como su paciente. El ayudador reconoce que está al servicio de un
procedimiento que no controla completamente, ya que lo esencial no es el proceso de
influencia, sino la activación de la función trascendente en cada uno de los compañeros. Jung
define la función trascendente como la facultad que tiene el inconsciente para secretar un
tercer término en las situaciones de polaridad aparentemente insuperable. Para encontrar la
salida, entonces es necesario abandonarse a esta función, la cual reúne los opuestos dentro de
una conjunción dinámica. Esto quiere decir que se trata de soportar el conflicto hasta que
surja el acontecimiento inesperado que invierte la situación o la coloca en otro plano. La
solución creadora puede aparecer como una renovación portadora de vitalidad y de sentido,
como una salvación divina. En esto, coincidimos con las más antiguas tradiciones del arte de
sanar, tal como la concepción que se podía encontrar en la Antigua Grecia la cual afirma que
solo el sanador divino puede ayudar, al no poder el humano más que facilitar la aparición de
dicho sanador divino (Chalverat, 1999).

El centraje en el seno de la pareja terapeuta/paciente


Aquí también es necesario un centraje, el cual debe permitir a los dos protagonistas de la pareja
terapeuta/paciente encontrar un posicionamiento que permita a cada uno vivir esta relación de forma
constructiva. El terapeuta lleva una responsabilidad más importante puesto que es él quien toma a su cargo
la gestión de la relación con su paciente. Le incumbe particularmente relacionarse de nuevo con su parte
herida, en lugar de rechazarla, incluso de reprimirla. Este punto es importante, porque además de la
hinchazón del ego mencionada aquí arriba, la represión de esta parte herida lo lleva muy a menudo a una
actitud de no simpatía, de no comprensión del paciente y de sus dificultades, lo que no permitirá a la parte
sanadora del paciente activarse de forma óptima. Como mucho, la relación no funcionará, en el peor de los
casos, mantendrá al paciente en una actualización de su polo enfermo que no le permitirá acceder a una
verdadera curación.

Aceptar sus heridas


Pero, la aceptación por parte del terapeuta de su polo herido puede igualmente impedirle encontrar la
posición justa respecto a su paciente : bien puede dejarse implicar demasiado en el problema del paciente
convirtiéndose éste al mismo tiempo en su propio problema, o bien el malestar generado por las
resonancias de su propio caso puede llevarlo a una actitud no neutra, no adecuada, quizá agresiva respecto
al paciente, juzgándolo responsable de ese malestar. En los dos casos, no ofrece al paciente un fulcro, un
punto de apoyo suficientemente estable y suficientemente neutro para ayudarle a solucionar su problema
desde el interior…

Terapeuta paciente
Así pues, este centraje es necesario, pero es sutil. Me parece que la única solución verdadera para el
terapeuta es aceptar convertirse en paciente él también, es decir aceptar su polo herido en lugar de
rechazarlo o reprimirlo. Pero si este punto es una condición previa, no me parece suficiente. En efecto, sus
heridas constituyen tantos puntos de dispersión que dificultan su centraje… Por tanto, le es necesario ir
más lejos y poner en marcha los medios necesarios para curarlas. Reencontrarse con sus viejas heridas y
curarlas le permitirá acceder a una mejor comprensión de lo que sucede en su paciente, al mismo tiempo
que le permitirá permanecer neutro, ya que no estará implicado personalmente en lo que se muestra en el
transcurso de la sesión (no puesto en resonancia – no disperso, por ende, centrado).

Presencia al unísono
Volvamos a las retenciones que crean, según nosotros, el caso osteopático de una persona (terapeuta o
paciente, no importa). La característica de una retención, ya evocada en los libros dedicados al abordaje
tisular (Tricot, 2003, 97-110 & 2005, 106-122) es mantener una parte del agregado dentro de otro espacio-
tiempo-energía que aquel que se vive en el presente. Por tanto, las retenciones actúan como tantos agentes
que dispersan la atención de Yo, y que le impiden acceder a la verdadera presencia, debido a unas partes de
él que permanecen en el pasado. Liberar dichas retenciones (que éstas existan en la materia biológica,
neuro-psíquica o espiritual), es llevar de nuevo estas partes de nosotros a lo que se vive en el presente, es

Pierre Tricot – Compañero silencioso y abordaje tisular – 14/25 – Ultima modificación el 25/03/13
igualmente reunificarse, por lo tanto, centrarse. Además del hecho de ya no estar puesto en resonancia por
los acontecimientos similares vividos en el paciente, esto mejora la calidad de la presencia del agregado en
su totalidad. Esto permite al terapeuta reanudar la relación con su verdadero Yo o Compañero Silencioso
tal como lo evoca Rollin Becker, reencontrase con mayor facilidad con la unidad. También se podría decir
que esto permite crear un mejor unísono de presencia, en el cual la totalidad vale más que la suma de las
partes, mejorar en la misma medida la calidad del centraje entre enraizamiento y soltar lastre, poder
alcanzar las retenciones del paciente dentro de su densidad con mayor facilidad, para ayudarlas a
resolverse. En pocas palabras, esto crea unas mejores condiciones para que el osteópata pueda ofrecer a su
paciente el fulcro estable que necesita para curar sus heridas. Como lo repito a menudo : un terapeuta
tiene que ser paciente.

Preguntas/Respuestas
P : Lo que propone R. Becker parece ser atractivo, pero modifica completamente la manera de plantear el
acto terapéutico y me pregunto realmente cómo proceder para emprender dicho camino.
R : Esta pregunta nos refiere a la calidad de la relación que se establece entre el osteópata y el paciente,
consecuencia directa de la consciencia que tiene el osteópata de si mismo y del acto terapéutico
osteopático, lo que nos impone volver sobre los fundamentos de esta relación y sobre la manera que se
activa. En primer lugar, recordemos las palabras de R. Becker, que indican que no existe ninguna
diferencia fundamental entre un terapeuta y un paciente; son dos seres humanos :

El osteópata es un mecanismo respiratorio primario involuntario en el seno de una fisiología


corporal voluntaria viva. Su paciente está dotado de las mismas cualidades, es decir que es un
mecanismo respiratorio primario involuntario en el seno de una fisiología corporal voluntaria
viva (Becker, 1997, 138).

