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Alumno:
Julio César Espinosa Urbina
Grado:
3º
Grupo:
A
Bullying: Más allá del acoso escolar
Esta práctica incluye diversas formas de maltrato que se ejercen con la intención de
causar daño. La persona que lleva a cabo el acoso lo hace con el propósito de
imponer su poder y dominio sobre la víctima, a través de constantes intimidaciones,
amenazas, insultos, humillaciones, devaluaciones, agresiones físicas, entre otras.
De igual manera se identifican diversos tipos de bullying tales como el: verbal,
psicológico, físico, sexual, robo y ciber-bullying. (Presidencia de la República, 2014)
Sin embargo, se carecen de ciertas condiciones protectoras que podrían mitigar los
efectos de dichos factores, como modelos sociales positivos y solidarios, contextos
de ocio y grupos de pertenencia constructivos o adultos disponibles y atentos para
ayudar.
Cuando los niños están expuestos a la violencia familiar, pueden aprender a ver el
mundo como si sólo existieran dos papeles: agresor y agredido. Por ello, pueden
ver la violencia como la única alternativa a verse convertido en víctima.
Una situación de maltrato del niño por parte de los padres contribuye a deteriorar la
interacción familiar y el comportamiento del niño en otros entornos:
Los adolescentes mexicanos son 5% más propensos que las niñas a expresar que
son víctimas de algún tipo de acoso escolar. Y en las escuelas con altos niveles de
acoso escolar, donde más del 10% de los estudiantes son frecuentemente víctimas
de intimidación, obtienen un promedio de 34 puntos menos en ciencias que en las
escuelas con niveles de 5% o menos de casos de intimidación estudiantil.
Es acá donde los padres pueden ayudar a sus hijos mediante el diálogo abierto y
sincero, otras sugerencias incluyen:
Preguntarle al niño o niña lo que él o ella cree que se debe de hacer. ¿Qué él
ha tratado ya? ¿Qué le funcionó y qué no le funcionó?
Buscar ayuda de la maestra del niño o del consejero de la escuela. La mayor
parte de la intimidación ocurre en las áreas de juego, en las cafeterías, los
baños, los autobuses escolares o en los pasillos donde no hay supervisión.
Pedirle a los administradores de la escuela que busquen información acerca de
programas que han sido utilizados en otras escuelas y comunidades para
combatir la intimidación, tales como la mediación entre los pares, la resolución
de conflictos, el adiestramiento para controlar la ira y el aumento en la
supervisión por adultos.
No estimular al niño para que se defienda peleando. En vez de ello, sugiera que
él o ella trate de alejarse para evitar al intimidador, o que busque la ayuda del
maestro, entrenador u otro adulto.
Ayudar al niño a practicar a hacer valer sus derechos. El simple acto de insistir
que el intimidador lo deje solo o quieto puede tener un efecto sorpresivo.
Explíquele a su niño que la meta del intimidador es lograr una respuesta.
Ayudar a su hijo a practicar qué decirle al intimidador de manera que esté
preparado para la próxima vez.
Estimular a su niño para que esté con sus amigos cuando viaja hacia la escuela
y de regreso, durante los viajes para hacer compras, o en otras salidas. Los
intimidadores tienden a no molestar al niño que está en un grupo.
El acoso escolar es una forma de violencia y por ende es una vulneración sus
derechos. Es muy importante intentar prevenir el bullying y la violencia en las aulas
a través de la educación y de las relaciones entre la escuela y la familia. Muchas
veces, las causas están en esos entornos y es allí mismo donde hay que intentar
atajarlas.
Bibliografía