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ESQUEMA CORPORAL.

Compilado Psic. Marali Frey Aranza.

Se define como la toma de conciencia global del cuerpo, que permite simultáneamente el uso de
determinadas partes de él, así como conservar su unidad en múltiples acciones que puede
ejecutar. A medida que el niño se desarrolla, logra la conciencia de su propio cuerpo y su
adecuado conocimiento, control y manejo del mismo. Todas las experiencias tempranas del
lactante van adquiriendo un sentido, constituyéndose de esta manera en un conocimiento de su
corporalidad y de cómo y dónde su cuerpo se mueve en el espacio y cómo lo hace con una
determinada temporalidad, parámetros que resultan también fundamentales en la construcción
del esquema corporal.

Para De Ajuriaguera (1997), el esquema corporal tiene sus bases en las impresiones táctiles,
kinestésicas, vestibulares y visuales, en el niño realiza una construcción activa, que maneja
constantemente datos actuales y pasados, y una síntesis dinámica, que proporciona a los actos y a
las percepciones el marco espacial de referencia desde donde tomar su significado.

El esquema corporal se enriquece con las experiencias, de manera que no puede considerarse un
dato inmutable una vez construido, sino maleable dentro de su relativa permanencia. Unido al
concepto de esquema corporal se construye la noción de imagen corporal, referida a la
experiencia subjetiva de la percepción que tiene el individuo de su propio cuerpo y sus
sentimientos respecto de él. La imagen corporal es producto de las sensaciones propioceptivas e
interoceptivas, de la impresión que una persona tiene de sí misma. Esta impresión depende del
tono emocional y de su experiencia con otros y se estudia a través de la representación gráfica en
el dibujo de la figura humana. El concepto de esquema corporal se estudia desde la perspectiva
del neurodesarrollo, a diferencia del concepto de imagen corporal, que tiene sus bases en el
psicoanálisis.

El desarrollo de la noción del esquema corporal depende mucho de la maduración y pasa por
varias etapas, que son las siguientes:

Primeros años de vida: se delimita la relación del cuerpo con los objetos. Se desarrollan
dentro de leyes cefalocaudales y proximodistales.
Hasta los cuatro años, los elementos motores y cinestésicos prevalecen sobre los visuales.
Desde los cinco a los siente años, se integra la noción corporal de forma gruesa, y se logra
la transposición de sí mismo hacia los demás. Se desarrollan vínculos de las sensaciones
cinestésicas con los campos sensoriales.
Desarrollo de movimientos segmentarios pequeños, de corta extensión.
Conciencia del movimiento y de la postura, alrededor de los once o doce años de edad.
La noción corporal y el control de su movilidad constituyen la base y punto de partida de todo
aprendizaje.

El origen del lenguaje es el movimiento corporal, y es así como, a través del movimiento, el niño va
conociendo su cuerpo y poco a poco se relaciona con su mundo por medio de su expresión gestual
y verbal. Las nociones cognoscitivas básicas instrumentales parten de la noción corporal, desde la
etapa sensoriomotriz.

Los primeros trazos infantiles (desde los 15 -18 meses de edad) requieren el apoyo de la noción
que el niño tenga de su cuerpo para poder orientar a partir de su “eje corporal”. Así, los trazos
verticales descendentes se guían de la cabeza a los pies, y los horizontales, que se sustentan en
una base neuronal más avanzada, van del tronco a los dedos de las extremidades superiores. Por
tanto, la base del aprendizaje de la estructura lo constituye en primer término, la noción corporal.

El niño esboza los primeros intentos de representación gráfica de la figura humana, pasando por
varias etapas en una lenta progresión, desde el dibujo celular, cuando el cuerpo humano es
irreconocible como tal, pues sólo traza círculos o células irregulares, hasta el día en que puede
dibujar una figura humana diferenciada. Es hasta entonces cuando generalmente ya está apto
para el aprendizaje escolar.

El desarrollo gradual de la noción corporal es la guía básica que permite la progresión de


adquisiciones y destrezas como:

I. Aprender a caminar y sostener el equilibrio y tonicidad muscular adecuados en los


diferentes cambios de postura.
II. Coordinar los movimientos gruesos que regulan su actividad en la marcha, la carrera,
el salto, la manipulación de objetos y utensilios de la vida diaria, al vestirse, comer,
asearse, etc.
III. En la coordinación motora fina, donde entran en juego principalmente la sensorio-
motricidad de los órganos articuladores y del sistema dígito-manual.
IV. En el conocimiento del espacio a partir de sí mismo y luego en relación con los
diversos objetos del mundo circundante y el aprendizaje escolar en todas sus áreas.

Lineamientos globales de la elaboración gradual del esquema corporal.

