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IEDU/^\IRID lLIiAtR
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LIM ERICKS
(El libro del Sinsentido)

INTRODUCCION Y VIRSION TSPANOLA

DE

JUAN RIVANO

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BRA VO Y AI-I,I]NDTi
TÍtulo original
A Book of Lear

Traducción
Juan Rivano Sandoval

Dibujo
Edward Lear

Caligr¿fía
Nelson Pére¿

Íieprohfbecualquiertipode¡eproduccióntotalop¡rcial.Ningunapartcdees!c
libro puede ser reproducida, tmnsmrLida o almacenada, sea por pmccdimientos
mecánicos, ópticos o qu{micos, incluidas las fotocopias. El editor autoriza ciLas
en reyistas, diarios o libros, siemp¡e qüe se mcncione la fuente.

o Bravo y Allende Editores

Primera edición,'1992
lnscripción N" 84.263
¡sBN N' 956 7003-14-9

Composición láse r
Silva y Cia Ltda.

Se terminó de lmprimir en los talleres de


Editorial Universitaria S.A.
Octubre'1992
Santiago - Chile

lmpreso en chile
Printed in chile
NOTA PRELIMINAR

Los "deliciosos limer¡cks" de Edward Lear, celebra


Mario Praz en su Histor¡a de la Literatura lnglesa, conjunta-
mente con las fantasías surrea¡¡stas de Lewis Carroll, iluminan
el adusto mundo victoriano. Y si la excentricidad en la
conducta es una constante cultural en lnglaterra, Lear se
d¡st¡ngue entre otras cosas, por sus v¡ajes en busca de salud
en la infaltable compañía de su gato. Un gato, en verdad, guía
el barco de los cuatro pequeños que viajan alrededor del
mundo, y un indescriptible cocinero, el v¡ejo " Ouangle Wangle"
(similar al " Boojum" de La Caza del Snark de Carroll) les
prepara las com¡das y hace el té en una g¡gantesca tetera.

Las r¡mas s¡nsent¡do de Lear term¡naron por ocultar el


lado serio del artista, que contribuyó con espléndidas ¡lustra-
ciones -anatóm¡cas, zoológ¡cas y topográf¡cas- a ¡a ciencia
de su época. su gran am¡go y adm¡rador, el poeta laureado
Alfred Lord Tennyson {cuyo libro de Poemas de 19B9 Ileva
grabados de Lear) lo recuerda en su epitaf¡o para la tumba del
artista en San Remó como "un generoso talento para con
tantos", y un "paisaj¡sta de muchas tjerras".
El "l¡merick" de Lear surge de una perspect¡va infant¡l
sobre la conducta humana que apunta verídicamente a su
desmedrada cond¡c¡ón. La intel¡gente introducc¡ón del profe-
sor Juan R¡vano que precede a su versión de un grupo
numeroso de estos l¡mericks, sugiere los distintos nivells de
comprensión que pueden intensificar el deleite que los versos
e ¡lustrac¡ones producen.

Este trabajo de Juan R¡vano, para el cual está singular_


mente capac¡tado por su caljdad de f¡lósofo, consigue rescatar
para nuestra cultura un monumento que pensábamos
estar
¡nstalado inamoviblemenle dentro de¡ ámbito ang¡o_parlante.
Su brillante versión responde a las ex¡gencias que señala
George Steiner para la traducción un .u obra Después
de Babel; los detalles y fuerzas múlt¡ples "iá.¡"u
que el texto pone en
juego sólo los puede rescatar y expresar
alguien que entienda
de qué se trata, es decir, que se haya virtualmente sumergido
en el mundo del autor para poder así conocer las clavesl En
este sentido, estimo que los textos cle Rivano no sufren
pérdida mayor en relación con los originales, Estoy
seguro que
el lector actual va a encontrar en ellos el frescor y lu -uig"r,ciu
del texto inglés de '1842, y sin duda, los relacionará conlodn.
los movim¡entos del absurdo o del s¡nsentido desde la
"Patafísica" de Alfred Jarry hasta la ingeniosa,,anti_poesía,, de
Nica nor Parra.

Rodolf o Rojo
Profesor de Literatura Inglesa
Universidad de Chile
INTRODUCCION
No se me ocurre rnás que mafttener el término inglés,
limerick, para referirme a la estrofa que eligió gUwar¿ iear
como elvehículo preferido de su peculiar poesía. Es nombre
que le viene de Limerick, pueblo situado en el oeste
de
lrlanda. Dicen que era costumbre en fiestas corear altérmi-
no de una copla con versos disparatados con el estr¡b¡l¡o
Will you come up to Lírnerick? Se encuentran estrofas cons_
tru¡das en la forma y estilo del linerickya a com¡enzos del
s¡glo XIX. El m¡smo Lear ref¡ere en la introducc¡ón a su
segundo libro, More Nonsense, aparecido en 1g72, que sus
limericks salieron en profusión a part¡r de la .ug"rencia que
le hizo un am¡go estimado. Nada de insignificante está
sugerencia, como podemos apreciar leyendo los famosos
limericks cle este autor.
Hace muchos años, cuando pasaba lo más del
tiempo en una casa de campo donde abundaban los
n¡ños y la alegría, un amigo est¡mado me sugir¡ó las
líneas que comienzan ,,Habitaba un anc¡áno en
Tobag6"* como una forma de versificación que per_
mitía una variedad s¡n lím¡te de r¡tmos y dibujosj y a
partir de allí, con Ia misma pluma se originaron en su
mayoría los dibujos y versos del primer libro, Book of
Nonsense; nad ie me as¡stió en manera n ing una, como
no fuera la delicia tumultuosa y la bienveÁida ante Ia
aparición de cada nueva absurdidad.

* El Limerick completo reza:


There was an old man from Tobago
liv'd long on rice-gruel and sago;
but at last, to h¡s bliss
the physician said th¡s:
"To a roast leg of mutton you may go,,
Es común tamb¡én refer¡r los orígenes del /lmerlcka las
"nanas" o versos que se cantan a los pequeñ¡nes y que
suelen traer nombres absurdos y relatar h¡stor¡as descabe-
lladas. Yo estuché en mi n¡ñez ésta:
Pimp¡r¡gallo monta a caballo
con las espuelas de su tocayo,
que las nanas cantaban con el pequeño montado en las
rod¡llas. También escuché arrullar con esta "nana":
Duérmete, mi niño.
du érmete, mi amor,
con los ang elitos
de San Juan de Dios.
S¡ ilustráramos esta cuart¡lla como hace Lear con cada
uno de sus limericks quedaría n a la vista la aplicación absur-
da que cont¡ene. I\4ucho más, s¡ ¡lustráramos ésta que escuché
también y que debe haber sido creada por una herman¡ta un
poco fastidiada, deseosa de terminar con el negocio y correr
a jugar a la ronda:
Duérmete, mi n iño,
que viene la vaca
a comerte el p...
porq ue tiene c...

Estas "nanas" de absurdo picante logran, pienso yo,


dos cosas: que la guagua que sólo oye un ritmo monótono
se quede dormida; y que los pequeños que escuchan se
diviertan. Acaso querrán tamb¡én ellos acunar a su hermanita
con la licencia de decir en voz alta palabras prohibidas y
expresar fantasías crueles. No sé s¡ por aquí habrá cam¡no
para que la composición con absurdos encuentre público
entre los n¡ños.
¿Encuentra públ¡co? En nuestros medios culturales
me parece que no es fácil responder a esta pregunta. Re-
cuerdo los paseos que hacen en grupo los escolares. Al
regreso, s¡empre cantan y no es infrecuente que se cuele el
sinsentido en sus canc¡oÍtes. por ejemplo, con la frase ,,so-
bre las ondas de un ancho mar", formaban ,,sabra las andas
da an ancha mar" y seguían con tocjas las vocales hasta
terminar en "Subru lus undus du un unchu mur,'. También.
m¡entras el bus volaba c¡e regreso, cantaban: ,,¡eue se le
corten los frenos y se Ie funda el motor!,,. En un disco cle
canciones infantiles he escuchado estrofas como ésta:
Yo he perd¡do el fa de mi clarinete,
de m¡ clar¡nete yo he perdido el fa.
¡Ay, si lo sabe mi papá, tralalá,
la paliza que me da!
En el caso del mundo de habla inglesa o, por lo
menos, entre los británicos, parece que el sinsent¡do litera_
rio tiene gran público. Fsto, por la muestra que ofrecen
escritores de tanto éxito entre los niños, como Edward Lear
y Lewis Carrol. En nuestros medios, nunca encontré un n¡ño
que al escuchar una composición con absurdos fuera más
allá de reír. Quiero decir. nunca encontré un receptor como
esa del¡c¡osa Al¡ce L¡ddell que pedÍa ,,iMás, más1,, cuando
Lewis Carrol le contaba h¡storias absurdas. Con las historias
graciosas, ríen y piden más los n¡ños nuestros. pero no
piden que sean h¡storias absurdas, ch¡stes d¡sparatados. La
alfombra que vuela, la varita que devuelve la vida, son
absurdos de la mejor especie, pero nuestro niño no los
extrae de la envoltura ma ravillosa en que vienen. Se q ueda n
con la maravilla.
Por lo demás, l¡teratura infantil del s¡nsent¡do no tene_
mos. No es común. C¡erto, en tocla líteratura infantil en
mayor o menor grado aparece el sinsentido y están a la
vista, en las "nanas", en las rondas, los.juegos de prenda,
los trabalenguas y adivinanzas, las semjllas y retoños de
una literatura ¡nfant¡l del s¡nsentido, pero, es verdad. tam-
bién, que en ninguna parte ha alcanzado el status respeta-
ble que encontramos en las Islas Británicas.
Así, se hace sent¡r una división que seguramente es
válida entre ing leses, pero que cobra más evidencia y exten-

I
sión cuando otras culturas toman nota de esta literatura
infant¡l delsinsent¡do. l\4 e refiero a la distinción entre lectura
infant¡ly lectura adulta de esta literatura. Porque a nosotTos,
por ejemplo, chilenos, no nos llega esta literatura en nuestra
niñez. Por mucho que en nuestra infancia "corra el anillo por
un pon¡llo" o "venga la vaca a comeTnos el popó", la expe-
riencia de la construcción poét¡ca con absurdos no la tuvi
mos plenamente, ni mucho menos.

E.N. Tigerstedt, que introduce una versión sueca de


las limericks de Lear, da por sentado que hay esas dos
lecturas del sinsentido literar¡o: adulta e infantil. Da por
sentado también que se dan en un mismo sujeto: la lecturé
del niño, y, después, la leclura del mismo niño hecho hom-
bre. Por ejemplo, leyendo el l¡merick de esa dama que sin
darse cuenta metió a su marido en el horno, al niño --d¡ce
Tigerstedt- se le ponen los pelos de punta, aunque no da
más cons¡deración al incidente. Pero,

en lectura adulta poster¡or no tarda en ver que tras


la experiencia hilarante y la cruel imaginación hay
seriedad y hay a ng ust¡a.

No veo que en Suecia haya lectura infantil de los


lime ricks de Lea r y después lectu ra ad u lta. La verdad. no veo
que en Suecia haya s¡qu¡era lectura adulta de esta literatura.
Ni me parece que en ninguna parte haya Iectura infantil. ni
que abunde la lectura adulta.

Lo que no quita la distinción: lectura infant¡1, lectura


adulta. ¿Cómo lee el niño los límer¡cksde Lear? Supongo que
los británicos adultos saben responder a esta pregunta,
porque ellos m¡smos leyeron una vez siendo niños. Pero,
nosotros no lo hicimos y para formarnos una noción de la
respuesta no nos queda más que esforzarnos por recordar
nuestra reacción al sinsent¡do cuando éramos niños: las
"nanas". rondas, trabalenguas y adivinanzas:
Soy la redondez del rnundo,
sin mí no puede haber Dios,
papas y cardena les, sí,
pero pontífices no.
¡Dios de los Cielosl ¿Oué cosa espantosa será? ¡Gran-
de t¡ene que ser! Un globo enorme con tocjo el Vaticano
adentro !
Hay pues un pequeño problema con estos limericksde
Lear. ¿Son prop¡amente para niños? ¿No serán para adul-
tos? ¿O son para niños y adultos? ¿Y si no fueran ni para
unos ni para otros? Entonces no habría problema. Nadie los
leeria de todas maneras. Se publicaran o no, igual los leería
na die. ¡Ja, ja, ja!

De donde sa¡e otra cuestión. La verdad, pudo presen-


tarse s¡n sa lir de ninguna parte. Me refiero a la cuestión del
sinsent¡do. Este es un terreno minado de paradojas. Sentido
del s¡nsentido, para empezar; sinsentido del sent¡do, para
term¡nar. Entre estos opuestos, muchas especies: sinsentido
lógico, paradojas, absurdos, contradicciones; s¡nsent¡do
gramatical, equívocos. ambigüedades, disparates, juegos
de palabras; sinsentido retórico, irorlía, hipérbole. carica-
tura, eufemismo. pa rod ia.
Pero, antes de entrar en el asunto del sinsentido,
cons¡deremos s¡ es posible en modo alguno entrar. por lo
menos. tratándose dc L.ear, parece que la respuesta es no. El
mismo nos da con la puerta en las narices. eue no queden
dudas, ni por entre las rendijas podemos mirar.
Parece que tan pronto apareció, en 1846. el libro Book
of¡úon Sense surgió un estilo de comentario y controvers¡a
sobre el sent¡do oculto, alusivo, simbólico, caricaturesco de
sus ,mercks. Pero el mismo Lear se propuso dejar en claro
que no hay nada de esto. Además (importante para la d¡stin-
ción entre lectura ¡nfant¡l y lectura adulta) precisó que su
libro estaba dirig¡do a los niños. Nada con aduttos. Si algo,
no era más que su rol en los ,mericks mismos, donde apa-
recen sin más propósito (aunque aquí ¡nterpreto) que hacer
reír a los pequeños. En su Original lntroduct¡on al More
Nonsense {1872 ) escribe:
... y estoy cieseoso de agregar atgunas palabras sobre
la historia del volumen previamente publicado -el
primer Eook of Nonsense- en relac¡ón con elcualcir
culan absurdas referencias, como que fue compuesto
por
'Derby.el finado Lord Brougham' el finado Conde de
etc.;o que los versos y las ilustraciones s-on de
diferentes personas; o que el todo tiene un significado
simbólico. etc. Cada estrofa fue escrita por mí y cada
¡lustración hecha por mi propia mano en el momento
mismo en que la estrofa fue term¡nada Además' en
ninguna parte de estos dibujos me he permit¡do ca.ri-
catJrizar persona ninguna, pública o pr¡vada; y se ha
puesto más cuidado del que pudiera suponerse para
i-,ua", qr" el asunto no pueda prestarse a malas inter
pretaciánes. "S¡nsentido", puro y absoluto' tal ha sido
mi único PropÓsito.
Sinsent¡do puro y absoluto, Yo no sé si existe algo así'
que
Puede dec¡rse (se ha dicho en efecto, y más de una vez)
sent¡do En un caso así' la frase
el universo mundo no tiene
"sinsentido puro y absoluto" tendría una aplicaciÓn apro-
piada y grandiosa Además, iqué tentac¡ón de aplicarla con
ioro uér"at mundo en parte! Pero, en la poesía sinsent¡do de
iáu, no ." atut" de un universo tan grande; y por más hecho
de sinsentidos que pudiera parecer este universo acotado
senti-
ná es imposible que hasta los n¡ños le encuentren un
do. Probablemente, se trata de un asunto de palabras Vea-
mos un ejemPlo:
Un señor que vivía en Siracusa
daba clases de té a las lechuzas,
pues la sola noción
de comerse un rató n
le Parecía imProPia de lechuzas'
limerick de Lear puesto en español-Y,con
He aquÍ un
mit perJones. ¿Dónde puede estar aqui el sentido'
Lear
ilustra estos versos presentándonos, con unos cuantos tra-
zos magistrales, una hilera larga de lechuzas en una barra,
atentas como buenas lechuzas, con una taza en la pata
¡zqu¡erda, ante el señor de la h¡storia que las instruye sobre
cómo se toma la taza y se revuelve el contenido. ¿Puro y
absoluto sinsent¡do? Pienso que nuestra averiguación tendría
que cornenzar preguntándole a un niño. Probablemente,
después de unos segundos de consideración, el pequeño
concluirá: "Las lechuzas comen ratones, puaf, ¡qué ascol Sí,
sería más saludable que bebieran té".
M uchos no van a querer saber de una experienc ia con
niños, alegando que para éstos no hay disparate que no
tenga sent¡do. Bueno, de eso se trata.
S¡ preguntamos a un adulto, seguro que va a encon-
trar no uno, s¡no muchos sentidos simból¡cos, alusivos, en
la estrofa, por más que se fastidie Lear. Por ejemplo, los
ingleses impusieron el mercado del té por sus colonias.
Negocios y op¡o del fíve a'clock tea. Pero,llevar a las colo-
nias las costumbres inglesas, ¿no es como enseñar a tomar
té a las lechuzas? ¡Bah, cuántos sentidos podemos dar a la
historial Sin embargo, ¿verdad que es así y todo un
sinsentido? Sólo que, pensando de nuevo, su carenc¡a de
sentido, ¿no nos invita 4... iMejor no seguir!

