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La vida en la Tierra ha sido protegida durante millares de años por una capa de veneno
vital en la atmósfera. Esta capa, compuesta de ozono, sirve de escudo para proteger a
la Tierra contra las dañinas radiaciones ultravioletas del sol. Hasta donde sabemos, es
exclusiva de nuestro planeta. Si desapareciera, la luz ultravioleta del sol esterilizaría la
superficie del globo y aniquilaría toda la vida terrestre.
El ozono no es un gas estable y es muy vulnerable a ser destruido por los compuestos
naturales que contienen nitrógeno, hidrógeno y cloro.
El ozono forma un frágil escudo, en apariencia inmaterial pero muy eficaz. Está tan
esparcido por los 35 km. de espesor de la estratosfera que si se lo comprimiera
formaría una capa en torno a la Tierra, no más gruesa que la suela de un zapato. La
concentración del ozono estratosférico varía con la altura, pero nunca es más de una
cienmilésima de la atmósfera en que se encuentra.
Sin embargo, este filtro tan delgado es suficiente para bloquear casi todas las dañinas
radiaciones ultravioletas del sol. Cuanto menor es la longitud de la onda de la luz
ultravioleta, más daño pueda causar a la vida, pero también es más fácilmente
absorbida por la capa de ozono.
La radiación ultravioleta de menor longitud, conocida como UV, es letal para todas las
formas de vida y es bloqueada casi por completo. La radiación UVA, de mayor longitud,
es relativamente inofensiva y pasa casi en su totalidad a través de la capa. Entre
ambas está la UVB, menos letal que la UVC, pero peligrosa; la capa de ozono la
absorbe en su mayor parte.
Cualquier aumento de la radiación UVB que llegue hasta la superficie de la Tierra tiene
el potencial para provocar daños al medio ambiente y a la vida terrestre. Los
resultados indican que los tipos más comunes y menos peligrosos de cáncer de la piel,
no melanomas, son causados por las radiaciones UVA y UVB. Se calcula que para el
año 2000 la pérdida de la capa de ozono será del S al 10% para las latitudes medias
durante el verano.
La exposición a una mayor radiación UVB podría suprimir la eficiencia del sistema
inmunológico del cuerpo humano. La investigación confirma que la radiación UVB tiene
un profundo efecto sobre el sistema inmunológico, cuyos cambios podrían aumentar
los casos de enfermedades infecciosas con la posible reducción de la eficiencia de los
programas de inmunización. La inmunosupresión por la radiación UVB ocurre
independientemente de la pigmentación de la piel humana. Tales efectos exacerbarían
los problemas de salud de muchos países en desarrollo.
De igual manera, la radiación UVB afecta la vida submarina y provoca daños hasta 20
metros de profundidad, en aguas claras. Es muy perjudicial para las pequeñas
criaturas del plancton, las larvas de peces, los cangrejos, los camarones y similares, al
igual que para las plantas acuáticas. Puesto que todos estos organismos forman parte
de la cadena alimenticia marina, una disminución de sus números puede provocar
asimismo una reducción de los peces. La investigación ya ha demostrado que en
algunas zonas el ecosistema acuático está sometido a ataque por la radiación UVB
cuyo aumento podría tener graves efectos detrimentales.
Los países que dependen del pescado como una importante fuente alimenticia podrían
sufrir consecuencias graves. Al mismo tiempo, una disminución en el número de las
pequeñas criaturas del fitoplancton marino despojaría a los océanos de su potencial
como colectores de dióxido de carbono, contribuyendo así a un aumento del gas en la
atmósfera y al calentamiento global consecuente.
Los materiales utilizados en la construcción, las pinturas y los envases y muchas otras
sustancias son degradados por la radiación UVB. Los plásticos utilizados al aire libre
son los más afectados y el daño es más grave en las regiones tropicales donde la
degradación es intensificada por las temperaturas y niveles de luz solar más elevados.
Los costos de los daños podrían ascender a miles de millones de dólares anuales.
La Tierra y sus habitantes tienen mucho en juego en la preservación del frágil escudo
de la capa de ozono. Pero inconscientemente hemos venido sometiendo a la capa de
ozono a ataques subrepticios y sostenidos.