Periodo maternal De 0 a 2 años se inicia el reconocimiento de las diferentes


partes del cuerpo
Periodo de aprendizaje global De 2 a 5 años se inicia la utilización del cuerpo
De los 5 a los 7 años permite pasar de la acción del cuerpo a
su representación.
Desarrolla el control postural y respiratorio
Afirma la lateralidad
Consolida el conocimiento de derecha-izquierda
Consolida el conocimiento de derecha-izquierda
Logra la independencia de brazos en relación con el tronco
Elaboración definitiva del De 7 a 11 o 12 años
esquema corporal Permite la relajación global y segmentaria
Independencia de brazos y piernas en relación con el tronco
Independencia de derecha respecto de la izquierda
Independencia funcional de diversos segmentos corporales
Transposición del conocimiento de sí mismo al conocimiento
de los demás.

Pero la conciencia corporal no es puramente intelectual, sino que, además contiene las vivencias
emocionales sentidas a tráves del cuerpo mismo. Las emociones, las angustias, el miedo, la
alegría, el estado de placidez y confort se reflejan a través de la expresividad del cuerpo. Para ello
entran en juego el movimiento libre y espontáneo de todo el cuerpo o la acción de grupos
musculares de las extremidades superiores e inferiores, de las manos y de la cara en especial,
modificando su tono muscular de acuerdo con sentimientos expresados.

La utilización del cuerpo como medio de expresión puede ayudar al que la practica a obtener un
estado psíquico de confort interno que coadyuva a su adaptación social y superación personal.

Para Wallon: “el movimiento mismo representa una doble progresión: una tiene que ver con su
agilidad, a menudo notable en el animal; la otra relativa al nivel utilizado” (Wallon, 1979 a). El
movimiento se hace instrumental y posibilita la integración de las diferentes partes del cuerpo en
un todo que denominamos espeque corporal.

Dice Wallon: “en tanto un órgano no ha alcanzado el estadio instrumental, no está todavía
totalmente integrado al cuerpo de quien forma parte, y conserva una especie de individualidad y
exterioridad (Wallon, 1965). Este órgano individual y exterior, paradójicamente, se hace social e
interior, dando paso a la corporeidad, enseña e insignia del sujeto; es aquí cuando, más allá de su
intensionalidad, cobra sentido.

Compete a esta dimensión:

La evolución de la tonicidad muscular.


El desarrollo de las posibilidades de equilibrio.
El desarrollo del control y disociación de los movimientos.
El desarrollo de la eficacia motriz (rapidez-precisión).
La definición (génesis) y afirmación de la lateralidad.

Estas adquisiciones motrices posibilitas la instrumentación de las coordinaciones dinámicas


generales: caminar, correr, trepar, saltar, arrojar un objeto, etc. y las coordinaciones dinámicas
manuales: coordinación óculo-manual o viso-digital.

Esta construcción del cuerpo que llamamos motriz-instrumental está sometida a la maduración
neurológica.
ALTERACIONES DEL ESQUEMA CORPORAL.

Un esquema corporal mal estructurado representa un déficit en la relación sujeto-mundo, lo que


podría manifestarse con problemas en distintos planos.

En el plano de la percepción.

Este plano alude a cómo el individuo percibe el accionar de su cuerpo en relación con los
referentes espaciales y temporales. Se puede presentar dificultad para la ubicación del cuerpo en
el espacio; dificultad para moverse según indicaciones como arriba-abajo, al lado, atrás de,
delante de, entre otras; dificultad para seguir ritmos y secuencias de movimientos. Todas éstas se
denominan dificultades de estructuración temporoespacial.

En el plano de la motricidad.

En este plano se pueden presentar torpeza e incoordinación motriz, en las que los individuos
muestran un mal ajuste postural por dificultad en la toma de conciencia acerca de cómo está
dispuesto su cuerpo y cómo mover los segmentos a la velocidad y anticipación necesarias para
realizar un acto motor.

En el plano de la relación con los demás.

Este plano corresponde a lo que podría relacionarse más con el concepto de imagen corporal y a
cómo la percepción que se tiene del cuerpo influye en cómo se enfrenta a las otras personas.
Viendo el cuerpo como un agente de interacción con los otros, pueden surgir entonces
sentimientos de inseguridad, incomodidad personal, proximidad o lejanía con los otros o
dificultades relacionales.

El esquema corporal una vez formado hacia los 11 años, puede sufrir diferentes perturbaciones,
unas de origen neurológico, otras de origen psicopatológico y otras experimentalmente por ciertos
aislamientos de estímulos exteriores.