Entonces, ¿ qué es lo que diferencia el osteópata del paciente ? Dicho de otro modo, ¿ qué es lo que
posiciona a uno de los dos términos de este binomio en el papel de terapeuta ? Esencialmente un convenio
implícito, en el cual, acabamos de decirlo, cada uno actualiza un polo diferente de la pareja sanador/herido,
lo que establece un contrato tácito entre el osteópata y una persona que viene en busca de ayuda,
transformando un sistema corporal en terapeuta y confiriéndole el estatus de fulcro. En el intercambio que
se establece, el polo osteópata se convierte en un punto de apoyo a partir del cual (y no en el cual) el
sistema corporal del paciente puede descargarse y volver a encontrar una armonía, una coherencia. Según
la consciencia que tenga el osteópata del papel que interpreta y la manera en la que considera a su paciente,
la relación puede organizarse de manera muy distinta.
Puesto que según nuestro modelo, paciente y osteópata, ambos son sistemas de consciencias organizadas y
centradas, su relación es una relación de consciencias, potencialmente comunicantes. Insisto en el
calificativo potencialmente ya que es la consciencia que tiene el osteópata de lo que se cónstela la que
determina cómo se organiza ésta : según tenga consciencia o no de tratar con sistemas de consciencias, su
planteamiento y su comportamiento serán, en efecto, muy diferentes.
Si no tiene consciencia de ello, no va a discernir del paciente más que el cuerpo cosa y se dirigirá a él
como a un objeto sobre el cual practicar unas técnicas destinadas a modificar aquello que él estima
necesario que lo sea. Saber y experiencia determinan lo que se debe hacer (acción o prescripción) para
ayudar al paciente y las herramientas son unas « herramientas cosas » o bien agentes exteriores impuestos
al paciente. La atención trata más sobre las informaciones que circulan desde el osteópata quien hace hacia
el paciente quien recibe o se somete. Incluso el operador puede olvidar casi por completo las
informaciones provenientes de su paciente, o desatenderlas, al considerarlas de menor relevancia o sin
ningún interés. Dentro de este marco, el cual es bastante típico de la relación bio-médica actual, el
terapeuta tiende a dar preferencia al saber : le parece que su eficacia, para lo esencial, depende de ello. Esta
relación actualiza particularmente el « hacer », potencializando en la misma medida el « ser » (Tricot,
2003, 246-248).
Si por el contrario, el osteópata considera a su paciente como un sistema de consciencias, y se dirige a ellas
como a sujetos, una comunicación real puede establecerse, dando lugar a una relación mucho más rica,
mucho más viva, igualmente llena de indeterminaciones, incluso de extrañezas. El osteópata no sabe
forzosamente por su paciente y ya no es solo aquel que hace algo en el paciente. Se convierte en co-actor,
observando lo que se hace (sucede) en el paciente en contestación a lo que él ha introducido por medio de
su presencia, su atención y su intención, herramientas básicas de la consciencia, y actúa en consecuencia.
Se desarrolla un verdadero feedback entre los dos protagonistas, actualizando particularmente el « ser » y
potencializando en la misma medida el « hacer », o más exactamente, transfiriéndolo del osteópata hacia el
paciente.

« En el momento en el cual el osteópata pone sus manos sobre un paciente para establecer un
diagnóstico y proceder a un tratamiento palpatorio, participa con él de una experiencia

Pierre Tricot – Compañero silencioso y abordaje tisular – 15/25 – Ultima modificación el 25/03/13
cuántica de compartir. Cuando trabaja con los tejidos vivos del paciente, le es totalmente
imposible ser un observador neutro o imparcial. […] Por consiguiente, la palpación se
convierte en un intercambio vivo entre dos cuerpos vivos. El osteópata hace mucho más que
observar. […] Su propia consciencia de la vida que habita en él, al desear comprender la
función viva en el interior del paciente, es un estimulo suficiente para invocar el mecanismo
respiratorio primario y la fisiología corporal del paciente, a fin de que estos muestren sus
mecanismos y la respuesta de los tejidos al tacto participativo/a del medico. Realmente se
trata de una unidad cuántica de intercambio mutuo entre osteópata y paciente.» (Brooks ed.,
1997, 138.)

Por otra parte, el paso de una clase de relación a otra no se hace bruscamente. Se hace más bien como un «
encadenamiento ligado », en el cual actualización y potencialización recíprocas del hacer y del ser se
modifican a la inversa y gradualmente en función de la evolución de la consciencia del osteópata.
Progresivamente, éste « hace » cada vez menos y « es » cada vez más. De naturaleza asintótica, esta
progresión no cesa nunca. Así, incluso cuando el osteópata ha pasado decididamente del lado de la relación
de ser, la calidad relacional sigue afinándose, en función de su evolución personal, la cual le lleva a
modificar la calidad de su presencia, de su centraje así como los niveles de consciencia a los cuales
consigue conectarse. Sin embargo, sobre este cursor entre « hacer » y « ser », la movilidad debe persistir,
la cual le permite adaptarse al paciente, mientras que la fijación crea un fulcro afisiológico, fuente de
rigidez e inadaptación relacional…
En dicha evolución, uno de los escollos esenciales que se encuentra el joven osteópata, es el deseo de
hacerlo bien. Puede suceder que el testimonio de un osteópata más mayor y la experiencia vivida a su lado
lleguen con tanta fuerza a su ser que éste adquiera la certeza que « solo esto es válido »…
Y, de súbito, ahí le tenemos fijado en esta clase de comportamiento, deseando hacer ardientemente como
el osteópata mayor, instantáneamente. Al ver lo que es visible, el hacer, éste no discierne que está en
presencia de la proyección de un ser. Así pues, desea imitar el hacer, olvidando lo esencial, el ser. Además,
más allá de su falta de experiencia, se olvida, incluso rechaza (deniega) sus propios límites, relacionados
con sus heridas no curadas que sin falta, un día u otro, le harán recaer con tanta violencia como habrá
deseado subir demasiado deprisa y demasiado alto, olvidando su propio caso.
Particularmente, al desear parecerse al osteópata mayor a cualquier precio el cual éste admira, el osteópata
principiante puede reprimir su parte herida (aquella que le impide acceder a los mismos niveles que el
osteópata mayor), mentirse a si mismo, al considerarse como « sacado de apuros » (puesto que ha
descubierto la verdad) y por supuesto a su paciente y, como es indicado más arriba, establecer una relación
fijada y falseada en la cual « el ayudador hace de su paciente el objeto de sus veleidades de poder. Se
convierte en un hombre poderoso, no por medio de su fuerza, sino mediante una treta psicológica »
(Chalverat, 1999). Una vez introducido dentro de esta trampa, es difícil salir de ella…
¿ Significa esto que una relación en tanto que ser es imposible para el principiante ? Claro que no, pero la
sabiduría quisiera que el dicho principiante acepte vivirla con sus límites presentes, lo cual hace su
relación con el paciente quizá, menos « perfecta » comparada a la de un mayor, pero más adecuada en
relación a lo que él es verdaderamente en el presente. En una verdadera relación de ser, la autenticidad es
de rigor y el engaño, incluso siendo inconsciente (hacer « como si ») se paga caro, tanto para el que se
engaña como para aquellos de quienes se ocupa.