Le dijo a la mucama una danra de Amberes:


"Si encuentras que hay agujas o alfileres
en m¡ a lco ba,
bá rre los con la esco ba ".
esa dama exhaust¡va de Amberes.

He aquí otra estrofa absurda de Lear. ¿Enteramente


absurda? Claro está, tanto para el niño como para el adulto
resulta estúpido intentar barrer agujas con una escoba.
Sobre todo al momento de recoger la basura en una pala
¿Se imaginan? Pura estupidez de nunca acabar. Pero, ¿no
puede leerse la estrofa como una lecciÓn, en forma de
cortante ironía, sobre una obviedad tan descuidada que hay

v
que estar rep¡t¡éndola y repitiéndola y repitiéndola a los o/d
men, las otd lad¡esy med¡o mundo saber, no pretender
hacer las cosas con los -a
instrumenlos que no son apropia'
dos? Yo he visto personas maduras tratando de sacar un
torn¡llo con un l¡mp¡a-uñas, de desprender un vidrio con un
atornillador. Lo que es casi, casi, virar una taza con un
alicate, Fue un logro ¡mportante de los neopositivistas ha-
cernos ver que muchas veces empleamos el lenguaje de
modo semejante. Por ejemplo, hablar de un lím¡te del cono-
c¡m¡ento es hablar de algo de lo que propiamente no se
podría hablar: de algún modo tengo que conocer el otro lado
del límite para saber que es un límite. Pero, si de algún
modo Io conozco, ¿cómo entonces decir que hay un Iímite
del conocimiento? Así se muestra que los filÓsofos pueden
implicar s¡nsent¡dos tal como la dama de Amberes está
ordenando un empleo estúpido de la escoba.

Supongamos que al sastrecillo valiente se le cae al


suelo la aguja del susto que le viene al ver al gigante. ¿Qué
ocurriría si tartamudeando le pidiera: "M...me . r'..re coge
l...la aguja"? ¿Qué cara pondrÍa el gigante? Porque los gi-
gantes no pueden recoger agujas del suelo y les da una
iabia v pataleo que mejor no hablemos, cuando tratan de
hacerlo.

Pero, no sólo en vena de crítica filosófica podemos


adjud¡car un sentido del todo claro a este limerickde Lear' La
dama de A¡nberes asigna a su mucama una tarea imposible
La mucama. no.cuesta suponerlo, se dará a esta tarea tan
pronto aparezca una aguia ¿Cuántas líneas de lectura y de
sentido se abren aquí? Por ejemplo, la tarea que PlatÓn
pitagórico asignó a los astrÓnomos; describir las cosas del
y
cieló asumiendo que la tierra está en el centro del universo
oue los cuerpos celestes giran en círculos
perfectos en torno
ie la t¡erra. ¿No es como si les hubiera dicho que si encon-
iánun uguj". o alfileres en la alcoba del universo los barr¡e-la
i"n .on Ia Ls.oba del geocentrismo Y los recog¡eran con de
nada
puiu Jur Áouirni"nto cücular? ¿Verdad que no t¡ene

vlll
.l
rebuscado una lectura así? por lo menos a mí, me parece
una aplicación limp¡a y obv¡a.

Otrosí: el mov¡miento perpetuo. ¿No está con sus


indicaciones la dama de Amberes tratando de transformar a
su mucama en una máquina de movimiento perpetuo?
¿y
qué hay de absurdo en este absurdo si lo acoplo co-o ie
debe? Acoplamos un alanrbre al cabestro del asno que se
prolonga por delante de sus ojos y de ta punta cle este
alambre colgamos una zanahoria. y ya tenemos al muy
asno del asno dando vueltas a la rueda del molino.
¿No es
para quedarse pensando un rato en las marav¡llas que se
pueden hacer con los id¡otas?

Otro otrosí: Ar¡stóteles pone como ejemplo de acci-


dente el caso de un hombre que cavando un jardin encontró
un tesoro. Pienso que es muy instructivo dar vuelta la histo_
ria: Un hombre, buscanclo un tesoro, cavó el jardín. Como
quien dice: la empleada de la dama de Amberes, tratando
de barrer la aguja, sacó br¡llo al piso que quedó como un
espejo. Ni más ni menos que esos españoles que buscando
el Dorado y la Fuente de la Juventud descubrieron y coloni-
zaron toda nuestra América. ¿Hárrse v¡sto asnos más
me recedo res de nuestra bendición?

Así, pues, v¡niendo de esa dama de Amberes que pide


a su mucama que le barra los alfileres con la escoba, ¿a
dónde no vamos a llegar? ¿No será que el sinsentido tieñe
más agenc¡a que la que sueñan quienes lo dejan encerrado
en estrofas que toman por mirrucias para niños?

También, podemos eludir esa puefta que cierra Lear


en nuestras nar¡ces relat¡vizando el s¡nsentido. ¡eué cara
pondría nuestro hombre después de todo el trabajo que se
ha dado en producirlo puro y absoluto! porejemplo, recono-
cer q ue el mu ndo victoriano no es la nuez del m undo au nq ue
a muchos pareciera asÍ. Consideremos el caso de esa dama
que no ten ía m uy s ueltos los cordones de s us za patos:
Los zapatos de una dama de Halcones
no tenían muy sueltos los cordones;
compró cinco mast¡nes
nuevitos y en pat¡nes
salió a dar una vuelta por Halcones.
Si a una dama le apr¡etan Ios zapatos, lo primero que
me viene a la cabeza es el zapato ch ino y esas mujeres de la
clase mandarina cr¡adas con zapatos que ¡mpedían que les
crecieran los pies, Les crecen, claro, pero las art¡culac¡ones
se pliegan sobre sí mismas que es un horror de ver. Supon
go que una cr¡anza así del pie femenino es la cosa más
sensata desde el punto de vista mandarín. Como lo es
embut¡rle a los gansos la pitanza {también lo he visto, como
he visto esos pies recogidos) d¡rectamente en el estómago
encajándole un caño hasta adentro del gaznate; o fijarlos al
suelo clavándolos de sus palmípedas patas para que el
hígado se les h¡nche y adqu¡era un sabor muy especial. Esto
último no sé s¡ lo practican los franceses, aunque así me han
contado. También hay la costumbre más conocida de cortar
el prepucio a los varones y he visto reportajes sobre la
práct¡ca de algunos pueblos africanos que cosen el clítor¡s
estrechando la entrada a la vagina de las mujeres núbiles,
sobre el est¡ram¡ento con an¡llos del cuello de las muieres V
la deformación de los labios estirándolos hacia adelante
como si fueran platos.
La cría pekinesa de gansos bien puede insp¡rar un par
de limericks que van a parecer algo absurdo en cualquier
parte menos en Peking. O cons¡dérese la práctica musulmana
de cortar las manos a una persona que ha robado algo. ¿No
se muestra así claramente que lo que uno construyó como
sinsentido puro y absoluto t¡ene perfecto sentido al otro
lado de una frontera? Hay un vieio argumento que se refiere
a las cosas buenas y las cosas malas: si se h¡ciera un montón
con ellas y se pidiera a hombres venidos de todos Ios luga
res de la tierra que tomaran de él sólo cosas buenas, al final
no quedaría nada del montón. Pienso que se puede hacer
también en el otro sent¡do: pedir a hombres venidos de

,J
todas partes del m u ndo q ue dejen en ese m ismo lu ga r
todas
las cosas malas; alf¡nal, se restituiría el montón ¡ni"¡ul.
puede cons¡derarse un argumento parecido con ño
el sentijo y
el sinsentido?
Cosa semejante se puede lograr en términos de
relativismo histórico. La diferencia que aporta la historia
se
aprecia igual en las dos d¡reccjones del iiempo: lo que
una
vez tuvo sentido ya no lo tiene; y lo que una vez
no io tuvo,
lo tiene ahora. Esto se v¡o muy claramente nuestra éfocá
"n afectoi a la
de d¡ctadura mil¡tar. cuando algunos personajes
Junta trataron de re¡ntroducir en la eáucacióÁ y f,u.t,
"nlu,
costumbres. práct¡cas que pertenecían a un remoto pasado.
Yo encuentro un comentario a esta fuente de s¡nsent¡Oos
en
el sigu¡ente limeríck de Lear:
Había un caballero en San Fernando
que asomó a la ventana gritando:
" iManseque, manseque,
ma nseque lac u lequel,.
esa duda en dos pies de San Fernando.

.lo que Yo veo un anciano que dice r¡n cliscurso a un mundo y


tuvo alguna vezsent¡do ya no lo tiene. Ahora mismá
ocurren cosas así portoda Europa Oriental, Cae un rég¡men
cuya ideología llenaba los detalles todos de la vida
Jocial,
familiar, individual, que pretendía dominar 1". fuy", á" fu
h¡stor¡a y el sentido último de la existencja nu.anu
óue
este rég¡men y de sus escombros salen unoa r"r", qr"
no.
resultan r¡dícu¡os, que se paran ante las cámarai de la
telev¡s¡ón yse pone n a gritar: ,,iMa seque l,'. Los entrevisfa
do res son rien comprenstvos.

.. ¿H?y.,pues, sinsentido
,ros //mcrlcks puro y absoluto? Busco entre
stnsentido
de esta especie. ¿Acaso sirve éste al
que ya alud í?:

Había un caballero en Las Malvinas


que observaba a su esposa en la cocina,
la que sin darse cuenta
le esPolvoreÓ Pim¡enta
y cocinó al señor de Las Malvinas'
una
No cuesta mucho, me parece, encontrar sentido a
h¡storia por más que se haya tratado de hacerla sinsentido
pu ro y absoluto. Lear ilustra este mostrá ndonos a una
ba-a O¡t¡gente, alegre y hasta burlona metiendo al horno a
''merick
su marido. LiberaciÓn femenina pura y absoluta'
Pero, deiemos esle l¡meríck tal como está ¿Hasta
en el diario
clóncle, tománJolo así, es puro sinsentido? Justo
en Lund' Suecia' el 3 de
i" iá-*rnunu (estoy escrlbiendo que pone los pelos
Octubre de 1990) v¡ene una nota de esas
i" ói." que ayer un policia matÓ a su hiio accidental-
"r"L.gf nino, de 11 años, pidiÓ a su padre que le mostrara
*"nt".
s,, n¡trofu a un compañero Al sacarla de la cartuchera se
ii.iutO ttrt¡o de muene al hiio en la cabe¿apodría Con este triste
" lo que nombrar
i"-Jito,*".ot una indicación sobre
de este
esa frase: "srnsentido puro y absotuto" Si haY
pane es en el mundo mismo' no en lo
s¡nsentido en alguna
pintores o los
ür" p""0." t¡"g]r en iu cabeza los poetas' los
profesores de lÓgica
Habitaba una dama en Palmira
que a escobazos limPiaba su lira;
cada vez que lo hacía
una du lce armonía
embriagaba a la gente en Palmira
asno que buscando raíces
¿Verdad que recuercla a ese
por casualidad? 19-.9ié"'
ou" .á.u, i".ápló esa flauta cavó el ¡ard¡n Y a ese
i
JJ" rro-Ut" que buscando un tesoro
se le salio
á su hijo
oacire infeliz que por mostrar la pislola
que cocinaba t"
In" Uufu v lo maró El de la dama al que lY:i:
el sinsentrdo le
considerar también como un limerick
de
;;;;;;;;i.;"1¡¿o ¿"t u"io*nt" real Hav más /ímerrcks
leyéndolos'
éstos en Lear, como se encontrará
búsqueda cuida-
No ocurre sólo con el accidente Esta
conlleva' hasta donde
dosa cle " sin sentido puro y absoluto"
la sigo con la mejor voluntad, como s¡ a contrapelo y quie
ras que no, este mecanismo de significación. En modo ¡no-
cente, juguetón. pueril, el limerick de Lear apunta ¡nfalible
sobre amplias extensiones de s¡nsentido rea¡. Este es para
mí su senl ido.
Una señora fue a Puerto Rico
compró tres pollos y un abanico;
volvió, se ntólos
y aba n¡có¡os
con su abanico de Puerto Rico.

¿No es una delicia? ¿O estoy d¡ciendo una fr¡volidad?