En el caso que nos ocupa, población de niños con graves problemas psicológicos, hablaremos de
trastornos del esquema corporal en las neurosis y las psicosis. Por ejemplo, en la neurastenia, en
la psicostenia, las impresiones de modificación corporal, entendidas por despersonalización, son
frecuentes, tenaces y a veces irreductibles.

En las psicosis infantiles, las alteraciones del espacio vivido y de imagen del cuerpo se caracterizan
por su variabilidad inestable y por su aparición en un ambiente de trastorno caótico de ansiedad.

Es evidente que desde una perspectiva psicopatológica las perturbaciones son las que se producen
en las psicosis; en la que el sujeto vive un estado de devastación que le lleva a la disociación con el
mundo que le rodea. Supone trastornos como la incoherencia ideo-verbal, ambivalencia y
autismo.
En el plano educativo otras circunstancias que infieren sobre una mala definición del esquema
corporal son un déficit en la relación sujeto-mundo exterior, tales como la percepción, déficit en
la estructuración espacio-temporal y déficit de la motricidad, torpeza, incoordinación y malas
actitudes, déficit de la relación con el otro, inseguridad, incidencia que se da sobre el plano
relacional y caracterial.

Además de la propioceptividad muscular y del sentido de postura segmentaria del cuerpo para
conocerlo en parte o en su totalidad, es también fundamental el sector exteroceptivo
especialmente el visual y táctil.

Algunos autores ven en estos niños una significativa asociación entre errores aritméticos y
conocimientos de los dedos y establecen una relación entre la agnosia de los dedos y los fallos en
aritmética.

Los niños con psicosis infantil tampoco saben distinguir perfectamente derecha-izquierda,
cometen errores en el dibujo, errores variables que no dependen exclusivamente del
conocimiento.

La deficiente representación corporal y la utilización de las partes del cuerpo forman parte del
síndrome de dispraxia infantil. También se suele describir en casos de dislexia los desórdenes
somatognósicos. En algunos casos hay una discalculia de tipo espacial, no obstante actualmente se
admite que los errores de cálculo en el niño, aunque responden a un cierto tipo de desórdenes de
las aptitudes espaciales, parecen más bien unidos a una dificultad en el uso del sistema simbólico y
a dificultades afectivas.

Todos estos desórdenes se aprecian en el plano de las organizaciones cognoscitivas y de la


capacidad representativa o en el plano de una mala organización espacial por alteración de la
lateralización, o por fallos en una cierta presentificación al ni poder situarse el cuerpo como un
objeto en el campo de relación o el individuo en cuestión como individuo, en el terreno de las
representaciones espaciales.

Se producen alteraciones de la conciencia y de las vivencias corporales, las cuales son polimorfas y
no se explican mediante una patogenia unívoca ya que se refieren al cuerpo y responden a grados
diversos de su desintegración.

Las transformaciones corporales ilusorias se caracterizan por ser macrognosias, micrognosias,


sensaciones de estar hinchado de reducción de todo el cuerpo, sentimientos de ausencia o de
cambio, erróres convencimiento de tener un miembro fantasma. Este tipo de alteración muy
conocido en el niño y en el adolescente, fundamentalmente de forma paroxística en la epilepsia,
se da igualmente en manifestaciones hipnagógicas infantiles en ciertos accesos de ansiedad y en
determinados estados toxicoinfecciosos.

Al igual que en el adulto, también es visible en el niño en las experiencias de relajación. Existen
también falseamiento de las necesidades corporales. La características de dichos desórdenes es
una negación de estímulos corporales como son hambre, cansancio y emociones, aparecen en la
anorexia mental y en los estados de psicosis infantiles.

Los fenómenos de despersonalización se caracterización se caracterizan por el no reconocimiento


de la persona en su totalidad, en su forma, en su consistencia y en sus límites.

No son raros estos fenómenos en niños neuróticos o incluso normales, los estados de perplejidad
somatopsíquica que son cuidadosamente mantenidos en secreto. No cohartan el sentido de la
realidad ni modifican de forma aberrante y duradera su comportamiento. A veces son pasajeros y
no producen cambios permanentes del sector cognoscitivo autónomo de la imagen corporal del
mismo modo que no se dan incoherencias ni disociaciones.

Dichos fenómenos son extremadamente frecuentes en casos de psicosis infantil, ya sea en forma
de miedo al cambio o a la desaparición de partes del cuerpo, de sentimientos, de transformación y
extrañeza; a veces dichas vivencias son disociadas de la imagen corporal y son rechazadas hacia el
mundo e asociándose con frecuencia a despersonalización y a desrealización.

Según Lebovici, si los trastornos en orden a la identidad son casi contantes en las psicosis
infantiles, raramente son vividos como una despersonalización delirante antes de la pubertad.