P : Según R. Becker, basta con centrarse y conectarse con los Compañeros Silenciosos, mientras que en el
abordaje tisular, hacemos mucho más que eso. A pesar de lo que acaba de decir, tengo la impresión que
sigue estando dentro de un cierto « hacer » : como mínimo, entra dentro de las densidades, o retenciones,
pero incluso dialoga con ellas, con lo cual actúa sobre éstas. No es solo estar presente…
R : Ante todo, conviene recordar que si se considera« ser » y « hacer» como los dos polos de una pareja,
nunca se puede actualizar completamente uno, lo cual potencializaría completamente el otro. Siempre se
trata de una mezcla, en la cual no se puede más que modificar las proporciones. Por lo tanto es imposible
solo « ser » o solo « hacer ». Además, según si el osteópata da preferencia al aspecto « hacer » o al aspecto
« ser », éste utilizará con mayor facilidad herramientas objetivas o las herramientas subjetivas. La clave de
la gestión de la pareja está en la capacidad que tiene el osteópata en moverse entre estos dos polos. De ahí
se deriva la precisión de su posicionamiento sobre dicho cursor así como la adaptación de las herramientas
a las cuales éste dará preferencia para el caso del paciente, en función de sus dificultades, de lo que puede
gestionar, del contexto de la sesión, etc.
Por otro lado, incluso indicando sus propósitos y su manera de actuar que implícitamente, se dirige a unas
consciencias, R. Becker no desarrolla explícitamente el modelo de un sistema hecho de consciencias.
Tampoco habla de retenciones. Recordemos que lo que caracteriza una retención en el abordaje tisular, es
la ruptura en el intercambio entre un grupo de consciencias en el seno del sistema de consciencias, la cual
crea una relativa separación del primero respecto al segundo. ¿ No se podría considerar este mecanismo
cómo una separación del Boss del cual habla Becker ?
Además, el abordaje tisular modeliza varios niveles de retenciones (Tricot, 2005, 106-110).
Fundamentalmente, una retención corresponde al incremento de la actualización de los yo (las
Pierre Tricot – Compañero silencioso y abordaje tisular – 16/25 – Ultima modificación el 25/03/13
consciencias), lo que potencializa en la misma medida el otro (el sistema al que pertenecen). Recalquemos
de entrada que si dicha actualización de algunos yo parece permitir a un grupo de consciencias sobrevivir
frente a una situación deletérea, ésta, al persistir, constituye una mala jugada, ya que la supervivencia de
los individuos depende de la correcta supervivencia del conjunto del sistema al que pertenecen, la cual
depende de la calidad de la participación de sus partes en el funcionamiento de la totalidad… Sin embargo,
incluso habiendo una cierta separación, seguimos estando dentro del marco de lo fisiológico : las
consciencias, incluso dando preferencia a su propia existencia en detrimento del funcionamiento del
conjunto, siguen funcionando. En este caso, la simple presencia del osteópata correctamente centrado y el
abandonarse a los Compañeros Silenciosos, bastarán la mayoría de las veces para volver a poner en
comunicación a las consciencias.
Sin embargo, el modelo tisular presenta otra situación. Aquella en la cual, el sufrimiento de las
consciencias del sistema corporal (a nivel de sus distintas « materias ») ha sido tan fuerte en un momento
dado, que se encierran dentro de su rechazo. Hay negación de lo que se produjo. (Tricot, 2005, 109). Para
alcanzarlas, enraizamiento y presencia aislados ya no son suficientes. Es necesario que el osteópata « haga
» algo más, tanto para alcanzarlas dentro de su densidad (enraizamiento, compresión) como en su no-
consciencia o negación. Es necesario hablarles « más fuerte », de ahí las herramientas desarrolladas en el
nivel 2 de abordaje tisular (diálogo e interrogación tisular, regresión consciente, técnica sobre los flujos).
El modus operandi propuesto para el abordaje tisular expresa dichas diferencias al proponer que se trabaje
respetando una gradación que vaya de lo global a lo específico : primero el trabajo de simple
enraizamiento/soltar lastre con atención global sobre las consciencias corporales, dejando el osteópata que
se libere todo aquello que pueda serlo al simple contacto de su presencia, conectada al Compañero
Silencioso. Después, en función de las resistencias encontradas, focalización más precisa de la atención y
utilización progresiva de las herramientas de diálogo e interrogación tisular. Recordemos el orden de la
realización propuesto por el abordaje tisular :
1. Presencia, enraizamiento (relacionarse con las densidades), soltar lastre (relacionarse con las
consciencias).
2. Intención de sesión.
3. Atención global, dejar el tiempo necesario a todo aquello que pueda liberarse que se libere.
4. Atención focalizada sobre lo que resiste, dejar el tiempo que se libere espontáneamente.
5. Diálogo tisular (incitación al rechazo, « ¿ Quién no quiere ? »).
6. Interrogación tisular en busca del origen de la retención.
Apuntemos algo esencial : Utilizadas juiciosamente, las ayudas propuestas (etapas 4 y siguientes) pueden
revelarse particularmente eficaces. Pero no son más que ayudas, y en ningún caso sabrían sustituir la
calidad del enraizamiento, de la presencia, de la atención y de la intención del osteópata. Vayamos más
lejos, utilizadas con estos parámetros defectuosos, simplemente no funcionarán, porque son refinamiento y
sofisticación de estas cualidades básicas.

La presencia es mucho más importante que la técnica. Los principiantes siempre quieren
aprender más técnicas. Cuando te conviertas en un maestro, una sola técnica bastará. (Milne,
1995, 2).

¿ Qué mecanismo podemos invocar, para explicar lo que sucede ? Mediante su enraizamiento y sus
parámetros objetivos (particularmente densidad, tensión y compresión asociada) el osteópata se aproxima,
va al encuentro de las zonas densificadas. Las alcanza en su retirada física. Mediante el soltar lastre, es
decir su conexión con las consciencias, crea o vuelve a crear un vinculo entre la zona en rechazo y unas
consciencias más englobantes (otras consciencias, Compañero Silencioso, Boss, La Consciencia, según la
manera en la que concibe las cosas). Se podría formular esto en el otro sentido y decir que trae la
consciencia a la zona en mala-comunicación o mala-consciencia. Esta nueva puesta en comunicación entre
los dos polos (objetivo y subjetivo) permite a la zona que había « elegido » la retirada, la no-
comunicación, la negación, optar por otra solución y a continuación volver a ponerse en comunicación.
Después de todo y según nuestro modelo, la consciencia, por tanto el intercambio, es la esencia de lo vivo.

De hecho, esto se reduce a qué o a quién uno se abandona. Vuestro Compañero Silencios es
un punto de apoyo; es absolutamente inmóvil. No existe ninguna energía en movimiento en
el Compañero Silencioso, ninguna. Es toda energía, pero ésta no está en movimiento. De
hecho, es el origen de la energía, estado a partir del cual proviene la energía. No es energía en
movimiento, es puro potencial. Es omnipotente. No existe ningún movimiento, sin embargo
es todo movimiento. Simplemente, es, y os abandonáis a él. Percibid la tranquilidad que se ha
desarrollado en esta habitación. Es la misma tranquilidad y vosotros la podéis percibir pero
no es algo preciso para lo que uno trabaja. Si lo buscáis, lo dejáis escapar. Es una
tranquilidad viviente de la cual nuestra consciencia en alerta puede tener consciencia. Dicha

Pierre Tricot – Compañero silencioso y abordaje tisular – 17/25 – Ultima modificación el 25/03/13
consciencia despierta, está junto con nuestro gran Espíritu, y no con nuestro pequeño espíritu.
La consciencia, es la aceptación de algo (Becker, 2000, 28).