Sólo en ancianas señoras solitar¡as, junto a la ventana, en
sus departamentos de un dormitorio, abanicando sus po llos
con su abanico de Puerto Rico, ¡cuán extensa signif¡cación
tiene este l¡mer¡ckl A las que se suman m¡llones de ancia-
nos, de invál¡dos de guerra, de impedidos, de prostjtutas
desocupadas, de refugiados polÍticos, de guarclias de fron,
tera, de presidiarios. ¡Oué negocio, ¡nstalar la empresa
transnacional de los abanicos de Puerto R¡col
Pero no es así como se entiende corrientemente el
s¡nsent¡do en Lear. Para muchos, latrepresentac¡ón es así: el
mundo del niño está plagado por el absurdo, la fantasía
descocada, la explicación mitológica, la concatenacjón al
buen tuntún. A esta postulación se adjunta la de "el niño
que hay en Lear" y ya se t¡ene toda la máquina lista: el
hombre Lear escr¡be como un viejo que ha sido siempre un
niño. Hasta hay quienes agregan que es un n iño que ha sido
siempre un v¡ejo, De todo esto resulta su poesía tan absur-
da, de n¡ñerías que en niñerías se quedan. Y si lo compren-
demos y valoramos, ¿dónde está el problema? Los niños lo
comprenden y aprecian porque es un niño. En cuanto a
nosotros, más simple todavía: es por el niño que hay en
todos nosotros, un niño angust¡ado, perplejo, agazapado,
] """ ganas
con vo o¡ u('
de Jd
salirt sdtLd gritando
uu, g
saltando, rd¡tuu y ut5palrarl!uu.
disparando.
I Para otros, muchos también, el mundo poét¡co de
l. Lear debe considerarse como cerrado en sí, con su propia
i
ii:"
{i
xlll
¡Sd*",*
coherenc¡a y sus propios va¡ores, con sus ofenas peculiares
de paisaje, ¡t¡nerar¡o, disfrute y padec¡mientos. Si hay rela_
c¡ón del sinsentido en Lear con el munclo, ella resultara por
alguna espec¡e de contraste, de sa bid u ría de la oposició n, de
crítica del sentido común, del munclo ord¡nario. de
profundizac¡on y armonia trans mu nda na. por ejemplo, Ang us
Davidson:
El gran don de Lear es que puede transportar a
su lector a su extraño mundo y hacerlo aceptar sus
valores; y es en la ¡ncongruencia de tomar seriamente
esos v¿lores donde reside mucho de su humor. Sin
embargo, el s¡nsentido "puro" como el de Leares más
que mera ausenc¡a de sentido: tiene de suyo un valor
absoluto; enriquece la v¡da con una nueva espec¡e cle
sabiduría, es una verdadera infancia de la imaginación
y su reino originat ro es la poesia.
Peter Ha¡n¡ng, que trae la cita anterior, está por la otra
representac¡ón, la del niño en Lear y en todos nosotros:
Edward Lear sabía cómo llegar al n¡ño que hay
en todos nosotros. Como hombre que siguió
siendo algo de un niño toda su v¡da. sabía
instint¡vamente cómo entrar en la mente de los
niños y lo hacía mediante el sinsent¡do. S¡ so_
mos capaces de abstraernos de nuestro escepti_
cismo adulto, nuestro cin¡smo y nuestra decep
ción, cuando quiera que lo leamos, más grande
serán nuestro placer y nuestra risa.

Holbrook Jackson tien e esto que dec¡r:


El sinsentido en Lear... es una cosa en sí misma,
un mundo propio, con su propia fis¡ografÍa e
h¡stor¡a natural; un mundo donde la naturaleza
de las cosas ha sido cambiada, manten¡endo su
propia lógica y habla consistente. Expresa Lear
una condición s¡nsent¡do, peculiar y necesar¡a a
su serenidad, y puede ser que este mundo fan_

XIV
tástico sat¡sfaga un deseo suyo que todos en
alguna med¡da participamos, probablemente
más de lo que qu¡siéramos admitir.

Otro adm¡rador de Lear, Ldward Strachey, profundiza


el s¡nsentido yendo más allé del nivel que a mí me toca
leyendo a Lear. Habla como Angus Davidson. A mí, ya lo
dije,los lirnericks y sus ilustracio nes me orientan con fuerza
y convicción hacia el sinsent¡do del mundo así como por
todas partes lo experimentamos. Viendo, por ejemplo, ex-
habiciones de toda espec¡e, ¡cómo se prodiga el sinsentido!
Viendo explotación, guerras, rnasacres, hambre y pestilen
cia; v¡endo concursos de belleza, exhibic¡ones de modas,
remates de objetos de ane, mercados de valores. entrega cle
galardones, desf¡les militares, experiencias nucleares. Con
esta referencia, leo a Lear sin extrañeza, como si escuchara
un comenlar¡o a punto mtentr¿s miro.

Para un Strachey hay un sentido profundo en el


sinsentido que viene a parar en armonía. ¿Será un estadio
que me queda por recorrer en rni lectura de Lear?

En contradicción con las relaciones y armonías


de la v¡da, el s¡nsentido se propone descubrir y
poner a la vista la incongruencia de todas las
cosas dentro y fuera de nosotros. Porque mien
tras el sentido es y debe permanecer esencial-
mente prosaico y común, el sinsent¡do ha mos,
trado ser no sólo una negación ¡gualmente pro-
saica y común, del sentido, no sólo un mostrar
las incongruencias y absurdos. sino la manifes
tac¡ón de una armonía nueva y más profunda
de Ia vida en y a través de sus contradicciones.

George Orwell, en una breve nota sobre la poesía del


sinsent¡do, dice muchas cosas. En muy poco espacio, mu-
chas cosas. Para mÍ, ¡nstructivas y aceptables casi todas. por
ejemp lo,
Se dice que en muchas le ng uas no existe poesía
del sinsent¡do; y no hay mucha de ésta, incluso
en lengua ¡nglesa. Lo más se encuentra en los
cuentos de niños y en retazos de la poesía po-
pular, algunos de los cua¡es pudieron no ser
estrictamente sinsent¡dos en su inicio, sino que
llegaron a serlo con el olvido de su apl¡cación
in icia l.

Recuerdo que en los juegos de mi n¡ñez, cuando se


sorteaba quién ¡ba a dir¡gir o ¡niciar el juego se recurría a
unos artefactos que siempre me ¡ntrigaban, Cons¡stían en
t¡radas de versos que uno de los n¡ños rec¡taba haciendo
coincidir cada acento con un pañ¡cipante en secuencia circu-
lar. Aquél en quien caia el últ¡mo acento iniciaba o dirigía el
juego. Estas estrofas, supongo, se formaban con versos y
expres¡ones traídas de cualquier parte sin más criterio que
ritmo y r¡ma. Se olvidaba. pues, o dejaba de lado la aplica,
ció n orig¡nal. Había ésta:
Azúcar candia, pasó por prenda,
tengo un negrito que me la venda,
ni por oro, ni por plata
ni por una garrapata.
Esta otra, me gustaba sobre todas las que se emplea-
ban para sortea r:

Pimpín serafín
cuc h ill¡to marf¡l
quien manda la ronda
que esconda un pje
detrás de la puena de San José.
Tutir¡mo nde, esco nde, pa... pel.

Estoy seguro que de oírlo Lear, lo coge y arranca con


él a peÍderse. El cuchillito marfil lo he buscado por cuanto
mercado de pulgas he encontrado en mis andanzas. Creo
que lo tengo conm¡go, aunque lo miro y miro buscándole
peros. Casi estoy seguro que es é1. El pie que se esconde
detrás de la puefta de San José es más fácil de encontrar,
puesto que se trata de un pie propio y t¡ene que ser muy
parecido al otro. He llenado páginas y páginas de un escrito
autob¡ográfico con ayuda de este pie. A veces, pienso que el
cuchillito marfil y mi pie (tenía que ser el izquierdo) que
escondí detrás de la puerta de San José son para mí
sinsentido puro y absoluto. iY el tutirimondel Pr¡mero, pen-
saba que era una fórmula nrágica. Como el ¡Abracadabra!
Una para descubrir, la otra para ocultar. Después, tenía a
Tut¡rimonde por un persona.je elusivo, un t¡po con capa y
capuchón que andaba escondiendo papeles en cajones se-
cretos. Cuando m¡s hermanas comenzaron a lu cir su francés
se me ocurr¡ó que "tut¡r¡monde" podía ser "tout le monde".

Así, el origen del verso sinsentido puede tener más


expl¡caciones que el cambio de aplicación y el olvido de la
aplicación inicial. La n¡ña toma unos versos sue¡tos que
canta siempre su madre. J uga ndo a la r onda los junta con el
"pimpín serafin cuchillito m¿d¡1". Otros versos los trae del
colegio. Y ya está formada la estrofa para sortear. Con tal
objetivo, formar un instrumento para sonear, el n¡ño ¡ntro-
duce el s¡nsentido en la literatura. Aplicando el instrumento
y yendo de boca en boca cambia de acuerdo al ritmo.
" Cu chillito marfil" fue "cuchillito'e marf il" que f ue "c uch ¡llito
de marfil". "Tutir¡monde" fue "Tutilimonde" que fue
"Toutelemonde" que fue "Tout le monde". El sinsentido se
forma yendo el ritmo de n¡ño en n iño, de barrio en barrio, de
clase en clase. Recuerdo el chiste del gringo que le preguntó
al rotito "Do you speak english?" a lo que el inteÍpelado
respondió, sacando cuch¡llo: "Vos que rne p icá is las ing les y
yo que te pico el c...".

Escuché una vez que el nombre "Aysén" venía de "l


sent", "l'll send", "l send" que los indios oían y oían a los
ingleses de la famosa expedición del Beagle señalando ha
cia el lugar donde se levantó Aysén. No recuerdo a quien
escuché esta explicac ió n viajando por el sur de Ch ile, pero sí
recuerdo el comentario espantoso que me h¡zo un colega.

XVII
Sobre la deformación que encontramos en la poesía
popular supongo que un agente importante es el olvido
Partes del conten¡do se olvidan y el texto se contrae a lo
recordado. Con la "lima" del r¡tmo y la rima se concluye la
elaboración espontánea, o "sin querer", del sinsentido He
escuchado, he asist¡do a la histor¡a de la deformac¡Ón es-
pontánea y colectiva del sentido. En grupos que emigran a
otras culturas, que deben aprender otra lengua. La nueva
generación sigue rep it ie ndo los cantos y ve rsos que I raiero n
las viejas. Pero, cons¡stiendo la letra sÓlo en retazos, no
habiendo libros, perdiéndose el dominio de la lengua ma-
dre, la nueva generación forma una rnazamorra He escu-
chado hasta por la televisión via satélite mazamorras así'
que se cantan con mucho éx¡to y sin que a nadie le importe
que los versos sean una sucesiÓn de disparates'

También, es hacedor en cantidades de sinsent¡do el


nrño mismo que rep¡te sin entender o entendiendo a me-
dias, juntando lo separado o separando lo junto Por ejem-
plo, en un libro de respuestas sin sentido dadas por peque-
ños leo: BarÓmetro es un aparato para medir la
"scolares
temperatura clel t¡empo; El concreto armado defiende a la
gente contra los ladrones; La canícula es un pequeno lnstru-
i,"nto aon que se echa Iíquido en el ano; La estrategia es el
arte de disparar para hacer creer al enemigo que todavÍa se
tiene con qué; SardÓnico, el que pone las sardinas en co.n-
pila
sárva; polígono, hombre con muchas mujeres; Martirio'
de Ieños u-n fu"go con un hombre arriba; Enciclopedistas'
(otra versiÓn es'
hombres que no tenían más que un ojo
el que la nza un
inventores de las bicicletas); Grito de agonía'
*""n", g^.i.fi.., carta en forma de círculo; lntervalo' dis-
microbio que
,.".¡.-á*t" dos planos; Microbio patógeno' médico de enferme-
;;"J;;"i"a;uv pequ"ñas; oculista'
;;;;.""-.;i";, Paratola, caia en que se suardan las bolas'
sus fobias y
El niño t¡ene su propio ritmo psíquico' que leí hace
o¡.".iln". in un censo de composiciones
cuento asi:
d^el
" Se casaron y al
su
o"f""oo term¡naba
"oát]""
XVIII
día siguiente tuvieron siete hilos". Otro escribía una obra
t¡tulada "El Sapo". Constaba cie Lrn acto, una escena, una
línea y un personaje. Se ¡evanta eltelón y aparece Un sapo
que llena toda la escena:
Sapo: Hoy día no tengo que ir a clases.
No sé si puedan enumerarse en orden y completa-
mente las fuentes del sinsentido. Me ha tocado asistir a la
producción de sinsentido en oporluniclades sin número y en
los lugares más apártados. En el calor de la d¡scusión no es
infrecuente escuchar ci¡sparates que parecen requerir de
esas lemperaluras para formarse. Hasta las descripc¡ones
que se hacen de encuentros así su elen ser ¡lenetradas por el
s¡nsentido. Se dice de los que discuten: ,,Echaban chispas
por los ojos", "Echaban por la boca s¡pos y culebras,.,. ,,A
dió a B una mirada incendiar¡a", "B sintió que la tierra se
abría bajo sus pies". Hay gente que va a sacarle a otra gente
la m... que tiene en las tripas, o qUe va a arrancarle no a ella
sinü a su mamá sLls órganos sexuales Se dan órdenes
también, por ejemplo, que uno se vaya a la c... o que se
vuelva a la vagina por la que entró en el rnundo. En esto se
combinan dispula y cullura. Recuercio a una dama sueca
que no le cabía en la cabeza que se pudiera insultar a nadie
mencionando el órgano sexual de su maclre o dic¡éndole
una tontería inocua como "hiJo cle puta,,.
Tarnbién se origana el sinsent¡do en las antípodas del
aburrimiento. Para matar el tiempo so ponen las cosas cle
revés. ¡Es tan fasl¡dioso estar viéndolas siempre por el
derecho! La beb,da contr¡buye a esta inversión relajando los
quicios rígidos en que se encajan las cosas ordinarias.
El sinsentido sale a manos llenas de las fiestas, carna,
vales, juergas, orgías. También, de rnirar unas cosas en
términos de otras y hasta reduc¡rlas a estos términos. El
pintor anda viendo cuadros en todas partes; el novelista
anda viendo novelas. Los jueces miran el munclo desde su
estrado y los sacerdotes desde su púlpito. De estas actitu-
des salen muchos sinsentidos. Los inlJenieros piensan los

XIX
y
oroblemas sociales en térm¡nos de válvulas de escape
i"ri"r"n"¡u de materiales; los doctores conslderan que hay
.,,r"- aot"t"t a regimen el cuerpo social; los
profesores
pi"nrun la educación masiva de las masas Para el econo
"n para el político todo es política'
r.r'i.tu toOo es economÍa,
vida un cabaret' para el de
p.i, de un cabaret la es
"iO""n"
un matadero un matadero y para el cantante de tango un
mundo es todas estas cosas'
tango, Probablemente nuestro
ll ü" l. reducción de donde resulta el sinsentido Y no
literar¡o' chiste' paro-
,álo en lu for*u popular de s¡nsent¡do
asistido en este siglo
ái., *i¡.","*. lói"t¿ iu"tu así! Hemos
reducirlo lodo a lucha de clases'
u ü or"t"n.,on militante de
con la
;;-o;;, nuevo régimen. liberación del hombre' idac io nes'
a-*tJau"nalu de emigraciones masivas' liq u
de ciudades y pueblos en-
é"uit* ai"iluu, encarcelamiento
teros.
si se las
Mirar las cosas desde una perspect¡va como co-
es actltud
vrera en verdad de forma absoluta' ob¡etiva' En
mrln oue no demora en generar su peculiar
stnsenlido
ciesos" la unica
,,;;;;" ;" t G wells- "El Pais cle los enferma de los
i"r.."" q"" t" normalmente es
es considerada
vista como cosa nimia y absurda
nros La sociedad humana
;liüt.];ir;;;;; Curtiu"t" median1e eIsimpIe expedIente de
r'r"¡, Oa=0" la perspectiva "La de pueblos giganles o pueblos
l"tU"f .neuiques en Hacienda Animal" de Orwell
""""á.
son vistos como si fueran cerdos'
ecir en general que el traspaso de
un-co^nle
Se pu ede d
a gritos al
nioo oesitsu medio própio a otro extraño invita
al hombre en piedra'.a
.i"*"i¡¿.. Por ejemplo. representar
plástico supong: q'''" 1:i1:
la flor en madera, al queso en
* r" experiencta de encontrarse a solas con -una
rosa
"i*"
;;,;ir;; no sub"' que decirle o de coser una
oe

li:;"*'y ii";á*"l1 : I:: ffH:;"r:X'"';:iliil1Tlil


limericks de contrastes asl pueden
hora' sólo que
;;;';;i;""d;;.t os timericks a cada ¿oué sentido tiene
il;;;;;;.i" ou" no' d"-o' cuenta
poner flores sobre un montón cje flerra, cantarle
a un trapo
que cuelga de un palo, besar un papel. descubrirse
ante
una puerta, inclinarse ante un mono de yeso, dirigir plega
rias a las nubes, amenazas a las p¡edras, peticloies aios
automóviles?

