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ACADEMIA. REVISTA SOBRE ENSENANZA DEL DERECHO DE BUENOs ARES ANO 3, NUMERO 6, PRIMAVERA 2005, ISSN 1667-4154, rAGs. 259.294 Feminismo, género y patriarcado* Atpa Facio** y Lorena Frigs*** I. InTRopucciOn Conceptualmente, las diferencias entre los sexos no implican desigualdad legal. Es posible concebir a mujeres y hombres como legalmente iguales en su diferencia mutua, Pero ese no ha sido el caso, al menos en los tiltimos cinco seis mil ahos,' Desde cl punto de vista histérico, as diferencias entre los sexos y la desigualdad legal estén estrechamente ligadas. ;Por qué? Porque la diferencia mutua entre hombres y mujeres se concibi6 como la diferencia de las mujeres con respecto a los hombres cuando los. primeros tomaron el poder y se erigieron en el modelo de lo humano. Desde entonces, Ja diferencia sexual ha significado desigualdad legal en perjuicio de las mujeres. Esta desigualdad podria haberse dado en contra del sexo masculino si el parametro dle lo humano hubiese sido a la inversa. Pero, esté empiricamente probado que la jerarquizacion se hizo y se hacea favor de los varones. Es més, en todas partes y en la mayoria abrumadora de las culturas conocidas, las mujeres somos consideradas de alguna manera o en algun grado, inferiores a los hombres. Cada cultura hace esta evaluacién a su manera en sus propios términos, a la vez que genera los mecanismos y las justificaciones necesarias para su mantenimiento y reproduccion. Sin embargo, a pesar de que en cada cultura el grado de inferioridad de las mujeres con respecto a los hombres y los argumentos para justificarla pueden ser distintos, todas las culturas conocidas tienen algunos rasgos comunes. Janet Saltzman’ ha identificado tres de éstos: primero, una ideologfa y su expresién en el lenguaje que explicitamente devaliaa las mujeres dandoles acllas, a sus roles, sus tabores, sus productos y su entorno social, menos prestigio y/o poder que el que se ledaalos de los hombres; segundo, significados negatives atribuidosa las mujeres Ysus actividades través de hechos simbélicos 0 mitos (que no siempre se expresan deforma explicita);y tercero, estructuras que excluyena las mujeres de la participa- Publicado originariamente en Facio, Alda y Lorena Frits, Género y Derecho, Santiago Gg Chile: LOM, 1999. Agradecemos a la editorial LOM y a las autoras el haber perm. w_ tido publicar este articulo, Jurista y escritora, Maestria en Derecho Internacional y Derecho Comparado de la w= Universidad de Nueva York. Licenciada en Ciencias Juridicas y Sociales por la Universidad de Salamanca, 1 Véase, por ejemplo, Lene, Gerda, The Creation of Patriarchy, Nueva Yor Oxford University Press, 1986, Sattaman, Janet, Equidad y género, Madrid, Catedra, Universidad de Valencia, Instituto de la Mujer, 1992, 259 FEMINISMO, GENERO ¥ PATRIARCADO ‘Aupa FACIOY LORENA Fees cién, 0 del contacto con los espacios de los més altos poderes, o donde se cree que estan los espacios de mayor poder tanto en lo econémico y Io politico como en lo cultural. Nosotras agregarfamos una cuarta caracteristica: cuarto, el pensamiento dicotémico, jerarquizado y sexualizado, que lo divide todo en cosas o hechos de la naturaleza o dela cultura, y quel situar al hombre y lo masculino bajo la segunda categoria, y ala mujer y lo femenino bajo la primera, erige al hombreen parametroo paradigma de lo humano, al tiempo que justifica la subordinacién de las mujeres en funci6n de sus pretendidos “roles naturales”. La universalidad de la subordinacién femenina, el hecho de que exista y que involucre los Ambitos de la sexualidad, la afectividad, la economia y Ja politica en todas las sociedades, independientemente desus grados de complejidad, da cuenta de que estamos ante algo muy profundo, e hist6ricamente muy enraizado, algo que no podremos erradicar con un simple reacomodo de algunos roles en lo sexual o social, ni siquiera con reorganizar por completo las estructuras econmicas y politicas. Institu- ciones como la familia, el Estado, la educacion, las religiones, las ciencias y el derecho han servido para mantener y reproducir el estatus inferior de las mujeres. En particular y por ser el derecho, en definitiva, la materia que nos ocupa en esta publicacién, cabe sefialar la importancia que éste tiene en el mantenimiento y reproduccién de un sistema que trivializa la vida y experiencias de la mitad de la humanidad, La funci6n social del derecho es regular la convivencia de hombres y mujeres en una sociedad determinada con el fin de promover la realizacién perso- nal y colectiva de quienes hacen parte de una comunidad, en paz y armonia. Si esto es cierto, cabe decir que el derecho no ha cumplido con esta finalidad. Leyes que esclavizan a las mujeres, que restringen de diferentes modos de acuerdo con su clase, etnia, raza, edad, habilidad, etc., sus posibilidades