Para intentar comprender mejor lo que sucede en esta relación, se podría considerar al osteópata como una
clase de plenipotenciario de las consciencias o de La Consciencia. Así, en esta acción, se trasciende,
potencializa su ego que pone al servicio de una consciencia más vasta, se abandona, como diría Becker a
una consciencia más vasta, convirtiéndose en una clase de misionario de La Consciencia. Es un soltar
lastre puesto que abandona una parte de si mismo para entregarse a algo más vasto, más poderoso, etc. El
ser osteópata suelta todo aquello que no es esencial (que no es fundamentalmente él) para reunirse con su
naturaleza profunda, la de un ser. Vuelve a tomar contacto con La Consciencia y al mismo tiempo, puede
volver a tener conocimiento (ver más arriba p.6)… Conectado de este modo, ya no es él, ego quien actúa,
sino las consciencias o La Consciencia, y al mismo tiempo con una potencia multiplicada. Pero si éste
recurre a un saber hacer y una potencia de ser, toma la información necesaria para ayudar al paciente ahí
donde se encuentra, es decir en el propio paciente, en el seno de las consciencias en dificultad, de ahí la
necesidad de enraizarse en ellas… Restableciendo el lazo entre zona de retención y Consciencia, éste
permite a aquello que debe hacerse que se haga en el paciente, pero no es él quien lo hace. Crea las
condiciones, asiste a la liberación y la acompaña, pero ésta pertenece por completo a las consciencias del
paciente. Permite aquello que Sutherland llama transmutación.

Transmutación… Es un cambio en otra suerte de naturaleza, sustancia, forma o condición.


No es lo mismo que… Es diferente al transformador situado en la línea eléctrica, el cable de
alta tensión, que disminuye el voltaje a 110. Una transmutación cambia algo en otro tipo de
naturaleza o condición (Sutherland, 1998, 291).
En ese momento, el proceso de transmutación se puede producir y reducir el mecanismo
disfuncional, corregir la patología y restablecer la salud para este individuo en particular. He
aquí, el principio de curación del Maestro Mecánico trabajando en nuestros pacientes.
Nosotros podemos desarrollar nuestra consciencia como osteópatas y observar Sus obras en
los tejidos de los pacientes (Becker, 1997, 29).

Interpretamos dicha transmutación como siendo un cambio en la elección establecida por las consciencias
implicadas en la retención. Si retomamos la idea que una retención es esencialmente la actualización de yo
en detrimento del otro, como respuesta a una situación percibida como peligrosa, podemos decir que el
grupo de consciencias entrado en retención ha elegido – actualizado – la solución retirada, aislamiento,
separación (actualización de yo) en detrimento de otras soluciones que quedan presentes como alternativas
posibles en el seno mismo de la retención y la transmutación, corresponde a un cambio de elección, por
tanto de polarización en las consciencias corporales que optan por otra solución. Este cambio, es la
presencia y el enraizamiento del osteópata los que lo hacen posible, pero el osteópata no toma él mismo la
decisión. Incluso si por los motivos alegados anteriormente, su presencia y su saber hacer son
indispensables para que la transformación tenga lugar, éste no hace más que observar lo que sucede y no
está habilitado para decidir por las consciencias de su paciente y eso, sea cual sea el nivel al que se dirige
(consciencias biológicas, neuro-psíquicas u otras). Esto nos hace decir que los recursos están en el paciente
o que la solución está dentro del problema.

Los mecanismos inherentes a la fisiología corporal no tienen absolutamente ningún


problema. Están literalmente en marcha en cada uno de nosotros. Trabajan lo mejor que
pueden para mantenernos en vida. Incluso cuando los pacientes tienen algún problema como
consecuencia de un accidente, de un traumatismo de nacimiento o de cualquier característica
de su entorno, y que su mecanismo no está en concordancia con aquello que se piensa que
debería ser, también aportan junto con ellos la solución a ese problema. Algunos problemas
requieren una ayuda exterior, como la cirugía, medicamentos complejos u otra clase de
ayuda. Sin embargo, el mecanismo, por si mismo no es consciente de ello. Incluso habiendo
en él algunos patrones de dificultad, también dispone, silenciosamente, de las herramientas
que le permiten corregirse. Es la razón por la cual nosotros, los médicos, deberíamos ser unos
servidores dispuestos a contactar con este mecanismo inherente al paciente a fin de cooperar
con los esfuerzos puestos en marcha para ayudarse (Becker, 1997, 20).
Es el médico en el mismo paciente el que cura, tanto como el médico que interviene desde el
exterior. El factor de curación, es el médico que existe en nosotros. Ninguna herida, ninguna
enfermedad puede curarse, si el sanador interior no se pone en marcha… Tiene que haber
algo en el cuerpo y en el alma que coopere para que se superen la enfermedad y los
traumatismos (Guggenbühl-Craig, 1985, 118).

P : Me gusta bastante la interpretación de la transmutación como siendo un cambio de elección en el seno


de la polaridad de las consciencias corporales. Pero dichas « elecciones » ¿ se ciñen únicamente a
comunicar o no comunicar ?
Pierre Tricot – Compañero silencioso y abordaje tisular – 18/25 – Ultima modificación el 25/03/13
R : La sofisticación de las elecciones de la consciencia en el seno de sus polaridades es relativa al nivel
que ésta ocupa en la jerarquía de los sistemas a los cuales ella participa. A nivel de las consciencias que
constituyen la materia biológica, probablemente las elecciones sean elementales, de tipo binario, y se
refieran a la actividad fundamental de la consciencia : el intercambio. Así pues, en lugar de comunicar
(actividad ya relativamente sofisticada), se podría decir de forma más sencilla : intercambiar.
Efectivamente, a nivel de consciencia elemental, creo que en realidad las cosas se limitan a esto : aceptar o
no intercambiar con el entorno.