A¡ sinsenlido que surge espontáneo se opone e¡


sinsent¡do elaborado. ya se dijo:Alice Liddell pedía a Lewis
Carroll que le contara historias con muchos absurdos. Lear,
antes, detectó una demanda asi de los n¡ños en
sión de campo de ese Lord Derby y se dedicó a suplirta.
,"n-
"aa El
sjnsent¡do elaborado parece no ser muy djfícij cle obtener:
en generalse obtiene trastrocando el orden, la secuencia,
ta
relac¡ón, el género, la cualidad. el modo, la cantidad.
e_l
tamaño, el trpo, etc.. de las cosas. Dada una regularidad,
altéresela. Esa sería la regla geáeral Oe¡ s¡nsent¡OJ. fa
reina
de ese cuento de Lewis Carrol, corría sin moverse del
siti.,
en que estaba; el prisionero de ese mismo cuento estaha
cumpliendo la sentencia antes de haber cometiclo el delito;
otro personaje necesita papel y láp¡z para aver¡guar cuánto
es 364 más 1; y hay unos que antes que celebrar su
cum_
pleaños prefieren celebrar su no-cumpleaños.
En los
l-imericks de Lear hay una dama que tiene la cabeza
en
forma de cubo, un señor cle p¡ernas tan largas que de
una
zancada va de un país a otro, una dama que vive
dando
unos alaridos espantosos, otra que mtentras duerme la
siesta da un bocado a los ratones para que no la molesten,
otra que se pasa su vida dentro cle un jarro y un señor que
vive en una tetera.

Todavía de forma més general se puede conectar el


sinsent¡do con esa famosa oposición caos cosmos. Del
cosmos hablamos siempre como los gr¡egos: es la nocjón
de un universo ordenado en términos de ideas o categorias,
en térm¡nos de leyes y pr¡ncipios. El caos irrumpe c-uando
atropellamos el orden propio cle las categorías. por ejemplo,
pretender que las lechuzas tomen el five o'clock
f", ,n
atropello del orden, un sinsentido categor¡al. ",

üh.*..
Proyectaba un señor de Leningrado
hacer que caminaran los Pescados;
cuando cayero n m ue rtos
dijo "Lo único cieno
es que mejor me vuelvo a Leningrado"
Leo un libro de Julio Barrenechea que me recuerda
otros de escritores chilenos como José Santos González
Vera, Eugenio González, Edwards Bello, Arturo Olavarría
Hay mucho en todos estos autores de la vida bohemia un
tanto chusca y bastante aburrida en nuestros círculos ¡nte-
lectuales, a rtísticos, d¡plomáticos, políticos, ad ministrativos'
Aquí también, un sociólogo dirá por qué. encuentro una
fuente de sinsentido. Tal vez el modernismo, el socialismo'
el surrealismo sobre todo con sus gritos de libertad y liqui-
Jac¡ón del orden burgués. dieron pábulo a la excentricidad'
La paradoja, el atropello de todo orden Por ejemplo'
un
Bairenecnáa cuenta de un señor que exh¡bía en un café
certificado del manicomio en que lo daban de alta Grita este
A
a"ñor, " ¡Yo toy único cuerdo aquí! ivean mi certificado!
"l
rr"r, ¡*re.tt"nae ustedes!". Hay un grupo que.trata de
impo'ner el cambio total de orden: entran retroced¡endo
al
,".iáut"nt", uapiezan por el postre, terminan por la entrada
y se van después de lomar el aper¡tivo Yo oi de uno de estos
persona¡es que salla a la terraza desnudo en las noches de
irnu. "Si otrortoman baños de sol, yotomo baños de luna"'
la universi-
decía. También recuerdo a un estudiante que en
piOiO que se declarara una huelga de "cerebros caídos" '
áuO

Como se ve, la regta es simple La gracia es


ya otro
asunt;. Difícil crear sinsentidos en que no esté muy la vista
a
la regla que se trastrocÓ, la receta que se aplicÓ'
Lo que me lleva al "efecto de sinsentido" de
los me-
que es ya
dios de comunicación e informaciÓn Supongo
mundo que pro-
á*leriencia ordinaria. La abertura sobre el
á"1á" r". técn¡cas modernas de comunicación e informa-
qtre
flón ,"ba..n la noción de cosmos Mucho más de caos la
que nos dan
;;;".;o. ofrece la amplia perspectiva
XXII
prensa, la radio y la telev¡sión sobre nuestro
mundo. El
absurdo, la paradoja. el sjnsenticlo quedan a tu ulstu y
fa no
tlenen nada de ajeno, de fantástico. De manera qu" Jif,r.,-
mor que se basa en la fabricación de sinsentido no
tiene
mercado ni en prov¡ncjas. Un ejemplo: En Cambodia, pol
Pot se dedica con disciplina inflexible a Ia construcción
de
una sociedad comun'sta con el resultado de que en el
empe_
ño son exterminados millones de carnbod¡anos. V
es" e, el
ún¡co resultado, ninguna sociedad comunista. fu t"l",r¡.iOn
nos da cuenta de la epopeya cambodiana, fosas atestadas
de cadáveres; hambre, guerra fratricida y estagnación.

Pero éste es sólo un detalle de¡ cuadro de sinsentido


que nos ofrecen los meclios de información. Otro,
en mil
variantes reiteradas todos los dias hasta el embotamiento
es la diferencia ab¡smante entre los países ricos y los paises
pobres, los balnearios de la gente adjnerada y
las barriadas
de los que se pudren en la enfermedaci. el f,ám¡re, ef Jes_
empleo. O considérese un fenómeno moderno: la
metarretóraca. Ouiero decir la elaboración deliberada y
a Ia
v¡sta de todos de los mitos, héroes e imágenes piop¿
O"
ganda para mover en la dirección r-"queiidu a míies'de
m¡llones que sin más eufemismos los líjeres Oe¡ munAo,
su
prensa¡ su admin¡strac¡ón y sus ejércitos reducen
a rebaños.
Supongo que la moderna información urgo uri coÁo-iu
cuna natural de la metarretórica. ""
El sinsentido espontáneo t¡ene una fuente rica e in_
agotable en el contraste y choque de las culturas. Esta
Europa Occidental de las últimas décadas ha debido
sufrii
un.impacto migrator¡o def que no sé si habrá igual en
toda
su h¡storia moderna. Mrllones y millones de seés humanos
nan entrado y siguen entrando en Europa Occidenlal
ven¡
dos de lndia. del Sudeste Asiático, de Africa Oel Norte,
Cercano Or¡ente, de Latinoamérica, de Asja C"ntru¡
iel
de Europa Oriental. Claro está, el contraste cutturat
VlÁoá
Áo es ei
mismo, Pero cada grupo cultural trae Io suyo y ao.t,"n"
o
trata de sostenersu identjdad. países como Suecia
alque en

XXIII
y miles de refugiados
las últimas décaclas han llegado miles Esta-
n ia Checoslovaqu ia'
t" r'i,i". """,0-"; á" r-r,ngtiu, PoloEritrea'
'
Uganda' Namrbia
áo.'Un,Oot, Ceylán, Vietnam' parecen a veces'
Áié"nt¡nu, Brasil, lrán, Chile, Turquía' etc ' c¡rco lieno
o" integr¿ciÓn cultural' un enorme
""Ü ".ó"n" que dirisiclo por Busler Keaton No es
;;;;;;;;¡;; solá
vengan a':
en modo alguno infrecuente que me poblacrones,oe T:t::
y"nOo pot lJs calles, parques' pla¿as y mr
'"^ Suecia los limer¡cks de Lear' Me doy' de boca a
itOui como sonámbulos-
manos como se dice, con seres que van por apoyo
leianos y amados paisajes tanleando
"...r""áo de mas srmpatra
!n unrnunio exlrano. impolente la propia cultura tan
que ra
;;"" o;;;,; el horario ¡ndustrial v
def inida Y exigente

U n caballero que v¡vía en TroYa


calentaba su brandY con soya;
lo beb ía en cuchara
baio la lu na clara
mirando el esPectáculo de TroYa'
los que más seguro
Los cómicos y caricatur¡stas son
Pero lambién aqui eL
emoleo hacen del contrasle cultural que el
:i;i";;,#;;;,;1.úo.i"to¿o ro imasinabre se dice
i;;'i;;;.;;" que recibían los pristoneros de 9ue1ra !1
obeclecia al simple atropello de
un€
;:; .;i;; i;;";ses no hay prisioneros de gue
regla: que en la guerra santrtrai queda-
rra. Podemos suponer que tos oficiales ¡aponeses se
'n"" de Ginebra. como
ñ"á"¿. r. .tfta de las convenciones
:i,iuu;:il;;;á J" t-"u'' les estaban pidiendo que barrie-
ran las agujas con la escoba'
espontáneo y de la
Otra fuente pródiga en sinsentido
para el sinsentido tn]l'::l::^
oue se puede enraer materia no-resiste ra com-
;:r;slu"e;;;. i" rnás trabajada imasinaciÓn
de los sueños El contras'
i?""i'" *" "' menos eiaborado de-esos
[';;;;;;.";",nparan gos"il'los sueños con los cuadros
por la
maestros del absurdo' B'e'gnet y Dalí' no es

XXIV
elaborac¡ón recargada de {lisparates gráf¡cos, sino por
¡a
profund¡dad y el impacto del sinsenti(io onír¡co.
En este respecto, el sinsentido elaborado de Lear no
resulta fácil de emular. A veces a la sensación de estar
soñando se agregan los escalofríos clel miedo cerval:
Una joven de blanco sre asomó a Ia ventana
pensando que allá ¡ejos venía la mañana;
los búhos y lec h uzas
la dejaron co nfusa.
blanca como un espectro en la ventana.
Antes de que se oyera hablar de literatura del
sinsentido, ya teníamos Ios cuadros espe lu zn a ntes de Bosch
y Breughel. Después. hemos tenicio a Dalí y Chagall. ia
ilustración del sinsentido espontáneo.upongá qr" É upo_
ta el sinsent¡do m¡smo en su espontánea.ont¡nenc¡a;
éero
hay un contraste entre la ¡lustración de Lear, casi espontá-
nea. y la altamente elaborada de pintores como los
mencio-
nados. También resulta elaborada la ilustración del sinsentido
en.Lewis Carroll, hecha por el mismo y pol. el incomparable
Jo hn Tenniel.
EI sinsentido en Lear es más llano, directo y real que
el sinsentido en Carrol. D¡j¡mos, también, más práfundo. y
si es por variedad, mejor no hablemos. gn Lew¡s Carroil
el
sinsentido es invenc¡ón, escuela. Se pueden dicfarclases
de
lógica con él como batuta. Las reglas para constru¡rlo
obra;
cas¡ explícitas desde los manuales de gramática, retór¡ca y
filosofía. Lear no pasa por oficinas cle adm¡nistración
acadél
mica. En é1, no se trata de un s¡nsentido en contraste
simé-
tr¡co con un sentjdo constru¡do, convencjonal. Se experi
menta como un temblor de l¡erra que n¡ a mirar se
detiene
las pulgas que saltan espantadas sobre sus lomos:
Un anciano sentado en un olmo
tenía una barba que llegaba al colmo,
pero unos paja rue los
le arrancaron los pelos
para tejer sus nidos en el olmo.
Otra fuente amplia de sinsentido tanto espontáneoy
individuo
como elaborado se forma en el contraste entre
oposición así se originÓ
aá.¡ao"J. Es seguro que de una
inabarcables' el sinsentido'
;;;ñ; ";;;"usión v variedad de sentido; el
Claro está, la soc¡edad se pretende un mundo
historia del hombre' su
i"ái"¡J"" se pretende otro tanto La como
describirse
o"t"ti"li" y i, progr-"to, puede muy
-esfuerzo
b¡en
r tá,,"rá¿o porque.ambos.m""q::.9":!l'i^
"iirrno oe
quen-su peculiar sentido en armonía Muchos escrttores
armonía así Desde
;ap;;i;;;^ por meta alcanzable una que tal reso
,nriouo u hasta hoy, otros autores sostuvieron
por la esencial incom patibilidad de
;";;;""á
"*l["",áur"
ll. nr¡n.,olos ¡mplicados En palabras simples' sostenian
.,,,.'-i"nira. la sociedad obra de acuerdo a la convencron'
Ahora decimos
]ito¡"'á". áuL de acuerdo a la naturalezaque no es lo mismo
ui,irlu-o y egoísmo, pretendiendo que ambos princi-
;;r;i;;"" algünos escritores modernos
vienen juntos y por
y
.,.'s amor de sí mismo conmiseraciÓn'
hombre
ii" lor" itr".*r,os en lá misma naturaleza del
resulta
En numerosos limericks de Lear el sinsentido
que quiere hacer lo que
de conflicto entre el individuo'
"stl Para esto'
i"" 0"" Áá, u'"..ciedad que trata de impedírselo
persuasiÓn' crÍtjca'
la sociedad despl¡ega sucesrvas tácticas: y' si no hay
admonición, amenaza, exposiciÓn' marginaciÓn
más remedio, destrucc¡Ón Por ejemplo:

ExposiciÓn: Esta era una persona intolerable


que hizo una observación inaceptable'
Le diieron: " ¿No nota
oue es usted un idiota
un estu Pido idiota intolerable?"

Amenaza: Este era un señor de Dardanelos


qrl r*"nurO lanzar un gr¡to al cielo
Le d rieron: "Pues, grlta
v te h aremos PaPita
"'
á" aor"ton"t'a la Dardanelos'
XXVI
.d
Destrucción: Este era un señor con un t¡mbal
que armab¿r todo el dia un barullo infernal.
Dijeron: " ¡Cielo santo !
¿Ouién nos trae este espanto?"
y lo hicieron puré con su timbal.
El individuo despliega también sus tácticas. No que-
pan d vota por el individ uo. Este se empina a cada
ud as, Lea r
rato y suelta sus rayitos. Provocación, desconcierto, brava-
ta. Las más veces, da la espalda y echa a todos al cuerno.
Así, donde mejor se aviene n ind¡v¡duos y sociedad es donde
se desavienen. La sociedad expulsa al excéntrico; el excén-
tr¡co se desent¡ende de la sociedad. El cuadro de indiferen-
cia y marginación es el que más abunda en los /imericks de
Lear:

Este era un joven de Portugal,


provocador, perverso, ¡ntelectual,
con un balde hasta el cuello
sentado. sin resuello,
transm¡graba su vida en Portugal.
El lector puede ensayar leer los l¡mer¡cks cubriendo
primero el dibujo. AI descubrirlo percibirá la especie pecu
liar de com plementa ridad enlre l¡meríck e ¡lustrac¡ón. Y
muchas cosas más. Por ejemplo, sobre palabra y dibujo.

