Comenzando a leer la Vida de San Francisco de Paul Sabatier, me encontré
la anécdota que cuenta este autor, cuando Ernesto Renán, su anciano profesor, consciente de que ya no podría realizar sus deseos de investigar la "maravillosa renovación religiosa llevada a cabo por San Francisco de Asís", le encomienda investigar la vida y actuación de San Francisco: "Y tú, dijo a Paul Sabatier, poniéndole la mano en el hombro antes de que se negara, tu serás el historiador del Seráfico Padre. Te envidio: San Francisco sonrió siempre a sus historiadores… El salvó a la Iglesia del siglo XIII, y su espíritu ha permanecido extraordinariamente vivo desde entonces. A San Francisco lo necesitamos, y si sabemos buscarlo, volverá…"
Fray Agustín Gemelli, en su libro "El Franciscanismo", después de evocar
las figuras y la influencia del franciscanismo a través de los siglos, se pregunta: "¿En figuras tan dispares, en tan variadas actitudes y múltiples problemas no se pierde la fisonomía del Santo? Aparecen aquí muchos franciscanos; pero ¿san Francisco dónde está? ¿Dónde está? Precisamente en esta variedad, signo de la gran libertad de espíritu que deja él a sus seguidores, en virtud de la cual da a cada uno una idea capaz de transformar su vida y de orientarla hacia Dios, respeta las características individuales, es más, les proporciona un núcleo y las hace fecundas bajo su impulso animador. La Mesa Redonda que San Francisco formó en el Valle de Espoleto vive de siglo en siglo, en mil formas, con la misma santidad caballeresca, trovadora, heroica. Como San Francisco hizo de su vida un poema, así la historia franciscana es un poema sin fin, al cual cada siglo añade su propio canto, no de un corte clásico, sino en la variedad de los poemas caballerescos..."
Ante esta gran variedad de vivencias, caemos en la cuenta de que nuestros
Santos no son moldes, ni siquiera modelos a quienes "imitar", sino más bien pistas que inspiran. Necesitamos dejarnos inspirar, dejar entrar en nosotros ese espíritu que bulló en ellos, para emprender nuestro propio camino, la realización singular, enteramente personal e irrepetible de ese ideal común. No sin razón San Francisco cuando quiso describir el Hermano Menor ideal, no mencionó uno solo, sino que fue presentando las cualidades de cada uno, como diciendo que el hermano ideal es toda la Fraternidad.
Hace mucho tiempo he acariciado la idea de volver a leer y dar a conocer a
otros las variadísimas formas como el carisma franciscano se ha realizado a lo largo de la historia de la Orden-Familia Franciscana. Para vivir el ideal franciscano no basta conocer la teoría, no basta la sistematización del pensamiento y de su espiritualidad, se necesita la vivencia diaria, el ejemplo de quienes asimilaron el espíritu y realizaron el ideal. En nuestro mundo se ha abierto amplio camino la práctica de "aprender haciendo", que en cierto modo tiene su aplicación también en la vida y en la formación para la vida franciscana.
He hecho con mucho gusto y esperanza este trabajo de traducción,
actualización y adaptación, para presentar a mis hermanos jóvenes y a los demás que lo deseen, el reto que nos ofrecen estos hermanos que ya alcanzaron la plenitud siguiendo las huellas inspiradoras de Francisco. Lo he realizado como una contribución a la formación inicial y permanente, mía y de mis cohermanos, y como la presentación de la Familia ante quienes sienten la llamada a esta vida. San Francisco muy oportunamente nos previene para que no nos vanagloriemos en estos hermanos; pero ellos son para nosotros un estímulo en la realización del ideal.
Dado que en estos años se ha incrementado grandemente el número de
miembros de la Familia Franciscana elevados a los altares, nos hemos visto en la necesidad de variar bastante la obra del P. Giuliano Ferrini. Procuramos no abultar demasiado el libro y al mismo tiempo no omitir, en la medida de lo posible, ninguno de los nuevos santos o beatos reconocidos por la Iglesia; para ello ha sido necesario resumir, reagrupar, reubicar, pero siempre hemos procurado conservar los rasgos más humanos, que los acercan más a nosotros. Ellos nacieron muy humanos, con defectos, como nosotros, pero respondieron a la gracia y realizaron su propio camino.
El original italiano, UN SANTO AL GIORNO, alcanzó de 1979 a 1995 cinco
ediciones agotadas rápidamente, ahora nos proponemos difundirlo en español, y así llenar el vacío de muchos años.
Expreso mis vivos agradecimientos a la Provincia Seráfica de San Francisco
de Asís, al M.R.P. Ministro provincial Fr. Massimo Reschiglian por su decidido apoyo, al M.R.P. Giuseppe Ferrari, Ministro Provincial de Bolonia, por su amplia autorización para la traducción y actualización de la obra, al R.P. Giovanni G. Califano OFM por su diligente y valiosa colaboración.