P : Cuando el osteópata vuelve a crear el vinculo entre un fulcro inmaterial (mediante la pregunta
« ¿ donde está el fulcro ? ») y un fulcro material afisiológico (una retención) en su paciente, los tejidos se
ponen en movimiento y la liberación se termina por un still-point. ¿ Se puede entonces considerar al still-
point como un fulcro ?
R : Su pregunta nos refiere a las definiciones básicas de fulcro y de still-point (Tricot, 2003, 303 & 308 y
Tricot, 2005, 254 & 266). Recordemos que en el abordaje tisular, un fulcro es un punto de apoyo. Por lo
tanto está relacionado con el espacio. El still-point de liberación, corresponde a un momento, por tanto
está relacionado con el tiempo. Recordemos igualmente que según nuestro modelo, aquello que caracteriza
una entidad consciente, es que ésta crea y experimenta sus propios espacio, tiempo y energía (Tricot, 2005,
35-41). Espacio, tiempo y energía constituyen un continuum inherente a la consciencia e indisociable de
ésta.
Una consciencia o un grupo de consciencias que se ponen en retención (que se niegan más o menos a
comunicar) se mantienen (y por tanto viven) en un continuum espacio/tiempo/energía correspondiente a la
época, el lugar y las informaciones del momento de la retención, distinto del continuum espacio/
tiempo/energía que vive el sistema corporal hoy en día. Así pues, una retención retiene informaciones del
pasado y crea un fulcro afisiológico que ella impone al sistema que la aloja y que éste intenta gestionar lo
mejor posible.
En el momento de la resolución, existe una disolución (transmutación) de dicho fulcro afisiológico, las
consciencias implicadas dejan de vivir dentro de un continuum espacio/tiempo/energía correspondiente al
acontecimiento pasado que creó la retención, y se reúnen con el continuum espacio/tiempo/energía que
vive hoy el sistema corporal. El fulcro afisiológico desaparece, la información (energía) retenida en la
retención se libera, y las consciencias vuelven al tiempo presente. Esto está marcado por un retorno al
neutro (toda la energía bloqueada se ha liberado), un tiempo de parada (still-point de resolución) y una
disolución del fulcro afisiológico el cual desaparece.
Todo esto no significa en absoluto que un still-point se convierta en un fulcro. Ambos son de distinta
naturaleza, al estar relacionado uno con el tiempo y el otro con el espacio, pero es obvio que son
indisociables uno del otro.

P : La manera en la que describe la asociación enraizamiento-soltar lastre me sorprende : ya que me parece


imposible conciliar ambos puntos, que por naturaleza son opuestos. ¿ Cómo se puede estar a la vez en el
soltar lastre y dentro de la densidad ?
R : Esta paradoja solo lo es en apariencia y probablemente sea la consecuencia de la dificultad que
encuentra la psique humana para soportar y gestionar las polaridades. Pero no olvidéis que estáis dentro de
un contexto de primeros pasos. ¿ Recordáis vuestro aprendizaje como automovilista y la dificultad
experimentada para ocuparos a la vez de los pedales, del cambio de marchas, de los cuenta kilómetros y
algunas veces… de la carretera ? Me parece que estamos dentro un contexto parecido. Al principio,
tendréis la sensación de no poder estar más que en una u otra de las polaridades, después, progresivamente,
conseguiréis desplazaros fácilmente de una hacia la otra, y por fin, lograréis conciliarlas, es decir estar a la
vez en una y la otra. Para ello, basta con dejar pesar aquello que es pesado en vosotros (enraizamiento) y
dejar elevarse lo que es ligero (soltar lastre).
Os voy a proponer un ejemplo entresacado de mi experiencia como ciclista. No soy un gran deportista,
pero durante mi adolescencia, he subido a menudo por las laderas del Lauragais con la bicicleta, en los
alrededores de Toulouse. Esta magnífica región es particularmente ondulada y ventosa. En la primavera, la
ondulación del trigo como respuesta a las ligeras brisas es maravillosa de contemplar, pero desplazarse por
allí en bici no es nada fácil. Tuve que encontrar unos medios para vencer la dificultad física inherente a
dichas condiciones. Lo primero que me ayudó, fue dejar de mirar la carretera o el paisaje con una mirada
presente, y fijar la mirada de forma indefinida, unos pasos por delante de mí y dejar desfilar la carretera,
sin intentar seguir el desfile de ésta. Curiosamente, dejando de focalizar de este modo la mirada, la
dificultad física disminuía. Tenía la sensación de estar a la vez dentro y fuera del cuerpo. Poco a poco,
logré controlar este estado de manera mucho más sutil lo que permitía estar a la vez en el esfuerzo
necesario a las condiciones de pendiente y viento, así como fuera del esfuerzo, como « en otro lugar ». En
ese estado, podía devorar los kilómetros con una sensación de dificultad y cansancio mucho menores.
Conseguí reproducir ese estado en otros esfuerzos, particularmente las carreras a pie, disminuyendo
notablemente la dificultad. Al mirar algunos deportistas, particularmente en el transcurso de los esfuerzos a
largo plazo, la mirada perdida, tengo el sentimiento de que hacen lo mismo. Los deportistas me
comprenderán seguramente con facilidad. Es esta misma actitud la que os propongo adoptar si entendéis lo
Pierre Tricot – Compañero silencioso y abordaje tisular – 19/25 – Ultima modificación el 25/03/13
que digo, o buscarla si nunca la habéis experimentado. En ese estado, podéis estar a la vez dentro (incluso
muy adentro, dentro de la densidad), y fuera, con la consciencia o las consciencias. Y al mismo tiempo, la
sensación de esfuerzo que puede representar el entrar dentro de la densidad disminuye, incluso desaparece
completamente. Es ese estado el que me ha permitido discernir y a continuación ampliar las percepciones
de ser evocadas en los libros de abordaje tisular (Tricot 2003, 256-263 & Tricot 2005, 141-146). Probad y
veréis.

P : Creo haber comprendido lo que dice. ¿ Existe algún medio complementario que permita mejorar ese
estado de conjunción de enraizamiento y de soltar lastre ?
R : Yo veo por lo menos dos. El primero es el entrenamiento, la repetición; el segundo es la liberación de
su propio caso. El entrenamiento es un medio extremadamente eficaz. Algunas artes marciales trabajan
particularmente ese estado, pero nada sustituye a la práctica en el día a día. Tenemos la suerte de vivir a lo
largo del día una situación – la relación terapéutica – para la cual la calidad de la presencia es fundamental.
Por lo tanto, podemos pasar todo el tiempo necesario a ponerla en práctica, lo que en sí, constituye un
entrenamiento permanente que permite una progresión casi infinita. Sin embargo es conveniente crear las
condiciones materiales propicias a este entrenamiento, particularmente, concederse un tiempo de sesión
suficiente, crear un lugar de calma y tranquilidad y por último, domar el teléfono. A fuerza de repetir el
ejercicio, el estado de centraje entre enraizamiento y soltar lastre se convierte en algo natural :

Es posible aprender a vivir en la « presencia », como la llama Joël Goldsmith, las 24 horas
del día. Pero siempre lo olvidamos, al estar distraídos por el mundo que nos rodea. Pero, a
pesar del hecho que caminamos por el mundo, es posible abandonarse a esa cosa con la cual
basta con establecer un contacto. El problema consiste simplemente en continuar
abandonándose a una experiencia de despertar consciente, y ello se convierte en un hábito.
Es casi imposible para nosotros, hacerlo permanentemente, ya que somos seres humanos que
vivimos este mundo. Estoy cansado, y al regresar a casa, alguien me bloquea y me vuelvo
loco. Así pues, es difícil de hacer, pero es tan sencillo como esto – un abandono consciente,
personal, supra-personal, incluso a esa tranquilidad la cual es parte de nuestro ser (Becker,
2000, 31).