¿Dibujó Lear lo que q u¡so decir? ¿Es tan simple y llano


lo que d¡ce como se ve en el dibujo? Hay que recordar lo que
nos dice él mismo: que tan pronto escribía un limer¡ck, lo
ilustraba. Es como para pensar que mientras escribía se iba
formando en su mente la ilustrac¡ón. ¿O sería al revés?
i
Se abarcan tamb¡én fuentes incontables del sinsentido
I con la sola palabra "límite". Con el establec¡miento del
límite se establecen las opos¡ciones. En el límite, las cosas
opuestas por é1, encarnan su oposición. Hay en las proxim¡-
i dades de este cerco que las separa tens¡ón, ambigüedad y
; peligro. ¡Oué no hayl Angustia, temor, inseguridad
v precariedad. A todos, en muchos modos y var¡edad nos es
I
t
! XXVII
.s*..
conoc¡da la experiencia del límite y nos es fa m ilia r la inq u ie
tud, la extrañeza, Ia ansiedad características en los aledaños
del límite. Cruzar una frontera, entrar a un hospital, a una
cárcel, a un manicomio, a una iglesia, a un prostÍbulo, a un
cementer¡o, a una población marginal; subir a un tren, un
barco, un avión; llegar por pr¡mera vez a la escuela, al l¡ceo,
a la universidad; entrar a un garito, un cabaret, un teatro, un
hipódromo, una bolsa de comercio, un matadero, Salir, en
suma, de nuestros espacios ordinarios y enfrentar el cruce
de los límites de nuestra c¡rculac¡ón cotidiana.

Un am¡go de la universidad, recuerdo, me contaba


que un condiscípulo lo inv¡tó a su departamento un dÍa
sábado, Llegó, golpeó y su amigo le abrió la puerta a un
lugar lleno de risas y griterío. El dueño de casa estaba en
calzoncillos, con un casco prusiano que le llegaba a las
orejas, una botella media de whisky en una mano y una
batuta de director de orquesta en la otra. Detrás suyo iban
surgiendo ninfas ebrias medio desnudas y un que olro fau
no también en calzoncillos. Retrocedió espantado y salió
vo la n do.

Así suelen ser los límites. En vena de entremeses.


porque, claro está, s¡ el sinsentido se redujera a lo risible no
saldría de las manos de los payasos. Hay otras especies de
fronteras, y la conmoción de sólo enfrentarlas es cosa seria.
En una estrofa, Leaf nos cuenta de una sobrina que se
dejaba abanicar por su tío. Tanto placer le producí4, que
perdió la cabeza. Y la ilustrac¡ón nos deja turulatos: la pierde
litera lm ente.

¿Se puede evitar la a lusió n alescribir? Lear piensa que


sí. Y piensa que sÍ, escribiendo lo que escribe. Como para no
creerle. No hay, creo yo, un limeríck que al lector menos
suspicaz no le suene como alusión. ¡Las maromas que tiene
que hacer el escritor de una sociedad represiva para elud ir la
censura, para que no se encuentren alusiones en lo que
escribe! No sólo en una soc¡edad represiva.

XXVIII
Recuerdo, hace años, escribí un párrafo sobre los
andares del punto final en Ia novela contemporánea: que a
veces va al comienzo, a veces entre medio y en algunas
ocas¡ones al final. Alguien v¡no a reconvenirme: ,,¿por qué
se burla de la Revista Punto Final?". Me quedé de una pieza.
Pero, releyendo, ahíestaba perfecta la alusión que no se me
había pasado a mípor la cabeza. Claro está, podÍan decirme
que el s ubco nsc ie nle...
En vena menos jocosa. algo así se puede exp lica r con
la más disponible de las causas: la ambigriedad cjel habla
ordinar¡a. ¡A dónde no podenros llegar con las palabras
empleando este vehículo I Por ejemplo, considérense los
casos en que algunos personajes de los /lmerlcks cabalgan.
Muchas cosas se pueden hacer con la ambigüedad de la
expresión "cabalgar". lMás todavía considerando la cabal-
gadura. Hay una dama que sale a cabalgar en un cerdo. por
si fuera poco lo hace luc¡endo una peluca. ¿Oué no dirán las
malas lenguas? Y qué de esos otros que cabalgan en un
cocodrilo, un oso. una liebre, una tortuga. O considérese
esta expresión "sentarse en un pjlar" en el /i¡¡enck famoso:
Un señor se sentaba junto al mar
plácidamente en lo alto de un pilar;
pe ro, si hacía frío,
renunciando a sus bríos
mandaba por tostadas a su hogar.
¡A quién no le vieÍre este l¡mer¡cky de cuántas mane-
rasl Un compendio de exhibicionismo, pretensión, h¡pocre-
sía, decepción, arrojo y fracaso. Para todos los gustos, aun-
que en tono menor. ¿No estará también hablando de sí
mismo Lear en esta estrofa? Por lo que leo, no dejaba, de
vez en cua nd o, de " mandar por tostadas a su hoga r". ¿O u ién
l no lo hizo más de una vez "renunciando a sus bríos?".
I Pero Lear nos dice que no busquemos alus¡ones en
I
sus estrofas porque no las hay. Sólo sinsent¡do, puro y
l absoluto s¡nsentido para que dancen los pequeños. ¿pode-
¡. mos o bed ecer?
1

!
I XX¡X
É
q
Se decía u n señor en Cuernavaca:
"tCómo me Iibro de esta horrible vaca?
Si le sonrío un rato
y cu ltivo su trato.
bien podría ablandar a esta vaca".
No hay remedio: cual más, cual menos, todos nos
damos por contados en esta estrofa. Todos, menos la vaca,
como se entiende. a la que le ocurre justamente lo contrar¡o
y sigue fast¡d ián do nos.
Pienso que el cuidado que pone Lear en evitar la
alusión muy bien podría explicar que ub¡que a sus persona-
jes en lugares remotos, que no descienda de la denominación
genérica Gn old man, an old woman, a young lady), que los
ubique en relaciones banales, anécdotas frívolas El paisaje
en que los encontramos es casi puro nombre: un río, una
playa, una co¡¡na, árbol, cerco. Están, sí. casi s¡empre en
situaciones r¡dículas: arriba de un árbol, dentro de un río,
sobre una rueda, dentro de un nido. Muchas veces, están en
compañía de animales. plantas, objetos nimios. En fin, que
todo parece elegido para la distanc¡a, la desimplicación, la
insig nif icanc ia y el ridículo.
Recursos de problemático manejo. Porque el resulta-
do es una geografía que nos abarca a todos. Como si se
obrara una reducción al común predicamento, a la radical
soledad. al deslizamiento de todas las cosas. P¡enso que
una reducción así viene aliusto para la percepción del n¡ño
y que explica también la aceptación sotocuerda, emociona-
da y renunc¡ante que encuentra este poeta entre los old men.
Si, púes, este hombre, este gen¡o, se propuso sólo
divertir a los n iños, cuidándose de a lud ir y cr¡ticar el mundo
de los mayores, hay que endosarle a él un s¡nsent¡do gran
de como una joroba. Pienso en Copérnico, diciendo: "Pero,
¡si sólo quise explicar de manera más s¡m ple el mov¡m¡ento
de los cuerpos celestes! El sol, ¡qué va a estar en el centro!
Sólo lo finjo en el centro. Y ¡vean con qué elegancia danzan
los astros a su alrededor!". Edward Lear podría asimismo
decir: "Pero. ¡si yo no cligo que el munclo humano gire
en
torno del sinsentido! Sólo f¡n1o que gira asi. V
¡uea"n, quJ
alegremente danzan los niños en torno al sinseniido!.,.

. . I\4ejor no sigo con el paralelo. que sé muy bien en qué


terminará. Que lo haga Lear:
Había un c¿ballero en Aranjuez
que decía: "iEsto es, esto es!,,
Preguntaron: " ¿elé? ¿Cuál?"
y se arrojó a un canal
que absorbió al caballero de Aranjuez.

. De los n iños se d¡ce que son almas i¡ocentes, que ven


con los ojos de Adán; que dicen la verdacl sin mej¡aciOn,
tapujo o recoveco; que t¡enen un mundo infantil; qug q¡¡s-
ren a los an¡males; se clice también que son frágiles;'que
son maleables; que son crueles; que son impresionables;
que no disciernen el bien clel mal. Me parece que
todas
estas cosas que se dicen de los niños son verciaderas;
y
supongo que basta repasarlas para concluir que son igu¿¡'_
mente falsas. pero, todos somos o hemos sidá ninos.
Áflu_
na autoridad nos vale.

- Deque
niños;
¡os adultos se clice que debemos vc,lvernos como
todos llevamos un nino dentro; que muchas
veces nos conducimos como ntnos; que olv¡damos
el nino
que fuimos; que no vemos a los niños. Toclo
Io cual, taml
bién es verdadero y es falso. pregúntenle u crutqrieiu.
o
déjenlo hablar: ¡A mi, no me venga usted con niñerias!
la jnfancia feliz! ¡eué crueles son los niños! ¡Ah,
¡Ver con'tos
ojos de un niño! iSertonto como un niño!
Hay mucho de materia cruelen los linericks de Lear y
que ello t¡ene que ver con su aceptación infantil.
:yPonSo
I\4ás clara es la explicación de su éxito por'la presencia
Je
¡os animales. Un entend¡do sabrá decir cuánto debe
a Leai
la caricatura moderna y el cine infantil de dibujos
animados.
No puedo seguir con todo lo que acumulé para esta
presentac¡ón de los limericks de Lear. Muchos problemas

lt¡¡,.. ,.
tengo tamb¡én con su versiÓn en español Cuando he podido
he conservado el nombre de países y lugares como están en
el or¡ginal. El adjetivo que suele colgar Lear como una burla
al qu¡nto verso lo he conservado casi siempre. Muchas
veces, camb¡é los lugares con vista a la rima. La frase hecha,
el clíché, tiene importancia en Lear;tanta como para tratar el
sinsent¡do desde su perspectiva. Por ejemplo, como se dijo,
la joven que pierde la cabeza cuando la abanica su tío, la
pierde literalmente en la ilustración Podrían confrontarse la
frase figurada y Ia ilustraciÓn literal como una clave del
humor en Lear. Sólo que. en este caso por lo menos, este
"perder la cabeza" que trae la traducción no es el que trae en
el original. Así, he alterado el limerickrraduciéndo lo, pero no
creo haberme apartado de una especie de hurnor y s¡nsentido
que están en Lear. Así, también, el límerick del señor de
Peshawar trae en español un equívoco que no está en el
or¡ginal. "todos van a sentirte" es ambiguo y sign¡f¡ca tanto
"apenarse" como "oír'. De modo que no sabemos si la
señora del ¡nfortunado estádiciendo "¡Quépena.. I" o "¡Por
favor, no grites tanto...l". En otras ocasiones cambié un
sinsentido por otro, asegurándome para hacerlo en otros
escritos. en cartas y anécdotas de Lear'
El l¡mer¡ckde Leartiene casi siempre la misma estruc-
tura métrica y también el mismo tipo de compos¡ción'
Comienza siempre fhere was an old man (an old ladY, a
young tady). Casi nunca traduje "Había un anciano (una
ancia na, una joven )" . U na trad ucc¡ón asi no se aviene co n la
ilustración. Con la presentación, viene el lugar donde la
persona vivía, que muchas veces cambiÓ en la traducción'
Hasta preferí lugares chilenos para la sust¡tuc¡ón. Después
viene la descripción del comportamiento, maneras o hábitos
del personaje. Sigue una anécdola con un comentario, un
desenlace.
Sobre la cuestiÓn métrica. trato sobre todo de lograr
un ritmo. La rima la respeto, pero el ritmo lo construyo de
modo que quepa entera la historia Las palabras inglesas
son cortas y se contraen de modo que en capacidad o

XXXII
volumen no podemos competir. Repetir la útltima o últ¡mas
palabras del primer verso en el quinto es cosa que respeté
en la m¿yoría de los casos. Hay una reflexión de Orwell
sobre este recurso de Lear: que al anticipar el cierre de la
estrofa con las palabras en que termjna el primer verso,
Lear baia el tono del drama; el lector anticipa el final y no
hay sorpresas. Las cosas ocurren como ocurren las cosas
Acaso sea asi muchas vecns, pero no siempre.
Veamos todavía un limer¡ck para una consideración
sobre el abuso del adjetivo, que vale la pena. ya lo dijimos,
Lear suele estampar en el quinto verso (no exclus¡vamente
en éste) un adjetivo que va encima como un parche r¡diculo:
Había un caballero en Las Ardenas
que odiaba las molestias y las penas,
por lo cual se sentaba
y las piernas alzaba
esa persona umbrética de Ardenas.
No siempre he traduc¡do esos adjet¡vos ,,a la buena
de Dios" que sue¡e traer e¡ quinto verso. pienso que este
enlpleo arbitrario y chocante del adjet¡vo v¡ene muy bien
como crítica de las culturas retór¡cas. Me parece que fue
Vicente Huidobro quien dijo ciel adjetivo: ,,cuando no da
v¡da, mata". ¡Eso es hablar b¡enl ¡Cómo aplaudiría Learl
¿Oué quedaría de tanta literatura si quitáramos todos los
adjet¡vos u m bráticos?
Debo term¡nar. Yo queria seguir un h¡lo de senticlo en
esta introducción a Lear hasta desembocar en una histor¡a
que me conlaron srendo muy nrno y que nunca olvidé.
Como sea, la escribo aquí:
Esfe era un rey
que tsnía un buey;
lo amarró a un qui¡lay
y deiénlo ai.

Lund,2 8 de Octubre, 1990.

XXXIII
NOTA BIOGRAFICA SOBRE EDWARD LEAR

et. t.Z O3
Edward Lear naciÓ en Highgate' Inglalerra'
que un padre delo en
Mavo de 1812. Fue el menor de 21 hrjos
muteres' soDre rouo dr
la ruina v abandonados Se crio enlre
que muy bien podía
."ii"l"'ü'" -"yor de sus hermanas'
;;;;;;; p"r ios 21 años de edad que los separaban
pot
A los quince años, comenzÓ [ear a valerse comisio-
.sí
ó;;r;; ;in,¡unt", no demoró en consesuir
-ir.;.
ll""*doi de l¡teratura médica Posteriormente
"".'.á*"
l.""io,i' dá ta soc¡eoao zoolÓg¡ca para iluslracio-
animales; en especral' paiaros Recomei:d:.i
nes de""."in"t
Derby) recibro de esre
Eái"rtO Stunf"V (el décimo tercer Lord de su man-
o" iiustrar un libro con la ménageríe
"iá^.-é.
.ion ino*.luy Hall, vecina a Liverpool'
"n a ser experto
Alli permaneció enlre 1832 v 1836 Llego
muy defectuosa le lmpl'
ilustrador nalural. pero una visión mucho en
esia tinea de trabajo que exige
o'i'.ñ't
precis¡Ón Y ""
deta lle
Óleo de
Posteriorrnente se decid¡ó por la
prntura
.al puoo
vacllante
oarsaies. A pesar de su economía siempre pudo desear'
paisaje
i;il; t"s;;; drsfrutar de cuanto Siria' Palestina' Asia
ütri,i i"o¡1, Cevtán Egipto, Arabra' punta a cab:i
n;;;;r: M"li"' cárcesa conocióque ltalia de ?e:
ptáiiiiá ct".¡u sobre todo, a la dedicÓ largas excursro-
ne s.