de ser y actuar enel mun- do, que otorgan més poder econémico, politico y sexual alos hombres, s6lo pueden profundizar una convivencia basada en la violencia y en el temor. Por ello, repensar el derecho y su funcién social, es un desaffo que va més alla de contar con “buenas leyes” o con “buenas resoluciones judiciales” para las mu- jeres. Significa hacer de esta disciplina un instrumento transformador que desplace los actuales modelos sexuales, sociales, econémicos y politicos hacia una convi- vencia humana basada en la aceptacién de Ja otra persona como una legitima otra yenla colaboracién como resultante de dicho respeto ala diversidad. El concepto, teorias y perspectivas de género, as{ como el moderno entendi- miento de lo que conforma el patriarcado o el sistema de dominacién patriarcal son producto de las teorias feministas, es decir, de un conjunto de saberes, valores y précticas explicativas de las causas, formas, mecanismos, justificaciones y expre- siones de la subordinacién de las mujeres que buscan transformarla. El género y el concepto de patriarcado, se enriquecen dindmicamente, en el marco del desarrollo de opciones politicas de transformacién de las relaciones entre los sexos en nues- tras sociedades, que plantean los diversos feminismos. Asi, el interés por la “pro- blemética” de género es m4s que académico. Involucra un deseo de cambio y la cemergencia de un orden social y cultural en el cual el desarrollo de las potencialida- 260 ACADEMIA ANO 3, NUMERO 6, PRIMAVERA 2005, PAGS, 259-294 des humanas esté abierto tanto a las mujeres como a los hombres. Se trata, en defini- tiva, del cambio de una forma de vida y de la ideologia que la ha sustentado por miles de afios, Una ideologia es un sistema coherente de creencias que orientan a las personas hacia una manera concreta de entender y valorar el mundo; proporciona una base para la evaluaci6n de conductas y otros fenémenos sociales; y sugiere respuestas de comportamiento adecuadas. Una ideologia “sexual” seria, entonces, un sistema de creencias que no sélo explica las relaciones y diferencias entre hombres y muje- res, sino que toma a uno de los sexos como pardmetro de lo humano. Basandose en este parametro, el sistema especifica derechos y responsabilidades, asi como res- tricciones y recompensas, diferentes ¢ inevitablemente desiguales en perjuicio del ‘sexo que es entendido como diferente al modelo. Ademis, el sistema justifica las reacciones negativas ante quienes no se conforman, asegurandose asi el manteni- miento del statu quo. Es éste el caso de las ideologias patriarcales que no s6lo construyen las diferen- cias entre hombres y mujeres, sino que las construyen de manera que la inferioridad de éstas es entendida como biolégicamente inherente o natural. Aunque las diver- sas ideologias patriarcales construyen las diferencias entre los sexos de manera distinta, en realidad este tipo de ideologfas solo varfan en el grado en que legitiman fa desventaja femenina y en el némero de personas que comparten un consenso sobre ellas. Las ideologias patriarcales no sélo afectan a las mujeres al ubicarlas en un plano de inferioridad en la mayoria de los ambitos de la vida, sino que restringen y limitan también a los hombres, a pesar de su situacién de privilegio. En efecto, al asignar a las mujeres un conjunto de caracteristicas, comportamientos y roles “pro- pios de su sexo”, los hombres quedan obligados a prescindir de estas roles, compor- tamientos y caracteristicas y a tensar al maximo sus diferencias con ellas. Como dice Marcela Lagarde, de seguir por esta senda ideolégica la dominacién patriarcal se agudizard y se ampliara la brecha entre mujeres y hombres, aumentaran la feminizacin de la pobreza, la marginacién de las mujeres, el femicidio (individual © tumultuario), Aumentaré también la disputa patriarcal entre los hombres, crecerd la expropiacién de millones de ellos realizada por cada vez menos hombres y sus poderosos mecanismos e instituciones, y con el neoliberalismo se agudizaran el machismo y Ia violencia de unos hombres contra otros. Si no enfrentamos con eficacia y efectividad el sentido patriarcal de la vida, cada afio y cada dia que pasen, en lugar de aminorar, los sexismos se sumaran a otras formas de dominacién nacional, de clase, etnocida. Los sexismos, como hasta ahora, serdn atizados y usados como combustible para los neofascismos, la fobia a los extranjeros, a las personas de otras opciones politicas, de otras creencias y Practicas religiosas o magicas, sexuales o estéticas. La fobia a los otros, alas otras, se reproduce por el fomento de la desidentificacion entre personas diferentes. Esta creencia dogmatica, refuerza la tesis de que s6lo pueden identificarse positivamen- te, entre si, las personas y grupos semejantes. La fobia al otro, como sustrato cultural 261

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