ESTUDIO DEL ESQUEMA CORPORAL

Existen diversos procedimientos para estudiar el esquema corporal entre los cuales podemos citar
al examen psicomotor que relaciona el esquema corporal con la psicomotricidad y por ello su
estudio estará guiado por el examen psicomotor como indispensable para una acción educativa,
reeducadora o terapéutica.

Hay exámenes o test psicomotores que contienen pruebas de esquema corporal, control postural,
equilibrio, etc.

En general cualquier examen psicomotor incluye directa o indirectamente el estudio del esquema
corporal.

Otras formas de estudio, sin estar directamente relacionadas con la psicomotricidad, pueden ser a
través del dibujo de la figura humana mediante el cual se realiza un estudio grafomotor intelectual
y afectivo válido como acercamiento muy adecuado en el estudio de la representación del
esquema corporal.

Por otra parte tenemos que considerar que el niño en sus dibujos libres reproduce la persona
humana con más frecuencia y por ello demuestra el interés que tiene para él.

Según Piaget la imagen corporal expresada a través del dibujo va evolucionando paralelamente a
la noción de espacio. Poco a poco va apareciendo una geometría proyectiva, lentamente el dibujo
se va enriqueciendo una geometría proyectiva, lentamente el dibujo se va enriqueciendo, aunque
todavía es incapaz de respetar la distancia entre las partes representadas. A los 9 años empieza a
comprender la forma, usa la línea curva para representar los hombros. A los 11-12 años es capaz
de hacer el dibujo de perfil, las omisiones son raras y escasas. Dibuja el personaje en función de
una visión global. El niño se está acercando a una geometría euclidiana o métrica en la que la
forma y la distancia son respetadas.

Otros autores han estudiado el dibujo de la persona desde el punto de vista proyectivo. Luquet
refiriéndose al estudio del dibujo describe las siguientes etapas:

a) Realismo fortuito que corresponde a la época del garabato, el niño dibuja por dibujar. Se da
hasta los 3 años aproximadamente.

b) Realismo malogrado entre los 4 y 6 años. El niño quiere ser realista, pero surgen obstáculos
físicos o psíquicos que se lo impiden. Por eso, en los primeros dibujos, el niño sólo reproduce parte
de los detalles. Es el período de la incapacidad sintética que se manifiesta sobre todo en la
incapacidad para respetar las proporciones.

c) Realismo intelectual hasta los 7 años. El niño pone en sus dibujos todos los elementos reales
del objeto a representar aunque no deban verse en el dibujo.

d) Realismo visual hasta los 8-9 años. El niño abandona las trasparencias y es capaz de usar la
perspectiva correctamente.

También se ha abordado el estudio del esquema corporal a través del gesto. Brunet- Lezine han
elaborado una prueba para niños entre 3 y 6 años que permite medir la organización práctica en
estas edades. El examinador propone un gesto y el niño tiene que reproducirlo. Esto supone que el
niño conoce su cuerpo como instrumento para poder reproducir el modelo propuesto por el
examinador. Esta prueba también estudia la dirección para lo cual el niño tiene que usar su
cuerpo como referencia en el espacio.

A través de la prueba del esquema corporal, si bien no tan específicas como las anteriores, pero si
relacionadas con la temática, son las pruebas de Piaget (test de derecha-izquierda) y la prueba de
Head (test de mano-ojo-oreja) ambas componentes de la Batería Piaget-Head. El éxito de este
conjunto de pruebas presupone un conocimiento bien establecido de los elementos lateralizados
del esquema corporal.

Mientras las pruebas de sincinesias se pueden estudiar la posibilidad de aislar movimientos


exactamente localizados en las distintas zonas del rostro. La prueba de L. W. Kwint es un ejemplo
de ellos y ofrece un gran interés en clínica patológica dada su estrecha relación con el desarrollo
neurológico general.

En la prueba de motricidad digital de A. Rey se estudian las relaciones existentes entre el nivel de
desarrollo neurofisiológico de los dedos de la mano y el rendimiento en las pruebas de
manipulación por las cuales se suele valorar la habilidad manual.
Por último citar la prueba de esquema corporal de Hemljak, Stambak y Berges útil para medir el
nivel de conocimiento que el niño tiene de su cuerpo y de las relaciones entre los diferentes
elementos del mismo.

Bibliografía:

Almonte, C. y Montt Ma. E. Psicopatología infantil y de la adolescencia. 2da. Edición. Cap. 31.

Calmels D. ¿Qué es la psicomotricidad?. Grupo Editorial Lumen. Cap. 4.

Jiménez, F. Talleres de actividades para el desarrollo del esquema corporal. Ediciones CEAC. Cap. 2
y3

Nieto M. ¿Por qué hay niños que no aprenden?. Ediciones científicas. La prensa Médica Mexicana.

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