Dc su pintura, se considera que destacan


t":iyll^"]'.-
se consrdelaDa
oro v olrietu sus acuarelas; pero el mismo
piotá.ion" t."nte como un paisajista al óleo'

No era persona de salud Epiléptico' q99:"'t i9"l::


Siendo tan débil no se saDe
O" .rtu y nrónquitls crÓnicas
v¡ajes' su continua dedi-
áá áánou'ru"uuu energías para sus
.r..^'"j" piÁt"ra de faisaies que hano acarreo v::11"]"
sus numerosas exposiclones' srl
suoone; a lo que se suman
iáiÁponoun.¡u, sus escritos v vida social'
Terminó por establecerse en San Remo, ltalia, con un
criado albano y un gato que se enredó en la fama de sus
car¡caturas, Mr. Voss, que lo acor¡pañó los 17 años que
vivió y lo abandonó a dos años de su prop¡a muerte.

Durante su permanencia en Knowsley Hall, junto a los


Stanley, tenía Lear la costumbre de jugar y charlar con los
pequeños que abundaban en la mansión. A esta c¡rcunsta n-
c¡a, casual, cotidiana, debemos la man¡festación del genjo
de Lear. Se muestra en las estrofas e ilustraciones sin sent¡,
do con que divertía con rnucho éx¡to a la oente menuda.

Su primer l¡bro con esta poesía hecha tan a la cafteta


y con tanta espontaneidad. Book of Nonsense apareció en
1846, fecha en que apareció también el libro sobre Knowsley
Hall con las ilustraciones de Lear. Tamb¡én en ese año fue
encargado Lear de d¡ctar una docena de lecciones de dibujo
a la Reina V ictor¡a.

El éxito que siguió a Eook of Nonsense y sus nume-


rosas reimpresiones debe haber hecho sonar una campana.
Siguieron pu blicac¡o nes cle sinse ntido, y en 18j2 aparece un
segundo l¡bro de Lear, More Nonsense. Se multiplicaban los
limericks, las canciones y relatos y dibuios, faunas, floras,
lexicografías absurdas, la galeria de ¡as creaciones de Lear
que le br¡ndarían fama para siempre.

Sobre esta fama, eso si, no sabe uno si se forma con


garbo y seguridad o a tropezones. Lear dice que la poesía y
el dibujo sinsentido son su elemento natural; pero parece
también que no lo respiró siempre ni lo atend¡ó con prefe
: rencia. A sí mismo se tenía por p¡ntor paisajista y al óleo. Ni
que era mejor acuarelista veía. Sobre lo mejor de su poesía,
sus limer¡cks, hay esta cons¡deración: "fueron esbozados de
I pasada, y tan poca considerac¡ón les dio su autor que no
fueron publicados sino diez años después". Con una impre-
I
t. s¡ón así me quedo leyendo sobre la vida de Lear y aprecian-
I
ü do sus /r'rnerlcks.
l
¡
I
I
l¡!"
Se han publicado pÓstumas, páginas y páginas de
Lear; nueva poesÍa y relatos sir.)sentido, nuevas ilustracio
nes. Hasta en 1988 siguen apareciendo /lmerlcks, poesías,
cartas. Es seguro que falta mucho para que tengamos la
publicación de su producción entera
V¡viendo todavía se llamÓ a Lear "padre de la litera
tura s¡nsentido moderna". Tennyson le dedica versos. Ruskin
lo ubica primero en su lista de "los cien mejores autores"'
Su fama declinó hacia fines del s¡glo pasado; pero en éste
son muchas y variadas las muestras de reconocimiento
como para que nunca más pierda el lugar que le es debido
en la historia de las letras
Murió en San Remo, el 29 de Enero de'lBB8

REFERENCIAS

1) Edward Strachey : lntrod ucc¡ón a


"Nonsense Omnibus", E Lear' 1943.

2) Ho lb roo k Jackson: "Edward Lear, Laureate of


No nsense ", en "The ComPlete
Nonsense of E. Lear", 1947
3) Peter Hain ing "A Book of Learned Nonsense"'
'1987.

4) F.N. T¡gerstedt "R¡m och Ofornuft", E. Lear,'1952.

5) Philip Hofer En "Teapots and Oua¡|s", 1953


6) Angus Dav¡dso n En "Teapots and Oua¡|s", 1953.
7) Susa n Hyman Edward Lea r's Bird, 1980
8) George Orwell The Co llected Essays, 1968.
¡ilDt[/A\RlD [iEA\[R

LIM ERICKS
(El libro del Sinsentido)
I
Una señora que vivíann Navarra
pasótoda su vida en unajarra;
oara ha..r[a lncolora
la pintaba a toda hora
[a serena señora de Navarra.

2
Un señor se runtuba junto al mar
placidamente en [o ulto de un pi[a6
pero, sihac. f rb,
renunciando a sus brbs,
rnanduba por tortudas a su hogar.

3
tr
Había una Jon."ll.u . uga hL6[orta
no había ouién supie ra de rnemoria;
ll
se iba a un arenal
(nadie sabía cuál)
r. l- I
g enl.rnLaba un Peg ueRo tratado d"
hi*oria.

4
?2---
i^- .'--.-"' -+2
-É-:--=-_

Había u¡'r caballero en Cludad Rea[


provocador, perver 50t inteIectual;
sentudo, sin resuel Io,
con un balde hasta el cueLto,
transmigraba su vi da en Ciudad Rual.

5
Había una señorita en Alicante
de cabello rizaáo exhuberante
l'-'Lacia ef mar
que 5e exPandto f r'.

ee enroscó en un Plnar
g asombró utodo "l mundo en
Aticante.

6
Había un jouunteuta.udo.n Zaíre
que se estuvo con las piernas a[ aire
hasta gue el marrueco
[e subióa[ chale.o
a esejoven de Zaire.
".téctico

I
7
I
L/
L,
l-labitaba una darnu en Palmira
que a escobazoslimPiaba EuLira;
.ada u.z que lo hacía
una dulce armonía
embriagaba a ia gente en Palmira'

B
Un señor gue vlvía en Mendoza
tenía l'a conducta más curiosa:
toáa ve= gue podía
en [a mesa dormh
este señorgrandioso de Mendoza.

9
,p

Había una señora en Portugal


náu-fica hatta elmareo g mug Forma\;
miraba deude un Pino
el. naisaie marino,
pe/o no-=alía de Portuga\'

10
Había un .uballero de Be[én
que siemprehizo las coras rnug blen;
rnetía La cabeza
en una bolsa g.u.ra
g de espatdas dormía en Belén.

i
!
n
r
&. 11

[,
Tenía una señora Je Cantón
una barbil[a .omo un agu'¡jón;
en un arpa de viento
[a aguzaba en momentos
gue [lenaban d"trémolos Cantón'

12
l-labitaba un señoren Itá[ica
du dudouu materia enceFá[ica
en las horasde.alma
se subía a una palma
g obserrruba las ruinau d. Itá[i.-.

i
I

II
13
t
li
Había una señora en San Bernardo
que comPró un plto g se sentó en un cutdo;
con 5u modo inquietante,
rudo g desconcertante
Eil.bab-a atodo en san Bernardo'
"tmundo

14
l-labía un.abu[lero Je Tolosa
cugac ldeaE eran mug dudoru.;
en un globo aerostático
| / +1. l,+.
flac La esIudros IunaLrcos
eEe Eeñor iluso de Tolosa.

15
flERflELA

A una seloraJe La Dehesa


en [a cabezu;
se fe enredó el' rouarlo
en un piso eentada
.o,.níu'mermul.adu
en lacubeza.
que Le ,.ntaba bien

16
Un Eeñor gue vivía en Cartagena
tenía una expresión dulce g serena;
sentdndoue en un río
bebh oporlo trb
el tranguilo señor de Cartag"nu.

17
Habra unajoven en Odesa
oue para Protegerte la
cabeza
J*olutuba un sornbrero
.o,lt ruedos de cuero
"u
g tres colas de clnta de Odesa '

18
Habitaba un señor en Magdalena
un poco consumido por [a pena;
comía torta en tarro
que,sL se hace en un caYro,
atigera bastante de la pena.
i

h
&
s
19
f
I
,/. /.'/',,/¿-/'/ ..' --¿'- -

Había una señora de Tirrquía


que lloraba si estaba mato el día;
pero simejoraba
ga no Itoraba
la excéntrica señora deTtrrquía.

20
Había un cabaltero en A4ataqulto
a guien tenían insomne
lou Áorgrltor;
para dormlr cenaba
ternera sancochada
sentado en una rueda
en Mataguito.

:
21
Habitaba una dama en El Paso
de virtudesg vicios escasasi
de puro diligente
tragó un pastel caliente
g pasó a mejor vida en El Paso.

22
A un señor con problerr.ras de conciencia
se le ocurríó curarlos con urqencia,
-
con salsa de tomate ,
,on.,hernJ g chocolate
todo lo cual alivia la conciencia.

oz
Sopo

Había unaseñora en Antioguía


cuga sopa se había puesto f ría;
lubricando el Fuego
la hizo hervir mug luego
ese ingenio u.ort.o.á d. Anlioquía.

24
í"4---

Un caballero gue vivía en Troga


calentaba su brandg con soga
lo bebía en cuchara
ba;o la luna clara
rnirando el especleí.uto de Troga.

25
Debido a su locura una Eeñora
se Fue a sentaren una za(zarnoYa;
rl
por las rnucnas e5Pnas
su bata auedó en ruinas
I

entristeciéndola antes de una hora.

26
Había un cabal[ero en pueblo Hundido
que clannaba : "¡ Mejor no haber nacido!,,
se sentaba, lloraba
g tanto se angustiaba

gue muridde dolor en pueblo Hundido.

i
27
Había una dama en Montevideo
que compró un sombrero Parael ?aseo
tan grande 9 tan rojo
que le \rrfto los ojos
I ' 'rMontevideo-
9
veloz Yeg(e5o¿

28
Habh un caballero de La Plata
que leía a Homero en una pata;
cuando se srntió1ieso,
dio un saltito ex profeso
g se ahogó en el mar de La plata.

29
r
Latía de unajoven de Gerona
era mug andadora g mug saltona,
saltaba guince vallas
g andaba, en leguas maga5,
aproximadamente cien mil las malagas.

30
Habitaba un señor en Orvieto
gue no podía nunca estarse guieto;
envuelto en Jtina t"la
propiedad de abuela
"u
iba de arrlba aba)o por Orvieto.

31
Le dlo a la mucama una dama de AmbereE'
u5i
en.uentras que hag agu-.¡as o alfileres
en m'r alcoba,
bárreloscon la e.coba)
dan"a exhaustiva de Arnberes'
"sa

32
Había un caballero en Santand".
gue no sabá guédebía ha..r;
ba_;o el sol paseaba
hasta gue 5e toslaba
ese conFu50 serde Santander.

33
,i,
Había una dama de nariz tan [.r9a
que [e costaba soportar 5u cayga;
contratcí una criada
de conducta probada
acaryeay esa nariztan larga.
?arc

34
Había un caballero en Las Ardenau
gue odiaba las nrolestias y las penas;
con laE piernas a[aire
rnoslraba sr¡ desaire
ese urnbratico ser de Las Ardenas.

35
Había una darna
1ue
gritaba en Quito
9 hasta
en Río se oían sut gritos;
.ran gritou bestrales,
nunca nad['e ogóiguales
a los grttos salidos de Quito.

36
Había un señor en Perú
que siempre se decía, "¿Qué harástú2"
se arrancaba et pelo
g [o tiraba at suelo
ese señor intr(nseco en Perú.

L
li
&
a(
ü.
üh
.,/;.a,'',7

Indochina
Había un caballero en
muq dado a abanicar a su sobrina;
se ápli.aba a la em',rc'a
.on i¿l d"licadeza
que |a joven perdió la cabeza'

3B
Erase un hombre gue en su edad primera
casualmerrte cagóen una tetera; '
creció,ni gué decir,
g sin poder satir

pasótoda su vida en [a tetera.

IL

11,

iI
ll
Is 5J
s
Había un caballeYo en
Peshavar
que 5e corló la arteria gug:t"Il
al. \os alartdoE
u'u "scuchar
".oouu i Oh, amo r mío'
.uuulró"'
i;i;.;" a uánti't" en Peshavarln

40
ri
nor
I9u,
e\ vtiIa een un istmo
(o5,eet5¡l),ip ie gargarismo
)a:rq d,
anzl_)ía torhto) l'lrd,
I

)o,
lnf
€CIter
I
t5;ó )- e3n elI fo ndo
ce5 ha.ACCE)n 5t;te mr tre gargarismo4'
P

41
Un caballero que vlvía en Jamaica
desposó de súbito a una cuáquera laica,
t'i
la que exclamó' La-lá,
si me viera rnamá !"
aFltgiendo al señor de Jamaica'

42
l
Un caballerode Kilima{aro
luca en Eu nariz un aro ra(o;
durante todo tlunio
miraba el plenilunio
con su aroraro de Kilirna$aro.

43
\

Había un caballero en Las Malvinas


que obse rvaba a 5u esPosa en la coc
la cue sln darae cuenta
l,-r-.
eEpolvoreó
le lr, Pirnienta
g cocind al señor de Las Malvinas'

44
[ste era unjoven gue vivía en Buda
cuya conducta era viciosa g ruda;
llevaba una qolilla
entre blancJamarilta
aturullaba a medio mundo en Buda.
1ue

45
Unseñor que habitaba un Bohemia
bautizó a su h'¡ja con elnombre EuFemia;
?ero, \ v aga,aFliccíón I
ia sudqo un ladrón
amargando al señorde Bohemia-

46
Un caballero gue vivía en Vincenza
tenra las piernas de una
altura inmensa,
de una sola zancada
se pasaba a Granada
ese hornbre sorprendente
de Vincenza.
Había unaseñora enSara¡evo
cuga5 hyas m\raban a huevo'
de gris laE vistió
u duro les dio
Lon un baslón..ntorno aSara¡evo'

4B
Había un caballero en Chiguagante
de manera de ser"^uJp".ántu;
entina a prueba de agua
navegó hasta Pisagua
ese acuá1ico ser dé Chiguagante.

49
llabíauna duma cuga nariz
prosperaba g crecía feliz;
ál p"rd"rta d" vista,
.x2larnó, " i Estog liuta r
iAdiós la punta Je ml nariz!"

50
Habitaba un señor en Arezzo
que no tenía nunca más de un peso;
gastdtoda eua plata
en cebollaE g horchata
ese señor reFunFuñón de Arezzo.