Pero si el entrenamiento es indispensable y útil, no reduce totalmente el principal obstáculo al soltar lastre
del osteópata : sus viejas heridas no resueltas. De hecho, si al igual que R. Becker, aceptamos que no existe
ninguna diferencia esencial entre osteópata y paciente – ambos son seres humanos -, también el osteópata
presenta en si mismo viejas heridas no resueltas, aquello que nosotros llamamos caso osteopático,
constituido por el cúmulo de las retenciones asociadas a sus adaptaciones en el seno del sistema corporal y
para la mayoría, situadas en lo no-conocido o la no-consciencia (Tricot 2005, 123).
Estas viejas heridas no o mal curadas constituyen tantos puntos de atadura, los cuales retienen al ser
osteópata en unos espacios/tiempos/energías (informaciones) distintos al espacio/tiempo/energía presentes
y le impiden que se libere de su tenaza de materia para reunirse con las consciencias o La Consciencia.
Cada vez que una parte de este caso es tratada y liberada, el acceso a la presencia y la aptitud para soltar
lastre mejoran.
El trabajo sobre sí mismo permite igualmente al ser liberarse de sus identificaciones incorrectas (éstas
también son heridas). Recordemos que un ser hace para tener. Tener proporciona al ser una prueba tangible
de su existencia hasta tal punto que acaba por identificarse 18 con sus haberes y con sus relaciones (« yo
soy mi cuerpo, un poco cada una de mis posesiones, mi pareja, mi hija/o, mi familia, mis amigos, etc. »).
Tantas creencias que lo cortan de lo que es realmente, una consciencia, La Consciencia… La liberación de
estas cadenas le permite disminuir su dispersión (la horizontal), volver a centrarse y reanudar su vinculo
con La Consciencia (la vertical).

P : Entonces, para que su sistema funcione, se necesitaría un osteópata perfecto.


R : No, un osteópata consciente de aquello que sucede será suficiente. Consciente de lo que pasa y en
camino para curar sus propias heridas y revisar sus identificaciones incorrectas. Un osteópata debe de ser
paciente…

P : El abordaje tisular desarrolla la idea de entrar dentro de la densidad para tratar a las estructuras
corporales, y esto obliga a comprimir las estructuras contactadas. Mientras que Becker no apretaba, no
entraba dentro de los tejidos, incluso recomendaba que no se apretase.
R : Es cierto, Becker recomendaba que no se apretara. Pero volvamos a situar las cosas en su contexto, de
época, de lugar y sobre todo, de osteópatas a los que se dirigía : osteópatas clásicos, condicionados a las
técnicas de movilización, articulación o manipulación, seguramente poco habituados a comunicar
sutilmente con los tejidos de sus pacientes. No es extraño que insistiera tanto sobre la suavidad y el no-

18
Identificación : del latín identificare, relacionado con el latín idem « el mismo – lo mismo ». La acción por la cual el ser piensa ser (por lo menos en
parte) el objeto o la persona con los cuales se identifica. El fenómeno siempre es inconsciente.
Pierre Tricot – Compañero silencioso y abordaje tisular – 20/25 – Ultima modificación el 25/03/13
apoyar. Sin embargo, él desarrolla con sus propias palabras un concepto muy parecido a aquello que
nosotros llamamos sintonización.

La creación de un punto de apoyo os puede ayudar a hacer funcionar ese contacto


propioceptivo. Colocad cómodamente los brazos sobre la camilla, después apoyaos
suavemente en los codos. Esto añade una ligera compresión a vuestro contacto. […] Para
encontrar el grado de presión adecuada, una solución consiste en apoyarse demasiado fuerte
en los codos, y a continuación relajar una parte de la presión sobre la camilla. Relajad la
presión de los brazos sin desplazar las manos y, de súbito, tomáis consciencia del hecho que
algo está sucediendo. En este momento, no estáis atrapados sobre la comilla, y tampoco
estáis en suspensión – habéis establecido un contacto fluctuante. Con este contacto
fluctuante, todo lo que sucede en el paciente se manifestará, y lo percibiréis, ya que vuestros
propioceptores están en armonía con la tensión de la parte del mecanismo del paciente con el
cual habéis establecido un contacto (Becker, 1997, 145).

Algunos pasajes de sus escritos incluso dejan pensar que la presión puede ser importante :

Esta noción de correspondencia entre las tensiones me apareció en un paciente que


presentaba una zona lumbar con excesiva presión y en disfunción, extremadamente tensa y
fibrosa. Cuando un paciente os viene con esto, colocad una mano por debajo del psoas,
estableced un contacto o un punto de apoyo, y después apoyad firmemente sobre vuestro
codo. Quizá deberéis apretar muy fuerte contra la camilla, contra el punto de apoyo, hasta
lograr alcanzar una tensión idéntica a la del músculo psoas. Cuando relajéis vuestra presión,
entonces encontraréis el punto a partir del cual este músculo se pone en funcionamiento. Esto
ilustra cómo aplicar una compresión mediante unos contactos propioceptivos y cómo
gestionar dicha compresión a fin que ésta esté en armonía con la patología percibida en el
cuerpo (Becker, 1997, 146).

Sin embargo, su manera de sintonizarse con la densidad es distinta a la nuestra. Parece proceder de una
manera que yo calificaría de « indirecta ».

Cuando controláis el sacro, no lo empujéis hacia arriba con la mano. Al contrario, apoyaos un
poco en el codo el cual puede funcionar entonces como un punto de apoyo. Apoyad solo un
poco; si apoyáis demasiado sobre este punto de apoyo, se bloquea. Este punto de apoyo debe
poder moverse; de no ser así, las estructuras que contactáis no podrán moverse. Es un punto
de apoyo flotante. Existe muy poco movimiento. No estamos caminando dentro de la
habitación; estamos hablando de unos milímetros.
Modificando la presión en vuestro codo, podéis modificar la profundidad de vuestra
percepción. Empujando más todavía sobre el codo, percibiréis automáticamente con mayor
profundidad en el sacro. Utilizando menos presión, obtendréis una sensación más superficial.
Dicho de otro modo, apoyándome ahí, sobre el codo, voy cada vez más profundo, y cuanto
más ligero soy sobre el codo, más ligera es la percepción. Apoyando cada vez con mayor
firmeza con la mano bajo el sacro, puedo percibir como un contacto directo con los músculos
psoas (Becker, 2000, 62).

Pero finalmente, lo que me interesa en esta pregunta, no es tanto hacer o no como Becker lo hacía, sino ser
coherente con el modelo propuesto, el del abordaje tisular cuyo objetivo es alcanzar las consciencias
corporales en su retirada física, consecuencia de su rechazo en comunicarse. He hablado de ello de sobra
más arriba, así como en otros escritos, con lo cual no volveremos a hacerlo detalladamente.
Un elemento de confusión respecto al hecho de entrar dentro de la densidad o de comprimir, puede venir
de la percepción de plasticidad que aparece cuando el osteópata está ajustado (sintonizado) con la densidad
de las estructuras de su paciente (Tricot, 2003, 115-116 & Tricot, 2005,149-150). Cuando se alcanza dicho
estado, la percepción que domina es la plasticidad y las sensaciones de presión y de compresión
disminuyen, a veces incluso, desaparecen casi completamente, tanto en el osteópata (tanto más cuanto éste
está correctamente centrado entre enraizamiento y soltar lastre) como en el paciente. Pero de ahí a llegar a
decir que no hay ninguna presión…
Hoy por hoy, dicha sintonización es todavía demasiado esencial para mí como para renunciar a ella. Sin
embargo, he constatado que había de estar particularmente atento en la manera de utilizarla para
conseguirla. Y en este punto, las cosas han evolucionado considerablemente conforme he ido progresando
en mi práctica. Al principio, empecé a sentir moverse las estructuras al aceptar comprimirlas, tímidamente
primero, y después decididamente. Pero haciendo esto, me percaté rápidamente que si la compresión era
demasiado rápida, los tejidos se oponían en lugar de cooperar. Así pues, es conveniente ser muy lentos y
progresivos en dicha compresión, y después seguir la dirección indicada por los tejidos nada más ésta se
manifieste, mientras se intensifica el empuje para acompañarlos allá donde quieran llevarnos. Al respecto,
Pierre Tricot – Compañero silencioso y abordaje tisular – 21/25 – Ultima modificación el 25/03/13
recordemos la metáfora del barco que intentamos empujar en el agua (Tricot, 2003, 115 & Tricot 2005,
145).

No puedes ir demasiado profundo, solo demasiado deprisa (Milne, 1998, 2).

Después, poco a poco he integrado que podía ir con mayor facilidad dentro de la densidad de los tejidos
enraizándome todavía más en lugar de presionar simplemente; entonces entendí que el enraizamiento no es
solo algo físico, sino que también es proyección del ser dentro de la densidad. Asociando compresión y
enraizamiento, la sintonización con niveles de densidad a veces muy importantes se ha convertido en algo
más fácil, y sobre todo mucho menos fatigante. Después, puse en práctica lo que está descrito
anteriormente respecto a la bici, lo cual ha disminuido más todavía la sensación de esfuerzo. Por último, la
lectura de los textos de Becker me ha permitido descubrir su manera, « indirecta », de alcanzar la
densidad/tensión de los tejidos del paciente mediante el aumento de la presión – por tanto del
enraizamiento – en los puntos de apoyo (particularmente codo, pelvis y pies). Hoy en día, por lo tanto
utilizo una mezcla de compresión directa e indirecta, de enraizamiento y de presencia la cual funciona muy
bien. Pero me doy cuenta que me ha sido necesario mucho tiempo para desarrollar dicha
proprioceptividad. Por consiguiente, ahí también, es conveniente no tener prisa, sino repetir simplemente,
hasta el infinito. La integración en las consciencias corporales se hace lentamente.

P : Si basta con conectarse al Compañero Silencioso o a la Consciencia, y abandonarse, aceptar el estado