)t
en Suecra
Una señora que vivía
a 5ilesia;
subió aLtren'que Partía
cuando escuchó:' iLlegada
I

no ouiso decir nada'


me vuelvo a Suec
üüF.ti "'AAejor

52
Había uncaballero en Marga - Marga
de nariz aplanada puro laígui
en Eus partes mástlernas
ponía una Iinterna
g pescaba de noche en Marga - Marga.

|'

I 53
t
Unajove4*fabía en San Javier
qu" pidi; lelraleran de beber'
le dleron, "iAg, hgja,
se vació la vas'¡lal"
\o que irrrtó a e5e ser de San üavier'

5+
Habitaba un señoren Vesuvio
que leía en su Fuente a Vitruvio;
la tuente se incendió
g al ron se dedicó
ese mórbido ser del Vesuvio.

t
li
&'
I
55
&',
&j
Había una joven cugo temperamento
se aouietaba de momento en rnomento;
o.uo,\ntáronle, "¿ Mudaz "
iuuá un qesto de duda
.u" proíocador ternpe ramento'

56
Un señor Va[ladaresde Argent¡na
.ortaba sus uñas .on
se cor[ó los pulgares "u.ofii,u;
g exclarnó' "iValla -..dares,
guiénte d¡jo gue usaras escotinal.'

ii 57
ii-,.
R1
ü.
Había una Eeñora en Santiago
de lenguaj ehorrorosarnente vago;
ti ulou'ren l,e prequntaba'
o,
SJn uo*bi"tJ"z" dudaba
la oracula r señora de Santiago'

5B
Había uncaballero en Barranquil.las
gue no comta pan sin mantegui[ta;
pero una grantostada
se le guedó atascada
ahogando a ese horrorde Barranluitlas.
I
I
É.
R
59
&
Había un señor uentado sobre un banco
con nlanchas negra5 en su chaleco blanco;
lo volvió al revés,
lo parlió portres
g obseguió a sus hljas su chaleco blanco,

60
Una persona gue vivía en Luca
5e co\pY! tal pedazo de peluca
gue soto ta narz
como una gran lombriz
le asomaba entre [a petuca.
?o(

61
HabÁ un cabalLe ro en Alabama
siem pre cortéEtr Áándose de damas¡
dand! a su h'1ja La mano
se ahog6 en un pantano
ouu hag en alguna Putt" de Alabama'

62
,,1
Un caballero gue viv(a en Río
tiritaba con sólo oirde Fr6;
se compró unos visones
g unos cinco almohadones
con l.o que se sacó de encima el.Frío.
I

63
l
Aabh un cabaILe ro d" La Higu..o
q". .p"dn p::dg" po",Lo..9u" Fuera;
alguien d'go r "¿ Por qué2 "
q ét gritó r "i Mire, usted,
ño rruelva a a?arccercePor La Hígueral

64
NW

ry

Abrió un señor gue había en San Fernando


la ventana de paren
par,grtando.
ni
Man..gu" r'aunr*guu,
man5eque laculegue l"
esa duda en dos pie<; de San Fernando.

65
Un caballero que LLegó de EuroPa
Iropezó el pobre g se cagó en [a soPa;
Dero una Slrvlenta
Ln.o-iuble g atenta
[o sacó .on un garf\o de [a soPa '

66
Había una personaen Rinconada
quetenía una boca inmoderada;
pero al zamparse un plato
de pescadobaralo'
se atragantdel señorde Rinconada.

67
lii,
Un caballero que
I
vivía en Lga
ence((ó a su señora en una ca1a.
\'i
Quiero salir!" decía.
"Me paruce, querida,
que pasarás [a'vida en esta .uiu."

6B
Egte era un caba[ero d* Dublín
I ¿ \\. --r. .1
gue decía,' i Tipitín, tipitín I

ibapatás, capatásl'í '

ni una sílaba más,


et parco caballero de Dublín.

69
Una ioven de azult caneEú
t'¿Eres
r."i^t Uu'. tú, erestúa"
tuindo ogó"'i 5í sog 9o !"
só\o respondió"'iOh!"
ese esPerpeÑo azu\ en canesú'

70
una pe.rsona gue se d!1'o incierta,
,fabía
nadie responde a esta puertar
_"tr J1u
toqué [a campana,
tnesalieron canas
gnadie responde a esta
puerrta."

71
en China
Un caballero que vivía
Gina'
tenía seis pe{ueñaE ' Jiska 9
Amelia 9 Amalia,
Fidelia g Eula[ia,
g todau vivían
en China'

10
l/-
.\->\

Había un caballerc en Chimbarongo


gue decía , " iDdnde díablos la po"ngo t*
cargando con su hermana
gue aplanó una campana
en una tempe.tad de Chimbaron
90.

73
LIMERICKS
(El libro del Sinsentido)
ll
Vivía una doncella en Gibrallar
que f recuuntaba el Fondo del mar;
acunaba a los pece s, mimosa,
les lavaba laloza
g nadaba de vuelta a Gibraltar.

I
75
t
t.iq "i\
o \\

Había un señor gue gritaba, " 1 Ag, ag,a9!'


ose
paró un pajarillo en el g^uillag l"
Preguntaroh, ". Pequeño z"
Respondi6r" Más o menog
.uutlo veces el alto del guilla5'o

76
Esta era una dama de Coblenza
que solía dornriren la derpensa
si venían rafones
les echaba bonrboneE
esa _¡uíciosa dama de. Coblenza.
da áecía,
Un señord e barba mug pobla
"iEuto era)uio,lo que metemíal
i Dos búho 5, una gallina,
cuúro alondrasg una golondrina _ .,
tomaron mibarba por hospeder(a!

-74
t()
Había una señora en Gotemburgo
compró un guiltro negro en Eslrasburqo;
que

mermelada de Hamburgo
yjamónde Fríbur9o
h daba al guiltro d. d".agurgo.

79
Adornaba un eeñor de Verona
s¿cabeza con una corona
con tres camaYones
u cuatro ratoneE
ánuurtados en salsa de Verona'

80
Los zapato= de una damade llalcon"s
notenían rnug sueltos los cordones
compró cinco rnaEtines
nuevitos y en patines
salicí a dar una vuelta
por Haicones.

B1
Había un cabatlero de Canfón
que poeeía un quiltro asaz gufrón
su andar g su gracejo
eran qloria g espejo
de cuánto guíttro gordo había enCantón,

oo
Unaseñora tue a Puerto Ri.o,
comprótres pollosg un abanico,
volvió,sentólos
g abanicótos
con su abanico de Puerto Rico.

83
Había un caballero en Somalá
oue se estaba cantando todo el día
I

a sus cerdos I patos


oue alimentaba a rutos
I

J.on lou higos más Frescos del día '

B4
Una darna que vivía en Conelanza
daba a unos patos clases de danza;
les marcaba , "i Un - dos -tresl"
feSpond ran : r lue -Tue l
l/ \\.-r , L zr\\

cl.' .I
aFligiendo a esa dama enConslanza.

85
Ha6ía un caballero en El RemanEo
cu9o5 amtgos eYan unos
9an5o5i
iba en su compañía
a toda hora del día
es" aFable señor de El Remanso.

86
Unadarna en pljama se aEorno a lz:i venlhna
pensando que'allá lejoe venía l;i rnari¿,t'r,l;
bs búhos g lecl'ruzas
la do jaron conFu:a

blanca como un espectro e.n la'¡ert-far¡a.

e7
Había un caballuro Quilicura
"n
que Frecuentaba valleE g llanuras;
I L L..
cuan[o galo g Yalon,
culebra g culebrón
seguían al señor de Quilicura.

B8
La hlja de un señor del Altiplano
gustaba cabalgaren un marrana;
usaba una peluca
sobre [a mera nuca,
dando hablarentodo el Altiplano.
9ué

89
l-labía cabaliero en Camerún
i-rn

gue llevaba una vida al buentuntún;


danzab'a con ef gato
y en su sombrero ch-ato
servía eltd asombi-ando a Camerún,

90
Había un caballero de Monrovia
que andab a por Ia plaqa con su novia;
lllJ
les salió un camardn,
les saltó el corazón
g volvieron corriendo a Monrovía

91
Trataba un caballero en Petrogrado
de hacergue camina ranlos p"u-.udou;
cuando caqeron muertos,
djjo " Lo único cierto
'
e5 gue debíguedarme en Petrogrado)

JZ
Había una rnuchacha de San Rerno
a quien la abuela amenazó,"iTe guemo!"
la nieta of rec\ó untrat I
uiQu*.u
rnejoral guto,
oh vieja incongruente de San Remol"

93
Había un señor mug dese=perado
gue 5e conrpró una liebre en el rnercado
nrontden ella un buen día
g corriendo sentía
gue ga no e.tabatan desesperado.

94
Aabh una doncnlla en Aragón
de mucha Farna g gYan repúación;
rnientras tocaba el arpa
pescó máE de rnacaYPa
ia .onrrrnadajoven de Aragón.

95
Un caball"ro de Buena Esperanza
se hizo a la mar arrila de una gansa
pasada la milla
mivó hacia la orilla
g sonriendo volvióa Buena E-speranza,

96
w),

Las hi\as de un anctano de Mar..lla


usabañ velos verde - botella;
pescaYon cinco atune.
que enviaron el lune=
en un pluto a su papien Marsella.

97
A un caballero gue vivía en Niza
le reventaba tener que andar de prisa;
r r-L-L I I
a tomo de [orluc]a
iba de Niza a L"uga
ese lunáJico señÁr de Niza.

qa
r
f,
n
lii'

f
l
il

Había una doncella en Fujiqanra


qu. .apturó un Vezgordo sirt esc"-amas;
.uando lo tuvo aYeso
t / tt. ^¡.1
exclarno: r /\/\lren e5()l"
ese extá1\co ser de [:uliqarrra

99
Había un caballero tljuaneño
gue enco nIró un perro chico sín su due
focando lacampana
durante la sernana
arradraba al perrito por Tljuana.

100
Había una señoraen San Vic"nte
a quien seguía un oso,lamentablemente;
sinhéndose extenuada
murióde una sentada
la dan'ra trágica de San Vicertte.

101
Hahía Lrn caballer-o en un nantano
rnodos.' !
t

con Lrnog vanos;


senlado en una ,)rÍI'"u
le carrtaba a L)na rana
ese ser insh,ur_lir¡o en un
pantano.

102
Había una donc.lla de Sorrento
a guien seguía untoro izirulento;
aqarrando una pala
lirito ' "iHala,'hulu l"
dístragerrdo a ese toro virulento.

103
Un señor que vivía en Siracusa
daba clate= cleté alaslechuzas,
oues la sola noción
l".o-"rse un raIón
le parecía irnpropia de lechuzas'

104
una durna de
-Iormes
Había
acoEada poy molcas enormes:
a unas nluUa puñetes,
a otras ahogóln ret.ut u
g se volvió con las demás a Tormes.

105
Un caballero que vivía en Riga
subEisTía .on ünu que otra amiga
cue nicaba del suelo
los palarue\os
"*rá
en la purl" éxolértca de Riga.

106
[ste era un caballero con búho
cue eutaban siempre tastidiando a dúo;
Ll
con cerveza ama(la,

la pata larqa,

pasaba el"señor con su búho.

107
,\
i
i]
i I

.1

,/
t,
l',
I

\\z't¡
l

HabÁ un hombre en un áriolcon rnil


guejas
sobre el Fastidio de una enorme abe¡a;
le pregunt aronz "¿ Zumba ?"
'.. - . ll-..'- t
vocrfero:
¡

I lu...rumba!
tl
lDe acuerdo a la deFinic¡ón la bruLa
zumbalt

108

I
Se [e melió a un Flaulista de 9ran nola
i
i
una boa en la caña de una bota;
tocó con tal derroche
de arpeqios día q noche,
guu tJ biu .u FuJ .on tanto boche.

109
L
Habitaba un señor en Bal¡a
con veinlicinco hljos g una h'1ja;
les daba caracoleE por pitanza,
los oesaba en balanza
u.J horbre extraordinario de Balga.

110
h uncaballero en San Genaro
que cabalqaba un burro café-claro,

de orejas como cachos

rrás de loro que macho


oue hundieron al señor de San
Genaro.

111
A un señor que vivía en Las Yizcachaq
I

le subió por el cuello una cucaracha;


.l -. tt - ),' J- .
qrrto:'
J
rLon e5te aqUla
I I I , r\-
vo5 a malaYle,aruJa:
eEá airado señor de LasVizca.has.

112
Había un señoren San Marln<>
orooidar\o de un rnono babuíno
'quJ .n una no¿he helada
incendió la morada
g con ella alseñorde San Marino'

113
k":

Había un caballero de Barbadou


1ue corría a malarse por los prados;
tres abejas mug pillas
I

en narizg rodilla.
Io picaron g se volvió a Barbados.

114
caballero en GuadaYYa?o
Habá u;r
que no eslaba de acuerdo con los sapos;
{
I
pngaba A 5L 'c sODf ln'd5
doslibraE eaterltnas
,,or .ada sa?o rnuerto en GuadaYYa?o.

115
A un señor lo atacó la manía
de corner liebreotodo el santo día;
por comerlas en cuero
se puso verde entero
.o,1 lo cual Ee le Fue la maná.

116
Gustaban a un señor de Medellín
las arañastostadas remojadasen gin,
agregaba un té Frio
ala or\lla del río
ese señor romárllco de Medeliín.

117
Unseñor sr-rponía gue 5u prerla
en un veinte por cierrto no se enconl.raba
abierta;
pero, mlentras clor rnía
todo el quardarropía
J
le comieron las ratas gue enlraron por la

Puer

118
H46quicA

Habíaun señor en Kurdistán


que no colnía más que charguicán;
uno que oLro ralon
oue le daba Eazón
,!tr"u.uba al señor de Kurdidán.

119
Se decía un señor de Cuernavaca:
"2C6mo me libro de esta horríble vaca
si le sonrío un rato
g cultivo su trato,
bien podría ablandara esta,ra.u)

120
A un caball..o qu" vivía Na,rarra
se le pegó
,t "ncigarra;
una
.ala.espalda
cuando cntyrp en su otdo
le dio un susto parido
g se aleló a Ealtitos d" Narrurra.

121
Erase un hombre en cugas narices
reposaba n los pá)aros Felices;
lehacían compañía
haEta el Finaldel día
hora en que 5e le inchaba n las nartc,
I

122
LIMER¡CKS
(El libro del Sinsentido)
lll
Había un Eeñor en Baviera
elogiado por quien lo conocíera;
al Eon de una carnpana
danzaba la pavana
deleitando á la g.nt" de Baviera.

124
caballero enTalagante
l-labín un
que alrnorzaba un poroto g un guisante;
decía, "9a con eso
siento exceso de peso"
señor -Ialagante.
el prudente de

125
odqL éEV 'ta eln L_o¡H1e\r mid
Un c'.alba lleAIYO
lu.
com r(o 1-t:a,P.
'P
t;
,utlo5t;NLue'
\
EV VO
O55 5;inntm(e(di du;
le pr,e 91 rn1rtza1r(
ror t: ¿,U.
)t't: )..
l.' 'iN
ao (t!o
-1,

'uitol: ,l No ha,tsl¿
re5P)o l'lrd
t ;taea
lu
e5e tLJT,bricdco)55e lo LJItt elYNmridr
e( de L I lat.

126
flr

i
ll

Habitaba un señor en Mejillones


que sólo caminaba en sustalones;
l) razón le pidieron,
pero nadaobtuul".on
del rnístico señor de Mejillonea.

127
Habitaba un señor en Mato Grosso
1ue
corría en los lomos de un oso.
?reguntáronle, 'l Trota ?"
Respond ió -. " iN í una jota I
Et u'n oso nreilo.o grá.r,ruo!"

128
Unseñorque vivía en Las MelazaE
Eólo usaba el paragL-las en casai
decía r " No es decente
molestar a la gente,
por másque ná haga gente
lr
en Las Melazas)'
129
-F€--==:--

Un señor con narizde lonqaniza


decía ,"Si adoplan Iu pr"|^i.u
gue larga e5 con exceso,
el error estangrueso
6e van a quedar sín longaniza)
lue

130
j
I
Había un caballero de Caslilla
que dil'o t" \Por tavor,una silla!"
lédljeron ;"iLesera!
i5iéntate en tu chistera
e5 el chiste rnás grande_de
ide
C-aclillal"

131
J]

Habitaba un señor en Angola


con narizcon 5u5 puntas de cola;
decían "íTtrade ella
g vendrá la doncellalt'
aeombrando a ese señorde Angola.

132
Decía una señora de Rosario'
'i Fubuloro, genial, extraordinario l"
cuando esci.hd, " i Carl]ol"
voló colina abajo
nunca
/ (ru€
ma5 I vista Por Rosario'
9 I

133
T
I

1i

i
,
ir

=/2

Había un caballero en Atacama


gue bailaba en la punta de una y;rlla;
Breguntd, "¿ S i eátornudoz"
'iTe
gueda rías rnudo,
oh irnprudunte Eeñor de Atacama!"

134
fl
".[.:

ii
i
I
\

Había un caballero en Vivaceta


de una larqa nariz comotrompeta;
cuando se la sonaba '

lagente se espantaba
g returnbaba toda Viva.eta.

135
HabÁ un joven de ojos agraciadoz
de tamaño g color inusitados;
si estaban rnug abiertos
sembr aba n desco n c íerto
g su entorno guedaba desierto.

136
Había un caballero en La Florida
bastante disgustado con la vida;
un plato de ensalada
g una que otra balada
curaYonal señorde La Florida.

137
Itr
HabÁ un hornbre mug obeso en Praga
a quien de súbito cog\ó la plaga;
le dieron mantequilla,
la que le dio cos\uillas,
las'que curarona'l Eeñor de Pra ga

138
i:-;

r
i'

,tt'\ ü'

Había un señor en Anlillas


turbado por horribles pesadillas;
para que no durmera
hacían que engulliera
unos rícós buñuelos de Anlillas.

139
t-
Cabaloando un Eeñor d" Extrenradu
.JL-/lt.+
cagó ,ú ue partió en doe por la cirftu
pero una5 Duenas qentes
con enqrudo
"x..|énte
al Eeñorde Exlre madura.
TngurJn

140
.,L
Ha bhAtUIrn catb,alletr'ole nrArqrlqenl"o
+
grU(e' t\víliáe,rfl ete\.r'(l(O,LO r merÍo;
ar izz lortn vrr.titeeY(YO
d(etna Y1

ln,19 t((o lei 'lrm te?Y.on


)n
I t-
U] 1

oatnidlo5 ue
mrrII'g tl^Pl +
eT,e:(ln o- iol
otrmento.
I

141
Había un caballero iunto al Nilo
montado en un .nótt* cocodrilo;
di iéronle, "Al crepúsculo
-. ' +
p,-iede
r darte mo rdüs.uto
g de_.¡arLe un ruito minús.ulo)
Pocl

142
Un señor que vivía en Maderas
se compró una camisa.on pechera;
le dijeron,'2 No ves
guete ves como un pez
llevando una carnita' .on pu.hera z'

143
Un Eeñor que vivía en San Andrés
caririnaba Jn lu punta de los pies;
le dijeron , "i ldiota ,
no entiendes una lotal
iNo son horas de andar a puntapids

1+4
Había.un hombre en un paradero
u1 o imperecedero;
¡u1.hizo ncf¡,cu1s
{é djjeron, Rapá
para'iu tenlenpie,
oh peste g aFlicciói del z"
¡uraduro

145
Había un cabatle ro en Cridianía
sentado a remache en una sacri{ía
t.. / I ll.- \\
dllefonle: ltfe5 un...
rJupondio ,o íCataplún !"
ese odioso señor de Críd¡anía.

1+6
Habitaba un señoren España
que cortaba el iarnón .o,l quadaña
cuando escu.hló, "iQué imóer.. .l"
gritó, "iGuadañu o .u"r..'. !-'
e5e ser intensivo de España.

147
lr,
r\\L\l

Un señor oue vivía en una quinta


II
no podía encontra r 5u vaca pinta.
/'¿
le dijeron ' No VeS
quele subió al c'tlrés,
l, J r r . -L t
'-
oh, envrdtoso senor de la qulnl,a?

148
Había un cabaLLero de La Plata
delgado comoLámína de lata;
fe achataban los tlancoz,
[o vestían de blanco

g enrollaban al señor de La Plata.

1+9
Un anciano sentado en dn olmo
tenía una barbague llegaba al colmo;
unos pQjaruelos
Pero
le arrancaron Los pelos
paratejersus nidos en e\olmo.

150
Había un caballero en Katowitz
al que un loro coqió por [a na(fr2
al J"rLo mnlun.ái.á
dljéronte ," Es bucótico)
lo gue calmó al señorde Katowitz.

151
t
Erase un caballero de Mendoza
de una presenciade ánirno asombrosa,
se compróun caballo
g másveloz gue un rago
escapó de La g"nt de Mendoza.

j
152 1
Tenía una doncella de San Roque
la cabeza cuadradacomo un bloqu";
al salir [e encqjaba
una ptuma dorada
gsan Rolue guedaba blogueada.

153
En una barbacan aha6Á un viejo
gue agitaba lasmano5 rnug perplejo;
le dil'eron, " ileñor,usted se cae !-"
" Lilierra no ftie atrae"
dljo inmutable e[ incipiente viejo.

15+
JabÁ un caballero en Araniuez
oue dec ía.'\94¡o es, esto ás !"
preguntaro n." ¿ Quéa ¿ Cuá I r"
g se arrojó a un canal
que absorbió al caballero de Araiuez.

155
Había un caballero de Berlín
delgado corno lámina de zinc;
por dislrac ción en casa
lo echaron en la masa
u así oaniFrcaron a\ señor de Berlín'
JI

156
;L
F
- , --4-'

Había un caballero en Carolina


gue vivía en la copa de una encina;
pero unos palartulos
to encontr aron r\dículo
g tuvo gue volve rse a Carolina.

157
Había una doncella de SoFía
a ouien no huboamante aguanlara
I 1ue
undía;
se subi6 a una encina
cañó"'iAgdoseFinai
embarazando atodos en SoFía.

158
Este era un señor de Indep.ndencia
de guien nadie tenía reFerLn.ias;
le oFrecieronlab6n
g [e di1'eron ," Dor,
esmejor gue se vuelva a Independencia.

159
Había una persona en Santa Fd
que decía', "¿Qué diablos haré2"
Juundo ogó."\Vete al cuerno!"
dljo en su Fuero interno'
"Éu m*1ot'lue me en Santa Fé)
luede

16C-
Habitaba un señor en Concepción
más bien carente de coraz6n;
armaba un zalarrancho
contres búhos q un chancho
en un coche alqu-ilud" en Concepción.

161
Una:eñora que habrtaba en 9urna
tuvo uir geutt de cortesía suma '
girando s obre sí
ii
ll
se hundió en el eueto I
il
I emergió en [as antrPod as de 9uma.
li'
$il

l,l
'f'

[:
162
lr
Un Eeñor gue vivía en Valderas
compró enormes rnanzanas g
?eyas,
guinientas noventa
con gue sin darse cuenta
dio en la cabeza atodos en Valderas.

163
l)naseñora que vivía en Ancud
se vio envuelta en una multitud,
a unos mafó apÑadas,
a otros a mano armada
e5e ser impulsrvo de Ancud.

\64
Ha6ía un señor insoportable
que h ízo una obse r v ación inacepta ble
lJ d;1u.on,"¿ No nota
gue es usted un idiota,
' -L,. . | .1. + ' + ll
un estuPrdo tdota tnsoPorlaDte.

165
llabía un reñor en Dardanelo=
que amen azó lanzar un grrto a\ cielo'
\e drjeron Pues, grita
"'
ute haremosPaPita
td"
*or.\or.". a \a D av d^n"\ot'

166
Un senor gue vivía en el Chad
nunca hízo nada con propíedad;
cuando en suszuecos nuevos
tratdde hervír los huevos
\o rnandaro n muduru.
de/ Chad.

167
Un eeñor de .emblante mug ar'sco
.-e maquitlaba con un rojo-obispo'
le diierJn, "i Ridículoi
ba:toncículo
^ourróun
gi.u dgó loE lomoa rgo-obisPo'

hl
\68
s"¡,
llabía un caballero de Brasil
a guien prc: en, el cepo el alguacil
por robar chu/elag
'clavos
g chaquetas
esa horrible
persona de Brastl.

169
Había un caballero d" Moravia
cugo l'ostro adornaba la rabia;
mantenía la puer%
sólo un minuto abierta
g ga estaba Moravja desierta'

x70
Había un caballero de Viterbo
gue bailab a la joÍacon un cuervoi
Ie dyeronr"iEs mucho
alentar a ese chucho !"
g lo yulverizaron con su cuervo.

171
Había un señor con un
trmba\
inFernal'
que hacía siempre un baru\\o
dii".on, "i C re\o santo'
I

fi
'\i
r*;':?oY\a""'::::i.**
)'\" ¡,i.ilton Puré con\mba\ '
l' \
I{i
hi
172
LIMERICKS
(El libro del Sinsentido)

IV
A una damase le Eolto el sombrero
que lae avestomaron Por alero;
ilo, "iMe importa un pitol
todos los Palaritos
son bien l,Jnidot a mi sombr"ro)

174
Aabía un caballero en San Vicente
gue andaba enzancos mug
Frecuentemente;
ros envorvía entul
-Í- panes de Estambul,
dando el togue el.gante en San Vicente.

175
Habitaba un Eeñor en Honduras
de respuestas mas blen tnsegÚYas"
-
oía ,l'¿ Qué es de usted z"
si
J".í., " i \\o hag de qué f',
e'e ser aF\\ctivo de Honduras'

Y6
Había un señor que se moríade risa
cada vez gue ajuantaba una paliza;
diéronle uva g bellotag
guitáronle las botas
g le siguieron dando la paliza.

177
Había un caballero en Arenales
con movimienlos mug cons usTancialee;
siendo de cierta talla
se asomó a una rnuralla
u vio dos patos qordos de ArenaleE'
JIJ

178
l

¡ld ía un caballero en
Puerto Bello
n unlrge con manchas hasla el cue/lo;
dyeron, "No ímporIa,
11. ¡ 't
r ilernPo las acorla
entonces ga no llegan hasta elcuello..'

179
Había un caballero en Estambul
que valseaba con una mosca azul;
Juntur reabana una
alaluzde la luna
.ÁAri,ugundo a la gente de Estambul'

1AO
l
tl I ¿ . |-L
tlaora un ancano en ¿ln boTe
idiciendo ,"íSalgo a tlote,salgo aFlote
cuando escuchó que no
casi se desmagó
se anciano intelíz en un bofe.

181
Había un anciano en Buda
de una conduCa cadavez másruda;
hasla gue con un mazo
resolvieron el caso
trifurando a ese anciano de Buda.

182
llabía unajoven de Creia
que ve_s1íade Forma incompleTa:
se enFundaba en un saco
desde el cuello hasla eltaco
esa urnlriíFeraloven de Creta"

447
t\))

i
Habitaba un señior erlLas 7r\sa"
cugo rcsiro era l¡.jo sonrisas;
."Étabu, " i Ag, Aquelii'i 1'
q rascaba el violín
á1 Eeñor de Las Brisas'
"\u.gt*

1B+
Había un caballero en Punta Gruesa
'-l- I //. ¡
gue gr¡ta ba ; " i Cer veza 2 cerveza!'
se la dieron salobre
qen un vaso decobre
lo
9ue
indigní al señorde Punla
Gruesa.

185
ntil
nn
nlil

Unajoven de Aldea Desier%


Iropázóa la salida de una puerta;
la ouerta se alascó
q J*.lumó, "iQué pasól"
É h.roínu de Aldea Desierta'

r.j

i
ti 186
I
tllri
4cruk.l 'rá"
iii-:

Hab\laba un ancíano en V¡ena


gue bebía tirlura de Siena;
si le caía mal
tornaba té consal
ese anciano indecente de Viena.
l
I
I
I

I
T 187
t
,i
Aa6ía una señora en Ensenada
gue tañía una Flauta auro- plateada
la segu ían alrancoE
los tres chanchitos b lancos
que su Iía criaba en En5enada.

188
{ \*-

Ha6ía un caballero en Sacramento


de extraño g peculiar
comportamiento,
manleníaveinte hijos
con bollosde amasijo
ese hombretarrtááico de
Sacramenlo.
189
Había un caballero en Concepción
con una cabecita de botdn;
se compró una peluca
se [a pegó en la nuca
9 Fue la sensación de Concepción.

19C' I

ii
Había un caballero de ?rovenza
succionado por una pulga inmensa.
Cuando exclarnó i Qué Facha !'
"'
le oFrecieYon un hacha
deprímíendo al seño r de Provenza

191

bk".,
.s-\
-&a
.
..- VJ/,
'/.t.t

Había un caballero de Gornera


el más pegueño quejamás nac\era;
pero una perra lisla
que le siguid
devoró al caballero de Gomera.

192
ii
=>

Había un cabaltero en Albacete


que dio a todos sus hijos un banguete;
pLro comieron tanio
y armaron tal espanto
9ue
murióel caballero de Albacete.
j

,I

]i

193
Había una persona de Moravia
de semblante aFectado por la rabia
comÁ ra(ces crudas
con las p\er nasdesnudas
e5e ser irascible de Morav'ia.

194
z _ :-----\

Había un caballero de Belgrado


excóntrico, curioso, mal criado :
corría por las calles con marranos
colganilo por la cola de 5ds manos,
pero al atárdecer volvía a Belgrado.

195
zr€ o

A un señor gue vivá en Ormeño


no le daban desca
Pequenos:
a lo gue puouuJutfo'no.
".
le quebraron los brazoE
g le hicieron papita elespinazo.

196
Habitaba un señor en Tupungato
alcanzaba.u u3t nt sus zapdos.
:u",no
Le decran: c5u pez
Respondía sé1"
"'iNo Tupungato.
el dudoso Eeñorde

197
Había un caballero del Ceste
que 5e puso dna b&a azul-celeste;
' \\
preguntaron,l ¿Le gusla 7 .,
J //-t r

respondió, " i No me a,lusta l'


'+ -
e5e lnguleto seno rdel Oeste.

198
Aabía un señor sentado en una vía
con una constricción que lo exprimía.
cuarrdo o96," iSe Fue'el treni'
exc lamó: " i Qué desdén 1"
'
srguro exPnnriéndose en la vía.
Pero

199
llabía un caballero en Talcahuano
que andaba cada vezmáE casguivano'
danzabasin lostacos,
comía higos ?o( sacos
gtocaba elviolín con una mano.

200
Edward Lear (1812 - 1888) Autor lnglés. Genial
ilustrador que cultivó el efecto del s¡nsentido con belleza
y originalidad en sus artefactos poél¡cos llamados
Limericks.

Se llamó a Lear padre de la l¡teratura del sinsentido


moderno. Ruskin lo ubica en su l¡sta de los c¡en mejores
autores. En fin, son muchas y variadas las formas de
reconoc¡miento que desp¡erta.

Juan Rivano, en su versión española de los


L¡merick, entrega los elementos para comprender y
hacerse cargo de un autor que desbordó imaginación,
talento y sens¡b¡lidad acerca de una cual¡dad humane
que es un ingred¡ente básico del espír¡tu: el s¡nsentido.

Bravo y Allende Editores, quiere entregar así una


obra que en la opinión del profesor Rodolfo Rojo resca-
la para nueslra cultura un monumenlo que hasta ahora
era exclusividad del mundo angloparlante. Tarnbién
sug¡ere relaciones con el Movimiento del Absurdo des-
de Harry a la Antipoesía.

BRAVO Y AI-LENDE trDl'l.ol{lls

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