de no saber y dejar hacer el médico interior del paciente, como lo sugiere R. Becker y usted mismo,
entonces no es necesario complicarse con todo el conocimiento médico y osteopático… Todo esto parece
indicar que los estudios no son necesarios, incluso superfluos. ¿ Vale realmente la pena esforzarse tanto
para estudiar ?
R : Es obvio que las cosas no son tan sencillas. Muy pronto en mí camino como osteópata, me he visto
confrontado al problema de la importancia y la utilidad del saber. Debutante en osteopatía obtenía
resultados inciertos en el tratamiento de mis pacientes : a veces « funcionaba » pero con mayor frecuencia,
« no funcionaba », sin que por ello, en un caso como en el otro, supiera exactamente porqué. Mi primera
conclusión fue que no sabía bastantes cosas y que por ello era necesario sumergirme de nuevo en la
literatura anatómica, fisiológica, patológica, embriológica, etc. La literatura osteopática accesible en
aquella época, desgraciadamente era muy pobre… Sin embargo, cuanto más me adentraba en el saber,
menos percibía todavía y menos eficiente era … Finalmente, en cuanto a la eficacia, no es la búsqueda del
saber la que fue el elemente más determinante, sino el descubrimiento de la importancia de la presencia.
Describo esto en Discípulos de Colón (Tricot, 2003, 17-31). Gracias a la mejora de la presencia, los
resultados llegaron a ser significativamente mejores, lo que me animó a proseguir en esta vía. Pero al
mismo tiempo, esto me sumergió en el dilema evocado por su pregunta : mi sensación en cuanto a la
aparente inutilidad del saber en mi experiencia como osteópata desafiaba mis certezas, para la mayoría
resultantes de condicionamientos educativos, familiares y sociales, apuntando sin cesar la importancia de
la erudición. Esto hizo nacer un sentimiento de culpabilidad muy fuerte en mí. Las cosas se decantaron
lentamente.
El giro decisivo, fue comprender (primero implícitamente, y después cada vez con mayor precisión), que el
sistema corporal vivo es más que una simple « cosa » y que si el saber concierne efectivamente al cuerpo
cosa, la presencia concierne al cuerpo consciencia. Una vez más, nos vemos confrontados a una pareja
(consciencia/cosa o ser/tener) dentro de la cual la actualización del saber se asocia con la del cuerpo cosa,
potencializando (olvidando) en la misma medida el cuerpo consciencia. La parte material, objetiva, al ser
la única observable, medible, etc., nos ciega hasta el punto de concebir la gestión de los problemas
humanos, entre ellos la salud, a partir de un punto de vista exclusivamente materialista. Es obvio que lo
ideal no es dar preferencia a una de las polaridades en detrimento de la otra, sino lograr conciliar una y la
otra, y esto en función de lo que se vive en el presente, lo cual supone no estar fijados sobre el cursor.
La actualización del saber nos lleva directamente a lo complejo y a lo hiper-complejo y nos obliga a
encontrar unas soluciones simplificadoras. La creación de modelos es una de ellas, particularmente eficaz.
Pero olvidamos « que un mapa no es el territorio que éste representa » (Korzybski 1951, 17). En el mejor
de los casos, no representa más que una parte; toda la riqueza de los detalles está ausente (Tricot, 2003, 23-
31). Además, el hecho de conocer cada vez más cosas sobre el humano vivo y de sobre-actualizar esta
vertiente de la experiencia genera la impresión de que sabemos cómo éste funciona. Mientras que, no sólo
no logramos comprender, en el mejor de los caso, más que una pequeña parte del conjunto, sino que
además, debido a nuestras limitaciones inherentes, somos incapaces de integrarla dentro de una totalidad
coherente y de comprender el conjunto de las interacciones que sobrevienen simultáneamente en lo
viviente, el cual, a pesar de no tener dicho conocimiento, sabe gestionar en el instante el conjunto de los
elementos que lo constituyen y de las relaciones que se derivan de ello. Así pues, frente a la hiper-
complejidad del organismo humano vivo, nuestros mejores modelos, nuestros mejores conocimientos no
son más que unas pálidas y simplistas representaciones de la realidad de este sistema.
El paralelo entre las parejas/los pares consciencia/saber y ser/tener permite ir más lejos todavía.
Anteriormente, he señalado la trampa en la cual cae el ser al sentirse existir por medio del tener,
Pierre Tricot – Compañero silencioso y abordaje tisular – 22/25 – Ultima modificación el 25/03/13
actualizando el tener y potencializando en la misma medida el ser, lo que le lleva a identificarse con sus
haberes (o posesiones) (p. 56 – en la traducción del soporte de curso, 54 en el original). Sin embargo, se
puede considerar el saber como un haber. Un ser al identificarse con su saber considera que éste es aquello
que él sabe, lo que se manifiesta en nuestra civilización la cual da preferencia a (actualiza) la vertiente
tener en detrimento de la vertiente ser, favoreciendo al mismo tiempo el saber (y el ego) en detrimento de
la consciencia. Hoy en día para existir, se necesitan muchas pruebas de nuestro saber, muchos títulos,
incluso para quienes buscan empleo… ¿ No es lo que presentía Rabelais al hacer decir a Pantagruel : «
Ciencia sin conciencia no es más que la ruina del alma » ?
Por último, el osteópata decididamente orientado hacia el saber tiende lógicamente a confiar en su saber, a
vincularse con éste (dispersión horizontal), lo que hace más difícil el relacionarse con la consciencia
(centraje vertical). Basándose casi únicamente en su saber (a menudo muy costoso de adquirir), tendrá
tendencia a proyectar su saber (sus soluciones) en el paciente y a no estar a la escucha de éste, en todo
caso, no lo suficiente para recibir de él las informaciones decisivas en cuanto a la liberación de sus propios
problemas (las soluciones del paciente).
Entonces, ¿ hay que renunciar al saber ?, ¿ éste es simplemente útil ? Aplicar el concepto de
actualización/potencialización al cono del saber 19 me ha permitido aclarar las cosas. Cuando empiezo a
estudiar un cuerpo de conocimientos, me encuentro en el estado de « no saber » en relación a aquello que
quiero estudiar. Cuanto más desciendo dentro del cono y adquiero unos conocimientos sobre el tema que
estoy estudiando, más actualizo el saber, lo que me hacer experimentar el estado de saber. Al mismo
tiempo, potencializo el estado de no saber. Después, una vez haya descendido dentro del cono del saber,
vuelvo a subir hacia su vértice (lo que puede ser un soltar lastre), potencializo en la misma mediad el
estado de saber, para volver a actualizar el estado de no saber. Pero este segundo estado de no saber, no es
parecido al primero. Sería más correcto llamarlo estado de ya no saber, puesto que entre ambos, ha
existido la etapa del saber. Esto me parece esencial. Me recuerda la famosa frase de Edouard Herriot :

La cultura, - dijo un moralista oriental-, es aquello que permanece en la mente cuando uno se
ha olvidado de todo (Herriot, 1948, 104).

Sin embargo, el saber siempre que el osteópata sepa potencializarlo suficientemente es particularmente
importante. En efecto, constituye lo que se podría llamar la parte sumergida del iceberg. Dicho saber
potencializado provoca, cuando la energía del caso del paciente se moviliza (recordemos que definimos la
energía como siendo información en movimiento), unas resonancias en el paciente el cual genera la
aparición de informaciones – a menudo bajo la forma de intuición – muy útiles para ayudar al paciente y
que no hubieran podido producirse con la ausencia de este saber pre-existente en el osteópata.
Por consiguiente, el problema esencial del saber no reside en el mismo saber, sino en la manera en la que
se utiliza. Para el osteópata que sabe olvidarlo suficientemente y dejarlo en su sitio, constituye una
herramienta que no solo es indispensable, sino que es muy potente. Lo esencial, es no fijarse dentro de la
pareja, conservar la aptitud para viajar de un polo a otro y para encontrar su ubicación adecuada en función
de aquello que se vive en el instante. Es un reto continúo. El entrenamiento a la presencia permite
gestionarlo en el día a día.

A modo de conclusión
A modo de conclusión, os propongo esta práctica que Rollin Becker recomendaba a algunos de sus
pacientes a modo de auto-tratamiento (Becker, 2000, 245). Se puede practicar tal cual o bien utilizar un
globo para tener un feed-back respecto a lo que ocurre en el agregado corporal. Esta versión de Yo estoy en
el silencio ha sido encontrada en los apuntes personales del Dr. Becker.

Apacíguate y sabe que YO SOY Dios


O bien
ESTOY EN EL SILENCIO
- Un programa de diez minutos para buscar o intentar experimentar la Omnipotencia, la Omnipresencia
y la Omnisciencia :
- Adoptad una postura o una posición que podáis conservar cómodamente durante un tiempo mínimo de
diez minutos.
- Dejad vuestra respiración establecerse en ciclos cortos de inspiraciones y espiraciones, sin ningún
esfuerzo consciente.
- Tened consciencia de buscar la Tranquilidad del Silencio, no físicamente, tampoco emocionalmente,
ni mentalmente, pero sí con la profunda consciencia interior de buscar a sabiendas la Tranquilidad del
Silencio a lo largo de los diez minutos que dura el ejercicio.

19
El cono del saber está presentado en el libro 1 de Approche tissulaire de l’ostéopathie (Abordaje tisular de la osteopatía), pp. 37-41.
Pierre Tricot – Compañero silencioso y abordaje tisular – 23/25 – Ultima modificación el 25/03/13
- Permitid a todos los efectos físicos, emocionales, mentales que eligen venir a vosotros, centrarse en
vosotros mismos y atravesaros, hacerlo sin ningún esfuerzo de vuestra parte y sin llevar la atención sobre
ellos. Dejadlos ser como unas nubes a la deriva en el cielo esclarecido. VOSOTROS mantened vuestra
consciencia consciente de Tranquilidad o de Silencio a lo largo de los diez minutos que dura el ejercicio,
sin interrupción, a pesar de los efectos que se manifiesten en vosotros.
- Utilizad este programa como mínimo una vez al día, o tanto como lo decidáis en la programación de
vuestra agenda diaria.

HACED QUE ESTO CONTINÚE SIENDO SENCILLO

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